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VI. Inclusión existencial y sus dimensiones pedagógicas.

Pero lo más importante en la educación, su objetivo final que aúna a las demás
inclusiones es quizás esta. La persona dotado de libertad y con ella, cada educando,
tiene que ir creando un "estilo de vida" original, único, tiene que "optar por una
forma determinada de conducta en función de lo que pretenda realizar con su
vida". Aquello que le dé “Sentido a su vida”. Para ello es importante adquirir un tipo
de pensamiento nuevo: Pensamiento Situacional.
Víctor Frankl, que sufrió los horrores de los campos de concentración nazis pero los
pudo superar gracias a su libertad dándole un “Sentido a su vida”: "Nosotros hemos
tenido la oportunidad de conocer al hombre quizá mejor que ninguna otra generación.
¿Qué es en realidad la persona? La persona es el ser que siempre decide lo que
es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha
entrado en ellas con paso firme musitando una oración" (FRANKL V., "El persona en
busca de sentido", o.c, p. 87.)

1. La pregunta por el sentido de la vida.


Como educadores debemos enseñar a que los educandos tengan un cambio radical
en su actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y después, que
en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo
de nosotros. Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la
vida y, en vez de ello, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les
indaga continua e incesantemente. Nuestra respuesta educadora tiene que estar
hecha no solo de palabras, sino de una conducta y una actuación orientada por valores.
En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la
respuesta correcta a los problemas que ella plantea y cumplir las tareas que la vida
asigna continuamente a cada individuo.
Dichas tareas y, consecuentemente, el significado de la vida, difieren de una persona
a otra, de un momento a otro, de modo que resulta completamente imposible definir
el significado de la vida en términos generales. Nunca se podrá dar respuesta a las
preguntas relativas al sentido de la vida con argumentos específicos. "Vida" significa
algo muy real y concreto, que configura el destino de cada persona, distinto y
único en cada caso. Ninguna persona ni ningún destino pueden compararse a otra
persona o a otro destino. Ninguna situación se repite y cada una exige una respuesta
distinta; unas veces la situación en que una persona se encuentra puede exigirle que
emprenda algún tipo de acción; otras, puede resultar más ventajoso aprovecharla para
meditar y sacar las consecuencias pertinentes. Y, a veces, lo que se exige al hombre
puede ser simplemente aceptar su destino. Cada situación se diferencia por su unicidad
y en todo momento no hay más que una única respuesta correcta al problema que la
situación plantea.
Cuando la persona descubre que su destino es sufrir, por ejemplo, ha de aceptar
dicho sufrimiento, pues ésa es su sola y única tarea. Ha de reconocer el hecho de que,
incluso sufriendo, él es único y está solo en el universo. Nadie puede redimirle de su

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sufrimiento ni sufrir en su lugar. Su única oportunidad reside en la actitud que adopte al


soportar su carga.

2. Voluntad de sentido.
La búsqueda por parte de la persona del sentido de la vida es único y específico en
cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; únicamente así logra
alcanzar la persona un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido.
La persona necesita "algo" por qué vivir. La persona, no obstante, es capaz de
vivir e incluso de morir por sus ideales y principios. En otras palabras, la voluntad de
sentido para muchas personas es cuestión de hecho, no de fe.
Como educadores tenemos que precavernos de la tendencia a considerar los
principios morales como simple expresión de la persona. Pues el "sentido de la vida”
no es sólo algo que nace de la propia existencia, sino algo que hace frente a la
existencia. Si ese sentido que espera ser realizado por la persona no fuera nada más
que la expresión de sí mismo o nada más que la proyección de un espejismo, perdería
inmediatamente su carácter de exigencia y desafío; no podría motivar al educando ni
requerirle por más tiempo. Nosotros no inventamos el sentido de nuestra existencia, sino
que lo descubrimos.
Ahora bien, los principios morales no mueven a la persona, no le empujan, más bien
tiran de él. Pues bien, la persona se ve arrastrado por los principios morales, lo que
implícitamente se infiere es el hecho de que la voluntad interviene siempre: la libertad
de la persona para elegir entre aceptar o rechazar una situación. Nunca la persona
se ve impulsado a una conducta moral; en cada caso concreto decide actuar moralmente.
Y la persona no actúa así para satisfacer un impulso moral y tener una buena conciencia;
lo hace por amor de una causa con la que se identifica, o por la persona que ama.
Si obra para tranquilizar su conciencia será un fariseo y dejará de ser una persona
verdaderamente moral.

3. El sentido de la vida.
El sentido de la vida difiere de una persona a otra, de un día para otro, de una hora
a otra hora. Así pues, lo que importa no es el sentido de la vida en términos generales,
sino el significado concreto de la vida de cada educando en un momento dado.
Plantear la cuestión en términos generales puede equipararse a la pregunta que se le
hizo a un campeón de ajedrez: "Dígame, maestro, ¿cuál es la mejor jugada que puede
hacerse?" Lo que ocurre es, sencillamente, que no hay nada que sea la mejor jugada, o
una buena jugada, si se la considera fuera de la situación especial del juego y de la
peculiar personalidad del oponente. No deberíamos buscar un sentido abstracto a la
vida, pues cada uno tiene en ella su propia misión que cumplir; cada uno debe
llevar a cabo un cometido concreto.
Por tanto ni puede ser reemplazado en la función, ni su vida puede repetirse; su
tarea es única como única es su oportunidad para instrumentarla.
Como quiera que toda situación vital representa un reto para el educando y le plantea
un problema que sólo él debe resolver, la cuestión del significado de la vida puede en
realidad invertirse. En última instancia, el educando no debería inquirir cuál es el sentido

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de la vida, sino comprender que es a él a quien se inquiere. En pocas palabras, a cada


persona se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida
respondiendo por su propia vida; sólo siendo responsable puede contestar a la
vida. De modo que el “sentido de la vida” es la esencia íntima de la existencia
humana está en su capacidad de ser responsable.

4. La esencia de la existencia.
La capacidad de ser responsable se refleja en: "Vive como si ya estuvieras viviendo
por segunda vez y como si la primera vez ya hubieras obrado tan desacertadamente
como ahora estás a punto de obrar." Me parece a mí que no hay nada que más pueda
estimular el sentido humano de la responsabilidad que esta máxima que invita a
imaginar, en primer lugar, que el presente ya es pasado y, en segundo lugar, que
se puede modificar y corregir ese pasado: este precepto enfrenta al persona con
la finitud de la vida, así como con la finalidad de lo que cree de sí mismo y de su
vida.
La escuela debe enseñar hacer al educando plenamente consciente de sus propias
responsabilidades; razón por la cual ha de dejarle la opción de decidir por qué, ante qué
o ante quién se considera responsable.
La función educativa consiste en ampliar y ensanchar el campo visual del educando
de forma que sea consciente y visible para él todo el espectro de las significaciones y los
principios.
Al declarar que el educando es una criatura responsable y que debe aprehender el
sentido potencial de su vida, quiero subrayar que el verdadero sentido de la vida debe
encontrarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique, como
si se tratara de un sistema cerrado. Por idéntica razón, la verdadera meta de la
existencia humana no puede hallarse en lo que se denomina autorrealización,
como algo desligada de su propia vida. Esta no puede ser en sí misma una meta por
la simple razón de que cuanto más se esfuerce el persona por conseguirla más se le
escapa, pues sólo en la misma medida en que el persona se compromete al
cumplimiento del sentido de su vida, en esa misma medida se autorrealiza. En otras
palabras, la autorrealización no puede alcanzarse cuando se considera “un fin en sí
misma”, sino cuando se la toma como efecto secundario de la propia trascendencia.

5. Pensamiento situacional.
La educación de la inteligencia fue siempre el objetivo de la misma. Desde Aristóteles
y desarrollado, aún más, por Santo Tomás de Aquino se ha discernido diversos tipos de
saberes, el conocimiento teórico: Ciencia, Inteligencia o Razón y Sabiduría. Y el
conocimiento práctico: Arte, Técnica y prudencia.
Sin desligarnos de estos conceptos nuestro punto de vista más que filosófico es
pedagógico y nuestro objetivo es entender la inteligencia a través de objetivos educativos
y para la vida.
Dijimos, anteriormente, sobre el Sentido de la Vida que vivir significa asumir la
responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ella
plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo.
Además, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les indaga continua

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e incesantemente y que debemos descubrir en cada acontecimiento, situación o


hecho existencial.
"Vida" significa algo muy real y concreto en cada persona, que configura su
destino, distinto y único en cada caso. Ninguna situación se repite y cada una exige
una respuesta distinta.
Dijimos que la búsqueda por parte de la persona del sentido de la vida es único y
específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo;
únicamente así logra alcanzar el educando un significado que satisfaga su propia
voluntad de sentido. El sentido de la vida difiere de una persona a otra, de un día para
otro, de una hora a otra hora. Así pues, lo que importa es el significado concreto de la
vida de cada educando en un momento dado. No deberíamos buscar un sentido
abstracto a la vida, pues cada uno tiene en ella su propia misión que cumplir; cada
uno debe llevar a cabo un cometido concreto. A cada persona se le pregunta por la
vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; sólo
siendo responsable puede contestar a la vida.
Y esto, el educando no lo puede adquirir con un pensamiento que teórico o abstracto,
ni científico sino situacional.
La inteligencia situacional es educar a la inteligencia para discernir las situaciones
de vida cotidiana. El Pensamiento Situacional o Conciencia Situacional o Conciencia
de la Situación es una representación mental y comprensión de eventos vividos,
gentes, interacciones, condiciones ambientales y cualquier otro tipo de factores
de una situación específica que puedan afectar al desarrollo de mis actividades
humanas, mi comportamiento, mis decisiones y mi propia personalidad. Formulado
en términos simples en la consciencia situacional, la persona educada en este tipo de
pensamiento, “sabe o prevé lo que ocurre para poder discernir lo que debe hacer”.
Educar este tipo de pensamiento trae las siguientes ventajas:

1. “Interpretar de la realidad situacional próxima” (visión proyectiva)


a. Como una capacidad para dar respuestas ante situaciones que pueden suceder,
que puedan desencadenar problemas en mi vida personal: accidentes, peligros
(físicos o morales), sufrimientos, malas experiencias y fracasos, entre otros.
Detectarlas a tiempo evito problemas futuros.
b. Reconocer oportunidades que pueden sucederse o circunstancias que puedo
alentar para satisfacer mis objetivos.
2. “Afrontar situaciones presentes” (visión actual).
a. De situaciones problemáticas: ¿Qué situaciones suceden en mi entorno a la cual
debo dar respuesta? ¿Por qué ocurre? ¿Qué ocurrirá a partir de ahora? Los
problemas existenciales si suceden debo interpretarlos y asumirlos. ¡Ya
sucedieron! y lo único que me queda es interpretarlos y decidir la mejor solución.
Esta es la manera de crecer como persona. Si no lo hago, me atascado, me anulo,
me acorralo existencialmente sesgando mi proyecto de vida y mi futuro queda en
una encrucijada.
b. De la misma manera, situaciones favorables que puedo aprovechar, fomentar y
canalizar acurdo a mi proyecto de vida

En términos de psicología cognitiva la consciencia situacional se refiere al contenido


activo del modelo mental de un humano que toma decisiones de las tareas que
tiene que llevar a cabo, el propósito de la consciencia situacional es permitir una

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forma de tomar decisiones apropiadas y efectivas. Logrando mantener la consciencia


situacional se potencia la adquisición, la representación, la interpretación y la utilización
de cualquier información relevante con el objeto de poner sentido a los eventos que
ocurren, pudiéndose anticipar a los acontecimientos futuros y afrontar los problemas
presentes, dando la capacidad de poder tomar decisiones inteligentes y de poder
mantener el control en vista a su proyecto de vida y de su propia felicidad.
Aprender contenidos es importante que aún más si estos me brindan material para
discernir mi entorno existencial y dar respuestas adecuadas a mi vida.

Bibliografía:
1. El hombre en busca de sentido; Viktor Frankl
2. El pensamiento situacional, Jorge Luis Prioretti

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