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ia Restore do dhol Keiador antes de la conquista cuzqtieta, Qui 24 40 tiebia al intercambio establecido en estos lugares ext iompos antiguios. Nos hemos visto obligados a tratar do asuntos tan Icjanog del tema de asentamionto de log Ychmas en ia region del Cuzco, pero sélo para demostrar que ne ‘son especulaciones extrafias, y que esta hipdtesis de trabajo tiene wna baso lingistica, etnohistérica y ar queoldgica. La idea puede servir a Jog arquedlogos que en ol futuro Labajen en ol Cuzco, A ollos toca el aceptar o descartar esta teorla, foctwone weki, t. 2777, Etta y Sociedad: is Rowand Peedvisbiaied, + Pescadores, artesanos y mercaderes costefios en el Peri prebispdnticd Exransas riavas y dilatadod desiertes, dominador pox cerros desnudos, tal es el paisajo de Ia costa peruana y seria desolador sivo fuese por los xfos que, como to: rreates, bajan de las serranfas y cortan, de tanto en tanto, la aridez seinante. Alrededor de estos rfos, y a través de los siglos, el hombre con su esfuerzo ha etea- do complejos sistemas hidréulicos que transformaron Jos cauces en amenos valles, propicies para el desarro- Wo de lag altas culturas yuingas. Fn contraste con la hostilidad de Ja tierra que no, cesita del trabajo humano para volverse fértil, esta el ‘mar que bafia estas amplias costas; ut mar que, por cl hecho de arrastrar una corrionte de aguas frins, es tun emporio de riquezas marinas, una fuente de subsis- tencia inagotable para el habitante do sus orillas. » Pero no sblo fue el ooéano im medo de vida por fu extraordinaria fecundidad, sino tamb'éa un camino pata las migraciones que vinieron, on © tanscurso de log tiempos, a afincarse en sus costas, y, por iltimo, Otiginalmente publicado en Revista del Muse» Nacional, tomo XLI, 1875. 1 Rostvordwekd fue wna ruta para los navegantes que so artiesgaban en sus balsas hacia distantes puertos, con el fin de tro- ear sus productos. Los moreaderes! y los pescadotes yungas eran expertos manejando sis balsas y sus “ca- ballitos do totora’; conocfan las eormentes y los vien- tos, las caletas seguras y las islas del litoral. Para los antiguos costefios el mar to fue todo, y dobié ocupar un lugar impoitante en sus vidas, su costumbres, sus mitos y leyendas. Sin embargo, los espafioles en sus rénicas y rola tos dieron poca cabida al mar y a los habitantes de Jos Ilanos. Ellos quedaton impresionados ante la enor- midad do les cordilleras, perplejos por los tesoros rev: nidos eft Cajamarea y asombrados ante el Cuzco. Ast revogieron la visién serrana del mundo andino, de sus gobernantes hijos del Sol, de sus extraiias costumbres, do sus estructuras sociales y econSmicas, y s6lo nos le- garon escuetos relatos de aquel mundo costesio que Ia arqueologia desoubre ampliamente. EL Tahuantinsuyn fue eminentements agricola: ea- da habitanto tenia derecho a poseer un milmero de tie- ras, y, en lo posible, los ayllus se abastectan a si mis- mos gracias a Ia Hamada “verticalidad’. El antropélo- go John V. Murra, al investigar Ia ocologfa andina for- mulé In tesis do In existencia do “archipiélagos verti- ales”, quo representaban el medio por el cual un né- 1, Connon unto ent l Test olin rt via de mercadcres Indigenas se debe tener eb meute que n0 ¢® role « le tapinologla moder. epropiada ra dooce indus tral. Le documentos coloniaesy Tos diecinarlos do Tenge abo- co claamnente quo so trata do woreederesy cadeo'@ mols de indice. Es deci que ol tryoque era ol trode emplendo ns ftercambos, on un mundo don eda 9 eablla, “ders hay ave tomar en cucola la ‘ea del expatl y del ladigenn del sigo XVI, ¥ entender los vo tables co pu tespectivo content, sis tatar do daves tterpreta- Clones ysguiicadoe dol siglo XX. cleo étnico peimanente controlaba varios piéds ecold- gicos a través de colonias multiétntcas. Ahora bien, ers preciso encontrar los limites de aque- la estructura socal. En la costa se encuentran estas ‘colonias serranas instaladas.en ella, poro siempre co- mmo resultado do alguna conquista. Abuindantes son los ejemplos do los mitmog impuestos por los Inces, 0 de grupos de Lupacas de Chuculto instalados en et lite- ral de Same, Moquegua y Tecna, Hay quo tener en cuenta que sl momento de Ja invasién espafiola el mundo andino atravesaba utia de sus épocas de predominio serrano sobre los yungas, pe- ro no siempre fue ast. Hubo otros tiempos ‘cuando los sefiores de la costa no sufrfan Ia amenaza o In fuerza de los habitantes de la cordillera A diferencia de la sierra, la costa er autosuficien- te en cuanto a conseguir productos slimenticios: y, so- bre todo, estaba el mar, al cual no so le ha dado su merecido valor como fuente de subsistencia, ni se ha tomado en cuenta la influencia que ejercia’ sobre los costefios. Al chondar Ja investigaci6n en documentos del si- glo XVI con el fin de tratar do levantar en algo las incdgnitas emohistéricas que envuelven a los costerios prehispinicos, se consigue un enfoque distinto de es- tas culturas que puede ser una ayuca a Ia arqueologfa, Esto se logra mediante trabajo en archivos, en la do- cumentacién colonial, tanto administrativa como fudl- cial, en infinidad de probanzas, titulos de encomiendas, tasas, visitas, oto. I. Los pescadores Los pescadores formaban grupas numerosos do la poblacién yunga y ostaban diseminsdos a lo largo del Titoral, en comunidades ms o menos grandes, segtin Ja importancia de los sofiorios a los cuales pertenecian, aA Roatworowskt La primera noticia que recogimos sobre ellos ost contenida on un documento de Ia Biblioteca del Pala- clo Real de Madrid, referente al valle de Chincha (Rostworowski 1970). Segin Aviso (ast lamaremos en adelante esta relacién) In poblacién del Curacazgo Chinchano contaba con més 0 menos unos treinta mil tributarios, y sé dividia en seis mil mereaderes, diez mil pescadores y doce inil Iabradores, Esto indicarfa una divisién Inboral do la’ poblacién, distinta de los conocimientos que se tiene del Incarlo fen general. Poco es lo que se sabe sobre la existencia de grupos especializados on In realizacién de determi nadas factias, o inclusive so dudaba de si jams hubo artesanos y gremios en el antiguo Perit Segin Aviso, Jos pescadores vivian a lo largo del ‘mar, en una sola y larga calle, y “cada dia o los mas to ia somania entraban en Ie mar, cada uno con su balsa y redes y salian y entraban en sus puertos sefia~ lados y eonocidos, sin tener competencia unos con los ‘otios” (pag, 170). Cuando no peseaban, todo erm para cllos beber y brilar, o sen que segin la relacién que ‘comentamos no parce(an hacer otra cosa que su oficio. Quizé el elevado monto de pescadores hoga ‘dudar sobre Ia veracidad de la cifra indicada, pero ellos no” solamente peseaban para el consumo del sefiorio, sino que salaban y seeaban ol pescado que se convertia en tonces en un artioalo para el trueque oon la siorra, Ya do Leén rfirmaba la importancia de este inter- cambio de pescado salado con las regiones de las se- rraniag?. 2. Clean de Leim, Pedro La Crénica dol Peri, exp. LVIIT (i941), Antonio Aleedo (1967) en su Diccionario, dice hablando Aa’ valle de Pisco que era: “abundante de pescado que salan for tndios y Hoven a las Proviacias intergres...” en ol mismo Die- Clonario ver sobre Ia pesca en Paita; “alli hay mucho peseado Cpectalmente tollo que cogen con abundancia, y feco lo envfan Svenler a Tag demis provinclas” 6 /Poscadores, artisnuot ¥ inbresderes Sogin Fray Reginaldo de Lizrraga (1948), los peé- adores chinchanos “no hablan do labrar un palmo do tierra; con el pescado compraban todo lo necesario; los labs dores 30 babian de embint a pesear; con los ms: tenimientos compraban el pescado” (cap. XLVI, pag, 90). La siguiente noticia que tenemos sobre tos pesca- dores pertenece a Ia costa contral y hay numerosas re- ferencias de que se pescaba en todo el litoral, La des- cripcién andnime del virreinato del Pests indica que los naturales: 7 tienen muchas partes por donde bajan a 1a ‘mar, caminos anchos y acomodados. Todos los indios que viven por los lugares referidos de Pa- chacathac al Callao son pestadores...” (1958, pig. 65). No solamente pescaban en toda Ia costa sino que tam- ign lo haclan en las Jagunillas que existlan entonces fen Jos hugares cercanos a las playas, en. Jas zonas pan- tanosas del litoral. Hipélito Ruiz: tuvo la oportunidad do observarld directamente cuando pasé unas semma- nas en una hacienda dol valle de Loria (1951, T. 1 52). Cobo confirma lo dicho por Ruiz cuando sefia- la que al norte do Ia desemabocadura det ro Lurin ha Dia una: “poquefia laguna, que pareca Tuberse antigua mente comunicado eon el mar” (1958, pag, 188). En Tos mapas de la costa levantados por los miem- bros de In expodicién de Malaspina, a finales del siglo XVIIL, so observa ea todo el litoral de los valles mu- erosas lagunas que posteriormente fusron sooindose,

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