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931 Y
EL BIENIO REFORMISTA.
LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA.
Desde la dimisión de Primo de Rivera en Enero de 1.930 hasta la proclamación de la
Segunda República el 14 de abril de 1.931 se intentó volver al régimen liberal,
constitucional y parlamentario de la restauración, sucediéndose los gobiernos Berenguer
y Aznar. Fueron pocos los partidos dinásticos que apoyaban a la monarquía, pues la
mayoría de los partidos se habían unido firmando el Pacto de San Sebastián en Agosto
de 1.930 que favorecía la proclamación de la República.
El 13 de abril de 1.931 se celebró elecciones municipales, que fueron ganadas
mayoritariamente por los partidos republicanos y que forzaron la salida de España de
Alfonso XIII y el inicio de un nuevo régimen, la Segunda República, que fue recibido
con entusiasmo y esperanza por amplias capas de la población.
Ante la falta de un partido que claramente hubiese vencido en las elecciones se
determinó crear un gobierno provisional apoyado por un alto número de partidos y
presidido por Niceto Alcalá-Zamora, que representaba a la opción republicana
conservadora. Este gobierno, además de solucionar problemas inmediatos como los de
orden público provocados por los levantamientos anticlericales o los intentos
independentistas de Cataluña, convocó elecciones constituyentes que fueron ganadas
por la coalición republicano-socialista.
La República nació en una coyuntura económica desfavorable, en plena depresión
económica mundial producida a raíz de la crisis de 1.929, que se hace sentir tanto a
nivel industrial y minero como comercial. En el ámbito social asistimos a la
radicalización de tendencias entre sectores tradicionales y conservadores (iglesia,
ejército, oligarquía terrateniente y financiera) y el proletariado industrial y rural;
mientras las clases medias siguen su crecimiento pero sin alcanzar ni la unidad ni la
fuerza suficiente como para garantizar la estabilidad social entre los grupos más
radicales.
A la vez que la CNT anarquista promovía una amplia campaña de huelgas, los
enfrentamientos entre la Iglesia y el nuevo gobierno fueron inmediatos. El sector más
conservador de la Iglesia, encabezado por el Cardenal Segura, puso todo tipo de trabas
al nuevo ejecutivo. El viejo anticlericalismo afloró de nuevo y en mayo de 1931
diversas iglesias y conventos fueron asaltados y quemados. La opinión pública
católica se alejó desde un primer momento del nuevo régimen republicano.
PARTIDOS POLÍTICOS
Otra característica del periodo es la enorme fragmentación política en múltiples
partidos de todo signo: partidos de derecha (CEDA de Gil Robles, Falange Española
fundada por José Antonio Primo de Rivera...), de centro (Partido Radical de Lerroux,
Partido Progresista de Alcalá Zamora...), de izquierda burguesa (Izquierda republicana
de Manuel Azaña), partidos obreros (PSOE, con Julián Besteiro, Indalecio Prieto y
Largo Caballero, Partido Comunista y Anarquistas, como la CNT o la FAI) y partidos
nacionalistas, tanto de izquierdas (Esquerra Republicana de Catalunya de Maciá y
Companys) como de derechas (Lliga Regionalista de Catalunya y PNV).
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LA CONSTITUCIÓN DE 1.931.
La Constitución de 1.931 fue una de las más avanzadas de su época, como
corresponde a la composición mayoritariamente izquierdista de las Cortes
Constituyentes, y convierten a España en una república democrática. Como
consecuencia del carácter izquierdista de la Constitución contó desde el principio con la
oposición de los partidos de derecha.
Soberanía popular. Se declaraba al nuevo estado español como una "República
democrática de trabajadores de todas clases".
Sufragio universal masculino y femenino. Tras un largo y complejo debate en
las Cortes, las mujeres españolas obtuvieron el derecho de voto.
Extensa declaración de derechos y libertades. Derechos civiles: divorcio,
equiparación hijos legítimos e ilegítimos. Derecho a la educación.
El Estado era "integral", no federal; pero por primera vez en nuestra historia,
se establece el derecho de las regiones a establecer Estatutos de Autonomía.
Poderes del Estado:
1. Poder legislativo quedó en manos de unas Cortes unicamerales.
2. Poder ejecutivo: Presidente de la República con escasos poderes. Jefe
de Gobierno, nombrado por el Presidente pero que debía contar con la
aprobación de las Cortes.
3. Poder judicial en manos de los tribunales de justicia
En lo relativo a la "cuestión religiosa" se establece un estado laico:
Separación de la Iglesia y el Estado Desapareció el presupuesto de
culto y clero. Prohibición de ejercer la educación. Libertad de conciencia
y cultos
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que podían ser regadas y no lo eran, sólo se podían expropiar con una
indemnización previa. Se creó el Instituto de reforma Agraria para llevar a cabo
la redistribución de las tierras, pero los resultados reales fueron modestos, en
parte por falta de dinero para cubrir los planes de expropiación y por la
complejidad burocrática del sistema. Políticamente la reforma agraria provocó la
reunificación de la derecha y que muchos campesinos se alejaran
definitivamente de la República al no ver cumplidas sus expectativas (revolución
agraria o una colectivización de la tierra). El descontento campesino dio lugar a
numerosos incidentes: Casas Viejas, Castilblanco, Arnedo...
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LA CRISIS DEL BIENIO REFORMISTA
A lo largo de 1933 se hacía cada vez más evidente el desgaste de los políticos del
bienio reformador. Al gobierno de Hazaña pronto le empezaron a surgir opositores,
tanto desde el ejército y las fuerzas monárquicas (pronunciamiento del General Sanjurjo
en Sevilla, 1.932), como desde las fuerzas obreras más radicales que consideraban
insuficientes las reformas alcanzadas (levantamiento anarquista en Casas Viejas, Cádiz,
en 1.933). Ante la suma de dificultades y la agudización de las tensiones el gobierno
dimitió y el presidente de la República disolvió las Cortes y convocó elecciones en
noviembre de 1.933.
Las fuerzas políticas de derechas se fueron fortaleciendo. Grupos importantes de
las clases medias se desplazaron hacia la derecha, lo que se tradujo en la aparición de
nuevas fuerzas, como la CEDA de Gil Robles (Confederación Española de Derechas
Autónomas) de carácter demócrata-cristiano o la Falange Española de Primo de Rivera
que preconizaba un régimen autoritario de carácter fascista (en 1934 se une a las JONS
de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo). El centro-derecha se agrupaba en el Partido
Radical de Lerroux, que consiguió el acercamiento de comerciantes, industriales
liberales e, incluso, algunos grandes propietarios. Con estos grupos establecieron
contacto los monárquicos alfonsinos, dirigidos por José Calvo Sotelo (Renovación
Española) y también los carlistas (Comunión Tradicionalista).
Por otro lado, la ineficacia de las reformas que no habrían mejorado las
condiciones de vida del proletariado urbano y agrícola, restó apoyos al gobierno;
por ello, más pronto o más tarde, las fuerzas de izquierdas fueron radicalizándose: la
Federación de Trabajadores de la Tierra (UGT), con 450.000 miembros se desplazó a
posiciones más radicales, mientras que en la CNT (1 millón de afiliados) se impusieron
las corrientes insurreccionales de la FAI (Buenaventura Durruti y Fco. Ascaso) frente a
las tendencias moderadas (Pestaña, Peiró).
En las elecciones del 18 de noviembre, con una izquierda desencantada y desunida y
con la abstención de importantes masas obreras, el centro-derecha (CEDA y radicales de
Lerroux) alcanzaron la mayoría parlamentaria.