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¿Adónde te escondiste,
habiéndome herido;
de flores esmaltado!,
y, yéndolos mirando,
no quieras enviarme
y déjanme muriendo
Descubre tu presencia,
formases de repente
¡Apártalos, Amado,
Vuélvete, paloma,
la noche sosegada
la música callada,
la soledad sonora,
el ámbar perfumea,
Escóndete, Carillo,
y no quieras decidlo;
y no toquéis al muro,
Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
allí te di la mano,
y fuiste reparada
en púrpura teñido,
de paz edificado,
A zaga de tu huella
al toque de centella,
al adobado vino,
En la interior bodega
y yo le di de hecho
Mi alma se ha empleado,
ya no guardo ganado,
Pues ya si en el ejido
De flores y esmeraldas,
en tu amor florecidas
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste,
Cuando tú me mirabas,
y en eso merecían
No quieras despreciarme,
La blanca palomica
y ya la tortolica
al socio deseado
En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
Gocémonos, Amado,
al monte y al collado,
Allí me mostrarías
y luego me darías
El aspirar el aire,
el soto y su donaire
en la noche serena,
y el cerco sosegaba,
y la caballería