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TEMA: HABITO DE LA LECTURA

ASUME A.C.

PORQUE CONTAMOS CUENTOS.

Creo que en la vida todo tiene un porque ser, estoy convencida que todo es causa de…
Por ejemplo, las tradiciones que pueden mantenerse por cientos de años, no suceden por
casualidad, sino porque brindan un beneficio, porque son útiles en nuestras vidas y es
precisamente una de esas maravillosas tradiciones de las que muchas veces hemos echado
mano, una de las más antiguas de la historia de la humanidad, y una de las más efectivas por
su sencillez y por la sabiduría que encierra, son los CUENTOS Ó HISTORIAS los cuales pueden
ser sufíes, taoístas, judías, budistas o de cualquier otra cultura ó religión.

Porque a través de la interpretación de los mismos emprendemos un camino al conocimiento


profundo, el cuento clásico adquiere un sentido radicalmente opuesto al literal y se convierte
en el instrumento más popular de enseñanza.
Al relatar un cuento, transmitimos una sabiduría envuelta en una maravillosa historia a menudo
humorística y siempre fascinante que, en última instancia, nos esta hablando de otra historia no
menos cómica ni apasionante: NUESTRA PROPIA HISTORIA.

Éste que hoy comparto, es un cuento sufí. Los sufíes se constituyeron en una corriente mística
- que nosotros conocemos más como la filosofía de los derviches – que utilizaba la parábola y
el cuento para trasmitir sabiduría , como casi todos los pueblos místicos de la historia.
El protagonista de los cuentos sufíes es siempre el mismo, se llama “Nasrudín” y es un
personaje muy particular: A veces es un viejo decrépito, a veces un joven; otras un sabio; otras
un torpe, un tonto. También a parece como un hombre adinerado, o como un mendigo.
Que esos personajes tan distintos tengan un mismo nombre quizá sirva para mostrar que
nosotros somos, también, cada uno de esos personajes. O, tal vez, que tenemos la capacidad
de ser de diferentes maneras: a veces sabios, a veces tontos, a veces jóvenes, a veces
decrépitos.

El maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no
siempre entendían su sentido…..
- Maestro – lo encaró Nasrudín una tarde – Tú nos cuentas los cuentos pero no explicas su
significado…..
- Pido perdón por eso – se disculpó el maestro.-
Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
- Gracias maestro – respondió halagado el discípulo-
- Quisiera para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo.
¿Me permites?
- Sí muchas gracias – dijo al alumno.
- ¿ Te gustaría que, ya que tengo el cuchillo en mi mano, te lo corte en trozos para que te
sea más cómodo?
- Me encantaría ,…. Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad maestro…
- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte.
- Permíteme también que te lo mastique antes de dártelo…
- No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! – se quejó sorprendido Nasrudín –
- El maestro hizo una pausa y dijo:
- Si yo les explicara el sentido de cada cuento… sería como darles a comer una fruta
masticada

Así, pues no perdamos la ocasión de contar cuentos, porque continuaremos con una bella y
sabia tradición y porque con ellas también trascendemos en las vidas a quienes con tanto amor
compartimos dichos cuentos.

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