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Volumen

La veneración de montañas en los Andes preincaicos: el caso de 37, Nº 2, 2005. Páginas 151-164
Ñawinpukyo… 151
Chungara, Revista de Antropología Chilena

LA VENERACIÓN DE MONTAÑAS EN LOS ANDES


PREINCAICOS: EL CASO DE ÑAWINPUKYO (AYACUCHO,
PERÚ) EN EL PERÍODO INTERMEDIO TEMPRANO
MOUNTAIN WORSHIP IN THE PRE-INCA ANDES:
THE CASE OF ÑAWINPUKYO (AYACUCHO, PERU) IN THE EARLY
INTERMEDIATE PERIOD
Juan B. Leoni*

La veneración de montañas juega un papel central en la cosmología y religión de las sociedades andinas tradicionales, como lo
demuestran numerosos estudios etnográficos, documentos etnohistóricos y restos arqueológicos de altura. Se asume generalmente
que las creencias y prácticas relacionadas con la veneración de montañas tienen raíces temporales más profundas, remontándose a
siglos o milenios antes de los incas, aunque las formas que esta veneración tomaba y su rol sociopolítico no son tan bien conocidas.
En este trabajo se presenta un caso arqueológico que demuestra que la veneración de montañas formaba parte central de la religión
de los habitantes de Ñawinpukyo (valle de Ayacucho, Perú) durante el período Intermedio Temprano (ca. 0–550/600 d.C.). Se
argumenta que las ceremonias en que se honraba a una deidad de montaña principal constituían un importante mecanismo integrador
de la comunidad local, y que posiblemente tenían también un papel importante a nivel regional.
Palabras claves: veneración de montañas, arquitectura ceremonial, período preinca, Ayacucho.

Mountain worship plays a central role in the cosmology and religion of traditional Andean societies, as numerous ethnographic
studies, ethnohistorical sources, and high altitude archaeological remains show. It is generally assumed that beliefs and practices
associated with mountain worship have deep temporal roots, dating back to centuries or even millennia before the Incas. However,
the forms this veneration took and its socio-political role are not so well-known. In this paper I present an archaeological case that
shows that mountain worship was a key part of the religion of the inhabitants of the Ñawinpukyo site (Ayacucho Valley, Peru)
during the Early Intermediate Period (ca. A.D. 0–550/600). I argue that the ceremonies meant to honor a main regional mountain
deity constituted an important integrative mechanism for the local community, possibly playing an integrative role on the broader
regional level as well.
Key words: Mountain worship, ceremonial architecture, pre-inca period, Ayacucho.

El importante papel de las montañas en la cos- documenta arqueológicamente aspectos de la has-


mología de las sociedades andinas está bien docu- ta ahora casi desconocida veneración de montañas
mentado etnográfica y etnohistóricamente. Las preincaica. Se trata de un pequeño complejo cere-
evidencias arqueológicas son también abundantes monial en el sitio de Ñawinpukyo (Ayacucho,
para el período incaico, sobre todo, en la forma de Perú), que data del período Intermedio Temprano
santuarios, sacrificios y ofrendas a gran altura. (ca. 0–550/600 d.C.) y que incluye un edificio cir-
Asimismo, se asume generalmente que la venera- cular claramente relacionado con una montaña de
ción de montañas forma parte de un núcleo de reconocido valor simbólico y religioso. Se discute
creencias religiosas y concepciones cosmológicas la evidencia arqueológica hallada, utilizando ana-
tradicionales de las sociedades andinas que tendría logías etnográficas para ilustrar similitudes forma-
sus raíces en tiempos muy anteriores a los incas. les que pueden servir para interpretar algunos de
Sin embargo, no parece que los santuarios de altu- los contextos arqueológicos hallados en dicho com-
ra similares a los de los incas hayan sido muy co- plejo. Se evalúa también el rol jugado por las posi-
munes, indicando que el culto de las montañas te- bles ceremonias relacionadas con la veneración de
nía aspectos distintos en épocas más tempranas. montañas en la integración de la comunidad tanto
En este trabajo se presenta un caso particular que a nivel local como regional.

* Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Entre Ríos 758, (2000), Rosario,
Argentina. jbleoni@hotmail.com

Recibido: enero 2005. Aceptado: agosto 2005.


152 Juan B. Leoni

Los Dioses de las Montañas en la gún Anders (1986:763), “los wamanis pueden ser
Cosmología Andina invocados para dar unidad a territorios de mayor o
menor tamaño dependiendo del contexto o la ne-
La importancia de los dioses de las montañas, cesidad” [traducido por el autor], operando como
conocidos generalmente como apus, wamanis o símbolos de identidad para grupos sociales de va-
awkillu en distintas regiones de Perú, y machula, riado nivel de inclusión y extensión geográfica
achachila o mallku en distintas partes de Bolivia, (Reinhard 1985:310). Así, los cerros altos más vi-
en la cosmología de las sociedades andinas post- sibles proveen un foco común para una integra-
hispánicas es bien conocida. Varios estudios etno- ción regional más amplia, promoviendo identida-
gráficos han documentado las creencias religiosas des sociales que se reproducen a través de la
asociadas con las montañas que existen en los An- participación en ceremonias dedicadas a honrar a
des (Allen 2002; Anders 1986; Bastien 1985; Bo- estas deidades principales (Allen 2002:85).
lin 1998; Favre 1967; Fernández Juárez 1997; Flan- La estructura jerárquica de los wamanis en
nery et al. 1989; Isbell 1978; Martínez 1983; Ayacucho1 ha sido bien estudiada por varios in-
Morissette y Racine 1973; Reinhard 1985). De vestigadores (Anders 1986:765-767; Isbell
acuerdo con estos estudios, las deidades residen 1978:151; Morissette y Racine 1973:171). Estos
en cerros nevados, promontorios, colinas, cuevas estudios han señalado claramente la existencia de
y lagunas de montaña, así como en otros rasgos tres o cuatro deidades principales, o hatun wa-
topográficos menores, y se considera en general mani, que se identifican con cerros nevados. De
que ejercen una gran influencia sobre las comuni- éstos, el más importante es el cerro Rasuwillka2,
dades humanas. Controlan los fenómenos meteo- que se localiza en el flanco norte del valle de Aya-
rológicos y se las considera dueñas de animales y cucho (Figura 1), alcanzando una altura máxima
plantas, salvajes y domesticadas. Así, distintos ri- de 4.954 msm. Esta montaña ejerce su influencia
tuales tienen como finalidad propiciar a estas dei- en la región, encontrándose los restantes wama-
dades de forma de asegurar la reproducción exito- nis subordinados a ella (Morissette y Racine
sa de animales, cultivos y, en última instancia, de 1973:171).
los seres humanos mismos. Sin embargo, estas dei- Las fuentes etnohistóricas señalan que el cul-
dades también pueden ejercer una influencia ne- to de las montañas tenía gran importancia entre los
gativa, infligiendo daños y castigos en la forma de habitantes del área andina entre los siglos XVI y
enfermedades, accidentes e infertilidad tanto de los XVIII, y en especial en tiempos de los incas (Be-
seres humanos como de los animales y plantas, si som 2000; Reinhard 1985). Las ceremonias rela-
son ofendidas o no se las propicia adecuadamente. cionadas con los cerros constituían una parte im-
Los apus o wamanis se organizan en una je- portante de la religión del estado incaico, tal como
rarquía piramidal en la cual las deidades se sitúan lo atestiguan no sólo los documentos etnohistóri-
de acuerdo a su importancia. A cada una de las cos, sino también los restos arqueológicos halla-
deidades le corresponden territorios sobre los cua- dos en las cimas y laderas de altas montañas (Be-
les ejercen su influencia, correspondiendo áreas som 2000; Reinhard 1985; Schobinger y Cerutti
geográficas más extensas a aquellas deidades ubi- 2001). Según Reinhard (1985:306), las montañas
cadas en lo más alto de la jerarquía. En esta orga- eran veneradas tanto por los incas como por las
nización jerárquica los cerros nevados más altos, poblaciones locales incorporadas a su imperio,
visibles desde grandes distancias, comúnmente constituyendo deidades relacionadas con cultos de
ejercen su poder e influencia sobre extensiones fertilidad y veneradas para asegurar el suministro
geográficas mayores, y son, en consecuencia, ve- de agua. La veneración de montañas estaba, al pa-
nerados por grandes número de personas extendi- recer, profundamente interrelacionada con otras
das sobre amplios territorios (Allen 2002:27-28; prácticas religiosas de central importancia, tales
Anders 1986:762-765; Favre 1967:122; Isbell como los ritos de fertilidad y el culto a los ances-
1978:59; Morissette y Racine 1973:171). Enton- tros, como parte de complejos sistemas cosmoló-
ces, los wamanis no sólo se caracterizan por poseer gicos (Reinhard 1985:309). Sin embargo, no pare-
poderes sobrenaturales, sino que también pueden ce existir entre los cronistas un acuerdo
servir como el foco en torno al cual se construyen generalizado acerca de los significados simbólicos
identidades comunitarias y supracomunitarias. Se- asociados con las montañas. Así, las montañas
La veneración de montañas en los Andes preincaicos: el caso de Ñawinpukyo… 153

dida construcción de santuarios de altura habría


R’o formado parte de una estrategia sistemática de do-
Mantaro
minación ritual que permitió a los incas apropiarse
Cuenca de las huacas o deidades regionales de los pueblos
de Huanta Nevado
Rasuwillka conquistados, consiguiendo de esta manera un
mayor control político sobre las poblaciones in-
R’o
R’o Az‡ngaro San Miguel corporadas a su imperio (Besom 2000; Reinhard
Huarpa
1985; Schobinger y Cerutti 2001). Es interesante
destacar que, si bien las montañas habrían tenido
R’o Cachi
valor simbólico y religioso para los grupos prein-
Huari
R’o cas, la construcción de santuarios sobre las cum-
Pongora
Jargampata bres no habría constituido una parte central de las
Cuenca de
Huamanga prácticas de veneración de las montañas. Las for-
Aqo Conchopata mas en que se manifestaban arqueológicamente
Wayqo
estas creencias en tiempos preincaicos son enton-
Acuchimay
N „awinpukyo ces más difíciles de discernir.
Varios investigadores han planteado la posibi-
lidad de la existencia de creencias y prácticas reli-
giosas vinculadas con el culto a las montañas en
tiempos anteriores a los incas, y variados restos
arqueológicos andinos han sido interpretados en
función de esta hipótesis (Anders 1986:792-805;
10 km
Valle de Ayacucho Glowacki y Malpass 2003:439-441; Kolata y Pon-
ce Sanginés 1992; Reinhard 1992; entre otros). Se-
Figura 1. Ñawinpukyo y otros sitios arqueológicos importantes gún Reinhard (1985:309), la creencia en los dioses
del valle de Ayacucho (redibujado en base a Isbell 2001: Figura 3). de las montañas es claramente anterior a los incas
Map of the Ayacucho Valley showing location of Ñawinpukyo
and other major archaeological sites (redrawn from Isbell 2001:
y se hallaba ampliamente extendida a través del
Figure 3). área andina (ver también Isbell 1978:214). En su
opinión, los dioses de las montañas eran venera-
dos, por ejemplo, en la cuenca del río Nazca mu-
podían ser consideradas alternativamente como cho antes de la llegada de los españoles, y ha suge-
huacas o lugares imbuidos con poder sagrado, ma- rido que los geoglifos de Nazca eran parte integral
nifestaciones físicas de seres divinos, restos petri- de un culto que tenía al agua y las montañas como
ficados de personajes míticos, residencias de dei- elementos principales (Reinhard 1992; ver también
dades y lugares de origen de ciertos grupos étnicos, Silverman y Proulx 2002:205-209). De manera si-
o bien, conjugar varias de estas categorías al mis- milar, Glowacki y Malpass (2003:439-441) argu-
mo tiempo (Besom 2000:161). Es interesante des- mentan que varios sitios arqueológicos Huari del
tacar, como Anders (1986:780-781) señalara, que Horizonte Medio (ca. 550/600-1000 d.C.) fueron
Guamán Poma de Ayala (1980:193 [1615]) men- intencionalmente construidos en una estrecha aso-
cionó al nevado Rasuwillka en una lista de las prin- ciación física y simbólica con montañas y otros
cipales huacas del Chinchaysuyu, lo que sugiere elementos topográficos de valor religioso, confor-
que la importancia religiosa de esta montaña re- mando un paisaje sagrado que buscaba asegurar el
gistrada etnográficamente puede tener raíces tem- control simbólico de las diversas huacas regiona-
porales más profundas, rastreables con certeza, por les asociadas con el suministro del agua.
lo menos, a tiempos prehispánicos tardíos. Una interpretación particularmente relevante
La importancia de la veneración de montañas para el caso que aquí se presenta fue desarrollada
para los incas encuentra su máxima expresión ma- por Anders (1986:782-788), afirmando que el cul-
terial en la proliferación de santuarios de altura que to a las montañas, reportado etnográficamente en
acompaña a la expansión del imperio, especialmen- la región de Ayacucho, se encontraba ya constitui-
te en los Andes meridionales (Besom 2000; Rein- do en el período Intermedio Tardío (ca. 1000-1470
hard 1985; Schobinger y Cerutti 2001). La exten- d.C.), sirviendo como base de la organización te-
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rritorial y política de la confederación Chanka. El Sitio de Ñawinpukyo


Además, Anders (1986:792-811) llevó su argumen-
to aun más lejos, aduciendo que el patrón identifi- El sitio de Ñawinpukyo se ubica sobre una
cado para los tiempos Chanka tenía en realidad sus colina, a unos 5 km al sudeste del centro de la ac-
raíces en el Horizonte Medio. Según esta visión, la tual ciudad de Ayacucho (Figura 1). La colina for-
jerarquía de los wamanis principales de Ayacucho ma parte del flanco sur del valle y alcanza una al-
habría sido la base sobre la cual se organizó espa- tura máxima de 3.007 msm. Si bien se encuentran
cialmente la administración del imperio Huari, restos arqueológicos en las laderas y parte baja de
conformando un sistema regional cuatripartito en la colina (Cabrera 1998; Machaca 1997), la con-
el que cada uno de los wamanis principales presi- centración más densa se ubica directamente sobre
día su correspondiente sección de la administra- la cima (Leoni 2004; Lumbreras 1974).
ción estatal. La cima de la colina es una planicie suavemente
Muchos de estos estudios, sin embargo, asu- ondulada de unos 500 m de largo por 200 m de
men en mayor o menor medida una continuidad ancho. En ella se encuentran amplias áreas abier-
cultural ininterrumpida, y la interpretación de los tas que se alternan con densas concentraciones de
restos arqueológicos se basa sobre todo en la pro- arquitectura arqueológica en ruinas. Las investiga-
yección al pasado prehispánico de analogías etno- ciones realizadas en 2001 se concentraron en las
partes central y este de la cima, y a través de una
gráficas y etnohistóricas. Transformaciones cultu-
combinación de limpieza de vegetación y escom-
rales significativas, tanto en tiempos prehispánicos
bros, definición de cabeceras de muro y excava-
como posthispánicos, podrían haber introducido
ción, se consiguió exponer un área estimada en 650
cambios en las creencias de las sociedades andi-
m2, definiéndose 32 cuartos o estructuras (deno-
nas, así como ciertamente ocurrió con sus formas
minados “Espacios Arquitectónicos”) de los cua-
de organización política, económica y social, plan- les 26 fueron total o parcialmente excavados. Las
teando límites al uso directo de la analogía etno- investigaciones revelaron una secuencia ocupacio-
gráfica en la arqueología andina (Isbell 1997:124- nal que se extiende desde el período Intermedio
135). Como señalara Isbell (1997:131), la activa Temprano (ocupación Huarpa del sitio), hasta fi-
persecución, por parte de las autoridades eclesiás- nales del Horizonte Medio (ocupación Huari de la
ticas y civiles coloniales de las prácticas religiosas colina) (Leoni 2004). La discusión presentada aquí
relacionadas con la veneración de las momias de se centra en la ocupación Huarpa y, en especial, en
los ancestros, podría haber desplazado el foco de la interpretación de un conjunto de edificios y con-
la religión de los grupos andinos hacia el culto de textos de índole ceremonial.
los dioses de los cerros y de los santos católicos.
La notable preeminencia del culto de las montañas Ñawinpukyo en el Período Intermedio
en los estudios etnográficos y documentos etno- Temprano
históricos tardíos podría así responder, al menos
en cierto grado, a procesos históricos de cambio, El período Intermedio Temprano en Ayacucho
más que a su pertenencia a un núcleo esencial de se caracteriza por el desarrollo de la cultura Huar-
creencias tradicionales andinas. Aún aceptando es- pa (Lumbreras 1974, 2000). Si bien se reconoce la
tos planteos, sin embargo, parece claro que ciertos importancia de esta cultura como la base local so-
aspectos relacionados con el culto de las montañas bre la que luego se erigiría Huari, las investigacio-
bien pudieron haber existido en tiempos prehispá- nes acerca de este período en el valle han sido es-
nicos más tempranos, aunque no necesariamente casas, y poco se conoce de la cultura Huarpa más
iguales a las prácticas reportadas etnográfica y et- allá del característico estilo cerámico a base del
nohistóricamente. En las páginas que siguen se cual fue definida. Sólo se dispone actualmente de
presentan evidencias materiales del sitio de evidencias arqueológicas fragmentarias que no per-
Ñawinpukyo (Ayacucho, Perú) que sugieren que miten determinar con precisión las características
la veneración de montañas era un aspecto central que presentaba la sociedad ayacuchana en estos
de la religión de la sociedad Huarpa del período tiempos. Se cree que este período de la prehistoria
Intermedio Temprano. de Ayacucho se caracterizó por la presencia de uni-
dades políticas de pequeña escala, quizás señoríos,
representadas por conjuntos de sitios centrados en
La veneración de montañas en los Andes preincaicos: el caso de Ñawinpukyo… 155

torno a uno o varios asentamientos principales (Is- en las excavaciones desarrolladas, justo al norte y
bell 2001; Lumbreras 2000; Schreiber 1992). sur de la plaza, indicaría que conjuntos de edifi-
Ñawinpukyo habría formado, junto con Concho- cios Huarpa, quizás de naturaleza residencial, po-
pata, Acuchimay y sitios menores, uno de estos drían haber existido en estos sectores, aunque
enclaves, controlando el sur del valle de Ayacucho nuestras investigaciones no revelaron restos arqui-
(Isbell 2001:114) (Figura 1). tectónicos o evidencias primarias de ocupación. La
La ocupación de la cima de Ñawinpukyo en el construcción de edificios en estas áreas durante el
período Intermedio Temprano tenía un carácter Horizonte Medio podría haber resultado en el des-
complejo, presentando varios sectores arquitectó- mantelamiento de cualquier arquitectura más tem-
nicos netamente diferenciados (Figura 2). Parece prana. La presencia de cerámica Huarpa en super-
claro que entre los siglos IV y VI d.C. el núcleo de ficie sobre un área rocosa a corta distancia al
la ocupación estaba constituido por la Plaza Este, sudoeste de la plaza, y en la parte oeste de la cima
un gran recinto de forma irregular que corona la de la colina (áreas no investigadas sistemática-
cima de la colina, y que habría tenido primordial- mente) sugiere que podrían haber existido otros
mente propósitos ceremoniales. La presencia de núcleos de ocupación, aunque sus características
cerámica diagnóstica tanto en la superficie como exactas permanecen desconocidos. Asimismo,

Posibles
viviendas
rurales

Posible ‡rea de ocupaci—n Huarpa


(arquitectura no preservada)

Rampa o escalinata
(excavada por Lumbreras)
Estructura para producci—n
de alimentos
Plaza o espacio
abierto de reuni—n GAC Estructura
semicircular
Plataforma
Posible complejo
de elite Plaza Este Dep—sito de
Complejo ceremonial cer‡mica rota
Huarpa
Posible
recinto ÀEdificios de piedra y
alargado materiales perecederos?
Posible vivienda
rural

Posible ‡rea de ocupaci—n Huarpa


(arquitectura no preservada)
Posible ‡rea de ocupaci—n Huarpa
(arquitectura no preservada)

„awinpukyo
N
Muros arqueol—gicos
Posibles muros
GAC Grupo Arquitect—nico Central
15 m
Ubicaci—n hipotŽtica de nœcleos de
ocupaci—n Huarpa
Equidistancia 1 m

Figura 2. Principales componentes de Ñawinpukyo durante la ocupación Huarpa (período Intermedio Temprano).
Ñawinpukyo site plan showing its main components during the Huarpa occupation (Early Intermediate period).
156 Juan B. Leoni

y tal como lo sugieren investigaciones anteriores cara interna del muro perimetral de la plaza, y más
(Cabrera 1998; Lumbreras 1974; Machaca 1997), notablemente, un edificio circular ubicado en la par-
existían núcleos de ocupación Huarpa en las par- te central al interior de la plaza (Figuras 2 y 3). Su
tes bajas de la ladera oeste de la colina. posición única indica que esta estructura tuvo pro-
Un grupo importante de edificios, que posi- bablemente un rol preponderante en las activida-
blemente datan de finales del período Intermedio des que tenían lugar en la plaza (Leoni 2004).
Temprano, fue identificado a unos 100 m al oeste El edificio circular se compone de tres círcu-
de la plaza, en el sector que denominamos Grupo los concéntricos de piedra (Figura 3). El círculo
Arquitectónico Central (ver Lumbreras 1974:110) exterior lo forma un muro de 1 m de ancho prome-
(Figura 2). Nuestras investigaciones en la parte dio, construido con dos hileras de piedras forman-
noreste de este sector revelaron lo que parece ha- do sus caras exteriores y piedras menores y tierra
ber sido parte de un complejo de elite, compuesto rellenando el interior; su diámetro interno oscila
de galerías alargadas, cuartos y patios rectilíneos, entre 11 y 11,5 m. El círculo intermedio está for-
con pisos y enlucidos blancos manufacturados con mado por un muro de 60 cm de ancho, construido
diatomita (roca sedimentaria abundante localmen- con doble hilera de piedras unidas con barro, con
te) molida y compactada. Estas estructuras segu- un diámetro interior de 5,6 m. Finalmente, un pe-
ramente formaban parte de un conjunto mayor que queño círculo construido con una sola hilera de
se extendería hacia el oeste, pero que no pudo ser piedras, de 1,9 m de diámetro interior y ancho pro-
definido. No se encontraron evidencias de activi- medio de 25 cm, se encontraba justo al centro del
dades domésticas o ceremoniales en ninguna de edificio. Un segmento de muro radial que creaba
estas presuntas estructuras Huarpa. una separación interna, evitando la libre circula-
ción, se detectó en el cuadrante noroeste entre el
La Plaza Este círculo intermedio y el exterior. Finalmente, se
detectaron varias piedras de gran tamaño, a aproxi-
La Plaza Este fue construida y utilizada pro- madamente 1 m del muro exterior, alineadas en
bablemente durante la parte final del período In- forma evidente, aunque discontinua, constituyen-
termedio Temprano, a juzgar por la cerámica do lo que podría haber sido un cuarto elemento cir-
diagnóstica y por dos fechados radiocarbónicos (Ta- cular concéntrico3.
bla 1). Esta plaza amurallada mide aproximadamen- El edificio circular sólo tiene una estrecha en-
te 82 m de largo por 45 m de ancho, variando la trada, ubicada en su lado norte. Interesantemente,
altura de la pared perimetral entre 50 cm y 1 m, este acceso está perfectamente alineado con el ne-
dependiendo del estado de conservación de la mis- vado Rasuwillka, la montaña más alta visible desde
ma. La plaza contiene una serie de estrcuturas que el valle de Ayacucho y de gran importancia religio-
parecen haber servido fundamentalmente a un pro- sa en el presente y posiblemente también en tiem-
pósito ritual o ceremonial. Éstas incluyen una es- pos prehispánicos. Se establece así una conexión
tructura semicircular en el lado norte de la plaza, material directa entre el edificio y la montaña, pero
un grupo de estructuras irregulares adheridas a la también se produce un efecto visual cuidadosamen-

Tabla 1. Fechados radiocarbónicos, ocupación Huarpa (período Intermedio Temprano), Ñawinpukyo (Ayacucho, Perú).
Radiocarbon dates from the Huarpa occupation (Early Intermediate Period) of Ñawinpukyo (Ayacucho, Peru).

N° de Muestra Fecha no Fecha Fecha d13C Material Proveniencia


calibrada calibrada 1δ calibrada 2δ

Beta-180665 1600±70 400-540 d.C. 260-290 d.C. -23.5 Frijoles Plaza Este, estructura
320-620 d.C. quemados semicircular
(entre muros)

AA-46633 (*) 1583±34 425-537 d.C. 408-560 d.C. -21.2 Carbón Plaza Este, edificio
circular (bajo piso)

(*) Calibrada con programa CALIB 4.3 (Stuiver y Reimer 1993).


La veneración de montañas en los Andes preincaicos: el caso de Ñawinpukyo… 157

te buscado, canalizando intencional e inevitable- to significativo está dado por una concentración de
mente la percepción de las personas que abando- huesos de camélido desarticulados junto a la cara
nan el edificio directamente hacia la montaña sa- interna del muro circular intermedio (Figura 3). El
grada (Figura 4), en lo que podría haber constituido espacio entre el círculo intermedio y el exterior, sin
una experiencia sensorial y religiosa muy signifi- embargo, contenía un gran número de contextos ar-
cativa. De esta manera, se puede deducir inequívo- queológicos. En primer lugar, en la parte sudeste
camente que tanto el edificio como las actividades del edificio se hallaron tres manos de moler sobre el
desarrolladas en él estaban directamente relacio- piso del edificio, mientras que en la parte sudoeste
nados con el nevado. se hallaron sobre el piso tres manos de moler aso-
Los contextos arqueológicos hallados dentro del ciadas con un batán. Estos hallazgos indican que
edificio indican un posible uso ritual del mismo. No algún tipo de molienda, quizás relacionado con la
se encontraron materiales o asociaciones especiales producción de comida y/o bebida, se realizaba den-
en el elemento circular central ni en el espacio com- tro mismo del edificio.
prendido dentro del círculo intermedio, haciendo Un hallazgo más significativo lo constituye la
suponer que el interior de este edificio se habría identificación de 23 concentraciones de huesos de
mantenido cuidadosamente limpio. El único contex- fauna distribuidas por toda la parte norte y noreste

Acceso visualmente alineado


con el cerro Rasuwillka

N
#9 #13
#10 #12 cenizas
secci—n faltante #3
del muro #11
#14
#2 #8
#6
#4 tupu #15 #17 #18
#16
#20
#7 #19
#1 #5 #22
0 2m
#24 #21
cavidades en
la roca madre

#23
Bat‡n y manos Estructura
de moler circular
interior
#25

Muro circular
intermedio
manos de
molienda

Concentraciones de No excavado
huesos de camŽlidos
Instrumentos de
piedra pulida
L’mite de las
excavaciones Muro circular
exterior

Figura 3. Planta del edificio ceremonial circular ubicado dentro de la Plaza Este en Ñawinpukyo, mostrando los principales contex-
tos arqueológicos excavados.
Plan of the circular ceremonial building located within the East Plaza, showing location of the main archaeological contexts
excavated.
158 Juan B. Leoni

Figura 4. Vista del único acceso al edificio ceremonial circular en Ñawinpukyo, alineado visualmente con nevado Rasuwillka.
View of the circular ceremonial building’s only doorway, showing its visual alignment with the Rasuwillka snow-capped
mountain.

del espacio entre el muro intermedio y el exterior 2001:123), y más recientemente en Conchopata
(Figuras 3 y 5). Los grupos constan de números (Isbell y Cook 2002:291). Sin embargo, en ambos
variables de huesos desarticulados de camélidos: casos los edificios circulares se han atribuido ten-
mientras algunos contienen los restos incompletos tativamente a momentos transicionales entre el
de varios animales, otros contienen sólo unos po- período Intermedio Temprano y el Horizonte Me-
cos huesos de un único animal (Tabla 2), y en uno dio. El edificio de Ñawinpukyo, por el contrario,
de los grupos analizados se encontró un fragmento los antecede en el tiempo, construyéndose y usán-
de cúbito humano4. Estos grupos de huesos fueron dose durante el período Intermedio Temprano. De
enterrados directamente en el piso de tierra del re- esta manera, puede establecerse una secuencia inin-
cinto y parecen haberse depositado en distintos terrumpida de desarrollo que llevó de los edificios
momentos, a lo largo de la historia de uso del edifi- ceremoniales circulares Huarpa a los templos en
cio como parte de las actividades desarrolladas den- forma de “D” Huari, aunque las transformaciones
tro del mismo. Se han interpretado como el correla- ideológicas y en las prácticas religiosas que habrían
to de festines rituales, que incluían el sacrificio y acompañado a los cambios arquitectónicos perma-
consumo comunal de los camélidos (Leoni 2004). necen en su mayor parte desconocidas.
El conjunto de estos hallazgos y la peculiar Otro contexto interesante descubierto en la
orientación de la entrada, junto con la forma del Plaza Este es un depósito de cerámica rota, locali-
edificio, se conjugan para sugerir su posible fun- zado en el borde sudeste de la plaza, en una peque-
ción ceremonial. En efecto, en el área de Ayacu- ña estructura (1,5 m por 0,6 m) semicircular de
cho son bien conocidos los edificios ceremoniales piedras junto al muro perimetral de la plaza. La
Huari en forma de “D” del Horizonte Medio (Cook cerámica rota (un total de 1.904 fragmentos, con
2001). Asimismo, se han descubierto edificios ce- un peso aproximado de 60 kg), depositada en el
remoniales circulares en sitios como Huari (Isbell interior de este receptáculo, corresponde a un gran
La veneración de montañas en los Andes preincaicos: el caso de Ñawinpukyo… 159

Figura 5. Concentraciones de huesos de camélidos halladas en el interior del edificio circular.


Bones’ concentrations found inside the circular building.

Tabla 2. Muestra analizada de grupos de huesos de fauna del edificio circular, Plaza Este, Ñawinpukyo
(según Rosenfeld 2002).
Sample of analyzed faunal bone concentrations from the circular building, East Plaza,
Ñawinpukyo (after Rosenfeld 2002).

N° de N° especímenes Total Total MNI


concentración recuperados NISP MNE

#10 935 296 153 5 (juveniles)


#15 174 87 62 3 (1 adulto, 1 juvenil, 1 tierno) *
#18 1156 408 230 9 (8 juveniles, 1 adulto)
#20 645 352 157 6 (4 juveniles, 1 tierno, 1 no determinado) **
#24 200 113 44 1 (juvenil)

* Incluye un fragmento de cúbito humano.


** Incluye una alpaca de entre 9 y 12 meses de edad.

número de vasijas de diferentes formas y tamaños, (n=36), de diferentes formas y estilos, incluyendo
tanto decoradas como no decoradas. El bajo índice ejemplares de la fina cerámica Cruz Pata y gran-
de reconstructibilidad de las vasijas presentes in- des vasijas de los estilos Kumunsenqa y Huarpa, y
dicaría que este depósito es de naturaleza secun- no decoradas. Cuencos (n=21) y vasos (n=2) tam-
daria y las condiciones de depositación parecen bién se encuentran representados en el conjunto,
corresponder a un evento único. Las vasijas repre- así como cuatro cucharas. La cuidadosa prepara-
sentadas incluyen principalmente cántaros grandes ción de la estructura, así como la completa ausen-
160 Juan B. Leoni

cia de otros tipos de materiales nos indican que 1993:252; Wylie 1985:107). El uso que se hace aquí
este depósito no es un basural ordinario. La hete- del caso etnográfico se enmarca en lo que Stahl
rogénea composición formal del conjunto refleja (1993:236) denomina uso de la analogía como “mo-
una amplia gama de actividades relacionadas con delo comparativo”, enfoque que busca enfatizar tanto
la preparación y consumo de comida y bebida, y los puntos de convergencia como las diferencias
bien podría representar el correlato arqueológico entre el caso arqueológico y el análogo etnográfico
de un festín ritual. Dado el gran número de cánta- para comprender mejor los eventos del pasado. So-
ros presentes, este evento habría incluido un nú- bre la base de esto sugiero la posibilidad que los
mero significativo de participantes, tratándose qui- grupos de huesos de camélido halladas en Ñawin-
zás del mismo tipo de ritual que se presume originó pukyo representen ritos propiciatorios, que apela-
las concentraciones de huesos de camélidos den- ban al favor del cerro Rasuwillka para el éxito de
tro del edificio circular. las cosechas y la reproducción de los rebaños.
El caso etnográfico reportado por Bolin
Interpretando la Plaza Este: Veneración de (1998:53-57) corresponde a un ritual familiar en
Montañas y Comunidad Local el cual se sacrifica una llama negra. El sacrificio
ocurre en el segundo día de la fiesta denominada
La evidencia recuperada de la Plaza Este pa- Pukllay o carnaval, y forma parte de variados ritos
rece corresponder al correlato material de activi- que celebran la fertilidad, la procreación y la reno-
dades festivas a gran escala de índole religiosa. vación de la vida. Según Bolin (1998:xi), esta fies-
Estas prácticas habrían incluido el sacrificio y con- ta tiene profundas raíces temporales en tiempos
sumo de camélidos, y posterior entierro de sus res- prehispánicos, a pesar de su asociación superficial
tos en el espacio más sagrado dentro del complejo, con el carnaval posthispánico, y en ella se honra a
así como el entierro ritual de las vasijas utilizadas las principales deidades andinas tradicionales (e.g.
en las ceremonias en estructuras especialmente Pachamama, dioses de los cerros, dios del trueno).
preparadas. La llamativa relación del edificio cir- El animal es sacrificado por un curandero local
cular con el nevado Rasuwillka, montaña de alto contratado a tal efecto por la familia. La sangre del
valor simbólico y religioso en la región, podría in- animal se recoge en un vaso, los órganos internos
dicar que las ceremonias formaban parte de un culto se comen, y la carne es distribuida entre los parti-
a este cerro y que la veneración de montañas for- cipantes para ser comida más tarde5. Significativa-
maba parte central de la religión en Ayacucho en mente, después que la carne ha sido consumida se
el período Intermedio Temprano. Estas ceremonias, recogen todos los huesos del animal y se los entie-
a su vez, podrían haber jugado un rol importante rra juntos en el corral ceremonial de la familia. Los
en la integración social a nivel comunitario y su- huesos faltantes son reemplazados por mazorcas
pracomunitario. de maíz para que el animal pueda resucitar en for-
Es interesante señalar que existen varias simi- ma completa (Bolin 1998:54). El sacrificio se de-
litudes formales entre los eventos que presumible- dica al dios de montaña más importante en la re-
mente produjeron los contextos arqueológicos en gión, Apu Ausangate, y se espera que el espíritu
el edificio circular de Ñawinpukyo y un sacrificio del animal muerto retorne a la montaña, alimen-
animal ritual dedicado al dios de una montaña des- tando al dios, quien, a su vez, retornará el animal
crito por Bolin (1998:53-57) en la comunidad pu- al corral familiar a través de su renacimiento.
neña actual de Chillihuani (Cuzco, Perú). El uso Varias semejanzas entre el caso arqueológico
de la analogía etnográfica para interpretar contex- y el ritual etnográfico son evidentes. El entierro de
tos arqueológicos ha sido objeto de intenso escru- los restos del animal en un espacio sagrado consti-
tinio en la arqueología contemporánea (Gould y tuye tal vez el rasgo más notable. Las concentra-
Watson 1982; Stahl 1993; Wylie 1985), y los ries- ciones de huesos animales en Ñawinpukyo podrían,
gos de su uso acrítico para la interpretación de la así, representar el entierro en suelo sagrado de ani-
prehistoria andina han sido claramente señalados males sacrificados y consumidos en honor de dei-
(Isbell 1997:303-308; Shimada 2003:90). Sin em- dades de montaña, tal como en el caso etnográfico
bargo, su valor, utilizado rigurosamente, en la ex- de Chillihuani. Sin embargo, los animales halla-
ploración de procesos de cambio y continuidad en dos en Ñawinpukyo no se encontraban completos,
el pasado es generalmente reconocido (Stahl lo que sugiere que tal vez algunas partes se distri-
La veneración de montañas en los Andes preincaicos: el caso de Ñawinpukyo… 161

buyeron para ser consumidos en otros lugares, se tencia y reproducción de la comunidad, así como
procesaron como charki y almacenaron para su con- su orden interno, podrían haber recibido una legi-
sumo posterior, o simplemente se descartaron en timación divina. Conceptos acerca del orden so-
otros lugares no detectados aún. Una diferencia de cial y cosmológico habrían hallado su expresión a
escala entre el caso arqueológico y el ritual docu- través de estos eventos públicos. Pero las activida-
mentado etnográficamente es muy evidente. Mien- des rituales desarrolladas en la cima de Ñawinpuk-
tras que este último es un asunto menor, realizado yo podrían haber excedido el contexto puramente
en el ámbito de un grupo doméstico e implicando local, tal vez sirviendo también como mecanismo
sólo a unos pocos individuos y a un especialista de integración supralocal y regional.
ritual, los eventos representados en la Plaza Este Si bien las evidencias arqueológicas no son aún
deben haber incluido a mucho más gente, algunas concluyentes, los estudios etnográficos han mos-
docenas por lo menos, a juzgar por el número de trado repetidamente el carácter integrador de las
animales presentes en varios de los grupos de hue- ceremonias en que se venera a las montañas prin-
sos. Por esto las ceremonias documentadas en cipales, que atraen a peregrinos de regiones ente-
Ñawinpukyo habrían constituido eventos de ma- ras (Allen 2002:85; Bolin 1998; Poole 1991). Dada
yor escala en los cuales habrían participado los la reconocida importancia del nevado Rasuwillka
miembros de la comunidad local y quizás de otras como una poderosa deidad regional, existiría la
comunidades también. posibilidad que la Plaza Este hubiera constituido
En suma, ambos casos, arqueológico y etno- un santuario que congregara al menos cierto grado
gráfico, parecen representar formas similares de de participación no local, tanto como foco de pe-
prácticas de veneración de montañas andinas. Así, regrinaje en sí mismo o como estación en una ruta
los contextos arqueológicos de Ñawinpukyo po- de peregrinaje, que conducía a centros ceremonia-
drían representar componentes prehispánicos de les relacionados con Rasuwillka más importantes
una tradición religiosa que manifiesta cierta conti- (y aún no descubiertos). El peregrinaje grupal en
nuidad hasta tiempos presentes. Sin embargo, esto los Andes contemporáneos sirve para integrar es-
no implica necesariamente que creencias y prácti- pacios geográficos y sociales, articulando “un es-
cas religiosas iguales a las registradas en Chilli- pacio social horizontal a través del espacio físico
huani existían ya en los siglos IV a VI d.C., y que predominantemente vertical en el que los peregri-
los antiguos habitantes de Ñawinpukyo percibie- nos se desplazan” [traducido por el autor] (Poole
ran a las montañas exactamente de la misma ma- 1991:335). Es interesante que suelen existir para-
nera que los actuales pastores de la puna de Cuz- das en lugares en donde las montañas sagradas o
co. A lo sumo, podemos inferir con alguna certeza santuarios principales se hacen visibles, y rituales
que, por lo menos, algunos aspectos sobrenatura- especiales se desarrollan en estos lugares. En este
les asociados con las montañas formaban parte im- contexto, la ubicación de Ñawinpukyo adquiere
portante de la religión y cosmología Huarpa. gran significación. Localizado en el margen sur del
valle de Ayacucho, controla la entrada al mismo
Interpretando la Plaza Este: Ceremonias desde el sur, suministrando una visión panorámica
Religiosas e Integración Supracomunitaria del valle y del nevado Rasuwillka. Para supuestos
peregrinos prehispánicos, provenientes de áreas lo-
Las ceremonias desarrolladas en el ámbito sa- calizadas al sur de Ayacucho, Ñawinpukyo y su
grado de la Plaza Este bien podrían haber funcio- centro ceremonial, podrían haber constituido una
nado como mecanismos integradores de la comu- estación similar a las mencionadas en casos etno-
nidad, agrupando a sus habitantes en prácticas gráficos, donde Rasuwillka se hacía visible. Si con-
comunes de manera periódica, tal vez anualmente. sideramos que las evidencias arqueológicas
La comunidad misma habría sido celebrada y su disponibles parecen indicar que no existía una cen-
identidad reafirmada en el proceso de honrar a los tralización política marcada de la región en el pe-
dioses de los cerros. La congregación periódica en ríodo Intermedio Temprano, estas ceremonias y
el espacio sagrado de la plaza habría servido para peregrinajes podrían haber tenido un importante
afirmar la existencia y unidad de la comunidad lo- rol como formas de integración social regional a
cal y su conexión con el territorio que ocupaba. través de la promoción de identidades comunes
Dado que se trataba de un marco religioso, la exis- basadas en la religión.
162 Juan B. Leoni

Consideraciones Finales rizonte Medio. Si bien es cierto que el antiguo com-


plejo ceremonial Huarpa fue preservado por los
En suma, las recientes investigaciones arqueo- ocupantes Huari del sitio, implicando que el pres-
lógicas en el sitio de Ñawinpukyo parecen indicar tigio asociado con estos edificios y las prácticas
que la veneración de montañas formaba parte cen- desarrolladas en ellos permaneció en la memoria
tral de la religión de los pueblos Huarpa del valle social de los siglos posteriores (Leoni 2004), no se
de Ayacucho durante el período Intermedio Tem- han identificado en el lugar estructuras ceremonia-
prano. Es interesante que, al menos formalmente, les comunales comparables durante el Horizonte
estas prácticas tendrían aspectos en común con Medio. Asimismo, los típicos templos Huari en for-
prácticas y creencias similares reportadas etnográ- ma de “D” que se conocen en Ayacucho (ver Cook
ficamente, aunque resultaría prematuro todavía 2001) no muestran, en general, una asociación di-
asegurar que esto se debe a la existencia de una recta con el nevado Rasuwillka, como la descrita en
larga continuidad cultural que mantuvo más o me- este trabajo para el edificio Huarpa. Esto hace pen-
nos inalteradas un núcleo de creencias religiosas y sar que otras prácticas, tal vez en relación con nue-
cosmológicas. De hecho, no es posible determinar vas concepciones religiosas y cosmológicas impul-
con certeza qué significaban las montañas para los sadas por las elites de la poderosa sociedad Huari
antiguos ayacuchanos, más allá del obvio valor (p. ej., deidad de los báculos, cultos a los ances-
sobrenatural que parece innegablemente represen- tros), quizás desplazaron el lugar central que ocu-
tado por los vestigios materiales. paba la veneración de montañas en Ayacucho en los
En el caso concreto presentado, las ceremo- siglos precedentes. Finalmente, una mejor compren-
nias relacionadas con la veneración de montañas sión del rol jugado por la veneración de montañas
parecen haber constituido eventos públicos de gran en el Ayacucho preincaico sólo se alcanzará cuan-
importancia social y cultural para la comunidad do se expanda la muestra de edificios ceremonia-
local, y quizás haber ejercido también cierta in- les estudiados en el valle, y se investiguen siste-
fluencia que excedía el ámbito puramente local, máticamente el área del nevado Rasuwillka y sus
vinculando a diversas comunidades a base de un alrededores. Así podrá juzgarse mejor su rol tanto
denominador ideológico común en tiempos en que en las sociedades Huarpa y Huari como en otras
no había en la zona una estructura política centra- sociedades ayacuchanas anteriores y posteriores.
lizada. Desgraciadamente, las evidencias arqueo-
lógicas no permiten aún determinar si existía un Agradecimientos: El trabajo de campo en
marcado control sociopolítico de estas ceremonias, Ñawinpukyo fue autorizado por el Instituto Nacio-
tal vez a través del auspicio continuado de las mis- nal de Cultura de Perú (Resolución Directorial
mas por un mismo grupo de descendencia o sector Nacional N° 781, 31 de julio, 2001). La investiga-
de la comunidad. Tampoco es posible determinar ción se financió con una Doctoral Dissertation
con certeza si las prácticas y el saber religioso aso- Improvement Grant (#BCS-0105252) de la Natio-
ciados con estas ceremonias eran monopolizados por nal Science Foundation. Una beca de Sigma-Xi,
algún sector de especialistas. De haber sido así, es- the Scientific Research Society ayudó a solventar
tas ceremonias podrían haber constituido un ámbito en parte los fechados radiocarbónicos. El apoyo
de negociación de identidades sociales y políticas, financiero de Binghamton University (SUNY) y
y tal vez una arena en la cual se desenvolvieron pro- Fundación Antorchas (Argentina) fue esencial para
cesos de incremento de la desigualdad social que completar la tesis doctoral en la que este trabajo se
llevaron a la marcada estratificación social y cen- basa. Agradezco a Aparicio Medina por la autori-
tralización política asociados con el surgimiento zación para trabajar en su propiedad, y a los parti-
de la sociedad Huari en el Horizonte Medio. cipantes del Proyecto Arqueológico Ñawinpukyo,
Si bien, como ya se señaló, Anders (1986) ar- en especial, Martha Cabrera (codirectora); Walter
gumentó que las montañas sagradas constituyeron López, Teresa Limaylla, Manuel Lizárraga, Irela
una parte muy importante de la cosmología Huari, Vallejo, Ismael Mendoza, Edgar Alarcón, Diana
al punto de basarse en ellas la organización territo- Tamburini, y los trabajadores que participaron en
rial del estado, no encontramos en Ñawinpukyo las excavaciones. Un agradecimiento especial para
evidencias que indiquen una continuación clara de William Isbell, José Ochatoma y Alberto Carbajal
la veneración pública de los cerros durante el Ho- por su colaboración y asesoramiento constante a
La veneración de montañas en los Andes preincaicos: el caso de Ñawinpukyo… 163

lo largo de todas las etapas del proyecto. Por últi- luadores anónimos de Chungara, Revista de An-
mo, agradezco las útiles observaciones de los eva- tropología Chilena, que revisaron este trabajo.

Referencias Citadas

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Notas

1 Se incluye bajo esta designación una extensa área geográ- 3 El interior de la Plaza Este se usa actualmente con fines
fica que se extiende más allá de los límites del valle de agrícolas. El uso del arado es probablemente responsable
Ayacucho propiamente dicho, incluyendo las provincias de de que este alineamiento de piedras, así como otros que
Huanta, Huamanga, Víctor Fajardo, Lucanas y Cangallo podrían haber existido en el centro de la plaza, no se haya
en el Departamento de Ayacucho, y las provincias de Aban- preservado. La parte noroeste del edificio circular también
cay y Andahuaylas en el Departamento de Apurímac. parece haber sido afectada por este mismo proceso.
2 El toponímico Rasuwillka (también escrito Raswillka o 4 La presencia de un fragmento de cúbito humano entre los
Razuwillka) se origina de la combinación de dos términos huesos de camélido podría sugerir la existencia de sacrifi-
quechuas: rasu, que significa nieve o hielo, y que se usa cios humanos en Ayacucho en esta época. Los sacrificios
normalmente para referir a una montaña nevada, y willka humanos a las deidades andinas, y a los dioses de la mon-
que generalmente significa nieto. Sin embargo, el término tañas en particular, eran comunes en tiempos incaicos (Rein-
willka o villca (este ultimo utilizado por Guamán Poma hard 1985; Schobinger y Cerutti 2001), y algunos estudios
(1980:193[1615]) al referirse a esta montaña) puede tener etnográficos han sugerido también la posibilidad de que
un significado más amplio. Así, Glowacki y Malpass sacrificios humanos propiciatorios a las montañas ocurrie-
(2003:436, Nota 7) señalan que villca también significa ran hasta tiempos relativamente recientes (Favre 1967:131).
“abuelo,” o “tatarabuelo,” y por extensión “ancestro,” pu- Sin embargo, la presencia de un único fragmento de hueso
diéndose, además, utilizarse en forma intercambiable con podría también responder a otras causas, como el uso de
el término huaca, o persona, lugar u objeto que posee cua- huesos humanos como objetos rituales o como parte de
lidades sobrenaturales. Por su parte, Bolin (1998:260) in- cultos a los ancestros.
dica en su glosario de términos quechuas que tanto willka 5 Flannery et al. (1989:86) señalan que en rituales observa-
o villca significan “sagrado,” con lo cual una posible tra- dos por ellos en la puna cercana a Ayacucho, en ocasiones
ducción del toponímico resultaría “nevado sagrado”. parte de la carne del animal sacrificado es secada y trans-
formada en charki para un consumo diferido.

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