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Y CONSTITUCIONAL
La Masacre de Barrios
Altos
3 de Noviembre de 1991
INTEGRANTES
Cruz Valverde Karen
Gómez Otiniano Eireen Kristine
Melgarejo Valverde Geanina
DOCENTE
Honores Yglesias Carlos Antonio
I. Introducción
CAPITULO I....................................................................................................................................... 4
1.1 Barrios Altos ...................................................................................................................... 4
1.2 Hechos ............................................................................................................................... 4
1.3 Amnistía ............................................................................................................................. 6
1.3.1. En el presente caso: ..................................................................................................... 6
1.3.2. Invalidez de las leyes de amnistía N° 26479 y N° 26492. ..................................... 7
1.3.3. Procedimiento ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos:.................. 9
CAPITULO II ..................................................................................................................................... 9
REAPERTURA DEL CASO ...................................................................................................... 10
2.1. El Crimen y La Organización ........................................................................................ 10
CAPÍTULO III .................................................................................................................................. 12
3.1. SENTENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS EN
EL CASO BARRIOS ALTOS .................................................................................................... 13
CAPÍTULO IV .................................................................................................................................. 16
4.1. DERECHOS VULNERADOS ............................................................................................ 16
Derecho de la víctima a saber .............................................................................................. 17
Derecho de la víctima a la justicia o al derecho de un recurso justo y efectivo ........... 17
El Derecho de la víctima a una reparación......................................................................... 17
Los derechos a la vida, a la integridad, al acceso a la justicia, a contar con garantías
judiciales, a la tutela judicial efectiva:.................................................................................. 18
Derecho a la Integridad Física .............................................................................................. 20
Acceso a la Justicia, Tutela Jurisdiccional Efectiva y Debido Proceso.......................... 21
CAPITULO V ................................................................................................................................... 21
5.1. La Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre las
Leyes de Amnistía antes de la Sentencia en el Caso “Barrios Altos” ................................ 21
5.2 La invalidez de los procesos ante la justicia militar por graves violaciones a los
derechos humanos ..................................................................................................................... 23
CONCLUSIONES ........................................................................................................................... 24
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................... 26
El Perú de finales de los años 80 e inicios de los años 90 se encontraba bajo el flagelo de
un grupo extremista llamado Sendero Luminoso. Los ataques contra el gobierno y
colateralmente contra la población se daban a diario. El mayor problema o violencia fue en
los gobiernos de Alan García y Alberto Fujimori que causo las muertes de gentes inocentes
mayormente sucintados en las sierras del Perú como en el departamento de Ayacucho.
Las políticas estatales se orientaban al exterminio de los focos terroristas casi a cualquier
costo. Con la llegada al poder de Alberto Fujimori se dieron aún más intentos de eliminar a
este grupo y como casi todo lo que sucedió en el Gobierno peruano de aquella época, fue
polémico.
En este caso que se suscitó en el cercado de Lima en la zona conocida como Barrios Altos,
15 personas murieron y otras fueron heridas en esta masacre que se dio por las fuerzas
armadas del Perú en el gobierno de Alberto Fujimori.
En los años 80 hubo muchos problemas que causaron grupos terroristas como sendero
luminoso y el MRTA, estos grupos causaron muchas muertes de personas inocentes y lo
peor fue que el grupo colina causo más víctimas pues no se hiso justicia en su totalidad.
La Masacre de Barrios Altos sucedió el 3 de noviembre de 1991 en los Barrios Altos, una
zona tradicional y popular del cercado de Lima en Perú ubicada en Jirón Huanta N° 840,
quince personas murieron y cuatro más fueron heridas por atacantes que posteriormente
fueron identificados como miembros del Grupo Colina, un destacamento militar formado por
miembros de las Fuerzas Armadas del Perú. Esta masacre es vista como un símbolo de las
violaciones a los derechos humanos perpetradas durante el gobierno del presidente Alberto
Fujimori y fue uno de los crímenes citados por el gobierno peruano en su solicitud de
extradición presentada a Japón en el 2003. El hecho perpetrado en Barrios Altos fue por el
grupo colina que fue formado por Vladimiro Montesinos, por encargo de Alberto Fujimori."1
Este caso fue uno de los acontecimientos que ocurrió en Lima en los años de la violencia
interna que fueron víctimas personas inocentes por las fuerzas armadas del Perú.
Los muertos fueron: Luis Antonio León Borja, Luis Alberto Díaz Astovilca, Alejandro Rosales
Alejandro, Filomeno León León, Odar Méndez Sifuentes Núñez, Teobaldo Ríos Lira,
Máximo León León, Octavio Benigno Huamanyauri Nolasco, Lucio Quispe Huanaco,
Manuel Isaías Pérez, Benedicta Yanche Churi, Placentina Marcela Cumbipuma Aguirre,
Nelly María Rubina Arquíñigo, Tito Ricardo Ramírez Alberto y Javier Díaz Borja, estas
personas fueron víctimas entre estas están menores de edad.
1.2 Hechos
Los individuos, cuyas edades oscilaban entre los 25 y 30 años, encubrieron sus rostros con
pasamontañas y obligaron a las presuntas víctimas a arrojarse al suelo. Una vez que éstas
estaban en el suelo, los atacantes les dispararon indiscriminadamente por un período
aproximado de dos minutos, matando a 15 personas e hiriendo gravemente a otras cuatro,
quedando una de estas últimas, Tomás Livias Ortega, permanentemente incapacitada.
Posteriormente, con la misma celeridad con que habían llegado, los atacantes huyeron en
los dos vehículos, haciendo sonar nuevamente las sirenas;
Las personas sobrevivientes declararon que las detonaciones sonaban "apagadas", lo cual
permite suponer que se utilizaron silenciadores. Durante la investigación, la policía encontró
en la escena del crimen 111 cartuchos y 33 proyectiles del mismo calibre, correspondientes
a pistolas ametralladoras;
Las investigaciones judiciales y los informes periodísticos revelaron que los involucrados
trabajaban para inteligencia militar; eran miembros del Ejército peruano que actuaban en el
"escuadrón de eliminación" llamado "Grupo Colina" que llevaba a cabo su propio programa
antisubversivo. Diversas informaciones señalan que los hechos del presente caso se
realizaron en represalia contra presuntos integrantes de Sendero Luminoso.
Aunque el Congreso peruano ordenó una investigación del caso, ésta no finalizó pues en
el transcurso de la misma se instauró un Gobierno de “Emergencia y Restitución Nacional”
que disolvió el cuerpo Legislativo.
La investigación seria se inició cuatro años después en 1995 y se logró identificar a varios
de los atacantes como miembros del ejército peruano, lo que complicó el proceso judicial al
gozar de un fuero de protección militar lo que los eximió de brindar su declaración ante la
jueza que tramitaba el caso. Aunque la jueza quiso pedir la competencia del caso ante la
Corte Suprema de Justicia, el Congreso aprobó una ley relámpago para exonerar de culpa
a los militares, policías e incluso a civiles que hayan participado en hechos que pudieran
resultar violatorios a los derechos humanos entre 1980 y 1995, por lo que los sospechosos
resultaron inimputables bajo dicha legislación. Cabe destacar que algunos de los
sospechosos de Barrios Altos estaban también siendo investigados por una masacre similar
en otra comunidad peruana, por lo que esta ley les traería doble beneficio. Pese a que la
1.3 Amnistía
Del necesario balance de los bienes constitucionales involucrados, teniendo en cuenta los
principios de unidad de la Constitución y concordancia práctica resulta evidente que las
garantías de la cosa juzgada, "ne bis in idem" y prescripción, no pueden prevalecer, en este
caso, sobre el artículo 1º de la Constitución y por ende sobre la vida y la integridad personal.
Se trata de supuestos excepcionales donde de prevalecer las citadas garantías, no sólo se
afectarían los derechos mencionados, sino que además se desviarían de sus fines, dado
que no estarían al servicio de la seguridad jurídica y la prohibición de excesos, sino por el
contrario de la impunidad de graves afectaciones a los derechos humanos, ya que
impedirían la investigación y sanción de dichas conductas.
Asimismo, la Corte señaló en dicha sentencia que este tipo de normas “impide la
identificación de los individuos responsables de violaciones a derechos humanos, ya que
se obstaculiza la investigación y el acceso a la justicia e impide a las víctimas y a sus
familiares conocer la verdad y recibir la reparación correspondiente”. Y agregó “que son
inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el
establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigación
y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales
como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones
forzadas”. Con ello, la Corte señala la incompatibilidad de las leyes de amnistía sobre
graves violaciones a los derechos humanos, con la vigencia de estos derechos, los mismos
que se ven excluidos o anulados por la presencia de tales normas.
La Corte consideró que las leyes Nº 26479 y Nº 26492, impidieron a los familiares de las
víctimas y a las víctimas sobrevivientes de la matanza de los Barrios Altos que fueran oídas
por un juez, de acuerdo al artículo 8.1 de la Convención Americana. Asimismo, señala que
estas normas violaron el derecho a la protección judicial reconocida en el artículo 25º de la
Convención Americana, así como en el inciso 1) de su artículo 1º, pues impidieron la
investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y sanción de los responsables de los
hechos ocurridos en los Barrios Altos. Por su parte, de acuerdo a la Corte, las normas en
cuestión resultan incompatibles con el artículo 2º de la Convención Americana que
establece la obligación de los estados parte de adecuar su legislación interna para
garantizar los derechos reconocidos en ella.
Por estas consideraciones, la Corte Interamericana resolvió por unanimidad “Declarar que
las leyes de amnistía Nº 26479 y Nº 26492, son incompatibles con la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y, en consecuencia, carecen de efectos jurídicos”. De este modo,
la Corte Interamericana, concordando con el análisis realizado en el presente informe, les
Después de todos los contratiempos que el Perú trató de interponer para retrasar el
juzgamiento del caso ante la Corte, la misma CIDH felicita al Estado peruano por haber
asumido sus responsabilidades, lo que da paso a que prosiga la tramitación ante la Corte
de una manera menos turbulenta que como se vislumbraba al inicio.
La Corte tiene por admitidos los hechos que se relataron en la denuncia presentada y al
haber sido reconocido expresamente por el Estado peruano se procede a analizar los
alegatos de las partes. Lo primero que hace ésta institución es declararse en contra del
argumento de las leyes de amnistía que pretendían la impunidad de los sospechosos al
contravenir los derechos inderogables que son reconocidos por el Derecho Internacional
Humanitario.
Otro punto importante es el reconocimiento que hace la Corte sobre el hecho de que, a los
familiares de los fallecidos, y a los heridos y sus familiares se le negó el acceso a la verdad,
la justicia y la justa reparación de sus daños, lo que contraviene los artículos 8 y 25 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
CAPITULO II
Luego de la caída del gobierno de Fujimori en el año 2000, por la sentencia de la corte fue
considerada sin efectos formalmente y el caso reabierto con lo que un buen número de los
acusados fueron detenidos. El 21 de marzo del 2001, la Fiscal de la Nación Nelly Calderón
denunció a Fujimori ante el Congreso, sindicándolo como "co-autor" de la masacre.
Presentó evidencia que Fujimori, actuando de acuerdo con Vladimiro Montesinos, jefe del
SIN, tuvo control sobre el Grupo Colina. La denuncia señala que dicho grupo no hubiera
podido cometer crímenes de esa magnitud sin el consentimiento expreso o las órdenes
directas de Fujimori, y que tanto la formación como el funcionamiento del grupo Colina fue
parte de una política integral de contra insurgencia que implicó sistemáticas violaciones a
los derechos humanos.
"Un parlamento y un general del ejército que se exilió, denunciaron que Barrios Altos y La
Cantuta eran obra de la cúpula militar y gubernamental. Aunque hubo una comisión
investigadora en el congreso, a investigación estaba en un punto muerto por la falta de
cuerpos. Se hizo un primer descubrimiento de fosas en julio de 1993 y la maquinaria
dictatorial inventó cargos contra el director del semanario periodístico para acusarlo de
coludirse con el terrorismo."2
Una de las declaraciones más relevantes que hace la sentencia respecto del crimen de
Barrios Altos es que éste es, nada menos que una acción militar perpetrada como parte de
la ejecución de una estrategia del Estado. La sentencia señala que de las evidencias
analizadas se puede concluir que, quienes conducían el Estado, definieron una doble
estrategia para enfrentar a la subversión. La utilización de métodos de guerra sucia fue una
Sobre esto mismo, la sentencia destaca que esa organización perpetró diversos crímenes
en un lapso corto de tiempo, y que dicho grupo estaba altamente organizado y funcionaba
sobre el principio de jerarquía y de la división del trabajo. Resalta también que esos
crímenes fueron ordenados desde las más altas esferas de la organización. En ese sentido,
señala de manera precisa que el asesor presidencial Vladimiro Montesinos, el ex
Comandante General del Ejército Nicolás Hermosa Ríos, el Jefe de la Dirección de
Inteligencia del Ejército Juan Rivero Lazo y el Jefe formal del Servicio de Inteligencia
Nacional Julio Salazar Monroe deben ser ubicados en la parte de la organización encargada
de planificar, tomar decisiones y emitir las órdenes a los estamentos inferiores de la
organización encargados de ejecutarlas.
En noviembre de 2000, cuatro meses después de que Alberto Fujimori jurara su cargo
para un tercer mandato presidencial, entre denuncias de fraude electoral, el Congreso
Vladimiro Montesinos fue detenido en junio del 2001 en Venezuela y devuelto a Perú,
donde se enfrenta actualmente a más de 60 procesos por cargos relacionados con la
violación de derechos humanos, actos de corrupción y blanqueo de dinero. Por cargos
similares se encuentran también en espera de ser enjuiciados diversos miembros de
las fuerzas armadas durante el régimen de Alberto Fujimori, así como otros miembros
de su gabinete. Sin embargo, el propio Alberto Fujimori, el jefe del Estado durante toda
esa década, aún no ha sido puesto en manos de la justicia.
Son 20 los cargos por corrupción y violaciones de derechos humanos que existen en
contra de Alberto Fujimori.
CAPÍTULO III
Se reconoce la responsabilidad del Perú ante la violación del derecho a la vida de los
fallecidos (artículo 4 de la Convención), el derecho a la integridad personal de los heridos
(artículo 5 de la Convención), el derecho a las garantías judiciales (artículos 8 y 25 de la
Convención), la violación a la Convención por la promulgación de leyes contrarias a ésta
(artículos 1.1 y 2) y disponer que el Perú debe investigar los hechos para determinar
quiénes son los responsables subjetivos de los hechos de Barrios Altos, divulgar los
resultados de la investigación y fijar las reparaciones a los daños causados.
La historia del caso de la matanza de Barrios Altos es una buena forma de conocer la forma
cómo el Estado (con sus personajes más encumbrados) y la sociedad peruana han
transitado el muy difícil camino de la vigencia de los derechos humanos y la democracia
durante casi dos décadas. Hoy, casi veinte años después de haberse perpetrado el crimen,
la justicia pareciera comenzar a cerrar ese círculo de impunidad que parecía impregnado a
ese y otros casos de graves crímenes contra los derechos humanos y crímenes contra la
humanidad.
El caso Barrios Altos no solo es una muestra del tipo de estrategia que el Estado
implementó para derrotar a la subversión senderista en la ciudad utilizando métodos de
guerra sucia, sino que también es una muestra de la reacción del Estado para lograr
impunidad vía las leyes de amnistía tras una primera, pero fundamental intervención de la
justicia a mediados de la década de los noventa. Pero de igual manera, el caso Barrios
Altos es una trascendental muestra de intervención del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos en casos emblemáticos. La sentencia de la Corte Interamericana del
14 de marzo del 2001 definitivamente marca un antes y un después en la obligación de los
Estados de investigar, juzgar y sancionar estos delitos, y en el desconocimiento del valor
jurídico a las leyes de amnistía.
Al respecto cabe precisar que “en el análisis de los hechos”, los peticionarios denunciaban
que los involucrados en la matanza de “Barrios Altos”, trabajaban para la inteligencia militar
y eran miembros del ejército que actuaban como “escuadrón de eliminación”, bajo el
nombre de “Grupo Colina”, llevando adelante su “propio programa antisubversivo”; tesis
corroborada el cinco de mayo de 1993, con la declaración del General Rodolfo Robles
Espinoza, respecto de la identidad de los sujetos que habrían perpetrado éste crimen,
denunciando públicamente la existencia de un escuadrón de la muerte conocido como
“Grupo Colina”, creado por el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), al que se había
encomendado la eliminación física de terroristas, los peticionarios alegaban que fueron
privados de sus derechos establecidos por los artículos 1° (obligación de respetar los
derechos), 4° (derecho a la vida), 5° (derecho a un tratamiento humanitario), 8° (derecho a
un juicio justo) y, 25° (derecho a la por atención judicial) de la Convención Americana.
Durante la etapa procesal, el Estado Peruano en ningún momento negó que sus agentes
fueran responsables de los muertos y heridos de “Barrios Altos”, sino que se basó sólo en
sustentar la validez jurídica de la Ley N° 26479 (Ley de Amnistía), así como la Ley N°
26492 , normas que por el contrario sirvieron para crear una presunción en cuento a la
participación de los agentes del Estado acusado de la matanza así como la relación de
culpabilidad por estos delitos, pues las muertes y lesiones ocasionadas constituían
violaciones de prima facie del artículo 4° (derecho a la vida) y del 5° (derecho a la integridad
física ), de la Convención Americana, no siendo necesario que el Estado recurriese a dichas
leyes y aferrarse a la “validez” de las mismas, si los acusados fueran inocentes de los delitos
imputados, motivando por ello dicha presunción en la misma comisión.
En la actualidad
El Estado peruano no ha terminado de cumplir con las indemnizaciones motivo por el cual
la Corte citó a las partes a una audiencia privada en febrero de 2010 para compeler al
cumplimiento acordado en sentencia. Al día de hoy aún está pendiente el pago de los
intereses por el retraso en el pago y la aplicación de las medidas de atención a los
perjudicados por parte del Ministerio de Salud. Tampoco se han aprobado en el Perú las
leyes necesarias para juzgar a los sospechosos, y algunos de ellos se encuentran en
libertad por no podérseles mantener en prisión sin un juicio.
CAPÍTULO IV
Exige garantizar que el opresor sea sometido a juicio, conllevando a las obligaciones del
Estado de investigar las violaciones, procesar a quienes las perpetran y si se establece su
culpabilidad, sancionarlos. Solo después que quienes han perpetrado las violaciones, han
sido juzgados y sancionados, pueden ser amnistiados siendo que la ley peruana de
amnistía N°26479 y 26 492 por la propia naturaleza de su competencia resulto ilegitima,
pues las ejecuciones extrajudiciales violan la norma inderogable del ius cogens,
tergiversándose la naturaleza de la misma, concepto distorsionado en los tiempos
modernos, pues uno encuentra “auto amnistías”. El homicidio en gran escala no puede ser
considerado un crimen político aun cuando se haya cometido por motivos políticos, siendo
que la evolución del derecho internacional ha establecido que los crímenes internacionales
generan responsabilidad penal. El derecho a la justicia comporta la obligación del estado
de proteger y sancionar a los responsables de las violaciones. El principio de exclusividad
de la jurisdicción del Poder Judicial es un imperativo constitucional, según el artículo 25°de
la Convención.
4. Declarar que las leyes de amnistía núm. 26479 y núm. 26492 son incompatibles con la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y, en consecuencia, carecen de efectos
jurídicos.
5. Declarar que el Estado del Perú debe investigar los hechos para determinar las personas
responsables de las violaciones de los derechos humanos a los que se ha hecho referencia
6. Disponer que las reparaciones serán fijadas de común acuerdo por el Estado
demandado, la Comisión Interamericana y las víctimas, sus familiares o sus representantes
legales debidamente acreditados, dentro de un plazo de tres meses contado a partir de la
notificación de la presente sentencia.
Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Nadie
debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda
persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser
humano.
La Corte admitió el reconocimiento de la responsabilidad internacional del Estado peruano
y decidió, entre otros, declarar que aquél violó el derecho a la vida y el derecho a la
integridad personal consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos en perjuicio de los agraviados, así como la obligación de investigar los
hechos para determinar las personas responsables de las violaciones de los derechos
humanos a los que se hizo referencia en la Sentencia y divulgar públicamente los resultados
de dicha investigación y sancionar a los responsables.
Por su parte el Tribunal Constitucional sostiene que, “la tutela judicial efectiva es un derecho
constitucional de naturaleza procesal en virtud del cual toda persona o sujeto justiciable
puede acceder a los órganos jurisdiccionales, independientemente del tipo de pretensión
formulada y de la eventual legitimidad que pueda o no, acompañarle a su petitorio. En un
sentido extensivo la tutela judicial efectiva permite también que lo que ha sido decidido
judicialmente mediante una sentencia, resulte eficazmente cumplido. En otras palabras, con
la tutela judicial efectiva no sólo se persigue asegurar la participación o acceso del
justiciable a los diversos mecanismos dentro de un proceso, que habilita el ordenamiento
dentro de los supuestos establecidos para cada tipo de pretensión, sino que se busca
garantizar que, tras el resultado obtenido, pueda verse este último materializado con una
mínima y sensata dosis de eficacia.
Ahora bien, al ser el debido proceso el derecho de toda persona a un proceso justo y
equitativo, es necesario reivindicar su calidad de derecho fundamental, pues como tal no
sólo es un derecho subjetivo, sino, es uno de los elementos esenciales del ordenamiento
jurídico, de ahí su carácter subjetivo y objetivo.
CAPITULO V
b) En esa misma línea, en la sentencia de fondo del caso Castillo Páez de fecha 3 de
noviembre de 1997, relativa a la desaparición forzada de un estudiante universitario por
parte de miembros de las fuerzas de seguridad del Perú, la Corte consideró que el Estado
peruano estaba obligado a investigar los hechos que produjeron la violación de los derechos
humanos de la víctima, consagrados en la Convención Americana. No obstante, el Estado
peruano señaló que dicha obligación no podía ser cumplida debido a la vigencia de las 42
Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos: Perú. CCPR/C/79/Add.67 (25 de
julio de 1996). Párrafo 9. 43 Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos: Perú.
CCPR/CO/70/PER (15 de noviembre de 2000). Párrafo 9. 37 leyes de amnistía Nº 26479 y
26492. Frente a esta respuesta, en la sentencia de reparaciones del caso Castillo Páez de
fecha 27 de noviembre de 1998, la Corte reiteró lo afirmado en su sentencia de fondo,
señalando que el Estado peruano tiene el deber de investigar las violaciones ocurridas,
procesar a los responsables y evitar la impunidad (párrafo 107).
5.2 La invalidez de los procesos ante la justicia militar por graves violaciones a
los derechos humanos
El juzgamiento de graves violaciones a los derechos humanos por parte de la justicia militar,
como el caso del oficial EP Telmo Hurtado, fue otro de los mecanismos frecuentemente
utilizado para garantizar impunidad a los autores de estos hechos. Ello en una clara
afectación no sólo del principio del juez natural, las garantías orgánicas de imparcialidad e
independencia que implica el ejercicio de la función jurisdiccional, sino, además, de los más
elementales principios del debido proceso, toda vez que la justicia militar es el ámbito del
derecho que más distanciado se encuentra de las garantías constitucionales del proceso
penal.
- El caso barrios altos un caso muy indignante que se suscitó en los años noventa en
el transcurso de la violencia interna que ocurrió en el Perú que duro 20 años
aproximadamente y que trajo un número excesivo de victimas que fueron torturados
y matados cruelmente por senderistas y la mayoría del grupo colina y el ejército del
Perú.
- La Corte señaló que las leyes Nº 26479 y Nº 26492, impidieron a los familiares de
las víctimas y a las víctimas sobrevivientes de la ejecución extrajudicial en Barrios
Altos, que fueran oídas por un juez, de acuerdo al artículo 8.1 de la Convención
Americana. El fallo también señaló que estas normas violaron el derecho a la
protección judicial reconocida en el artículo 25º de la Convención Americana, así
como en el inciso 1) de su artículo 1º, pues impidieron la investigación, persecución,
captura, enjuiciamiento y sanción de los responsables. Asimismo, de acuerdo a la
Corte, las normas en cuestión resultan incompatibles con el artículo 2º de la
LINKOGRAFIA
es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_Barrios_Altos
www.caretas.com.pe/2000/1640/articulos/barrios-altos.phtml
http://www.derechos.org/nizkor/peru/doc/cidh14mar01.html
www.justiciaviva.org.pe/notihome/notihome01.php?noti=387
www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_75_esp.pdf
www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_83_esp.pdf
www.aprodeh.org.pe/index.php?option=com_k2&view=item&id=1:caso-barrios-
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www.aprodeh.org.pe/casos2007/lima/casobarrios.html