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APUNTES SOBRE LA PENA DE MUERTE

Francisco Muñoz Conde

Muñoz Conde establece que el derecho penal del enemigo es el conjunto de normas
penales sui géneris aplicables para un tipo de delincuente, inicialmente para autores de
delitos económicos, pero últimamente a quien comete hechos terroristas, de
narcotráfico, o es autor de delitos de delincuencia organizada. Serían reglas diferentes
a las del derecho penal normal o aplicables al ciudadano “normal”, infractor de otros
ilícitos, el cual sí contaría con los derechos y garantías reconocidas por el derecho
penal moderno consignadas en las constituciones y convenios internacionales. Se
trataría de dos derechos penales distintos y con distintas finalidades o funciones,
comprendidos en un mismo ordenamiento o bien en leyes especiales. El enemigo, se
dice, sería una “no persona”, por lo tanto no puede ser tratado como tal. Se podría,
advierte, llegar a los extremos de autorizar torturas para lograr la confesión o delación
de cómplices. Los términos y derechos quedarían suspendidos a conveniencia de la
autoridad. Muñoz Conde sintetiza la problemática en dos grupos, en el primero hace
dos preguntas: 1a. ¿Quien define al enemigo y cómo se le define? y 2a. ¿A qué tipo de
sujetos autores de delitos se incluye en el grupo de los ciudadanos o en el de los
enemigos? En el segundo plantea las incompatibilidades de dicho concepto con el
Estado de derecho y la vigencia del principio de igualdad. Muñoz Conde hace énfasis
en la confrontación entre los principios de libertad y seguridad. El autor reflexiona en el
difícil equilibrio entre ambos, mismo que siempre trata de lograr el derecho penal.
Nunca será posible, dice, conseguir una total seguridad y no conviene terminar con la
libertad ni aún con la mínima de la que gozan los procesados.
Si se mira con más detenimiento el contexto histórico en el que fue desarrollándose la
evolución doctrinal pronto se vislumbra que detrás de ella había un pensamiento
jurídico preocupado por hacer del Derecho penal un instrumento de control social
idóneo para conseguir determinados fines de estabilización y seguridad jurídica en una
sociedad disciplinada y bien organizada, de acuerdo con determinados postulados
ideológicos. Por eso, cuando se vio que esta forma de entender el Derecho penal no se
adaptaba bien a otro tipo de postulados ideológicos, se recurrió a otras instituciones
penales o para penales, como las medidas de seguridad, en su versión más dura de la
custodia de seguridad por tiempo indeterminado para los reincidentes, en las que las
preocupaciones por la seguridad jurídica y las refinadas construcciones elaboradas en
torno a la Teoría del Delito eran soslayadas, cuando no claramente excluidas. Surgió así
un contraste entre “culpabilidad y peligrosidad”, entre pena y medida de seguridad,
entre un Derecho penal garantista basado en el principio de culpabilidad , y un Derecho
penal puramente represivo basado en la idea de peligrosidad, que no cabe duda
favoreció enormemente la construcción del Derecho penal nacionalsocialista, en el que
el delincuente, el marginado social o las personas pertenecientes a las llamadas “razas
inferiores”, quedaban excluidas de cualquier consideración garantista o meramente
humanitaria, y pasaban a considerarse fuentes de peligro que debían ser controladas
como fuerza de trabajo barata a explotar en campos de concentración, o simplemente
exterminándolas.
MUÑOZ CONDE nos recuerda que según JAKOBS, en el derecho penal del enemigo,
el legislador no dialoga con sus ciudadanos, sino que amenaza a sus enemigos,
conminando sus delitos con penas draconianas, recortando las garantías procesales y
ampliando las posibilidades de sancionar conductas muy alejadas de la lesión de un
bien jurídico. El problema que plantea este derecho penal del enemigo es su difícil
compatibilidad con los principios básicos del derecho penal del Estado de derecho,
porque ¿dónde están las diferencias entre ciudadano y enemigo?, ¿quien define al
enemigo y como se lo define?, ¿es compatible esta distinción con el principio de que
todos somos iguales ante la ley?.. El catedrático de Sevilla, MUÑOZ CONDE, expresa
su preocupación porque este derecho penal del enemigo es una amenaza para los
principios y garantías del Estado de Derecho.

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