Está en la página 1de 21

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/277956641

ADICCION SEXUAL Y TRAUMA TEMPRANO

Data · June 2015

CITATIONS READS
0 766

1 author:

Maria Bernarda Romero


Universidad Nacional de Lanús
3 PUBLICATIONS   0 CITATIONS   

SEE PROFILE

All content following this page was uploaded by Maria Bernarda Romero on 09 June 2015.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


ADICCION SEXUAL Y TRAUMA TEMPRANO

Resumen

En el presente artículo se realizará una breve introducción al tema de la Adicción


Sexual, se mostrarán diferentes criterios para su evaluación diagnóstica y se expondrán
algunas conclusiones de Patrick Carnes, el primero en realizar una investigación
exhaustiva del tema sobre la base del estudio de mil adictos sexuales.
También se intentará relacionar la adicción sexual con los traumas tempranos de la
infancia y se resaltará la importancia de su conocimiento y su consideración cuando se
realiza la evaluación del diagnóstico de adicción sexual sobre la base de la necesidad de
proveer seguridad psicológica durante el proceso de evaluación y recuperación del
adicto.

María Bernarda Romero


Psicóloga Clínica- Universidad J. F. Kennedy
Profesional en Ciencias Económicas- Universidad Nacional de Lomas de Zamora
Doctoranda en Salud Mental Comunitaria-Universidad Nacional de Lanús
Sexóloga Clínica- Sociedad Argentina de Sexualidad Humana- Universidad Abierta
Interamericana
Domicilio: Carlos Croce 244-1832- Lomas de Zamora. Pcia. De Bs. As- Argentina
Email: marber58@yahoo.com.ar www.mariabernardaromero.blogspot.com

Palabras Claves
Adicción Sexual. Evaluación diagnóstica. Traumas Tempranos. Desregulación del
afecto. Trauma y miedo. Medio-ambiente clínico seguro.

1
BREVE INTRODUCCIÓN AL TEMA DE LA ADICCIÓN SEXUAL

Aunque el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM-IV)


establece un sistema de referencia para los diagnósticos así como para el intercambio de
información de manera sistematizada, pareciera ser que aún este sistema de codificación
no reconoce la existencia de la adicción sexual/compulsión como una categoría
diagnóstica separada. Una concepción más amplia, no restringida sólo al uso de alcohol
y drogas, podría ser revisada y transformarse una alternativa tal vez más aceptada.
De todos modos, dicho Manual reconoce la adicción al juego de azar o juego
patológico, la cual presenta criterios muy parecidos al de la adicción sexual.
También se puede observar que el DSM-IV no la incluye en Desordenes sexuales
especificados como tampoco en los no especificados, ni en Parafilias o Parafilias no
especificadas. Sí lo hace con trastornos por aversión al sexo, aunque la adicción sexual
comparte con éstos varios criterios, considerando que cerca del 72% de los adictos
sexuales evidencian síntomas de aversión sexual, ó como se lo llama algunas veces,
anorexia sexual -aversión al deseo-.(Carnes 1997, 1998, 2001, 2002:14).
Algo similar sucede con los desórdenes en las comidas donde los pacientes pasan de
estar fuera de control a periodos de control extremo: “patrón de una borrachera a un
patrón de purga”. Además no es inusual ver este tipo de “borrachera simultánea con
purgas” en un paciente adicto sexual que no tiene control fuera del matrimonio y que,
dentro de este, no tiene sexo con su pareja o esposa/o. (Carnes, 2002:14).
Si bien en la actualidad el DSM-IV no reconoce la adicción sexual como un
desorden, algunos especialistas como Coleman, Anthony y D.T. & Hollander
observaron en la clínica que la actividad sexual actúa como un modo de enaltecer o
alterar el estado de ánimo. Este modo de alteración del comportamiento inducido está
documentado y muestra una fuerte asociación con otros procesos de adicciones tales
como el juego y la comida (Schneider y Irons, 1997)
La teoría fue presentada por Coleman quien atribuyó el desarrollo del
“comportamiento sexual compulsivo” a dos dinámicas: una que predispone a un
individuo al uso compulsivo de sustancias o comportamientos con el sentido de aliviar
el dolor emocional, y la segunda que lleva al individuo con esa predisposición a
seleccionar cierto tipo de comportamientos sexuales como sus preferidos para aliviar el
dolor.

2
De acuerdo con la teoría de Coleman, la base de dicha predisposición podría estar
constituida por algunas disfunciones de la intimidad en la familia de origen del
individuo, tales como abusos o negligencias en la niñez. En respuesta a este trauma el
niño desarrolla un sentido de vergüenza, percibiéndose a sí mismo como la causa de ese
abuso o negligencia y, como resultado de esto, se siente desvalorizado e inadecuado. La
vergüenza y la baja estima interfieren en sus relaciones interpersonales surgiendo
relaciones íntimas disfuncionales o inexistentes. Al vivirlo en soledad disminuye aún
más, en consecuencia, su propia estima.
Coleman identificó estos hechos y sentimientos como el origen de la predisposición
compulsiva, diciendo:
“Todos estos hechos y sentimientos causan dolor psicológico al cliente y para
aliviarlo, el cliente comienza a buscar un agente con cualidades analgésicas. Para
algunos, ese agente es el alcohol. Para otros podría ser las drogas, ciertos
comportamientos sexuales, comidas particulares, patrones de trabajo, juego, etc. Todos
parecen causar cambios físicos y psicológicos, que alivian el dolor y brindan alivio
temporario” (Coleman 1986: 9; 1987:196-97)
La hipótesis de Coleman se asienta en que la dinámica específica que lleva al
individuo a manifestar un comportamiento sexual compulsivo es un antecedente de
ciertas actitudes restrictivas y conservadoras relacionadas con la sexualidad. Coleman
mencionó el abuso sexual como una de las formas de abuso o negligencia en la niñez
que contribuye a la predisposición general para depender compulsivamente de una
sustancia externa o comportamiento con el sentido de aliviar el dolor emocional. Pero
no identificó el abuso sexual como un factor determinante en la selección del
comportamiento sexual con el sentido específico de aliviar el dolor.
También podríamos agregar que algunos especialistas observaron en los patrones de
adicción sexual una similitud con los de alcoholismo y adicción a la droga como así
también con los de los jugadores compulsivos.
Estos patrones son:
1. Una pérdida de control, exhibida en un persistente deseo o en esfuerzos no
exitosos para controlarse o detener el comportamiento,
2. Una continuación del comportamiento a pesar de consecuencias adversas
tales como arrestos, matrimonios rotos, problemas financieros, etc.,
3. Y una obsesión o preocupación por seguir manteniendo su comportamiento
adictivo aún a sabiendas del daño que representa para sí mismo y para otros.

3
“Cuando la problemática del comportamiento sexual llena estos tres criterios, puede
llegar a considerarse la probable existencia de un proceso de adicción sexual” (Carnes y
Schneider, 2000)
En un estudio realizado durante los años 1991, 1996 y 1998 se observó que las
adicciones sexuales y las adicciones a sustancias tienden a coexistir. La siguiente tabla
resume lo observado por Carnes y Schneider y está basada en adictos sexuales en
proceso de recuperación habiéndose realizado en forma anónima.
Carnes investigó a 289 adictos en 1991. Estos se encontraban dentro del programa de
recuperación de los 12 pasos 1 al igual que los 75 investigados por Schneider en 1996 y
los 82 adictos dentro de terapias directas, analizados también por Schneider en 1998. De
todas ellas surge lo siguiente:

Adicciones concurrentes entre adictos sexuales en proceso de recuperación

Carnes, (1991) Schneider, (1996) Schneider ,(1998)


Adicciones (N=289) (N=75) (N=82)
Desorden en el uso 42% 39% 45%
de sustancias
Desorden en las 38% 32% 10%
comidas
Compras 26% 13% 9%
compulsivas
Juego compulsivo 5% 4% 5%
Otras adicciones 17% 17% 34%

Las tres investigaciones realizadas produjeron similares descubrimientos: una gran


mayoría de adictos al sexo dio cuenta de, al menos, una o más adicciones coexistentes.
A similares conclusiones arribaron otros investigadores como Coleman (1987), Wastson
(1989) y Irons & Schneider (1994).
Otra observación que puede hacerse es que, si bien hay una tendencia que ve esta
problemática sólo como masculina, en la actualidad, por cada tres adictos masculinos
aproximadamente hay uno femenino y la proporción entre de hombres y mujeres podría

1
Carnes, 1991; SCA, 1995; Parker & Guest, 1999; SAA 1997

4
llegar a ser idéntica para las proporciones de géneros encontradas en el juego
compulsivo y el alcoholismo, de acuerdo a lo observado por Carnes (1991) y Schneider
(2001).
Se trata entonces de un segmento de potenciales adictos al que se le ha dirigido poca
atención a pesar de la lucha de las mujeres contra esta enfermedad de acuerdo a lo
manifestado por Ferree (2001) y a pesar de lo expresado en los escritos preventivos de
Charlotte Kasl (1989) y otros escritos aún más recientes de Carol Ross (1996, 2000),
Jennifer Schneider (2000b) y Schneider & Schneider (1991). En la actualidad se
desconoce la cantidad de mujeres adictas sexuales debido a que éstas han estado
largamente ignoradas. Por otra parte resulta difícil dimensionar con exactitud “la
adicción sexual” en mujeres que ejercen la prostitución debido a que la enfermedad se
encuentra solapada en la misma profesión que ejercen.
Al no tener en cuenta estas consideraciones, los centros de tratamiento que ignoran el
diagnóstico de adicción sexual podrían, sin intención, contribuir a una recaída o reforzar
factores de adicción a la droga y el alcohol al no ubicar el eje en una adicción sexual
coexistente o tal vez como base del problema.
Esto puede ser debido a que muchas personas no advierten en su totalidad el impacto
que dicha adicción tiene en sus vidas hasta que empiezan a tener problemas conyugales,
laborales, con la justicia, etc.
Muchas veces, las defensas tales como la negación no les permiten tener noción de
la totalidad de sus patrones mal adaptados. Estas personas viven reactivamente y
operan con un pensamiento automático, raramente en conocimiento de cuál es el motivo
de sus comportamientos. Y como tienden a compartimentar sus pensamientos, en
verdad podrían no reconocer completamente la problemática de sus
comportamientos.(Carnes 2002). Esta compartimentación disociada podría ser debido a
que presentan fenómenos disociativos leves o graves.
De acuerdo a lo expresado por Steven N Gold y Robert Seifer, son varias las
observaciones que sugieren firmemente la presencia de factores disociativos, tales como
falta de conciencia sobre los aspectos destacados de los patrones de conducta de
adicción/compulsividad sexual aun cuando las conductas son repetidas, pobres
recuerdos de los incidentes aunque recientes, conciencia borrosa durante las actividades
de la adicción y sensación de que la conducta esta sucediendo automáticamente sin que
medie control conciente. (Gold & Seifer, 2004: 26-27).

5
Sin una integración básica, el adicto experimenta como una identidad disociada, se
siente como un impostor debido a sus experiencias de contradicción que lo lleva a
producir conductas e impulsos a la acción en forma separada/fragmentada. Esta
fragmentación podría explicar por qué algunos individuos ven o encuentran en niños de
6 a 10 años características sexuales adultas por ej.: “actitudes de seducción”. (Schwartz
& Southern 2002).
Epstein (1997:5) sugiere que el resultado de esta fragmentación es la creación
metafórica de “agujeros negros que absorben el miedo y crean posturas defensivas en el
contacto con el otro”. A su vez este mecanismo de disociación nos permite observar la
anomalía en la cual “buenas personas hacen malas cosas”. Esta explicación de los
patrones desviados de sexualidad podría coincidir con repetidos casos de temprana
negligencia, abuso, falta de relaciones tempranas, desregulación afectiva, etc. (Marshall
& Barbaree 1989; Carnes: 1983, 1991; Schwartz, 1996).
Otro punto a considerar es que debería hacerse un diagnóstico diferencial con los
desordenes de personalidad borderline porque ambas patologías podrían coexistir
debido a que la adicción sexual reúne también algunos criterios para el diagnóstico de
trastorno límite de la personalidad, borderline ó fronteriza como por ejemplo:
impulsividad potencialmente dañina para sí mismo, inestabilidad afectiva debida a una
notable reactividad del estado de ánimo o sentimientos crónicos de vacío,
comportamientos autodestructivos, tales como abuso de sustancias, desórdenes de
comidas, promiscuidad sexual, automutilación y otros comportamientos altamente
peligrosos y de riesgo. Pudiendo encontrarse en dicha población fronteriza:
a. adictas sexuales/compulsivas
b. adictas sexuales/borderline compulsivas
c. borderline que llevan a la práctica un acting out sexual, pero que no son
sexualmente adictas/compulsivas.

HERRAMIENTAS PARA UNA EVALUACIÓN DIAGNOSTICA


Siguiendo el criterio de Patrick Carnes se ha desarrollado un cuestionario que puede
servir para determinar el diagnóstico de adicción sexual. Esta herramienta, llamada
Sexual Adicción Screening Test ó SAST “Test de Detección de Adicción Sexual”, fue
confeccionada por Carnes en 1989 en conjunto con hospitales, programas de
tratamientos clínicos privados y comunidades de adictos.

6
El SAST provee un perfil de respuestas que ayuda a profesionales a discriminar entre
comportamientos adictivos y no adictivos. Para completar este test se les pide a los
pacientes que contesten 25 preguntas poniendo un sí o un no en la columna
correspondiente. Es bastante fácil de administrar y evaluar. Las variaciones del SAST
fueron especialmente desarrolladas para mujeres y hombres homosexuales. Las tres
versiones de SAST están disponibles en el sitio Web http://WWW.sexhelp.com
TEST DE DETECCIÓN DE ADICCIÓN SEXUAL
1. ¿Fue abusado de niño o adolescente?
2. ¿Se suscribió o compró regularmente revistas sexualmente explícitas como
“Playboy” o “Penthouse”?
3. ¿Siente que su comportamiento sexual no es normal?
4. ¿Se siente a menudo preocupado por sus pensamientos sexuales?
5. ¿Tuvieron sus padres problemas con su propio comportamiento sexual?
6. ¿Alguna vez su esposo/a, parejas u otras personas íntimas se preocuparon o se
quejaron por su comportamiento sexual?
7. ¿Tiene problemas para detener su comportamiento sexual cuando considera
que es inapropiado?
8. ¿Alguna vez se siente mal por su comportamiento sexual?
9. ¿Alguna vez su comportamiento sexual le ha creado problemas a Ud. o su
familia?
10. ¿Alguna vez buscó ayuda por comportamientos sexuales que no le gustaron?
11. ¿Alguna vez le preocupó que alguien pudiese descubrir su comportamiento
sexual?
12. ¿Hirió emocionalmente a alguien a causa de su comportamiento sexual?
13. ¿Están algunas de sus actividades sexuales en contra de la ley?
14. ¿Se ha hecho promesas a Ud. mismo de abandonar algún aspecto de su
comportamiento sexual?
15. ¿Hizo esfuerzos por eliminar algún tipo de actividad sexual y fracasó?
16. ¿Esconde algo de su comportamiento sexual a otros?
17. ¿Intentó detener algún comportamiento sexual?
18. ¿Alguna vez se sintió degradado por su comportamiento sexual?
19. ¿Ha sido el sexo un escape de sus problemas?
20. ¿Se siente deprimido después de tener relaciones sexuales?

7
21. ¿Ha sentido la necesidad de discontinuar una cierta forma de actividad
sexual?
22. ¿Ha interferido su actividad sexual con su vida familiar?
23. ¿Ha tenido encuentros sexuales con menores?
24. ¿Se siente controlado por su deseo sexual?
25. ¿Pensó alguna vez que su deseo sexual es más fuerte que Ud. Mismo?
El escalón siguiente en la evolución de las herramientas de evaluación de adicción
sexual es el Inventario de la Dependencia Sexual –SDI-. (Carnes, 1989). Éste es un
dispositivo de evaluación mucho más amplio y comprensivo diseñado para ayudar a
investigadores en el concepto de que la adicción sexual puede ser dividida en distintas
categorías. (Delmonico, Bubenzer and West 1998)
El SDI consiste en 6 secciones que no sólo evalúan la presencia de comportamientos
específicos, sino que además se ocupan de la historia sexual del adicto y de la
evolución de sus desórdenes. El SDI ha sido editado y ampliado dentro de “Sexual
Dependency Inventory-Revised” (SDI-R) (Carnes y Delmonico 1996) y está disponible
para profesionales en 1-800-MEADOWS.
INDICADORES COLATERALES A CONSIDERAR
Estos pueden ser útiles para ayudar a una primera impresión diagnóstica. Se deberán
encontrar un mínimo de seis criterios entre los siguientes:
1. Que el paciente tiene severas consecuencias a causa de su comportamiento
sexual
2. Que el paciente se encuentra con el criterio de depresión y aparece
relacionado con su actuación sexual
3. Que el paciente se encuentra con el criterio de depresión y aparece
relacionado con aversión sexual
4. Que el paciente reporta historias de abuso sexual
5. Que el paciente reporta historias de abuso físico
6. Que el paciente reporta abuso emocional
7. Que el paciente describe su vida sexual en términos de automedicación-
intoxicación, tensión o aliviadora de dolor, como píldoras para dormir.
8. Que el paciente reporta persistente persecución de alto riesgo o
comportamiento de auto destrucción (Ej.: Exposición a enfermedades de
transmisión sexual).

8
9. Que el paciente reporta que la excitación sexual es extremadamente alta por
el riesgo que corre o por su comportamiento autodestructivo comparado con
aquel producido por el comportamiento sexual seguro.
10. Que el paciente reúne criterios de diagnóstico de otras adicciones.
11. Que el paciente presenta comportamiento sexual concordante con otras
adicciones- juego, desordenes de comida, abuso de sustancias, alcoholismo,
mal uso de su tiempo – hasta el punto que el efecto deseado no es logrado sin
actividad sexual u otra adicción presente.
12. Que el paciente tiene una historia de decepciones y frustraciones acerca de su
comportamiento sexual
13. Que el paciente reporta que otros miembros de la familia son adictos.
14. Que el paciente expresa extrema repugnancia hacia su persona debido a su
comportamiento sexual
15. Que el paciente tiene pocas relaciones íntimas que no son sexuales
16. Que el paciente tiene una historia de crisis por problemas sexuales
17. Que el paciente experimenta anhedonia en la forma de placer disminuido en
su experiencia sexual actual.
18. Que el paciente está en crisis actualmente por problemas sexuales
19. Que el paciente viene de una familia rígida y/o autoritaria
20. Que el paciente viene de una familia no comprometida, con falta de límites o
disfuncional
Siguiendo con el eje de las consideraciones a tener en cuenta, podríamos también
decir que la adicción sexual ha sido conceptualizada por Schwartz & Masters (1994)
como un desorden en la intimidad sexual manifestada con un ciclo compulsivo de
preocupación, ritualización y desesperación (Carnes 1983) que incapacita al individuo
para una relación íntima adecuada, donde el origen del desorden podría haberse
desarrollado en los vínculos tempranos con los cuidadores primarios (Schwartz, 1996;
Carnes, 1983, 1991).
A partir de sus estudios clínicos, Carnes observó que el 72% de los adictos estuvo
expuesto en su infancia al abuso físico, el 97% al abuso emocional y el 81% al abuso
sexual. (Carnes & Adams, 2002:126)
Debido a esta razón, el desarrollo de la adicción sexual y la compulsividad han sido
discutidas en relación al Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) en particular por
muchos autores como Carnes (1991), Robinson (1999) y Sealy (1999) ya que no sería

9
improbable que los adictos sexuales, sufran además de desordenes del humor,
trastornos de ansiedad y trastornos de la personalidad.
Los Adictos sexuales podrían experimentar síntomas relacionados con el TEPT, tales
como hiperactivación, reexperimentación del evento traumático y evitación persistente
de estímulos asociados al trauma temprano. Por este motivo, a veces, a los adictos se les
dificulta permanecer comprometidos en el tratamiento de esta enfermedad.
En la actualidad algunas corrientes consideran a la adicción sexual como un desorden
dentro del TEPT complejo debido a que el origen del mismo podría rastrearse en
traumas tempranos, de acuerdo a lo observado por Schwartz (1996) y Carnes (1983,
1991). Como consecuencia de esto se produce en el individuo alteración en la
regulación del afecto, sexualidad compulsiva, alteraciones en la conciencia, episodios
disociativos, alteración en la autopercepción, culpa, vergüenza y autoculpabilización.
También alteraciones en la percepción del perpetrador, como aceptación o
racionalización del sistema del creencias; alteración con relación a los otros, como
aislamiento, fallas repetidas en la autoprotección y alteración en el sistema del sentido,
como sentido de desesperanza y desesperación. (Herman 1992)
Debe considerarse la posibilidad de que no todos los adictos sexuales presenten estos
rasgos de PSTD como así también que no todos hayan sufrido abusos en la infancia.

ADICCIÓN SEXUAL, TRAUMA TEMPRANO Y DESREGULACIÓN DE


LOS AFECTOS

Siguiendo el criterio de que el desencadenante de la adicción sexual podría llegar a


ser el establecimiento de vínculos inadecuados tempranos2 podríamos llegar a
considerar una significativa posibilidad de un alto porcentaje de diferentes traumas tanto
físicos y emocionales como sexuales en la historia de vida de los pacientes adictos
sexuales.
Los vínculos destructivos de la niñez temprana afectan la habilidad de los mismos
para regular los afectos, la capacidad de funcionar en una relación íntima saludable y
están directamente relacionados con las expectativas de las creencias acerca de uno
mismo y de otros. Estos esquemas han sido creados en la niñez temprana y se mantienen
constantes a lo largo de toda la vida. Uno de los factores más relevantes a considerar es

2
Carnes: 1983, 1991; Schwartz, 1996

10
poder ver cuáles son los patrones vinculantes, debido a que éstos adquieren importancia
cuando el individuo no puede sostener las emociones dolorosas y se encuentra en
situaciones límites o adversas.
En caso de situaciones estresantes o que generan ansiedad el niño, ahora adulto, no
está capacitado para tolerarlas y se resiste o evita ser aliviado utilizando el sexo como
un aliviador de esas sensaciones. (Carnes 1991)
El conjunto de condiciones e interacciones que distorsionan el desarrollo del afecto y
lo llevan a estrategias mal adaptadas para la autorregulación del mismo podrían llegar a
ser las siguientes:
1) Los cuidadores responden inadecuadamente, erráticamente e
inapropiadamente a las experiencias tempranas de los niños.
2) Los cuidadores responden en dos extremos, como por ejemplo, sobre
responder o no responder a un estrés emocional.
3) Insensibilidad, falta de respuesta o reacciones punitivas después de que
los niños comunican sus sentimientos y pensamientos o preferencias
4) Fuerte énfasis en las emociones, especialmente en las negativas.
5) Las experiencias dolorosas emocionales son vividas en forma trivial y
son atribuidas a las imperfecciones del niño.
6) El sistema familiar es restrictivo y, a veces, se desentiende de las
demandas de su entorno.
7) La familia discrimina en forma arbitraria
8) El castigo es utilizado para controlar comportamientos, desde la critica
sexual y física o el abuso emocional
9) Mostrar las inhibiciones o las desinhibiciones en forma extrema.
Estos factores podrían llegar a ser los instrumentos de los clínicos para entender la
falla de los vínculos y la desregulación del afecto. Saber esto contribuye a conocer más
las causas de las emociones dolorosas, las creencias fuertemente sostenidas y la forma
en que se ha reaccionado frente a ellas.
Goodman (1998) describe a la adicción como un sistema de autorregulación que
consiste en tres funciones primarias:
1. La función de la regulación del afecto se da al sentirse sobrepasado por estados
afectivos intensos o fuertes, como uso de autoalivio y como balance frente a la
situación que lo sobrepasa.
2. Funciones del cuidado propio que le sirven como nutrición y protección.

11
3. Funciones de autogobernarse, tener creencias y valores que levantan su
autoestima.

Judith Herman (1992) observó que un chico abusado posee un desarrollo afectivo
mal adaptado con respecto a los mecanismos reguladores del yo: “Un chico abusado
descubre que puede producir a través de alternativas temporales un cambio en su estado
afectivo, incluyendo crisis autónomas en forma voluntaria o una excitación de una
autonomía extrema, como purgas o vómitos o teniendo comportamiento sexual
compulsivo o exponiéndose a riesgo de drogas siendo este un vehículo que le permite
regular su estado interno”.
Steven Gold y Robert Seifer consideran, independientemente de si los abusos fueron
cometidos por familiares o no, que los entornos familiares a menudo se caracterizan por
bajos niveles de cohesión, altos niveles de conflicto y, en general, parentalidad ineficaz
o incoherente (Gold 2000). Dichos factores interfieren con el desarrollo del apego
seguro e impiden la adquisición y el dominio de los conocimientos y habilidades
necesarias para el funcionamiento cotidiano adecuado fomentando la adquisición de
estrategias de afrontamiento contraproducentes –por ejemplo, abuso de sustancias,
agresividad contra los demás y daños autoinflingidos- originados en el modelo parental.
“Debido a esto podría también considerarse no solo las dificultades derivadas de un
abuso infantil sino también al contexto familiar y social en que fueron criados”. (Gold
& Seifer, 2004: 28-29).

EL TRAUMA Y EL MIEDO
Desde principios de la década de los ochenta, se han realizado extraordinarios
progresos en la comprensión de los trastornos de estrés postraumático. Los especialistas
en trauma psicológico y adicciones encontraron terrenos comunes en la naturaleza de
estos problemas. Comprender el papel del miedo en los extremos sexuales ayuda a
comprender qué deben sufrir los pacientes para reivindicar su sexualidad. Haciendo un
sumario de los descubrimientos claves, Carnes (1997), consideró los siguientes:
1. Los supervivientes de un trauma tienden a procesar la información de
manera polar, yendo de un extremo al otro. Esto produce una alteración a
nivel neurobiológico que hace que los sobrevivientes reaccionen
excesivamente al estrés y a la amenaza. Ellos van de un extremo a otro para
evitar mayores traumas. Pueden quedarse inmovilizados en un extremo,

12
como hace un animal para evitar que lo descubran (respuesta de
inmovilización o estupor) o, por el contrario, pueden incurrir en actividad
extrema para hacer frente a lo que esta sucediendo (respuesta de
hiperactivación). Es decir tienen dificultades para encontrar una actitud
intermedia.
2. El trauma es un factor poderoso en la génesis de las adicciones y las
compulsiones. En la actualidad existen muchos datos que evidencian que los
traumas son un factor de la privación. La privación nace de dos
convicciones: 1) la persona que se priva no cree ser digna o merecedora de
placer o comodidad y 2) la persona que se priva se siente menos ansiosa y
más segura en estado de privación. Los especialistas en traumas describen
esto como “abstinencia traumática”. De manera similar, las adicciones,
sirven a menudo como una solución mal adaptada en relación a los traumas.
La adicción puede tomar la forma de excitación sexual y de placer intenso
como un antídoto al dolor, como un esfuerzo para adormecer la ansiedad o
como un escape de la realidad. A veces los supervivientes repiten el trauma
de alguna forma para lograr las mismas reacciones neuroquímicas que
tuvieron durante el suceso original. Cuando esto ocurre, esta adicción al
trauma es lo que los clínicos llaman “compulsión de repetición”.
3. El trauma no se origina en un suceso específico. Vivir en una familia rígida o
desunida puede ser traumático para un niño. Estar cerca de un alcohólico o
de un adicto de cualquier tipo puede ser traumático. El abandono puede tener
un profundo impacto. Cualquier situación que indique una vergüenza
extrema podría ser traumática y desencadenante de una adicción sexual.
4. El miedo puede tener un profundo impacto en el desarrollo sexual. El terror
puede detener totalmente el desarrollo sexual en el mismo punto en el que se
experimentó. El miedo extremo también puede servir como una escalera al
sexo, especialmente si el sobreviviente experimentó placer y miedo al mismo
tiempo, formándose un modelo mental en el cual el adulto busca el sexo
peligroso.
También podría considerarse lo mencionado por Steven Gold y Robert Seifer en el
sentido de que “el trauma del abuso sexual infantil desorganiza las capacidades
adaptativas existentes, pero un entorno familiar ineficaz evita directamente que ellas
puedan ser adquiridas”. Por esta razón un tratamiento enfocado hacia el trauma puede

13
restaurar esas habilidades debilitadas por el abuso pero, obviamente, no puede instalar
capacidades que jamás se dominaron adecuadamente” (Gold & Seifer, 2004:29)

CONSIDERACIONES CLINICAS
Por todo lo expuesto es importante tener en consideración, cuando se hace la
evaluación del diagnostico de adicción sexual, la necesidad de proveer seguridad
psicológica durante el proceso de evaluación.
Cuando los pacientes que han experimentado abuso sexual en la niñez, ya sea que
hayan reaccionado intensamente o que nunca hayan experimentado completamente las
emociones relacionadas a hechos traumáticos de su pasado, se enfrentan con esas
situaciones, las mismas pueden convertirse en disparadores y por lo tanto provocar
flashbacks o episodios disociativos durante la evaluación. Las descripciones de
recuerdos traumáticos y sentimientos pueden estar acompañadas por reacciones
fuertemente emocionales, tales como angustia ante el clínico, bloqueo de memoria o la
urgencia de irse, entre otros.
Cuando se realizan las evaluaciones es fundamental que el paciente se encuentre en
un medio ambiente físicamente seguro para no enfrentar un estrés adicional que actúe
como un disparador adicional.
Como se puede apreciar, desde un enfoque u otro, la amplitud del tema hace que los
profesionales de la salud deban tener un conocimiento suficientemente amplio para
abarcar todas las áreas que involucra este trastorno. Son importantes los conocimientos
en especialidades sexuales, debido a que la variante de adicción sexual puede abarcar
varios desordenes de este tipo, parafilias o parafilias no especificadas. También varios
niveles de adicción tales como
Nivel 1: Aquellos que son mejor tolerados socialmente, como la masturbación
compulsiva, relaciones sexuales, tanto heterosexuales como homosexuales, anónimas en
forma compulsiva o no, pornografía, prostitución.
Nivel 2: Aquellos suficientemente riesgosos como para garantizar severas sanciones
legales tales como exhibicionismo, voyeurismo, llamadas telefónica indecentes y
vandalismo sexual (consiste en rápidas e inapropiadas caricias que pueden ser
denominadas “pequeñas violaciones”).
Nivel 3: Abuso sexual infantil e incesto, violación y violencia sexual3

3
Carnes 1991

14
Algo importante a considerar en este último nivel es que Patrick Carnes hace
hincapié en el crecimiento de la adicción sexual durante los últimos diez años4 sin que
hayan aparecido tratamientos específicos sobre el tema y que aún hoy, pocos reciben
tratamientos para sus necesidades, debiéndose considerar, que las fallas en los mismos
agudizan aún más la adicción. Esto es especialmente notorio en los tratamientos con los
delincuentes sexuales. Ciertamente hay que considerar que no todos los delincuentes
sexuales son adictos ni todos los adictos sexuales son delincuentes , sin embargo, dada
la proporción de delincuentes sexuales podríamos especular preguntándonos por qué los
tratamientos para esta población no incluyen modelos de adicción con otras
modalidades terapéuticas. Estadísticas recientes nos dicen que en el 44,3 % de los
delincuentes sexuales, en tratamientos personales, se incluyen en el ciclo adictivo
propio de los adictos sexuales. (Earle & Earle, 1995)
Otros conocimientos que debería tener en cuenta el clínico para tratar a estos
pacientes, son los diferentes tratamientos relacionados con el trauma psicológico,
conocer con amplitud los criterios de adicción en general ya sea a sustancias o a otros
tipos de adicciones y un manejo clínico integral que involucre a todo el sistema familiar
del adicto, debido a que la patología del adicto sexual podría llegar a surgir
efectivamente de su disfunción familiar primaria y trasladarse hacia todos sus miembros
familiares actuales (esposas/os, parejas, hijos).

CONCLUSION
Solo pocas décadas atrás el comportamiento sexual compulsivo fue visto
primariamente como una cuestión de valores y carácter. No existía la conceptualizacion
de adicción sexual o compulsión como un trastorno. El sexo no había emergido como
un área legítima de cuestionamiento científico a pesar de los esfuerzos de pioneros
arriesgados. El campo de la adicción estaba aún enfocado en el alcoholismo y no se
había integrado la droga-dependencia como un componente viable para la mayor parte
de los programas de tratamientos. Sugerir que el sexo podría ser parte del proceso de
adicción estaba, por lejos, mas allá de los paradigmas profesionales. Aún mucho más
lejos estaba cómo tratar el problema.
Hoy en día hay un crecimiento del cuerpo de literatura médica que documenta la
existencia del comportamiento sexual compulsivo afirmando que podría tener todas las

4
Carnes 1983

15
características de un trastorno de adicción. Hay también un coordinado esfuerzo que
involucra a la psiquiatría, la psicología, la medicina de adicciones, la medicina de
traumas, la sexología y a aquellos servicios que proveen a la justicia criminal.
El crecimiento en la conceptualizacion ha ido clarificando el entendimiento de más
programas sociales, incluyendo abuso de niños, ofensas sexuales, prostitución, sexo
anónimo y otros desordenes sexuales.
Durante las dos últimas décadas un grupo de clínicos ha descubierto formas para
ayudar a personas que sufren este desorden pero, aún así, hoy en día nos encontramos
en los albores de una acabada comprensión de la dimensión de la enfermedad en
cuestión.
La intención del presente trabajo fue hacer una breve introducción al conocimiento
de la adicción sexual, como así también considerar la importancia de una correcta
evaluación diagnostica en el conocimiento de traumas tempranos y de la importancia de
una buena relación basada en la confianza hacia el terapeuta, para que muchas personas
que sufren de este desorden puedan empezar a salir de la sombra en que se encuentran.

16
BIBLIOGRAFIA

1. Anthony, D. T & Hollander, E. “Sexual compulsions. In: Obsesive-compulsive


Related disorders”, ed. E. Hollander. Washington, DC: American Psychiatric
Association, (1993) pp 139-150.

2. American Psychiatric Association. “Diagnostic and Statistical Manual of Mental


Disorders” (4th.ed) DSMIV. Washington DC (1994).

3. Carnes, Patrick J. “Out of the Shadows, understanding Sexual Addiction”,


Minneapolis by CompCare Publishers, 1983.

4. Carnes, Patrick J. “Contrary to love, Helping the Sexual Addict”, Minnesota,


previously published by CompCare Publishers, 1989.

5. Carnes, Patrick J. “Don’t call it love: Recovery from sexual addiction” New
York: Bantam Books, (1991a)

6. Carnes, Patrick J. “The Presidential Diagnosis”. Sexual Addiction &


Compulsivity: The Journal of Treatment and Prevention. (1998) 5:3 153-158.

7. Carnes, Patrick J. “Anorexia Sexual”,1era. Ed. (1997) Hazelden. Buenos Aires.


Ediciones B. Argentina S.A. (2001).

8. Carnes, Patrick J. and Kenneth M. Adams “Clinical Management of Sex


Addiction” 1era. Ed. New York by Brunner Routledg, (2002).

9. Carnes, P., & Delmonico, D. “Childhood Abuse and Multiple Addictions:


Research findings in a sample of self-identified sexual addicts”. Sexual
Addiction & Compulsivity: The Journal of Treatment and Prevention. (1996).
3:3, 25-268.

10. Carnes, P.,& Delmonico, D. “Sexual dependency inventory-revised”.


Mineapolis, MN: positive Living Press (1996).

11. Carnes, P. J.; Nonemaker, D. and N. Skilling: “Gender Differences in Normal


and Sexually Addicted Populations”. American Journal of Preventive Psychiatry
and Neurology (1991b) 3, 16.23.

12. Carnes, P.,& Schneider, J “Recognition and management of addictive sexual


disorders: Guide for the primary care clinician”. Primary Care Practice (2000)-
4(3), 302-318

13. Delmonico, D., Bubenzer, D., & West, J “Assesing sexual addiction with the
sexual dependency inventory-Revised”. Sexual Addiction & Compulsivity,
(1998), 5 (3), 179-187

14. Coleman, E. “Sexual compulsión vs. sexual adicción: the debate continues”
SIECUS Report (1986) pp.7-11

17
15. Coleman E. “Sexual compulsivity: Definition, etiology and treatment
considerations”. In Chemical Dependency and Intimacy dysfunction. Ed. E.
Coleman New York: Haworth Press, (1987) pp 189-204.

16. Coleman, E. “Is your patient suffering from compulsive sexual behavior?”
Psychiatric Ann., (1992) 22:320-325

17. Coleman, E.: “The Obsessive-Compulsive Model for Describing Compulsive


Sexual Behavior” American Journal of Preventive Psychiatry and
Neurology,(1990)1:9-14.

18. Cooper, A.; Delmonico, D.L. and R. Burg: “Cybersex users, abusers, and
compulsives: New findings and implications”. Sexual Addiction and
Compulsivity, (2000) 7, 5-30.

19. Earle Ralph H. and Earle Marcus R. “Sex Addiction, Case Studies and
Management”, Levittown USA, by Brunner Mazel (1995).

20. Epstein, S. “Cognitive-experimental self therapy” In L. A. Pervin (ed.),


Handbook of personality (pp.165-1929) New York: Guilford (1997)

21. Goodman, Aviel “Sexual addiction: An integrated Approach”, Madison, by


Copyrighted Material ,1998.

22. Gold Steven N., “Not trauma alone: therapy for child abuse survivors in family
and social contex” Philadelphia, PA: Brunner Routledge (2000)

23. Gold Steven N., & Siefer, Robert E. en “Disociación y adicción/compulsividad


sexual: un abordaje contextual a su conceptualización y tratamiento”. Revista
de Psicotrauma para Iberoamérica. Vol III Nº1, (2004). pp. 26-29.

24. Hardman R. y Gardner D. “Anorexia sexual: Una mirada al deseo sexual


inhibido”, Journal of Sex Education and Therapy 12 (I) pp.55-59

25. Herman, Judith “Trauma and recovery. The aftermath of violence-from domestic
abuse to political terror” 2da. Ed. New York Basic Books, 1997.

26. Irons, R., & Schneider, J.“ Sexual addiction : significant factor in sexual
exploitation by health care professionals”. Sexual addiction &
compulsion.,(1994) 1:208-221

27. Kasl, C.D., “Women, Sex, and Addiction: A Search for love and power” New
York. Ticknor & Fields, New York, 1989.

28. Marshall, W.,& Barbaree, H. “Sexual violence” in Clinical approaches to


violence New York: Wiley (1989) pp.205-245

18
29. M. Deborah Corley and Jennifer P. Schneider “Guidelines for Therapists
Working with Sex Addicts and Co-addicts”. Sexual Addiction & Compulsivity
(2002) 9:43-67

30. Parker, J. & Guest, D. “The clinician´s guide to 12-step programs: How, When,
and why to refer a client”. Westport, CT: Auburn House (1999)

31. Robinson, D. “Sexual addiction as an adaptive response to post-traumatic


stress disorder in the African American community”. Sexual addiction &
compulsivity (1999), 6(1), 11-22

32. Ross, C. J. “A qualitative study of sexually addicted women”. Sexual Addiction


& Compulsivity, (1996), 3(1), 43-53.

33. Ross, C. J. “Power veiled by seduction: Sexual addiction in women”.


Presentation at the National Council on Sexual Addiction and Compulsivity,
Atlanta. (2000)

34. SAA “Getting started in sex addicts anonymous” (11th ed.) Houston, TX: ISO of
SAA. (1997, November)

35. SCA “Sexual compulsives anonymous”. San Diego, CA: ISO of SCA (1995)

36. Schneider, J.P. “A qualitative study of cybersex participants: Gender


differences, recovery issues, and implications for therapists”. Sexual Addiction
& Compulsivity (2000b) 7:249-278.

37. Schneider, J. & Schneider, B. “Women sex addicts an their husbands: problems
and recovery issues”. American Journal of Preventive Psychiatry & Neurology,
(1991) , 3 (1),1-5

38. Schneider, J & Irons, R. “Treatment of gambling, eating, and sex addictions.
Manual of therapeutics for addictions”. In Miller, N., Gold, M., & Smith, D
(Eds) New York: Wiley-Liss (1997) 3 (1),1-5

39. Singer Kaplan, Helen “The sexual Desire Disorders”. Ed.Brunner/Mazel. Nueva
York 1995. pp. 19

40. Schwarz, M F.,& Master, W.H. “Integration of trauma-based, cognitive,


behavioral, systemic, and addiction approaches for treatment of hypersexual
pair-bonding disorder”. Sexual addiction & compulsivity: the journal of
treatment and Prevention (1994) 1, 57-76

41. Schwarz, M F. “Reenactments related to bonding and hypersexuality”. Sexual


addiction & compulsivity: the journal of treatment and Prevention (1996) 3, 195-
212.

42. Schwartz, Mark F. & Southern, Stephen: “Manifestations of Damaged


Development of the human, Afecctional Systems an Developmentally Based

19
Psychotherapies” in Carnes, P & Adams K. M. (eds.) Clinical management of
sex addiction. 1era. Ed. New York by Brunner Routledge,(2002). pp.94

43. Sealy, J. “Dual and triple diagnosis: Addiction, mental illness, and HIV
infections guidelines for outpatient therapists”. Sexual addiction & compulsivity
(1999), 6(3), 195-219.

44. Wastson, C.G. “Cocaine may trigger sexual compulsivity”. Us J. Drug, alcohol
dependency, (1989) 13:8

20

View publication stats

También podría gustarte