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HISTORIA DEL JAZZ

1. ¿Qué es el JAZZ?. Conceptos previos. Orígenes


2. Características
3. Instrumentos
4. Agrupaciones
5. Evolución y estilos
6. Cuadro cronológico del Jazz

1. ¿Qué es el JAZZ?. Conceptos previos. Orígenes


El jazz es un tipo de música difícil de definir, puesto que en la mayor parte de los casos su estudio teórico se ha abordado
desde los principios de la música clásica por musicólogos europeos y el jazz se resiste a ser abordado desde fuera de su propio
universo.
El jazz, como muchas otras artes se explica a sí mismo, y sólo la experiencia de su audición permite comprenderlo.

Para una mejor comprensión de la música de Jazz hay que analizar de alguna forma los componentes que la han hecho posible:

i) Elementos Africanos,
ii) Elementos Afro-americanos
iii) Elementos Europeos.

Los elementos africanos es una aportación propia de los esclavos, sus ritmos ancestrales de gran complejidad están en la base
de una de las características más notables del Jazz, además el sistema musical de los negros exiliados no conocía más que 5 tonos de
los 7 utilizados en Europa faltándoles el Mi y el Si de nuestra escala.
Los elementos negro-americanos o afro-americanos son el primer paso de la evolución musical, los negros entran en contacto
con los cantos corales religiosos protestantes y lo que se les enseña a cantar en el templo lo asimilan pronto. Debido a su oído
pentatónico, es decir de 5 tonos en vez de 7, deforman las melodías originales dándoles un carácter modal nuevo. La libertad con que
los pastores protestantes les dejaban cantar a Dios da lugar a la interpretación de cánticos acompañados por ritmos de palmas,
panderetas o cualquier otro objeto. El severo canto metodista se transforma así en dinámico negro espiritual .
El idioma también tiene su importancia, al utilizarse históricamente el inglés los primeros negros experimentan una
particular dificultad física para pronunciar, lo deforman y esto genera una manera incopada no sólo de hablar sino de cantar. A partir
de este punto se forma ya un auténtico folclore negro-americano donde se mezclan cantos religiosos transformados, melopeas
africanas supervivientes como los cantos de trabajo de las grandes fincas del Sur que dan lugar al Blues.
A partir de la Guerra de Secesión aparecen los famosos Blues. Una forma musical única en su género básicamente cantada
que todavía hoy perdura y a la que el Jazz debe gran parte de su repertorio e inspiración .
Finalmente hablaremos de los elementos europeos. Al terminar la guerra civil americana el arte musical negro era todavía
vocal, sin embargo, a partir de ahí durante los últimos años del siglo pasado, abolida la esclavitud, los negros empiezan a formar sus
primeras orquestas e intentan al principio imitar la música que oían en las casas de los blancos traída de Europa: polkas, cuadrillas,
valses y sobre todo marchas. El licenciamiento de los ejércitos después de la guerra va a tener más importancia que la simple anécdota
pues así los negros tendrán la oportunidad de comprar en algún rastro cornetas, trombones, clarinetes y también tambores.
Paralelamente empiezan a recibir educación musical, por lo general clases de órgano o piano impartidas por el pastor de la parroquia.
Estos primeros pianistas al intentar adaptar ciertas melodías de origen europeo a su sensibilidad musical propia crean el primer estilo
musical negro bien definido: el Ragtime. Antecesor prácticamente directo del Jazz primitivo, el Ragtime es todavía música escrita, no
improvisada.

Las raíces. El jazz es el fruto del encuentro de la tradición musical africana y la europea, en un escenario preciso, Estados
Unidos, a raíz de la llegada de los esclavos negros desde principios del siglo XVII.
En el siglo XIX, la religión cristiana (sobre todo las iglesias baptista y metodista) fue impuesta a muchos de estos esclavos,
que encontraron en los textos del Antiguo Testamento numerosas analogías aplicables a su propia situación y en las corales una forma
de expresión musical.
Con el paso del tiempo esos salmos teñidos de tradición africana darían lugar a lo que se conoce como GOSPELL, canto
religioso que adopta formas diversas: la prédica del pastor, los grupos vocales y gran número de solistas especialmente femeninas.
La música religiosa convivía con la profana: canciones de plantación, baladas, y otras formas de expresión popular, tanto
africanas como europeas, que alimentarían uno de los grandes pilares de la música afroamericana, el BLUES. Si nos atenemos a
criterios musicales el blues es una estructura de doce compases, que utiliza las llamadas “blue notes”, alteraciones de la tercera y
séptima notas de la escala, pero el blues es mucho más, hay quien lo traduce por tristeza, aunque es más acertado la definición de los
propios cantantes de blues: “Blues is a feeling”, es una sensación, un sentimiento.
Por otro lado surge en Saint Louis hacia 1870 un estilo pianístico, que sin llegar a ser jazz se acerca mucho por su carácter
dinámico y saltarín, es el RAGTIME, su característica principal es la superposición de un ritmo regular tocado por la mano izquierda
y un ritmo sincopado que va haciendo la mano derecha, a veces también utiliza las “blue notes”. Su origen parece ser que está en las
danzas que bailaban los esclavos parodiando a sus amos. Las partituras de ragtime se grababan en “rollos de cartón” para piano
mecánico o pianola y su músico más representativo fue Scott Joplin.

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El nacimiento del jazz se pierde en esa confluencia de formas y estilos musicales de la cultura afroamericana que se produce
a finales del siglo XIX: el gospell, el blues, el ragtime, las marchas militares, la música de baile europea....Toda esta mezcla creará el
transfondo sobre el que Jerry Roll Morton se permitiría autoproclamarse “inventor del jazz”.

Así pués, el jazz tiene sus raíces en el eclecticismo musical de los afroamericanos. En esta tradición sobreviven huellas de la
música del África Occidental, de las formas musicales de la comunidad negra del Nuevo Mundo, de la música popular y clásica ligera
europea de los siglos XVIII y XIX y de formas musicales populares posteriores que han influido en la música negra o que son obras
de compositores negros. Entre los rasgos africanos se encuentran los estilos vocales, que destacan por una gran libertad de coloración
vocal; la tradición de la improvisación, las pautas de pregunta y respuesta, y la complejidad rítmica, tanto en la síncopa de líneas
melódicas individuales como en los ritmos complejos que tocan los distintos miembros de un conjunto. Otras formas de música
afroamericana son los cantos que acompañaban el trabajo, las nanas y, aunque posteriores, los cánticos espirituales y los blues.

La música europea ha aportado estilos y formas específicas: himnos, marchas, valses, cuadrillas y otras músicas de baile, de teatro
ligero, y de óperas italianas, así como elementos teóricos —en especial la armonía—, un vocabulario de acordes y la relación con la
forma musical. Gran parte de la influencia europea se debe a los estudios que realizaron estos músicos del Viejo Músico, incluso en
tiempos en los que ésos sólo podían encontrar trabajo en los barrios en que se divertían los pobres o en los barcos que surcaban el
Mississippi.

Entre los elementos negros de la música popular que han contribuido al jazz se incluyen la música de banjo de los minstrel
shows (derivados de la música de banjo de los esclavos); los ritmos sincopados de influencia negra procedentes de la música
latinoamericana (que se oía en la ciudades sureñas de Estados Unidos), los estilos de pianola de los músicos de las tabernas del Medio
Oeste, y las marchas e himnos tocados por las bandas de metales de negros a finales del siglo XIX. En estos años surgió otro género
que ejerció una poderosa influencia. Se trataba del ragtime, música que combinaba muchos elementos, incluidos los ritmos
sincopados (originarios de la música de banjo y otras fuentes negras), y los contrastes armónicos y las pautas formales de las marchas
europeas. A partir de 1910 el director de orquesta W. C. Handy tomó otra forma influyente, el blues, y la llevó más allá de su
tradición precedente —estrictamente oral—, con la publicación de sus originales blues. En las manos de los músicos de jazz, sus blues
llegaron a quien sería quizá su mayor intérprete en los años veinte: la cantante Bessie Smith, que grabó muchos de ellos.

La fusión de estas múltiples influencias en el jazz resulta difícil de reconstruir, dado que esto ocurrió antes de que el
fonógrafo pudiera ofrecer testimonios fiables.

2. Características

Desde sus comienzos el jazz se ha ramificado en muchos subestilos carentes de una descripción única que se adapte a todos
ellos con fiabilidad absoluta. Sin embargo, pueden hacerse algunas generalizaciones, teniendo en cuenta que en todos los casos hay
excepciones.

Los intérpretes de jazz improvisan dentro de las convenciones del estilo que han elegido. Por lo general la improvisación se
acompaña de una progresión de acordes de una canción popular o una composición original que se repiten. Los instrumentistas imitan
los estilos vocales negros, incluso el uso de glissandos o slides y portamentos (sonidos arrastrados de una nota a otra), las ligeras
variaciones de tono (incluidas las llamadas "blue notes", tonos de la escala del blues desafinados a la baja en un intervalo microtonal
respecto a la afinación occidental), y los efectos sonoros, como gruñidos y gemidos.

Superposición de ritmos regulares e irregulares, con la utilización de notas a contratiempo y síncopas. Ambas consisten
en una alteración del ritmo, se trata de acentuar una parte débil del compás, pero mientras que la síncopa continúa en la parte fuerte,
las notas a contratiempo terminan antes de comenzar la parte fuerte siguiente.

La improvisación. Si bien para la improvisación de jazz se usan piezas cuyas pautas formales son muy distintas, hay dos
estructuras, en particular, que se usan con frecuencia en los temas de jazz. Una es la forma AABA (la forma canción) de los estribillos
de las canciones populares, que consta de 32 compases divididos en cuatro secciones de ocho compases cada una: la sección A; la
repetición de la sección A; la sección B (el puente, que suele comenzar en una tonalidad nueva); y la repetición de la sección A. La
segunda forma tiene hondas raíces en la música folclórica de la comunidad negra estadounidense, el blues de 12 compases. A
diferencia de la forma de 32 compases en AABA, los blues tienen una progresión de acordes casi uniforme.

3. Instrumentos
El jazz es una música de raíz africana con elementos occidentales, esto se refleja en los instrumentos se utiliza.
Fundamentalmente se dividen en dos clases: los que marcan el ritmo (rítmicos) y los que tocan la melodía (melodía).
- Rítmicos: Batería. Se empezó a utilizar muy tempranamente pero como un instrumento secundario, que acompañaba a los
solistas. Pronto se convirtió en uno de los más importantes de cualquier formación.
Contrabajo. Tocado directamente con los dedos. A veces se sustituía por una tuba.
- Melódicos: Piano. Utilizado ya en el ragtime, pasó al jazz como instrumento protagonista.

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Trompeta. Tuvo una importancia enorme hasta los años 40 en que fue remplazada por el saxofón. Antes de la
trompeta se empleaba un instrumento parecido, la corneta.
Saxofón. Se puso de moda con Coleman Hawkins y pasó a convertirse en solista a partir de la revolución de Charlie
Parker.
Banjo. Era el instrumento más importante de la música popular norteamericana. Se utilizó hasta los años 20, luego
cayó en desuso sustituido por la guitarra.
4. Agrupaciones
Las agrupaciones instrumentales en jazz son muy variadas, pueden ir desde un instrumento solista a grandes bandas de hasta
50 músicos. Las más comunes son:
- TRIO. Formado generalmente por dos instrumentos rítmicos (batería y contrabajo) y uno melódico, que
suele ser el piano o la guitarra. Esta agrupación se puso de moda a partir de los años 40 con el inicio del jazz moderno.

- CUARTETO. Es quizás la agrupación más característica, consiste en añadir a la anterior un instrumento de viento, trompeta o
saxofón. En un QUINTETO habrá dos instrumentos de viento.

- BIG BAND. Las más comunes cuentan con una sección de ritmo (piano, contrabajo, batería y guitarra) y otra de viento de viento
(saxofones, trompetas y trombones). La época más importante de este tipo de agrupaciones fue en los años 30 o “era swing”.

5. Evolución y estilos.

La mayor parte de la música primitiva de jazz se interpretaba en pequeñas bandas de marcha o la tocaban pianistas solistas. Aparte del
ragtime y las marchas, el repertorio incluía himnos, espirituales y blues. Las bandas tocaban esta música, modificándola mediante
síncopas y aceleraciones, en los picnics, bodas, desfiles y funerales. Era típico que las bandas tocasen endechas de camino a los
funerales, y marchas alegres al volver. Si bien el blues y el ragtime surgieron con independencia del jazz y continuaron coexistiendo
con él, influyeron en el estilo y las formas del jazz, y sirvieron de vehículo importante para la improvisación jazzística.

Estilo Nueva Orleans.

Con el inicio del siglo XX surgió el primer estilo de jazz documentado, cuyo centro estaba en la ciudad de Nueva Orleans, en
el estado de Louisiana. En este subestilo la corneta o la trompeta llevaba el peso de la melodía, el clarinete tocaba floridas
contramelodías y el trombón interpretaba sonidos rítmicos mientras hacía sonar las notas fundamentales de los acordes o una armonía
simple. Detrás de este trío básico, la tuba o el contrabajo interpretaban la línea del bajo, y la batería el acompañamiento rítmico. La
exuberancia y el volumen eran más importantes que la delicadeza: la improvisación se centraba en el sonido del conjunto.

Un músico de nombre Buddy Bolden parece haber sido el artífice de las primeras bandas de jazz, pero su música y su sonido
se han perdido. Si bien se pueden percibir ciertas influencias del jazz en las pocas grabaciones primitivas en discos, la primera
grabación de una banda de jazz hubo de esperar hasta 1917. Esta banda, un grupo de músicos blancos de Nueva Orleans, que se
llamaba The Original Dixieland Jazz Band tuvo un enorme éxito en Estados Unidos y a nivel internacional (el término dixieland sería
utilizado para definir más tarde al estilo Nueva Orleans interpretado por músicos blancos). Después aparecerían dos destacados
grupos, uno blanco y otro negro: en 1922 los New Orleans Rhythm Kings y en 1923 la Creole Jazz Band, esta última liderada por el
cornetista King Oliver. La serie de grabaciones realizadas por el grupo de Oliver son los registros más significativos del estilo
de Nueva Orleans. Otros destacados músicos de Nueva Orleans fueron los trompetistas Bunk Johnson y Freddie Keppard, el
saxofonista soprano Sidney Bechet, el percusionista Warren "Baby" Dodds, y el pianista y compositor Jelly Roll Morton. Sin embargo,
el músico más influyente del estilo de Nueva Orleans fue el segundo trompeta de King Oliver, Louis Armstrong.

Primer auténtico virtuoso de jazz, Armstrong fue un sorprendente improvisador, tanto en el plano técnico, como en el
emocional e intelectual. Cambió el formato del jazz y puso al solista al frente de la orquesta. Los grupos con los que grabó, los Hot
Five y los Hot Seven, demostraron que la improvisación podía ser mucho más que una simple ornamentación de la melodía; para ello
creó nuevas variaciones basándose en los acordes de la melodía inicial. También creó escuela para todos los cantantes de jazz
posteriores, no sólo en la manera de alterar las palabras y la melodía de las canciones, sino también al improvisar sin palabras, usando
la voz como un instrumento (técnica denominada scat).

Nueva York y Chicago en los años veinte.

Para el jazz, la década de 1920 fue una época de gran experimentación y muchos descubrimientos. Muchos músicos de
Nueva Orleans, incluido el mismo Armstrong, emigraron a Chicago, influyendo en los intérpretes locales y estimulando la evolución
de un estilo identificable, derivado del estilo Nueva Orleans pero acentuando la actuación de los solistas y añadiendo de forma
habitual el saxofón a la orquestación. Este subestilo también se caracterizó por ritmos más tensos y texturas más complejas. Entre los
instrumentistas que trabajaban en Chicago o que fueron influidos por el estilo Chicago se incluyen el trombonista Jack Teagarden, el
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intérprete de banjo Eddie Condon, el baterista Gene Krupa y el clarinetista Benny Goodman. En Chicago también trabajaba Bix
Beiderbecke, cuyo lirismo como cornetista era el contrapunto del estilo trompetístico de Armstrong. Muchos de los músicos de
Chicago se establecerían luego en la ciudad de Nueva York, otro centro importante de jazz en la década de 1920.

Junto a ese florecimiento de los solistas, los años veinte conocerían el inicio del esplendor de las grandes orquestas, como la
de Paul Witheman, que se consagraría entre el gran público con su versión de “Rhapsody in Blue” de George Gerswhin, la de
Fletcher Henderson, con solistas como Rex Stewart a la trompeta o Coleman Hawkins al saxo tenor y sobre todo la orquesta de Duke
Ellington

Los años de la Depresión. El crac económico de 1929 afectó gravemente a numerosos músicos que se vieron alejados de
los estudios de grabación y de los escenarios, sin embargo el público seguía reclamando espectáculos y las orquestas ya establecidas
siguieron conociendo un auge imparable al que se sumaría, entre otras, la de Count Basie, considerada por muchos la mejor orquesta
de jazz de todos los tiempos.
De estas orquestas surgirán numerosos solistas de enorme personalidad. Figuras singulares de este momento son el pianista
Art Tatum y el pianista y cantante Fats Waller.
Una importante consecuencia de la depresión económica americana fue el desplazamiento a Europa de muchos artistas en
busca de trabajo. Fue el momento de la eclosión de los “hot clubs”, verdaderos puntos de reunión de los aficionados al jazz, a la vez
que, contagiados por la presencia de músicos como Coleman Hawkins o Sidney Bechet, comenzaron a despertarse numerosas
vocaciones musicales, surgió así la mítica formación del Quinteto del Hot Club de Francia liderado por el guitarrista Django Reihardt
y el violinista Stéphane Grappelli

La era del swing. (Las Big-Bands)


Durante la década de 1920 hubo grupos de jazz que comenzaron a tocar siguiendo el modelo de las bandas de bailes de
sociedad, formando las que se dieron en llamar big-bands. Fueron tan populares en las décadas de 1930 y 1940 que este periodo se
conoce como la era del swing. Uno de los aspectos más importantes en el nacimiento de la era del swing fue un cambio en el ritmo
que suavizaba los compases en dos tiempos del estilo Nueva Orleans utilizando un compás más fluido, de cuatro tiempos. Los
músicos también desarrollaron el uso de estructuras melódicas cortas, llamadas riffs, con pautas de pregunta y respuesta. Para facilitar
dicho procedimiento las orquestas se dividieron en secciones instrumentales, cada una con sus propios riffs, dando la oportunidad a
los músicos para que tocasen solos o improvisaciones extensas. En la segunda mitad de los años treinta el jazz alcanzó uno de sus
grandes momentos de florecimiento. Es el estilo que se conoce como “mainstream” (literalmente se traduce por corriente principal),
época intermedia entre el jazz tradicional y el jazz moderno.

El desarrollo de las big bands como medio jazzístico se debió en gran parte a Duke Ellington y Fletcher Henderson.
Henderson y su arreglista, Don Redman, contribuyeron a la introducción de las partituras escritas en la música de jazz, aunque
también intentaron captar la calidad improvisatoria que caracterizaba a la música de los conjuntos reducidos. En última instancia
tenían la colaboración de solistas muy dotados, como el saxofonista tenor Coleman Hawkins.

Ellington dirigió durante los años veinte una banda en el Cotton Club de Nueva York. Continuó dirigiendo su orquesta hasta
su muerte en 1974, y compuso piezas de concierto, coloristas y experimentales, con una duración que podía ir de los tres minutos de
'Koko' (1940) a la hora de Black, Brown, and Beige (1943), así como los temas 'Solitude' y 'Sophisticated Lady'. La música de
Ellington, más compleja que la de Henderson, hizo de su orquesta un conjunto conexionado, con solos escritos especialmente para
instrumentos y músicos determinados. Otras bandas en la tradición de Ellington y Henderson fueron las lideradas por Jimmie
Lunceford, Chick Webb y Cab Calloway.

Las orquestas seguían siendo el marco ideal para el lucimiento de los solistas y a la vez favorecieron la eclosión de nuevos
talentos como el saxofonista Lester Young y del contrabajista John Kirby.
Fue el momento también de la aparición de dos grandes cantantes, Billie Holiday y Ella Fitzgerald, quienes, junto a Sarah
Vaughan, reinarán hasta nuestros días como diosas entre las voces del jazz.

Durante la década de 1930 se desarrolló en Kansas City un estilo diferente de jazz para big band, cuyo máximo exponente
fue la banda de Count Basie. La banda de Basie es un reflejo del énfasis del suroeste norteamericano en la improvisación, a la vez que
conserva pasajes escritos (o memorizados) relativamente cortos y simples. Los instrumentos de viento intercambiaban los riffs de
conjunto, e interactuaban con grandes dosis de ritmo con pausas para acomodarse a los extensos solos instrumentales. El saxofonista
tenor Lester Young tocaba sobre todo con una libertad rítmica de apariencia extraña durante las improvisaciones de los solistas de
otras bandas. La delicadeza del tono de Young, sus melodías fluidas —a las que ocasionalmente dotaba de un toque vanguardista de
taberna y de una especie de gorjeos (juego de voz en tonos agudos)— abrirían un nuevo camino, como sucediera con la manera de
tocar de Armstrong en los años veinte.

Otras figuras que hicieron escuela a finales de los años treinta fueron el trompetista Roy Eldridge, el guitarrista Charlie
Christian, el baterista Kenny Clarke y el vibrafonista Lionel Hampton. Los cantantes de jazz de la década de 1930 utilizaron una
forma de interpretar más flexible y estilizada. Ivie Anderson, Mildred Bailey, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, y, sobre todo, Billie
Holiday fueron las figuras más destacadas.

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El jazz tras la segunda guerra mundial. En 1941, los Estados Unidos entraron oficialmente en guerra y buena parte de los
músicos de jazz se vieron obligados a vestir el uniforme militar y a colaborar con las bandas del ejército o a grabar discos destinados
al esparcimiento de la tropa. En Europa tampoco se respiraban buenos aires para esa música que los nacionalsocialistas calificaban de
"degenerada".
La influencia de la guerra en la vida de los músicos y sobre todo las ansias de innovación de los más jóvenes contribuirían a
una profunda renovación del jazz.

El club Minton´s Playhouse sería la cuna de un nuevo estilo, el bebop, que tiene en Charlie Parker y Dizzy Gillespie a sus
líderes indiscutibles. Los músicos de jazz ya no encontraban en el mundo del espectáculo el lugar adecuado para expresar su talento,
simplificando las cosas, si Louis Armstrong representó en su momento la toma de conciencia del solista dentro de las formaciones del
jazz, los bopper representaron una toma de conciencia mucho más amplia, se trata de volver a los orígenes, de reinterpretar y
reescribir la tradición mediante la exploración de nuevas armonías, la ampliación de los registros sonoros y explotar todas las
posibilidades de los ritmos y los tempos a la vez.

El bebop seguía basándose en la improvisación sobre una progresión de acordes, pero sus tempos eran más rápidos, las frases
más largas y complejas, y la gama emocional más amplia, hasta incluir sensaciones menos agradables que las habituales hasta
entonces. Los músicos de jazz tomaron mayor conciencia de su expresión como artistas e intentaron promocionar su arte mediante el
añadido de vocalistas, danzas y comedia, tal como lo habían hecho sus predecesores.

Entre los nuevos músicos Thelonius Monk sería uno de los primeros en adaptar el piano al bebop, igual harían Charles
Mingus con el contrabajo y Miles Davis con la trompeta entre otros muchos.
La escena del jazz de la segunda mitad de los años cuarenta era un auténtico hervidero, pues, ante el nacimiento del bebop,
los representantes de la tradición trataron de revitalizar el estilo de Nueva Orleans, a la vez que la música afrocuabana, instalada en
Nueva York, se adueñó de buena parte de las salas de baile
Fue también la época del gran triunfo de la cantante Ella Fitzgerald, con unos recursos técnicos incomparables como el "scat",
forma vocal basada en sílabas onomatopéyicas (ya utilizada por Louis Armstrong) que permite competir con la improvisación
instrumental. Junto a ella destacaron como las más grandes figuras del jazz vocal Billlie Holiday, con un estilo más intimista y Sarah
Vaughan, la cantante más emblemática del bebop.
Además de los clásicos como Armstrong, Basie o Ellington y de los modernos Parker y Gillespie, el rhythm and blues vivía
un momento de esplendor con la aparición de figuras como Ray Charles, Etta James o Chuk Berry. Incluso parecía que algo empezaba
a cambiar en la política estadounidense, surgiendo las primeras emisoras radiofónicas destinadas al público afroamericano y
desterrando etiquetas como la de "race records" que se habían destinado a esta música.

Los años cincuenta: bebop, coul y rhythm and blues. En la relativamente breve historia del jazz, apenas un siglo, los
cambios se han producido siempre a caballo sobre movimientos existentes, que no han desaparecido, sino que sólo han cedido la
primera página de la actualidad sin llegar a extinguirse. Lo que en principio parecían "modas" son en realidad estilos, que se han
afirmado con el paso del tiempo y están obligados a convivir en el amplio espacio de la música afroameriana. Esta situación se hace
patente en los años cincuenta.
Por un lado algunos músicos blancos, como Chet Baker, rehuyeron el lado más explosivo del bebop sin renunciar a los
progresos que éste suponía y adoptaron una estética más apaciguada con un toque de lirismo y emoción a la que se aplica el nombre
de cool jazz .
El cool jazz, sin embargo es un movimiento amplio que abarca desde el llamado "jazz de cámara", por ser demasiado
elegante según algunos, del Modern Jazz Quartet, hasta colaboraciones irrepetibles como la Miles Davis y Gil Evans, pianista y
compositor cuyos sabios arreglos, entre los mejores de la historia del jazz, crearon la atmósfera ideal para que el estilo intimista de
Davis alcanzara algunas de sus puntos culminantes.
Por otra parte con Max Roach, los Jazz Messengers y las formaciones del saxofonista Sonny Rollins o del contrabajista
Charles Mingus, el bebop proseguía su evolución, enriqueciéndose día a día con nuevos hallazgos que sentarían las bases del jazz
moderno.
Mientras tanto el rhythm and blues, la forma más popular de la música afroamericana, había alcanzado un desarrollo
imparable gracias a figuras como Ray Charles, Louis Jordan, Fats Domino, o Chuk Berry.
En el terreno estrictamente del jazz, algunos músicos surgidos del bebop comenzaron a cultivar el funk, impregnado de
resonancias del blues y del gospell, en el que destacarían organistas como Lou Benett, guitarristas, Grant Green o trompetistas como
Donald Byrd. Su música era densa y tórrida, con ese mismo espíritu de trance místico heredado del gospell y que el soul haría suyo.

Los años sesenta: la "New Thing" y el soul. En Estados Unidos los años sesenta vieron cómo los movimientos políticos y
sociales afroamericanos adquirían cada vez mayor dimensión con líderes como Martin Luther King o Malcolm X, y lograban el
objetivo de la consecución de los derechos civiles que hasta entonces el racismo les había negado.
En este marco apareció la primera casa discográfica dirigida por un hombre de color, la Tamla Motown, responsable del
lanzamiento de numerosas estrellas del rhythm and blues y el soul con una gran capacidad de penetración comercial, es el caso de
Marvin Gaye, Aretha Franklin, Sam Cooke y sobre todo James Brown, apodado “Godfather of soul” (el padrino del soul), que supo
transformar como nadie la esencia del gospell en experiencia mística laica, convirtiendo sus conciertos en actos de fervor casi
religiosos.
Mientras tanto el pop británico de los Rolling Stone o Erik Clapton descubría el blues y lo divulgaba entre el público europeo
a través de sus propias versiones, a menudo bastante alejadas del original, pero que sirvieron para dar a conocer a algunos de los
grandes maestros del blues.

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Así mientras una parte de la música afroamericana alcanzaba una dimensión como nunca se había conocido, el jazz vería el
advenimiento de la “New Thing”, literalmente la “cosa nueva” o free jazz, una radical alteración de los principios musicales que
habían regido anteriormente la improvisación. Músicos como Ornette Coleman o Cecil Taylor lideraron este movimiento
revolucionario de tintes reivindicativos que chocó contra el muro de la incomprensión. Promovían una música ajena al servilismo
hacia el público blanco, que paradójicamente era el único que les prestaba atención, mientras el público afroamericano se decantaba
hacia otros estilos. Aún hoy los coletazos del free jazz tienen más eco en Europa que en Estados Unidos
Buena parte de los músicos del free jazz, excelentes instrumentistas, fuero poco a poco abandonando este callejón sin salida
que les conducía a una situación de incomprensión musical generalizada.
En resumen, el final de los años sesenta fue una época de increíble proliferación de estilos y de géneros y el aficionado al
jazz disponía de un amplísimo abanico de ofertas, desde el tradicionalismo de Armstrong a la vanguardia de Cecil Taylor o de Charles
Mingus, pasando por las orquestas de Count Basie y Duque Ellington, por las diversas formaciones de Dizzy Gillespie, los Jazz
Messengers, el blues de B.B. King, el soul o el rhythm and blues.

Los años setenta y el espíritu de fusión. En el mundo de la música todo había cambiado: la difusión discográfica, el tipo de
conciertos, la radio, la televisión... ya nada era lo mismo, y la música, al igual que otras artes, como el cine, es también negocio. Jimi
Hendrix y otros se habían aventurado en el mundo del rock con una música eléctrica de marcado acento afroamericano y habían
conseguido un éxito notable. El rock, la música progresiva, el pop y otras etiquetas semejantes vendían, el jazz no podía quedarse
fuera y así a algún genio se le ocurrió el concepto de “fusión”, en el que cabía un poco de todo,

El jazz atravesó una crisis económica a finales de la década de 1960. Las audiencias juveniles estaban a favor de la música de
soul y de rock, mientras que los aficionados adultos se sentían ajenos a las abstracciones y falta de emoción de gran parte del jazz
moderno. Los músicos de jazz se dieron cuenta de que para volver a ganar al público debían extraer ideas de la música popular.
Algunas de éstas provendrían del rock, pero la mayoría tendrían su origen en los ritmos de baile y las progresiones de acordes de
músicos de soul como James Brown. Ciertos grupos añadieron también elementos musicales de otras culturas. Los ejemplos iniciales
de este nuevo jazz de fusión están algo mezclados con otros subestilos, pero en 1969 Davis grabó Bitches Brew, un álbum de mucho
éxito que combinaba ritmos soul con instrumentos electrónicos con un jazz sin compromisos y muy disonante.

Como en los años del bebop, surgirán de nuevo las polémicas y muchos consideraban a Miles Davis y a su jazz-rock o
fusión fuera del jazz o todo lo más como un género menor.
Los años setenta verían desaparecer a algunas de las grandes figuras del jazz de todos los tiempos como Armstrong o
Ellington y a muchos les faltó tiempo para augurar la defunción de toda la música del jazz. Los históricos desaparecían y los jóvenes
se vendían por un puñado de dólares al todopoderoso rock. La realidad, sin embargo, fue muy diferente, la música afroamericana no
había muerto, no sólo el jazz, el blues o el rhythm and blues proseguían su camino, sino que no cesaban de surgir nuevas formas y
nuevos músicos, como la “salsa” neoyorkina, heredera de la tradición afrocubana de los primeros músicos latinos llegados a Nueva
York e impregnada de influencias del jazz y del soul, o el funk de músicos como George Clinton.
El enorme celo interpretativo de los músicos dio lugar a una espectacular evolución de los sonidos, no sólo se habían añadido
nuevos instrumentos sino que también las técnicas progresaron con gran rapidez, cabe citar a Jaco Pastorius que transformó el bajo
eléctrico, o Joe Zawinul el uso de los teclados.
Los años setenta no significaron, ni mucho menos, el declive del jazz y de la música afroamericana en general, sino una
nueva etapa de transición.

Vuelta a los orígenes y nuevas perspectivas. Los años ochenta significaron en cierta manera un proceso de clarificación,
Miles Davis regresó a los escenarios tras una larga ausencia rodeado de músicos jóvenes. El jazz recibía apoyo institucional: incluso
en España el gobierno subvencionaba giras y conciertos, en Francia se condecoraba a los músicos y en Estados Unidos, antes de tener
un presidente saxofonista, Ronald Reagan ya invitaba a Miles Davis a la Casa Blanca.
El jazz seguía siendo minoritario pero tenía un público consolidado. Comenzaba a despuntar una nueva generación de
músicos que seguía caminos diferentes, los unos tras la pista de la siempre anhelada vanguardia y los otros por el camino del regreso a
los orígenes. Entre los primeros los Weather Report con Omar Hakim, el infatigable John McLaughlin o el siempre ingenioso Lester
Bowie. Entre los que se decantaron por los orígenes el protagonista es Wynton Marsalis, técnicamente irreprochable, su estética
despertó los más diversos comentarios.
Los años noventa han confirmado esas numerosas corrientes dispersas. El jazz no tan solo no ha muerto sino que quizá está
más presente que nunca en la actualidad musical. El auge del rap, la recuperación del bebop, el "revival" del soul, los éxitos
comerciales del funk y sus derivados, la aparición de nuevas bandas del más puro estilo Nueva Orleans, la actualidad del blues o
incluso el éxito en las discotecas del "acid jazz" son síntomas de la buena salud de esta música cuando ya ronda el siglo de existencia
bajo el nombre de "jazz".

Si bien el jazz siguió siendo en esencia un feudo de los músicos estadounidenses, su público internacional floreció hasta el
punto de que los músicos de otros países formaron un subgrupo cada vez más importante dentro del jazz en los años setenta y ochenta;
algunos de sus predecesores son el guitarrista belga Django Reinhardt y el violinista francés Stephane Grappelli. En España ha
destacado sobre todo el pianista y compositor Tete Montoliu, y el saxo tenor y compositor Pedro Iturralde.

6. Cuadro cronológico del Jazz.

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