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Marcos Daniel Sánchez Martínez HGS04

Alemania (1900-1950)
Alemania a finales del siglo XIX atraviesa una política proteccionista debido a las
luchas agrarias y los intereses de los industriales. La política alemana estaba
dividida ya entrando al siglo XX, tenemos entonces por un lado a los liberales y por
el otro a los socialdemócratas ambos buscaban la transición hacia un Estado
Industrial para eliminar el protectorado centralista. Los nacionalistas liberales y
conservadores buscaban una propuesta viable en la agricultura.
En 1890 se crean “Los Tratados Caprivi” propuestos por el canciller Leo von Caprivi
quien sube al poder en ese mismo año, dichos tratados funcionan temporalmente
en las políticas de protección ya que trata de crear un canal que favorezca el
desarrollo extranjero por medio de la exportación. La importación de cereales de
Rusia a partir de entonces se dio a conocer bajo los intereses de los granjeros
nacionales. La esencia de estos era el apoyo total de las políticas de las empresas
amigas del Emperador.
Posteriormente comenzaron las protestas de los agraristas por medio de la
Federación de agraristas, dicho sindicato es responsable del desarrollo del cultivo
de diferentes granos a los largo de los Estados germánicos.
Política mundial.
Durante el reinado de Guillermo II en el año de 1900 se pudo visualizar la unificación
de los reinos germánicos gracias a la promesa alemana, los buenos tiempos y el
compromiso del líder. Alemania es un Imperio que se gobierna conscientemente en
una parte. La política mundial pasa por un lugar limitando la política colonial de
Bismarcks y en ese momento el reino alemán era llamado el “lugar donde se pone
el sol” por eso el nacionalismo va tomando gran importancia posteriormente.
Reformas a la Constitución.
Limita de constitucionalidad a las grandes ciudades debido al crecimiento industrial
significo un peso muy grande para todo el país (más de la mitad de la población
vivía de la agricultura, aún en los principios de 1910), un cambio no previsto también
es una manera de hacer política.
En 1890 se había permitido la legalización del Partido Socialdemócrata que estaba
afiliada a la Internacional Comunista, obtuvieron posteriormente la mayoría
parlamentaria y se centraban en la organización sindical.
Marcos Daniel Sánchez Martínez HGS04

Primera Guerra Mundial


Guillermo II era íntimo amigo del archiduque Francisco Fernando de Austria y quedó
profundamente conmocionado por su asesinato, el 28 de junio de 1914. Guillermo
II ofreció su apoyo a Austria-Hungría para desmantelar la Mano Negra, la
organización secreta que había planeado el asesinato, e incluso sancionó el uso de
la fuerza por parte de Austria contra la presunta fuente del movimiento: el Reino de
Serbia.
Quería permanecer en Berlín hasta que la crisis fuera resuelta, pero su corte lo
persuadió a ir a su crucero anual por el mar Báltico el 6 de julio de 1914.
Probablemente se sabía que su presencia sería útil para aquellos elementos en el
gobierno que deseaban sacar provecho de esta crisis para aumentar el prestigio de
Alemania, incluso con el riesgo de una guerra general, algo a lo que Guillermo era
extremadamente aprensivo.
Guillermo hizo intentos erráticos para permanecer informado de la crisis por medio
de telegramas, y cuando el ultimátum austrohúngaro se entregó a Serbia, se
apresuró a volver a Berlín. Llegó a la ciudad el 28 de julio, leyó una copia de la
respuesta serbia, y escribió en ella:
“Una solución brillante, ¡y en apenas 48 horas! Esto es más de lo que se podría
haber esperado. Una gran victoria moral para Viena; pero con ella todos los
pretextos para la guerra caen al suelo, y (al Embajador) Giesl más le valía haberse
quedado tranquilamente en Belgrado. En este documento, nunca debería haber
dado órdenes para la movilización”
Sin que Guillermo lo supiera, los ministros y generales austrohúngaros ya habían
convencido a Francisco José de Austria, de 84 años, que firmara una declaración
de guerra contra Serbia. Como consecuencia directa, Rusia empezó una
movilización general para atacar Austria en defensa de Serbia. En la noche del 30
de julio, cuando recibió un documento indicando que Rusia no cancelaría su
movilización. Cuando Berlín recibió la noticia de la movilización rusa, les fue posible
a los ansiosos oficiales militares y al Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania
persuadir al káiser de que firmara la orden de movilización. Se dice que al firmar la
orden de movilización, Guillermo II exclamó: “Se arrepentirán de esto, caballeros”.
Finalmente, el 1 de agosto de 1914, Alemania declaró la guerra a Rusia.
En 1916, el Imperio se había convertido en una dictadura militar bajo el control de
Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff. Alejado de la realidad y del proceso político
de toma de decisiones, Guillermo II vacilaba entre el derrotismo y los sueños de
victoria, dependiendo de la fortuna de sus ejércitos. Continuó siendo una figura útil,
viajaba por las líneas del frente, repartía medallas y daba alentadores discursos.
Marcos Daniel Sánchez Martínez HGS04

La inactividad de la flota alemana durante los primeros años de la guerra se debió


al deseo del káiser contra el parecer de Von Tirpitz. Guillermo II también fue
partidario de la política de inactividad adoptada por la Flota de Alta Mar alemana
después de la batalla de Jutlandia en 1916.
Cuando escuchó en julio de 1917 que su primo Jorge V había cambiado el nombre
de la casa real británica de Sajonia-Coburgo y Gotha a Windsor, debido al
sentimiento germanófobo en el Reino Unido, Guillermo indicó que había planeado
ver la obra de Shakespeare Las alegres comadres de Sajonia-Coburgo y Gotha.
A mediados de 1918, se puso de manifiesto la imposibilidad de que Alemania
ganase la guerra; un Consejo de la Corona, bajo la presidencia de Guillermo II,
decidió iniciar las conversaciones de paz, pero se perdió mucho tiempo en tomar
esta decisión. El apoyo hacia el káiser se colapsó por completó en octubre-
noviembre de 1918 en el ejército, en el gobierno civil, y en la opinión pública
alemana. En gran medida se debe a su sentido de sufrimiento que Guillermo II haya
tratado de tomar un papel predominante en la crisis de 1918. Se dio cuenta de la
necesidad de un armisticio y no consideraba que Alemania debiera desangrarse por
una causa perdida. Dada su escasa popularidad, el presidente Woodrow Wilson
dejó claro que el káiser no podía tomar parte en las negociaciones de paz. Ese año,
Guillermo también enfermó debido a la epidemia de gripe de 1918, aunque
sobrevivió.
Guillermo II se encontraba en el cuartel general del Ejército Imperial en Spa, Bélgica,
a finales de 1918. El motín de Wilhelmshaven, surgido en la Marina Imperial lo
conmocionó profundamente y después del estallido de la Revolución de Noviembre
no podía decidirse si abdicar o no. Hasta ese momento, confiaba que incluso si era
obligado a abandonar el trono alemán, aún tendría el control sobre el reino de
Prusia, manteniendo su título. La irrealidad de esto se reveló cuando, con el fin de
preservar alguna forma de gobierno en tiempos de anarquía, el canciller, el príncipe
Max von Baden, anunció el 9 de noviembre de 1918 la abdicación de Guillermo II
como emperador de Alemania y como rey de Prusia. De hecho, el mismo von Baden
fue obligado a renunciar más tarde ese mismo día, cuando quedó claro que solo
Friedrich Ebert, líder del SPD, podría ejercer un control efectivo.
Guillermo II aceptó la abdicación solo después de que Ludendorff fuera
reemplazado por el general Wilhelm Groener. Este último le informó que el ejército
se retiraría bajo las órdenes de Hindenburg, pero que no lucharía para ayudar a
Guillermo II a recuperar el trono. La monarquía había perdido a su último y más
fuerte apoyo, y finalmente el mismo Hindenburg (que estaba a favor de la
monarquía) fue obligado, con cierta vergüenza, a aconsejar al emperador que
presentara su abdicación.
Marcos Daniel Sánchez Martínez HGS04

Al día siguiente, el exemperador Guillermo II cruzó la frontera alemana en tren


camino a su exilio en los Países Bajos, que se había mantenido neutral durante la
guerra. Tras la firma del Tratado de Versalles en 1919, el artículo 227 del mismo
estipulaba la persecución legal contra Guillermo II “por haber cometido una ofensa
suprema en contra de la moralidad internacional y la santidad de los tratados”, pero
la reina Guillermina rehusó extraditarlo, a pesar de las apelaciones por parte de los
Aliados. El emperador se asentó en Amerongen, y luego se le otorgó un pequeño
castillo en la municipalidad de Doorn, el cual fue su hogar por el resto de su vida.
Nazismo
El Jueves Negro en 1929 (Gran Depresión). En Alemania la situación es más
acuciante aún, ya que a los devastadores efectos económicos se sumaba la
obligación de pagar el tributo de la derrota en la Primera Guerra Mundial, y el
descontento popular ante la injusta situación que hacía que las calles se llenaran de
manifestaciones extremistas de toda índole, tanto de izquierda como de derecha.
Esta situación culmina con el fuerte descrédito de las democracias liberales, dado
que las dictaduras que surgieron demostraron ser capaces de controlar y resolver
las crisis más efectivamente que las democracias. Tanto la Italia de Benito Mussolini
quien fue elogiado por “hacer que los trenes llegaran a tiempo”, es decir, por poner
fin a las huelgas y caos económico que había dominado a ese país como el Imperio
del Japón, países en los que se impusieron “gobiernos fuertes”, no solo resolvieron
la crisis a mediados de los 30 sino que fueron percibidas como restaurando el orden
social aun con anterioridad a esa solución a problemas económicos. A esa crisis
político económica hay que agregar una crisis ideológica aún anterior que se ha
sugerido se extiende desde 1890 a 1930 y que ha sido caracterizado como una
“revolución contra el positivismo”. Tanto los valores como las aproximaciones a la
sociedad y la política que formaban la base de la civilización occidental fueron
percibidos como superadas reliquias del racionalismo proveniente de la Ilustración.
Específicamente, tanto el fascismo como los desarrollos intelectuales que lo
antecedieron buscaron transcender lo que se percibía como la decadencia del
Occidente.
Consecuentemente, el Zeitgeist de esa época puede ser descrito como una
amalgama o mezcla de ideas caracterizado por un rechazo al racionalismo, proceso
que es generalmente percibido como iniciándose con Friedrich Nietzsche, junto a
tentativas de incorporar “explicaciones científicas” a preconcepciones o incluso
prejuicios explicativos del mundo, por ejemplo, un racismo latente, que dieron origen
a propuestas tales como las de la eugenesia, etc., y en lo político, bajo la influencia
de pensadores tales como Georges Sorel, Vilfredo Pareto, Martin Heidegger
(supuestamente),Gaetano Mosca, y, especialmente, Robert Michels; a
percepciones político elitistas basadas en un culto del héroe y la fuerza que
culminan en una versión del darwinismo social. Percepciones que adquieren
connotaciones más extremas en su divulgación y vulgarización.
Marcos Daniel Sánchez Martínez HGS04

En Alemania, específicamente esa rebelión contra el racionalismo dio origen, entre


otras cosas, a una variedad de asociaciones que promovían un retorno a visiones
romantizadas del pasado alemán, en lo cual Richard Wagner tuvo alguna
influencianota y una sociedad ocultista y semisecreta, la Sociedad Thule basada
en la ariosofía y primeros en usar la esvástica en el contexto de la época que
patrocinó el Partido Obrero Alemán (DAP), más tarde transformado por Hitler en el
Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.
Esa tradición se transforma, bajo la influencia de personajes tales como Ernst
Forsthoff, jurista conservador de gran influencia, quien, a partir del periodo de la
República de Weimar, postula que los individuos están subordinados ya sea al
“Estado absoluto” o al “Volk”, bajo la dirección de un líder o Führer.
Después de su derrota en las elecciones de 1932, el NSDAP promovió una ola de
revueltas y violencia callejera que llevó al débil e inestable gobierno al colapso. El
jefe de Estado, Paul von Hindenburg, fue presionado a pactar con Hitler, quien fue
nombrado canciller alemán el 30 de enero de 1933. Una vez en el cargo, Hitler
decretó nuevas elecciones en medio de una intensa propaganda nazi. Poco tiempo
después de los comicios, el edificio del Reichstag fue incendiado. Entonces Hitler
culpó a los comunistas, sugiriendo que el incendio era el comienzo de una
revolución y sembró el pánico con el objetivo de obtener un mayor caudal electoral.6
Finalmente, las elecciones le otorgaron el control del Parlamento, que poco después
aprobaba una ley que, en la práctica, establecía una dictadura y lo despojaba de
sus poderes.
Hitler impuso desde entonces un gobierno centrado alrededor de su figura, basado
en el principio del líder o Führerprinzip. Según este principio político, el Führer
quedaba identificado con el pueblo (el pueblo), y solo él conocía y representaba el
interés nacional. Esta representación del pueblo por el líder era esencial: no suponía
ningún procedimiento de consulta y delegación del poder. El Führerprinzip,
sostenían sus ideólogos, reemplazaba a un gobierno irresponsable e impotente (el
parlamentario), por otro poderoso y en el que la responsabilidad recaía en una sola
figura. Así, la voluntad del Führer se transformaba en la ley. La aplicación de este
principio resultó en formas totalitarias de control y represión, ya que cualquier
oposición a los designios del Führer era, por definición, antinacional.
La “Crisis de Dánzig” alcanzó su punto máximo meses después de que Polonia
rechazara la oferta inicial de la Alemania nazi en relación con la Ciudad libre de
Dánzig y el Corredor Polaco. Después de una serie de ultimátums, los alemanes
rompieron las relaciones diplomáticas y poco después Alemania invadió Polonia el
1 de septiembre de 1939.
Esto dio lugar al inicio de la Segunda Guerra Mundial en Europa, cuando el 3 de
septiembre de 1939, el Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania. La
Drôle de guerre (guerra de broma) continuaría.
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El 9 de abril de 1940, los alemanes azotaron por el norte contra Dinamarca y


Noruega, en parte para garantizar la seguridad de la continuación de suministros de
mineral de hierro desde Suecia a través de las aguas costeras noruegas. Las
fuerzas británicas y francesas desembarcaron en el Midt-Norge (Centro) y el Nord-
Norge (Norte de Noruega), para finalmente ser derrotadas en la Campaña de
Noruega. En mayo la Drôle de guerre terminó a pesar de las protestas de muchos
de sus consejeros, cuando Hitler dirigió las fuerzas alemanas embistiendo contra
Francia y los Países Bajos.
La batalla de Francia fue una abrumadora victoria alemana. Más tarde, ese mismo
año, Alemania sometió al Reino Unido a intensos bombardeos durante la batalla de
Inglaterra, y deliberadamente bombardeó zonas civiles de Londres en respuesta a
un bombardeo británico a Berlín. Esto pudo haber cumplido dos propósitos, ya sea
como un precursor de la Operación León Marino o pudo haber sido un intento de
disuadir a la población británica por el apoyo de la continuación de la guerra. A pesar
de todo, el Reino Unido se negó a capitular y, finalmente, Alemania aplazó la
Operación León Marino indefinidamente para realizar la Operación Barbarroja
comenzando la invasión a la Unión Soviética.
Alemania invadió la Unión Soviética el 22 de junio de 1941 y, en vísperas de la
invasión, el exlugarteniente de Hitler, Rudolf Hess, trató de negociar las condiciones
de paz con el Reino Unido en una reunión privada oficiosa después de un aterrizaje
accidentado en Escocia. Esos intentos fracasaron y fue detenido. la operación
Barbarroja también fue brevemente aplazada, mientras Hitler desvió la atención
para salvar a su aliado italiano en el Norte de África y los Balcanes. El Afrika Korps
llegó a Libia en febrero de 1941. En uno de los muchos avances en la Campaña en
África del Norte, los alemanes tomaron nuevamente gran parte de lo que los
italianos recientemente habían renunciado. En abril, los alemanes lanzaron
entonces la Invasión de Yugoslavia. Esto fue seguido de la batalla de Grecia y de la
batalla de Creta. Debido al desvío en el Norte de África y en los Balcanes, los
alemanes no pudieron lanzar Barbarroja hasta finales de junio.
Conforme se extendía la duración de la guerra, y ante todo después de la Operación
Barbarroja en 1941, la Wehrmacht empezó a requerir un cada vez mayor
enrolamiento de varones alemanes en sus filas, y la resultante escasez de
trabajadores alemanes fue paliada con mayores cantidades de obreros extranjeros,
que ya no solamente eran prisioneros de guerra, sino individuos de los países
ocupados (por ejemplo, checos, franceses, holandeses e italianos) que eran
forzosamente enrolados por las tropas alemanas para trabajar en el Reich.
A partir de 1941, el Estado Mayor de las Schutzstaffel (SS) puso en marcha el
programa de explotación de la mano de obra forzada de prisioneros de guerra, en
su mayoría ciudadanos polacos, soviéticos y sobre todo judíos, debido al
antisemitismo alemán, aunque también se incluyó a gran número de prisioneros
franceses y holandeses.
Marcos Daniel Sánchez Martínez HGS04

Conglomerados industriales alemanes, como Krupp, BMW, Mercedes-Benz,


Volkswagen o IG Farben - Henkel, participaron en dicho sistema empleando obreros
forzados extranjeros en régimen de real esclavitud. También las sucursales
alemanas de empresas de origen estadounidense, como Fordwerke, filial de Ford,
Dehomag, filial de IBM, y Opel, entonces filial de General Motors, usaron dicha
mano de obra esclava.
Desde 1942, los Aliados occidentales habían intensificado los bombardeos sobre el
territorio ocupado por los alemanes. Entre las tácticas aliadas que han sido muy
controvertidas se encuentran los bombardeos a ciudades alemanas, que dieron
como resultado la completa destrucción de las ciudades de Colonia y Dresde y
muchas más. Estos bombardeos fueron la causa de numerosas víctimas entre la
población civil, así como de graves dificultades para los supervivientes debido a la
destrucción de la infraestructura. La invasión de Italia y el consiguiente colapso del
régimen fascista causaron el debilitamiento de las fuerzas alemanas, que se vieron
obligadas a dividirse para combatir en dos frentes.
El ejército alemán tuvo que replegarse de nuevo hacia las fronteras de Polonia en
febrero de 1944, tras el éxito de la Operación Bagratión. Los Aliados abrieron un
frente en junio de 1944 en Normandía, al tiempo que los soviéticos se convertían en
una auténtica marea (con las consiguientes pérdidas) en el Frente Oriental. Con una
media de tres campañas por frente, el constante bombardeo aliado y el agotamiento
del petróleo y de las líneas de suministro permitieron que el territorio alemán fuese
poco a poco ocupado.
A principios de 1945, las fuerzas soviéticas rodeaban Berlín y los estadounidenses
y británicos habían tomado la mayor parte de la Alemania occidental. Las tropas
soviéticas en movimiento hacia el oeste se reunieron con las tropas aliadas que se
desplazaban hacia el este en Torgau, a orillas del río Elba, el 26 de abril de 1945
(Cohen). Con Berlín sitiado, Hitler y los otros miembros clave del régimen nazi se
vieron obligados a vivir en la clandestinidad, refugiados en el Führerbunker,
mientras que la superficie de Berlín fue constantemente bombardeada por el Ejército
Rojo. Encerrado en su búnker subterráneo, Hitler se encontró cada vez más aislado
y separado de la realidad, mostrando signos de trastorno mental cada vez más
frecuentes, como accesos de ira e infantiles rabietas cuando se le informaba de la
difícil situación que afrontaba el resto del Berlín alemán y las fuerzas armadas que
allí se encontraban. En un ataque de ira durante una reunión con los comandantes
militares se dice que Hitler comenzó a considerar la posibilidad de suicidarse, pues
tuvo que reconocer que Alemania ya no podía ganar la guerra.
Hitler fue sucedido por el almirante Karl Dönitz como presidente del Reich, mientras
que Joseph Goebbels fue nombrado Canciller del Reich, suicidándose tan sólo un
día más tarde. Sin embargo, nadie asumió el cargo de Führer. El gobierno de Dönitz,
establecido cerca de la frontera danesa, solicitó sin éxito una paz con los Aliados
occidentales.
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Entre el 4 y el 8 de mayo de 1945, el resto de las fuerzas armadas alemanas (2,5


millones de hombres) se rindieron incondicionalmente en toda Europa (Alemania
Instrumento de Entrega, 1945). Finalmente el mariscal Wilhelm Keitel capituló
oficialmente ante el mariscal ruso Gueorgui Zhúkov la noche del 8 al 9 de mayo de
1945. Era el fin de la Alemania nazi.
Alemania perdió parte considerable de su territorio, que además fue ocupado y
dividido entre los aliados durante más de 45 años. Se estima que entre 12 y 14
millones de alemanes étnicos y sus descendientes fueron desplazados de las
antiguas posesiones del Imperio. En 1949, tras aprobarse en el oeste una nueva
Constitución, se creó la República Federal de Alemania (RFA), que al cabo de pocos
años recobraría parte de su soberanía, incluyendo la capacidad de mantener un
ejército, y pasaría a integrarse, en occidente, como miembro de las Comunidades
Europeas y de la OTAN. Por su parte, la República Democrática Alemana
(constituida en 1949 como respuesta a la fundación de la RFA) entraría desde un
primer momento a formar parte del Pacto de Varsovia y el bloque soviético.
De esta forma, encarnó la situación que se vivía a nivel mundial en el marco de la
Guerra Fría. Berlín, la antigua capital imperial, fue dividida en dos bloques. La parte
oriental de la ciudad, bajo control comunista, construye un muro para evitar el
contacto y la huida de su población hacia la parte occidental, fenómeno que se había
intensificado a lo largo de la década de los años 50, como consecuencia del Milagro
económico alemán.

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