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Buenos Aires independentistas

Así, tres grandes corrientes comenzaban a dibujarse:

 Una que puede ser llamada monarquista conservadora o pro o proto-persa que sugería
que Chile era colonia no solo del rey sino de España y por lo tanto debía lealtad absoluta
no solo al rey y sus autoridades sino también a las autoridades españolas, cualquiera que
estas fueran (representada a nivel local por la Real Audiencia de Chile y el Virreinato del
Perú).
 Otra que puede ser llamada "conciliacionista progresista" o "autonomista" afirmaba que si
bien Chile le debía lealtad al Rey, esto no era a través de autoridades intermedias, dado
que Carlos III de España mismo declaró en 1798 que Chile era independiente del
virreinato "como siempre debió entenderse" y por lo tanto tenía derecho, al igual que
cualquier región o provincia de España, a escoger un gobierno de su confianza (similar en
forma a las Juntas que se estaban creando en España) y representantes a las Cortes de
Cádiz (con dos ramas: una "patriótica monárquica" que sugería concentrarse en prestar el
máximo de ayuda a la Guerra de la Independencia española y la otra, más "autonomista",
que sugería que esta era una buena oportunidad para establecer un Nuevo Régimenque
se entendía como una monarquía constitucional basada en la restauración borbónica),
pero dando expresión a la desconfianza liberal a poderes centrales fuertes; y
 Una corriente independentista (llamada en aquellos días "los exaltados"), en su
mayoría criollos, que afirmaban que la lealtad se había dado a un rey libre, pero ahora que
esa persona se encontraba prisionera la soberanía revertía al pueblo,6 que incluía un
elemento llamado jacobino que era decididamente "republicano". nota 1

Desigualdad en la sociedad chilena


Hay que considerar que lo anterior se sobreponía u ocultaba otro aspecto fundamental de
la realidad social colonial: solo los españoles de nacimiento (o chapetones, como eran
conocido en Sudamérica) tenían acceso a las instituciones de poder, el que les estaba negado
incluso a sus descendientes directos, por mucho que estos se considerasen súbditos leales.
De acuerdo a descripciones de la época7 hacia el final del período colonial, cuando la
población "del reino" alcanzaba medio millón de habitantes, sin contar la población indígena,
aproximadamente 300 mil eran mestizos, 150 mil criollos (es decir, descendientes directos de
españoles) y solo alrededor de 20 mil eran peninsulares, los que, junto con las autoridades
nombradas por el rey o sus representantes y un puñado de nobles y encomenderos, eran los
que en la práctica constituían la clase en cuyo beneficio el país funcionaba (ver también La
Colonia).

Independentismo, Republicanismo, Democracia


Es necesario recordar además que independentismo no es ni era equivalente
de republicanismo ni implica que se era o es partidario de la democracia. También es
conveniente tener presente que mucha gente vacilaba entre esas posiciones o tenía visiones
intermedias. Especialmente, entre los "liberales" y los "exaltados", había aquellos que
vacilaban entre un gobierno democrático y alguna forma de monarquía constitucional.
En consecuencia, no era evidente cuál era la mejor solución a la situación, ya sea política o
legalmente hablando. Después de muchas vacilaciones, Toro y Zambrano accedió a convocar
un cabildo abierto para todos los jefes de cuerpos militares y religiosos, prelados y "vecinos
nobles" de Santiago, para el día 18 de septiembre de 1810, conocido como el día de
la Primera Junta Nacional de Gobierno de Chile.
Patria Vieja en Chile
Artículo principal: Patria Vieja en Chile

Primera Junta de Gobierno.

En la sesión del 18 de septiembre de 1810, los juntistas gritaron a voz en cuello: "¡Junta
queremos! ¡Junta queremos!". El anciano Mateo De Toro y Zambrano (a la sazón de 82 años)
accedió y entregó el bastón ceremonial, agregando: "He aquí el bastón. Disponed de él y del
mando". Siete de los más notables vecinos de Santiago fueron elegidos a la Junta de
Gobierno, incluyendo a Mateo de Toro Zambrano como Presidente.
La junta reconoció explícitamente la soberanía de Fernando VII.8 La Real Audiencia de
Santiago continuó dispensando justicia en su nombre y los funcionarios del antiguo régimen
(incluyendo los cargos militares) fueron confirmados en sus posiciones. La junta incluso
reconoció formalmente el Supremo Consejo de Regencia de Cádiz y justificó su constitución
notando "que la misma Regencia con su manifiesto de catorce de febrero último, ha remitido el
de la instalación de la Junta de Cádiz, advirtiendo a las Américas que ésta podrá servir de
modelo a los pueblos que quieran elegirse un Gobierno representativo digno de su confianza"
(Acta de Instalación de la Excelentísima Junta de Gobierno). Ningún español o criollo,
conformista o no, sufrió como consecuencia de sus ideales políticos. De esta manera,
comenzó la Patria Vieja.
Sin embargo esa situación era más bien confusa y no contemplaba ni resolvía el otro
problema de fondo: la exclusión de la vida política de muchos del sector criollo y la totalidad
del mestizaje (La población indígena no era considerada en absoluto). De hecho, el
"electorado" de la época se restringía, de acuerdo al sistema político y legal de la época, al
"vecindario noble", sector constituido en su mayoría por aquellos nacidos en España, los que
se consideraban miembros de la nobleza y los miembros del aparato administrativo colonial a
nivel local. Abusando imprudentemente de ese privilegio, el sector monarquista no creyó
necesario contemplar las aspiraciones de los criollos o buscar un consenso,nota 2 lo que
produjo una agudización de los sentimientos "exaltados" de ese sector. Esta situación se hizo
obvia con la muerte de Toro y Zambrano (fines de febrero de 1811), lo que permitió que Juan
Martínez de Rozas, quien llegó a ser visto como líder de los criollos, aumentara su poder, lo
que le permitió promover otros criollos a posiciones de autoridad y solicitar ayuda militar a
las Provincias Unidas del Río de la Plata en su lucha contra la monarquía.
Bajo la influencia de Martínez de Rozas y alegando que la Junta representaba sólo a los
vecinos de Santiago, se convocó a elecciones para designar un Congreso Nacional.9 Sin
embargo, y a pesar de la creciente influencia del criollismo, el sentir general todavía era de la
tendencia moderada que se había hecho sentir en la elección y primeros actos de la Junta.
Siendo así las cosas, es posible que la situación política se hubiera consolidado en ese
compromiso, por lo menos hasta el fin de las guerras napoleónicas.
Pero la Real Audiencia consideró que la situación en general y la elección en particular eran
anti-monárquicas y conspiró con el Coronel realista Tomás de Figueroa, compandante de las
tropas, quien el 1 de abril de 1811 se sublevó con la intención de disolver la Junta e impedir
las elecciones al Congreso.10 El suceso, conocido como "El Motín de Figueroa", enfrentó las
tropas de éste con las de del recién formado Granaderos N.º 1 al mando de Juan Mackenna,
batiéndose en la Plaza de Armas de Santiago por lo que constituye el primer combate por la
independencia de Chile.
El motín terminó con 56 muertos y el Coronel apresado, enjuiciado sumariamente y fusilado.11
La Real Audiencia fue disuelta y reemplazada con una Cámara de Apelaciones. Continuando
con el espíritu conciliador que había caracterizado el movimiento, los miembros de la
audiencia no fueron ni privados de su libertad ni de sus bienes. Sin embargo, mucha de la
población que permanecía indecisa culpó al partido monarquista de la situación y este perdió
apoyo, con el resultado que en las elecciones para el Congreso los monarquistas se sumaron
a la mayoría de los conciliacionistas, y, abusando del sistema, eligieron a la totalidad de los
candidatos monarquista y moderados, alrededor de las propuestas a instaurar un gobierno
local leal a la monarquía pero con alguna autonomía y ayudar a España en su guerra de
independencia. Los exaltados, que predicaban la independencia de Chile, quedaron en
minoría pero con una creciente representación en el sector criollo y mestizo. Los problemas de
fondo todavía permanecían no resueltos.
Los primeros debates del primer congreso, instaurado el 4 de julio de 1811, fueron expresión
de esa situación, centrándose en dos áreas principales: el hecho que por Santiago se habían
elegido a 12 diputados (cuando la convocación original fue por 6 por provincia) y una petición
de la Regencia que Chile contribuyera a los gastos de la guerra contra Napoleón. Los
“exaltados” lograron evitar esa remisión, argumentando que el país era pobre y necesitaba los
caudales. Sin embargo, su propuesta de reconocer a Coquimbo como provincia con el
derecho a elegir seis diputados fue rechazada.
Esto llevó a dos movimientos con intenciones similares pero independientes entre sí. El 4 de
septiembre de 1811, tuvo lugar el Primer golpe de Carrera, quien -con sólo 26 años- buscaba
remover del congreso a los sectores partidarios del antiguo régimen. Al día siguiente, en la
que fue conocida como la Revolución del 5 de septiembre, un cabildo abierto, organizado por
los exaltados de Concepción, liderados por Juan Martínez de Rozas reemplaza a los antiguos
diputados de la provincia, eligiendo “independentistas” en su lugar.
Lo anterior dejó al congreso con una mayoría más progresista, dando lugar a una expresión
más fuerte del nuevo espíritu ilustrado y liberal, pero aún no dispuesta a declarar formalmente
la independencia. Se reafirmó el sentido general de lealtad al rey de la proclamación original
de la Junta. Al mismo tiempo se proclamó la libertad de comercio (con algunas excepciones a
favor de los tejidos) y se reformaron los Cabildos decretándose que los cargos de regidores y
otros (antiguamente obtenidos en remate público) serían cargos de elección. Algunos puestos
de administración pública considerados inútiles fueron abolidos y el salario del resto
disminuido. Se decretó la libertad de prensa y se estableció que el clero sería pagado por el
fisco (prohibiéndose que cobraran al público por sus servicios). Se ordenó el establecimiento
de una fábrica de armamentos y otras instituciones necesarias -incluyendo la breve
publicación de lo que posiblemente fue el primer periódico de Chile: "El Despertador
Americano"nota 3 -, dudándose incluso si llegó a imprimirse algún número, por lo que "La Aurora
de Chile" continúa siendo el más antiguo periódico de Chile.
Finalmente, fue el primer cuerpo legislativo en América que tomó pasos graduales pero
prácticos para eliminar la esclavitud a nivel nacional (los hijos de esclavos nacidos después de
la fecha de su primera reunión fueron considerados personas libres (libertad de vientres),
como lo serían los esclavos que ingresaran al país después de permanecer en el algún
tiempo, etc. (Ver abolicionismo). Poco de esto era diferente o contrario, como se ha notado, a
los principios de la ilustración española, principios que hasta hacía poco los
mismos Borbones habían promovido en España.
No obstante, y dadas las diferentes ideas acerca del mejor camino a tomar (ya sea como país
relacionado de alguna manera a la Corona de España o como independiente), existía un clima
de mucho recelo e inseguridad frente a las intenciones de los demás. Muchos no querían el
poder absoluto de un rey que veían como extranjero y lejano pero otros temían que una
democracia llevaría inevitablemente a la anarquía que terminaría con una dictadura al estilo de
Napoleón. Algunos eran partidarios de un estado unitario mientras otros temían un poder
central fuerte y buscaban un sistema descentralizado o regionalista. No faltaban los que veían
en la "lealtad" a un rey prisionero una manera de volver a implementar las costumbres y
leyes autárquicas que habían dado hasta no hacía mucho (1791) a los encomenderos poder
absoluto en sus tierras, mientras otros buscaban promover los nuevos ideales del progreso a
través de la educación generalizada y una legislación moderna y justa. etc. (ver, por
ejemplo, Manuel de Salas)

Segunda Intervención de los hermanos Carrera

José Miguel Carrera.

Esos debates más un desacuerdo con el sector políticamente dominante dentro de ese
congreso (la rama de Los Ochocientos de la familia Larraín), dieron lugar a que el 15 de
noviembre de 1811, José Miguel Carrera (argumentando que el país no tenía las condiciones
necesarias para una división de poderes en ramas ejecutiva y legislativa) diera otro golpe de
estado que, empezando con un triunvirato, terminó dejándole el poder total.
El gobierno carrerino es generalmente visto como derechamente independentista (dado que
ese era el fin proclamado por él) sin embargo el punto es debatible: a pesar de que
el Reglamento Constitucional Provisorio de 1812(publicado el 27 de octubre de 1812), estipula
que "ningún decreto, institución u orden que emane fuera del territorio de Chile tendrá efecto
alguno, y los que intentaren darle valor serán castigados como reos del Estado",12 el
documento empieza estableciendo específicamente que Chile reconoce que "Su Rey es
Fernando VII".
Esto no es dudar de las intenciones independentistas de Carrera sino ponerlas en el contexto
político de la época, más complejo que lo que generalmente se percibe. Es probable que
Carrera haya sido influido por las discusiones de la época en la península13-preocupaciones
con las que era familiar dado sus estudios y carrera militar en ella, especialmente su estadía
en Cádiz, lugar donde residía en esos días el hermanastro de un gran amigo suyo
(ver Joaquín Fernández de Leiva) El Reglamento continúa con la afirmación de que el Rey
"aceptará nuestra Constitución en el modo mismo que la de la Península. A su nombre
gobernará la Junta Superior Gubernativa establecida en la capital, estando a su cargo el
régimen interior y las relaciones exteriores (...)".12
Adicionalmente, y en relación al otro problema de fondo, el Reglamente Provisional establece
(artículo 24) que "Todo habitante libre de Chile es igual de derecho". Esa declaración termina
con el régimen de privilegios en favor de los peninsulares, una de las motivaciones más
sentidas del sector "exaltado" -especialmente los criollos y los mestizos (ver también Estatutos
de limpieza de sangre) - pero excluye tanto a los esclavos como a los indígenas. Es, además,
ambigua en relación a la nobleza (Carrera acuso, mucho después, a O'Higgins
de jacobino cuando este la abolió)
Así pues, en el contexto de la época, el Reglamento Constitucional puede verse simplemente
como una declaración "consensualista" o "autonomista", buscando satisfacer algunas de las
aspiraciones pero al mismo tiempo marginando del gobierno por un lado -con anterioridad- al
sector monarquista más duro y, por el otro -posteriormente- al sector más "exaltado" a fin de
establecer en Chile, basado en una reafirmación de la validez del edicto de Carlos III, una
"monarquía parlamentaria", con una relación directa e independiente de otras instituciones con
la corona. Algo que, de haberse transformado en realidad, habría producido quizás un sistema
similar a la actual Mancomunidad Británica de Naciones (ver La Pepa una constitución para
América - consecuencias de su abolición). Sin embargo, es innegable que su intervención
acelero el movimiento hacia la independencia.
En todo caso, parece obvio que Carrera se dio cuenta de que para moverse en esa dirección
se necesitaba tanto una identidad nacional diferente a la de ser español o súbdito de España
como de un sector políticamente activo más amplio que el acostumbrado "vecindario noble"
que hasta entonces había sido el motor del proceso independentista (lo que llegó a ser
conocido como opinión ilustrada), lo que a su vez requería de una serie de medidas
e instituciones progresistas. Con ese fin, Carrera estableció los primeros emblemas patrios: la
bandera, escudo y escarapela de la Patria Vieja. Publicó la Aurora de Chile, el primer
periódico chileno, en el cual su primer director, el fray Camilo Henríquez hizo circular, con la
colaboración de personas como Antonio José de Irisarri y Bernardo de Vera y Pintado las
ideas independentistas y de la ilustración. Estableció la Junta de Vacuna y elaboró el proyecto
de una Sociedad Filantrópica de Amigos del País. Al mismo tiempo buscó reconocimiento
internacional para la posición de Chile, lo que fue facilitado por la decisión de EE.UU. de
mandar un "ministro" o cónsul (Joel Robert Poinsett), quien estableció estrechas relaciones
con Carrera. Esto fue importante no sólo prácticamente para Chile, sino para el futuro
desarrollo político de Carrera, ya que establecía un vínculo directo con el liberalismo y el
sistema de gobierno estadounidense desde los principios de la creación del país. Finalmente,
Carrera fundó el Instituto Nacional, la Biblioteca Nacional y abrió la educación a las mujeres.
Pero tales reformas independentistas o ilustradas no clarifican cuál es el carácter del gobierno
que J. M. Carrera buscaba o en cual posición se veía el mismo,nota 4 situación que es siempre
preocupante en un régimen militar. El artículo 4.º del Reglamento de 1812 establece que se
reconocía la legitimidad del gobierno de la época, y que sus reemplazos serán elegidos "en
caso de muerte o renuncia". La implicación obvia es que José Miguel Carrera se consideraba
"elegido" de por vida.
Esa preocupación se hizo significativa, especialmente entre los miembros de la Logia
lautarina, cuando en mayo de 1812 (mientras se preparaba el nuevo arreglo constitucional)
Camilo Henríquez (quien estaba a cargo de elaborar ese Reglamento Constitucional) publicó
en la Aurora de Chile, un artículo en el cual parecía sugerir como la mejor forma de gobierno
una mezcla entre el federalismo de EE.UU. y una monarquía al estilo inglés, pero más "dura"
(en que sugiere que el poder ejecutivo, y por ende, sobre el ejército, debe residir en el
monarca):
"El gobierno británico es un medio entre la monarquía, que se encamina a la arbitrariedad, la
democracia, que termina en la anarquía, y la aristocracia, que es el más inmoral de los
gobiernos, y el más incompatible con la felicidad pública. Es pues un gobierno mixto en que
estos tres sistemas se templan, se observan, se reprimen. Su acción y reacción establece un
equilibrio en que nace la libertad. El poder ejecutivo reside en el monarca." (....)"14
La inquietud aumentó cuando, posteriormente, el gobierno carrerino prohibió críticas al
gobierno, primero en noviembre de 1812 bajo pena de expulsión y exilio y después el 22 de
marzo de 1813 bajo pena de muerte. Al mismo tiempo advirtió públicamente de castigos a
"algunos jóvenes de inmoderado patriotismo" y prometía que "todo individuo podrá quejarse o
delatar; se le hará justicia y guardará secreto."15 Estos actos comenzaban a parecerse a los
de la carrera de Napoleón quien, proclamándose defensor de la voluntad ciudadana, llegó a
reprimirla duramente cuando se declaró emperador en 1804.
Las acciones de los Carrera, especialmente su manera de obtener el poder, y presumidas
intenciones, intimidaron a muchos ciudadanos, tanto en el bando independentista como en el
conciliador. Los Carrera no pudieron obtener apoyo más amplio a sus posiciones, lo que no
fue ayudado por disputas entre ellos mismos (aparentemente por asuntos de precedencia
familiar: el hermano mayor no era quien estaba al mando) que ocasionaron incluso el
alejamiento temporal de uno de los hermanos del gobierno, durante el cual hubo muchas
acusaciones de traición y amenazas de soluciones armadas a los problemas. Aún peor, los
desacuerdos políticos debilitaron política y militarmente la causa patriótica, específicamente,
debido a que la Junta Provincial de Concepción, desconoció la legitimidad de la nueva Junta
liderada por Carrera (hasta julio de 1812) lo que produjo temores de una guerra civil.

Primeras campañas de la independencia


Véase también: Guerra de la Independencia de Chile

Bandera de la Patria Vieja

La situación inquietó no sólo a los chilenos, sino también al Virrey del Perú, José Fernando de
Abascal y Sousa, Marqués de la Concordia (1806-1816), quien vio al mismo tiempo una
oportunidad en la situación: las acciones de los Carrera habían ocasionado que la guarnición
de Valdivia terminara por ponerse a las órdenes del virreinato; los miembros de la Junta
de Concepción, que fue disuelta, fueron confinados cerca de Santiago, lo que fortaleció la
posición de las autoridades anteriores en las provincias del sur, en su mayoría monarquistas.
Abascal envió una expedición militar a cargo del militar peninsular Antonio Pareja. Este
desembarcó, a comienzos de 1813, en Concepción, donde sus tropas fueron recibidas con los
brazos abiertos por el Gobernador de la ciudad, un español nombrado en el cargo durante la
colonia y mantenido en el cargo por el gobierno carrerino. (ver Barros Arana). La guerra por la
independencia chilena había comenzado.
Sin embargo Pareja fracasó en su empeño, perdiendo todos los encuentros armados
importantes y siendo cercado en Chillán, donde murió de pulmonía, así que fue reemplazado
con la expedición comandada por Gabino Gaínza. La desacertada conducción militar de
Carrera (que fue tomado prisionero) le permitió a su rival, el republicano Bernardo O'Higgins,
elevarse y pasar a tener el mando supremo de las fuerzas patriotas. El gobierno civil reasumió
su funcionamiento.
La campaña militar continuó bajo el mando de O'Higgins (quien asumió el comando el 24 de
noviembre de 1813). Gaínza, creyendo que las fuerzas patriotas serían incapaces de
detenerlo debido a la falta de caballería, decidió atacar Santiago rápida y directamente, y logró
cruzar el río Maule antes que O'Higgins. Éste sin embargo, con una táctica remarcable, logró
cruzar el río Claro -un afluente del Maule- antes que Gaínza y atrincherándose en la hacienda
Quechereguas, posicionó sus fuerzas y las de Juan Mackenna, de manera tal que le cortó el
paso tanto hacia Santiago como hacia Concepción. Gaínza se vio forzado a atrincherarse
en Talca donde, desprovisto de pertrechos para un sitio, se preveía su derrota.
Frente a esto, el Virrey ofreció términos: paso libre a Gaínza y sus tropas a Talcahuano, desde
donde se embarcarían en un plazo de treinta días al Perú, dejando todas las fortificaciones en
el estado en que las habían encontrado. El virreinato dejaría de intervenir, pero el gobierno de
Chile debía comprometerse a mandar representantes a las Cortes de Cádiz establecidas en
España durante el cautiverio de Fernando VII y aceptarlas como gobierno legítimo. El 5 de
mayo de 1814 el Tratado de Lircay fue aceptado por las dos partes.16 Los prisioneros fueron
liberados y se intercambiaron rehenes. Durante este intercambio O'Higgins mismo se ofreció
como tal, pero esto no se concretó. Conviene considerar la siguiente coincidencia: el día
anterior, 4 de mayo de 1814, Fernando VII promulgó un decreto que restablecía la Monarquía
absoluta en España y declaraba nulo y sin efecto alguno toda la obra de las Cortes de Cádiz.
Por extensión ese decreto implica que todas la propuestas conciliacionistas serían invalidas o
en vano. Eso incluye el tratado mismo, que establece que el gobierno de Chile reconoce la
autoridad de la misma institución que Fernando acaba de declarar nula. Obviamente esto no
se conocía en América Latina en aquellas fechas.
Al mismo tiempo, en Chile, los sentimientos políticos habían cambiado como consecuencia de
la guerra. Las ideas independentistas habían ganado aceptación y muchos percibieron el
Tratado como una oportunidad perdida de lograr la independencia de una vez por todas. Los
Carrera fueron liberados por lo realistas como una forma de sembrar la discordia entre los
patriotas, cosa que lograron, ya que éstos tomaron ventaja de esta frustración y el 23 de
julio dieron un nuevo golpe y se apoderaron del poder.

Campaña de Osorio y fin de la Patria Vieja


Esta vez el recelo de sectores de la población a las intenciones de los Carrera se concretó.
Parte del gobierno civil escapó a Talca, donde solicitaron a O'Higgins que restableciera el
gobierno democrático. La guerra civil parecía inminente, dado que los primeros golpes ya
habían tenido lugar en el Combate de las Tres Acequias donde las tropas opuestas se
enfrentaron cerca de Santiago, con una victoria relativa para Luis Carrera sobre O'Higgins. En
ese entonces un mensajero llegó con una carta oficial de Abascal, el Virrey del Perú, fechada
el 28 de agosto de 1814.
En ese documento se hizo evidente que Abascal se negaba a reconocer los términos
del tratado y continuaba afirmando que la única solución era la rendición incondicional a las
fuerzas de una nueva expedición militar, bajo el mando del General Mariano Osorio; ya que en
caso contrario éste llegaría "con la espada y el fuego, a no dejar piedra sobre piedra, en los
pueblos que sordos a mi voz quieran seguir su propia ciega voluntad".17
Es de notar que tales amenazas venían en una carta de Osorio (dirigida "A los que mandan en
Chile") fechada el 20 de agosto y que daba un plazo perentorio de diez días para tal rendición.
En otras palabras, a la fecha que el documento fue recibido, el plazo estaba ya vencido, no
quedando otro recurso que la guerra. En el lado español solo Gaínza quedó con algún honor,
dado que efectivamente se retiró al Perú, pero aún él rompió su palabra, dado que con varias
excusas se mantuvo en Talcahuano por más de los dos meses que se habían acordado como
plazo para la partida de él y sus tropas, hasta la llegada de Osorio y sus refuerzos. La
estratagema de Abascal fue tan bien organizada, que esas tropas ya se encontraban a las
alturas de San Fernando, alrededor de 120 kilómetros al sur de Santiago, cuando los
documentos fueron recibidos.18
Dada la nueva situación, los patriotas (porque a pesar de sus diferencias tanto O'Higgins
como los Carrera buscaban la independencia) aunaron fuerzas y O'Higgins se puso al mando
de las fuerzas de Carrera. Sin embargo, diferencias estratégicas (y posiblemente personales)
se hicieron sentir casi inmediatamente. O'Higgins era partidario de dar batalla en la rivera
del Cachapoal, mientras los Carrera preferían la Angostura de Paine. Ambos planes buscaban
dar tiempo para reformar los regimientos que habían sido desbandados después del Tratado
de Lircay. Dada la cercanía de Osorio, ese tiempo era esencial. Se llegó a un acuerdo general:
O'Higgins, con sus 900 hombres, trataría de impedir el paso del Cachapoal a Osorio y sus
más de 4 000 soldados, replegándose hacia Angostura si fuera necesario con el apoyo de las
tropas al mando de Luis Carrera, mientras José Miguel Carrera organizaba la defensa en
Santiago.
O'Higgins no pudo detener a Osorio en la rivera del Cachapoal y se vio obligado a retroceder
a Rancagua donde se atrincheró, uniéndose a una facción al mando de Juan José Carrera.
Curiosamente, a éste correspondía el mando, por ser de mayor graduación que O'Higgins,
pero se lo entregó a él y se quedó en la iglesia de Rancagua.
El plan era dar a las tropas comandadas por Luis Carrera (1.500 en número) la oportunidad de
atacar a los españoles por la espalda. Sin embargo, José Miguel Carrera, quien tomo
comando directo, ya sea malinterpretó la situación o estaba a la espera del repliegue hacia
Angostura y, a pesar de que llegó a avanzar hasta muy cerca del combate, que duró dos días,
no intervino. De acuerdo a fuentes independientes,19 ese avance ocasionó que Osorio diera la
orden de retirada, orden que fue rescindida cuando el ataque de Carrera no se concretó. El
resultado fue el Desastre de Rancagua (1 al 2 de octubre de 1814). O'Higgins rompió el cerco
a sable en una carga épica y logró escapar con alrededor de 300 hombres, mientras que loo
que quedaron atrás tuvieron peor suerte: en la iglesia, habilitada como hospital, los realistas
masacraron a los heridos y sólo respetaron a algunos ilustres, como Juan José Carrera.
El Desastre de Rancagua causó pánico en Santiago. Los planes para defender Angostura y
Santiago mismo fueron olvidados y la población patriota y el gobierno abandonaron la ciudad
para escapar hacia Argentina, acompañados por algunos de los juntistas conciliacionistas
temerosos de represalias. El resto de los monarquistas se prepararon a recibir con brazos
abiertos a las fuerzas de Osorio. Estos, como los monarquistas en Rancagua -que habían
dado ayuda a las fuerzas españolas- pronto se dieron cuenta de su error. Las tropas
españolas realmente habían venido con intenciones de escarmiento. Y los que sufrieron las
peores deprecaciones fueron los que estaban presentes cuando esas tropas entraban a las
ciudades reconquistadas.
Así terminó el período llamado la Patria Vieja, no sólo con un desastre militar, sino con un
desastre que puso fin por un lado a la posibilidad de un acuerdo entre las colonias y la
monarquía española decimonónica, y por el otro a las ambiciones políticas de los Carrera. Ese
desastre también enterró, aún antes de nacer, la posibilidad del federalismo y/o monarquía
constitucional (si es que alguien las buscaba) en Chile.

Plan Absolutista
Artículo principal: Reconquista (Chile)
Casimiro Marcó del Pont.

El Virrey Abascal confirmó a Mariano Osorio como gobernador de Chile, pero en 1815 una
disputa entre Osorio y Abascal causó a la remoción del primero, siendo nombrado como
gobernador Casimiro Marcó del Pont. Los monarquistas, continuando con la política que
practicaron contra las juntas peninsulares y los llamados afrancesados (término que incluyó a
los "liberales") después de la restauración de Fernando VII (Rey que comenzó siendo llamado
"El Deseado" y terminó conocido como "El Felón"), estimaron necesario administrar un buen
escarmiento a la población en general, por lo que comenzó una persecución política a cargo
de un Tribunal de Vigilancia, encabezada por el capitán del Regimiento Talavera de la
Reina, Vicente San Bruno. Estos fueron los tiempos que reputadamente llevaron
a Talleyrand a observar que los borbones recordaban todo, pero no aprendían nada.
Abusos de todo tipo, incluyendo violaciones y asesinatos, fueron practicados sistemáticamente
por los de Talavera. El gobierno monarquista ofreció una amnistía, pero exilió al archipiélago
Juan Fernández a los que la aceptaron, en su mayoría miembros del bando conciliacionista,
entre ellos varios miembros de la Junta de 1810, incluyendo ancianos y enfermos. Los
"infidentes", como se llamaba a los patriotas o a aquellos bajo sospecha de serlo, que no se
presentaron voluntariamente, fueron apresados y encerrados en la cárcel de Santiago, siendo
asesinados a mansalva.19 Esto y otras cosas semejantes, lejos de extinguir los deseos por
libertad y justicia, los exacerbaron e incluso hasta los más moderados decidieron que ya era
suficiente, que frente a esa España absolutista no quedaba otra cosa que la sumisión absoluta
o la independencia.

Plan de Reconquista
Un buen grupo de patriotas (entre ellos Carrera y O'Higgins) ya se encontraban exiliados
en Mendoza (Argentina), en donde era gobernador José de San Martín. Éste favoreció
inmediatamente a O'Higgins, probablemente por las conexiones de ambos con la Logia
Lautaro, que trabajó a nivel hispanoamericano para obtener la independencia, como también
como por el desprestigio sufrido por los Carrera a partir del desastre de Rancagua y, final y
quizás principalmente, debido a una serie de actitudes por parte de los Carrera que fueron
interpretadas como una tentativa de desconocer las autoridades argentinas en general y la de
San Martín en particular (Ver, por ejemplo, Barros Arana. Historia General de Chile. Tomo 10,
capítulo III, puntos 4,5,6,7. pps 135-150 aprox.) El sino de Carrera iría cada vez peor, y
eventualmente terminó por ser fusilado en 1821.20
(Hay antecedentes más modernos que implican que San Martín y Carrera se conocían ya
desde la estadía de ambos en España al inicio de las guerras napoleónicas, situación en que,
queriendo J.M. Carrera cambiarse de unidad militar -para poder combatir en el frente- incurrió
en una falta y fue detenido: el oficial a cargo de su arresto habría sido el propio José de San
Martín [cita requerida]. A la postre, Carrera lograría combatir y se distinguió en batalla, al igual que
el argentino).
Pero además, para ese momento San Martín preparaba un plan de invasión al Perú a través
de Chile.nota 5 Con la derrota del movimiento independentista en Chile San Martín debía ahora
pensar en la necesidad de liberar Chile para poder ahora alcanzar Lima. Para la organización
del ejército contaba ahora con parte de los patriotas chilenos emigrados liderados por
O'Higgins, quien se incorporó al ejército de los Andes como Brigadier.21 El historiador chileno
P. Guzmán en su libro "Historia de Chile" (tomo I, pág. 400) se refiere con detalle a la empresa
emancipadora:
"Apenas se reunieron en Mendoza los fugitivos chilenos, cuando trataron de poner en planta el
grandioso proyecto de recuperar su amada patria; pero no correspondiendo su actual invalidez á sus
ardientes deseos, ocurrieron al supremo gobierno de Buenos Aires, que en aquella sazon desempeñaba
D. Ignacio Alvarez y sucesivamente ocupó el señor de Pueyrredón, solicitando sus auxilios y poderosa
protección para lograr tan grande empresa. Compadecida la superioridad argentina de la triste situacion
de los Chilenos, libró con generosidad oportunas providencias, de Mendoza, el Sr. D. José de San
Martin, la organización de las tropas y nombrándole al mismo tiempo de General en Jefe de aquella
expedición.
No se engañó ciertamente en la elección de nuestro general el excmo. gobierno de Buenos Aires, y sin
duda le eligió para caudillo por hallarse penetrado de antemano de su pericia y talentos militares que
había perfeccionado en la guerra de la Península, en donde se había distinguido entre los mas
sobresalientes oficiales. En efecto, luego que se le confirió el cargo de general de la nueva expedicion,
se dedicó Su Excelencia á formar algunas compañías de reclutas, y se ocupó con tanto empeño en
disciplinar su gente, que en breve tiempo pudo formar un ejército capaz de medir sus fuerzas con el
realista de Chile, con solo el corto refuerzo de cuatrocientos cincuenta hombres del batallon n.º 1 y
doscientos del regimiento de granaderos de á caballo que le vinieron de Buenos Aires.
Las noticias de estos preparativos de guerra en Mendoza aunque llegaron á Santiago, se burlaban los
realistas del proyecto y lo atribuían unos á falta de verdad y otros á un delirio imaginario en la fantasía
de los prófugos; sin embargo, adquiriendo Marcó después por sus espías mas individuales noticias que
le aseguraron la verdad, le pusieron en gran cuidado y no menor confusión, pues no sabia el punto fijo
por dónde debía venir el ejército restaurador. Constaba este entonces de cerca de cuatro mil hombres
de tropas de línea, cuando las fuerzas realistas del de Marcó ascendían á siete mil seiscientas y trece
plazas sin contar las milicias armadas y contadas á sueldo. Para contrapesar la desigualdad de fuerzas,
se propuso el general San Martin obligar á Marcó á dividir las suyas por medio de un ardid de guerra.

Como parte de la llamada "Guerra de Zapa" se le encargó al abogado Manuel Rodríguez


Erdoíza, iniciar una serie de actividades guerrilleras que inquietaran a los realistas, pusieran
en ridículo a San Bruno, y levantaran la moral patriota. De esta manera, Rodríguez se
transformó en una suerte de héroe romántico de la independencia y reconocido por el pueblo
el cual lo protegía y le daba apoyo y cariño. Una de sus más celebradas hazañas -
probablemente fantástica pero fuertemente arraigada en el alma popular- fue disfrazarse de
mendigo y obtener una moneda en caridad de parte del propio gobernador Marcó del Pont,
quien había puesto precio a la cabeza de Rodríguez: más tarde se la devolvió con una nota
satírica. Rodríguez continuó sus guerrillas por todos los rincones del país, enviándole
información a San Martín sobre el estado de las fuerzas españolas y sin ser capturado hasta
que el ejército realista se viera demasiado cansado y reducido. El grupo de guerrilleros
armados de Manuel Rodríguez estuvo formado principalmente por la banda de bandoleros de
José Miguel Neira, quién se convertiría también en un patriota.
En diciembre de 1816 el Ejército de los Andes completó su formación y en enero de 1817, con
el aval del Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín de
Pueyrredón, comenzó el Cruce de los Andes para liberar Chile. Cruzando la cordillera por
varios pasos (ver Rutas sanmartinianas): más de 4.000 hombres con caballería y artillería, sin
bajas y a más de cuatro mil metros de altura completan la hazaña. El ejército se reunió el 8 de
febrero en el poblado de Curimón, donde la orden franciscana facilitó los jardines interiores de
su convento, en el valle de Aconcagua al norte de Santiago.
El 12 de febrero se inició la Batalla de Chacabuco. En ella midieron sus fuerzas el ejército de
los Andes de San Martín, y el realista de Rafael Maroto, quien sufrió una decisiva derrota. Otra
carga épica de O'Higgins, seguido por los batallones de "negros" -entre los que abundaban los
soldados de esa etnia y los mestizos y mulatos- rompió las líneas del odiado Regimiento
Talaveras y bate la resistencia realista. Capturado en el Campo de batalla, el tristemente
célebre capitán San Bruno es sumariamente juzgado y ajusticiado.
La batalla permitió a los patriotas instalarse en Santiago. Reunida la asamblea bajo la
presidencia del gobernador don Francisco Ruiz Tagle, elegido interinamente por el pueblo al
tiempo de la fuga de Marcó del Pont, los concurrentes declararon por aclamación que a la
voluntad unánime era nombrar a don José de San Martín gobernador de Chile con omnímoda
facultad, y así lo hicieron constar en el acta que se levantó y todos firmaron ante escribano
público. El general, fiel a sus instrucciones,22 y a su plan político, se negó a aceptar el mando
que se le ofreció, ("Chile debe ser gobernado por un chileno") y convocó por intermedio del
Cabildo una nueva asamblea popular a que concurrieron 210 vecinos notables. El auditor del
ejército de los Andes, Dr. Bernardo de Vera y Pintado, reiteró públicamente la renuncia de San
Martín, y fue aclamado en el acto el general O’Higgins Director Supremo del Estado de Chile,
declarando Vera que la elección era del agrado del general San Martínnota 6
El nuevo Director nombró por ministro del interior a don Miguel Zañartu, de sólido carácter y
decidido partidario de la alianza chileno-argentina, y en el departamento de guerra y marina al
teniente coronel don José Ignacio Zenteno, secretario de San Martín. Su primer acto de
gobierno, el 17 de febrero de 1817, fue dirigirse al pueblo en una proclama con alusión
honorífica a las Provincias Unidas y a San Martín:23 Instituto Nacional San Martiniano.24
"Ciudadanos: elevado por vuestra generosidad al mando supremo de que jamás pude considerarme
digno es una de mis primeras obligaciones recordaros la mas sagrada que debe fijarse en vuestro
corazón. Nuestros amigos los hijos de las Provincias del Río de la Plata de esa nación que ha
proclamado su independencia como el fruto precioso de su constancia y patriotismo acaban de
recuperaros la libertad usurpada por los tiranos. Estos han desaparecido cargados de su vergüenza al
ímpetu primero de un ejército virtuoso y dirigido por la mano maestra de un general valiente experto y
decidido á la muerte ó á la extinción de los usurpadores. La condición de Chile ha cambiado de
semblante por la grande obra de un momento en que se disputan la preferencia el desinterés mérito de
los libertadores y la admiración del triunfo. ¿Cuál deberá ser nuestra gratitud á este sacrificio
imponderable y preparado con los últimos esfuerzos de los pueblos hermanos?. Vosotros quisisteis
manifestarla depositando vuestra dirección en el héroe. ¡Oh! si las circunstancias que le impedían
aceptar hubiesen podido concillarse con vuestros deseos yo me atrevería á jurar la felicidad permanente
de Chile. Pero me cubro de rubor cuando habéis sustituido mi debilidad á la mano fuerte que os ha
salvado. Instruíos de los antecedentes que vosotros mismos habéis formado para esta elección y os
uniréis á mis sentimientos. Los de la unidad y concordia deben inflamar el espíritu de los Chilenos. Un
olvido eterno de esas mezquinas personalidades que por sí solas son bastantes á hacer la ruina de los
pueblos. Yo exijo de vosotros aquella confianza recíproca sin la cual el gobierno es la impotencia de la
autoridad ó se ve forzado á degenerar en despotismo. No perder los laureles adquiridos con tantos
sacrificios. Resolverse á no existir antes que dejarse oprimir otra vez del bárbaro español, que perezca
el último ciudadano en la defensa del precioso suelo en que vio la primera luz un reconocimiento eterno
á sus libertadores, un amor á la patria que sea el distintivo de todo Americano, un zelo activo por la
justicia y el honor un odio irreconciliable á los maquinadores de nuestra esclavitud, hé aquí los
sentimientos de vuestro director y los que han de hacer vuestro carácter si hemos de ser libres.
Cooperad y seréis el ejemplo de la gratitud, el terror de la tiranía y la envidia de la paz"
Santiago, 17 de febrero de 1817.
BERNARDO O'HIGGINS Miguel Zañartu, Secretario.25
Bernardo O'Higgins sería Director Supremo hasta 1823. En el primer aniversario de la batalla
de Chacabuco, proclamó la independencia (12 de febrero de 1818) en la ciudad de Talca,26
Independencia que había proclamado el 1 de enero de ese mismo año en la ciudad
de Concepción.23

Patria Nueva (1817-1823)


Artículo principal: Patria Nueva

Bernardo O'Higgins como Director Supremo.

El nuevo virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela 1816-1821, resolvió recurrir a Mariano Osorio
enviándole otra fuerza expedicionaria. Este desembarcó en Concepción y reclutó ingentes
cantidades de tropas. Mientras tanto, Bernardo O'Higgins se replegaba más al norte
intentando frenar de alguna manera el avance de los realistas, siendo sorprendido y
ampliamente derrotado en Cancha Rayada. En la confusión, corrió el rumor de que O'Higgins
había muerto y el pánico cundió entre los patriotas, muchos de los cuales se aprestaron
incluso a volver a cruzar la Cordillera hacia Mendoza. En tales críticas circunstancias, Manuel
Rodríguez arengó a la gente gritándoles: "¡Aún tenemos patria, ciudadanos!", y se nombró
Director Supremo; duraría en el cargo exactamente 30 horas, que es el tiempo que O'Higgins
empleó en regresar a Santiago y volver a hacerse del mando.
Retrato póstumo de los fundadores de la República de Chile. De izquierda a derecha: José Miguel
Carrera, Bernardo O'Higgins, José de San Martín, Diego Portales

Lisiado después de Cancha Rayada, O'Higgins delegó el mando de las tropas patriotas en
San Martín. Este las reunió en los llanos de Maipú, en las afueras de Santiago. En la batalla
de Maipú, librada el 5 de abril de 1818, donde se lucirían la artillería de Borgoño y la
Caballería del Coronel Santiago Bueras -muerto en la batalla- mientras que el Batallón de
Negros de Mendoza rendiría su vida hasta el último hombre en medio de la lucha. Los
realistas, en cambio, perdieron a los regimientos "Infante Don Carlos" y "Burgos" (el grito de
ataque de éste era "19 batallas ganadas ¡ninguna perdida!").
San Martín infligió tan dura derrota a Osorio, que éste optó por regresar a Concepción; los
realistas ya no intentarían otra incursión a Santiago, con lo que la independencia quedaba
asegurada. En los momentos finales de la batalla, en retirada ya los realistas, O'Higgins
acudió con refuerzos de tropas dispersas, campesinos armados, niños y hasta mujeres,
quienes persiguieron a los españoles hasta las casas de Lo Espejo. Al honrar a San Martín
como salvador de la patria, ambos se saludan en lo que se conocería como el abrazo de
Maipú.
Por otra parte, O'Higgins propició el desarrollo de la Primera Escuadra Nacional, para impedir
nuevas expediciones españolas desde el Perú. Sería precisamente esta escuadra la que
llevaría a la Expedición Libertadora del Perú. Para llenar la plaza de almirante, llamó al
escocés Lord Thomas Cochrane.27 Este asestó un golpe decisivo a los realistas cuando,
en 1820, se apoderó del Sistema de fuertes de Valdivia en la famosa Toma de Valdivia;28 para
luego enviar una pequeña fuerza a cargo de Jorge Beauchef para perseguir al ejército realista
que huía desde Valdivia hacia Chiloé y en el proceso ocupar las ciudades ubicadas más al sur
de Valdivia, (entre ellas Río Bueno y Osorno), concluyendo su campaña con el combate de El
Toro, en marzo de 1820.2930
Igualmente desde Valdivia, Cochrane se dirigió a Chiloé; pero fracasó en un ataque terrestre
a Ancud y por ello debió regresar; así para el año 1820, luego del combate de El Toro, se
comenzó a consolidar igualmente la presencia chilena en la región sur, salvo aún en Chiloé.31
En lo que respecta a asegurar la independencia, San Martín además emprendió una serie de
guerras contra las montoneras, grupos de bandoleros, realistas e indios que habían
aprovechado el caos de las expediciones militares y los reclutamientos forzosos para
dedicarse al pillaje y al saqueo. Esto se conoció como la guerra a muerte, porque ni las
montoneras ni los soldados regulares tomaban prisioneros; una vez liquidada la banda
de Vicente Benavides, el año 1822, quedó asegurada la pacificación de la región de
Concepción.
De todas maneras, San Martín y O'Higgins estaban de acuerdo en que no cesaría el peligro
hasta que el propio Virreinato del Perú fuera independiente de España. De esta manera
prepararon la Expedición Libertadora del Perú, con naves y soldados. San Martín y Cochrane
fueron enviados al Perú en 1820. Sin embargo, el carácter confiado y audaz de Cochrane
chocó con el exceso de prudencia de San Martín. Este dejó escapar varias oportunidades de
asestarle el golpe definitivo al Virrey pero dio inicio al proceso independentista del Perú
evitando mayores derramamientos de sangre y entró al mando del ejército victorioso con el
recibimiento de todo el pueblo peruano (no así de las clases altas). Tiempo después se
declaró la independencia, aunque todavía quedaba por liberar el norte del país. Al no poder
llegar a un acuerdo en el modo de lograrlo por las diferencias y condiciones que demandaba
quien estaba al cargo del ejército que venía realizando la campaña libertadora por el norte,
finalmente se entrevistó con Simón Bolívar (quien descendía desde Colombia), y se retiró del
Perú; la independencia peruana quedaría completa después de la batalla de Ayacucho, el 9
de diciembre de 1824, librada por Sucre, un lugarteniente de Bolívar.
O'Higgins gobierna hasta 1823, pero su carácter fuerte y autoritario, la muerte de los
hermanos Juan José y Luis Carrera en Mendoza en 1818 y el asesinato posterior de Manuel
Rodríguez, el mismo año, unida a una impopular política tributaria y fiscal le hacen numerosos
enemigos: la abolición definitiva de la esclavitud y el decreto por el que se ordena retirar -bajo
duras penas- todos los escudos y símbolos nobiliarios le granjean poderosos enemigos. La
muerte del propio José Miguel Carrera en Mendoza y algunos excesos cometidos por
cercanos suyos terminan por minar su poder.
A inicios de 1823 una sublevación de su antiguo camarada, Ramón Freire, en el sur, es
apoyada por casi todo el espectro político nacional y O'Higgins, fiel a su carácter, quiere
resistir por las armas, pero a última hora cambia de opinión y el 22 de enero de 1823 se
presenta en el Cabildo que le acusa, donde, invocando a sus pasadas glorias, renuncia al
mando para evitar la Guerra Civil y luego, dramáticamente, rasga su camisa y muestra su
pecho, ofreciéndolo a la venganza de sus adversarios: saldrá en medio de vítores.

Finalización del proceso de Independencia


En la historiografía chilena se hace terminar la Patria Nueva en 1823, con la renuncia de
O'Higgins.32 Sin embargo, el último territorio español en Chile, la isla de Chiloé, sería
conquistada recién en 1826, durante el gobierno de Ramón Freire, sucesor de O'Higgins.
Respecto al territorio al sur del río Biobío, y la región de la Araucanía; en enero de 1825 se
celebró un parlamento general (el Parlamento de Tapihue) con los mapuches que habitaban
esta zona con la finalidad de acordar el estatuto que regularía las relaciones entre la naciente
república y el pueblo mapuche; sin embargo la inclusión definitiva de este territorio a Chile
(con el cual se tendría continuidad territorial efectiva del territorio Chileno) sería producto del
conflicto conocido como Pacificación de la Araucanía.
Finalmente en relación a la visión de O'Higgins respecto de la Patagonia y el estrecho de
Magallanes (cuyo dominio español en esta zona realmente no había sido suficientemente
reconocido a nivel de otras naciones europeas), recién se vería cumplido en 1840mediante el
inicio de la implementación de los planes de Toma de posesión del estrecho de Magallanes; y
con ello afianzando la expansión territorial de Chile hacia esta zona..

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