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EL DERECHO

es el orden normativo2 e institucional de la conducta humana en sociedad inspirado en


postulados de justicia y certeza jurídica,3 cuya base son las relaciones sociales que
determinan su contenido y carácter en un espacio y tiempo dados. En otras palabras,
es un conjunto o sistema de normas que regulan la convivencia social y permiten
resolver los conflictos jurídicos. A lo largo de la historia juristas, filósofos y teóricos del
derecho han propuesto definiciones alternativas y distintas teorías jurídicas sin que
exista, hasta la actualidad, consenso sobre su definición. El concepto del derecho es
estudiado por la filosofía del derecho.
La expresión «derecho» se utiliza indistintamente para nombrar a la disciplina y su
objeto de estudio. De este modo, la pronunciación del nombre de la disciplina es el
mismo que el de su objeto de estudio. Así, «derecho» dice relación con la ciencia del
derecho o un determinado cuerpo de normas (por ejemplo, derecho civil, derecho
penal, derecho procesal, derecho internacional, etc.). De acuerdo con la Real Academia
de la Lengua Española y la Fundación del Español Urgente, todas las acepciones de
«derecho» se escriben con minúscula, a excepción de cuando hacen referencia a un
departamento, facultad o asignatura.

SOCIEDAD

Conjunto de personas que se relacionan entre sí, de acuerdo a unas determinadas


reglas de organización jurídicas y consuetudinarias, y que comparten una misma cultura
o civilización en un espacio o un tiempo determinados.
es un término que describe a un grupo de individuos marcados por una cultura en
común, un cierto folclore y criterios compartidos que condicionan sus costumbres y estilo
de vida y que se relacionan entre sí en el marco de una comunidad. Aunque las
sociedades más desarrolladas son las humanas (de cuyo estudio se encargan
las ciencias sociales como la sociología y la antropología), también existen
las sociedades animales (abordadas desde la sociobiología o la etología social).

EL ESTADO

En términos jurídicos y sociales, un Estado es la forma y organización de la sociedad,


de su gobierno y al establecimiento de normas de convivencia humana; es
la unidad jurídica de los individuos que constituyen un pueblo que vive al abrigo de un
territorio y bajo el imperio de una Ley, con el fin de alcanzar el bien común.

El Estado es una maquinaria mediante la cual se hace efectivo el poder político; y el


gobierno es quien, en una primera aproximación, detenta ese poder, ya que está
constituido por el conjunto de personas que manejan dicha maquinaria.
EL FALLO BLANCO DEL TRIBUNAL DE CONFLICTOS DE FRANCIA DE
FEBRERO 8 DE 1873
COMPETENCIA - RESPONSABILIDAD
Considerando que la acción intentada por el señor Blanco contra el prefecto del
departamento de la Gironde, representante del Estado, tiene por objeto hacer
declarar al Estado civilmente responsable, por la aplicación de los articules 1383
y 1384 del Código Civil, del perjuicio resultante de la herida sufrida por su hijo,
por hechos de obreros empleados por la administración de tabacos;
considerando que la responsabilidad que puede incumbir al Estado por los
perjuicios causados a los particulares por hechos de personas que emplee en el
servicio público, no puede estar regida por los principios establecidos en el
Código Civil, para las relaciones de particular a particular; que esta
responsabilidad no es ni general ni absoluta; que tiene sus reglas especiales que
varían según las necesidades del servicio y la necesidad de conciliar los
derechos del Estado con los derechos privados; que, desde entonces, en los
términos de las leyes acabadas de ver, la autoridad administrativa es la sola
competente para conocerla; ... (Recisión de conflicto confirmado).
OBSERVACIONES
Habiendo sido una niña atropellada y herida por una vagoneta de la manufactura
de tabacos, el conflicto había sido elevado ante los tribunales judiciales,
incautados por el padre de la niña de una acción en perjuicios-intereses contra
el Estado como civilmente responsable de las faltas cometidas por los obreros
de las manufacturas.
El Tribunal de Conflictos debía así resolver la pregunta de saber, para retomar a
los términos de las conclusiones del comisario del Gobierno, David, "cuáles de
las dos autoridades, administrativa y judicial, la que tiene competencia general
para conocer de las acciones en perjuicios-intereses contra el Estado". El Fallo
dado en esta ocasión debía tener una suerte singular. Se le consideró durante
largo tiempo
como el fallo de principio, la piedra angular de todo el Derecho Administrativo;
hoy algunos autores sostienen que ha caducado (prescribe), suponiendo que
nunca tuvo la importancia que se le dio. Sin entrar en estas controversias, se
debe buscar dentro de la evolución del derecho positivo, el alcance exacto del
Fallo Blanco.
1. El Fallo Blanco consagra primeramente el abandono definitivo del criterio de
delimitación de competencias fundado en los textos en virtud de los cuales sólo
los tribunales administrativos podrían declarar el Estado deudor (6 de diciembre
de 1855, Rotschild decisión en la cual aparecen ya, al lado del criterio tradicional
del "Estado deudor", los principios y los términos mismos del Fallo Blanco). Sólo
subsiste desde ahora la referencia a las Leyes del 16-24 de agosto de 1790 y 16
fructidor4, año III, que prohiben a los tribunales judiciales "perturbar de cualquier
manera las operaciones de los cuerpos administrativos y de conocer de los actos
de administración, de la especie que sean".
2. Estos textos son interpretados por el comisario del Gobierno, David, en el
sentido de que los tribunales judiciales "son radicalmente incompetentes para
conocer de todas las demandas hechas contra la administración en razón de los
servicios públicos, cualquiera que sea su objeto e incluso que ellas tenderían, a
no a hacer anular, reformar o interpretar por la autoridad judicial los actos
administrativos, sino simplemente a hacer pronunciar contra ella condenaciones
pecuniarias en separación de los perjuicios causados por sus operaciones".
3. Los litigios así sustraídos al conocimiento de los tribunales judiciales, no deben
estar marcados según los textos del Código Civil. Retomando ciertas fórmulas
de las conclusiones de su comisario de Gobierno, el Tribunal de Conflictos
decide que "la responsabilidad del Estado... no puede ser regida por los
principios que están establecidos en el Código Civil para las relaciones de
particular a particular; esta responsabilidad no es ni general ni absoluta; tiene
sus reglas especiales que varían según las necesidades del servicio y la
necesidad de conciliar los derechos del Estado con los derechos privados.
4. La competencia administrativa y la sustracción al derecho privado solo se
aplican, entretanto, al "Estado poder público": en tanto que "propietario -es decir
en la gestión del dominio privado- y en tanto que "persona civil capaz de
obligarse por contratos dentro de los términos del derecho común", el Estado es
sometido, dice el comisario del Gobierno, al derecho privado y a los tribunales
judiciales.
5. Los aportes del Fallo Blanco a la teoría general del Derecho Administrativo
son entonces los siguientes:
5.1. El principio de la unión de la competencia y del fondo está afirmado: además,
las conclusiones del Fallo mismo establecen un lazo directo y recíproco entre la
aplicación de reglas autónomas exorbitantes del derecho privado, y la
competencia de la jurisdicción administrativa.
5.2. La noción de gestión privada de los servicios públicos está esbozada dentro
de las conclusiones ("El Estado propietario", "el Estado persona civil capaz de
obligarse por contratos dentro de los términos del derecho común"); iba a ser
desarrollada dentro de las conclusiones del comisario del Gobierno, Romieu,
sobre el asunto Terrier (6 de febrero de 1903) y consagrado en el Fallo del 31 de
julio de 1912, SOCIEDAD DE LOS ORANTOS PORFIROIDES DE LOS
VOSGOS, por lo contractual.
5.3. Dentro de lo contencioso de la responsabilidad, contrariamente, el Fallo y
las conclusiones consagran la competencia administrativa exclusiva de toda idea
de gestión privada. El comisario del Gobierno separa expresamente la
competencia judicial y la aplicación del derecho civil, ya que está dentro de la
especie "de una manufactura de tabacos que tiene gran parecido con una
industria privada" y de "hechos de imprudencia reprochados a simples obreros
que están fuera de la jerarquía administrativa. La jurisprudencia ulterior
confirmaría estos puntos de vista sólo en
5.3.1. Sigue siendo exacto que la responsabilidad del poder público está
sometida a reglas especiales y releva de la competencia administrativa "incluso
si el agente que ha causado el perjuicio en el cumplimiento del servicio no tiene
la calidad del funcionario sino que es un empleado auxiliar o un encargado de la
Administración, contratado por ella en virtud de un contrato hecho dentro de las
condiciones del derecho común;
5.3.2. Pero, mientras que el comisario del Gobierno, David, preconizaba la
competencia administrativa para las acciones en responsabilidad formadas en
razón de los servicios públicos, "cualquiera que sea su objeto", la jurisprudencia
reconoce desde 1920 la existencia de servicios públicos industriales y
comerciales que su parecido con la industria privada ha hecho sustraer
justamente a los principios del Fallo Blanco (22 de enero de 1921, COLONIA DE
LA COSTA DE MARFIL (Sociedad Comercial del Oeste Africano).
5.4. El Fallo Blanco afirma la autonomía del Derecho Administrativo de la
responsabilidad en relación con las reglas puestas en el Código Civil. A pesar
del acercamiento de las jurisprudencias administrativa y judicial sobre ciertos
puntos, ese principio continúa siendo válido, como lo atestiguan las recientes
decisiones del Consejo de Estado y de la Corte de Casación que retoman los
términos del Fallo Blanco. Esta autonomía ha tomado, entre tanto, un nuevo
sentido; si implica todavía en ciertos casos, conforme al sentido primitivo de la
fórmula del Fallo Blanco, reglas menos favorables a los particulares que aquellas
que hubiesen resultado de la aplicación del Código Civil (exigencia de una falta
grave, por ejemplo), ello arrastra cada vez con más frecuencia el reconocimiento
de la responsabilidad de la Administración en situaciones donde el derecho civil
no habría permitido satisfacer a la víctima.
6. Finalmente, en lo que concierne al propio caso Blanco, podría preguntarse si
él relevaría todavía hoy, de la competencia administrativa. La Ley del 31 de
diciembre de 1957, en efecto, ha transferido a los tribunales judiciales, "por
derogación del artículo 13 de la Ley de 1 6-24 de agosto de 1 790", el contencioso
de los "perjuicios de toda naturaleza causados por un vehículo cualquiera",
exceptuando aquellos ocasionados en dominio público (art. 1), y la jurisprudencia
ha dado, para la aplicación de esta ley, la interpretación más extensa de la noción
de "vehículo", aplicándole principalmente a una draga fluvial, a un quitanieves, a
un avión o a una balsa.
EL FALLO CADOT DEL CONSEJO DE ESTADO DE FRANCIA DE
DICIEMBRE 13 DE 1889
El texto del Fallo Cadot es el siguiente:
COMPETENCIA - CONSEJO DE ESTADO JURISDICCIÓN ADMINISTRATIVA
DE DERECHO COMÚN
La ciudad de Marsella suprimió el empleo de ingeniero-director de la inspección
de caminos y de los de la ciudad, al titular de este empleo quien reclama unos
daños y perjuicios; la municipalidad denegó el derecho a esta reclamación, lo
acogió los tribunales judiciales, que estimaron que el contrato que lo ligaba a la
ciudad no tenía el carácter de un contrato civil de arrendamiento de trabajo, por
lo cual se declararon incompetentes; enseguida se dirigió al Consejo de
Prefectura, que se declara incompetente a su vez, pues la demanda no había
sido fundada sobre la ruptura de un contrato relativo a la ejecución de trabajos
públicos. El interesado se dirige hacia el Ministro del Interior; quien le responde
que el Consejo Municipal de Marsella no habiendo acogido su demanda de
indemnización, él no podría darle otra salida. Esta denegación la conferirá el Sr.
Cadot al Consejo de Estado. El Consejo de Estado decidió que el ministro había
tenido razón de haberse abstenido de declarar sobre las pretensiones que en
efecto no eran de su competencia, y que pertenecía al Consejo de Estado
conocer del litigio nacido entre la ciudad de Marsella y el Sr. Cadot. De apariencia
insignificante, desprovista de grandes afirmaciones en principio, esta sentencia
aclarada por las conclusiones del comisario del Gobierno Jagerschmidt, ha
marcado en realidad una gran etapa en la evolución del Contencioso-
administrativo y por tanto un golpe de gracia a la teoría dicha por el ministro-juez
y haciendo del Consejo de Estado el juez de derecho común del Contencioso-
administrativo.
Las Leyes 16 y 24 de octubre de 1790 y la 16 de fructidor del año III habían
tenido por objeto sustraer la Administración a todo juez. Pero poco a poco se
estaba desarrollando una verdadera jurisdicción administrativa. Dotada en
principio, únicamente de un poder consultativo, el Consejo de Estado, creado por
la Constitución del año VIII, que no había tardado en efecto, en ser un órgano
jurisdiccional.
Durante largo tiempo, no poseía sino poderes de justicia "retenida" y la decisión
pertenecía aún en principio al Jefe de Estado; este último había tomado el hábito
de seguir los dictámenes del Consejo de Estado, el cual recibió finalmente, por
la Ley del 24 de mayo de 1872 el poder de justicia "delegada", que le permitía
tomar decisiones contenciosas en nombre propio.
Pero de estos orígenes y del principio según el cual la Administración no debía
tener juez, la jurisdicción administrativa había de conservar, aún después, de
1872 ciertas secuelas.
Se estimó en efecto, que el Consejo de Estado no tenía competencia sino en los
casos expresamente previstos por la ley: dicho de otro modo, que él no era sino
un juez de atribución. El Juez de derecho común permanecía como al día
siguiente de las Leyes de 1790 y del año III, el ministro: toda petición de un
particular debía ser llevada primero ante el ministro que estatuía y enseguida
solamente, en apelación ante el Consejo de Estado. Tal era la teoría del
"ministro-juez".
Esta existió en una época donde la Administración se juzgaba a sí misma, no era
más justificado desde entonces que existía una verdadera jurisdicción encargada
de declarar sobre los litigios entre la administración y los particulares. Contestada
por la doctrina, era progresivamente abandonada por la jurisprudencia; era
excluida, especialmente del contencioso de los actos tomados por las
autoridades del Estado y no se aplicaba a los recursos por exceso de poder. El
Consejo de Estado sentenció definitivamente por el caso Cadot, descartando del
contencioso de la responsabilidad de las colectividades locales, y decidiendo de
una manera general, que todos los litigios de orden administrativo podían, de
ahora en adelante ser llevados directamente ante él, es decir sin estar sometido
primero al ministro. No en el caso donde un texto prevea expresamente que el
recurso administrativo previo sea obligatorio.
Para retomar los términos del comisario del Gobierno Jagerschmidt, "donde
exista una autoridad habiendo un poder de decisión propio, pudiendo rendir
decisiones administrativas ejecutoriadas, un debate contencioso puede nacer y
el Consejo de Estado puede directamente acogerlo, basta que el debate nazca
por el efecto de una decisión de la autoridad administrativa dada sobre el litigio".
De este modo los recursos contenciosos deben ser, por regla general, dirigidos
contra una previa decisión administrativa; pero la Administración ha perdido su
función jurisdiccional. Por el Fallo Cadot el Consejo de Estado se reconoció el
juez de derecho común en primer lugar y en último es de su jurisdicción los
recursos de anulación de los actos administrativos y de los recursos de
indemnización formulados contra las colectividades públicas.

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