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INGENIEROS JÓVENES
WILLIAM E. WICKENDEN
Original Publicado y Distribuido por: Según versión española
ENGINEEERS’ COUNCIL de la revista técnica I E M
FOR PROFESIONAL
DEVELOPMENT
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UNA GUÍA PROFESIONAL PARA INGENIEROS JÓVENES
WILLIAM E. WICKENDEN
ENGINEERS’ COUNCIL
FOR PROFESSIONAL
DEVELOPMENT
Capítulo I
LA HERENCIA DEL INGENIERO
La Ingeniería fue un arte durante largas centurias antes de que se convirtiera en ciencia. Sus
orígenes datan desde la más remota antigüedad. El joven ingeniero puede decir, con verdad y orgullo.
“Soy el heredero de las edades. Tubal-Caín, a quien el Génesis sitúa siete generaciones después de
Adán y a quien describe como el instructor de cada artífice en el latón y el hierro, es el padre legendario
de mis habilidades técnicas. Los primitivos fundidores de hierro y cobre; los viejos trabajadores en el
bronce y los forjadores del acero; los descubridores de la palanca, de la rueda y del tornillo; los osados
constructores que primeramente utilizaron la columna, el arco, la viga, la cúpula y el friso; los pioneros
militares que diseñaron el ariete y la catapulta; los primeros Egipcios que canalizaron el agua para
regar la tierra; los Romanos, que construyeron grandes carreteras, puentes y acueductos; los artistas
que levantaron catedrales Góticas; todos ellos son mis antepasados. No todos ellos son sin nombre.
Ahí están: Herón de Alejandría; Arquímedes de Siracusa; Roger Bacon, el monje de Oxford; Leonardo
da Vinci, el genio polifacético; Galileo, el padre de la mecánica; Volta, el físico; el versátil Franklin.
Están también los genios autodidactos de la revolución industrial: Newcomen, el mejorador del hierro;
Smeaton y Watt, los fabricantes de instrumentos; Telford, el allbañil de la piedra; y Stephenson, el
bombero de las minas; Faraday y Gramme; Perronet, Baker y Roebling; Siemens y Bessemer; Lenoir
y Levassor; Otto y Diesel; Edison, Westinghouse y Steinmetz; los hermanos Wright y Ford. Ellos son
representantes de los que abrieron el camino cuyos pasos sigo”.
El joven ingeniero puede muy bien sentirse orgulloso como el heredero de una gran tradición.
El simple hecho de recitar estos nombres es marcarlo como una tradición democrática, una que
ha reconocido no la aristocracia, sino el genio. Un sano instinto ha trabajado para mantener a la
ingeniería como una carrera abierta a los talentos, sin dejarla endurecer en una casta aprendida.
Su infalible fuente de fertilidad ha sido una mezcla de los esfuerzos de hombres que han creído
en el trabajo manual y de hombres de profunda ciencia. El espíritu de la ingeniería es tanto
cosmopolita como democrático. Las líneas nacionales nunca han impedido su progreso. Las ideas
Árabes de cantidad, las ideas Griegas de forma, la solidez Romana, la imaginación Italiana, la
precisión Francesa, la practicalidad Inglesa, la minuciosidad Alemana, la tenacidad Escandinava,
y la versatilidad Americana, todas han dejado su huella en ella. La colaboración internacional ha
sido notable en tiempos de paz y cuando ha sido interrumpida por la guerra rápidamente se ha
restablecido.
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Por instinto y tradición, los ingenieros son buenos colaboradores. Un buen ingeniero se
interesa mucho más en hacer las cosas que en obtener un crédito exclusivo por ellas, por lo que con
gusto da una mano a otros trabajadores. Su impulso natural es compartir su experiencia más bien que
atesorarla como una posesión exclusiva. La ciencia hace progresos lentos hasta que los observadores
comienzan a guardar registros detallados y a organizar grupos cooperativos para poder juntar sus
observaciones y someter sus descubrimientos a un escrutinio crítico. Este intercambio de información
se tipifica en las asambleas y publicaciones de las grandes sociedades nacionales de ingeniería. El
progreso del conocimiento y su aplicación en el viejo mundo fue casi por completo el producto de raros
genios individuales. La esencia del modernismo es que el progreso no espera más al genio; en vez
de ello hemos aprendido a poner nuestra fe en los esfuerzos organizados y coordinados del hombre
común. A esta idea, la ingeniería ha sido un contribuyente de importancia. A ello le debemos el primer
ímpetu para unir a los ingenieros en organizaciones profesionales.
COMIENZOS PROFESIONALES
La ingeniería Británica floreció como uno de los frutos posteriores de la revolución industrial.
En un período en que el sistema educacional Británico ignoraba la ciencia y no tenía más provisión
para el entrenamiento técnico y profesional que el aprendizaje y cuando ningún cuerpo establecido de
practicantes existía para dar al aprendizaje un carácter ordenado, era algo verdaderamente formidable
para un joven entrar a una carrera de ingeniería. La primera organización formal de ingenieros, la
Institución de Ingenieros Civiles, organizada en 1818 y a la que se concedió una carta real en 1828, fue
concebida por sus fundadores para servir como una agencia de educación mutua para suplementar
el entonces prevaleciente sistema de pupilaje. Una relación oficial de la fundación de la Institución,
dice:
“Fue hacia el fin del año de 1817 que unos cuantos caballeros, que comenzaban a vivir,
impresionados por lo que ellos mismos sentían, eran las dificultades con que los jóvenes tenían que
luchar para ganar el conocimiento requisito de la práctica diversificada de la ingeniería, resolvieron
formarse en una sociedad”.
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Los ocho fundadores, que eran principalmente constructores de maquinaria, comenzaron
sus deliberaciones discutiendo el movimiento familiar paralelo de Boulton y Watt. Parece claro que
este grupo no tenía idea de colocarse aparte como una rama distinta de la ingeniería concerniente a
estructuras permanentes y obras públicas cuando escogieron el título de “Ingenieros Civiles”; más bien
su propósito fue distinguirse de los ingenieros MILITARES. El significado especial que ahora asociamos
con ese título parece haberse madurado alrededor de ciertas personalidades, notablemente Thomas
Telfrod, quien, por invitación fue el primer Presidente de la Institución y fuertemente influenció su
carácter. Telford había comenzado como un albañil y se había levantado hasta la eminencia como el
planeador y constructor de grandes obras de construcción. Los pioneros de la revolución industrial
fueron fuertes individualistas y marcaron su carácter en la profesión a medida que se desarrollaba.
Por 1847, el interés dominante de la Institución de Ingenieros Civiles en las construcciones fijas, había
crecido pronunciadamente. George Stephenson, el genio autodidacto que había comenzado como
un bombero analfabeta y que había aprendido a leer en una escuela nocturna para poder dominar
los principios de la mecánica, ganó gran fama como el padre de la locomotora de vapor. Habiendo
encontrado la atmósfera de la vieja sociedad incongeniable y a sí mismo como posiblemente no bien
recibido, Stephenson prestó su influencia a la formación de una nueva sociedad Británica, la Institución
de Ingenieros Mecánicos, cuyos propósitos eran:
Así comenzó el movimiento que ha unido a los ingenieros como una gran hermandad y al mismo
tiempo los ha dividido en una cantidad de ramas organizadas. Es bueno notar ciertas cualidades en
este movimiento que han sido fuertemente marcadas desde su remoto principio hasta la época actual.
Primeramente, había mucho menos interés en crear una casta exclusiva, que en crear los medios de
una ayuda mutua. Segundo, la profesión organizada estaba particularmente interesada en los jóvenes
que estaban tratando de establecerse dentro de sus filas. Tercero, el más fuerte respaldo se dio al
libre intercambio de experiencias y a la amplia publicación del conocimiento, en vez de guardarlo
como un monopolio personal o de grupo. Cuarto, casi tanto peso fue dado a la hermandad social
como una ayuda para el progreso como a las deliberaciones y publicaciones técnicas. Sin reclamar
que es una experiencia única, es seguro el decir que los ingenieros han encontrado un beneficio poco
común, inspiración y satisfacción en esta vida profesional organizada. Es una de sus herencias más
preciadas.
La herencia más preciada del ingeniero es el buen nombre que ha sido ganado por su
profesión. Los hombres, en cualquier escala de la vida tienen un profundo respeto por la manera
recta de pensar característica del ingeniero y su integridad en acción. Los hombres que tratan
con los hechos obstinados e inflexibles de la naturaleza están poco dispuestos a la delicadeza
intelectual y tienen escaso radio de visión para el pensamiento deseable. El pensamiento incorrecto
no servirá en donde las vidas están en juego y se trata con inversiones de millones, ni hay espacio
para hombres que son meramente “hábiles” o suaves, o listos. El hábito de la integridad, tanto en el
pensamiento como en la acción es tan indispensable al ingeniero como lo es el hábito de la limpieza
a un cirujano.
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Como en tantas otras esferas de la vida, cuando un juego de atributos se marca fuertemente,
otros pueden estar menos desarrollados. El ingeniero usualmente tiene los defectos de sus virtudes.
El hecho preciso de que es supremo en algunos dominios propicia el que sea menos extraordinario en
otros. Es mejor ser tanto un buen especialista como un buen miembro de equipo, que intentar ser de
todo para todos. El ingeniero es habitualmente verdadero cuantitativo, analítico e impersonal en su
manera de pensar, una virtud definida en su dominio de responsabilidad; su capacidad de pensamiento
juicioso, balanceando la evidencia en conflicto es generalmente menos pronunciada; y sus facultades
intuitivas, que pueden darle luces sobre los motivos y reacciones de otra gente, están por lo general
tan sombreadas por sus hábitos analíticos, que puede faltarle el don instintivo para la evaluación y el
manejo de situaciones puramente humanas. Su fuerte sentido de integridad puede hacerle pensar del
bien y el mal en términos de negro y blanco; puede parecer algo inflexible, cuando un abogado cuyas
ideas de bueno o malo son más relativas podría ser más experto en resolver un compromiso.
El ingeniero usualmente es demasiado recto para política ingeniosa o diplomacia suave. Por
otra parte, es demasiado pragmático en asuntos que conciernen a los sistemas políticos y económicos
para ser un seguidor dogmático de cualquier partido, juzgando que cualquiera es bueno mientras
salga adelante. Una consecuencia es que rara vez un ingeniero descuella en la política. Cuando
un ingeniero es elegido para un cargo público, más bien sucederá en una etapa adulta de su carrera
y en reconocimiento de sus elevadas cualidades administrativas. Herbert Hoover y Ralph Flanders
son casos típicos. En sus primeros años el ingeniero se considera como demasiado ocupado para
desempeñar tareas políticas o para subir la larga escalera de la preferencia del partido.
Pero si el rol del ingeniero como líder político ha sido el menor, su liderato en la industria ha
sido conspicuo y dinámico. La lista de los ingenieros está tachonada con nombres como Roebling,
Edison, Westinghouse y Ford, quienes son atesorados como activos mayores en las industrias que
han creado y llevado hasta la grandeza. El liderato en la industria pertenece al ingeniero no solamente
como un creador de estructuras, materiales, máquinas y servicios técnicos, sino también como el
organizador del trabajo de otras gentes. El fue el creador de la Gerencia Científica cuya meta es el
sacar las conjeturas no solamente de los procesos y productos sino de cada posible elemento desde
el financiamiento hasta las utilidades. El Bell Telephone System es un ejemplo industrial típico que
ha reducido las conjeturas a un grado impresivo; en parte por la investigación, por estandarización
de equipo y estableciendo unidades de medida y metas de ejecución para todas sus operaciones
repetidas; en parte por la cerrada integración de las funciones de desarrollo, manufactura y operación;
y en parte por el pronóstico de sus cargas, tráfico, impuestos, gastos, programas de construcción y
necesidades de capital. Su política no es la de vigilante espera para oportunidades de hacer negocios,
sino la de investigación deliberada por análisis de ingeniería por adelantado, en qué tiempo, qué
lugares y formas y en qué cantidades una inversión o gasto puede efectuarse para que rinda el máximo
en economías o mejoras en servicio. Es indudablemente el proyecto de ingeniería más completo en
América, si no en el mundo, y su consistente prosperidad y la estima universal de que ha disfrutado en
una atmósfera pública incitada políticamente a no hacer migas con “los grandes negocios”, son tributos
a un liderato en que los ingenieros han tenido un gran papel.
La experiencia indica que el ingeniero-ejecutivo puede adquirir un rol dominante en ciertos tipos
de empresas y solamente secundario en otras. El hábito del ingeniero de la precaución y el instinto
de seguridad, nacido del deseo de ser tan recto como sea posible en todo tiempo, lo lleva a reservar
su juicio hasta que toda la evidencia está a mano y la brecha de la incertidumbre se reduce al mínimo.
Su conciencia instintiva se centra en la economía por medio de la eliminación de desperdicio, más que
obtener utilidades de una explotación ilimitada. Las mismas cualidades que lo hacen altamente
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efectivo en su propio dominio tienden a incapacitarlo para decisiones intuitivas rápidas, para riesgos
especulativos y para tratar con los aspectos impredecibles de la naturaleza humana. Las ventajas
están a su favor donde el éxito se engrana sobre economías en la producción, en crear y mantener
una planta intrincada, en sostener un servicio complejo en operación contra desventajas físicas, o en
vencer el riesgo de que toda la empresa pueda ser sobrepasada por algún nuevo invento o producto de
investigación. El ingeniero es menos indicado para dirigir donde el principal elemento es con finanzas,
riesgos, o mercadeo de bienes de consumo; pero las ventajas le favorecen en donde la competencia
gira más bien alrededor de costos que de promoción de ventas; también en donde el trabajo tiene que
ver con habilidades mecánicas más que con servicios personales o trabajo de escritorio o mostrador.
La herencia de la ingeniería da un alto lugar al orgullo del logro más que al orgullo del lugar,
percepción o ganancia. Casi todos los ingenieros famosos han llevado su grandeza modestamente.
Los ingenieros han, en algunos casos, acumulado grandes fortunas por sus inventos y de las empresas
que han fundado, pero la mayoría de estos grandes hombres se han contentado con modestas
recompensas monetarias. Cuando se suma toda la cuenta, su contribución al avance del hombre ha
sido extraordinariamente desprendida. Ciencia y tecnología han crecido como un arrecife de coral,
principalmente por la contribución de millones de hombres, ahora sin nombre, que han encontrado un
sentido de satisfacción en la fabricación de una gran civilización. El joven ingeniero de hoy tiene por
lo tanto la retadora oportunidad de contribuir con su parte a esta creciente herencia.
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Capítulo II
EL UMBRAL
Antes de planear nuestro curso hacia delante, veamos dónde estamos y cómo hemos llegado
aquí. Los propósitos fundamentales de los colegios y universidades en la vida de nuestra civilización,
son el recoger, conservar, correlacionar y transmitir el conocimiento; también, enfatizar la importancia
y promover el desarrollo de las cualidades éticas y espirituales de la raza humana hacia el objetivo de
producir ciudadanos inteligentes, capaces de un liderato responsable, que estén animados por sanos
ideales y dedicados al bien común. A este proceso le llamamos educación. Las escuelas y colegios
no pueden dar una educación a cualquiera, pero sí asumen la obligación y responsabilidad de ofrecer
a sus estudiantes las facilidades para adquirir una educación.
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hombre es un animal social, dotado con un intelecto sobre el que puede dirigirse una educación; que
no estaría así dotado a menos que su último fin fuese ejercitar sus dones para que la humanidad
pudiese vivir en un conjunto armonioso. Estos pensamientos son particular y peculiarmente aplicables
al ingeniero ya que es él quien tiene más que ver con la creación, el desarrollo, la construcción, la
instalación y la operación de la mayoría de los elementos físicos que intervienen en la vida moderna.
¿QUÉ ES LA INGENIERÍA?
La “Ingeniería”, en una definición amplia, es la combinación de arte y ciencia por la que los
materiales y la fuerza de la naturaleza se tornan útiles a la humanidad. Un ingeniero, definido en forma
similar, es una persona específicamente entrenada y experimentada en la planeación y desarrollo de
estructuras y aparatos, y en supervisar los procesos para lograr este objetivo. Estamos completamente
rodeados por, y dependemos de, el trabajo de los ingenieros. El vapor, gas, aceite, electricidad,
suministro de agua, comunicaciones y sistemas sanitarios que sirven a nuestros hogares e industrias;
nuestras minas; fábricas, herramientas y máquinas; las carreteras, ferrocarriles, aeroplanos y otros
medios por los cuales viajamos; y por otras cosas demasiado numerosas para mencionarlas. Sobre
las realizaciones del ingeniero, esta civilización ha llegado a depender en un grado sin precedente;
para los alimentos que tomamos, la ropa que usamos, el abrigo con el que nos protegemos de los
elementos; en suma, por el contenido material de nuestra civilización, sin el cual habría una seria
regresión en el nivel de vida humano.
Desde la antigüedad, la esclavitud o el trabajo forzado de los muchos, ha sido la fuente de la producción
que ha mantenido las varias civilizaciones pasadas de la historia.
Ahora, sin embargo, las máquinas fabricadas por el hombre y el encadenamiento de los
recursos naturales, está relevando progresivamente a la humanidad de los apuros de una tarea física
opresivamente pesada y está proporcionando oportunidades mejores para el desarrollo de la mente y
el espíritu. Esta es la retadora oportunidad –y responsabilidad- del ingeniero y su profesión.
LO QUE SE NECESITA
En un grado muy determinado, el joven ingeniero debe tener, a medida que entra en su carrera,
y ciertamente debe desarrollar consciente y progresivamente a medida que la continúa, algunas
cualidades muy específicas. Algunas de estas cualidades son bastante sencillas y algunas son
bastante rigurosas. Incluyen: El Coraje y la Integridad, un fuerte propósito de determinación, sed de
conocimiento, imaginación, juicio sano, precisión de pensamiento, instinto para la economía, el hábito
de pensar retroactivamente de efecto a causa, aptitud para el liderato, ingenio y capacidad para el
trabajo arduo.
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Al pensar sobre estos puntos en los párrafos siguientes, puede ser más fácil en algunos casos
señalar los “No” que los “Sí”, ya que es más fácil reconocer las deficiencias que han sido un obstáculo
para los hombres que estimar el grado de éxito a que los pueden llevar sus talentos personales.
EL CORAJE Y LA INTEGRIDAD son los requisitos primaros para un ingeniero de éxito. No debe
continuarse en la ingeniería si se tiene temor a tomar riesgos calculados y a tomar decisiones sobre
la base de la información a la mano, ya que muy rara vez será posible tener una respuesta segura
por anticipado para cualquiera de los problemas mayores de la ingeniería. No hay que dedicarse a
la ingeniería si se está satisfecho solamente con “salir adelante”; el trabajo poco cuidadoso no tiene
lugar en donde se arriesgan vidas humanas y fuertes inversiones. Los ingenieros tratan con las leyes
de la naturaleza. Estas leyes son fijas e inexorables. El ingeniero practicante, por lo tanto, debe ser
rigurosamente honesto en pensamiento y en acción; ningún grado de brillantez permitirá a un individuo
que tenga que tratar estos asuntos, ignorar o tratar de distorsionar aún las más sencillas leyes de
la naturaleza. No hay que dedicarse a la ingeniería a menos que se esté dispuesto a vivir bajo un
código inflexible de trato íntegro y honrado. El hábito del pensamiento recto, de la acción honrada, son
tan importantes para el ingeniero como lo es el hábito de la limpieza para el cirujano. Las leyes del
hombre pueden ser propuestas, enjuiciadas, apoyadas o derogadas, de acuerdo con los impulsos de
la mente humana. Las leyes de la naturaleza, sin embargo, requieren rectitud y hombría si se quiere
evitar el desastre o la pérdida de dinero o materiales. La ingeniería no tiene lugar para hombres que
son meramente listos o hábiles. La argumentación pronta y la discusión no pueden ser substitutos de
la integridad que un ingeniero debe poseer.
UNA SED DE CONOCIMIENTO es un atributo que debe poseerse por todos los individuos
que esperan tener éxito en la vida profesional. El ingeniero en particular debe tener la inclinación
activa nata de llegar hasta las verdades fundamentales de las matemáticas, la física y la química.
Ningún progreso substancial puede lograrse en la adquisición del conocimiento sin regresar al uso
de un proceso continuo. Un prominente educador ha dicho: “la adquisición del conocimiento es
como sostener una antorcha en la obscuridad –a medida que la antorcha parece mayor, mayor es la
obscuridad que puede verse”.
LA CAPACIDAD DE BUEN CRITERIO es una cualidad nata. Como la inteligencia natural, esta
característica no puede ser creada en un individuo, aunque definitivamente puede ser desarrollada,
refinada, agudizada. El ingeniero de éxito debe ser capaz de ver todos los aspectos de una cuestión o
problema, debe ser capaz de colocar un valor adecuado sobre cada fase de una situación y debe ser
capaz de prever y estimar las consecuencias que probablemente resultarían de cada paso dado en
la solución de su problema o proyecto. La capacidad de buen criterio permite al ingeniero diferenciar
entre proyectos factibles y meras promociones especulativas; entre la solución de un problema y el
encubrimiento de una situación indeseable por engaño o estratagema; entre el rendimiento de un
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servicio a la humanidad y la adquisición de gloria puramente personal; entre la conducta ética y la
chapucería.
PRECISIÓN de pensamiento y acción es cualidad esencial para el ingeniero y debe cultivarse por
toda persona que espere tener éxito en cosas técnicas. Puede decirse con énfasis considerable, que
no debería tomarse la ingeniería por personas de características descuidadas o casuales. La precisión
del pensamiento no solamente sale del diario fermentar estas tareas, que son esenciales al objetivo
en mano, sino que más bien hace posible las soluciones técnicamente confiables y económicamente
sanas que se requieren para convertir las ideas en realidades útiles.
UN INSTINTO PARA LA ECONOMÍA, es un requisito primordial para el ingeniero con éxito. Hay
una distinción que debe discernirse entre lo barato y lo económico. En un proyecto de ingeniería, no es
necesariamente la forma más barata de hacerlo lo que es de capital importancia, sino la forma en que
producirá los resultados más efectivos o los mayores réditos útiles por el dinero y esfuerzo empleados.
Este instinto para la economía debe aplicarse no solamente a los materiales, sino a los hombres y a
los esfuerzos de los hombres, ya que los proyectos de ingeniería se traducen de ideas a realidades
primariamente a través de los esfuerzos coordinados de mucha gente y por lo tanto, el trabajo de
equipo y a la fuerza humana adecuadamente organizada, son de cardinal importancia en la economía
general de cualquier proyecto.
INGENIERO, es otro requisito primario para una carrera de éxito en la ingeniería. Puede decirse
que la necesidad es la madre de la invención, entonces, por razonamiento similar, debe admitirse que
el ingenio es el padre de la invención. La necesidad y el ingenio van mano con mano en el logro de los
inventos, desarrollos y aplicaciones que figuran tan prominentemente en el trabajo de los ingenieros.
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Sin el ingenio, la tela de que se compone la ingeniería literalmente se reduciría a hilos sin tejer. Los
practicantes que son capaces de tomar situaciones comunes y aplicar imaginación de concepción e
ingenio para producir y mejorar los resultados, son aquellos que contribuyen grandes beneficios a la
humanidad.
El idioma es una herramienta que puede proporcionar máxima efectividad a cualquier otra
cualidad que tenga el ingeniero y sin la cual todas las demás cualidades se verán inutilizadas o
desinteresadas. Todos los ingenieros, y especialmente los jóvenes harán muy bien en prestar una
atención constante a esta fase de su auto entrenamiento.
VISUALIZANDO AL INGENIERO
Todos conocemos muchas de las cosas que hacen los ingenieros, pero los jóvenes a menudo
encuentran difícil hacer un retrato mental de los hombres que las hacen. No se puede visualizar a un
ingeniero a menos que pueda verse lo que está sucediendo en su mente. Puede verse a un hombre
sentado en un escritorio, revisando un montón de papeles, consultando libros ocasionalmente y
haciendo cálculos, pero no puede verse su mente excavando los hechos, arreglándolos de acuerdo
con las leyes de la naturaleza y comparándolos con experiencias anteriores para poder determinar
cuántos mensajes telefónicos, telegráficos, de teletipo o de televisión pueden enviarse conjuntamente
por un cable axial. O puede verse a un hombre viendo a través de un microscopio, o girando un
cuadrante, o balanceando ruedas, o colocando un pedazo de metal en una máquina que va a sacudirlo
a muerte, pero no puede verse su mente arreglando una serie de pruebas y mediciones que le dirán si
un nuevo tipo de aleación “aguantará” en las hélices de los aviones.
Quizá lo que se vea es un hombre colocando números y marcando lugares en un plano, pero
no puede vérsele haciendo un plano mental de dónde y cuándo debe ensamblarse cada componente
de un automóvil y qué es lo que debe hacer cada trabajador en la línea de ensamble. Se verá a un
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hombre tenso parado en la orilla de una excavación, aparentemente dando órdenes a alguien allá
abajo, pero no puede saberse que han encontrado en el fondo arenas movedizas y que está pensando
rápidamente cómo salvar y evitar la pérdida de semanas de trabajo. Puede verse a un hombre
hablando por teléfono, pero no puede saberse que un cable, transportando miles de caballos de fuerza
se acaba de quemar y no puede oírse como dice a la cuadrilla la forma de limpiar el área, proteger
vidas y propiedades, reanudar el servicio y evitar la repetición del problema. Puede verse a un hombre
dibujando líneas midiéndolas, borrándolas, cambiándolas, pero no puede verse la máquina que está
construyendo en su imaginación, estudiándola y probándola críticamente a medida que la transporta al
papel. Puede verse a un hombre calculando sus impuestos o su presupuesto familiar, pero lo que no
puede verse es que se está alistando para probar al presidente de su compañía que sería útil vender
maquinaria en buen estado que vale un millón, y gastar dos millones en maquinaria más nueva y
eficiente.
Las cosas que pueden verse son puramente detalles superficiales. Lo que no puede verse son
las realidades de la ingeniería. Lo que se necesita para ser un ingeniero no son ciertas habilidades,
sino un cierto tipo de mente, respaldado por bastante coraje, persistencia, honradez y sentido común.
Esta pequeña serie de instantáneas puede sugerir que un ingeniero debe tener una mente que recoja
y organice los sucesos, una mente analítica, una mente llena de recursos, una mente constructiva.
Sugieren que mientras un ingeniero trabaja la mayor parte con materiales y máquinas, también
trabaja con hombres y dinero. Cuatro son las cosas que debe tener un ingeniero: UN DOMINIO
DE LA CIENCIA APLICADA, UN INSTINTO PARA LA ECONOMÍA de esfuerzo y costo, EL PODER
DE VISUALIZAR IDEAS por la imaginación y el PODER DE EXPRESAR las ideas con claridad en
forma hablada, escrita, o por medio de dibujos, a los demás hombres. Un carácter sano también es
indispensable, en igual forma que una buena salud. A medida que los ingenieros maduran, tres cuartos
de ellos toman responsabilidades ejecutivas y no pocos llegan a ser ejecutivos pura y simplemente.
Solamente en casos muy raros llega lejos un ingeniero sin un buen entendimiento y comprensión de la
naturaleza humana y del arte de manejar a los hombres.
¿Habrá oportunidades en las profesiones técnicas para los jóvenes de hoy? La respuesta es SÍ
y puede subrayarse fuertemente. El trabajo del ingeniero debe permitir amplio espacio para crecimiento
y expansión. La segunda guerra mundial nos trajo relativamente poco conocimiento fundamental, pero
aceleró inmensamente la explotación técnica del conocimiento que ya teníamos. Se necesitará una
gran cantidad de investigación para restaurar las existencias de ideas utilizables y una gran cantidad
de trabajo de desarrollo, para convertir aparatos bélicos como el radar, cohetes, propulsión a chorro
y pilas atómicas, en productos pacíficos. La nueva generación va a prospectar nuevas fuentes de
valores en los laboratorios de investigación. Hace un siglo la fortuna oculta que instigó a los hombres
hacia la aventura fue el oro de California, el cobre de UTAH, los depósitos de hierro del Lago Superior,el
carbón de los Apalaches y el petróleo de Pensilvania y Ohio. Esa era parece estar por terminar.
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El laboratorio es ahora la puerta abierta hacia la aventura. En vez del minero que accidentalmente
descubriera los depósitos del desierto de Mesabi, es el químico que encuentra la forma de extraer
magnesio del agua de mar y el físico que abre las energías de los núcleos atómicos quienes abren los
caminos para nuevas riquezas.
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