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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

INAH SEP

LA INDUSTRIA MAQUILADORA EN TEHUACÁN: PROCESOS Y


EXPRESIONES DE RESISTENCIA OBRERA

TESIS

QUE PARA OPTAR POR EL TITULO DE

LICENCIADO EN ETNOLOGÍA

PRESENTA:

IVAN ARTIÓN TORRES URBINA

DIRECTORA DE TESIS:
MTRA. ADRIANA LÓPEZ MONJARDIN

ASESOR DE TESIS:
DR. ARTURO ALEJANDRO CASTANEIRA YEE BEN

MEXICO, D.F. 2014


La industria maquiladora en Tehuacán: Procesos y expresiones de resistencia obrera
Ivan Artión Torres Urbina

Grabado: “La industria maquiladora en Tehuacán: Procesos y expresiones de resistencia obrera”


realizado por Norma Aidé Jiménez Osorio. Mayo 2014.
INDICE.
AGRADECIMIENTOS Y DEDICATORIA GENERAL……………………………………...….........1

I.- INTRODUCCIÓN……………………………………..………………………………………............3

II.- PARA DESHILAR LA MAQUILA……………………………………………………...…………..16


1.- De cultura/s, identidad/es, diversidad/es, poder y dominación: Algunas definiciones
necesarias…………………………………………………………...………….……………..............16
1.1.- La importancia de lo diverso………………………………..….……….………………...........16
1.2.- La constante construcción de la identidad………………………………………....................17
1.3.- De la Cultura a las culturas del trabajo…………………………………………...……………21
1.3.1.- Un recorrido por encimita, por las concepciones de Cultura...……………....……………21
1.3.2.- Los estudios sobre el trabajo y la cultura: la/s cultura/s laboral/es o del
trabajo…………………………………………………………………..…….…………………..........22
1.4.- Poder-dominación………………………………….…………………..………………………..24
1.5.- Escenificación en las relaciones de dominación……...………………………………………29
2.- Los cambios culturales y la condición de posmodernidad…………...………………………...30
3.- La cultura y el trabajo…………………………………………………...……..............................34
4.- Es cuestión de resistencia……………………...………………................................................39

III.- UN LARGO CAMINO…………………………………………………………………………......47


1.- Mirando hacia atrás…………………………………………….….............................................47

1.1.- Un ojo a vuelo de pájaro……………………………………………..………..........................47

1.2.- Un viejo modelo durante el Siglo XX………………………...………………………………..48

1.3.- Transitando a un posible nuevo modelo económico, político y productivo………..............49

1.4.- Caminando hacia la lógica de la flexibilidad………………………………………..………...50

1.5.- La industria maquiladora y la precarización del trabajo…………………………...…………51

2.- Y mientras tanto en un país no muy lejano…………………………………………...………...53

2.1.- México, atravesado por el capitalismo……………………………………………...…...........53

2.2.- La restructuración mexicana: neoliberalismo y flexibilización laboral………....……………54

3.- Maquilando la historia y la vida mexicana………………………………………..…..…..........56

3.1.- El primer periodo de crecimiento, lento y fronterizo (1965-1983)…………...…….……….56

3.2.- Más allá de la frontera (1983-1992)…………………………………………....……….........56


3.3.- Caminando hacia el sur (1993-2000)………………………………………..........................57

3.4.- El precario y flexible nuevo siglo……………………………………………...………………58

3.5.- Un vistazo general de la maquila en el México del siglo XXI……………...……………….59

IV.- TEHUACÁN. LA “CIUDAD DE INDIOS”……………………………………….....................63


1.- Un vistazo sobre Puebla………………………………………………………...………...........63

2.- Tehuacán. La invasión de la maquila………………………………………..………………...66

2.1.- La región de Tehuacán……………………………………………………...………………..66

2.2.- La ciudad y la industria……………………………………………………...………..……….67

3.- Atravesado por la maquila…………………………………………………...…………............68

3.1.- La maquila………………………………………………………………….............................68

3.2.- Hay de maquilas a maquilas…………………………………………………………............71

3.3.- Las trabajadoras: su origen, composición y condiciones……………...............................74

4.- Un vistazo sobre los enojos de las obreras y los movimientos en las fábricas...…………76

4.1.- Los impulsores de los derechos humanos y laborales……………………………………77

4.1.1.- Bajando del monte hacia la ciudad. La Comisión………………………………............77

4.1.2.- Mujeres indígenas, obreras e insumisas. El Colectivo…………………………............78

5.- Los principales movimientos obreros…………………………………………………...........79

5.1.- Las primeras semillas (2002-2003)…………………………………………………...........79

5.2.- Crecen las semillas (2003-2005)……………………………………………………...........82

5.3.- El movimiento en Calidad de Confecciones (2005-2006)………………………..……….83

5.4.- La insurrección en Vaqueros Navarra (2006-2008)……………………………...............84

V.- OBRERAS DE MANOS AZULES……………………………………………....………….88


1.- La invasión de la ciudad de indios…………………………………………………...............88

2.- La vida atravesada por la aguja en la tela……………………………………………..........90

2.1.- Otro día más no muy distinto a los demás…………………………………………..........90

2.2.- La hora de las obreras……………………………………………………………...………94


2.3.- Donde viven las obreras…………………………………………………………...……….98

2.4.- De aquí para allá…………………………………………………………………...………101

2.5.- Trabajamos juntas, pero luego ni nos conocemos…………………………...…………106

3.- Los que vienen de la sierra………………………………………………………..…..........108

3.1.- Una ciudad de indios que desprecia a sus indios…………………………..…………...108

3.2.- Obreras indígenas en la maquila……………………………………………..…………..113

4.- El mostro que nos devora………………………………………………………...…………117

5.- El trabajo en casa: trabajadores y patrones fantasmas……………………....………......121

VI.- DESDE LAS VOCES SILENCIOSAS HASTA LOS GRITOS QUE SE LEVANTAN…127
1.- Entre susurros, rumores y cuchicheos………………………………………....…………127

1.1.- Lo que da coraje………………………………………………………………...………...127

1.2.- Solas contra el mundo………………………………………………………...………….129

1.3.- Pero se han de morir, a ver si a la muerte la compran…………………...……………131

1.4.- Los “ya basta” que resuenan silenciosos………………………………...………...........132

1.5.- Como sea una tiene que seguir adelante………………………………..…………........136

1.6.- A pesar de todo………………………………………………………………………….....138

2.- Se te acabaron tus borregas. Alientos que vienen a recordar que la lucha no ha acabado: La lucha
en Exportadora de Pantalones S.A………………………………...…………….....................142

2.1.- Hasta que un día no se puede más…………………………………...………………….142

2.2.- La primera victoria……………………………………………………...…………………..144

2.3.- Ya no somos las mismas……………………………………………...…………………...149

2.4.- La larga lucha………………………………………………………...…………………......153

2.4.1.- Aprendiendo a ser nosotras: Las reuniones…………………...……………………….153

2.4.2.- Haciéndose dueñas de las máquinas y del trabajo…………..………………………..159

2.4.3.- Creciendo entre reflexiones: Los talleres……………………...………………………..163

2.4.4.- Luchando entre papeles y escritorios………………………...……………………........166


3.- De cómo terminó el conflicto en Exportadora de Pantalones S.A………...………………168

4.- Lo difícil que es organizarse y luchar: Con la maquila por dentro………..……………….174

VII.- CRUZANDO HILOS Y RESISTENCIAS……………………………………………...……..178


1.- Las mieles del capitalismo…………………………………………………...……………….178

1.1.- La vida precaria y flexible………………………………………………...…………….......178

1.2.- Como el agua entre las manos. Consumiendo flexibilidad………..……………………..180

1.3.- La industria flexible y efímera………………………………………...…………………….181

1.4.- Maquilando tradiciones laborales…………………………………...……………...............183

1.5.- El trabajo. Un constante estira y afloja entre el orgullo obrero y el mostro que las
devora………………………………………………………………………...…………….............184

1.6.- La maquila, la clase obrera y la diversidad cultural……………...…………………..........187

1.7.- La fragmentación contra la solidaridad…………………………...…………………………190

2.- La rebeldía es la vida, la sumisión es la muerte…………………...………………………...192

2.1.- La dominación se vive y escenifica a diario……………………...………………………...192

2.2.- La deseada aparente hegemonía………………………………...………………………….194

2.3.- La rabia contra la hegemonía……………………………………...…………………………196

2.4.- La importancia de resistir. Enfrentar al mostro “sin que se dé cuenta”………..................197

2.5.- La resistencia de frente y a viva voz……………………………………………...………….199

2.6.- En la resistencia nos construimos y reconstruimos…………………………......................201

2.7.- Y sin embargo… nos movemos………………………………………………...……………204

VIII.- A MODO DE CONCLUSIONES QUE ESPERAN NO CONCLUIR……………..………….206

IX.- BIBLIOGRAFÍA………………………........................................................................………….211
DEDICATORIA GENERAL Y AGRADECIMIENTOS.
“¿ESCUCHARON?
Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo.
El día que fue el día, era noche. Y noche será el día que será el día”

*Subcomandante Insurgente Marcos, CCRI-CG EZLN.

¡Alto a la explotación en las maquiladoras!


Fotografía original: Rodrigo Santiago Hernández.

Este trabajo es dedicado a todas aquellas y aquellos que luchan y resisten contra este
sistema de dominación y explotación donde sea que están, quien quiera que sean,
obreras, campesinos, pueblos indígenas, profesores, trabajadoras sexuales, estudiantes,
amas de casa, hombres y mujeres que disienten de la injusticia, la explotación, la
dominación, el despojo y su represión. A todos y todas los que en la historia de las
historias han enarbolado las banderas de la libertad y la dignidad, rojas y negras y todos
los colores de la rebeldía. A mis anarcos y anarcas queridas, con sus banderas negras y
rojinegras, a las obreras y obreros que diario entran en las fábricas a dejar su vida y su
fuerza, a los que surcan y hablan los colores de la tierra. A los y las zapatistas, a los y las
rebeldes.
Está dedicado a las obreras en general y en particular a las de Tehuacán, a las ex
trabajadoras de Exportadora de Pantalones, a la compañera “Ángeles”, a todas con las
que me cruce por las calles, parques y jardines, en las afueras de las maquilas. A ellas y
ellos también el agradecimiento, no sólo porque sin sus voces e historias no hubiera sido
posible este trabajo, que les pertenece, sino por su rebeldía y resistencia, las silenciosas y
las que se gritan. También para Rodrigo Santiago por su historia, su trabajo de años en
las maquilas a pesar de todo, a Reyna Ramírez y el Colectivo Obreras Insumisas y a la

1
Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán, quienes me
permitieron conocer las luchas, a las obreras y su experiencia, trabajo y lucha.
También agradezco a Adriana López Monjardin y a Alejandro Castaneira, por su
acompañamiento, asesoría, comentarios, correcciones y orientación, en su papel de
profesores y de directora y asesor de tesis. A los profesores de la ENAH con los que me
cruce en clases, pasillos y jardineras, no a todos, porque siempre hay los que no, pero a
los demás sí, por compartir sus conocimientos y alentar, no sólo a mí, sino al “Nosotros”.

2
I.- INTRODUCCIÓN.

“Somos uno defendiéndonos del monstruo, a sus pisadas, saliendo de


algún modo. La cara encapuchada en la sierra zapatista, la bomba
molotov de ese joven anarquista, el vagabundo que te pide una moneda,
los tantos esperando un lugar en una escuela. Este es un canto de mi cora
pa mi pueblo, pa sus luchadores y quien le ponga empeño. Identidad es
las que hay que ir formando, con tu vecina, con tu hermano y con tu
hermano.
Soy mi pueblo, mi pueblo soy yo, es por amor, por pasión y convicción, es
el sudor de la gente el que mantiene las esperanzas de cambiar este
presente”

*Soy pueblo
Facto MC.

La maquila que invadió Tehuacán.

El interés por realizar una investigación antropológica, específicamente desde la etnología


respecto al mundo del trabajo, sus relaciones de dominación y las expresiones y procesos
de resistencia obrera, parte de intereses personales, políticos y académicos que en mí se
entrecruzan y enredan.
Parto de que las condiciones sociales y económicas en las que vivimos se van
precarizando cada vez más, donde el capital y los dominadores van “cerrando la pinza” en
todos los ámbitos de la vida social, incrementando el despojo, la explotación y la
dominación, y despreciando a todos aquellos que no somos ellos. El capitalismo desde
sus inicios ha andado este sendero donde los pueblos, hombres y mujeres somos
despojados de nuestro trabajo, territorios, cultura, posibilidades de sobrevivir o vivir
dignamente, de nuestras capacidades individuales y colectivas: productivas, creativas,
intelectuales, organizativas, sociales, así como de las concepciones que nos permiten
mirarnos, reconocernos y construirnos en colectivo, intentando que abracemos sus
concepciones de competencia, fragmentación, enajenación, para avanzar en la batalla
donde ellos intentan apropiarse del mundo, no sólo material, sino simbólico.

3
Ésta ha sido la constante del capitalismo, que fue “frenada” aunque sea un poco
durante una época, donde el capitalismo tuvo que recular ante un mundo que se
levantaba enarbolando banderas revolucionarias, negras y rojas, clamando por construir
desde diferentes concepciones ideológicas un mundo justo y libre. Las luchas
revolucionarias y sociales que se levantaron en el siglo XIX y principios del XX, hicieron
que el capitalismo tuviera que buscar una forma de darle la vuelta a la situación, a la par
que buscaba solucionar sus crisis inherentes.
Esta combinación de factores hizo que el capitalismo y el sistema de dominación
política estatal buscaran alternativas en las que pudieran brincar las crisis económicas y
mitigar los alientos revolucionarios de las clases explotadas y dominadas, adoptando el
modelo del llamado Estado del bienestar, el modelo productivo fordista-taylorista y el
modelo político Keynesiano, enarbolando como propias las banderas y los reclamos
sociales, por lo menos en su discurso y en algunas prácticas políticas. Conforme avanzó
la segunda mitad del siglo XX estos modelos político-económicos y productivos fueron
incapaces de sostener las crisis que intentaban amortiguar, haciendo necesario que el
capitalismo y su modelo político estatal se repensaran, encontrando en dinámicas,
prácticas y políticas económicas muy parecidas a las de antaño, pero actualizadas, el
modelo a impulsar para remontar en su acumulación de ganancias.
A partir de la década de 1970 comenzó a desmoronarse el antiguo modelo que
había imperado entre las décadas de 1930 y 1960, comenzando a anunciarse el “nuevo”
modelo de un liberalismo económico remasterizado, que se implementó como tal entre las
décadas de 1980 y 1990, por lo menos en el caso de México. Así aparecieron conceptos
“novedosos” que prometían ser la panacea económica y política: flexibilidad económica,
laboral y productiva, acompañadas de un Estado neoliberal que regresaba a ese Estado
supuestamente “casi inexistente” que plateaba el liberalismo económico del siglo XIX,
ceñido a preservar la propiedad privada y la posibilidad de la explotación del trabajo por
medio de la organización de la fuerza y la violencia sobre las sociedades, dejando de lado
sus supuestos intereses sociales y populares, ahora con una economía capitalista
extendida e intensificada a lo largo y ancho del mundo, con unas clases explotadas que
parecían “derrotadas”, o por lo menos medio “adormiladas” por las ilusiones del Estado
del bienestar, que parece habían, en menor o mayor medida, dejado en el olvido la lucha
de clases, sus estrategias de lucha y reivindicaciones revolucionarias. Así se implementó
la llamada flexibilización económica y laboral, escurriendo de supuestas mieles, donde los
trabajadores romperían con la dinámica del trabajo fragmentado y repetitivo.
En este contexto, durante la década de 1990 se intensificó la llegada masiva de la
maquila y su flexibilización laboral a México. Con ella y sus “innovadoras” formas de
producción y organización del trabajo se abrieron las puertas a los estudios
antropológicos en el mundo del trabajo flexible, buscando cuales iban a ser las
transformaciones culturales entre los trabajadores, cómo se integrarían las diferentes
culturas en el mundo del trabajo en las empresas transnacionales, siguiendo con la
construcción del concepto de culturas del trabajo o laborales que se venía articulando

4
desde la década de 1980, buscando encontrar qué papel jugaba lo cultural en el mundo
del trabajo y viceversa1.
Con esto se posibilitó que la antropología viera con un poco más interés a lo
laboral y “lo obrero”2, sin que dejara de ser marginal, pero sin que esto haya impedido
importantes avances teóricos, ni menguara el valor de las investigaciones antropológicas
llevadas a cabo. Desafortunadamente el interés de las disciplinas antropológicas por el
mundo del trabajo, parece en gran medida, haber desparecido nuevamente, pareciera que
con los cierres de las maquilas de los primeros años del siglo XXI, también se esfumara el
interés por el mundo laboral y por las trabajadoras.
Desde esta perspectiva es que comencé a voltear hacia ese “mundo” que
nuevamente parece estar lejos de los intereses de la antropología en general. Esos
mundos donde la población indígena va abandonando en menor o mayor medida sus
lenguas, sus coloridas vestimentas, sus fiestas llenas de implicaciones simbólicas, sus
cosmovisiones que tanto apasionan a la antropología, donde también hay población no
indígena con sus construcciones culturales y sus universos simbólicos, pero que
despiertan, aún menos interés para los antropólogos y etnólogos.
Me parece que el mundo del trabajo debería ser uno de los intereses de nuestras
disciplinas (sin detrimento de sus otros temas de interés), no sólo en relación a esa tercer
conquista en contra de la población indígena que menciona Luis Reygadas (2002), sino
porque en la vida social, el trabajo no deja de ser un aspecto central, que es significado,
concebido simbólicamente, inmerso en la cultura, que no podemos ni debemos hacer a un
lado sólo por el hecho de encontrarse en medio de las ciudades, en las grises fábricas
donde las máquinas inundan el ambiente con su “traca traca” incesante.
Nuestras vidas y concepciones son atravesadas y atraviesan al mundo del trabajo,
nuestras formas de entender y vivir la vida, de mirarnos, reconocernos, construirnos y
reflejarnos, donde estamos inmersos en relaciones de dominación y explotación y somos
despojados del producto nuestro trabajo, de su proceso, planeación y diseño, de nuestra
creatividad productiva, organizativa, colectiva haciéndonos ajenos a nosotros mismos.
Donde la antropología y la etnología pueden encontrar una veta inmensa para la
investigación: universos simbólicos, formas de vivir la vida y el trabajo diversas, donde
además puede aportar sus metodologías, conceptos y teorías para entender cómo se
significa el trabajo explotado, qué implicaciones tienen para las trabajadoras las largas e
intensivas jornadas laborales y el despojo del producto-trabajo-esfuerzo-capacidad.
¿Qué genera la explotación, la dominación y la enajenación en el universo
simbólico de las trabajadoras en los diferentes contextos locales y laborales?, ¿cómo es
vivida y significada?, ¿cómo se concibe simbólicamente y qué respuestas se generan
frente a esa explotación y dominación? Así, volteé a mirar al “mundo obrero”, entre el

1
Los estudios antropológicos sobre el trabajo no comenzaron ni se centran únicamente en el
mundo maquilador y sus trabajadoras, sin embargo, sobre todo en la década de 1990 este modelo industrial
adquiere una central importancia para las investigaciones antropológicas en el mundo del trabajo.
2
Es necesario tener en cuenta que se menciona “lo laboral” y “lo obrero” como una forma de
enunciar la generalidad de una amplia diversidad de aspectos, realidades y formas de los “mundos”
laborales y obreros.

5
fuerte desinterés de la antropología y la etnología por el mundo del trabajo, por las
trabajadoras, sus vidas, sus concepciones simbólicas, significados y prácticas culturales
inmersas en relaciones de dominación. Con el interés puesto en sus respuestas frente a
la dominación y explotación, el cómo viven, significan y responden ante la dominación y
explotación. Apostando a que la antropología y la etnología tienen mucho que hacer y
aportar en el mundo laboral en general y en los “mundos” obreros en particular.
Desde mi perspectiva como etnólogo y como anarquista, es importante mirar
desde, para y hacia el abajo social y político. Reivindico que este mirar nos abre la
posibilidad infinita de adentrarnos en la vida cotidiana, en las urgencias económicas y sus
implicaciones dentro de los universos simbólicos, en las significaciones mediante las
cuales vivimos y entendemos la vida.
Como anarquista le apuesto al abajo, que mira arriba sólo para no perder de vista
la dominación, pero cuyos intereses se encuentran desde y para el mismo abajo, donde
podemos vernos en horizontalidad, sin pretensiones de superioridad política, económica,
social, cultural, de género o académica, como anarquista apuesto también a que los
procesos de transformación deben construirse sin anhelar el arriba, donde sólo
concibiéndonos en la práctica como iguales nos permitirá descubrir nuestras
potencialidades y capacidades sociales, en ese poder en igualdad y mutualidad del que
habla Harold Barclay (2010).
Como etnólogo considero que mirando abajo, como lo hace la etnografía nos
permitimos entender qué es lo que está pasando social y culturalmente con lo que
disponen e imponen desde arriba, ya no desde las cúpulas y lo macro, sino en lo micro,
en la vida cotidiana de las comunidades, de los grupos, de los individuos. La etnografía
nos hace situarnos abajo, nos permite si lo queremos, ubicarnos en equidad con aquellos
con los que trabajamos, intentando reconocernos como compañeros de investigación,
donde uno no llega y mira “bichos raros”, sino donde uno en calidad de investigador se
puede situar como compañero, en equidad y mutualidad con quienes trabajamos,
rompiendo con la jerarquización investigador-sujeto de estudio.
Nos permite acercarnos, en este caso específico, al mundo laboral desde las
mismas trabajadoras, desde su visión de las cosas, nos abre las puertas para realizar una
investigación a ras de suelo, desde la vida cotidiana, donde se expresan los significados
culturales que se van construyendo y reconstruyendo constantemente, a partir de lo que
podemos intentar entender cómo la gente vive y concibe su vida y en este caso su trabajo
y la dominación en la que está inmersa.
La etnografía y sus herramientas de investigación nos brindan posibilidades no
sólo académicas, sino políticas, para los movimientos sociales y las propuestas de
transformación social. El anarquismo al ser una propuesta de construir en mutualidad,
desde abajo y hacia abajo, no puede situarse como la luz por encima de la gente, el
anarquismo para ser y vivir socialmente requiere inevitablemente construirse en el abajo,
en equidad y mutualidad, en este sentido necesitamos entender los militantes de los
movimientos sociales y las propuestas revolucionarias y de transformación que no
podemos enarbolar banderas arriba de la gente, sin entenderles, conocerles, sin que sean
ellos y ellas las que las levanten.

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Nos abre la posibilidad observar y entender ese abajo, la cotidianidad, el cómo
vive y concibe la gente la vida, a sí misma y al otro. Pareciera que muchas veces, desde
la academia y la militancia política, olvidamos mirar esa cotidianidad e intentar entenderla,
lo que nos permitiría dejar de juzgar a “los jodidos que se rinden”, a los “cobardes que se
retraen de la lucha”, a “los pobres diablos que venden sus votos”, a los que culpamos de
la situación política y económica, evitando mirar nuestras propias incapacidades y
limitantes. En este sentido la etnografía nos abre las puertas para observar y entender y
romper con nuestros dogmas de superioridad política y académica.
Con estos intereses volteé a mirar el “mundo obrero”, intentando poder por medio
de la etnografía entender qué había pasado con ese o esos movimientos obreros y qué
había sido de las banderas rojas y negras que anunciaban tormentas. Tehuacán fue el
terreno ideal, llegó a tener hacia el año 2002-2003 alrededor de 70,000 obreras en las
maquiladoras3, mientras que la Población Económicamente Activa para el año 2000
oscilaba en alrededor de 111,000 personas, de las cuales estaban ocupadas en los
diferentes ámbitos laborales, alrededor de 89,0004, lo que nos da una idea de la densidad
obrera respecto a la población, una ciudad prácticamente obrera, que fue arrastrada por la
crisis económica y maquiladora que se dio alrededor del año 20025, con lo que vinieron la
precarización laboral, los cierres masivos de fábricas y el traslado maquilador hacia la
dinámica informal, de traspatio o de trabajo a domicilio, dejando a alrededor del 50% de
esas obreras en las calles o en la maquila informal y clandestina, mientras que el resto
que logró mantenerse en las maquilas vio su trabajo y su vida aún más precarizados.
¿Qué estaba pasando con las obreras de Tehuacán ante esta precarización del
trabajo y la vida?, ¿La aceptaban de conformidad?, ¿Estaban resignadas?, ¿Por qué no
estallaron masivamente conflictos obreros ante la situación económica y laboral? Éstas
fueron algunas de las preguntas que me hicieron virar la vista y el interés hacia Tehuacán
y sus obreras. Desde una perspectiva de quien mira desde arriba a la gente, tal vez la
respuesta más obvia sería que ellas son sumisas, que aceptan con agrado las
condiciones laborales precarias, que son agachonas, que el pensamiento de los
dominadores logró hacerse hegemónico y envolver al pensamiento y actuar de los
dominados, o juicios por el estilo que son tan fáciles de emitir, mientras nos enredamos en
aires de grandeza y superioridad sobre la gente. Sin embargo es mirando abajo, mediante
la etnografía que podemos acercarnos a responder estas preguntas.
Buscando encontrar si esa hegemonía siempre pretendida por los dominadores se
había materializado en su totalidad, o si por el contrario, como se ha dicho desde adentro
y fuera de la academia: “donde hay dominación, hay resistencia”, lo que vendría a negar
la totalidad de la hegemonía. Buscando si en el caso de las obreras de maquila en
Tehuacán, cómo plantea James C. Scott (2000), la resistencia se presenta, aun cuando

3
Según estimaciones de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán y
Rodrigo Santiago Hernández en sus diferentes informes realizados respecto a la Maquila en la región.
4
Conteo de Población y Vivienda 2000, INEGI
5
Esta crisis se desencadenó a partir de la desaceleración económica y la crisis de sobreacumulación
en Estados Unidos de Norteamérica, y con las ventajas que otras regiones como Asía y Centro América
representaban para los capitales maquiladores, lo que originó el traslado de estos hacia dichas regiones.
Dicha crisis, propia del capitalismo, fue trasladada hacia las trabajadoras.

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aparentemente no existe, negando con esto la posibilidad de una hegemonía total,
dejándola solamente en una constante pretensión de los dominadores.
Así tracé los objetivos de la investigación, buscando dar cuenta en un primer
momento de las condiciones laborales en la maquila, de las relaciones de dominación, de
los cambios culturales empujados por las transformaciones geoeconómicas-políticas
globales mencionadas por David Harvey (2004), para después, en un segundo momento,
dar cuenta de si existían o no expresiones y procesos de resistencia, cuáles eran, cómo
se presentaban y se significaban, bajo el marco teórico proporcionado por Scott (2000).
Como etnólogo era imperativo buscar la relación de estas resistencias con la cultura, con
las concepciones simbólicas, los significados y las prácticas culturales de las mismas
obreras, haciendo necesario adentrarme en el concepto de culturas del trabajo acuñado
por Luis Raygadas (2002 y 2002b) para intentar vislumbrar cómo se relacionan e
influencian el trabajo, la cultura y la resistencia.
La diversidad de temas presentes en esta investigación fue necesario abordarla,
pues no podemos entender el mundo del trabajo en las maquilas sin tomar en cuenta las
transformaciones globales económicas-políticas y los cambios que empujan en el mundo
del trabajo: en la organización de la producción y en los deseos y posibilidades de
acceder a ellos, que se expresan en necesidades de consumo. No podemos entender el
mundo del trabajo sin adentrarnos a buscar cómo se relacionan la cultura y el trabajo: su
mutua influencia y cómo interactúan sujetos con diferentes culturas y diferentes culturas
del trabajo, y cómo se materializa, se vive y se significa la dominación en la vida cotidiana
de las obreras. Para poder finalmente pasar a observar cómo ellas responden a la
dominación: sus expresiones y procesos de resistencia que se levantan, entre susurros o
a gritos para enfrentar y rechazar la dominación, simbólica y materialmente.
Espero que esta diversidad de temas sea por un lado un aliciente para llamar la
atención hacia cada uno de ellos con su importancia específica, mientras que por otro
lado asumo el riesgo de que la misma diversidad pueda ser una limitante, que genere que
cada tema no tenga la suficiente atención y profundidad que ameritan.
El trabajo de investigación se realizó en diferentes etapas, donde se incluye el
trabajo de investigación bibliográfica, en revistas antropológicas y sociológicas, en datos
oficiales del INEGI respecto a población, empleo y economía, para poder entender las
transformaciones globales a nivel político y económico, así como el desarrollo y la
extensión del modelo maquilador en el mundo, en México y en Tehuacán, así como la
revisión de diferentes informes realizados por organismos defensores de derechos
laborales, como el de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de
Tehuacán (Barrios y Santiago, 2004), el de Rodrigo Santiago Hernández (2010), el órgano
de difusión de la Red de Solidaridad de la Maquila de Canadá “El Boletin”, así como el
blog del Colectivo de Obreras Insumisas, donde se encuentra información respecto a la
maquila y movimientos laborales en la región, para a partir de esto poder armar los
capítulos histórico y de contexto local de esta investigación.
También se realizó investigación bibliográfica respecto al marco conceptual y
teórico utilizado, a partir del cual se pretende poder entender los temas que se abordan en
la investigación, principalmente en textos, ya sean libros o artículos de revistas
antropológicas y sociológicas respecto a la maquilas, las culturas del trabajo, las

8
transformaciones culturales impulsadas por la globalización y el neoliberalismo, así como
al respecto del poder-dominación y la resistencia frente a ésta, a partir de lo cual se
integró el capítulo teórico y conceptual.
Se realizó la investigación etnográfica dentro del periodo comprendido entre julio
del 2011 y durante todo el año 2012, mediante observación participante, en las afueras de
las maquilas de Tehuacán, durante la hora de comida de las obreras, donde me acerqué
a ellas, así como en las reuniones y eventos que se llevaron a cabo durante el año y
medio de lucha en el proceso de Exportadora de Pantalones S.A., el cual acompañé y me
mantuve cercano prácticamente desde el principio y hasta el final, con mis limitantes de
tiempo y desplazamiento, acompañándolas en sus reuniones, talleres, audiencias, mítines
dentro de la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje #7 de Tehuacán, visitas a casas de
algunas obreras que me aceptaron en su hogar para compartir la comida, el refresco, las
risas y la plática.
Se realizaron pláticas abiertas y entrevistas con diferentes obreras tanto del
proceso de Exportadora de Pantalones S.A., como de otras maquilas, de movimientos
anteriores, así como con la gente de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del
Valle de Tehuacán, quienes me compartieron su experiencia en movimientos anteriores y
respecto de la situación laboral actual; con el Colectivo de Obreras Insumisas, quienes me
dejaron acompañarles durante el proceso de Exportadora de Pantalones S.A.; y con
Rodrigo Santiago Hernández, quien fuera en su momento miembro y fundador tanto de la
Comisión, como del Colectivo, quien fue el asesor jurídico de las obreras de Exportadora
de Pantalones S.A. A partir de esto me adentré al mundo de las obreras de la maquila en
Tehuacán, al proceso de lucha y a las obreras de Exportadora, así como a compañeras
que participaron en otros movimientos laborales en la región y otras más con las que me
encontré afuera de las maquilas, entre un sol a plomo y banquetas donde se comparte la
comida y le hora de descanso.
Las dificultades para realizar esta investigación en torno a la industria maquiladora
y sus trabajadoras, son diversas. La maquila busca construirse como un espacio
impenetrable para los ojos externos, los patrones y encargados buscan mantener una
fuerte vigilancia sobre quién se acerca y se asoma a las maquilas, prestando atención
sobre quién merodea por las fábricas, con quién hablan las obreras, quién toma fotos,
para evitar que los grupos de derechos laborales se adentren en las fábricas. Durante una
época, por medio de la presión ejercida contra las marcas transnacionales, la CDHLVT
logró entrar a diversas maquilas, registrar las condiciones laborales, pero a partir de los
cierres masivos y con el traslado hacia la maquila clandestina y de traspatio, esta
posibilidad de penetrar en sus muros, que de por sí fue marginal, se desvaneció. Con la
precarización laboral en la maquila y el incremento de las reivindicaciones y procesos de
lucha de las obreras, los patrones estrecharon la vigilancia para evitar que “los revoltosos”
siguieran asomándose y registrando las condiciones dentro de sus muros.
La propia dinámica de la maquila, sus ritmos intensivos y sus horarios extensivos
de trabajo implican una dificultad para poder acercarse a las trabajadoras, que van aprisa
de sus casas a las maquilas, y que al salir vuelven a sus casas, ya cansadas y con una
jornada, que en casa aún no termina, con escasos tiempos de descanso. Todo esto
imprime otra dificultad para acercarse a las obreras, por sus tiempos apretados, su andar

9
siempre corriendo para llegar, para comer, para irse, además de la dificultad que implica
la maquila clandestina y de traspatio, las amenazas constantes contra las trabajadoras
para evitar que hablen “con extraños”, esto va haciendo más difícil que las obreras se
dejen abordar, desconfían, vigilan que el encargado no las vea platicando con uno,
muchas no quieren responder más allá del saludo, para “no meterse en problemas”.
Todos estos son parte de los factores que van obstaculizando el poder acercarte a
las obreras de la maquila, un muro gris que se levanta ante el mundo del trabajo, donde
los patrones buscan que no se vea, que no se oiga, que no se comunique, que aparezca
“secreto” ante los ojos que caminan por fuera de sus puertas. Sin embargo no es
imposible acercarse, por un lado lo logre por medio de Rodrigo Santiago y el Colectivo,
quienes me contactaron con obreras de Exportadora de Pantalones, y de otras luchas,
como Doña “Ángeles” en Ajalpan, a partir de quien pude conocer y platicar con más
compañeras y compañeros, en otros casos requerí visitar ciertas maquilas, sentarme a
comer con las obreras, comenzar pláticas casuales, compartir algunas risas y dejar que la
charla fuera saliendo sola, que comenzara a asomarse su indignación, compartirla,
enunciarla junto con ellas, bajo el sol, en las banquetas, hacerles saber que compartía su
sentir, así, poco a poco mis visitas se fueron haciendo familiares, logre entablar
comunicación y relación con ellas, compartir tacos, pláticas, enojos, rabias y risas,
entender los miedos, la desesperación, hasta lograr que ellas se convencieran de que
estábamos del mismo lado ante lo que pasa en las maquilas, sabiendo que lo que me
dijeran no llegaría a oídos del patrón o del encargado.
Poco a poco me fui haciendo conocido para ellas, me saludaban, me platicaban,
me invitaban de su comida, o me apartaban un lugar junto a ellas, fue entonces que pude
irles platicando respecto a mi trabajo de investigación, compartir con ellas qué es lo que
buscaba, desde dónde yo partía, no sólo académicamente, sino política y socialmente,
exponerles la importancia de hacer visible eso que los patrones quieren que sea invisible,
la importancia de su historia, de su voz. Así fui abriéndome camino entre esas dificultades
para adentrarme al mundo de las trabajadoras, acercándome a ellas, logrando ganarme
su confianza, su palabra, su historia, para intentar, aunque sea un poco, transparentar ese
velo con que los patrones quieren encubrir lo que pasa en las maquilas.
En el caso de las trabajadoras de Exportadora de Pantalones S.A., entrar fue
mucho más sencillo, el haber llegado a ellas por medio de Rodrigo Santiago y el Colectivo
Obreras Insumisas, me abrió las puertas, de ahí ya sólo fue necesario mantener una
constancia en sus reuniones, audiencias, hablar con ellas, compartir tiempos y espacios,
así como la rabia y la esperanza, haciéndome su compañero, participando con ellas en
sus reuniones, en sus sesiones de trabajo y talleres, acompañándolas en su proceso legal
contra el patrón.
En fin, las dificultades de merodear por un mundo tan “oscuro” y tan
pretendidamente secreto, no son pocas, menos cuando uno busca asomarse para
descubrir lo que adentro de las maquilas y de las casas-maquilas sucede, los vigilantes te
siguen con la mirada, algunos incluso empuñan el arma y te miran fijamente cuando
caminas cerca de la entrada de la maquila, los encargados cuestionan a las obreras sobre
qué es lo que pregunta “ese greñudo”, pero siempre es posible sortear esas dificultades,

10
mediante un acercamiento paulatino, que origine la confianza para que ellas te compartan
su historia y sus rabias.
El trabajo de investigación de campo se realizó combinando diferentes temporadas
de campo de alrededor de 20-30 días cada una, otras de alrededor de una semana, así
como visitas esporádicas de un día o dos a Tehuacán a lo largo del año y medio, para
posteriormente realizar el trabajo de escritorio, transcribiendo entrevistas, organizando la
información y finalmente poder articular y redactar los dos capítulos etnográficos de la
investigación.
El texto está conformado por nueve capítulos, incluyendo en éstos, la presente
introducción y las referencias bibliográficas, el cuerpo de la investigación se integra por
los siete restantes. El primero de ellos destinado en un primer momento al marco
conceptual a partir del cual podemos intentar entender de qué hablamos cuando
mencionamos conceptos como: los sujetos posicionados de Renato Rosaldo (2000) y la
importancia de entender al sujeto desde su propia experiencia y contexto; la identidad, en
relación a la conformación de la cultura, a partir de Gilberto Giménez (2004, 2005, y
2005b); la identidad y acción colectiva, a partir de las que podemos entender a los
movimientos sociales y la conformación de procesos de acción e identidad de sujetos
colectivos, por medio de los planteamientos de Alberto Melucci (1999). Para que a partir
de estos conceptos, podamos partir, teniéndolos claros y vislumbrando como se
relacionan. Enunciamos las diferentes concepciones de cultura desde la antropología,
para terminar situándonos en la concepción semiótica-histórica a partir de la que Luis
Reygadas (2002 y 2002b) plantea su propuesta de culturas del trabajo y hacemos un
ligero recorrido por los estudios laborales en México, centrándonos en aquellos
antropológicos, y respecto al papel y la relación que juegan la cultura y el trabajo, y su
influencia mutua a partir de las interacciones de los sujetos.
Hacemos también un recorrido por algunas definiciones respecto al poder y la
dominación, diferenciando entre uno y otro concepto, definiendo al poder como una
capacidad de hacer, mientras que la dominación se caracteriza por ser la imposición de la
voluntad sobre los otros, el despojo de la capacidad de hacer, transformándose en un
poder como dominación, un “poder hacer hacer” o un “poder sobre”. Para esto
mencionamos las definiciones de Max Weber (1964) , Barquín Cendejas (2007), y
retomamos las realizadas por John Holloway (2010) con su poder como capacidad a la
que enuncia como “poder-hacer” y su “poder-sobre” que ejerce dominación; la de Amadeo
Bertolo (2006) con su “poder-hacer” que se plantea como capacidad y su “poder hacer
hacer” que se plantea como dominación; y por último la de Harod B. Barclay (2010) quien
concibe al poder en tres diferentes polos, uno como dominación, otro como manipulación
y un tercero al que señala como “poder en mutualidad”, donde encontramos la influencia
sin pretensión de dominación. Retomamos también algunos señalamientos de Michel
Foucault (1992 y 2008), quien nos habla de la importancia de entender el
poder/dominación más allá de las instituciones políticas y la dinámica económica, que se
implanta y actúa mediante el control, la vigilancia y la disciplina sobre los cuerpos, los
espacios y las actividades. Y por último mencionamos a George Balandier (1994) quien
nos plantea ver las relaciones de dominación como escenificaciones.

11
En la segunda parte de este capítulo enunciamos los tres marcos teóricos que
utilizamos, primero a David Harvey (2004) y sus planteamientos respecto a los cambios
culturares que son empujados por las transformaciones económicas y políticas globales,
la importancia de cómo lo global se hace presente en lo local, transformando las formas
en que el espacio y el tiempo son vividos y significados, así como la importancia de los
valores de lo efímero, lo fragmentado y lo inestable que el capitalismo impulsa.
Posteriormente tenemos a Luis Reygadas (2002 y 2002b), quien plantea su concepto de
culturas del trabajo, donde se relacionan la cultura y el trabajo, influenciándose
mutuamente, mediante las interacciones de los sujetos inmersos en el proceso productivo,
por otro lado también nos señala las relaciones entre sujetos con diferentes culturas y
culturas del trabajo que se encuentran en las maquilas, donde se dan choques culturales,
pero también préstamos, intercambios que van haciendo que la cultura del trabajo y la
cultura de los trabajadores esté constantemente transformándose y diversificándose.
Por ultimo tenemos a James C. Scott (2000), quien nos da un marco teórico a
partir del cual poder observar las relaciones de dominación y las expresiones y procesos
de resistencia, mirando más allá de la puesta en escena del discurso público, poniendo
atención tras bambalinas, al discurso oculto, en el que podemos descubrir una
“infrapolítica” y una “subcultura de la resistencia” de los grupos subordinados, donde se
encuentran valores, concepciones, significados y prácticas que permiten enfrentar y
rechazar simbólica y materialmente a la dominación.
En el tercer capítulo nos dedicamos a hacer un recorrido histórico, centrándonos
en explicar lo que fue el modelo de producción fordista-taylorista y las políticas
keynesianas, para poder marcar las diferencias con el “nuevo” modelo flexible y su
precarización del trabajo, la flexibilización productiva-laboral y sus implicaciones para las
trabajadoras, enunciando también cómo la industria maquiladora fue surgiendo y
extendiéndose por el mundo hasta llegar a ser el modelo industrial por excelencia, para
finalmente poder pasar al caso de la maquila en México, su historia, su desarrollo y
extensión por el país, así como sus principales características en los albores del siglo XXI.
En el cuarto capítulo nos centramos en contextualizar a la región de Tehuacán,
pasando por la industrialización del estado de Puebla, para poder adentrarnos a la región
de Tehuacán, la historia de la maquila ahí, las crisis y condiciones en que llegó
masivamente, hasta meterse en las casas de las obreras, intentando caracterizar esta
industria en Tehuacán, su población, su fuerza de trabajo, para finalmente poder hacer un
pequeño recorrido por las organizaciones de defensa de los derechos laborales en la
región, así como los principales movimientos obreros que se levantaron entre el 2002 y el
2008.
Así llegamos a la parte central de la investigación: los capítulos etnográficos. En el
primero de ellos se relatan las condiciones laborales en que están inmersas las obreras,
un día de su vida, su hora de la comida, las colonias donde viven, la movilidad obrera que
las hace ser una clase obrera “peregrina” que va de maquila en maquila, de paso en paso,
flexible, precaria y fragmentada, así como las dificultades que encuentran para interactuar
y estrechar lazos colectivos fuertes entre ellas, que les entorpece la posibilidad de
identificarse en la otra, de romper con la competencia laboral que les impide ser
“compañeras-compañeras”.

12
Exponemos también cómo la población indígena llega a la maquila enfrentando el
desprecio, las burlas de patrones, encargados y la sociedad en general que les nombra
“serranitas”, término despectivo utilizado para señalar a la población indígena, la cual
responde de diferentes maneras a esta situación, algunas llegando a negar su identidad y
romper los lazos con sus comunidades de origen, otras resguardándola, no sin cierta
vergüenza de expresarse indígenas públicamente, mientras que otras más la resguardan
con orgullo y cautela a la vez, cuidándose de las burlas y el desprecio.
Seguimos el relato con la concepción de la maquila “como un mostro” 6, que
devora obreras todas las mañanas, donde podemos observar la concepción y significados
con que las obreras identifican a la maquila, las condiciones a las que son sometidas,
para pasar posteriormente al trabajo en casa y la maquila de traspatio, modalidades
donde el patrón se hace “fantasma”, imponiendo una mayor precariedad laboral,
invadiendo los hogares obreros, sus camas, sus salas y su vida entera.
En el segundo capítulo etnográfico el relato comienza con los corajes que sienten
las obreras ante las afrentas constantes cometidas en contra de su dignidad por los
encargados y patrones, la sensación de encontrarse solas frente al mundo, donde los
patrones cuentan con el apoyo del gobierno, de la Junta de Conciliación y de los
sindicatos, buscando que la desesperación y la impotencia de las obreras vaya mitigando
las posibilidades de entablar procesos de resistencia abiertos, llegando a los relatos
donde ellas enuncian esas fantasías de una justicia que llegue a reivindicarlas de todas
las afrentas cometidas en su contra, justicia que a veces se adjudica a dios, a la vida, o
bien en algunos casos, a ellas mismas cuando decidan poner un hasta aquí a la situación.
Pasamos por las expresiones y prácticas de resistencia discreta, esas que no se
dejan ver, pero que vienen a enfrentar la dominación simbólica y materialmente, llegando
a donde ellas relatan “esas pequeñas alegrías”, esos refugios, que dice Reygadas (2002),
hacen vivible la vida, que ellas encuentran fuera de la maquila, con las amigas, familias,
novios, en bailes, partidos de futbol, en sentirse dueñas de su vida por medio de su
cuerpo y su sexualidad, esos espacios, momentos y experiencias que les ayudan a
romper un poco con el hastío que la maquila le imprime a su vida, en los que intentan
recobrar el control sobre ellas mismas, para re habitarse. Recorremos también esas
expresiones de solidaridad que se llevan a cabo en la cotidianidad, que a pesar de la
dinámica de la maquila no han podido desterrarles de sus concepciones y prácticas
cotidianas, que les permite, a pesar de todo, seguir pensando en que deben ser
compañeras7.
Posteriormente llegamos al relato sobre el conflicto de Exportadora de Pantalones
S.A., donde 65 obreras emprendieron una lucha durante un año y medio (entre junio del
2011 y hasta enero del 2013) para reclamarle al patrón mejores condiciones laborales, lo

6
“Mostro” es la forma en que algunas obreras enuncian monstruo. A lo largo de este texto cuando
se hace mención al monstruo con que las obreras identifican a la maquila, lo hago con su propio término
“mostro”
7
Estas expresiones y prácticas cotidianas de solidaridad son las cooperaciones de ayuda en caso de
muerte de algún familiar, el caso de las llamadas “madrinas”, y de manera marginal, los apoyos que entre
ellas se prestan en caso de perder el trabajo, estas últimas se llegan a encontrar en pequeños grupos de
amistades.

13
que originó el cierre de la fuente de trabajo, que ellas pelearon por recuperar, con la idea
de quedarse con la maquinaria que lograron embargar bajo su resguardo, en esta parte
del relato se muestra cómo comenzó y se desarrolló el conflicto y el proceso organizativo,
las emociones que se agolparon en sus pechos cuando se fueron a paro laboral, cuando
lograron el embargo, durante el largo proceso legal, hasta que al final ganaron la
maquinaria.
Se relata también el proceso de transformación: de su forma de concebirse y
concebir a sus compañeras, la dominación y el trabajo; los conflictos internos; las
dificultades interminables; las peleas; las risas; los talleres donde ellas reflexionaron en
colectivo su situación, no sólo como trabajadoras, sino como mujeres, hombres, como
grupo; sus asambleas; audiencias; así como unos pequeños intentos de trabajo
cooperativo que tenían por objetivo animarles a constituirse como cooperativa de
trabajadoras al finalizar el juicio laboral, una vez que tuvieran en sus manos las máquinas
embargadas. Aquí experimentaron un trabajo diferente, agradable, entre risas, bromas,
discusiones, acuerdos, pero un trabajo que más allá de la ganancia económica les
significó la posibilidad de ese trabajo agradable del que hablara Piotr Kropotkin desde el
anarquismo.
Para finalmente llegar al desenlace del conflicto, donde ellas ganaron la
maquinaria embargada, no sin conflictos internos y rupturas entre Rodrigo Santiago,
asesor jurídico del grupo y quien llevó el caso legalmente, frente a Reyna Ramírez del
COBI y el comité de obreras, que generó una ruptura infranqueable al final del proceso
entre acusaciones mutuas y reclamaciones, y finalmente terminamos el capítulo hablando
sobre las dificultades que ellas tienen enfrente, que les impiden en cierta medida,
organizarse, construirse colectivamente, identificarse en la otra, frente a la dinámica
precaria, la urgencia económica y la maquila.
Por ultimo tenemos un capítulo donde intentamos someramente cruzar los
capítulos etnográficos con el teórico, intentando hacer un ligero análisis, expresando
cómo el marco teórico y la realidad se encuentran, acentuando aquellos aspectos y temas
que tienen relación más directa con las expresiones y procesos de resistencia obrera.
Asumo que en este capítulo se podría haber hecho más, que seguro se dejaron de lado
muchos temas y aspectos importantes8, sin embargo me centré en los que se comentan,
porque están relacionados con la resistencia, sus posibilidades, potencialidades y
dificultades, etc., para finalmente llegar a un intento de conclusiones que espero no

8
Tal vez dentro de estos temas o aspectos que quedaron de lado o no profundizados con la
importancia que ameritan, podemos ubicar entre algunos de ellos: la conformación de la cultura del trabajo
en las maquilas de Tehuacán; la diversidad indígena dentro del mundo de la maquila; las diferencias entre
Tehuacán y localidades como Ajalpan, Altepeji y otras con importante presencia maquiladora; la
configuración y reconfiguración de la ciudad y el entorno en relación a la maquila; el caso de las colonias,
como Mazatecos, conformada de población mazateca, de la cual mucha está inmersa en el mundo laboral
maquilador; las diferencias culturales entre la diversidad étnica respecto al trabajo y la maquila; la
investigación profunda respecto a la historia obrera de la región. Muchos de estos temas sí están incluidos
en esta investigación, sin embargo creo cada uno ameritaría por separado una mayor profundidad, sin
embargo ante la poca investigación en la región y en el tema, me pareció ineludible incluirlos aquí, para
poder entender el mundo de la maquila y obrero y sus procesos y expresiones de resistencia.

14
concluyan mucho, pensando siempre que algo que se da por concluido se asume
completo, total, y respecto al conocimiento en general y en cuanto al tema en particular,
me parece que las conclusiones no deben concluir tanto, si acaso señalar, apuntar
algunas cuestiones que se desprenden de la investigación, esperando que la única
conclusión aceptable sean continuaciones, no solo a nivel académico y teórico, sino
hablando de las resistencias: que no cesen, que no concluyan y veamos levantarse esas
banderas, en este caso obreras, que vienen a anunciar que no están derrotadas, aunque
pueda parecerlo.
Así, se presenta esta investigación, la cual he de decir, fue placentera,
enriquecedora para mí, como persona, como etnólogo en formación y como anarquista,
dejándome una serie de aprendizajes al respecto del tema que se vuelven invaluables.
Por último, espero que esta investigación encuentre ojos atentos, preguntas con o sin
respuesta, sin respuesta es mejor, porque nos invita a responderlas, a construir sus
respuestas, espero que las respuestas y preguntas se construyan como de por sí debería
de construirse el mundo, entre compañeros, compartiendo, cooperando en equidad,
libertad, sin fines de jerarquizarnos, ni posarnos por encima unos de otros, en colectivo,
aprendiendo, errando, caminando.

15
II.- PARA DESHILAR LA MAQUILA.

“El abismo no nos detiene: el agua es más bella despeñándose. Si


morimos, moriremos como soles: despidiendo luz”

*Vamos hacia la vida.


Ricardo Flores Magón.
Periódico Revolución, julio de 1907.
.

Los rostros de las que luchan.

1.- De Cultura/s, identidad/es, diversidad/es, poder y dominación: Algunas


definiciones necesarias.
1.1.- La importancia de lo diverso.
En los estudios antropológicos un factor importante ha sido la diversidad cultural, pero es
necesario no perder de vista la diversidad de los sujetos que son parte de un mismo grupo
social, atender la diversidad de aspectos, relaciones, ámbitos de vida que atraviesa a los
sujetos y cómo ésta les influye, para esto retomaremos a Renato Rosaldo (2000), que nos
habla de la importancia de la diversidad de factores implicados en la conformación de la
cultura.

“Propongo que la cultura puede ser entendida como un conjunto de intersecciones más
permeable, en el que convergen distintos procesos que vienen desde dentro y de más allá
de sus límites. Estos procesos heterogéneos suelen originarse a partir de diferencias de
edad, sexo, clase, raza y orientación sexual” (Rosaldo, 2000; 41).

Los sujetos atravesamos9 -nos dice- por diferentes “mundos”, fronteras sociales y
experiencias, que influyen en nuestra conformación y actuar, es necesario entender que la
cultura no es estática, homogénea, ni atemporal. Para esto plantea el concepto de

9
Incluyendo al investigador.

16
“sujetos ubicados” o “posicionados”: entender al sujeto a partir de su propia experiencia,
interpretaciones, emociones, concepciones, formas de vivir las situaciones específicas, su
cultura, su capacidad de decidir-actuar, imaginar, posicionados en sus propios contextos,
individual y colectivamente.
Entender las prácticas culturales a partir de concepciones simbólicas, códigos y
normas que las acompañan, en relación con las emociones, significados, historia y roles
del propio sujeto (Ibíd.; 123). Entendiendo las identidades personales como
multifactoriales y que la identidad cultural se da con múltiples zonas limítrofes (Ibíd.; 191),
con una diversidad de factores, políticos, históricos, sociales, económicos, culturales, de
género, posición social, así como la propia experiencia del sujeto, que son parte de la
conformación cultural. (Ibíd.; 234). Mediante el concepto de sujetos posicionados o
ubicados tenemos una herramienta útil para entender la construcción de concepciones y
acciones de los sujetos, individuales y colectivos, así como sus procesos identitarios.

1.2.- La constante construcción de la identidad.


Es importante mencionar cómo concebir “la identidad”, al respecto Gilberto Giménez
(2004) señala que ésta es inseparable de la cultura.

“La identidad puede definirse como un proceso subjetivo (y frecuentemente auto-reflexivo)


por el que los sujetos definen su diferencia de otros sujetos (y de su entorno social)
mediante la auto-asignación de un repertorio de atributos culturales frecuentemente
valorizados y relativamente estables en el tiempo” (Habermas, 1987; 145, citado en
Giménez, 2004; 82).

Y señala Giménez:

“Debe añadirse de inmediato una precisión capital: la autoidentificación del sujeto del
modo susodicho requiere ser reconocida por los demás sujetos con quienes interactúa
para que exista social y públicamente. Por eso decimos que la identidad del individuo no
es simplemente numérica, sino también una identidad cualitativa que se forma, se
mantiene y se manifiesta en y por los procesos de interacción y comunicación social”
(Giménez, 2004; 82).

Un proceso subjetivo multidimensional de definición frente al otro, que requiere ser


reconocida por los “otros” con los que se relaciona y comunica.

La identidad contiene elementos de lo “socialmente compartido”, resultante de la


pertenencia a grupos y otros colectivos, y de lo “individualmente único”. Los elementos
colectivos destacan las similaridades, mientras que los individuales enfatizan la diferencia,
pero ambos se relacionan estrechamente para constituir la identidad única, aunque
multidimensional, del sujeto individual” (Ibíd.; 82).

La identidad se construye en el contexto de la pertenencia social del sujeto a


diversos grupos: clase, etnia, género, edad, grupos territoriales etc., con los que se
comparten concepciones simbólicas o “modelos culturales”. Dentro de un contexto social,
en un haz de relaciones diversas, entrecruzadas, múltiples, en el que los sujetos están

17
posicionados, y a partir de las cuales interactúan y se construyen identidades individuales
y colectivas que están jugando constantemente, autoconstruyéndose e influyéndose.
En tanto a las identidades colectivas y a los movimientos sociales, retomamos a
Alberto Melucci (1999) quien plantea entenderles como sistemas de acción colectiva.

“En mi opinión (…) los movimientos deben examinarse (…) como sistemas de acción…no
se comprende la acción colectiva como una “cosa” (…) se trata de descubrir el sistema de
relaciones internas y externas que constituye la acción” (Melucci, 1999; 34).

Una construcción social generada no sólo por crisis, disfunciones sistémicas o


creencias, sino a partir de la inversión de los actores para organizarse.

“Más que una consecuencia de crisis o disfunciones, más que una expresión de creencias,
la acción colectiva es “construida” gracias a una inversión organizativa (…) Mantener
organizados a los individuos y movilizar recursos para la acción significa distribuir valores,
y fronteras establecidas por las relaciones sociales condicionan la acción, pero ni los
recursos ni las constricciones pueden ser activados al margen de la acción en sí” (Ibíd.;
34).

Construidos a partir de la integración de los individuos y grupos, de sus objetivos,


decisiones, creencias y relaciones entabladas entre los sujetos que los integran.

“De tal manera, los movimientos sociales son sistemas de acción en el sentido de que
cuentan con estructuras: la unidad y continuidad de la acción no serían posibles sin la
integración e interdependencia de individuos y grupos (...) Son sistemas de acción en el
sentido de que sus estructuras son construidas por objetivos, creencias, decisiones e
intercambios, todos ellos operando en un campo sistémico” (Ibíd.; 34).

La identidad colectiva se construye en un sistema de relaciones, negociaciones,


intercambios, objetivos, recursos, intencionalidades, intereses, orientaciones,
determinaciones y decisiones de los actores involucrados.

“Es un sistema de acción que conecta orientaciones y propósitos plurales. Una sola acción
colectiva, además, contiene diferentes tipos de comportamiento y, por tanto, el que
convergen en ella y que posiblemente tienen diferentes consecuencias. Sólo separando
los diferentes niveles analíticos se puede entender cómo se mantienen unidos por una
estructura “organizativa”; cómo una identidad colectiva es establecida mediante un
complejo sistema de negociaciones, intercambios y decisiones; cómo puede ocurrir la
acción como resultado de determinaciones sistémicas y de orientaciones de individuos y
grupos” (Ibíd.; 35).

Los participantes no sólo actúan en base a una orientación económica, sino que
buscan entablar una relación de solidaridad y dotarse de una identidad colectiva.

“Los participantes en una acción colectiva no son motivados sólo por lo que llamaríamos
una orientación “económica” (…) también están buscando solidaridad e identidad (…) que,
a diferencia de otros bienes, no son mensurables y no pueden calcularse (...) Ellos se

18
concentran en las necesidades de autorrealización, pero no en una orientación política,
porque responden a la lógica del sistema en el campo cultural y en la vida cotidiana de las
personas” (Ibíd.; 36).

El actor colectivo es diverso y complejo, en él convergen diversos procesos


sociales, actores y formas de acción, produce acción colectiva, se define a partir de
relaciones internas y externas, crean un “Nosotros” que constantemente está negociando
los fines, medios y ambiente de la acción.

“Los actores colectivos “producen” entonces la acción colectiva porque son capaces de
definirse a sí mismos y al campo de su acción (relaciones con otros actores, disponibilidad
de recursos, oportunidades y limitaciones). La definición que construye el actor no es lineal
sino que es producida por interacción y negociaciones, y algunas veces por diferentes
orientaciones opuestas. Los individuos crean un “nosotros” colectivo (más o menos
estable e integrado de acuerdo con el tipo de acción), compartiendo y laboriosamente
ajustando por lo menos tres clases de orientaciones: aquellas relacionadas con los fines
de la acción (el sentido que tiene la acción para el actor); aquellas vinculadas con los
medios (las posibilidades y límites de la acción) y, finalmente aquellas referidas a las
relaciones con el ambiente (el campo en el que tiene lugar la acción)” (Ibíd.; 38).

La identidad colectiva se genera a partir de la acción colectiva, es un proceso


complejo de construcción, negociación y renegociación de significados de la acción, que
se visibiliza en un proceso de identificación, sin la cual sería imposible movilizarse
colectivamente.

“Esta construcción social de lo “colectivo” está continuamente trabajando cuando se da


una forma de acción colectiva; un fracaso o ruptura de ese proceso hace imposible la
acción. Me refiero al desenvolvimiento del proceso de construcción y negociación del
significado de la acción colectiva, como identidad colectiva. El término “identidad” no da
cuenta del aspecto dinámico de este proceso, pero señala la necesidad de un grado de
identificación, que es precondición para cualquier cálculo de ganancia y pérdida. Sin la
capacidad de identificación, la injusticia no se podría percibir como tal, o no se podrían
calcular los intercambios en la arena política. La acción colectiva como pluralidad” (Ibíd.;
39).

Es producto de la solidaridad10 y de una agregación de individuos o grupos11,


donde se dan conflictos y consensos entre los actores, que pueden trasgredir los límites
del sistema, adaptarse dentro de sus límites o redefinir sus fronteras.

“Acción colectiva abarca las siguientes dimensiones: a) basada en la solidaridad, b) que


desarrolla un conflicto y c) que rompe los límites del sistema en que ocurre la acción.
Antes que todo, la acción colectiva debe contener solidaridad, es decir, la capacidad de los

10
Se entiende por solidaridad, la capacidad de identificarse y reconocerse como parte de un
colectivo.
11
Esta agregación refiere a los individuos y grupos que se agregan a un colectivo, que mantienen
relaciones hacia el interior del grupo y hacia el exterior.

19
actores de reconocerse a sí mismos y de ser reconocidos como miembros del mismo
sistema de relaciones sociales” (Ibíd.; 41).

La identidad colectiva es compartida, interactuada y producida por varios sujetos,


se construye y negocia constantemente mediante la interacción, con una complejidad
interna, que entabla relaciones hacia el exterior.

“La identidad colectiva como proceso enlaza tres dimensiones fundamentales que distingo
analíticamente, aunque en la realidad se entretejen: 1) Formulación de las estructuras
cognoscitivas relativas a los fines, medios y ámbito de la acción; 2) activación de las
relaciones entre los actores, quienes interactúan, se comunican, negocian y adoptan
decisiones, y 3) realización de inversiones emocionales que permiten a los individuos
reconocerse” (Ibíd.; 55).

Un proceso a partir del cual se generan estructuras cognoscitivas, significados


comunes, definiciones, donde está incluido el reconocimiento emocional, por lo que no se
genera solo en base a cálculos.

“La identidad colectiva es, por lo tanto, un proceso mediante el cual los actores producen
las estructuras cognoscitivas comunes que les permiten valorar el ambiente y calcular los
costos y beneficios de la acción; las definiciones que formulan son, por un lado, el
resultado de las interacciones negociadas y de las relaciones de influencia y, por el otro, el
fruto del reconocimiento emocional. En este sentido, la acción colectiva nunca se basa
exclusivamente en el cálculo de costos y beneficios, y una identidad colectiva nunca es
enteramente negociable. Algunos elementos de la participación en acción colectiva están
dotados de significado, pero no pueden ser reducidos a la racionalidad instrumental (ni son
irracionales, ni están basados en una lógica de cálculo)” (Ibíd.; 55).

A partir de estos planteamientos podemos tener una idea de la complejidad de


factores inmersos en la conformación de las identidades de los sujetos individuales y
colectivos, entendiéndola como un proceso multifactorial subjetivo y social de definición
frente al otro, que en un nivel se da de manera individual, en relación al contexto social,
cultural, político, económico en el que los sujetos nos desenvolvemos, donde cada
contexto y experiencia específica de cada sujeto son importantes en su conformación, por
lo que no es un proceso lineal y unifactorial, pues es importante ese sujeto posicionado,
para lo cual debemos tener siempre presente la importancia de estos factores, contextos,
experiencias y diferencias dentro de un mismo grupo social, que interactúan, negocian y
renegocian su acción, en la cual se constituyen en sujetos colectivos y se construyen una
identidad colectiva12.

12
A partir de esto podemos tener una idea de esta complejidad en el proceso de conformación de
la identidad de los sujetos individuales y colectivos y de qué hablamos cuando mencionamos “identidad”
“identidades”.

20
1.3.- De la Cultura a las culturas del trabajo.
1.3.1.- Un recorrido por encimita, por las concepciones de Cultura.
La concepción de cultura ha atravesado el quehacer antropológico desde sus inicios como
disciplina: desde Edward Tylor, y su “todo complejo”; el particularismo histórico y
difusionismo de Boas, Lowie, y Kroeber con sus pautas de comportamiento implícitas o
explicitas que se transmiten mediante símbolos; Malinowski y su funcionalismo con su
conjunto de respuestas institucionalizadas y heredadas socialmente; la escuela
culturalista de Benedict, Mead y Linton, con sus esquemas de vida que funcionan como
guía del comportamiento humano mediante un esquema de valores compartidos por el
grupo; el funcional estructuralismo que entendía que la cultura no podía ser concebida de
manera aislada a la sociedad y sus formas de organización (Giménez, 2005).
No podemos dejar de mencionar a la antropología estructural francesa y Levi-
Strauss, con sus sistemas de reglas y relaciones universales que se presentan en lo
particular de una forma específica, apuntando que la cultura pertenece al mundo de lo
simbólico (Ibíd.); la concepción simbólica o semiótica de la cultura, que Giménez enuncia
a partir de Geertz, que entiende la cultura como “un conjunto de hechos simbólicos
presentes en la sociedad” (Giménez, 2005b), concibiendo lo simbólico como:

“El mundo de las representaciones sociales materializadas en formas sensibles, también


llamadas “formas simbólicas”, y que pueden ser expresiones, artefactos, acciones,
acontecimientos, y alguna cualidad o relación. En efecto, todo puede servir como soporte
simbólico de significados culturales: no solo la cadena fónica o la escritura, sino también
los modos de comportamiento, prácticas sociales, usos y costumbres, vestido,
alimentación, vivienda, objetos y artefactos, la organización del espacio, y del tiempo de
ciclos festivos, etcétera. (…) En consecuencia, lo simbólico recubre un vasto conjunto de
procesos sociales de significación y comunicación” (Giménez, 2005b; 68).

Apuntando Giménez una definición de cultura que la concibe como:

“La organización social del sentido, interiorizado por los sujetos (individuales o colectivos)
y objetivado en formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos, y
socialmente estructurados. Así definida, la cultura puede ser abordada, ya sea como
proceso (punto de vista diacrónico), ya sea como configuración presente en un momento
determinado (punto de vista sincrónico) (Ibíd.; 85).

Casi para terminar este somero recorrido enunciativo, haremos mención de los
apuntes de Roberto Varela (2005), para quien la cultura es “un conjunto de signos y
símbolos que se comparten con otros” (Varela, 2005; 82), por medio de los cuales se
comparten y construyen conocimientos, información, valoraciones, emociones,
sentimientos, ilusiones y utopías, apuntando que la cultura influye sin determinar los
comportamientos.
Por último haremos mención de Bolívar Echeverría (2010), quien plantea la cultura
como:

“El momento autocritico de la reproducción que un grupo humano determinado, en una


circunstancia histórica determinada, hace de su singularidad concreta; es el momento

21
dialéctico del cultivo de su identidad (…) Cultura, cultivo de la identidad (…) La cultura es
una dimensión de la vida humana; por ello la acompaña en todos los momentos y en todos
los modos de su realización; no solo en los de su existencia extraordinaria (…) sino
también en los de su existencia cotidiana” (Echeverría, 2010; 163-166).

Su definición de cultura articula por un lado la producción/consumo material,


señalándola como un proceso de autorrealización del ser humano, a partir de ser un
proceso comunicativo y de transformación sobre el mundo y sobre sí mismo, y por el otro,
el proceso de producción/consumo de significados, mediante el proceso comunicativo o
semiótico.

“La tesis que apoyamos-y de la que parte la definición de cultura que intentamos
sustentar-no afirma solamente que el proceso de producción/consumo de objetos
prácticos “contiene” un momento semiótico o “lleva consigo” o “va acompañado” de un
proceso de comunicación. Más allá de eso, afirma que entre el proceso de
producción/consumo de objetos prácticos y el proceso de producción/consumo de
significaciones hay una identidad esencial” (Ibíd.; 85).

Por último, a partir de la noción semiótica de la cultura enunciada arriba, Luis


Reygadas (2002 y 2002b) nos da una definición de cultura con una perspectiva “histórico-
semiótica”, a partir de la cual construye el concepto de “cultura del trabajo”.

“En esta obra utilizo el concepto de cultura del trabajo desde una perspectiva histórico-
semiótica de la cultura, es decir, aquella que ve la cultura como un proceso de producción,
transmisión y apropiación de significados, en contextos históricos y sociales específicos”.
(Reygadas, 2002; 20).

Así, podemos entender la cultura como ese proceso de producción, transmisión y


apropiación de significados, dentro de un contexto histórico y social específico, que se
transforma constantemente, en estrecha relación con la conformación de las diversas
identidades individuales y colectivas, que influye, sin determinar los comportamientos y en
la que se construyen concepciones, prácticas, valores, utopías, un proceso social en el
que se articulan procesos de producción y consumo material y simbólico, a partir de la
cual nos vamos conformando, construyendo y significando.

1.3.2.- Los estudios sobre el trabajo y la cultura: la/s cultura/s laboral/es o del
trabajo.
La construcción del concepto de culturas laborales o del trabajo deviene de una larga
discusión respecto al papel que juega la cultura en el mundo laboral. En México podemos
encontrar diferentes etapas de los estudios sobre el trabajo (Ibarra, 2011): alrededor de la
década de 1960 estos se centrarían en la relación entre el Estado y los sindicatos (De la
Garza, 1986). En la década de 1970 se girarían en torno a abordar el surgimiento de la

22
clase obrera y los procesos de lucha sindical independiente frente al “charrismo”13.
Muchos de estos estudios partían del interés respecto a las posibilidades de
transformación social a partir de la clase obrera, y buscaban entender cómo ésta se había
constituido y cómo se relacionaba con el Estado, los sindicatos “charros” y dentro de las
fábricas, para entender porque la clase obrera actuaba de determinada forma dentro de
un contexto histórico y social específico.
A finales de esta década se forja una corriente que buscaría la relación entre la
cultura y los procesos, dinámicas y transformaciones del trabajo, con conceptos analíticos
como la composición técnica, social y política de la clase obrera (Ibíd.). Se comenzó a
plantear la heterogeneidad de la clase obrera a partir de los estudios de Sergio Sánchez,
Victoria Novelo, Luis Sariego, entre otros, se comenzó a observar cómo los procesos
productivos interactuaban con las diferentes relaciones sociales que definen las formas de
pensar y las prácticas sociales de la clase obrera, buscando cómo se conforma la cultura
obrera frente a la cultura dominante (Novelo et al., 1986).
En la década de 1980 comenzó a tomar fuerza el debate respecto al papel de la
cultura en los procesos de producción, organización y lucha, hablando de la cultura ya no
como un aspecto marginal en el mundo obrero, se comenzó a hablar de las culturas
subalternas y los procesos de dominación cultural, dentro del marco de los estudios y la
concepción de “las culturas populares” (Guadarrama, 1995), llegando a acuñarse lo que
Luis Sariego plantea como “culturas del trabajo”.

“Luis Sariego introdujo el concepto de culturas del trabajo para dar cuenta de la relación
entre las modificaciones tecnológicas en la producción, los cambios en las formas de
organización político-sindical y la vida extrafabril de los obreros” (Ibarra, 2011; 34).

Así, nos dice Ibarra:

“El concepto de culturas del trabajo introducido por Sariego incluye los espacios de
convivencia del trabajador en el proceso de trabajo, en la organización sindical y en la
comunidad” (Ibíd.; 35).

Con la década de 1990 y los cambios industriales se abrieron las puertas para
observar factores como el género, grupo étnico, edad, etc. Se comenzó a concebir “la
cultura laboral” (Guadarrama, 2000) como el proceso de conformación identitaria de los
obreros de acuerdo a múltiples factores y a trayectorias biográfico-laborales, tomando en
cuenta las relaciones sociales dentro y fuera del mundo del trabajo. Se fue construyendo
la concepción de una cultura obrera heterogénea, centrando el interés en procesos
culturales obreros, observando los puentes entre la vida laboral y la extra laboral (Quiroz,
1995).

13
Nombre utilizado en México para designar a los sindicatos y líderes sindicales oficiales,
principalmente de las grandes centrales obreras oficialistas: Confederación de Trabajadores de México CTM,
Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos CROC, Confederación Regional Obrera Mexicana
CROM, que han actuado como organismos progubernamentales, y actualmente también como de
protección patronal.

23
En los estudios en la maquila un factor importante ha sido el género, por la
importante presencia de la fuerza de trabajo femenina (Ravelo, 1995), buscando entender
cómo interactúa este factor con las relaciones de clase, familiares, trayectorias laborales y
extra laborales, así como en la participación obrera, las relaciones industriales y la vida
cotidiana en contextos determinados (De la O, 1995).
Así encontramos a Luis Reygadas (2002 y 2002b), quien participa en el debate
sobre la predominancia de lo material o lo simbólico en el mundo del trabajo y en la
conformación de dichas culturas. Buscando entender y atender los puntos donde lo
cultural y lo material se relacionan (Reygadas, 2002).

“Luis Reygadas desde un enfoque semiótico, presta interés a la relación entre la cultura
como lo simbólico y el trabajo como lo material, para dar cuenta de la influencia recíproca
entre los significados y los procesos de producción. Atravesadas por relaciones de poder,
la cultura laboral y la cultura en su dimensión más amplia se influyen mutuamente” (Ibarra,
2011; 36).

Acuñando un concepto de culturas del trabajo que toma en cuenta la intersección


entre lo simbólico y lo productivo (Reygadas, 2002b), en las formas en que el trabajo
influencia la cultura y en cómo la cultura influencia el trabajo. Apuntando que ambos
aspectos se relacionan y son parte de la realidad, planteando la siguiente definición de
cultura del trabajo14.

“La cultura del trabajo es la generación, actualización y transformación de formas


simbólicas en la actividad laboral. Quiero insistir en la necesidad del análisis bidireccional
de los vínculos entre la cultura y el trabajo, con el fin de indagar tanto la influencia que
tiene la acción simbólica sobre el proceso productivo, como el papel del trabajo en la
formación de la cultura de la sociedad. Así mismo, remarcaré la importancia de entender la
creación y apropiación de formas simbólicas en el trabajo como un proceso en el que los
agentes actualizan su cultura dentro de contextos y relaciones de poder específicos”
(Reygadas, 2002; 20).

A partir de este recorrido podemos ubicar cómo el debate antropológico respecto


al mundo del trabajo fue avanzando, hasta el punto de concebir a la cultura en el mundo
laboral como un factor central, y una cultura del trabajo donde entendemos la interacción
e influencia mutua entre trabajo y cultura, mediada por la interacción de la diversidad de
sujetos inmersos en el mundo laboral.

1.4.- Poder-dominación.
El término “poder” constantemente se utiliza para caracterizar las relaciones de
dominación, será necesario caracterizar al poder y la dominación, teniendo claro que el
poder es una forma de establecer relaciones sociales, donde a partir de asimetrías
políticas, económicas, simbólicas, etc., se puede constituir un poder asimétrico.

14
Más adelante profundizaremos sobre el concepto de Cultura del trabajo de Reygadas.

24
Max Weber define la dominación como la capacidad de imponer la voluntad propia
sobre los otros.

“La probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra
toda resistencia (…) Por dominación debe entenderse la probabilidad de encontrar
obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas” (Weber, 1964;
43, citado en Barquín, 2007; 82).

Barquín Cendejas (2007) plantea su definición partiendo del origen de la palabra


“poder” que refiere a “capacidad”.

“La capacidad de o la capacidad para. En este sentido, poder, se podría referir a las
potencialidades de un actor para logar cierto efecto que se propone, sin caracterizar los
medio que utiliza, como tampoco si se logra de forma directa o indirecta” (Barquín, 2007;
81).

Diferencia dos formas de poder: “poder función” y “poder dominación”. El primero


de estos se refiere a “la utilidad que estructura las instituciones sociales” (Ibíd.; 97), que
ante la incapacidad de ejercerse de manera absoluta, se ejerce el “poder dominación” a
partir de tres medios: el intercambio, mediante el cual se establecen asimetrías sociales a
partir del acceso diferencial a los recursos materiales o simbólicos necesarios e
intercambiados, lo que le permite a unos imponer sus reglas y parámetros al intercambio;
el control de los recursos materiales o simbólicos necesarios socialmente, donde quien
mantiene el control de dichos recursos, puede imponer su voluntad sobre quienes buscan
acceder a ellos; y por último, la violencia, donde la asimetría respecto al uso de la
violencia, posibilita imponerse sobre la voluntad de los otros.
Para John Holloway (2010) el poder por un lado es una capacidad social.

“El poder, en primer lugar, es simplemente eso: facultad, capacidad de hacer, la habilidad
de hacer cosas. El hacer implica poder, poder-hacer (…) El poder hacer, debemos volver a
enfatizar, es siempre poder social (…) Nuestro hacer es siempre parte del flujo social de
hacer, aun cuando aparezca como un acto individual” (Holloway, 2010; 51-52).

Por el otro puede ser un poder como dominación, al que llama “poder-sobre”,
cuando un grupo o persona se apropia de la capacidad de hacer social, del “poder-hacer”
de los otros.

“Cuando el flujo social del hacer se fractura ese poder-hacer se transforma en su opuesto,
en poder-sobre (…) El flujo social se fractura cuando el hacer mismo se rompe (…)
cuando algunas personas se apropian de la proyección-más-allá del hacer (de la
concepción) y comandan a otras para que ejecuten lo que ellas han concebido” (Ibíd.; 52).

Con el despojo-apropiación del hacer social, la capacidad colectiva se rompe,


dividiendo a la sociedad.

“El “nosotros” es ahora un “nosotros” antagónico, dividido entre los dominadores (los
sujetos visibles) y los dominados (los sujetos invisibles desubjetivados). El poder hacer

25
ahora se convierte en poder-sobre, en una relación de poder sobre los otros. Estos otros
carecen de poder (o aparentemente no lo tienen), estamos privados de nuestra capacidad
de realizar nuestros propios proyectos (…) Para la mayoría de nosotros, entonces, el
poder se convierte en su opuesto. El poder no significa nuestra capacidad-de-hacer, sino
nuestra incapacidad-de-hacer” (Ibíd.; 52).

Por otro lado encontramos a Amadeo Bertolo (2006) que en la concepción de


poder –nos dice- se engloban dos usos: “poder-hacer” y “poder-hacer-hacer”. Bertolo,
hablando desde el anarquismo, plantea que las relaciones humanas son determinadas
por medio de reglas, códigos de comunicación e interacción construidas socialmente,
expresadas en la organización social, que regula y establece los parámetros de la
sociabilidad. De aquí parte para en un primer momento definir el poder como la función de
producir y aplicar las normas, de regular la sociedad.

“La producción y aplicación de normas y sanciones definen entonces la función de


regulación social, una función para la cual propongo el termino poder (…) Hemos definido
así el poder como una función social “neutra”, e incluso necesaria, no solo para la
existencia de la sociedad, de la cultura y del hombre, sino también para el ejercicio de
aquella libertad vista como elección entre posibilidades determinadas” (Bertolo, 2006; 61).

Cuando el poder como función de regular la sociedad recae o es apropiada por un


sector de la sociedad o un individuo, se rompe la igualdad de libertad, de elección-acción,
se generan monopolios con mayor acceso al poder, a partir de lo que define la siguiente
categoría de “dominación”.

“Sistemas sociales en los cuales la función de regulación no está ejercida por la


colectividad sobre sí misma, sino por una parte de la colectividad (…) sobre otra (…)
sistemas en los que el acceso al poder es monopolio de una parte de la sociedad
(individuos, grupos, clases, castas...). Tenemos aquí otra categoría conceptual que
podemos llamar dominación. La dominación define entonces las relaciones entre
desiguales –desiguales en términos de poder, o sea, de libertad– define las situaciones de
supraordinación/subordinación; define los sistemas de asimetría permanente entre grupos
sociales” (Ibíd.; 62).

Por otro lado encontramos a Harold B. Barclay (2010) quien plantea que dentro del
“saco” en el que se entiende al poder, entran claramente dos polos: “la dominación” y la
“influencia sin intento de dominación”.

“El poder es claramente un saco, que como término incluye muchas facetas (…) es mejor
entendido como una constante en el que en un polo está la dominación y en el otro un
ejercicio de influencia sin intento de dominación” (Barclay, 2010; 76).

Barclay propone un tercer polo: el poder en igualdad o mutualidad.

“Afirmaré que, a parte del poder de dominación o el uso manifiesto de la fuerza y el poder
por manipulación, existe también, en el polo opuesto, el poder en igualdad o mutualidad.
Esto es, uno debería imponer su poder trabajando con otros; uno reafirma totalmente su

26
poder imponiendo su propia libertad. Incluso en una relación entre iguales, donde uno trata
de convencer a otros con argumentos racionales, hay una expresión de poder, pero
necesita no implicar dominación” (Ibíd.; 76).

Ve el poder en dos polos, el primero de ellos es “el poder como dominación”,


donde se conjugan dos formas diferentes: “el poder como fuerza manifiesta”: imponerse
ante los otros por medio de la fuerza física; y “el poder por manipulación” donde se
impone sobre los otros a partir de la riqueza, la ideología, cualidades personales o roles
sociales, mediante los cuales un grupo o individuo logra imponerse sobre otros,
imponiendo su voluntad, sus formas, normas y dinámicas, imponiendo además sus
concepciones y significados.
El otro polo es “el poder en igualdad o mutualidad”, donde la relación de poder no
es exclusivamente entendida como dominación. Este poder se ejerce ahí donde uno o
unos intentan influenciar a otros sin buscar dominarles o explotarles.

“Las relaciones de poder no son exclusivamente aquellas de dominación y manipulación.


Cuando uno entra en debate o en general está tratando de convencer a otra persona de
su punto de vista está, de hecho, utilizando poder –intentando influenciar a otro-, pero no
está necesariamente buscando dominarle o explotarlo. Cuando uno trabaja con otros de
mutuo acuerdo o impone su libertad individual no tiene por qué haber un intento de
dominar” (Ibíd.; 82).

Finalmente retomaremos algunas consideraciones de Michel Foucault (1992)


respecto al poder, para entender que las relaciones de poder/dominación no se
encuentran exclusivamente en las instituciones como el Estado, ni en las relaciones
económicas capitalistas.

“Habría que evitar el esquematismo que consiste en localizar el poder en el aparato de


Estado (…) De hecho, el poder en su ejercicio va mucho más lejos, pasar por canales
mucho más finos, es mucho más ambiguo, porque cada uno en el fondo es titular de cierto
poder y, en esta medida, vehicula el poder. El poder no tiene como única función
reproducir las relaciones de producción. Las redes de la dominación y los circuitos de
explotación se interfieren, se superponen y se refuerzan, pero no coinciden” (Foucault,
1992; 127).

El poder opera en la sociedad misma, en los propios cuerpos de la sociedad.

“Una de las primeras cosas que deben comprenderse es que el poder no está localizado
en el aparato del Estado, y que nada cambiará en la sociedad si no se transforman los
mecanismos de poder que funcionan fuera de los aparatos del Estado, por debajo de ellos,
a su lado, de una manera mucho más minuciosa y cotidiana. Si se consiguen modificar
estas relaciones o hacer intolerables a los efectos del poder que en ellas se propagan, se
dificultará enormemente el funcionamiento de los aparatos de Estado” (Ibíd.; 116).

Un poder que se alimenta a sí mismo, sin que esto implique que no se relacione
con diversos aspectos de la vida, a partir de los cuales se ejerce.

27
“El poder se construye a partir de poderes, de multitud de cuestiones y efectos de
poder…Esto no quiere decir que el poder es independiente, y que se podría descifrar sin
tener en cuenta el proceso económico y las relaciones de producción” (Ibíd.; 168).

Pone énfasis en que el poder se implanta en el cuerpo, con el fin de generar


cuerpos e individuos dóciles, por medio de la disciplina y el control de las actividades.

“El cuerpo humano entra en una mecanismo de poder, que lo explora, lo desarticula, y lo
recompone. Una “anatomía política” que es igualmente una “mecánica del poder”…define
como se puede hacer presa del cuerpo de los demás, no simplemente para que ellos
hagan lo que se desea, sino para que operen como se quiere, con las técnicas, según la
rapidez y la eficacia que se determina. La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y
ejercitados, cuerpo “dóciles”” (Foucault, 2008; 141-142).

Para Foucault, el poder opera y se ejerce en el cuerpo, a partir de la disciplina,


vigilancia y del control de las actividades corporales.

“A cada individuo su lugar, y en cada emplazamiento un individuo. Evitar las distribuciones


por grupos, descomponer las implantaciones colectivas…Es preciso anular los efectos de
las distribuciones indecisas, la desaparición incontrolada de los individuos, su circulación
difusa, su coagulación inutilizable y peligrosa; práctica de antideserción, de
antivagabundeo, de antiaglomeración. Se trata de establecer las presencias y las
ausencias, de saber cómo y dónde encontrar a los individuos, instaurar las
comunicaciones útiles, interrumpir las que no lo son, poder en cada instante vigilar la
conducta de cada cual, apreciarla, sancionarla, medir las cualidades o los méritos.
Procedimiento, pues para conocer, para dominar y para utilizar. La disciplina organiza un
espacio analítico.” (Ibíd.; 146-147).

Apunta que el poder no solo reprime y prohíbe, sino que genera y produce, placer,
saber, discursos y significados que están inmersos en el cuerpo social, en una diversidad
de relaciones.

“Lo que hace que el poder agarre, que se le acepte, es simplemente que no pesa
solamente como una fuerza que dice no, sino que, de hecho va más allá, produce cosas,
induce placer, forma saber, produce discursos; es preciso considerarlo como una red
productiva que atraviesa todo el cuerpo social más que como unas instancia negativa que
tiene como función reprimir. (Foucault, 1992; 193).

Entonces, tenemos que tener claro a partir de esto, que el poder en sí mismo no
es dominación, que ésta se da cuando un individuo o grupo se apodera del poder como
capacidad de hacer de los otros, abrogándose por medio de la fuerza o el control de los
recursos materiales o simbólicos necesarios socialmente, a partir de lo cual despojan al
colectivo de su capacidad de hacer, logrando imponer su voluntad. A demás, entendiendo
que la dominación se ejerce y opera más allá de las instituciones propiamente de
dominación, políticas y económicas, y opera en los cuerpos mismos de la sociedad.
Entonces tenemos un poder como capacidad, individual o colectivo y un poder
dominación que se ejerce sobre los otros a los que se les despoja de dicha capacidad, y

28
es importante tener en cuenta ese poder en mutualidad, que no impone, que no domina,
que se ejerce en colectivo y mutualidad.

1.5.- Escenificación en la relaciones de dominación.


George Balandier (1994) nos da un marco para entender las expresiones de poder como
una escenificación teatral15, que busca producir y reproducir imágenes de sí mismo y de la
sociedad, ya que la dominación requiere producir imágenes, manipular símbolos y
construirse un cuadro ceremonial.

“El objetivo de todo poder es el de no mantenerse ni gracias a la dominación brutal ni


basándose en la sola justificación racional. Para ello, no existe ni se conserva sino por la
transposición, por la producción de imágenes, por la manipulación de símbolos y su
ordenamiento en un cuadro ceremonial” (Balandier, 1994; 18).

El poder/dominación se presenta teatralmente, produce una reserva de imágenes


y símbolos, buscando lograr que los representados/dominados se identifiquen con el
representante/dominador, construye representaciones ceremoniales, expresando la visión
que tiene de sí mismo y de la sociedad. Estas imágenes escenificadas y su lenguaje
remarcan las jerarquías políticas y la diferenciación social, y calcula lo que quiere
comunicar.

“El lenguaje del poder contribuye necesariamente a hacer manifiestas las diferenciaciones
sociales, empezando por aquellas que separan gobernantes de gobernados. A veces,
hasta un punto extremo en el que la palabra política no se transmite directamente, sino por
repetidores, por intermediarios” (Ibíd.; 29).

Nos habla de la importancia de los dispositivos simbólicos y las prácticas políticas


rituales, de esa proyección dramatizada para el ejercicio del poder.

“La naturaleza de la relación política continúa siendo otra y se establece sobre otras
cosas: dispositivos simbólicos, prácticas fuertemente codificadas que se ejecutan según
las reglas del ritual, de lo imaginario y sus proyecciones dramatizadas. Es merced a tales
artificios que puede ejercerse el dominio sobre la sociedad” (Ibíd.; 115).

Además “la demostración de poder acaba siempre recurriendo a la exhibición de


poderío” (Ibíd.; 116), expresando su superioridad, dejando clara su imagen de dominador,
en este aspecto es importante la utilización de los medios masivos en la producción y
difusión de imágenes políticas y puestas en escena.
Señalando la importancia de lo simbólico en el ejercicio del poder/dominación,
apuntando que también es importante para resistir y enfrentar la dominación, pues la
resistencia también se escenifica, sea para ocultarse o para mostrarse.

15
Al decir “representación” o “escenificación” no se debe entender como una acción “falsa”, sino
como una puesta en escena donde los actores políticos ejecutan papeles, presentan imágenes, escenifican
su actuar.

29
Es necesario tener en cuenta estos planteamientos de la escenificación de las
relaciones de dominación, la importancia que tienen la producción de imágenes, símbolos
y escenificaciones para los dominadores y cómo se expresan entre los dominados, dentro
de esta concepción se asoma claramente la importancia de elementos culturales en las
relaciones de dominación, sea para imponerse y mostrarse como se quiere mostrar el
dominador, para generar una imagen de la sociedad desde su propia visión, así como la
importancia de éstas mismas escenificaciones en el actuar político de los dominados.
Con estos apartados, podemos partir entendiendo de qué se habla cuando
enunciamos conceptos como identidad, identidad colectiva, movimientos sociales, cultura,
culturas del trabajo, poder y dominación, así como cuando mencionamos a los sujetos
individuales y colectivos. Estos conceptos se encuentran presentes a los largo del texto, a
veces enunciados de manera expresa, otras, de manera implícita, este recorrido se hizo
justo con esa finalidad de tener un referente respecto a dichos conceptos.

2.- Los cambios culturales y la condición de posmodernidad.


David Harvey (2004)16 señala a partir de Marx, que la concepción de lo “moderno” está
estrechamente relacionada con el sistema capitalista, sus procesos sociales, y a la
experiencia del tiempo y el espacio, donde se expresan los valores ensalzados por el
“posmodernismo-posmodernidad”.

“Marx describe los procesos sociales del capitalismo que dan lugar al individualismo, la
alienación, la fragmentación, lo efímero, la innovación, la destrucción creadora, el
desarrollo especulativo, los desplazamientos impredecibles de los métodos de producción
y consumo (deseos y necesidades), que dan lugar a una transformación de la experiencia
del espacio y el tiempo, así como a una dinámica de cambio social pautada por crisis”
(Harvey, 2002; 132).

Plantea que el “posmodernismo-posmodernidad” no rompe radicalmente con los


supuestos de lo “moderno-modernidad”, ni con las formas del capitalismo.

“Si estas condiciones de la modernización capitalista forman el contexto material a partir


del cual los pensadores modernistas y posmodernistas y los promotores culturales forjan
su sensibilidad estética, sus principios y prácticas, parece razonable llegar a la conclusión
de que el giro hacia el posmodernismo no refleja cambio fundamental alguno en la
condición social” (Ibíd.; 132-133).

Señala que nos encontramos en un momento de reajuste del capitalismo, una


crisis particular que pone en primer plano elementos que ya estaban17: lo fragmentario,
efímero y caótico, los cuales Marx -dice Harvey- los señala como inherentes al capitalismo

16
Harvey discute la concepción de lo “posmoderno” y de la “posmodernidad” como un
pensamiento y una época que supuestamente rompe radicalmente con los establecidos, supuestos, valores,
concepciones y dinámicas de lo “moderno” y la “modernidad”. Apunta que dicha ruptura radical,
necesariamente tendría que pasar por abandonar las concepciones establecidas por la modernidad, la cual
no podemos entender, sin el capitalismo y sus establecidos.
17
Estos elementos y valores son en los que se sustenta la supuesta ruptura con la modernidad.

30
y a la modernidad. Negando así que exista un cambio radical hacia una época
“posmoderna”, sin negar una serie de transformaciones ligadas a la necesidad del
capitalismo de re-articularse para mantener su acumulación de ganancias18.
Transformaciones a las que Harvey caracteriza como una transición en el régimen de
acumulación y su modo y sistema de regulación19
Apunta la importancia de observar las formas culturales que se relacionan con las
prácticas políticas y económicas, el cómo y en qué medida son interiorizados y se
expresan.

“Este lenguaje es útil (…) Concentra nuestra atención en las complejas interacciones,
hábitos, prácticas políticas, y formas culturales que permitirán que un sistema capitalista
altamente dinámico, y consiguientemente inestable, adquiera la apariencia suficiente de
orden como para funcionar de forma coherente por lo menos durante un cierto periodo”
(Ibíd.; 144).

Ante la crisis de la década de 1970, el capitalismo tiene que reconfigurarse,


comenzando la transición hacia el modelo flexible20 y se dan una serie de cambios
industriales, económicos, políticos, y además sociales y culturales.

“Ha traído cambios acelerados en la estructuración del desarrollo desigual, tanto entre
sectores como entre regiones geográficas (…) Ha entrañado además una nueva vuelta de
tuerca de lo que yo llamo “compresión espacio-temporal” en el mundo capitalista: los
horizontes temporales para la toma de decisiones privadas y públicas se han contraído,
mientras que la comunicación satelital y la disminución en los costos de transporte ha
hecho posible una mayor extensión de estas decisiones por espacio cada vez más amplio
y diversificado (Ibíd.; 171-172).

El capitalismo requiere acelerar los ritmos de producción y consumo, y generar


una transformación cultural, fomentando lo efímero.

“Por consiguiente, la acumulación flexible ha venido acompañada, desde el punto de vista


de consumo, de una atención mucho mayor a las aceleradas transformaciones de las
modas y a la movilización de todos los artificios destinados a inducir necesidades con la
transformación cultural que esto implica. La estética relativamente estable del modernismo

18
Éstas son abordadas en el tercer capítulo de este trabajo.
19
El “Régimen de acumulación” es la forma en que se estabiliza el sistema en un periodo a partir de
la asignación del producto neto entre consumo y acumulación, que mantenga una correspondencia entre las
transformaciones que se dan en las condiciones de producción y reproducción de los asalariados. Un
régimen de acumulación requiere de un “Modo de regulación”, que es la materialización del régimen de
acumulación en un cuerpo de normas, hábitos, leyes y redes de regulación que aseguren el proceso, la
consistencia de comportamientos frente al esquema de reproducción, es decir, el modo de regulación social
y política, es el cuerpo de reglas y procesos sociales interiorizados. La coherencia entre el régimen de
acumulación y el modo de regulación política y social, es un “Sistema de acumulación”. (Harvey: 2004; 143-
144).
20
No nos detendremos aquí en las diferencias entre ambos modelos, pues serán abordadas en el
tercer capítulo de este trabajo.

31
fordista ha dado lugar a todo el fermento, la inestablidad y las cualidades transitorias de
una estética posmodernista que celebra la diferencia, lo efímero, el espectáculo, la moda y
la mercantilización de las formas culturales” (Ibíd.; 180).

Se acentúa lo nuevo, lo transitorio, lo efímero, a la par que va fomentando una


dinámica que busca impedir la acción colectiva, impulsando que el individualismo se
fortalezca en los valores culturales y en las prácticas cotidianas.
Harvey señala que la modernidad es una modalidad de la experiencia espacio-
temporal. Con la transición hacia el régimen flexible se está dando una crisis en la
experiencia en estas dimensiones y que es necesario dar cuenta de éstas en la vida
social, en relación a los procesos económicos, políticos y culturales. Estas dimensiones
son categorías básicas de la existencia humana (Ibíd.; 225), donde van inmersas
relaciones, percepciones, significados y prácticas, así, señala la importancia de entender
como los cambios económicos y políticos se plasman en las prácticas y significados
culturales, que no se pueden entender de manera independiente de la acción social, y de
las relaciones de poder implicadas, pues el control sobre el espacio y el tiempo es una
fuente de poder.
Al respecto nos dice que el capitalismo transforma la concepción y forma de vivir el
tiempo, de acuerdo a los ritmos de las fábricas, la forma de concebir el tiempo y las reglas
sociales, buscando reducir los obstáculos para el ritmo de acumulación de capital,
mediante la aceleración de los ritmos de producción y consumo, el crédito y la flexibilidad
laboral (Ibíd.; 255). Se instala a partir del control sobre el tiempo de trabajo de otros, para
apropiarse de sus ganancias, del control sobre los ritmos de trabajo, imponiendo hábitos
productivos y de consumo, no solo en la práctica, sino en significados y concepciones
culturales.
En cuanto al espacio, el capitalismo ha pujado por reducir las barreras espaciales
y controlar el espacio, tanto en el proceso productivo, como en los procesos de
configuración territorial política. Controla el espacio y el tiempo, implementa y difunde
prácticas y concepciones respecto a estas dimensiones en la vida social, en las
representaciones del mundo y de los sujetos, y empuja una compresión espacio-temporal.

“Utilizo esta noción para referirme a los procesos que generan una revolución de tal
magnitud en las cualidades objetivas del espacio y el tiempo que nos obligan a modificar,
a veces de manera radical nuestra representación del mundo. Empleo la palabra
“compresión” porque, sin duda, la historia del capitalismo se ha caracterizado por una
aceleración en el ritmo de vida, con tal superación de barreras espaciales que el mundo a
veces parece que se desploma sobre nosotros” (Ibíd.; 267).

Esta compresión espacio-temporal ha generado crisis en las representaciones y


nociones sobre el espacio y el tiempo que se expresan en la vida cotidiana, política y
económica, y es una fuerza cultural que impulsa transformaciones de acuerdo a su
proceso.
En las últimas décadas hemos vivido una fuerte fase de compresión espacio-
temporal basada en el rápido despliegue de nuevas formas de organización tecnológicas-
productivas para acelerar los ritmos de acumulación de capital, que se expresan en la

32
intensificación de los procesos laborales, la dislocación industrial, la discapacitación-
recapacitación laboral, en las pautas de consumo y el reajuste de las barreras
comerciales.
También se tienen que acelerar a los ritmos de consumo, para lo cual requiere
incentivar nuevas formas de consumir, que requieren de transformaciones en la forma de
pensar, sentir, vivir, identificarse, donde entran en juego los valores culturales que
acentúan la volatilidad y la creación de deseos y necesidades que constantemente se
actualicen.

“La movilización de la moda en los mercados masivos (…) constituyó un medio de acelerar
el ritmo del consumo no solo en el vestido, el ornamento, la decoración, sino en todo el
vasto espectro de estilos de vida y actividades de recreación (…) Una segunda tendencia
fue el desplazamiento del consumo de mercancías hacia el consumo de servicios (…)
tiene sentido que los capitalistas se vuelvan hacia el suministro de servicios de consumo
muy efímeros” (Ibíd.; 315).

Así, señala algunas consecuencias a partir de la sensación de “todo se disuelve en


el aire”, la acentuación de valores que otorgan virtudes a lo instantáneo, lo desechable,
que va más allá del consumo de mercancías.

“Se traduce en algo más que tirar a la basura bienes producidos (…) significa también ser
capaz de desechar valores, estilos de vida, relaciones estables, apego por las cosas,
edificios, gente y formas de hacer y de ser tradicionales” (Ibíd.; 316).

Esto se logró a partir de aprender a planificar la volatilidad, manipulando el gusto,


la opinión a partir de la moda, las imágenes utilizadas por el mercado, y del manejo y
producción de signos, símbolos, imágenes en relación a las mercancías y servicios,
influyendo en el deseo, induciendo nuevas necesidades, haciendo de lo efímero parte de
la forma de vivir.
Por otro lado, los reajustes espaciales referentes a sistemas de comunicaciones y
transportes, que reducen costos de traslado, acortan los tiempos de la toma de decisiones
de uno al otro polo del mundo en tiempo real, además de la influencia de dichos medios
en las formas de vivir. La disminución de las barreras espaciales permite al capital
extender su explotación hacia diversos recursos, fuerza de trabajo, infraestructura, a partir
de lo cual la competencia capitalista reconfigura constantemente lo local y se relaciona
con cambios políticos, sociales, económicos y culturales.
Harvey plantea que las prácticas estéticas y culturales son susceptibles a las
transformaciones de la experiencia espacio-tiempo, que están sometidas a presiones de
la circulación y acumulación del capital, enfrentándonos pues, a una transformación
espacio-temporal que se acompañan de transformaciones industriales, laborales,
políticas, sociales y culturales, que nombra “la condición de posmodernidad”, donde lo
transitorio, lo inestable y lo efímero se hacen parte de las formas de producción y
consumo, de los deseos y procesos identitarios, y en la producción y comercialización de
signos, símbolos e imágenes.

33
3.- La cultura y el trabajo.
Reygadas plantea que en el proceso de trabajo21 están inmersas ideas, percepciones,
sentimientos y valores, es importante observar cómo se relacionan, pues los procesos
simbólicos no existen aislados de la realidad física, mientras que los procesos productivos
no existen sin un trasfondo de actividad simbólica.

“La noción de culturas del trabajo busca captar esta intersección entre lo simbólico y lo
productivo. Se ubica en el espacio de las relaciones entre las dimensiones materiales y
mentales de la actividad laboral” (Reygadas, 2002b; 103).

Ambas dimensiones están presentes en el trabajo, pero no son idénticas y son


constitutivas de la realidad. Dentro de lo simbólico, Reygadas siguiendo a Roberto Varela
(2005), incluye signos y símbolos referentes al conocimiento, la información, valoración,
emociones, sentimientos, ilusiones y utopías. Propone un análisis multidireccional:
indagar la influencia de la acción simbólica sobre el proceso productivo y la influencia del
trabajo en la formación de la cultura.

“El concepto de cultura del trabajo alude a la intersección de dos aspectos de la vida
social: la dimensión simbólica y la dimensión productiva. En esta intersección se deben
analizar, al menos, dos procesos, que se refieren a la influencia que cada una de las
dimensiones ejerce sobre la otra” (Reygadas, 2002b; 106).

Es necesario identificar en un primer sentido lo que él llama “la eficacia simbólica


del trabajo”: el impacto que tienen las transformaciones productivas en el tejido social, las
costumbres y narraciones. La influencia del trabajo en la construcción de significados, en
los sujetos individuales y colectivos.

“Lo importante es reconocer esta indudable eficacia simbólica de los procesos materiales
sin reproducir la unilateralidad y el determinismo que acompañan a la mayoría de las
metáforas del impacto (…) Se trata ahora de abrir el abanico de posibilidades de análisis,
a modo de incluir distintos tipos de sujetos individuales o colectivos” (Ibíd.; 107-108).

Los sujetos productivos exportan representaciones, normas, valoraciones y


utopías desde el trabajo hacia las otras esferas de su vida, experimentan una creación
simbólica desde la esfera productiva hacia otras instancias. Un proceso de creación de
significados desde el trabajo, pues el sujeto entabla relaciones22, y en esta interacción se
actualizan, interpretan y producen significados y símbolos que refieren no solo a lo
productivo.
Al trabajar se piensa, se generan concepciones, actitudes, valores, prácticas de
solidaridad, se concibe a uno mismo como trabajador, al otro, al patrón, sobre el
consumo, la competitividad, calidad, etc., se producen costumbres, signos de identidad,
valores simbólicos, tradiciones, se configuran sistemas de significados que se emplean en
21
Plantea entender “trabajo” como la transformación física de materias primas a partir de un
esfuerzo, transformándolas en un producto (Reygadas, 2002b: 103).
22
El sujeto entabla relación consigo mismo, con otros sujetos y con objetos.

34
la actividad laboral y fuera de ella, y es aquí donde se habla de la eficacia simbólica del
trabajo.
En un segundo sentido tenemos “la eficacia laboral de la cultura”: la importación e
influencia de las maneras de percibir, sentir y valorar, del conjunto de concepciones y
significados hacia la actividad laboral, es decir cómo lo simbólico influye el proceso
material. Es necesario observar como repercuten las costumbres, valores y
representaciones sobre el proceso productivo.

“Los agentes no sólo exportan estructuraciones de significado desde sus centros de


trabajo hacia otros espacios vitales, también se produce el fenómeno inverso: la
importación de maneras de percibir, sentir y valorar desde el conjunto de la experiencia
social hacia la actividad productiva (…) Las repercusiones de las costumbres, valores y
representaciones sobre el proceso productivo son menos visibles que las de la economía
o la tecnología sobre la cultura; más que un impacto demoledor o revolucionario, se trata
de una serie de acciones paulatinas y cotidianas que, también tienen consecuencias de
largo alcance. Por eso han sido descritos como acciones moleculares que, poco a poco,
hacen sentir su efecto sobre la realidad material” (Ibíd.; 110).

Ésta se expresa en los significados sobre el valor y concepción del trabajo, de los
productos, del lugar de trabajo, insertos en la cultura. Los sujetos llegan al trabajo con una
carga simbólica que afecta directamente la dinámica en la actividad y relaciones
laborales, estos valores simbólicos no son exclusivamente referentes a la actividad
laboral, sino que incluyen otros valores y concepciones culturales más amplios: valores,
representaciones, visiones, actitudes, así como concepciones respecto a la reciprocidad,
la moral, la justicia, la diversión, el poder, nacionalidad, género, jerarquías, etc. (ibíd.).
La cultura del trabajo es resultado de la intersección de “la eficacia simbólica del
trabajo” y “la eficacia laboral de la cultura”, y la forma en que se relacionan, sus tensiones,
desfases, correspondencias, son diferentes configuraciones de significados que no sólo
están condicionados por cuestiones técnicas, económicas o políticas, sino por una serie
de interacciones que se dan en el trabajo.
En los centros de trabajo los sujetos interactúan unos con otros23 y con otros24, con
ellos mismos, con máquinas, instalaciones, herramientas y objetos de trabajo, y se da una
interacción de símbolos, se importan, exportan, producen y apropian concepciones
simbólicas a través de la interacción. Esta será justamente la tercera vertiente del
concepto de culturas del trabajo de Ryegadas: la influencia de la cultura en el trabajo y del
trabajo en la cultura está mediada por las interacciones de los sujetos involucrados en el
proceso productivo.

“Al trabajar, los sujetos producen, reproducen y se apropian significados: el trabajo es


también acción simbólica. Las tradiciones culturales de los agentes productivos se

23
Otros trabajadores, sus “iguales”, pertenecientes a su misma actividad, estatus, a los otros como
uno: Obreros con obreros, empleados con empleados, etc.
24
Otros trabajadores, no iguales, pertenecientes a otra actividad o estatus, sus otros “diferentes”:
Obreros con empleados o con patrones, etc.

35
entrelazan y confrontan con las concepciones del mundo y con los sistemas de valores de
otros agentes productivos (…) el proceso laboral es el ámbito donde éstas se enfrentan y
se integran para repercutir en el curso mismo de la actividad productiva y, también para
modificar estas tradiciones culturales. La importación de significados hacia el trabajo y la
exportación de los mismos desde el proceso laboral pasa, necesariamente, por las
interacciones de los sujetos” (Ibíd.; 116).

Es importante entender que los sujetos están inmersos en una estructura de poder
y dominación y es necesario entender las interacciones, negociaciones y luchas entre los
agentes productivos, así como su forma de interactuar.

“Esta tercera vertiente del concepto de cultura del trabajo apunta hacia la creación de otro
campo de análisis: el de la interacción en el proceso de trabajo que, a su vez se inserta
dentro del conjunto de la estructura global de las relaciones de poder entre los actores en
la producción. Así, la relación entre lo material y lo expresivo en el trabajo se encuentra
mediada por la dimensión del poder (…) La eficacia simbólica del trabajo y la eficacia
laboral de la cultura dependen de las relaciones de poder que se establecen entre los
actores productivos” (Ibíd.; 117).

Para entender la cultura del trabajo es necesario atender estas tres dimensiones:
la eficacia simbólica del trabajo; la eficacia cultural del trabajo; y las interacciones entre
los sujetos y sus relaciones de poder/dominación, sus luchas, negociaciones y sus formas
de representarlas.
Respecto a la maquila, nos dice Reygadas (2002), se dan una serie de relaciones
entre sujetos diversos, por su puesto de trabajo, cultura, género, nacionalidad, etc.,
conviven diferentes culturas del trabajo, en esta convivencia se generan conflictos,
pugnas, diferencias y los sujetos se transforman en esta interacción. Conviven diferentes
sujetos que viven y conciben de manera diferente al trabajo, las relaciones laborales, sus
significaciones y la vida en general.
En estas interacciones se construyen, comparten y apropian significados, valores,
concepciones y se actualiza la cultura de los sujetos y su cultura laboral, inmersos en
contextos de relaciones de poder/dominación, haciendo que la cultura del trabajo sea
heterogénea, incluso dentro de una misma planta laboral.
Es necesario entender que las empresas no están aisladas de la realidad social,
en ellas se da un enfrentamiento que se caracteriza por la solidaridad y la equidad del
lado de la sociedad civil25 y la competencia del lado del mercado. Estas dinámicas
atraviesan los muros fabriles.

“Las empresas industriales nunca han estado aisladas del mercado ni de la sociedad en
que se insertan (…) En primer lugar, tienen que orientarse hacia un mercado global,
caracterizado por la intensa competencia y la apertura de las economías. Eso las obliga a

25
Reygadas señala que por sociedad civil entiende no solo un conjunto de agrupaciones, sino una
diversidad de redes, locales, nacionales o internacionales que buscan fomentar una dinámica de
cooperación, solidaridad, equidad y dignidad. Un “conjunto de fuerzas que pugnan por construir vínculos de
solidaridad” (Reygadas: 2002; 23)

36
hacer énfasis en la calidad y el servicio al cliente, tienen que diversificar su oferta, y
responder a constantes cambios en la demanda; el mercado mundial no solo exige reducir
costos de producción sino también conocer, anticipar y modelar las expectativas de
compradores distribuidos en diferentes países. Por eso muchas empresas tratan de
formar culturas del trabajo que introduzcan en su dinámica interna la flexibilidad, la lógica
mercantil, la competencia, la excelencia y la orientación hacia el cliente, que ahora es un
cliente que se encuentra disperso por todo el orbe. Los muros de las fábricas se tienen
que hacer más y más permeables a la diversidad de voces del mercado mundial (…) Esto
abre la posibilidad de que los muros de la fábrica también se vuelvan más permeables a
las demandas de la sociedad civil” (Reygadas, 2002; 23).

Nos señala la importancia de poner atención a aspectos como; el país, la región, el


ramo de producción, el modelo organizativo, la historia local, la cultura local, la cultura del
trabajo local, las relaciones entre los sujetos productivos, las diferencias entre los
trabajadores, su capacitación, experiencia, su capacidad de negociar, sus necesidad
económicas, pues todos estos aspectos son parte de lo que conforma y transforma una
cultura del trabajo (Ibíd.).
Apunta que la dinámica de competencia se inserta en la lógica laboral de las
trabajadoras, obligándolas ante la necesidad económica a competir entre ellas, para
lograr cobrar mayores salarios. Reygadas, señala sobre la lógica del pago a destajo:

“Las obreras, presionadas por la necesidad económica más que por un sistema científico
de división del trabajo, cosen a gran velocidad para alcanzar salarios que les permitan
sobrevivir (…) Muchas veces los trabajadores se ven a sí mismos como productores
independientes y no como asalariados, es decir, tienen una lógica de destajistas” (Ibíd.;
58).

Otra dinámica inmersa en la maquiladora es lo que Reygadas señala como la


cultura de violencia, referente a las dinámicas de autoritarismo y violencia. Esta cultura
patronal de la violencia se expresa en el control sobre los tiempos de producción, los
cuerpos de las trabajadoras y los espacios laborales. Esta dinámica influye en el cómo las
trabajadoras conciben al trabajo y los significados que le asignan (Ibíd.; 69).
Señala también la importancia de las actividades recreativas para las trabajadoras,
que son concebidas como una forma de romper con la disciplina y la monotonía laboral de
la maquila.

“Los trabajadores (…) no aceptan de manera pasiva un trabajo monótono y una disciplina
que les parecen absurdos. Además de las protestas (…) existen esfuerzos más cotidianos
para darle sentido a una vida que de otro modo sería vacía y aburrida. Quiero mencionar
tres de estas actividades: acudir al salón de baile, desarrollar tareas recreativas, y
resistirse al ritmo de la línea de ensamble” (Ibíd.; 99).

Estos espacios de recreación son.

“Espacios donde se pueden hacer bromas, donde puede hablarse de los problemas del
trabajo, pero también donde se pueden olvidar (…) constituyen refugios para hacer vivible
una vida de trabajo duro y ruidoso” (Ibíd.; 100).

37
Actividades que combaten ese hastío constante y cotidiano, donde se incluyen
actividades artesanales, donde a partir de “tiempos muertos” los trabajadores pueden
acceder a recursos extras, mientras que emplean su creatividad subutilizada,
estableciendo una relación con su trabajo, donde son dueños de él, no sólo
económicamente, sino simbólicamente, ellos lo realizan, lo diseñan, lo producen, lo
venden, es decir, el trabajador tiene una relación directa con su trabajo, no alienada por el
capital.

“Al fabricar ese tipo de objetos, además de que se puede obtener algo de dinero, se
emplea la creatividad subutilizada por el trabajo fragmentario y estandarizado. Para los
operadores es muy importante saber cuál es el destino de su trabajo, sentir que
produjeron algo, ser obreros, en el sentido de hacer obras. Esta posibilidad muchas veces
es negada por los sistemas modernos de fabricación” (Ibíd.; 101).

Con estas actividades, Reygadas nos habla de la importancia de la relación del


trabajador con el proceso y producto del trabajo, importancia simbólica, cuya
fragmentación genera una frustración en el trabajador.

“La gente intenta (…) retener las obras de su trabajo, darles un sello propio (…) una
apropiación simbólica de los productos de su trabajo (…) Hay una brecha entre lo que los
obreros saben hacer y lo poco que les dejan hacer en las líneas de ensamble, entre su
enorme creatividad y el trabajo descalificado que realizan, entre su capacidad de
aprendizaje y la mínima parte que les es requerida (…) es un recurso mediante el cual los
trabajadores se valoran a sí mismos, y llenan de significado jornadas laborales que, de
otro modo, serían grises y planas” (Ibíd.; 101-102).

A partir de esto entendemos que el capitalismo y la dinámica productiva frustra la


valoración que el obrero tiene de sí mismo y de su trabajo, mientras que el capitalismo
también puede utilizar esa capacidad creativa, cuando las máquinas se descomponen y
son arregladas por los trabajadores, esa “fuerza de invención autónoma” que es utilizada
por la empresa para ahorrarse gastos de reparación.
También es necesario señalar esos desafíos simbólicos y materiales que los
trabajadores llevan a cabo de manera velada, que se expresan mediante el llamado
“tortuguismo”26, robos “hormiga”, descomposturas de maquinaria, el ausentismo o la
migración hacia otras plantas.
Es necesario entender y observar las diferencias entre los sujetos productivos,
pues a partir de éstas, podemos entender las diferentes dinámicas y concepciones de uno
y otros, a partir de ubicarlos en sus contextos. En este sentido, la presencia de la
población indígena inmersa en el trabajo maquilador diversifica aún más el panorama.
Respecto a la población indígena Reygadas nos plantea una “tercer conquista”,
donde está constantemente en riesgo de perder su identidad y tradiciones, abandonar su

26
El tortuguismo es la práctica de aletargar el trabajo con el fin de mermar el cansancio y la
producción, pudiendo ser una expresión y forma de boicotear la producción

38
vestimenta debido al desprecio social, pueden subsistir elementos culturales,
concepciones, valores, pueden debilitarse los lazos comunitarios y familiares, en suma,
darse diversas respuestas y formas de interactuar de la población indígena dentro de las
maquilas (Ibíd.), de igual manera importa la procedencia y cultura laboral de los
empleados, gerentes, patrones, y cómo interactúan entre los diferentes sectores y
culturas del trabajo, los tratos y las respuestas ante la relación de dominación: los
procesos y expresiones de resistencia.

4.- Es cuestión de resistencia.


Cuando se entablan relaciones de poder/dominación se generan respuestas que buscan
enfrentar o negar la relación de dominación. Este aspecto es vital para entender las
relaciones de poder/dominación.
Para entender estos procesos y expresiones de resistencia retomaremos a James
C. Scott (2000), quien plantea que “hablarle de frente al poder” no siempre es posible, el
poder/dominación impone reglas de comportamiento público, al que concibe como el
“discurso público”27.

“Me refiero al comportamiento público que se le exige a aquellos que están sujetos a
formas refinadas y sistemáticas de subordinación social (…) el subordinado, ya sea por
prudencia, por miedo, o por el deseo de buscar favores, le dará a su comportamiento
público una forma adecuada a las expectativas del poderoso. Usaré el término discurso
público como una descripción abreviada de las relaciones explicitas entre los
subordinados y los detentadores del poder” (Scott, 2000; 24).

La escena representada en el discurso público se construye a partir de


expresiones de superioridad del dominador, de acuerdo a la visión y concepción que tiene
de sí mismo, de la sociedad y de la relación de dominación, por lo que dependen de
representaciones “teatrales”28, en escenarios donde el dominador impone el guion.
Observar este discurso público no nos permite dar cuenta de la relación de
dominación, en el encuentro se asumen escenificaciones que nos llevarían a pensar la
existencia de una hegemonía. Ambos polos de la relación de dominación ejecutan un
discurso público frente al otro, actuando en medida de las “exigencias teatrales”
impuestas en la dominación.

“Las exigencias teatrales que generalmente se imponen en las situaciones de dominación


producen un discurso público que corresponde mucho a la apariencia que el grupo
dominante quiere dar. El dominador nunca controla totalmente la escena, pero
normalmente logra imponer sus deseos. A corto plazo, al subordinado le conviene actuar

27
James C. Scott cuando habla de “discursos” (público y oculto), refiere a prácticas discursivas,
expresiones lingüísticas, gestuales, culturales y una serie de acciones como pueden ser los pequeños robos,
pereza en el trabajo, engaños, gestos, circulación de leyendas, relatos y de imágenes (pintas, caricaturas),
referentes a o frente al otro en la relación de dominación.
28
Como en el apartado de “Escenificación de las relaciones de dominación”, cuando hablamos de
“escenificación” o “representación teatral” no nos referimos a algo falso en sí mismo, sino a una puesta en
escena.

39
de una manera más o menos verosímil, usando los parlamentos y haciendo gestos que, él
sabe, se espera que haga (…) el discurso público es sistemáticamente desviado hacia el
libreto, el discurso, representado por los dominadores (…) el discurso público va casi
siempre (…) a ofrecer pruebas convincentes de la hegemonía de los valores dominantes,
de la hegemonía del discurso dominante” (Ibíd.; 27).

Para poder tener una vista completa es necesario observar tanto el discurso
público como el oculto29, pues en el primero se expresa cómo el poder/dominación se
hace presente, cómo se concibe a sí mismo y a la sociedad, mientras en el otro se
muestran las aspiraciones, utopías, la necesidad de negar-enfrentar la dominación y los
ataques contra la dignidad. El discurso público adopta formas establecidas por los
dominantes, es una escena donde quien ejerce la dominación tiene el control, mientras
que el discurso oculto se construye en espacios lejos de la mirada del otro.
Teniendo así, que la hegemonía siempre pretendida por el dominador, puede ser
una apariencia, no completa, por lo tanto no hegemónica.

“Los poderosos consideran de vital importancia mantener las apariencias adecuadas a su


forma de dominación. Generalmente los dominados tiene a su vez buenas razones para
contribuir a preservar esas apariencias o, por lo menos, para no contradecirlas
abiertamente” (Ibíd.; 97).

Scott no niega la pretensión de los dominadores de instaurar su pensamiento


como hegemónico, ni la función de los aparatos que utiliza el poder/dominación para ello,
sin embargo señala que para poder verificar si dicha hegemonía se cumple, es necesario
ver no solamente el discurso público, pues en este se puede encontrar una aparente
hegemonía, por lo que es importante asomarnos “tras bambalinas”, para poder entender
qué tanto ese pensamiento hegemónico existe, qué tanto es una puesta en escena, qué
tanto los dominados niegan o rechazan la dominación.
Scott plantea necesario ir más allá del discurso público, pues éste nos puede dar
un panorama escenificado, parcial y superficial de la relación de dominación y para saber
cómo se vive, acepta, rechaza o niega, es necesario asomarnos “fuera de escena”,
asomarnos a los espacios donde el dominado no está de frente al dominador, hacia el
“discurso oculto”.

“Usaré el término discurso oculto para definir la conducta “fuera de escena”, más allá de la
observación directa de los detentadores del poder. El discurso oculto es, pues, secundaria,
en el sentido de que está constituido por las manifestaciones lingüísticas, gestuales, y
prácticas que confirman, contradicen o tergiversan lo que aparece en el discurso público
(…) los discursos ocultos se producen en función a un público diferente y en
circunstancias de poder muy diferentes a las del discurso público” (Ibíd.; 28).

29
Scott hace énfasis en no concebir el discurso público como falso y el oculto como verdadero,
planteando que es más complejo: el público son puestas en escena que reafirman la relación de dominación,
mientras que el oculto es donde se puede entender como los subordinados conciben y viven esa relación de
dominación.

40
El discurso oculto tiene tres características.

“El discurso oculto es especifico de un espacio social determinado, y de un conjunto


particular de actores, (…) no contiene solo actos de lenguaje sino también una extensa
gama de prácticas (…) estás prácticas contradicen el discurso público de los respectivos
grupos y, en la medida de lo posible, se las mantiene fuera de la vista y en secreto. Por
último (…) la frontera entre el discurso público y el secreto es una zona de incesante
conflicto entre los poderosos y los dominados, y en ninguna manera es un muro sólido (…)
La incesante lucha por la definición de esa frontera es quizá el ámbito indispensable de los
conflictos ordinarios, de las formas cotidianas de la lucha de clases” (Ibíd.; 38-39).

El discurso oculto de lo dominados se construye en medida en que estos


comparten la condición de dominación.

“Un individuo que es ofendido puede elaborar una fantasía personal de venganza y
enfrentamiento, pero cuando el insulto no es sino una variante de las ofensas que sufre
sistemáticamente toda una raza, una clase o una capa social, entonces la fantasía se
puede convertir en un producto cultural colectivo” (Ibíd.; 32).

“La práctica de la dominación y de la explotación produce normalmente los insultos y las


ofensas a la dignidad humana que a su vez alimentan un discurso oculto de indignación
(…) El discurso oculto colectivo se vuelve relevante gracias a su posición de clase, común
a todos ellos, y a sus lazos sociales. (Ibíd.; 32).

En el discurso oculto encontramos la negación y el rechazo de la relación de


dominación en términos simbólicos y materiales, por lo que es importante atender y
entender cómo viven, piensan y simbolizan los dominados la dominación.

“Los insultos públicos a la dignidad personal y a la condición misma de ser humano


constituyen (…) la experiencia central en la vida laboral de la clase obrera (…) Porque,
aunque la apropiación material se lleve a cabo (…) de una manera bastante impersonal
(…) la dominación está generalmente más individualizada: uno rinde homenaje como
persona, uno es castigado como persona, uno es despreciado como persona. Ésa es la
dominación sin la cual no existe apropiación ninguna y la que específicamente deja su
huella en la dignidad personal, sino en el cuerpo físico de la persona” Ibíd.; 142).

Atender cómo la dominación es vivida cotidianamente y cómo se simboliza entre


los dominados, pues no basta conocer la condición económica, sino lo que implican para
la gente esas humillaciones cotidianas inmersas en la dominación política y económica.
Aquellos con los que se comparte la condición de dominación son los que conforman el
público para el discurso oculto, con quienes se comparten los espacios en que este se
construye y expresa.

“Al sufrir las mismas humillaciones o, peor aún, al estar sujetos a los mismos términos de
subordinación, todos tienen un interés común en crear un discurso de la dignidad, de la
negación y de la justicia. Tienen, además, un interés común en reservar un espacio social,
alejado de la dominación para elaborar allí, en relativa seguridad, un discurso oculto. Las
formas más elementales de negación se dan en los espacios sociales del discurso oculto

41
representan precisamente la articulación, sin peligro alguno de la afirmación, la agresión y
la hostilidad que no se pueden expresar en escena (…) el discurso oculto no deja nunca
de ser el equivalente a un acto de afirmación directa frente al poder (…) La negación
contenida en el discurso oculto recupera con frecuencia el discurso o la conducta que
parecían inevitables en los encuentros marcados por las relaciones de poder (…) El
discurso oculto colectivo de un grupo subordinado tiene muchas formas de negación que,
si se trasladan al contexto de dominación, constituirán actos de rebelión” (Ibíd.; 144-145).

En el discurso oculto podemos ver expresiones de rebelión velada, simbólica,


donde se niega o rechaza la dominación, que Scott señala como una “contraideología”
que normativiza las prácticas de resistencia, donde la solidaridad es importante entre los
sujetos que comparten la dominación y en los espacios donde se expresa y construye
este discurso oculto. Requiere de complicidad entre los dominados, ante las prácticas
discretas de resistencia simbólica o material, de espacios sociales autónomos del poder,
donde se posibilitan la construcción de estas negaciones y la formulación de patrones de
resistencia, donde se expresa de forma definida la cólera, en un proceso de comunicación
entre los dominados que posibilita la creación de una “subcultura de la resistencia”.

“La cólera, la humillación y las fantasías son, siempre, experiencias que se realizan dentro
de un marco cultural creado en parte por la comunicación marginal entre los subordinados.
En este sentido, probablemente no exista nada como una cólera, humillación o fantasía
completamente cruda. Incluso cuando no se comunican con nadie, todas ellas están
determinadas de antemano por la historia cultural de las experiencias individuales. La idea
fundamental es que una subcultura de la resistencia o una contracostumbre es
forzosamente un producto de la solidaridad entre subordinados” (Ibíd.; 148).

Los dominados cuidan estos espacios, buscando que no se rompa la solidaridad.


La vigilancia sobre estos espacios íntimos es importante, pues en ellos se va
construyendo el discurso oculto colectivo, que vale decir, es creado a partir de la relación
de dominación y se va construyendo de acuerdo al propio contexto, tomando diferentes
formas tales como lenguaje, gestos, actos que son excluidos del discurso público,
creando una subcultura que se opone a la dominación.

“El discurso oculto, por definición, representa un lenguaje –gestos, habla, actos- que
normalmente el ejercicio del poder excluye del discurso público de los subordinados. La
práctica de la dominación, entonces, crea el discurso oculto. Si la dominación es
particularmente severa, lo más probable es que produzca un discurso oculto de una
riqueza equivalente. El discurso oculto de los grupos subordinados, a su vez, reacciona
frente al discurso público creando una subcultura y oponiendo su propia versión de la
dominación social a la de la élite dominante” (Ibíd.; 53).

Así es posible entender la afirmación de Scott respecto a la “puesta en escena” del


discurso público: los dominados ejecutan una actuación convincente en la que tienen que
suprimir o controlar sus sentimientos, escenificando una imagen donde se asume la
conducta y lenguaje que el poder/dominación impone, siendo un instrumento de
resistencia y evasión, al “confirmar” la ideología dominante, mientras que en su discurso

42
oculto elaboran representaciones a partir de la fantasía y en prácticas donde expresan su
rechazo a la dominación.

“El subordinado prudente tratará normalmente de conformar su lenguaje a lo que sabe que
se espera de él, incluso si con ello oculta opiniones que, fuera de escena, serían muy
diferentes (…) se trata de controlar lo que sería el impulso natural a encolerizarse, insultar,
indignarse, y de contener la violencia inspirada por aquellos sentimientos (…) Para la
mayoría de los oprimidos de la historia (…) el truco para sobrevivir, que de ninguna
manera puede decirse que haya sido siempre infalible, ha consistido en tragarse su propia
bilis, reprimir la rabia y conquistar el impulso a la violencia física. Es esta sistemática
frustración de la acción recíproca la que, según yo, nos ayuda a entender gran parte del
contenido del discurso oculto. En su nivel más elemental, el discurso oculto constituye una
forma de representar en la fantasía –y ocasionalmente en prácticas secretas- la cólera y la
agresión recíproca que la presencia de la dominación reprime (…) Es como si la “voz” (…)
que se les niega en el discurso público encontrara su plena expresión fuera de escena. La
frustración, la tensión y el control necesarios en público dan lugar a represalias
desenfrenadas en un espacio más seguro, donde finalmente se arreglan las cuentas en
reciprocidad, en un sentido simbólico al menos” (Ibíd.; 62-64).

Las fantasías, maldiciones, visiones de “justicia divina”, deseos de venganza,


formas culturales donde se invierte la relación de dominación, son expresiones del
discurso oculto de los dominados, a modo de un “ajuste de cuentas” al menos simbólico
contra el dominador, que contradicen la actuación del discurso público.
Los espacios sociales en los que se construye y refuerza el discurso oculto son
aquellos donde “ya no es necesario callarse”, aquellos que se comparten entre
subordinados, lejos de la mirada del dominador, pueden ser físicos, culturales o
lingüísticos. Estos espacios son vitales para la construcción del discurso oculto, por lo que
los dominadores constantemente buscan eliminarlos o controlarlos, para controlar o
eliminar la comunicación entre subordinados que hace posible el discurso oculto y los
procesos y expresiones de resistencia, mientras que los dominados están constantemente
defendiéndolos, compartiendo y construyendo lenguajes, valores y concepciones
opuestos a los de los dominantes, vigilándose, para localizar, asilar y anular a quienes
pretendan romper el espacio de solidaridad que se basa en el “compañerismo”.
El discurso político de los dominados tienes sus variedades: el emitido en el
discurso público, donde adopta el retrato del poder; el emitido en el discurso oculto, que
se da fuera de escena, lejos de la mirada del poder, donde surge una cultura política
disidente entre los dominados; y el intermedio, la política del disfraz, que se da entre el
retrato del poder y el anonimato, a partir de dobles significados, en rumores, chismes,
cuentos, chistes, canciones, rituales, eufemismos; y el de ruptura, cuando el discurso
oculto irrumpe en escena (Ibíd.; 42-43).
Scott acuña el concepto de “la infrapolítica de los grupos subordinados”, este
concepto es útil para poder empíricamente observar qué tanto esa “incorporación
hegemónica” es tal.

“Con ese término, quiero designar a una gran variedad de formas de resistencia muy
discretas que recurren a formas indirectas de expresión. Comprender la sustancia de esta

43
infrapolíticia, sus disfraces, su desarrollo y relaciones con el discurso público será de gran
ayuda en el esclarecimiento de algunos enojosos problemas de análisis político, en
especial la cuestión de la incorporación hegemónica” (Ibíd.; 44).

La “infrapolítica de los subordinados” nos permite ver las relaciones de dominación


y los actos políticos desde un lente más amplio, que si sólo viéramos las manifestaciones
impuestas de anuencia o expresiones abiertas de rebelión. Los dominados hacen uso de
diversas formas de “disfraz político” mediante el cual pueden introducir la resistencia en el
discurso público, elaborado sutilmente para evitar la confrontación directa.
En las formas elementales de “disfraz político” encontramos el anonimato, donde
se expresa el discurso oculto escondiendo al autor; el chisme que se ejecuta como una
agresión disfrazada, ejerciendo una sanción social, sin un autor específico y dirigido a
castigar al destinatario; el rumor, que no está dirigido contra alguien específico, que
permite una comunicación anónima sobre acontecimientos de interés común, ante la falta
de información clara, en los cuales se expresa miedos, anhelos, intereses, utopías
colectivas; el eufemismo donde se disfraza el mensaje para evitar represalias; el
refunfuño, que expresa sin riesgos una queja, un descontento, por medio de sonidos,
gestos, gemidos, suspiros, en suma, expresiones que se mantienen en el límite de la
insubordinación (Ibíd.; 170-187).
Están también las formas elaboradas de “disfraz político”, donde se expresa una
rebelión simbólica, en formas y expresiones de la cultura popular.

“En la cultura popular (…) algunos elementos relevantes pueden tener significados que, en
potencia debilitan, si es que no contradicen, la interpretación oficial. La cultura de los
grupos subordinados debe reflejar un contrabando de partes del discurso oculto,
adecuadamente veladas (…) en la medida en que la cultura popular pertenece a una clase
o un estrato cuya situación en la sociedad produce experiencias y valores distintivos, esas
características presumiblemente aparecerán en sus ritos, sus bailes, sus
representaciones, su indumentaria, su narraciones, sus creencias religiosas, etcétera”
(Ibíd.; 189).

Éstas, permiten a los dominados debilitar las normas y valores culturales de los
dominantes, y en ellas encontramos: la cultural oral, haciendo de ésta un vehículo de
transmisión de la resistencia, permitiendo el anonimato, la socialización directa, la
actualización constante y la propiedad colectiva; cantos, cuentos y leyendas populares,
donde se construyen héroes que se identifiquen con los subordinados; la inversión
simbólica, donde se muestran imágenes del “mundo al revés”, integradas en la cultura,
donde la realidad social es invertida, que expresan y permiten la creación de un
pensamiento disidente donde el orden establecido no es inevitable, apuntando la
posibilidad de transformarlo; el carnaval, que es una forma institucionalizada de “disfraz
político”, donde las reglas son subvertidas, se puede enunciar anónimamente lo que
normalmente está prohibido, los descontentos, donde se permite enjuiciar al agresor, es
un espacio privilegiado para la agresión reprimida y un momento propicio para la reunión
entre dominados (Ibíd.; 188-215).
Estas formas de resistencia velada forman parte de lo que Scott llama “la
infrapolítica de los grupos subordinados”, que nos señala la importancia de la acción

44
política de los dominados, que se ejecuta más allá de lo visible, cuya invisibilidad es
resultado de una acción deliberada y estratégica para mantenerla así, y también la señala
como el sustrato, “los cimientos culturales y estructurales” de la acción política visible de
los subordinados, es decir, aquellos elementos, prácticas, concepciones políticas
invisibles que hacen posible las expresiones políticas visibles.

“El término infrapolítica parece una forma económica de expresar la idea de que nos
hallamos en un ámbito discreto de conflicto político (…) la lucha sorda que los grupos
subordinados libran cotidianamente se encuentra –como los rayos infrarrojos- más allá del
espectro visible. Su invisibilidad es (…) en buena medida resultado de una acción
deliberada, de una decisión táctica (…) también es adecuado en otro sentido (…) la
infrapolítica que hemos examinado contiene gran parte de los cimientos culturales y
estructurales de esa acción política visible” (Ibíd.; 217-218).

Es necesario tener en cuenta que las resistencias no se dan sólo como un


enfrentamiento simbólico o de ideas sobre la dignidad, la dominación está relacionada
estrechamente con prácticas materiales: es un proceso de apropiación, donde los
dominantes extraen: impuestos materiales: trabajo, recursos, granos, servicios; e
impuestos simbólicos: respeto, conductas, actitudes, formas verbales y actos de humildad
ante la dominación.
De igual forma, la resistencia no solo se da en el ámbito simbólico, sino que se da
en el material, por lo que en el discurso oculto se construyen justificaciones y prácticas
discretas y concretas para minimizar la apropiación, tales como :robos, ausentismo
laboral, descuidos, sabotajes, ocupación de tierras, etc.

“El vínculo entre la dominación y la apropiación significa que las ideas y el simbolismo de
la subordinación no se pueden separar del proceso de explotación material (…) la
resistencia simbólica velada a las ideas de dominación no se puede separar de las luchas
concretas para impedir o mitigar la explotación” (Ibíd.; 222).

La ejecución de estas prácticas, como en los robos a pequeña escala, busca de


una manera u otra recobrar el trabajo propio. Teniendo que las prácticas y discursos de la
resistencia se apoyan mutuamente, estas prácticas son el ejercicio de los derechos
negados y no se pueden realizar sin un discurso marginal que les legitime, a partir de
valores, significados y concepciones culturales. La disidencia se expresa en prácticas que
buscan renegociar discretamente las relaciones de poder, se relacionan y retroalimentan
con el discurso oculto, por lo que este es el terreno político de la lucha, donde se imponen
formas de conducta y resistencia y no es un sustituto de la práctica de resistencia.
Esta infrapolítica nos señala que los dominados hacen política, aun cuando
pareciera que no, pero es fundamental para entender la irrupción, la construcción, de las
expresiones y procesos de resistencia abierta, con la cual se corresponde, es una forma
estratégica de la resistencia, que se oculta, se disfraza, pero que es el fermento de la
resistencia abierta y en ella se dan las formas elementales de la vida política abierta de
los dominados. Es -dice Scott- una política real, se ejerce con entusiasmo, dificultades y
objetivos, está constantemente presionando y probando los límites, siendo el cimiento de
la acción política que irrumpe cuando surge la primera declaración abierta de resistencia.

45
La primera irrupción del discurso oculto tiene una fuerte importancia, es donde
podemos ver tanto el discurso público como el oculto “cara a cara”, tiene un impacto sobre
la relación de dominación que es encarada, ya no bajo el disfraz y las formas discretas,
rompe la hegemonía aparente, siendo una insubordinación, un desafío contra los
dominadores que genera una “electricidad política” que se vive intensamente a nivel
individual, colectivo y político.
En la irrupción, el sujeto individual o colectivo se reafirma, reduce la “presión” de
mantenerlo oculto, sin que esto implique la eliminación de la necesidad de resistir,
originando que el sujeto recupere autoestima, confianza hacia sí mismo, siendo una
experiencia individual y colectiva.

“Al permitir que se manifieste una parte de la personalidad del individuo, que antes se
había mantenido protegida y escondida, la declaración pública del discurso oculto parece
también recuperar un sentido de autoestima y de humanidad” (Ibíd.; 247).

Tiene un efecto “liberador”: por un lado, al poder enfrentar la frustración derivada


de las humillaciones, del no tener que controlarse, y por el otro, al ser un desafío público
que viene a enfrentar a la dominación, acción a partir de la cual se rompe la imagen de
sumisión, influirá en la relación de dominación y trascenderá más allá de que sea
reprimida, insertándose en la memoria colectiva de los subordinados, haciéndose parte
del discurso oculto.
La irrupción se da de diferentes maneras, de acuerdo a la severidad de la
dominación y las humillaciones. Scott las caracteriza como: “desafío crudo”: aquellas
formas de los grupos que no pueden devolver las humillaciones, relativamente
atomizados, con estricta vigilancia, separados geográficamente, con diferencias culturales
y lingüísticas, lo que impide el crecimiento del discurso oculto elaborado y común, que se
da como un explosivo desafío, muchas veces a pequeña escala, actos de venganza
menos estructurados, expresiones más violentas; y “desafío cocido”: que son formas muy
elaboradas donde los dominados tienen posibilidad de compartir y construir el discurso
oculto más libremente (Ibíd.; 254-255).
El momento oportuno de la irrupción depende de varios factores, entre los que
encontramos la voluntad del agente, circunstancias, socialización, etc., sin que se pueda
predecir cómo, cuándo y por medio de quién irrumpirá, no es un acto meramente
repentino, aunque se vive repentinamente, se relaciona con factores sociales, políticos
que influyen en la irrupción, junto con la subjetividad de los dominados y del agente, que
es necesario decir, influye que tanto el acto es carismático para los dominados, a partir de
qué es lo que enuncia, cómo lo enuncia y a quién se dirige, de los elementos que retome
del discurso oculto y que tanto estos son compartidos y valorados por el grupo, de que
tanto el discurso oculto expresa y refuerza un sentido de solidaridad entre los dominados.

46
III.- UN LARGO CAMINO.

“Ya estuvo de tanto cuento, de vivir en la mentira. Entre obreros y patrones


la historia está dividida. Nos han robado la voz, nos han robado la voz, a ti
y a mí. ¡Nos han robado la voz!”

*1910.
León Chávez Teixeiro.

Tehuacán atardeciendo.

1.- Mirando hacia atrás.


1.1.- Un ojo a vuelo de pájaro.
Las raíces del capitalismo se pueden ubicar alrededor del siglo XI (Braudel, 1986), cuando
comienzan a sentarse las bases comerciales y políticas del mercantilismo que se
consolida entre los siglos XIV-XV (Sombart, 1946). En estos siglos “occidente” consolidó
su imperio, extendiendo las rutas comerciales, conquistando territorios, extrayendo
recursos naturales y mano de obra que posibilitarían el capitalismo mercantil y
posteriormente la configuración del capitalismo moderno-industrial entre 1820-1890
(Maddison, 1986).
El capitalismo se consolidó irrumpiendo en la vida de naciones, pueblos y
comunidades humanas, y a pesar de su constancia, no ha sido armonioso, se establece y
mantiene a partir de la explotación, el despojo y la dominación, sobre el trabajo, recursos,
voluntad y capacidad social con el fin de acumular ganancias, tampoco ha sido armonioso
consigo mismo, constantemente entra en crisis que hacen necesarias transformaciones
económicas y políticas que generan o impulsan otras de índole social, ambiental, laboral
y cultural.
Se han hecho diferentes intentos de caracterizar el comportamiento del
capitalismo, sus crisis y ciclos, en las que se apunta la importancia de los factores de la
productividad y tecnología, mientras que otras incluyen la importancia de las políticas
estatales, los cambios en la estructura de la producción y empleo, la proletarización de la
población, las expectativas y poder de negociación de los trabajadores, etc. (Maddison,
1986; 95-121). Por su cuenta, Enrique de la Garza (1993) plantea que es necesario tomar

47
en cuenta otros factores más, acuñando un concepto donde se articulan las relaciones
entre la base tecnológica, la base organizacional del trabajo y la base de las relaciones
laborales, al que denomina la “base socio-técnica de los procesos productivos” (De la
Garza, 1993).

1.2.- Un viejo modelo durante el Siglo XX.


En el Siglo XX se dieron transformaciones respecto a procesos productivos, relaciones
laborales, hábitos de consumo, conformaciones geopolíticas y políticas estatales que a
partir de 1973 marcaron una transición en cuanto al régimen de acumulación30, que
requirió de una transformación del modo31 y sistema de regulación32 (Harvey, 2004), ante
la crisis y fragmentación de la hegemonía del modelo fordista-taylorista de producción y
las políticas keynesianas.
Este modelo de producción surgió a inicios del siglo XX con los planteamientos de
Frederick Taylor sobre la organización del trabajo: división especializada; movimientos
parciales; tareas fragmentadas; división entre dirección-concepción-control-ejecución, con
el fin de incrementar la productividad y restar control a los trabajadores, y se le denomino
“taylorismo”. Se perfeccionó con las innovaciones tecnológicas de Henry Ford y su
cadena de montaje que permitió: la producción en línea; aumentar la división del trabajo
en tareas simples; disminuir los costos de producción; una mayor especialización de la
fuerza de trabajo; reducción del control obrero sobre el proceso de producción; y aumento
de la productividad. Junto a esto, Henry Ford planteaba que una producción masiva
requería un consumo masivo, para lo cual era necesario aumentar los salarios y reducir
los precios de los productos (Harvey, 2004), a estos planteamientos se le denominan
“fordismo”, que perfeccionan al taylorismo y se estableció el modelo de producción
denominado “fordismo-taylorismo”.
En las primeras décadas del siglo XX este modelo encontró dificultades para
establecerse y extenderse, la tradición artesanal obrera dificultaba su implementación, la
clase trabajadora se negaba a aceptar el nuevo modelo que no les permitía desarrollar y
aprovechar sus habilidades, ni participar en el diseño de la producción. Ante el incremento
de la lucha obrera y la crisis de 1929, surgió la necesidad de un modelo político acorde al
modelo de producción. En este sentido encontramos los planteamientos de John Keynes
sobre la función y estrategias del Estado para estabilizar la economía mediante el gasto
social, planteando una “alianza”33 (Harvey, 2004), donde el capital aceptaba mejoras

30
El régimen de acumulación hace referencia a un periodo largo de estabilización de la asignación
entre consumo y acumulación en correspondencia a las condiciones de producción y reproducción de los
asalariados. Harvey, David (2004).
31
El modo de regulación es la materialización del régimen de acumulación en un cuerpo de normas,
hábitos, leyes y redes de regulación que aseguren el proceso, la consistencia de comportamientos frente al
esquema de reproducción, es decir, el modo de regulación social y política, el cuerpo de reglas y procesos
sociales interiorizados.
32
El sistema de regulación, lo plantea como la coherencia del régimen de acumulación y el modo de
regulación
33
Este proceso no fue armónico, su implementación sobre la clase obrera fue una combinación de
represiones por un lado, que obligaron a los sectores obreros combativos a amoldarse al modelo

48
salariales y laborales, los sindicatos cooperantes se comprometían a colaborar con la
estabilidad social y económica, y el Estado a intervenir mediante políticas para
contrarrestar las crisis económicas.
El fordismo-taylorismo dependió de las políticas keynesianas, lo que configuró un
modelo político-económico-productivo que se implementó de manera resuelta hacia
mediados de la década de 1940, con la “derrota”34 del movimiento obrero revolucionario.
Se posibilitó el surgimiento de nuevas empresas, la expansión del modelo productivo-
político a nivel internacional y una división internacional del trabajo basada en países
centro-industrializados y países periféricos-en vías de desarrollo, estableciéndose el
modelo de “Estado del bienestar” que asumió el salario social necesario para incentivar el
consumo masivo y la regulación de las relaciones salariales, laborales y de la economía.
Mientras EEUU consolidaba su hegemonía económica, las economías europeas y
asiáticas comenzaron a recuperarse en la década de 1950 e irrumpieron descontentos
sociales en sectores marginados que se expresarían en luchas de género, raza, origen
étnico, etc.: irrumpiendo una fuerza de trabajo no privilegiada-marginada (Harvey, 2004).
Así, en la década de 1960 el modelo fordista-taylorista, las políticas estatales keynesianas
y la hegemonía económica norteamericana comenzaron a ser potencialmente
amenazados.

1.3.- Transitando a un posible nuevo modelo económico, político y productivo.


Entre 1965 y 1973 este modelo entró en crisis ante la recuperación económica de Japón y
Alemania Occidental, la caída de productividad norteamericana y la adopción de políticas
de sustitución de importaciones35 en los países periféricos, que generaron la incapacidad
de EEUU y el modelo de producción para regular el sistema financiero internacional y
contener la crisis (Harvey, 2004).
Con la emergencia de estos capitales competitivos se hizo imperante que EEUU
buscara una solución para enfrentar la desaceleración económica y mantener su
hegemonía económica, a esto responde el Proceso de Internacionalización del Capital
(PIC).

“Entendemos por internacionalización del capital la trasposición del capital de países


desarrollados a aquellos en donde la mano de obra es más barata; con el fin de reducir los
costos de producción mediante el empleo de fuerza de trabajo de forma intensiva. La
reubicación de los procesos productivos está integrada verticalmente a un proceso global

económico-productivo, y por el otro, de cooptación mediante prebendas políticas, laborales y salariales a


aquellos sindicatos que cooperaran, lo que generó un debilitamiento de los sectores obreros combativos. De
igual manera la aceptación de exigencias obreras por parte de la burguesía y del Estado fueron resultado de
fuertes presiones.
34
Esta “derrota” es en términos generales, no implica que el movimiento y la resistencia obrera
hayan desaparecido. Podemos plantear que el movimiento obrero combativo sufrió una fuerte derrota que
lo llevó a perder fuerza, ante la preponderancia de sindicatos cooperantes.
35
Esta es un giro en las políticas económicas nacionales de los países periféricos, para cambiar su
modelo industrial, pasando de la exportación de materias primas e insumos hacia los países centro e
importación de medios de producción, hacia una industrialización que busca producir medios de
producción, para romper la dependencia tecnológica y productiva.

49
de producción, bajo el control de las corporaciones trasnacionales” (Carrillo y Hernández,
1985; 29).

El PIC alrededor 1965 comienza a tomar importancia, en él se encuentra el


germen de la estrategia a seguir, con repercusiones a nivel político, laboral, productivo,
social, geopolítico y en la división internacional del trabajo (Carrillo y Hernández, 1985).
En 1973 fue imposible contener la crisis y se incrementó la necesidad de una
restructuración económica: intensificación del control de la fuerza de trabajo; cambios
tecnológicos tendientes a la automatización de la producción; nuevos productos y
mercados; y la dispersión geográfica de la producción, en búsqueda de nuevos mercados
de fuerza de trabajo con una débil regulación laboral.

1.4.- Caminando hacia la lógica de la flexibilidad.


David Harvey acuña el concepto de “acumulación flexible” para este nuevo régimen de
acumulación, relacionado con modelos de producción flexibles y políticas neoliberales.
Basado en la flexibilización de: procesos productivos; mercados de fuerza de trabajo;
pautas de consumo; sectores productivos; formas financieras; nichos de mercado; e
innovación tecnológica y organizativa en los procesos de producción (Harvey, 2004).
La flexibilidad abre el mercado laboral a mano de obra menos calificada,
generando un crecimiento del ejército industrial de reserva36, que permite la reducción del
costo de la fuerza de trabajo; reducción de derechos y estabilidad laboral; disminución del
poder sindical. Se introducen formas flexibles de contratación-despido y uso de mano de
obra de sectores marginados37, con alta movilidad, reducción-eliminación de derechos
laborales, intensificación de ritmos, y extensión de jornadas de trabajo. A nivel industrial
hace referencia a plantas con alta capacidad de movilidad, organización del trabajo
flexible, alta movilidad y fragmentación de tareas, producción en pequeños lotes,
búsqueda de nuevos nichos de mercado, tendencia a innovaciones tecnológicas y a no
permitir injerencia de sindicatos.

“Estas últimas [en referencia a las nuevas formas de organización del trabajo] se
caracterizan por una flexibilización de los procesos, motivada por la volatilidad de los
mercados, es decir, por necesidades de consumo más divergentes y menos estables…la
flexibilidad en el consumo obliga a una flexibilidad en la elaboración del producto…el ser
flexible se establece como un metalenguaje inscrito dentro de las relaciones de mercado,
pero cuya traducción en los espacios de trabajo puede adquirir connotaciones diversas: 1)
posibilidad del empleador para contratar o despedir discrecionalmente a trabajadores
conforme las necesidades de la empresa; 2) reducción o ampliación en el número de
personal así como de las horas trabajadas; 3) exigencias hacia el trabajador para realizar
diversas tareas independientemente de su perfil laboral; 4) pago de salarios sujeto a la

36
El ejército industrial de reserva es la población desempleada en busca de un puesto de trabajo, lo
que genera que aumente la demanda de trabajo y la competitividad entre los trabajadores por mantener o
lograr un lugar, con esto el capital puede reducir los salarios. Abriendo el mercado a fuerzas de trabajo no
calificadas y sectores sociales marginados este ejército industrial de reserva se incrementa.
37
Principalmente mujeres, jóvenes, indígenas y migrantes.

50
productividad del empleado y 5) innovación tecnológica en los procesos y en su forma de
organización” (Pérez, 2009; 28-30).

A nivel político implica la tendencia a eliminar las políticas keynesianas y con ellas
el llamado “Estado del bienestar” y la implementación de las políticas neoliberales, donde
el Estado disminuye su inversión en la producción, asumiendo políticas en beneficio del
libre mercado y de la flexibilización del mercado de trabajo.

“Se acostumbra denominar modelo neoliberal a aquella economía y política económica en


la que ha disminuido substancialmente la inversión productiva del Estado (privatizaciones
de por medio) y las políticas de fomento al crecimiento económico…a las políticas de
reducción de las barreras de entrada y salida de mercancías y capitales del país; a las que
han flexibilizado las regulaciones sobre las empresas y los mercados laborales” (De la
Garza, 2005; 19).

El Estado implementa políticas que otorgan facilidades a la inversión: aduanales,


fiscales, políticas, construcción de infraestructura, facilitando permisos, otorgando
excepción de impuestos a la importación de materias primas y tecnología, en general
comprometiéndose a proporcionar un clima favorable para la industria y el libre mercado
(Carrillo y Hernández, 1985).
Es común utilizar el término “toyotismo” para referirse al modelo productivo
adoptado, sin embargo es necesario aclarar que el toyotismo es solo uno de los modelos
de producción flexibles. Enrique de la Garza (1993) aclara que existen diversos modelos
productivos flexibles, que tienen como común denominador su tendencia hacia la
flexibilización: de la organización del trabajo; procesos productivos; uso y contratación de
la fuerza de trabajo; uso de nuevas tecnologías. En este sentido la caracterización del
nuevo modelo es la flexibilidad, incluso en los modelos productivos que implementa.
Un modelo diverso y flexible sobre sí mismo, siendo no un modelo específico, sino
una serie de propuestas y prácticas que se establecen y se mezclan según las
necesidades empresariales y las condiciones socio-políticas.

1.5.- La industria maquiladora y la precarización del trabajo.


En este contexto re-surge38 la precarización del trabajo, es decir, transformaciones en
detrimento de la estabilidad laboral: contratación flexible; alta movilidad y fragmentación de
tareas; reducción de derechos laborales; intensificación de los ritmos de producción;
extensión de los horarios de trabajo; reducción o eliminación de organización-acción
obrera.

38
Planteo “re-surge” pues la precarización del trabajo se entiende a partir de la otrora estabilidad
laboral del periodo del llamado Estado del bienestar y el modelo fordista-taylorista y las políticas
keynesianas, sin embargo ésta sólo existió durante algunas décadas del siglo XX y las condiciones laborales
que se entienden como “precarización del trabajo” son condiciones que muchas veces coinciden, aunque
actualizadas, con las que encontráramos en el siglo XIX y principios del XX, es decir, no es un fenómeno
nuevo en el mundo del trabajo.

51
Este camino comienza en las décadas de 1950-1960 cuando surge el Proceso de
Internacionalización del Capital (Carrillo y Hernández, 1985). Esta precarización del trabajo
se basa en la inestabilidad laboral en favor de las ganancias del capital y se extiende hacia
otros ámbitos laborales no necesariamente industriales (Peña, Pérez y Sánchez, 2009).
Al hablar de flexibilidad y precarización del trabajo, el caso de la industria
maquiladora es un claro ejemplo. Esta industria y su modelo de producción responden al
PIC (Carrillo y Hernández, 1985) y su búsqueda de reducir los costos de producción. Las
grandes corporaciones comenzaron a migrar hacia regiones no industrializadas donde
podrían encontrar esa mano de obra a bajo costo.
En 1973 ya se da este traslado de capitales hacia 39 países diferentes, en Asía,
África y América Latina (Carrillo y Hernández, 1985), diversificando la geografía productiva
fuera de los centros clásicos, comenzando una nueva división internacional del trabajo que
rompe la lógica de centro-periferia. Abriéndose a fuerzas de trabajo marginales e
incrementando el ejército industrial de reserva, lo que le permite instalarse de manera
extensiva y establecer un control sobre los bajos salarios (Carrillo y Hernández, 1985), esta
industria se puede caracterizar como:

“Plantas manufactureras establecidas en México (o en el país destino), que: a) sean filiales


a empresas estadounidenses (o transnacionales) o plantas contratadas, ya sea de capital
nacional o extranjero; b) se dediquen al ensamble de componentes y/o procesamiento de
materias primas, ya sea de productos intermedios o finales; c) casi la totalidad de las
materias primas y/o componentes que utilicen, sean importados de Estados Unidos (o del
país de origen) y una vez terminado el proceso de maquila, los productos enviados a ese
39
país, y d) tengan horarios intensivos de trabajo” (Carrillo y Hernández, 1985; 19).

Este modelo industrial tiende a una baja inversión de capital fijo40, con facilidad de
movilidad para migrar, reduciendo la pérdida de inversión cuando ya no le es conveniente
quedarse en una región, sea debido inestabilidad económica, política, social o la creciente
actividad sindical-obrera, etc. Reduce sus costos de producción mediante: bajos salarios;
trabajo intensivo; horarios extensivos; reducción de derechos laborales; beneficios
arancelarios; modelos flexibles de organización del trabajo; escogiendo las regiones donde
se instala por su conveniencia41.
Entre los capitales que impulsaron la maquila encontramos principalmente a los de
Alemania, Japón y EEUU (Carrillo y Hernández, 1985). La primera región elegida para
instalarla fue Asía, posteriormente EEUU traslado sus capitales hacia zonas bajo su
influencia política, económica y militar en América Latina; Alemania Occidental hacia
Irlanda, Portugal, España, Italia y Grecia; Japón hacia Corea del Sur, Taiwan, Singapur y
Hong Kong (Carrillo y Hernández, 1985).

39
Los paréntesis son míos.
40
El capital fijo es la inversión en medios de producción, equipo, edificios, infraestructura interna
necesarios en la producción.
41
Los factores pueden ser: legislación-regulación laboral, condiciones económicas, políticas,
sociales, presencia sindical, capacidad de acción obrera, apoyos gubernamentales, etc.

52
En los países desarrollados la maquila comenzó a instalarse fuera de los
tradicionales centros industriales, en los EEUU comenzó la desindustrialización de la
región del noreste y medio oeste y la industrialización maquiladora del suroeste, donde
había una fuerte presencia migrante, generando un fuerte desempleo en las otrora
regiones industriales, competencia entre trabajadores y con esto la destrucción de las
organizaciones obreras. Esta industria está ligada a las constantes crisis de las economías
centrales (Carrillo y Hernández, 1985), ante lo que los capitales cierran plantas y se mudan
a otras regiones o reducen tiempos de jornada y salarios e intensifican los ritmos de
trabajo.
Durante la década de 1990 la maquila diversificó las ramas de producción, los
productos y las regiones donde se instaló, aumentando su presencia en los viejos lugares
de establecimiento, generando nuevos, abandonando otros y surgieron nuevas potencias
como China, que actualmente es la primera potencia maquiladora a nivel mundial.

2.- Y mientras tanto en un país no muy lejano.


2.1.- México, atravesado por el capitalismo.
La entrada de lo que hoy es México al capitalismo se da desde la época colonial42, sin
embargo el proceso extensivo de industrialización43 se da de manera tardía. En 1930 tenía
una población y dinámica productiva principalmente campesina/agrícola. A partir de la
década de 1940 se impulsó un modelo expansivo44, con una industrialización de
producción de bienes primarios45 y la importación de medios de producción y bienes
secundarios46 (Rivera, 1986).
México logró figurar como exportador de materias primas e insumos hacia los
EEUU y entró a la década de 1960 con una población urbana-proletarizada de alrededor
del 60%, con una pequeña y mediana empresa que dependía de políticas proteccionistas
para lograr competir con el capital monopólico (Rivera, 1986), intentando entrar en la fase

42
La extracción de recursos naturales y la explotación de mano de obra en América y África significó
la posibilidad de que el capitalismo mundial se consolidara y se pudiera pasar del mercantilismo hacia el
capitalismo industrial.
43
La industrialización en México inició durante el siglo XIX, sin embargo, la carrera de
industrialización se impulsa hasta las últimas décadas de ese siglo y se ve interrumpida por las condiciones
sociales y políticas del país a principios del siglo XX, y no se reinicia sino hasta pasando las primeras décadas
de ese siglo.
44
El modelo expansivo se caracteriza por el periodo en el cual se comienza a extender la
industrialización, a construir un mercado interno y se va proletarizando a la población, imponiéndose sobre
la producción doméstica, campesina y artesanal, envolviendo a la población en las relaciones de producción
capitalistas.
45
La producción de bienes primarios se refiere a la extracción de recursos naturales (materias
primas e insumos) en la “industria extractiva”, con el objetivo de exportarlos para la industria de
transformación en los países centro.
46
Los bienes secundarios son mercancías elaboradas por la industria de transformación, productos
manufacturados, producidos a partir de los bienes primarios, como medios de producción, maquinaria,
herramienta y bienes duraderos, etcétera.

53
intensiva de desarrollo capitalista47 y dejar atrás el modelo industrial primario-exportador,
pasando hacia un modelo de “sustitución de importaciones”48 (Valenzuela, 1986). En este
contexto se da la implementación del Programa de Industrialización Fronteriza (PIF) en
1964-1965, comenzando la inserción de México al Proceso de Internacionalización del
Capital.
En 1973 se materializó la crisis de sobreacumulación, ante la cual el gobierno
norteamericano tomó una serie de medidas de reajuste político-económico (Rivera, 1986).
El Estado mexicano enfrentó la necesidad de realizar cambios políticos-económicos, de la
mano de una serie de descontentos sociales ante la situación económica y comenzó a
seguir los modelos marcados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial (BM) para recuperar la confianza del capital internacional. Es en esta década
cuando la inversión de capitales manufactureros de exportación comienza a tomar
importancia para México, iniciando una transición del corto periodo de “sustitución de
importaciones” hacia un modelo de industrialización “exportador-secundario”49 (Valenzuela,
1986).

2.2.- La reestructuración mexicana: neoliberalismo y flexibilización laboral.


Comenzando la década de 1980 se dieron los últimos intentos del gobierno mexicano por
estabilizar la economía mediante una política intervencionista que influyó en la crisis de
1982 (Valenzuela, 1986), que ocasionó desempleo, inflación, endeudamiento y salida de
capitales hacia Asía (Rivera, 1986), ante lo que se dio una reorganización de las políticas
sociales y económicas acordes a la estrategia mundial. Esta reorganización adentraba más
a México en el Proceso de Internacionalización del Capital, a la “acumulación flexible” y a
las políticas neoliberales, implementando diversos programas de desarrollo50 para
fortalecer su integración a la economía mundial, eliminar las políticas proteccionistas e
impulsar la industria de exportación (Rivera, 1986), posibilitando la reducción de los costos
de producción mediante la reducción de salarios, en busca de atraer al capital maquilador.
Estas medidas cargaron en los trabajadores el peso de la crisis, acentuando el
ingreso de México a un proyecto global, en un clima de alto desempleo, despidos masivos,
caída salarial, descalificación de la fuerza de trabajo, que se expresaron en una reducción
del nivel de vida de los trabajadores y en la apertura a los procesos de flexibilización
económica, productiva y laboral.
La crisis de 1980 hizo que México implementara una reestructuración basada en
impulsar el modelo manufacturero de exportación, la inversión privada, la relocalización

47
La fase intensiva de desarrollo capitalista hace referencia a que una vez extendida la
industrialización, la proletarización y el mercado interno, se entra a intensificar el desarrollo del capitalismo.
48
Este modelo de industrialización busca crear la capacidad industrial nacional para producir bienes
secundarios (duraderos y de medios de producción) sin la cual el capitalismo a nivel nacional no puede
seguir desarrollándose.
49
Este modelo de industrialización se refiere al paso del modelo de sustitución de importaciones
hacia una industria dedicada a exportar bienes secundarios, durables y de medios de producción, como el
caso de la industria manufacturera de exportación.
50
Como el Programa Nacional de Desarrollo 1983-1988, Programa Nacional de Financiamiento para
el Desarrollo 1984-1988, y Programa Industrial de Comercio Exterior 1984-1988.

54
industrial y el cambio de políticas económicas, generando cambios en la base socio-
técnica: tecnológicos; organización del trabajo; y relaciones laborales, que giraron hacia la
flexibilidad laboral (De la Garza, 1993).
Así, México entró en el camino neoliberal, promoviendo las formas flexibles de
organización del trabajo, de empleo de fuerza de trabajo y de relaciones laborales,
impulsándolas como la política laboral a seguir, lo que se acentuó en la década de 1990
con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en
1994, haciendo de México oficialmente un país maquilador, impulsando el modelo de
“sindicalismo de protección”51 (Anguiano, 2010), ejercido por sindicatos de empresa o de
las centrales obreras oficialistas52, para enfrentar las resistencias obreras, mitigarlas e
imposibilitarlas (Ramos, Bueno y Castaneira, 2012; Castaneira, 2011).
La industria maquiladora se volvió el modelo oficial de industrialización y tuvo su
“boom” entre los años 1995-2000. Con la entrada del siglo XXI y los gobiernos del PAN 53,
se mantuvo y reforzó el camino neoliberal, poniendo la STPS54 en manos de
empresarios55, impulsando la precarización del trabajo, con programas y estrategias
dirigidas hacia la flexibilización laboral, el libre mercado, la privatización de empresas y
servicios estatales, con el fin de atraer los capitales internacionales mediante
“megaproyectos” como lo que fue el Plan Puebla-Panamá56 (Anguiano, 2010).

51
Un modelo de sindicato que busca mantener la debilidad de los trabajadores, despolitizándolos e
imposibilitando la acción obrera, sirviendo de protección patronal. Puede ser ejercido por sindicatos de
empresa o por sindicatos pertenecientes a las centrales obreras oficialistas, tradicionales o “charras”. El
sindicalismo de protección se puede identificar, más que en el origen histórico del organismo sindical, en la
forma en que se establece el Contrato Colectivo de Trabajo, en las clausulas contenidas en él. (Ramos,
Bueno y Castaneira, 2012).
52
Dependiendo de la región, estas centrales son la Confederación de Trabajadores de México
(CTM), la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y la Confederación Regional
Obrera Mexicana (CROM).
53
Partido Acción Nacional.
54
Secretaría del Trabajo y Previsión Social, instancia gubernamental encargada de regular la
dinámica laboral.
55
Durante el Gobierno de Vicente Fox la Secretaria del Trabajo estuvo dirigida por Carlos Abascal,
miembro de la Confederación Patronal de la República Mexicana COPARMEX, esta tendencia continuo
durante el gobierno de Felipe Calderón, manteniendo en las instancias laborales a personajes de los órganos
patronales o que impulsaban políticas laborales en favor de los empresarios.
56
El Plan Puebla-Panamá fue un proyecto económico originado en el año 2000, bajo el gobierno de
Vicente Fox Quezada, dirigido a integrar la región del centro-sur de México a la economía-producción
mundial, mediante el aprovechamiento de los recursos regionales y la producción de exportación. Dentro
del PPP se encontraban entre otras estrategias, la generación de corredores maquiladores desde el centro
de México hacia la frontera sur y hasta Panamá, de la mano del despojo de territorios contra comunidades
campesinas e indígenas. En el año 2006 con la entrada de Felipe Calderón Hinojosa al gobierno mexicano se
revisó el PPP, aplicándose algunas reformulaciones para su implementación, dejándose de llamar “Plan
Puebla-Panamá” y asumiendo el título de “Proyecto Mesoamérica”.

55
3.- Maquilando la historia y la vida mexicana.
3.1.- El primer periodo de crecimiento, lento y fronterizo (1965-1983)
En México la maquila entró oficialmente en 1965 con el Programa de Industrialización
Fronteriza, buscando “abatir” el desempleo, atrayendo capitales principalmente
norteamericanos hacia Ciudad Juárez, Matamoros, Nogales, Tijuana y Mexicali (Carrillo y
Hernández, 1985). Entre 1965 y 1970 tuvo una lenta pero importante expansión a lo largo
de la frontera, influida por las facilidades aduanales otorgadas por el gobierno,
posicionando esta región como un destino maquilador, principalmente en las ramas
eléctrica, textil y automotriz (Carrillo y Hernández, 1985).
Entre 1970 y 1974 se da una etapa de mayor expansión maquiladora, que junto al
reclamo empresarial por legalizar formalmente esta industria, hacen que en 1971 se
reforme el artículo 321 del Código Aduanero que institucionalizó un régimen fiscal para las
maquilas y les otorga la posibilidad de permanencia (Carrillo y Hernández, 1985). En esta
fecha se da la primera crisis maquiladora en México, relacionada con la recesión
norteamericana y la pérdida de competitividad, generando cierres de plantas, despidos
masivos, crecimiento de la actividad sindical y luchas obreras, lo que influyó en la salida de
maquilas del país.
El sector maquilador exigió la exención de impuestos a la importación de materias
primas, insumos y tecnología y a la exportación de producción; reducción de las cuotas de
seguro social; posibilidad de contratación flexible: temporal, provisional, subcontratación;
libertad de despido; eliminación de tramites laborales (Carrillo y Hernández, 1985). Ante
esto el gobierno anunció en 1975 un nuevo plan para la maquila, otorgando concesiones a
los empresarios en detrimento de los trabajadores, lo que posibilitó que en 1976
comenzara su recuperación, facilitando la instalación de nuevas maquilas y la ampliación
de las ya existentes (Carrillo y Hernández, 1985).
En 1977 se promulgó un nuevo reglamento para la maquila, ampliando los
incentivos a la producción, que junto a la devaluación redujeron los salarios en un 50%,
incrementando la recuperación de esta industria hasta 1980 con un clima de estabilidad.
Ante la nueva recesión norteamericana y la crisis de 1982 el gobierno mexicano adoptó
medidas para impulsar la inversión transnacional y oriento su economía al libre mercado
(Carrillo y Hernández, 1985).

3.2.- Más allá de la frontera (1983-1992)


En 1983 comenzó un nuevo periodo de impulso de la maquila, llevándola más allá de la
región fronteriza, extendiéndose de la producción automotriz, eléctrica y textil, hacia la
producción de calzado, juguetes, electrónicos, con una mano de obra principalmente
femenina y soltera (Carrillo y Hernández, 1985). Este proceso se reforzó con la entrada de
México al GATT57 en 1985, con lo que se afirmó que la maquiladora sería el eje industrial

57
Por sus siglas en ingles “General Agreement on Tariffs and Trade” (Acuerdo General sobre
Aranceles Aduaneros y Comercio). Este acuerdo multilateral se planteó en Conferencia sobre Comercio y
Trabajo de la Organización de las Naciones Unidas en 1947 y fue el inicio de la estrategia global de la
posguerra para reducir aranceles y barreras comerciales al comercio internacional. Este acuerdo se firmó en

56
de la restructuración económica mexicana (Morales, 2000). A partir de reformas al artículo
321 del Código Aduanero en la década de 1980, se permitió su expansión hacia toda la
república, con la excepción de las áreas urbanas-industriales (De la O, 2006).
La maquila alcanzó los sectores de la construcción y ensamble de transportes,
comenzando un proceso de “maquiladorización” de las grandes industrias, que fueron
atraídas por las facilidades y rentabilidad de este modelo. Durante este periodo la maquila
mantuvo primordialmente una fuerza de trabajo femenina, se dio la apertura para que su
producción pudiera comercializarse al interior del país con ciertas restricciones y se
difundió su dinámica productiva: la tendencia hacia la automatización de la producción58, la
introducción de las nuevas formas de organización del trabajo y la descalificación de la
mano de obra (De la Garza, 2005).
En medida en que el modelo maquilador ganó terreno, se generó la expulsión de la
mano de obra calificada, la desintegración de las redes regionales-comerciales y el
aumento de la dependencia de las importaciones (Zepeda y Middlebrook, 2006). En esta
década se reconfiguró la distribución de la industria maquiladora en México, se expande
hacia ciudades de la región noroeste-norte-noreste del país, aprovechando la cercanía con
la frontera, generando un declive de la industria tradicional. Entre las nuevas ciudades
maquiladoras encontramos: Ciudad Acuña, Piedras Negras, Nuevo Laredo, Reynosa,
Matamoros, Monclova, Sabinas, Río Escondido, Coahuila, Hermosillo (De la O, 2006).

3.3- Caminado hacia el sur (1993-2000).


Con la entrada en vigor del TLCAN la expansión maquiladora avanzó hacia regiones
diversas: centro-norte; occidente; centro-sur; y sur-este. Para estos momentos el
neoliberalismo está afianzado en México junto con la flexibilidad laboral-productiva que se
refleja en la expansión maquiladora, entre estas regiones encontramos en la Centro-norte:
Gómez Palacio, Lerdo, San Luis Potosí, Zacatecas, Monterrey, Celaya, Irapuato, León,
Matehuala, Fresnillo; Occidente: Yuriria, Guadalajara, Aguascalientes; Centro-sur: Ciudad
de México, Querétaro, Atlacomulco, Cuautitlán Izcalli, Lerma, Naucalpan, Puebla,
Tehuacán, Ajalpán; Sureste: la extensión hacia el sur y el sureste es la más reciente,
extendiéndose de manera importante en Mérida y otras regiones de Yucatán (De la O,
2006).
En este periodo se abre la posibilidad de vender la producción maquiladora en el
interior del país sin restricciones, impulsada por el Régimen para el Fomento y Operación
de Industrias Maquiladoras establecido en 1989, alcanzando a la producción de químicos,
electrodomésticos, plásticos y telecomunicaciones (De la O, 2006). En la década de 1990
se da la mayor expansión de la maquila que llega a extenderse hacia todo el país y a
diversificarse en las diferentes ramas industriales (Morales, 2000).
Con la devaluación de 1995 México ofrece los salarios más bajos, reducciones en
prestaciones laborales, una mano de obra abundante y una dinámica flexible, que junto

1948 como una estrategia para agilizar la economía mundial y se le considera el precursor de lo que en 1995
se conformó como la Organización Mundial de Comercio (OMC).
58
Esta tendencia es variable según la rama, el sector, la región, así como el origen del capital y el
destino de la producción, y en términos generales se da de manera limitada y marginada (De la Garza, 2005)

57
con la cercanía a los EEUU hacen que México repunte en su competitividad. A finales de
esta década la maquila en México pertenecía principalmente a capitales norteamericanos
en un 66%, mexicano en un 23%, y japonés en un 5%, con presencia de 25 de los 49
principales grupos maquiladores a nivel mundial. Una de las ramas con mayor crecimiento
fue la de la industria textil y de la confección, en especial entre 1997-2000, haciendo de
México el principal exportador de textiles y confecciones hacia los EEUU (Morales, 2000).
El siglo XX se cierra con un México dependiente de la industria maquiladora y de
los capitales transnacionales, con una producción principalmente para exportación, que va
ganando terreno constantemente ante la industria clásica, con repercusiones sociales,
económicas, políticas, culturales, regionales, con políticas dirigidas a garantizar la libertad
de comercio y de las empresas para aplicar modelos que les permitan mantener los ritmos
de acumulación de capital, manteniendo la constante ofensiva contra el trabajo, mediante
un proyecto transexenal, acentuando la flexibilización, la precarización del trabajo y la
desregulación laboral (Anguiano, 2010) que se materializó en los intentos de reforma a la
Ley Federal del Trabajo, que se concretizan en la segunda mitad del 201259.

3.4.- El precario y flexible nuevo siglo.


Entrando al siglo XXI, México vivió la transición presidencial con la entrada del PAN al
gobierno federal y la salida del PRI. Esta transición no implicó un cambio de rumbo de las
políticas sociales, económicas y laborales. La dinámica neoliberal, de flexibilidad y
precariedad del trabajo que inició de manera formal en 1982, se reafirmó con los gobiernos
de Vicente Fox y Felipe Calderón.
El siglo XXI inició con un movimiento60 obrero derrotado en términos generales,
pero no exterminado, pues sigue la resistencia entre los trabajadores, aunque de manera
fragmentada, difusa y a la defensiva, intentado reorganizarse, mediante sindicatos
independientes y nuevas formas civiles de organización laboral (Anguiano, 2010).
En 2001 vino la desaceleración de la economía norteamericana, con lo que se dio:
un descenso en el crecimiento económico; mayor precariedad; baja de productividad; altos
niveles de desempleo; informalización de la economía; privatizaciones; movimiento de
capitales maquiladores hacia nuevas regiones, dejando una desindustrialización de
antiguas regiones maquiladoras o mayor precarización ante la salida de las maquilas de
capital internacional. Con esta crisis disminuyeron las maquilas grandes, y aumentaron las
medianas y las pequeñas, disminuyó la inversión extranjera, la inversión tecnológica, el

59
Entre septiembre y octubre del 2012, después de diversos intentos de los gobiernos emanados
del PAN, se concretiza la reforma laboral: se introducen de manera legal la subcontratación, contratos a
prueba, temporales; se elimina la obligación patronal de cubrir prestaciones laborales; permite legalmente
el despido injustificado; reduce la libertad de huelga por parte de los trabajadores, poniendo
temporalidades establecidas para esta herramienta obrera. Si bien, estas medidas ya eran implementadas
en la práctica, implicaban romper los lineamientos legales del trabajo. La reforma implica la legalización de
la precarización y la flexibilización laboral, despojando a los trabajadores de los pocos reductos legales que
les permitían pelear por mínimas prestaciones laborales y limita la posibilidad de lucha de los trabajadores.
60
Por “movimiento obrero” me refiero a la diversidad de organizaciones y luchas obreras, sin que
se pueda hablar de un sólo y unificado movimiento obrero.

58
pago de horas extras, salarios y prestaciones, y aumentó la contratación eventual (De la
Garza, 2005b).
En 2003-2004 comenzó una recuperación de la maquila, se dio una mayor
masculinización de la fuerza de trabajo y reducción de derechos laborales (De la Garza,
2005). Durante estos gobiernos se han impulsado diferentes proyectos macroeconómicos
que buscan fortalecer el TLCAN, como lo que fuel el “Plan Puebla-Panamá”, ahora llamado
“Proyecto Mesoamérica”, ASPAN61 y el ALCA62 donde la maquila toma un papel importante
para la integración económica regional, y con la reforma a la Ley Federal del Trabajo63 se
asienta en la constitución mexicana la flexibilidad como modelo laboral.

3.5.- Un vistazo general de la maquila en el México del siglo XXI.


Desde la entrada de la maquila en México se ha acentuado la tendencia hacia la
flexibilidad, laboral y productiva, y con ella la precarización de la vida de los trabajadores.
Encontrando una industria maquiladora diversa ante sí misma, con diferentes modelos
productivos y laborales, mezclados en mayor o menor medida, diferentes niveles
tecnológicos, distribuida a lo largo y ancho del territorio nacional, que alcanza diferentes
ramas de la producción, imperante en las exportaciones e importante en el mercado
nacional.
Se plantea que existen 3 diferentes tipos de maquilas (Morales, 2000):
-Primera generación: referente a la maquila tradicional, principalmente de
confección, con altos niveles de precariedad laboral y baja inversión tecnológica.
-Segunda generación: con altos niveles de control de calidad, semi-automatizadas,
principalmente en la industria automotriz.
-Tercera generación: dedicadas al diseño, investigación y desarrollo
Así mismo hay una variedad de tamaño de la industria maquiladora que Josefina
Morales (2000) plantea como:
-Gigante o mega: entre 4,000 y 10,000 trabajadores.
-Grande: entre 1,000 y 4,000 trabajadores.
-Mediana: entre 300 y 900 trabajadores.
-Pequeña: entre 100 y 190 trabajadores.
-Micro: hasta 100 trabajadores.
Según el INEGI64 a finales de la década de 1990 había un total de 3,297 plantas
maquiladoras de exportación en México, distribuidas en los diferentes estados de la
republica (Morales, 2000), con diversidad de: relaciones laborales, normas y códigos,
formas de contratación-despido, organización del proceso de producción, división y
supervisión del proceso de trabajo; prácticas informales, culturas laborales, impacto de la
acción sindical y modelo de sindicato, que puede ser: Corporativo o tradicional; neo-

61
Alianza de Seguridad para América del Norte.
62
Área de Libre Comercio para las Américas.
63
Aprobada en septiembre-octubre del 2012.
64
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, en su conteo de 1999 sobre Estadísticas
Económicas Industria Maquiladora de Exportación.

59
corporativo, protección patronal, empresarial, “blanco”, independiente o democrático
(Ortega y Solís, 2005).
-Sindicalismo tradicional o corporativo: Es el modelo clásico del sindicalismo
mexicano, surgido a partir de los regímenes postrevolucionarios, ligados históricamente al
Estado mexicano y al PRI, inserto en la burocracia sindical oficialista, busca mantener el
control de la fuerza de trabajo y está conformado por las diferentes centrales obreras,
nacionales o regionales conocidas como “charras”: CTM, CROC y CROM, actualmente
estos sindicatos pueden actuar también como sindicatos de protección patronal (Ibíd.).
-Sindicalismo neo-corporativo o neo-charro: Este modelo de sindicato, irrumpe con
la salida de diferentes sindicatos de los órganos “charros”, en busca de incidir en las
políticas laborales y reformar el corporativismo sindical tradicional, buscando entablar
negociación política con el Estado, manteniendo o no relación con el PRI, sin romper con
las dinámicas corporativas o “charras”, con mayor o menor democratización, pero fuera de
los órganos sindicales tradicionales, es decir, fuera de las grandes centrales obreras
oficialistas, entre éstos, se puede ubicar a sindicatos que participan en la UNT65 (Ibíd.).
-Sindicalismo de Protección Patronal: órganos sindicales con una dinámica de
conciliación y no enfrentamiento; sindicalismo subordinado, que intenta mantener el control
de la fuerza de trabajo y la interlocución regional, con prácticas que buscan debilitar la
capacidad de acción obrera y sin vida sindical. Estos sindicatos pueden ser
“independientes”66, de empresa o pertenecer a alguna central sindical tradicional. Carlos
Ramos, Luis Bueno y Alejandro Castaneira (2012), en su “Índice de Contratismo de
Protección”, plantean que lo que identifica a un sindicato de protección patronal más allá
del origen histórico del órgano sindical, son sus prácticas, que se expresan e identifican en
las cláusulas del Contrato Colectivo de Trabajo del que son titulares.
-Sindicalismo “blanco”: Muchas veces se hace mención del sindicalismo “blanco”,
en paralelismo al sindicalismo de protección patronal, sin embargo, habría que hacer
mención que el sindicalismo de protección patronal, más que hacer referencia a un tipo
específico de sindicatos, hace referencia a una dinámica sindical, que puede estar inmersa
en mayor o menor medida en sindicatos empresariales, independientes o tradicionales,
este modelo fue impulsado fuertemente desde la administración de Ernesto Zedillo Ponce
de León, mientras que el origen del llamado sindicato “blanco” en México, hace referencia
a un modelo de sindicato empresarial, tipo corporativo a nivel regional, pero que puede
presentar en diferentes medidas una vida sindical y defender algunos derechos laborales
dentro de la plantas en las que tienen representación o jugar como sindicato de protección
patronal. Los sindicatos que comenzaron este modelo sindical, si bien no surgieron durante
el mandato presidencial de Vicente Fox Quezada, fue en esta administración en la que se
conformaron como un núcleo y modelo sindical, como la Federación Sindical
Independiente de Nuevo León.
-Sindicalismo democrático-independiente: más representativo, ligado a la base
trabajadora y sus reivindicaciones, dirigido a la defensa de los derechos laborales, estos
órganos sindicales son independientes de las centrales sindicales corporativas

65
Unión Nacional de Trabajadores.
66
Independientes en el sentido de no pertenecer a alguna de las centrales obreras.

60
tradicionales y establecen dinámicas de democracia sindical y con una fuerte vida sindical.
Es necesario plantear que no todos los sindicatos “independientes” son democráticos o de
base, mientras que puede haber sindicatos democráticos en mayor o menor medida,
dentro de las centrales obreras neo-corporativas y hasta en las corporativas (Ramos,
Bueno y Castaneira, 2012).
-Otras formas de acción laboral: por organismos civiles, coaliciones, etc., inmersos
en la defensa de los derechos laborales básicos, con un campo de acción más amplio que
el sindicato, pues dirigen sus esfuerzos no solo a cuestiones laborales, sino que incluyen
género, salud, ambiente, etc. (Quintero, 2000).
-Sindicalismo inexistente.
Estos modelos de sindicalismo, expresan dinámicas, prácticas, formas de acción y
orígenes históricos diferentes, y pueden encontrarse mezclados y diversificados, por
ejemplo, no todos los sindicatos independientes son por fuerza democráticos, mientras que
se pueden encontrar dentro de algunos sindicatos pertenecientes a las centrales
corporativas tradicionales, prácticas más o menos democráticas, con mayor o menor vida
sindical, mientras que puede haber sindicatos neo-corporativos, cuya diferencia con los
corporativos sólo es pertenecer o no a las centrales tradicionales, etc.
La maquila se instala en una dinámica heterogénea en todos sus sentidos, en
cuanto a los modelos de producción y organización del trabajo, que conviven y se mezclan.
De la Garza (1993 y 2005b) plantea que más que un simple modelo de producción, la
maquila es una configuración socio-técnica: tecnológica, de organización del trabajo, de
relaciones laborales, de perfil de mano de obra, de cultura de trabajo y empresarial, y que
estos factores pueden ser o no, compatibles entre sí, lo cual influye en las crisis internas,
en los conflictos, en la productividad y en cómo se conforma el modelo de producción.
Caracterizando a la maquila mexicana del siglo XXI como: principalmente dirigida a
la exportación; de capitales transnacionales; ensambladoras con tecnología intermedia; sin
investigación para su desarrollo; con un control de calidad intermedio-visual; con una
organización del trabajo principalmente con rasgos del fordismo-taylorismo mezclados con
aspectos flexibles simples del toyotismo; con sindicatos de protección, ya sean oficiales o
patronales; con una tendencia hacia la masculinización de la fuerza de trabajo; con una
fuerza de trabajo descalificada; con altas jornadas; bajos salarios; reducciones a derechos
laborales y prestaciones; lejana a lo que se plantea maquila de segunda generación; con
una disminución de las grandes maquilas; sin modernización ni automatización
generalizada. En suma dos modelos productivos: fordista-taylorista tendiente hacia la
flexibilización; toyotista precaria con rasgos fordistas. (De la Garza, 2005b).
Plantea dos grandes regiones maquiladoras:
-Norte: abarca lo que aquí mencionamos como noreste-norte-noroeste y frontera,
predominantemente no genera investigación para el desarrollo, ni diseño de productos, es
principalmente de ensamble final, con tecnología transferida y automatización parcial,
insumos predominantemente importados, con una fuerza de trabajo mitad masculina y
mitad femenina, con alta rotación entre maquilas, con un promedio de edad de 26 años.
-Centro-sureste: abarca las regiones centro-norte, occidente, centro-sur y sureste,
predominantemente se conforma con una tecnología media-baja, con un modelo fordista-
taylorista tendiente a la flexibilidad. (De la Garza, 2005c).

61
Ellas, en pie de lucha: Audiencia en la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje #7. Enero 2012.

62
IV.- TEHUACÁN. LA “CIUDAD DE INDIOS”.

“Aquí en la calle está mi lucha compadres, y es por mi raza obrera, por


aquella que no se raja ni se vende. Por eso estoy ahora aquí, porque
nadie me puede espantar, ni no podrán quitar”

*Obrera de Vaqueros Navarra, confrontando a los golpeadores de la


CROM en las afueras de la planta.

Entre Tehuacán y Ajalpán.

1.- Un vistazo sobre Puebla.


A 123 km al oriente de la capital de la república se encuentra el estado de Puebla, con
5´882,873 habitantes, de los cuales 1´055,69367 son de origen indígena concentrados
principalmente en dos regiones: Sierra norte de Puebla donde encontramos Nahuas,
Tutunakú68 y Ñhañhú69; y Sierra negra donde hallamos Nahuas, Ngi-iva70, Ñuu Dzahui71, y
Ha shuta enima72 (Serrano, 2006).
La producción industrial se concentra en la zona metropolitana de la capital del
estado y en la ciudad de Tehuacán. Esta industrialización comenzó en la segunda mitad
del siglo XIX, siendo la industria textil la predominante durante ese siglo y la primera mitad
del XX, cuando comenzó a llegar la industria metal-mecánica que generó un crecimiento
industrial hasta la década de 1980 (Martínez, Sánchez y Campos, 2005).

67
Censo de Población y Vivienda 2010, INEGI. Conteo CDI 2011.
68
Conocidos como “Totonacos”
69
Conocidos como “Otomíes”
70
Conocidos como “Popolocas”
71
Conocidos como “Mixtecos”
72
Conocidos como “Mazatecos”

63
Mapas 1 y 2: México-Puebla; y Puebla.

Mapa 1. México-Puebla. Mapa 2. Puebla.

Entre el año 1990-2001 la industria textil tiene su “boom” en el estado, se


encontraba en auge cuando vino la desaceleración económica norteamericana, que se
reflejó en la cancelación de contratos de las grandes firmas transnacionales, despidos
masivos y cierres de plantas, perdiéndose alrededor de 15,000 empleos en la industria
textil con registro en el estado, pasando de los 40,000 que reconocía en el año 2000, a
25,000 en el 2004. Con esta crisis las plantas más afectadas fueron las llamadas plantas
“grandes” que redujeron su plantilla laboral en un 50% (Martínez, Sánchez y Campos,
2005).
Es en las maquilas de exportación donde se da una mayor flexibilización en el
proceso productivo, dependiendo del tamaño.

73
Cuadro 1. Nivel de flexibilidad según tamaño de establecimiento 2004 (Porcentaje).
Pequeña Mediana. Grande Total
Nivel de Flexibilidad

Baja 25 42.9 0 100


Media 75 57.1 100 100
Total 100 100 100 100

En la organización de la producción predomina un modelo fordista-taylorista: a


base de línea de producción; fuerza de trabajo poco calificada; bajos salarios; actividades
repetitivas; tecnología no automatizada; poca intervención del trabajador en el proceso de
planeación y revisión de calidad; sin un incremento en el conocimiento del obrero sobre el
proceso productivo; tendiente a implementar una flexibilidad en las formas de contratación
y horarios de trabajo.

73
Tomado de Martínez, Sánchez y Campos, 2005, a partir de la EMIM realizada por De la Garza y su
equipo.

64
74
Cuadro 2. Modelos de organización de acuerdo al tamaño del establecimiento (Porcentaje).
Modelo de organización Pequeño Mediano Grande
Taylorista 55.6 100 75
Toyotista 44.4 0 25
Total 100 100 100

En el Censo Económico realizado en 2009 por el INEGI se arroja que en el estado


de Puebla había 235,289 trabajadores manufactureros, mientras que específicamente en
el ramo de la confección eran 43,408, divididos en unidades económicas que van desde
las familiares, hasta plantas de más de 1000 trabajadores.

Cuadro 3. Trabajadores dedicados a la manufactura en general y en específico a la del vestido en el


75
estado de Puebla según la capacidad de la unidad económica.
Número de trabajadores Manufactura en Vestido
por unidad económica general

De 0 a 10 83,627 6,396

De 11 a 50 25,157 9,699

De 51 a 100 17,340 8152

De 101 a 150 27,107 8377

De 251 a 500 23,523 5005

De 501 a 1000 24,407 4,562

Más de 1000 34,128 1,217

Total 235,289 43,408

En el mismo censo se plantea la existencia de 36,526 unidades económicas


dedicadas a la manufactura, de las cuales 3098 se dedican a la del vestido, desde
unidades familiares hasta las grandes plantas.

Cuadro 4. Unidades económicas dedicadas a la manufactura en general y a la del vestido en


76
particular en el estado de Puebla, de acuerdo a sus trabajadores.
Número de trabajadores por Unidades dedicadas a la Unidades dedicadas a la
unidad económica. manufactura. manufactura del vestido
De o a 10 34,825 2,496
De 11 a 50 1,162 410
De 51 a 100 249 116
De 101 a 250 173 55
De 251 a 500 67 14
De 501 a 1000 35 -
Más de 1000 15 -

74
Ibíd.
75
Censo Económico 2009, INEGI
76
Ibíd.

65
Total 36,526 3,098

2.- Tehuacán. La invasión de la maquila.


2.1.- La región de Tehuacán.
A 130 km al sureste de la capital del estado se encuentra la región “Valle de Tehuacán”,
está conformada por 51 municipios, el centro urbano e industrial más importante de la
región es la ciudad y municipio de Tehuacán. La ciudad está ubicada en las coordenadas
18° 28' longitud norte y 97° 24' latitud oeste, a 1640 msnm77, con una extensión de
390.46 km2. Colinda al norte con los municipios de Tepanco de López, Santiago
Miahuatlán, Vicente Guerrero y Nicolás Bravo; al este con Vicente Guerrero, San Antonio
Cañada y Ajalpan; al sur con San Gabriel Chilac, Zapotitlán, San Antonio Texcala y
Altepexi; y al oeste San Martín Atexcal, Juan N. Méndez y Tepanco de López. Está
enclavada en el Valle de Tehuacán, que surge de la unión de los valles de Tacamachalco
y de Miahuatlan (Paredes, 1977), en una región que fuera rica en manantiales.
La región fue dominada por el imperio azteca alrededor del 1450 d.C., a partir de lo
cual se establecen poblaciones de origen Nahua para dominar a la población originaria,
antecesores de los actuales Ngi-iva hasta 1521, cuando el imperio azteca fue derrotado y
la región fue dominada por los españoles, con lo que comenzaron a asentarse órdenes
religiosas y se fundaron las principales haciendas de la región. En 1660 adquiere el título
de ciudad, que fue comprado por los indígenas a la corona española, por lo que adquirió
el nombre de “Tehuacán. Ciudad de indios” (Paredes, 1977).

Mapas 3 y 4: Puebla-Tehuacán; y Región Tehuacán

Mapa 3. Puebla-Tehuacán. Mapa 4. Región Tehuacán.

A lo largo del siglo XIX Tehuacán adquirió importancia local y fue escenario de
enfrentamientos durante la guerra de independencia y durante la guerra de reforma
(Paredes, 1977), sin embargo su desarrollo y crecimiento más importante como ciudad se
registra hasta mediados del siglo XX.

77
Censo de Población y Vivienda 2010, INEGI.

66
2.2.- La ciudad y la industria.
En 1953 comenzó a crecer, en un periodo de alrededor de 20 años duplicó su extensión y
población con la industria refresquera que atrajo mano de obra migrante de la región,
durante este periodo se extendió la industrialización a producción de alimento para aves y
ganado. Durante la década de 1970 comienza a llegar la industria textil, sin embargo su
crecimiento fue lento y marginal hasta la década de 1980 cuando comenzó a llegar la
industria maquiladora que creció exponencialmente durante la década de 1990.
Mapa 5: La maquila en la región de Tehuacán.

Entre 1980 y 1993 la ciudad de Tehuacán registra otra ola de crecimiento,


absorbiendo a las poblaciones aledañas, originada por la migración que llega en busca de
trabajo, esto se incrementó con la llegada masiva de la industria maquiladora durante la
década de 1990. Tehuacán es la segunda ciudad en importancia en el estado después de
la capital con 274,906 habitantes, de los cuales 129,484 son hombres y 145,422 mujeres.
El 28% de la población de Tehuacán se encuentran entre los 15 y los 30 años de edad78.

Cuadro 5. La población de Tehuacán de acuerdo a edad.


Entre 0 y 14 años 85,288
Entre 15 y 29 años 78,105
Entre 30 y 44 años 57,963
Entre 45 y 59 años 32,709
Más de 60 años 17,958

En Tehuacán hay alrededor de 42,587 habitantes de origen indígena que


representan alrededor del 15% del total de la población del municipio, de los cuales
22,24879 hablan su lengua materna. Los pueblos indígenas presentes en la región son:
Nahuas, Ngi-iva, Ñuu Dzahui, Ha shuta enima, esta población es nativa de la región y
migrante de regiones cercanas de la sierra negra, la mazateca y mixteca (Serrano, 2002),
que llegan a la ciudad atraídos por el empleo ofrecido en la maquila y el comercio.

78
Censo de Población y Vivienda 2010, INEGI
79
Ibíd.

67
En el municipio hay 97 escuelas de nivel preescolar, 91 primarias, 11 primarias
indígenas, 21 secundarias, 13 telesecundarias, 16 preparatorias, 13 de educación
técnica, 12 de nivel superior y 12 de capacitación laboral80, de igual manera cuenta 13
instituciones de salud, principalmente operadas por la Secretaria de Salud, IMSS-
Oportunidades, Seguro Popular y tres de ellas operadas por el IMSS81, ISSSTE82, e
ISSSTEP83, en promedio el 70% de su población tiene acceso a servicios básicos como
luz, agua, drenaje, etc.84
La región cuenta con diversas carreteras que la comunican con la capital del
estado, así como con Veracruz y Oaxaca, existen tres rutas de ferrocarril de carga y un
pequeño aeropuerto militar. Cuenta con servicio de autobuses que dan servicio hacia la
capital del estado, la ciudad de México, Veracruz, Tabasco y Oaxaca, y con diversas
líneas foráneas que transitan entre las poblaciones cercanas y sus colonias internas.
En la región se llevan a cabo actividades agrícolas, principalmente cultivo de
alfalfa, avena, chile, frijol, maíz, pastos, sorgo y tomate, en terrenos de temporal y de
riego85, de las actividades económicas en la región, la principal corresponde a la
manufacturera, especialmente la maquila de la confección, predominantemente de
mezclilla, seguida actividades comerciales, de la construcción y otras.
El INEGI estima que en 2010 la PEA86 mayor de 12 años de Tehuacán oscilaba
alrededor de los 117,434 personas, de los cuales alrededor de 43,335 están dados de alta
ante el IMSS, en el año 2000 cuando se da la última cifra oficial del INEGI respecto a
trabajadores de maquila se estimaba que había 35,287 trabajadores de manufactura, de
los cuales alrededor de 20,595 estaban dados de alta ante el IMSS, y alrededor de 4,428
eran de origen indígena87.

3.- Atravesado por la maquila.


3.1.- La maquila.
La industria textil llega a la región en la década de 1970, ligada a capitales españoles y
libaneses, aglutinados en tres principales grupos industriales, y adquiere importancia
durante la década de 1980 cuando comienzan a implementar modelos maquiladores, sin
embargo su invasión masiva se da hasta la década de 1990 y tiene su “boom” hasta el
año 2001. Los capitales transnacionales llegaron a manufacturar con los grandes
consorcios maquileros de la ciudad: Grupo Navarra; AZT Inernational; y Tarrant Apparel
Group (TAG-MEX) (Barrios y Santiago, 2004).

80
2009. Enciclopedia de los Municipios de México, Instituto Nacional para el Federalismo y el
Desarrollo Municipal, Gobierno del Estado de Puebla, Puebla.
81
Instituto Mexicano del Seguro Social
82
Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado
83
Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado de Puebla
84
2009. Enciclopedia de los Municipios de México, Instituto Nacional para el Federalismo y el
Desarrollo Municipal, Gobierno del Estado de Puebla, Puebla.
85
Censo Económico 2009, INEGI.
86
Población Económicamente Activa
87
Series Nacionales, INEGI.

68
“Acá ya había una tradición de costura de camisa, de ropa interior, eso hace unos 30
años, pero a partir de los 90s, con el boom de la maquila, crece mucho, pero sin monitoreo
ni regulación (…) aún ahorita viene la gente de Oaxaca, de Teotitlán, de los pueblos de la
sierra, de Zoquitlán, y pues en sus buenos tiempos, allá por el 99 entre 1999 y 2003, 2004,
pues venia mucha gente, de Puebla, de Veracruz, de Oaxaca, sigue llegando, pero ya no
en las mismas proporciones que antes” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor
de derechos humanos y laborales, Tehuacán, enero 2012).

Esta industria se volvió la principal fuente de empleo en Tehuacán, atrayendo a


migrantes internos88 en busca de trabajo. Con su crecimiento se diversificaron los
capitales y las marcas a las que suministra, desde las principales marcas de mezclilla
trasnacionales, hasta los mercados piratas, se diversificaron las plantas maquiladoras
entre gigantes, grandes, medianas, pequeñas y talleres de traspatio (Barrios y Santiago,
2004).

Mapa 6: Principales poblaciones aledañas a Tehuacán con presencia de maquilas.

Principales poblaciones con presencia de maquilas en los alrededores de Tehuacán: Tehuacán y sus
juntas auxiliares, Altepexí, Ajalpán, San Gabriel Chilac, Santiago Miahuatlán, Magdalena Cuayucatepec.

Con la desaceleración de la economía estadounidense en el 2001, este proceso


de crecimiento comenzó a tener importantes tropiezos que ocasionaron el cierre masivo
de fábricas y la reducción de las pantas laborales, dejando sin empleo a alrededor de
20,000 trabajadoras. La Comisión89 de Derechos Humanos y Laborales del Valle de
Tehuacán90, calcula que en 2003 existían alrededor de 700 plantas maquiladoras, con y
sin registro (Barrios y Santiago, 2004).

“La bronca comenzó cuando por ahí del 2002-2003, por un lado viene la crisis, que hace
que las maquilas comiencen a recortar prestaciones y derechos, cierres patronales,
despidos y de la mano de eso pues se viene la ola de reclamos obreros, los primeros
intentos de romper con los sindicatos charros, las primeras luchas independientes pues,

88
Por migrantes internos me refiero a migración local, de la región.
89
A partir de aquí, a este organismo de defensa de derechos humanos y laborales nos referiremos
como “la Comisión” o CDHLVT
90
Organismo encargado de la defensa de derechos humanos y laborales en la región, que ha sido
participe de los principales movimientos obreros que han existido, proporcionando asesoría legal y laboral a
la población obrera.

69
que comenzaron por el 2002, y se extienden hasta 2007 cuando Navarra, que fue el
movimiento más fuerte, después de eso, ya en 2007, pues muchas maquilas cierran, así
masivamente, otras cierran por un tiempo y reabren, pero ya con peores condiciones,
salarios más bajos, y muchas lo que hicieron fue hacerse clandestinas, por un lado
muchas cierran, por otro las que no cierran reducen sus trabajadores, y las otras se hacen
clandestinas” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos humanos y
laborales, Tehuacán, julio 2012).

Por la movilidad de la maquiladora y la utilización de talleres de traspatio, plantas


clandestinas y trabajo a domicilio se hace difícil contabilizarla, entre el 2002 y el 2003
operaban con registro alrededor de 250 plantas y empleaba a alrededor de 45,000
personas, según declaraciones de la Presidenta de la Cámara Nacional de la Industria del
Vestido de Tehuacán, mientras que el resto lo hacía clandestinamente (Barrios y
Santiago, 2004).

Mapa 7: La dispersión de la maquila en la ciudad de Tehuacán. 91

La maquila se organizó en diferentes grupos, según su tamaño, el primero es el de


los grandes consorcios: Grupo Navarra, AZT Inernational, Tarrant Apparel Group (TAG-
MEX); seguido por las empresas medianas, que son independientes de los anteriores
pero les maquilan pedidos; y por último se encuentra la empresa pequeña y clandestina,
la más extendida en la región, es la más móvil y difícil de contabilizar, opera en talleres
clandestinos, bodegas, casa habitación y ocupa el trabajo a domicilio (Barrios y Santiago,
2004).

“La industria textil empezó aquí a finales de los 60s, yo creo que los primeros registros (…)
fueron de familias de origen libanés y español (…) los pioneros son los Milken, la familia

91
Ésta es una aproximación de la dispersión de la maquila en la ciudad, a partir de mis propios
recorridos por la ciudad, y de pláticas con las obreras.

70
Hadad, y Hadad Junes, son tres clanes de la familia Hadad, de los tres hermanos
libaneses grandes (…) ellos eran la contraparte de Nacif aquí en Tehuacán, y crean una
alianza con Nacif a finales de los 90, es lo que trajo aquí a Tarrant Apparel, que era la
competencia de Grupo Navarra, los pioneros también son familias de origen español, los
de Grupo Navarra (…) el conglomerado de Navarra que eran más de diez maquiladoras y
lavanderías, que en su momento cumbre pudo contratar a casi treinta mil personas, es así,
choncho (…) ya no es lo que era, realmente era algo enorme, maquiladoras que tenían
más gente que los pueblos de origen de dónde venían los obreros” (Martín Barrios,
defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

De igual manera se organizó en tres modelos de producción: línea de producción;


producción modular; y trabajo a domicilio (Barrios y Santiago, 2004).
-Línea de producción: Este modelo es el predominante en las diferentes plantas
maquiladoras, donde cada trabajador realiza una tarea específica y se le paga por tarea
realizada a la semana, con cuotas de producción que cada trabajador tiene que cubrir, a
partir de la cual se establece la duración de la jornada, que por lo general es de 10 a 12
horas al día.
-Producción modular: Se llegó a encontrar marginalmente en la maquila “gigante” y
“grande”. En éste se forman equipos de trabajadores que compiten con otros grupos, el
pago se da a partir de la producción del grupo, los miembros son movidos regularmente
de uno a otro módulo para impedir que generen lazos y diversificar sus habilidades.
-Producción a domicilio: Donde se llevan a cabo detalles y acabados de la
producción para las empresas medianas y grandes, es común que varios miembros de la
familia trabajen para lograr la producción.

3.2.- Hay de maquilas a maquilas.


Esta industria en Tehuacán se podría encuadrar de manera general en lo que Josefina
Morales (2000) caracteriza como “Maquila de Primera Generación” y en menor medida en
las “Maquilas de Segunda Generación”92, esta última, sobre todo en lo que fueran las
relacionadas a los grandes consorcios maquiladores93.
Josefina Morales (2000) caracteriza de manera general a la maquila según su
tamaño y número de trabajadores:
-Mega o gigante: entre 4,000 y 10,000.
-Grande: entre 1,000 y 4,000.
-Mediana: entre 300 y 900.
-Pequeña: entre 100 y 200.
Micro: hasta 100 trabajadores.
Esta caracterización general de la maquila se pudo aplicar en Tehuacán
principalmente entre 1995 y 2002 con algunas variaciones, sin embargo entre los años

92
La maquila de “Primera generación” hace referencia a la maquila tradicional, principalmente del
ramo textil, con altos niveles de precariedad laboral y baja inversión tecnológica cercana a un modelo
fordista-taylorista precarizado, mientras que la de “Segunda generación” hace referencia a una maquila
semi-automatizada y con altos controles de calidad, cercana al modelo toyotista.
93
“Grupo Navarra”, “AZT International” y “Terral Apparel Group” (TAG-MEX).

71
2003-2007 la conformación de la maquila en la región se modificó y diversificó sus
tamaños y formas de operar.

“Las más grandotas están en Cuayucan, en su momento tenían como 10,000 trabajadores
ahí, en las de los Fernández, ahorita han de ser como 2,000, y esa es la más grande que
hay ahorita (…) las grandotototas, por Cuayucan, que son las que eran conocidas como
las Megamaquilas, pero esas eran de 10,000 obreros, ese tipo estaban en las orillas, o en
municipios cercanos, pero ya no son tan grandes como antes” (Reyna Ramírez Sánchez,
30 años, defensora de derechos humanos y laborales, Tehuacán, agosto 2012).

La caracterización de la maquila en Tehuacán se puede entender de diferente


manera, según su tamaño y número de trabajadoras, en diferentes periodos94:

Cuadro 6. Tamaño de la maquila en Tehuacán antes de la crisis maquiladora y actualmente, según el


número de trabajadoras empleadas.
Tamaño Caracterización general de En Tehuacán antes del En Tehuacán
la maquila 2007 actualmente
Mega o gigante Entre 4,000 y 10,000 Hasta 10,000 Hasta 3,000
Grande Entre 1,000 y 4,000 Entre 600 y 2,000 Entre 300 y 700
Mediana Entre 300 y 900 Entre 200 y 500 Entre 100 y 300
Pequeña Entre 100 y 200 Entre 100 y 200 Entre 50 y 100
Micro Hasta 100 Hasta 100 Entre 5 y 20

“No, ahora ya son más chicas, antes eran enormes las maquilas, ahora, las más grandes
andarán por ahí de los 2,000 obreros, esas eran las que eran las megas, las que eran las
grandes ahora tienen como 500, las medianas como hasta 200, la pequeña como 50 o 70,
y luego el trabajo a domicilio que son luego 5, 10 personas, y en los talleres clandestinos
que trabajan como 20 personas, así se hicieron chiquitas, siguen teniendo las plantas para
contratar a la misma gente, pero no la contratan, contratan poquitas, tienen líneas
paradas, pisos completos cerrados, ya solo trabajan poquitos, pero eso sí, viera que nos
piden que trabajemos como si fuéramos los de antes” (“Ángeles”, 48 años, obrera de
maquila, Ajalpán, diciembre 2011).

Las que se conocieran como “mega” o “gigantes” son las que se pueden encontrar
en las orillas de la ciudad, en las colonias limítrofes, en las juntas auxiliares y localidades
del municipio como San Lorenzo, Santa María Coapan, Magdalena Cuayucatepec y en
municipios aledaños como Ajalpán o Altepexi.
Pueden abarcar cuadras enteras, con varias alas industriales divididas entre sí,
cada división de alrededor de 20m o 30m de ancho, por un largo de entre 70-100m o más,
a la orilla de las carreteras, en las afueras de las poblaciones, con un perímetro a veces
marcado por una malla ciclónica. Algunas cuentan con un edificio de oficinas que se
levanta junto a ellas, con techos de lámina a dos aguas, pintadas por lo general de
blanco, con franjas de colores azules o verdes, grandes portones con señalizaciones de
seguridad que indican “salida de emergencia” y “punto de reunión”.

94
A partir de entrevistas realizada entre obreras, así como con defensores de derechos laborales.

72
En algunas se encuentran afuera de la planta hileras de tubos soldados que sirven
para que las trabajadoras enganchen sus bicicletas. Otras tienen las oficinas adentro, en
un segundo nivel, con sus escaleras y pisos de lámina, donde se realizan las labores
administrativas, desde donde el patrón o el gerente pueden mirar todos los rincones de su
planta.

“Abajo están puras maquinas, los baños y el garrafón, entras y a mano derecha están
unas escaleras de caracol, que suben a las oficinas, ahí tiene su oficina el patrón, el
gerente, el contador, la secretaria, el personal administrativo pues, desde ahí nos miran,
sobre todo el gerente, bueno y el patrón cuando esta, pero luego ni esta, así que es más
bien el gerente, que se para ahí en el barandal, namas mirándonos y mirándonos el canijo,
yo creo que se siente como rey de esos de las películas, que miran a sus esclavos desde
lo alto de su palacio” (Miguel Ángel Hernández, 36 años, obrero de maquila, Tehuacán,
diciembre 2012).

La maquila grande es posible encontrarla adentro, a las orillas de la ciudad y en


las juntas auxiliares y municipios aledaños, rodeadas de casas y unidades habitacionales,
naves industriales que asaltan la vista y el paisaje sobre las casas que se levantan a su
alrededor. Otras son edificios de dos o tres pisos, donde en cada piso es una línea de
producción, suele ocurrir que éstas cuenten con pisos desocupados, donde las maquinas
esperan embolsadas.

“Las grandes son luego así, como en edificios, si hay las que son en fábricas fábricas, solo
que más chicas que las grandotas, ahorita están trabajando en esas por ahí de 500
personas, pero tienen mucho espacio o maquinas sin usar, porque son las que antes
empleaban hasta 1,000 o más trabajadores o son como le decía, como en la que estoy yo,
es un edificio de tres pisos, cada piso es una línea, pero igual, por ejemplo donde estoy,
solo tienen habilitada una línea” (“Josefina”, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán,
agosto 2012).

La maquila mediana se encuentra dispersa, es posible encontrarla en las


poblaciones y municipios aledaños, intercalada en zonas habitacionales, colonias y
pueblos. Suelen ser pequeñas bodegas de unos 10 o 15 metros de ancho por unos 30 de
largo, techadas con láminas, este tipo de maquila es el más extendido, se identifican por
tener cartelones o lonas en las puertas solicitando trabajadores, sin que muchas tenga
rótulos indicando el nombre de la empresa, sin señalizaciones de seguridad, muchas de
éstas trabajan en la semi-clandestinidad, pues no están dadas de alta ante las
autoridades, ni en los registros públicos.

“Esas medianas hay muchas, muchas por acá, en todas partes, creo que no hay colonia
que no tenga sus maquilas de este tipo, están en todas partes, y nosotros las conocemos
por quien es el patrón, ósea que ni sabemos luego el nombre de la empresa, y como nos
pagan en sobre, pues ni talón de pago nos dan, solo nuestro sobre amarillo con nuestro
dinero y un papel que dice cuanto se nos descuenta” (José Juárez, 34 años, obrero de
maquila, Tehuacán, enero 2012).

73
La maquila pequeña son pequeñas bodegas, casas adecuadas, que por fuera
parecen simples bodegas, o casas con zaguanes por donde entran las trabajadoras, sin
mayor identificación visible, salvo los anuncios en cartulinas solicitando trabajadoras.
Éstas suelen operar sin permiso ni registro, dispersas y camufladas entre las casas
vecinas.

“Las chiquitas que les decimos, son esas que parecen casas, o luego bodeguitas, pero
que son maquilas pues, terrenos donde entras por el zaguán y esta techado por laminas, y
ya, un bañito, un cuartito como oficina y así pues, como si fueran casas, tú las ves desde
fuera y no imaginas que son maquilas, pero lo son, ahora se podría decir que muchas que
eran de las medianas se hicieron chiquitas, porque emplean a menos gente, pero otras
pues son de por si chiquitas, bodeguitas, casas, bueno terrenos que desde fuera parecen
casas” (María, Tehuacán, 29 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Por último tenemos la maquila de traspatio y el trabajo a domicilio, en la primera de


estas modalidades son pequeños talleres en casas habitación donde se ponen unas
pocas maquinas, entre 10 y 15, para que trabajen alrededor de 20 obreras. Estas
maquilas son controladas por un encargado y no se acostumbra tener contratos, ni razón
social. El trabajo a domicilio es donde la gente se emplea desde sus propias casas, en
esta modalidad trabajan miembros de una misma familia o vecinos, es en estas maquilas
donde el patrón es como “fantasma”, pues muchas veces no se sabe para quién se está
trabajando y sólo se tiene contacto con el repartidor de la prenda.

“También está la gente que trabaja en su propia casa, ahí pasa una camioneta a repartir y
recoger la prenda, se para en una esquina y ahí espera a la gente, o hay una casa donde
la gente lleva y recoge su prenda, y ahí mismo les pagan, en esas ni se sabe quién es el
patrón, porque esas como que no existen (…) son como patrones fantasmas” (María, 29
años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

3.3.- Las trabajadoras: su origen, composición y condiciones.


La maquila atrae a trabajadoras de la región y de poblaciones en el estado de Oaxaca,
muchas provienen de comunidades indígenas que se han ido asentando en Tehuacán y
sus alrededores a lo largo de las últimas décadas, muchas veces rompiendo la relación
con sus comunidades, generando el abandono de las comunidades, así como la pérdida
del uso de sus propias lenguas y la transformación y el abandono de prácticas y
concepciones culturales.
De manera general podemos caracterizar la fuerza de trabajo de la maquila y su
diversidad de la siguiente manera:
-Género: 60% de mujeres y 40% de hombres
-Edad: Inicio de la vida laboral entre los diez y los 15 años, el grueso de ellas
oscila en edades entre los 16 y 40.
-Origen: Población nacida en la ciudad de Tehuacán; población originaria de
poblaciones y municipios aledaños; población originaria de Oaxaca y Veracruz.
-Étnica-cultural: Población de origen Nahua; Ngi-iva; Ñuu Dzahui; Ha shuta enima;
y población mestiza.

74
-Antigüedad de la fuerza de trabajo: Trabajadoras que no logran mantenerse en
una misma maquila por periodos de más de seis meses; trabajadoras que se mantienen el
puesto de trabajo alrededor de cinco años; trabajadoras que pueden mantenerse en una
misma planta por hasta 20 años
-Puestos: Trabajadoras operarias, que son aquellas que operan una maquina;
manuales, quienes realizan diferentes actividades donde no media una máquina.
-Salarios promedio semanales (pesos): entre los $400 y $500 para las
trabajadoras manuales; entre $800 y $1000 para las operarias; entre $280 y $400 en el
trabajo a domicilio
Las condiciones laborales actualmente se caracterizan por: contratos a corto
plazo, por lote o sin contrato; constantes multas; sin pago de horas extra y días feriados;
jornadas de trabajo de 11 a 13 horas al día, que se pueden extender a toda la noche
cuando la producción requerida lo necesite; salario por producción; sin acceso a
seguridad social95; con constantes problemas de salud originados por las largas jornadas,
las actividades repetitivas y los largos periodos en una misma posición, así como al
exponerse a los procesos de tratado de la mezclilla; acoso sexual contra las mujeres;
constantes humillaciones e insultos; despidos injustificados; descansos obligados;
rotación de puestos y plantas; crecimiento del trabajo infantil; nula protección laboral de
los sindicatos, predominantemente de la FROC-CROC96 o sin presencia sindical
(Santiago, 2010).
La precariedad laboral se incrementa en medida en que se recorta el personal,
pues si bien han cerrado plantas, muchas han adoptado la dinámica de diluirse en la
maquila clandestina, de traspatio y se ha incrementado el recorte de personal. A partir del
2001 se dan importantes reducciones de puestos de trabajo y de plantas maquiladoras,
cierres y despidos masivos, y el traslado de la maquila formal hacia la clandestina.
Rodrigo Santiago (2010) plantea en su informe que en 2001 esta industria empleaba
alrededor de 70,000 trabajadoras; en 2002-2003 se redujo a alrededor de 45,000; en 2010
calcula que en las maquilas están trabajado alrededor de 38,000, de las cuales alrededor
de 20,000 trabajan en la maquila formal y 18,000 en los talleres clandestinos, de traspatio
y en sus domicilios, esta situación hace difícil la tarea de tener certeza de cuantas
personas están empleadas en esta industria.

“Ahora, ya no son tan grandes, se hicieron más pequeñas, y ya no hay tantas de forma
legal, pero sigue siendo la principal fuente de trabajo acá, y sigue llegando gente de la
sierra a buscar trabajo, de Oaxaca, llegan de la Mazateca, y de la Mixteca, y Nahuas de la
sierra, de acá de por Zoquitlán y otros pueblos” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años,
defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, enero, 2012).

95
Rodrigo Santiago (2010) en su informe, comunica que en el 2010 ante el IMSS estaban dadas de
alta sólo 8,200 obreras de maquila.
96
Federación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (FROC), que forma parte de la
Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), central sindical de filiación PRIista
predominante en Tehuacán y en la industria textil.

75
Los grandes consorcios maquiladores siguen operando, aunque de manera
desdibujada97, a partir del 2001 con la desaceleración económica y los movimientos
obreros que se levantaron entre 2002 y 2008, fueron cerrando sus puertas, como el caso
de Tarrant Apparel Group, otros como Grupo Navarra cerro sus maquilas de manera
temporal para reabrirlas posteriormente con otros nombres.
La dinámica en los últimos años, los cierres patronales, los despidos masivos, el
aumento en la competencia por el puesto de trabajo, el incremento de la maquila
clandestina, las listas negras, la dificultad para poder mantener el trabajo, la amenaza de
ser señalado, la cada vez más difícil situación económica, los escarnios a anteriores
movimientos y reclamos laborales, dificultan que las obreras entablen procesos de lucha
con el fin de mantener el trabajo (Santiago, 2010).

4.- Un vistazo sobre los enojos de las obreras y los movimientos en las fábricas98.
A partir del 2001 muchas maquilas comenzaron a disminuir salarios, prestaciones, a
despedir personal, despertando diversos descontentos que comenzaron a “alborotar” las
fábricas, en una dinámica principalmente defensiva, peleando por liquidaciones y los
últimos reductos de derechos laborales básicos.
Estos movimientos y reclamos han sido impulsados y asesorados por organismos
no gubernamentales dedicados a la difusión y defensa de los derechos humanos y
laborales, como la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán
(CDHLVT) y el Colectivo de Obreras Insumisas (COBI)99, con asesoría y apoyo del Frente
Autentico del Trabajo (FAT), la Red de Solidaridad de la Maquila (RSM-Canadá) y otras
organizaciones no gubernamentales como SEMILLAS AC, ADECO AC, la Red de
Derechos Humanos Todos los Derechos para Todos.
Estos reclamos han sido diversos, se pueden dar de manera individual, intentos de
pelear los derechos laborales, muchas veces mitigados por la desesperación, el desgaste,
la falta de organismos independientes o de capacidad de los existentes para cubrir dichos
reclamos. Es común encontrar a obreras en la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje
#7100, haciendo sus reclamos por despidos, descuentos injustificados, liquidaciones, falta
de seguro social, retención de pagos, aguinaldos, prestaciones laborales, etc.

97
En entrevistas con los defensores de derechos humanos y laborales hacen referencia que algunos
de estos, como Grupo Navarra nunca existieron formalmente en registros públicos.
98
Este apartado es escrito a partir de diversas entrevistas y pláticas informales con defensores de
derechos humanos y laborales en Tehuacán, de la Comisión y del Colectivo.
99
Este organismo promotor de los derechos humanos y laborales surge en 2009, a partir de la salida
de sus integrantes de la CDHLVT. A partir de aquí cuando nos refiramos al Colectivo Obreras Insumisas lo
haremos como COBI o el Colectivo.
100
Antes del 2005 no existía una representación de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de
Puebla, el incremento de los reclamos obreros y los diferentes movimientos que irrumpieron entre el 2002 y
el 2005 lograron que se estableciera la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje #7. A partir de aquí cuando
nos refiramos a este organismo lo haremos como JECA o la Junta.

76
Muchos pronto se mitigan ante la necesidad de encontrar un trabajo, la amenaza
patronal de “boletinar” al trabajador en las llamadas “listas negras”101, la falta de una
cultura de defensa de los derechos laborales, desconocimiento de los mismos, así como
por la lentitud con la que la Junta opera cuando se trata de defender a las trabajadores, y
la complicidad de los sindicatos102 con la patronal.
Sin embargo los reclamos siguen estando presentes ante la propia dinámica de la
maquila y los constantes abusos y violaciones a los derechos laborales y humanos de las
trabajadoras, haciéndolas levantarse de manera individual o colectiva. A partir
principalmente del año 2001 los reclamos y descontentos de las obreras fueron
escalando, al punto de gestar importantes movimientos obreros en la región y un sin
número de reclamos individuales o colectivos de menor envergadura.

4.1.- Lo impulsores de los derechos humanos y laborales.


4.1.1.- Bajando del monte hacia la ciudad. La Comisión.
La Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán tiene su
antecedente en una organización civil integrada por colectivos de jóvenes, grupos
eclesiales de base y profesores del ala democrática del magisterio que se conforma en
1995, enfocada a trabajar con comunidades indígenas, difundiendo y defendiendo los
derechos colectivos de estas comunidades y los derechos humanos en la ciudad, entre
jóvenes y trabajadoras sexuales, influidos por la irrupción del Ejercito Zapatista de
Liberación Nacional.

Del calzón de manta a los blue jeans.


Portada del informe de la CDHLVT.

Conforme la maquila inunda Tehuacán, la realidad de la región se ve trastocada, el


crecimiento de este sector fue atrayendo a hombres y mujeres hacia las fábricas y
talleres, fortaleciendo el abandono del campo y de las comunidades indígenas. Por miles
llegaron obreras indígenas y no indígenas provenientes de comunidades de Tehuacán,
municipios cercanos, y de los estados de Veracruz y Oaxaca.

101
Las listas negras son un instrumento informal utilizado por los patrones y sindicatos para que el
trabajador no encuentre trabajo en otras plantas.
102
FROC-CROC, CROM o CTM

77
Un grupo jóvenes de aquella primera asociación camino la sierra, andando por las
comunidades, percatándose de la ausencia de jóvenes, lo que les llevo a seguir sus
pasos, intentando encontrar el motivo del abandono de las comunidades, hasta
encontrarlos en las maquiladoras, lo que los llevo a mirar el panorama laboral en la
región, chocando con la inmensidad de la maquila.

“Nosotros queríamos trabajar en las comunidades indígenas, teníamos el patín de los


derechos indígenas, el EZ, los acuerdos de San Andrés, el CNI, y eso, pero queríamos
trabajar con jóvenes indígenas, pero en las comunidades no había jóvenes, comenzamos
a buscar que estaba pasando, y fue como llegamos a la maquila, ahí estaba los jóvenes
indígenas” (Martín Barrios, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio
2011).

Esto llevo a que en el 2002 fundaran la Comisión, dirigiendo su trabajo al campo


laboral, en especial en las maquilas, siendo durante mucho tiempo el único organismo de
defensa de derechos laborales en la región. Este organismo ha acompañado las
principales luchas obreras en la maquila en la primera década del siglo XXI, por lo que su
historia se relaciona con los principales movimientos de resistencia obrera en la maquila.

4.1.2.- Mujeres indígenas, obreras e insumisas. El Colectivo.


La Comisión fue el primer organismo defensor de los derechos laborales frente al
monstruo de la maquila, ahí las obreras fueron tomando talleres, participando en
movimientos cuando no encontraron otra posibilidad más que alzar la voz en contra de las
condiciones a las que son sometidas en las fábricas y talleres. Los primeros movimientos
obreros independientes surgen de la mano de la Comisión, obreras se acercan a este
organismo, comienzan a trabajar de cerca con ellos, ahí se forman pequeños grupos de
obreras que se vuelven promotoras de los derechos laborales, que se mezclan con otras
obreras y sus descontentos, se forman en la Comisión, de ella abrevan y se hacen de
herramientas y conocimientos.

“Nosotras, yo aprendí y me forme en la Comisión, ahí empecé, de esos chavos yo salí de


lo que era y comencé a conocer, a informarme, con ellos aprendí, trabaje, me forme, y
aunque no termine bien con la Comisión, debo de reconocer que la Comisión me formó,
me dio las herramientas para ser quien soy, de ellos aprendía a luchar y como luchar”
(Reyna Ramírez Sánchez, 30 años, defensora de derechos humanos y laborales,
Tehuacán, agosto 2012).

78
Obreras Insumisas.
Fotografía original: Rodrigo Santiago Hernández.

Un pequeño grupo que vino trabajando con la Comisión hasta el 2008, después de
diferencias internas, decide caminar aparte, Rodrigo Santiago Hernández, cofundador de
la Comisión y Reyna Ramírez, quien se acercó a la Comisión a partir del movimiento
obrero en Tarrant, junto a un grupo de obreras con las que se habían relacionado a partir
de luchas en las maquilas, conforman el Colectivo Obreras Insumisas.

“Nosotros veíamos que era ya muy difícil enfrentarse a los patrones, que teníamos que
tener otra estrategia, otra propuesta, más allá de formar sindicatos y luchas frontales,
entonces por el COBI, se enfocó más en difundir la propuesta de hacer cooperativas
obreras, así como trabajar cuestiones de salud, de violencia y esas cosas” (Rodrigo
Santiago, 36 años, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, agosto 2012).

El Colectivo surge en el año 2009, dedicado a trabajar cuestiones de violencia,


género y salud entre la población obrera, difusión de conflictos sociales a nivel nacional,
organizando talleres sobre derechos humanos y laborales, capacitación en lecto-escritura,
computación, organización e impulsando la propuesta de cooperativas de trabajadoras,
trabajando preferentemente con jóvenes mujeres indígenas. Sus integrantes han estado
presentes en los diferentes movimientos y en diversas demandas laborales, ya sea desde
su condición de obreras, como parte de la Comisión o ya conformados como Colectivo.

5.- Los principales movimientos obreros.103


5.1.- Las primeras semillas (2002-2003).
Entre los principales movimientos está el de las maquilas de Tarrant Apparel Group, entre
el 2002-2003, por lograr una coalición independiente de trabajadores en alianza con el
Frente Autentico del Trabajo. Este conflicto inició ante los recortes laborales y el actuar
proteccionista por parte del sindicato de la FROC-CROC, lo que generó el enojo de las
obreras.

103
Este apartado también es escrito a partir de entrevistas y pláticas informales con defensores de
derechos humanos y laborales, así como con obreras participantes en movimientos laborales.

79
“Enseguida nos tocó el conflicto de Tarrant (…) fue la primera vez que nos tocó, se hizo
una alianza con el FAT, cuando la empresa detecto que se estaba moviendo un sindicato
en la sombra para sacar a la CROC (…) anunciaron que venían recortes, y se aceleró
porque apareció la lucha” (Martín Barrios, defensor de derechos humanos y laborales,
Tehuacán, julio 2011).

Movilización de trabajadores y trabajadoras de Tarrant Apparel Group.


Fotografía original: Tomada del portal electrónico de la Red de Solidaridad de la Maquila.

Comenzó la lucha por organizar un sindicato independiente, afiliándose al


Sindicato Industrial de Trabajadores Textiles Similares y Conexos "Belisario Domínguez”
del FAT. La patronal comenzó una serie de amenazas contra los trabajadores
organizados, una campaña contra el sindicato independiente y despidos de los que
estaban impulsando la organización. La FROC-CROC se vio rebasada por los
trabajadores, las asambleas llamadas por este organismo fueron tomadas por los
trabajadores.

“Nosotros promovimos junto con los obreros la conformación de una Coalición


constitucional en vista de que no podíamos conformar un sindicato en ese momento (…)
entonces se hace la coalición, buscamos en un primer momento que se pudiera llegar a
cambiar el sindicato y pelear el contrato colectivo (…) era la primera vez que se luchaba
independientemente (…) como que no pudo ir más allá, no dio tiempo, era la primera vez,
el FAT vino muy dispuesto, y le entramos, empezamos a hacer la afiliación sindical,
nosotros dijimos, no tiene caso luchar por un sindicato propio en Tarrant por que
tendríamos que pedir primero un registro, dijimos “hay que brincarnos eso”, hay que hacer
una alianza con alguien que tenga ya un registro y entonces vino esta alianza con el FAT,
y pues fue con el Sindicato Belisario Domínguez, pero ya no dio tiempo, ni siquiera a
presentar la demanda de titularidad, porque la empresa se las olió” (Martín Barrios,
defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

Generalmente los movimientos eran controlados por los sindicatos, éste fue el
primero donde los trabajadores rebasaron al sindicato, marcando un actuar
independiente. Durante el conflicto lo obreros presionaron a las autoridades para que

80
actuaran ante los despidos y represalias patronales, haciendo plantones ante el
gobernador y la Junta de Conciliación en la ciudad de Puebla104.
En este movimiento participaron alrededor de 1000-1500 trabajadoras, lo que
origino que la patronal decidiera fortalecer los despidos, anunciando el cierre para evitar
que entrara un sindicato independiente. Ante esto, la coalición realizó acciones para que
la empresa anunciara públicamente si cerraría o no, después de una consulta entre los
trabajadores, estos decidieron continuar la lucha por lograr su indemnización al 100% y
obligar al embargo precautorio, obligaron al sindicato titular a impulsar una huelga contra
la empresa, que fue conjurada por las autoridades laborales, la patronal y el sindicato,
apoyados por la fuerza pública.

“No pudimos lograr el sindicato, la empresa comenzó a amenazar con cerrar, entonces
pues vimos que hacíamos, y vimos que la opción era presionar para que la empresa
anunciara si cerraría, y entonces, la lucha seria por la liquidación, presionar para que
anunciara que haría, y entonces, con el cierre, pues hacer que el sindicato anunciara la
huelga, que se hizo, pero pues fue conjurada, entonces pues la lucha fue así, por
liquidación” (Rodrigo Santiago, 36 años, defensor de derechos humanos y laborales,
Tehuacán, diciembre 2011).

Este fue el primer movimiento obrero independiente en Tehuacán que contó con
una masiva participación de los trabajadores, rebasando al sindicato de la FROC-CROC y
terminó con el reclamo de que la empresa liquidara al 100% e indemnizara a los
trabajadores por el cierre unilateral de las fuentes de trabajo, logrando su objetivo.

“Fuimos a una asamblea de la CROC, estuvo muy bueno, nos dijeron “no pues esos
güeyes quieren hacer una asamblea”, y pues vamos pues (…) y les dijimos “van a estallar
la huelga, órale, pero estállenla” (…) se nombró ahí la delegación de representantes
sindicales, de diez que estaban, nueve eran de la coalición independiente (…) estuvo
bueno porque en la sede sindical de la CROC, les arrebatamos el control de su asamblea,
la decisión de los trabajadores fue “si ustedes no estallan la huelga cabrones, los vamos a
encuerar, y los vamos sacar a la calle si ustedes se venden” (…) si les dieron sus
coscorrones a esos cabrones. Fue una situación muy riesgosa porque la asamblea, la
empresa estaba rodeada por granaderos” (Martín Barrios, defensor de derechos humanos
y laborales, Tehuacán, julio 2011).

Paralelamente en la vecina población de Altepexi se daba otro movimiento obrero


por lograr el registro sindical, asesorados por el Centro de Apoyo al Trabajador. Durante
este movimiento las trabajadoras realizaron concentraciones en la capital, para exigir una
audiencia con el gobernador y que les reconociera el registro sindical. Este movimiento
fue vencido por medio del desgaste, el tortuguismo105 institucional y la constante negación
de otorgar el registro sindical, derivando en una serie de paros técnicos patronales que

104
“El boletín”, Vol. 8, Núm. 4, Red de Solidaridad de la Maquila, diciembre 2003.
105
Este término coloquial se usa para describir un actuar lento, muy utilizado para describir el
actuar de los órganos laborales como las Juntas de conciliación y arbitraje.

81
anunciaban el cierre de la empresa, comenzando con despidos y terminó con la
indemnización de la planta laboral.

“El Centro de Apoyo del Trabajador, el CAT, que son de Puebla estaba asesorando a
grupo de obreros en Altepexí, que estaban formando un sindicato independiente, nosotros
no decidimos optar por esa opción, porque sabíamos de antemano que la junta local, en
Puebla nos iba a rechazar el registro sindical (…) ellos pelearon su registro sindical, que
se los negaron, hicimos protestas conjuntas, aunque ellos se desmarcaban de nosotros
(…) los chavos de Altepexí estaban en otra onda, llevaban pancartas dando las gracias
por el registro, que aun ni les daban, y por eso se desmarcaban de nosotros” (Martín
Barrios, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

5.2.- Crecen las semillas (2003-2005).


A partir del 2003 se siembra la semilla de rebeldía obrera, gestándose una serie de
conflictos laborales en diferentes maquilas, acompañadas por la Comisión, dándose
alrededor de 20 conflictos obreros en los próximos dos años, originados por lograr
mejores condiciones en la plantas, seguro social, transporte, prestaciones laborales,
muchos de ellos por condiciones básicas de seguridad e higiene, algunos, logrando
convenios con la empresa, ganando las exigencias obreras, otros más derrotados.

“A partir de Tarrant, como que comenzó que se sembró la semilla, los obreros vieron que
se podía luchar, y se vio, hubo muchos reclamos, chicos, por cuestiones básicas, pero si
se vio que creció, los trabajadores comenzaron a reclamar, comenzaron a brotar
conflictos, y es que la gente que estuvo en Tarrant, pues se fue a otras maquilas, y se
comenzó a difundir el asunto, también nosotros hicimos talleres, se comenzó a saber eso
de los derechos laborales, por eso fue importante Tarrant” (Rodrigo Santiago, 36 años,
defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, abril 2012).

Comenzó una campaña de linchamiento en los medios de comunicación locales y


dentro de la plantas, argumentando que las luchas obreras ahuyentaban la inversión, una
serie de acosos y ataques contra miembros de la Comisión106. A partir del movimiento en
Tarrant comenzaron a difundirse los derechos laborales, de la mano de los propios
trabajadores que habían participado en el movimiento de Tarrant y de la Comisión, a la
que los trabajadores acudían.
Entre 2004 y 2005 comenzaron a brotar diversos conflictos obreros, de diferente
envergadura, muchos lograron convenios, otros terminaban sin lograr sus demandas,
comenzaron a brotar movimientos obreros, como el de Maquilas Montana y Calidad de
Confecciones.

“Comenzó a haber varios conflictos, unos por pagos negados, horas extras, por despido, y
así, otros por cosas básicas como papel de baño, agua, cosas muy básicas, hubo muchos,
yo creo que no sé, pero si fueron varios, mínimo 20 conflictos pequeños, pero colectivos,
algunos ganaron, otros no, fueron muchos, y antes no se daban así” (Martín Barrios,
defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

106
“El boletín”, Vol. 9, Núm. 1, Red de Solidaridad de la Maquila, marzo 2004.

82
El conflicto en Maquilas Montana es una muestra de estos movimientos que
comenzaron a esparcirse por Tehuacán y sus alrededores, se dio ante el despido de un
grupo que impulsaba organizarse ante las violaciones de derechos laborales, luchando
por el pago de aguinaldos, vacaciones y liquidaciones. Esta lucha fue derrotada por el
desgaste, la división sembrada por la patronal y el juicio laboral lento.

“Yo estuve en Montana, había unos compañeros que habían estado en Tarrant y nos
hablaban de los derechos y de organizarnos y así comenzó, al final perdimos, si logramos
organizarnos un poco, pero nos despidieron, y anunciaron el cierre de la planta, entonces
pues entablamos una demanda por que nos pagaran nuestro aguinaldo, vacaciones y
nuestra liquidación, pero no la armamos, no teníamos experiencia, el patrón nos dividió,
los compañeros nos desgastamos, el juicio fue lento, y eso ayudo al desgaste, y al final,
pues quedamos muy poquitos y no pudimos hacer más” (Fabián González, obrero de
maquila, Tehuacán, julio 2011).

5.3.- El movimiento en Calidad de Confecciones (2005-2006).


En 2005 se comenzó a gestar un conflicto laboral en la planta de Calidad de
Confecciones, cuando el patrón comenzó a reducir el salario, a eliminar el pago de horas
extra, a cobrar multas y eliminar prestaciones y seguro social. El conflicto se desató
cuando los trabajadores se percataron que el patrón estaba siendo embargado por el
Seguro Social, ante lo que decidieron estallar un paro “salvaje”, para exigir el pago de
todo lo que les debía, ante lo cual se da el cierre patronal.

“Lo que paso ahí en Confecciones, fue que el viejo este del Lucio comenzó a pagarnos
menos, y a cobrar muchas multas, nos quitó el seguro y eso, y un día vimos que el seguro
le estaba embargando, entonces, pues eso significaba que no nos iba a pagar lo que nos
debía, y pues así, nos lanzamos a lo loco, a lo salvaje dicen, al paro, durante todo el día, y
el patrón nos encerró todo el día en la planta, luego cuando volvimos al otro día, pues ya
estaba cerrada la planta, y pues ahí fue que juimos a buscar al Martín y al Rodrigo, los de
la Comisión, para ver lo de la demanda, nos juntamos nosotros, y pues no todos, solo
unos 160 nos aventamos a demandar al viejo” (“Ángeles”, 48 años, obrera de maquila,
Ajalpán, diciembre 2011).

Obreras de Altepexi exigiendo la liberación de Martín Barrios de la CDHLVT en el 2005.


Fotografía original: Tomada del portal electrónico de la Red de Solidaridad de la Maquila.

83
Se acercaron a la Comisión para entablar la demanda laboral a la que el patrón
nunca se presentó, los trabajadores presentaron pruebas y ganaron el juicio recibiendo un
laudo favorable, sin embargo este laudo no fue respetado y la autoridad laboral se ha
mantenido inactiva.

“Nuestro problema es que el viejo este compró a la Junta, al cochino Conde, y entonces, si
ganamos, presentamos todas las pruebas, todo, y ganamos, pero aun así, con todo y
laudo a nuestro favor, mire que a estas fechas, después de tantos años seguimos sin que
se nos pague, quesque porque el cochino viejo del Lucio no tiene nada a su nombre,
nada, ni los calzones, entonces, que según no le podemos quitar nada, y así seguimos,
viendo que hacemos, porque pues ganamos, y aun así no nos pagan, y la cochina Junta
vendida no hace nada, dice que según no puede hacer nada” (“Ángeles”, 48 años, obrera
de maquila, Ajalpán, enero 2012).

Este proceso sigue abierto, sin que los trabajadores puedan hacer efectivo el laudo
a su favor, la Comisión mantiene el proceso legal para demostrar que Lucio Gil, el patrón
de Calidad de Confecciones, tiene otras plantas que están trabajando, sin embargo la
Junta no ha actuado. Los trabajadores a lo largo de estos 7 años han mantenido
movilizaciones ante la Junta de Conciliación. El argumento de la Junta es que la empresa
es de otro dueño y que la maquinaria está a nombre de otra persona, y que ante eso no
puede actuar.
Durante este conflicto se dieron agresiones en contra de integrantes de la
Comisión, ataques físicos y el encarcelamiento de Martín Barrios, quien fue acusado por
el patrón de Calidad de Confecciones de extorsión, lo que generó la movilización de las
obreras y de diferentes organismos de derechos humanos por lograr la libertad del
defensor laboral107.

5.4.- La insurrección en Vaqueros Navarra (2006-2008).


En 2007 se dio un conflicto laboral fuerte en las plantas de Vaqueros Navarra, que resultó
en la primera y única victoria obrera por conseguir un sindicato independiente, que no fue
respetada por la empresa. En este movimiento la Comisión se encargó de la parte
organizacional local y fue en alianza con el Frente Autentico del Trabajo que se encargó
de la parte sindical y jurídica, mientras que la Red de Solidaridad de la Maquila de
Canadá hacía lo propio en la difusión y la presión internacional.

“Navarra fue muy importante, porque fue el movimiento más fuerte que se logró y además
se ganó, ahí nosotros nos aventamos la parte de la organización obrera, los talleres y todo
eso, el FAT con el “19 de septiembre” se aventaba la parte sindical y jurídica y así, esa vez
luchamos ya por un sindicato independiente y lo ganamos, fue la primera y única vez que
se ganó un sindicato independiente en Tehuacán, fue una lucha larga pero ganamos y
entonces la empresa no respeto y cerro, entonces tuvimos que luchar por la liquidación”

107
“El boletín”, Vol. 11, Núm. 1, Red de Solidaridad de la Maquila, marzo, 2006.

84
(Rodrigo Santiago, 36 años, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, enero
2012).

Hijos de las obreras de Vaqueros Navarra (2007).


Fotografía original: Tomada del portal de la Red de Solidaridad de la Maquila.

El conflicto inició a principios del 2007 cuando la empresa empezó a realizar


despidos y amenazó con no pagar utilidades, lo que generó descontento, que hizo que un
grupo se acercara a la Comisión, que comenzó a operar de manera secreta, impulsando
la organización independiente entre los trabajadores, moviéndose entre sombras e hilos.

“Pues la bronca en Navarra comenzó porque la empresa comenzó a despedir gente y a


decir que no pagaría utilidades, eso hizo que un grupito se acercara a nosotros para ver
que podían hacer al respecto y así comenzamos en secreto a trabajar con ese grupo y se
fueron acercando más trabajadores y todo exploto cuando en abril la empresa anunció que
no había tenido utilidades y que entonces no habría utilidades para los trabajadores y eso
hizo explotar todo” (Martín Barrios, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán,
julio 2011).

El anuncio patronal originó que los trabajadores estallaran una huelga “salvaje”
donde hubo una importante participación de los trabajadores. Esto fue posible porque
desde enero se habían organizado talleres respecto a derechos laborales, repartos de
utilidades, capacitación organizacional, que permitiera la conformación y extensión del
grupo organizado dentro de la planta. Ante lo que la patronal respondió con vigilancia
sobre los obreros, para detectar la participación de la Comisión y buscar pretextos para
despedir a los involucrados.

“Con eso, pues los trabajadores estallaron, se aventaron a tomar la planta, me hablaron y
me dijeron “ya tomamos, ya estalló esto, ya comenzó” y así, nosotros creíamos que no se
debía hacer el paro así salvaje, pero pues ellos lo hicieron, solo nos decían “oye, podemos
cortar la luz, podemos cerrar las puertas”, así empezó todo” (Martín Barrios, defensor de
derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

85
Durante varios meses sé trabajó en la sombra en la conformación del grupo, la
capacitación sindical, preparando el posible pliego petitorio y un esquema de negociación,
que se apresuró ante el estallido “salvaje” de la huelga, donde los trabajadores se
apoderaron de la planta, exigiendo que la empresa mostrara la carátula fiscal para
demostrar los ingresos, se exigió la declaración fiscal de la empresa, que fue negada por
el SAT108, argumentando que necesitaba la constancia de mayoría sindical.

“Y fuimos al SAT, y nos dijeron que no podían enseñarnos la declaración, que porque
necesitaban nuestra constancia de mayoría sindical para poder enseñárnosla, y entonces
fue cuando los trabajadores dijeron “pues entonces vamos por el sindicato” y ahí
conformamos una coalición para poder luchar por el sindicato, pero la Junta nos negó el
conteo y la empresa pago una miseria de utilidades, buscaban detener con eso todo, pero
pues no, más se enojaron los obreros y más se decidieron a luchar por el sindicato”
(Martín Barrios, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

La patronal creyendo que apaciguaría al movimiento pagó entre 20 y 100 pesos


por trabajador, lo que arreció el enojo de los trabajadores y los llevó a decidir que su lucha
sería por el registro sindical, entrando la lucha en una nueva etapa, pasando a luchar por
la titularidad del contrato colectivo de la mano del FAT.
Ante esto, los sindicatos charros de la CROC y la CTM entran a pelear la
titularidad, introduciendo una mayor complejidad al conflicto. Los trabajadores
comenzaron a afiliarse al Sindicato Nacional de la Industria de la Costura, la Confección, y
el Vestido “19 de Septiembre” del FAT, expulsando a la gente de la CROM. Lo que implicó
una fuerte batalla con la patronal y los sindicatos oficiales.

“Fue entonces cuando se decidieron más a luchar por el sindicato, entonces hablamos con
la gente del FAT para que echaran la mano y comenzamos la afiliación al 19 de
septiembre y se expulsó a los charros de la CROM y entonces vino la pelea por el
recuento, llegaron todos los sindicatos charros a pelear la titularidad, el patrón quiso
comprar a los trabajadores, pero pues con todo y todo, pues ganamos, hicimos la
afiliación, mientras que la gente simulaba estar con la CROM, sólo hasta ese momento,
cuando la creyeron ganada aceptaron el recuento y pues les ganamos” (Rodrigo Santiago,
36 años, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, abril 2012).

El día del recuento, con medios de comunicación, representantes de organismos


internacionales y una tensión constante, al momento de la votación los trabajadores se
declararon mayoritariamente afiliados del Sindicato 19 de Septiembre del FAT, logrando
por primera y única vez la victoria de un sindicato independiente en la región.

“A parte de nosotros y del FAT estaban los de la Red de Solidaridad de la Maquila, ellos
se encargaron de la difusión internacional, lograron que al recuento viniera gente gringa,
como observadores y eso nos dio mucho impulso, en los medios, en el extranjero, así nos
presentamos el día del recuento, donde ellos creían tener las de ganar, pero pues a la

108
Servicio de Administración Tributaria, dependiente de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público del gobierno federal.

86
mera hora, los obreros se declararon por el 19 y ganamos el recuento” (Rodrigo Santiago,
36 años, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, abril 2012).

A partir de esto se declaró que la empresa reabriría sus puertas en enero, sin
embargo la empresa desconoció el acuerdo y anunció el cierre patronal, lo que llevó a los
trabajadores a otra etapa de la lucha, por la reapertura de la fuente de trabajo y el respeto
al triunfo del sindicato independiente, que se enfrentó al tortuguismo institucional que
retrasó las audiencias y la resolución109. La CROM, la FROC-CROC y la empresa pedían
que no se reconociera el laudo dictado y el triunfo de los trabajadores, archivando el
expediente, ante esto los trabajadores lucharon por una liquidación justa, que se dio en
efectivo y maquinaria embargada.

“Así ganamos, después de un año de lucha, la empresa y los charros pedían que no se
reconociera el triunfo obrero y la empresa anuncio el cierre, primero temporal, luego total,
entonces vino otra etapa de lucha por las liquidaciones e indemnizaciones y fue otro año
de lucha, al final ganamos, logramos la liquidación al 100% pero pues aunque ganamos el
sindicato, perdimos, porque ellos no estaban dispuestos a dejar que hubiera un sindicato
independiente, eso no lo podían permitir, prefirieron cerrar antes que tener un
independiente en Tehuacán, pero con todo y eso ganamos” (Rodrigo Santiago, 36 años,
defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, abril 2012).

La empresa intentó sobrevaluar la maquinaria para reducir el pago de


liquidaciones, la Junta reforzó a la empresa, intentando negar el derecho de
comparecencia de los trabajadores y sus pruebas, ante lo cual los trabajadores
amenazaron con tomar la Junta. La empresa y el gobierno demostraron que preferían
perder sus plantas y enfrentar el cierre de empresas, antes que reconocer un sindicato
independiente, cerrando sus plantas, perdiendo sus clientes, impulsando las “listas
negras” en las maquilas y en otras fuentes de empleo para los trabajadores involucrados
en la lucha de “Vaqueros Navarra”.
Así, entre 2001-2002 y el 2006 se van gestando una serie de movimientos y
reclamos obreros en las maquilas de Tehuacán, desde el primer “chispazo” en Tarrant, a
partir del cual se esparcieron las semillas de la rebeldía obrera y los pequeños
movimiento que le siguieron, explotando aquí y allá por Tehuacán y sus alrededores,
hasta la insurrección obrera de Navarra, donde por primera vez en la historia local se
ganará un sindicato independiente que fue derrotado al cerrar la planta y mandar a los
trabajadores a listas negras.
Después de Navarra vino un aliento de desilusión obrera, vieron que podían ganar
pero que a pesar de eso perdían, esto y el escarnio contra los participantes en Navarra,
originó un declive en la lucha obrera en Tehuacán, hasta que pareciera que desaparecía
el espíritu de lucha en las maquilas. Sin embargo, hacia mediados de 2011 las obreras
volverían a dar una muestra de lucha, dignidad y rebeldía, esta vez en Exportadora de
Pantalones S.A.

109
“El boletín”, Vol. 13, Núm. 1, Red de Solidaridad de la Maquila, febrero 2008.

87
V.- OBRERAS DE MANOS AZULES.110 111 112

“Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún


tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de
riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las
máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de
las minas, los que construimos ciudades... ¿Por qué no vamos, pues, a
construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las
ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más
que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última
fase de su historia. Pero –le repito– a nosotros no nos dan miedo las
ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Y Ese
mundo está creciendo en este instante”

*Buenaventura Durruti, obrero militante anarcosindicalista de la CNT-FAI.

Manos obreras.

1.- La invasión de la ciudad de indios.


Al irse acercando a Tehuacán sobre la carretera, comienzas a ver algunas de las grandes
plantas maquiladoras que sobreviven, extendiéndose con varias líneas113 de alrededor de
20 o 30 metros de ancho cada una y de entre 50 o 100 metros largo, con sus fachadas
blancas y números pintados en las cortinas. Las observas en los alrededores de

110
Durante este relato etnográfico utilizare el genérico “Obreras” o “Trabajadoras”, en femenino
para hablar tanto de trabajadoras mujeres como hombres, pues a pesar de la reciente masculinización de la
fuerza de trabajo en la maquilas, ésta sigue siendo aunque con poco margen principalmente femenina
111
En las citas de entrevistas utilizadas en este texto algunos nombres aparecerán entrecomillados,
indicando que es un seudónimo por petición de quien habla, otras aparecerá solo el nombre sin
entrecomillar, indicando que quien habla no quiso dar sus apellidos y en otros casos se pondrá el nombre y
apellido.
112
La investigación etnográfica a partir de la cual se hicieron los dos capítulos etnográficos de este
trabajo se realizó en un periodo de año y medio, con diversas visitas espaciadas. Visité Tehuacán por
primera vez en abril del 2011, sin embargo, no fue hasta julio del mismo año cuando comencé propiamente
la investigación. Por lo que el tiempo de la etnografía se ubica entre julio del 2011, y diciembre del 2012.
113
“Por líneas” se refiere a Líneas de Producción. En las maquilas que fueran las “gigantes” cada
línea es una nave industrial, que se forma una junto a otra.

88
Magdalena Cuayucatepec, San Lorenzo Teotipilco y otras poblaciones. Conforme sigues
acercándote a la ciudad puedes ver como se hacen presentes casas, negocios de
carretera y una que otra planta industrial, ya no tan grandes como las anteriores, algunas
con letreros pintados en color azul “Sabin de Tehuacán” que se lee a lo lejos, otras más
sin rotular, sólo grandes naves industriales que sobresalen en el paisaje, poco a poco se
va haciendo más densa la presencia de casas y plantas maquiladoras que se identifican
por anuncios rotulados en sus portones.
Entrando a la ciudad comienzan a perderse estas grandes maquilas, no sin que de
vez en vez una que otra asalte la vista, otras se confunden con bodegas y ya en el centro
los grandes comercios se hacen presentes, hoteles, restaurantes, bares, un viejo cine,
centros de atención de telefonía celular, bancos y una plaza arbolada con su palacio
municipal al costado oriente, la catedral al sur, restaurantes al costado poniente, tiendas y
comercios varios al lado norte.
La primera impresión es que será necesario alejarse del centro de la ciudad, hacia
las orillas para encontrar las maquilas, sin embargo, basta caminar pocas cuadras para
encontrar pequeñas naves industriales, con sus portones y letreros, muchas con franjas
azules, tal vez para identificarse con la mezclilla que se confecciona adentro. Al pasar por
sus puertas suenan incansablemente a un conjunto de agujas entrando y saliendo de la
tela, a rumores de hilos pasando de un lado a otro, que te hacen imaginar las silenciosas
espaldas obreras encorvadas sobre la maquina o cargando bultos de una mesa a otra,
los ojos enfocados para ensartar los hilos en las agujas, obreras haciendo movimientos
rítmicos con las piernas y los pies, empujando pedales y palancas, manos azules a fuerza
de pasar el día en contacto con la tela, que direccionan pedazos de mezclilla entre las
máquinas.
Conforme se camina por las calles se va aprendiendo a observar y ver la maquila,
comienza uno a identificar a los que vienen saliendo del trabajo con sus manos y caras
con diferentes tonalidades de color azul y lo primero que salta a la vista es que la industria
maquiladora tiene invadida literalmente Tehuacán, sus alrededores, calles y hasta las
casas mismas.

“Las más grandotas están en Cuayucan, en su momento tenían como 10,000 trabajadores
ahí, ahorita han de ser como 2,000, y esa es la más grande que hay ahorita, de ahí en
fuera están en todas partes, en las colonias de Tehuacán, en Ajalpan, en Altepejí, en
Coapan, en todas las colonias están, están muy dispersas. Las medianas son las que
están en todas partes, porque hay muchas, y la clandestina, esa está en todas partes, las
grandes son las menos” (Reyna Ramírez, 30 años, ex–obrera de maquila y defensora de
derechos humanos y laborales, Tehuacán, agosto 2012).

Conforme te alejas del centro se van extinguiendo los grandes comercios,


quedando sólo tiendas de barrio, panaderías y mujeres haciendo tortillas al calor del
comal, por sus calles y colonias encuentras maquilas medianas y pequeñas, observas los
portones abiertos de casas donde laboran grupos pequeños de trabajadoras, bicicletas
que corren entre calles polvosas y asoleadas, niños y señoras cargando en diablitos o
carretillas sus bultos de prenda.

89
La maquila ha manchado de azul a Tehuacán, desde sus aguas que corren en
canales, hasta la piel de las obreras, exprimiendo mantos acuíferos, comunidades y vidas,
dejando tras de sí residuos contaminantes y trabajadoras cansadas a jóvenes edades con
problemas de salud a fuerza de coser.

“Lo más común es que se enfermen del riñón, pulmones, asma, alergias, rinitis, sinusitis
por la pelusa, dolores de oído, estrés, migrañas, el músculo se quema y comienza a bajar
la producción y ya los corren (…) y si miras, ves todo el desecho que tiran las maquilas,
como no hay una regulación real, pues sus desagües van a canales, sacan las famosas
aguas azules de Tehuacán, azules de la mezclilla y los residuos sólidos los sacan así
nada más, o los hacen como tabiques y los tiran afuera, ves la tierra azul, el agua azul, las
milpas azules” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos humanos y
laborales, Tehuacán, julio 2012).

Las obreras entran día a día a las maquilas para ser “devoradas” por largas
jornadas que pueden ir entre diez y 13 horas e incluso noches enteras donde las
trabajadoras sólo pueden salir a comer, cenar y desayunar antes de tener que volver a ser
“devoradas” por sus “fauces” que se disfrazan de portones.

“A mí me da la impresión de que entro en la boca de un mostro, entro a las ocho de la


mañana, pero no tengo hora de salida, hay veces que salimos por ahí de las siete de la
noche, pero hay veces que no, pueden darnos las ocho, las nueve de la noche y nosotros
ahí adentro, hay veces que pues nos tenemos que quedar a velar, nos dejan salir a
tomarnos un café y cenar, y tenemos que volver más tarde y seguimos trabajando, por eso
siento que entro en la boca de un mostro, que me come de un bocado” (“Josefina”, 38
años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Comenzamos este recorrido apuntando que esta industria vino a invadir la “ciudad
de indios”, sus calles, su tiempo, la vida de las trabajadoras, una industria que atraviesa la
ciudad, desde el mismo centro donde el bullicio reina, hasta las calles olvidadas de sus
colonias, juntas auxiliares y municipios aledaños, lo mismo junto a un parque donde
suena música clásica, que escondida entre los rumores del mercado, tanto en grandes
naves industriales, como en las mismas casas donde habitan las trabajadoras, con sus
grandes rótulos o pequeñas cartulinas anunciando trabajo, en suma, una industria que
llegó, invadió la ciudad, la hizo crecer y creció con y de ella.

2.- La vida atravesada por la aguja en la tela.


2.1.- Otro día más no muy distinto a los demás.
La vida de las obreras transita consumida por el trabajo, la mayoría con horarios
extensivos de entre 11 y 13 horas y recurrentes veladas cuando la maquila tiene un
pedido que terminar, o al contrario, de medio día cuando no hay pedidos.

“Por lo general las maquilas trabajan de ocho de la mañana a siete de la noche o a las
ocho, algunas a las seis, según, aunque luego también hay días o semanas en que
trabajamos medios días, cuando no tienen trabajo, luego también hay veces que no sales
a tu hora de salida, sino que como tienes que terminar el corte pues sales hasta que
termines, luego pueden ser las nueve o las diez de la noche, incluso hay unas donde te

90
hacen velar, o sea que trabajas en la noche hasta que terminas el corte” (“José”, 24 años,
obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Alrededor de las cinco y media o seis de la mañana comienzan a encenderse las


luces de las casas, asomándose con cierta timidez tras las cortinas que parecen proteger
a las trabajadoras de la madrugada que aún no termina de irse, que tras las paredes
comienzan el día, despertando para preparar desayunos, uniformes, itacates para llevar al
trabajo y dejar todo listo.

“Entro a las ocho, pero pus despierto a las cinco y media, es que hay que preparar todo,
levantar a los niños, que se bañen, preparar la comida para cuando vuelvan, y para
llevarme un taco al trabajo, y ya como a las siete-siete y media, pues ya está listo todo, ya
me bañé, ya se fueron los niños a la escuela y ya, córrele al trabajo” (María, 29 años,
obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Conforme el sol va iluminando las calles comienzan a salir de las casas obreras
acompañadas de niños que visten sus uniformes escolares o solas, montando bicicletas
que comienzan a circular por las calles, con niños montados en la parrilla de la bicicleta.
Algunas se acompañan caminando o en bicicleta, algunas esperan en las esquinas, aún
con un aire frío que no se ha calentado con el sol, esperando las combis o el camión que
las lleva hacia sus trabajos, resguardando las manos en los bolsillos.
A las ocho de la mañana la mayoría de las maquilas abren sus puertas,
preparándose para “devorar” multitudes de obreras que transitan por las calles, que
caminan con cierta prisa a pesar de llegar a tiempo, otras llegan en sus bicicletas, con
mochilas en la espalda o bolsas de mandado acomodadas estratégicamente en el
manubrio y se van perdiendo por la puerta, otras más llegan corriendo ante una puerta
que se cierra a las ocho y cuarto, así comienzan una larga jornada donde se hundirán
entre prendas, cortes, hilos y agujas.

“Entrando pues a donde nos toca, a trabajar según lo que nos toca, (…) si tienes puro un
paso, pues ya comienzas a trabajar tu paso, si tienes dos pasos diferentes, entonces
primero haces tu paso tuyo, ya después de que terminas tu paso normal pues comienzas
con el otro paso” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Cada una en su tarea específica, en su máquina, en su paso, las trabajadoras


manuales pasando bultos de prenda de máquina a máquina, entre mesas, llevando
prendas por la línea de producción o deshilando el producto final, mientras que las
operarias son las encargadas de coser la prenda. Las de mayor tiempo y experiencia ya
tienen asignado su paso y su máquina, a otras se les mueve de máquina en máquina
cada día, teniendo que hacer diferentes pasos, según lo que se requiera en la línea de
producción.

“Hay gente que ya tiene su paso mero, pero hay gente que no, sobre todo los nuevos, que
los van cambiando de paso, de máquina, según lo que se necesite, son como comodines,
porque los de más tiempo y experiencia ya no se quieren quitar de su paso, sí los mueven,
pero la gente ya no se quiere mover, defiende su paso, pero los nuevo pues no, esos

91
están de aquí para allá según los acomode el encargado, así pues cada quien su tarea
que le toca, los manuales a los suyo, que es deshilar, limpiar la prenda pues, acomodar el
corte, cargarlo, pasarlo de una lado a otro y así, y los operarios a su máquina” (Fernanda,
28 años, obrera de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Rodando. Obreros en Ajalpán.

Comenzando así la primera parte del largo jornal de trabajo, hasta alrededor de la
una de la tarde, mientras tanto, el interior se inunda de un incesante rumor producido por
los motores y las agujas, mientras que con los pies y las piernas ellas “bailaran” sentadas
en su lugar, empujando pedales y palancas, jalando prendas con movimientos que
parecieran mecánicos, empujar y soltar el pedal con el pie, la palanca con la rodilla,
metiendo prenda, jalando corte, cambiando hilos, con los ojos fijos en la aguja que baja y
sube a gran velocidad amenazando con atravesarse en las manos, en los dedos al primer
descuido.

“Te cansas de estar todo el día sentada, o todo el día parada si eres manual, te cansas de
estar todo el día haciendo lo mismo, te sientas y los pedales con los pies, la palanca con la
pierna, con las manos pues pones la tela y la diriges y tienes que estar bien pendiente de
que no te vayas mal, que vaya bien la costura y entonces tienes que estar buza con la
aguja, de no irte mal y de no meter las manos porque hay maquinas que te jalan, si no
tienes cuidado te jalan la mano y es cuando te agarran la mano, el dedo, entonces pues
todo el día así y te harta, a mí me gusta hacer mi trabajo, pero sí como que me aburre
hacer siempre lo mismo como robotito, entonces te duelen las manos, las piernas, los
pies, la espalda, hasta los ojos te duelen y cuando te paras hasta como que descansas, te
estiras para como despertar el cuerpo” (Gloria Hernández, 26 años, obrera de maquila,
Tehuacán, enero 2012).

Tareas repetitivas, consecutivas, que hacia el mediodía hacen notable el


cansancio y el hartazgo en sus rostros, miradas y manos que al salir se abren y se cierran
para romper el entumecimiento, pasos cansados y espaldas que se estiran apenas salen
por la puerta, intentando descansar de las primeras cinco o seis horas de trabajo que se

92
interrumpen para que puedan comer ya cansadas y entumidas de una misma posición,
haciendo los mismos movimientos una y otra vez, sin apartar la mirada de la aguja y la
tela, revisando que el trabajo salga bien, para evitar tener que repetirlo y que les atraviese
la mano o algún dedo, envueltas en rumores de máquinas que suenan y suenan,
recordándoles que no deben parar, acompañados de alguna música que se pierde entre
los motores, algunos rumores de voces que platican entre ellas cuando el encargado no
está cerca.

“Luego adentro pues ni puedes platicar con alguien, bueno, sí puedes, pero si te ve el
encargado ahí va y te regaña “órale pinches flojas” te dice, entonces pues hasta como que
te apendejas del sonido de las máquinas, sí tenemos un radiesito adentro, pero ni se
escucha bien, porque escuchas la máquina y no puedes ni platicar, sí lo haces, pero a
escondidas” (“Josefina”, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán, Agosto 2012).

Al salir a comer, con todo el cansancio y el hartazgo que se refleja en sus caras y
movimientos, vuelven a montar sus bicicletas las que regresan a casa, inundando las
calles, para llegar a recoger a los hijos, calentar la comida, servir y comer antes de que
tengan que volver. Otras muchas comienzan a invadir los parques y jardines cercanos, las
esquinas arboladas, para servir en mesas improvisadas en bancas, banquetas o
jardineras, sacando de las bolsas y mochilas pequeños recipientes de plástico que
contienen sopa, arroz, algún guisado que se acompaña de tortillas hechas a mano que se
venden en cada esquina de Tehuacán y una botella de agua o un refresco.114
Minutos antes de las dos de la tarde se abren las puertas nuevamente, por donde
comienzan a entrar las primeras obreras que van llegando en sus bicicletas, mientras que
en los parques y esquinas cercanas, comienzan a guardar los trastos y a despedirse de
sus acompañantes, para volver a ingresar por las puertas que las “devoran” y las
envuelven nuevamente en la dinámica repetitiva y rítmica por otras seis o siete horas
más.

“Ya cuando llega la hora de volver si tienes mucho trabajo atrasado, pues te apuras a
volver, comes rápido y vuelves para adelantar, si no estás retrasado hasta te haces
menso, desde aquí vemos como van entrando y ya tenemos todo guardado, pero no te
metes hasta que ves que ya cierran la puerta, o sea hay que aprovechar lo más posible los
minutitos, porque pues ya uno está cansado y no quiere volver, te tardas lo más posible
pues, hasta caminas despacito, total, de todas maneras vamos a estar ahí otras pinches
seis horas” (Jorge Fernández, 27 años, obrero de maquila, Tehuacán, diciembre 2011).

La hora de salida aunque muchas veces esté establecida, puede extenderse hasta
que las obreras cumplan su tarea asignada, el horario puede alargarse hasta una o dos
horas más, otras ocasiones cuando las trabajadoras terminan temprano su tarea, les es
asignada otra tarea que puede ser de su mismo paso o de otro paso, hasta que llegue la
hora de salida, el horario de salida no está establecido, puede extenderse, muchas veces
sin pago extra y puede acortarse, con la consecuente reducción del salario.

114
Más adelante se expone en un apartado específico la hora de la comida.

93
“La hora de salida es según cuando termines, si terminaste pues sales, sino pues te
quedas hasta terminar, para que no se te junte tanto trabajo en la semana, entonces es
asegún, puedes tardarte media hora más y si hay mucho trabajo pues una hora o hasta
dos de más, cuando no hay trabajo pues a eso de las cuatro nos sacan, pero no nos
pagan completo, aunque hagamos nuestra tarea normal” (Jorge Fernández, 27 años,
obrero de maquila, Tehuacán, diciembre 2011).

En la noche las obreras salen paulatinamente por grupos, según van terminando
su tarea, regresando ya sin prisa a sus casas, caminando o en bicicleta, perdiéndose en
las calles y esquinas por donde doblan rumbo a sus hogares, algunas, sobre todo las más
jóvenes se esperan y juntan en grupos para pasear por los parques cercanos,
encaminarse hacia el centro de la ciudad o hacia sus casas, con pasos lentos y risas
cansadas, abandonando los alrededores de las maquilas que quedan con luces
prendidas, que se van extinguiendo poco a poco si no hay trabajadoras velando.
Las colonias donde habitan las obreras comienzan a recibir a sus habitantes,
caminando, en combis o en bicicletas, dándole vida y movimiento a las calles alumbradas
por las luces que se escapan desde las ventanas y desde los postes, por donde transitan
obreras, niños con bolsas de pan, entre tiendas y esquinas, perdiéndose dentro de las
casas, donde tendrán que cenar, limpiar un poco la casa, ayudar a la tarea de los hijos,
ver por momentos la televisión, platicar con la familia y al final dormir el cansancio,
preparándose para volver a comenzar otro día más en la maquila.

“Ya en la noche, pues no hay tiempo de mucho, llegas muy cansada, no quieres hacer
nada, las más chavitas si se van que con el novio o las amigas, pero no, terminas muy
cansada, te duele la espalda, la cabeza, las manos, solo quisieras llegar a dormir, pero
pues si tienes familia tienes que llegar a hacer la cena, ayudar un poco a la tarea de los
hijos, platicar con tu esposo o tu mamá, medio limpiar la casa, que no se quede sucia y ya
te acuestas, ves un rato la tele, pero ni la ves luego, solo dormitas en la cama o en el
sillón, porque de verdad que terminas muy cansada, muy como harta de todo y sabes que
al otro día va a ser lo mismo y lo mismo, luego hasta por eso andas de mal humor” (María,
29 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

2.2.- La hora de las obreras.


Alrededor de la una de la tarde comienzan a salir por los portones las trabajadoras
cargando bolsas del mandado y mochilas, las esquinas, parques cercanos y calles son
“invadidas” por las trabajadoras, se hacen dueñas de esos espacios públicos que las
esperan para llenarse de sonidos, de voces que ya no susurran como lo hicieran dentro
de las fábricas, risas que se levantan de entre los grupos de jóvenes obreras que
comienzan a juntarse, de gritos que le recuerdan a un obrero que corre a comprar las
tortillas “no olvides mi pecsi güey”, de esposos que se juntan apenas sonriéndose, para
caminar deambulando, buscando un sitio del cual hacer su comedor, de niños que al ver a
su mamá le gritan, anunciándole que ya apartaron un buen lugar bajo un árbol que les
sombrea el mediodía.

94
“Haga de cuenta que este es como nuestro comedor, la mayoría de los que trabajamos
por acá pues comemos aquí, ahí como ve, acá comemos gente de diferentes maquilas, yo
vengo a encontrarme con mi señor que trabaja en ésta de aquí, los niños me alcanzan a
mí cuando salgo y nos venimos para comer los cuatro juntos, sería mejor comer en casa
pero no alcanza la hora para ir, comer y volver, entonces mejor traemos nuestra comida”
(Flor Sánchez, 39 años, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

Por 60 minutos los parques y calles vuelven a tomar vida y contrastan con los
minutos anteriores donde apenas encuentras a alguna persona en los alrededores. Las
obreras salen estirando las manos, la espalda, algunas montando sus bicicletas rumbo a
sus casas para recoger a los hijos y comer en casa.

“Yo por lo general como en mi casa, de aquí me voy rápido a la escuela por mi hija, y ya
paso por tortillas y llego a casa y caliento y comemos, es todo de estar corriendo, llego
corriendo a trabajar, salgo corriendo a comer, regreso corriendo, porque si no, no alcanza
el tiempo” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

La hora de las obreras.


.
Las que vuelven a casa a comer son aquellas que viven cerca de la fábrica, que
tienen que ir a darle de comer a los niños, por lo que son las que intentan salir antes para
aprovechar la escasa hora de comida y volver en punto de las dos de la tarde. Muchas
obreras acostumbran compartir la comida con sus hermanas y padres, aprovechando así
los recursos económicos de toda la familia.

“Es como más rico comer en casa, pero pues hay que ir y comer rápido y comemos en
casa con mi mamá, así nos sale más barato hacer de comer, le damos dinero o mandado
entre todas a mi mamá y ella se encarga de cocinar, o a veces yo hago una cosa y mis
hermanas otras y compartimos la comida, sale más barato compartir la comida y aunque
sí tengo que andar corriendo, pero prefiero comer en casa con la niña aunque ande
corriendo” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otras comen en los parques, en jardineras o en las banquetas, saliendo de las


maquilas con más calma, comenzando a juntarse entre amigas o amigos, con los novios o

95
novias, con los esposos, algunas más esperan a su familia que asiste a las afueras de la
maquila para comer juntos. Comienzan a formar grupos o parejas, a caminar por el
parque y calles aledañas, buscando un buen lugar donde comer, los mejores lugares son
aquellos que cuentan con alguna banca, una sombra o una jardinera donde se puedan
sentar lejos del sol que cae a plomo sobre las calles.
Conforme se van ocupando los mejores lugares, se buscan esquinas donde se
pueda uno sentar, aprovechando la sombra de las casas y construcciones,
paulatinamente los parques, esquinas y los rincones sombreados se van llenando de
pequeños grupos de obreras que compran tortillas y comienzan a sacar de las bolsas los
recipientes donde traen la comida que hacen en sus casas, muchas comen en pequeños
grupos con sus familias, otras más forman grupos de cinco o seis con compañeras de
trabajo, unas más comen solas.

“Nosotros traemos nuestra comida para no gastar, mejor cocinamos en casa y ya acá sólo
compramos tortillas, acá nos juntamos los dos y comemos, el primero en salir va por las
tortillas y busca un buen lugar, de preferencia que tenga sombrita porque el sol está feo y
preferimos comer acá, porque ir a casa es perder tiempo, tenemos una hora para comer,
si pierdes 20 minutos en ir y venir, pues tienes que comer a prisa, bueno, de por sí
comemos apurados ya por costumbre, pero acá aunque comemos a prisa, nos queda
tiempo para descansar y platicar, a veces hasta nos dormimos unos minutos, nos
acostamos acá en el pastito” (Mario Flores, 43 años, obrero de maquila, Tehuacán, abril
2012).

Cada grupo se posiciona y comen lo que traen de casa, otros compran ordenes de
memelas, tacos o empanadas que les ofrecen las doñitas que día a día caminan
ofreciendo alimentos “quiere sus empanadas, tacos, memelas” o en pequeños puestos de
madera, lamina o ingeniados con un triciclo y una sombrilla, otros, los más jóvenes, a
veces compran un refresco, una bolsa de frituras que les mitigue el hambre, esperándose
a llegar a casa para comer.

“No, nosotras no traemos comida, a veces le compramos a las doñitas acá unas
empanadas o nos compramos unas papas y un chesco y ya con eso nos aguantamos
hasta que lleguemos a casa, es que como yo no cocino, pues no traigo comida, mejor me
como algo acá y con eso aguanto” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán,
agosto 2012).

Pocas obreras asisten a comer a fondas ubicadas en los alrededores de las


maquilas, una comida corrida tiene un costo de entre 25 y 30 pesos por persona, por lo
que prefieren comprar una orden de memelas o de empanadas que cuestan alrededor de
diez pesos la orden de tres.

“No, una fonda sale caro, yo gano 400 pesos a la semana, o sea que gano unos, que
serán 60 pesos por día, imagínate que me gasto 30 en la comida del día, ¿pues no
verdad?, ahora yo no tengo hijos, ni pago renta ni nada ¿tú crees que las que tienen
familia van a gastarse la mitad de su sueldo en una comida de una persona?, si ni siendo
operaria, una operaria gana unos 800 a la semana, o sea que como de a 120 al día, y
¿gastarte una cuarta parte de eso solo en tu comida?, yo prefiero gastarme diez pesos en

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unas memelas o en unas papas y aguantarme el hambre hasta llegar a casa” (Viviana, 19
años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Durante 60 minutos las obreras escapan del trabajo que consume su día, estiran el
cuerpo, ríen estrepitosamente, platican y comparten corajes y alegrías, sin que los
encargados las apuren y regañen. Comen, se sientan en hilera a la sombra, recargadas
en la pared de la maquila y negocios aledaños, no falta un sonido burlón cuando un
compañero le habla a alguna de ellas o un “ay güey” cuando ellas se acercan a los grupos
de hombres, otras aprovechan los minutos para besarse con los novios, acurrucarse y
platicar entre risas, otras solo se miran y se sonríen apenas, claramente cansados,
volviendo a ser dueñas de su tiempo.

“Esta hora es bien rica, porque como que es nuestra, es que todo nuestro día es de la
maquila, desde que amanece hasta la noche, es que pues adentro es como si no fuera
dueña de mí, de mi tiempo, a veces siento pues que ni de mis movimientos, entonces esta
hora es rica por eso, porque si quiero me acuesto o camino, puedo platicar, puedo reírme,
allá adentro luego no se puede, sí platicamos pero pues si te ve el encargado que platicas
mucho te regaña luego luego, si te ríes fuerte también y así, él quiere que puro estemos
como maquinitas trabajando, que no voltiemos, que no respiremos casi, entonces en esta
hora puedo hacer lo que yo quiera, es mi hora, mía pues, es como escapar de ahí” (Rosa
Gutiérrez, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril, 2012).

Después de comer se ve a las obreras caminando en grupos o sentadas en las


bancas, en las esquinas, reposando la comida, platican entre ellas, si uno se acerca y
presta atención a las pláticas es posible escuchar las quejas diarias: “lo pinche caro que
está el huevo”, “no alcanza el sueldo para vivir”, “estos cabrones creen que somos qué”,
“pinche encargado, quien se cree” o se ponen al día con la novela que apenas vieron
mientras cenaban. Pláticas sobre las preocupaciones diarias, los chismes que nunca
pueden faltar sobre fulanito y zutanita, pláticas sobre los hijos y las broncas en casa. Los
novios se cuchichean al oído y se responden con sonrisas y caricias en el rostro con las
manos azules.
Algunos hombres después de reposar la comida, de un cigarro o una dormitada,
comienzan juntarse en el centro del parque o en un baldío junto a la maquila, botando un
balón, pasándoselo entre ellos, llamando la atención de otros que están bajo una sombra
y que comienzan a acercarse, sacudiéndose el descanso, unas mochilas se posicionan en
cada extremo de una cancha imaginaria y el que fuera un comedor colectivo pronto se
vuelve una cancha de futbol, se van formando los equipos, las “retas” y comienza un
partido por el tiempo que les resta de descanso.
No falta que el encargado de la planta se junte al partido, que sea el último en ser
elegido y que reciba balonazos que parecieran no tener propósito más que darle, tampoco
faltan las burlas: “no chille, acá no eres encargado, así que te aguantas”, le dice un obrero
que claramente dirigió el tiro hacia él, otro joven con una sonrisa en la boca le dice
“cálmate, cálmate, si ni fue al propósito” cuando después del tercer balonazo consecutivo
el encargado comienza a enojarse, “ya, no la hagas de tos, si estamos jugando” le dice
otro para calmarlo, pero sin dejar de sonreír, hasta que otro más clama a jugar bien “ya no
sean manchados cabrones, si él solo quiere jugar con nosotros”, a lo que él contesta

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“pinches manchados, aliviánense, acá afuera ni soy encargado, allá adentro porque tengo
que hacer mi chamba, es lo que me toca”, con lo que el juego se calma, perdiendo la
velada agresión contra él, con voces que suenan al unísono “ya, ya estuvo, no era
agresión, no te enojes mano, es el juego”
Así, algunos hombres aprovechan los minutos restantes para jugar una “cascarita”
y mover el cuerpo, correr, gritar, meterle el pie al del equipo contrario y celebrar los goles,
mientras que otros hombres continúan con la novia, con la esposa o los hijos, otros más
duermen recostados tapándose el sol con un periódico o las manos, las obreras continúan
en grupos o parejas, platicando, riendo, vigilando de vez en vez el reloj o la puerta de la
maquila si es que la tienen a la vista.
Minutos antes de las dos se para el partido, se recuestan unos instantes en una
sombra, comienzan a guardar el balón y recoger las porterías improvisadas, a limpiarse el
sudor con la camisa, las obreras comienzan a guardar los trastos, a despedirse y
levantarse, encaminándose por diferentes rumbos, algunas más aprisa que otras, las
parejas se despiden como queriendo no despedirse y van en grupos, con sonrisas que a
pesar del descanso siguen cansadas, para volverse a perder dentro de las “fauces” de la
maquila que ya los espera con el encargado en la puerta, mientras el rumor de las
máquinas vuelve a sonar.

2.3.- Donde viven las obreras.


Las obreras viven dispersas por la ciudad y las poblaciones aledañas, muchas viven
relativamente cerca de sus trabajos, otras más viven lejos de las plantas cuando la
cercanía no es una prioridad para preferir un lugar de trabajo o cuando no se encuentra
trabajo en las cercanías a la casa.

“Yo busco trabajar cerca de casa, así ahorras un poco de tiempo, no gastas pasaje y
puedes volver a casa a comer, sí valoro eso al momento de buscar trabajo, no es lo único
que valoro, también está el salario y si me dan seguro y el trato, pero la distancia es
importante, ahorita donde estoy no me está gustando, pero me queda cerca de casa”
(“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Aunque las trabajadoras de la maquila viven en las diferentes colonias de


Tehuacán, es posible identificar algunas donde habitan en mayor proporción con respecto
a otras colonias más céntricas. Colonias periféricas como la 3 de Mayo, El riego,
Mazateca, San Rafael, por mencionar algunas, son las que pueden caracterizarse como
colonias obreras, junto con poblaciones como San Lorenzo, Magdalena Cuayucatepec,
Santa María Coapam, Ajalpán y Altepexi.

“No es que haya una colonia específica, sino que como la maquila, vivimos por todas
partes, aunque sí hay colonias donde hay principalmente obreros, colonias como la 3 de
mayo, el riego y otras, donde muchos de los que ahí vivimos trabajamos en la maquila, no
en una misma maquila, sino que en diferentes, por ejemplo, donde yo vivo, pues casi
todas mis vecinas son obreras también, pero no trabajamos juntas, sino que en otras
maquilas, pero casi todas son obreras” (Lourdes Martínez, 36 años, obrera de maquila,
Tehuacán, septiembre 2012).

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Al caminar por las calles de las colonias, observas un panorama con pocos
comercios, principalmente tiendas, panaderías, papelerías, algún negocio que ofrece ropa
en un pequeño local, con calles sin pavimentar que son atravesadas por un par de
avenidas donde transitan camiones y combis de pasajeros, puestos de verduras que se
improvisan en una esquina o afuera de una tienda sólo con un par de cajones de madera
o plástico.
Casas de tabique, algunas pintadas, otras sin pintar, con una puerta de madera o
de lámina de metal que se atoran con un alambre, o con portones de herrería, pasillos
angostos que corren desde la entrada pasando por una hilera de cuartos techados con
láminas de asbesto o de cartón y terminan con un cuarto de mayor tamaño al fondo. Otras
más tienen techos de loza y obras a medio acabar en el segundo nivel. Al caminar se
levanta el polvo tras los pasos que corren para alcanzar el camión o tras las llantas de las
bicicletas que ruedan por sus calles brincando piedras y saltando baches. Algunas
comparten la vivienda con sus familias o rentan pequeños cuartos, otras han logrado
construir su casa, muchas veces cerca de la de sus familias.

“Donde yo vivo, vivo con mis hermanos y mis padres, todos juntos, bueno, cada quien
tiene su casita, pero es en el mismo terreno, es la casa de mis padres y ahí fuimos
construyendo nuestros cuartitos nosotros, mi casita es chiquita, dos cuartitos pequeños y
un cuartito donde tengo mi estufita y una mesita y ya, el baño está afuera, pero también
muchas compañeras rentan” (Rosa Gutiérrez, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán,
abril, 2012).

Otras colonias como la San Rafael no son muy diferentes, es común encontrar
entre sus calles pequeños talleres que anuncian con una cartulina que se solicitan
trabajadoras, que rompen el silencio de la colonia con el sonar de las máquinas. En otras
se observan unidades habitacionales de interés social, edificios de pequeñas casas que
se levantan unos sobre otros y se extienden a lo ancho con puestos de policías
abandonados, donde el grafiti ha ido reclamando el espacio y las calles.
En las poblaciones de las orillas y afueras de la ciudad las calles rara vez se
encuentran pavimentadas, atravesadas por un canal de desagüe a veces medio seco,
otras con agua “azul mezclilla”, por él que los niños y las obreras brincan, sobresalen las
grandes plantas industriales, unas silenciosas y olvidadas, otras con el característico
rumor de las maquilas, con una tienda afuera, un triciclo que sirve para vender comida,
cigarros, chicles y refrescos, calles polvosas que atraviesan la población de par en par y
que terminan donde se levanta una maquila que se extiende a lo largo de la calle,
acompañada de una hilera de puestos de madera y una caseta donde un policía vigila con
el arma en la mano y que se asoma al paso, mirándote con desconfianza, al punto de
seguirte con la mirada hasta que doblas en las esquina.
En las colonias y poblaciones aledañas es común que en tu camino se atraviesen
un par de niños llevando una carretilla o un diablito cargado de prendas, observar las
casas donde se va juntando la prenda que se elabora en los hogares, señoras que salen
de sus puertas con un bulto en el hombro corriendo para alcanzar la camioneta que se
para en la esquina a recibir la prenda. Calles que se llenan de bicicletas y pasos obreros a
la hora de la comida, levantando hilos y remolinos de polvo con los pies y las llantas.

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En las poblaciones más lejanas como Ajalpán, el panorama te remite a un pueblo,
con las portadas de la fiesta patronal, muros de adobe en pie, cercas que se hacen con
varas de madera y altos arboles dentro de las casas que se intercalan con pequeños y
medianos talleres de maquila, por sus calles transitan jóvenes en short y camisa sin
mangas, señoras con delantal que van y vienen entre las maquilas y las casas, sonidos
de guajolotes, cerdos y pollos, señoras cargando tercios de leña.

“Yo soy de aquí, de Ajalpán, aquí nací y aquí tengo a mis papaces, ellos también son de
aquí, sólo que su casa está por allá abajo, de la iglesia hacia abajo, yo me compré este
terrenito cuando entré a trabajar en la maquila y ya hice poco a poco mi casita, y tengo
acá unos pollos y mis totoles. Casi todos los que estamos en la maquila somos de aquí,
eso sí, siguen viniendo gentes de Oaxaca, de Teoti vienen algunos y de otros pueblos”
(“Ángeles” 48 años, obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

En estas poblaciones aledañas a Tehuacán las trabajadoras de las maquilas por lo


general son habitantes de la misma localidad, sin que falten nunca algunas que vengan
cada día de otras poblaciones. Por las carreteras es posible observar las maquilas de
mayor tamaño que se levantan con rejas de metal o bardas altas de block, con puertas de
metal con una mirilla donde se asoma el vigilante cuando tocas, y en sus calles se hace
presente la maquila mediana, pequeña y de traspatio, a la que grupos de obreras llegan
en bicicleta o corriendo haciendo sonar las chanclas de plástico.

Ajalpán y la sierra.

Las colonias y poblaciones donde habitan las obreras se llenan de vida


principalmente en tres momentos: por la mañana cuando las obreras van corriendo hacia
las maquilas, presurosas para evitar las multas, que atraviesan las calles en bicicletas que
rápidas te rebasan callejeando hasta encontrar su destino; a la una de la tarde, cuando
las que viven cerca regresan a sus casas cargando las tortillas y el refresco carrereando a
los niños para entrar a las casas, de donde se levanta el aroma a comida, o que forman
pequeños grupos que comparten la comida sentados en una esquina sombreada; y por

100
las tardes y noches, cuando las maquilas “liberan” a sus trabajadoras, que regresan a
casa ya sin las prisas del día, cansadas y sonriendo al saludar.

2.4.- De aquí para allá.


Las trabajadoras por lo general transitan por diferentes maquilas, se mueven con facilidad
y constancia de una a otra, ya sea que ellas mismas busquen otra planta en la que
trabajar o que la maquila las remueva de su puesto de trabajo y las obligue a buscar en
otro sitio, hasta que encuentran una donde se sienten más cómodas.

“La mayoría de los que trabajamos la maquila hemos pasado por muchas, en las que está
menos feo nos quedamos lo más posible, en otras te quieres salir luego, apenas entraste
ya no te gusta y te vas, o te corren, hacen que te vayas, cuando una encuentra una
maquila donde no se está tan mal, pues intentas quedarte ahí lo más posible, pero si ellos
quieren, te corren y tienes que salir a buscar otro trabajo, entonces vamos de maquila en
maquila” (Andrea Ramírez, 26 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Varios son los factores que hacen que esta clase obrera sea ambulante y
“brinque” de una a otra maquila, éstos pueden ser según cada caso: el salario ofrecido,
los horarios de trabajo, la cercanía, que se otorgue seguro social y prestaciones, o que no
se den malos tratos ni insultos.

“Es diferente según cada quien, por ejemplo yo prefiero un trabajo donde me den seguro
social y prestaciones, porque tengo mis hijos y necesito el seguro médico, prefiero
chambear donde me den seguro social, aunque no paguen tanto, porque donde te dan
seguro social te pagan menos, otras personas buscan otras cosas, que paguen más, que
no te griten y así” (“Guadalupe”, 33 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril, 2012).

Entre las que priorizan aquellos trabajos que cumplen con el otorgamiento del
seguro social, están las obreras con hijos pequeños, familiares enfermos o con alguna
enfermedad crónica, esto les hace buscar las maquilas donde se da seguro social, siendo
un factor para soportar bajos salarios y malos tratos.

“Yo como tengo una niña chiquita, pues intento buscar donde si me den seguro, para que
la niña tenga atención, otras compañeras buscan el seguro si tienen una enfermedad o un
pariente enfermo, y así vamos buscando y buscando, hasta que encontramos donde sí
hay seguro, la bronca es que donde hay seguro, pues pagan menos y hay muchos malos
tratos, bueno en casi todas nos gritan y nos insultan, pero en unas más que en otras, en
unas sólo son regaños, en otras son de a tiro insultos feos, de ignorante o pendejo no te
bajan, así todo el tiempo, pero pues como necesito el seguro, pues me aguanto” (Lourdes
Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Otras prefieren las maquilas donde la paga es mayor, aunque no se respete el


seguro social y las prestaciones laborales, dentro de este grupo se pueden encontrar
madres solteras con hijos ya mayores, que viven solas, así como miembros de familias
con varios hijos, buscando un mayor ingreso aunque se tengan que soportar los insultos
constantes.

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“Nosotros buscamos las maquilas donde pagan más, no es mucho más, pero pus algo es
algo, porque en unas de operario pagan 800, algunas 900 o 1000, entonces pues 100
pesitos más a la semana pues sí es una ayuda y pues tenemos tres hijos y queremos que
estudien para que no tengan que entrar a la maquila como nosotros, entonces pues
preferimos chingarnos nosotros con tal de que nos alcance un poquito más, porque no
alcanza, en serio que no alcanza con lo que nos pagan, entonces pues si encuentras una
donde te paguen un poco más, pues te aguantas los gritos, los regaños y todo”
(Guadalupe Martínez, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otras, principalmente jóvenes, no priorizan las prestaciones y el seguro social,


prefieren buscar aquellas que paguen un salario mayor, que les permita tener para sus
gastos y poder salir con los novias y novios, con amigos, muchas veces trabajan por
cortas temporadas en lo que consiguen dinero para comprarse ropa, teléfonos celulares o
para algún paseo.

“Yo trabajo para tener un poco de dinero, en mi casa no me piden dinero, de eso se
encargan mis papás, ellos querían que estudiara, pero la neta me dio hueva estudiar y
mejor me metí a trabajar, pa tener mi dinerito y poder comprarme mi teléfono y mi ropa y
poder salir a los bailes y a la plaza comercial y salir con mis amigas” (Viviana, 19 años,
obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Muchas entran a la maquila para completar el gasto familiar, en la misma maquila


donde trabajan sus padres, hermanos o amigos con quienes van aprendiendo a trabajar a
edades que rondan entre los diez y 14 años, primero de manuales, hasta que brincan a
ser operarias, dentro de muchos de estos grupos de jóvenes trabajadoras sin familia
propia, el que se pague más es el factor prioritario, pues no les incomoda cambiar de
maquila constantemente.

“Yo entré como a los 12 años, por ahí así, es que en casa no alcanzaba el dinero,
entonces pues dejé la escuela y me metí a trabajar donde mi mamá, ahí fui aprendiendo
con ella, ya después te aburres de estar en la misma maquila y pues yo me aburrí de estar
ahí y mejor me salí, me fui a buscar otra, yo preferí donde pagaran mejor y me fui a otras,
pero no duro mucho, me aburren y me cambio” (Lorena Hernández, 22 años, obrera de
maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otro factor importante aparte del salario, las prestaciones laborales y el seguro
social, es que en la planta no se maltrate “tanto” a las trabajadoras. Este factor es
importante para su permanencia en las maquilas.

“Lo que más me cansa es que nos estén insultando todo el tiempo, todo, así, a puro grito
nos traen, que si somos pendejas, que si no sabemos trabajar, que si somos huevonas,
que si pinches viejas chismosas, que si ignorantes, que si somos de la sierra, por todo,
que si no trabajamos rápido, por todo nos gritan, el encargado pasa junto a tu mesa y si ve
que hiciste algo mal luego luego a chingarte “que no sabes trabajar mensa” y así, cosas
así, eso te cansa mucho, a mí es lo que me ha hecho salirme de las maquilas” (“Vanesa”,
24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

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Las obreras refieren estos insultos y maltratos como constantes gritos y regaños
hacia sus personas, que señalan su incapacidad para trabajar, invalidando sus opiniones,
necesidades y capacidades, el desprecio hacia la condición de mujer que se acompaña
de acosos sexuales, señalamientos sobre la ignorancia de las obreras y burlas por su
origen indígena. Estos insultos y maltratos son una constante en muchas maquilas y se
dan en menor o mayor medida en todas y se vuelve un factor importante que lleva a las
obreras a buscar otros trabajos.

“Yo prefiero acá que no gritan, que no insultan, aunque no den seguro, porque no soy
animal pa andar aguantando que te digan “jodida”, “india”, “mensa”, o sea que te dicen que
no vales, que no sabes, que no importas, sólo porque somos pobres, y pues no, no me
gusta eso, prefiero así y que no me traten así” (Margarita, 34 años, obrera de maquila,
Ajalpán, agosto 2012).

“Acá nos gritan por todo, no sé qué se creen estos cabrones, te gritan por todo, si te
equivocas eres mensa que no sabe trabajar, como si ellos no se equivocaran, como si
fuera fácil estar 12 pinches horas pegada a la chingada máquina, perdón por las
palabrotas, pero así siento, si ven que las señoras platican las tratan de “pinches viejas
chismosas”, a la gente que se ve que viene de la sierra de “pinches indios”, “pinches
serranitos” les dicen, si rezongas es más tantito, te dicen “tú qué dices si ni estudiastes,
eres ignorante, como te atreves a decirme que me equivoco”, o te dicen “tú qué vas a
saber si eres una jodida, ni leer sabes”, cosas así te dicen todo el tiempo, así por todo,
cosas así, por eso luego mejor una misma se va a otro lado, a buscarle” (“Guadalupe”, 33
años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

“Luego en unas gritan mucho, insultan mucho a la gente, mucho y eso enoja mucho,
mucha gente prefiere que te paguen menos, que no te den seguro y que no te estén
gritando todo el día, que no te insulten, porque los encargados insultan mucho, por todo te
gritan “que no sabes trabajar o que”, “tú puras porquerías haces y crees que así mereces
ganar más”, o algunos así ya con groserías de pendejo no te bajan, “pinche vieja pendeja”,
a mentadas de madre, te dicen que eres inútil, que no sirves para nada, que eres
ignorante, que eres indio, o que eres vieja, eso lo usan mucho para ofenderte” (Susana
García, 32 años, obrera de maquila Tehuacán, septiembre 2012).

El acoso sexual se da constantemente dirigido hacia las jóvenes obreras,


principalmente desde los encargados, gerentes y patrones, esta práctica a veces se da en
forma velada y las obreras lo conciben como coqueteos, otras veces se da de manera
abierta y agresiva y se vuelve un factor a partir del cual las obreras pueden obtener
prerrogativas en el trabajo o para que las obreras decidan “saltar” a otra maquila.

“Luego sí se da eso que de acoso sexual, los encargados o los gerentes son los que ven
una muchachita que les gusta, jovencita y comienzan a hablarle, sonreírle, a acariciarles el
cabello, les dicen “chula”, “bonita” y así, y ahí comienzan como que jugando, después
quieren acompañarte a tu casa, luego que salgas con ellos, hay algunos que luego hasta
te quieren manosear, así de plano. Si dejas que te acompañen y aceptas salir con ellos,
pues comienzas a recibir favores, puedes entrar tarde, salir temprano, no te cargan la
mano, así, pero si no te dejas, pues te va mal, comienzan a cargarte la mano, te dan
mucho trabajo, te regañan por todo, te mueven de tu puesto, así, sobre todo con las

103
jovencitas, jovencitas, de 15 años, de 18, pero también luego con las de 25 o 30, luego por
eso mejor te vas a otra parte, porque se pasan, luego te quieren meter mano y así, llevarte
a su casa, incluso con amenazas, y si denuncias no pasa nada, acá una compañera
denunció ante la policía y la policía ni hizo nada y a ella la corrieron, entonces luego pues
mejor nos vamos nosotras” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

“En las maquilas se da mucha violencia, te gritan, te insultan, de pendejo no te bajan, de


inútil, ignorante, así te tratan y eso creo que es violencia, también se da mucho que el
encargado te coquetea, te dice que si quieres llegar más tarde que le des besos, que
salgas con él, que le des las nalgas, cosas así, luego se da que pues le gustas al
encargado o al patrón y te comienza a coquetear, a invitar a salir y si dices que no, te
comienzan a cargar la mano, te ponen más trabajo, te hacen quedarte más tiempo, te
regresan tu trabajo y así, como desquite por no haber aflojado” (Viviana, 19 años, obrera
de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Estos son los principales factores que hacen que las obreras “decidan” “peregrinar”
entre maquilas, se ven obligadas a “brincar” de una a otra, ante las condiciones existentes
y el hartazgo que les genera, cuando las condiciones no orillan a las trabajadoras a
“tomar” la iniciativa de migrar a otra planta, son los propios patrones que constantemente
despiden personal, obligándolas directamente a retomar la “peregrinación” laboral.

“Pues sí, nos movemos mucho de maquila en maquila, como si fuera peregrinación, de
una a otra, nomás brincando, pero no es que nos guste así, sino porque te harta la cosa,
es que te aturde la maquila, te harta, luego es que las condiciones te hacen ir a buscar
algo un poquito mejor, pero también muchas veces es que te despiden así con la mano en
la cintura, te aceptan en una maquila, te dan trabajo unos meses y te corren y así, siempre
hay gente nueva entrando y saliendo, así por meses, por años, luego te despiden para que
no tengas tu antigüedad y si rezongas ya no te recontratan, entonces no es que nosotras
queramos andar brincando de una a otra, es que las condiciones nos orillan a irnos”
(Lourdes Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Aparte de la movilidad entre maquilas, las trabajadoras muchas veces se ven


obligadas a una movilidad interna dentro de la planta, de un sitio a otro, de un paso a otro,
principalmente las nuevas son sometidas a esta movilidad interna, pero la antigüedad no
es garantía de no ser movida de tu puesto y paso.

“Luego adentro quieren estarnos moviendo, quieren que hagamos otro paso, que
agarremos otra máquina, yo como llevo mucho tiempo ya con mi paso, sí rezongo, no me
gusta que me muevan, ya me gane mi lugar, mi puesto y conozco mi máquina, y no me
gusta que me muevan, pero los más nuevos, a esos sí los traen de aquí para allá y a los
manuales, a ellos hasta los ponen a limpiar baños, bueno a nosotras también pero más a
ellos” (Lourdes Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Las trabajadoras son sometidas a una movilidad entre diferentes pasos del
proceso de producción, incluyendo moverlos hacia actividades de limpieza de las
instalaciones, las más nuevas comúnmente son usadas como “comodines” y las
trabajadoras manuales, quienes no tienen un sitio específico de trabajo, sino que se

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encargan de pasar los bultos de prenda de una a otra mesa, así como empacado,
embolsado, limpieza de las instalaciones, deshilado, etc., en este sector de la fuerza de
trabajo es donde es posible encontrar niños de alrededor de diez y 14 años.

“Acá hay muchos niños trabajando, de 11 años, 12, por ahí, a ellos les pagan menos por
ser niños, de por si son manuales y les pagan menos, ganan 600 pesos los manuales y los
niños 400 y también velan, solo que los esconden cuando saben que vienen auditorías del
IMSS y eso, los mandan afuera, para que no los vean” (Joel, 17 años, obrero de maquila,
Tehuacán, enero 2012).

Las trabajadoras manuales buscan aprender a utilizar una máquina y pasar a


ocupar un puesto de operaria, incluso sin saber manejar las máquinas, ya que el puesto
de manual es pagado entre 400 y 500 pesos por semana, mientras que una operaria
puede ganar entre 800 y 1200 pesos a la semana.

“Yo entré de manual y ya comencé a ver como cosían las señoras y algunas me decían
como hacerle y ya un día le dije al encargado “oye, ponme en una máquina ¿no?”, yo le
dije que sí sabía coser, pero la verdad es que nunca había agarrado yo una máquina, sólo
había visto a las compañeras, pero pues yo necesitaba más dinero, porque de manual se
gana muy poquito, entonces me aventé así sin saber de verdad y ya unas señoras me
fueron enseñando, me decían quedito “oye, así no, mira como lo hago yo” y así fui
aprendiendo” (Guadalupe Martínez, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Dentro de las operarias también se dan “comodines”, que pueden ser asignadas
un día a un paso y otro día a otro, principalmente entre las operarias nuevas, por su parte
las trabajadoras operarias con mayor tiempo en la fábrica son movidas menos y
presentan resistencia a ser asignadas a otro paso, incluso a otra máquina, aunque esta
resistencia y sus argumentos puedan no ser atendidos y terminen haciendo pasos
diferentes a los que venían haciendo, o haciendo dos pasos diferentes cada día y
cambiando de máquina.

“Luego no le hace que tú ya tengas tu paso y tu máquina, de todas maneras te mueven,


pero a quien más mueven es a los nuevos, un día los ponen a hacer una cosa, otro día
otra y así, los van cambiando de máquina y de paso, aunque luego a los de más antes
también los mueven, sólo que estos rezongan más, no les gusta que los estén moviendo
de una lado a otro y dicen “si yo ya tengo mi paso y mi máquina” (“Guadalupe”, 33 años,
obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Dentro de los argumentos que oponen resistencia a la movilidad interna, se


encuentran por lo general los referentes a la antigüedad y el derecho a que se les respete
su paso en el que ellas se consideran especialistas, la negativa muchas veces no se debe
a no saber hacer otros pasos, sino a que están acostumbradas a “su” máquina, a su paso
y que si se les asigna un paso extra no se les paga.

“Nombre, yo sí le digo que a mí no me mueve, porque yo ya tengo mi paso mío y mi


máquina, ya conozco mi máquina, se cómo trabaja y cómo suena y no me dejo mover, me
pongo al tiro porque no se vale, a mí me pagan por mi paso, no por hacer dos o tres

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pasos, entonces yo sí les digo “si me vas a pagar el paso extra y me das una máquina
buena órale, vas”, pero si no, no, porque yo por eso tengo mi paso y llevo muchos años
haciéndolo” (Lourdes Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

2.5.- Trabajamos juntas, pero luego ni nos conocemos.


Una particularidad de las trabajadoras es la notable falta de relación entre compañeras de
una misma planta, al hablar con ellas vas notando que no hay un sentido de identidad
colectiva como obreras de maquila, ni como obreras de una misma planta y si lo hay es
muy endeble. Sí se reconocen como obreras de la maquila, pero no se generan lazos
colectivos estrechos que las identifiquen unas con otras.
Esto se relaciona con el propio modelo maquilador, sus jornadas extensivas, sus
ritmos intensivos de trabajo, la dispersión geográfica de las plantas y el domicilio de las
trabajadoras y se fortalece con las diferencias entre ellas, ya sea de edad, de género o de
origen, la necesidad económica, la competencia laboral, así mismo, esas diferencias
internas son fortalecidas por discursos patronales que buscan exacerbarlas, buscando
que no se formen grandes identidades colectivas, ni lazos solidarios que puedan
entrelazar a las trabajadoras de una misma planta.

“La verdad es que luego ni nos hablamos unas con otras, unas veces es que nos caemos
mal, por cualquier cosa, pero muchas veces no es eso, sólo es que no nos conocemos,
que no nos hablamos, por ejemplo, yo sí reconozco a mis compañeras, pero no sé ni
cómo se llaman, ni dónde viven, ni nada, con muchas nunca he intercambiado más que un
saludo, sí tengo mis amigas con las que platico y todo, pero somos como cinco las que
nos juntamos, de ellas sí conozco quienes son y todo, pero de las demás no” (Viviana, 19
años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Sí se constituyen pequeños grupos que interactúan entre sí, sin embargo estos
grupos pocas veces aglutinan grupos mayores de cinco a diez trabajadoras, que entablan
relaciones de amistad, muchas veces las trabajadoras de una planta mediana no conocen
a muchas de sus compañeras.

“No, pues luego es que muchos entramos y salimos constantemente de las maquilas y
pues no nos conocemos tan bien, otras veces aunque tengamos mucho tiempo en la
misma pues no hay mucho chance de hablarnos, sí nos hablamos, pero en pequeños
grupos, así, con el que está a tu lado y enfrente, es con los que pláticas y cotorreas, pero
con los que están hasta allá al fondo, pues no, ni de chiste, porque adentro todo el tiempo
estás corriendo y sales y pues no vivimos cerca pues, unos aquí y otros aculla y así,
entonces pues sólo así, en los 20 minutos que jugamos fut y de ahí en fuera, pues sólo
cotorreas con los que tienes cerquitas” (Jorge Fernández, 27 años, obrero de maquila,
Tehuacán, diciembre 2011).

Las jornadas extensivas y los ritmos intensivos de trabajo son un obstáculo para
que las obreras puedan entablar relaciones entre ellas, limitándose por lo general a las
compañeras que tienen inmediatamente a su lado, enfrente y atrás, con quienes pueden
entablar pláticas dentro de la fábrica, sin embargo, el ritmo intensivo de trabajo limita la
posibilidad de interactuar dentro de la planta.

106
“Es que adentro ni da chance, porque no te puedes andar parando de tu lugar, todo el día
estás en tu puesto, entonces si platicas solo puedes hacerlo con los que tienes a tu lado,
pero también, si platicas mucho pues pierdes tiempo y entonces pues no sales temprano,
porque tu horario es por tarea, entonces si platicas sales más después y pues mejor no
platicar, sólo en la hora de la comida y así, porque ni vivimos en la misma colonia”
(Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

La movilidad es otro factor que limita las relaciones, muchas trabajadoras están
temporalmente en una maquila, para después “saltar” a otra, por lo que se les dificulta
estrechar relaciones entre ellas, de igual manera la movilidad interna va siendo una
“piedra en el zapato” de las relaciones entre las obreras.

“También es que pues muchos estamos de entrada por salida, dos o tres meses y a volar,
te vas a otra, entonces, pues ni amigos alcanzas a hacer, apenas vas conociéndote
cuando ya te fuiste a otra, o luego adentro cuando nos mueven, por ejemplo a mí, me
tienen una semana en un área, otra semana en otra y así, y luego andando en chinga,
pues menos” (Rafael Rojas, 20 años, obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

También está la constante vigilancia por parte de los encargados que deambulan
entre las mesas y máquinas, mirando las prendas, controlando las pláticas, siempre con
ojos y oídos atentos, voces que se levantan en regaños cuando las trabajadoras
comienzan a interactuar entre ellas, erigiéndose en fieles vigías que pugnan porque los
murmureos de las maquinas no se contaminen de charlas y susurros.

“Luego ni aunque quisiéramos, ahí está el pinche encargado vigilando, paseándose entre
nosotros, nomás viéndonos, y si te ve que estás platicando llega y te regaña “órale,
pónganse a trabajar huevonas, que no les pagamos por platicar”, así, apenas te ven que
hablas y luego luego te caen, entonces pues luego ni aunque quisiéramos” (Lourdes
Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Otro factor es la competencia laboral a la que son sometidas las obreras, este
discurso y práctica patronal impera en la maquila, estableciendo que la forma de
sobresalir es de manera individual, compitiendo con las compañeras de trabajo, haciendo
que en menor o mayor grado las trabajadoras se asuman como sus “enemigas”. Antes de
ingresar son parte de un gran número de obreras que se disputan el puesto de trabajo de
manera constante y una vez adentro la competencia se mantiene.

“Yo creo que también se debe a que no sabemos ser compañeros, nos enseñan a que uno
ve por uno mismo, te dicen “quieres el puesto, pues chíngale tú y demuéstrame que lo
mereces más que fulanito o zutanita”, así te lo dicen, entonces pues aprendemos a
competir entre nosotros y creo que viéndolo así, antes que compañeros nos concebimos
como enemigos, porque siempre va a haber alguien que quiere mi puesto y si quiero subir,
se lo tengo que quitar a alguien y además, siempre hay que estar en una carrerita por que
no sea a ti a quien despidan y creo que eso hace que no sepamos vernos como
compañeros desde el principio” (Jaime Cayetano, 34 años, obrero de maquila, Ajalpán,
agosto 2012).

107
Las diferencias de las trabajadoras juegan un papel importante, en una maquila las
obreras provienen de diferentes colonias de Tehuacán y poblaciones aledañas, por lo que
no se comparte otro espacio más que la maquila con su competencia intrínseca, de igual
forma, los pequeños grupos de trabajadoras que se forman van guiados por afinidades de
género, edad, y origen, haciendo que las jóvenes se junten con jóvenes, las mujeres de
mayor edad con sus afines, los hombres con hombres, aquellos que vienen de
comunidades indígenas con aquellos que hablan su misma lengua o que provienen de
comunidades cercanas, en muchas ocasiones los discursos patronales sirven como
altavoces de estas diferencias, fortaleciendo la fragmentación de las obreras.

“También es que por ejemplo no te juntas con quien no es como tú, o sea, yo me junto con
puras chavas de mi edad, no platico con la doñas, ellas sí, ellas sí intentan relacionarse
más, son las que te enseñan a trabajar y luego hasta te cuidan, pero pues nosotras no, y
luego hasta como que ponemos una barrera con ellas, con los hombres tampoco nos
juntamos, o sea sí, cada quien tiene su amigo o su novio, pero no nos juntamos así en
grupo con ellos, o con la gente de la sierra, con ellos menos nos juntamos, no sé, luego
creo que no nos entendemos, ellos hablan sus lenguas y se apartan también, y nosotros
nos apartamos de ellos, también porque uno dice “que me voy a estar juntando con los
serranos”, así les decimos acá y aparte ellos tienen varios dialectos, no hablan lo mismo
pues, entonces, pues también se apartan entre ellos” (Viviana, 19 años, obrera de
maquila, Tehuacán, abril 2012).

“Luego los encargados como que meten tirria, te dicen “no te juntes con esos de allá
porque esos quien sabe qué”, que si son de la sierra, que si son las doñas, cuando ven
que una morra habla con las doñas meten su cuchara, le dicen “que haces con las doñas,
no ves que ya están viejas y tú estás morrita” y así, te dicen que no les hables a los
serranos, esos no entienden nada” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril
2012).

Dentro de las maquilas la clase obrera vive una constante fragmentación que les
impide en mayor o menor medida establecer relaciones entre ellas, manteniéndolas
constantemente en un estado de competencia interna, imposibilitándoles construir lazos
colectivos fuertes, haciendo de esta clase obrera, una fragmentada entre sí, educada a
una dinámica fuertemente precaria, competitiva y dividida.

3.- Los que vienen de la sierra.


3.1.- Una ciudad de indios que desprecia a sus indios.
A pesar de que Tehuacán tiene un pasado fuertemente arraigado a la identidad indígena y
que el título de la ciudad es “Ciudad de indios”, existe un desprecio unas veces velado,
otras abierto en contra de lo indígena. Este desprecio es posible percibirlo en el ámbito
institucional, en contra de “canasteras” coapeñas115, y doñitas que asisten a Tehuacán a
comerciar productos que ofrecen en la vía pública, que constantemente están siendo
amenazadas con ser desalojadas de las calles y esquinas de las que han hecho su lugar

115
Muchas de estas mujeres indígenas que asisten diariamente a Tehuacán a comerciar, provienen
de Santa María Coapam, sin embargo, no es de la única población de donde son originarias.

108
de trabajo, tampoco escapan a un desprecio proveniente de la población, debido a su
origen indígena, que se expresa en señalamientos sobre su “suciedad” y la posibilidad del
mal estado de sus alimentos y la denominación popular de “los serranos” o “los serranitos”

“Decir serrano es que te dicen indio pues, es como llaman a la gente que viene de la
sierra, a la gente indígena y pues no importa de dónde seas, si hablas lengua y traes tu
vestido te dicen “serranito”, y si eres serrano eres ignorante, que no sabes leer ni hablar
pues, porque ven que hablas tu lengua, dicen que los serranos son ignorantes, sucios y
así, se usa para decir que alguien es de la sierra, o sea que es indio, pero también se usa
para insultar pues” (Jorge Martínez, 45 años, obrero de maquila, mazateco, Tehuacán,
julio 2012).

Este apelativo de “serrano” es dado más comúnmente a la población indígena que


es visiblemente identificada como tal, es decir, a aquella que habla su lengua y que
mantiene el uso de vestimentas propias de su cultura, hacia las mujeres indígenas que
asisten a comerciar a Tehuacán, pero en general es utilizado para designar a cualquier
persona indígena.

“Un serrano es una persona, como decirte, pus que viene de la sierra ¿no?, eso es un
serrano, un indio pues, alguien que habla otra lengua, las doñitas que vienen con sus
rebozos, con sus chanclas de esas de plástico o sus faldas, o un hombre que viene con
sombrero, con huaraches, así sabes quién es serrano pues, así sabes quién sí y quién no,
porque los ves, los oyes, aunque luego hay muchos que no hablan su lengua y no se
visten así y que son serranos, pero no lo muestran pues porque creo que les da pena,
porque decir serrano es como decir “ese indito” o luego dicen “los serranos no saben ni
hablar”, así pues y por eso muchos, los que ya vinieron a vivir a Tehuacán, pues luego no
lo muestran, pa que no les digan así” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán,
agosto 2012).

La maquila juega un papel importante en la atracción de mano de obra indígena,


ya sea que habiten en las poblaciones de Tehuacán y municipios aledaños donde la
maquila tiene una fuerte presencia o que provengan de comunidades más alejadas.

“Muchos acá venimos de comunidades, a la maquila pues o a vender, o así pues, a


trabajar, yo digo que en todas las maquilas siempre hay gente que viene de comunidad y
así, solo que muchos pus dejan de hablar su lengua y de usar las ropas, muchos sí
hablan su lengua, pero no la usan en público, o sea la usan entre uno mismo, pero con el
tiempo la dejas de usar, o la usas menos, sobre todo cuando ya no regresas a tu
comunidad, y se va olvidando si no la usas pues” (Jorge Martínez, 45 años, obrero de
maquila, mazateco, Tehuacán, julio 2012).

La pérdida del uso de la lengua indígena, así como de la vestimenta, de prácticas


y concepciones culturales indígenas se relaciona con el desprecio velado y constante que
la sociedad tehuacanera ejerce sobre aquellas personas que identifica como indígenas.

“Sí soy india pues, vengo de por Zoquitlan, de por allá vengo, de allá es mi familia, o sea
que sí, sí soy india, pero ya no hablo la lengua, ni me visto como se viste mi gente, porque

109
acá te señalan mucho pues, cuando llegué, pues se burlaban de mí porque era yo
“serrana” me decían y decían que era yo ignorante y te hartas de eso y mejor dejé de
hablarla, para que no me dijeran así” (Rosa Martínez, 35 años, obrera de maquila, nahua,
Tehuacán, abril 2012).

Caminando en Ajalpán.

También influye el que se mantengan o se rompan los lazos con las comunidades
de origen, en medida en que se mantienen estos lazos la población indígena mantiene en
cierta medida el uso de su lengua, así como sus prácticas y concepciones culturales.

“Yo sí soy indio, mi lengua es “an xo´boo” como le decimos nosotros, o sea mazateco,
llevo aquí como diez años, vine a trabajar en la maquila, porque pus se necesita el dinero
pues, acá te señalan mucho con el dedo por ser indio, te dicen “serrano” y cosas así, se
burlan de ti pues, porque dicen que eres ignorante, cosas así, pero pus yo sí soy, pus ni
modos de negarme lo que soy, yo hablo mi lengua, aquí no la uso mucho, pero pues en
casa yo hablo mi lengua y cuando voy al pueblo pus más, intento ir cada año a la fiesta y
tengo allá mis papaces, mi familia, acá no la uso mucho, pero sí la sé, la uso y me gusta
hablarla, es muy bonita, a mí me gusta ser lo que soy, es bonito, tenemos nuestra
costumbre, nuestra propia concepción y así, acá muchos dejan de saber la lengua y la
costumbre, porque si no la usas se olvida, si no tienes contacto con tu pueblo lo vas
perdiendo” (Jorge Martínez, 45 años, obrero de maquila, mazateco, Tehuacán, julio 2012).

Otro factor importante es la edad a la que se llegó a Tehuacán y el tiempo


transcurrido, entre más tiempo lleven habitando en la ciudad, sobre todo cuando se rompe
el nexo con la comunidad de origen, es más posible que se presente el abandono de la
identidad, de igual manera, entre la población más joven, es más común observar la
pérdida de la identidad indígena.

110
“Yo bueno, sí, sí vengo de Oaxaca, de por Eloxochistlan, allá por Huautla, llegué a los
cinco años aquí, o sea hace como (…) serán ya 13 años, mis papás son mazatecos, pero
yo ya no, yo me crie aquí, soy de Tehuacán pues, aunque sea de allá, pero aquí crecí,
aquí me críe” (Jorge Juárez, 18 años, obrero de maquila, Tehuacán, julio 2012).

“Haga de cuenta que sí, que sí vengo de pueblo pues, aquí entre nosotros, sí, sí vengo de
pueblo, pero ya ni me acuerdo como se habla la lengua de mis papás, llegue chamaca acá
y pues con el tiempo olvidé como hablarla, porque acá en las maquilas luego no quieren
que lo hables, te miran feo la gente y así, dejé de hablarlo, hasta que ya pues lo olvidé de
plano” (María Concepción Juárez, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

El desprecio lleva a esconder el uso de su lengua en espacios públicos, en otros


casos el peso del señalamiento va enseñando a avergonzarse de su origen y negarlo,
entre las obreras, muchas aseveran ser originarias de Tehuacán y conforme la plática
avanza van aceptando ser originarias de otras partes, aceptando que los padres sí son
indígenas pero señalando que ellas no lo son.

“A decir verdad es que no nací aquí, vengo de un pueblo, pero yo digo que soy de aquí,
porque así me siento, mis papás ellos sí son de pueblo, ellos sí son indios, yo ya no, ellos
sí hablan mexicano, pero yo no (…) es que eso de ser indio, no es que sea malo pues,
pero pues uno ya está en la ciudad, tiene que dejar todo eso de ser indio atrás, eso se
queda allá en el pueblo, cuando ya llegas a la ciudad es ¿cómo te diré?, como avanzar,
salir de hoyo pues, porque allá en el pueblo estás jodido, no hay dinero, no hay nada, y
llegas acá y pues eso es que ya avanzaste” (José García, 26 años, obrero de maquila,
Tehuacán, abril 2012).

Es posible encontrar obreras que si bien no abandonan el uso de su lengua, si lo


reservan para sus hogares y con aquellas personas que son parte de su comunidad,
incluso es posible encontrar población indígena que intenta en medida de lo posible
mantener contacto con su comunidad de origen o que reproduce en cierta medida su
comunidad en las colonias de Tehuacán.

“Yo pues intento ir al pueblo cada que puedo, a veces no se puede, porque el trabajo
luego no da chance de ir, pero cada que puedo sí voy y pues en casa hablamos la lengua,
además que tengo varios vecinos que también son de donde vengo yo y luego entre
nosotros sí la hablamos, luego se da que nos juntamos varios que venimos de la misma
comunidad, o de comunidades cercanas y ahí vamos haciendo como que pequeñas
colonias donde casi todos somos mazatecos y eso ayuda, por ejemplo aquí hay incluso
una colonia que se llama así “colonia mazateca” o “colonia mazatecos” y ahí casi todos
son mazatecos y eso ayuda, porque como que se hace el pueblo, pero acá en la ciudad,
entonces, pues ahí se hace faena, se hace tequio para arreglar las calles, para poner la
luz, se hace eso del trabajo entre todos y la ayuda, cosas que hacíamos en el pueblo y las
hacemos aquí y eso nos ayuda a no perder todo, hasta las fiestas hacemos” (Jorge
Martínez, 45 años, obrero de maquila, mazateco, Tehuacán, julio 2012).

La reproducción de la comunidad en los nuevos espacios dentro de la ciudad son


un factor importante para mantener la identidad indígena, el uso de la lengua, prácticas y
concepciones culturales, en otras ocasiones esta reproducción de la comunidad en la

111
ciudad no es posible, por lo que el nexo se hace a partir de juntarse con otras personas
provenientes de la comunidad o de la región de origen.

“Yo soy Ñuu dzahui o mixteca, acá muchos somos, muchos no lo dicen, porque les da
vergüenza, o pa que no se burlen y no comiencen a molestar con eso de “serranito”, yo
por ejemplo pues no lo ando diciendo porque molestan mucho, pero sí lo soy y te das
cuenta cuando otro también lo es, te das cuenta pues, y nos juntamos, hablamos, no
somos de la misma comunidad, pero sí de comunidades cercanas y acá sí hacemos
amistad, aunque luego allá las comunidades estén peliadas, acá ya es otra cosa,
entonces, le decía yo, que una se da cuenta y me les acerco con cualquier pretexto y
comienzo a hablar y ya después le digo “de dónde eres tú” y ahí va saliendo plática, ya
luego si habla la lengua le digo, “vamos a comer por allá mira” y ahí hablamos en nuestra
lengua, luego no nos entendemos del todo, (…) a mí me da gusto encontrarme con
alguien que hable mi lengua, porque así pues tengo alguien con quien platicar en mi
lengua y eso me da alegría” (María Juárez Hernández, 44 años, obrera de maquila,
Tehuacán, agosto 2012).

En otras ocasiones la identidad indígena se mantiene a pesar de la presión social


existente y del rompimiento de los lazos comunitarios a nivel físico, manteniendo un lazo
simbólico con la comunidad de origen.

“Yo ya tengo muchos años aquí, como 40, imagínese, son muchos, yo nací en la sierra,
allá en un pueblo, como 30 años tendrá que no voy, mis familias se vinieron para acá o se
fueron a otras partes, entonces ya no voy y pues ni modos, así pasa, pero yo soy de allá,
hablo mexicano, aunque ya no esté allá, nunca lo dejé de hablar, porque me recuerda mi
pueblo, a mi abuela, a mi mamacita y mi papacito, recuerdo mucho las fiestas, la milpa, a
mí todo eso me gustaba mucho, mucho, ahora sólo lo recuerdo y con eso tengo para no
olvidarlo, porque no puedo olvidar quien soy, ni donde nací pues, no se puede o no se
debe, saber, pero yo no lo olvido, lo tengo acá bien adentro de mí y cuando veo alguien
que habla mexicano hablo con esa persona, porque me gusta cómo suena, era la lengua
de mis abuelos, de mis papaces y no la pienso olvidar” (Josefina Sánchez, 46 años, obrera
de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

En poblaciones y municipios aledaños a Tehuacán es común transitar por sus


calles escuchando pláticas en sus lenguas, sobre todo entre gente mayor, en las combis y
camiones que transitan hacia estas poblaciones, saludos que dan la bienvenida,
despedidas, gritos que se saludan al cruzarse sin parar el camino de la bicicleta, mujeres
con sus rebozos bordados, con sus colores mezclados con los negros y grises, sin
embargo también existe una pérdida de la identidad indígena, del uso de la lengua y de la
vestimenta.

“Aquí hay mucha gente de pueblo, gente humilde pues, gente indígena casi toda, muchos
que somos de aquí mismo, otros que vienen de San José, que hablan el mexicano o los
que les dicen mazatecos, la gente de aquí alguna sigue hablando el mexicano, sobre todo
las señoras más mayores y la gente que viene de por San José, los jóvenes ya casi no, no
quieren, no les gusta, o luego también es que los papaces no nos enseñan, antes acá se
hablaba mucho el mexicano, que es ese náhuatl, lo habla mi abuelita y mi mamá, pero ya

112
no nos enseñó, le entiendo, pero no lo sé hablar y como ya no me enseñaron ya no
aprendí” (Rosa María Hernández, 29 años, obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

3.2.- Obreras indígenas en la maquila.


En Tehuacán y sus maquilas existe una importante fuerza de trabajo de origen indígena.
En municipios como Ajalpán y Altepexi, Chilac y otros, esta presencia toma mayor fuerza,
donde la población del lugar asiste a las diversas maquilas, así como en las propias
casas donde opera la maquila de traspatio y el trabajo a domicilio.

“Aquí en Ajalpán todos casi somos de origen humilde, gente de pueblo, indígenas pues,
casi todos, aunque ya muchos no hablemos la lengua, se ha perdido mucho, pero lo
somos y somos obreros de maquila, en las maquilas muchos somos indígenas, ya sea de
aquí o de fuera, pero lo somos, sólo que muchos ya no quieren hablar la lengua y otros no
la sabemos” (Rosa María Hernández, 29 años, obrera de maquila, Ajalpan, enero 2012).

Tanto la maquila, como el abandono institucional del campo a partir de las


reformas constitucionales al artículo 27 en la década de 1990 y la necesidad económica,
han orillado a la población indígena a abandonar sus lugares de origen para asentarse en
torno a las maquilas.

“Mis padres nos trajeron aquí, hace ya como 20 años, en el pueblo no se podía ya, la tierra
no daba para vivir, mi padre se vino primero y entró a la maquila, ya después no venimos
todos y ya, no volvimos al pueblo, acá ya había trabajo y regresar a allá era batallar con la
tierra, era mucho trabajo y salía muy poco y pus yo ya no volví nunca y pus así, muchos
de allá se vinieron pa acá o pal gringo” (José Juárez, 29 años, obrero de maquila,
Tehuacán, enero 2012).

El desprecio va orillando a la perdida de la identidad indígena, esta presión no sólo


viene de la población mestiza, muchas veces se ejerce desde la misma población de
origen indígena que busca dejar de serlo, como signo de “avance”, conforme se instala en
la ciudad y va adentrándose en las maquilas comienza a dejar el uso de su lengua en
público, rompiendo en muchas ocasiones sus lazos con sus comunidades de origen y sus
prácticas culturales.

“Cuando yo empecé a trabajar en la maquila muchas veníamos de comunidades, como


que nos daba pena empezar a hablar, porque nosotros veníamos de hablar nuestra lengua
materna y acá teníamos que hablar el español, porque llegar a Tehuacán y hablar tu
lengua es como algo que como que te lo tenía que impedir la misma sociedad, la misma
gente, tu contexto al que entrabas, porque te veías así como que no puedes seguir
hablando tu lengua, y eso te lo decían en la maquila “tienes que hablar español” y era
como un sinónimo de atraso, los que hablan la lengua materna son los pobres, los de
abajo y venir a la ciudad era como dar un paso adelante” (Reyna Ramírez, 30 años, ex–
obrera de maquila y defensora de los derechos humanos y laborales, Tehuacán, agosto
2012).

“Yo dejé de hablar la lengua de mis papaces, porque pues era mal visto, sigue siendo mal
visto pues, entonces yo veía como la gente decía “mira ese serranito”, y cosas como que

113
“los serranitos son ignorantes” y así, entonces yo veía eso y pues yo era serranito, ser
serranito aquí es venir de la sierra, ser indio y yo veía eso y yo no quería que dijeran que
yo era ignorante, ni serrano y pues dejé de hablar la lengua de niño” (José Juárez, 29
años, obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Este desprecio se fomenta en las maquilas, donde las obreras indígenas son
señaladas por los patrones y encargados por medio de burlas respecto a su origen, su
“ignorancia”, que se vuelve una constante en los regaños, en las burlas por parte de los
encargados, usando lo indígena como un insulto y esta fuerza va haciendo que las
obreras busquen dejar atrás dichos estigmas que pesan sobre su origen.

“Acá en Ajalpán ya pocos hablan el mexicano, muy pocos, ya se perdió, aunque sí queda
gente que lo habla, pero ya pocos, gente grande sobre todo, pero los jóvenes muy poco,
pues ya todos prefieren hablar castilla, también porque pues te desprecian si hablas
lengua, te dicen “indio ignorante” y te agarran de manual, y te pagan menos, entonces
pues la gente no quiere hablarlo” (Rosa María Hernández, 29 años, obrera de maquila,
Ajalpán, enero 2012).

En muchas maquilas se implementan dinámicas dirigidas a evitar el uso de las


lenguas indígenas, los encargados van vigilando entre las mesas de trabajo, cuidando
que las obreras trabajen bien y rápido, que no se entretengan en pláticas, prestando
atención a los rumores que suenan en las plantas, cuidando además que no se hablen en
sus lenguas.

“Acá no les gusta que hablen en lenguas, el encargado se la pasa caminando entre las
maquinas, nomás vigilando y si ve que estás hablando te regaña, pero si ve que las doñas
hablan en su lengua, les dice “no hablen en sus dialectitos, hablen en español, no sean
indias”” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Incluso se tienen normas dirigidas a regular la vestimenta de las obreras, estas


medidas son parte de lo que ha hecho que la población indígena haya ido dejando atrás el
uso de las vestimentas propias de sus pueblos.

“Acá antes la gente vestía con huaraches y pantalones de manta, ahora ya no, es que en
las maquilas no te dejaban entrar así vestido, te decían que a juerzas tenías que vestir
pantalón, zapato y sin rebozo, o sea no te querían de indio, te querían así como se visten
en la ciudad, ahora la gente ya poca es la que viste como antes, sobre todo las mujeres ya
mayores son las que siguen usando el rebozo, la chancla de plástico, y los hombres los
sombreros, ahora ya más se usa el pantalón de mezclilla, el tenis, la cachucha, ya casi la
gente no se viste como antes, y aun así siguen teniendo normas de cómo se debe vestir,
ahora no quieren que vayas en short o con delantal, tampoco les gusta que hables
mexicano, quieren puro español y te regañan si ven que hablas mexicano, no les gusta, se
enojan, han de pensar que estamos hablando mal de ellos” (Rosa María Hernández, 29
años, Obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

En las maquilas se forman pequeños grupos de obreras bajo diferentes criterios,


como la edad, género, puesto, etc., el origen cultural se vuelve uno de estos factores, las

114
obreras indígenas muchas veces buscan juntarse con otras obreras que hablen su
lengua, siendo un factor de fragmentación de las obreras y a la vez un factor de
aglutinamiento entre aquellas que comparten lengua o comunidad de origen.

“La gente que viene de comunidades se va juntando con gente que hable su lengua, así
se van haciendo grupitos, y ves que por un lado se juntan los que son nahuas, por otro los
mazatecos, por otros los popolocas y por otro los que son de Tehuacán, y luego pues ya
por eso no nos hablamos, yo por ejemplo no hablo con la gente que viene de los pueblos,
no sé, tal vez porque tampoco ellas me hablan, yo no les hablo porque creo que como no
hablo su lengua ni me van a entender y ellas han de pensar lo mismo” (Viviana, 19 años,
obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Entre las obreras de origen indígena existen limitantes que obstaculizan las
relaciones entre ellas, como ocurre en general con las obreras de la maquila, a parte de
éstas, entre las que son originarias de comunidades indígenas se da una segregación a
partir de su origen cultural.

“Yo vi que luego entre ellas no se hablaban, o sea vez que luego se juntan unas, pero
luego con otras no se juntan, y yo como soy re preguntona fui y les pregunté a unas
porque no se hablaban con las otras y solo me miraron, no dijeron nada, pero ya después
una doña me dijo que porque ellas eran nahuas y las otras mazatecas y que pues cada
quien se juntaba con su cada cual, o sea mazatecas con mazatecas y nahuas con nahuas
y así, o sea que son varias diferentes pues, yo creía que eran igual todas, pero no, yo
tenía una amiguita que era nahua, estaba chavita como yo, ella decía que las mazatecas
se creen mucho, que sus colonias luego luego pusieron la luz y que además trabajan
mucho, luego las que les dicen popolocas no quieren a la nahuas porque las nahuas dicen
que las popolocas son tontas o algo así” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán,
diciembre 2012).

Dinámicas históricas y culturales son parte de las barreras que van impidiendo que
convivan unas con otras, por ejemplo, las poblaciones Ngi-iva, y las poblaciones Ha
shunta enima, fueron dominadas por el imperio azteca en un primer momento, por lo que
sus localidades fueron rodeadas por localidades nahuas y para poder salir las primeras
requerían el permiso de las segundas, y las poblaciones Ngi-iva fueron discriminadas por
las poblaciones nahuas, señalándolas como “tontas”, estas cuestiones históricas pueden
formar parte de algunos rencores entre las personas de las diferentes culturas indígenas.

“Mi señora es de Vicente Guerrero, es popoloca, nosotros en el pueblo siempre decíamos


que ellos eran tontos, que no sabían ni hablar, cosas así se decían de ellos en el pueblo,
por eso luego no les caemos bien los que somos nahuas, porque dicen que nosotros los
despreciamos y cosas así pues” (Juan Carlos, 38 años, obrero de maquila, Tehuacán, julio
2012).

De igual forma, suele ocurrir que trabajadoras Ha shunta enima son señaladas por
“creerse mucho” y por su constante afán de trabajar más.

115
“Luego dicen que nosotros los mazatecos nos creemos mucho pues, que por ejemplo
porque cuando se hizo la colonia de mazatecos, pues ahí la gente se organizó en tequio y
se puso la luz y se pavimentó, porque de por si así le hacemos allá en los pueblos, así es
pues nuestra forma de hacer las cosas, y dicen que por eso nos creemos mucho, también
que porque dicen que trabajamos mucho y es que pues mire, yo como mazateco, pues
allá en el pueblo el trabajo es una cosa importante para ser mazateco, hay que trabajar
con mazatecos y como mazatecos, o sea que no sé cómo explicarte, pero pues el trabajo
es importante para nosotros, nos enseñaron de chiquitos que el trabajo nos hace ser
mazatecos, claro que acá no es lo mismo, pero como que se queda eso adentro de
trabajar, y entonces luego dicen que por nuestra culpa aumentan las tareas que porque los
mazatecos queremos siempre trabajar rápido y así, pero no es que sea eso, es que para
nosotros es importante el trabajo, aunque aquí en la maquila es diferente, porque no
trabajas para la comunidad, pero bueno” (Jorge Martínez, 45 años, obrero de maquila,
mazateco, Tehuacán, julio 2012).

A pesar de estas fragmentaciones entre trabajadoras indígenas y no indígenas,


dentro de la maquila con el paso del tiempo se van entablando relaciones entre obreras
con diferentes culturas, llegando se formar parejas, amistades, etc.

“Eso de que no nos hablamos es luego sólo al principio, ya después, si no te cambias de


maquila, pues sí se van haciendo amistades ahí pues, ya después muchas veces deja de
importar si tú eres que y ella es que, yo a mi señora la conocí aquí en la maquila, ahí nos
fuimos conociendo, nos fuimos gustando y haciendo ojitos, hasta que ya fuimos novios y
nos casamos, y mire que yo soy de pueblo nahua y ella de pueblo popoloca y así nos
casamos, nuestros hijos quien sabe que serán, una mezcla de los dos o de ninguna, el
más grande habla nahua y popoloca, le enseñamos, yo le hablo en náhuatl y ella en
popoloca, pero los más chiquitos ya no les enseñamos, pero así como nosotros se van
aparejando que con mazatecos, que con mixtecos y así, o con gente de aquí, según, y
pues el lugar donde nos conocemos son las maquilas” (Juan Carlos, 38 años, obrero de
maquila, Tehuacán, julio 2012).

Así en la maquila se van entablando relaciones que van rompiendo con el tiempo
las barreras culturales, sin embargo estas relaciones están muchas veces a travesadas
por la pérdida de identidad indígena de la que hemos hablado, donde se van conociendo
y transformando de una forma u otra las poblaciones indígenas, interactuando con otras
formas culturales, adentrándose en la vida urbana, perdiendo sus lazos comunitarios,
luchando por mantenerlos en medida de las posibilidades que las circunstancias les
permiten, algunas luchando por romperlos, otras por mantenerlos o reconstruirlos, unas
quedándose solo con recuerdos que quiebran las voces al recordar la comunidad, otras
aferrándose a las identidades que les hacen ser, aunque las tengan que esconder de los
demás que les señalan y condenan a burlas e insultos, una identidad indígena que es
múltiple y que se va transformando de manera variopinta conforme se suelta, se aferra o
se relaciona con otras, en medida en que la maquila se los permite.

116
4.- El mostro que nos devora.
La maquila se hace presente y atraviesa la vida de las obreras que día a día asisten a
trabajar, entrando por sus portones, en las grandes galeras, en las pequeñas bodegas e
incluso sin salir de sus casas.
Platicando con ellas en esquinas y parques mientras comen, entre tacos que se
envuelven estratégicamente, entre risas y voces que hablan calmadamente, muchas
obreras dicen sentirse “devoradas” por la maquila, como un “mostro” que no las suelta
hasta terminar el día. Las largas jornadas de trabajo les dan la sensación de que su
tiempo le pertenece a la maquila y no a ellas.

“A mí me da la impresión de que entro en la boca de un mostro, así me siento a veces,


entro a las ocho de la mañana pero no tengo hora de salida, esa depende del patrón, del
pedido pues, hay veces que salimos por ahí de las siete de la noche, pero hay veces que
no (…) por eso siento que entro en la boca de un mostro, que me come de un bocado y
que no me deja salir hasta que ya me comió lo que quería comerme” (“Josefina”, 38 años,
obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Expresiones como esta son constantes en diferentes versiones entre las obreras
que te miran con ojos cansados, rascándose la frente con sus manos azules.

“No pues mira, cuando estamos adentro es como si no fuéramos dueñas de nosotras, allí
adentro no, allí todo lo decide el encargado, bueno el patrón, pero el encargado es el que
nos lo dice, ellos son como los estos capataces de las haciendas, solo les falta el látigo
(entre risas), pero allá adentro pues no, uno no decide, haz de cuenta que entras y te
pierdes, porque ya todo lo deciden ellos, donde te sientas, si tienes que trabajar más
rápido, con quien hablas, todo, y hasta que hora vamos a estar adentro” (Viviana, 19 años,
obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

La maquila se vuelve un “mostro” que va devorando obreras e intenta hacerse


dueña de sus movimientos, sus voces, su tiempo, que decide donde se sientan, cuantas
prendas realiza al día, cuanto tiempo les da para comer, ir al baño, que acalla las voces
que buscan relacionarse con sus compañeras cercanas, que controla todos sus
movimientos y su tiempo.

“Adentro luego quieren controlar hasta cuándo vamos al baño, no es que nos pongan
tiempo, pero pues sí nos apuran, nos carrerean y si ven que te tardas mucho te mandan a
buscar y te regañan, se pasan deveras, quieren controlarlo todo, no te dejan hablar, no
quieren que te estés parando, ni platicando ni nada, se creen dueños de una” (Rosa
Martínez, 35 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Afuera de las plantas las trabajadoras siguen sintiendo el peso de la maquila sobre
sus hombros, cargando el cansancio que muchas veces les imposibilita hacer cosas que
les gustaría hacer.

“Luego cuando sales ya ni dan ganas de nada, de nada, porque terminas muy cansada, en
serio que muy cansada, uno sí tiene ganas de pasar tiempo con la familia, de salir a
pasear, no sé, cualquier cosa, a veces pienso en que me gustaría terminar la secundaria y

117
estudiar, o salir de paseo, no sé, conocer por lo menos aquí cerquitas, o pasar más tiempo
con los niños, pero no, no se puede, termina uno muy cansada y pues el tiempo libre luego
ni es tan libre, porque para empezar es re poquito, imagínese que pues una trabaja desde
que empieza el día y sale ya de noche, apenas da tiempo de ayudar un poco con la tarea
a los chamacos, limpiar un poco la casa y ya, no da tiempo de más, luego el domingo,
pues sí salimos un ratito a pasear a veces, pero pues hay que dejar todo listo para la
semana, entonces aunque pareciera que no estamos en la maquila, seguimos ahí,
apresurados siempre con todo” (María, 29 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre
2012).

Los ritmos intensivos de la maquila se introducen en la vida extra fabril,


acostumbrando a las obreras a vivir aprisa, contando el tiempo, apurándose para terminar
y dejar todo listo, las obreras aprenden a vivir constantemente apuradas.

“Pues una siempre anda corriendo, corriendo siempre siempre, es que aprendes a vivir así
siempre aprisa pues, siempre, porque en la maquila es así, todo es aprisa, quieren que
trabajes más y más rápido y cuando lo haces, pues más rápido aún,y creo que pues es
eso, porque ahora uno siempre anda corriendo, aprendes a comer rapidito rapidito para
aprovechar el tiempo, aprendes a hacer todo rápido, yo ya no puedo comer despacio, no
puedo, así sea domingo ya como rápido, en 15 minutos ya terminé y es que una siempre
anda corriendo, corres pa trabajar, corres por los niños, corres pa comer, corres pa dejar
todo listo, corres pa todo” (Andrea Ramírez, 26 años, Tehuacán, abril 2012).

La precariedad del trabajo también se hace parte de la de las trabajadoras, poco a


poco, aprendiendo que en el trabajo no se dan prestaciones laborales, seguro social y se
aceptan las largas jornadas laborales en medida en que pasa el tiempo, hasta el punto
que en muchos casos se asume que “así es”.

“Pues no es que esté bien esto, pero pues así es y que le hace uno, donde quiera no
trabajas menos de 11 horas, donde quiera ya no dan seguro, sí hay algunas que lo dan,
pero cada vez son menos, desde que yo entre a trabajar hace tres años así era, entonces,
pues yo no busco seguro social ni eso, porque siempre he trabajado así” (Viviana, 19
años, obrera de maquila, abril 2012).

La aceptación de las condiciones laborales precarias se presenta principalmente


en las obreras jóvenes, sin embargo también se encuentra en las obreras de mayor edad.

“Antes sí era más fácil encontrar donde te dieran seguro y prestaciones, ahora ya no es
fácil, eso está mal, pero ni que podamos hacer, donde quiera es así ya y pus nos tenemos
que aguantar, porque si no, no te dan trabajo y pues ya, así son las cosas, aunque estén
mal” (Rosa Gutiérrez, 38 años, obrera maquila, Tehuacán, abril 2012).

La competencia les va enseñando que la forma de lograr un trabajo es a partir de


arrebatárselo a otra obrera, la necesidad económica fomenta esta competitividad, siendo
parte de lo que dificulta la creación de lazos colectivos.

“Es que no somos compañeras, no sabemos, o no podemos, porque pues sí, ves a tu
compañera como una enemiga con la que tienes que competir por el trabajo o por un

118
mejor puesto, así te enseñas en la maquila, porque así es, de por sí, porque mire, si
quieres un puesto, sabes que se lo van a negar a otra más, si quieres un mejor de salario
tienes que demostrar que lo mereces más que la otra y entonces aunque nos decimos
compañeras en realidad luego no lo somos, o sea que sí, sí lo somos, pero no lo somos
bien, porque siempre estás compitiendo con la otra y la necesidad te hace entrarle”
(“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

La competitividad, los ritmos intensivos, la dinámica del trabajo precario van


haciéndose parte de la vida de las obreras, que van haciendo de estas dinámicas sus
propias dinámicas. A pesar de esto se pueden encontrar esfuerzos de romper con estas
dinámicas y un constante descontento con las condiciones laborales y de vida a las que
son sometidas116, fuera de los horarios de trabajo es fácil observar en las pláticas, que las
obreras intentan romper con el “mostro” que las devora día a día y que se erige como
dueño de su tiempo, sus cuerpos y sus vidas.

“Haga de cuenta que esta hora de descanso como dice la Rosa, esta hora sí es bien rica
para una, porque sales a comer y como que te quieres sacudir todo esto, te quieres
sacudir el cansancio, el hartazgo, como que te sacudes para sacudirte a la maquila,
aunque sea solo una hora, porque esta hora es nuestra, en este tiempito como que
volvemos a ser dueñas de nosotras, porque podemos caminar, estirarnos, ya una decide
lo que hace y como lo hace y allá adentro no, entonces por eso se disfruta, como que te
sacudes la maquila, no del todo, porque pus no ¿verdad? pero si un poquito, este es
nuestro tiempo otra vez, aquí no está el encargado, no está la secre, así pues” (María
Concepción Juárez, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Este sentimiento de no ser dueñas de sus vidas, del tiempo, de los movimientos,
junto con las largas jornadas, las tareas repetitivas y los ritmos de trabajo intensivos,
llenan a las obreras de un hartazgo que las retaca y que al acabar el día se desborda,
dejándolas sin energía.

“Le digo que una termina harta, harta de verdad, no sólo cansada, porque sí terminas
cansada de las piernas, de la espalda, de las manos, de la cabeza, pero también terminas
harta, quisieras no saber nada más, sólo llegar a dormir, luego tienes ganas de salir a dar
una vuelta, pero estás tan cansada y tan harta que no, no se puede, sólo quieres acostarte
y cerrar los ojos y descansar, pero el hartazgo no se va, despiertas y recuerdas que estás
harta, porque sabes que vas a volver ahí y que todo va a ser igual otra vez y ufff, a mí me
desespera estar tan harta” (María, 29 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre
2012).

Entre las más jóvenes se expresa como aburrimiento y es un factor que las orilla a
salir y entrar constantemente de las maquilas, en las obreras de más edad y mayor
tiempo trabajando se expresa como hartazgo que va quitando las ganas de hacer cosas,
cargando a las obreras de un cansancio crónico y un hartazgo que se niega a
abandonarlas, sin embargo también es común encontrar entre las obreras reductos de

116
Estos serán tratados en el siguiente capítulo.

119
“esperanzas” donde puedan aferrarse a las “alegrías de la vida”, para no dejarse caer en
“ese hoyo oscuro que las quiere devorar”.

“Pues sí, está fea la cosa, como le digo, terminas cansada, harta, como enojada siempre,
luego aunque tengas ganas de hacer algo, no tienes fuerzas y si las tienes le piensas
mucho, porque prefieres descansar, pero pues así feo como está la cosa, pues una tiene
que vivir, tiene que sonreír, porque si no, si no sonríes y si no guardas tantita esperanza
todo esto se hace como un hoyo de esos negros que te devora, que te envuelve por
completo, entonces pues yo creo que la solución es sonreír, siempre buscar cositas que te
hagan sonreír, que te den alegría, aunque sean chiquitititas, porque si no esto es más
desesperante y pues no, a veces es con los hijos, a veces, no sé, en cualquier cosa, en el
esposo, o en salirte a un baile y que nadie te diga nada, o no sé, dirá que son burradas,
pero en cualquier cosita una tiene que buscar esas alegrías, para romper con el cansancio
y el hartazgo, porque si no, no se puede, una siempre tiene que tener esa esperanza y
esas alegrías para sobrevivir, porque ya de por sí esto está jodido, como para que lo
jodamos más sin esas cositas, porque ya de por sí esos canijos nos quitan nuestro tiempo
y nuestra energía, como para que les permitamos quitarnos también nuestras sonrisas y
nuestras alegrías, yo por eso siempre estoy contando chistes y haciendo bromas, para
reírme y que las demás se rían y siempre les digo “quita esa cara chamaca, porque ya las
cosas son feas de por sí, como para nosotras tener mala cara también”” (Josefina
Sánchez, 46 años, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

En las pláticas vas viendo esas “pequeñas cosas” a las que ellas se aferran para
romper con el hartazgo con que la maquila las carga, éstas pueden ser desde los
momentos alegres con la familia, un paseo por los parques de Tehuacán deambulando
mientras se comen unos esquites, un elote o un helado, un baile al que asisten sobre todo
las obreras jóvenes, un partido de futbol entre los hombres, salir a la plaza comercial a
caminar entre pasillos aunque no se compre nada.

“Pues uno le busca que hacer para no sentirse tan harto, yo juego futbol, me agarro y me
voy allá a jugar futbol y corro y grito y así creo que rompo un poco con todo esto, es como
un escape de esto” (Jaime Cayetano, 34 años, obrero de maquila, Ajalpán, diciembre
2012).

“Pues me voy a los bailes, me busco un muchacho que me invite, o me voy con las amigas
y bailo y bailo y me rio y todo, intento pasármela bien, o luego me voy por unas cervezas y
así para poder como escapar un poco, ya después de tanto bailar, pues me siento un poco
mejor, cansada, pero contenta, por eso aunque esté muy cansada sigo yendo a los bailes
porque pues ahí escapas un poco, o me voy con un noviecito a darme besos a la plaza,
así, eso hago yo” (Lorena Hernández, 22 años, obrera de la maquila, Tehuacán, abril
2012).

Así, su vida trascurre envuelta por la maquila que se apodera del tiempo, de la
fuerza física, del trabajo dentro de las fábricas y talleres, pero también por fuera,
influyendo en la vida extra fabril de las trabajadoras, no sin que estas busquen esos
espacios, esos momentos donde puedan sentir que se reapropian de sus vidas, de su

120
tiempo, de sus movimientos, intentando romper con el hartazgo que las inunda y que si no
hacen algo las devora por completo.

5.- El trabajo en casa: trabajadores y patrones fantasmas.


A lo largo del texto se ha hecho mención que la maquila ha invadido de manera literal las
casas de las obreras, la maquila salió de las fábricas para esparcirse no sólo por las
calles, sino que ha ido invadiendo las propias casas de las trabajadoras, colándose bajo
los quicios de las puertas, instalándose en patios y salas donde se van abultando
montones de prendas sobre mesas de madera, sillones y sillas de los hogares de las
obreras, metiéndose lo más adentro que pudo.
La maquila clandestina tiene diferentes modalidades, unas operan como maquilas
medianas y pequeñas que trabajan sin registro, otras más operan en la maquila de
traspatio y el trabajo a domicilio, en esta modalidad de trabajo se ha pasado de hacer sólo
deshebrado de las prendas que se confeccionaban en las fábricas y talleres, a hacer
diferentes pasos del proceso.

“A veces cuando cierran las maquilas, los encargados se quedan con unas máquinas y
contrata ahí a unos y le hacen cositas a las maquilas, hacen ojales, botones o etiqueta,
luego también a la gente les dan prenda para maquilar, es lo que hace la gente en sus
casas, las máquinas son del patrón, se las lleva a la gente a su casa y el patrón les lleva
prenda, según, pero ahí les pagan luego menos porque pues ni maquila es, ni planta,
luego ni al patrón lo ves, no sabes quién es, ves solo al que te lleva la prenda y ahí
trabaja toda la familia” (Rosa María Hernández, 29 años, obrera de maquila, Ajalpán,
enero 2012).

La maquila hasta en la casa.

Patrones “fantasma” que parecieran no existir, que hacen “fantasmas” a sus


trabajadoras, con relaciones laborales “invisibles”, trabajando en casas, llenándose de
prenda y pelusa azul, donde la relación laboral no existe formalmente, por lo que muchos
de los reclamos que genera se pierden en un “pozo del olvido” que las autoridades
laborales parecieran ignorar, cerrando los ojos mientras preguntan “¿Dónde está que no
lo veo?”.

121
“También está la gente que trabaja en su propia casa, ahí pasa una camioneta a repartir y
recoger la prenda, se para en una esquina y ahí espera a la gente, o hay una casa donde
la gente lleva y recoge su prenda y ahí mismo les pagan, en esas ni se sabe quién es el
patrón, porque esas como que no existen (…) son como patrones fantasmas” (María, 29
años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

La maquila de traspatio y el trabajo a domicilio son las que más se dificultan


registrar a pesar de estar a plena vista, también se hace más difícil entablar contacto con
las trabajadoras en casa, pues muchas por miedo a perder el trabajo, no te permiten
entablar una plática y mucho menos entrar a sus casas.

“No mire joven, no es que una sea grosera, perdone usted, pero es que luego el patrón se
enoja si ve que dejamos entrar a gente, porque dice que luego vienen los revoltosos esos
que cierran maquilas, que vienen platican con la gente, toman fotos y luego que eso les
hace problema a ellos y pues entonces nos dicen que si ven que dejamos entrar a alguien
o si platicamos con alguien pues que se acaba el trabajo para una, entonces pues mejor
no, pero en serio que no es por ser grosera” (Trabajadora a domicilio, Tehuacán, julio
2012).

Basta caminar por las colonias, localidades de Tehuacán y municipios aledaños,


sorteando el sol que cae a plomo sobre las calles, brincando de una a otra acera en busca
de una sombra que te acompañe, tropezando con piedras y baches por donde circulan
obreras que caminan o ruedan en sus bicicletas, mirando por entre los portones abiertos,
“parando oreja” a los sonidos que se asoman por entre zaguanes, buscando las casas
que sirven como talleres de traspatio o donde se va juntando la prenda que las
trabajadoras van acarreando desde sus casas, o bien, esas camionetas que se
estacionan alrededor del mediodía, con la caja llena de prenda, que se intercambia por la
ya hecha.

“Es difícil saber cuántos están trabajando en realidad, porque hay mucha clandestina, que
va desde los talleres medianones que no tienen registro, hasta la maquila de traspatio y el
trabajo a domicilio, que pues ¡imagínate, mano! está en todas partes, esas pues operan
sin ningún tipo de regulación, sin derechos laborales, ni nada y el trabajo se paga mucho
menos” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos humanos y
laborales, Tehuacán, abril 2012).

No tardas mucho en comenzar a ver niños o señoras que caminan empujando


diablitos o carretillas, hombres que acondicionan sus bicicletas con un par de lazos para
contar con un compartimento de carga donde el bulto de prenda se amontona o señoras
que cargan al hombro pequeños bultos de tela azul costurada, seguidas de pequeños que
van cuidando que no se caiga una pieza al suelo polvoso, llevando la prenda hacia el
punto de recolección.

“Entonces tu casa se vuelve taller, siempre hay prenda en tu casa, siempre hay pelusa,
ahí sí no sólo la respiras, sino que la comes, duermes con ella, y como en forma no tienes
patrón, aunque sí exista un patrón, es como si no existiera, como si fueran fantasmas y ahí

122
se pone una camioneta en la esquina, a esperar la prenda, o luego es en casas que sirven
para recibir y repartirla, así opera” (“Rosa”, 54 años, obrera de maquila, Ajalpán, agosto
2012).

En esta modalidad es donde menos se respetan los derechos laborales,


prácticamente en un estado de indefensión frente a estos abusos, pues no existen
contratos, muchas veces se desconoce al patrón, los salarios son más bajos, no se da
seguro social y no existe un horario de trabajo, y en las más de las veces para cumplir la
tarea se requiere del trabajo de varios miembros de la familia, quienes viven entre bultos
de prenda en sus propias casas.

“En casa trabaja toda la familia, pero ellos no ven cuantos trabajan en la casa, no ven que
el hijo trabaja, que la mamá trabaja, a veces hasta las abuelitas, todos y ellos solo pagan
como si fuera uno el trabajador y nada más, no crea que les pagan a los 4 o 5, no, sólo
como si fuera uno, pero todos trabajan, deshilando, limpiando, cargando, doblando y así,
se hacen varias cosas, unos ponen sólo botón, otros sólo etiqueta, otros ojal, así y te
pagan por bulto que hagas, el pago varía según lo que hagas y pues no hay horario, hasta
que uno termina, es como estar esclava en tu propia casa” (Hortensia, 48 años, obrera de
maquila, Tehuacán, julio 2012).

El trabajo realizado en las casas característicamente era el deshebrado de la


prenda, actualmente se pueden realizar diferentes pasos finales, desde el deshebrado,
etiqueta, remache, ojal, limpieza final y otros pasos intermedios. El pago se da a destajo,
por pieza o por bulto, entre diez y 14 pesos el bulto de alrededor de 100 piezas, o bulto de
50 piezas que se paga entre seis y ocho pesos, habiendo donde la pieza se paga
alrededor de 30 centavos. En promedio una trabajadora en un día realiza entre 300 y 400
piezas con jornadas de alrededor de 9 o 10 horas, según la cantidad de prenda que le
hayan dejado, recibiendo un salario de entre 40 y 60 pesos por día.

“Acá en casa pues se paga menos, pa empezar depende de cuánto trabajes, porque se
paga a destajo, por bulto, haga de cuenta que un bulto trairá ora sí que unas 80 prendas
por ahí así o 100, yo por ejemplo me aviento tres o cuatro bultos por día, bueno, yo y aquí
que me ayudan los chamacos o mi mamá, y andaré sacando unos 40 o hasta 50 pesos al
día, por todo el día, no crea que por un ratito, no, por todo el santo día, pero hay unos que
pagan menos, unos 30, 35 pesos por día han de estar pagando por lo mismo que hago yo,
o luego unos que pagan más, hasta unos 60, depende mucho de que es lo que haga uno y
de cuanto trabaje, ya si está mi hermana pues andamos sacando unos 100 pesos entre
las dos, más o menos así está la cosa en casa, mientras que en maquila andarás ganando
haga de cuenta que una de manual más o menos 60 o 70 al día y una operaria ganara
entre 100 y 120 al día, entonces vea usted si no está más pior pagado acá en casa”
(Trinidad Hernández, 55 años, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

El trabajo a domicilio se presenta como una oportunidad a quienes no encuentran


un puesto en las fábricas: obreras mayores que por la edad tienen dificultades para ser
contratas, trabajadoras que por motivos de salud no pueden acceder al trabajo en las
plantas y talleres o mujeres que buscan en esta modalidad de trabajo una posibilidad de

123
cuidar a los hijos, a familiares enfermos y atender la casa, combinando las tareas que se
van traslapando entre una y otra.

“Empecé a trabajar en casa, pensé que así yo podría decir cuáles serían mis tiempos de
trabajo y que me daría chance de hacer las cosas de la casa y la comida y los niños y eso,
pensé que sería más cómodo trabajar en casa, y pues no, bueno sí, pero tampoco tanto, o
sea, es que sí, sí me da algunas ventajas, puedo parar de trabajar para hacer la comida, ir
por los niños y eso, pero tampoco es que pueda yo decidir, pues sí puedo parar y hacer
otras cosas, pero tengo que terminar el trabajo para que me lo paguen y se paga un poco
menos en casa, te lo pagan más bajito el salario, entonces tienes que trabajar un poco
más, pensé que sería más fácil en casa y aunque sí tiene sus ventajas, tampoco es
mucho, la diferencia es que en casa una tiene un poquitito de libertad de hacer otras
cosas, pero es la misma joda, porque de todas maneras estoy como esclava todo el día
trabajando y en la noche si no termino, luego pues los niños ayudan a hacer cosas
facilitas, porque si no, no acabo” (Georgina, 45 años, obrera de maquila, Tehuacán,
diciembre 2012).

“¿Qué por qué trabajo en casa?, pues mire son varias cosas, una que ya soy grande,
tengo 56 años, entonces las maquilas prefieren jovencitas, ya después de los 40 cuesta
que te contraten, sí lo hacen, pero prefieren no, entonces yo con mis 56 años, pues no, ya
no me dan chamba, además de que estoy mala de la pierna, me duele mucho al caminar,
entonces mejor en casa, esos son los motivos, los míos pues, ahí las demás gentes pues
tienen sus motivos muy suyos pues, que si tienen hijos y no tienen quien los cuide, que si
los tiene enfermos, o a la mamá, que si ya son viejos como yo, que si están malos, o
simplemente que no encuentran chamba en las maquilas y pues ya así entras a trabajar
en casa, pero en casa se paga más mal, de por sí en la maquila se paga poco, en casa es
tantito más lo malo de la paga, pero ahí me completo con lo que gana mi muchacho y mi
muchacha” (Trinidad Hernández, 55 años, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

Es común ver que en una casa se junten varias vecinas o familiares, donde cada
una va haciendo su parte y cada una cobra por su trabajo, esta dinámica de compartir el
espacio de trabajo responde a varios factores, por un lado el sentirse acompañadas y
muchas veces cuando son familiares se comparten los gastos de la comida.

“Acá nos juntamos todas, mis hijas, mis hermanas y ya entre las seis trabajamos juntas,
así nos hacemos compañía y platicamos mientras trabajamos, porque es triste trabajar
sola, mejor acompañadas, así ya echamos chisme, reímos, o vemos la novela mientras
trabajamos y nos vamos turnando para hacer la comida, como somos familia, pues ya
entre todas le damos dinero a una pa que ella se encargue de hacer la comida pa nosotras
y los niños y así sale más barato cocinar, ya que salen los chiquitos nos ayudan y ya
comemos juntas y seguimos trabajando y ya después cada una recibe lo que trabaja”
(“Rosa”, 54 años, obrera de maquila, Ajalpán, agosto 2012).

124
Niña obrera, llevando prenda.
Fotografía original: Tomada del portal electrónico del Colectivo Obreras Insumisas.

Así, las casas de Tehuacán y de las localidades aledañas se han visto invadidas
por esta industria que se ha metido hasta las casas mismas, haciendo que las obreras
hagan de sus casas pequeños micro talleres, donde las máquinas pueden ser de ellas o
bien entregadas a encargo por el patrón, posibilitando que los patrones se hagan como
dicen ellas “fantasmas” y puedan eludir el pago de infraestructura y los derechos laborales
mínimos, volviéndose trabajadoras “fantasmas” que no existen para las autoridades
laborales.

“No pues si ellos son fantasmas, nosotros somos más todavía, porque pues si de por sí en
la maquila no les importan los trabajadores, acá menos, acá ni existimos, ni nos pelan ni
nada y te dicen “si no quieres pues entonces ya no te traigo trabajo”, así abiertamente te lo
dicen y pues una necesita la chamba, sino qué hace una, de qué vive, y luego vas a la
Junta de Tehuacán y te dicen “¿a ver, para quien trabaja usted?”, y no pues ni se quién es
el mero patrón, así te dicen “no pues tiene que decirnos quien es su patrón y para que
empresa trabaja”, y no pues no, así pues no, entonces pues ni reclamar puedes, porque te
piden el nombre de la empresa, del patrón y pues no” (“Rosa”, 54 años, obrera de maquila,
Ajalpán, agosto 2012).

En Tehuacán el azul de la mezclilla se ha adentrado tanto en la vida de sus


obreras, que se encuentra amontonada en las casas, en los patios, sobre mesas de
madera, esperando a que lleguen esas manos azules a jugar con ella, quitándole el hilo
sobrante, colocando etiquetas y remaches, dándole los últimos toques, llenando las casas
obreras no solo de tela, sino de bultos que transforman el espacio de los hogares, de
pelusas que ya no solo se respiran, sino que se duerme con ellas, se come de ellas,
viéndolas pasar, agitadas por el viento, rodando por los pisos, aglutinadas en los sillones
y en las camas, que pintan las manos de una clase obrera, que ha “aprendido” a vivir en
la precariedad que el mundo laboral les ha impuesto, no sin que de repente se levanten
hartas para aventarle la prenda al encargado y salir caminado dignas por la calle,
respirando hondo esos instantes para guardarlos dentro de ellas, en sus pechos y en su
memoria, para tomar fuerza y volver a salir a buscar trabajo.

125
No sin que los enojos se platiquen en los parques y esquinas, al amparo de las
sombras, comiendo tacos envueltos cuidadosamente, no sin que al platicar los ojos se
llenen de lágrimas al relatar lo que piensan de su trabajo, mezclándose con sonrisas
cuando enuncian el orgullo que les da saber trabajar, con lágrimas y gestos de coraje
acumulado, que se combina con suspiros de impotencia. No sin que de vez en vez se
asome un grupo, grande o pequeño, de obreras que con sus manos azules deciden gritar
todo su hartazgo, a veces en susurros, a veces a viva voz, anunciando su descontentos y
su coraje que se puede volver otra cosa.
Anunciando que de una forma u otra, aunque no parezca, no se rinden ante la
vida, en la cual buscan esos momentos, esas sonrisas y carcajadas, que irrumpen sobre
sus rostros cansados para mantener una esperanza que no les permita caer en ese hoyo
negro que se posa frente a ellas, que no se rinden ante una situación económica ante la
que muchas veces no pueden hacer nada, por falta de capacidad, de solidaridad, de
comunicación, de organizaciones, de conocimientos, pero que a pesar de considerar que
no se puede hacer nada, porque los patrones “siempre ganan”, ellas no dejan de enojarse
y de pensar lo injusto que es, que en determinados momentos ha gestado movimientos en
las maquilas, unos en las más grandes, otros en las medianas y pequeñas, pero que al
final, no se rinden, porque en la vida “no nos podemos rendir”.

“Con todo y todo yo no me rindo, nunca, nunca me he cansado, aunque esté molida de
trabajar, siempre he seguido, trabajando, respondiendo, enojándome, a veces llorando
también, porque se hace un nudo aquí y pues no puedes aguantar el llanto, pero no me
rindo, siempre voy así, sin rendirme, porque en esta vida no nos podemos rendir nunca
joven, porque rendirse es lo peor, no me rindo ante la vida, a pesar de lo canija que es y
no me rindo ante estos canijos que nos tienen así, pueque no pueda hacer mucho,
porque para hacerlo necesitamos ser todos, pero no me rindo, entonces yo siempre
estoy riendo, bromeando, carcajeándome y diciéndole a las compañeras que no se
rindan, que se rían, porque de por sí la vida de nosotras está jodida, como para que la
jodamos nosotras, siempre voy buscando esas cositas que nos dan felicidad, aunque
poquita pues, pero con esa me basta, con esa poquita y de ahí una agarra aliento, y no
le aunque, aquí seguimos y algún día las cosas cambiarán cuando lo queramos
nosotros, pero todos, mientras una aguanta, que le va una a hacer sino aguantar, resistir,
vivir y estar en pie con una buena carcajada o unos gritos también” (“Ángeles”, 48 años,
obrera de maquila, Ajalpán, diciembre 2012).

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VI. DESDE LAS VOCES SILECIOSAS HASTA LOS GRITOS QUE SE
LEVANTAN.
“¿Puede dudarse que en una sociedad de iguales, en la que los brazos no
estén obligados a venderse, el trabajo será realmente un placer? La tarea
repugnante o malsana deberá desaparecer porque es evidente que en
estas condiciones es nociva para la sociedad entera. Podrán entregarse a
ella los esclavos; el hombre libre aspira a nuevas condiciones en un
trabajo agradable e infinitamente más productivo”

*La conquista del pan.


Piotr Kropotkin.

Obreras de Exportadora de Pantalones S.A. al momento de hacer efectivo el embargo precautorio de la


maquinaria bajo su custodia.
Fotografía original: Rodrigo Santiago Hernández.

1.- Entre susurros, rumores y cuchicheos.


1.1.- Lo que da coraje.
La dinámica de la maquila en Tehuacán somete a las obreras a un constante y creciente
abuso patronal. En este contexto ellas parecen cada vez más resueltas a aceptar estas
condiciones laborales y de vida, sin estar de acuerdo con la situación.

“¿A poco de verdad cree usted que las cosas están bien así?, no están bien pues, la cosa
está jodida, esto no se vale, no se vale que nos traten así, no se vale que nos griten tanto,
no se vale como nos tienen, ¿porque sabe qué?, si ellos son ricos es porque nosotros
trabajamos, nosotros somos los que los hacemos ricos y no se vale que estemos así, todo
el tiempo corriendo, siempre angustiadas por si habrá chamba, siempre viendo cómo
hacerle para terminar la semana, ¡no se vale!” (Rosa Gutiérrez, 38 años, obrera de la
maquila, Tehuacán, abril 2012).

Entre pláticas se van asomando esas voces y sus corajes, unas suenan fuerte,
otras se cuidan de no ser escuchadas por el encargado que nos mira de reojo.

“Espérate manito, es que ese ya sabe que estás aquí de preguntón, por eso está pase y
pase cada ratito, ya sabe que anda por acá alguien haciendo preguntas y se cuidan
mucho, el otro día nos preguntó “¿y ese greñudo qué o qué?”, yo solo le dije “es un amigo

127
mío estudiante que está haciendo encuestas” y ya, pero a varias les preguntó que qué
preguntas estabas haciendo” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril
2012).

Los principales enojos y reclamos en un primer momento se refieren a cuestiones


económicas: los bajos salarios, los descuentos y multas, los descansos obligatorios, las
veladas, la falta de prestaciones y seguro social.

“Los patrones siempre quieren ganar más y más y pues lo sacan de las multas, nos multan
por todo, que si llegas tarde, que si vas mucho al baño, que si pláticas y entonces mira, si
de por sí no alcanza, con todo eso menos y todo sube, pero a nosotros qué nos van a
subir el sueldo, esos no suben y luego ni seguro dan, ni nada, así nada, sólo tu sueldo
pelón y luego te hacen velar o te mandan a descansar, pues no, por eso la gente se va a
otra maquila, porque pues no se puede así” (Miguel Hernández, 36 años, obrero de
maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

Conforme platico con ellas se van asomando los corajes que hacen que los ojos se
nublen con lágrimas, apretando la boca y las manos.

“Lo que de verda da coraje es que te tratan como si no valieras, porque para ellos no
valemos y no se vale que nos traten así, porque somos personas y tenemos derecho y
trabajamos mucho, y no se vale que tanto trabajar para siempre estar mal, siempre
buscando como hacerle, siempre aguantándote y más cuando tienes que tragarte el enojo,
eso hasta creo que te enferma” (María, 29 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre
2012).

El sentimiento de ser invalidada a partir de insultos, de ser ignoradas como


personas, sumado al “robo” que los patrones les hacen, son corajes que las obreras
cargan y que no pueden evitar que les quiebre la voz al enunciarlos.

“Hay muchas cosas que dan coraje, el dinero que no alcanza, la preocupación de pensar
como le vas a hacer, pero lo más, más, más, lo que a mí más me puede, es que digan que
soy inútil, que yo no sé, que soy ignorante y que yo no importo, eso duele mucho, porque
te humillan de lo más feo, te dicen prácticamente que tú no vales, eso es lo que más
duele, que pues te ignoran, tú no importas y te lo dicen seguidito y pues sí, soy pobre,
pero pues yo trabajo y trabajo mucho y ellos son los que se hacen ricos, no una, y luego
aparte de lo que es, pues salen con su multas y todo eso y eso ya es un robo” (Lourdes
Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Entre las obreras a las que me acerqué, prácticamente ninguna asumía que las
condiciones en las maquilas fueran buenas, la mayoría comienza a enumerar las afrentas,
los reclamos, los corajes que las colman, a lo más, lo que hacen algunas es terminar el
tema resignadamente, asumiendo que así son las cosas.

“No pues, bien, bien las cosas no están, pero pues así son, así es la chamba aquí por
donde quieras y pues que le va uno a hacer si así es, lo que nos queda es dar gracias a
dios de que tenemos trabajo, porque hay mucha gente que no, ni que hacerle, porque no

128
se puede hacer nada más que echarle ganas” (Jorge Fernández, 27 años, obrero de
maquila, Tehuacán, diciembre 2011).

1.2.- Solas contra el mundo.


Uno de los factores que fortalecen la resignación entre las obreras es la constante
impunidad que gozan los patrones, la inacción de sindicatos y autoridades laborales
hacen que se sientan “solas contra el mundo”.

“Pues no deberían ser así las cosas, pero así son, los patrones hacen lo que quieren,
nadie les pone un hasta aquí, ni los sindicatos, ni conciliación, ni nadie, y ellos mismos te
lo dicen cuando les reclamas “anda pues ve a quejarte, a mí nadie me hace nada”, así te
dicen, ni nosotros nos animamos a ponerles un alto, porque les tenemos miedo o algo así”
(Rosa María Hernández, 29 años, obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

Este sentimiento se basa en el largo historial de abusos permitidos y auspiciados,


la inactividad de los sindicatos “charros”117 para defender a las trabajadoras y su
actuación para contener y diluir los descontentos obreros.

“Esos sindicatos ni sirven, nunca se aparecen, sólo ves que te descuentan tu cuota
cuando estas sindicalizado, pero nunca se aparecen (…) ¡qué van a defender a los
trabajadores!, esos sólo se defienden a sí mismos y a los patrones, porque los tienen
comprados, cuando ven que la gente se está enojando, llega el líder y te dice “mejor
piensa bien las cosas, porque ¿qué prefieres?, ¿que cierren la planta o mantener el
trabajo?”, esos están bien relacionados con los patrones, si hasta se van a tragar juntos”
(Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

En muchas ocasiones las obreras desconocen si están sindicalizadas y asumen


que da lo mismo tener o no tener sindicato.

“Yo ni sé si tengo sindicato, creo que sí, pero no sé cuál será, pero lo mismo da, porque ni
hacen nada, son unos vendidos esos de los sindicatos, ni te defienden ni nada, sólo son
buenos pa sacarte la lana, entonces, da lo mismo” (Rafael Rojas, 20 años, obrero de
maquila, Tehuacán, enero 2012).

Estos organismos sindicales actúan en contra de las obreras y sus reclamos,


cuando explotan conflictos buscan mitigar el enojo y desalentar a las trabajadoras de
emprender una demanda.

“Nosotras teníamos sindicato con la FROC-CROC y cuando empezó todo los fuimos a ver
y nos decían que según ellos nos apoyaban, pero más bien intentaron desanimarnos con
lo de la demanda, que habíamos actuado mal, que si era mejor no hacer nada para
siguiera abierta la maquila y así, y ya luego cuando ya ganamos el embargo nosotras,
ellos nos demandaron, que para que le regresáramos la maquinaria al patrón, que

117
Sindicato “charro” es el mote para aquellos sindicatos y centrales sindicales ligadas al PRI y al
gobierno y actualmente fungen como sindicatos de protección patronal. En la maquila de Tehuacán
principalmente es la FROC-CROC, seguida de la CROM y por último la CTM

129
quesque porque nosotras no teníamos derecho a embargar” (Carmen Elda Oropeza
Aguilar, 48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones,
Tehuacán, agosto 2012).

Una opinión similar se tiene para la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje #7.
Durante el día es común observar obreras que entran solas o en grupos por las escaleras
oscuras que dirigen a las oficinas de la JECA #7, pararse tímidamente frente a los
escritorios esperado a que alguien del personal les preste atención y orientación respecto
a su reclamo laboral.

“Nosotros venimos aquí, porque queremos meter una demanda contra el Turkía, nos
despidió porque nos negamos a velar, llevamos ya tres días velando, y ya no fuimos y ya
no nos quiso recibir, nos dijo que le firmáramos un papel renunciando a nuestra
antigüedad y que tal vez nos recibía, y que si no queríamos pues que viniéramos a
demandar, al fin que a él no le podían hacer nada, así nos dijo, entonces, pues queremos
demandar, pero no sabemos que tenemos que hacer, allá adentro ni nos pelan” (Joel, 17
años, obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Entre las obreras que han emprendido demandas laborales la visión de la JECA #7
es de defensora de los patrones, donde sus reclamos se pierden en el olvido, ante el
desgaste generado por el “tortuguismo” burocrático que las lleva a dejar la demanda, o
bien, donde la Junta a pesar de haber otorgado laudo a favor de las obreras no actúa en
contra de los patrones.

“Pues nosotros llevamos desde 2005, ya tenemos nuestro laudo a favor y todo, pero la
Junta no ha hecho nada por ejecutarlo, nomás nos trae así dando vuelta y vuelta, que
necesita testigos, que necesitamos comprobar que el Lucio tiene alguna propiedad que
embargar, nos dicen que ellos no pueden obligar a Lucio a pagarnos, o sea como que es
voluntaria la cosa, si el patrón quiere nos paga, sino no, así es esto, y la Junta no hace
nada, siempre ha estado vendida a los patrones, siempre y pues ya son siete años, y con
el tiempo los compañeros se van desanimando, cuesta mucho juntarnos porque pues
trabajamos y no hay permisos, y luego así” (“Ángeles”, 48 años, obrera de maquila,
Tehuacán, agosto 2012).

El actuar de los sindicatos y de la JECA hace que entre las obreras se mitiguen las
ganas de entablar un proceso legal, orillándolas a pensarse solas frente a los patrones,
quienes cuentan con el apoyo de sindicatos y las instancias gubernamentales.

“Como los patrones tienen un montón de dinero, nadie les hace nada, porque el gobierno
lo tienen comprado y hace como que no sabe y no hace nada y si los trabajadores
reclaman, la Junta está vendida y los sindicatos pior tantito, y como tienen tanto dinero se
hacen dueños de todo, y pues cuando ya una se harta y se levanta, eso hace que te
desanimes, porque ves que ellos tienen todo comprado y que tu como trabajadora estás
sola, y si te quieres enfrentar, te tienes que enfrentar a todo eso, a los sindicatos primero,
luego a la Junta y ya por último al patrón” (Alejandra, 54 años, ex obrera de maquila,
Tehuacán, agosto 2012).

130
1.3.- Pero se han de morir, a ver si a la muerte la compran.
Entre las obreras se generan anhelos de una justicia que les reivindique y que les cobre al
patrón y a los encargados cada afrenta.

“Pero la gente está muy harta, luego no lo dicen de frente, pero sabemos pues, porque
hablamos y la gente está muy cansada de esto, y el día que nos cansemos deveras de
todo esto, ese día verán lo que es bueno, porque ese día, verán lo que es bueno y tendrán
que pedirnos perdón por habernos humillado tanto, por habernos robado tanto, por todo,
no sé pues cuando sea eso, pero llegara ese día, ya verá usted” (Mario Flores, 43 años,
obrero de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Este tipo de anhelos expresado abiertamente son los que menos son enunciados,
sin embargo es posible encontrarlos en afirmaciones más veladas, que expresan que las
cosas tienen que cambiar tarde o temprano.

“Las cosas tienen que cambiar, tarde o temprano tienen que cambiar, porque los que
trabajamos merecemos vivir con dignidad y con todo lo que eso implica, vivir bien, con tus
necesidades satisfechas, con tiempo pa hacer cosas y estar con la familia y sin trabajar
tanto pues, sin que te roben tu trabajo, sin que al trabajador lo humillen” (Jorge Martínez,
45 años, obrero de maquila, mazateco, Tehuacán, julio 2012).

Otras expresiones apelan o celebran una justicia divina que se ejerce contra los
patrones y encargados cuando se enferman, usando esos ejemplos para advertir lo que te
puede ocurrir si te comportas igual.

“La otra vez me encontré una compañera, ahí nos encontramos y me dice:
-“¿qué tal con Don Lucio?”-, ya le digo -“no pues así se quedó”-, y me dice -“ya está
pagando lo que hizo, la está pagando, ya luego no puede ni caminar, nomás va
caminando agarrándose de las maquinas”.
Luego con otra compañera de la maquila platicábamos y le decía yo -“ese viejo la está
pagando, ya ni puede caminar pinchi viejo”-, y ella decía -“está bien que le sufra, la va a
pagar y como dice el dicho el que obra mal, el culo se le pudre”-, y voltea ella y le dice al
encargado -“ya ves, no vayas a obrar así, porque por ésta que se te va a pudrir”-. Pero el
viejo ya está mal, muy enfermo, ya ni con todo el dinero que nos robó, no se puede curar,
ni con tanto que le regalamos, yo así digo “tanto que le dimos, que le regalamos al
pobrecito”, pero la vida se las cobra, se las está cobrando al condenado viejo” (“Ángeles”,
48 años, obrera de maquila, participante en el conflicto en Calidad en Confecciones S.A.,
Ajalpán, agosto 2012).

En otras ocasiones se guarda la esperanza de que el patrón o encargado en algún


momento tengan que someterse a un juicio, ante ellas, dios o la vida.

“Pero pues ya la vida se las cobrara a estos, la vida te las cobra todas, la vida o dios pues,
pero de que todos estos tendrán que tener un juicio, lo tendrán, por diosito que no se
escapan, porque no puedes ir por la vida tratado así a la gente, no puedes, esas son las
cosas que la vida te cobra, yo se lo he dicho a mi patrón y al encargado, que mejor se
estén sosiegos porque de una u otra forma uno paga las que hace y las que ellos hacen
son bastante malas” (“Josefina”, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

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Plantón de las obreras, a las afueras de Exportadora de Pantalones S.A.
Fotografía original: Rodrigo Santiago Hernández.

Entre las obreras existe en diferentes medidas la concepción de que ellas son las
que hacen ricos a los patrones, en algunos casos se concibe la explotación como tal, en
otros se concibe la explotación cuando se les descuenta o se les paga menos de lo que
corresponde, pero en general el hecho de concebirse explotados es una injusticia, la que
esta justicia divina remediará.

“Pensaba que eso de explotarnos sólo era cuando nos quitaban más de nuestros salarios,
las multas y eso, pero ahora sé que el mero trabajar ya es explotación, igual por eso luego
no me enojaba tanto, porque yo me enojaba cuando decía “esto es explotación”, pero yo
creía que eso era sólo cuando nos quitaban de más, así pasa con muchos compañeros,
igual si tuviéramos claro lo que es la explotación, entonces nos enojaríamos más antes”
(“Rosalba”, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, julio 2012).

“No se vale, porque pues nosotros somos los que hacemos todo en la maquila, la maquila
existe por nosotros, nosotros hacemos ricos a los patrones, todo su dinero se los hacemos
ganar nosotros, ellos sólo se sientan a robarnos nuestro trabajo y no se vale que ellos se
dan la gran vida y nosotros jodidos” (Mario Flores, 43 años, obrero de maquila, Tehuacán,
agosto 2012).

Esos anhelos de justicia rondan entre las obreras con diferentes versiones, ya sea
que asuman que la justicia vendrá cuando ellas despierten, que las cosas tendrán que
cambiar, o que la vida misma o dios la ejecutará cuando los perpetradores enfermen o
mueran.

1.4.- Los “ya basta” que resuenan silenciosos.


Ante esta situación se dan diferentes expresiones de resistencia que no son frontales, se
expresan entre las compañeras en la hora de la comida, en los parques, a escondidas
dentro de la planta, resistencias latentes en la concepción de “patrón” y de “encargado”,
donde se les caracteriza como “culero” o “gandalla”, expresiones que se comentan entre
las obreras cuando saben que no son escuchadas por el encargado y los patrones.

132
“Le digo así porque ese menso no merece que le llame por su nombre, así le dicen varias,
claro que cuando lo tienes de frente no, ahí le dices manito o jefe o así, porque pus te
corren, pero cuando platicamos entre nosotras sí usamos esa palabra “el gandalla”, “el
culero”, “el menso”, o luego “el perro del patrón” cuando es para el encargado, pero por
eso pues, porque no merecen que les digamos su nombre, no merecen otra cosa los
canijos” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otra forma en que las obreras expresan su descontento es con robos de retazos
de prenda, hilos o piezas de las máquinas, muchas veces utilizadas para coser en casa la
ropa o para ser vendidas en el caso de las piezas mecánicas, otras más para ser
almacenadas en las casas, asumiendo este robo como una reapropiación, por poco que
sea, de lo mucho que los patrones les roban.

“Eso de robarte cositas se da mucho, cuando se puede, porque luego no se puede, no sé,
cualquier cosita, lo que sea es bueno, hay veces que son carretes de hilo, agujas, pedazos
de tela, etiquetas, cualquier cosa, hasta bobinas, pero esas son los hombres las que se las
sacan, le quitan la bobina a la máquina y esa la venden, se da mucho, cada que puedes,
luego las ocupas en casa, sobre todo la tela, el hilo, las agujas si tienes una maquina tuya
te sirve, sino pues no, pero no le hace, tú te lo sacas, porque es como quitarle un poquito
de lo que él te roba” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Entre los hombres es común que el encargado, sobre todo de las maquilas
medianas, se junte con ellos para jugar futbol a la hora de la comida o los domingos, y
aunque muchas veces el encargado puede ser familiar, vecino o compadre, se da un
velado rechazo por parte de los obreros, quienes constantemente le recuerdan que él es
quien los regaña dentro de la maquila.

“Yo juego futbol, ahí nos juntamos los compañeros a jugar los fines de semana, hasta el
encargado llega, luego el jala mucho con nosotros, quiere como hacer que es nuestro
amigo, bueno, de algunos sí es su amigo, de otros hasta compadre es, pero aun así, no le
aunque, con todo y eso se lo agarran a pelotazos al güey, pobre tipo, le mentemos la pata,
siempre lo disfrazas como que tú querías quitarle el balón o que querías chutarle y ya
luego cuando te vas a tomar el chesco o la chela, pues puro se lo cotorrean “órale tú paga
las cervezas o qué, no te paga bien tu patrón” o así, le dicen “tú ni digas nada cabrón, que
adentro eres un culero con nosotros, té eres él que nos regaña cuando tu patrón te jala la
correa”” (Rafael Rojas, 20 años, obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Otras veces los descontentos explotan ante una situación específica, cuando una
obrera no soporta más, generando una conmoción entre miradas y algunas veces sonidos
generados por la boca que aprueban y aplauden en anonimato la explosión que expresa
un “ya basta”.

“El otro día sí me agarre al encargado, porque no me quiso dar mi pase de salida, y me
enojé y le dije al encargado: “es una injustica lo que ustedes hacen, es explotación laboral,
cuántas horas trabajamos y cuántas nos pagan y yo no tengo porque quedarme más
tiempo”, y me dijo “cómo quieras pero no te voy a dar pase de salida y no sales hasta que
yo te diga”, y ya le dije “órale, voy de acuerdo no me lo des, me quedo pero no te hago ni

133
una prenda más y córreme si quieres”. Así que lo reto y que me le pongo y le dije “córreme
si quieres, pero yo no trabajo más y yo a ti no te tengo miedo porque con estas manos yo
sé trabajar, tú no, tú con tus manos sólo sabes recibir, porque a costa de nuestras manos
tú tienes un sueldo, entonces deberías estar agradecido de que por nuestro trabajo tú
tienes un sueldo, porque el andar parando con las manos en la bolsa y gritándonos no es
trabajo, trabajo es lo que yo hago”” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de
maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Cuando ocurren estas explosiones, las obreras emiten sonidos de burla sobre el
encargado que ha sido encarado, sin llegar a delatarse y son eventos que son recordados
en las maquilas entre aquellas que lo vivieron.

“Era un encargado muy grosero, a veces hasta le pegaba a la gente, pasaba y te daba un
zape en la cabeza y te decía “órale cabrón ponte a trabajar”, un día le quiso meter mano a
la señora y zas, sólo se paró, lo aventó y él se tropezó con un bulto de ropa y calló, la
señora se paró y se salió, le grito al policía “ábreme jijo de la quién sabe qué” (…) con esa
mirada, si la tuviéramos todos creo que incendiaríamos el mundo, hasta el diablo se
asustaría y cuando cayó el encargado no faltó él que le dio una patadita cuando iba al
piso, así como que no queriendo la cosa y un “sssssssssss”, ya sabes de esos de burla y
una que otra risa, uno que otro comentario, así sin que él viera quien fue “ahora sí puto” o
“ándale por rejijo de la quién sabe cuánto” o “uyyy no que a ti nadie te tocaba”, así pues,
desde el otro lado de la planta haciendo como que no lo veías, un chavito sin levantar la
mirada de su máquina sólo dijo “ahí es a donde pertenece pinche gusano de agua
puerca”, así, cosas así, unas carcajadas de burla, pero rápido pues, en los dos minutos
que estuvo en el suelo, cuando se paró pues todos muy serios según, pero yo veía como
todos teníamos una sonrisita” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril
2012).

Estas acciones se vuelven parte de la memoria colectiva de las trabajadoras y las


usan para burlarse de los encargados, recordándoles que siempre hay una “Sole” que
puede ponerlo en su lugar.

“Ese día fue como una fiesta en silencio, todos reíamos en silencio sin dejar de trabajar,
todos lo decíamos “viste los ojos de la Sole, no chingues que mirada la cabrona, yo creí
que iba a quemar la planta con sus ojos”, ese día en la comida fue el tema, se volvió como
si habláramos de una de esas heroínas de las películas, ya después se volvió la pura
burla, cuando comenzaba de grosero, cuando no te veía, le decían “ahí viene la Sole puto”
y cosas así, y nomas escuchabas como la gente se tragaba la carcajada y así, nos dio
gusto pues que la Sole hiciera eso, yo sentí hasta bien bonito en el pecho” (“Vanesa”, 24
años, obrera de la maquila, Tehuacán, abril 2012).

Estas historias de una que “se hartó y empujó al encargado”, del viejo que “le
aventó el bulto de prenda al encargado cuando este iba de espaldas”, sobre una joven
que al sentir la mano del encargado en su pecho “se volteó y lo agarró de los huevos
hasta que el cabrón se dobló”, o sobre un “vengador” de la clase obrera que
acostumbraba “ajusticiar a los encargados que se pasaban de lanza” se van haciendo
parte de la memoria colectiva de las obreras de una maquila o de una población.

134
“El Hammurabi era un tipo bandosito, era chofer de micro en Altepexí y era como un
vengador obrero, cuando escuchaba que un encargado se pasaba de lanza, iba y lo
esperaba afuera de la maquila y lo ajusticiaba, le partía su madre, dicen que ya después
hasta lo iban a buscar para decirle quien se había pasado de lanza con los obreros o con
las obreras” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos laborales,
Tehuacán, abril 2012).

“Yo no lo conocí pero dicen que sí existía, o sea que no es puro cuento, yo trabajé en
Altepexi muchos años, pero nunca lo vi, pero así decían, “si este cabrón se pasa de lanza,
vas a la tienda que esta acá en la esquina y ahí hay un güey que le dicen el Hammurabi,
ahí le dices quién es el culero y en que maquila trabaja y él les parte su madre” (Miguel
Ángel Hernández, 36 años, obrero de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

El descontento de las obreras se expresa susurrando que no están de acuerdo con


lo que sucede en las maquilas, un descontento que a veces pareciera desbordarse en
silencio, que se mantiene entre susurros para mantener el trabajo.

“La gente sí está enojada, lo ves cuando platican en la plaza, en la tienda, dicen “pinche
patrón cabrón esto”, así la gente lo dice, “el pinche patrón de acá así”, oyes como la gente
platica “no alcanza, no se puede, pero pues que hacemos, es mejor a no tener trabajo, ni
modos tenemos que aguantar”, así platican, “no pero pues ni que hacerle, mejor nos
aguantamos”” (Rosa María Hernández, 29 años, obrera de la maquila, Ajalpán, enero
2012).

Un descontento que no se limita a los patrones y encargados, sino que engloba en


general a los empresarios como responsables de la situación.

“Esto está mal desde que llegó el empresario, esos empresarios todo se lo llevan, se lo
quedan y todo es de ellos, el campo, las fábricas, desde que llegó el empresario se
adjudicó todo, yo digo que antes diosito dio todo limpio y los empresarios ensuciaron el
agua y el campo, pero diosito mandó todo limpio y todo para que comiéramos y los
empresarios todo lo contaminan, y él quiere más dinero, ¿y el campesino?, ¡no, el
campesino y el obrero siempre fregados!, porque pura exprimidera” (“Ángeles”, 48 años,
obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

La clase política no se queda afuera de la condena, por la complicidad con los


empresarios, sin importar el espectro político del partido.

“¿Ellos cuánto dinero no se roban? puros negocios hacen con los empresarios, por eso se
defienden unos a otros, hasta parecen hermanitos, se gastan dineral sólo por ir a comer,
creo que comen lo que uno gana como en un año, sólo en comer ¿y nosotros?, ¡puro para
ellos! y nomas fregar a la gente, yo por eso mejor ni voto, votes por quien votes yo creo
que ninguno es bueno, que todos chingan por igual, yo digo “pa que, mejor yo ni voto por
ninguno de esos” y no, no, no se puede, todos son iguales, todos, mejor ni votar, ahora
dicen del ese Obrador que según es bueno, pero al final todos terminan igual” (“Ángeles”,
48 años, obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

135
1.5.- Como sea una tiene que seguir adelante.
A pesar de las condiciones precarias, las humillaciones constantes, los enojos cotidianos
que en ratos se desbordan, del hartazgo con el que la maquila invade sus vidas, del
cansancio que les quema los músculos y de la creciente desesperación económica, las
obreras mantienen sus sonrisas y esperanzas por la vida, aferrándose a no perderlas. En
las charlas ellas siempre hacen mención a no rendirse, a no perder esas sonrisas “aunque
poquitas y chiquitas” con las cuales intentan romper con la desesperanza, siendo éstas
una necesidad para vivir.

“Es difícil porque siempre estás preocupada, siempre estás corriendo, siempre estás
cansada, pero pues en medida de los posible una tiene que ser feliz pues, reírse, no sé,
disfrutar, de por sí la maquila es fea, ahora imagínate que una haga fea la demás vida,
pues no, yo me refugio en mi chiquita, somos ella y yo, a su padre lo dejé por cabrón,
entonces yo tengo mi chiquita, intento pasar con ella tiempo, jugar con ella, la saco a
pasear y así, ese es mi refugio, eso me da fuerzas para seguir” (“Vanesa”, 24 años, obrera
de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Muchas veces estos espacios son en la familia, con los hijos, con las madres, con
las parejas, donde el poco tiempo disponible es importante para reafirmarse dueñas de su
vida.

“Yo intento aprovechar el tiempo que tengo libre, no es mucho, un ratito los sábados o
domingos y así, pero pues yo sí lo aprovecho por poquito que sea, es lo que me queda de
mi vida para mí, me voy con los niños y mi esposo a dar una vuelta al centro, caminamos,
que los niños jueguen y platico con mi esposo, a veces las preocupaciones pues, pero a
veces pues otras cosas, cualquier babosada ahí, porque pues hay que intentar ser felices,
si por la maquila fuera no seriamos felices nunca” (Andrea Ramírez, 26 años, obrera de
maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otras veces estos escapes son las comunidades de origen o la reproducción de


éstas en la ciudad.

“Yo mis sonrisas las saco de mi familia, de mi comunidad, cuando voy al pueblo, cuando
no puedo ir pues me siento con mi señora a platicar de cuando éramos chicos, de las
fiestas de allá o me salgo con mis compadres, nos juntamos, platicamos y echamos relajo,
platicamos del pueblo y así, porque hay que aprovechar cuando uno no está en la
maquila, de ahí es de donde se sacan las sonrisas pa seguirle, de la maquila no” (Jorge
Martínez, 45 años, obrero de maquila, Tehuacán, julio 2012).

136
Obreras en reunión.

El tiempo fuera de la maquila es importante para las obreras, asumen que es ahí
donde ellas son ellas, donde se reafirman y donde encuentran las fuerzas para
mantenerse y continuar, es ahí donde sienten que se pertenecen.

“Pues donde sea que no sea la maquila es bueno, es que en la maquila pues no sé, como
que no te sientes dueña de ti, sientes que eres parte de la maquila, te sientes como una
máquina más, entonces cualquier lugar fuera de la maquila es bueno, afuera es otra cosa,
afuera una hace lo que quiera, bueno, más o menos, tampoco es tan así, pero si más
pues, afuera soy mía, al menos más de lo que lo soy en la maquila, afuera no está el
encargado diciéndome que hacer, ni apresurándome, afuera pues yo digo a donde voy,
que hago, como me muevo, como me rio, como hablo y con quien hablo” (“Josefina”, 38
años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Entre las jóvenes estos espacios son los que se comparten con los novios, novias,
con las amistades, puede ser un baile, una cerveza afuera de la casa, puede ser ir al
balneario de San Lorenzo o dar vueltas por la plaza del centro hasta cansarse, o bien
asistir a la plaza comercial a pasear entre sus escaparates.

“Pues donde sea, yo me voy a los bailes o a conciertos aquí cerca, me voy con mis
amigas o con algún muchacho que me gusta, así, fuera de la maquila todo es bueno para
escapar, luego me junto con mis amigos, nos sentamos en una esquina y compramos una
chelita, o luego me voy a bailar con mis amigas, luego me voy a fiestas y así, el chiste es
hacer lo que tú quieras hacer, mientras puedas pues, pero hacerlo, sentirte dueña de ti y
no como en la maquila, yo por eso me gusta salir con muchos muchachos, porque por
ejemplo, no me da pena decírtelo, cuando voy y cojo con un muchacho y es cuando más
dueña de mí me siento, así pues” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto
2012).

Entre los hombres uno de estos espacios es el futbol, acostumbran juntarse los
domingos principalmente, desde la mañana hasta el mediodía, cuando las cervezas se
vuelven indispensables para soportar el sol y el calor.

“Yo me voy a jugar fucho, ahí me relajo de toda la pinche semana en la maquila, juego los
domingos en equipo y los sábado de cascarita, ahí corres, gritas, pateas, y te sale todo,
bueno, no todo, pero sí cómo que me libero de todo lo que cargo de la maquila, porque

137
hay que sacudirte eso, porque si no te harta la vida, entonces así le hago yo y ya luego
pus unas chelitas bien muertas, así que les escurra hielito uyyy, con eso tengo, luego ya
en la noche pues me voy con la novia a la plaza o a un parquecito y pues eso” (Joel, 17
años, obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Otras como Doña “Ángeles” buscan esto en cualquier lado, en cualquier motivo
para reírse y escandalizar con sus carcajadas que se escuchan desde afuera de su casa,
dándote la bienvenida a su casa a compartirte un refresco, una pitaya o un tamal.

“Yo siempre estoy riendo, bromeando, carcajeándome y diciéndole a las compañeras que
no se rindan, que se rían, porque de por sí la vida de nosotras está jodida, como para que
la jodamos nosotras, siempre voy buscando esas cositas que nos dan felicidad, aunque
poquita pues, pero con esa me basta, con esa poquita y de ahí una agarra aliento y no le
aunque, aquí seguimos y algún día las cosas cambiarán” (“Ángeles”, 48 años, obrera de
maquila, Ajalpán, diciembre 2012).

En estos espacios, en estos momentos, las obreras de la maquila van buscando


donde sentirse dueñas de sus vidas, intentando romper aunque sea por momentos con la
maquila que envuelve sus vidas, sus días y que se apropia de su tiempo, de sus
movimientos y de su trabajo, encontrando aquí un “escape”, dicen ellas, de la maquila y
de su hartazgo, resguardando estos espacios para ellas mismas, sus familias y
amistades, para sus sonrisas y sus alegrías, de donde toman fuerza y esperanzas para no
caer en el “hoyo que se posa a sus pies”.

1.6.- A pesar de todo.


A pesar de la dinámica de competencia que la maquila impone entre las obreras se
generan prácticas de solidaridad y apoyo mutuo, muchas de estas prácticas solidarias se
dan en la cotidianidad de las obreras o en ciertos sectores de ellas, muchas veces en el
seno familiar y otras en el ámbito laboral.
Entre las obreras de una planta, al morir un familiar de alguna se hacen
cooperaciones donde cada una aporta algo para apoyar con los gastos funerarios de la
compañera doliente, estás prácticas en muchos casos está mediada por los sindicatos y
constantemente las obreras tienen que estar vigilando que la cooperación llegue
directamente a la compañera.

“Cuando muere el familiar de alguien, hacemos una coperacha pa ayudar, hay lugares
donde se hace directamente entre nosotros, otras veces es por medio del sindicato, pero
pus la bronca es que cuando se meten los sindicatos pus hay que estarlos cuidando que sí
le den el dinero a la compañera, porque luego se lo embolsan los canijos, si no te cuidas
se lo quedan, o se quedan una parte, ya sabes, “un tantito pa ellos” dicen, esto se hace
desde siempre, nos cooperamos para apoyarla, cada una decide cuanto da y es un apoyo,
porque los gastos son grandes cuando muere un familiar, entonces así nos apoyamos y
sabemos que cuando te pase a ti, pues las demás te van a apoyar” (Flor Sánchez, 39
años, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

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Es posible encontrar grupos de obreras que se solidarizan cuando una de ellas es
despedida, estas expresiones de solidaridad son más reducidas y entre el grupo de
amistades, donde la despedida encuentra un apoyo que puede ser en dinero o con
despensa para ayudarla a completar la semana.

“Pues entre nosotras luego sí intentamos echarnos la mano cuando despiden a una, no
todos lo hacen, pero sí hay algunos que lo hacemos, nos cooperamos ahí con 20 pesitos,
30, lo que puedas poner, o le das para un kilo de arroz o frijoles, el chiste es que pues no
se vaya así, que tengas por lo menos algo que comer en lo que encuentras trabajo, pero
muchos no hacen esto, no lo acostumbran, y cuando se acostumbra es con las amigas, o
sea que no todos dan, solo con los que te juntas pues, todas estamos al día, no nos sobra,
entonces tampoco podemos dar mucho, pero ya entre nosotras juntamos un dinero o una
despensa y pues así" (Gloria Hernández, 26 años, obrera de maquila, Tehuacán, enero
2012).

Entre las trabajadoras es común encontrar a las “madrinas”, por lo general obreras
de mayor antigüedad que se ganan este apodo por su carácter solidario y cuidador,
enseñando a las trabajadoras nuevas a trabajar, orientando sobre la dinámica interna,
dando consejos que les permitan desenvolverse en la maquila.

“Son las doñas las que te enseñan cómo hacer las cosas, cómo está la onda en la maquila
“aguas con ese güey, porque ese güey es bien cabrón”, y te dicen “no dejes que te traten
así”, te echan la mano, con tu trabajo para que no te atrases, te llevan comida, te enseñan
a trabajar, te llevan un taco, sí se involucran contigo, te cuidan, se ganan ser las madrinas
les dicen, son como una autoridad adentro de la planta, porque ellas saben trabajar y
apoyar, casi todos hemos tenido una madrina en la maquila, alguien que nos enseñó a
trabajar, que nos cuida pues” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto
2012).

Las madrinas no sólo se solidarizan enseñando a trabajar, asumen cuidados con


las más jóvenes, invitándoles a comer a su casa o llevándoles un poco de alimento a
quienes que no llevan comida.

“Ayudo a los nuevos, a los que no saben o a los que se atoran, y no lo hago para que me
lo paguen, sino por ayudar, porque somos compañeros ante todo y si no nos ayudamos
nosotros, si no nos enseñamos nosotros pues no, así no se puede, y también ahí cuando
veo que el de a lado se atrasa, les digo “pásame unos tantos, pa que no salgas tarde”, y
también cuando veo que los compañeros hacen algo mal, les regaño, que así no se hacen
las cosas, que hay que ser derechos, que nosotros tenemos que cumplir con lo que nos
toca (…) yo le sigo haciendo así, como que soy de pueblo, porque me gusta así, como lo
hacemos, y cocinamos ahí lo que tenemos, compramos un tomate, un chilito, hacemos
una salsita, una sopa, y ya comemos, compramos tortillas y comemos lo que hay, no hay
mucho, pero lo que hay, y luego si ves que viene un chavo o un señor que no trae su
comida y que viene de lejos, pues ya le digo “vengase a comer”, ¿cómo que no va a
comer porque no trae comida? No, pues donde comemos uno, comen dos, siempre hay
para compartir, poquito y humilde pero hay, es que hay que ser compañeros, que haiga
compañerismo, eso no se debe de perder, porque pues de por sí estamos jodidos, ahora

139
sin compañerismo pues más jodidos terminamos” (“Ángeles”, 48 años, obrera de maquila,
Ajalpán, agosto 2012).

Estas madrinas adquieren respeto entre de las demás obreras, ganándose un


sentido de autoridad y el reconocimiento por parte del grupo.

“Yo le digo mi madrina, bueno, no solo yo, varios la conocen así, porque ella ayuda a la
gente, les echa la mano, les enseña, los cuida, luego ahí anda invitando a comer cuando
ve a uno que no trae comida le dice “vengase a echar un taco”, cuando entran los nuevos
ella les echa mucho la mano a aprender a trabajar, apoya mucho a la gente, luego ella es
la que les defiende cuando los tratan mal, por eso digo que es como la madrina” (Jaime
Cayetano, 34 años, obrero de maquila, Ajalpán, diciembre 2012).

Muchas veces las expresiones de solidaridad y apoyo mutuo se encuentran en el


seno de la familia, donde las obreras comparten gastos, aprovechando los recursos
económicos y el tiempo.

“Así nos sale más barato hacer de comer, le damos dinero o mandado entre todas a mi
mamá y ella se encarga de cocinar, o a veces yo hago una cosa y mis hermanas otras, y
compartimos la comida, sale más barato compartir la comida (…) así aunque no podamos
ir a la casa a comer sabemos que los niños llegan a comer con mi mamá, y en la noche yo
paso a comer también” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

En la familia se encuentra el apoyo necesario en caso de necesidad económica, ya


sea que el sueldo les sea insuficiente o que sean despedidas, en este núcleo encuentran
la solidaridad que les permite sobrevivir, al menos alimenticiamente en lo que se
encuentra otro trabajo.

“Sabes que si te quedas sin chamba, entre tu mamá, tu papá y tus hermanos te van a
echar la mano por lo menos con la comida, o que si no te alcanza, pues es ahí donde pues
nos apoyamos, entre mis hermanos y yo nos cooperamos para la comida de los
chamacos, cada una hace una cosa y ya ellos saben que a la hora de comer llevan lo que
hicimos a la casa de su abuelo y ahí comen, o si una hermana no trabaja, le damos dinero
y ella hace la comida, y si una no tiene chamba, pues no le hace, en lo que encuentra
pues ahí está la papa” (Lourdes Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán,
septiembre 2012).

Estas redes de solidaridad familiar son importantes para las obreras, tanto en su
cotidianidad, como cuando se involucran en un movimiento laboral, donde este apoyo no
sólo posibilita la manutención económica y la alimentación, sino que reafirma la decisión
de la obrera en participar.

“Cuando comenzamos con lo de Tarrant mi mamá nos apoyó mucho, porque estuvimos
como 3 meses sin chambear y ella se rifó, nos llevaba comida, sabía que estábamos en la
lucha y nos apoyaba (…) el apoyo de las familias es importante, algunas apoyan, algunas
no, pero es importante, porque cuando un obrero se mete a luchar, se avienta un tiempo
sin trabajar y que las familias apoyen es importante para que sigan luchando, que les

140
ayuden con los hijos, con la comida, sino se hace más difícil, porque si tienes que
mantener tu casa y no estás trabajando pues es difícil, y muchas veces las familias son las
que apoyan, asumen las comidas de los hijos, el cuidado de la casa, y además cuando la
familia te apoya te sientes respaldada, te da la certeza de que es justo por lo que luchas,
te anima pues” (Reyna Ramírez Sánchez, 30 años, ex obrera de maquila y defensora de
derechos laborales, Tehuacán, agosto 2012).

Cuando se levantan movimientos que llegan a oídos de las obreras, es común que
encuentren oídos atentos a su caso y se va generando expectativa entre las que se van
enterando, expresando su solidaridad.

“Ahorita escuché que no sé en qué maquila acaban de embargar la maquinaria, lo vi en el


periódico, salió una foto de cuando están sacando la maquinaria de la maquila, no sé
dónde mero es, en que maquila pues, pero pues yo si les apoyo, desde aquí pues, pero
creo que es bueno lo que hacen, eso de organizarse y quitarle las máquinas al patrón, eso
es bueno, a mí me dio gusto ver la noticia, porque pues no se vale como nos traen éstos,
eso es lo que debiéramos hacer todos aquí” (Mario Flores, 43 años, obrero de maquila,
Tehuacán, agosto 2012).

Solidaridad que se materializa en forma de alimentos o cooperaciones en los botes


de las obreras que están afuera de la planta en procesos de lucha.

“Cuando el plantón llegaron unas señoras con frutas, verduras, aceite, un señor nos llevó
pan, café, y yo decía “¿estos quiénes son, por qué nos apoyaban?”, otro señor en una
camioneta que nos fue a dejar pan, tortillas, nosotros ni los conocíamos y solo decían “los
apoyamos, tengan un pancito aunque sea”, y pues eso se sentía bonito, saber que hay
gente que te apoya, que no importa si te conoce o no, que te ayuda de corazón, y eso yo
no lo había vivido, pensé que nadie nos iba a apoyar y vi que sí” (Carmen Elda Oropeza
Aguilar, 48 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

La solidaridad no deja de estar presente frente a una maquila que impulsa la


competencia, la individualidad entre ellas y dificulta la creación de lazos colectivos, toma
importancia en sus vidas, tanto en su cotidianidad, en el trabajo, como en los momentos
en que emprenden un proceso de lucha.

“En todo esto mis hijos me apoyan mucho, se dan cuenta de todo lo que vive uno, y
siempre me han apoyado, me apoyan con esto de las reuniones, y cuando hay broncas
con mi marido, entonces eso te da fuerza, saber que te apoya tu gente te da fuerza para
hacer las cosas” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de maquila, Tehuacán,
septiembre 2012).

A pesar de todo, no se ha perdido la solidaridad y el apoyo mutuo, muchas veces


ejecutándose sin mayor reflexión, muchas otras con toda la claridad respecto a la
necesidad e importancia de la solidaridad entre ellas.

“Es que hay que ser compañeros, que haiga compañerismo, eso no se debe de perder,
porque pues de por sí estamos jodidos, ahora sin compañerismo pues más jodidos

141
terminamos, debemos ayudarnos entre nosotros, ser solidarios pues, y no dejarnos solos”
(“Ángeles”, 48 años, obrera de maquila, Ajalpán, diciembre 2012).

2.- Se te acabaron tus borregas. Alientos que vienen a recordar que la lucha no se
ha acabado: La lucha en Exportadora de Pantalones S.A.
2.1.- Hasta que un día no se puede más.
En julio del 2011 irrumpió una lucha que llegó a recordar que las trabajadoras no estaban
derrotadas. 65 obreras de la empresa Exportadora de Pantalones S.A., habían decidido
llamar a dialogar a su patrón, después de un año en que sus condiciones laborales venían
empeorando cada vez más.

“El encargado era el que más nos trataba de a mentadas de madre y eso me enojaba, te
revisaban la prenda y si tenías errores te aventaban la prenda en la cara “que eres
pendeja o qué, o no sabes trabajar” (…) y nos fue bajando el salario, hasta que llego a
darnos 200 a la semana, por eso nos enojamos todos (…) y eran re groseros, yo me
sentía humillada, me hacían sentir menos, y eso da mucho coraje, como que da dolor en
el pecho de ver cómo nos tratan” (Dolores, obrera de maquila, ex trabajadora de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

Obreras de Exportadora de Pantalones S.A. en plantón.


Fotografía original: Rodrigo Santiago.

Un pequeño grupo comenzó a hablar respecto a organizarse entre susurros,


convencer a otras obreras y sondear a las demás.

“Queríamos hablar con el señor para arreglar las cosas, lo de los salarios más que nada y
los tratos, queríamos llegar a un acuerdo que fuera bueno, porque las operarias
estábamos ganando 200 pesos a la semana y a la manuales les daba 80 pesos a la
semana, ya un grupito como de tres compañeras comenzamos a hablar eso de hacer algo,
luego ya éramos ocho y así, habíamos estado hablando con otras para ver si jalaban”
(Florina Gómez, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

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Comenzaron a confeccionar entre hilos y susurros sus voces, a impulsar una
respuesta, intentando en un primer momento encontrar respaldo en el sindicato118 al que
se encontraban afiliadas, lo que originó despidos y represalias patronales.

“Fuimos con el sindicato que es de la FROC-CROC a decirles que nos ayudaran,


queríamos que comenzaran con el emplazamiento a huelga, pero ni hizo nada, nos dijo
que según no podía hacer nada, incluso fueron unas compañeras a Conciliación allá en
Puebla, y ahí mismo el señor le dijo a su abogado “y a éstas que andan con lo de su
huelga de una vez arregla que ya no se presenten mañana a trabajar” y así las despidió
(…) entonces ya mejor comenzamos nosotras a organizar, a planearlo bien entre
nosotras” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, ex trabajadora de Exportadora de
Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

El descontento entre las obreras se fue acumulando, la mayoría salió a buscar


trabajo en otra maquila, pasando de ser 500 trabajadoras, a quedar sólo 65. Las que se
quedaron fueron poco a poco decidiéndose a emprender un proceso de lucha “más que
nada por dignidad”.

“Comenzó a hacernos trabajar de más, no pagaba horas extras, quitó las utilidades y el
seguro, creo que el enojo fue por la explotación hacia la gente y la falta de consideración,
por no darle a la gente lo que le correspondía, ya no trabajábamos a gusto (…) y también
pues él venía de Miami y se daba las vacaciones, y llegaba bien bronceado (…) eso fue lo
que hizo el enojo de la gente” (David Curios, 41 años, obrero de maquila, Tehuacán, enero
2012).

El 4 de julio del 2011 las 65 obreras decidieron gritar “ya basta”, anunciándole a su
patrón “se te acabaron tus borregas”, con un paro de labores al que la gerencia respondió
encerrándolas en la planta.

“Íbamos a impulsar el paro de labores, llegamos y pues paramos todas, queríamos hablar
con el patrón, pero no estaba y en ese momento nos pusimos en nuestro plan, nos
aventamos al paro “no vamos a trabajar hasta que venga y hable con nosotros”, entonces
el gerente dijo “bueno, si no van a trabajar, entonces salgan” pero no nos salimos, nos
quedamos adentro sin trabajar, el gerente le dijo al policía que cerrara la puerta y que no
dejara entrar ni salir a nadie, incluso no nos dejaron meter comida” (Carmen Elda Oropeza
Aguilar, 48 años, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio
2011).

Comenzaron las llamadas a familiares, amigos y a la gente del Colectivo de


Obreras Insumisas, anunciando que habían decidido hacer un paro y que habían sido
encerradas por el encargado. Afuera de la planta comenzaron a llegar familiares y el

118
Sindicato Industrial de Trabajadores y Empelados en General de la Confección de Ropa,
Fabricación, Venta y Distribución, Maquilas, Conexos y Similares del Estado de Puebla “Manuel Rivera
Anaya”, afiliado a la Federación Revolucionaria Obrera y Campesina (FROC), que a su vez está federada a la
Confederación Revolucionaria Obrera y Campesina (CROC).

143
Colectivo, para introducir alimentos y agua para las obreras en paro, y darles asesoría
legal.

“No teníamos agua, ni comida, entonces comenzamos a llamarle a las familias, al


Colectivo, los compañeros que supieron que estábamos encerrados, ellos nos metieron
bolsas de agua por las rendijas, nos metieron tortillas y queso, así en bolsas, por debajo
de la puerta porque no nos dejaron meter nada de comida, y los del Colectivo llegaron a
apoyarnos, así se empezó esto, ahí ya vimos que jalaron casi todas las compañeras, no
sabíamos que iba a pasar, nunca habíamos estado en un proceso así, pero pues ya
estábamos ahí, ese día dijimos “ya basta”, porque era ya insoportable tanta injusticia,
teníamos que hacerlo por dignidad, era decir “ya basta, somos obreros y tenemos
dignidad” “se te acabaron tus borregas” (Susana García, 32 años, ex trabajadora de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2011).

El 4 de julio las obreras pararon las máquinas, dejaron de bailar las piernas entre
pedales y palancas, dejando la prenda sobre las mesas de trabajo.

“Ahí estuvimos todo el día, hablamos un poco de que había que organizarnos y seguir
adelante, que ya habíamos comenzado y que teníamos que seguirle, volvimos al otro día
pero ya estaba cerrada la maquila, nos dijeron que ya no había trabajo, y así fue cuando
tuvimos que quedarnos afuera de la maquila, así fue como nos pusimos en plantón ahí en
la calle, como con cosa pues, porque nunca habíamos estado en una situación así, no
sabíamos que hacer, que iba a pasar” (Entrevista colectiva, ex trabajadoras de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2011).

Entre sentimientos de miedo, angustia e indignación estalló el conflicto donde las


obreras decidieron luchar “por mera dignidad”.

“No sabía que iba a pasar, yo pensaba que no podíamos hacer nada, pero ese día pues
me sentí diferente, estaba yo muy enojada pues, de tanto que nos hacían, porque sí, una
tiene miedo de perder el trabajo, pero fue más fuerte esto de luchar por nuestra dignidad,
porque somos obreras y tenemos dignidad y no se vale que nos traten así, entonces pues
ya basta, ya basta de esto, así dijimos, fue más fuerte el enojo y la dignidad, así empezó
esto, y de ahí pues al otro día llegamos, pensando que íbamos a trabajar y pues no, ya
habían cerrado la maquila, nos querían echar, pero no nos fuimos” (Florina Gómez, ex
trabajadora de Exportadora de Pantalones S. A., Tehuacán, agosto 2011).

2.2.- La primera victoria.


El grupo comenzó un proceso de legal y de lucha demandando la reinstalación en el
puesto de trabajo, custodiando la maquinaria, marchando por las calles e irrumpiendo en
las oficinas de la JECA #7119.

“Pensábamos que íbamos a llegar a dialogar con el señor, pero ya no abrió, nos dijeron
que ya no iban a abrir, que nos fuéramos, pero no nos fuimos, ya habíamos hablado de la
demanda, habíamos ido a quitarles los papeles a los del sindicato, nos pusimos de

119
Junta Especial de Conciliación y Arbitraje #7

144
acuerdo, fuimos a Conciliación y nos metimos todos, y ahí fue que vimos lo de quedarnos
a cuidar la maquinaria” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, ex trabajadora de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán agosto 2011).

Rodrigo Santiago interpuso la demanda laboral y las obreras comenzaron un


plantón acompañadas por el COBI que duró 11 días en las afueras de la maquila.

“Al principio pues una piensa “eso cómo pa qué”, se me hizo muy difícil romper con el
miedo de perder el trabajo y eso, no sabíamos que hacer, ni que iba a pasar, si la gente
nos iba a apoyar, no sé, siempre nos dijeron que nosotros no podíamos hacer nada y creo
que eso fue de lo más difícil, romper con ese pensamiento de “no podemos hacer nada”,
ahí fue cuando comenzamos a ver que sí podíamos” (Dolores, ex trabajadora de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Comenzaron a conocerse, a aprender a hablar, decidir, asumir su capacidad de


acción, acompañadas por las lluvias y el café en sus días y noches de guardia.

“Ahí fue cuando comenzamos a conocernos, a hablarnos, ya éramos compañeras de


trabajo, pero no éramos compañeras en verdad, vimos que estábamos juntas y que
teníamos que estar juntas, ahí yo me di cuenta que eso de que mantenernos siempre en
friega hace que no nos hablemos, y si no nos hablamos pues no nos conocemos y no
somos una misma cosa, cada quien su lado, y durante el platón es que yo comencé a ver
que éramos compañeras y que teníamos que estar juntas, y ahí comenzamos también a
aprender que podíamos defendernos” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, ex
trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

Este periodo fue “un despertar”, dice una obrera sentada en la banqueta.

“Para mí fue como un despertar, estaba yo muy enojada, no veía de lo que somos
capaces los obreros, eso de organizarnos, luchar, defender la dignidad, fue ahí cuando lo
del plantón que vi que si valíamos y que no era cierto eso que nos decían los patrones de
que nosotros no importamos ni valemos, ahí vi que sí que podíamos, que sí que valemos”
(†Lucina Álvarez, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,
Tehuacán, abril 2012).

Comenzaron a aprender a discutir, tomar acuerdos, decisiones, un aprendizaje


donde hablar en colectivo implica lidiar con diferencias.

“Nunca había sido tomada en cuenta, estamos acostumbrados a que nos digan que hacer
y cómo hacerlo, entonces cuando comenzamos esto no sabíamos cómo hablar en
conjunto, como escuchar al otro, como decidir las cosas, eso lo empezamos a aprender
allá afuera, a hablar, discutir, tomar decisiones, hacer las cosas entre nosotras mismas
pues, ahí comenzamos a aprender a decidir y a hacer las cosas” (Dolores, ex trabajadora
de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Fueron aprendiendo a perder los miedos, expresar descontentos, alzar la voz y


enunciar los enojos.

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“Los primeros días todo era nuevo para mí, hablar, alzar la voz, todo eso me daba, no era
miedo en sí, pero sí un poco, pero ahí en la calle fuimos agarrando confianza en nosotras
mismas, fui agarrando confianza, en mí, en las compañeras y compañeros, y con los días
fui perdiendo el miedo, comencé a aprender a hablar, a alzar la voz, a sentirme digna de
estar ahí afuera luchando y decir somos dignas” (“Celia”, 33 años, ex trabajadora de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, enero 2012).

En esa banqueta, arropadas por cobijas, el grupo de obreras tuvo que enfrentar
intentos de la patronal de sustraer la maquinaria.

“Hubo veces en que llegaba el patrón, el señor ese Pantoja que era el gerente, llegaban
con varios hombres, se burlaban, querían asustarnos, intimidarnos pues, decían “ahorita
mandamos a la policía a que las levante por revoltosas y no van a conseguir trabajo en
ningún lado”, sacaron algo de papelería y computadoras, luego volvieron con camionetas,
pero ahí si no los dejamos sacar nada, al principio sí se pusieron pesados, pero cuando
vieron que nos juntamos nosotras, ya no decían nada, solo dejaron las cosas” (Florina
Gómez, 41 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,
Tehuacán, agosto 2011).

Esas banquetas fueron el reducto donde comenzaron a aprender a organizarse, a


dialogar entre ellas, conociéndose, asumiéndose en colectivo.

“Allí comenzamos a aprender, a organizarnos, hablar entre nosotras, nunca nos habíamos
visto como siendo lo mismo, o sea como compañeras pues, como que ahí nos vimos a
través de otro lente, más antes pus solo me veía como yo sola, ahora puedo vernos como
algo mismo, como una misma cosa, como compañeras pues, la maquila nos enseña a no
vernos así, tampoco es tan fácil, pero es bonito ver que podemos vernos así y que
podemos pus mirarnos diferentes” (Alejandra, obrera de maquila, ex trabajadora de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

Sintieron la solidaridad que llegaba en forma de una moneda, una bolsa de pan, de
frutas, o en simples palabras que enuncian eso que el anarquismo y otras propuestas de
lucha conciben como uno de los pilares para la transformación social y que ha sido
enunciada como “la ternura de los pueblos”: la solidaridad

“Ver que la gente nos echaba la mano, nos traían pan, comida, nos daba aunque un
pesito, una frutita, o solo palabras, eso también es bonito, gente que ni nos conoce, ni
nada, así como eso de conocer a la mujer de Corea, o las de acá de Calpulalpan, que son
de un sindicato que está luchando, hasta me daban ganas de llorar, porque nunca me lo
imaginé, es cómo que da fuerza, ya ganamos con eso de haber podido vernos diferente y
saber que no estás sola” (Alejandra, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de
Pantalones S.A., Tehuacán, septiembre 2012).

Se enfrentaron a ellas mismas, sus miedos y limitaciones, ahí es donde


encontraron su primer victoria.

“Lo primero que tuvimos que enfrentar, pus que fue romper con los miedos propios de
nosotras, eso de saber que sí valemos, que podíamos actuar y luchar, darnos cuenta de

146
que somos capaces, esos primeros pasos fueron nuestras primeras batallas, el habernos
aventado al paro, al plantón, a la demanda y ahí en la calle comenzamos a romper con
eso que nos habían dicho que éramos, empezar a ver sí podíamos hacerles frente y
decirles “ya basta”, ahí es donde está nuestra primer victoria” (Carmen Elda Oropeza
Aguilar, 48 años, obrera de maquila ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,
Tehuacán, enero 2012).

La lucha las llevó a la necesidad de aprender algo que la maquila con su dinámica
evita: considerarse y construirse en colectivo.

“De las cosas más difíciles creo que fue lo de tener que aprender a ser juntas, porque
estamos acostumbradas a mirarnos individualistamente, solo una y ya, ahí comenzamos a
vernos en el espejo, a hablar entre nosotras, comunicarnos, si no sabemos comunicarnos
no sabemos organizarnos, entonces pues ahí cuando lo del plantón comenzamos eso
pues, aprender a comunicarnos, aprender a hablarnos, a escucharnos pues y eso fue de
lo primero” (Susana García, 32 años, obrera de maquila ex trabajadora de Exportadora de
Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Comenzaron a asumir que la victoria sobre su patrón dependía de ellas


directamente, de su accionar.

“No podíamos quedarnos esperando namás sentadas, teníamos que peliar, tuvimos que
hacer el paro, el plantón y marchar, ganar depende de nosotros pues, no de ellos, ni de la
Junta, ni de nadien, puro de nosotros, si nosotras no luchábamos pus nadien iba a venir a
entregarnos lo que nos corresponde, el Rodrigo y ellos siempre nos decían eso “tienen
que ser ustedes las que decidan”, entonces ahí jue que comenzamos a ver que nadien iba
a luchar por nosotras” (Reynalda, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de
Pantalones S.A., Tehuacán, enero 2012).

Los primeros días de lucha en las afueras de la maquila fueron vividos con
intensidad por las obreras, envueltas por una serie de emociones diferentes.

“Fueron poquitos días pues, pero fueron como muy llenos de cosas, comenzar a aprender
cosas pues, lo vivimos como con mucho sentir, buenos y malos, porque en veces era
emoción de ver que podíamos hacer las cosas, luego era como miedo, como tristeza a
veces, como alegría de vernos juntas, de ver que sí que podíamos, te digo, que fueron
pocos días pero se hacía un nudo en el pecho, a veces de miedo, a veces de alegría, a
veces de emoción pues, otras de tristeza o algo así” (Susana García, 32 años, obrera de
maquila ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

La lucha se dio también en las oficinas de la Junta Especial de Conciliación y


Arbitraje #7, donde irrumpían llenando la pequeña oficina, recargándose en sus escritorios
llenos de pilas de papeles.

147
“Cuando llegamos allá a Conciliación no querían atendernos a todas, querían que solo
120
unas de nosotras pasáramos a la oficina del Conde , nos decía “elijan un comité y ellas
que pasen”, pero habíamos decidido que pasábamos todas en bola, nos metimos hasta la
oficina del mismo presidente, ni cabíamos en la oficina, así nos metimos todas apretadas
(…) ahí luego nos encontrábamos al Humberto ese que es el abogado del patrón, se
burlaban de nosotras para desanimarnos yo creo, se burlaban del Rodrigo, porque él pues
no es licenciado” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de maquila ex
trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A, Tehuacán abril 2012).

El 15 de julio, con una rapidez inusitada, el presidente de la Junta otorgó el


embargo precautorio en favor de las trabajadoras.

“En todas partes las Juntas de Conciliación están vendidas, acá ha sido así siempre
históricamente, pero ahora creo que por las broncas políticas que tiene en Puebla y por la
presión de las compañeras, no le quedó de otra más que dar el embargo, y más
sorprendente es que diera el embargo bajo nuestro resguardo, eso sí nunca había pasado
aquí, no sé si en otros lados haya pasado, pero acá nunca, él no quería, pero yo insistí en
que legalmente no había impedimento, así dio el embargo” (Rodrigo Santiago Hernández,
36 años, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, enero 2012).

La ejecución del embargo se hizo el mismo 15 de julio, apenas dando tiempo de


correr, llamar por teléfono, conseguir dinero, conseguir un tráiler y un cerrajero que fuera
certificado por la JECA. Con la ejecución del embargo precautorio bajo resguardo de las
obreras se cerró una etapa importante de lucha que vivieron llenas de emociones
encontradas y de aprendizajes.

“Nunca habíamos estado en esa situación y fue como que muy rica, aprendimos mucho,
nos miramos de forma diferente pues, yo nunca volveré a verme igual a mí misma, fueron
muchos sentimientos, desde miedo hasta la alegría de lo que íbamos logrando, el ir
aprendiendo a decirnos “compañera”, así de verdad, el ver que si nos juntamos y
organizamos sí podemos hacerles frente, y que sí valemos y podemos, todo eso fue muy
emocionante pues, todavía tenemos que aprender a escucharnos, mirarnos, conocernos,
comunicarnos, llegar a acuerdos, organizarnos, que podamos escucharnos y tomarnos en
cuenta entre todas, ahí decidimos que si bien sí habría un comité, este no podría decidir
las cosas, que en realidad eso del comité sería para hacer trámites y eso, pero que en
realidad el comité no decidiría, ni mandaría, ni nada pues que seriamos todas por igual y
que tanto valdría mi voz, como la de la otra, o sea entre iguales pues, entre compañeras,
por eso es que las cosas decimos que se deben decidir en asamblea, haciendo valer las
voces de todas por igual y no que sea que unos decidan y manden, porque eso es lo que
hacen los patrones y si queremos cambiar las cosas, tenemos que hacerlas diferentes”
(Entrevista colectiva, obreras de maquila, ex trabajadoras de Exportadora de Pantalones
S.A., Tehuacán, agosto 2011).

120
En ese momento el presidente de la JECA #7 era el Lic. Alejandro Conde, por lo que muchas de
las referencias son hacia “el presidente”, “el viejo ese”, “el Conde” o por su apodo “El Chaneque”

148
Esta etapa del proceso de lucha culminó con la ejecución del embargo precautorio,
una imagen que llenó los medios locales tanto escritos, como electrónicos: Un grupo de
obreras abriendo una maquila con esmeriles, entrando con lágrimas en los ojos mirando
las máquinas donde ellas habían dejado su vida, tapándose los rostros, lágrimas que se
mezclaban con sonrisas, moviendo máquinas, llegando así la primera victoria legal sobre
su patrón, su primer sentimiento de justicia.

“Yo nunca me había imaginado que estaría llevándome las máquinas, primero me dio
como tristeza, muchos años trabajé ahí, no sé, pero también como alegría, se me hacía
nudo la panza, ese día como que me desbordaba de todos los sentimientos que puede
uno sentir, rabia, coraje, enojo, dolor, tristeza, pero también alegría, dignidad, ternura, no
sé, saber que habíamos podido embargarle las máquinas al viejo, pensando “ahora sí nos
chingamos al patrón, una de cal por todas las de arena, no qué éramos mensas y que no
podíamos ni tocarlo”, no cabíamos de emoción, estábamos haciendo justicia y lo logramos
nosotras, no la Junta, no el patrón, no el gobierno, sino nosotras” (Carmen Elda Oropeza
Aguilar, 48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,
Tehuacán, agosto 2011).

2.3.- Ya nos somos las mismas.


A partir de su experiencia de lucha y organización las obreras comenzaron a transformar
la concepción de sí mismas, como personas y trabajadoras.

“No sé cómo explicarlo pues, solo que ya no soy la misma desde esto empezó, me cambió
pues, miro hacia atrás y creo que sí, que ya no soy la misma, que ya no puedo ser la
misma desde ese momento (…) cómo que crecí, cómo que me miro más fuerte, más
digna, más cómo grande, es todo pues, no solo una cosa, cambié mi forma de verme, de
ver a las demás, de ver mi trabajo, mi familia, a mis compañeras” (Susana García, 32
años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán,
abril 2012).

Durante el proceso de lucha fueron transformando la forma en que se miran a sí


mismas.

“No sé cómo se podría explicar, lo que pasa es que creo que ya no me miro igual que
antes, haga de cuenta que antes pues me veía a mí misma así a veces como que fuera
solo una cosa que se sienta diario a trabajar, o sea que sí pues, siempre he sabido que
soy una persona y que tengo nombre, pero luego hasta te sientes sólo una cosa (…) ahora
me veo diferente, sé que soy obrera y que como obreros valemos, importamos, porque sé
que sin mí ellos (los patrones) no serían nada, porque es nuestro trabajo lo que les hace
ricos, ahora sé bien a bien que no soy eso que decían de nosotros, que si mensos, que sin
importancia, que no valemos, que no importamos, que nada podemos hacer, ahora sé que
sí, soy obrera y soy pobre, pero aprendí que tenemos dignidad y que podemos luchar”
(“Martha”, 34 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,
Tehuacán, julio 2012).

Este tipo de afirmaciones es constante entre las obreras del grupo.

149
“Ya no nos miramos igual (apunta una de ellas) y nunca me podré volver a mirar igual que
antes, -además (apunta otra) sabemos que tal vez perdamos esto y que claro que
volveremos a la maquila, muchas ya volvieron porque eso somos, obreras, eso es lo que
sabemos hacer, pero le digo que yo ya no me vuelvo a ver igual, -y le decimos (apunta
otra más) que sabemos que volveremos a la maquila pero ya no somos las mismas, ahora
sabemos que valemos, que importamos y que si queremos podemos hacer las cosas,
luchar por cambiarlas pues, y eso es un cambio total, porque yo antes pensaba que pues
así eran ya las cosas y que no podíamos hacer nada, -pero ahora (le interrumpe otra más,
que apenas sonríe) sabemos que somos obreras y que nosotras somos las que hacemos
andar las fábricas, sin nosotras, ellos (los patrones) son nada” (Entrevista colectiva,
obreras de maquila, ex trabajadoras de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, enero
2012).

Al transformar la concepción de ellas mismas, también se transformó la


concepción de la otra y de lo colectivo.

“Siempre usé la palabra compañera, pero creo que no la entendía, nunca había visto a mis
compañeras como compañeras (…) o sea que ser compañeras es no sólo trabajar juntos,
sino que es saber que somos una misma cosa, que junto con la otra puedes hacer cosas,
es saber que la otra persona está contigo, es decir que ves a la otra como tu igual, la que
te acompaña en una situación, porque solo así somos compañeras, cuando nos damos
cuenta que somos lo mismito, así como la lluvia que son muchas gotas de agua juntas,
así, eso es ser compañeras, y eso yo no lo veía, yo antes veía a mis compañeras si acaso
como la que se sienta junto a mí, en veces amigas, como alguien más que ni me va ni me
viene, pero ahora sé que estamos atadas a la misma suerte y el cambiar las cosas
depende de nosotras, de estar juntas y considerarnos compañeras” (Dolores, obrera de
maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Esta concepción de “ser compañeras” es compartida más allá de las amistades y


enemistades, de afinidades y subgrupos, entre las obreras del grupo reconocen no ser
amigas entre todas, pero sí compañeras.

“Tampoco es que seamos todas amigas, la verdad es que no, hay las que no nos
llevamos, las que somos amigas, las que pensamos más o menos igual y así pues, como
de por sí es esto de los chiles, no entre todas nos llevamos bien, hay varios grupitos, están
las doñitas que siempre están calladas, ellas no pelean con nadie, está como el grupito
que son las que más metidas están en esto, Susana, Doña Carmen, Doña Lola y ellas,
están desde luego los hombres, no son muchos pero son un grupito, están las que casi no
se meten en nada y nosotras que ni mucho ni tan poco, o sea somos varios grupos y no
siempre nos caemos bien, pero es de reconocer que todas somos compañeras pues,
porque eso sí me enseñó esto, que para lograr las cosas necesitamos hacerlas entre
nosotros pues, juntos, o sea que somos iguales y nos necesitamos y así, entonces a pesar
de que muchas no somos amigas y que luego la verdad si nos caemos mal, pues en esto
somos compañeras” (“Rosario”, 29 años, obrera de maquila, ex trabajadora de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

No sólo se comienza a trastocar la concepción de ellas mismas y de la otra, como


compañera, trastoca su concepción del trabajo.

150
“Es como que digamos algo así como que despertaras y comienzas a ver todo diferente,
una misma, a tu compañera, tu vida, tu trabajo, todo pues (…) ahora entiendo que los
patrones siempre nos roban nuestro trabajo, el otro día nos lo explicaban, no muy luego
entiendo, pero pues sí, o sea que aunque el patrón nos pague bien y todo, aun así él nos
está robando (…) luego con esto te vas abriendo los ojos, ves que el trabajo no te
pertenece, que no te dejan participar, y ahora que hablan que de la cooperativa, pues no
sé, suena bonito eso de que una sea dueña de su trabajo, que una sea quien tome las
decisiones, además pus resulta que una vive pa trabajar pues y no al revés que es como
debiera ser, porque ahora que le veo, pues sí parecemos esclavos sólo que nos dan
dinero y ya con eso creemos que dejamos de ser esclavos (…) yo no conozco eso que
dicen que un trabajo digno, sí soy digna y trabajadora, pero no sé lo que es trabajar en
condiciones dignas, donde mi trabajo sea parte de mí, de mi vida, sí me gusta mi trabajo y
me da orgullo saber trabajar, pero no me gusta como es la cosa” (†Lucina Álvarez, obrera
de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

La transformación de las concepciones no se limita solo a la cuestión laboral y


organizativa, trastoca la vida personal, como mujeres, en sus familias.

“Yo desperté en muchos sentidos, aprendí a valorarme, o sea como que me cambió la
visión de todo, me di cuenta que no puede una dejar de valorarse como persona, como
trabajadora, como mujer, a partir de esto, de las pláticas que hemos tenido, de los talleres
y eso, he visto que una como mujer está jodida, porque mire somos obreras y nos jode el
patrón, pero llegamos a casa y el marido nos quiere chingar también, porque una tiene
que trabajar y aparte llegar a atender la casa, y el hombre pocas veces colabora, entonces
pues más jodida está la cosa y nos ven como criadas casi, entonces eso también me
cambió, yo ya dejé también las cosas en claro con mi señor, yo ya le dije que no soy su
criada, que tiene que cooperar en la casa, se tiene que lavar su ropa y eso, que no soy
criada de nadien, ni del patrón, ni de él” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera
de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, septiembre
2012).

Varias compañeras comenzaron a asumir una actitud similar en sus relaciones


personales.

“Pues no sólo me di cuenta de esto de la cosa laboral y de las injusticias, sino que también
me di cuenta de toda esta cosa que nos dicen en los talleres, que del género, que
tenemos que ser no iguales, sino equivalentes entre hombres y mujeres, que nadie tiene
porque decirme como vestirme, como caminar, ni nada, que la única dueña de mi cuerpo,
de mis decisiones debo ser yo, ni tan si quiera el novio, el esposo o los papás, sino que
una misma tiene que empezar a tomar el control de su vida, aunque sea de poco en poco
pero comenzar, y lo primero es asumir que nadie puede ser tu dueño, ni tu patrón, ni tu
esposo, ni tu padre, sino una misma, y que eso es ser digna” (“Gabriela”, 24 años, obrera
de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

Entre los hombres, que son minoría frente a las compañeras, estas
transformaciones también se dan, sobre todo respecto al tema laboral y organizativo y
algunos comienzan a cuestionarse en cómo se conciben como hombres.

151
“Como ve somos pocos hombres y participamos menos, se chivean porque las compas
son más y han tomado los papeles más activos, es que ellas son más aventadas, más
decididas creo, aunque luego uno como hombre no quiera aceptarlo, ya sabe, ahora
estamos en un taller que nos dan, ahí uno va aprendiendo cosas, no muchos vamos, pero
yo si voy, porque es como decía una compañera “si no te cuestionas, ¿cómo piensas
cambiar?”, ahora yo con lo que he aprendido pues no, no soy el mismo, ahora sé que
como obreros sí importamos y podemos hacer las cosas, solo es cosa de juntarnos y
organizarnos, de ser compañeros, y empiezo a entender que como hombre no soy mejor
que la mujer, que tenemos que ser compañeros ahí también en la pareja, en la vida, y eso
implica vernos como iguales, bueno no iguales iguales, pero sí en igualdad pues, y
compartir las tareas, decisiones y eso, ser compañeros en la familia, en el amor y
quitarnos esas mensadas de “yo soy hombre y soy más que ellas” y así” (Robertino,
obrero de maquila, ex trabajador de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto
2012).

No pocas fueron las transformaciones en las concepciones del grupo, algunas a


nivel personal, otras a nivel organizativo, respecto al trabajo, pero en general lo que se
transformó en una y otra cuestión fue la concepción sobre sus capacidades.

“Sí cambiamos aunque poquito, aún no del todo porque siento que nos falta muchísimo
todavía, pero por algo se empieza, ¿no?, yo lo que pienso así más, más que cambie, en la
forma de verme, es que ahora me veo capaz de hacer las cosas, aventarnos a luchar
juntos nos hizo darnos cuenta de que sí somos capaces de hacer las cosas, de luchar, de
decir “ya basta” y pelear, capaces de aprender, a escucharnos a organizarnos, capaces de
vernos y pensarnos diferentes a nosotros mismos, nuestras vidas pues, a nuestros
compañeros, nuestras parejas, eso creo que fue lo que cambió en general, al menos en
mí, y creo que de manera general en mis compañeras y compañeros también, que antes
no nos sentíamos, no nos sabíamos capaces de hacer nada y creo que por eso mismo no
lo hacíamos, si no te sientes capaz ni lo intentas, ahora sé que soy capaz, que importo y
que juntos podemos hacer mucho” (Teresa, obrera de maquila, ex trabajadora de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Asumirse capaces implicó comenzar a asumir sus posibilidades de luchar por


transformar su realidad, asumen que su transformación apenas comenzó, iniciaron esa re
significación de ellas mismas, de la otra, de su trabajo, su realidad, sus posibilidades y
sus capacidades.

“Es que ha sido algo, no sé, yo creo que sí es bonito, que es importante todo esto que nos
está pasando, pero no es fácil, no se crea que así de un día a otro como por magia cambió
la cosa, no, fue de pensarle, darle vueltas, a uno le da miedo cambiar, le da miedo
aventarse, porque no es fácil, pero es inevitable porque no se puede sostener la situación,
tenemos dignidad y no podemos dejar que sigan así las cosas y no es fácil cambiar la
forma de ver las cosas, de verse una misma, cuesta su trabajo, pero creo que poco a poco
ahí vamos, aunque de a poquito ¿no?, por algo se empieza, y cuando se empieza se abre
un mundo ante los ojos, muchas cosas, chances de hacer, de cambiar, aunque sea aquí
en lo inmediatito, en una misma, pero me queda claro que eso es largo, pero ya
empezamos de menos, ya comenzamos el camino, y eso ya es un paso, no sé qué vaya a

152
pasar, sólo sé que ya no somos las mismas, tomamos la voz y la alzamos, somos
importantes y podemos luchar para cambiar las cosas, y me di cuenta que sí somos
capaces de hacerlo, de pensarlo y eso ya cambia la visión del mundo todo” (Carmen Elda
Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de
Pantalones S.A., Tehuacán, septiembre 2012).

2.4.- La larga lucha.


Este proceso de lucha se desarrolló durante 18 meses, desde julio del 2011, hasta enero
del 2013 y podemos dividirlo en cuatro diferentes etapas:
1.-Preparación-paro laboral: Esta etapa se vive durante el mes de junio, donde las
obreras comenzaron a compartir sus enojos y reclamos, a organizarse y culmina con el
paro laboral realizado el 4 de julio del 2011.
2.- Plantón-embargo: Esta etapa de lleva a cabo entre el 4 y el 15 julio del 2011,
durante la cual las obreras permanecen en las afueras de la maquila resguardando la
maquinaria, hasta que finalmente se declara el embargo precautorio de la maquinaria,
bajo su resguardo.
3.- Juicio-Laudo: Esta etapa es la más extendida, pues va desde el 15 de julio del
2011 hasta el mes de septiembre del 2012, cuando la JECA #7 dicta el laudo a favor de
las trabadoras, ordenando la reapertura de la fuente de trabajo y la reinstalación de las
trabajadoras.
4.- Negativa patronal de reinstalar-Adjudicación: Esta etapa duró entre la segunda
semana del mes de octubre, cuando la patronal ignora la orden de reapertura de la fuente
de trabajo, lo que lleva al grupo a preparar la adjudicación de la maquinaria que se realiza
entre el mes de diciembre del 2012 y enero del 2013.
Los momentos más significativos de este proceso de lucha se vivieron en las dos
primeras etapas, así como en la última de ellas, durante estas dos primeras etapas las
obreras comienzan un proceso de transformaciones en cuanto a sus concepciones, que a
la par es un proceso de aprendizaje que sigue durante la tercera etapa, pero con más
calma, en la cual se dan estas reflexiones sobre lo experimentado, es aquí cuando las
obreras van volviendo al trabajo en diferentes maquilas, algunas abandonando o
disminuyendo su participación en el proceso debido a diversos factores, otras, alrededor
de 35 manteniéndose de una u otra manera hasta el final del conflicto, asistiendo
semanalmente a reuniones, haciendo guardias en la casa donde quedó resguardada la
maquinaria, asistiendo cuando el juicio lo requirió, tomando talleres sobre diversos temas,
como género, organización, trabajo cooperativo, compartiendo espacios con otras luchas.

2.4.1.- Aprendiendo a ser nosotras: La reuniones.


Después de embargada la maquinaria fue trasladada a una casa, propiedad del hermano
de una de las trabajadoras, quien desde el principio las acompañó como “compañero de
todas”.

“Yo aquí, les dije que podían usar mi casa, porque yo creo que soy como compañero de
todas ellas, de todas, porque ellas son obreras y están luchando y lo que ellas están
haciendo yo creo, yo digo que es bien importante, porque yo soy obrero también, he
estado en las fábricas, en huelgas en las refresqueras y sé que los obreros deben de

153
luchar, soy su compañero y las apoyo, porque yo sé que los obreros tenemos que estar
juntos, no importando que sea yo de maquila o no, que las conozca o no, yo estoy en su
lucha y estaré hasta el final” (Ángel, hermano de una de las obreras en lucha, Tehuacán,
agosto 2011).

Reunión de obreras de Exportadora de Pantalones S.A.

Las máquinas se apilaron una sobre otra dentro la casa, dejando el patio como el
escenario del que las obreras se harían dueñas los sábados por la tarde. Minutos antes
de la hora de reunión, las obreras comenzaban a acercarse caminando por las vías del
tren, bajando de las combis que circulan por la colonia, atravesando calles y esquinas,
saltando las piedras de una calle sin pavimentar. Las primeras en llegar son las
compañeras que han ido asumiendo mayor responsabilidad y participación, Susana,
Carmen, Dolores, Florina, y van revisando lo que se necesita discutir, aportaciones para
pagar la luz, guardias, etc. No faltan los reclamos internos “es que las que no participan
nos dejan todo el peso a nosotras y no se vale”, y la contra argumentación “es que no es
que una no quiera venir a cuidar, es que no tengo con quien dejar a los niños”.
Estas reuniones por lo general son guiadas por Rodrigo Santiago en su calidad de
asesor jurídico, por Reyna Ramírez del COBI, o por las obreras que se han mantenido
más activas, con las obreras reunidas alrededor de un centro que muchas veces
permanece abandonado, formando un circulo que tiende a cerrarse cuando las
discusiones se encrespan y a abrirse cuando es una discusión en calma.
Rodrigo comienza por lo general preguntando “¿cómo se han sentido?, ¿cómo les
va en sus trabajos?”, “¿cómo se sienten ahora que nos dieron el embargo y que tenemos
las máquinas en nuestras manos?”. Invariablemente las reuniones comenzaban abriendo
un espacio donde ellas pueden platicar sobre su cotidianidad, su trabajo, lo que han
pensado y sentido durante el proceso de lucha.

“Es importante, creo, abrir un espacio para que ellas se comuniquen no solo con lo de la
lucha, sino su cotidianidad, su vida, que les ayude a mirarse en la otra, porque algo que
hace la maquila es meterlas en una dinámica individualista, donde no se identifican, por
eso creo que es importante que ellas tengan un espacio cada reunión donde puedan
expresar como se sienten, que piensan, como han estado, que problemas tienen en sus
chambas y así” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos laborales,
Tehuacán, enero 2012).

154
Esta dinámica propicia un espacio donde las obreras puedan iniciar desde su
cotidianidad, desde lo que piensan, lo que sienten, el cómo se sienten con lo que va
ocurriendo, impulsando que las unas se identifiquen en las otras.

“A mí me gusta como empieza las reuniones Rodrigo, porque no empieza con la cosa
legal, sino que empezamos con nosotras, con lo que sentimos, o recordando algo que
pasó, como lo del embargo, así empezamos la reunión, diciéndonos que sentimos en esos
momentos, todo ese sentimiento y eso me gusta porque tenemos esos momentos de la
reunión para hablar de eso, de nosotras y eso nos ayuda a conocernos, a ver que lo que la
otra sufre, lo sufre una también y eso a mí me ha ayudado a verme reflejada en las otras”
(“Gabriela”, 24 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones
S.A., Tehuacán, abril 2012).

Por espacios de entre 30 y 40 minutos el grupo comparte lo que siente de manera


libre, ya sea respecto a sus nuevos trabajos, los problemas económicos, al propio proceso
de lucha o cómo se van sintiendo en las actividades, compartiendo un momento de
acercamiento entre ellas. Mientras una habla las otras van afirmando con la cabeza o
negando, susurrando en grupos respecto a lo que se está diciendo, interrumpiéndose
para complementar lo dicho “es que sí, así como dice ella, esta feo el asunto en las
maquilas, donde quiera, simplemente lo ve una en donde está una trabajando y pa donde
mires está igual”, “es que ese día yo sí me sentí muy como raro, nunca imaginé que
podríamos quitarle algo al patrón, por eso creo que aunque perdiéramos al final, ya le
ganamos”, o rebatiendo “la verdad no estoy de acuerdo con eso, porque por decir algo, si
yo no he venido a la guardias o a las reuniones, no es porque no quiera o me haga
mensa, es porque no he podido”.
Rodrigo Santiago hace su parte, explicando la situación legal, los pasos a seguir, a
qué aspectos hay que poner cuidado, cómo deben de ser las declaraciones, intentando
que la situación quede lo más clara posible, atendiendo dudas, no sin hacer corajes,
regresando constantemente a explicar lo ya explicado.

“Rodrigo es el que nos explica la cosa legal, a veces se enoja por que no entendemos
luego, porque eso sí, es medio bien enojón, pero él nos explica todo lo legal, nos dice que
debemos y que no debemos decir, nos enseña las trampas que usan los abogados para
confundirnos, nos dice cuáles son las pasos a seguir en el proceso, nos cuenta de otros
procesos, de otros juicios pa que veamos cómo es la cosa. Al principio luego no
confiábamos mucho en él, porque pues veíamos que él no es licenciado, pero ahora le
tenemos confianza, porque para empezar ha demostrado que es nuestro compañero y ha
llevado bien el caso, no le ha fallado nada, entonces así” (Carmen Elda Oropeza Aguilar,
48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán,
julio 2012).

Una vez cubiertos los aspectos legales sigue el paso a las obreras, donde se
ponen de acuerdo respecto las guardias, cooperaciones, se citan si hay que asistir a las
oficinas de la JECA# 7, toma la palabra Susana, quien va tomando nota de las guardias,
las cooperaciones y revisando quienes asistieron.

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“Es importante mantener las guardias en la casa, porque es responsabilidad de todas y
todos cuidar la maquinaria, tenemos que participar si queremos ganar y sólo lo haremos si
estamos juntas y nadie cuidará las máquinas por nosotras, entonces sí es bien importante
que cumplamos con los turnos, aunque ya no estemos en la calle, también recuerden que
tenemos que hacer la cooperación para la luz de la casa de Don Ángel, porque es luz que
estamos gastando para mantener cuidadas las maquinas”

Es en estas discusiones cuando se llegaron a dar enfrentamientos verbales entre


el grupo, a raíz de los reclamos hacia quien falta a sus turnos “es que tú no has venido ni
una vez, ni una, y entendemos que tengas tus hijos y que a veces no puedas, pero que ni
una vez hayas venido”, dice una obrera señalando a otra, sin que la respuesta se haga
esperar “pues es que no puedo, no es que no quiera, es que no puedo y si no se puede
pus no se puede”, discusiones respecto a la responsabilidad colectiva, entre voces que
van subiendo su tono.
Rodrigo y Reyna se hacen a un lado “es que este proceso es de ellas, ellas tienen
que resolverlo”, dice Rodrigo antes de verse obligado a interrumpir para calmar los
ánimos “compas, compas, a ver vamos a calmarnos y vamos a ver cómo podemos
solucionar sin pelearnos entre nosotros, sin insultarnos”, y se retoma la discusión, a veces
por horas sin que se lleguen acuerdos, hasta que al final se logran un punto de resolución.

“Es que tienen que aprender a discutir, las compas no han sido partícipes de procesos
colectivos, éste es el primero, entonces les cuesta y luego les ganan sus tiros entre ellas,
pues ya sabes, enemistades, antagonismos de personalidad y diferencias de opinión,
nosotros intentamos no meternos mucho, es mejor que discutan entre ellas, que aprendan
lo que es hablarse, construir un acuerdo o aceptar que no hay acuerdos, intervenimos
cuando vemos que la cosa ya está muy caliente, no tanto pa decirles que hacer, sino para
intentar que se escuchen, que entiendan la otra posición y apuntamos puntos de posibles
acuerdos que nos ayuden a saltar el asunto, porque cuando se calientan pues se calientan
y hay que meter paz y ya calmadas van llegando a acuerdos más o menos” (Rodrigo
Santiago, 36 años, defensor de derechos laborales, asesor jurídico del grupo de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

Los desacuerdos por lo general se dieron en el ámbito de las guardias,


cooperaciones o respecto a decisiones tomadas cuando no estaban presentes las
inconformes, ante lo cual reclaman su derecho “a ser escuchadas, aunque no haigamos
estado la reunión pasada”, o bien ante acuerdos tomados con anterioridad, pero que se
considera que ya no hay acuerdo.
Otras veces se organizan pláticas con invitados que vienen a intercambiar
experiencias. Se encontraron en julio del 2011 con obreras de Sandak-Bata, afiliadas
SUTCS121 que junto con el FAT122 estallaron una huelga el 18 de julio del 2011, de igual
manera se reunieron con Nam He fundadora del KWTU123 , quien les visitó en agosto del

121
Sindicato Único de Trabajadores de Calzado Sandak
122
Frente Autentico del Trabajo
123
Korean Women’s Trade Union, (KWTU). En español Sindicato de Mujeres Trabajadoras de Corea.

156
2012, compartieron espacio con integrantes de Bamboo Cooperativa124 en septiembre del
2012, algunas integrantes del grupo visitaron Cooperativa Eskina Victoria125, grupos de los
cuales escucharon su historia de lucha, compartiéndoles la propia.
De igual maneras el grupo conoció algunas luchas a partir de videos,
documentales, pláticas y otros materiales, como la toma de la fábrica Cerámica Zanón en
Argentina en el año 2001, por parte de los trabajadores afiliados al SOECN126 que
actualmente es conocida como FASINPAT Cerámica Zanón127, así como luchas en el
mismo Tehuacán, a partir de pláticas con Rodrigo y Reyna o sobre el “Yo soy 132” que
irrumpió ante las elecciones presidenciales del 2012, así como una serie de documentales
realizados por Rodrigo Santiago respecto a las maquilas en Tehuacán, sobre el paso en
2006 del Subcomandante Marcos del EZLN y la participación de las obreras en ese
encuentro, documentales sobre la maquiladora en otras localidades, etc.

“Pues a partir de esto hemos conocido muchas cosas, muchas luchas, lo de Corea, los de
Tlaxcala, lo chavos estos de la clínica, los del café y otras más, los de Argentina y de otras
partes de acá de México, incluso de aquí mismo en Tehuacán, de gente que está
luchando, o que luchó por trabajo digno, de cooperativas que se cansaron de sus patrones
y se organizaron los mismos trabajadores para trabajar sin patrones, muchas luchas que
uno no sabía, que no tenía ni idea de que existían, ahora sé que hay mucha gente
luchando como nosotras, que los trabajadores siempre han tenido que luchar por ganar lo
que nos corresponde, porque no nos roben nuestro trabajo (…) todo eso yo lo desconocía
la verdad, y veo que en el mundo la gente está luchado, los trabajadores están luchando,
¡estamos luchando!, en todas partes los patrones son canijos y rateros, y en todas partes
la gente estamos luchando y eso me enseña que sí se puede luchar, que no somos solo
unos pocos y que vale la pena luchar, trabajadores, campesinos, estudiantes, todos pues”
(Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, septiembre 2012).

En estas reuniones las obreras fueron construyendo sus acuerdos sobre cómo
decidir las cosas, cómo hacerlas, cómo organizarse, haciendo un reglamento interno,
donde se establecieron multas para quien no cumpla con guardias, cooperaciones, así
como la asistencia a reuniones, audiencias, etc.

“El acuerdo sobre la multas, pues lo tomamos en asamblea, decidimos que nos
multaríamos entre nosotras porque luego hay compañeros que se hacen mensos y se van

124
Bamboo Cooperativa es una cooperativa de salud que atiende en San Cristóbal, Ecatepec,
proporcionando servicios de quiropráctica, acupuntura médica, podología, psicología, rehabilitación integral,
maso terapia y salud dérmica.
125
Eskina Victoria es una cooperativa de trabajadoras que tiene una cafetería en el centro de la
delegación Tlalpan, en la ciudad de México, que surgió a partir de la huelga organizada en marzo del 2007
por lo que fuera el Colectivo de Trabajadores Asalariados de Cafetlán, afiliados al Sindicato de Trabajadores
de Casas Comerciales Oficinas y Expendios Similares y Conexos (STRACC), afiliado al Frente Autentico del
Trabajo (FAT), que después de 20 meses de huelga, decidieron comenzar un proyecto de trabajo
cooperativo que se inauguró en febrero del 2009.
126
Sindicato de Obreros y Empleados Ceramistas de Nauquen.
127
Fábrica Sin Patrones Cerámica Zenón

157
y entonces es necesario que los compañeros entendamos que tenemos responsabilidad y
que no puedes irte, dejar la lucha y querer ganar, porque tenemos que tener claro que si
ganamos, es porque seguimos luchando y pues por eso las multas, pero no se descuentan
ahorita, sino que se van apuntando y cuando ya ganemos, de lo que le toca a cada uno,
es que de ahí se van a descontar las multas (…) No fue un acuerdo fácil, hay gente que no
estuvo de acuerdo, bueno, en su momento sí lo estuvieron todos, pero ya después dicen
que siempre mejor no, pero aun así la mayoría sigue estando de acuerdo, no fue fácil el
acuerdo” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de
Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Éste fue uno de los acuerdos más problemáticos, recurrentemente las compañeras
disidentes recolocaron el tema en la discusión del grupo.

“No estoy de acuerdo, la verdad sí lo estuve cuando se tomó, pero lo he pensado y pues
ya no estoy de acuerdo, porque por ejemplo, yo luego no puedo venir por el trabajo, por
los hijos, la familia, la casa y pues no se me hace justo, que se apliquen a tablarrasa las
multas, digo, a los que de por sí ya se fueron y nunca volvieron pues tal vez sí, pero a los
que bien que mal hemos estado aunque poquito pues no, porque si no hemos estado no
es porque no queramos y entonces se me hace injusto, sí sé que todas tienen igual familia
que yo y que igual trabajan y eso, o sea que no soy la única, pero me gustaría que
entendiéramos esto, pero pues también la mayoría sigue de acuerdo con el acuerdo éste,
la verdad” (“Patricia”, obrera de maquila, es trabajadora de Exportadora de Pantalones
S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Otro acuerdo fue referente a la toma de decisiones: no tener alguien que decida
por las demás, éste fue tomado desde el momento en que comenzaba el conflicto,
haciendo de la asamblea el órgano donde se tienen que tomar las decisiones.

“Lo primero que hicimos fue decidir que no queríamos un líder, ni alguien que tomara las
decisiones de todas, queremos que todas seamos tomadas en cuenta por igual, porque si
somos compañeras no podemos quitarnos esto entre nosotras, eso ya lo hacen los
patrones, los charros, el gobierno, por eso creemos que nosotras debemos hacer las
cosas de otra forma diferente a la de ellos, entonces no queremos líderes, ni que unas
decidan por todas pues tenemos que hacer las cosas como iguales pues, como
compañeras y donde hay un líder no hay compañeras, el líder aprende a puro mandar y
entonces no, queremos ser compañeras todas, todas iguales, sin líderes” (Entrevista
colectiva, obreras de maquila, ex trabajadoras de Exportadora de Pantalones S.A.,
Tehuacán, diciembre 2011).

Si bien las decisiones recaían en la asamblea, sí surgió un grupo que destacó en


su participación, que influía las discusiones y decisiones del grupo, este grupo se
conformó por las más obreras más participativas en el proceso, impulsando a las demás a
participar, a hablar y a asumir responsabilidades.

“Pues mire, que aunque no tenemos una líder, por que dijimos que nuestro líder es la
asamblea, sí hay compañeras que podría ser que fueran como líderes, o sea no líderes en
sí, porque ellas no deciden las cosas, pero digamos que como que son las más metidas
en todo, Susana, Doña Carmen, Doña Lola, la que más tal vez Susana, pero ese grupo, si

158
bien no son líderes porque ellas no deciden, sí son de las más entronas y si ven que
nosotras aflojamos, ellas nos jalan, no nos obligan pues, pero hablan y nos dicen y pues
ya le vamos entrando, y ellas marcan mucho las cosas, las discusiones, las decisiones, o
sea no las toman, pero sí marcan mucho y nosotras confiamos en ellas” (Teresa, obrera
de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Otro acuerdo importante fue considerar al momento de repartir la maquinaria a


aquellas compañeras que no fueran parte formal de la denuncia jurídica, incluyendo a
compañeras que al momento del cierre ya no se encontraban trabajando pero se
integraron al proceso de lucha, buscando una repartición equitativa para todas.
Se acordó que estos planes serían un proceso interno, más allá de lo que
jurídicamente les correspondería, la forma de lograr estas compensaciones equitativas
sería a partir de las multas establecidas. Se acordó destinar un porcentaje de la
liquidación como apoyo económico para Rodrigo Santiago por su labor como asesor
jurídico, que sería del 15% del total de la liquidación.

2.4.2.- Haciéndose dueñas de las máquinas y del trabajo.


En diversos días se realizaron trabajos de limpieza y mantenimiento de la maquinaria. La
dinámica consistía en que cada obrera por su cuenta llegaba y comenzaba a limpiar
máquinas, subiéndose en las mesas, pasando de una a otra, sacudiendo el polvo,
revisando agujas, aceite, mecanismos internos y de ser posible arreglando los
desperfectos.

“Tenemos que cuidar las máquinas, porque pues van a ser nuestras, en estas máquinas
están nuestros años de trabajo, nuestro sudor, nuestras vidas y ahora nuestra idea es
quedarnos con ellas, arrebatarle al patrón un poquito de lo tanto que él nos quitó, es
hacernos justicia a nosotros, pero también un poco a todos los trabajadores de las
maquilas y eso lo lograremos quitándole las máquinas, de por si pues ya son nuestras,
hemos estado hablando y hemos dicho que pase lo que pase no vamos a devolverlas, nos
las vamos a quedar y por eso tenemos que cuidarlas, porque estas máquinas son nuestro
trabajo, nuestras vidas” (“Chaparrito”, obrero de maquila, ex trabajador de Exportadora de
Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Se van subiendo a las mesas, pasando con trapos, desarmadores, riendo entre
ellas, recordando anécdotas del trabajo, recordando rencores “ahora nosotros tenemos
sus máquinas del pinchi viejo, si supiera que estamos subidas y caminando sobre las
mesas”, contando sobre lo que hace cada una de las máquinas, sobre el proceso jurídico
y sus expectativas.

“Yo nunca creíba que yo pudiera ser dueña de las máquinas del patrón éste, yo me siento
como si las máquinas jueran nuestras ya, y yo creo que pase lo que pase ya no se las
vamos a devolver, yo ya no quiero volver a trabajar para él, quiero quitarle las máquinas,
yo creo que ya no debemos devolvérselas, ya son como si jueran nuestras. Al principio sí
me sentía yo rara, como que triste, cuando esto empezó, pero ahora siento que ya vamos
ganando, porque le quitamos las maquinas al patrón” (Alejandra, obrera de maquila, ex
trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., julio 2012).

159
Otra obrera de pie sobre las máquinas deja descansar el trapo, se recarga sobre
una máquina, sonríe y mira a Doña Alejandra que está de pie estirándose entre las mesas
para alcanzar las máquinas y apunta.

“Nunca nos hubiéramos imaginado que le quitaríamos estas máquinas al señor, de


quitárselas, de arrebatárselas, no solo el “si yo tuviera mis maquinas”, sino algo más
grande, que es “si nosotros les quitáramos NUESTRAS máquinas a esos viejos”, porque
es diferente pues, porque estas son nuestras máquinas, nuestras, el señor se hizo rico con
nuestro trabajo, entonces pues estas máquinas son nuestras, por eso hay que cuidarlas,
porque son nuestras” (Florina Gómez, 41 años, obrera de maquila, ex trabajadora de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Otro obrero desde un rincón alza la voz, mientras se va acercando entre las
máquinas, limpiándose las manos del polvo y el aceite.

“Es diferente ahora, porque nosotros siempre hemos sido los que hemos mantenido las
máquinas, los que le arreglamos, porque el viejo ni pagar mecánicos quería, entonces uno
se tenía que hacer cargo de su máquina, por eso le sabemos, pero ahora es diferente, no
sé, se siente diferente limpiarlas ahora, porque antes uno decía “yo cuido mi máquina”,
pero uno sabe que no es suya la máquina, uno sí le agarra el modo a su propia máquina y
hasta como que se encariña, aunque no sea tu máquina, uno dice “mi máquina”, pero
ahora no es así, ahora si bien no son mías, son nuestras, bueno, aún no lo son, pero ya lo
son” (“Martín”, 43 años, obrero de maquila, ex trabajador de Exportadora de Pantalones
S.A, Tehuacán, julio 2012).

Poco a poco las obreras van haciéndose a la idea de que las maquinas “son
nuestras ya”, asimilando que corresponden a “un poco de lo tanto que nos roban, o sea
que al final no son suyas, sino que son nuestras”.
La propuesta de constituirse como una cooperativa de trabajo se les planteó desde
un principio, en cada reunión se hablaba del tema. La propuesta a lo largo del proceso
tuvo diferentes recibimientos, en ocasiones de rechazo, en otras de aceptación
entusiasmada o tímida, según el momento y cada una de ellas.
Dentro del grupo había quienes siempre estuvieron convencidas de que no les
interesaba formar una cooperativa.

“La verda, es que eso de la cosa de la cooperativa, pues a mí no me interesa, me parece


buena idea pues, pero yo prefiero que me den lo que me corresponde y ya, veo si vendo
las máquinas, o si pongo mi tallercito en casa y busco quien me dé prenda a maquilar y
ya, como pa que hacerme tantas bolas y complicar las cosas” (“Celia”, 33 años, obrera de
maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Entre otras, la propuesta osciló desde la aceptación tímida hacia el rechazo,


debido a las dudas respecto a sus posibilidades.

“No sé, sí, como que en veces me entusiasma la idea de hacer una cooperativa, eso de no
volver a una maquila, de trabajar sin patrones, que nuestro trabajo sea nuestro nuestro,
pero como que en veces creo que eso es muy difícil, sí creo que sería muy bonito que se

160
lograra, pero pues algo así requiere de su tiempo, su dedicación y pues una tiene que
comer, que llevar el gasto a la casa, entonces eso lo hace difícil y luego pienso que
nosotras no podríamos pus no sabemos de eso de administrar una empresa, de organizar
el trabajo y luego no sé joven, todo eso me hace de repente pensar que mejor no, pero
luego pienso que sí estaría bonito que se lograra, no volver a trabajar con patrón y eso”
(“Gabriela”, 24 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones
S.A., Tehuacán, septiembre 2012).

Entre otras la idea va generando una ilusión de “un futuro mejor pa nosotras como
trabajadoras”, que se expresa entre pláticas informales, con algunas sonrisas tímidas que
se escapan de sus rostros cuando se habla del tema.

“A mí eso de la cooperativa sí me llama la atención, suena bien eso de poder hacer algo
pa tener un futuro mejor pa nosotras como trabajadoras, eso de no volver a tener un
patrón y eso, sí siento ilusión cuando se habla del tema, me suena bien la cosa”
(Francisca, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,
Tehuacán, agosto 2012).

Otras mantuvieron un entusiasmo desde el principio, con momentos de duda


ocasionados por el cansancio o problemas personales.

“Yo siempre estuve convencida de lo de la cooperativa, pero sí hubo momentos en que


pensé que mejor no, es que el cansancio, problemas personales, no es fácil llevar un
proceso de lucha, te cansas y pues también hay problemas personales, en casa, y en
ratos sí me desanimé, pero al final pues la idea me parece que es lo mejor que podemos
hacer después de tanto luchar” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, ex
trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2013).

Otras mantuvieron sus expectativas entre la aceptación y el rechazo, asumiendo


que el tiempo de decidirse sería hasta que tuvieran las máquinas en su poder legalmente.

“Pues mire, yo la verdad es que no sé, a veces creo que sí, a veces creo que no, pero al
final creo que eso aún no es tiempo de decidirlo y que será una decisión de cada quien
pues, si un grupo se anima pues órale y si no pues no, como sea le digo que creo yo que
eso lo tendríamos que ver cuando ya tengamos las máquinas en nuestras manos, ya que
hayamos ganado así bien bien, ya que sea seguro, mientras creo que está bien
pensárselo” (“Ricardo”, obrero de maquila, ex trabajador de Exportadora de Pantalones
S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Las diferencias ante la propuesta generaron exabruptos en las reuniones cuando


las expresiones negativas frente a la propuesta se hacían presentes.

“¿Cómo es que están dudándolo?, no hay que ser tontas compañeras, ya casi tenemos
las máquinas y ésta es una oportunidad que ya tenemos y que no cualquiera la tiene,
porque no cualquiera le quita las máquinas al patrón, entonces piensenselo, no sean
tontas, de verda que no hay que ser tontas” (Reynalda, obrera de maquila, ex trabajadora
de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

161
Un grupo asumió la propuesta y comenzaron a hacer ensayos de trabajo
cooperativo, realizando algunos pequeños trabajos. Ante la posibilidad de que esto
generará un conflicto legal, se decidió trabajar con máquinas que otro grupo organizado
por el Colectivo Obreras Insumisas les prestó, con el fin de que las trabajadoras de
Exportadora de Pantalones se animaran a constituirse como cooperativa.
Se trabajó en un pequeño grupo constituido por 7 obreras que decidieron
comenzar aceptando pedidos que la Cooperativa Obreras Insumisas128 les traspasó. Se
encargaron de producir un pedido de 500 bolsas para un laboratorio clínico. Comenzaron
desorganizadamente a trabajar, lo que generó que el trabajo tuviera que repetirse en más
de una ocasión por la falta de comunicación y acuerdo respecto a cómo organizar el
trabajo.

“Al principio sí fue difícil, porque no nos poníamos de acuerdo, cada quien hacía lo que le
parecía, o sea llegaba una y hacía las cosas como ella entendía y luego resultaba que
estaba mal así y teníamos que volver a hacerlo, sí hubo un momento en que hasta medio
nos gritábamos, fue medio caótico el asunto, porque no nos comunicábamos, o sea cada
quien quería hacer lo que cada quien quisiera, y pues así no se podía” (Alejandra, obrera
de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Estos primero errores debidos a la falta de comunicación hicieron que el trabajo de


los primeros días tuviera que ser deshecho, lo que llevó al grupo a reunirse y mientras
deshacían las costuras ya realizadas, hablaban respecto a cómo tendrían que hacerle, sin
que las bromas faltaran “tú ya pareces encargado, nomás llegas y quieres puro decir que
hacer”, no sin que los ánimos se encresparan en la discusión mientras las manos rompían
las costuras “es que así no, así no, no vamos a poder, no va a quedar si le hacemos así”,
señalando los errores de las ideas rechazadas “es que mira, mira, si le hacemos así como
dices, entonces nos queda más chiquita de lo que debe de ser, porque ya nos dieron
medidas, no pueden quedar del tamaño que nosotros queramos, tienen que quedar
exactas como nos las pidieron.”

“Comenzamos a hacer las cosas sin hablarlas y pues la regamos, unas quedaron de un
tamaño, otras de otro tamaño, unas tenían el ojal de una forma, otras de otra y pues así no
podíamos entregarlas, entonces tuvimos que rehacer todo, bueno lo que ya llevábamos,
ya después de eso vimos que teníamos que hablar entre nosotras, acordar medidas de
todo, para que salieran y pues ya, mientras deshacíamos las que estaban mal, pues
platicamos y experimentamos como tendríamos que hacerle hasta que encontramos la
forma” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de
Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

128
La Cooperativa Obreras Insumisas es un proyecto impulsado por el Colectivo Obreras Insumisas,
organizado con un grupo de obreras que se acercaron a sus pláticas en los barrios de Tehuacán y que
decidieron comenzar a capacitarse y organizar su cooperativa de trabajo. Este grupo comenzó con alrededor
de 35 obreras en el 2007. Al momento del conflicto de Exportadora este proyecto cooperativo se
encontraba en un periodo de receso.

162
Ya con un acuerdo sobre las medidas de las costuras y la forma de hacer lo ojales,
el trabajo se logró con facilidad, una obrera en una máquina, otra cortando el cordón, una
más acomodando la bolsa cortada, otra en otra máquina, entre risas y chistes avanzaron
rápido el trabajo hasta que estuvo terminado.

Experimentando un trabajo distinto.

Las risas sonaron estrepitosas en el cuarto apenas iluminado donde amontonadas


se acomodaron, comparando el trabajo de esta forma y en la maquila “nombre, que
íbamos a poder trabajar así alegres en la maquila, ya nos estarían gritando y regañando”
decía una de ellas sin quitar la vista de la tela y la aguja, mientras otra apuntaba “y
cuándo crees que nos iban a dejar decidir cómo hacer las cosas”, y apunta una más “ya
tendríamos aquí al móndrigo encargado diciéndonos de cosas, si trabajar es bonito, el
problema son los encargados y los patrones que le quitan lo bonito”, mientras que uno de
los hombres que intentaba arreglar una maquina decía “si quieren yo puedo ser el
encargado, nomás me paro ahí en la puerta y les grito”, a lo que al unísono contestaban
todas entre gritos y risas “ya te queremos ver de encargado, mira que nosotras ya
aprendimos a enfrentar a esos viejos”, mientras otra voz entre una carcajada sentenciaba
“ándale, atrévete, atrévete y veras como te ponemos entre todas, no ves que estas
tratando con pura revoltosa, a ver si es cierto, atrévete.”

“Al final fue fácil y hasta bonito, trabajamos entre risas, contentas, creo que nunca había
trabajado yo así, claro no fueron las horas que trabajas en la maquila, pero fue bonito, al
principio sí fue difícil, nos costó eso de ponernos de acuerdo en cómo hacer las cosas y
eso y hasta nos alzamos la voz, pero una vez que acordamos comenzamos a trabajar en
santa paz, contentas, platicando, riendo, yo lo disfruté mucho, yo creo que fue porque
pues nosotras decidimos cómo le teníamos que hacer y no había un canijo encargado que
nos amargara el día y luego pues porque era nuestro trabajo, así hasta se disfruta trabajar,
fue una experiencia bien bonita para mí” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera
de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

2.4.3.- Creciendo entre reflexiones: Los talleres.


Otro espacio importante de reflexión y transformación se dio en los diversos talleres
organizados por el Colectivo Obreras Insumisas, e impartidos por EPADEQ129 a lo largo

129
Estudios y Estrategias para el Desarrollo y la Equidad

163
del 2012, referentes a equidad de género y la constitución de un proyecto de cooperativa.
Estos talleres se realizaron en días domingos, en un hotel a la entrada de Tehuacán, las
trabajadoras que asistieron accedieron a jornadas de reflexiones, con la idea de apoyar el
proceso de formación del grupo y un crecimiento a nivel individual y colectivo al respecto.

Reflexionando en colectivo.

El número de obreras asistentes varió a lo largo de las diferentes sesiones, yendo


alrededor de 40 a algunos y en otros alrededor de 15, el número de hombres del grupo
fue reducido, asistiendo alrededor de seis en algunos momentos, mientras que en otros
sólo asistían tres o cuatro. Esta ausencia de los hombres del grupo se debió
principalmente a que “es que son talleres de esta cosa de género, de mujeres pues y
pues entonces ni pa que pararme ahí”. Esta opinión persistió entre ellos a pesar de las
constantes aclaraciones “el taller no es solo para mujeres, es para todos y todas”.
La etiqueta de género mantuvo alejados a la mayoría de los hombres, no sin que
hubiera compañeros que mantuvieron su asistencia. En las sesiones las obreras llegaban
tímidamente a un espacio que les es ajeno “es que en estos hoteles es donde vienen a
desayunar los patrones, no nosotras”, dice una obrera que espera en la banqueta,
mientras mira los carros pasar, “sí, mire la gente que viene a estos lugares, esos carros,
yo nunca he entrado a un lugar así, mejor espero que lleguen otras para entrar juntos”
continua diciendo, haciendo los ojos chiquitos ante el sol.
Conforme van llegando más compañeras comienzan a juntarse en las banquetas,
perdiendo la timidez, con chistes y risas “híjole mana imagínate que juera llegando el
Mayer o el Humberto y que nos vieran aquí” -dice una de ellas, mientras que otra sonríe
con un brillo en los ojos y dice “uyyy ni la hagas, capaz que ahora sí le da un infarto al
viejo”, y otra más se suma diciendo “seguro dirá y ahora ustedes que quieren aquí, si este
lugar no es pa ustedes los pobres”, a lo que una más sonríe y dice “no pus le decimos, -
cómo ve que ahora acá vamos a desayunar todos los domingos y donde lo veamos a
usted volver a venir, verá la que le armamos viejo ratero y cobarde.”
Van tomando más confianza al juntarse y comparten sus diálogos imaginados
“imagina que nos metemos así con nuestras ropas y todo y les decimos cuidencen que
nosotras somos las obreras que le quitamos sus máquinas al patrón de Exportadora, así
que si no quieren bronca, los que sean patrones o abogados de patrones mejor vayancen

164
yendo de aquí”, dice una compañera mientras sus ojos dejan asomar sus imaginaciones.
Conforme fueron avanzando las sesiones ellas llegaban con más confianza “venimos a la
reunión de obreras ¿ahora en que salón va a ser?, ¿ya podemos pasar o aún no está listo
nuestro salón?”.
Antes de las sesiones estas escenas imaginadas se hacen presentes “o que les
dijéramos ¿cómo ven? que nos estamos reuniendo aquí en el Villa Blanca pa planear
cómo les vamos a quitar las máquinas a los patrones”, a lo que invariablemente contesta
una voz “uyyyy ni la hagas manita, que se ponen verdes los móndrigos de seguro”, “y
seguro que dirán, estas patarrajadas jodidas no solo quitan las máquinas sino que
invaden nuestros lugares” apunta otra, cerrando el diálogo con una voz que dice “el día
que hagamos eso de verda, ellos se mueren del susto y del coraje, y ese día mero yo ya
me podré morir tranquila”.
En los talleres las compañeras van reflexionando respecto su condición de mujer,
de obrera, mirando con atención al facilitador, hablando con la facilitadora, van tomando la
palabra, exponiendo lo que ha sido para ellas ser mujer, ser obrera y el proceso de lucha,
reflexionando en pequeños grupos sobre cómo les gustaría que fueran las cosas y que
pueden hacer ellas para cambiarlas.
Dice una obrera:

“Es que una no se da cuenta de estas cosas, una piensa que no hay de otra y pues lo
primero es ver que las cosas se pueden cambiar y que depende de nosotros pues, porque
una se da cuenta que las cosas son así porque nosotros lo permitimos, porque nosotros
mismos creemos que así deben de ser, pero ahora una va viendo que no, que una merece
respeto como mujer, como obrera, como lo que somos y que ganar ese respeto es luchar,
contra el patrón, contra el marido”

Otra más completa la idea:

“Y es que sí es cierto, una misma es parte de eso, porque ¿a poco no nosotras como
madres educamos así a nuestros hijos, a poco no? ¿Díganme si miento? nosotras mismas
nos enseñamos a ser así sumisas, como mujeres y cómo obreras”

Un joven que en las reuniones siempre está callado y apartado del grupo de los
hombres, escucha a sus compañeras hablar, al final se anima y alza la mano tímidamente
para avisar a las demás que quiere hablar.

“Sí, tienen razón, nosotros también tenemos la culpa, porque en el pensamiento del
hombre sí se cree más que la mujer, desde que uno dice “mi vieja” y eso, está diciendo
que piensa de la mujer y luego pues sí, los hombres somos violentos, agresivos ¿cuántos
compañeros no les pegan a sus mujeres, a sus hijos? yo no lo hago, pero como hombres
eso aprendemos y nosotros felices con eso y entonces creo que también en uno está
cambiar las cosas, porque a como yo lo veo el asunto es que debemos cambiar las cosas
todas, porque luego el hombre nos sentimos como si fuéramos el patrón de la mujer”

El grupo de obreras asientan con la cabeza queriendo interrumpir, pero el


compañero prosigue su idea.

165
“Yo estaba pensando que si nosotros como obreros no queremos patrones ya, porque nos
roban, nos gritan, entonces si no queremos eso, ¿porque nos comportamos como
patrones en la casa propia de uno? y estaba yo pensando que no está bien así y que
también nos toca nuestra parte de cambiar, pero miren ¿Cuántos de los hombres venimos,
bien poquitos, de por si somos poquitos hombres, pero cuantos venimos? ¿Cuatro, cinco?
somos bien poquitos, entonces yo creo que así como le dijimos al Mayer que ya no
queríamos patrón, que estábamos hartos, así igualito es que las mujeres deben decir en
casa a los maridos “yo no quiero patrón, ni en la chamba ni en la casa” y nosotros mismos
deberíamos decirlo, “yo no quiero patrón en la chamba, ni en la casa”

Otras reflexiones se realizan cuando se tienen sesiones respecto al trabajo, su


dinámica, los insultos, los gritos y las condiciones.

“Es que ahora que lo pienso, creo que todo eso de los insultos y los gritos es más que
nada como para hacernos menos, para que nos sintamos chiquititas y que no hagamos
nada, eso es creo que como cuando uno adiestra un animalito salvaje, con eso nos van
enseñando quien es el amo”

En estos talleres se toca la cuestión organizativa y laboral, y las compañeras van


fortaleciendo sus reflexiones.

“Es como lo que platicábamos el otro día, sólo que no sabíamos cómo explicarlo, porque
es nuestro trabajo lo que les hace ricos a ellos, pero es porque lo permitimos, ya vimos
que cuando decimos basta, es basta, ya lo vimos, es lo que hicimos nosotras con el Mayer
y ya vimos que no podíamos porque creíamos que no podíamos, pero ahora que vimos
que sí podemos, ya sabemos que podemos, que somos capaces pues y que las cosas no
están bien y que no van a cambiar sino luchamos nosotras pues, a eso me refiero”

Estas reflexiones se dieron en los talleres, a la salida estos, recordándolas en la


siguiente reunión, donde se comparten con las compañeras que no asistieron,
invitándolas a ir al siguiente y regañando a los hombres que se niegan a asistir.

“Y ustedes más que naiden son los que deberían ir, porque vieran que les hace mucha
falta a ustedes canijos y se hacen patos namás, pa no ir, porque yo creo que les da miedo
que se les vaya a caer no sé qué cosa o qué, pero namás no van y no va y deberían de ir,
para que el día que sus mujeres les digan su “ya basta”, su “ya no queremos patrones en
casa” no les agarre de sorpresa, yo namás les digo”

2.4.4.- Luchando entre papeles y escritorios.


La lucha no sólo se dio en las calles y en la casa que fue el centro de reunión del grupo,
también se dio en las oficinas de la JECA #7, un escenario que las obreras fueron
tomando cuando el proceso lo requería, que llenaban cuando irrumpían en la pequeña
sala de espera pintada de blanco, donde se amontaban las compañeras durante las
audiencias testimoniales, acompañándose una a otras, rompiendo en la multitud el miedo
a los abogados que con burlas intentaban intimidarlas.

166
“Al principio íbamos a conciliación y los abogados se burlaban de nosotras, del Rodrigo,
decían cosas feas pues, que jodidas, que ignorantes, que pobrecitas, que si Rodrigo es
feo, mugroso, revoltoso, que si ni estudió y que ni pa ropa tenia, al principio pues sí se
sentía feo, pero ya después pues íbamos en bola y a ver que nos dijeran algo, porque nos
poníamos a gritarles y ya ni decían nada, luego les sacamos sus cartelones cuando
estaba la prensa y ya, así aprendimos a no hacerles caso, a no tenerles miedo” (Carmen
Elda Oropeza Aguilar, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones
S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Entre escritorios y papeles.

Entraban hasta la oficina del presidente de la JECA, aun cuando éste les insistía
en recibir sólo a una comisión argumentando cuestiones de espacio, a lo que ellas
respondían que no había líderes y que entrarían todas.

“Varias veces, como hace rato nos hemos metido hasta la oficina del Chaneque, él nos
decía “no muchachas, mi oficina es chiquita, por qué no mejor nombran una comisión y yo
las recibo para que no estén amontonadas”, pero pues no, nosotras le dijimos desde la
primera vez “usted no se priocupe por nosotras, nosotras estamos contentas amontonadas
y apretaditas” y nos metíamos todas, así como hoy, ya ve que estábamos bien apretaditos
todos, así nos metíamos porque que nosotros no tenemos líderes, somos todas y somos
todas y ya después se acostumbró, ya ni repela, nos ve llegar y nos decía, “a ver pásenle”
y ahorita con éste que es nuevo igual, al principio quiso hacérnosla, pero pues ya se
acostumbró igual, ya sabe que nosotras pasamos todas y pasamos” (Dolores, obrera de
maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

En diferentes ocasiones el grupo asistió a las oficinas de la JECA #7, algunas


atendiendo a las audiencias marcadas en el juicio laboral, otras para presionar al
presidente de la Junta, cuando sentían que el proceso se iba haciendo lento “pa decirle
que ya se estaba haciendo menso, que ya había pasado el tiempo que nos dijo y que
namás nada”.
Así se llevó la lucha entre papeles, legajos, declaraciones, testimoniales, testigos
ausentes del patrón, amparos patronales, amparos de empresas fantasmas, amparos
sindicales, todos buscando arrebatarles las máquinas embargadas, fechas tentativas que

167
se aletargaron, invasiones obreras tomando la oficina, los escritorios, las sillas de
funcionarios que se arrinconaban y pasaban de ladito, como queriendo no tocar a las
obreras, laudos que no llegaban, expedientes que se perdían, resoluciones que se
retrasaban, dos presidentes de la JECA #7 que intentaron convencer a las obreras que
estaban del mismo lado.
El caso fue llevado por Rodrigo Santiago, nombrado representante y asesor
jurídico del grupo, acompañado de Eduardo Díaz, abogado laboral del FAT, quien
formalmente era el abogado del grupo, pero fungió como asesor de Rodrigo Santiago,
quien llevó la mayor parte de las audiencias y realizó los trámites y oficios requeridos, y
Susana García como representante de las obreras.
El proceso legal comenzó el día 5 de julio 2011, cuando las obreras interpusieron
la demanda laboral en contra de su patrón por despido injustificado, exigiendo la
reinstalación de las 65 obreras que se encontraban laborando al momento del cierre
patronal, y en caso de no ser reinstaladas exigirían el pago de indemnizaciones y
liquidaciones. Para asegurar los créditos laborales Rodrigo Santiago pidió a la JECA#7
que ordenara el embargo precautorio de la maquinaria, pidiendo además que fuera
entregada a resguardo de las obreras, argumentando que no existe ningún planteamiento
legal que lo impidiera.
El otorgamiento del embargo se dio el día 15 de julio del mismo año para la
sorpresa de propios y extraños, por haber sido otorgado tal como lo pidió la parte de las
trabajadoras.

“La demanda se metió por reinstalación de las obreras ante un despido injustificado y pedí
el embargo precautorio que al final nos otorgaron, entre que las compas hicieron presión,
entre que ninguna se vendió, porque sí estuvieron buscándolas, entre que el Chaneque
tenia hartas broncas políticas en Puebla y se quiso limpiar su imagen, al final nos lo
dieron, fue histórico, nunca habían dado un embargo tan rápido, y menos bajo resguardo
de las trabajadoras, pero nuestra tirada no es que las reinstalen, si no quedarse con las
máquinas, ellas no quieren volver a trabajar ahí, pero es que si yo metía la demanda por
liquidación, entonces el peso probatorio recae en nosotros, por eso mejor la metimos por
reinstalación, así el peso probatorio recae en él, es más una estrategia, pero la tirada es
que la Junta dicte la reinstalación y sabemos que él se va a negar a reinstalar, entonces
inmediatamente procedemos a solicitar la adjudicaciones de bienes embargados” (Rodrigo
Santiago, 36 años, defensor de derechos laborales, representante jurídico del grupo de
Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

3.- De cómo terminó el conflicto en Exportadora de Pantalones S.A.


En septiembre del 2012, después de haber ganado el laudo laboral que obligaba la
reinstalación de cada una de las obreras y que fue ignorado por el patrón, Rodrigo
Santiago informo al grupo que seguía tramitar la adjudicación de la maquinaria
embargada, conseguir un valuador independiente para evitar la espera de conseguir un
perito oficial que tendría que ser enviado por alguna institución a solicitud de la JECA# 7 y

168
conseguir que la valuación de la maquinaria pudiera ser tasada un poco más cercana a
los valores reales de la maquinaria130.

“Sé que muchas ya están cansadas, que se desesperan de esperar fecha tras fecha pero
no lo podemos hacer si no terminamos bien los trámites, tenemos que comenzar a buscar
un ingeniero mecánico o industrial para llevarlo a la junta a que lo certifiquen como perito,
porque ese es el camino más rápido, es mejor si nosotros lo llevamos y hacemos que la
Junta lo certifique, comiencen a buscar entre sus vecinos, amigos, familiares, cualquier
persona que sea ingeniero mecánico o industrial que tenga su cédula, también sirve que
así el avalúo puede ser más real, porque tenemos que tener presente que estos siempre
sobre-valúan las máquinas”

El grupo se dedicó a buscar ingenieros mientras que Rodrigo Santiago reunía los
papeles para poder realizar una tabla de salarios, prestaciones y antigüedad, para
estipular la liquidación que correspondería a cada una.
Esta etapa se caracterizó por el cansancio, el desgaste del grupo y los signos de
desesperación de un proceso de lucha al que ellas no estaban acostumbradas, donde
fueron volviendo paulatinamente a trabajar a las maquilas, las diferencias entre ellas eran
ya más notables, la asistencia a las reuniones se veía disminuida, al principio llegaban a
las reuniones alrededor de 50, mientras que en esta etapa la asistencia variaba entre 25 y
35 obreras en promedio.
El grupo activo se vio reducido a alrededor de 35 obreras que siguieron al
pendiente del proceso, aun cuando no asistieran a todas las reuniones, talleres o cuando
asistían a la JECA #7 para presionar respecto a su caso.
Se hacía notar el cansancio y la desesperación, incluso en las compañeras más
activas y convencidas, ante un proceso que para ellas ya era largo.

“Es que sí es cansado, quiera que no, tal vez usted dirá que la lucha de por si es larga
pues, pero pues yo creía que a estas alturas ya habríamos terminado el asunto y pues
imagine que pues una está trabajando y pues la maquila cansa de por sí, y luego esto
pues también cansa, yo no lo voy a dejar, porque estoy convencida de que no puede dejar
una las cosas así, pero sí es cansado, no es fácil, porque se junta todo, problemas en
casa, el trabajo y el proceso ya muy largo y eso ha hecho que muchas compañeras
abandonen la lucha, que prefieran mejor volver al trabajo y olvidar esto y que las que nos
quedamos pues estemos a veces como cansadas, a veces como desesperadas” (Carmen
Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de
Pantalones S.A., Tehuacán, octubre 2012).

Este desgaste se hace evidente cuando compañeras más activas expresan su


cansancio en las asambleas, donde incluso muestran dudas respecto a la propuesta de
cooperativa, como en el caso de Susana García, quien en una asamblea expresó: “mejor

130
Durante las reuniones Rodrigo Santiago había ya trabajado con el grupo la dinámica de los
avalúos de la maquinaria, donde el valor establecido por el perito distaba mucho del valor real de la
maquinaria, puesto que se hace en base a estándares oficiales de casas de comercio de maquinaria, por lo
cual suelen ser sobrevaluados.

169
eso de la cooperativa lo dejamos por la paz, yo ya lo que quiero es terminar esto y ya lo
otro luego lo vemos”.
Estas expresiones de cansancio y desgaste generaron nuevas fricciones, en una
asamblea mientras una compañera hablaba del cansancio, otra se me acercó y comenzó
a hablar en voz baja “es que éstas dicen que están cansadas, ¿cansadas de qué? si
tuvimos la fortuna de estar en casa, de no dormir en la calle y éstas salen con que ya
están cansadas ¿qué creían que iba a ser fácil y rápido?”, mientras otra escucha
mirándonos y apunta “es que no se vale joven, que salgan con que están cansadas, si es
ya lo último, ya ganamos prácticamente y ahora salen con que están cansadas, pues sí,
todas estamos cansadas pero pues hay que luchar y hacer la cooperativa”.
Las expresiones de cansancio y desgaste entre las más activas también hace
mella en el grupo “es que si Susana y ellas que son las más metidas dicen que están
cansadas, las demás se van a desanimar y no se vale que se desanimen, sí entiendo a
Susana que dice estar cansada, pero no se vale que desanime al grupo”, me dice una
obrera mientras Susana García habla en la asamblea.
Las que rechazan la cooperativa también muestran cansancio y el descontento
ante los reclamos de las que están a favor, una obrera que se resguarda del sol bajo el
pasillo me dice “es que sí, está muy bonito eso de la cooperativa, pero no se vale que
estén chinga y chinga ¡ni si quiera tenemos las máquinas todavía! eso se debería ver
después y que quien quiera le entre”.
En las asambleas se dan discusiones respecto al cansancio “sé que estamos
cansadas, pero no podemos dejar esto así, hay que terminar, hay que luchar, todas
sabíamos que iba a ser cansado y largo, esa es la lucha” dice una obrera mirando a otra
que le contesta “pues sí, será el sereno, pero yo tengo que trabajar, atender a los hijos y
aparte venir aquí y tengo derecho a estar cansada”, mientras que se alza otra voz
señalando “aquí todas estamos cansadas, todas tenemos familia y hemos vuelto a las
maquilas, no nos tienes que contar lo que es, yo también trabajo y tengo hijos y todo eso,
pero estamos aquí, acuérdense que si estamos aquí es porque todas lo decidimos y no se
vale que nos dejen todo el peso, esto es responsabilidad de todas”, a lo que se le
contesta entre voces que no se alzan “pero tampoco se vale que nos juzguen si no
podemos venir siempre, órale, sí, lo decidimos todas, pero no he podido venir, sí sé que
es mi responsabilidad venir, pero no he podido y ya san se acabó”.
Resurgieron discusiones respecto al reglamento, sobre las multas que serían
descontadas al finalizar el proceso, entre aquellas que estaban a favor de aplicarlas y
aquellas que argumentaban que se cumpliera para quienes abandonaron el proceso
completamente, pero se flexibilizaran para quienes se habían mantenido cerca del
proceso.

“Yo no digo que no se apliquen, que se apliquen para los que ya no vienen de plano,
porque hay otros que bien que mal han estado presentes, aunque no puedan venir
siempre, pero siguen estando, y con ellos creo que no se debe aplicar así tal cual, sino
que tiene que haber comprensión, no digo que no se nos apliquen multas, pero que
seamos flexibles, porque hay compañeras que se pueden quedar sin nada y eso tampoco
se vale” (Rocío, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,
Tehuacán, octubre 2012).

170
Obreras de Exportadora de Pantalones S.A., recibiendo el laudo laboral a su favor.
Fotografía original: Rodrigo Santiago Hernández.

Rodrigo Santiago aclaró que no se podía dejar a nadie sin su liquidación, aunque
hubiera abandonado el proceso.

“Una cosa que tiene que quedar clara, si al final llegan las compas que abandonaron el
proceso y reclaman su liquidación, no se las podemos negar, porque es su derecho y nos
podemos meter en una broncota si se los negamos, porque estaríamos despojándolos de
sus derechos laborales y sé que no es justo que ustedes se hayan mantenido en la lucha y
ellas sólo vengan a estirar la mano, pero no les podemos despojar de sus derechos, lo de
las multas lo hablamos y sabemos que queríamos evitar que la gente se fuera, pero con
todo y todo ellos pueden llegar y exigirnos su parte y nosotros se lo tendríamos que dar,
aunque no sea justo para las que sí siguieron luchando y esto tiene que quedar claro, que
lo valoren pues, yo voy a hacer mi tabla de liquidaciones respecto a todas, además, les he
dicho desde un principio que cuando den las liquidaciones, nadie va a tener su liquidación
completa, porque la maquinaria que tenemos embargada no la cubre, esto que tenemos
es, si a mucho la tercera parte de lo que va a ser la liquidación completa de todos,
entonces eso también lo tienen que tener en cuenta, porque nadie va a poder tener
completa su liquidación, porque si no, no alcanzara más que para unas cuantas personas,
al momento de repartir les tocara la tercera parte de lo que les corresponde en el laudo,
porque es lo que tenemos y para que sea justo, pues si tenemos una tercera parte de la
liquidación total, pues a cada uno le tocara de lo que le corresponde, pues su tercera
parte, no esperen su liquidación completa, porque no la cubrimos con las máquinas, yo
estoy intentando que la liquidación sea justa, voy a hacer una tabla para que a cada una le
toquen máquinas buenas y máquinas malas y sea equilibrado, porque tenemos que
recordar que hay máquinas buenas y hay otras que no y tampoco se va a valer que unas
se lleven puras máquinas buenas y otras puras malas y también tiene que recordar que el
valor real de la máquina no es el que dice la valuación, el reparto será en base al valor del
avalúo y a lo que le corresponde a cada una, pero ya les había dicho que si en el avalúo
dice que una máquina vale seis mil o siete mil, si la intentan vender no les van a querer
pagar más de tres mil o cuatro mil, entonces, todo esto ahorita lo tienen que tener bien
presente, para que no termine habiendo bronca entre nosotros”.

171
En noviembre del 2012 el grupo tenía listo el avalúo realizado por un perito
certificado por la JECA #7, Rodrigo Santiago entregó la tabla de relación de salarios,
antigüedad, prestaciones de cada una de las obreras, para que fuera aprobada. En estas
fechas otra discusión comenzó a rondar, el comité de obreras comenzó a expresarle a
Rodrigo Santiago que no estaban de acuerdo con otorgarle el 15% de la liquidación, bajo
argumentos diversos “no nos parece justo que tú por haber llevado el caso te puedas
llevar más que incluso las compañeras con más antigüedad”, además de la idea de dividir
dicho 15% entre Rodrigo Santiago y Reyna Ramírez del Colectivo Obreras Insumisas.

“El 15% no lo puse yo, ellas fueron las que dijeron que 15%, lo acordaron en asamblea y
yo me confié, dije “pues puedo aventarme deudas, que cuando esto termine podré pagar”
y ahora debo un chingo de rentas y deudas que me eché confiando en que habían
acordado darme el 15% y no se vale que vengan a decirme ahora que ya no y que incluso
usen argumentos como “es que tú ni licenciado eres” porque ellas sabían que yo no lo era
y aun así ganamos (…) luego eso de dividir el 15% entre Reyna y yo, yo no niego la
importancia del acompañamiento que Reyna hizo con el COBI, pero ella tiene un salario
de la asociación para hacer eso, para eso son los financiamientos que recibe el COBI, yo
dejé el COBI en Enero del 2012 y dejé de recibir salario y el 15% era por llevar el caso, no
por el acompañamiento y el caso lo lleve yo, no Reyna, ella hacia otras cosas, los talleres
y eso, y yo lo jurídico, así habíamos quedado cuando rompí con el COBI y no me parece
justo que lo decidan así” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos
laborales, asesor jurídico, Tehuacán, diciembre 2012).

Este tema se mantuvo desde noviembre hasta mediados de diciembre, con


diferentes versiones entre Rodrigo Santiago, el comité de las obreras y Reyna Ramírez,
que se acusaron mutuamente de generar el conflicto interno.

“No es que no quisiéramos darle, sabíamos que teníamos que darle una parte, pero para
empezar no se nos hacía justo que hubiera compañeras que después años y años de
trabajar recibieran menos que él, no se nos hacía justo eso, luego no se nos hacía justo
que Reyna no recibiera una parte también, porque ella también estuvo acompañándonos y
creímos que merecía tener una parte igual a la de Rodrigo y pues la bronca fue que él se
puso en su plan, de que a él le diéramos su parte y que si queríamos darle a Reyna eso
era otra cosa, decía que el caso lo llevó él y no Reyna y pues así pasó que fuimos
rompiendo, esas fueron las broncas” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, ex
trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Distrito Federal, abril 2013).

Por su parte Reyna Ramírez del Colectivo Obreras Insumisas apuntó que ella no
tenía que ver con la decisión de las obreras de dividir el 15% acordado entre ella y
Rodrigo, que había sido decisión de ellas y que ella asumía esa decisión.

“Es que lo que no le gustó al cuate éste, a Rodrigo, es que ellas decidieran darme la mitad
del 15% porque decía que el trabajo jurídico lo había hecho él y no yo, pero fueron las
compañeras las que lo decidieron, no yo, fueron ellas y el problema fue que este cuate se
puso en un plan muy pesado, en su plan pues y por eso pasó esto” (Reyna Ramírez, 30
años, defensora de derechos laborales, Distrito Federal, abril 2013).

172
Este conflicto interno generó un alejamiento paulatino hasta terminar con un
rompimiento total a mediados de diciembre del 2012, cuando las obreras llevaron a cabo
el reparto de maquinarias sin la presencia de Rodrigo Santiago, acusándose mutuamente
de ser el motivo del rompimiento, de insultarse, por un lado acusando a Rodrigo de asistir
“acompañado de hombres para llevarse maquinaria” y desde Rodrigo señalando que fue
corrido de la reunión donde se realizaba el reparto bajo insultos y amenazas de violencia
contra él, su compañera sentimental y su madre131.
Fueron 18 meses de lucha, que iniciaron con esos rumores que se disimulaban
entre el sonido de las máquinas de costura en Exportadora de Pantalones S.A y que
irrumpieron un cuatro de julio, cuando las obreras decidieron gritar su propio “Ya basta”
con sus manos y rostros azules, sus miradas cansadas y el enojo aflorándoles la piel que
se asomó digno entre la mezclilla, seguido de 11 días en las calles, de alegatos, papeles,
audiencias meses de cansancio y desgaste, durante los cuales alrededor de la mitad
fueron abandonando el proceso, mientras que alrededor de 35 de ellas se mantuvieron,
combinando el trabajo con el proceso de lucha.
No sin problemas, no sin peleas, enojos, desesperación ante un proceso que “a
veces parece que no va a acabar”, no sin que tuvieran que enfrentar problemas con la
familia “porque a veces pus no entiende que una esté acá metida y te dice “ya a que vas,
ya deja eso” y eso lo hace más difícil”, no sin problemas y rompimientos entre ellas. A
mediados de diciembre del 2012 se llevó a cabo la repartición de la maquinaria, aunque
de manera oficial no se llevó a cabo hasta enero del 2013, las obreras ya sin Rodrigo
Santiago, llevaron a cabo el reparto de maquinaria entre aquellas que se habían
mantenido en el proceso de lucha.
Entre ellas la repartición también generó ciertos roces, principalmente respectivo a
obreras y obreros que no estuvieron en el reparto y que se sintieron despojados de su
liquidación, al final parece que estos roces entre las obreras que se mantuvieron en el
proceso e incluso aquellas que lo abandonaron pero reclamaron su liquidación, quedó
resuelto132.
En Abril del 2013 Susana García visitó la ciudad de México con el fin de avanzar
en la conformación de una cooperativa constituida por alrededor de 15 compañeras que
estaban ya diseñando prendas infantiles y otros implementos textiles, tales como
manteles y bolsas. Este grupo se compone de 11 compañeras de Exportadora de
Pantalones y otras cuatro compañeras.

131
Se hace mención de manera general de este conflicto interno, de las acusaciones de unos y
otros, sin el afán de juzgar cuál de las partes tiene “la razón”, sino para expresar las diferentes versiones y
señalar la existencia del conflicto final interno. Durante el reparto de maquinaria no tuve oportunidad de
estar presente debido a otros factores propios. A mediados de diciembre del 2012 asistí a Tehuacán
buscando contactarme tanto con una parte como con la otra para intentar recabar mayor información al
respecto y tener más elementos de la situación, sin embargo, durante mi estancia en Tehuacán solo pude
reunirme con Rodrigo Santiago y no me fue posible reunirme con Reyna Ramírez y Susana García hasta abril
del 2013 en la ciudad de México, tampoco me fue posible contactar a otras obreras del grupo.
132
Señalo lo aparente de la resolución, pues a pesar de haber buscado contactar a aquellas obreras
inconformes con el reparto, no me fue posible en mi última visita a Tehuacán.

173
Susana García habla de los problemas con los que terminó el proceso, las
compañeras que se alejaron “porque dicen que no están contentas con como terminó esto
y prefirieron no integrarse”, reflexionando sobre los errores cometidos y sobre como
hubieran podido solucionarlos “sin amargos sabores de boca, para todos”.

“Es importante que los obreros luchemos, que no nos dejemos violar nuestros derechos y
aprender a ser compañeros, a comunicarnos, a llegar a acuerdos, porque no sabemos, no
pudimos del todo, no siempre, esto de cómo terminó es eso, que no sabemos aún ser
compañeros, que no sabemos comunicarnos pues, ni llegar a acuerdos, al final no
pudimos evitar los conflictos entre nosotros, sobre todo con Rodrigo, creo que se hubieran
podido evitar si hubiéramos tenido mayor comunicación y se hubieran dejado los
problemas personales de Rodrigo y de Reyna fuera de esto, si supiéramos controlar
nuestros temperamentos, si supiéramos escuchar al otro y tomarlo en cuenta, aprender a
luchar juntos y dejar nuestros intereses personales, nuestros enojos personales, nuestras
broncas personales fuera de esto, todo eso fue lo que nos pasó al final, que hubo
problemas personales que se volvieron colectivos, que no nos supimos escuchar,
entender, respetar, o sea que no, a pesar de que sí valió la pena esta lucha, no sabemos
ser compañeros, eso es lo más difícil, aprender a ser compañeros y luchar juntos,
seguimos pensando en nosotros mismos, dejado el colectivo atrás, le dimos más
importancia a lo individual y aunque sí comenzamos a dar pasos importantes con esta
lucha, comenzamos a aprender a vernos diferentes, al final creo que no fuimos capaces
de hacerlo del todo, no es que no haya valido todo lo demás, que no haya importado, pero
al final es una muestra de a lo que nos enfrentamos, a nosotras mismas, a nuestras
envidias, enemistades, intereses personales y no, no pudimos romper con eso al final y
eso creo que fue lo que nos pasó” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, ex
trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Distrito Federal, abril 2013).

Dejando constancia en esta reflexión de cómo finalizó el proceso de lucha, las


problemáticas que tienen que enfrentar las obreras de la maquila en Tehuacán al
decidirse a luchar y romper con una dinámica laboral, reflexión sobre sus limitantes y
problemáticas, sobre capacidades colectivas de interactuar y entablar procesos
organizativos y lograr mirarse como COMPAÑERAS.

4.- Lo difícil que es organizarse y luchar: Con la maquila por dentro.


A lo largo de este capítulo y el anterior se pueden observar las dificultades que tienen las
obreras de la maquila en Tehuacán para concebirse capaces de organizarse y luchar y las
dificultades para concebirse y construirse en colectivo.
Estas dificultades son diversas, se identifican a una dinámica laboral que por un
lado les despoja de su concepción de ser capaces, así como a la dinámica cotidiana
donde las obreras tienen pocos espacios y tiempos para compartirse, conocerse e
identificarse en la otra, dificultando la posibilidad de construirse y concebirse en colectivo.
Platicando con ellas en parques, bajo la sombra de la pared, entre mordidas a la
memela, ellas miran y enuncian muchas de estas dificultades, entre las que destacan el
no compartir espacios y tiempo.

“Yo creo que uno de los problemas es que pus todas vivimos en lugares diferentes,
entonces pus solo nos vemos en el trabajo pero luego ni hablamos y pues llegas

174
corriendo, sales corriendo y cada quien por su lado, tal vez si compartiéramos otros
espacios no solo llegaríamos a ser amigos, sino que seriamos compañeros porque nos
conoceríamos” (Guadalupe Martínez, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otro aspecto son los ritmos de trabajo, que les dificultan el interactuar.

“Siempre estamos en chinga, siempre corriendo, uno esta apurado en intentar sacar más
pa ganar unos centavos de más o pa salir más tempras y pus eso hace que no podamos
conocernos y si no nos conocemos no podemos confiar entre nosotros y si no confías en
los otros pues no somos compañeros aunque trabajemos juntos” (Mario Flores, 43 años,
obrero de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

La competencia va apoderándose de los cuerpos y vidas de las obreras,


dificultando las relaciones entre ellas, su capacidad de comunicarse, de concebirse
compañeras.

“Pues siempre estamos compitiendo entre nosotros para ganar el puesto, para recibir más
pago, para subir de puesto, para que no te corran a ti, siempre así, porque pues es que
uno tiene que comer, uno está siempre priocupado por que no te corran, con ganar un
poco más y siempre así, es que es una angustia que ni se imagina, porque siempre corres
el riesgo de que te corran y pues eso hace que uno esté priocupado por eso, entonces ahí
está el detalle, que por eso no podemos vernos como compañeros, porque nos vemos si
no como enemigos, por lo menos como competencia y entonces, ahí ya se chingó la cosa
y quien se chinga somos nosotros” (“Josefina”, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán,
agosto 2012).

Otro factor es la situación económica, donde lo necesario para sobrevivir cada vez
cuesta más.

“Es que la situación está bien canija joven, verda de dios que luego no vemos ni cómo
hacerle, entre préstamos, deudas, la escuela de los chamacos, la papa, pues luego por
eso uno prefiere mejor quedarse callado pa no perder el trabajo o prefiere uno irse sin
chistar, pa que no te boletinen, porque si peleas, pues luego no consigues trabajo tan fácil
y terminas en una maquila pior que la anterior y la vida está canija, no puede darse uno el
chance de no llevar comida a la casa” (Hortensia, 48 años, obrera de maquila, Tehuacán,
julio 2012).

Las diferencias propias de la población es parte de estos factores, no sólo entre


obreras indígenas y no indígenas, sino entre la misma diversidad indígena.

“Creo que también eso de que no nos hablamos, que porque eres serranito, que si eres tal
o cual y eso, pues hace que no nos podamos juntar, porque cada quien con su cada cual y
puro se hacen grupitos y ni nos pelamos y eso lo saben los canijos estos y se aprovechan
que la gente de por si piensa así y hasta te incitan, entonces pues no nos damos cuenta
que debemos ser compañeros” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto
2012).

175
La dinámica de la maquila de constantes insultos ataca la concepción de las
obreras sobre sí mismas, al punto de dudar de sus capacidades propias y colectivas.

“Más que la necesidad económica, lo que más nos impide levantarnos es que creemos
que no somos capaces de hacer nada, se la pasan diciéndonos que somos inútiles, que
somos ignorantes, que no podemos hacer nada, que no valemos y quieras que no, te la
crees aunque no quieras y eso es algo que es vital, porque mire ¿Qué voy yo a poder
hacer si de entrada creo que no puedo hacer nada, que no valgo, que soy inútil? desde ahí
empieza todo mal y si te la crees pues ya te jodiste, porque ya tú solito te crees incapaz y
eso conjuntado con todo lo demás, pues nos hacemos incapaces a nosotros mismos, nos
hacen pues” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de Tehuacán, ex trabajadora
de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, septiembre 2012).

Una serie de factores propios de la maquila, inmersos en la vida cotidiana, en la


concepción de las obreras van coartándoles la posibilidad construir procesos colectivos.

“Es que no nos sabemos mirar como compañeros, ese es nuestro problema, que no
sabemos ser compañeros, porque así hemos aprendido, así nos han enseñado, incluso
cuando nos levantamos y luchamos, es bien difícil que lo logremos, no es fácil aprender a
ser compañeros, es bien difícil porque tienes todo esto en contra, porque si fuéramos
compañeros sería otra cosa, porque ser compañeros es ser lo mismo, vernos como
iguales, sabernos una misma cosa, considerarnos iguales, si supiéramos ser compañeros
ya hubiéramos voltiado esto de cabeza y los patrones nos tendrían miedo, por diosito que
sí” (“Ángeles”, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

Otro factor es la falta de conocimientos respecto a derechos laborales y la


incapacidad de los grupos de defensa de derechos humanos y laborales en Tehuacán
(CDHLVT y COBI) para lograr una mayor difusión de derechos laborales, impulsar y
acompañar grupos organizados.

“También es que no sabemos nuestros derechos, los que sabemos algo es porque
estuvimos en algún movimiento o a algún conocido que participó en movimientos, pero en
general los obreros de aquí desconocemos nuestros derechos. Si hay dos grupos creo
ahorita, están lo que es la Comisión, donde está Martin Barrios y está el otro grupo donde
está Rodrigo y esta muchacha Reyna, las insumisas les dicen, pero son chiquitos y yo
creo que no tienen la capacidad de difundir los derechos y trabajar con más obreros”
(Alejandra, 54 años, ex obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Un factor es la falta de información entre las obreras, respecto a las luchas obreras
y de otro tipo, tanto a nivel internacional, nacional y local.

“Es que fíjese que ahora que nos platicaba eso sobre la lucha de los obreros desde hace
más de 100 años, yo no sabía eso que nos platicaba la otra vez, desconocía, yo no sabía,
ni eso de la lucha de los trabajadores que hemos dado en la historia, en el mundo, en
México, vaya que ni siquiera sabía bien a bien como había sido lo de Navarra y eso que
fue aquí mismo, yo creo que si los trabajadores supiéramos, veríamos que los obreros sí
podemos hacer las cosas y veríamos que los obreros hemos luchado siempre, si

176
supiéramos esa historia, yo creo que sí importaría, nos animaríamos” (Dolores, obrera de
maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

A pesar de esto las obreras enuncian enojos, descontentos y su desacuerdo con la


dinámica laboral a la que son sometidas, aun cuando consideren más pertinente no
organizarse, encontrando de manera constante palabras que expresan y viven esa rabia,
que hace vivir una resistencia sigilosa que vive entre las manos azules de las obreras de
Tehuacán, gritándose en silencio y que a veces logra romper a gritos en las maquilas,
donde las obreras se asoman para decir “Ya basta: No nos han vencido, al menos no del
todo”.

177
VII.- CRUZANDO HILOS Y RESISTENCIAS.

“La organización; que por lo demás es sólo la práctica de la cooperación y


de la solidaridad, es condición natural y necesaria de la vida social:
constituye un hecho ineluctable que se impone a todos, tanto en la
sociedad humana en general como en cualquier grupo de personas que
tengan un fin común que alcanzar (…) La organización, lejos de crear la
autoridad es el único remedio contra ella y el solo medio para que cada
uno de nosotros se habitúe a tomar parte activa y consiente en el trabajo
colectivo y deje de ser instrumento pasivo en manos de los jefes”

*La organización.
Errico Malatesta.

Reunión de obreras.

1.- La mieles del capitalismo.


1.1.- La vida precaria y flexible.
David Harvey (2004) señala la importancia de observar cómo las transformaciones
económicas y políticas se relacionan con los cambios a nivel cultural y social, tanto
dentro, como fuera del mundo del trabajo (Ibíd.; 144). Con estas transformaciones
vinieron la flexibilización y la precarización del trabajo133, imponiéndose sobre las
trabajadoras, haciéndose parte de su vida, de su dinámica, de sus concepciones y formas
de entender y vivir el mundo y el trabajo.
La necesidad de acelerar los ritmos de acumulación requiere acelerar los ritmos de
producción y consumo, esto se refleja en la dinámica de trabajo y en las pautas de
consumo, donde lo efímero, lo fragmentado y la innovación toman importancia, valores

133
Es necesario señalar que la llamada precarización del trabajo, si bien se ha enmarcado como un
fenómeno reciente, que se da a partir de la fractura del modelo fordista-taylorista-keynesiano, dichas
condiciones laborales, en muchos aspectos asemejan a aquellas a las que las trabajadoras se enfrentaron en
el siglo XIX y principios del XX.

178
que ya eran señalados por Marx como importantes para el capitalismo (Harvey, 2004;
132).
En el mundo del trabajo en la maquila134 estos valores de lo efímero, lo inestable,
lo fragmentado y la innovación se hacen presentes. Las obreras se han ido
acostumbrando, no sin resistir, a la inestabilidad laboral, a brincar de una a otra maquila,
de una a otra tarea, de uno u otro tipo de prenda135, a tener temporadas en las cuales
trabajan toda la semana, todo el día y hasta toda la noche o temporadas en las que
trabajan medios turnos o media semana, según lo requiera la empresa. Esta inestabilidad
se hace parte de la vida de las obreras, donde ellas no tienen certeza de casi nada, salvo
de que tienen que trabajar, sometiéndose a la precariedad y a la violencia cotidiana de la
maquiladora, “aceptando” la inestabilidad en sus vidas, en su trabajo.
Constantemente tienen que adecuarse a la producción de nuevas prendas, sean
de mezclilla u otros productos textiles, lo que les obliga diversificar sus habilidades
laborales, calificándolas, recalificándolas y descalificándolas constantemente136, como la
elaboración de pantalón de modelaje137, que implica más pasos, diferentes tipos de
costura y una intensificación del ritmo de trabajo. Ellas defienden su paso, el trabajo que
saben hacer, el que ellas consideran su especialidad, considerando que el moverlas
implica faltarles al respeto, pues las obliga a descalificarse y recalificarse en los nuevos
pasos y prendas, sin que esto signifique una mejora en su condición laboral, haciéndolas
trabajadoras versátiles, flexibles, des y re-calificables de acuerdo a las necesidades
empresariales.
Ya no importan los años de experiencia, si la producción lo requiere ellas tendrán
que aprender a trabajar el nuevo paso, la nueva tela, la nueva prenda, sin que este
aumento de conocimientos y capacidades se refleje en su capacidad de intervenir en el
proceso productivo. El aprender a hacer otro paso, otra prenda y trabajar otro textil no les
implica un aumento salarial, pero sí les implica aprender nuevos pasos fragmentados o
realizar dobles pasos, intensificando sus ritmos de trabajo y extendiendo su horario
laboral.
La fragmentación la viven con las tareas “simples”, sin que se involucren, ni
conozcan el proceso de diseño, ni de planeación del producto, manteniéndose la
fragmentación de tareas propia del modelo fordista, pero intensificadas con la
inestabilidad y la dinámica efímera de la flexibilización, donde la trabajadora no sólo
134
Estas dinámicas del trabajo precario no se encuentran sólo en la maquila, pero al ser el caso que
nos ocupa, es al que nos referimos.
135
Si bien la producción maquiladora en Tehuacán es principalmente de mezclilla, actualmente se
puede encontrar diferentes plantas y talleres donde por temporadas realizan otras prendas, como
uniformes de tiendas de supermercado, de empresas transnacionales o la producción de banderas para los
festejos de la lucha de independencia de México. Esta producción es temporal, muchas maquilas producen
mezclilla mientras mantienen contratos, y cuando no tienen contratos de mezclilla suelen trabajar medios
turnos o algunos días en la semana confeccionando otros productos y prendas.
136
Durante las entrevistas con las obreras, el cambiar de paso, de prenda, de textil implica una
molestia “yo tengo mi paso, sé trabajar mezclilla, no bandera, pero tengo que aprender”.
137
El llamado pantalón de modelaje es un tipo de pantalón con más bolsas, dobleces y costuras que
el pantalón simple, lo que les implica aprender a hacer nuevos pasos, usar nuevas máquinas, que requiere
de un número mayor de pasos y por lo tanto de más obreras o hacer doble paso cada obrera.

179
realiza tareas fragmentadas, sino que es cambiada de una a otra de estas tareas según lo
requiera la maquiladora, o bien, saltando de una a otra maquila, haciendo que las
trabajadoras vivan efímeramente el trabajo, sabiendo que pronto “tendrán” que
“peregrinar” a otra planta empujadas por la dinámica laboral.
Van “aprendiendo” por la fuerza de la dinámica industrial que “el trabajo es así”,
que a pesar de no gustarles, tienen que “entrarle al juego” para conseguir trabajo y dinero
para sobrevivir, haciendo parte de su vida laboral a esta dinámica efímera, inestable,
fragmentada, sujeta a las innovaciones industriales y productivas. Muchas trabajadoras,
sobre todo las mayores, viven este proceso con desgana y descontento, mientras que
otras, sobre todo las jóvenes, buscan ellas mismas brincar a otra maquila para “cambiar
de aires”, intentando romper con el hartazgo, asumiendo la inestabilidad laboral y lo
efímero del trabajo como algo incluso “deseado”.
Así se va formando una clase obrera precaria, sin posibilidades de crecimiento
económico, laboral o personal, absorbidas por un trabajo extenuante que las devora y les
inculca-impone una dinámica que poco o mucho, de una manera o de otra, se va
haciendo parte de su vida, sea con descontento o “buscado” por ellas mismas. Van
“aprendiendo” que el trabajo es así, como si no pudiera ser de otra manera, implantando
con esta dinámica la sensación de que “todo se disuelve en el aire” (Harvey, 2004; 316),
en la que se incluye el trabajo y la posibilidad de sobrevivir, de acuerdo las necesidades y
vicisitudes del mercado global.

1.2.- Como el agua entre las manos. Consumiendo flexibilidad.


Harvey hace énfasis en la necesidad de observar cómo estas transformaciones van
modificando las pautas de producción y de consumo. El capitalismo en su necesidad de
acelerar sus ritmos de acumulación, requiere no sólo acelerar los ritmos de producción,
sino también los de consumo, para esto necesita fomentar valores como lo efímero,
creando constantemente nuevos deseos y necesidades, acelerando la obsolescencia de
los productos, impulsando la moda efímera masiva, promoviendo la necesidad de
consumirla (Harvey, 2004; 180).
Impulsa una serie de cambios culturales respecto de lo que la gente concibe
necesario consumir y cómo consumirlo, buscando que se aceleren los cambios de los
deseos y necesidades de consumo. Esto afecta a las obreras no sólo en el proceso
productivo, sino en su dinámica de consumo, pues la población obrera también es
susceptible a las nuevas necesidades y deseos, sobre todo entre las jóvenes, para las
que muchas veces someterse al trabajo en la maquila les significa poder acceder a
productos de moda, a las innovaciones tecnológicas presentes en el mercado y a
espectáculos públicos138.
Estas obreras viven esta aceleración y transformación de los deseos y
necesidades inducidos por el capital, imprimiéndoles la necesidad de conseguir el

138
Esta situación la encontramos principalmente en las obreras jóvenes sin hijos, donde la
necesidad de acceder a la ropa de moda, a la tecnología telefónica de punta y a los espectáculos las lleva a
entrar en la maquila, a veces por temporadas en lo que consiguen juntar para lo que buscan consumir.

180
pantalón de moda, aunque sea pirata o imitación139 que muchas veces ellas mismas
confeccionan, o el teléfono celular comprado en “módicos” pagos semanales, donde
terminan pagando alrededor del doble o el triple del monto del producto140. Las
innovaciones en la moda y en la tecnología se han introducido en su vida cotidiana,
principalmente entre las jóvenes, para quienes contar con el producto de moda implica
estar dentro de los cánones sociales, en este caso juveniles: cómo vestir, a qué lugares ir,
cómo divertirse, qué música escuchar, qué teléfono portar, etc., acceder a dichos
productos, modelos de ropa y espectáculos de moda se hace una necesidad social.
Al llegar a la ciudad, ingresar en la maquila y contar con una entrada económica,
aunque precaria, les permite entrar a ese círculo, transformando sus necesidades y sus
concepciones de lo que puede o no, de lo que debe o no ser consumido. Entre más se
adentran las obreras en estos círculos de consumo, se imprime una mayor urgencia
económica, se adquieren nuevas necesidades de consumo que las atan al trabajo
precario.

1.3.- La industria flexible y efímera.


Estas transformaciones globales -nos dice Harvey- van modificando el espacio, el cómo
es vivido y concebido (Harvey, 2004; 267), transmutando lo local de acuerdo a la
reconfiguración geoeconómica-política global y su dislocación productiva que
constantemente industrializa, desindustrializa y reindustrializa las regiones según la
conveniencia que cada región le represente al capital. La maquila es una industria flexible
y móvil que puede llegar masivamente a una región y abandonarla con facilidad, una
industria que puede ser efímera si le conviene serlo, que llega, industrializa, hace crecer,
inventa o reinventa la ciudad, invade poblados, colonias, etc., transformando no sólo el
aspecto geográfico, sino también lo social y cultural.
En Tehuacán la industria maquiladora transformó y transforma la ciudad con su
dislocación y constante relocalización industrial. Entre 1995 y 2001, con el llamado “boom”
maquilador en Tehuacán, vino la atracción de mano de obra (que a pesar de la crisis
maquiladora que se dio entre los años 2002-2003 sigue llegando a la ciudad en busca de
un trabajo) transformando la región, sus poblados y colonias, haciéndolos crecer, para
después dejar un gran margen de desempleo cuando las maquilas cierra y migran a otras
regiones.
La llegada de la maquila implicó la atracción de mano de obra proveniente de las
comunidades de la región y de otras regiones en los estados de Oaxaca y Veracruz que
hizo crecer la ciudad, llegando a tener a alrededor de 70,000 obreras, mientras que con la
salida y cierres de las grandes maquiladoras, el número de empleos se redujo a alrededor
de 45,000, dejando a decenas de miles de obreras desempleadas, trasladadas hacia la

139
Los productos piratas o imitación son productos por lo general de menor calidad y que no
pertenecen a las grandes marcas transnacionales pero que imitan los modelos y las marcas para ser
ofrecidos a un precio menor que el original, lo que posibilita el consumo de moda entre los sectores
populares.
140
En cadenas como Elektra, Coopel y otras que se anuncian con su “pagar poquito semanal” que a
la larga implica pagar más por el producto. Estas cadenas y sus “pagos chiquitos” muchas veces son la única
posibilidad de las obreras para acceder a productos electrodomésticos, teléfonos celulares y otros.

181
maquila clandestina, la de traspatio o el comercio informal y en el año 2010 se estimaba
que había alrededor de 38,000 obreras en las diferentes modalidades de la maquila.
Estos cambios se hacen presentes en la vida social de Tehuacán y de sus obreras que
tiene que transitar hacia un trabajo más inestable y precario.
La maquila hizo crecer Tehuacán, sus juntas auxiliares, colonias y poblaciones
aledañas, donde se asentó la maquila se transformó el espacio y la vida social,
poblaciones como Ajalpan o Altepexi pronto se convirtieron en pequeñas ciudades
maquiladoras a donde diariamente llegan trabajadoras desde diferentes poblaciones,
atravesando sus calles adoquinadas y angostas, llenando las maquilas, grandes,
medianas y pequeñas que se encuentran en sus afueras y entre sus calles. En estas
comunidades, que hasta hace poco eran apenas pueblos, con una fuerte presencia de
población indígena, la llegada de la maquila implicó transformar sus formas de vida,
sacándolos del mundo campesino o artesanal hacia la maquila, perdiendo fuertemente el
uso de la lengua materna, así como el uso de sus vestimentas.
Esta pérdida del uso de la lengua indígena y otras expresiones y prácticas
culturales no es ocasionada únicamente por la maquila, sino que es parte de una
dinámica que se extiende a lo largo y ancho del país, pero sí es influida por esta industria
que acostumbra tener normas para evitar que las obreras hagan uso de sus lenguas, así
como de impulsar el uso de la vestimenta característica de la ciudad, prohibiendo el uso
de huaraches, chanclas, rebozos, vestidos característicos de las comunidades indígenas,
ejerciendo una constante violencia en forma de burlas a partir del denominativo
“serranito”, que señala como inferior y despreciable a la población indígena.
Las juntas auxiliares y las colonias de Tehuacán también crecieron, con sus calles
sin pavimentar, atravesadas por sus canales de agua azul mezclilla, circuladas por
bicicletas y pasos apresurados que corren entre las casas y maquilas, con una
urbanización marginal y precaria, haciendo que las juntas auxiliares crecieran hasta
hacerse parte del casco urbano y originando la formación de diferentes colonias que se
asentaron en espacios periféricos, muchas veces sin los servicios básicos.
Pero la maquila no sólo implicó el crecimiento urbano de Tehuacán y las
poblaciones aledañas, al ser una industria descentralizada, se diseminó por todo
Tehuacán, en sus diferentes juntas auxiliares y en las diferentes poblaciones, invadiendo
la región, las colonias, las calles y las casas, una industria que podemos encontrar a lo
largo y ancho de Tehuacán y sus alrededores. Con esta industria desperdigada, la clase
obrera de Tehuacán también está dispersa y aunque existen colonias básicamente
obreras, las trabajadoras de una maquila pocas veces comparten la colonia donde habitan
y viceversa, reduciendo significativamente los espacios comunes entre las obreras de una
misma maquila, lo que se refleja en su posibilidad de comunicarse e interactuar.
David Harvey nos habla de la compresión temporal generada con estos reajustes
geoeconómicos-políticos (Harvey, 2004; 267), que se vive en las maquilas con los
tiempos y ritmos de trabajo que se intensifican, extienden o acortan de acuerdo a las
necesidades de producción. Puede darse que en una semana las obreras tengan que
trabajar 12 horas o hasta noches enteras y a la siguiente semana trabajar medios días o
media semana, sin que exista una seguridad del tiempo que se trabajara. La experiencia
obrera del espacio y del tiempo de trabajo se modifica con la inestabilidad de ese

182
peregrinar de maquila en maquila y con las modificaciones arbitrarias del horario de
trabajo.
Esta transformación de cómo viven el tiempo y el espacio en relación al trabajo
transforma la dinámica laboral y extra laboral de las obreras, pues sus tiempos y
desplazamientos van dominados por la maquila, es común que las obreras aprendan a
comer rápidamente, incluso en sus días de descanso, acostumbrándose a los ritmos
laborales intensivos, ellas aprenden a “vivir a prisa”, caminar de prisa entre las calles,
hartas de su jornada “sin ganas de nada más”.
Esa sensación de que “todo se desvanece en el aire” (Harvey, 2004; 316) no solo
se hace presente en cuanto al consumo, sino que se hace presente en la vida misma de
las trabajadoras, quienes “aprenden” a vivir en esta inestabilidad, en esta nube de aire
que constantemente amenaza con desvanecerse.

1.4.- Maquilando tradiciones laborales.


Luis Reygadas (2002) nos habla sobre el encuentro de diferentes culturas laborales que
se dan cuando la maquila llega a una localidad, generando un choque-encuentro entre las
diferentes tradiciones laborales existentes en los pueblos y las que vienen con la maquila,
que van conformando nuevas culturas del trabajo, según la región, la planta, el tipo de
producción, el origen del capital maquilador, etc., que se van acomodando, no sin
tensiones, dentro de las maquilas.
La región de Tehuacán contaba ya con una tradición laboral de la costura, así
como de producción de artículos artesanales de jarcia141, ambas, modalidades de
producción doméstica, realizada dentro de la unidad familiar, donde la entrada de
recursos corresponde a la venta del producto. La tradición artesanal y de autoempleo en
las casas permite que el trabajo a destajo en las maquilas sea más fácilmente aceptado,
sobre todo entre aquellas obreras que no conocieron el pago por jornada de trabajo.
Actualmente en Tehuacán el pago por producción o a destajo es el más común:
cada obrera lleva un registro de las tareas que realiza y con ese registro se presenta
semanalmente a recibir su salario. Entre las obreras que trabajan en las maquilas de la
ciudad, si bien se acepta esta forma de pago, no deja de ser parte de los descontentos
laborales, sobre todo en aquellas que conocieron el pago por día o por semana, mientras
que en las obreras más jóvenes y en las que trabajan en las comunidades aledañas
donde el trabajo artesanal formó o forma parte de cómo se concibe el trabajo, es más
aceptado, acostumbradas a recibir el pago por lo que van produciendo, ahora inmersas en
el mundo industrial.
Muchas trabajadoras cuentan con máquinas de coser sencillas en sus casas,
costureras artesanales de profesión desde que la maquila comenzó a instalarse en la
región, esto posibilita el trabajo a domicilio donde el patrón no tiene, a veces ni que invertir
en maquinaria, pues cuenta con las máquinas de las trabajadoras, esta modalidad de
trabajo a domicilio hace que algunas trabajadoras busquen ahorrar para comprarse una
máquina de coser sencilla para poder maquilar desde sus casas, pensando en que esta

141
Productos realizados con fibras naturales, como canastas, sombreros, sopladores, escobetas,
etc.

183
modalidad laboral les dará mayor libertad en el trabajo y la posibilidad de atender el
hogar.
Este modelo de trabajo sí permite a las obreras la posibilidad de atender su hogar,
sin embargo no les permite una mayor libertad de horarios y ritmos de producción, pues
éstos son marcados por los patrones fantasma que exigen cierta cantidad de prenda con
menores salarios, lo que hace que las trabajadoras en sus casas tengan que remontar los
ritmos de trabajo y extender sus horarios, incluyendo el trabajo de varios miembros de la
familia para poder realizar la tarea que les fue encargada. Esta modalidad ha venido a
transformar el mundo laboral en Tehuacán, es posible caminar por sus calles y encontrar
esos portones abiertos donde están trabajando dos o tres familiares, con la mezclilla y la
maquila invadiendo las casas obreras, donde aprenden a vivir, a comer, a dormir entre su
trabajo, haciendo que la maquila se diluya en sus propias casas, en sus camas y cocinas,
donde los patrones no sólo se ahorran prestaciones y derechos laborales, que no existen,
sino que no tienen que pagar por servicios, instalaciones y mantenimiento de la
maquinaria.
En las maquilas el pago a destajo o por producción implica que la jornada de
trabajo puede variar, principalmente extenderse, es común que cuando las trabajadoras
acaban su tarea del día, se les asigne trabajo extra, lo que alarga su jornada laboral a
pesar de haber terminado con su tarea, muchas veces ellas buscan ponerse al corriente
con tareas atrasadas para entregar su producción semanal completa, también pueden
buscar adelantar tareas para evitar trabajar el sábado o domingo o intentando entregar
más producción para ganar un poco más. Todo esto hace que el horario de trabajo sea
móvil e inestable, principalmente extensivo, aunque muchas veces los patrones
acostumbran combinar el criterio de pago entre a destajo o por jornada según les
convenga para evitar el pago de trabajo extra.
La industria maquiladora aprovechó estas tradiciones laborales donde el pago a
destajo es “natural”, adoptándolo como forma de pago por excelencia, eliminando el pago
por semana o por jornal de la industria clásica. La gran mayoría de maquiladoras,
principalmente medianas, pequeñas y de traspatio pagan por producción, imponiendo
esta modalidad de pago, haciendo que poco a poco, en mayor o menor medida, la clase
obrera de Tehuacán “acepte” el pago a destajo o por producción, en esta modalidad el
horario de trabajo se extiende, e inculca en la práctica, que no existe el pago de horas
extra y que la forma de aumentar el salario es exclusivamente a partir de aumentar la
producción, si es que las obreras logran una mayor intensificación de su ritmo de trabajo o
una mayor extensión de su jornada laboral.

1.5.- El trabajo. Un constante estira y afloja entre el orgullo obrero y el mostro que
las devora.
Luis Reygadas (2002, 2002b) nos plantea observar la intersección donde confluyen los
procesos simbólicos y productivos, cómo se influencian uno al otro y se reconfiguran
(Reygadas: 2002b; 106), en lo que él denomina la cultura del trabajo.
Ya hemos mencionado que el tiempo de trabajo y sus ritmos se adentran en la
vida de las obreras haciéndolas vivir “siempre corriendo”, absorbiendo su tiempo con esa
inestabilidad laboral que se traslada a su vida, brincando de una maquila a otra, de un

184
paso a otro, con horarios que se pueden extender o acortar, salarios que siempre tienden
a reducirse, haciendo que la inestabilidad, la precariedad y la flexibilidad sean parte de la
vida de las obreras, que “aprendan” a vivir según la maquila les dicte, haciendo de esa
movilidad y ese peregrinar una constante, donde ningún trabajo es seguro, ni siquiera de
un día para otro.
Poco a poco las obreras van aceptando esta dinámica de precariedad laboral, no
sin resistencia, ante la necesidad y la urgencia económica, asumiendo que el trabajo es
en sí mismo denigrante, hartante, precario, llevando a las obreras a asumir al trabajo y a
la maquila como “un mostro que nos devora y se apodera de nosotros”, donde ellas no
son dueñas de su tiempo, de sus movimientos, de su vida.
La precariedad laboral, sus ritmos intensivos, sus horarios extensivos e inestables,
la violencia ejercida por patrones y encargados dentro de las maquilas, los bajos salarios
y la constante inestabilidad laboral van haciendo que las obreras identifiquen al trabajo
como “un hoyo negro” o un “mostro que nos devora” al que día con día se adentran,
donde ellas no se pertenecen, donde son despojadas del control, no sólo sobre su trabajo,
sino sobre sus cuerpos, sus risas, sus palabras, haciendo que asuman no ser dueñas de
ellas mismas, lo que hace del trabajo una actividad, un tiempo y un espacio asfixiantes,
donde el patrón y el encargado se hacen dueños de ellas, de sus movimientos, de sus
palabras, esta dinámica hace que el trabajo se conciba como una actividad, un tiempo y
un espacio donde ellas son despojadas de sus conocimientos, de su capacidad, de sus
cuerpos, de sus voces, de sus vidas.
Esta dinámica, este hastío se enfrenta y entra en conflicto con el orgullo que ellas
sienten de “saber trabajar”, de su concepción de sí mismas. Dándose una constante pelea
entre ese orgullo y ese hastío que las inunda. Este orgullo en la cotidianidad pareciera
estar soterrado bajo el peso del hastío y la necesidad económica, pero sigue presente
entre ellas. En el relato etnográfico se puede observar la importancia que tiene para ellas
saber trabajar, saberse portadoras del conocimiento y capacidad de trabajo, a pesar de su
descontento con la dinámica laboral “una sabe trabajar, eso es lo que somos y yo me
siento orgullosa de saber trabajar y trabajo bien, porque nuestro trabajo es lo que somos,
habla por nosotras”.
El saber trabajar, los conocimientos, la práctica y la capacidad se vuelven parte de
la identidad de las obreras y las prácticas de violencia ejercidas por patrones y
encargados son vividas como intentos de despojarles de los últimos reductos de ese
orgullo, “para que aprendamos quien manda adentro”, que les hace concebir al trabajo y a
la maquila como un mostro que las devora y despoja de sí mismas. Cuando explotan los
enojos y las resistencias este orgullo resurge como un elemento central de sus discursos,
relatos y su reconstrucción como personas, trabajadoras y sujetos colectivos. Cuando
ellas enuncian los descontentos constantemente están presentes estas expresiones
respecto al orgullo de saber trabajar, oponiéndolo a las injusticias cometidas por los
patrones y encargados, la cual viven como una afrenta contra sus conocimientos y su
valor como trabajadoras y personas.
La concepción entre la obreras respecto al trabajo como un infierno (Reygadas,
2002; 68) aquí lo encontramos como “la maquila como un mostro”, esta concepción no
sólo se construye a partir de los extenuantes ritmos, los extensivos horarios de producción

185
y los precarios salarios y condiciones laborales, influye mucho el cómo las obreras
interactúan con los patrones y encargados. Es aquí donde entra esa “cultura patronal de
violencia” (Reygadas, 2002; 67-69). La violencia ejercida cotidianamente por patrones y
encargados va apuntalando esta visión de concebir al trabajo como un infierno, como algo
que las devora y despoja de sí mismas, los insultos, los gritos y hasta golpes son
dinámicas constantes en las maquilas, que buscan denigrar a las obreras, hasta el punto
donde muchas veces ellas llegan a considerarse incapaces de lograr algo y no ser
merecedoras de mejorar.
Esta violencia la viven las obreras con un enojo constante, como un atentado
contra su dignidad, aunque termina por “aceptarse” ante la urgencia económica y es un
factor importante de cómo las obreras de Tehuacán conciben y viven el trabajo. Entre
ellas es común observar el hastío que les representa el trabajo, que las lleva peregrinar
de una a otra maquila y a acostumbrarse a vivir con desgana esa actividad que por otro
lado les imprime un orgullo profesional y personal que pareciera perder la pelea frente al
hastío. Así, se construye una noción donde la maquila es un monstruo que día a día les
devora y les despoja de su trabajo, de sus capacidades, de su tiempo, de sus voces, de
su vida, mientras que los patrones y encargado adquieren un significado de “ser gandalla”
o “culero”, pero al que se tiene que tratar amistosamente para poder mantener el trabajo,
asumiéndolo cómo el que les maltrata. En este sentido, los enojos de las obreras muchas
veces van más dirigidos al encargado que a los patrones, pues estos son los que
interactúan diariamente con ellas, los que materializan el desprecio y los malos tratos en
su contra.
Ésta es una de las principales afrentas que conciben las obreras de la maquila en
Tehuacán, los insultos, los gritos, las burlas cotidianas, son asumidos como un intento de
despojarlas de su dignidad personal y laboral, hasta llegar muchas veces a convencerlas
de ser eso que los encargados dicen que son: tontas, inútiles, ignorantes, sin capacidad,
sin derecho a ser escuchadas. Esta dinámica va haciendo que las obreras muchas veces
se sientan incapaces de hacer o lograr algo, incluso de no valer como trabajadoras, de no
merecer una mejor situación laboral y de vida, pero esto no implica que dejen de
experimentar estas afrentas con enojo y coraje. Al explotar, individual o colectivamente las
obreras, este aspecto toma importancia: “es por dignidad, más que por dinero, por
dignidad, porque nadie merece vivir así, somos obreras, valemos, importamos y no se
vale que nos traten como animales, como si no tuviéramos dignidad” y se vuelve un
elemento central en sus expresiones y procesos de resistencia.
Esta sensación de no pertenecerse mientras se está en la maquila es producto del
trabajo explotado, de la precariedad y la violencia ejercida por patrones y encargados,
haciendo que las obreras le den un gran significado a los tiempos fuera de la maquila, de
comida o de descanso. Estos momentos y espacios de refugio donde hacen vivible la vida
y donde rompen con ese hastío (Reygadas, 2002; 99-100), son significados por ellas
como “donde sí somos dueñas de nosotras mismas”, donde pueden moverse, reírse,
hablar, caminar, sin tener que estarse cuidado del encargado, sin riesgo a ser regañadas,
en este sentido los horarios de comida y los días de descanso adquieren el significado de
“un escape del hoyo”, un tiempo en que ellas mismas se pertenecen “por poquito que
sea”, donde vuelven a ser dueñas de su voz, de sus palabras, de su vida, es en estos

186
espacios y tiempos donde ellas pueden intentar “hacernos de pequeñas alegrías” que les
permitan enfrentar el hastío, el aburrimiento, la frustración generada por la dinámica
laboral y su violencia cotidiana.
Estos espacios y momentos donde ellas intentas rehacerse dueñas de sí mismas,
son caminatas por el parque con las amigas o la familia, a veces los hijos, un paseo en el
balneario, ir a un baile, tomarse una cerveza, jugar un partido de futbol, pasear con el
novio, tener encuentros sexuales, cualquier actividad donde ellas sean las que decidan
sobre sus movimientos, sus expresiones, sus cuerpos, sobre sus vidas, encontrando aquí
reductos donde la maquila no está, donde no controla el encargado, donde no grita el
patrón, donde ellas pueden caminar a su ritmo, moverse y reírse sin tener que vigilar si las
vigila el encargado, donde ellas luchan por rehacerse dueñas de sí mismas.
Estos pequeños espacios-momentos son valorados por ellas como importantes,
significan la posibilidad de re habitarse, de volver a tomar control sobre ellas mismas, de
saberse no dentro de ese mostro, sentirse con la posibilidad de escapar de las fauces que
les devoran la vida y las despojan de ellas mismas. Así, ellas se re habitan, retomando el
control sobre sus vidas, a partir de tomar el control sobre sus desplazamientos,
movimientos, cuerpos, risas y sobre su sexualidad, por lo menos en medida en las
condiciones económicas y laborales se los permiten, valorando y significando esos
espacios y momentos donde la maquila “no está”, aunque siga estando.

1.6.- La maquila, la clase obrera y la diversidad cultural.


Luis Reyganas nos habla de ese intento de ensamblar culturas que se da en la maquila,
donde conviven diferentes culturas del trabajo, así como sujetos con diferentes culturas y
orígenes étnicos, encontrándose, chocando, reconfigurándose de diferente manera
(Reygadas, 2002; 148). Con el ingreso de la población indígena a la maquila, se genera
una serie de enfrentamientos con la alteridad cultural y una diversificación del panorama
laboral, donde se da lo que Reygadas plantea como una tercer conquista que impulsa la
pérdida de la identidad indígena y sus tradiciones, el abandono de prácticas culturales a
partir de la occidentalización que la población indígena vive en el mundo laboral, la
ruptura de lazos familiares y comunitarios, que es empujado por el desprecio constante
que la población indígena vive en los centros de trabajo (Ibíd.; 170-171).
Con la maquila llegó también la fuerza de trabajo indígena proveniente del estado
de Puebla, Oaxaca y en menor medida del estado de Veracruz, conformando una fuerza
de trabajo diversa culturalmente, pudiendo encontrar en una misma maquila trabajadores
mestizos, nahuas, ngi-iva, ha shunta enima, y ñuu dzahui, algunas veces relacionándose
entre sí, otras manteniéndose apartados unos de otros, muchos de ellos rompiendo los
lazos con sus comunidades de origen, re transformando la ciudad, abandonando las
comunidades de las que partieron.
Dentro del mundo laboral las obreras van absorbiendo una serie de significados
sobre ser indígena o serranito, que implica un desprecio hacia ese origen y toda aquella
expresión que se identifique con esto. Si bien este desprecio contra lo indígena no se da
exclusivamente en las maquilas, sino que está presente en la vida social de Tehuacán, en
las maquilas se refuerza, en los centros de trabajo las obreras van aprendiendo a

187
despreciar u ocultar su origen indígena, al ser señalado como sinónimo de atraso que
debe ser superado una vez que se llega a la ciudad y se entra a trabajar.
Muchas de las burlas patronales, de los encargados y de otras obreras refieren a
los serranitos y existen dinámicas patronales que buscan que las trabajadoras dejen de
usar su lengua y vestimenta, bajo la pena de ser objeto de burlas y multas. En este
sentido el trabajo influye en la transformación cultural de sus trabajadoras, que por lo
general van alejándose poco a poco de su origen, su lengua y sus comunidades, aunque
también se llegan encontrar expresiones de orgullo indígena entre las obreras, muchas
veces éste se esconde y se practica entre quienes se comparte el mismo origen étnico y
cultural.
Entre la población de origen indígena que trabaja en las maquilas se dan
diferentes respuestas ante este desprecio, burlas y señalamiento en contra de ser
indígena. Muchas de ellas abandonan de tajo el uso de su lengua y su identidad indígena,
rompen el lazo con sus comunidades de origen, transforman su vestimenta y otras
expresiones y prácticas culturales, asumiendo esos significados sobre ser indígena,
empujadas por la presión social que les dice “hay que dejar de ser serranitas”, que les
desprecia y señala como “ignorantes” y “atrasadas” por medio del apelativo “serranito”,
buscando romper ellas mismas con cualquier expresión que las identifique como
indígenas, llegando a asumir que “al llegar a la ciudad es ya avanzar, salir del atraso de la
comunidad”.
También existen aquellas que no rompen del todo sus lazos comunitarios, no
dejan de hacer uso de su lengua e identidad aunque con cierta vergüenza de aceptarlo
públicamente, escondiéndolo y reservando para el ámbito familiar o en espacios
apartados a la hora de la comida, donde pueden hacer uso de su lengua y en medida de
lo posible mantener lazos con su comunidad, aunque sean a nivel simbólico, en
sentimientos que guardan respecto a su origen y comunidad. Así, algunas obreras
indígenas resguardan su identidad, mientras que el discurso sobre lo indígena va
generando un conflicto en ellas, que las lleva a vivirla con cierta vergüenza, generado por
las burlas y el desprecio que la sociedad ejerce contra ellas en las calles, en el transporte
público, en las maquilas.
Otras más viven con orgullo su identidad indígena, no sin tener que reservarla para
sus ámbitos familiares o vecinales, pero sin aceptar ese discurso que les repite
constantemente que ser indígena es algo que debe ser rechazado por la propia población
indígena que debe de luchar por salir de su origen, que es considerado un atraso. Entre
las obreras indígenas hay las que viven con orgullo su identidad, lengua, tradiciones,
prácticas y concepciones culturales propias, sin embargo la presión social las lleva a
esconderlas de los demás, resguardándolas entre la familia, compadres, vecinos, con
aquellas que comparten su cultura.
Algunas intentan mantener los lazos con su comunidad a pesar de que muchas
veces el trabajo en las maquilas no les permite desplazarse con facilidad hacia sus
comunidades de origen, por lo que cualquier oportunidad de “ir al pueblo” es
aprovechada, sobre todo cuando es época de festividades comunitarias. Otras más
mantienen sus lazos a nivel simbólico, en los recuerdos y sentimientos que les despierta

188
el evocar el terruño, la fiesta, la familia, el poder hablar con otros su lengua, recordando la
vida en las comunidades.
Algunas, las menos, logran reconstruir sus comunidades en la ciudad, en
asentamientos donde cohabitan con más gentes de su comunidad o región, donde
reinventan en medida de los posible su comunidad de origen y prácticas como el tequio y
el trabajo colectivo y las festividades importantes. Este caso se da principalmente entre
obreras ha shunta enima, conocidas como mazatecas, quienes cuentan en Tehuacán con
colonias, donde el trabajo colectivo les permitió proporcionarse a sí mismas de servicios
como la luz, pavimentación, etc.
Otras más siguen habitando en sus comunidades de origen, cuando se encuentran
cerca de los centros de trabajo, lo que les permite asistir a trabajar diariamente y volver a
sus comunidades, no sin que la maquila intervenga en la transformación de la vida
comunitaria, que con sus largas jornadas de trabajo va influyendo en el rompimiento de
los lazos comunitarios, transformando las comunidades que durante el día se observan
vacías cuando sus habitantes se encuentran en las maquilas.
También la maquila se volvió un centro de encuentro entre las obreras
provenientes de diferentes regiones y comunidades, posibilitando relaciones entre
miembros de diferentes culturas y hasta acercamientos culturales, posibles al compartir el
espacio de trabajo. Es común encontrar matrimonios entre diferentes combinaciones
culturales: nahuas con ngi-ivas, ha shunta enima, ñuu dzahui o mestizas y viceversa,
rompiendo barreras entre culturas y pueblos que históricamente se han mantenido
encontradas y que guardan resentimientos históricos, como el caso dado entre nahuas y
ngi-ivas, donde los segundos guardan un resentimiento ante los primeros por el desprecio
con el que históricamente les han tratado.
En la maquila se conocen, se tratan, se emparejan, se hacen amistades que
muchas veces rompen las barreras culturales, pero también se mantiene cierto sectarismo
entre ellas, donde muchas veces evitan relacionarse demasiado con “las serranitas” o
entre las obreras indígenas según su grupo étnico y su cultura. Muchas veces este
sectarismo es alentado por la dinámica patronal que azuza a las obreras mestizas a no
relacionarse con las indígenas, impulsando que entre ellas se fomente un desprecio
interno, o que fomenta discursos de desprecio entre las obreras indígenas con otras
obreras indígenas.
Las obreras indígenas en general viven el desprecio por su cultura, su lengua, su
origen, pero de manera particular responden a éste de manera diferente, algunos
escapando de ser indígenas, otros resguardándolo tímidamente, unas más, manteniendo
un orgullo por su origen y su cultura, pero resguardándolo para sus ámbitos familiares
para evitar burlas y señalamientos, encontrándose unas con otras en las maquilas, a
veces rompiendo las barreras culturales otras más fortaleciéndolas y reproduciendo esos
señalamientos y burlas entre ellas, otras más reflexionando sobre la lengua “ya perdida en
su población”, donde sólo los viejos la usan. En todo esto influye la dinámica patronal, la
cultura de violencia, las normas aplicadas en la maquila sobre el uso de la lengua,
vestimenta y expresiones culturales.

189
1.7.- La fragmentación contra la solidaridad.
La dinámica de la precariedad laboral envuelve a las obreras en una espiral de necesidad
económica, violencia cotidiana, desvalorización constante contra sus personas, con ritmos
de trabajo y vida intensivos, horarios extensivos, extenuantes, donde el trabajo lo tienen
que pelear día a día para mantenerlo, incluso frente a sus compañeras, impulsando una
fragmentación de la clase obrera, incomunicada entre sí, sin lazos solidarios fuertes,
inmersas en una dinámica constante de competencia e individualismo.
La competencia y la dinámica laboral impuesta en el mundo maquilador se
introduce en la vida de las obreras, en sus concepciones sobre ellas mismas, sobre sus
compañeras, difundiendo un fuerte sentido de individualismo impulsado por los patrones,
donde ellas aprender a vivir, a veces sin reflexionarlo, o reflexionándolo, pero asumiendo
que no pueden hacer nada.
Todo esto hace que a ellas se les dificulte verse en colectivo, reconocerse en la
otra, las lleva a estar compitiendo constantemente por mantener el trabajo, por conseguir
un aumento salarial siempre a costa de un mayor esfuerzo propio, así les es difícil poder
concebirse como compañeras -y dicen- “a veces creo que más que como compañeros,
nos miramos como enemigos”, a esto contribuyen los acelerados ritmos de producción,
donde ellas cobran por lo general a destajo y las largas jornadas que hacen que sea difícil
que puedan entablar relaciones fraternas y estrechas o duraderas entre ellas, a esto
ayuda la movilidad obrera, ese peregrinar de una a otra maquila, haciendo una clase
obrera fragmentada, precaria, flexible, desconectada entre sí, que se va cargando de la
dinámica y concepciones que el capital imprime al mundo laboral.
Pero en el trabajo también van accediendo a conocimientos y capacidades que
forman parte de su identidad, pueden acceder a utopías propias del mundo laboral, como
trabajo digno, mayor salario, pensar una justicia laboral donde sean reconocidas por su
capacidad y conocimientos, etc., siendo estos, ejemplos de esas concepciones, valores,
significados, utopías que se exportan desde el mundo laboral hacia la vida social extra
laboral, éstas van transformando la concepción de las trabajadoras respecto al trabajo,
asumiéndolo como un orgullo y a la par “un mostro” que les devora. Estas concepciones
se trasladan entre la vida cotidiana y la laboral, como la prisa con la que aprenden a vivir,
el aceptar la precariedad a pesar del descontento, o la ilusión de que un día los patrones
pagarán las afrentas que comenten contra ellas y que ellas serán valoradas por su
trabajo.
Del otro lado de la cultura del trabajo de Reygadas (2002, 2002b), está la
influencia ejercida por la cultura en el mundo laboral. Las trabajadoras cargan con
concepciones, significados, prácticas que van introduciendo al mundo laboral, influyendo
en el proceso productivo, algunas de éstas se pueden encontrar en prácticas de
solidaridad que se dan cotidianamente.
Entre las obreras, a pesar de la dinámica que las va orillando a ser cada vez más
individualistas y les dificulta identificarse en la otra, existen diversas prácticas de
solidaridad cotidiana, como los casos de las “madrinas”, que enseñan a las más jóvenes a
trabajar, les protegen y hasta alimentan, las cooperaciones que realizan cuando muere
algún familiar de ellas o las cooperaciones que hacen entre ellas cuando alguna del grupo
más cercano es despedida.

190
Estas prácticas de solidaridad algunas veces las traen consigo de su vida
comunitaria, o de recuerdos de ésta, -dicen- “es que yo sí soy de pueblo, por eso hago
así, porque soy de pueblo y eso significa que donde come uno comen dos, aunque
humilde, pero no se le niega el taco a otra persona”. Además estas prácticas se refuerzan
mediante la experiencia laboral propia “es que se siente feo no saber y que nadie te eche
una mano, yo por eso les enseño, porque pues somos compañeras o deberíamos serlo,
echarnos la mano entre nosotras pues”, estas prácticas se van adentrando en el mundo
laboral, en la dinámica del trabajo, y muchas veces se hacen una práctica propia dentro
de las maquilas como la ayuda en caso del fallecimiento de algún familiar, que está más
instituida, incluso a veces regulada por patrones o sindicatos.
A pesar de todos los obstáculos que la maquila impone a la solidaridad, las
obreras mantienen prácticas cotidianas de solidaridad entre ellas, asumiendo que
deberían saber ser compañeras y reconociendo que si no lo son, muchas veces se debe a
que aprenden a no serlo dentro de la maquila, así, se da un estira y afloja constante entre
la dinámica individualizadora y competitiva de la maquila y esta solidaridad.
La maquila va imponiendo una dinámica altamente competitiva entre las
trabajadoras, con una constante inestabilidad laboral, donde tienen pocas posibilidades de
fortalecer sus lazos colectivos ante la dinámica intensiva y extensiva de los ritmos y
horarios de trabajo. Muchas veces no alcanzan a conocerse entre ellas cuando ya
brincaron a otra maquila o a otra área de trabajo, o sólo alcanzan a conocer a aquellas
que están inmediatamente junto a ellas, con las cuales la comunicación está coartada por
los ritmos de trabajo y la constante vigilancia del encargado que va entre las mesas
regañando a quienes platican.
En los tiempos de comida, logran establecer algunos lazos colectivos, en
pequeños grupos y altamente inestables por la inestabilidad misma del trabajo, mientras
que la dispersión de la maquila hace que muchas veces no compartan más que el espacio
de trabajo y que la comunicación con otras obreras en sus colonias esté coartada por las
largas jornadas de trabajo y el cansancio constante que la maquila imprime sobre sus
cuerpos.
Así la maquila va imposibilitando la construcción de lazos colectivos entre las
obreras, incluso entre las de una misma planta, coartando las posibilidades de
comunicarse, y con esto de reflejarse e identificarse en las otras, fortaleciendo una clase
obrera fragmentada, dispersa socialmente, con lazos solidarios colectivos endebles, con
muchas dificultades para organizarse y emprender procesos de lucha y resistencia, donde
ellas parecen acostumbrarse a concebirse como competencia antes que como
compañeras.
Sin embargo generan reflexiones al respecto de la necesidad de “aprender a ser
compañera”, asumiendo su incapacidad de ser “completamente compañeras” y que han
aprendido a verse “como enemigas”. Las que generan estas reflexiones, principalmente
son aquellas que han pasado por un movimiento obrero, que asumen esta cuestión como
uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan. Ellas asumen en las pláticas
bajo el sol la necesidad que tienen de aprender a ser compañeras y que el serlo es mucho
más allá que trabajar juntas, y saben que han sido incapaces de lograrlo.

191
Sin embargo existen prácticas cotidianas de solidaridad que la precarización
laboral no han logrado desterrar del mundo obrero: compartir el taco con quien no lleva
comida, enseñar a trabajar y proteger a las obreras jóvenes, cooperar para el funeral del
familiar de la otra, a veces, hacer cooperaciones entre los pequeños grupos de amigas,
cuando una es despedida, avisarse cuando una encuentra una maquila donde hay
mejores condiciones, alegrarse cuando una de ellas harta de la dinámica y los insultos
contesta la afrenta, viviendo estos actos como propios, en los que ellas se ven reflejadas
y en las que simbólicamente también hacen frente a los constantes ataques contra su
dignidad, alegrarse y apoyar simbólicamente cuando se enteran por los medios de
comunicación “que las de una maquila de por allá de por la entrada le quitaron sus
máquinas al patrón” o llevando una bolsa de pan a la guardia de obreras que resguarda la
maquinaria a fuera de la maquila.

2.- La rebeldía es la vida, la sumisión es la muerte.


2.1.- La dominación se vive y escenifica a diario.
Al hablar del mundo laboral, no se puede dejar de lado la relación de dominación
intrínseca al proceso productivo, donde el trabajo se vuelve ajeno al trabajador. Las
trabajadoras son despojadas por medio de la propiedad privada, de su posibilidad de
sobrevivir y se ven obligadas a vender su fuerza de trabajo a los patrones, quienes por la
fuerza de la propiedad privada y de la dinámica económica les despojan del producto, de
su capacidad y del proceso de trabajo.
La propiedad privada de los medios de producción permite que exista una clase
social despojada de la posibilidad de satisfacer sus necesidades sin vender su fuerza de
trabajo. En este sentido ya existe una relación de dominación, donde unos, los patrones,
despojan a las otras, las obreras, de sus capacidades productivas, de su proceso
productivo y del producto de su trabajo142 e imponen su voluntad sobre ellas.
Esta dominación económica se hace posible por medio de los aparatos de Estado
y sus políticas gubernamentales que posibilitan la explotación mediante una serie de leyes
que someten a la población en general a la dinámica económica capitalista. En la
cotidianidad esta relación de explotación-dominación se expresa de diferentes maneras,
las obreras la viven en el sometimiento a la dinámica laboral que les impone ritmos,
horarios y formas de trabajo donde ellas no cuentan, además, se expresan en las
relaciones con los patrones y encargados, quienes se encargan de materializar esta
dominación de manera cotidiana por medio de las condiciones precarias de trabajo, la
cultura patronal de violencia, las burlas y el desprecio que ejercen contra ellas.
Muchos pensadores y autores desde dentro y fuera de la academia han señalado
ya que donde hay una relación de dominación, hay una respuesta en resistencia, una
resistencia que nos dice Scott (2000) tiene por objetivo enfrentarse, encarar y negar
material y simbólicamente la relación de dominación, y las afrentas que las dominadas
sufren por parte de los dominadores.

142
El proceso de producción y explotación ya ha sido caracterizado y señalado de mejor y más
profunda manera, por lo que aquí sólo me limito a señalar que esta relación de explotación implica una
relación de dominación mediante la economía.

192
La dominación se adentra en los cuerpos de las obreras, como lo dijera Foucault
(1992; 127), operando más allá de las instituciones políticas y económicas,
acostumbrándoles a ciertos espacios, movimientos, desplazamientos, donde el dominador
es quien mantiene el control y la vigilancia, en este caso, por medio del encargado, quien
intenta regular los movimientos y la comunicación de las obreras, buscando que ellas
“aprendan” a no hablar, a no desplazarse por la maquila sin permiso, a hablar en español
y vestir como la maquila les dice que vistan.
Para esto los dominadores intentan controlar y vigilar el espacio, en este caso la
maquila, y a las dominadas, en este caso, las obreras, controlar sus movimientos,
desplazamientos, su comunicación, insertando en sus cuerpos la relación de dominación,
donde ellas van “aprendiendo” a vivir los ritmos intensivos de trabajo, los horarios
extensivos, la comunicación coartada por la constante vigilancia de los encargados, que
intentan inculcar esa disciplina, en este caso fabril, que busca construir cuerpos dóciles,
para finalmente construir individuas dóciles (Foucault, 2008; 141-142).
En este sentido se pueden entender los insultos y malos tratos utilizados
constantemente en las maquilas, como forma de someter a las obreras al poder de
dominación de los patrones, por medio de la voz y los gritos de los encargados, buscando
controlar sus movimientos y vulnerar su dignidad, construir esas obreras dóciles que
acepten la relación de dominación.
Con Balandier (1994) y Scott (2000), vemos que el dominador requiere construir
una imagen sobre sí mismo, con la cual presentarse ante los dominados. Para esto
requiere construir una serie de imágenes y escenificaciones en las cuales se expresa su
visión de cómo debe ser vista y vivida la relación de dominación, la sociedad y los
dominados mismos. Estas imágenes y escenificaciones (Balandier, 1994; 18) buscan
apuntalar la relación de dominación. Es decir, busca construir una serie de imágenes y
símbolos que sean interiorizados por los dominados y reproducidos, intentando
constantemente construir esa hegemonía de pensamiento, que logre que los dominados
piensen y actúen como quiere el dominador.
Estas imágenes, símbolos y escenificaciones son difundidos desde los medios de
comunicación (Ibíd.; 29) y se hacen presentes en los eventos oficiales. Por ejemplo los
“desfiles” del 1º de mayo, organizados por el gobierno estatal, los sindicatos charros y los
patrones, donde se hace desfilar a las obreras, uniformadas, portando estandartes de las
maquilas en las que trabajan, donde las obreras desfilan “plácidamente”, “agradeciendo” a
los patrones por la oportunidad de trabajar.
También se escenifica el poderío del dominador (Ibíd.; 116), dejando claras las
jerarquías sociales, haciendo demostraciones de poderío y prepotencia, como la que
ejercen patrones y encargados diariamente, por medio de insultos, burlas, desprecio,
invalidando a las obreras, menospreciando sus opiniones, necesidades, e incluso
desafiándolas a enfrentarles, jactándose de ser “intocables” y de contar con el apoyo del
gobierno y sindicatos charros. Estas escenificaciones son cotidianas, se ejecutan en el día
a día en las maquilas, donde los encargados hacen gala de su superioridad, insultando,
regañando, gritando, vulnerando la dignidad de las trabajadoras, buscando que ellas se
piensen despojadas de capacidad y acepten la dominación.

193
2.2.- La deseada aparente hegemonía.
Los dominadores buscan constantemente que los dominados acepten la dominación y la
justifiquen, por diferentes medios impulsan su pensamiento, imágenes, símbolos y
significados, buscando se hagan hegemónicos. Esta imagen aparece en las
escenificaciones que dominados y dominadores ponen en escena, donde se aparenta
esta hegemonía del pensamiento dominante, sin embargo señala Scott, debemos
asomarnos “tras bambalinas” para poder ver qué tanto esa hegemonía es realmente y que
tanto es una puesta escena (Scott, 2000; 27).
Si se observa el comportamiento cotidiano de las obreras frente a sus patrones o
encargados, los saludos sonrientes, los tratos amables, escuchando los “si manito, ya
voy” que se dicen al encargado, pareciera que las obreras aceptan de buen agrado la
relación de dominación y explotación, incluso puede parecer que los regaños e insultos
son recibidos dócilmente por las obreras que agachan la mirada y mantiene la boca
cerrada. James Scott llama a este comportamiento, el discurso público (Ibíd.; 24), que se
adapta a las exigencias de comportamiento que el dominador impone.
Pudiera parecer que las obreras aceptan esta dinámica, sin embargo, al
asomarnos “tras bambalinas”, donde el patrón y el encargado no están presentes, las
obreras comienzan a enunciar los enojos, los corajes, aceptando que este
comportamiento lo adoptan como estrategia para evitar represalias, pero sin que esto
implique que lo acepten, que estén de acuerdo y justifiquen la relación de dominación.
En las pláticas, ellas comienzan a enunciar cada una de las afrentas sufridas, los
insultos, la rabia, la impotencia de tener que guardar silencio por miedo a perder el
trabajo, detener que comportarse y decir lo que se espera que digan y hagan frente al
poder/dominación, mientras que para sus adentros van acumulando afrentas, corajes,
rabias, clamando por una justicia, que puede ser ejercida por dios, por la vida o por ellas
mismas.
Las obreras en la maquila soportan estas afrentas mientras es posible, guardando
lo que están pensando, anhelando, lo que quisieran decirle a los encargados, a los
patrones, sonriéndoles y asumiendo una docilidad escenificada estratégicamente.
Cuidándose de no hacer expreso su coraje acumulado frente al patrón o encargado, sin
embargo, fuera de escena, como plantea Scott, emerge su discurso oculto, ese que no se
muestra, más que con aquellos con los que se comparte la condición de dominación, con
sus compañeras más cercanas, con quien intercambian enojos, se burlan del encargado y
del patrón e invocan una justicia que algún día tendrá que llegar.
Cuando no las ve ni las escucha el patrón o el encargado, ellas enuncian lo que
realmente piensan de la relación de dominación, imaginan actos de venganza sobre los
dominadores: “cuando nos hartemos de esto”, “pero la vida se las ha de cobrar todas”,
enuncian su concepción sobre el “gandalla” o “culero” encargado, al que muchas veces
caracterizan como “el perro del patrón” y festejan entre ellas cuando una rompe el silencio
y les enfrenta. En estas expresiones se asoman las concepciones y significados que ellas
tienen del trabajo, del patrón, del encargado y de la dinámica laboral a la que son
sometidas, éstas se enuncian en los espacios donde el dominador no se encuentra,
donde ellas se sienten seguras de hablar.

194
Junto a estos significados y su forma de expresarlos, las obreras realizan una serie
de prácticas que buscan revertir “aunque sea un poco” lo tanto que los patrones les roban,
mediante robos hormiga, descomponiendo maquinaria, retrasando lo más posible su
entrada al trabajo, cuando pueden, intentan entorpecer el trabajo mediante prácticas
discretas de resistencia: romper la aguja, robar hilo, descomponer la máquina, robar
piezas o pedazos de tela, negando simbólicamente y materialmente la relación de
dominación.
Estos significados, expresiones y prácticas, son lo que Scott identifica como el
discurso oculto (Ibíd.; 28), en éste se encuentra lo que las dominadas, en este caso las
obreras, piensan realmente de la dominación, del dominador, se enuncian una serie de
significados respecto a la dominación, el cómo se le mira, lo que se piensa, el cómo se
vive, y éste, también encontramos las formas en que ellas niegan material y
simbólicamente la relación de dominación que en el discurso público aparece aceptada
con agrado.
Si nos asomamos al discurso oculto, a sus concepciones simbólicas y sus
prácticas, podemos observar cómo el otro discurso presentado, el público, es contradicho,
que la aceptación de la dominación escenificada es negada, emerge el rechazo contra
ésta. Un discurso, significados, concepciones simbólicas y prácticas que vienen a negar la
aparente hegemonía que se había puesto en escena. Los dominadores buscan
constantemente implantar esta hegemonía, la escenifican y difunden imágenes y símbolos
de su dominación (Balandier, 1994), sin embargo, asomándonos tras bambalinas,
encontramos que los dominados la desgajan, la niegan (Scott, 2000), expresando que no
piensan como los dominadores quieren que piensen, que no aceptan de buen agrado la
dominación.
En el discurso oculto encontramos los elementos que niegan la hegemonía del
pensamiento dominante. Las obreras no aceptan las condiciones laborales precarias, no
reciben con agrado los ataques contra su dignidad, no justifican la dinámica laboral en las
maquilas, a pesar de saber que no pueden romper de tajo con esto, por lo que les
conviene realizar la puesta en escena, comportándose como se espera que se
comporten, para protegerse de represalias.
Ellas saben que a veces conviene guardar silencio, agachar la mirada, recibir los
regaños e insultos y expresarse de acuerdo al guion patronal impuesto para poder
mantener el trabajo, por precario que sea, pues es la forma en cómo ellas sustentan su
vida y mantienen a la familia, pero a la par, niegan de manera simbólica y material esta
aceptación, refunfuñando entre dientes, haciéndole gestos al encargado cuando se da la
vuelta, levantando airadas quejas silenciosas para sus adentros, robando hilos, pedazos
de prenda, una bobina, agujas, etc.
Las obreras se saben en desventaja frente a los patrones, quienes cuentan con el
dinero, las máquinas, el apoyo de los gobiernos y sindicatos, ubican que enfrentarles de
frente las puede llevar a perder, reconocen que tal vez “no hay de otra”, pero esto no
implica que ellas justifiquen y reproduzcan el pensamiento dominante, ni que acepten y
justifiquen la dominación. En el discurso oculto, la siempre pretendida hegemonía del
pensamiento dominante deja de ser hegemónica, como se escenifica en el discurso

195
público, no sin que pueda, en menor o mayor medida, ir ganando terreno sobre ellas,
haciéndose parte de su pensamiento y de su actuar.

2.3.- La rabia contra la hegemonía.


A pesar de encontrar en el discurso oculto el rechazo de la dominación, que contradice al
discurso público que expresa la hegemonía del pensamiento del dominador, podemos
observar que entre ellas, sí se van adoptando ciertos discursos y prácticas impuestos por
los dominantes, la dinámica laboral y la necesidad económica las van orillando a
reproducir prácticas impuestas por la maquila.
La competencia laboral, la falta de espacios comunes, de comunicación, de
posibilidades de identificarse en la otra, van haciendo que no puedan “ser compañeras”,
pues serlo –dicen ellas- va más allá de compartir el espacio de trabajo, implica mirarse en
la otra, sabiéndose “lo mismo”. La dinámica laboral se adentra en la vida y concepciones
de las obreras, a fuerza de la urgencia económica, ellas son fragmentadas por la
necesidad económica, que les obstaculiza construirse como compañeras e identificarse
en la otra, con quien tienen que competir por el trabajo.
Esto se acentúa con las largas jornadas y los ritmo intensivos, que les dificulta el
poder construir espacios y lazos colectivos fuertes, después de 11 o 12 horas de trabajo,
con familias que atender, casas que limpiar, ellas quedan con poca energía, con grandes
dificultades para compartir espacios en los cuales reforzar los endebles lazos colectivos
que mantienen, aunado a esto, hay que considerar la movilidad obrera, que las lleva de
una a otra maquila constantemente, haciendo que entablen relaciones efímeras entre
ellas. El peregrinar de las obreras entre las maquilas y las áreas de trabajo dificulta que se
estrechen lazos entre ellas, no alcanzan a conocerse cuando ya están “brincando” a otra
maquila, a otro paso. Incluso cuando logran mantenerse en una maquila por años,
entablar y estrechar lazos es difícil debido a los ritmos intensivos que les impiden
interactuar más allá de las están inmediatamente junto a una, haciendo que las
interacciones ellas, muchas veces se reduzcan a pequeños grupos.
El discurso de la competencia impulsado por el capitalismo se va haciendo, en
mayor o menor medida, parte de ellas y de sus concepciones y prácticas, por la
imposibilidad de negarse a ser partícipe de esto, debido a la necesidad económica que les
urge a trabajar. La maquila las va empujando a ser una “clase” obrera fragmentada e
individualizada, donde la forma de lograr “beneficios” es a partir de la acción individual,
sea trabajando más o negociando con el patrón.
Se va debilitando la posibilidad de actuar juntas para conseguir mejoras,
adentrándose en una dinámica individualista y competitiva, haciendo endebles los lazos
colectivos que logran construirse. Muchas son conscientes de la necesidad de “aprender
a ser compañeras” y mantener esos lazos, muchas veces a nivel de pequeños grupos,
con quienes sí se identifican, manteniendo pequeños reductos de ese “ser compañeras”,
que se hace presente en acciones de solidaridad, a pesar de no poder romper con la
dinámica competitiva que las fragmenta.
Otros discursos del pensamiento dominador que logran adentrarse entre las
obreras, son aquellos referentes a las diferencias étnicas entre trabajadoras nahuas, ngi.-
iva, ha shunta enima, ñuu dzahui y mestizas, así como las diferencias de edad, género y

196
puestos. En las maquilas los patrones y encargados avivan las barreras culturales que
mantienen fragmentadas a las obreras, azuzan a las mestizas a no juntarse con las
“serranitas”, a las nahuas a alejarse de las ngi-iva, y así con los diferentes grupos étnicos,
de igual forma incitan a las jóvenes a no juntarse con las mayores, buscando que entre
ellas se mantengan barreras culturales, de edad, género, que posibiliten la fragmentación
obrera.
En su cotidianidad ellas se van adentrando en la inestabilidad laboral,
“aprendiendo” a trabajar en una dinámica efímera, con ritmos y horarios intensivos y
extensivos de trabajo, que se van haciendo parte de su vida, del cómo conciben al
trabajo, del cómo lo viven, siendo parte de ese todo que se disuelve en el aire,
trabajadoras flexibles y precarias. Aunque este vivir el trabajo efímero, intensivo y
extensivo no es aceptado del todo, si se va adentrando en sus cuerpos, en sus formas y
ritmos de vida, “aceptando” que el trabajo es así.
Las prácticas de dominación cotidiana: los insultos, la desvalorización constante
sobre las obreras, sus opiniones y necesidades, las burlas sobre su condición y los
ataques contra su dignidad, van generando rencores en ellas, asumen no merecer ser
tratadas así, puesto que saben trabajar, sin embargo, estas prácticas de violencia
cotidiana sobre ellas, van adentrándose en la concepción que tienen de sí mismas,
llegando a asumir, poco o mucho, que ellas son lo que patrones y encargados les repiten
incansablemente: incapaces e ignorantes, lo que las lleva a considerarse invalidadas para
opinar, actuar y luchar.
Las obreras viven una pelea entre el pensamiento dominante que intenta
adentrarse en sus cuerpos, concepciones y prácticas, frente a esa rabia que genera, que
nace para rechazar la dominación. Esta pugna entre la rabia y el descontento, frente la
hegemonía que siempre intenta ser un poco más hegemónica, es constante y cotidiana, a
veces una avanza más que la otra, otras, la otra aventaja a la una, dándose una pelea
simbólica entre las concepciones de solidaridad, el ser compañeras y las rabias, frente a
la competitividad, el individualismo capitalista, la fragmentación y precariedad.
Así, la hegemonía dominante va buscando adentrarse más, agarrarse en el centro
de las concepciones simbólicas, significados y prácticas con las que las obreras entienden
y viven el trabajo, a sí mismas, a sus compañeras, a sus patrones, a a relación de
dominación y explotación, mientras que del otro lado lo mismo hace la resistencia,
buscando enfrentarse a esa pretendida hegemonía. Concepciones y significados que se
enfrentan en las concepciones simbólicas y prácticas de las obreras, la una intentando
hacerse hegemónica, la otra intentando resistir la dominación, evitando la hegemonía.

2.4.- La importancia de resistir. Enfrentar al mostro “sin que se dé cuenta”.


La dominación y explotación despiertan resistencias, los dominados se niegan a aceptar
del todo los discursos y prácticas que los dominadores imponen por la fuerza física,
política o económica. La resistencia viene a enfrentar y negar simbólica y materialmente la
dominación, nace ahí donde la relación de dominación se impone, y se expresa en
diferentes momentos, niveles y formas. El discurso oculto, nos permite ver más allá de la
puesta en escena y aún más, nos permite observar más allá de los enfrentamientos
abiertos entre dominadores y dominados, nos permite asomarnos a una serie de

197
discursos, significados y prácticas discretas, que niegan simbólica y materialmente la
aceptación de la dominación (Ibíd.; 142).
Observar esto es vital para poder dar cuenta de lo que ocurre en la relación de
dominación, el cómo es concebida, vivida y significada por los dominados. En el discurso
oculto se expresa la resistencia, en este caso obrera, nos permite ver concepciones
simbólicas que acompañan prácticas de resistencia discreta, que son parte de la
“infrapolítica de los dominados” (Scott, 2000; 44).
Para las obreras muchas veces es conveniente silenciar los enojos, por lo menos
frente al patrón y el encargado, ante quienes deciden poner “buena cara”, escenificando lo
que el dominador quiere ver con el fin de mantener el trabajo. Sin embargo, se hace
necesario enfrentar la dominación, intentar negarla y rechazarla, mediante una serie de
significados y concepciones simbólicas que se acompañan de prácticas discretas de
rebelión, esa “contraideología” donde se articulan los significados que justifican los actos
de rebeldía, que es parte de la “subcultura de la resistencia” que menciona Scott (Ibíd.;
148).
Esta subcultura de la resistencia contiene los significados y concepciones
simbólicas que se encuentran detrás de las prácticas de resistencia. En nuestro caso por
ejemplo: las obreras saben del robo de prenda, hilos, partes mecánicas, de las prácticas
para entorpecer la producción, sin embargo, por lo general estas prácticas no son
delatadas, se justifican entre ellas, a partir de que comparten esos significados y
concepciones simbólicas sobre la dominación y la necesidad de enfrentarla, esta
subcultura de la resistencia se construye en medida en que ellas van compartiendo
experiencias, relatos, corajes, enojos, que van haciéndose parte de su discurso oculto. Es
en esta subcultura de la resistencia donde se comparten la concepción del encargado
como “gandalla”, “culero” o “perro del patrón”, donde se festeja el que una obrera haya
explotado, explosión que como dice Scott, no es sólo individual, sino construida
socialmente.
En esta subcultura de la resistencia es donde las experiencias de explosión de la
rabia, se vuelven relatos colectivos que se festejan y se significan, llegándolos a vivir
como experiencias propias, que vienen a hacer justicia a partir del acto de otra obrera, se
difunden y se convierten en leyendas, como la del “Hamurabi”, ese justiciero obrero que
vengaba las afrentas contra las obreras en Altepexi, se construyen concepciones,
significados y relatos colectivos, que justifican las prácticas de resistencia, que enuncian
el enojo ocultándose entre las voces anónimas que se burlan del encargado cuando se
cae, en los chistes sobre los patrones que “visten chamarras de piel de obrera”, entre los
susurros que en los le advierten al encargado que si no se calma, va volver la “Sole” a
ponerlo en su lugar143.

143
La “Sole”, fue una obrera que un día estalló y enfrentó al encargado. Entre las obreras que
vivieron esa explosión de la rabia, el acontecimiento fue vivido intensamente, significado como un acto de
justicia donde ellas se sentían vengadas a partir de los actos de la “Sole”. En el relato etnográfico se hace
mención a este evento cómo fue significado por una de las obreras que lo vio, lo que ella siente al recordar
el evento, y en cómo el acto fue utilizado por las obreras para amenazar al encargado con el regreso de la
“Sole” a manera de burla.

198
Ante la necesidad de silenciar los enojos y la resistencia, las obreras llevan a cabo
una serie de prácticas discretas que van impregnadas de significados y concepciones
simbólicas que buscan rechazar la dominación, que se expresan en el discurso oculto
(Ibíd.; 53). Entre estas prácticas, encontramos los refunfuños, chistes y burlas que hacen
sobre patrones y encargados.
Ejemplos como éste se pueden observar cuando alguna de ellas queriendo,
aunque sea en juego, imponerse sobre las demás, era increpada “ya quisieras ser
encargado”, donde decirle a alguien “pareces encargado” es enunciado y tomado como
un insulto, o un juego que intenta insultar. Dentro de estas prácticas de resistencia
discreta encontramos los relatos donde las obreras festejan la enfermedad o la muerte del
patrón, y en la invocación de fantasías de una justicia que llegara, por medio de dios, la
vida, o en algunos casos, cuando ellas se decidan, todas éstas, fantasías sobre una
justicia que vendrá a cobrar al patrón y al encargado cada una de las afrentas.
Por medio de estas prácticas discretas de resistencia, ellas rechazan la
dominación, expresan su rebeldía y descontento con las condiciones laborales, sin tanto
riesgo de ser descubiertas y evitando represalias, dejando claro su descontento con la
situación laboral, con los tratos recibidos en la maquila. Resistencias silenciosas,
simbólicas y materiales que se escuchan cuando uno plática con ellas, que van
enunciando cada enojo, cada afrenta, que van, como dice Scott, creando un sustrato
cultural en el cual se sustentan las resistencias, que permite a las obreras resistir sin
arriesgarse tanto, en estas prácticas de resistencia discretas, en esta infrapolítica de los
grupos subordinados, en el discurso oculto, las obreras pueden comunicarse y organizar
resistencias que llegaran a expresarse de manera abierta, y que son posibles
manteniéndose en ciertos momentos, ocultas (Ibíd.; 217-218).
Estos relatos, concepciones, significados y prácticas son compartidas entre las
obreras en mayor o menor medida, a pesar de la fragmentación que viven, con ello, las
obreras se enfrentan estratégicamente a la dominación, rechazándola simbólica y
materialmente de manera discreta, silenciosa, entre rumores de hilos, limitada por la
fragmentación obrera, la urgencia económica y la dinámica de la maquila, pero sin que
deje de existir este discurso oculto que alimenta las resistencias, que fomenta rebeliones
simbólicas y materiales, muchas discretas, pero también otras que llegan gritarse de
frente a la dominación.

2.5.- La resistencia de frente y a viva voz.


La resistencia no sólo se vive en formas discretas, llega el momento en que el discurso
oculto irrumpe sobre el público (Ibpid.; 247), donde se rompe el velo que los separa, la
presión que la dominación impone sobre los dominados hace que en algún punto el
discurso oculto emerja (Ibíd.; 254-255), que irrumpa la resistencia abiertamente frente a la
dominación. En el relato etnográfico se observan diferente momentos de esta irrupción:
cuando una obrera no puede más y explota, empujando al encargado; cuando un viejo
obrero avienta la prenda y sale de la fábrica; cuando estalla un paro laboral exigiendo
mejoras en las condiciones de trabajo. Estos momentos, nos dice Scott, son
experimentados vívidamente por parte de los dominados y son también significados. La
irrupción del discurso oculto tiene un efecto liberador (Ibíd.; 254-255).

199
Se llega a un punto en que no se puede seguir manteniendo oculto el descontento,
explotan, encaran al encargado, enumeran las afrentas que han soportado, esta explosión
puede ser individual o colectiva, como sea, es importante para ellas, es el momento en
que pueden decir todo lo que habían querido decir, donde recuperan su capacidad de
acción, re habitándose a sí mismas de eso que la maquila les va despojando, enunciando
la dignidad que les da el ser obreras y saber trabajar. Las explosiones “individuales”, son
individuales sólo en el sentido de quien explota y en cómo se expresa, pero no en lo que
expresa, pues lo que se enuncia, nos dice Scott, son las afrentas que comparten las
obreras, que se construyen en un discurso, en concepciones, significados y prácticas
colectivas, por lo que para las demás significa también un momento liberador, donde la
que explota habla por el sentir de las demás que sólo susurran, ríen, sonríen y se burlan
anónimamente del encargado o patrón encarado.
Las explosiones colectivas, planeadas o espontaneas hacen evidente el carácter
colectivo del discurso oculto, en el cual crecen las concepciones que se harán el centro
del discurso y las prácticas de resistencia abierta. En el caso de Tehuacán este discurso
gira alrededor de la dignidad como trabajadoras, el ser obreras que saben hacer su
trabajo y que son robadas, insultadas e invalidadas por los patrones, los encargados.
La irrupción del discurso oculto, de la resistencia abierta, es significada por las
obreras, tanto las que explotan, como las que se van enterando de la explosión de sus
compañeras, por ejemplo: el caso de Exportadora de Pantalones S.A. vino a despertar
curiosidad y anhelos entre obreras de otras plantas. Durante mis recorridos por las
maquilas, las obreras se remitían al caso de Exportadora, me platicaban lo que ellas
sabían, enunciaban su apoyo y expresaban sus anhelos de hacer lo mismo, expresaban
su alegría de saber que otras obreras habían hecho frente a su patrón y que iban
ganando el juicio laboral.
Entre las obreras de Exportadora, esta irrupción del discurso oculto también tomó
importancia, al ser el momento en que ellas pudieron encarar a su patrón, gritar su “ya
basta”, enfrentando la injusticia cotidiana con su dignidad, expresando constantemente,
que más que luchar por el dinero, fue por su dignidad, por demostrarle al patrón que no
podía tratar así a las obreras, demostrar y demostrarse que las obreras valen, que tiene
voz y pueden responder.
Los primeros momentos de la lucha en Exportadora estuvieron y son recordado
llenos de emociones al respecto, que se significan y son importantes para ellas, a nivel
individual y colectivo: donde comenzaron a aprender que podían responder, actuar,
organizarse, enfrentar al patrón, pese a los riesgos y miedos que esto implicó. Una
experiencia donde se combinan miedos, anhelos, rabias, tristezas, alegrías y dignidad. En
la irrupción de la resistencia abierta, se enuncian las concepciones y significados que se
construyen en el discurso oculto, que son el sustrato cultural, la subcultura de la
resistencia que hace posible la rebeldía y la resistencia frente a la dominación. A lo largo
del conflicto de Exportadora, el discurso de las obreras se basó en esas concepciones
que se construyen en el discurso oculto, en las afrentas y la defensa de su dignidad como
trabajadoras.
La experiencia de la resistencia frontal se va re-incorporando al discurso oculto de
las obreras, donde se guarda en concepciones y significados, tanto para las que

200
directamente estuvieron involucradas, como para aquellas que se enteraron y vieron en
esa acción algo que vino a reivindicarlas como obreras, a hacerlas reflexionar y alimentar
sus anhelos y fantasías de justicia.
El caso de Exportadora fue una lucha de año y medio, donde los momentos más
álgidos se vivieron al principio y al final, cuando anunciaron al encargado el paro laboral y
se plantaron fuera de la maquila para custodiar la maquinaria que pretendían embargar,
cuando se ejecutó el embargo precautorio, permitiendo que las obreras abrieran las
puertas de su trabajo para extraer la maquinaria. A lo largo de la lucha, las obreras van
recordando las emociones, los sentimientos, las afrentas, siendo conscientes de un
proceso de transformación propio, comenzando a romper con lo que en ellas hay del
discurso, significados y las prácticas implantadas por la maquila, acrecentando su
discurso, significados y prácticas de resistencia, del discurso oculto. Una vez estallada la
resistencia abierta, este proceso de transformación encontró en las reuniones y
actividades, un espacio fecundo para fortalecerse, en la vida y experiencia de las obreras,
quienes comenzaron a pensarse y repensarse como sujetos individuales y colectivos.

2.6.- En la resistencia nos construimos y reconstruimos.


Scott señala que en la resistencia, sobre todo los momentos en que se hace abierta y
frontal, se posibilita que los sujetos en resistencia de revaloricen, a nivel individual y
colectivo (Ibíd.; 247). En este sentido la resistencia se vuelve un acto de revalorización de
los sujetos, donde intentan reconstruirse, retomando esas capacidades que la maquila y
la dominación les va arrebatando.
Las obreras en la maquila son sometidas a un proceso de desvalorización, la
dinámica patronal les repite una y otra vez, en palabras y acciones, que ellas no tienen
capacidad, que no valen, que no merecen. Este discurso se va adentrando en la
concepción que las obreras tienen de sí mismas, la dinámica laboral y la violencia
constante va buscando que las obreras se asuman desprovistas de sus capacidades,
productivas, organizativas, de tomar decisiones, de actuar. Con esta desvalorización los
dominadores buscan generar sujetos dóciles que acepten la dinámica impuesta,
buscando que las trabajadoras se asuman a sí mismas incapaces de incidir en el proceso
de producción, de enfrentar la dominación y de transformar la dinámica social, económica,
política y laboral.
Las expresiones y procesos de resistencia vienen a enfrentar esta pretensión de
desvalorización, en los espacios, momentos, experiencias y expresiones de resistencia
los dominados se revalorizan, enfrentan la dominación, teniendo el efecto, nos dice Scott,
de retomar confianza en sí mismos, en su autoestima. Enfrentar la dominación implica ser
capaces, de imaginar otra realidad social, organizarse frente a la dominación y
enfrentarla, rompiendo con lo que la dominación quiere inculcar, así, en este sentido la
resistencia es un espacio, un momento, una experiencia que se significa, que se introduce
en las concepciones simbólicas, significados y prácticas, donde los sujetos se revalorizan
y reconstruyen.

201
Cuando el discurso oculto irrumpe, puede parecer que se da en expresiones
individuales y espontaneas144, pero esta irrupción es social, lo que la alimenta, lo que se
enuncia, se construye en colectivo, en concepciones culturales y significados
compartidos. El acto de resistencia abierta viene a significar un reapropiarse de la
capacidad de acción, saberse capaz de actuar frente al patrón o al encargado, dejar claro
que las obreras tienen dignidad, y que a partir de ésta, no pueden soportar tantas
afrentas. Si bien el descontento y los significados inmersos en la subcultura de la
resistencia no nacen en ese momento, es ahí donde se expresan abiertamente y donde
las obreras recuperan, por un momento por lo menos, su capacidad de negar
abiertamente la relación de dominación.
En los casos de las resistencias abiertas que se acompañan de proceso
organizativos y de lucha, este proceso de repensarse y reconstruirse se potencializa, pues
al ser un proceso colectivo es más posible la reflexión colectiva, el intercambio de
impresiones, significados, además, implica darse cuenta de la fuerza colectiva y la
capacidad de acción e identidad colectiva. En el proceso de Exportadora de Pantalones,
las obreras vinieron a descubrirse capaces de actuar, de organizarse y de enfrentar a su
patrón. Los primeros momentos del movimiento significaron saberse con posibilidad de
luchar frente al mostro que las había sometido por años, saber que no eran eso que los
patrones les habían repetido hasta el cansancio, saber que podían levantarse y enunciar
su dignidad de obreras, a pesar de los miedos y los riesgos.
Durante todo el proceso de lucha las obreras fueron redescubriendo sus
capacidades, de hablar, de opinar, de ser escuchadas, de ser valiosas, de organizarse, de
luchar, esas capacidades que la maquila les había hecho creer en mayor o menor
medida, que ellas no tenían. A partir de este redescubrimiento de sus capacidades,
comenzaron a reconstruirse como sujetos individuales y colectivos, comenzaron a mirarse
unas a otras, a identificarse, a reconocerse, a saberse de alguna u otra manera una clase
obrera, o un grupo perteneciente a ella, que podía enfrentar las afrentas de los patrones y
encargados.
“Yo llegue a creer que no valía, que no importaba, que no merecía, de tanto y tanto
que te lo repiten, pero me doy cuenta que sí valgo, que sí importo y que sí puedo, no solo
yo, sino nosotras”. Expresiones como ésta se enuncian entre las obreras en lucha,
anunciando que intentan romper con la maquila y lo que les dice que son. En este sentido
la dignidad es el centro de su discurso, a partir del cual gira su reconstrucción, es la
dignidad la que las lleva a luchar, es la dignidad la que no puede aceptar tanta afrenta,
tanto insulto, tanta violencia cotidiana, es la dignidad la que las lleva a repensarse y
reapropiarse de sus capacidades, individuales y colectivas.
Ellas vivieron un proceso de repensarse, por un lado de manera individual y por el
otro como colectivo. Ellas se miraban como obreras fragmentadas, en ese sentido la
reconstrucción colectiva comienza en empezar a verse como sujeto colectivo, a partir de
la acción de resistencia, donde ellas hicieron consciente su potencial, ya no como obreras
fragmentadas, sino como Obreras. A partir del paro laboral muchas de ellas comenzaron

144
Scott señala que lo individual y la espontaneidad de la irrupción del discurso oculto radica en su
expresión concreta, más no en los significados que le alimentan y forman.

202
a conocerse y reconocerse, dándose cuenta en reflexiones personales y grupales de la
importancia que tiene mirarse más allá de ellas mismas, en colectivo, saberse y “aprender
a ser compañeras”, que para ellas implicó una de las principales dificultades a combatir, y
uno de los principales obstáculos que enfrentan ante la maquila.
Durante el proceso de lucha ellas hicieron un par de intentos de trabajo sin
patrones, al trabajar pedidos que la Cooperativa Obreras Insumisas les traspaso,
haciendo uso de máquinas prestadas por este grupo. En estos experimentos-intentos, las
trabajadoras que decidieron participar tuvieron una experiencia de trabajo, donde no
ganaron mucho dinero, pero les permitió vislumbrar lo que podría ser un proyecto de
trabajo cooperativo.
Ellas tuvieron que experimentar, aprender cómo organizar el trabajo, cómo decidir
las cosas, llegar a acuerdos, tener discusiones a veces acaloradas, rehacer en más de
una ocasión el trabajo, para que finalmente, después de tres días de experimentación,
pudieron realizar, ahora si con facilidad, el pedido de trabajo. En este experimento, aparte
de ganar un poco de dinero, de asomarse al proceso de construir acuerdos y buscar hasta
encontrar la forma de planificar el trabajo, ellas disfrutaron el tiempo de trabajo “nunca creí
poder trabajar tan contenta”, decía una de ellas recordando la experiencia.
Se asomaron a una forma de trabajo negada en el capitalismo y en la maquila: un
trabajo suyo, donde fueron el centro del diseño, la planeación y la organización del
proceso productivo, donde su experiencia y su creatividad se tuvo que combinar con la de
las demás. Pudieron trabajar alegremente, entre risas, carcajadas, bromas y chistes, sin
que esta dinámica entorpeciera el proceso o la calidad del trabajo. Vislumbraron la
posibilidad de un trabajo diferente: suyo, alegre y disfrutable, evocando la idea que
enunciara Kropotkin en su “Conquista del pan”, donde menciona al “trabajo agradable”,
que sólo es posible fuera del capitalismo y su explotación.
Las que participaron, reflexionaron que nunca habían imaginado poder disfrutar el
tiempo de trabajo, además de dudar en más de una ocasión de su capacidad de llegar a
un acuerdo y de organizar el trabajo. Entre las risas y carcajadas que se enredaban entre
los hilos que iban costurando la tela, ellas bromeaban, reflexionaban sobre el trabajo en la
maquila “donde iba una a creer que se pudiera trabajar así, en la maquila ya tuviéramos al
mondrigo encargado aquí gritando y regañando”.
En esta pequeña experiencia de un trabajo diferente que se torna agradable para
las trabajadoras, ellas tuvieron la capacidad de contrastarla con la dinámica en las
maquilas, aprendieron que el trabajo no tenía por qué llenarlas de hastío, que no
necesitaban a un encargado gritando y regañando, que aunque es difícil, podrían ellas
acordar, organizar y planificar el trabajo.
Así la lucha, la resistencia, no sólo enfrenta a la dominación, sino que sirve como
un terreno fértil para la construcción de lazos colectivos, tan difíciles de construir en la
maquila, donde las obreras encuentran la oportunidad de transformarse a sí mismas,
revalorizándose individual y colectivamente, donde es necesario comenzar a romper con
las concepciones, significados y prácticas que la maquila les inculca. En el proceso de
resistencia ellas lograron mirarse capaces, descubrir capacidades que no pensaban tener,
considerándose a sí mismas y a sus compañeras como valiosas, merecedoras, para
hablar, ser escuchadas, tomadas en cuenta, para retomar eso que la maquila les despoja:

203
sus sueños, sus utopías, su capacidad de decidir, de proponer, de intentar, de pensarse
individual y colectivamente, lo que les da mayor posibilidades de enfrentar la dominación,
pese a los obstáculos que tienen enfrente.
La dominación busca destruir la capacidad de los dominados, productiva,
organizativa, social, personal, para generar sujetos dóciles, mientras que la resistencia al
enfrentar a la dominación, enfrenta esta pretensión, que a veces pareciera tener cierto
éxito. Es un terreno fértil y vital para la reconstrucción tanto de las personas, como de los
colectivos, donde se pueden estrechar los lazos colectivos que el capitalismo y la
dominación buscan debilitar, donde se puede construir comunidad, en este caso obrera,
en un mundo laboral donde son fragmentadas, esto nos habla de la importancia social con
la que las resistencias deben ser miradas y entendidas.
La resistencia se construye y lleva a cabo a partir de concepciones simbólicas,
significados y prácticas, que se adentran en las concepciones culturales, en este caso de
las obreras, en esa subcultura de los grupos subordinados, que posibilita y retroalimenta
al propio discurso oculto, a la propia resistencia. A partir de estas concepciones culturales,
las obreras conciben, de una u otra manera, al trabajo, a la dominación, a sí mismas, a
sus compañeras, a sus patrones, encargados y su vida misma. Esto nos viene a
demostrar que el capital y la dominación no tienen el camino tan libre, aun cuando
pareciera que sí, que enfrente hay concepciones, significados y prácticas que buscan
enfrentarles y que posibilitan reconstruir eso que la dominación busca destruir.

2.7.- Y sin embargo… nos movemos.


A lo largo de este trabajo hemos podido observar como la dinámica laboral del capitalismo
va impulsando una serie de significados, concepciones simbólicas y prácticas sobre la
vida, el trabajo y sobre una misma, buscando generar una cultura acorde a sus
pretensiones, para lograr su aspirada hegemonía. Sin embargo, aun cuando pareciera a
simple vista que se ha logrado dicha hegemonía, si nos asomamos más profundo, tras
bambalinas, podemos observar que hay una resistencia constante haciéndole frente, a
veces, silenciosa, sigilosa, otras veces, a gritos y puños en alto, que se acompañan de
otra serie de concepciones simbólicas, significados y prácticas que le enfrentan, que
buscan ganar terreno en medida de los posible, a pesar de todas las dificultades, que en
este caso, las obreras de la maquila tienen, en una realidad social donde no pueden
contar más que con ellas mismas, y que las va empujando a construirse como obreras
fragmentadas.
Los obstáculos que las obreras de la maquila tienen enfrente no son pocos, entre
éstos podemos ubicar: los económicos, la precariedad laboral, la competitividad, la
fragmentación, la violencia constante, la urgencia económica que viven en las maquilas y
las concepciones al respecto, que ellas van, en menor o mayor grado, haciendo parte de
su forma de entender y vivir el trabajo, la vida, la relación de dominación, a sí mismas y a
sus compañeras.
A pesar de esto, ellas resisten, algunas veces en silencio, con prácticas de
resistencia discreta que se esconden entre murmullos, rumores, chistes, anhelos de
justicia que no se gritan, fantasías y utopías, prácticas que surgen justificadas y
acompañadas de concepciones y significados que enfrentan a la dominación, en una

204
lucha por apoderarse, no sólo de las prácticas y lo material, sino de ese universo
simbólico a partir del cual se explica y se vive la vida, el trabajo y la dominación. Esta
resistencia se da no sólo en el mundo material, sino en lo cultural, en lo simbólico, en el
universo de significados, ahí se posibilita y ahí se da también el enfrentamiento entre la
dominación y la resistencia.
Resistencia y dominación se enfrentan también en lo simbólico, buscando cada
una ganar terreno, habitar los significados y las prácticas que les acompañan, empujando,
chocando, en una pugna constante, que se va adentrando en las obreras y en su vida. A
pesar de todo, las obreras resisten, aun cuando pareciera que no lo hacen, aun cuando
agachan la mirada y silencian los enojos, resisten, se enfrentan a la dominación, al patrón,
al encargado, a veces silenciosamente y otras a gritos, dejando constancia de que a
pesar de todo las obreras de la maquila no han sido derrotadas a pesar de las derrotas y
de las dificultades.
A lo largo de este trabajo se hace latente esta resistencia en sus diversas formas y
expresiones, con sus diferentes significados y prácticas que actúan en lo económico, en lo
político y en lo cultural, dejándonos claro que no se deja de resistir, incluso cuando parece
que no se hace, que la subcultura de la resistencia habita, en mayor o menor medida, en
las concepciones de las obreras, que se construye ese discurso oculto a pesar de la
fragmentación obrera, que va alimentando y posibilita resistencias, que se reintegran a
esa subcultura de la resistencia, que es el sustrato en el que pueden crecer, enfrentando
a la dominación material y simbólicamente, convirtiéndose en rebeliones, a veces
calladas, otras a gritos, gritando esos pequeños “ya basta” que tanto hacen falta.

205
VIII.- A MODO DE CONCLUSIONES QUE ESPERAN NO CONCLUIR.

“Si tuviera que contestar a la siguiente pregunta: ¿Qué es la propiedad? Y


respondiera en pocas palabras: es el asesinato (...) No necesitaría de
grandes razonamientos para demostrar que el derecho de quitar al hombre
el pensamiento, la voluntad, la personalidad, es un derecho de vida y
muerte, y que hacer esclavo a un hombre es asesinarlo (…) ¡La propiedad
es un robo!”

*¿Qué es la propiedad?
Pierre Joseph Proudhon.

Trabajando dignidad.

Comenzaremos este intento de conclusiones anunciando que ojala éstas no concluyan


tanto, que puedan incitar continuaciones, dentro de los límites del que escribe, poder
concluir sin concluir, generando preguntas, respuestas y también indignación ante las
condiciones sociales, económicas, políticas en general y laborales en particular. A lo largo
del texto podemos ir encontrando algunas conclusiones que enunciar en estas líneas
finales.
Tal vez la primera y más obvia será que el capitalismo va dejando a la población
que está sometida a su dominación política, económica y social, desprovista de
posibilidades de una vida digna, donde cada uno y una podamos desarrollar nuestras
potencialidades individuales y colectivas, buscando generar poblaciones despojadas de
capacidades productivas, organizativas, creativas, sociales, etc. A pesar de los discursos
con que el capitalismo y su flexibilización se presentan como garantes de “oportunidades
nunca antes vistas”, a casi 30 años de haber comenzado el neoliberalismo y la
flexibilización económica y laboral en México, a 20 años de haber entrado en vigor el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con lo que se presentó la flexibilización
como la panacea económica y laboral, es evidente que en el caso de México y de
Tehuacán en particular, ésta implicó casi exclusivamente la precarización del trabajo y la
vida de las trabajadoras, despojándoles de aquellas victorias arrancadas por la lucha, que
llevaron en parte, a la construcción de ese Estado del bienestar, que vale decir se
preocupaba por el bienestar económico capitalista, mientras simulaba preocuparse por el

206
bienestar social, apropiándose de las victorias sociales que los movimientos habían
impuesto.
La dinámica laboral imperante en el mundo, en México y en particular en
Tehuacán se materializa en la precarización laboral y de vida, donde el trabajador vuelve
a ver reducidos sus derechos básicos que había logrado arrancarle al Estado y a la
burguesía, en favor de la acumulación de capital. La prometida polivalencia de
conocimientos laborales y la posibilidad de que las trabajadoras incidieran en el proceso
de diseño y planeación de la producción, que anunciaba la flexibilización laboral se ve hoy
a la luz de los años desvanecida, quedando sólo la reducción de derechos, el
aniquilamiento de la posibilidad de crecimiento laboral, la eliminación de las de por si
mínimas posibilidades de organización sindical independiente del Estado y la patronal,
volviendo a las extensivas jornadas laborales tan características de finales del siglo XIX y
principios del XX, la libertad para el capital de flexibilizar a su antojo los procesos
productivos, la contratación y despido de trabajadoras, que se tienen que someter a
ritmos intensivos acordes a las necesidades empresariales.
Es notable cómo las transformaciones geoeconómicas-políticas globales se hacen
presentes en lo local, transformando el espacio, la experiencia del tiempo, del trabajo y la
vida misma. Estas transformaciones generan cambios en lo social y lo cultural, alteran la
forma de vivir de las comunidades, de la ciudad, incita a despoblar las comunidades
indígenas y campesinas, para poblar las fábricas y ciudades, que inventa y reinventa,
transformando además la forma de concebir y vivir el trabajo, introduciendo los valores de
lo efímero y lo fragmentado en la vida de las trabajadoras, transformando sus ritmos de
vida, haciendo que estos valores y ritmos invadan la vida, prácticas y concepciones de las
obreras de la maquila, además imprimiendo esos cambios acelerados de los deseos y
necesidades de consumo, que se suman a la difícil situación económica de las
trabajadoras. Así, el capitalismo empuja cambios culturales importantes, que atraviesan la
vida social, no sólo a nivel laboral, haciendo imperante esa sensación de que todo se
desvanece en el aire, más allá de productos y servicios de consumo.
Podemos ver cómo la dinámica del “nuevo” trabajo precario y flexible va
generando obreras fragmentadas, intentando despojarlas de sus capacidades como seres
humanos y como trabajadoras, de sus culturas y culturas del trabajo, para imponérseles y
llenar ese universo simbólico a partir del cual las trabajadoras conciben y viven el trabajo
y la vida en general. Una dinámica laboral que tiene la libertad de aprovechar todo lo que
pueda aprovechar, el tiempo, el espacio, hasta las casas de las obreras, para aumentar
sus márgenes de acumulación, que hace uso de tradiciones laborales que no estaban
insertas en el mundo industrial, haciéndolas un apéndice de la ahora industria des-
localizada y des-dibujada, pero no menos presente.
La dinámica laboral, la cultura patronal de violencia, y la cotidiana dominación y
explotación han hecho que el trabajo, por el que las obreras sienten orgullo y lo
consideran parte de su identidad, se vuelva un inferno, un monstruo que las devora y
despoja de ellas mismas, al que no tienen otra posibilidad más que dejarse devorar por
esas fauces que se esconden en los portones de las maquilas, haciendo que el orgullo de
saber trabajar, de ser costureras y obreras quede enterrado bajo el hastío que el trabajo
precario y fragmentado les impone, no sin que ese orgullo siga presente y se asome.

207
El trabajo es vivido con hastío, ante una dinámica repetitiva y fragmentada donde
las obreras sólo sirven de complemento de la máquina, lo conciben como un monstruo
que las devora, como un hoyo en el que inevitablemente caen, ante la necesidad
económica, soterrando el orgullo de saber trabajar, que intenta aferrarse de donde puede,
en un mundo laboral donde la inestabilidad es el horizonte y única posibilidad de futuro
que no promete, que no permite más que una vida precaria, con ritmos intensivos de vida
y de trabajo y horarios extensivo, a disposición de las necesidades del capital.
Es importante señalar cómo se significan los espacios, momentos y experiencias
fuera del mundo laboral, donde la maquila no está presente, o por lo menos no tanto, esos
paseos en los parques, los espacios y momentos de recreación, el control sobre el
cuerpo, sus movimientos, la sexualidad, las sonrisas y alegrías, se vuelven refugios, como
dice Luis Reygadas (2002), importantes para las obreras, donde intentan escapar, aunque
sea un poco de la dinámica laboral, para hacer vivible la vida.
En la maquila se encuentran diferentes culturas y culturas del trabajo, conviven,
chocan, se enredan, muchas veces más en conflicto que en entendimiento, donde los
patrones aprovechan estas diferencias cultures para su beneficio, para mantener una
clase obrera fragmentada por barreras culturales, que no son impermeables, pues
también se da una interacción, ciertos acercamientos culturales, apenas asomos, donde
se encuentran diferentes culturas indígenas y mestizas, donde no deja de estar presente
el desprecio contra lo indígena, que va siendo empujado a negarse a sí mismo,
abandonando comunidades, identidades, concepciones y expresiones culturales y
lingüísticas para evitar ser señalados, despreciados y a pesar de esto, la población
indígena responde de diferente manera, desde negar su identidad, hasta rescatarla,
resguardándola para sí mismos en los espacios donde saben no serán objetos de
desprecio.
Otro aspecto a señalar, es la constante mención que hacen ellas, respecto a que
sus principales problemas para enfrentar la situación laboral, es el no saber ser
“compañeras-compañeras”. Las dificultades para mirarse, identificarse y concebirse
mutualmente, tanto simbólicamente como en la práctica, como “compañeras-
compañeras”, son piedras en los zapatos de esta clase obrera fragmentada y precarizada,
que les impide y dificulta la posibilidad de construirse y accionar en colectivo. Ellas
identifican, en mayor o menor medida, en esto, una de sus principales limitantes. Sin
embargo, es necesario señalar también, que esta limitante se origina y es buscada desde
la propia dinámica política y económica, del trabajo precario, flexible y explotado.
Es necesario, no pensar, que es en ellas que se originan estas limitantes, sino
desde el mismo centro y objetivos intermedios del sistema político y económico para
lograr su objetivo primordial: dominar y explotar. Estas limitantes son parte de las formas
en las que la dominación y la explotación se implementan y se materializan: las largas
jornadas; lo ritmos intensivos; la alta movilidad de esta clase obrera peregrina; la
fragmentación de tareas que se diversifican constantemente; la alta inestabilidad laboral;
la violencia cotidiana que busca desvalorizarlas y que ellas mismas se desvaloricen; la
eterna complicidad entre el Estado y el capital, que hace que el monstruo a enfrentar sea
aún más grande y virulento, con varias cabezas: los patrones y el capital; los encargados
y su violencia cotidiana; el gobierno, en sus diferentes niveles, con todas sus instituciones

208
y herramientas; los sindicatos “charros” y patronales; la urgencia económica que nunca
deja de estar presente.
Es en este contexto que debemos entender estas limitantes que ellas asumen
como propias, que les dificultan mirarse, identificarse, conocerse, reconocerse, mirarse,
concebirse y construirse en colectivo, organizarse, actuar y luchar para enfrentar a este
monstruo que se levanta enfrente de ellas. Y a pesar de todo esto, ellas demuestran con
sus historias y voces, que no se rinden, que siguen manteniendo reductos, donde gritan, a
veces en silencio, que no se rinden, que no son eso que les dicen que son y que están
dispuestas a aceptar con agrado la situación, aunque las condiciones muchas veces las
obliguen a tragarse la rabia, sonreírle al patrón y bajar la mirada, que tal vez se agacha no
tanto para mostrarle sumisión al patrón y al encargado, sino para que éstos no puedan
adivinar esa rabia que se asoma por sus ojos y se va guardando dentro de ellas,
esperando el momento en que podrá salir y gritarse.
A pesar de este contexto, ellas no se rinden, siguen levantando sus voces dignas,
algunas veces, a viva voz, gritando, levantando puños y miradas que dejan ver que están
dispuestas a desgarrar la historia, su historia y tomarla en sus manos: re-descubrirse, re-
construirse, re-concebirse, ya no como una clase obrera fragmentada, sino como
“compañeras-compañeras”, dispuesta a comenzar a dar, pequeños pasos tal vez, en ese
camino de aprender a ser y ser “compañeras-compañeras” para poder enfrentar con su
rabia a la dominación y la explotación, con todas las dificultades que el sistema político y
económico imponen, y las propias de ellas que son las primeras que identifican necesario
derruir.
Por ultimo haremos mención de la importancia de los procesos y expresiones de
resistencia, donde asomarnos al discurso oculto nos permite tener una visión más amplia
de la que nos pueda dar la puesta en escena del discurso público donde se aparenta la
hegemonía. Asomarnos al discurso oculto nos permite ver en amplitud la relación de
dominación, desde la visión de los dominados, que se oculta y se presenta en prácticas
discretas en las que las obreras pueden enfrentar y rechazar la dominación sin correr
tanto riesgo de ser descubiertas y sometidas a represalias.
Asomarnos a esa subcultura de la resistencia, a la infrapolítica de los
subordinados, nos permite dar cuenta de cómo a pesar del discurso público, dentro de la
cultura de los dominados se hacen presentes concepciones simbólicas, significados y
prácticas que rechazan simbólica y materialmente la dominación, una resistencia que
crece en concepciones y prácticas culturales, donde encuentra un suelo fértil para
florecer, esparcirse, difundirse, permitiendo que los dominados hagan frente a la
dominación, aun cuando pareciera que no lo están haciendo.
Estas concepciones, significados y prácticas, y las expresiones y procesos de
lucha y resistencia, permiten enfrentar las concepciones y prácticas culturales que la
dominación intenta imponer, permitiendo la posibilidad de reconstruirnos como sujetos
individuales y colectivos, mirarnos desde otro lente, posibilitando la creación de lazos
colectivos, de espacios comunitarios, por muy incipientes que sean, donde es posible
enfrentar la desvalorización y el despojo de capacidades creativas, organizativas,
productivas y comenzar un camino de reapropiarnos de nuestras potencialidades
individuales y colectivas.

209
La resistencia enfrenta a la dinámica de dominación social, política y económica y
se le enfrenta también en el mundo de lo simbólico, siendo una experiencia que viene a
transformar, a las obreras en este caso, donde ellas se van redescubriendo,
reconstruyendo y redefiniendo, lo que piensan de la vida, del trabajo, de ellas mismas, de
sus compañeras, de la dominación, donde se pueden dar la oportunidad de reconstruirse
individual y colectivamente,

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Dibujo: “La industria maquiladora en Tehuacán: Procesos y expresiones de resistencia obrera”, realizado por
Milton Sobreiro, mayo 2014.

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