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DISCURSO DEL HERMANO DE NOVIO

Primero, quiero felicitar a los novios por la bonita pareja que hacen y por la
ceremonia tan linda en la que estamos y quiero felicitar a Don Pablo Merino y
Victoria León los papás de Marcelina por haber criado una mujer tan respetuosa
y tan guapa, elegante y a la vez sencilla a quien cada vez que veo,
invariablemente, tiene dibujada una sonrisa en el rostro. Felicitar también, ¿por
qué no? a mis papás, por haber hecho un hijo tan dedicado en sus trabajos,
inteligente y con buenos modalidades, pero como esta no es mi boda, mejor
regresemos con mi hermano.
Segundo, quiero darles las gracias por haber compartido conmigo y con todos
nosotros esta ocasión tan especial en sus vidas.
Tercero, quiero agradecerles nuevamente por elegirme a mí para darles unas
palabras frente a sus más de doscientos invitados, que estupenda idea,
Muchas gracias, eh… de verdad no lo olvidaré.
Hace unos días me sorprendí en la mesa del comedor escribiendo unas palabras
para la boda de mi hermano. ¿Cómo? ¿Boda? Si parece que fue ayer cuando
sentados en un sillón, descalzos, frente a la tele, jugábamos Nintendo. Debo
confesar que yo no daba una y no le podía ganar, y ¿cómo hubiera podido? si
cuando jugábamos el cable de mi control estaba volando, mientras que el de él
estaba perfectamente bien enchufado al aparato.
No podemos negar que mi hermano siempre ha sido muy inteligente, y hoy los que
estamos aquí, lo podemos confirmar al verlo con Vianney la mujer perfecta a quien
escogió para compartir toda su vida.
Desde niño y como hermano menor, he tenido por héroe y de ejemplo a mi
hermano mayor. Si él corre, yo corro. Si él grita, yo grito. Si él tiene un álbum
coleccionable de estampitas de fútbol, yo quiero el mío. Si él compra una playera
de motos, yo también. Si él adorna su cuarto con un cuadro de Marilyn Monroe, yo
también. Si él se avienta de marometa, yo también. Si él le va al América, yo
también. Si él se casa, yo…
¡Viannis, qué guapa te ves! Y qué guapas se ven las mamás de los novios, ¿no?
En un principio no sabía de qué hablar y Dany me sugirió hablar del amor, pero al
amor no hace falta nombrarlo cuando en una tarde calurosa, en un jardín tan
bonito como este, uno lo descubre en las miradas y en las manos entrelazadas de
unos recién casados, en los ojos de sus padres, en las sonrisas de sus familias y
amigos o en las palabras de un hermano. Al amor no hace falta nombrarlo cuando
es evidente, y hoy entre ustedes dos el amor es evidente.
Viannis, hoy se adentran en un camino nuevo y desconocido, pero quiero decirte
que este hombre al que has escogido ha sido, durante todos estos años para mí,
como un mapa, una colección de lecciones y aventuras, que ha recorrido a mi lado
los senderos más oscuros y peligrosos, ha peleado por mí contra dragones y
criaturas temibles, ha sido un caballero y el mejor escudo ante los golpes más
fuertes, y así como estuvo a mi lado, peleó y venció en mis batallas, no tengo
duda de que hará lo mismo con las tuyas. Sólo asegúrate que tu control tenga
pilas y esté bien enchufado.
Sencillo, corto y directo, fue la recomendación de Google cuando busqué “discurso
para la boda de mi hermano”. Por eso ya sólo quiero desearles toda la felicidad del
mundo en este nuevo camino que recorrerán juntos, que su hogar esté repleto de
alegría, que sus metas continúen cumpliéndose, que sus manos sigan
entrelazadas, que su familia mantenga esa sonrisa y que en sus miradas sea
siempre evidente este amor.
Que Dios los bendiga.

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