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sobre los otros; todas cumplen una función de vital importancia para el
mantenimiento de nuestro sistema jurídico civil.
§ 2. UBICACIÓN
Con la promulgación del nuevo Código Civil (1984), sin duda alguna
que se han establecido algunos cambios singulares en nuestro sistema,
debiendo resaltarse el hecho que se ha conseguido aglutinar en el libro
sexto del actual código toda la normativa que directamente se refiere a
las obligaciones de naturaleza patrimonial; sin embargo, esto no signifi-
ca que los cambios efectuados en la actual legislación sobre materia
obligatoria hayan determinado un cambio radical de las normas relati-
vas a las obligaciones. En esencia, las instituciones contempladas tanto
en el Código Civil de 1936 como en el actual no difieren sino en aspectos
menores, habiéndose mantenido el sentido de las normas anteriormente
legisladas.
El Libro de las Obligaciones legislado en el Código Civil de 1936 se
había conformado sobre la base de cuatro partes fundamentales del de-
recho civil (las obligaciones propiamente dichas relaciones jurídicas
de naturaleza patrimonial, las fuentes de las obligaciones en las que
se incluyen a los contratos, otras fuentes voluntarias y fuentes no volun-
tarias, el acto o negocio jurídico, la prescripción y la caducidad); esta
era una de las razones por la cual el código anterior contaba únicamente
con cinco libros y no con diez como el actual.
En el código vigente se legislan las materias, tratadas en el código
anterior en el libro quinto, en cuatro libros: el acto jurídico se legisla en
el Libro Segundo del vigente código civil; las obligaciones propiamente
dichas han sido normadas ene libro sexto; las fuentes de las Obligacio-
nes se regulan en el Libro Séptimo; y, la Prescripción y la Caducidad, te-
ma fundamental del derecho en general, hoy se hallan legisladas en el
Libro Octavo. Es decir, en el actual código civil se han aglutinado casi ex-
clusivamente a las normas que atañen a las obligaciones propiamente
dichas en un solo libro. Respecto de esta atomización, considero que se
justifica plenamente la separación que se ha hecho del acto jurídico, la
prescripción, la caducidad; en los demás supuestos, no tiene justifica-
ción suficiente un acontecimiento como el denunciado. Sólo por razones
didácticas en la enseñanza universitaria conviene una separación clara
respecto de las fuentes de las obligaciones (derecho de los contratos y la
responsabilidad extracontractual). La prescripción y la caducidad han
debido ser tratadas en el interior del acto jurídico como normas aplica-
bles a todos los sectores del derecho. Creemos que no son diez los temas
fundamentales y más importantes dentro del Derecho Civil, pudiendo
haber sido suficiente la elaboración de 5 ó 6 libros en el nuevo CC. Con
relación al acto o negocio jurídico, queda una observación final, las nor-
mas que lo integran en el libro segundo, en realidad son normas de ca-
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pues en muchos casos, permitirá tener una visión más cercana de la di-
rección que se pretendió otorgar a cada dispositivo legal, dejando cons-
tancia que lo que deberá primar siempre es lo que el precepto finalmen-
te proyecta desde su vigencia y no tanto lo que el legislador quiso pro-
gramar, pues la norma, por lo general, discurre por causes que van más
allá de lo que el legislador quiso o pretendió proyectar.
§ 4. SUS VINCULACIONES CON OTRAS RAMAS DEL DERECHO
El Derecho de Obligaciones se relaciona con otras ramas del dere-
cho privado; sin embargo, sus relaciones con los derechos más impor-
tantes de nuestro ordenamiento civil se han puesto en evidencia al ano-
tarse una concepción sistemática de cada categoría considerada en
nuestro ordenamiento jurídico nacional. Por razones didácticas voy a re-
ferirme únicamente a las relaciones con algunos de los sectores del de-
recho civil, sin negar la existencia de relaciones con otras partes del
mismo. Asimismo, es indudable que las relaciones del derecho de las
obligaciones exceden el ámbito civil y se proyectan sobre otras materias
(derecho comercial, laboral, etc.).
1. VINCULACIÓN CON EL ACTO JURÍDICO
Sin duda que una de las funciones más importantes del acto jurídico
es la creación de relaciones jurídicas, considerada la misma como una
generalidad. Si bien a través del acto jurídico se crean todo tipo de rela-
ciones jurídicas, debe admitirse que una de estas relaciones jurídicas
causadas mediando una manifestación de voluntad es la obligación, en-
tendida como una vinculación que se da entre un sujeto denominado
acreedor y otro llamado deudor.
Incluso es posible que mediante un acto jurídico no contractual se
generen relaciones jurídicas especiales, como la relativa a los esponsa-
les, cuyos efectos, llegan a ser previstos por las obligaciones (inejecución
de las obligaciones) cuando uno de los promitentes incumple lo prome-
tido. Es evidente que también constituyen fuentes de las obligaciones
determinados actos jurídicos no contractuales.
Puede decirse que el acto jurídico cumple, entre otras, una función
primordial, la creación de relaciones jurídicas. La obligación es una rela-
ción jurídica que definitivamente no es creada directamente por el acto
jurídico, sino por el contrato, lo que tiene absoluta coherencia si enten-
demos que el contrato es probablemente el acto jurídico por excelencia.
La vinculación entre la obligación y el acto jurídico es indirecta, quien
directamente la genera es el contrato (entre otras varias fuentes).
2. VINCULACIÓN CON EL DERECHO DE FAMILIA
En el derecho de familia se identifican, normalmente relaciones ju-
rídicas de naturaleza familiar como el matrimonio, el reconocimiento de
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un hijo, etc., todas ellas desligadas del aspecto patrimonial; sin embargo,
también pueden darse relaciones jurídicas patrimoniales, como en efec-
to se establecen con relación a los deberes alimentarios que se originan
por los vínculos familiares. En estos supuestos se establecen derechos
subjetivos (de crédito) y deberes jurídicos concretos; es decir, se atribu-
yen derechos subjetivos al alimentista y en contrapartida, se imponen
deberes jurídicos concretos al alimentante. Es incuestionable que se ha-
bría generado una obligación institucional; sin embargo, ha de anotarse
que las relaciones jurídicas generadas, en el caso de los alimentos, son
de naturaleza especial (institucional) pues, según lo establece el artículo
487 del Código Civil, el derecho de pedir alimentos es intransmisible,
irrenunciable, intransigible e incompensable; características que no se
presentan en el caso de las reclamaciones referidas a las obligaciones o
relaciones obligatorias.
3. VINCULACIÓN CON EL DERECHO DE SUCESIONES
El artículo 660 del Código Civil señala que desde el fallecimiento de
una persona sus bienes, derechos y obligaciones se transmiten a sus su-
cesores. Hay en el precepto una indicación clara sobre la transmisión
mortis causa de las obligaciones. En realidad el numeral acotado, utiliza
el vocablo obligación como sinónimo de «deber», pues lo que parece
transmitirse es el deber jurídico concreto impuesto al sujeto fallecido,
salvo que se trate de una obligación personalísima. No obstante la ob-
servación efectuada, es incuestionable que el artículo al anotar como
componentes de la transmisión a los derechos (derechos subjetivos) y
obligaciones (deberes jurídicos concretos) en realidad está aludiendo a
una relación jurídica, la misma que puede tener un componente patri-
monial (en cuyo caso sería una relación obligatoria) o no patrimonial. Lo
cierto es que también con el derecho sucesorio se establece una directa
vinculación, con mayor razón si el artículo 1218 del Código Civil regula
la transmisión de las obligaciones por causa de muerte.
4. VINCULACIÓN CON EL DERECHO REAL
Las relaciones con el derecho real también son bastante estrechas,
dado que, por lo general, es a través de la obligación que se genera un
derecho real; o si se quiere es la obligación el vínculo que finalmente de-
termina la creación de un derecho real, para ello basta constatar el con-
cepto que en doctrina se da de las obligaciones de dar, las mismas que
contemplan la entrega de un bien a cargo del deudor, a favor del acree-
dor, para que, en muchos casos, se constituya sobre el mismo un dere-
cho real.
5. VINCULACIÓN CON EL DERECHO DE LOS CONTRATOS
Con respecto a los contratos, el asunto es paradigmático, sería in-
concebible una noción de la obligación sin considerarse al contrato co-
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CAPÍTULO SEGUNDO
CONCEPTO DE OBLIGACIÓN
§ 8. ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA OBLIGACIÓN
La palabra obligación proviene de la voz latina obligatio; la que a su
vez se halla integrada de la proposición acusativa ob que significa delan-
te, a causa de, junto o cerca de, al rededor de, en torno de, etc.; y, del
verbo transitivo ligare, que significa atar, sujetar, amarrar, ligar. Enten-
dida desde esta perspectiva, la obligación romana denunciaba un nexum
(nectare) (atamiento) del deudor respecto del acreedor. Debe entender-
se que este atamiento tenía lugar, de modo preciso, cuando el deudor no
cumplía su deber de prestación, a no ser que, desde un inicio hubiese
garantizado con su persona el cumplimiento del mismo.
Si bien en el derecho romano el nexum implicaba un atamiento, hoy
no existe impedimento para designar a la obligación como conexión o
como vinculación, pues se entiende que los sujetos se hallan relaciona-
dos sin que se opere una injustificada primacía de uno de los extremos
de la vinculación, por lo tanto, no se da, en tiempos actuales, el someti-
miento al que aludía la significación etimológica del vocablo obligación.
No se puede imaginar hoy día al deudor sometido al acreedor en térmi-
nos tan drásticos como lo estaba en el derecho romano primitivo (e in-
cluso hasta antes de la Lex Poetelia Papiria); el hecho que el deudor sea
constreñido a cumplir lo prometido no lo coloca por debajo del acreedor
ni es pasible de sometimiento alguno, ni aun e n el caso de la ejecución
forzada por incumplimiento de su deber y siempre con intervención ju-
dicial. Además, el deudor responde no con su persona, sino con sus bie-
nes, de tal modo que el acreedor, cuando ejecuta al deudor lo hace diri-
giendo su atención sobre el patrimonio del mismo, jamás contra su per-
sona. Incluso el deudor, pese a todo, está en la potestad de no realizar la
prestación evitando que el acreedor alcance el objeto de la obligación,
situación legítima que parece no ajustarse al pensamiento romano. Esta
afirmación, sin embargo, no ha sido compartida siempre, de este modo,
entiende que existe un estado de subordinación del deudor al poder del
acreedor una corriente del pensamiento jurídico al señalar que “Cierta-
mente, toda noción, aunque genérica y provisoria, del deber jurídico
como quiera que se entienda este concepto y cualquiera que fuera la
posición que se le asigne respecto de la norma confluye a designarlo
como una situación de subordinación en la cual se encuentra el sujeto
comprometido a un comportamiento que le es impuesto por el ordena-
miento”. Además de no evidenciarse un auténtico estado de subordina-
ción, pues por lo general ambos se han vinculado con la finalidad de
cooperar recíprocamente, el deber de prestación no es impuesto por el
ordenamiento, por lo menos en las obligaciones que nacen del contrato
o de otro acuerdo de voluntades; asimismo, en tanto no se haya produ-
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propios bienes”.
En mérito a ello se explica el hecho que si bien empezaron a ate-
nuarse progresivamente las sanciones con el pasar de los años, éstas se
limitaban al deudor mismo, hasta que en el año 236 antes de Cristo, me-
diante la anotada lex, se elimina toda sanción personal al deudor, reca-
yendo la responsabilidad por incumplimiento exclusivamente sobre sus
bienes. Esta norma, sin duda alguna, tiene una trascendencia enorme en
las nuevas concepciones del derecho en cuanto a la responsabilidad del
deudor y trae consigo un cambio radical en el contenido normativo de
los efectos por el incumplimiento del deber de prestación, pues se ha de
considerar, en adelante y por influencia de aquella disposición, la elimi-
nación de toda sanción personal en el solvens para dar paso a la respon-
sabilidad del deudor con su patrimonio (no se concibe, en los actuales
tiempos, penalizar el incumplimiento de un deber de prestación de na-
turaleza patrimonial).
Enfocado el asunto en relación a la concepción romana de la obliga-
ción, dos definiciones pueden ser suficientes para revelar la naturaleza
de la obligación romana o, en todo caso, nos conceden la posibilidad de
conjeturar sobre una de las más representativas figuras del derecho ro-
mano, la misma que se explicaba a través de la existencia de una vincu-
lación personal entre acreedor y deudor, a pesar de que, parte de la doc-
trina ha puesto de relieve en aquellas definiciones romanas el aspecto
pasivo de las mismas (la posición del deudor en la relación).
a) Definición de Justiniano. Según Justiniano, “La obligación es un
vínculo jurídico por el que nos obligamos a cumplir algo, según los dere-
chos de nuestra ciudad”. Esta definición ve en la obligación un vínculo
jurídico, la misma que incide exclusivamente sobre la entrega de un bien
(obligación de dar), de tal forma que se verifica la ausencia de los otros
deberes de prestación que pueden formar parte del contenido de la
obligación (obligaciones de hacer y de no hacer). Asimismo, se insinúa
en la definición que la obligación sólo esté regida por el IusCivile, lo que
no parece ser estrictamente cierto. Finalmente, no hay una indicación
expresa al acreedor; sin embargo, debe entenderse que el deber de pres-
tación alude la existencia de un derecho subjetivo, el mismo que es atri-
buido a un sujeto: el acreedor, de tal modo que, aun en esta antigua de-
finición, la obligación es considerada como un vínculo de derecho, el
mismo que, para ser tenido como tal, requiere de dos sujetos contra-
puestos.
b) Definición de Paulo. Indica Paulo que “La substancia de las obli-
gaciones no consiste, en que haga algún cuerpo nuestro o alguna servi-
dumbre nuestra, sino en que constriñe a otro a darnos algo, o a hacernos
o a prestarnos”. A diferencia del contenido de la definición anterior, se
pone de relieve el aspecto activo de la relación obligatoria, al darse real-
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tos sobre extinción y otros efectos de las obligaciones sin ninguna limi-
tación que las que, por la naturaleza de la relación obligatoria impida su
aplicación (no por la naturaleza de la materia regulada, sino por la pro-
pia naturaleza de la figura); por lo tanto, en términos generales, el crédi-
to contenido en una relación obligatoria es trasmisible, renunciable,
transigible y compensable. En cambio, tratándose de una “obligación”
institucional (como el caso de los alimentos), por expresa determinación
del artículo 487 del Código Civil, el denominado “crédito” alimentario es
intrasmisible, irrenunciable, intransigible e incompensable. Sin duda
que, desde una perspectiva práctica, resultaría sumamente difícil pre-
tender identificar un crédito estricto (activo de la obligación propiamen-
te dicha) con un “crédito” alimentario (activo de una relación jurídica
familiar u obligación institucional).
Sea como fuere, es decir, entendiendo que en el derecho de familia
nos podríamos hallar frente a una relación jurídica familiar o ya frente a
una obligación institucional, éstas difieren claramente de la «obligación»
propiamente dicha o «relación obligatoria», aun cuando, como se ha vis-
to, en el derecho familiar se genere una obligación con incidencia patri-
monial como lo es el caso de los alimentos, supuesto en el que, deberá
entenderse, no convierte a esta relación familiar en una relación obliga-
toria.
3. CONCEPTO DE OBLIGACIÓN
Asumiendo que únicamente la obligación, considerada como rela-
ción jurídica, satisface nuestras expectativas, desde una óptica estricta-
mente personal, considero que la obligación puede ser conceptuada co-
mo una relación o vínculo jurídico especial de naturaleza patrimonial, es-
tablecido entre acreedor y deudor, por el cual los sujetos vinculados bus-
can que el primero alcance un bien o una utilidad, valiéndose para ello, de
una conducta positiva o negativa a ser desarrollada por el segundo.
Se pueden verificar en la literatura jurídica un enorme número de
definiciones de la obligación, tal vez la que se presenta parezca singular
si se le compara con todas aquellas otras, pues en la misma se incluyen
como componentes de la vinculación tanto al objeto como a la presta-
ción lo que, seguramente, podría llamar nuestra atención, al haberse
considerado tradicionalmente al elemento prestación como la clave para
perfilar una genuina definición de la obligación, y que ahora, va acom-
pañada de otro elemento (objeto) que reclama su inclusión.
§ 12. ANÁLISIS DE LA NOCIÓN DE OBLIGACIÓN
De la noción que se ha proyectado de la obligación se pueden ex-
traer, entre otros, tres ingredientes importantes, pues posibilitan perfi-
lar una definición de la obligación con inclusión de todos sus componen-
tes; sin embargo, debido a su singular orientación, resulta oportuno rea-
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CAPÍTULO TERCERO
DE LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES
§ 1. NOCIÓN DE FUENTES DE LAS OBLIGACIONES
Entiéndase por fuente en forma general como el principio, funda-
mento y origen de alguna cosa. Como fuente de las obligaciones enten-
demos el origen o procedencia de las obligaciones en su aspecto vincular
(Guillermo Cabanellas). Se entiende que no estamos pretendiendo esta-
blecer el nacimiento del Derecho de Obligaciones, sino de las obligacio-
nes en forma específica, ya que todas y cada una de las formas obliga-
cionales se hallan normadas en nuestro CC.
§ 2. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
En el Derecho Romano, más propiamente en la época justinianea se
había realizado una clasificación cuatripartita de las fuentes de las obli-
gaciones, estableciéndose que son fuentes de la obligaciones: a) los con-
tratos; b) los cuasicontratos; c) los delitos; y, d) los cuasi delitos. Nótese
que esta clasificación no incluye, de manera alguna, A LA LEY como
fuente de las obligaciones; sin embargo, la célebre clasificación justinia-
nea ha pasado a varias legislaciones modernas.
Nuestro CC de 1852 contenía 5 fuentes de las obligaciones, era la
misma clasificación cuatripartita justinianea, incluyendo además, a la
Ley como fuente de las obligaciones. El indicado Código ha tomado del
Código Napoleónico las mismas fuentes de las obligaciones.
Planiol ha atacado con toda fuerza la forma como se han establecido
las fuentes de las obligaciones en las legislaciones como en la romana,
francesa, peruana de 1852, y otras similares. Para Marcelo Planiol sólo
existe una fuente de las obligaciones: La Ley. A su entender todas las
obligaciones provienen de la Ley, sin dejar de desconocer la voluntad
de las partes como creadora de las obligaciones pero porque la ley así lo
permite.
No comprende al desarrollo del curso atender a los conceptos de de-
lito, cuasidelito, contrato, cuasicontrato y la Ley, porque su estudio co-
rresponde a otras ramas del Derecho. Sin embargo, conviene, aunque
sea someramente, conceptuar lo que se entiende por CUASIDELITO Y
CUASICONTRATO. En el artículo 2190 del CC de 1852 encontramos una
definición de CUASIDELITO, como Cuasidelitos son unos hechos ilícitos
cometidos sólo por culpa y sin dolo (se trata de hechos cometidos por im-
prudencia, impericia, negligencia y falta de previsión). El cuasicontrato
es un concepto con contenido vacío, se le ha denominado así para seña-
lar a los actos jurídicos similares al contrato y que generan obligaciones.
En la legislación francesa se tiene como cuasicontratos la gestión de ne-
gocios, las estipulaciones en favor de tercero, el pago de lo indebido y en
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CAPÍTULO CUARTO
ESTRUCTURA DE LA OBLIGACIÓN
§ 18. NOCIONES PRELIMINARES
1. MÉTODO PARA LA ESTRUCTURA DE LA OBLIGACIÓN
El contrato suele ser estructurado en atención a presupuestos y ele-
mentos, debiendo los requisitos ser analizados al verificarse cada presu-
puesto y cada elemento. Esta forma metódica utilizada en el examen de la
estructura del contrato, será empleada, en el estudio de la obligación, al
practicarse la construcción de la misma; es decir, al procederse a la edifi-
cación de la relación obligatoria; en todo caso, se pretende esbozar una
estructura de la obligación en mérito a presupuestos y elementos. Esto no
significa, sin embargo, que el contrato y la obligación tengan, necesaria-
mente, los mismos presupuestos. Se busca, simplemente, diseñar una es-
tructura de la obligación acorde con el contrato, máxime si el contrato se
erige como la fuente generadora más importante de la obligación. Ade-
más, todo parece indicarnos que a la obligación nacida del contrato úni-
camente se le puede atribuir presupuestos y no así elementos, dado que,
en mérito a la fuera trascendente del contrato, inclusive los elementos del
contrato se trasladan a la obligación pero como presupuestos.
Varios de los presupuestos y elementos del contrato se identifican
plenamente con los de la obligación; sin embargo, no se da una coinciden-
cia plena. Advertir que la obligación y el contrato no tienen exactamente
los mismos presupuestos y elementos no constituye una afirmación aven-
turada; ha de anotarse, en cuanto a los presupuestos, que el contrato ca-
rece de vínculo jurídico; y, en cuanto a los elementos, la obligación no tie-
ne causa fin. Tal vez por este motivo la doctrina se haya inclinado a es-
tructurar la obligación únicamente delineando para ella “elementos”.
2. FUERZA TRASCENDENTE DEL CONTRATO
La fuerza trascendente del contrato no significa sino que varios de los
presupuestos y elementos del mismo “deben” trasladarse a la obligación
que genera. En nuestro sistema, como en cualquier otro, se materializa el
anotado traslado. Al señalar que varios de los presupuestos y elementos
del contrato se traslada a la obligación que genera el contrato significa, en
cuanto a los presupuestos, que la obligación deberá tener, normalmente,
el mismo punto de referencia objetivo y los mismos sujetos que acorda-
ron su nacimiento (con rarísimas excepciones); asimismo, respecto a la
prestación, teniendo la condición de elemento del contrato, se traslada a
la obligación pero asume, en ésta, la condición de presupuesto (se trata,
por lo tanto, de la misma prestación y no de otra). En el ánimo de verter
una idea comprensible, podemos echar mano al siguiente ejemplo: el con-
trato de arrendamiento; en este contrato se identifican claramente los
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tal manera que bastarían referir sólo a tres de dichos componentes (con-
tando como uno solo el objeto y la prestación); no obstante ello, no cabe la
menor duda que la norma jurídica es esencial para calificar de jurídica a
una relación cualquiera. La vinculación es de tipo normativo, el contenido
de la relación jurídica está regulado por la ley (en muchos casos con la ayu-
da del contrato), con o sin injerencia de la autonomía de la voluntad de los
vinculados.
Siendo la obligación una relación jurídica, lo referido para esta última
es de aplicación a la primera, de tal manera que puede identificarse al
vínculo jurídico como la calificación normativa de la vinculación social.
Esta afirmación no debe llevarnos a concepciones comparativamente
equivocadas si pretendemos equiparar el vínculo jurídico del derecho
romano antiguo con lo que hoy se entiende por vinculación normativa. En
el derecho romano, a diferencia de la concepción actual de la obligación, el
“vínculo” ligaba de manera implacable al deudor a su acreedor; esta “vin-
culación”, este nexo era de índole físico no legal, motivo por el que sería
erróneo atribuirle una calidad estrictamente jurídica (de modo general el
acreedor tenía respaldo gubernamental y esto le daba una dosis de segu-
ridad; pero no es este el sentido que nos interesa resaltar); por esta razón
ha diseñado la doctrina romanista una forma peculiar de justificar el paso
de una a otra etapa para explicar cómo es que “Poco a poco pierde su viejo
carácter de vínculo físico, para convertirse en vínculo jurídico ideal”; es
sumamente ilustrativa la idea que se maneja del derecho romano antiguo,
por aquella doctrina, cuando se afirma que “La obligatio es una atadura de
la propia persona, un sometimiento personal al poder manus del
acreedor propio o ajeno. La sujeción de la persona, en un mismo corpus,
deriva de un deber del deber, nacido con libertad, de observar una de-
terminada conducta respecto de otro individuo, pero es lo primero, y
no lo segundo, lo que la conciencia social trae a relieve. El significado de
los términos referente a la responsabilidad o sujeción obligare de ob-
ligare, adstringi, necti y a la liberación del vínculo liberare, solvere,
y en general, la forma de realizarse el nexo personal en que se sustancia la
obligatio, nos prueban una cosa: que la obligatus no es un deudor en el
sentido que hoy damos a la palabra, sino una persona sometida al acree-
dor, y sobre la cual le es dable satisfacerse en el caso de que no se observe
el comportamiento debido. Poco importa, por lo demás, que quien deja de
satisfacer la prestación sea el propio deudor o un tercero que se ofreció a
mediar por él, como obligatus”.
Finalmente, respecto a este presupuesto, debe ratificarse el aserto
por el cual, quedando jurídicamente constreñido el deudor en mérito a la
calidad de jurídica de la relación generada, esta vinculación, en forma al-
guna disminuye la libertad del deudor tal como lo refiere cierta doctrina;
sin embargo, no debe compartirse la idea definitivamente contradicto-
ria esgrimida a continuación en el sentido de que “como este vínculo
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deriva, a través del contrato y de las otras fuentes de las obligaciones del
propio ordenamiento jurídico, al establecer una limitación de la libertad,
lo hace en virtud de un interésjurídico digno de protección, y sólo en la
medida suficiente y necesaria para satisfacer el interés protegido”. La li-
bertad del deudor, mediante la generación de una relación obligatoria, no
puede considerarse limitada, en razón a que simplemente padece los efec-
tos de un comportamiento que bien podría considerarse reprochable. El
deudor, por ejemplo, aun cuando lo haga dolosamente (es decir, con la in-
tención de perjudicar el derecho de crédito), “puede” disponer sus bienes
sin ninguna limitación, lo que significa, al resaltarse el “poder” del deudor
para realizar actos de disposición, que aquellos actos de disposición del
deudor son absolutamente “válidos” y eficaces para un enorme número
de miembros de determinada colectividad. La ineficacia se limita, por dis-
posición del artículo 195 del Código Civil, al interés del acreedor. Queda-
ría demostrado, en mérito al análisis de ejemplo utilizado, que no hay tal
disminución de la libertad del deudor como lo refiere aquella doctrina
en tipo obligacional alguno; en nuestro medio no ha faltado quien
comparta la idea de que en las relaciones obligatorias, debido al vínculo
jurídico se ve limitada la libertad del deudor.
II. DE LOS SUJETOS DE LA RELACIÓN OBLIGATORIA
§ 20. CONCEPTOS PRELIMINARES
El presupuesto subjetivo de la obligación está integrado por sujetos
de derecho. Se puede decir, por lo tanto, que los sujetos de la relación
obligatoria son aquellas personas que se hallan jurídicamente vinculadas,
ya sea porque esta vinculación proviene de un acuerdo de voluntades, de
un acto ilícito o de cualquier otro hecho o acto idóneo para generar obli-
gaciones según el ordenamiento jurídico.
Las personas, jurídicamente vinculadas, pueden ser naturales o jurí-
dicas, pudiendo estas últimas ser personas jurídicas de derecho privado o
de derecho público. No existe impedimento para que un particular se re-
lacione con el Estado. Cuando tiene lugar una relación obligatoria entre
un particular y el estado, cualquiera que sea la ubicación de los sujetos de
derecho en la vinculación, para que se dé una típica relación obligatoria,
de derecho privado, el particular con el Estado tendrían que hallarse con-
vocados en una relación de coordinación, sin la mínima posibilidad de
permitirse un estado de sometimiento del particular con respecto al Esta-
do, pues cuando ello acontece la relación deja de ser de coordinación y se
configura una relación de subordinación, cualidad que le es ajena a la re-
lación jurídica obligatoria.
Los sujetos que integran una relación jurídica obligatoria, por lo ge-
neral, se hallan debidamente determinados, y corresponden a los que, de
una u otra forma tuvieron alguna participación en el acto o hecho que de-
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que de aquel jurista ibérico, se han objetado las críticas hechas por el ju-
rista español a la teoría del «bien debido», por lo que remitimos al lector
a las observaciones allí efectuadas. Sin embargo, en el punto de vista
también de una autorizada doctrina española, en el intento de funda-
mentar sus ataques contra la teoría del «bien debido», ha llegado a afir-
mar, además de calificar a esta concepción como materialista y atécnica,
que: “si el objeto de la misma pueden ser cosas, servicios, abstenciones,
etc., no sólo respecto a uno de los elementos de la obligación nos esta-
mos colocando fuera de su estructura jurídica, al remitirnos meramente
a las vivencias de la práctica, sino que, lo que resulta mucho más grave,
atentamos contra la idea misma de obligación, en cuanto difícilmente
cabrá un concepto de ella referido a una multiplicidad de situaciones ob-
jetivas fácticas, y difícilmente cabrá tener una visión unitaria cuando
uno de sus elementos integrantes no se contempla conceptualmente,
sino tan sólo a través de su remisión a una caótica variedad de supues-
tos de hecho. Sin objeto unitario y sin una contemplación dogmática del
mismo, resulta imposible y absurdo abordar la formulación conceptual
de la relación obligatoria”.
Se fundan estos ataques, sobre todo en que, entender que el objeto
de la obligación es el «bien debido» es atentar contra la idea misma de
obligación. Esto obviamente no es cierto, pues, sin patentizar una deses-
perada idea en el afán de edificar una nueva noción de obligación, ésta
también puede ser conceptuada como una relación o vínculo jurídico es-
pecial, establecido entre acreedor y deudor, por el cual los sujetos buscan
que el primero alcance un bien o una utilidad, utilizándose para ello, una
conducta positiva o negativa del segundo. Como no podría ser de otro
modo, este concepto de obligación no es menos eficiente y completo que
el tradicionalmente establecido, y obviamente con él fácilmente dejamos
de lado las críticas del connotado autor español, pues el bien y la utili-
dad formarían parte de la noción misma que se tiene de la obligación. Es
pues innegable que la crítica comentada no resiste el menor análisis,
bastando para ello formularse una nueva noción de obligación para su-
perarla, entendiendo que todo lo demás (esencial en la configuración de
la obligación) brota del concepto mismo de obligación que se haya dado.
§ 25. CARACTERES DEL OBJETO DE LA OBLIGACIÓN
Para que el objeto pueda ser considerado como presupuesto objetivo
de una obligación debe ser suficiente o eficaz, adecuada o con condiciones
para el caso (debe ser idóneo); por lo tanto, para que aquel componente
sea objeto de una relación obligatoria, el mismo debe reunir los siguientes
caracteres:
1. DEBE SER POSIBLE
Se dice con frecuencia que el objeto, sea del contrato, del negocio ju-
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donar el contenido del artículo 1075 del Código Civil de 1936. Lo defini-
tivo es que el Código Civil, en materia contractual, ha contemplado la
imposibilidad (en términos generales) tanto para el caso de la presta-
ción como para el supuesto del bien que sería objeto de la misma. La fal-
ta de coherencia se hace patente y, en todo caso, mediando una labor
hermenéutica es imperioso llegar al auténtico significado de la norma,
revelación que de manera perturbadora puede conducirnos en una di-
rección distinta de la que aparece textualmente del precepto, lo que no
debe preocuparnos, pues una apreciación literal no siempre es aconse-
jable, es más, siempre es conveniente interpretar la norma a pesar de
parecernos claro el sentido del dispositivo por examinarse y, en todo ca-
so, se llega a determinar la claridad de la norma por medio de una labor
hermenéutica, operación de la que no se puede prescindir en caso al-
guno.
En suma, la posibilidad puede ser entendida: a) atendiendo a la di-
rección asumida por el código, en razón del objeto (la que debe ser des-
cartada) y, b) en atención de la conducta de los sujetos de la obligación o
del negocio jurídico (única aceptable desde la perspectiva de la presente
indagación); a su vez, la conducta (prestación) puede ser física o jurídi-
camente posible. Por lo tanto, la posibilidad del «acto»nos lleva a plan-
tear el problema de la «imposibilidad», en cuya parte referimos el pro-
blema de manera global.
Imposibiliumnullaestobligatio (nadie puede obligarse a lo imposi-
ble)se suele invocar el aforismo romano en cualquier supuesto de impo-
sibilidad. Hoy puede decirte que la imposibilidad (en general) es la inep-
titud en la que se encuentran las partes de cumplir con una prestación
ya sea porque el comportamiento es irrealizable, o ya porque el objeto
se hace inalcanzable (en ambos casos lo relevante se pone de manifiesto
en el hecho innegable que todo depende de la conducta del sujeto del
negocio, incluyendo el no poder alcanzarse el objeto). Se viene eviden-
ciando en el desarrollo de la presente exposición que la distinción entre
objeto y prestación es de enorme importancia no sólo para comprender
la naturaleza de la obligación en todos sus aspectos, sino también para
advertir los atributos del negocio jurídico. Se repara también de modo
inmediato que, deliberadamente, no se está tomando el concepto de im-
posibilidad jurídica, ya que, aunque no puede negarse su existencia, la
misma se muestra, más que como un supuesto de imposibilidad jurídica,
como un evento atañedero a la ilicitud por verse afectada la norma o el
sistema normativo con el acto “imposible”. Por lo tanto, el concepto que
para este estudio se ha tomado de la imposibilidad (sin descartar la pre-
sencia del otro tipo de imposibilidad) está reducido a un comportamien-
to físicamente imposible. Por lo demás, la imposibilidad no puede ser
confundida con la mera dificultad, pues la dificultad no debe ser de tal
magnitud que haga ineptas a las partes para cumplir con la prestación.
- 59 -
CAPÍTULO QUINTO
DE LAS OBLIGACIONES DE DAR
§ 1. CONCEPTO
Se entiende, de manera frecuente que la obligación de dar es aquella
que tiene por objeto la entrega de un bien, ya sea para constituir sobre
él un Derecho Real, transferir su uso, su tenencia o restituirlo a su due-
ño. Este concepto se halla contenido en el artículo 574 del CC argentino.
En Roma implica un praestare y dare, de tal manera que se conside-
raba dentro de las obligaciones de dar a las obligaciones de hacer.
La obligación de DAR puede estar referida a un derecho propiedad o
a cualquier otro derecho.
Las obligaciones de DAR no se limitan a una simple entrega del bien
en favor del acreedor, sino que también supone la inclusión de deberes
de distinta naturaleza, presentes de manera complementaria, como los
incluidos en las obligaciones de hacer y de no hacer. El artículo 1094 del
CC español establece queel obligado a dar alguna cosa lo está también a
conservarla con la diligencia de un buen padre de familia. En el artículo
1134 del CC peruano encontramos la siguiente afirmación:“la obligación
de dar comprende también la de conservar el bien hasta su entrega”.
Para determinar la preponderancia de lo principal sobre lo acceso-
rio, hay que estimar el valor económico de cada uno de los deberes de
prestación involucrados (principal y accesoria), en consideración al
criterio de ALFREDO COLMO.
En MESSINEO encontramos una interesante diferencia entre “obliga-
ción de entregar” y “obligación de dar” (Manual de Derecho Civil y Co-
mercial), habiendo la legislación italiana preferida la terminología de
“entregar” en lugar de la de “dar”. Según MESSINEOA la obligación de dar
le es extraña toda manifestación de la obligación de entregar, que se refie-
re únicamente a la actividad por la cual se procura a otro la posesión.
1. CONCEPTO
Estas obligaciones son aquellas que tienen por objeto la entrega de
un bien determinado, individualizado, elegido, por parte del deudor en
favor del acreedor.
2. ASPECTOS ESENCIALES
En este tipo de obligaciones de dar encontramos una serie de aspec-
tos que le son aplicables por su peculiar naturaleza:
a) La prestación, en las obligaciones de dar bienes ciertos se halla
perfectamente integrada.
b)El deudor tiene el deber de informar sobre el estado del bien o
bienes cuando así se lo exija, con la normalidad del caso, el acreedor (ar-
tículo 1133 del CC). Entiéndase que la petición del acreedor no queda a
su arbitrio, pues las peticiones maliciosas e injustificadamente constan-
tes no pueden ser amparadas
c)La obligación de dar un bien cierto, implica, antes de su entrega la
conservación del mismo (artículo 1134 del CC). Se asimila a estas obli-
gaciones de dar, un deberaccesorio puede ser de hacer o no hacer.
d)La obligación de dar impone al deudor el deber deentregar el
bien con sus accesorios (artículo 1134 del CC), salvo pacto en contra-
rio, disposición de la Ley o circunstancias del caso. El acreedor no puede
ser conminado a recibir una bien sin sus accesorios.
En las obligaciones provenientes de un delito o falta, el deudor no
puede eximirse de pagar el valor del bien, aunque éste se hubiera perdi-
do sin su culpa. Esta regla es inaplicable si el acreedor hubiera sido
constituido en mora (artículo 1140 del CC).
e)El acreedor de un bien cierto no puede ser obligado a recibir en su
lugar otro bien aunque el bien que se pretende entregar en lugar del
primero sea de mayor valor, por lo tanto, no se cumple la obligación rea-
lizando la entrega con un bien distinto al de la obligación (artículo 1132
del CC).
f) Los gastos de conservación del bien son de cargo del propietario
desde que se contrae la obligación hasta que se produzca la entrega (ar-
tículo 1141 del CC).
3. PÉRDIDA Y DETERIORO DEL BIEN
a) Concepto. El bien objeto de la obligación puede perderse o dete-
riorarse. La pérdida del bien se produce: a) Por perecer o ser inútil para
el acreedor por daño parcial; b) Por desaparecer, de modo que no se
tengan noticias de él o, aun teniéndolas, no se pueda recuperar; y, c) Por
quedar fuera del comercio (artículo 1137 del CC). Hay deterioro del bien
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CAPÍTULO SEXTO
DE LAS OBLIGACIONES DE HACER
§ 1. CONCEPTO
La obligación de hacer constituye, esencialmente, una actividad del
deudor, prescindiéndose, casi en lo absoluto de las “cosas”, cuya existen-
cia no es enteramente indispensable para la materialización de la obli-
gación, lo que no significa que la obligación carezca de objeto, éste, se-
gún se tiene indicado, constituye una mera posibilidad. Esta actividad
del deudor puede ser material o intelectual, según su comportamiento
esté dirigido a una obra intelectual o una actividad manual.
Se incluyen dentro de este tipo de obligaciones al deber de custo-
diar, como el considerado en el contrato de suministro; y, el deber de
desplazar como el contemplado en el contrato de transporte. Por lo tan-
to, no hay razón para impedir que estos dos deberes sean considerados
como deberes integrantes de las obligaciones de hacer.
Las obligaciones de hacer pueden ser continuadas o periódicas,
según su ejecución se haga con un solo acto del deudor o, como en el
arrendamiento, en varios períodos.
§ 2. ELEMENTOS DE LAS OBLIGACIONES DE HACER
1. EL MODO
Que forma parte del hecho mismo (El fin económico, la calidad de
los materiales, la calidad de la mano de obra, etc.) si el deudor hiciera el
servicio de MODO distinto se tendría que tener por no hecho, por lo tan-
to no puede exigir la destrucción de lo mal hecho.
2. EL PLAZO
El plazo viene a ser el hecho futuro y cierto que media entre los
términos para el cumplimiento de la obligación. Si no se ha fijado el pla-
zo en las obligaciones de hacer, cuya importancia es mayor que en otras
obligaciones, será exigido según la naturaleza de la obligación o las cir-
cunstancias del caso.
§ 3. DIFERENCIAS CON LAS OBLIGACIONES DE DAR
En principio, ambas obligaciones son positivas. La obligación de dar
implica una entrega, obviamente de un bien, en la obligación de hacer
se contrata una actividad del deudor. En una las cosas juegan un papel
preponderante y en la otra se puede prescindir de las mismas.
§ 4. SITUACIONES PRESENTES EN ESTE TIPO DE OBLIGACIONES (CIRCUNSTAN-
CIAS Y NORMAS)
En este caso, el acreedor puede optar en contra del deudor, las si-
guientes medidas:
a) Exigir la ejecución forzada del hecho prometido, siempre que no
emplee la violencia en contra de la persona del deudor.
b) Exigir que la prestación sea ejecutada por persona distinta a la
persona del deudor, a cuenta de éste.
c) Dar o no considerar como ejecutada la prestación si resultase sin
utilidad para el acreedor.
d) Si lo hecho por el deudor resulta perjudicial al acreedor, puede
exigir al deudor su destrucción o destruirlo el acreedor por cuenta del
deudor.
e) Aceptar la prestación así ejecutada y exigir la reducción en la con-
traprestación si la hubiera.
f) En cada una de las medidas adoptadas el acreedor puede exigir la
indemnización de los daños ocasionados, instando la acción judicial
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acumulativamente.
4. CUMPLIMIENTO PARCIAL, TARDÍO O DEFECTUOSO SIN CULPA DEL DEU-
DOR
CAPÍTULO SÉPTIMO
DE LAS OBLIGACIONES DE NO HACER
§ 1. CONCEPTO
Las obligaciones de no hacer son obligaciones negativas, las mismas
que tienen como contenido la abstención del deudor en favor del acree-
dor. Los romanos la denominaban obligaciones facere.
En nuestra legislación se han asimilado a estas obligaciones las
obligaciones de no dar, que se presentan aunque no muy frecuentemen-
te, habiéndose tomado sólo la denominación de obligaciones de NO HA-
CER.
El artículo 241 Código civil alemán señala: En virtud de la relación
obligatoria el acreedor está autorizado para exigir del deudor una presta-
ción. La prestación puede consistir también en una omisión.
La omisión puede consistir en los siguientes hechos:
1) No realización de actos materiales
2)Abstención de la realización de negocios jurídicos (pactum de non
pretendo)
Facere - inactividad del deudor
Pati - tolerancia
§ 2. LAS SERVIDUMBRES Y LAS OBLIGACIONES DE NO HACER
Todos sabemos que las servidumbres pueden ser positivas o nega-
tivas, según la naturaleza de la servidumbre con relación al predio sir-
viente. A su vez, las servidumbres negativas pueden ser legales o con-
vencionales, según sean establecidas por la Ley o por el común acuerdo
de las partes.
A nuestro entender, sólo cuando hablemos de servidumbres nega-
tivas y además convencionales podemos asimilarlas a las obligaciones
de no hacer. En efecto, en las demás servidumbres existe un derecho
real oponible a cualquier poseedor, el poseedor del predio dominante
tiene un poder de hechos sobre la servidumbre obtenida del predio sir-
viente, interesando poco o nada la titularidad del predio sirviente. En
cambio, en las obligaciones de no hacer y las servidumbre negativas
convencionales existe una relación in personam en las que el objeto es
secundario; como, verbigracia, la servidumbre establecida por el usu-
fructuario y que dura mientras dure el usufructo, su incumplimiento
origina una actio in personam y jamás una actio in rem como en el caso
de los derechos reales.
Si bien las servidumbre tienen una naturaleza unitaria, es posible
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CAPÍTULO OCTAVO
DE LAS OBLIGACIONES ALTERNATIVAS
§ 1. NOCIONES
Las obligaciones, por el objeto, pueden ser clasificadas en simples,
disyuntivas y sujetas o no a divisibilidad.
Las obligaciones simples no dependen, en forma alguna, de una su-
puesta actitud facultativa o alternativa, ni siquiera tratamos el caso de
las obligaciones genéricas en las que opera una previa elección.
Las obligaciones disyuntivas provienen de las obligaciones com-
puestas (estas pueden ser conjuntivas o disyuntivas) y a su vez están
supeditadas a una actitud facultativa o alternativa de lo sujetos de la re-
lación obligatoria, dando nacimiento, por tanto, a las obligaciones facul-
tativas y alternativas.
§ 2. CONCEPTO
Aun cuando las obligaciones alternativas pueden ser referidas a la
conducta de uno de los sujetos de la relación, en definitiva el medio de-
termina un resultado (bien o utilidad), haciendo, aun en la alternativi-
dad de las prestaciones, varios objetos.
Las obligaciones alternativas son aquellas en las que habiendo plu-
ralidad de objetos y prestaciones, el deudor se libera cumplimiento con
la entrega de uno de los varios objetos debidos o realizando una de las
varias prestaciones.
§ 3. NATURALEZA JURÍDICA
Se han elaborado varias teorías para explicar la naturaleza jurídica
de las obligaciones alternativas, según nos tengamos que referir al
vínculo o al objeto. Respecto del vínculo existen tres teorías:
a) La primera teoría considera que hay un solo vínculo con plurali-
dad de objetos y prestaciones.
b) La segunda considera que hay pluralidad de vínculos con plurali-
dad de objetos y prestaciones.
c) La última, que corresponde a una teoría intermedia, considera
que si la elección corresponde al acreedor, hay pluralidad de vínculos,
pero si la elección corresponde al deudor hay un solo vínculo.
En cuanto al objeto, existen dos teorías:
a) Una que considera que el objeto es múltiple (evidentemente con
pluralidad de prestaciones).
b)La otra que considera que el objeto es uno solo pero que es ini-
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cialmente indeterminado.
Por nuestra parte, en cuanto al vínculo, creemos que hay uno solo
(una relación obligatoria por tanto) con pluralidad de objetos y presta-
ciones (el objeto y la prestación marchas juntos). En cuanto al objeto,
creemos que este es múltiple.
§ 4. CARACTERES
Estas obligaciones, desde nuestro punto de vista deben tener las si-
guientes características:
a) Es una obligación con pluralidad de objetos y prestaciones. Tanto
los objetos como las prestaciones son exigibles, son debidos.
b) Los objetos y las prestaciones deben ser independientes entre si,
deben ser principales, concretos. No deben depender uno de otro objeto;
lo mismo en cuanto a las prestaciones.
c) La causa que adviene con el contrato es única. En cuanto a la cau-
sa, debe quedar claro que ella forma parte integrante del contrato, de tal
modo que, a diferencia de los demás elementos no trasciende a la obli-
gación.
d) Los objetos y las prestaciones deben ser distintos entre si y se
encuentran en un mismo plano de igualdad.
e) Los objetos y las prestaciones deben estar sujetos a una elección
posterior.
f) La obligación se cumple entregando uno de los objetos y realizan-
do una de las conductas prometidas.
g) Llevada a cabo la elección, el vínculo obligatorio se concreta al
objeto y la prestación elegidos.
§ 5. DE LA ELECCIÓN DE LA PRESTACIÓN
a) Concepto
La elección (en las obligaciones alternativas) es el acto jurídico me-
diante el cual el deudor, el acreedor o un tercero, determinan cual de los
objetos y prestaciones debidos alternativamente ha de producir el cum-
plimiento de la obligación.
La elección tiene la característica de ser recepticia, es decir, es inefi-
caz si no se comunica a uno de los sujetos de la relación.
b) forma.
La elección, dentro de las obligaciones alternativas, no está sujeta a
forma alguna (se entiende formalidad), por tanto, puede hacerse incluso
tácitamente. Es expresa si el sujeto de la elección la comunica al otro su-
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CAPÍTULO NOVENO
DE LAS OBLIGACIONES FACULTATIVAS
§ 1. CONCEPTO
Las obligaciones facultativas son aquellas obligaciones en las que se
debe una sola prestación, pero el deudor tiene la facultad de liberarse de
la obligación entregando una prestación distinta.
En realidad se trata de una obligación simple con facultad alternati-
va (del deudor), pues que sólo hay una prestación y un objeto. Es así que
en este tipo de obligación sólo existe una facultad alternativa del deudor
para poder cumplir con la obligación, entregando, haciendo o abste-
niéndose respecto a una prestación (y un objeto) distinta, digamos: ac-
cesoria.
Ha dicho Amael: El objeto de la obligación facultativa es plural y con-
tiene una prestación principal y una prestación accesoria.
§ 2. NATURALEZA JURÍDICA
La naturaleza jurídica de estas obligaciones está referida a la natu-
raleza jurídica de la prestación u objeto principal, pues el otro objeto
(accesorio) en realidad no es debido ni el acreedor puede exigir su cum-
plimiento en forma alguna, por constituir una facultad exclusiva del
deudor.
§ 3. CARACTERES
Estas obligaciones tienen las siguientes características:
a) Existe una sola prestación y un solo objeto y que es justamente el
objeto principal, por lo tanto, se trata de una obligación simple.
b) Existe una prestación o un objeto subsidiario (accesorio) que no
es debido ni puede ser exigido por el acreedor.
c) El acreedor sólo puede exigir la entrega del objeto (o el cumpli-
miento de la prestación) principal y que constituye el único que se le
debe.
d) Si desaparece o se hace imposible la prestación debida (princi-
pal), se extingue la obligación, pues lo accesorio debe seguir la suerte de
lo principal.
e) Hay unidad de vínculo, existe una sola obligación con simple fa-
cultad del deudor.
§ 4. DIFERENCIAS CON LAS OBLIGACIONES ALTERNATIVAS
Las obligaciones simples con facultad alternativa difieren de las
obligaciones alternativas en lo siguiente:
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CAPÍTULO DÉCIMO
DE LAS OBLIGACIONES DIVISIBLES
§ 1. JUSTIFICACIÓN
Ha dicho Amael, y la doctrina lo ha reiterado infinidad de veces, que
tratándose de obligaciones divisibles e indivisibles, la importancia
(también la dificultad) de ellas se origina por la pluralidad de sujetos
dentro de la relación obligatoria. Por lo tanto, aun cuando la calidad de
divisible o indivisible corresponda al objeto (hay una determinación ob-
jetiva), su referencia está supeditada a la pluralidad de acreedores y/o
deudores. Por esta razón, estas obligaciones cobran importancia debido
a la dificultad que genera la pluralidad de sujetos en la relación obligato-
ria.
La clasificación de las obligaciones en divisibles e indivisibles se de-
be a la naturaleza o carácter de la prestación o del objeto; es decir, según
el objeto de estas obligaciones sea susceptible de cumplimiento total o
parcial con relación a la esencia misma del objeto debido. Lo mismo
puede decirse con respecto a la prestación, pues esta es susceptible de
ser dividida.
§ 2. CONCEPTO
Una obligación es divisible cuando el objeto de la misma o la presta-
ción pueden ser cumplidos por partes sin que se altere la esencia de los
mismos.
En las obligaciones divisibles cada uno de los deudores sólo puede
ser obligado a pagar la parte de la deuda que le incumbe, y cada uno de
los acreedores sólo puede reclamar la parte del crédito que le corres-
ponda.
§ 3. NATURALEZA JURÍDICA
La esencia de este tipo de obligaciones se encuentra en la posibili-
dad de poder fraccionarse el pago, ya sea entregándose parte del objeto
o realizándose parte de la prestación. En ambos casos sin alterarse la
esencia del objeto o la prestación.
Es evidente que la divisibilidad está referida al objeto (de allí la cla-
sificación realizada de las obligaciones en divisibles e indivisibles), es
decir, al bien o la utilidad y al contenido, por tanto, al comportamiento
del deudor (en este último caso, el comportamiento parcial está deter-
minado por un objeto divisible). El resultado puede ser parcialmente
conseguido mediante una conducta fraccionada.
Tratándose de obligaciones divisibles o indivisibles en que hay un
solo sujeto activo y un solo sujeto pasivo, el deudor debe cumplir siem-
pre con la prestación en su totalidad, independientemente de la divisibi-
- 90 -
haya sido realizado únicamente por uno de los deudores, debido a que el
mismo estaba legalmente obligado a efectuar un pago total. Con el pago
realizado por uno de los deudores indivisibles se beneficia a los demás
deudores indivisiblemente vinculados, pues la obligación está destinada a
su extinción.
A diferencia de lo que acontece con la indivisibilidad, la pluralidad de
sujetos constituye la causa esencial para que las obligaciones se clasifiquen
en solidarias. Esta pluralidad, obviamente, importa muchísimo en las obli-
gaciones indivisibles, pero no es a ella a la que se debe su condición. La cua-
lidad de indivisible se debe a razones enteramente objetivas, de tal modo
que una obligación puede ser indivisible así no haya pluralidad de sujetos; a
su turno, no es dable la existencia de una obligación solidaria sin que exis-
tan varios sujetos, por lo menos en uno de los extremos de la relación obli-
gatoria. El hecho que se den muchos aspectos similares entre ambas figuras
obligatorias no significa que los sujetos de los dos tipos de obligaciones se
hallen en posiciones iguales, la naturaleza del objeto y los efectos de las
obligaciones indivisibles y las solidarias terminan por distinguirlas.
§ 4. DIFERENCIAS FUNDAMENTALES CON LAS OBLIGACIONES SOLIDARIAS
Sin lugar a dudas que existe una enorme semejanza entre las obliga-
ciones indivisibles con las obligaciones solidarias. La semejanza se muestra
en todo su esplendor cuando se verifican los efectos de la pluralidad de
deudores y/o acreedores pues, en ambos casos, cada deudor (indivisible o
solidario) responde por el íntegro de la deuda y cada acreedor (indivisible y
solidario) puede exigir el íntegro del crédito a cualquiera de los deudores
(indivisibles o solidarios). Pese a esta innegable semejanza, nos hallamos
frente a dos figuras distintas. Son diferencias que las distinguen las siguien-
tes: 1) La indivisibilidad deriva de la naturaleza del objeto o de la imposibi-
lidad material de partirse ya sea por disposición de la ley o por acuerdo de
las partes; en cambio, la solidaridad tiene su origen o se funda, generalmen-
te, en el título de la obligación, pues se pueden hallar casos de solidaridad
legalmente establecidos, como en la responsabilidad extracontractual (ar-
tículo 1983). 2) La indivisibilidad es de carácter objetivo (se debe a su obje-
to), la solidaridad de carácter subjetivo (se debe a la pluralidad de sujetos).
3) Presentándose los casos de novación, compensación, condonación o
transacción, en las obligaciones indivisibles, éstas no se extinguen respecto
de los demás codeudores; en cambio, tratándose de las obligaciones solida-
rias, éstas se extingue por completo. 4) La indivisibilidad se transmite por
herencia, pasa a los sucesores, en cambio la solidaridad es intransmisible
por herencia, se extingue con la muerte del sujeto (debe entenderse que en-
tre los herederos no se puede establecer un estado de solidaridad; pero, en
conjunto responden solidariamente, así se deja entrever de lo establecido
en el artículo 1187 del Código Civil, porque según dicho dispositivo, si mue-
re uno de los deudores solidarios, la “deuda” se divide entre los herederos
- 95 -
ciales sólo surten efecto entre los que son parte en el proceso? Las respues-
tas a las dos preguntas parecen ser definitivas, en efecto, la sentencia recaí-
da en el proceso sobre entrega del bien debido (cumplimiento de obliga-
ción) produce tales efectos que los mismos se desplazan hacia los otros su-
jetos de la obligación indivisible, pero en los siguientes términos: 1) El
principio res inter alios acta no tiene una aplicación absoluta, en el sentido
de que la sentencia judicial expedida en un proceso sólo surte efectos entre
las partes. En efecto, las consecuencias no están destinadas a impedir la
tramitación de otro proceso judicial (entre otros sujetos), de tal modo que
si se siguiera otro trámite judicial idéntico (entrega del bien debido) pero
con distintos sujetos, no podría ampararse la excepción de cosa juzgada que
se propusiera por el deudor demandado (pues no se dan todas las exigen-
cias requeridas por el artículo 452 del Código Procesal Civil –no habría
identidad de proceso porque si bien el petitorio y el interés para obrar son
los mismos, ello no sería suficiente, pues no habría identidad de sujetos, y
que es vital en este tipo de obligaciones si tenemos presente que en las
obligaciones indivisibles se da una pluralidad de relaciones jurídicas en las
que todos los deudores no se hallan relacionados con todos los acreedores
en la misma mensura o dimensión, pudiendo establecerse situaciones y
hasta modalidades especiales en las vinculaciones entre algunos deudores
y algunos acreedores, lo que no hace viable la solución del problema a tra-
vés de una excepción de cosa juzgada que podría resultar contraproducen-
te, razón por la que no debe considerarse a este el medio idóneo). 2) La im-
posibilidad de poder promover la excepción de cosa juzgada (excepción tí-
picamente procesal), no podría entenderse como un sometimiento ilimita-
do del deudor demandado por uno de los acreedores indivisibles. Cierta-
mente que el segundo deudor demandado no está habilitado para proponer
la excepción procesal referida, pero se halla autorizado a oponer la excep-
ción de cumplimiento, si es que en el primer proceso se ha llegado a dicho
resultado, por cuanto no podría ampararse una demanda con la que se pre-
tende conseguir lo que ya fue obtenido al haberse amparado una demanda
anterior. De no proponerse la excepción de cumplimiento podría motivarse
un nuevo pronunciamiento sobre lo mismo, e incluso ser conminado el se-
gundo deudor demandado a realizar, indebidamente, un pago tal vez ya
ejecutado. Sobre esta cuestión resulta interesante el punto de vista conte-
nido en el artículo 145 del código civil suizo, en el que se obliga al deudor a
oponer la excepción. Finalmente, la excepción común propuesta se tramita
como defensa de fondo al contestarse la demanda y no como una excepción
procesal (en cuerda separada o de modo incidental), de tal modo que la
misma debe ser resuelta en la sentencia. De otro lado, es evidente que si el
acreedor fue vencido por un deudor indivisible, intentando la acción de
cumplimiento de la obligación en contra de otro de los codeudores, es pro-
bable que la sentencia, finalmente a expedirse en este segundo proceso,
ampare la demanda, pues no sería procedente la excepción de cosa juzgada,
salvo que el deudor demandado hago uso de una excepción común (impo-
- 101 -
sible se podría tornar en una divisible dirigida a la obtención del pago por
los daños causados en consideración a lo siguiente: 1) Cada deudor queda
obligado al íntegro de la indemnización; y, 2) Los deudores que hubieran
estado en condiciones y dispuestos a cumplir su deber pagarán (divisible-
mente) según el monto de la cuota que les corresponda. De este modo, si
bien el pago de una suma de dinero por concepto de indemnización por los
daños ocasionados contiene una obligación divisible, los deudores respon-
sables por el incumplimiento responderán indivisiblemente. Definitiva-
mente que el resarcimiento en dinero implica un objeto naturalmente divi-
sible, sin embargo, la calidad de impartible es impuesta por la ley en contra
de los deudores que no se hallaron dispuestos a cumplir el pago de la obli-
gación indivisible.
8. EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES INDIVISIBLES
a) La consolidación. Teniendo lugar la consolidación entre uno de los
deudores y un acreedor, la obligación no se extingue respecto a los demás.
Pero el acreedor sólo puede exigir la entrega del objeto y la realización de la
prestación entregando a los codeudores el valor de la parte de la prestación
que le correspondió o garantizando el reembolso (artículo 1178 del código
civil). La norma es objetable porque hubiera bastado que se disponga que el
acreedor exija la entrega del bien debido y de la prestaciónprometida, con
la reducción de la parte de la prestación que le correspondió y relativa a la
consolidación.
b)La novación, compensación, condonación y transacción. En es-
tos supuestos extintivos, la obligación no se extingue respecto de los demás
sujetos de la obligación indivisible aplicándose la segunda parte del punto
anterior, referido a la confusión; de tal modo que los demás deudores res-
ponden indivisiblemente, no se da la extinción de la obligación (artículo
1179 del código civil).
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§ 4. CONSECUENCIAS DE LA MANCOMUNIDAD
Son consecuencias de la mancomunidad
a) El acreedor sólo puede exigir la parte del crédito que le corres-
ponde.
b) El deudor sólo está obligado a pagarla cuota o parte de la presta-
ción que le corresponde.
c) La interrupción de la prescripción que favorezca a uno de los
acreedores no favorece a los demás, ni la que opera en contra de un
deudor perjudica a los demás.
d) La constitución en mora de uno de los deudores no produce la
mora de los demás. Igual regla se aplica habiendo uno de los acreedores
incurrido en mora.
e) La cuota del deudor insolvente no grava la cuota de los demás.
f) La nulidad, rescisión o resolución declarada entre uno de los
acreedores con uno de los deudores mancomunados no afecta las rela-
ciones entre los demás coacreedores y/o codeudores.
§ 5. REGLA GENERAL
En este tipo de obligaciones, existiendo pluralidad de deudores, de
acreedores o de ambos, la regla es que se tengan por mancomunadas. La
solidaridad no se presume, por lo tanto, se tendrán por mancomunadas
las obligaciones con pluralidad de sujetos, salvo prueba en contrario, se
trata, pues, de una presunción iuris tantum.
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a) Concepto
Es aquella en la que concurriendo pluralidad de deudores cada uno
de ellos está obligado a cumplir con el íntegro de la prestación.
b) Importancia
La solidaridad pasiva es de gran importancia sobre todo cuando su
nacimiento se debe a un contrato (sin desmerecer la importancia de la
solidaridad pasiva derivada de una disposición legal). Constituye un
verdadero derecho de garantía a favor del acreedor, pues puede exigir el
cumplimiento de la deuda al deudor más solvente o a cualquiera de ellos
e incluso a la totalidad de deudores. Este tipo de solidaridad puede lle-
gar a ser más eficaz que la fianza.
c) Caracteres
La solidaridad pasiva tiene las siguientes características:
- Presupone la pluralidad de deudores.
- El pago efectuado por un deudor extingue la obligación.
- Cualquier deudor puede ser demandado.
- La novación, compensación, condonación y transacción extingue la
obligación de los demás deudores.
- La confusión presente en un deudor determinado con respecto a la
acreencia, no extingue la obligación de los demás codeudores.
- Ningún deudor puede invocar el beneficiumdivisionis, es decir, no
puede alegar el deudor que sólo habrá de pagar la parte de la deuda que
le respecte.
- Ningún deudor puede alegar la excusión, es decir, no puede alegar
el deudor que previamente se verifique la solvencia de los demás co-
deudores.
- La demanda no puede limitarse en contra de un deudor, pues aun
cuando haya sido demandado uno de ellos, puede el acreedor instar otra
acción, a la par, en contra de otro deudor u otros deudores.
d) Efectos
Son efectos de la solidaridad pasiva los siguientes:
Efectos entre acreedor y deudores solidarios:
- Se puede demandar a cualquier deudor, aunque ya se hubiera de-
mandado a otro codeudor.
- Aunque el acreedor hubiera obtenido embargo en los bienes de un
deudor solidario, puede instar demanda en contra de otro u otros co-
- 109 -
deudores.
Efectos entre deudores solidarios:
- Efectuado el pago por un deudor, internamente cada deudor tiene
que reintegrar al deudor que efectuó el pago en la proporción que le co-
rresponda.
- La cuota del deudor insolvente grava la cuota de los demás deudo-
res, los mismos que deben prorratearse la insolvencia de la cuota del
deudor insolvente.
e) Imposibilidad en el cumplimiento de la obligación
Si la prestación deviene en imposible por culpa de alguno de los co-
deudores, es evidente que todos los deudores mantienen su responsabi-
lidad por el íntegro de la prestación. Pero, el pago de los daños y perjui-
cios sólo corre a cargo del deudor o deudores culpables en la imposibili-
dad de la prestación.
f) Renuncia de la prescripción
La renuncia de la prescripción sólo produce efectos personales, es
decir, sólo perjudica al deudor que lo hizo, de tal manera que los efectos
perniciosos no se extiende a en perjuicio de los demás codeudores,
quienes, al haber operado la prescripción quedan liberados del acreedor
aunque uno de ellos la haya renunciado.
g) Excepciones deducibles
El término excepción en nuestro derecho civil es bastante amplio,
implicando aún las procesales. En el artículo 1192 se hace referencia
expresa a las excepciones personales y comunes. En efecto, hay dos ti-
pos de excepciones substanciales que pueden ser deducidas en una rela-
ción obligatoria con pluralidad de sujetos obligados solidariamente.
- Excepciones personales. Son aquellos medios de defensa que le
son propios a determinado deudor; por lo tanto, no pueden ser opuestas
por cualquier deudor, sino por el deudor a quien le es propia la excep-
ción. Son excepciones personales: 1) los vicios de consentimiento en al-
guno de los deudores, 2) cualquier caso de anulabilidad, etc. Estas ex-
cepciones surten efecto sólo para el sujeto afecto de alguna de las causa-
les que vicia su consentimiento o anula el acto, no pudiendo hacerlas su-
yas los demás codeudores. Ha de entenderse que la excepción personal
debe ser deducida por el deudor correspondiente en el proceso que so-
bre cumplimiento de obligación o cobro de daños y perjuicios se inter-
puso en su contra.
- Excepciones comunes. Estas excepciones son aquellos medios de
defensa que afectan directamente al vínculo mismo. Siendo así, se ex-
tienden hacia todos los sujetos de la obligación solidaria, por lo tanto,
- 110 -
pueden ser opuestas por cualquiera de los deudores. Son estas excep-
ciones, por ejemplo, la falta de objeto, la imposibilidad, el pago, etc.
§ 7. DE LA SOLIDARIDAD MIXTA
a) Concepto
Hay solidaridad mixta cuando, habiendo pluralidad de deudores y
acreedores, cualquier deudor puede ser obligado al cumplimiento total
de la obligación por cualquier acreedor.
b) Caracteres
Los caracteres de las obligaciones solidarias mixtas son la suma de
los caracteres ya considerados para las obligaciones solidarias activas y
pasivas.
c) La mora en las obligaciones solidarias
Si uno de los deudores o uno de los acreedores incurre en mora, es-
ta no surte efecto respecto de los demás codeudores o coacreedores
respectivamente. Sin embargo, si un acreedor constituye en mora a un
deudor, la mora favorecerá a los demás codeudores, de la misma forma
favorece a los demás coacreedores. La suspensión de la prescripción só-
lo opera respecto del acreedor o deudor respectivo, no surtiendo efecto
con relación a los demás.
d) La prescripción en las obligaciones solidarias
La prescripción ganada por un deudor la aprovechan los demás, aun
cuando no haya norma expresa en nuestro código. La interrupción de la
prescripción hecha por un acreedor en contra de un deudor surte efec-
tos y perjudica a los demás codeudores, de la misma forma favorece a
los coacreedores. La suspensión de la prescripción sólo opera respecto
del acreedor o deudor respectivo, es decir, no surte efecto para los de-
más.
e) La sentencia judicial en las obligaciones solidarias
Nos lleva el tema de las excepciones comunes (referida en un punto
anterior) a plantear el problema en atención a la aplicación y validez de
la sentencia judicial expedida como consecuencia de un supuesto de so-
lidaridad. En aplicación al principio res inter alios acta, las resoluciones
judiciales sólo surten efecto entre los que integran el proceso judicial,
por tanto, habiendo obtenido sentencia favorable uno de los deudores
en un determinado proceso, al ser demandado otro codeudor no puede
hacer suyos los efectos de la resolución definitiva expedida en el proce-
so anterior, en consideración al principio referido (no podría deducir
una excepción -procesal- de cosa juzgada).
Pareciera que, de ser así, el deudor demandado en un segundo pro-
- 111 -
b) Con la subrogación
Las diferencias entre la cesión de derechos y la subrogación son las
siguientes:
- La subrogación puede ser legal o convencional, la cesión de dere-
chos siempre es convencional.
- La subrogación siempre es onerosa, la cesión de derechos puede
ser gratuita.
- La cesión de derechos puede producirse antes del vencimiento del
crédito, la subrogación se produce una vez que el crédito es exigible.
- Mediante la cesión de derechos, como es frecuentemente una ope-
ración especulativa, permite se exija el íntegro del crédito, mediante la
subrogación sólo se puede exigirla parte que se hubiera pagado por el
subrogado.
c) Con la dación en pago
Las diferencias entre la cesión de derechos y la dación en pago son
las siguientes:
- La dación en pago tiene por objeto extinguir la obligación, en cam-
bio mediante la cesión de derechos sólo se cambia al titular del derecho
subjetivo sin que se extinga la obligación.
d) Con la novación
Las diferencias entre la cesión de derechos y la novación son las si-
guientes:
- La dación en pago tiene por objeto extinguir la obligación, en cam-
bio mediante la cesión de derechos sólo se cambia al titular del derecho
subjetivo sin que se extinga la obligación.
- La novación requiere del acuerdo entre el acreedor y el deudor,
mientras que en la cesión no es necesaria la intervención del deudor.
§ 4. FORMA DE LA CESIÓN DE DERECHOS
Por disposición expresa del artículo 1207, la cesión de derechos de-
be constar por escrito bajo sanción de nulidad, lo que significa que se
trata de un negocio ad solemnitatem, el mismo que, por tanto, requiere
de una formalidad para que tenga eficacia, para que exista no solamente
para efectos probatorios.
El inciso 4 del artículo 140 señala que para la validez de un negocio
jurídico (formal) se requiere de una solemnidad, pues de lo contrario, de
conformidad con lo señalado en el inciso 6to. del artículo 219, el acto ju-
rídico celebrado es nulo por falta de forma.
- 118 -
j) Pago al cedente
El deudor que paga la deuda al cedente antes de la comunicación o
aceptación no queda liberado frente al cesionario si éste prueba que di-
cho deudor conocía de la cesión realizada.
- 122 -
una relación jurídica, la indicación no tendría más límites que los esta-
blecidos en el anotado dispositivo. Por lo tanto, nada impediría en con-
siderar como aspecto transmisible la posición activa en la que se hallan
los sujetos de la obligación.
Con esta última apreciación nos hallamos de acuerdo, de tal modo
que la transmisión a que se refiere la norma bajo comentario se extiende
a los activos y pasivos de la obligación. Siendo así, aquellas limitaciones
impuestas expresamente por la norma (la no transmisibilidad por el ca-
rácter personal de la misma, prohibida por la ley o acordada por las par-
tes) si bien inciden directamente sobre el paso pasivo de la obligación,
también repercuten sobre el paso activo de la anotada relación de dere-
cho.
No sólo ello, pues muchas veces la obligación sufre mutaciones por
cambio de acreedor o de deudor, mediante un acto inter vivos, por lo
tanto, podemos también hablar de transmisión de las obligaciones por
actos inter vivos. Veamos muy sucintamente estas dos formas de trans-
misión de las obligaciones:
a) De la transmisibilidad inter vivos. Hemos aclarado que la
transmisibilidad de una obligación puede operar por cambio de uno de
los sujetos de la obligación mediante un acto inter vivos.
Si se revisan muchas de las instituciones reguladas por nuestro Có-
digo Civil, verificaremos que por disposición de la ley parte activa de la
obligación puede ser objeto de transmisión mediante un acto inter vivos,
tal es el caso de la cesión de derechos en todas sus formas, la transmi-
sión contractual, y el pago por subrogación. Por lo tanto, vemos cla-
ramente que se da el caso de la transmisión de las obligaciones pero sólo
en el lado activo.
Nuestra legislación no contempla el caso de la transmisión de las
obligaciones en el lado pasivo, es decir, de la deuda. Encontramos si fi-
guras jurídicas como la novación en la que se puede presentar el cambio
del deudor (novación subjetiva pasiva), sin embargo, hemos de conside-
rar que no se trata de una transmisión de la parte pasiva de la obligación
sino de la extinción de la obligación y la constitución de una nueva obli-
gación. Mediante la novación no se transmite la deuda sino, extinguién-
dose una anterior se da nacimiento a una obligación distinta a la prece-
dente. Situación distinta es el caso de la cesión de la posición contrac-
tual, la misma que tiene operatividad incluso en el lado pasivo del con-
trato, de tal forma que viene a constituirse en una forma de transmisión
del lado pasivo de la obligación, pues el anotado contrato, normalmente,
deberá dar nacimiento a una o más obligaciones.
Otras legislaciones como la alemana y la suiza contemplan la figura
de la cesión de deuda, como una de las formas de trasmisión de la parte
- 127 -
Estos medios legales no son sino las acciones judiciales que tendría
que instar el acreedor en contra del deudor, según la naturaleza de la
obligación. De tal modo que tendrá que recurrir a la autoridad judicial a
través del ejercicio de la pretensión. En este caso la ejecución es forzada
y por medio del órgano jurisdiccional respectivo.
Pero esta ejecución forzada varía según se trate de obligaciones de
dar, hacer o no hacer y su cumplimiento no siempre es efectivo y factible
en todos los casos, así:
a) Obligaciones de dar. Como la obligación de dar tiene por objeto
la entrega de un bien determinado o a determinarse, si el bien desapare-
ce o se trata de un bien no fungible individualizado o irremplazable, ya
no se puede exigir el cumplimiento de la obligación, pues no es factible
la entrega de un bien de forma alguna. En los demás casos de dar bienes
son de fácil ejecución forzada. Cuando el bien desaparece sólo cabe la
restitución de la contraprestación si hubiera sido entregada al deudor y
el pago de una indemnización por los daños causados.
b) Obligaciones de hacer. Como las obligaciones de hacer están re-
feridas a la realización de una actividad física o intelectual del deudor en
favor del acreedor, cuando esta es personalísima (pactada por las cali-
dades personales del deudor), su arte o su oficio), no puede exigirse su
cumplimiento forzado, salvo que el acreedor renuncie a la calidad de
personalísima de la obligación y utilice otro medio. Tampoco puede exi-
gir el cumplimiento forzado de la obligación si con ello se ha de emplear
- 129 -
cambiario se perjudique.
§ 12. DEL DERECHO DE RETENCIÓN
Si el acreedor no hace entrega del recibo en el momento de verifi-
carse el pago, el deudor puede retener el pago hasta que el acreedor le
haga entrega del recibo respectivo. La entrega del recibo constituye una
garantía a favor del deudor, pues de no entregarse el recibo por el
acreedor, si bien el pago se ha efectuado, sin embargo, no habría forma
de probarlo, pudiendo ser exigido a realizar un pago doblado.
Ocurre muchas veces que se trate de deudas cuyo recibo sea la de-
volución del título, si se pierde éste, el deudor puede retener el pago y
exigir al acreedor la declaración judicial que inutilice el título extravia-
do, todo en garantía de la persona que ha de efectuar el pago. Mientras
no se inutilice el título, la persona que debe efectuar el pago puede rete-
nerlo.
§ 13. DE LA PRUEBA DEL PAGO
Ante la existencia de una obligación determinada, la carga de la
prueba para probarse la existencia de la misma, corresponde al acree-
dor. Si el deudor niega la existencia de la obligación, el acreedor tendrá
que utilizar los medios que la ley procesal le franquea para probarla, en
este caso podría presentarse el documento en el que conste que la obli-
gación existe.
A su turno, si el acreedor prueba la existencia de la obligación, co-
rresponde al deudor probar que realizó el pago si es que el acreedor
niega haber recibido el mismo. El pago se prueba presentando el recibo
correspondiente o que así lo acredite.
La carga de la prueba le corresponde al deudor, respecto a la reali-
dad del pago, pues la ley lo faculta para que retenga el pago si es que el
acreedor no hace entrega del recibo por el pago que deba efectuarse y si
alega haber pagado la deuda, debe presentar el documento que así lo
acredite.
Tratándose de deudas que deben hacerse mediante pagos periódi-
cos, la presentación del último recibo por un pago periódico, hace pre-
sumir que se han pagado los anteriores. Se trata de una presunción iuris
tantum, por cuanto el acreedor puede probar que el deudor no ha cum-
plido con realizar los pagos anteriores. En este caso el acreedor estaría
llamado a demostrar y probar que el deudor no ha efectuado los pagos
anteriores al último, porque en su momento ha debido rechazar el últi-
mo pago sin que se haya cumplido con el pago de los periodos anterio-
res.
§ 14. EFECTOS DEL PAGO EFECTIVO
- 139 -
Banco Central de Reserva del Perú es periódico, de tal forma que varía
constantemente.
§ 3. SITUACIONES ESPECIALES RESPECTO DEL PAGO DE INTERESES
No siempre se presenta el problema del pago de los intereses con
determinación precisa de su pago. Puede no fijarse un interés moratorio
por las partes o puede tratarse de una obligación no pecuniaria o de tí-
tulo y valores. Supuestos en los que podría pensarse es improcedente el
pago de los intereses. Veamos:
a) Cuando no se pacta el interés moratorio en la obligación
Puede suceder que el título de la obligación no contenga la fijación
de un interés moratorio que prevea el caso del cumplimiento tardío de
la obligación. Dicho en otras palabras, puede que las partes, al dar naci-
miento a una obligación, no fijen el monto del interés moratorio por
cumplimiento tardío de la obligación. De suceder ello, por disposición
del artículo 1246 del código, el deudor que ha cumplido con el pago de
la deuda con retraso, queda obligado al pago del monto por concepto del
interés compensatorio fijado convencionalmente, más un monto por
concepto de interés moratorio, el mismo que se toma como base según
la tasa del interés compensatorio fijado convencionalmente.
Pero no siempre en el título de la obligación consta el interés com-
pensatorio, si las partes no lo fijaron, rige el interés legal fijado por el
Banco Central de Reserva del Perú.
b) El interés en las obligaciones no pecuniarias
No todas las obligaciones son pecuniarias, muchas ellas no tienen
ese carácter, No podemos confundir la calidad pecuniaria de la obliga-
ción, con el carácter patrimonial de la prestación que se ha tratado am-
pliamente con anterioridad. Cuando el artículo 1247 del código habla de
deudas no pecuniarias se refiere a las deudas no dinerarias, pero siem-
pre en consideración al carácter de patrimonial de la prestación para su
eficiencia.
En el caso de deudas no dinerarias, el interés se fija de acuerdo al
valor que tengan los bienes materia de la obligación en la plaza donde
deba pagarse al día siguiente del vencimiento. Si el bien ha perecido, se-
rán los peritos, los que habrá de determinar el interés correspondiente.
Los intereses provenientes de una obligación no pecuniaria necesaria-
mente deben concretarse a una suma de dinero.
Encontramos su antecedente directo de esta situación en el artículo
311 del código de Comercio, el mismo que ha sido tomado por el artículo
1247 del código.
c) Intereses en obligaciones en títulos y valores
- 143 -
§ 3. OFRECIMIENTO
1. CONCEPTO
El ofrecimiento es el acto por el cual el deudor únicamente comunica
judicial o extrajudicialmente al acreedor, su intención de cumplir su deber
de prestación. Constituye el ofrecimiento requisito indispensable para
realizarse, seguidamente, el acto de consignación.
2. CLASES DE OFRECIMIENTO
El ofrecimiento puede hacerse de dos maneras: Judicial o extrajudi-
cialmente.
El ofrecimiento es extrajudicial en los siguientes casos:
a) Cuando las partes lo hubiesen acordado en el título de la obliga-
ción, para lo cual se hallan en amplia libertad de elegir la forma o el modo
más conveniente, incluyendo, obviamente, la forma de carta simple o car-
ta notarial. Sin duda que la autorización para el ofrecimiento permite a las
partes una gama de posibilidades, así, no habría impedimento para que el
ofrecimiento se pueda realizar vía correo electrónico.
b) Cuando las partes guardan silencio sobre la forma de hacerse el
ofrecimiento, de conformidad con lo establecido en la última parte del ar-
tículo 1252 del Código Civil, el ofrecimiento puede hacerse mediante carta
notarial cursada al acreedor con una anticipación no menor de cinco días
anteriores a la fecha del cumplimiento del deber de prestación si es que
estuviese determinado. Cuando el plazo para el cumplimiento del deber
de prestación no se halle determinado, la carta notarial deberá ser remiti-
da con una anticipación de diez días a la fecha del cumplimiento del deber
de prestación que el deudor señale.
Respecto a esta segunda forma de ofrecimiento, deberá tenerse pre-
sente lo siguiente: 1) No se halla justificación para que el ofrecimiento se
haga antes del vencimiento del plazo para el cumplimiento del deber de
prestación, pues resulta evidente que no se puede obligar al acreedor a
recibir un pago antes de que se cumpla la fecha pactada para el cumpli-
miento del deber de prestación; por lo tanto, no se ajusta a derecho los
cinco o los diez días a que se refiere el artículo 1252 del Código Civil,
siendo absurdo se pretenda que el acreedor, por esta vía, incurra en mora.
2) La segunda observación está referida a la potestad concedida al deudor
para que fije el plazo para el cumplimiento del deber de prestación contra
lo preceptuado en el artículo 182 del Código Civil.
El ofrecimiento es judicial en los siguientes casos:
a) Cuando así se hubiese pactado en el título de la obligación. En esta
circunstancia, no es posible la aplicación de la forma notarial permitida
para el ofrecimiento extrajudicial, lo que dificulta el desarrollo dinámico
- 146 -
entrega.
8. EL CASO DE BIEN DETERMINABLE
Son supuestos a ser observados en materia de consignación los si-
guientes:
a) En cualquier estado del proceso, a solicitud del deudor, bajo su
responsabilidad y con citación del acreedor, el Juez puede autorizarlo,
en decisión motivada e inimpugnable, que proceda a la venta inmediata
del objeto de la prestación cuando ésta sea susceptible de deterioro o
perecimiento. La decisión que rechaza la solicitud es apelable con efecto
suspensivo.
Efectuada la venta se consigna el importe del precio deducidos los
gastos realizados.
b) Tratándose de prestaciones periódicas o sucesivas originadas en
una misma relación material, las inmediatamente posteriores a la pre-
sentación de la solicitud se realizarán en el mismo proceso, sin necesi-
dad de audiencias posteriores y se sujetarán a lo que el Juez haya deci-
dido en la audiencia realizada. El solicitante deberá expresar en la solici-
tud la periodicidad de su obligación.
c)Si el acreedor manifiesta posteriormente su asentimiento a recibir
el pago en forma directa, no procede la realización de las consignaciones
periódicas o sucesivas posteriores.
d) Excepcionalmente, tanto el deudor como el acreedor pueden soli-
citar que el objeto de la prestación quede en depósito judicial en poder
del deudor o persona distinta, en cuyo caso se aplican, en cuanto fueran
pertinentes, las reglas del contrato de secuestro.
Estas solicitudes proceden incluso cuando haya contradicción del
acreedor.
- 156 -
CAPÍTULO VIGÉSIMO
DE LA IMPUTACIÓN AL PAGO
§ 1. CONCEPTO
La imputación al pago es la facultad que le corresponde al deudor o al
acreedor, mediante la cual, haciendo un pago, se extingue una o más obli-
gaciones de las varias existentes entre acreedor y deudor. Sin duda que la
nota característica en esta figura se halla delineada por la pluralidad de
obligaciones o deberes de prestación.
Para que pueda presentarse un caso de imputación al pago necesa-
riamente debe el deudor y el acreedor estar relacionados en varias rela-
ciones obligatorias independientes, en las que unas no dependan de las
otras. Basta que existan dos relaciones obligatorias para que pueda pre-
sentarse la imputación al pago. Sin embargo, es posible que, en una rela-
ción obligatoria, se establezcan varios deberes de prestación, los mismos
que, por su forma plural, conforman una sola obligación.
Señala el artículo 1256 del Código Civil que “Quien tiene varias obli-
gaciones de la misma naturaleza constituidas por prestaciones fungibles y
homogéneas, en favor de un solo acreedor, puede indicar al tiempo de ha-
cer el pago, o, en todo caso, antes de aceptar el recibo emitido por el
acreedor, a cuál de ellas se aplica este. Sin el asentimiento del acreedor, no
se imputara el pago parcialmente o a una deuda ilíquida o no vencida”.
La fungibilidad implica la existencia de objetos que puedan cam-
biarse. En cambio, la homogeneidad, está relacionada a la naturaleza o al
mismo género (Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres co-
munes) del deber de prestación.
El momento para realizarse la imputación al pago es de vital impor-
tancia, pues éste tiene lugar en el instante de hacerse el pago o, antes de
aceptar el recibo remitido por el acreedor.
Mediante la imputación al pago, el deudor puede extinguir una rela-
ción obligatoria (no necesariamente más antigua) o un deber de presta-
ción mediante un pago que no correspondía hacerse en dicho contexto,
por lo tanto, de las varias obligaciones o deberes de prestación existentes,
se extingue una o varias, quedando pendientes una y otras.
En la imputación al pago, el pago que se tenga que hacer no puede
contener la totalidad de las deudas, pues en este caso ya no habría qué
deuda imputar el pago, en la medida que la suma entregada alcanza para
satisfacer todas las deudas del deudor.
§ 2. REQUISITOS DE LA IMPUTACIÓN AL PAGO
En la imputación al pago podemos distinguir claramente los siguien-
tes requisitos:
- 157 -
prestación.
Tratándose de los garantes, se señala en la primera parte del artícu-
lo 1295 del Código Civil que si la condonación se limita a uno de ellos,
este acto no se extiende a favor de los otros garantes, quienes continua-
rán en la misma condición, ni extingue el deber de prestación a cargo del
deudor. Sin embargo, la segunda parte del mismo numeral estatuye que
si “La condonación efectuada a uno de los garantes sin asentimiento de los
otros aprovecha a todos, hasta donde alcance la parte del garante en cuyo
favor se realizó”, de tal forma que la falta de asentimiento en los otros
garantes, si bien no extingue las garantías de todos, sin embargo, es
aprovechada por todos en el monto de la garantía otorgada por el garan-
te liberado.
2. EL CASO DE LAS OBLIGACIONES SOLIDARIAS
Tratándose de la condonación entre el acreedor y uno de los deudo-
res solidarios sobre la totalidad de la obligación, libera a los demás co-
deudores, de tal forma que la obligación se extingue por completo.
Cuando la condonación es parcial, simplemente se produce una reduc-
ción de las cuotas en cuanto al monto de la condonación.
3. EL CASO DE LAS OBLIGACIONES INDIVISIBLES
Tratándose de las obligaciones indivisibles, se aplican las mismas
reglas establecidas para las obligaciones solidarias; sin embargo, por
exigencia del artículo 1179 del Código civil, la condonación entre el
deudor y uno de los acreedores indivisiblemente vinculados, no extin-
gue la obligación respecto de los demás coacreedores. En este caso, los
otros acreedores no pueden exigir el cumplimiento del deber de presta-
ción de manera indivisible sino reembolsando al deudor el valor de la
parte del bien que fuera materia de la condonación o garantizando el re-
embolso. Esto significa que, sólo subsiste la indivisibilidad cuando tiene
lugar el reembolso o se garantiza el mismo, en los demás casos, la obli-
gación, que fuera indivisible, se habría convertido en una divisible.
§ 4. PRESUNCIONES EN LA CONDONACIÓN
Por disposición del artículo 1297 del Código Civil, la condonación
tiene lugar cuando el acreedor entrega al deudor el documento original
en el que consta el deber de prestación, salvo que el deudor pruebe que
le ha pagado. Deberá entenderse que la entrega del documento original
es efectuada con la intención de liberar al deudor de su deber de presta-
ción, pues si la entrega tiene otra finalidad, esta entrega no constituye
acto que determine la aplicación de la presunción contenida en la norma
comentada. Se trata pues de una presunción iuris tantum, de tal forma
que admite prueba en contrario.
§ 5. EL CASO DE LA GARANTÍA MOBILIARIA
- 186 -
solidación.
3. CONSOLIDACIÓN EN LAS OBLIGACIONES INDIVISIBLES
A diferencia de la consolidación en las obligaciones solidarias, tra-
tándose de las indivisibles el Código Civil ha establecido sus efectos en
dos dispositivos y en términos distintos. El artículo 11787 del anotado
cuerpo legal señala textualmente que “La consolidación entre el acreedor
y uno de los deudores no extingue la obligación respecto de los demás co-
deudores. El acreedor, sin embargo, sólo puede exigir la prestación reem-
bolsando a los codeudores el valor de la parte que le correspondió en la
obligación o garantizando el reembolso”. La primera parte del numeral
no difiere mayormente de lo que se halla establecido en el artículo 1191
del Código Civil para el caso de la solidaridad, lo que podría significar
que la indivisibilidad se mantiene en los mismos términos con los demás
deudores (lo que no ocurre en la solidaridad, en la que se ha provocado
un cambio de la misma), al señalar seguidamente el anotado artículo
que el acreedor sólo puede exigir la prestación reembolsando a los co-
deudores el valor de la parte que le correspondió en la obligación (ob-
viamente cuando era deudor) o garantizando el reembolso. Significa es-
to que la indivisibilidad se mantiene, exigiéndose para ello que el nuevo
acreedor (antiguo codeudor) entregue previamente su cuota a sus ante-
riores codeudores o simplemente garantice el reembolso una vez reci-
bido el pago. Ha de notarse que en el caso de la indivisibilidad, ésta se
mantiene de modo total, sin que tenga lugar la disminución de las cuotas
de los codeudores.
No obstante lo dicho en el párrafo anterior, se puede afirmar que si
el nuevo acreedor no entrega su cuota antes del cobro o no garantiza el
reembolso, cesa la indivisibilidad, pudiendo exigir, únicamente, el mon-
to que correspondería a cada uno de los deudores indivisiblemente vin-
culados, situación ésta que también difiere de la solución dispuesta para
el caso de las obligaciones solidarias.
Finalmente, la norma contenida en el artículo 1179, no hace sino ra-
tificar, con respecto a la consolidación lo declarado en el numeral 1178,
por lo que me releva de cualquier comentario.
4. CESE DE LA CONSOLIDACIÓN
Si cesa la consolidación, de manera inmediata, sin la necesidad de
pronunciamiento alguno se restablece la separación de las calidades de
acreedor y deudor que se habían reunido en una misma persona. Esta
circunstancia se presenta cuando, por cualquier circunstancia, desapa-
rece el acontecimiento por el que tuvo lugar la consolidación; ejemplo,
se declara la nulidad del testamento que instituía como heredero volun-
tario a su deudor.
- 189 -
CAPÍTULO TRIGÉSIMO
DE LA INEJECUCIÓN DE LAS OBLIGACIONES
1. NOCIONES
Hay dos tipos de responsabilidad que regula nuestro código: a) la
responsabilidad extracontractual, entendida como aquella que deriva de
la ley; y b) la responsabilidad contractual, entendida como aquella que
proviene de un contrato.
Tiene lugar la inejecución de una obligación cuando el deudor no
realiza la prestación debida, es decir, por alguna circunstancia, que por
ahora no interesa, deja de ejecutarla, quedando el acreedor sin poder
ver satisfecho su crédito.
Justamente vimos que uno de los efectos de las obligaciones es que
el acreedor, habiendo el deudor inejecutado la prestación, puede no exi-
gir el cumplimiento forzado de lo prometido, sino que simplemente de-
manda el pago de una indemnización. Este, como hemos señalado cons-
tituye un efecto principal pero anormal.
Por lo tanto, una obligación es inejecutada cuando el deudor no la
cumple de manera permanente, por cuanto si el incumplimiento es tem-
poral, no hay duda que estamos ante un supuesto de mora y no propia-
mente de inejecución de las obligaciones.
Sin embargo, dentro del incumplimiento de las obligaciones, no es-
tando ante un supuesto de inejecución de las mismas, el código se en-
carga de regular también el resarcimiento por el cumplimiento parcial,
tardío o defectuoso, estableciendo al igual que en los supuestos de ineje-
cución, el daño emergente como al lucro cesante, en cuanto sean conse-
cuencia inmediata y directa del cumplimiento parcial, tardío o defectuo-
so.
Si la inejecución o el cumplimiento parcial, tardío o defectuoso de la
obligación, obedecieran a culpa leve, el resarcimiento se limita al daño
que podía preverse al tiempo en que ella fue contraída.
2. INEJECUCIÓN SIN INDEMNIZACIÓN
No hay lugar a la indemnización, tratándose de la inejecución de las
obligaciones en los siguientes casos:
a) Cuando el deudor inejecuta la obligación mediando caso fortuito
o fuerza mayor. (entendidos estos como la causa no imputable, consis-
tente en un evento extraordinario, imprevisible e irresistible que impide
la ejecución de la obligación, o determina su cumplimiento parcial, tar-
dío o defectuoso).
b) Cuando el deudor actúa con la diligencia ordinaria requerida, en
- 194 -
cidados.
a) En la responsabilidad por culpa leve. Se presume que la ineje-
cución de la obligación, o su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso,
obedece a culpa leve del deudor.
b) En la responsabilidad por dolo o culpa inexcusable. La prue-
ba del dolo o de la culpa inexcusable corresponde al perjudicado por la
inejecución de la obligación, o por su cumplimiento parcial, tardío o de-
fectuoso.
c) Prueba en los daños. La prueba de los daños y perjuicios y de su
cuantía también corresponde al perjudicado por la inejecución de la
obligación, o por su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso.
Si el resarcimiento del daño no pudiera ser probado en su monto
preciso, deberá fijarlo el juez con valoración equitativa.
6. NULIDAD DE LA CLÁUSULA QUE IMPIDE LA RESPONSABILIDAD
Es nula toda estipulación que excluya o limite la responsabilidad
por dolo o culpa inexcusable del deudor o de los terceros de quien éste
se valga.
También es nulo cualquier pacto de exoneración o de limitación de
responsabilidad para los casos en que el deudor o dichos terceros violen
obligaciones derivadas de normas de orden público.
7. EL PAGO EN CUOTAS PERIÓDICA
Cuando el pago deba efectuarse en cuotas periódicas, el incumpli-
miento de tres cuotas, sucesivas o no, concede al acreedor el derecho de
exigir al deudor el inmediato pago del saldo, dándose por vencidas las
cuotas que estuviesen pendientes, salvo pacto en contrario.
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