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HV8661
34
1822
T R Ai T A D O
DE L O S DELITOS
DE LAS PENAS.
TRATADO
DE LOS DELITOS
'4
D E L A S P E N A S .
POR BECCARIA.
N U E V A T R A D U C I O N .
C o n el C o m e n t a r i o de V o l t a i r e , la Respuesta de B e c c a r í a
' "H-
á las Notas y Observaciones de F a c c h i n e i , las O b s e r -
vaciones de H a u t e f o r t , las Cartas relativas á la o b r a ,
las Consideraciones de M . R c e d e r e r sobre la pena de
m u e r t e , las Notas ( e n t r e l a s cuales algunas i n é d i t a s )
de D i d e r o t , de M o r e l l e t , de Brissot de W a r v i l l e , de
M i r a b e a u , de S e r v a n , de R i z z i , de M . B e r e n g e r , c t c .
ct E n l a s c o s a s d i f í c i l e s , rio h a y q u e
e s p e r a r s e m b r a r y c o g e r loiío i i a v e z ; es
menester trabajar para liacer m a d u r a r , í
fin d e p o d e r r e c o g e r u n d í a l o s í r u t o j «¡u»
t e ban de sacar.
BICON.
M A D R I D ,
EN LA I M P R E N T A D E ALBAN.
Hállase también en casa de R O S A , en P a r í s , gran
P a t i o del Palacio R e a l .
\ 822-
14298
1080097388 AVISO DEL EDITOR.
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• i",.,*
S i nos acordamos de los felices efectos que p r o -
i 9 z-L .
les, deberémos siempre colocar á Beccaria entre
miento humano.
a
mas eslimada , tiene demasiada frialdad y obscu- cesita para una obra completa: tiene a continua-
ridad en muchos casos. E s cierto que Beccaria es ción el Comentario de Voltaire, un extracto de las
algunas veces confuso y falto de claridad en los ob- respuestas de Beccaria á las Notqs y Observaciones
jetos muy delicados de tocar, en el pays y tiempos de Vicenzo Facchinei, las juiciosas Observaciones
en que vivia ( i ) . P o r esto nó se le debe vituperar, de Hautefort, el juicio de un celebre profesor, la
pues que no le era posible el poner mas claros Nata deBrissot de W a r v i l l e , y las Cartus de Bec-
algunos pasages. Pero á lo menos se ba tratado
caria y de Morellet, relativas al libro de los D e -
en esta nueva traducion, de no dejar nada que
litos y de las Penas.
pueda embarazar al lector; supliendo con las no-
Hemos agregado en el capítulo x x v m las
tas de varios autores célebres, la falta de claridad
excelentes Consideraciones de M. Rcederer, sobre
que ella de por sí no puede dar en algunas partes.
la pena de «merle. S e sabe que Mi Rccderer ha
Antes de hablar de eslas notas , debemos con- publicado en 1797, la edición mas elegante de
fesar que se ha buscado todo cuanto habia de me- la traducion de Morellet. A su beneficencia de-
jor en las traduciones precedentes, á excepción de bemos también varias notas inéditas del abale
la de M . Dufey, que no estaba aun publicada , y Morellet, que hemos unido á nuestra traducion ,
que luego ha parecido inexacta. con las de Diderot (de las que hay algunas que
S e ha añadido á esta edición todo lo que se ne- sehan publicado por la primera v e z ) , las de
Brissot de W a r v ille y diversos (rozos de Servan,
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pfí A V I S O DFX EDITOR. » » AV.M.WVWWV*VW* ™«*»"•'
diversas personas que han tenido la dicha de c o - CÉSAR BONESA.NO , Marques de BECCARIA ,
nació en M i l á n , en i ; 3 5 , de una familia no
nocer á B e c c a r i a , ó estaban en relaciones con
opulenta , pero sí célebre en el M i l a n é s , por los
su familia. guerreros y los sabios que habia producido.
D e s d e luego , y muy t e m p r a n o , manifestó te-
C r e e m o s pues, que hemos superado á aquellos n e r una alma viva y g e n e r o s a , mucha sensi-
qne han publicado antes que nosotros la misma bilidad, y un entendimiento inclinado á cosas
grandes. U n o s excelentes estudios desenvolvie-
o b r a ; y el lector se convencerá de ello cuando ron en él tres pasiones que le ocuparon muy
fuertemente toda su vida ; el a m o r de la libertad,
haya recorrido nuestra edición. la compasion por las miserias humanas y el a r -
C. Y . dor de la gloria. J a m a s estos nobles sentimientos
extraviaron el entendimiento de B e c c a r i a , como
sus enemigos pretenden, porque no hay mas que
los que siguen el fanatismo, la superstición y la
ignorancia que puedan escarriarse. A d e m a s , este
v>> ,•. .. . joven estaba dotado de una rara sabiduría y de
un juicio acertado , que le tubieron siempre lejos
de todo exceso.
Apenas salió del colegio cuando anunció lo
que debia de ser en breve ; un amigo de la razón
y de la humanidad. Habia aprendido la lengua
francesa, la que desde el último siglo se habia
hecho indispensable á la buena educación , y en-
/ \
tre sus primeros placeres , ponia el de formar su sentándole la gloria que la posteridad reservaba
entendimiento con la lectura de los filosófos. á sus esfuerzos. Principió su tratado á veinte
Las Cartas Personas de Monlesquieu son á las y cuatro a n o s , y publicó dos años después ,
que debió, como lo dice en su correspondencia , en 1 7 6 2 , un libro intitulado : Del desorden de
su « conversión á la filosofía >•, y esta alma i n - monedas en los estados de Milan, y de los medios
dependiente que le ha inspirado tan bellos pensa- de remediarlo.
mientos. E s t a obra tan útil hizo bastante ruido ; abrió
Aun manifiesta su reconocimiento por los g r a n - los ojos del gobierno Milanés , sobre la reforma
des escritores que acabaron de ilustrarle : M o n - monetaria , indispensable desde mucho tiempo.
taigne , B u f f o n , d ' A l e m b e r t , J . J . Rousseau , S e reimprimió en L u c a ; y sin duda que la t r a -
Monlesquieu, "Vollaire, Condillac, tales fueron ducion hallaria en Francia lectores que la verían
los maestros que escogió, y sobre cuyas trazas con placer; pero nunca se podria apreciar por su
marchó dignamente. justo v a l o r , porque el Ínteres que presenta es
E l conde de "Veri, el marques L o n g o , el conde absolutamente local. Así es también que leemos
Fírmiani y algunos otros filósofos, qne la Italia muy poco la historia de P o r t - R o y a l del grande
veia sin duda con asombro formarse en su seno , R a c i n e , mientras que sabemos sus tragedias de
se hicieron los amigos de Bcccaria. Muy pronto memoria.
se enlazó en los vínculos del matrimonio, y fué E n el mismo año 1762 , fué cuando Beccaria ,
tan feliz esposo, como era dichoso amigo. desolado al ver que en una poblacion de ciento
E s muy agradable el ver á un joven sabio y y veinte mil a l m a s , la ciudad de Milan ofreció
á un defensor de la humanidad , hablar con entu- apenas entonces, « veinte personas que gustasen
siasmo de su felicidad doméstica : pero esta feli- » de instruirse y que rindiesen homenage á la
cidad, tan rara en los grandes h o m b r e s , no podia » verdad y á la virtud , » se ocupó en formar una
durar siempre : Beccaria debia también ser p e r - sociedad de filósofos que emplearon todos sus
seguido. esfuerzos en esparcir las luces entre sus con-
A la edad de veinte y dos años había concebido ciudadanos.
el plan de su obra inmortal, sobre los delitos y Puesto á la cabeza de esta sociedad de amigos
las penas ; pero no se atrevia á emprender este de los hombres, Beccaria quiso hacer por su país,
t r a b a j o , con la libertad de espíritu de que se lo que Adisson habia hecho en Inglaterra, publi-
sentia animado , en un siglo y en un pais donde cando el Espectador : fundó una obra periódica ,
la inquisición florecía todavía. Sus amigos le es- intitulada el café, en la cual emprendió la crítica
timularon á arrostrar algunos obstáculos ,*reprc- de los vicios, de la ignorancia , y de las ridi-
culeces que se atribulan entonces á los I t a -
ianos. consecuencias que podia acarrearle el honor de
haber hecho un buen libro ; y Beccaria iba á que-
L o s trozos mas hermosos de esta recopila-
mar su manuscrito.
c i ó n , que pareció en 1764., y en ! 7 6 5 , son en
E l conde V e r i , y algunos de estos sabios que
general de Beccaria. L o que, sobre t o d o , se ha
habían estimulado á este jóven á componer el
admirado m a s , son sus Pesquisas sobre la natu -
tratado de los Delitos y de las Penas , le impidieron
raleza del estilo; en donde procura con energía
el sacrificar á su tranquilidad personal, un libro
estimular sus conciudadanos á entregarse á l o s
que debía tener tanta influencia sobre la felicidad
nobles trabajos del entendimiento, demostrando
del género humano. E s t e libro fué publicado en
que todo hombre ha recibido de la naturaleza
Milán en 1 7 6 4 , y atrajo la atención de toda la
bastante inteligencia para comprender, bastante
Europa ilustrada. L o s sabios, los jurisconsultos,
talento para escribir, y bastantes ideas para ser
todos los entendimientos elevados, y todas las
útil.
almas generosas, lo acogieron con entusiasmo :
E s t a pequeña obrita fue reimpresa en 1 7 7 0 , y en muy pocos meses tres ediciones fueron despa-
el Abate Morellet dió á luz , el año siguiente una chadas ; y la tercera fué la que el Abate Morellet
traducion de ella, que fué aprobada en F r a n c i a tradujo en francés por recomendación del respe-
porque lo merecia. table Lamoignon de Malesherbes.
Pero antes de establecer el Café, y mientras E l buen éxito del pequeño volúmen de los
que preparaba sus materiales, Beccaria habia Delitos y las penas , creció á medida que fué c o -
publicado ya la obra que le inmortaliza. E l libro nocido ; sucediendo lo que con las obras p r o -
de los Delitos y de las Penas fue concluido, y el fundas , pues que sirvió para que saliesen á luz
autor no tenia aun mas que veinte y seis años. una multitud de obras sobre el mismo objeto.
S i n embargo , la desconfianza que los hombres Justamente apreciado por d'Alembert, ano-
de un respetable talento han tenido siempre en tado por D i d e r o t , comentado por Voltaire ,
sus propias fuerzas , y mas aun acaso el temor de atacado por los frayles, rodeado de obras de
las persecuciones que veia ya prontas á suscitarse Servan , de Rizzi y de una infinidad de juriscon-
contra é l , le impidieron por lo pronto el publi- sultos, que marchaban sobre los pasos del sabio
car esta grande obra. E l sabia que á la aparición Milanés, el libro de los Delitos y las Penas , debia
de su libro , los frayles fanáticos agitarían todas de hacer sensación en los entendimientos juicio-
las serpientes de la calúmnia, y denunciarían al sos- S e tradujo en todas las lenguas de la Europa
escritor que se atrevía á ser filósofo. Algunos ( e l sabio Coray ha publicado una versión en
hombres tímidos le asustaron sobre las funestas griego moderno ) ; y en todas partes se ocuparon
ció á los Inquisidroes y á los P r í n c i p e s , pre-
de las reformas , cuya necesidad habia hecho sen-
sentó Beccaria como un ateo y como un sedicioso
tir el mismo Beccaria.
que era menester castigar, alteró el texto de su
Las bárbaras formas de la justicia c r i m i n a l ,
obra y le acusó de blasfémias que es imposible
se desenredaron y pusieron mas en orden ; los
hallar en las paginas del libro de los Delitos.
procesos fueron mas favorables al acusado ; el
Beccaria hubiera podido muy hien dispensarse
tormento fué abolido ; se rechazaron las antiguas
de responder á esta vil acusación; sin embargo lo
atrocidades judiciarias , consagradas por una ru-
hizo , porque vivia en un pais demasiado difícil;
tina dura y cruel; y mas tarde hemos visto los
y la mano que habia trazado la defensa animada
suplicios remplazados por la mas simple pena de
del género humano, destruyó al enemigo de la
muerte, el jury establecido , y las leyes mas hu-
humanidad y de la razón.
manas y mas justas.
N o obstante, el libro de Beccaria fué proscrito
« S i defendiendo los derechos de la humanidad
en Venecia por los Inquisidores de estado ; se
y la verdad eterna , decia Beccaria en su intro-
cabaló en Milán ; y fué menester al joven filán-
ducción , pudiese arrancar á la tiranía, ó á la
tropo , toda la protección del conde F i r m i a n i ,
ignorancia fanática, algunas de sus víctimas,
que tenia algún poder en el gobierno, para sus-
las lágrimas de gozo y las bendiciones de un solo
traerle de las persecuciones de sus compatriotas,
inocente vuelto al r e p o s o , me consolarían del
de quienes en el dia hace todo el orgullo.
desprecio del resto de los hombres. » T u b o la
E n t r e nosotros m i s m o s , los enemigos de la
dicha, anles de m o r i r , de ver cumplidos sus de-
filosofía se desalaron también contra un l i b r o ,
seos , y que su libro fuese la salva guardia de las
que debia traernos las mas dichosas reformas.
víctimas de la justicia humana.
L i n g u e t , en sus anales , lo atacó con una maldad
La grande Catalina, hizo transcribir el libro de tan refinada, que hubiera podido dañar la esti-
los Delitos y de las penas en su código ; la socie- mación que se tenia al autor, si el público hubiese
dad de B e r n a hizo acuñar una medalla en honor ignorado la fé que debia de prestar á los juicios
de B e c c a r i a , y todos los Príncipes ilustrados, de L i n g u e t , si las calumnias mas necias y des-
le hicieron la mas honrosa acogida Pero por ctra preciables no se hubiesen descubierto por sí mis-
parle , su libro , que Yoltaire llamaba el código ' mas en su crítica, y si Linguet no hubiese de-
de la humanidad, sublevó las pasiones de aquellos jado percibir demasiado los viles motivos que le
hombres que no viven sino haciéndose los escla- animaban para escribir.
vos de la tiranía, y del fanatismo , para oprimir
L o s mismos enemigos de B e c c a r i a , imputaron
la muchedumbre.
á Linguet, como una imbecilidad, el haber dicho
U n fraile de Vallombreuse le atacó , le denun-
que el libro de los delitos era « tan mal escrito dad de esta proposicion, la que se apresuró de
como débilmente pensado, » cuando por la pre- retractar en las ediciones que siguieron. Declaró,
cisión del estilo , la fuerza de los pensamientos, y en una nota preciosa que se avergonzaba de
la pureza de los principios, toda la gente de haber tenido unos pensamientos tan bárbaros.
gusto habia dado á Beccaria el nombre de el « se me ha acusado, d i j o , de impiedad y de se-
Fontenelle de los criminalistas, el Tácito de los dición , sin que fuese sedicioso ni impio: he ata-
jurisconsultos, etc. cado los derechos de la humanidad , y nadie se
E n cuanto á la anécdota en que Linguet pre- ha levantado contra mí »
tende que Beccaria instó á los jueces para poner Las críticas abominables y las persecuciones
á la cuestión de tormento al salteador Sarlorello , fanáticas que acibarraron los dias de este pací-
que habia despojado á sus amigos sobre el c a - fico amigo de la verdad, nos han privado, sin
mino real, está reconocido que es una calumnia duda , de otra obra .maestra; pues que Beccaria
que carece del mas leve fundamento, y que fué habia anunciado una grande sobre la legislación ;
imaginada en Paris para alimentar la envidia. tenia ya dispuesto el plan ; se ocupaba de ella ,
U n a s críticas de esta naturaleza no podian pero que no se atrevió á concluir ni á publicar.
perjudicar á B e c c a r i a ; que fué comentado por Con todo , si tenia motivos para temer el que
unos hombres mas dignos de él. Ademas de la los furores del fanatismo se despertasen , se les
obra de V o l t a i r e , Hautefort publicó algunas sa- vio uo obstante apagarse, cuando el nombre de
bias observaciones, que el autor Italiano honró Beccaria llegó á ser europeo , y cuando se pensó
con su aprobación; asintió también á los consejos que era menester ocuparle , para impedir que
del Abate M o r e l l e t , quien cambió la marcha de elevase de nuevo la voz en favor de los desgra-
la obra , y le dió un plan mas metódico. B e c c a r i a ciados. Sin duda que fué con este objeto que se
adoptó la forma que habia tomado su traductor, creó para é l , en Milán , en 1 7 6 8 , una cátedra de
y es la misma que despues se ha seguido. economía publica , la que desempeñó con dis-
Otra prueba dió de esta docilidad para la sabia tinción.
c r í t i c a , que no se nota mas que en los hombres S i no publicó mas que algunos opúsculos so-
de un mérito superior. Habia adelantado en las bre la administración , y sobre la e c o n o m í a , fué
rimeras ediciones de su libro que el que hiciese porque sintió, y conoció por la experiencia, que
ancarrota , aunque no fuese fraudulosa podia los hombres son ingratos y que es muy peligroso
ser detenido en rehenes de los créditos contra en ciertas circunstancias ocuparse de su felicidad:
é l , y forzado á trabajar por cuenta de sus acre- vió por todas partes los fdósofos persiguidos ; se
hedores. Alguno hubo que le hizo notar la cruel- acordó de cuantas facciones se habian sublevado
•
contra é l ; y contento con hacer el bien en s e -
creto , no se ocupó mas que en acabar en paz, á
P R O L O G O D E L A U T O R
la sombra de sús laureles, una vida que no e s -
taba perdida para la humanidad.
N o debemos olvidar el decir, que en 1781 tuvo
la gloria de proponer á su pais, para los p e -
sos, las medidas y las monedas, el sistema de- ALGUNOS restos de leyes de un antiguo pueblo
cimal , que la revolución ha adoptado después en conquistador, hechas recopilar por un príncipe,
Francia. que doce siglos ha reinaba en Constantinopla,
L a vida de un grande hombre eslá en sus misturadas despues* con ritos Lombardos, y en-
o b r a s , dijo Vollaire : no entretendremos pues vueltas en farraginosos volúmenes de privados y
mas tiempo al lector sobre, las ocupaciones de oscuros intérpretes , forman aquella tradición de
Beccaria : solo concluiremos diciendo que no opiniones que en una gran parte de la . Europa
buscaba mas que gozar pacíficamente de la vida tiene todavía el nombre de leyes : y es cosa tan
privada , cuando murió de apoplexía, á la edad común cuanto funesta ver en nuestros dias , que
de sesenta años , en el de 1 7 9 5 , llorado de todos una opinion de Carpzovius (1) , un uso antiguo ,
los que le conocieron , y mas digno aun de ser señalado por Clarus(2.),xm tormento sugeridocon
conocido y llorado del género humano. iracunda complacencia por Farinaccius(3),sean las
E n la antigua R o m a se hubiera llevado su lulo. leyes obedecidas con seguridad y satisfacción de
E n Esparta le habrian elevado altares» y en aquellos, que para regir las vidas y fortunas de
Londres se le habria colmado de honores. los hombres deberían obrar llenos de temor y
desconfianza. Estas leyes, heces de los siglos mas
S i el que hizo á la edad de veinte y seis años,
bárbaros , se han examinado en este libro por la
el libro de los Delitos y de las Penas, hubiese vi-
vido en un pais l i b r e , tendríamos otras obras
maestras, y la posteridad no se estrañaria del si-
lencio que Beccaria ha guardado el resto de su (O O C a r p z o w , jurisconsulo A l e m á n , al principio
vida. del siglo x v u .
» O C l a r o , j u r i s c o n s u l t o P i a m o n t e s , m u e r t o en 1575.
; 3 ) O F a r i n a c c i o , jurisconsulto cruel, m u e r t o en
R o m a su p a t r i a , e n 1618. D e j ó escritos t r e c e volúmenes
in-folio.
PROLOGO
DEI, AUTOR. 0CXÌ
parle que corresponden al sistema criminal, y
cuyos desórdenes se intenta exponer á los direc- namientos á los sabios lectores , á fin de cerrar
tores de la felicidad pública con un estilo que es- de una vez para siempre toda entrada á los e r r o -
panta al vulgo no iluminado é impaciente. L a res de un tímido zelo, ó á las calúmnias de la
ingenua averiguación de la verdad, la indepen- maligna envidia.
dencia de las opiniones vulgares con que se lia T r e s son los manantiales de donde se derivan
escrito esta o b r a , es un efecto del suave é ilumi- los principios morales y políticos, reguladores
nado G o b i e r n o , bajo el cual vive el autor. L o s de los hombres. L a Revelación, la ley natural, y
grandes Monarcas y bienhechores déla humani- los pactos establecidos de la sociedad. No hay
dad , que rigen, aman las verdades expuestas por comparación enlre la primera y las otras con r e -
los filósofos retirados con una sencillez vigorosa, lación á su fin principal; pero son semejantes en
opuesta al impulso fanático de aquellos que se que conducen todas tres para la felicidad de esta
prevalen de la fuerza ó de la industria, rechaza- vida mortal. Considerar las relaciones de la ú l -
dos por la razón: y los desórdenes presentes son, tima no es excluir las relaciones de las dos pri-
para quien bien examina todas las circunstancias', meras ; antes bien al modo que estas, sin e m -
la sátira y zaherimiento de las edades pasadas; bargo de ser divinas é inmutables, fueron depra-
no de este siglo ni sus legisladores. vadas por mil modos en los entendimientos de
los h o m b r e s , admitiendo estos malamente reli-
Cualquiera que quisiere honrarme con su c r í - giones falsas , y arbitrarías nociones de virtud y
tica , empiece pues por conocer bien el fin á que de vicio ; asi parece necesario examinar separa-
se dirige esta obra : fin que conseguido, bien l e - damente de toda otra consideración lo que nazca
jos de disminuir la legítima autoridad, serviría de las puras convenciones humanas ó expresas,
de aumentarla , si puede en los hombres mas la ó supuestas por la necesidad y utilidad común :
razón que la fuerza , y si la dulzura y la huma- idea en que toda secta y todo sistema de moral
nidad la justifican á los ojos de lodos. Las críticas debe necesariamente convenir; y será siempre
nial entendidas que se han publicado contra esle laudable empresa la que contribuyese á reducir
libro se fundan sobre confusas nociones ( i ) , y me aun los hombres mas incrédulos y porfiados,
obligan á interrumpir por un instante mis razo- para que se conformen con los principios que los
impelen á vivir en sociedad. H a y , pues, tres
distintas clases de vicio y de virtud: Religiosa , na-
(i) Veasé, despues del Comentario de Voltaire, la tural y política. Estas tres clases no deben ' amas
respuesta á las Notas y Observaciones. tener contradicción entre s í , pero no del mismo
a*
modo en todas las consecuencias y obligaciones su esencia ininulablcs y constantes; porque la
que resultan de las otras. N o todo lo que pide la relación entre dos mismos objetos es siempre la
Revelación lo pide la ley natural, ni todo lo que m i s m a : pero la Justicia humana, ó bien política,
esta pide lo pida la pura ley social, siendo impor- no siendo mas que una relación enlre la acción
tantísimo separar lo que resulla de los pactos y el vario estado de la sociedad, puede variar á
tácilos ó expresos de los h o m b r e s ; porque los proporcion que se haga necesaria ó útil á la mis-
límites de aquella fuerza son tales, que pueden ma sociedad aquella acción ; ni se discierne bien
ejercitarse legítimamente enlre hombre y h o m - sino resolviendo las complicadas y mudables re-
bre , sin una especial misión del S e r Supremo. laciones de las combinaciones civiles. Pero si
A s í , pues, la idea de la virtud política puede sin estos principios, esencialmente distintos , se con-
defecto llamarse variable. L a que resulta de la fundieren , no hay esperanza de raciocinar con
virtud natural seria siempre limpia y manifiesta si fundamento en las materias públicas. A los teólo-
las pasiones ó la flaqueza de los hombres no la gos pertenece establecer los confines de lo justo y
oscureciesen ; pero la que dimana de la virtud de lo injusto en la parle que mira la intrínseca
Religiosa es siempre una y constante ; porque re- malicia ó bondad del pacto; y al publicista deter-
velada de Dios inmediatamente está conservada minar las relaciones de lo, justo ó injusto político;
por él mismo. esto e s , del daño ó provecho de la sociedad. Ni
un objeto puede perjudicar al o l r o ; porque es
Seria, pues, un error atribuir á quien habla de manifiesto cuanlo la verdad, puramente política,
convenciones sociales y de sus consecuencias, prin- debe ceder á la inmutable virtud dimanada de
cipios contrarios á la ley natural ó á la revelación , Dios.
porque no trata de estas. Seria un error en quien,
hablando del estado de guerra antes del estado de
Cualquiera , repilo , que quisiere honrarme
sociedad, lo tomase en el sentido Iiolesiano , esto
con su crítica , no empiece suponiendo en mí
e s , de ninguna razón ni obligación anterior ; en
principios destruidores de la virtud ó de la reli-
vez de lomarlo por un hecho nacido de la c o r -
gión ; pues tengo demostrado no son tales los
rupción de la naturaleza h u m a n a , y de la falla
mios, y a s i , en lugar de concluirme incrédulo ó
de un establecimiento expreso. Seria un error
sedicioso , convénzame de mal lógico ó de iinpru-
impular á delito en un escritor que considera, las
denlepoli/ico: no se amotine por las proposiciones
emanaciones del pacto social, el no admitirlas an-
que sostengan el interés de la humanidad : há-
tes del pacto mismo.
game ver la inutilidad ó daño político que pueda
nacer de mis principios, y la ventaja de las prác-
L a Justicia Divina y la Justicia natural son por
ticas recibidas. He dado un público testimonio
de mi religión y de mi sumisión á mi Soberano T R A T A D O
con la respuesta á las Notas y Observaciones: seria
superfluo responder á otros escritos semejantes ;
pero quien escribiere con aquella decencia, que
tanto conviene á hombres honestos, y con aquel-
DE L O S DELITOS
los conocimientos que me dispensen de probar
Y
los primeros principios , de cualquiera clase que
fueren, encontrará en m í , no tanto un hombre
DE LAS PENAS.
que procura responder, cuanto un pacífico amante
de la verdad.
INTRODUCCION.
INTRODUCCION.
desórdenes que los o p r i m e , cuando han pasado Conocemos ya las verdaderas relaciones entre
el Soberano y los súbditos , y las que tienen
por medio de mil errores en las cosas mas esen-
entre sí recíprocamente las naciones. E l comercio
ciales á la vida y á la liberlad, y cuando se ha»
animado á la vista de las verdades filosóficas ,
cansado de sufrir males sin número.
comunicadas por medio de la.imprenta, ha en-
L a s historias nos enseñan, que debiendo ser
cendido enlre las mismas naciones una tácita
las leyes pactos considerados de hombres libres,
guerra de industria , la mas humana y mas digna
han sido pactos casuales de una necesidad pasa-
de hombres racionales. E s l o s son los frutos que
gera : que debiendo ser dictadas por un desapa-
se cogen á la luz de este siglo ; pero muy pocos
sionado examinador de la naturaleza humana,
han examinado y combatido la crueldad de las
lian sido instrumento de las pasiones de pocos. La
penas y la irregularidad de los procedimientos
felicidad mayor colocada en el mayor número de-
criminales, parle de Legislación tan principal y
biera ser el punto á cuyo centro se dirigiesen las
tan descuidada en casi loda Europa. Poquísimos,
acciones de la muchedumbre. Dichosas , pues , subiendo á los principios generales, combatieron
aquellas pocas naciones , que sin esperar el tardo los errores acumulados de muchos siglos , suje-
y alternativo movimiento de las combinaciones tando á lo menos con aquella fuerza que tienen
humanas, aceleraron con buenas leyes los pasos las verdades conocidas el demasiado libre ejercicio
intermedios de un camino que guiase al bien , del poder mal dirigido, que tantos ejemplos de
evitando de este modo que la extremidad de los fria atrocidad nos presenta autorizados y repeti-
males les forzase á ejecutarlo : y tengamos por dos. Y aun los gemidos de los infelices sacrifi-
digno de nuestro reconocimiento al filósofo , que cados á la cruel ignorancia y á la insensible i n -
desde lo oscuro y despreciado de su aposento
luvo valor para arrojar entre la muchedumbre >i) Hace alusión á J . J . Rousseau.
g3nte. P o r consiguiente me contentaré con indicar
dolencia; los bárbaros tormentos con pródiga 6
los principios mas generales, las faltas mas c o -
inúiil severidad multiplicados por delitos, ó no
munes y errores mas funestos, evitando igual-
probados ó quiméricos; la suciedad y los horrores
mente los excesos de los q u e , por un amor mal
de una prisión, aumentados por el mas cruel
verdugo de los miserables , que es la incertidum- entendido de la libertad , tratan de introducir la
bre de su suerte, debieran mover aquella clase anarquía , como también los de aquellos que
de magistrados qua guian las opiniones de los en- quisieran someter á los hombres á la regularidad
E l inmortal presidente de Monlesquieu ha pa- ; Pero cual es el origen de las penas, y sobre
sado rápidamente sobre esta materia. L a verdad que está fundado el derecho de castigar ( i ) .'
indivisible me fuerza á seguir las trazas luminosas ¿ Cuales pueden ser los castigos que convengan
de este grande hombre.; pero los ingenios c o n - á los diferentes crímenes ? ¿ E s la pena de muerte,
guir mis pasos de los suyos. Dichoso yo , si p u - para la seguridad , y el buen orden de la socie-
diese como é l , obtener las gracias secretas de dad ? ¿ Son justos los tormentos y las torturas ?
los retirados pacíficos secuaces de la r a z ó n , y si ¿ Conducen al objeto que las leyes se proponen i1
pudiese inspirar aquella dulce conmocion con • Cuales son los mejores medios de impedir ios
que las almas sensibles responden á quien sostiene delitos ? ¿ S o n las mismas penas igualmente ú ¡ ¡ -
los intereses de la humanidad. les en "todos tiempos ? ¿ Cual es.su influencia so-
de distinguir las diferentes especies de delitos , Todos estos problemas, merecen que se trate
como también el modo de castigarlos; pero la de resolverlos, con aquella precisión geométrica
F u e , pues, la necesidad quien obligó á Jos que dimana de Dios , y que tiene sus inmediatas
hombres para ceder parte de su libertad propia : relaciones con las penas y recompensas eternas.
y es cierto que cada uno no quiere poner en el
depósito público sino la porcion mas pequeña
que sea posible, aquella solo que basle á mover
que liga igualmente entre los hombres al mas
CAPITULO III. grande y al mas miserable , solo significa, que el
Ínteres de todos está en la observación de los
Consecuencias. pactos útiles al mayor número. La violacion de
cualquiera de ellos empieza á autorizar la anar-
L a primera consecuencia de estos principios quía. ( i ) E l Soberano , que representa la misma
e s , que solo las leyes pueden decretar las penas sociedad, puede únicamente formar leyes gene-
de los delitos ; y esla autoridad debe residir úni- rales que obliguen á todos los miembros ; pero
ramenle en el legislador , que representa toda la no juzgar cuando alguno haya violado el contrato
sociedad unida por el contrato social. Ningún social, porque entonces la Nación se divkliria
magistrado ( que es parle de ella ) puede con en dos partes : una representada por el Soberano,
justicia decretar á su voluntad penas contra otro que afirma la violacion , y otra del acusado , que
individuo de la misma sociedad. Y como una la niega (¿). E s , pues , necesario, que un tercero
pena extendida mas allá del límite señalado por juzgue de la verdad del hecho ; y veis aqui la
las leyes contiene en sí la pena justa , y otra mas necesidad de un magistrado, cuyas sentencias
en la extensión; se sigue, que ningún magistrado sean inapelables, y consistan en meras aserciones
bajo pretexto de celo ú de bien público, puede ó negativas de hechos particulares.
aumentar la pena establecida contra un ciuda-
dano delincuente. L a tercera consecuencia es , que cuando se
trono , llega hasta las mas humildes chosas, v la encontrarás : haz un raciocinio ; y entendiéndote iü
m i s m o , serás entendido.
probase ser la atrocidad de las penas, sí no inme- romo legitimo depositario en quien se hallan las
diatamente opuesla al bien público , y al fin actuales resultas de la voluntad de todos. R e c í -
mismo de impedir los delitos, á lo menos inútil ; benlas, no como obligaciones de un antiguo jura-
aun en este caso seria ella no solo contraria á mento ; nulo, porque ligaba voluntades no exis-
aquellas virtudes benéficas , que son efecto de tentes; inicuo, porque reduela los hombres del
una razón iluminada, y que prefiere mandar á estado de sociedad al estado de barbarie ; sino
hombres felices mas que á una tropa de esclavos, como efectos de otro tácito ó expreso, que las
en la cual se haga una perpetua circulación de voluntades reunidas de los súbditos vivientes han
temerosa crueldad, pero también á la justicia y hecho al Soberano , como vínculos necesarios
á la naturaleza del mismo contrato social. para sujetar ó regir la fermentación interior de los
intereses particulares. Esta es la física y real auto-
ridad de las leves ¿Quien será, pues , su legí-
timo intérprete ? E l Soberano; esto e s , el depo-
CAPITULO IV. sitario de las actuales voluntades de todos, ó el
juez, cuyo oficio solo sea examinar si tal hombre
Interpretación de las leyes. haya hecho ó no una acción que les sea contraria.
E n lodo delito debe hacerse por el juez un silo-
Cuarta consecuencia. Tampoco la autoridad de gismo perfecto. Pondráse como mayor la ley
interpretar las leyes penales puede residir en los general; por menor la acción, conforme ó no
jueces criminales por la misma razón que no son con la ley, de que se inferirá por consecuencia la
legisladores. Los jueces no han recibido de nues- libertad ó la pena. Cuando el juez por füerza ó
tros antiguos padres las leyes como una tradición voluntad quiere hacer mas de un silogismo, se
y un testamento, que dejase á los venideros solo abre la puerta á la incertidumbre.
el cuidado de obedecerlo : recíbenlas de la socie- No hay cosa tan peligrosa como aquel axioma
dad viviente, ó del Soberano su representador, común, que propone por necesario consultar «1
T R A T A D O DE LOS DELITOS
interpretación la vaga resulta de toda aquella con-
espíritu de la ley. E s un dique roto al torrente de fusa série de nociones que le mueve la mente ?
las opiniones. Esta verdad que parece una para- ¿ Cuantas veces vemos los mismos delitos diver-
doja á los entendimientos vulgares, eu quienes samente castigados por los mismos tribunales en
tiene mas fuerza un pequeño presente desorden , diversos tiempos, por haber consultado, no la
que las funestas, aunque remotas consecuencias, constante y fija voz de la ley, sino la errante
nacidas de un falso principio, radicado en una instabilidad de las interpretaciones ?
nación, la tengo por demostrada. Nuestros cono- U n desórden que nace de la rigorosa y literal .
cimientos y todas nuestras ideas tienen una recí- observancia de una ley penal, no puede compa-
proca conexion : cuanto mas complicadas s o n , rarse con los desórdenes que nacen de la inter-
tanto mayor es el número de sendas que guian y pretación. Obliga este momentáneo inconve-
salen de ellas. Cada hombre tiene su m i r a , y niente á practicar la fácil y necesaria corrección
cada hombre la tiene diversa según los diferentes en las palabras de la ley, que son ocasión de la in-
tiempos. E l espíritu de la ley seria , pues, la cerlidumbre, impidiendo la fatal licencia de racio-
resulta de la buena ó mala lógica de un juez, de cinar, origen de las arbitrarias, y venales alter-
su buena ó mala digestión : dependeria de la vio- caciones. Pero un códice fijo de leyes, que se
lencia de sus pasiones, de la flaqueza del que deben observar á la letra, no deja mas facultad
sufre, de las relaciones que tuviese con el ofen- al juez, que la de examinar y juzgar en las accio-
dido , y de todas aquellas pequeñas fuerzas que nes de los ciudadanos si son ó no conformes á la
cambian las apariencias de los objetos en el ley escrita. Cuando la regla de lo justo y de lo
ánimo fluctuante del hombre. ¿ Cuantas veces injusto, que debe dirigirlas acciones, tanto del ciu-
vemos la suerte de un ciudadano trocarse en el dadano ignorante , como de! ciudadano filósofo,
paso que de su causa se hace á diversos tribu- es un asunto de hecho y no de controversia; en-
nales ; y ser las vidas de los miserables víctima tonces los súbditos no están sujetos á las pequeñas
de falsos raciocinios, ó de! actual fermento de tiranías de muchos, tanto mas crueles, cuanto
los humores de un juez, que torna por legítima
es menor la distancia entre el que sufre y el que
t a c e sufrir : mas fatales que las de uno solo , SUPLEMENTO AL C A P I T U L O IV.
porque el despotismo de pocos no puede corre-
girse sino por el despotismo de uno ; y la cruel- « Pretenden varios críticos que este capítulo
dad de un despótico es proporcionada con los anonada las leyes con esta máxima (que se halla
estorbos, no con la fuerza. Asi adquieren los ciu- al principio) ; la autoridad de las leyes no está
dadanos aquella seguridad de sí mismos , que es fundada en una supuesta obligación, etc. M e hallo
justa, porque es el fin que buscan los hombres en muy distante de abrazar esta opinion; y pienso ,
la sociedad que es ú t i l , porque l o s pone en el por el contrario , que no hay autoridad ninguna,
caso de calcular exactamente los inconvenientes ni l e y , que pueda descansar en otro fundamento
de un mismo hecho. E s verdad que adquirirán un que el que les asigna el autor italiano ; es decir,
espíritu de independencia ; mas no para sacudir la voluntad, expresa ó tácita de los ciudadanos
el yugo de las leyes, ni oponerse á los supe- Si no fuera esto a s i , se seguiria que una socie-
riores magistrados; s í , á aquellos que han osado dad , que, al formarse, hubiera establecido leyes
dar el sagrado nombre de virtud á la flaqueza de perjudiciales á la felicidad del mayor número,
ceder á sus interesadas y caprichosas opiniones. cuales, por ejemplo , las que dan á los deposi-
Estos principios desagradarán á los que establecen tarios del poder una autoridad muy extensa, no
como derecho transferir en los inferiores las cul- podria mudarlas nunca; y que establecidos una
pa« de la tiranía recibidas de los superiores. vez por las primeras convenciones, el despotismo
Mucho tendría que temer si el espíritu de tiranía y tiranía, serian incontrastables para siempre.
fuese compatible con el espíritu de lectura. Esta consecuencia , que á la primera vista pare-
ce algo remota , está sin embargo muy próxima
¿ la máxima de que la deducimos.
que la revoque otra acompañada de iguales re- lengua extraña para ci pueblo, que lo ponga en la
dependencia de algunos pocos , no pudiendo juz-
quisitos. Concede pues que los actuales ciudada-
gar por sí mismo cuál será el éxilo de su libertad
nos pueden desogar una antigua ley, y mandar
ó de sus miembros en una lengua que forma de
establecer otra nueva. A s i , le pregunto ¿ cómo
un libro público y solemne uno cuasi privado y
se conducirán los ciudadanos actualmente vivos,
doméstico. ¿ Que deberemos pensar de los hom-
para emprender el mandar hacer esta revoca-
bres, sabiendo que en una buena parte de la culta
ción ? Será preciso que examinen, se quejen ,
é iluminada Europa es esta costumbre invele-
representen, y se reúnan. Pero si se prohiben
rada ? Cuanto mayor fuere el número de los que
el exámen, quejas, representaciones, y reunio-
entendieren y tuvieren entre las manos el sacro
nes ?... » ( N o t a inédita del abate Murellet).
códice de las leyes, tanto menos frecuentes serán
los delitos ; porque no hay duda que la igno-
rancia y la inccrtidumbre ayudan la elocuencia
de las pasiones.
U n a consecuencia de estas últimas reflexionen
es, que sin leyes escritas no tomará jamas una
TRATADO DE LOS DELITOS
entre los delitos y las penas. que es la sensibilidad misma , inseparable del.
h o m b r e ; y el legislador hace como el hábil ar-
E s imposible prevenir todos los desórdenes
quitecto , cuyo oficio es oponerse á las direccio-
en el combate universal de las pasiones humanas.
nes ruinosas déla gravedad, y mantener las que
Crecen éstas en razón compuesta de la poblacion
contribuyen á la fuerza del edificio.
y de la trabazón de los intereses particulares,
Supuesta la necesidad de la reunion de los
de tal suerte , que no pueden dirigirse geomé-
hombres, y los pactos que necesariamente resul-
t rica mente á la pública utilidad. E s necesario en
tan de la oposicion misma de los intereses pri-
la aritmética política substituir el cálculo de la
vados, encontramos con una escala de desór-
probabilidad á la exactitud matemática. V u é l -
denes, cuyo primer grado consiste en aquellos
vanse los ojos sobre la historia, y se verán crecer
que destruyen inmediatamente la sociedad y el
los desórdenes con los confines de los imperios ;
último en la mas pequeña injusticia posible c o -
y menoscabándose en la misma proporcion la
metida contra los miembros particulares de ella.
máxima n a c i o n a l , se aumenta el impulso hácia
E n t r e estos extremos están comprendidas todas
los delitos , conforme al Ínteres que cada uno
las acciones opuestas al bien público, que se
loma en los mismos desórdenes : asi la nece-
llaman delitos, y todas van aminorándose por gra-
sidad de agravar las penas se dilata cada vez mas
dos insensibles desde el mayor al mas pequeño (c).
por este motivo.
Aquella fuerza, semejante á un cuerpo grave, S i la geometria fuese adaptable á l a s infinitas y
que oprime á nuestro bien estar , no se detiene oscuras combinaciones de las acciones humanas,
sino á medida de los estorbos que le son opues - deberia haber una escala correspondiente de pe-
ios. L o s efectos de esta fuerza son la confusa nas , en que se graduasen desde la mayor hasta
serie de las acciones humanas : si éstas se e n - la menos dura ; pero bastará al sabio legislador
cuentran y recíprocamente se ofenden , las p e - señalar los puntos principales , sin turbar el
V DE LAS PENAS.
o r d e n , no decretando conlra los delitos del pri-
mer grado las penas del último (d). Y en caso de de las mutaciones que acaecen en las circuns-
haber una exacta y universal escala de las penas tancias de los paises, y por consecuencia siempre
y de los delitos, tendríamos una común y pro^ conformes al Ínteres común ; sino en razón de
bable medida de los grados de tiranía y de liber- las pasiones y de los errores de que sucesiva-
tad , y del fondo de humanidad, ó de malicia de mente fueron movidos los legisladores. "Verá
todas las naciones. muchas veces que las pasiones de un siglo son la
Cualquiera acción no comprendida entre los basa de la moral de los siglos que le siguen : que
límites señalados, no puede ser llamada delito ó las pasiones fuertes, hijas del fanatismo y del
castigada como tal, sino por aquellos que encuen- entusiasmo, debilitadas y carcomidas (por de-
tran su Ínteres en darle este nombre. L a incerti- cirlo asi) del tiempo, que reduce todos los fenó-
dumbre de estos límites ha producido en las menos físicos y morales á la igualdad, vienen
ilaciones una m o r a l , que contradice á la legis- poco á poco á ser la prudencia del siglo , y el
lación ; muchas actuales legislaciones , que se instrumento útil en manos del fuerte y del pru-
excluyen recíprocamente ; una multitud de leyes dente. D e este modo nacieron las oscurísimas
que exponen el hombre de bien á las penas nociones de honor y de virtud ; y son tales, por-
mas rigorosas, ha hecho vagos y fluctuantes los que se cambian con las revoluciones del tiempo,
nombres de vicio y de virtud; ha hecho nacer la que hace sobrevivir los nombres á las cosas : se
incertidumbre de la propia existencia, que p r o - cambian con los rios y con las montañas, que
duce el letargo y el sueño fatal en los cuerpos son casi siempre los confines, no solo de la g e o -
políticos. Cualquiera que leyere con desinterés grafía física, pero también de la moral.
fdosófico los códices de las naciones y sus anales, S i el placer y el dolor son los motores de los
encontrará casi siempre cambiarse los nombres entes sensibles : si entre las motivos que impelen
de vicio y de virtud, de buen ciudadano ó de reo , los hombres aun á las mas sublimes operaciones
con las revoluciones de los siglos, no en razón fueron destinados por el invisible Legislador el
premio y la pena ; de la no exacta distribución de
V DE X A S PENAS,
de placer ó de dolor; y que solo entre todos los es la verdadera medida de los delitos. Verdad
palpable como otras , y que no necesita para ser
seres obra sin relación ? L a gravedad del pecado
descubierta cuadrantes ni telescopios , pues se
depende de la impenetrable malicia del corazon.
presenta á primera vista de cualquiera mediano
E s t a no puede sin revelación saberse por unos
entendimiento ; pero que por una maravillosa
seres limitados : ¿ como, pues, se la tomará por
combinación de circunstancias no ha sido cono^
norma para castigar los delitos? Podrán los hom-
¿ d a con seguridad cierta , sino de algunos pocos
bres en este caso castigar cuando Dios perdona ,
hombres contemplativos de cadaNaciony de cada
y perdonar cuando, castiga. S i ellos son capaces
siglo. Las opiniones asiáticas, y las pas.ones ves-
de contradecir al Omnipotente con la ofensa
tidas de autoridad y de poder han disipado ( m u -
pueden también contradecirle con el castigo (e).
chas veces por insensibles impulsos, y algunas
por violentas impresiones sobre la tímida credu-
lidad de los hombres) las simples nociones, que
acaso formaban la primera filosofía de la socie-
dad en sus principios, á la cual parece que nos
revoca la luz de este siglo con aquella mayor
fuerza que puede suministrar un cxámen geomé-
trico de mil funestas experiencias y de los mismos
impedimentos. E l órden proponía examinar y
distinguir aqui todas las diferentes clases de deli- bra. Cualquier delito aunque privado ofende la
tos y el modo de castigarlos; pero la variable sociedad; pero no todo delito procura su inme-
naturaleza de ellos, por las diversas circunstan- diata destrucción. L a s acciones morales, como
cias de las físicas, tienen su esfera limitada de actividad,
siglos y lugares, nos haria formar un plan y están determinadas diversamente del tiempo y
inmenso y desagradable. Bastarános, pues, indi- del lugar como todos los movimientos de natu -
car los principios mas generales y los errores raleza" solo la interpretación sofística, que es
mas funestos y comunes para desengañar asi los ordinariamente la filosofía de la esclavitud, puede
que por un mal entendido amor de libertad quer- confundir lo que la eterna Verdad distinguió con
rían introducir la anarquía , como los que desea-
relationes inmutables.
rían reducir los hombres á una regularidad
Síguense despues de estos los delitos contra-
claustral.
rios á la seguridad de cada particular. Siendo este
Algunos delitos destruyen inmediatamente la
el fin primario de toda sociedad legítima, no
sociedad ó quien la representa : otros ofenden la
puede dejar de señalarse alguna de las penas
particular seguridad de alguno ó algunos ciuda-
mas considerables, establecidas por las leyes & la
danos en la vida, en los bienes ó en el honor ;
violadon del derecho de seguridad adquirido por
y otros so-n acciones contrarías á lo que cada uno
cada ciudadano.
está obügado de hacer ó no hacer, según las L a opinion que cualquiera de estos debe tener
leyes respecto del bien público. L o s primeros, de poder hacer todo aquello que no es contrario
que por mas dañosos son los delitos mayores, á la leves, sin temer otro inconveniente que el
se llaman de lesa Magestad. L a tiranía y la i g n o - que puede nacer de la acción misma , deberia
rancia solas que confunden los vocablos y las ser el dogma político creido de los pueblos , y
ideas mas claras pueden dar este n o m b r e , y por predicado por los magistrados con la incorrupta
consecuencia la pena mayor á delitos de diferente observancia de las leyes. D o g m a sagrado, sin
naturaleza, y hacer asi á los h o m b r e s , como en el cual no puede haber legítima sociedad; r e -
otras infinitas ocasiones, víctimas de una pala-
36 T R A T A D O DE LOS DELITOS
38 T R A T A D O DE LOS DELITOS
simples que las c o m p o n e n , y confundan las lí- en apariencia á la cabeza de todos los códices,
neas de separación necesarias al espíritu g e o m é - aun de los que le destruyen; pero la inmediación
trico que quiere medir los fenómenos de la s e n - de los h o m b r e s y el progreso d e sus conocimien-
sibilidad humana. Y se disminuirá del todo la tos han hecho nacer una infinita série de accio-
admiración del indiferente indagador de las cosas nes y necesidades recíprocas de los unos para
humanas que juzgare n o ser por acaso necesario los o t r o s , siempre superiores á la providencia
tanto aparato de m o r a l , ni tantas ligaduras para de las leyes , é inferiores al actual poder de
hacer los hombres felices y seguros. cada uno. Desde esta época c o m e n z ó el despo-
E s t e honor p u e s , es una de aquellas ideas c o m - tismo de la opinion , que era el único medio de
plexas , que son un agregado , no solo de ideas obtener de los otros aquellos b i e n e s , y separar
simples , sino de ideas igualmente complicadas , de sí los males á que no era suficiente la misma
que en el vario modo de presentarse á la mente, providencia de las leyes. Y la opinion es la que
ya admiten y ya excluyen algunos diferentes e l e - atormenta al sabio y al ignorante , la que ha
mentos que las c o m p o n e n , sin conservar mas dado crédito á la apariencia de la virtud mas alia
que algunas pocas ideas c o m u n e s , como muchas de la virtud m i s m a ; la que h a c e parecer m i s i o -
cuantidades complexas algebráicas admiten un nero aun al mas malvado porque encuentra en
común partidor. P a r a encontrar este común par- ello su propio Ínteres. Hiciéronse por esto los
tidor en las varias ideas que los hombres se f o r - sufragios de los h o m b r e s n o solo útiles, pero
man del7/onor es necesario echar rápidamente una aun necesarios para no quedar por b a j o del n i -
mirada sobre la formacion de las sociedades (g). vel común. P o r esto , si el ambicioso los c o n -
Las primeras leyes y los primeros magistra- quista como útiles, si el vano va mendigándolos
dos nacieron de la necesidad de reparar los d e - como testimonios del propio m é r i t o , se ve al
sórdenes del despotismo físico de cada h o m b r e : hombre honesto procurarlos como necesarios.
este fue el fia principal de la sociedad, y este fin E s t e honor es una condicion que muchísimos
primario se ha conservado siempre realmente ó incluyen en la existencia propia. Nacido despues
de la formación de la sociedad no pudo ser
puesto en el depósito común, antes es una ins- CAPÍTULO X.
tantánea vuelta al estado natural, y una subs-
tracción momentánea de la propia persona para De los duelos.
con las leyes, que en aquel caso no defienden
suficientemente á un ciudadano. La necesidad de los sufragios de los otros hizo
nacer los duelos privados , que tuvieron luego
Por esto en el estado de libertad, extrema
su origen en la anarquía de las leyes. S e pretende
política, y en el de extrema dependencia desa-
que fueron desconocidos en la antigüedad,acaso
parecen las ideas del h o n o r , ó se confunden
porque los antiguos no se juntaban sospechosa-
perfectamente con otras; porque en el primero
mente armados en los templos, en los teatros y
el despotismo de las leyes hace inútil la solicitud
con los amigos-, acaso porque el duelo era un
de los sufragios de otros : en el segundo, porque
espectáculo ordinario y común que los gladiato-
el despotismo de los hombres, anulando la exis-
res esclavos y envilecidos daban al pueblo, y los
tencia civil, los reduce á una personalidad pre-
hombres libres se desdeñaban de ser creídos y
caria y momentánea. E l honor es , p u e s , uno
llamados gladiatores con los particulares desa-
de los principios fundamentales de aquella m o -
fíos. E n vano los decretos de muerte contra
narquía, que son un despotismo disminuido ; y
cualquiera que acepta el duelo han procurado
en ellas lo que las revoluciones en los estados
extirpar esta costumbre, «pie tiene su fundamento
despóticos , un momento de retrotraccion al es- en aquello que algunos hombres temen mas que
tado de naturaleza, y un recuerdo al Señor de la muerte : porque el hombre-de honor , priván-
la igualdad antigua. dolo de los sufragios délos otros, se prevee ex-
puesto á una vida meramente solitaria , estado
insufrible para un hombre sociable; ó bien á ser
el blanco de los insultos y de la infamia, que
con su repetida acción exceden al peligro de la
pena. ¿ P o r que motivo el vulgo no tiene por lo CAPITULO XI.
. j ^ J j . ,í ainjamMUiii
común desafíos como la nobleza? N o solo por-
que está desarmado, sino también porque la ne- De la traftquifidad pública.
cesidad de los sufragios es menos común en la
Finalmente entre los delitos de la tercera es-
plebe que en los nobles, que estando en lugar
pecie se cuentan particularmente los que turbau
mas elevado , se miran con mayores celos y sos-
la tranquilidad pública y la quietud de los ciuda-
pechas.
danos , como los estrépitos y huelgas en los ca-
N o es inútil repetir lo que otros han escrito ;
minos públicos destinados al comercio y paso
esto es , que el mejor método de precaver este
de los ciudadanos : los sermones fanáticos que
delito es castigar al agresor, entiéndese al que
excitan las pasiones fáciles de la curiosa muche-
dado la ocasion para el duelo ; declarando ino- dumbre , que toman fuerza con la frecuencia de
cente al que sin culpa suya se vió precisado á los oyentes, y mas del entusiasmo oscuro y mis-
defender lo que las leyes actuales no aseguran , terioso que de la razón clara y tranquila, pues
que es la opinion, mostrando á sus ciudadanos esta nunca obra sobre una gran masa de hom-
que él teme solo las leyes, no los hombres (h). bres.
L a noche iluminada á expensas públicas, las.
guardias distribuidas en diferentes cuarteles de la
ciudad, los morales y simples discursos de la
religión, reservados al silencio y á la sagrada
tranquilidad de los templos, protegidos de la au-
toridad pública, las arengas ó informes destina-
dos á sostener los intereses públicos ó privados en
las juntas de la Nación , ya sean en los tribuna^
les, ya en donde resida la magestad del S o b e -
rano ; son los medios eficaces para prevenir la CAPITULO XII.
peligrosa fermentación de las pasiones populares.
Estos forman un ramo principal , de que debe Fin de las penas.
cuidar Ja vigilancia del magistrado , que los fran-
ceses llaman de la Policía; pero si este magis- Consideradas simplemente las verdades hasta
trado obrase con leyes arbitrarias y no estable- aqui expuestas , se convence con evidencia, que
cidas de un códice que gire entre las manos de el fin de las penas no es atormentar y afligir un
todos los ciudadanos, se abre una puerta á la ente sensible, ni deshacer un delito ya cometido.
tiranía, que siempre rodea los confines de la li- ¿ S e podrá en un cuerpo político , que bien lejos
bertad política. Y o no encuentro excepción alguna de obrar con pasión, es el tranquilo moderador
en este axioma general. Cada ciudadano debe de las pasiones particulares ; se podrá , repito ,
saber cuando es r e o , y cuando es inocente. S i abrigar esta crueldad inútil, instrumciHo del fu-
ror y del fanatismo ó de los flacos tiranos :'
los censores ó magistrados arbitrarios son por lo
; L o s alaridos de un infeliz revocan acaso del
común necesarios en cualquier gobierno, nace
tiempo , que no vuelve las acciones ya consu-
esto de la flaqueza de su constitución , y no de la
madas ? E l fin , pues, no es otro que impedir al
naturaleza de uno bien organizado. L a incerti-
reo causar nuevos daños á sus ciudadanos, y
dumbre de la propia suerte ha sacrificado mas
retraer los demás de la comision de otros iguales.
víctimas á la oscura tiranía que la crueldad pú-
Luego deberán ser escogidas aquellas penas y
blica y solemne. Amotina mas que envilece los
aquel método de imponerlas , que guardada la
ánimos. E l verdadero tirano empieza siempre
proporción hagan una impresión mas eficaz y
remando sobre la opinion , porque esta se apo-
mas durable sobre los ánimos de los hombres ,
dera del esfuerzo , que solo puede resplandecer
y la menos dolorosa sobre el cuerpo del reo.
en la clara luz de la verdad , ó en el fuego de las
pasiones , ó en la ignorancia del peligro.
fe de un testigo viene á ser tanto menor sensible
CAPITULO XIII. cuanto mas crece la atrocidad de un delito ( i ) ,
ó lo inverosímil de las circunstancias : tales son,
De los testigos. por ejemplo , la magia y las acciones crueles sin
utilidad del que las hace. E s mas probable que
E s un punto considerable en toda buena le-
mientan muchos hombres en la primera acusa-
gislación determinar exactamente la creencia de
ción , porque es mas fácil que se combinen en
los testigos y pruebas del reato. Cualquiera
muchos , ó la ilusión de la ignorancia , ó el odio
hombre racional, esto e s , que tenga una cierta
perseguidor, que no lo es el que un hombre
conexion en sus propias ideas, y cuyas sensa-
ciones sean conformes á las de los otros hombres,
puede ser testigo. La verdadera graduación de
su fe es solo el interés que tiene de decir ó no ( i ) E n t r e los criminalistas la c r e e n c i a de un testigo es
t a n t o m a y o r cuanto es m a s atroz el delito. V e i s aquí el
decir la verdad. P o r esto aparece frivolo el mo-
axioma f e r r e o , dictado por la flaqueza njas c r u e l : I n
tivo de la flaqueza en las mugeres : pueril la
ntrocissimis leviores conjecturcc sufficiunt, el licet Ju-
aplicación de los efectos de la muerte real á la die! jura transgredí'. Traduzcámoslo en vulgar , y vean
civil en los proscriptos, é incoherente la nota de los europeos una de muchísimas igualmente racionales
infamia en los infames ( Í ) cuando no tienen en m á x i m a s , á que casi sin saberlo están sujetos. « E n los
mentir Ínteres alguno ( y ) . L a creencia, pues, debe » m a s atroces delitos , esto es , en los m e n o s probables,
» bastan las m a s ligeras c o n j e c t u r a s , y es licito al juez
desminuirseá proporcion del odio ó de la amistad,
» pasar por encima de lo prevenido por derecho. » Los
ó de las estrechas relaciones que median entre el
absurdos prácticos de la Legislación por lo común p r o -
testigo y el reo. Siempre es necesario mas de un
ducidos del t e m o r , manantial principal de las c o n t r a -
testigo ; porque en tanto que uno afirma y otro dicciones humanas. Atemorizados los legisladores ( t a -
niega no hay nada cierto , y prevalece el derecho le» son los jurisconsultos, autorizados por la m u e r t e
que cada cual tiene de ser creído inocente {k). L a para decidir de t o d o , llegando á s e r de escritores inte-
resados y ver.a'es , arbitros y legisladores de las fortunas
#
segunda , porque el homhre no es cruel sino á debe darse á un testigo cuando el delito que se
proporcion del Ínteres propio del odio ó del t e - averigua consiste en palabras, porque el t o n o ,
mor que concibe. No hay en el hombre propia- el gesto , todo lo que precede y lo que sigue, las
mente algún principio superfluo : siempre es diferentes ideas que los hombres dan á las mis-
proporcionado á la resulla de las impresiones mas palabras, las alteran y modifican de tal ma-
hechas sobre los sentidos. Igualmente la fe de nera que casi es imposible repetirlas tales p r e -
un testigo puede disminuirse tal vez , cuando cisamente cuales fueron dichas. D e m á s de e s t o ,
este fuere miembro de alguna sociedad , cuyos las acciones violentas y fuera del uso ordinario ,
usos y máximas sean ó no bien conocidas , ó di- como son los delitos verdaderos , dejan señales
tiene sus pasiones propias , tiene también las de en los efectos que de ellas resultan ; pero las
3
5o T R A T A D O DE LOS DELITOS
Y DE I.AS PENAS. 5L
aquella sola de quien dependen. Cuando las prue- fecta; vale tanto como-decir , si por cada una de
bas son independientes la una de la o t r a , esto estas en parlicular es posible que no sea r e o ,
por la reunión de to las en un mismo sujeto es
es, cuando los indicios se prueban de otra p a r t e ,
imposible que no lo sea. Nótese qne las pruebas
no de sí mismos; cuanto mayores pruebas se
imperfectas de que el reo puede justificarse, y no
traen, tanto mas crece la probabilidad del hecho,
lo h a c e , según esiá obligado , se hacerí^erfectas.
porque la falacia de una prueba no influye sobre
Pero esta certeza moral de pruebas es masfáci!
la otra. Hablo de probabilidad en materia de
«
\
N o se espere de estos tribunales piedad , hu-
S U P L E M E N T O AL -CAPITULO XIV.
manidad , ni ¡dea de justicia ; y ni aun se tenga
confianza en la conducta que han podido obser-
De 1as Comisiones.
var hasta alli los sujetos que le componen ; todo
hombre que tiene la bajeza de aceptar una c o -
Hallándose Francisco I en Marcoussi delante
misión , que le pondrá en el caso de castigar
del sepulcro de Montagu, decapitado en el reina-
unas acciones que no son delitos sino porque de-
do de Carlos V I , se le escapó decir que era
sagradan á un déspota ó facción , hace el srcri-
lástima que semejante hombre hubiese muerto
ficio de su honor , y es ministro de la injusticia
por justicia. U n fraile que estaba presente, le res-
desde aquel dia.
pondió : señor, no fué condenado por la justicia ,
N o es sino mucha verdad , que los príncipes'y
sino por los comisionados.
facciones hallan asesinos, luego que los quieren ..
« E l principe que substituye jueces forzosos á
C o m o hallan j u e c e s , cuando hay necesidad de
los organos ordinarios de la l e y , anuncia desi-
revestir con ciertas formalidades las venganza»
gnios de satisfacer venganzas ; y la única dife-
cuya ejecución está acordada.
rencia que puede concebirse entre los comisiona-
E s una regla también , que cuando los prín-
dos reales y los asesinos, es que Iros primeros se
cipes ó facciones quieren suplicios, crean c o m i -
encargan de imponer la pena de muerte, hacién-
siones especiales, nombran á verdugos por jue-
dola preceder de la ceremonia de una senlenc ; a,
ces ; y tienen la certeza de que todo sugeto, ó
y que los últimos la dan por sí mismos é inme-
magistrado que acepte tan infame mandato, se
diatamente.
hará digno de é l , y merecerá un honorario.
» B a j o cualquier aspecto que se presenten los « P e r o un tirano se sirve de los jueces extraor-
tribunales de exención, déseles el nombre que dinarios come de viles instrumentos, á los que
quieran, y es'.ablezcanse con cualquiera pretexto, retira luego que no los necesita. Sus inicuas sen-
debemos mirarlos como tribunales de sangre. » tencias han irritado los ánimos ; y si conserva
el príncipe algunas reliquias de pudor, no puede
excusarse en lo sucesivo mas que achacando sns
CAPITULO XV
propios excesos á los comisionados.
« S i alguno de estos jueces de iniquidad, se
Acusaciones secretas.
ha escapado de la justa venganza que los persi-
gue , contémplese ún ignominiosa existencia ; Evidentes, pero consagrados desórdenes son
veáselos desechados, y vilipendiados ; pregún- » las acusaciones secretas, y en muchas naciones
tese uno en su interior si no le espanta el supli- admitidos como necesarios por la flaqueza de
cio de tales jueces. la Constitución. Semejante costumbre hace los
« Dirannos ellos que han cumplido con sus hombres falsos y dobles. Cualquiera que puede
obligaciones ; que la ley se las imponia con todo sospechar ver en el otro un delator, ve en el un
vigor; que las circunstancias enemigo. Entonces los hombres se acostumbran
« Pero óigase la voz mucho mas poderosa de á enmascarar sus propios dictámenes, y con el
la patria y humanidad, que les responde : O s uso de esconderlos á los otros llegan finalmente
hicisteis reos desde el momento en que consen- á esconderlos de sí mismos. Infelices, pues,
tisteis en ser ministros de un poder destructivo, cuando han arribado á este punto; sin princi-
agentes de un partido que quena exterminar pios claros que los guien, vagan desmayados y
cuanto le era contrario, y órganos de una ley fluctuantes por el vasto mar de las opiniones,
de sangre, que no os daba mas tarea que la de pensando siempre en salvarse de los monstruos
sacrificar á unas inocentes víctimas, ó castigar que les amenazan. Pasan el momento presente
unas opiniones que no eran las vuestras. « en la amargura que les ocasiona la incertidumbre
( Berenger, de la justicia criminal en Francia , del futuro : privados de los durables placeres de
la tranquilidad y seguridad, apenas algunos pocos
tit. I , cap. II. )
de ellos repartidos en varias temporadas de su
triste vida, y devorados con priesa y con desór-
el príncipe algunas reliquias de pudor, no puede
excusarse en lo sucesivo mas que achacando sus
CAPITULO XV
propios excesos á los comisionados.
« S i alguno de estos jueces de iniquidad, se
Acusaciones secretas.
ha escapado de la justa venganza que los persi-
gue , contémplese ún ignominiosa existencia ; Evidentes, pero consagrados desórdenes son
veáselos desechados, y vilipendiados ; pregún- » las acusaciones secretas, y en muchas naciones
tese uno en su interior si no le espanta el supli- admitidos como necesarios por la flaqueza de
cio de tales jueces. la Constitución. Semejante costumbre hace los
« Dirannos ellos que han cumplido con sus hombres falsos y dobles. Cualquiera que puede
obligaciones ; que la ley se las imponia con todo sospechar ver en el otro un delator, ve en el un
vigor; que las circunstancias enemigo. Entonces los hombres se acostumbran
« Pero óigase la voz mucho mas poderosa de á enmascarar sus propios diclámenes, y con el
la patria y humanidad, que les responde : O s uso de esconderlos á los otros llegan finalmente
hicisteis reos desde el momento en que consen- á esconderlos de sí mismos. Infelices, pues,
tisteis en ser ministros de un poder destructivo, cuando han arribado á este punto; sin princi-
agentes de un partido que queria exterminar pios claros que los guien, vagan desmayados y
cuanto le era contrario, y órganos de una ley fluctuantes por el vasto mar de las opiniones,
de sangre, que no os daba mas tarea que la de pensando siempre en salvarse de los monstruos
sacrificar á unas inocentes víctimas, ó castigar que les amenazan. Pasan el momento presente
unas opiniones que no eran las vuestras. « en la amargura que les ocasiona la incertidumbre
( Berenger, de la justicia criminal en Francia , del futuro : privados de los durables placeres de
la tranquilidad y seguridad, apenas algunos pocos
tit. I , cap. II. )
de ellos repartidos en varias temporadas de su
triste vida, y devorados con priesa y con desór-
58 TRATADO DE EOS DELITOS
den los consuelan de haber vivido. ¿ Y de estos dadano ? ¿ Pretende , pues, la indemnidad del
hombres haremos nosostros los soldados intré- acusador ? Luego las leyes no le defienden bas-
pidos defensores de la patria y del trono? ¿ Y tantemente ; y serán de esía suerte los subditos
entre estos encontraremos los magistrados incor- mas fuertes que el Soberano. ¿ L a infamia del
ruptos, que con libre y patriótica elocuencia sos- delator? Luego se autoriza la calumnia secreta,
tengan y desenvuelvan los verdaderos intereses y se castiga la pública. ¿ L a naturaleza del delito
del Soberano ? ¿ Que lleven al trono con los Si las acciones indiferentes, si aun las útiles al
tributos el amor y las bendiciones de todas las público se llaman delitos, las acusaciones y jui-
congregaciones de los h o m b r e s , y de este vuel- cios nunca son bastante secretos. ¿ Qué ? ¿Puede
van á las casas y campañas la p a z , la seguridad haber delitos, esto e s , ofensas públicas, y que
y la esperanza industriosa de mejor suerte, útil al mismo tiempo no sea interés de todos la publi-
fermento y vida de los estados ? cidad del ejemplo, fm único del juicio ? Y o res-
¿ Quien puede defenderse de la calumnia peto todo gobierno y no hablo de alguno en par-
cuando ella está armada del secreto, escudo el ticular. T a l es alguna vez la naturaleza de las
mas fuerte de la tiranía? ¿ Q u e genero de g o - circunstancias, que puede creerse como extrema
bierno es aquel, donde el que manda sospecha ruina quitar un mál cuando es inherente al sistema
en cada subdito un enemigo , y se ve obligado de una nación ; pero si hubiese de dictar nuevas
por el reposo público á dejar sin reposo los leyes en algún ángulo del universo que estuviese
particulares ? abandonado , antes de autorizar esta costumbre
¿ Cuales son los motivos con que se justifican níe temblaría la mano , y se me pondria delante
las acusacioues y penas secretas ? ¿ L a salud de los ojos la posteridad toda ( r a ) .
pública , la seguridad y conservación de la forma E s opinion del S r . Montesquieu que las acusa-
de gobierno ? ¿Pero que extraña Constitución es ciones públicas son mas conformes al gobierno
aquella, donde el que tiene consigo la fuerza republicano, donde el bien público debe formar
y la opinion mas eficaz que ella teme á cada ciu el primer cuidado de los ciudadanos que al m o -
T R A T A D O DE LOS DELITOS Y DE T A S PENAS. 61
nárquico, donde esta máxima es débilísima por su decidido que ha violado los pactos bajo que le
misma naturaleza, y donde es un excelente esta- fue concedida. ¿ Que derecho sino el de la
blecimiento destinar comisarios que en nombre fuerza, será el que dé potestad al juez para impo-
público acusen los infractores de las leyes. Pero ner pena á un ciudadano mientras se duda si
64 T R A T A D O DE LOS DELITOS
del fuego y del agua hirviendo , y la incierta
ras de la revelación; y asi como estas son las suerte de las armas. Como si los eslabones de la
que solo subsisten en los tiempos de la ignoran- eterna cadena , que tiene su origen en el seno
cia , asi á ellas recurre la humanidad dócil en de la primera causa, debiesen á cada momento
todas las ocasiones, haciendo las aplicaciones desordenarse y desenlazarse por frivolos esta-
mas absurdas y disparatadas. M a s , la infamia es blecimientos humanos (p). La diferencia que hay
UB dictámen no sujeto á las leyes ni á la razón, entre la tortura y el fuego y agua hirviendo, es
sino á la opinion común. L a tortura misma oca- solo que el éxito de la p r i m e r a , parece que de-
siona una infamia real á quien la padece ; luego pende de la voluntad del r e o , y el de la segunda
con este método se quitará la infam¡§ causando de lo extrínseco de un hecho puramente físico ;
la infamia. pero esla diferencia es solo aparente y no real-
E l tercer motivo es el tormento que se da á los T a n poca libertad hay ahora entre los cordeles y
que se suponen reos cuando en su exámen caen dolores para decir la verdad, como habia e n -
en contradicciones; como si el temor de la pena, tonces para impedir sin fraude los efectos del
la incertidumbre del juicio, el aparato.y la m a - fuego y del hagua hirviendo. T o d o acto de nues-
gestad del juez, la ignorancia común á casi todos tra voluntad es siempre proporcionado á la fuerza
los malvados y á l o s inocentes, no deban p r o b a - de la impresión sensible , que es su manantial, y
blemente hacer caer en contradicción al inocente la sensibilidad de todo hombre ts limitada (<7); y asi
que teme, y al reo que procura cubrirse; corno la impresión del dolor puede crecer á tal extremo,
si las contradicciones comunes en los hombres que ocupándola toda, no deje otra libertad a'
cuando están tranquilos non deban multiplicarse atormentado, que para escoger el camino mas
en la turbación del ánimo lodo embebido con el corto en el momento presente, y sustraerse de la
pensamiento de salvarse del inminente peligro. pena. Entonces la respuesta del reo es tan nece-
Este infame crisol de la verdad es un monu- saria como las impresiones del fuego y del agua.
mento aun de la antigua y bárbara legislación Entonces el inocente sensible se llamará reo si
3*
cuando se llamaban juicios de D i o s las pruebas
cree con esto hacer cesar el tormento. T o d a dife- h o m b r e tranquilo , mucho menos se descubrirá
rencia entre ellos desaparece por aquel medio en aquel á quien las convulsiones del dolor alte-
mismo que se pretende empleado p a r a encon- ran , y hacen faltar todas las señales por d o n d e ,
trarla. E s superfluo duplicar la luz de esta verdad aunque á su p e s a r , sale al rostro de la mayor
citando los innumerables ejemplos de inocentes parte de los hombres la verdad misma. T o d a
que se confesaron reos por los dolores de lá tor- acción violenta hace desaparecer las mas peque-
tura : no hay nación , no hay edad que no pre- ñas diferencias de los o b j e t o s , por las cuales
sente los suyos ; pero ni los h o m b r e s se mudan algunas veces se distingue lo verdadero de lo
ni sacan las consecuencias. N o hay h o m b r e , si falso.
ha girado mas alia de las necesitades de la vida, Conocieron estas verdades los legisladores ro-
que alguna vez no c o r r a hácia la naturaleza, que mauos , entre los que no se encuentra usada
con voces secretas y confusas lo llama á s í ; pero tortura alguna , sino en solo los esclavos , á
el uso tirano de los entendimientos lo separa y quienes estaba quitado todo derecho persona).
espanta. E l éxito, pues, de la tortura es un asunto L a s ha conocido la I n g l a t e r r a , nación y reino
de temperamento y de cálculo, que v a r í a en cada donde la gloria de las l e t r a s , la superioridad del
h o m b r e á proporción de su robustez y de su sen- comercio y de las riquezas, y lo que á esto es
sibilidad ; tanto que con este método un mate- consiguiente, el poder, los ejemplos de virtud y
mático desatará m e j o r que un juez este problema. de valor no dejan dudar de la bondad de las
Determinada la fuerza de los músculos y la sensi- leyes. L a tortura ha sido abolida en Suecia : ha
bilidad de las fibras de un i n o c e n t e , encontrar el sido abolida de uno de los mayores y m a s sabios
orado de dolor que lo hará confesar r e o de un M o n a r c a s de la E u r o p a , que colocando sobre
E l exámen de un reo se hace para conocer la sallos , los ha hecho iguales y libres en la depen-
verdad ; pero si .esta se descubre difícilmente dencia de las l e y e s , que es la sola igualdad v
libertad que pueden los hombres racionales pre-
en el a i r e , en el gesto y en la fisonomía de un
tender en las presentes combinaciones de las » por esto te absuelvo : t ú , d é b i l , has cedido,
cosas. No han creido necesaria la tortura las >• y por esto te condeno. Conozco que la c o n -
leyes de los ejércitos , compuestos por la mayor » fesion que te he arrancado entre la violencia
parle de la hez de las naciones , y que por esta » de los tormentos no tendría fuerza alguna;
razón parece debería servir en ellos mas que en » pero yo te atormentaré de nuevo si no confir-
cualquiera otra sociedad. Cosa extraña para » mas lo que has confesado. » (/•)
quien no considera cuan grande es la tiranía del Una consecuencia extraña , que necesaria-
uso que las leyes pacíficas deban aprender el mas mente se deriva del uso de la tortura , es , que el
humano método de juzgar de los ánimos endu- inocente se hace de peor condicion que el reo ;
recidos á los estragos y á la sangre. puesto que aplicados ambos al tormento , el pri-
E s t a verdad, finalmente, ha sido conocida de mero tiene todas las combinaciones contrarias ;
aquellos mismos que mas se alejan de ella. No porque, ó confiesa el delito, y es condenado, ó
vale la confesion dictada durante la tortura si no lo n i e g a , y declarado inocente ha sufrido una
se confirma con juramento despues de haber pena que no debia; pero el reo tiene un caso
cesado é s t a ; pero si el reo no confirma lo que favorable para s í ; este es , cuando resistiendo á
allí dijo es atormentado de nuevo. Algunas n a - la tortura con firmeza, debe ser absuello como
ciones y algunos doctores no permiten esta i n - ¡nocente ; pues asi ha cambiado una pena mayor
fame repetición mas que tres veces : otras nacio- por una menor. Luego el ¡nocente siempre debe
nes y otros doctores la dejan al arbitrio del juez; perder, y el culpado puede ganar.
de manera, que puestos dos hombres igual- L a ley que manda la tortura es una ley que
mente inocentes, ó igualmente reos , el robusto dice : « H o m b r e s , resistid al dolor ; y si la natu-
y esforzado será absuelto, y el flaco y tímido » raleza ha criado en vosotros un inextinguible
condenado en fuerza de este exacto raciocinio : » amor propio ; y si os ha dado un derecho
« Y o , juez, debia encontraros reos de tal delito: » enagenable para vuestra defensa; yo creo en
v t ú , vigoroso , has sabido resistir al dolor, y » vosotros afecto lodo contrario ; esto e s , un
JO T R A T A D O DE LOS DELITOS Y DE LAS P E N A S . " 7«
» odio heróico de vosolros m i s m o s , y os mando todos aquellos mismos medios que deben servir
» que os acuséis, diciendo la verdad aun enlre para certificar el delito en el acusado? L o s cóm-
» el desenlazamiento de los músculos y disloca- plices por lo común huyen inmediatamente des-
» ciones de los huesos. » pués de la prisión del compañero : la incertidum-
S e da la tortura para descubrir si el reo lo es hre de su suerte los condena por sí sola al des-
de otros delilos fuera de aquellos sobre que se tierro ; y libra á la nación del peligro de nuevas
le acusa , cuyo hecho equivale á este raciocinio : ofensas , mientras tanto la pena del r e o , que está
« T ú eres reo de un delito : luego es posible en su fuerza, obtiene el fin que procura; esto
>» que lo seas de otros ciento. E s t a duda me es , separar con el terror los otros hombres de
» o p r i m e , y quiero salir de ella con mi criterio semejante delito (t).
» de la verdad : las leyes te atormentan porque
» eres r e o , porque puedes ser r e o , porque yo
»> quiero que tu seas reo. »
Finalmente, la tortura se da á un acusado SUPLEMENTO AL C A P I T U L O XVI.
para descubrir los cómplices de su delito (s); pero
si está demostrado que ésta no es un medio opor- Bel secreto , etc.
tuno para descubrir la verdad, ¿ como podra
servir para avriguar los cómplices, que es una « Este título nos transporta á otro siglo, y
de las verdades de cuyo descubrimiento se trata ? escribo en el décimo nono.
Gomo si el hombre que se acusa á sí mismo no « La jurisprudencia criminal distinguía en
acusase mas fácilmente á los otros. ¿ E s acaso otro tiempo dos especies de tormento : E l uno
justo atormentar los hombres por el delito de llamado preparatorio , [cuando no exístian sufi-
otros ? ¿ N o se descubrirán los cómplices del cientes pruebas contra un reo acusado de un
esámen del reo de las pruebas y cuerpo del de- delito digno de muerte ; que fué suprimido por
lito , del exámen de los testigos , y en suma , de
t
épocas se han empleado en las cárceles ó casas
la declaration del 24 de agosto de 1780 : Y el
de reclusión para forzar á los presos á hacer
segundo, llamado previo, se aplicaba después de
revelaciones, son estos:
la sentencia de muerte y antes de su ejecución, á
« E l hombre sujeto á e s t a especie de tpYtura,
fin de obtener la revelación de los cómplices;
.está encerrado por lo común en un estrecho cala-
conservóse este, y se derogó por la ley de 9 de
bozo, que con la mayor frequencia es húmedo,
octubre de 17^9 ; porque una nación que reno-
con el piso de piedra, y ventilándose rara vez.
vaba su legislación, no podia dejar subsistir una
No recibe esta mazmorra un escaso rayo de luz,
tan bárbara institución.
mas que por medio de un fuelle de madera a c o -
« Podria extenderme sobre la explicación de
modado á una ventana barreada.
los tormentos que s e daban P e r o con
« T o d o su ajuar se reduce á un mal j e r g ó n :
Monlesquieu, oigo el grito de la naturaleza que
sin mesa ni sillas; de manera que el preso se ve
clama contra mí.
obligado á estar siempre tendido ó de pie.
« N o hablemos pues de lo que ya no existe;
« L e está vedada toda lectura ; y aun sfe le
y harto es el tener que ocuparnos en lo que existe.
niega el leve consuelo de escribir sus pensamien-
— E s t á suprimido el tormento : esto es lo que tos : y hallándose solo con sus tétricas reflexiones,
nuestra legislación proclama. — Sin e m b a r g o , y m u y á menudo en medio de una profunda
la necesidad de obtener algunas declaraciones en obscuridad, no tiene nada que pueda desvane-
ciertas causas ha imaginado un nuevo genero cerle sys congojas.
de tortura , al que no puede resistir por mucho
« U n a cubeta, Colocada al lado suyo , sirve
tiempo el mas entero valor. Quiero decir del para el desahogo de las necesidades naturales;
secreto ; y no temo cargarme con la responsabi- y contribuye, con el infecto olor que ella despide,
lidad de los hechos que paso á referir. M e ciño para hacer insoportable aquella mansión.
á consignar aqui los actos que han adquirido la « A todas las horas del dia y n o c h e , le des-
mayor publicidad. L o s medios que en algunas pierta á uno la estrepitosa vigilancia de uil carce-
4;
V DE LAS PENAS.
lero , el que privado de toda sensibilidad, no
luz de un reverbero viene á ocupar el lugar dé-
respeta descanso ninguno , ni dolor; menea con
las tinieblas ; dirigen el resplendor hácia la ta-
estruendo sus llaves y c e r r o j o s , y se complace rima del incarcelado, el que para evitar tan
al parecer en contemplar el martirio de aquellos incómodo brillo, se ve precisado á tener cerrados
infelices. por mucho tiempo sus cansados ojos. Durante
« P a n , en corta cantidad con frecuencia, es todo este tiempo, un dependiente de policía, colo-
el sustento de aquel desdichado ; y á veces en cado al opuesto extremo del calabozo , y sen-
ciertas ocasiones olvidan ex profeso dársele, con tado delante de una mesa, le observa en silencio;
repara en sus movimientos, y no deja por apun-
la mira de. disminuir sus fuerzas. N o le dejan
tar ninguno de sus suspiros ; recoge las palabras
cuchillo, ni instrumento alguno estando á cargo
y quejas arrancadas por el dolor; y le quita el
del carcelero el partir sus alimentos.
último consuelo que no puede robársele al desva-
«Sacanle de cuando en cuando de aquella h o r -
lido , que es el de gemir solo.
rible morada para Uevarle ante un juez interrogan-
te; pero sus recuerdos son confusos, apénas puede « Dichoso el incarcelado, si estos mercena-
sosteuerse; y es un prodigio, sí despues de rios agentes, que se suceden en su vigilancia, no
muchos interrogatorios no forma la incoherencia mienten jamas á su conciencia y á la verdad!
de sus respuestas muchas contradicciones, de que » E l tiempo durante el cual está el reo sujeto
hacen en seguida otros tantos nuevos artículos á este régimen , no tiene medida ninguna; y
de acusación contra él. queda al arWtrjo del magistrado. Hay quien lo
« Vuelto á la prisión , y si no ha llenado las ha estado por quinientos cincuenta y dos dias ,
esperanzas del juez, recibe órden el conserge de otros por trescientos setenta y dos , y algunos
duplicar los rigoi-cs. Así á véces cuando el horror por ciento y uno. Despues de este trato, no se
de la soledad ha sido ineficaz sobre un alma restituye ya un hombre á la luz, sino un espectro
fuertemente constituida, substituyen á estos trata- y cadaver, que con frecuencia ha perdido hasta
mientos otro género de suplicios. J . a relumbrante las impresiones del dolor.
-5 T R A . T A D O DE LOS DELITOS
nado á la pena capital, si esperan lograr alguna seguridad pública eran un objeto de lujo : el que
que han de producir siempre su e f e c t o , supuesto verla ofendida: e r a , pues , el objeto de la? penas
un pleito entre el fisco (exactor de estas multas)
que se ejercen sobre un cuerpo que casi n o tiene
y el reo ; un negocio civil, contencioso , privado
vida ya ; y también asi hemos substituido el
mas bien que p ú b l i c o , que daba al fisco otros
antiguo tormento previo ( BERENGER , de la
derechos fuera de los suministrados por la d e -
justicia criminal en Francia, etc., titulo I I , cap. i ,
fensa pública , y al reo otras vejaciones fuera de
§IX.)
aquellas en que había incurrido por la necesidad
del ejemplo. E l juez era mas un abogado del
fisco, que un indiferente indagador de la verdad,
CAPITULO XVII. un agente del erario , fiscal mas que protector y
• • / »
ministro de las leyes. P e r o asi como en este sis- .
Del espíritu de fisco. tema el confesarse delincuente era confesarse
deudor del fisco, blanco único entonces de los
* i • •
procedimientos criminales ; asi la confesión del
E l espíritu de fisco que se ha finido á la juris-
delito combinada de modo qhe favorezca , no
prudencia criminal desde su o r i g e n , es también
perjudique las razones fiscales, viene á ser, y es
un manantial funesto de injusticias y errores ( 0 -
actualmente (continuando siempre los e f e c t o s ,
despues de haber faltado sus c a u s a s ) el centro ,
( 0 Esta frase no se encuentra en el original- Al- á cuya inmediación circulan todas las máquinas
gunos traductores U hau aüadido como necesana. criminales. S i n ella un reo convencido por prue-
»
bas indubitables tendrá una pena menor que la perjuicio de aquella infalibilidad que el hombre
establecida: sin ella no sufrirá la tortura sobre se atribuye en todos sus pensamientos. L o s indi-
olrOs delitos de la misma especie que pueda cios para la- captura están al arbitrio del juez,
haber cometido. Con ella el juez toma posesion etc. Para que un hombre se halle en la precisión
del cuerpo de un r e o , y lo destruye con metódica de probar sü inocencia debe antes ser declarado
formalidad para sacar como de un fondo de g a - reo. E s t e se llama hacer un proceso ofensivo; y
nancia todo el provecho que puede. Probada la tales son los procedimientos en casi todos los
existencia del delito la confesion sirve de prueba lugares de la iluminada-Europa en el siglo deci-
convincente; y para hacer esta prueba menos moctavo. E l verdadero proceso informativo, esto
sospechosa se la procura por medio del tormento es , la indagación indiferente del h e c h o , segan
y los dolores, conviniendo al mismo tiempo en manda la razón, segundo acostumbran las Leyes
que una deposición extrajudicial, tranquila é i n - militares , usado aun del mismo despotismo asiá-
diferente , sin los temores de un espantoso juicio, tico eri los casos tranquilos é indiferentes , tiene
no basta para la condenación. S e excluyen las muy poco uso en los tribunales'Europeos. ¡ Que
indagaciones y pruebas que aclaran el hecho-, complicado laberinto de extraños absurdos , i n -
pero que debilitan las razones del fisco. N o se creibles, sin duda, á una posteridad mas feliz !
omiten alguna vez los tormentos en favor de la Solo los filósofos de aquel tiempo leerán en la
flaqueza y de la miseria, sino en favor de las ra- naturaleza del hombre la posible existencia de
zones que podria perder este ente imaginario é semejante sistema.
incomprensible. E l juez se hace enemigo del
r e o , de un hombre encadenado, presa de la su-
ciedad , de los tormentos y de la espectativa mas
espantosa : no busca la verdad del hecho , busca
solo el delito en el encarcelado. L e pone lazos ,
Y se cree desairado si rio sale con su intento en
Y DE L A S P E N A S .
otros ? ¿ Por que poner al hombre en la terrible
precisión de faltar á Dios , ó concurir á su propia
CAPITULO XVIII.
ruina? L a ley que ordena el juramento no deja
en tal caso al reo mas que la elección de ser már-
De los juramentos.
tir ó mal cristiano. Viene poco á poco el juramen-
Una contradicción entre las leyes y las máximas to á ser una simple formalidad, destruyéndose por
naturales del hombre nace de los juramentos que este medio la fuerza de los principios de la R e l i -
se piden al reo sobre que diga sencillamente Ja gión , única prenda en la mayor parle de los hom-
verdad cuando tiene el mayor Ínteres en encu- bres (u).Que los juramentos son inútiles lo ha he-
brirla : como si el hombre pudiese jurar de con- cho ver ía experiencia; pues cada juez puede serme
tribuir seguramente á su destrucción : como si la testigo de no haber logrado jamas por este medio
Religión no callase en la mayor parte de los que los reos digan la verdad. L o hace ver la ra-
hombres cuando habla el Ínteres. L a experienca zón que declara inútiles, y por consiguiente daño-
de lodos los siglos ha hecho ver que excede á los sas todas las leyes cuando se oponen á los dictá-
demás abusos el que ellos han hecho de este menes naturales del hombre. Acaece á estas lo que
precioso don del cielo. ¿ Pues por que se ha de á las compuertas ó diques opuestos directamente
creer que los malhechores la respetarán si los á la corriente de un rio; ó-son inmediatamente
hombres tenidos por sabios y virtuosos la han- derribados y sobrepujados , ó el esfuerzo lento y
violado frecuentemente? los motivos que la R e - repetido del agua los roe y mina insensiblemente."
ligión contrapone al tumulto del temor y deseo
de la vida son por la mayor parte muy flacos,
porque están muy remotos de los sentidos. L o s
negocios del cielo se rigen con leyes bien dife-
rentes de las que gobiernan los negocios humanos.
¿Pues por que comprometer los unos con los
acabarse en el mas breve tiempo posible. ¿ Cual
84 T R A T A D O DE LOS DELITOS ánimos <^e los espectadores el horror del tal de-
las ideas generales y de los principios universales; lito particular que servirla para reforzar el temor
esto es, cuanto mas vulgares son tanto mas obran de la pena (y).
por las inmediatas y mas cercanas asociaciones, .Otro principio sirve admirablemente para
descuidando las mas remotas y complicadas, que esircchar mas y mas la importante conexion en-
sirven únicamente á los hombres fuertemente tre el delito y la pena; este es que sea ella con-
apasionados por el objeto á que se dirigen, como forme cuanto se pueda á la naturaleza del mismo
que la luz de la atención ilumina solo este, de- delito. E s t a analogía facilita maravillosamente
jando los otros en la oscuridad. Sirven igualmente el choque que debe haber entre los estímulos
á los entendimientos mas elevados, porque tienen que impelan al delito y la repercusión de la
adquirido el habito de pasar rápidamente sobre pena : quiero decir, que ésta se, are y conduzca
muchos objetos de una vez , y la facilidad de el ánimo á un fin opuesto de aquel por donde
hacer chocar muchos dictámenes parciales unos procura encaminarlo la idea que seduce para la
con otros ; de modo qne las resultas ó acción infracción de las leyes.
son menos peligrosas é inciertas.
al salvage, antes de que entrase en la' sociedad : ¿ cuantas v¿ces, todos los años, la inocencia, no
« Acaso vuestro vecino llegará á ser posehedor solo es castigarla , pero también atormentada en
» de un centenar de gamos; pero si vuestro casi todos los Estados civilizados de la Europa ?
» hermano, vuestro hijo , ó vos mismo , no Pero parece que se ha convenido de que esta
» siéndolo de nada, y estimulados por la hambre, especie de inocencia debe de ser castigada, á fin
» os atrevieseis á matar uno solo de estos ani- de precaver el crimen. E n efecto , lie teido que
» males, una muerte infame será la consecuen- un cruel liarbarisco , tenia por costumbre , siem-
» cia de semejante acción; » es probable de que pre que compraba un nuevo esclavo cristiano ,
el salvage hubiese preferido' la libertad natural , de hacerle aplicar inmediatamente cien palos en
las plantas de los pies, á fin de que el recuerdo
Y DE L A S P E N A S .
de este tratamiento , y el temor de incurrir en él
conducta opresiva para con nuestros vasallos, y
en lo sucesivo , le impidiesen de cometer las ful-
en nuestras guerras injustas contra nuestros ve-
tas que podrían hacer que lo mereciese.
cinos ?
E l autor de los pensamientos tendría pena sin
Véanse las grandes injusticias «e la Inglaterra
duda, erf aprobar enteramente la conducta de
en el interior ',1 los monopolios que tanto tiempo
este Turco en un gobierno de esclavos; sin e m -
ha ejercido sobre la Irlanda , el gobierno opre-
bargo , ¿ no parece que recomienda la observan -
sivo y cohechador de sus mercaderes en las
cia de semejante régimen para los vasallos B r i -
Indias, sus guerras despojadoras para con sus
tánicos, aplaudiendo la respuesta del juez Burnet?
colonias Americanas ; y para no mentar las que
— Preguntando este á un preso convicto de robo
ha suscitado á la Francia y á la E s p a ñ a , examí-
de caballos, si no tenía alguna cosa que decir
nese bien la última con la Holanda , mirada por
que pudiese salvarle de la muerte ., el reo le .res-
toda la Europa imparcial como una guerra de
pondió , que parecia muy duro el que se ahor-
rapiña y de.pillage, en la c u a l , como los Ingleses
case á un hombre por haber robado . solamente
acaso lo eran en electo , no parccian sostenidos
un caballo : « Tampoco , le dijo el juez , es por
ni animados mas que por la esperanza de un i n -
» haber robado solamente un caballo que te se
menso botín. L a justicia se debe tan estricta-
x ahorca; pero sí , á fin de que los caballos no
mente entre naciones, como entre ciudades vea-,
K sean robados. »
ñas. U n ladrón de caminos , que comete robos
L o s que conocen la Europa en general, dicen con gent« armada, es tan ladrón como cuando
que se cometen y castigan anualmente mas robos roba solo , y una nación que declara una guerra
en Inglaterra, que en todas las otras naciones injusta, no es otra cosa mas que una gran banda
Europeas tomadas colectivamente. S i esto es de ellos. C: ando hayais empleado vuestro pueblo
verdad, debe baber una ó muchas causas de esta en pillar á los Holandeses, y que la paz haya
depravación en nuestro pueblo. ¿ Serían acaso puesto un termino áestos desórdencsjserá extraño
esta injusticia y esta inmoralidad de nuestro g o - acaso que continué en el mismo oficio en su pais ,
bierno nacional, que ge manifiestan en nuestra
robándose los unos á los oíros ? P o r todas parles Esto recuerda una anedocta de Newgate. Un
en donde los Ingleses se establecen, sea en sus preso se quejaba de que por la n o c h e , alguien
territorios, ó bien lejos de ellos, la piratería,
se habia amparado de las hevillas de sus rapalos:
como dicen los franceses, ó si se quiere el oficio
« Que diablos ! dijo o l r o , ¿pues que habría
de armador, es su tínico objeto. S é pretende que
». acaso algún ladrón entre nos.olros ? ISo es
en la úllima guerra no bajaron los armamentos
>. menester sufrirlo : pongámonos á hacer las
á menos de setecientos. E'stos fueron hechos por
» pesquisas como las de los ladrones, y si lo
negociantes ingleses, solo para robar á-oíros
». encontramos , es preciso malario. »
negocianles que nunca les habiañ hecho el menor
Con lodo, se ha visto últimamente en I n g l a -
mal. ¿ Y es probable de que hubiese uno solo de
terra el ejemplo de no querer un negociante ,
eslos armadores, tan listos para desvalijar los
aprovecharse de sus bienes mal adquiridos. E s -
mercaderes de Amslerdam, que no habría hecho
taba interesado en un buque que los oíros p r o -
la misma operacion con su vecino de L o n d r e s ,
pietarios creyeron propio para Ja piratería, y
st hubiese podido iisongesrse de hacerlo con la
que hizo parte de las presas sobre los franceses.
misma impunidad ?
Así que la repartición del bolin fue hecha , el
L a codicia es la m i s m a , siempre es el atieni
negociante de quien hablo , mandó poner cu la
appetens; y no hay mas que el temor y el riesgo
gazela uu^aviso para iodos los que liabian expe-
de ir á la horca que los diferencia. ¿ C o m o pues ,
rimentado alguna pérdida, con el fin de devol-
una nación que cuenta tantos ladrones-por incli-
verles la parte que le tocaba. E s l e hombre h o n -
nación entre sus ciudadanos los mas honrados ,
rado era un Cuákaro. L o s -Sectarios Escoceses
y á quienes el gobierno protege y dá comisiones
tuvieron otras veces la misma delicadeza; pues
á setecientas bandas para que roben , como una
exisle aun una ordenanza del consejo de la ciu-
¡alnación tiene la desvergüenza de condenar este
dad de Edimburgo , hecha poco tiempo después
crimen en los individuos, haciendo que en una
déla reforma,que prohibe « el comprar géneros
mañana se ahorquen á una veintena de ellos?
» de presa, só-pena de perder los derechos de
• 5
» vecindad, y bajo tai otra que el magistrado
vecina que no le habrá hecho ningún m a l , p e -
» tubiese á bien de ordenar, pues que el uso de
ro aun á sus propios vasallos , el que sea preciso
» las presas era conlrario á las leyes de la c o n -
que obedezca ? U n esclavo , n e g r o , en nuestras
» ciencia, que nos manda de tratar á nuestros
colonias, á quien su amo manda que mate ó robe
» hermanos cristianos, como desearíamos ser
á su vecino, ú otra mala acción cualquiera, puede
» tratados nosotros mismos; por consiguiente
rehusarle la obediencia , y el magistrado le p r o -
» esta clase de géneros no puede ser vendida en
tege. L u e g o , la esclavitud del soldado es peor
» esta ciudad por ningún hombre piadoso. » L a
que la del negro. E l oficial honrado, que no teme
raza de estos hombres se ha extinguido p r o b a -
qne su demisión se atribuya á o ra causa, puede
blemente en E s c o c i a , ó sin duda despues, hau
darla antes que servir en una guerra injusta : pero
abandonado sus principios; bien que se presume,
los siemples soldados, esclavos por teda la vida,
y es muy dable , que la esperanza en las presas y
están, puede s e r , en la imposibilidad de juzgar
confiscaciones ha sido el móvil principal para que
por ellos mismos si la causa que defienden es
esta uacion lomase parle en la guerra contra las
justa ó ilegítima : no podemos menos de c o m -
colonias.
padecernos de su suerte , y aun mas de la del
Generalmente se ha creído durante algún
marinero , á quien muchas veces se obliga á de-
tiempo , de que un militar debia ejecutar las ór-
jar una ocupacion honrosa, para ir á manchar
denes que se le daban, sin informarse de si la
sus manos en la s a n g r e , tal v e z , de un i n o -
guerra era justa ó injusta. T o d o s los Principes
cente : pero me parece que unos negociantes
«ue se sienten algo-inclinados hacia la tírania ,
libres de esta violencia , de esta obligación f o r -
deben de apoyar sin duda esta opinion, y hacer
zada, y á quienes la educación ha dotado de
cuanto puedan .para establecerla; pero ¿ n o es de
m a j ores luces, me parece, digo , que sería ne-
una consecuencia muy peligrosa , pues que sen-
cesario que semejantes hombres examinacen á
tado este principio , si el tirano manda á su ejér-
fondo si la guerra es justa, antes de reclütar un
cito de atacar y destruir, no digo yo á una nación
gran número de picaros, con el objeto de e n -
viarlos á atacar á sus compañeros los negociantes
navios mercantes pertenecientes á a m b a s , que
de una nación vecina , despojarles de sus bienes,
no eslen armados , podran continuar su viage
arruinarles, acaso , hasta con sus familias si
sin el mas leve temor de ser mutuamente moles-
los abandonan, ó herirles , estropearles y destro-
narles si procuran defenderlos. E s t o es sin- e m - tados. E s t a mejora tan feliz y ventajosa parael
bargo loque practican los negociantes cristianos, derecho de gentes, no puede sino estimular el
que la guerra sea justa ó que no lo s e a ; aunque vivo deseo de que se extienda por todas las
que ninguna nación Europea para sacar partido ciudadano puede exigir con derecho de los o t r o s ,
de la pírateria , pues que la mayor parte de los deben ser castigadas con la infamia. E s l a infa-
navios mercantes destinados para las Indias pa- mia es una señal de la desaprobación pública,
san por delante de sus puertas, hacen todo lo que priva al reo de los votos públicos, de la con-
posible , y ponen cuanto está en su poder para fianza de la patria, y de aquella como frater-
abolir esta perniciosa c o s t u m b r e , insertando nidad que la sociedad inspira. N o pende esta sola '.
en sus tratados con las otras potencias , que ley sea la misma que aque'iaque nace de las rela-
en caso de guerra , ninguna de los parles hostiles ciones de las cosas : la misma que resalta de la
podrá dar privilegios de armamentos, y que los moral universal ó de la particufar, que depende
de los sistemas particulares, legisladores de las
niones , romperá el sabio legislador la admira-^
opiniones vulgares, y de aquella tal nación que
cion y sorpresa, ocasionada en el pueblo por
inspiran. Si la una es diferente de la o t r a , ó la
un falso principio, cuyas consecuencias bien
ley pierde la veneración pública, ó las ideas de.
deducidas suelen ayudar en el vulgo sus absurdos
la moral et de la probidad se desvanecen con
originarios-
menosprecio de las declamaciones , que jamas
He aqui un modo de no confundir las rela-
resisten á los ejemplos. Quien declara por in-
ciones y la naturaleza invariable de las cosas,
fames actiones de suyo indiferentes, disminuye la
que no siendo limitada del tiempo y obrando
infamia de las que son verdaderamente tales. L a s
incesantemente , confunde y desenvuelve todas
penas de infamia ni deben ser muy frecuentes ni
las reglas limitadas que de ella se separan. N o
recaer sobre uu gran número de personas á un
son solo las artes de gusto y de placer quien
tiempo. No lo primero, porque los efectos reales
tiene por principio universal la imitación de la
de las cosas de Opinión siendo demasiado conti- naturaleza, la misma política, ó á lo menos la
nuos debilitan la fuerza de la opiñion misma.
verdadera y durable, está sujeta á esta máxima
N o lo segundo, porque la infamia de muchos
general; pues no es ella otra casa que el arte de
se resuelve en no ser infame ninguno.
mas bien dirigir á un mismo centro las 'máximas
Las penas corporales y dolorosas no deben
inmutables de los hombres.
imponerse sobre delitos que , fundados en el or-
gullo , consiguen en el dolor mismo gloria y ali-
mento. Conviene á estos la ridiculez y la infamia ,
penas que enfrenan el orgullo de los fanáticos
con el orgullo de los espectadores, y de cuya
tenacidad apenas con lentos y obstinados esfuer-
zos se libra la verdad misma. D e este modo,
oponiendo fuerzas á fuerzas, y opiniones á opi-
vida, deja á las pasiones de opinion (que no son
CAPITULO XXIV. las menos fuertes) toda su energía. No es ocioso
políticamente quien goza el fruto de 1 os vicios ó
Ociosos. de las virtudes de sus mayores, y vende por pla-
•
ceres actuales cl'pan y la existencia á la indus-
El que turba la tranquilidad pública, el que triosa pobreza , que ejercita en paz la tácita
no obedece á las leyes, esto es, á las condiciones guerra de industria con la opulencia en lugar de
con que los hombres se sufren y se defienden la incierta y sanguinaria con la fuerza P Por esto
recíprocamente, debe ser excluido de la sociedad, deben las leyes definir cual ocio es digno de cas-
quiero decir, desterrado de ella. Esta es la razón tigo , no la austera y limitada virtud de algunos
por que los gobiernos sabios no consienten en el censores.
seno del trabajo y de la industria aquel genero Cuando en un ciudadano acusado de un atroz
de ocio político que los austeros declamadores delito no concurre la certidumbre, pero sí gran
confunden con el ocio que proviene de las rique- probabilidad de haberlo cometido, parece debería
zas bien adquiridas. Ocio que es útil y necesario decretarse contra él la pena de destierro; mas
Á medida que la sociedad se dilata y la adminis- para determinarlo asi es necesario un estatuto el
tración se estrecha. Llamo oció político aquel menos arbitrario y el maspreciso que sea posible,
que no contribuye á la sociedad ni con el trabajo el cual condené á esta pena la persona del que
ni con las riquezas : que adquiere, sin perder ha puesto á la nación en la fatal alternativa de
nunca, que venerado del vulgo con estúpida temerlo ó de ofenderlo; pero siempre reserván-
admiración , mirado por el sabio con compasion dole el sagrado derecho de probar su inocencia.
desdeñosa, en fuerza de las víctimas que le sirven Mayores deben ser los motivos contra un nacio-
de alimento : que estando privado del estímulo nal que contra un forastero , contra un indiciado
de la vida activa, cuya alma es la necesidad de por la primera v e z , que contra el que ya lo ha
5*
siempre separa la idea de los mayores , principal- calculada la infalibilidad de la pena , y la perdida
mente cuando la impunidad, tan conforme con del bien que el delito produciría. T o d o lo demás
la avaricia y la flaqueza , aumenlan su fuerza. es superfluo y por tanto tiránico. L o s hombres
L a misma alrocidad de la pena liace se ponga se arreglan por la repetida acción de los males
tanto mas esfuerzo en eludirla y evitarla , cuanto que conocen y no por la de aquellos que ignoran.
es mayor el mal contra quien se combate : hace Supongamos dos naciones , y que la una es la
que se cometan muchos delitos , para huir la escala de penas proporcionadas á la escala de
pena de uno solo. L o s países y tiempos de los delitos , tenga determinada por la pena mayor la
mas atroces castigos fueron siempre los de más esclavitud perpetua, y la otra la rueda : yo afirmo
sanguinarias é inhumanas acciones ; porque el que la primera tendrá tanto temor de su mayor
mismo espíritu de ferocidad que guiaba la mano pena con la segunda ; y si hay razón para transfe-
del legislador regia la del parricida y del mata- rir á la primera las penas de la segunda, la
dor : sentado en el trono dictaba leyes de hierro misma razón servirá para acrecentar las penas
para almas atroces de esclavos , que obedecían : de esta última , pasando insensiblemente desde
en la oscuridad privada estimulaba á sacrificar la rueda á los tormentos mas lentos y estudiados,
tiranos para crear otros de nuevo. y hasta los mas exquisitos que inventó la ciencia
Al paso que los castigos son mas crueles, los demasiado conocida de los tiranos.
ánimos de los hombres que , como los Huidos , Otras dos consecuencias funestas y contrarias
se ponen á nivel con los objetos que los rodean , " al fin inismo.de estorbar los delitos se derivan de
se endurecen ; y la fuerza siempre viva de las la crueldad de las penas. I 4 primera, que no es
pasiones es causa de que al fin de cien años de tan fácil guardar la proporcion esencial entre el
castigos crueles la rueda se tema tanto como delito y la pena; porque 3¡n embargo de que una
antes la prisión fec). Paraque una pena obtenga su crueldad industriosa haya variado mucho sus e s -
efecto basta que el mal de ella exceda al bien que pecies , 110 pueden estas nunca pasar mas allá de
nace del delito; y en este exceso de mal debe ser aquella última fuerza á que está limitada la o r -
gañiz ación y sensibilidad humana. Y en ha- cia ; ó reos solo de ser fieles á los propios prin-
biendo llegado á este extremo, no se encontra- cipios, despedazados con supuestas formalidades
ría pena mayor correspondiente á los delitos mas y pausados tormentos por hombres dotados de
dañosos y atroces , como era necesaria para los mismos sentidos , y por consiguiente de las
estorbarlos. L a otra consecuencia es , que la mismas pasiones, agradable espectáculo de una
impunidad misma nace de la atrocidad de los muchedumbre fanática P
castigos. L o s hombres están reclusos entre cier-
tos límites, tanto en el bien como en el mal; y
un espectáculo muy atroz para la humanidad po- CAPITULO XXV UI.
*
drá ser un furor pasagero, pero nunca un sis-
tema constante, cual deben ser las leyes, que De la pena de muerte.
si verdaderamente son crueles, ó se mudan , ó la
impunidad fatal nace de ellas mismas, (dd) E s t a inútil prodigalidad de suplicios, que nun-
¿Quien al leer las historias no se llena de ca ha conseguido hacer mejores los hombres,
horror, contemplando los barbaros é inútiles me ha obligado á examinar si es la mueble ver-
tormentos, que con ánimo frió fueron inventa- daderamente útil y justa en un gobierno bien
dos y ejecutados por hombres que se llamaban organizado. ¿ Que derecho pueden atribuirse es-
sabios?,; Quien podrá no sentir un estremeci- tos para despedazar á sus semejantes i" Por cierto
miento interior y doloroso al ver millares de in no el que resulta de la soberanía y de las leyes.
felices, á quienes la miseria ( ó querida, ó tole- ¿ Son estas mas que una suma de cortas por-
rada de las leyes, que siempre han favorecido á ciones de libertad de cada uno, que representan
la voluntad general como agregado de las parti-
los pocos y abatido á los muchos) obligó y con-
culares ? ¿ Quien es aquel que ha querido dejar ¡4
dujo á un retroceso desesperado sobre el primer
los otros hombres el,arbitrio de hacerlo morir?
estado de naturaleza ; ó acusados de delitos im-
posibles , y fabricados por la temerosa ignoran- C o m o puede decirse que en el mas corto sa-
crificio de la libertad de cada particular se halla gobierno , por la cual los votos de la nación
aquel de la vida , grandísimo entre todos los b i e - estén reunidos, bien prevenida dentro y fuera
nes? (ce) Y si fue asi hecho este sacrificio, ¿como con la fuerza y
se concuerda tal principio con el o t r o , en que con la opinion, acaso mas eficaz
se afirma que el hombre no es dueño de matarse ? que la misma fuerza , donde el mando reside solct
Debia de serlo, si es que pudo dar á otro , ó á en el verdadero Soberano , donde las riquezas
la sociedad entera, este dominio. compran placeres y no autoridad ; no veo yo
No e s , pues , la pena de muerte derecho , necesidad alguna de destruir á un ciudadano , á
cuando tengo demostrado que no puede serlo : menos que su muerte fuese el verdadero y único
es solo una guerra de la Nación contra un ciu- freno que contuviese á otros, y los separase de
dadano , porque juzga útil ó necesaria la des- cometer delitos : segundo, motivo por que se
trucción de su ser. P e r o si demostrare que la puede creer justa y necesaria la muerte de un ciu-
pena de muerte no es útil ni es necesaria , habré dadano.
vencido la causa en favor de la humanidad. Cuando la experiencia de todos los siglos, en
P o r solos dos motivos puede creerse necesaria que el último suplicio uo ha contenido los h o m -
la muerte de un ciudadano. E l p r i m e r o , cuando bres determinados á ofender la sociedad: cuando
aun privado de libertad , tenga tales relaciones el ejemplo de los ciudadanos Romanos y veinte
y tal poder, que interese á la seguridad de la Na- años de reinado que logró la emperatriz Isabel
ción : cuando su existencia pueda producir , una de Moscovia , en que dio á los padres de los pue-
revolución peligrosa en la forma de gobierno blos este ¡lustre dechado, que equivale cuando
6
Para que una pena sea justa no debe tener lo acción de los segundos. Cualquier ejemplo que
intenso de ella mas que aquellos grados solos se da á la nación con la pena de muerte supone
que basten á separar los hombres de los delitos : un delito : en la pena de esclavitud perpetua , un
ahora no hay alguno que con reflexión pueda solo delito da muchísimos y durables ejemplos ;
escoger la total y perpetua pérdida de la libertad y si es importante que los hombres vean de con-
propia por un delito , sea ventajoso cuanto se tinuo el poder de las leyes, no deben las penas
quiera : luego lo intenso de la p e n a , que existe de muerte ser muy distantes entre ellos, sino
en la esclavitud perpetua, sostituido á la pena continuas : luego suponen la frecuencia de los de-
de muerte , tiene lo que basta para separar cual- litos : luego para que este suplicio sea útil es nece-
quier ánimo determinado (_//"). Añado que tiene sario que no haga sobre los hombres toda la i m -
m a s : muchísimos miran la muerte con una vista presión que debería h a c e r , esto e s , quesea útil
tranquila y entera ;quien por fanatismo, quien por é inútil al mismo tiempo . Si se me dijese que la
vanidad , que casi siempre acompaña al hombre esclavitud perpetua es tan dolorosa, y por tanto
mas allá del sepulcro ; quien por un esfuerzo igualmente cruel que la .muerte; responderé que
último y desesperado , ó de no vivir , ó salir de sumando lodos los movimientos infelices de la
miseria ; pero ni el fanatismo ni la vanidad están esclavitud lo será aun mas ; pero'estos se repar-
entre los cepos y las cadenas , b a j o el azote, bajo ten sobre loda la vida, y aquella ejercita toda su
del vugo , en una jaula de hierro ; y el desespe- fuerza en un momento ; y en esto se halla la ven-
rado no acaba sus males si no los principia. taja de la pena de esclavitud , que aleinoriza mas
Nuestro ánimo resiste mas bien á la violencia y á quien la ve que á quien la sufre; porque el pri-
dolores extremos , si son breves , que al tiempo y mero considera todo el complexo de momentos
enojo incesante; porque él puede ( p o r decirlo infelices ; y el segundo esiíftlistraido de la infeli-
a s i ) reunirse todo en sí mismo por un momento cidad del momento futuro con la del presente.
para sufrir los primeros; pero su vigoroza elas- Todos los males se acrecientan en la imagina-
ticidad no es bastante á contrarestar la repetida ción ; y quien los sufre encuentra recursos y con-
124- T R A T A D O DE LOS DELITOS
suelos no conocidos , ni creídos de los que los industria : vendrá acaso el día del dolor y del arre-
observan ; porque substituyen la sensibilidad pentimiento ; pero será breve este tiempo , y tendre
propia al ánimo endurecido del infeliz. uno de calamidad, por muchos años de libertad y
H e a q u i , al poco mas ó menos , el razona^ de placeres. Rey de un corto número , corrigiré los
miento que hace un ladrón ó un asesino cuando errores de la fortuna , y veré estos tiranos palpitar y
solo tienen por contrapeso para no violar las le- cubrirse de palidez á la presencia de aquel, que
yes , la horca ó la rueda. B i e n sé que desenre- con un insultante orgullo , posponían á sus caballo»
dar y aclarar los dictámenes interiores del propio y ú sus perros. Acude entonces la religión al en-
ánimo es un arte que se aprende con la educa- tendimiento del malvado, que abusa de todo ; y
ción ; pero estos principios no obran menos en presentándole un fáeil arrepentimiento, y una
Hn malhechor porque no sepa explicarlos. ¿ Cua- cuasi certidumbre de felicidad eterna , le dismi-
tes son ( dice ) estos leyes, que yo debo respetar, nuye en. gran parte el horror de aquella última
que dejan tan grande diferencia enire mí y el rico ? tragedia.
El me niega un dinero que le pido , y se escusa con
P e r o aquel que ve delante de sus ojos un gran
mandarme un trabajo que no conoce. ¿ Quien ha
número de a ñ o s , ó todo el curso de su vida,
hecho estas leyes ? Hombres ríeos y poderosos, que
que pasaria en la esclavitud y en el dolor á la
tu, se han dignado ni aun visitar las miserables cho-
vista de sus conciudadanos, con quienes vive li-
sas de los pobres, que nunca han dividido un pan
bre y sociable, esclavo de aquellas leyes, de
duro y amohecido entre los inocentes gritos de los ham-
quien era protegido, haee una comparaciouútil
brientos hijuelos y las lágrimas de la muger. Rom-
de todo esto con la incertidumbre del éxito de
pamos estos viñados, fatales á la mayor parte ! y
sus delitos, y con la brevedad del tiempo que
útiles á algunos pocu^é indolentes tiranos : acome-
podria gozar sus frutos. E l ejemplo continuo de
tamos la injusticia en su origen : volveré á mi primer
aquellos que actualmente ve víctimas de su p r o -
estado de independencia natural: viviré libre y feliz
pia imprudencia le hace una impresión mucho
D or algún tiemeo con los frutos de mi valor y de mi
Y DE L A S PENAS.
mas fuerte que el espectáculo de un suplicio; un buen ciudadano, que contribuye al bien de
porque este lo endurece mas que lo corrige. todos, instrumento necesario á la seguridad p ú -
No es útil la pena de muerte por el ejemplo blica interior, como para la exterior son los vale-
que da á los hombres de atrocidad (¿g). S i las p a - rosos soldados ( M ) . ¿ Cual, pues, es el origen de
siones ó la necesidad de la guerra han enseñado á esta contradicción? ¿ Y por que es indeleble en
derramar la sangre humana, las leyes , m o d e r a - los hombres esta máxima, en desprecio de la ra-
doras déla conducta de los mismos h o m b r e s , no zón f Porque en lo mas secreto de sus ánimos
debieran aumentar este fiero documento, tanto parle que, sobre toda o t r a , conserva aun la
mas funesto, cuanto la muerte legal se da con forma original de la antigua naturaleza, han
estudio y pausada formalidad. Parece un absurdo creido siempre que nadie tiene potestad sobre la
que las leyes , esto e s , la expresión de la volun- vida propia, á excepción de la necesidad que
tad pública. que detestan y castigan el h o m i c i - con su cetro de hierro rige el universo.
dio , lo cometan ellas mismas; y para separar
¿ Oue deben pensar los hombres al ver los
los ciudadanos del intento de asesinar , ordenen
sabios magistrados y graves sacerdotes de la
un público asesinato. ¿ Cuales son las verdaderas
justicia , que con indiferente tranquilidad hacen
y mas útiles leyes? Aquellos pactos y aquellas
arrastrar un reo á la muerte con lento apa-
condiciones , que todos querrían observar y p r o -
rato ; y mientras este miserable se estremece
poner, mientras calla la voz ( s i e m p r e escu-
en las últimas angustias, esperando el golpe
chada ) del Ínteres privado, ó se combina con la
f a t a l , pasa el juez con insensible frialdad ( y
del público. ¿ Cuales son los dictámenes de cada
acaso con secreta complacencia de la autoridad
particular sobre la pena de muerte? Leámoslos
propia) á gustar las comodidades y placeres de
en loe actos de indignación y desprecio con que
la vida? ¡ Ah (dirán ellos) estas leyes no son mas
miran al verdugo, que en realidad no es mas
que un inocente ejecutor de la voluntad pública , <¡ne pretextos de la fuerza; y las premeditadas y
eme!es formalidades de la justicia son solo un ¡en-
guage de convención para sacrificarnos con mayor
distantes entre s í , no se han sumergido. L o s
seguridad, como víctimas destinadas en holocausto
* sacrificios humanos fueron comunes á casi todas
al ídolo insaciable del despotismo.
las naciones. ¿ Y quien se atreverá á excusarlos?
El asesinato, que ¡ios predican y pintan como una
Que algunas pocas sociedades se hayan abstenido
maldad terrible, lo vemos prevenido y ejecutado aun
solamente , y por poco tiempo , de imponer la
sin repugnancia y sin furor. Prevalgámonos del
pena de muerte, me es mas bien favorable que
ejemplo. JS'os parecía la muerte violenta una Aceña
contrario ; porque es conforme á la fortuna de
terrible en las descripciones que de ella nos habían
las grandes verdades, cuya duración no es mas
hecho ; pero ya vemos ser negocio de un instante.
que un relámpago en comparación de la larga y
¡Cuanto menos terrible será en quien no esperán-
tenebrosa noche que rodea los hombres. No ha
dola se ahorra casi todo aquello que tiene de dolo-
llegado aun la época dichosa en que la verdad,
roso! Tales son los funestos paralogismos q u e ,
como hasta ahora el error, tenga de su parte el
si no con claridad, á lo menos confusamente,
mayor número; y de esta ley universal no vemos
hacen los hombres dispuetos á cometer los deli-
se hayan exceptuado sino solo aquellas que la
tos , en quienes , como hemos visto, el abuso
sabiduría infinita ha querido separar de las otras,
de la religión puede mas que la religión misma.
revelándolas. («Y )
S i nó me opusiese como ejemplo el que han
L a voz de un filósofo es muy flaca contra
dado casi todas las naciones y casi todos los
los tumultos y grita de tantos á quienes guia la
siglos, decretando pena de muerte sobre algunos
ciega costumbre; pero los pocos sabios que hay
delitos, responderé, que este se desvanece á vista
esparcidos en los ángulos de la tierra me la reci-
de la verdad, contra la cual no valen prescrip-
birán y oirán en lo íntimo de su corazon; y si
ciones ; que la historia de los hombres- nos da
la verdad , apesar de los infinitos estorbos que la
idea de un inmenso piélago de errores, entre los
desvían un monarca , pudiese llegar basta su
cuales algunas pocas verdades , aunque muy
trono , sepa , que la que propongo va acom-
pañada con la aprobación secreta de todos los
hombres : sepa, que callará á su vista la fama
sanguinaria de los conquistadores; y que la pos- S U P L E M E N T O AL C A P I T U L O X X V I I I .
teridad justa le señala el primer lugar entre los
pacíficos trofeos de los T i l o s , de los Antoninos Consideraciones sobre la pena de muerte, (x)
y de los Trajanos.
Feliz la humanidad, si por la primera vez se Por el señor conde R CEDERE R^
cas , padres de sus pueblos, animadores de las la pena de muerte se puede reducir á las dos
virtudes pacíficas, de las ciencias y de las artes. cuestiones siguientes : , ¿ Puede esta atacar los
ridad forma la felicidad de los súbditos, porque — ¿ E s solamente útil, ó es necesaria á la socie-
deshace aquel despotismo intermedio , mas cruel dad ? — Examinemos separadamente estas cues-
votos siempre sinceros del pueblo, y siempre § i°. L a primera, de si la pena de muerte es ó
dichosos, cuando pueden llegar al trono. Si no contraria á los derechos inagenables del hom-
ellos, d i g o , dejan subsistir las antiguas leyes, bre , puede ser presentada en estos términos :
muchos siglos, siendo un motivo para que los la pena de muerte ? Asi e s , poco mas ó m e n o s ,
ciudadanos ¡Iluminados deseen con mayor ansia como B e c c a r i a , Diderot y Rousseau se la han
cas , padres de sus pueblos, animadores de las la pena de muerte se puede reducir á las dos
virtudes pacíficas, de las ciencias y de las artes. cuestiones siguientes : , ¿ Puede esta atacar los
ridad forma la felicidad de los súbditos, porque — ¿ E s solamente útil, ó es necesaria á la socie-
deshace aquel despotismo intermedio , mas cruel dad ? — Examinemos separadamente estas cues-
votos siempre sinceros del pueblo, y siempre § i°. L a primera, de si la pena de muerte es ó
dichosos, cuando pueden llegar al trono. Si no contraria á los derechos inagenables del hom-
ellos, d i g o , dejan subsistir las antiguas leyes, bre , puede ser presentada en estos términos :
muchos siglos, siendo un motivo para que los la pena de muerte ? Asi e s , poco mas ó m e n o s ,
ciudadanos ¡Iluminados deseen con mayor ansia como B e c c a r i a , Diderot y Rousseau se la han
/" X
L38 TRATADO DE LOS DELITOS
Y
»
DE L A S P E N A S .
derecho que cada hombre tiene en conservar su á esta parte, los jueces no las aplicaban mas que
vida. para el robo con fractura exterior y nocturno. A
P e r o el decir que la institución de muerte no la fin del siglo pasado, y principios de este los
es absolutamente ilegítima, no es decir por esto robos con fractura interior, como también los de-
de que sea siempre legítima, aun contra los c r í - m a s , han sido infinitamente mas comunes que
menes capitales ; para que lo sea , es menester después.
que sea también ó muy necesaria ó inminente- E n 1 7 2 4 , se aplicó la pena de muerte al robo
mente útil. Veamos pues la segunda cuestión. doméstico, el qual fué mas frecuente mientras
§ I I . — S i , la pena de muerte es necesaria ú á que la ley se ejecutó. Hace treinta años que ha
lo menos útil. N o lo creo de ningún modo ; y me llegado á ser mas r a r o , desde cuyo tiempo 110 se
fundaré sobre unos hechos que cada cual puede castigaba á penas mas que como robo simple.
raleza humana; que era menester habituar los compuesta solo de beatos, que han fijado toda
su felicidad en la contemplación de olra vida, y
T R A T A D O DE LOS DELITOS
Y DE LAS PENAS.
que se entretienen en el odio de esta , es una
república muy triste. ¿ Que sacrificio harían pues, toda clase de crimen ó de prevenirlo, están mas
ó serían capaces de hacer, por una existencia perfeccionados. Rousseau y Diderot concuerdau
una palanca bastante capsaz de mover á estos los suplicios y sus rigores, son siempre unas
lo que podía por él. Todo esto significa que sepa la pena de muerte sea necesaria, que Beccaria
sacrificar su vida por su propia felicidad ; morir ha exceptuado él" mismo de la clemencia de las
en la adversidad; amar totalmente la vida dichosa un gefe de facción acusado, tuv iese unas rela-
y n o b l e , que sepa quitarla cuando ella deje de ciones y un poder capaces de turbar la tranquili-
Dejaré pues , sin colocar las observaciones de forma del gobierno establecido. P e r o este caso
S a i u t - F a r g e a u , entre los motivos que deben de- es demasiado accidental, y no tiene nada de
terminar á anular la pena de muerte. Bastante común con los crímenes ordinarios, ni aun con
hay con lo que he dicho, y sobre todo con lo las tentativas de los facciosos de segundo orden,
que han dicho antes que yo , para determinar su ni con las de los cómplices subalternos de una
abolicion. Podría aun concluir de lo que llevo conspiración. Quitad á estos su gefe, y tened una
expresado, que toda pena aflictiva es lanío m e - buena policía, nada tendreis que temer.
nos necesaria, cuanto los medios de descubrir
7
celar un ciudadano; pero estas penas deben esta-
CAPITULO XXIX. blecerse por la ley no por los jueces, cuyos
decretos siempre se oponen á la libertad polí-
necesidades propias y agenas ; pero por el con- naturaleza debe las mas veces quedar sin castigo,
trario serian sabias aquellas, que ( por decirlo la pena es un incentivo. E s propiedad de nuestra
imaginación que las dificultades cuando no son
a s i ) siguiendo la fácil inclinación del plano , di-
insuperables ó muy difíciles , respecto de la flo-
vidiesen y distribuyesen la suma en tantas igua-
jedad del ánimo de los hombres , la exciten mas
les y pequeñas porciones , que impidiesen uni-
vivamente y engrandezcan el objeto; porque sir-
formemente en todas parles la sequedad y la
viéndola de estorbos que impiden su curso va-
inundación. L a fidelidad conyugal es siempre
gabundo y voluble , sin dejarla salir de é l , y
proporcionada al número y á la libertad de los
obligándola á recorrer todas las combinaciones ,
matrimonios. Donde estos se rigen por las preo-
se fija mas estrechamente en la parte agradable,
cupaciones hereditarias , donde la potestad do-
á quien mas naturalmente se arroja nuestro áni-
méstica los combina y los flHge ; allí la galan-
mo , que en la dolorosa y funesta, de quien huye
tería rompe los vínculos , con desprecio de la
y se separa.
moral práctica , cuyo oficio es declamar contra
L a Venus ática , tan severamente castigada de
los efectos, manteniendo las causas. P e r o no
las leyes, y tan fácilmente entregada á los t o r -
hay necesidad de estas reflexiones para el que
mentos , vencedores de la inocencia, tiene su fun-
viviendo en la verdadera Religión tiene mas su-
damento menos sobre las necesidades del hom-
blimes motivos, que corrigen la fuerza de los
bre aislado y l i b r e , que sobre las pasiones del
afectos naturales. L a acción de este delito es tan
hombre sociable y esclavo. T o m a su fuerza, no
instantánea y misteriosa, tan cubierta de aquel
tanto del desmedido uso de los placeres, cuanto
velo mismo que las leyes lian puesto : velo nece-
de aquella educación que empieza por hacer inú-
sario, pero frágil, y que aumenta el precio de
tiles los hombres á sí mismos para hacerlos ú t i -
la cosa en vez de disminuirlo, las ocasiones tan
les á otros; en aquellas casas donde se oscurece y
encierra la juventud ardiente, donde habiendo
CAPITULO XXXII.
una valla insuperable á cualquiera otro comer-
cio , todo el vigor de la naturaleza, que se de- Suicidio.
senlaza , se consume inútilmente para la huma-
nidad , y aun anticipa la vejez. E l suicidio es un delito que parece no admite
E l infanticidio es igualmente efecto de una pena que propiamente se llame tal ; porque de-
contradicción inevitable , en que se encuentra terminada alguna, ó caerá sobre los ¡nocentes
una persona que haya cedido ó por violencia ó ó sobre un cuerpo frió é insensible. S i esta no
por flaqueza. Quien se ve entre la infamia y la hará impresión en los vivos, como no la haría
muerte de un ser incapaz de sentir los males, azotar una estatua, sí aquella es tiránica é injusta,
porque la libertad política de los hombres su-
¿ como no preferirá esta á la miseria infalible en
pone necesariamente que las penas sean mera-
que serian puestos ella y su infeliz parto ? E l
mente personales. Aman estos mucho la vida , y
mejor modo de evitar este delito fuera proteger
cuanto los rodea los confirma en este amor. L a
con leyes eficaces la flaqueza contra la tiranía,
imágen del placer seducidora es la esperanza,
la cual exagera los vicios, que no pueden cu-
dulcísimo engaño de los mortales , por la cual
brirse con el manto de la virtud.
tragan desmedidamente el mal : mezclado con
Y o no pretendo minorar el horror justo que me-
algunas pocas gotas de contento , los atrae mu-
recen estas acciones; pero señalando sus orígenes,
cho para poder temer que la impunidad necesa-
me juzgo con derecho de sacar una consecuencia
ria de este delito tenga alguna influencia sobre
general, esta e s , que no se puede llamar preci-
ellos. ¿ Cual será , pues, el estorbo que detendrá
samente justa (vale tanto como decir necesaria) la
la mano desesperada del suicida ?
pena de un delito cuando la ley no ha procurado
Cualquiera que se mata hace menos mal á la
con diligencia el mejor medio posible de evitar-
sociedad que aquel que para siempre se sale de
lo en las circunstancias existentes de una nación.
7*
sus confines ; porque el primero deja toda su sus- consecuencias útiles; pues sime detuviese á ex-
tancia y el segundo se lleva consigo parle de sus ponerlas me separarían mucho de mi asunto ,
haberes. Y si la fuerza de la sociedad consiste en que se reduce á probar lo inútil de hacer del E s -
el número de los ciudadanos, por el hecho de tado una prisión. Semejante ley lo es ; porque no
salirse y entregarse á una nación vecina, origina estando un pais dividido de los otros por escollos
doble daño que aquel que simplemente con la inaccesibles ó mares inmensos, ¿ c o m o se po-
muerte se quila de la sociedad misma. L a cues- drán cerrar todos los puntos de su circunferencia?
tión, pues, se reduce á saber si es útil ó dañoso • como se podrá guardar á los mismos guardas
á la nación dejar una perpetua libertad á todos E l que se lleva consigo cuanto tiene no puede
sus miembros para salirse de ella. ser castigado despues que lo ha hecho. A este
Cualquiera ley que no esté armada, ó que la na- delito , una vez cometido, es imposible aplicarle
turaleza de las circunstancias haga insubsistente, pena ; y el hacerlo anles es castigar la voluntad
no debe promulgarse; y como sobre los ánimos de los hombres , no sus acciones ; es mandar en
la intención,parte tan libre del h o m b r e , que á
reina la opinion , que obedece á las impresiones
ella no alcanza el imperio de las leyes humanas.
lentas é indirectas del legislador, y que resiste á
Castigar al que se ausenta en la sustancia que
las directas y violentas ; asi las leyes inútiles,
deja, á mas de la fácil é inevitable colusion ,
despreciadas de los h o m b r e s , comunican su e n -
(¡ue no puede impedirse sin tiranizar los contra-
vilecimiento aun á las mas saludables, porque se
tos , estancaría todo comercio de nación á na-
miran mas como una dificultad para vencerla,
ción. Castigarlo cuando volviese el r e o , sena
que como depósito del bien público. Asi q u e , s i ,
estorbar que se reparase el mal causado en b s o -
como se ha dicho, nuestros dictámenes son limi-
ciedad , haciendo todas las ausencias perpetuas.
tados , tanta menos veneración quedará á las leyes
L a misma prohibición de salir del pais aumenta
cuanta tuvieren los hombres á objetos extraños
en los nacionales el deseo de cor seguirlo. v
de ellas. D e este principio puede el sabio dis-
pensador de la felicidad pública sacar algunas
Y DE LAS P E N A S . L65
«na advertencia á los extraños para no estable- dencia que la probeza tiene del fasto , y tanto
mas difícil y menos temi la la reunión de los
cerse en él.
oprimidos contra los opresores: como porque las
¿ Que deberemos pensar de un G o b i e r n o , que
adoraciones, los oficios, las distinciones, y la su-
no tiene otro medio para mantener los hombres,
misión, que hacen mas sensible la distancia entre
naturalmente inclinados á la patria por las pri-
el fuerte y el débil, se obtienen mas fácilmente ^
meras impresiones de su infancia , fuera del te-
de pocos que de m u c h o s , siendo los hombres
mor ? E l mas seguro modo de fijar los ciudada-
tanto mas independientes cuanto menos notados ,
nos en su pais es aumentar el bien estar relativo
y tanto menos notados cuanto es mayor el m i -
de cada uno. Asi como se debe hacer todo es-
mero. P e r o donde la población crece en propor-
fuerzo para que la balanza del comercio decline
cíon mayor que los confines, el lujo se opone al
á nuestro favor ; asi el mayor Ínteres del S o b e -
despotismo, porque anima la industria y la acti-
rano y de la nación es , que la suma de la felici-
vidad de los h o m b r e s , y la necesidad ofrece de-
dad, comparada con la de las naciones circun- masiados p'aceres y comodidades al rico para
vecinas, sea mayor que la de estas. L o s placeres que los dé ostentación , que aumentan la opi-
del lujo no son los principales elementos de esta nion de dependencia, tengan mayor lugar. D e
felicidad, sin embargo de que sean un remedio aqui puede observarse que en los estados vastos,
necesario á la desigualdad, que crece con los flacos y despoblados sí otras causas no lo estor-
progresos de una.nación ; y sin los cuales las ri- ban , el lujo de ostentación prevalece al de c o -
quezas se estancarían en una sola mano. Donde modidad; pero en los estados mas poblados que
los confines de un pais se aumentan en grado extensos, el lujo de comodidad hace siempre dis-
mayor que su poblacion, allí el lujo favorece el minuir el de ostentación. Sin embargo , el co-
despotismo : asi porque cuanto los hombres son mercio y paso de los placeres del lujo tiene este
mas raros tanto menor es la industria ; y cuanto inconveniente, que aunque se haga por el medio
es menor la industria , es tanto mayor la depen- de muchos , comienza en pocos y acaba en pocos,
y solo poquísima parte gusta el mayor número ;
de lal manera, que no impide el sentimiento de
consideración menos eficaz y mas distante de los
la miseria, causado mas por la comparación ,
hijos ó parientes.
que por la realidad. Son pues la seguridad y li-
bertad, limitadas por solo las leyes, quienes for-
man la basa principal de esta felicidad, con las
.cuales los placeres del lujo favorecen la poblacion,
CAPITULO XXXIII.
y sin las cuales se hacen el instrumento déla tira-
nía. Al modo que las fieras mas generosas y las
Contrabandos.
mas voladoras aves se retiran á las soledades y á
los bosques .inaccesibles, y abandonan las c a m -
E l contrabando es un verdadero delito que
pañas fértiles y agradables al hombre, que las
ofende al Soberano y á la nación ; pero su pena
pone lazos; asi los hombres huyen los mismos
110 debe ser infamativa , porque cometido no
placeres cuando la tiranía los distribuye. produce infamia en la opinion publica. Cual-
E s t á , pues, demostrado que la ley que apri- quiera que decreta penas infamativas contra de-
siona los subditos en su pais es inútil é injusta : litos que no son reputados tales de los hombres ,
luego lo será igualmente la pena del suicidio ; y disminuye el dictámen de infamia para los que
asi, aunque sea una culpa que Dios castiga, verdaderamente lo son. Cualquiera (por ejemplo)
porque solo él puede castigar despues de la muer- que viere determinada la misma pena de muerte
t e , no es un delito para con los hombres, contra el que mata un faisan, y contra el que
puesto que la pena en lugar de caer sobre el reo asesina un hombre , ó falsifica un escrito impor-
mismo cae sobre su familia. S i alguno opusiese tante, no hará diferencia entre estos delitos , des-
que la pena puede con todo eso retraer á un hom- truyéndose asi las máximas nforales, obra de
dre determinado á matarse , respondo : que quien de muchos siglos y de mucha sangre , lentísimas
tranquilamente renuncia al bien de la vida , y de y difíciles de insinuarse en los ánimos de los
tal manera aborrece.su existencia, que prefiere hombres , para cuya producción se creyeron ne-
á ella una eternidad infeliz, no se moverá por la
cesarlos la ayuda de los mas sublimes motivos y
lanto aparato de graves formalidades. pues, mas que el daño hecho al Príncipe, y asi
E s t e delito nace de la ley m i s m a , porque cre- no se interesan en privar de sus sufragios á quien
ciendo la gabela crece siempre la utilidad y con lo comete, como lo son á quien hace un hurto
esta la tentación de hacer el contrabando; y la privado, á quien falsifica un escrito, y otros
facilidad de cometerlo con la circunferencia , que
males que pueden sucederles. Principio evidente,
es necesario custodiar, y con la diminución del
de que todo ente sensible no se mueve sino por
tamaño de la mercadería misma. L a pena de
los males que conoce.
perder el género prohibido y la hacienda que la
¿ P e r o se deberá dejar sin castigo este delito
acompaña es justísima ; pero sera tanto mas efi-
en aquel que no tiene hacienda que perder? N o
caz cuanto mas corta fuere la gabela ; porque
por cierto. Hay contrabandos que interesan de
los hombres no se arriesgan sino á proporcion
tal manera la naturaleza del tributo, parle tan
de la utilidad que el éxito feliz de la empresa les
esencial y tan difícil en una buena legislación,
puede producir.
que su comision merece una pena considerable,
P e r o ¿por que este delito no ocasiona infamia
hasta la prisión , hasta la servidumbre; pero pri-
ásu autor, siendo un hurto hecho al Principe , y
sión y servidumbre conforme á la naturaleza del
por consecuencia á la nación misma ? Respondo
mismo delito. P o r ejemplo , la prisión por hacer
que las ofensas que los hombres creen no les
contrabando de tabaco no debe ser común con
pueden ser hechas no los interesan tanto, que
la del asesino ú el ladrón ; y las ocupaciones del
baste á producir la indignación pública contra
p r i m e r o , limitada! al trabajo y servicio de la
quien las comete. Como las consecuencias remo-
regalía misma que ha querido defraudar, serán
tas hacen cortísimas impresiones sobre los hom-
las mas conformes á la naturaleza de las penas.
bres no ven el daño que puede acaecerles por ellas;
antes bien gozan , si es ¡ osible, de sus utilidades
presentes. T a l es el contrabando. N o ven e l l o s ,
8
de aquella inocencia con quo vivía tranquilo bajo
CAPITULO XXXIV. la tutela de las leyes, cuya ofensa no estuvo en
su mano ; leyes dictadas de los poderosos por
De tos deudores. codicia, y sufridas de los flacos por aquella es-
peranza que comunmente centellea en los ánimos
L a buena fe de los contratos y la seguridad,
de los hombres , haciendo creer que los aconte-
del comercio estrechan al legislador para que
cimientos adversos son para los demás , y j t a r a
asegure á los acreedores las personas de los deu-
nosotros los favorables? Los hombres, abando-
dores fallidos ; pero yo juzgo importante distin-
nados á sus dictámenes mas triviales, aman las
guir el fallido fraudulento del fallido inocente.
leyes crueles aunque esten sujetos á ellas mismas.
E l primero debería ser castigado con la misma
S e n a ínteres de todos que se moderasen , porque
pena que el monedero falso; porque falsificar un
es mayor el temor de ser ofendido que el deseó
pedazo dé metal acuñado , que es una prenda de
de ofender. Volviendo al inocenle fallido , digo,
las obligaciones de los ciudadanos, n o es mayor
que podrán sus deudas mirarse como inextingui-
delito que falsificar las obligaciones mismas. Mas
bles hasta la paga total: podrásele prohibir li-
el fallido inocente , aquel que despues de un
bertarse de la obligación contraida sin consenti-
examen rigoroso ha probado ante sus jueces ,
miento de los interesados , y el derecho de reti-
que ó la malicia de o t r o s , ó su desgracia , ó con-
rarse á otro pais para ejercitar su industria : po-
tratiempos inevitables por la prudencia humana
drásele apremiar, para que empleando su trabajo
le han despojado de sus bienes,¿por que motivo
y sus talentos , adquiera de nuevo con que sa-
bárbaro deberá ser encerrado en una prisión , y
tisfacer sus acreedores; pero ni la seguridad del
privado de la libertad, único y triste bien que
comercio ni la sagrada propiedad de los bienes
solo le queda , experimentando las angustias de
podrán justificar una privación de libertad, que
los culpados, y arrepintiéndose acaso ( con la
les es inútil, fuera del caso en que con los males
desesperación que causa la probidad ofendida )
de la esclavitud se consiguiese revelar los secre-
J
tos de un supuesto inocente fallido , caso rarí- ¡ Con que facilidad un legislador próvido po-
simo , en suposición de un rigoroso examen. dría impedir gran parle de las quiebras culpa-
Creo máxima legislatoria , que el valor de los bles , y remediar las desgracias del inocente in-
inconvenientes políticos se considere en razón dustrioso ! U n público y manifiesto registro de
compuesta de la directa del daño público , y de todos los contratos, y libertad á los ciudadanos
la inversa de la improbabilidad de verificarse. - de consultar sus documentos bien ordenados : un
Pudiera distinguirse el dolo de la culpa grave, banco público, formado de tributos sabiamente
la grave de la leve, y esta de la inocencia, y asig- repartidos sobre el comercio feliz, y destinado
nando al primero las penas establecidas contra á socorrer con las cantidades oportunas al mise-
los delitos de falsificación : á la segunda otras rable é infeliz miembro de é l ; no tendrían nin-
menores , pero con privación de libertad; reser- gún inconveniente real, y pudieran producir in-
vando á la última el escogimiento libre de medios numerables ventajas. Pero las fáciles, las simples
para restablecerse; quitar á la tercera la facultad las grandes leyes, que no esperan para esparcir
de hacerlo, dejándola á los Acreedores. P e r o las
distinciones de grave y de leve se deben fijar por obtenerlo. Habiendo tantas combinaciones que pueden
la ley ciega é imparcial, no por la prudencia originar los daños en la sociedad, exponer todos sus
arbitraria y peligrosa de los jueces. E l señala- m i e m b r o s á p a d e c e r l o s , seria subordinar los fines á ios
m e d i o s , paralogismo de todas las ciencias, y principal-
miento de los límites es asi necesario en la polí-
m e n t e de la política, y e n el que caí en las ediciones
tica como en la matemática , tanto en la medida
p r e c e d e n t e s , donde dije que el fallido inocente debe s e r
del bien público, cuanto en la medida de las guardado como una prenda de sus deudas, ^ó servir en
magnitudes (1). las labores de sus acreedores como esclavo. M e a v e r -
güenzo de haber escrito asi. H e sido acusado de irreli-
gión , y no lo merecía : he sido acusado de sedición , y
110 lo m e r e c í a : he ofendido los derechos de la humani-
dad , y nadie m e lo ha reprendido.
( 1 ) E l comercio y la propiedad de los bienes no son
el fin del pacto social, pero pueden s e r un medio para
eq el seno de la nación la aLundaricia y la robus-
* tanto de los delitos cuanto á ellos convidan los
tez mas que la volunlad del legislador, leyes que asilos. Multiplicar estos es formar otras tantas
le colmarían de himnos inmortales ; son , ó las pequeñas soberanías; porque donde no hay leyes
menos conocidas, ó las menos queridas. U n es- que manden alli pueden formarse nuevas, opues-
píritu inquieto y empleado en pequeneces, la tas á las comunes , y asi un espíritu contrario al
medrosa prudencia del momento presente , la * del cuerpo entero dé la sociedad. Todas las his-
desconfianza y la aversión á toda novedad aun- torias muestran que de los asilos salieron grandes
que útil, ocupan el alma de aquellos que podrían revoluciones en los estados y en las opiniones de
arreglar y combinar las acciones de los hombres. losliombres. Pero si entre las naciones es útil
entregarse los reos recíprocamente , no me atre-
veré á decidirlo hasta tanto que las leyes mas
conformes á las necesidades de la humanidad ,
CAPITULO XXXV.
las penas mas suaves, y extinguida la dependen-
Asilos. cia del arbitrio y de la opinion, no pongan en
salvo la inocencia oprimida y la virtud detestad»,
Me restan aun dos cuestiones que examinar : hasta tanto (pie la tiranía sea desterrada en las
una si los asilos son justos, y si el pacto entre vastas llanuras del Asia, por el todo de la razón
las naciones de entregarse recíprocamente los universal, que siempre une los intereses del tro-
reos es ó. no útil. Dentro de los confines de un no y de los súbditos; aunque la persuasión de
pais no debería haber algún lugar independiente no encontrar un palmo de tierra que perdonase
á los verdaderos delitos seria un medio eficací-
de las leytjp. Su poder debería seguir á todo ciu-
simo de evitarlos.
dadano como la sombra al cuerpo. La impunidad
y el asilo se diferencian en poco ; y como la i m -
presión de la pena consiste mas en lo indudable
de encontrarla que en su fuerza, no separan estas
chosos de los hombres á la confianza , ya esparce
CAPITULO XXXVI.
la desconfianza en todos los corazones. E n vez
De la talla. de evitar un delito hace nacer ciento. Estos son
I ' los recursos de las naciones flacas, cuyas leyes no
L a otra cuestión es si será útil señalar un pre- son mas que reparos instantáneos de un edificio
cio al que enlregáre la cabeza de un hombre ruinoso que amenaza por todas partes. A propor-
declarado reo , y armando el brazo de cualquier cion que las luces crecen en una nación , se h a -
ciudadano, hacer de él un verdugo. O el reo cen mas necesarias la buena fe y la confianza
está fuera de los confines , ó dentro. E n el pri- recíproca ; y cada vez mas caminan á confun-
mer caso el Soberano estimula los ciudadanos á dirse con la verdadera política. L o s artificios ,
cometer un delito, y los expone á un suplicio, las astucias, las estradas oscuras é indirectas son
haciendo asi una injuria y una usurpación de au- por lo común previstas , y la sensibilidad de to-
toridad en los dominios de otro ; y autoriza de dos se defiende mejor contra el Ínteres de cada
esta manera las otras naciones para que hagan lo particular. L o s mismos siglos de la ignorancia
mismo con él. E n el segundo muestra la flaqueza en que la moral pública fuerza los hombres á
propia. Ouien tiene fuerza para defenderse no la obedecer á la privada, sirven de instrucción y de
busca.(nn) Ademas, este edicto desconcierta todas experiencia álos siglos iluminados. Pero las leyes
las ideas de moral y de virtud , que se disipan en que premian la traición y excitan una guerra
el ánimo de los hombres con cualquiera pequeño clandestina , esparciendo la sospecha recíproca
viento. Ahora las leyes convidan á la traición, entre los ciudadanos, se oponen á esta tan nece-
ahora la castigan. Con una mano el legislador saria reunión de la moral y de la política, á
estrecha los vínculos de familia , de parentela y quien los hombres deberian su felicidad , las n a -
de amistad; y con otra premia á quien los rompe ciones la paz, y el universo algún mas largo
y á quien los desprecia. Siempre contradicién- espacio de tranquilidad y reposo en los males
dose á sí mismo, ya convida los ánimos sospe- ue l o rodean.
deberia ser proporcionada. Estos discursos pare-
CAPITULO XXXVII. cerán muy mctafísicos á quien no reflexione
cuánta utilidad hay en que las leyes dejen los
Atentados , cómplices , impunidad. menos motivos de convención que fuere posible
entre los que se intenten asociar para cometer un
Aunque las leyes no castiguen la intención, delito.
no por eso decimos que un delito cuando em- Algunos tribuna'es ofrecen impunidad al cóm-
pieza por alguna acción, que manifiesla la volun- plice de un grave delito que descubriere los otros.'
tad de cometerlo, no merezca algún castigo, Este recurso tiene sus inconvenientes y sus ven-
pero siempre menor á la misma comision de él. tajas. Los inconvenientes son que la nación auto-
L a importancia de estorbar un atentado autoriza riza la traición detestable, aun entre los malva-
la pena; pero asi como entre este y la ejecución dos ; porque siempre son menos fatales á una
puede haber algún intervalo , asi la pena mayor sociedad los delitos de valor que los de vileza,
reservada al delito consumado, puede dar lugar por cuanto el primero no es frecuente , y con
al arrepentimiento. L o mismo es cuantío haya solo una fuerza benéfica que lo dirija conspirará
cómplices , y 110 todos- ejecutores inmediatos , al bien público ; pero la segunda es mas común
sino por alguna razón diversa. Cuando muchos y contagiosa, y siem, re se reconcentra en sí mis-
hombres se unen para una acción arriesgada , á ma. Demás de esto , el tribunal hace ver la propia
proporcion de su tamaño procuran que sea igual incertidumbre y la flaqueza de la ley, que im-
para todos : luego será mas dificultoso encontrar plora el socorro de quien la ofende. (00) Las ven-
quien se conforme con ser el ejecutor, corrien- tajas son evitar delitos importantes , y que siendo-
do mayor riesgo que los demás cómplices. L a manifiestos los efectos y ocultos los autores ate-
única excepción seria en el caso que al ejecutor moricen el pueblo (pp)Contribuy e también á mos-
se le señalase un premio. Teniendo entonces una trar que quien es fallo de fe con las leyes, esto
recompensa mayor por el mayor riesgo , la pena es, con el'público, es'probable que lo sea con
Y DE L A S PENAS. ISL
UN PÍCALA, PARECIÉRAME q u e una ley GENERAL ma la delicia de las almas tiernas y sublimes ,
excitan con sagacidad inalterable los dictámenes
festador de cualquier delito, fuese preferible á
mas afectuosos y las pasiones mas violentas en
- especial declaración en un c a s o p a r U c l r
el punto que las ven útiles á sus fines, acor-
porque asi evitaría las uniones con el temor re-
dando los ánimos como los músicos los instru-
« p r o c o que cada cómplice tendria de reverlarse
mentos .
a otro, y el tribunal no hará atrevidos los mal-
hecores, do ^ par(¡ ^
mas graves que entre ellas se hallaren para que suerte, y las severas miradas que encuentra le
los hombres no burlen asi la necesidad del ejem- asustan y aterran. Cree poder leer de antemano
plo que deben al público. N o es necesaria esta su sentencia sobre la» arrugas siniestras de sus
pena cuando se sepa de cierto que tal reo haya frentes ; sus sentidos turbados ya', se atemorizan
cometido tal delito ; de tal modo, que las pre- al oir unas voces roncas y amenazadoras : la
guntas sean inútiles, como lo es la confesión del poca razón que le queda , acaba de confundirle,
delito , cuando otras pruebas justifican la crimi- sus ideas se desvanecen , y su trémula voz puede
nalidad. Este último caso es el mas ordinario ; apenas proferir una palabra incierta : y para
porque la experiencia demuestra que en la mayor consuelo de males , sus jueces imputan tal vez al
parle de los procesos loá reos están negativos. crimen un desorden producido únicamenle por el
terror que inspira su aspecto. ¡ C o m o ! ¡ no co-
nocéis la causa de la consternación del acusado ,
vosotros que no os atreveríais tal vez á hablar
SUPLEMENTO AL CAP0. XXXVIII.
con confianza delante de una asamblea de unos
El acusado delante de sus Jueces. cuantos hombres ! Dulficicad esa fíenle severa ;
haced que vuestras miradas denoten aquella tier-
E l momento crítico ha llegado en que el acu- na inquietud que inspira un hombre que desea-
sado va á comparecer ante sus jueces. Pregunto mos sea inocente: que vuestra v o z , dulce aunque
yo : ¿ D e que modo le vais á acoger ? L e reci- grave parezca abrir con vuestra boca el camino
biréis como magistrados ó como enemigos ? de vuestro corazon; ocultad el horror secreto
Quereis asustarle ó instruiros P ¿ Oue se hará que os inspira la vista de esos grillos y la de los
este hombre, sacado súbitamente de su calabozo, andrajos de la miseria ; cuidad de no confundir
cegado con la luz á que sale , y transportado de estas señales equívocas del crimen , con el c r i -
un golpe entre los hombres que van á tratar de 8*
su muerte ? T e m b l a n d o , se atreve apenas í
l86 # T R A T A D O DE LOS DELITOS
Y DE LAS P E N A S .
men mismo : y pensad que tal vez estas tristes
». niendo una confesion que n o l i a hecho, y en
apariencias encubren un hombre virtuoso. ¡ Que
» decirle : mira lo que acabas de confesar, te
objeto ! Levantad vuestras miradas , y ved sobre-
vuestras cabezas, la imagen de vuestro D i o s , ». contradices, mientes y te has perdido.
inocente y acusado : sois hombres , sed pues hu- ¡ Oue miserable artificio ! ¿ y cual es el
manos ; sois jueces, sed moderados; sois cris- » efecto que tiene ? E l acusado qucdf turbado ;
tianos , sed caritativos. Hombres , jueces, cris- », las palabras de su juez caen sobre su cabeza
tianos , cualquiera que seáis, respectad la des- » comu un rayo imprevisto ; queda asombrado
gracia, sed dulces y compasivos , para con un .. al ver que él mismo se ha declarado; pierde
hombre que se arrepiente, y que tal vez no tiene » la memoria y la r a z ó n ; los hechos se confun-
de que arrepentirse. » den unos con otros; y muchas veces una c o n -
» Iradiccion supuesta , le hace incurrir en una
« Pero dejemos el semblante de los j u e c e s ,
» contradicción verdadera.
» para ocuparnos de un arle peligroso , del que
» E s t e a r l e , es tan odioso como injusto; no le
" be oido amenudo ensalzar la ulilidad : este
» mezclemos con nuestras funciones honrosas ;
» es , el de alucinar al acusado, con interro-
» no tengamos mas arte que el de l a s i m p l i -
gaciones capciosas, suposiciones falsas, y aun
» cidad ; dirijámonos á lo verdadero, por lo
» el de emplear los artificios y las mentiras para
» verdadero; sigamos un acusado en todos los
» descubrir la verdad. Este a r t e , no es muy difi-
1. casos , pero paso á paso y sin apretarle ; o b -
» c i l ; solo consiste, en turbar la cabeza del
» servemos su marcha, pero sin descarriarle;
» acusado, con cien cuestiones disparatadas:
)> y si cae , que sea bajo el esfuerzo de la verdad,
» en afectar de no seguir el orden de las cosas; » y no del de nuestros lazos. .
» en alucinarle, haciéndole volver con rapidez
» U n espectáculo horrible se presenta en este
>< al rededor de una infinidad de objetos dife-
» momento á mis ojos : el juez cansado de inter-
» rentes; y en de"tenerle de un golpe, supo-
» rogar con la palabra, quiere hacerlo por los
» suplicios; impaciente en sus pesquisas, y tal
T R A T A D O DE LOS DELITOS
» vez irritado de su inutilidad , manda traer ha- h u m o , humo de miembros humanos; entre el
» chones , cadenas, palancas, y todos los instru- rechinar de los huesos abrasados , y el tostarse
>• mentos inventados para el dolor. Un verdugo de las entrañas aun palpitantes. Pero los hombres
» se mezcla á las funciones de la magistratura, racionales verán que el lugar, el siglo y la mate-
» y termina con la violencia, un interrogatorio ria no me permiten examinar la naturaleza de
>• empezado bajo los auspicios de la l i b e r t a d . . . este delito. Muy largo , y fuera de mi asunto ,
>» ¡ Y luego hedíamos en cara á los antiguos 'jeria probar como debe s<;r necesaria una per-
» sus circos y sus gladiatores ! . . . » (SERVAN, fecta uniformidad de pensamientos en un estado
Discurso sobre la administración de la justicia cri- contra el ejemplo de muchas naciones ; como
minal. ) opiniones , que distan entre sí solamente por
algunas sutilísimas y oscuras diferencias, muy
apartadas de la capacidad' hiirftana , puedan des-
concertar el bien público cuando una no fuere
CAPITULO XXXIX.
autorizada con preferencia á las otras ; y como
la naturaleza de las opiniones esté compuesta de
De un genero particular de delitos.
modo , que mientras algunas con el choque, fer-
mentando y combatiendo juntamente se aclaran ,
Cualquiera que leyere este escrito advertirá
y nadando las verdaderas, las falsas se sumergen
haber omitido yo en él un género de delitos que
en el olvido ; otras, poco seguras por su cons-
ha cubierto la Europa de sangre humana, y que
tancia desnuda , deban vestirse de autoridad y de
ha juntado aquellas funestas hogueras , donde
fuerza. Muy largo seria probar c o m o , aunque
servían de alimento á las llamas los cuerpos vivos
mas odioso parezca sobre los entendimientos
de los hombres , cuando era placentero espectá-
humanos él imperio de la fuerza , cuyas solas
culo y armonía grata para la ciega muchedumbre
conquistas son el disimulo , y por consiguiente el
oir los sordos y confusos gemidos de los misera-
envilecimiento , aunque parezca contrarío al es-
bles que salian envueltos en remolinos de negro
píritu de mansedumbre y fraternidad , ordenado Falsa ¡dea de utilidad es aquella que sacrifica mil
de la razón y de la autoridad , que mas vene- ventajas reales por un inconveniente imaginario
ramos ; sea sin embargo necesario é indispensa- ó de poca consecuencia que quitaría á los hombres
ble. Todo esto debe creerse probado evidente- el fuego porque quema, y el agua porque anega ,
mente , y conforme á los verdaderos intereses que solo destruyendo repara los males. D e esta
de los hombres , si hay quien con reconocida au- naturaleza son las leyes que prohiben llevar a r -
toridad lo ejercite. Hablo solo de los delitos que mas : no contienen mas que á los no inclinados
provienen de la naturaleza humana y del pacto ni determinados á cometer delitos ; pero los que
social, no de los pecados, cuyas penas, aun tienen atrevimiento para violar las mas sagradas
las temporales , deben arreglarse con otros prin- déla humanidad y las mas importantes del Códice,
cipios que los de una filosofía limitada. ¿ como respetarán las menores y las puramente ar-
* * bitrarias , c u y a s contravenciones deben ser tanto
mas fáciles é impunes cuanto su ejecución exacta
quita la libertad personal, tan amada del hombre
CAPITULO XL.
y tan amada del legislador, sometiendo los inocen-
tes á todas las vejaciones que debieran sufrir los
Falsas ideas de utilidad.
reos? Empeoran estas la condicion de los asal-
tados, mejorando la de los asaltadores: no mino-
Un manantial de errores y de injusticias son ran los homicidios sino los aumentan; porque es
las falsas ideas de utilidad que se forman los l e - inavor la confianza en asaltar los desarmados que
gisladores. Falsa idea de utilidad es aquella que los prevenidos. Llámanse, no leyes preventivas
antepone los inconvenientes particulares al in- sino medrosas de los delitos : nacen de la tumul-
conveniente general : aquella que manda á los tuarla impresión de algunos hechos particulares
dictámenes en vez de exilarlos : que hace servir 110 déla meditación considerada de inconvenien-
los sofismas de la lógica en lugar de la razón. tes y provechos de un decreto universal Falsa idea
>>
de utilidad es aquella que querria dar á una mu-
chedumbre de seres sensibles la simetría y orden el cuerdo atrevido , que haga servir los hombres
que sufre la materia brutal é inanimada , que des- a su fin, despertando en ellos ¡deas mas gratas,
cuida motivos presentes los únicos que con efica- y tanto mas seducidoras cuanto el riesgo de
cia obran sobre el mayor número para dar fuerza la empresa cae sobre un número mayor, y el
á los distantes; cuya impresión es flaca y breví- valor que los infelices dan á la existencia propia
sima, si una viveza extraordinaria de imagina- se disminuye á proporcion de la miseria que su-
ción en la humanidad no suple con el aumento á fren. Esta es la causa porque las ofensas originan
la distancia del objeto. Finalmente, es falsa idea
otras; pues el odio es un movimiento tanto
de utilidad aquella que sacrificando la cosa al
mas durable que «el a m o r , cuanto el primero
hombre < ivide el bien del público del Lien de
toma su fuerza de la continuación de los actos
todos los particulares. Hay esta diferencia del
que debilitan al segundo.
estado de sociedad al estado de naturaleza, que
el hombre salvage no hace daño á otro sino en
cuanto basta para hacerse bien á sí mismo ; pero
el hombre sociable es alguna vez movido por las CAPITULO XLI.
malas leyes á ofender á otro sin hacerse bien á
sí. Despótico arroja en el ánimo de sus esclavos Como se evitan los delitos.
el temor y el abatimiento; pero rechazado vuelve
atormentar con mayor fuerza su á limo. Cuant o E s mejor evitar los delitos que castigarlos. He
el temor es mas solitario y doméstico tanto es aqui el fin principal de toda buena legislación, que
menos peligroso al que lo hace instrumento de su es el arle de conducir los hombres al punto mayor
felicidad; pero cuanto es mas público y agita de felicidad ó al menor de infelicidad posible,
mayor número de hombres, es tanto mas fácil para hablar según todos los cálculos de bienes y
que haya, ó el imjrudcn'.e, ó el desesperado ó males de la vida. Pero los medios empleados
hasta ahora son p->r lo común faisos v contra-
rios al fin pru .>. No es posible reducir la
9
de utilidad es aquella que querria dar á una mu-
chedumbre de seres sensibles la simetría y orden el cuerdo atrevido , que haga servir los hombres
que sufre la materia brutal é inanimada , que des- a su fin, despertando en ellos ¡deas mas gratas,
cuida motivos presentes los únicos que con efica- y tanto mas seducidoras cuanto el riesgo de
cia obran sobre el mayor número para dar fuerza la empresa cae sobre un número mayor, y el
á los distantes; cuya impresión es flaca y breví- valor que los infelices dan á la existencia propia
sima, si una viveza extraordinaria de imagina- se disminuye á proporclon de la miseria que su-
ción en la humanidad no suple con el aumento á fren. Esta es la causa porque las ofensas originan
la distancia del objeto. Finalmente, es falsa idea
otras; pues el odio es un movimiento tanto
de utilidad aquella que sacrificando la cosa al
mas durable que «el a m o r , cuanto el primero
hombre < ivide el bien del público del Lien de
toma su fuerza de la continuación de los actos
todos los particulares. Hay esta diferencia del
que debilitan al segundo.
estado de sociedad al estado de naturaleza, que
el hombre salvage no hace daño á otro sino en
cuanto basta para hacerse bien á sí mismo ; pero
el hombre sociable es alguna vez movido por las CAPITULO XLI.
malas leyes á ofender á otro sin hacerse bien á
sí. Despótico arroja en el ánimo de sus esclavos Como se evitan los delitos.
el temor y el abatimiento; pero rechazado vuelve
atormentar con mayor fuerza su á limo. Cuant o E s mejor evitar los delitos que castigarlos. He
el temor es mas solitario y doméstico tanto es aqui el fin principal de toda buena legislación, que
menos peligroso al que lo hace instrumento de su es el arle de conducir los hombres al punto mayor
felicidad; pero cuanto es mas público y agita de felicidad ó al menor de infelicidad posible,
mayor número de hombres, es tanto mas fácil para hablar según todos los cálculos de bienes y
que haya, ó el imjrudcn'.e, ó el desesperado ó males de la vida. Pero los medios empleados
hasta ahora son por lo común faisos v contra-
rios al fin pro .>. No es posible reducir la
9
turbulenta actividad de los hombres á un orden un tributo que pagan todos á la comodidad de
geométrico sin irregularidad y confusion. Al
algunos.
modo que las leyes simplísimas y constantes de
¿ Quereis evitar los delitos ? Haced que las leyes
la naturaleza no pueden impedir que los planetas
sean claras y simples , y que toda la fuerza de la
se turben en sus movimientos; asi en las infi-
nación esté empleada en defenderlas , ninguna
nitas y opuestísimas atracciones del placer y del
parte en destruirlas. Haced que las leyes favorez-
dolor no pueden impedirse por las leyes h u m a - can menos las clases de los hombres que los hom-
nas las turbaciones y el desorden. E s t a es la bres mismos Haced que los hombrea las teman ,
quimera de los hombres limitados siempre que y no teman mas que á ellas. E l temor de las
son dueños del mando. Prohibir una muche- leyes es saludable ; pero el de hombre á hombre
dumbre de acciones indiferentes no es evitar los es fatal y fecundo de delitos. L o s hombres escla-
delitos sino crear otros nuevos; es definir á su vos son mas sensuales, mas desenvueltos, y mas
voluntad la virtud y el vicio, que se nos p r e - crueles que los hombres libres. Estos meditan
dican eternos é inmutables. ¿ A que nos viéramos sobre las ciencias, meditan sobre los intereses
reducidos si se hubiera de prohibir todo aquello de la nación : ven objetos grandes y los imitan;
que puede inducir á delito? Seria necesario privar pero aquellos, contentos del dia presente, bus-
al hombre del uso de sus sentidos. P a r a un m o - can entre el estrépito y desenvoltura una distrac-
tivo que impela los hombres á cometer un verda- ción del apocamiento que los rodea : acostum-
dero delito hay mil que los impelen á practicar brados al éxito incierto de cualquier c o s a , se
aquellas acciones indiferentes que llaman delitos hace para ellos problemático el éxito de sus de-
las malas leyes; y si la probilidad de los delitos litos, en ventaja de la pasión que los domina. S i
es proporcionada al número de los motivos , la incertidumbre de las leyes cae sobre una na-
ampliar la esfera de aquellos es] acrecentar la ción indolente por c l i m a , aumenta y mantiene
probabilidad de cometerlos. L a mayor parte de su indolencia y estupidez : si cae sobre una na-
las leyes no son mas que privilegios, esto e s , ción sensual, pero activa, desperdicia su aeli-
vidad en un infinito número de astucias y tramas, mismas ideas y las mismas resistencias. A vista
que aunque pequeñas, esparcen en todos los c o - de las luces esparcidas con profusion en una na-
ción calla la ignorancia calumniosa,y tiembla la
razones la desconfianza , haciendo de la traición
autoridad, desarmada de razones, en tanto que
y el disimulo la basa de la prudencia : si cae
la vigorosa fuerza de las leyes permanece inalte-
sobre una nación valerosa y fuerte, la incerti-
rable ; porque no hay hombre iluminado que no
dumbre se sacude al fin , causando antes muchos
ame los pactos públicos , claros y útilesá la segu-
embates de la libertad á la esclavitud, y de la
ridad común , comparando el poco de libertad
esclavitud á la libertad.
inútil sacrificada por é l , á la suma de todas las
libertades sacrifica 'a por los otros hombres , que
sin.leyes podían conspirar en contra suya. Cual-
CAPITULO XLIL.
quiera que tenga un alma sensible , echando una
bres. E r a n , p u e s , necesarias impresiones mas dividirse hasta lo infinito, asi las ciencias que
fuertes y mas durables que los separasen de los nacieron , hicieron de los hombres una muche-
dumbre fanática de ciegos , que en un laberinto
continuados regresos que hacian al primer estado
cerrado se tropezaban y atropellaban de modo ,
de desunión, siempre mas y mas funesto. Asi
que alguna*almas sensibles y filosóficas desearon
hicieron un gran bien á la humanidad aquellos
á su pesar el antiguo estado salvage. He aqui la
primeros errores que poblaron la tierra de falsas
primera época en que las luces, ó por mejor
divinidades ( d i g o gran bien p o l í t i c o ) , y que
decir las opiniones son dañosas. •
crearon un universo invisible, regulador del
nuestro. Fueron bienhechores de los hombres La segunda es en el difícil y terrible paso de
los errores á la verdad, de la oscuridad no cono-
aquellos que se atrevieron á sorprenderlos , y
cida á la luz. E l choque inmenso de los errores
arrastraron á los altares la ignorancia dócil. P r e -
útiles á pocos poderosos contra las verdades úti-
sentándoles objetos colocados mas allá de lo que
les á muchos desvalidos , la reunión y el fermento
alcanzaban los sentidos que se les huian delante ,
de las pasiones, que se despiertan en aquella
á proporcion que creian alcanzarlos : nunca des-
ocasion , causan infinitos males á la miserable
preciados , porque nunca bien conocidos; reu-
humanidad. Cualquiera que reflexione sobre las
nieron y fijaron las pasiones, divididas en uno
historias, en quienes después de algunos inter-
solo, que los ocupaba fuertemente. Estas fueron
valos de tiempo se halla cierta semejanza cuanto
las primeras mudanzas de todas las naciones que
á las épocas principales, encontrará muchas
se formaron de pueblos salvages : esta fue la
veces una generación entera sacrificada á la f e -
época de la formacion de las grandes sociedades;
licidad de aquellas que le suceden en el trabajoso
y tal fue el vínculo necesario , y acaso el único.
pero necesario paso de las tinieblas de la igno-
No hablo de aquel pueblo elegido de Dios , en
jfe
rancia á la luz de la filosofía, y de la tiranía á
la mayor parte de los h o m b r e s , acostumbrado á
la libertad, que son las consecuencias. Pero
contemplar la humanidad desde las mas elevadas
cuando calmados los ánimos y extinguido el
atalayas ; es en su inteligencia la nación una fa-
fuego, que ha purificado la nación de los males
milia de hombres hermanos, pareciéndole tanto
que la oprimen ; la verdad, cuyos progresos son
menor la distancia de los grandes al pueblo ,
lentos al principio y despues acelerados , se sienta
cuanto es mayor la masa de la humanidad misma
como compañera sobre el trono de ¿os M o n a r -
que tiene delante de los ojos. Los filósofos tienen
cas , y tiene culto y aras en los parlamentos de
cuanto necesitan ; y de los intereses no conocidos
las repúblicas : j Quien podrá entonces afirmar
por los hombres comunes aquel principalmente
que el resplandor que ilumina la muchedumbre
de 110 desmentir en la luz pública los principios
sea mas dañoso que las tinieblas, y que las v e r -
predicados en la oscuridad, adquiriendo el há-
daderas y siemples relaciones de las cosas bien
bito de amar la verdad por sí misma. Un escogi-
conocidas por los hombres les sean funestas?
miento de tales hombres forma la felicidad de
Si la ciega ignorancia es menos fatal que el una nación ; pero felicidad momentánea si las
mediano y confuso s a b e r , porque este añade á buenas leyes no aumentan de tal manera el nú-
los males de la primera los del error inevitable , mero que disminuyan la probabi ¡dad , siempre
en quien tiene una vista limitada á espacios mas considerable, de una mala elección.
cortos que aquel donde llegan los confines de la
verdad; el hombre iluminado es "el don mas
precioso que puede hacer á la nación y á sí mismo
el S o b e r a n o , creándolo depositario y guardador
de las leyes santas. Enseñado á ver la verdad y á
no temerla; privado de la mayor parle de las
necesidades de la opinión, nunca bastantemente
satisfechas , que hacen experiencia de la virtud en
CAPITULO XLIII.
CAPITULO XLIY.
Magistrados. Recompensas.
de uno ú de muchos , contra un particular ciuda- pues e l si fuese posible es una condicion q u e lo indica
m u y c l a r a m e n t e ; siendo indudable q u e d e b e c o n s i d e -
dano ; debe esencialmente ser pública , pronta , ne-
rarse como chimera querer un imposible. No se trata
cesaria , la mas pequeña de las posibles en Iris cir- aquí de un hombre sensato , ni de aquel m o m e n t o de
cunstancias actuales , proporcionada ú los delitos , reflexión en que el h o m b r e duda con precisión de las
dictada por las leyes. ventajas y de los inconvenientes que le r e s u l t a n dpi e s -
tado social contrapuesto al estado de libertad ilimitada dé-
cada individuo antes de su reunión ; se trata de aquellos
m o m e n t o s de pasiones y de'ignorancia, en q u e el h o m b r e
FIN. que ha consentido en p e r d e r una parte de su libertad ,
quisiera n o obstante e j e r c e r l a sin restricción ; se trata
de aquellos deseos oculíos y s i e m p r e existentes en el c o -
razon , por los i.ue sufrimos ¡ por la parte de libertad que
9*
iio NOTAS.
NOTAS. 21 I
h e m o s sacrificado, a pesar d e la v e n t a j a s que este sacri- informe. E l acusador es aquel que afirma que un tal ha
ficio nos ha procurado. cometido tal acción. E l autor ha conocido él m i s m o , q u e
« E l autor italiano sabe m u y b i e n , y l o dice en varias la regla del justo y del injusto es para el juez u n a s i m -
p a r t e s , que si la ley no obliga al individuo , ningún ple cuestión de hecho. T a m b i é n h a dicho que los decretos
miembro de la sociedad estará obligado para con él, y están s i e m p r e en oposidon con la libertad política, quando
que el individuo perdería en ello mas que ganaría. Pero no «on u n a aplicación particular de una máxima g e n e r a l .
t a m p o c o es m e n o s c i e r t o , q u e cada individuo e n el i n s - T r e s cosas son pues las que h a y que distinguir aqui : la
t a n t e de su pasión, y aun h a b i t u a l m e n t e , q u e r r í a , ó á lo máxima que el soberano e s t a b l e c e , el h e c h o particular
m e n o s d e s e a r í a , con u n deseo d é b i l , si s e q u i e r e , y que el acusador a f i r m a , y la aplicación que h a c e el j u e i
s i e m p r e r e p r i m i d o , p e r o q u e n o seria m e n o s - r e a l , de- de esta máxima á este h e c h o despues de haberlo hecho
searía, digo, q u e si fuese posible , las convenciones que constar. L u e g o el s o b e r a n o n o es la parte del acusado. ni
ligan á los demás no l e ligasen á é l . » ( N o t a inédita del tampoco es esta una razón para que no pueda s e r él
Abate Morellet.) juez. » ( N o t e de D i d e r o t . )
jfc.. t
CAP. I I I . Consecuencias.
Cap. V I . Proporcion entre los Delitos y las Penas.
(,b) E l P r í n c i p e e n los estados monárquicos es la parle
que persigue á'los a c u s a d o s , y h a c e q u e los castiguen ó ( c ) « Nuestras leyes no han distinguido ni los delitos,
absuelvan ; y si él m i s m o los juzgase , seria j u e z y parte. ni las p e n a s ; no h a n h e c h o mas que una división de lo*
F r e c u e n t e m e n t e t i e n e el P r i n c i p e e n estos mismos c r í m e n e s por su m o d o , por su especie , por su o b j e t o , y
estados las confiscaciones ; y si juzgase los d e l i t o s , seria por sus grados ¡ Q u e diferencia h a y sin embargo entre
de n u e v o juez y parte- ( M o n t e s q u i e u , Espíritu de la.'; los c r í m e n e s , por su objeto ! Los unos atacan mas d i r e c -
Leyes, lib. v i . cap. 5 . ) t a m e n t e los p a r t i c u l a r e s , y oíros el público; los unos al
— « E l soberano asegura e n g e n e r a l que , por tal s o b e r a n o , y otros al mismo D i o s . ! ¡ Q u e diferencias de
h e c h o ó en tal caso , e l contrato social queda violado ; los c r í m e n e s por sus grados! ¡ Cuantas variedades hay
pero n o por esto acusa de este h e c h o al h o m b r e que se que d e s i g n a r , y cuantos delitos que distinguir ! desde la
trata de juzgar : y e n el acto m i s m o e n q u e la parte p ú - i r r e v e r e n c i a hasta el sacrilegio , desde la m u r m u r a c i ó n
blica se queja contra él n o haee mas q u e pedir el que se hasta la sedición, desde la amenaza hasta el h o m i c i d i o ,
SI 2 NOTAS. NOTAS. ai3
desde la maledicencia hasta la difamación , y desde la para a r r a s t r a r aun unos dias enfermizos y dolorosos.
mas tosca ratería hasta la invasión! » ( S e r v a n , Discurso T a m p o c o la pena es mas severa c o n t r a el incendiario
sobre la Administración de la Justicia Criminal.) siempre que haya pasado e s c r ñ u r a de la casa que q u e m a ,
( d ) L a p r i m e r cosa que l l a m a mi atención en el aun cuando esta este situada en el c e n t r o de la ciudad , y
e x a m e n de las leyes penales inglesas en que e n t r e las por consiguiente la vida de algunos c e n t e n a r e s de ciuda-
diferentes acciones que los h o m b r e s están obligados de danos, expuesta á p e r e c e r en las llamas. » {¡Nlirabeau,
hacer diariamente, hay"ciento y sesenta , que un acto Observaciones sobre Bicétrr. )
del P a r l a m e n t o ha declarado c r í m e n e s capitales é i r r e - —LTn impostor, que se deci.i Constantino Ducas,movió
misibles , es d e c i r , q u e deben ser castigados de m u e r t e . una gran sublevation en Constantinop!a, fue cogido y con-
Y c u a n d o se busca la naturaleza de los c r í m e n e s que denado á la pena de azotes ; pero habiendo acusado este
componen este formidable catálogo , se e n c u e n t r a que rebelde á diversas personas de c o n s i d e r a c i ó n , le conde -*
son solo unas faltas q u e riierecerian apenas unos castigos náron como c a l u m n i a d o r a s e r quemado vivo. E s singular
c o r p o r a l e s , m i e n t r a s que omite las maldades de una cosa que hubiesen proporcionado asi sus penas e n t r e el
naturaleza la mas atroz. E l robo mas simple , cometido delito de l i s a magestad y el de calumnia. — S e t e n t a per-
sin ninguna especie de violencia;, es tratado algunas veces sonas se c o n j u r a r o n c o n t r a el e m p e r a d o r Basilio, el que-
CAP. V I I . Errores en la graduación de las Penas. destruiría la libertad de los ciudadanos, a r m a n d o contra
ellos el zelo de las conciencias tímidas y él de las a t r e -
vidas.
(e) No pongo e n la clase de delitos que i n t e r e s a n á la
E l mal ha nacido de la i d e a , que es n e c e s a r i o v e n g a r
r e l i g i ó n , sino los q u e la atacan' d i r e c t a m e n t e , c o m o son
á la divinidad. P e r o es n e c e s a r i o h a c e r h o n r a r á la divi-
todos los simples sacrilegios. P o r q u e los delitos que t u r -
nidad , p e r o n u n c a vengarla. E n efecto , si esta última
ban el exercicio de ella , son de la naturaleza de aquellos
idea h u b i e r a de s e r el n o r t e de nuestra c o n d u c t a , c u a n d o
que ofenden el sosiego y seguridad de los ciudadanos, y
darían fin los suplicios ? y si las leyes h u m a n a s tienen ,
han de r e f e r i r s e á estas clases.
q u e v e n g a r á un s e r i n f i n i t o , se a r r e g l a r á n á su infinidad,
P a r a q u e la pena de los sacrilegios simple , se t o m e de
y n o á las flaquezas , ignorancias, y caprichos de los m o r -
la naturaleza ( i ) de las cosas , h a de consistir en la p r i - tales.
vación de cuantas v e n t a j a s proporciona la r e l i g i ó n ; la
Un historiador de P r o v e n z a ( i ) r e f i e r e un hecho,
expulsión del t e m p l o , privación t e m p o r a l ó pgrpetua de
que nos pinta m u y bien la impresión q u e puede producir
la sociedad de los f i e l e s , fuga de su p r e s e n c i a , execra-
en los espíritus débiles esta idea de v e n g a r la divinidad.
ciones , detestaciones y conjuros.
Acusado u n judío de h a b e r blasfemado c o n t r a la S a n t a
E n las cosas que t u r b a n el sosiego ó seguridad del e s - V i r g e n ' , l e condenáron á s e r desollado. V a r i o s caballeros,
tado , p e r t e n e c e n Jas acciones ocultas á la jurisdicción de e n m a s c a r a d o s , con u n cuchillo e n la m a n o , subieron al
la justicia h u m a n a ; pero en c u a n t o á las q u e ofenden á cadalso , del que e c h á r o n al v e r d u g o , para v e n g a r p o r si
la divinidad, n o h a y alli acción p ú b l i c a ; ni m a t e r i a de mismos el h o n o r u l t r a j a d o d é l a V i r g e n §antísima. . . •
d e l i t o ; pasa todo e n t r e el h o m b r e y D i o s , e l q u e por sí No quiero a d e l a n t a r m e á las reflexiones del lector.
solo a r r e g l a la me'dida y e l t i e m p o de sus venganzas. Y ( M o n t e s q . Del Espíritu de tas Leyes, lib. xiii. Cap. 4-)
si confundiendo las cosas el m a g i s t r a d o , hiciera también
pesquisas s o b r e el oculto s a c r i l e g i o , e j e r c e r i a una i n q u i -
sufrir hace el q u e las a l m a s sean insensibles, y la dureza S i se hallan unos paises en que la v e r g ü e n z a no es una
del g o b i e r n o produce este efecto ; p e r o cuando el estado consecuencia del suplicio, p r o c e d e esto de la tiranía , que
de i n o c e n c i a llegue á s e r suave y tranquilo , las penas ha impuesto iguales penas á los malvados q u e á los h o m -
reservadas p a r a el c r i m e n , a t e m o r i z a r á n sin e n d u r e c e r , bres honrados. (Montesq. del Espíritu de las leyes ,
sin familiarizarse con la idea d e l l e g a r á t e n e r los huesos Lib. vi. cap. 9 y 1 a . )
rotos , y de m o r i r en el suplicio. - E n esta parte soy
del m i s m o p a r e c e r del a u t o r , s o b r e la inútil atrocidad
de las penas. Asi es q u e combato sus r a z o n e s , pero no CAP. X X V I I I . De la pena de muerte.
sus principios. ( N o t a de D i d e r o t .
ee) « E l demasiado rigor contra un culpable repugna
(dd) La severidad de las penas c o n v i e n e mas á los
á la h u m a n i d a d , porque no está a u n bien decidido por
G o b i e r n o s despóticos , cuyo principio es el t e r r o r , que á
los principios del d e r e c h o n a t u r a l , hasta que punto la
los monárquicos ó republicanos que tienen , por móvil el
h o n o r y la virtud. vida de un h o m b r e llega á estar en el poder de los d e -
esta diferencia es casi nula , pues q u e la p e n a de m u e r t e real. L a prisión .militar , en la opinion pxiblica , no s u -
c o n t r a un desertor á los m e n o s e n la m a y o r p a r t e de los pone mas q u e una falta de disciplina ; la civil supone un
tradicción e n t r e el espíritu militar y la ley a r r a s t r a un al orden y á la tranquili dad pública. H e aqui p o r q u e esta
nos de sus compañeros p r o p o n e n el d e s e r t a r , si accepta cuanto al contrabando , que no trae consigo ninguna
la proposicion no es m a s que por el t e m o r de s e r des- infamia ; q u e los delitos que los h o m b r e s c r e e n no po-
honrado e n el espíritu de e s t o s , y no pasar por uu derles ser nocivos , no les interesa bastante para excitar
. . -j - • • r\v
CAP. X L 1 I . De las ciencias.
FIN DE LAS NOTAS.
( r r ) E s t a aserción no és mas v e r d a d e r a q u e la de
J . - J . R o u s s e a u ^ i ' o r q u e las ciencias sean mas ó m e n o s
esparcidas , r . « f f esto p r o d u c e n mas m a l e s . E n todo
c i s o solo sería el abuso de e l l a s , porque p e r v i e r t e su
v e r d a d e r o fin. ( B r i s s o t de W a r v i l l e .
COMENTARIO
S O B R E E L L I B R O
de l o s delitos
Y
D E L A S P E N A S ,
POR VOLTAIRE.
1766.' '•
II
«
C O M E N T A R I O
S O B R E EL LIBRO
POR VOLTAIRE.
una provincia , una joven de diez y ocho años, ble sobre su reputación , y que la dificultad de
hermosa y graciosa , que tenia mucho talento , y criar su criatura , es uua desgracia de mas.
que era de una familia muy honrada. La segunda falta es mucho mas criminal;
abandona el fruto de su debilidad y le expone á
Su delito fué, el de dejarse hacer una criatura.
perecer.
Cuanto mayor era el de haber abandonado el
¿ Pero por que una criatura haya muerto, es
fruto de su amor. E s t a joven desgraciada, huyendo
esta una razón para que muera la madre ? E l l a
del techo paterno, fué asaltada por los dolores
no le habia matado; y se habia lisongeado de
del parlo : parió sola y sin socorro al lado de
que algún pasagero , lendria piedad de esta cria-
una fuente. La vergüenza, que en el bello sexo
tura inocente : también podia tener el designio de
es una pasión violenta, la dió la fuerza de volver
volver á buscarla, y procurarla los socorros n e -
á la casa de su padre, y de ocultar su estado.
cesarios. E s l e es un sentimiento tan natural, que
Habiendo dejado expuesta á su criatura, se la
debemos atribuirle al corazon de una madre. La
encontró muerta al dia siguiente ; la madre siendo
ley contra la hija es positiva en la provincia de
descubierta , fué condenada á horca , y se ejecutó
que hablo : ¿ pero no es esta ley injusta inhu-
la sentencia.
mana y perniciosa? Injusta, porque no sabe dis-
L a primera falta de esta j o v e n , hubiera de-
tinguir enlre aquella que mata á su criatura , y la
bido , ó ser ocultada en el secreto de una familia, que la abandona : inhumana, pues que hace pe^-
ó ser protegida por las leyes; porque solo al se- recer cruelmente una desgraciada, que no tiene
ductor toca el reparar el mal que él mismo ha mas culpa que la de su anhelo por ocultar su
h e c h o ; porque la debilidad tiene un derecho á desgracia: perniciosa, por que arrebata á la socie-
esta indulgencia ; porque todo habla en favor de dad una ciudadana, que debia de dar otros ciu-
una joven , cuyo embarazo oculto, la pone á dadanos al Estado , en una provincia que se queja
cada momento en peligro de muerte : que este de su poca poblacion.
embarazo, conocido, hecha una mancha indele-
L a caridad no ha establecido aun en este pais
246 COMENTARIO SOBRE EL LIBRO
OE LOS. DELITOS Y DE L A S P E N A S . 2'+-]
ninguna casa de socorros, en la que los desam-
rara vez pernicioso para el E s t a d o , cuyo bien
parados sean alimentados. E n donde falta la ca-
debe de ser su único objeto.
ridad , la ley es siempre cruel. Mucho mas val-
Los suplicios refinados, que el entendimiento
dría el impedir estas desgracias , que son bastante
humano ha inventado para hacer la muerte h o r -
comunes, que el castigarlas. L a verdadera juris-
rible , parecen haber sido inventados mas bien
prudencia es la de impedir los delitos, y no la de
por la tiranía, que por la justicia.
dar la muerte á un sexo débil, cuando es evi-
E l suplicio de la rueda fué introducido en Ale-
dente el que su culpa no ha sido acompañada de
mania en los tiempos de anarquía, en que ios
ninguna malicia, y que al contrario, la ha c o s -
que se apoderaban de los derechos de regalía,
tado bastante caro.
querían asustar, con la apariencia de un tormento
Asegurad , lo mejor que podáis , un recurso horrible, cualquiera que quisiese alentar contra
para los que se conduzcan mal ,y tendreis menos ellos. E n Inglaterra se abria el vientre del que
que castigar. era acusado de traición de lesa-magestad , se le
arrancaba el corazon, se azotaban los carrillos
con é l , y después se le echaba al fuego. ¿ Pero
C A P I T U L O II.
cual era muchas veces este crimen de lesa-ma-
geslad ? E r a el de haberse mantenido fiel á su
De los suplicios. soberai^o durante las guerras civiles , y algunas
veces, el de haberse explicado con demasiada
E s t a desgracia, y esta ley tan cruel, que han claridad , sobre el derecho dudoso del vencedor.
conmovido mi sensibilidad, me han hecho echar Enfin , las costumbres se dulcificaron; á la ver-
dad , se ha seguido arrancando el corazon del
la vista sobre el código criminal de las naciones.
criminal, pero, esto se hace después de su muerle.
E l humano autor de los Delitos y de tas Penas,
E l aparato es horrible , pero la muerle es dulce,
tiene demasiada razón en quejarse de que el cas-
si puede serla.
tigo es muy amenudo superior al crimen , y no
DE LOS D E L I T O S Y DE L A S P E N A S . 249
C A P I T U L O III.
gua y moderna. Como todos los que en aquel
tiempo pretendían y obtubieron el imperio , era
De las penas contra los IJeregcs. un hombre tan falaz como inhumano. E s t a vasta
porcion del mundo, estaba entonces gobernada
como en el dia lo está Argel. L a milicia ponia y
L a tiranía fué sobre todo, la primera que pro-
quitaba los emperadores y muy amenudo los s a -
mulgó la pena de muerte, contra aquellos que
caba del seno de las naciones reputadas bárbaras.
diferian de la Iglesia dominante , en punto á al-
Teodósio , entonces, le oponia otros bárbaros
gunos dogmas. Antes del tirano M a x i m o , n i n -
de la Escilia. É l fué, el que llenó de Godos á los
gún emperador cristiano babia imaginado el con-
ejercitos , y el que elevó á Alarico, vencedor de
denar un hombre al suplicio , solo por unos
R o m a . E n esta horrible confusion, todos iban á
puntos de controversia. E s verdad que fueron dos
cual mas podia fortificar su partido, por todos
Obispos Españoles , los que persiguieron hasta
los medios posibles.
la muerte á algunos priscilanistas : pero no es
menos verdad , que el tirano Maximo', quería M á x i m o , acababa de hacer asesinar en L e ó n ,
agradar al partido dominante , derramando la al emperador Graciano , colega de Teodósio ;
sangre de los hereges. L a barbàrie y la justicia meditaba la ruina de Yalentiniano 11, nombrado
le eran igualmente indiferentes. Zeloso de T e o - en R o m a , aunque en su infancia, sucesor de
dosio , español como é l , se lisongeaba de p o - G r a c i a n o ; y formaba en T r e v e s un poderoso
derle arrebatar el imperio de Oriente , como lo ejercito, compuesto de Gaulos y de Alemanes.
había hecho con el del Occidente. Teodosio se Hacía también levantar tropas en España,
babia hecho aborrecer por sus crueldades : pero cuando dos Obispos Españoles, Idacio é Itacus,
ó Itacius, que gozaban entonces del mayor
habia sabido ganar los gefes de la religión.
crédito, le vinieron á pedir la cabeza dePriscilano
Maximo queria tener el mismo zelo en aparien-
y de todos sus discípulos que decian que las almas
cia y ganar á su partido los Obispos Españoles ;
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS. 25l
son unas emanaciones de Dios , que la Trinidad
no contiene tres hipostásis ó personas , y que no bable que se celebrariá hasta el dia de h o y , si la
contentos con esto, llevaban su sacrilegio al secta del Priscilanismo subsistiese aun.
punto de ayunar los Domingos. Máximo , medio E s l e ejemplo hizo estremecer toda la Iglesia ;
pagano y medio cristiano, no tardó mucho en pero poco despues fué imitado, y aun sobrepu-
conocer la enormidad de estos crímenes. Los jado : varios prlscilanislas perecieron por la es-
Santos Obispos I d a c i o , é Itacius, obtuvieron pada, la cuerda, y la lapidación. E n Burdeos se
el que se diese el tormento á Priseilano y á sus contentaron solo con lapidar una joven señora
cómplices , antes de hacerles morir : esíubierón de distinción ( i ) . Estos suplicios parecieron de-
presentes , para que lodo se pasase con el mayor masiado ligeros : se p r o b ó , el que Dios exigia
orden, y se volvieron bendiciendo á D i o s , y que los hereges "fuesen quemados á fuego lento.
colocando M á x i m o , el defensor de la f é , en el La razón perentoria que se daba para eslo, era
rango de los sanios. Pero habiendo Máximo sido que Dios les castigaba de esle modo en el otro
derrotado por T e o d ó s i o , y despues asesinado á mundo , Y que todo príncipe, todo vice-príncipe,
los pies de su vencedor, eslo impidió el que y en fin que todo magistrado, era la imagen de
fuese canonizado. Dios sobre la tierra.
E s t e principio fué el que hizo , que se que-
E s preciso n o t a r , que San M a r t i n , Obispo
masen en varias panes los hechiceros, que visi-
de T o u r s , verdadero hombre de bien, solicitó
blemente estaban bajo el imperio del diablo , y
el perdón de Priseilano; pero los Obispos le
los héterodoxos, que eran considerados como
acusaron , á él mismo , de heregía, y se volvió
peores que los hechiceros.
á Tours , de miedo que le hiciesen dar el tor-
TSo se sabe precisamente que especie de here-
mento en Treves.
gía era la de los canónigos que el rey R o b e r t o ,
E n cuanto á Priseilano, tuvo la consolacion
de ser honrado por su secta , despues de haber
sido ahorcado. S e celebró su fiesta, y es p r o - ( i ) V é a s e . Hist. Eclcsiástira.
hijo de H u g o , y Constancia su m u g e r , fueron C A P I T U L O I Y .
/
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS. 255
das reclamaron el derecho de la naturaleza ¡ dije- tria para fortificar su partido , que la secta do-
ron : dejadnos adorar á Dios en paz, no nos minante no tiene para exterminarla. E s preciso
arrebatéis la libertad que dais á los judíos. Todas que, ó despedázeri, ó que sean despedazados.
las sectas del dia , pueden hablar del mismo mo- Esto fué lo que sucedió, despues de la persecu-
do á los que las oprimen. Pueden decir á los ción excitada en 5 o 3 por el Cesar Galerio, en
pueblos que han concedido privilegios á los J u - los dos últimos años del imperio de Dioclesianp.
díos, tratadnos como tratais á esos hijos de Habiendo los cristianos sido favorecidos por
Jacob; dejadnos rogar á D i o s , como ellos, Dioclcsiáno , durante diez y ocho años enteros
según nuestras conciencias. Nuestra opinion no se liabián hecho demasiado numerosos y ricos
hace mas daño á vuestro estado, de lo que hace el para poder ser exterminados : dicronse á Cons-
judaismo. Pues que toleráis los enemigos de J e s u - tancio Chlore ; combatieron por Constantino su
c r i s t o , toleradnos también , pues que adoramos hijo , y hubo Una revolución total en el imperio.
á J e s u - C r i s t o y que no diferimos de vosotros
Las pequeñcccs pueden ser comparadas á las
m a s q u e sobre unas subtilidades teológicas; no
cosas mas grandes , cuando unas y otras sen
os privéis vosotros mismos unos ciudadanos úti-
dirigidas por el mismo espíritu. LTna revolución
les. E s importante para vosotros el que trabajen
semejante se ha efectuado en H o l a n d a , suiza y
en vuestras fábricas, vuestra marina, y la cul-
Escocia. Cúando Fernando é Isabela expulsaron
tura de vuestras tierras ; y poco os importa , el
de España á los Judíos que se habían establecido
que tengan otros artículos de fé , de los que v o -
en ella, no tan solo antes de la familia que en-
sotros teneis. Sus brazos son los que necesitáis,
tonces estaba sobre el trono, sino también antes
y no su catecismo.
de los ¡Moros y de los G o d o s , y aun antes de
L a facción es una cosa enteramente diferente. los Cartaginenses, los Judíos hubieran efectuado
Sucede siempre, y necesariamente, el que una una revolución en E s p a ñ a , si hubieran sido tan
secta perseguida degenera en facción. L o s opri- guerreros como ricos , y si hubiesen podido en-
midos se reúnen y se animan. Tienen mas indus- tenderse con los Arabes.
E n una palabra, ninguna s e d a ha cambiado
el gobierno, hasta tanto que la desesperación la C A P I T U L O V .
S i quereis, pues, impedir el que una secta mereció el ser colocado en el rango de los santos,
trastorne un estado, usad de tolerancia; imitad dió , al principio , una ley* contra los blasfema-
dores. E s t a , les condenaba á un nuevo suplicio:
la sabia conducta que tienen la Alemania, la
se les atravesaba la lengua con un hierro ardien-
Inglaterra , y la Holanda. N o hay otro partido
do. E s t o era una especie de talion ; el miembro
que tomar en política, con una nueva s e c t a , mas
que habia pecado, sufria el castigo. P e r o era
que el de hacer perecer sin piedad los gefes y los
muy difícil el definir lo que era una blasfemia. S e
partidarios, h o m b r e s , mugeres y n i ñ o s , sin
escapan en un momento de cólera , de alegría,
exceptuar uno solo, ó tolerarlos cuando la secta
ó en la simple conversación, unas expresiones
es numerosa: el primer partido es el de un mons-
que no son , hablando con propiedad, mas que
iruo, el segundo es el de un sabio.
unos expletivos, como los de cela, y oah de los
Haced que el ínteres forme un vínculo , para
h e b r e o s , el pol, y el cedepol de los latinos, y
todos los subditos del Estado : que el Cuacaro y
como el per Déos inmortales de que se servían á
el T u r c o , vean su ventaja, en vivir b a j o vuestras
cada momento, sin que por eso jurasen por sus
leyes. L a religión es de D i o s al hombre : la ley Dioses inmortales.
civil es de vosotros á vuestros pueblos.
Las palabras que se denominan juramentos y
blasfemias, son por lo general, unos términos
vagos, que se interpretan arbitrariamente: la
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS. 2Óg
ley que las castiga, parece emanada de la de los sobre lodo , cuando el rey fué descomulgado, y
Judíos que dice, « n o tomarás el nombre de Dios su reyno puesto bajo la censura eclesiástica, por
en vano. » L o s mas hábiles intérpretes creen , el papa Celestino u i .
que esta ley prohibe el perjuro, y tienen tanta San Luis , transportado por su zelo , mandó
mas razón , cuanto la palabra, shavé; que han que se atravesase la lengua , ó se corlase el labio
traducido p o r , en vano, significa propiamente el superior, indiferentemente, á cualquiera que pro-
perjurio. Ahora b i e n , que relación puede tener nunciase estos términos indecentes. E s t o cosió la
el perjurio con estas palabras que se dulcifican lengua á un ciudadano rico de P a r i s , que se quejó
por cadcdis, cabo de Dios, sangbleu , venlreblen , de ello al papa Inocente iv. E s t e Pontífice, hizo
có'rbléú, capo di dio. vivamente presente al R e y , que la pena era de-
L o s Judíos juraban por la vida de D i o s : vivit masiado fuerte para el delito. E l R e y se abstubo
üonuhus. Esta era una fórmula ordinaria. Luego desde entonces de esta severidad. Cuan dichoso
no era prohibido mas que el mentir en nombre hubiera sido para la sociedad , el que los Papas
no hubiesen nunca afectado otra superioridad
de Dios , que atestaban.
sobre los Reyes.
Felipe Augusto, condenó en 1181 á todos los
nobles de su dominio que pronunciarian las pa- E l mándalo de Luis x t v , del año de 1 6 6 6 ,
labras de tctebleu, ventrebleu, corbleu, sangbleu, dice : « (¿ue aquellos que serán convictos de ha-
á que pagasen una mulla, y los plebeyos á ser >• ber jurado y blasfemado del santo nombre de
ahogados. L a primera parle de este mandamiento » Dios , de su santísima M a d r e , ó de sus Santos,
pareció pueril; la segunda era abominable. E l » serán condenados por la primera v e z , á una
ahogar los plebeyos por la misma culpa, que los » multa ; por la segunda, tercera y quarta, á
» una mulLa duplicada , triplicada y cuatriplicada;
nobles expiaban con dos ó tres sous de aquel
» por la quinla , á la argolla;.. por la sexta , al
tiempo , era ultrajar la naturaleza. Asi fué , que
» pilori y lener el labio superior corlado ; y á la
esta ley no tuvo ejecución como muchas otras,
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS. 261
260 COMENTARIO S O B R E EL LIBRO
que rei conditione et temporis et uetaíis et sexús, vel
» séptima vez, á tener la lengua cortada, ni mas
severiús, vel elementiús statuendum (1). S i la ley
» ni menos. »
no decreta expresamente la muerte por este de-
E s t a ley parece sabia y humana : no impone
lito , ¿ cual es el J u e z que se creerá obligado á
una pena cruel mas que despues de seis recaidas,
sentenciarla ? Si se necesita un castigo, si la
que no es de presumir puedan acontecer.
ley. no lo denota , el J u e z debe sin dificultad,
Pero en punto á mayores profanaciones, lla-
pronunciar la pena mas dulce, por que es un
madas sacrilegios, nuestras colecciones de juris-
hombre.
prudencia criminal, cuyas decisiones no deben de
Las profanaciones sacrilegas , u 0 son nunca
ser consideradas como leyes , no hablan mas que
cometidas mas que por jóvenes corrompidos ;
de los robos hechos en las iglesias; y ninguna
ley positiva, no pronuncia ni aun la pena del ¿ les castigareis tan severamente como'si hubie-
fuego : no se explican tanpoco , sobre las impie- sen matado á sus hermanos r Su edad habla en
dades públicas, ya sea por que no han preveido su favor. N o pueden disponer de sus bienes ,
semejantes demencias , ó ya porque fuese dema- porque se supone que 110 tienen bastante madurez
siado difícil el especificarlas. Queda pues r e s e r - en su entendimiento, para conocer las conse-
vado para la prudencia de los J u e c e s el castigar cuencias de una mala acción : por consiguiente,
este delito. N o obstante, no debe de tener nada 110 han tenido bastante, para ver las consecuen-
de arbitrario. cias de su impío arrebato.
¿ Tratareis á un joven disoluto ( 2 ) , que en su
¿ E n un caso tan r a r o , que pueden hacer los
ceguedad habrá profanado una imagen sagrada,
Jueces ? Consultar la edad de los delincuentes,
la naturaleza de su delito, el grado de su m a l - sin robarla, como habéis tratado á la Brinvilliers ,
Maríscala del'Ancre había hecho matar un gallo, cama , son condenados á galeras perpetuas.
en luna l l e n a , ¿ era preciso por eso , hacerla E n otros paises , el Jesuíta que viene á predi-
quemar ? car lo ahorcan. ¿ E s á D i o s á quien se ha querido
vengar, haciendo ahorcar al predicante y al
E s t modus in r e b u s , sunt certí denique fines. Jesuita ? ¿ S e han apóyado ambos partidos sobre
H o r a c i o . L i b . 5 , sat. i . esta ley del Evangelio : Cualquiera que no escucha
á la asamblea, sea tratado como un pagano y como
N e scutitá dignum horribili sectere flaquelo.
un recibidor del dinero público ? Pero el Evangelio
H o r . L i b . 5 , sat. n i .
no dice que se mate á éste p a g a n o , ni á este
recibidor.
Se han fundado a c a s o , sobre estas palabras
del Deuteronomo ( 2 ) : «< S i saliese un p r o f e t a . . .
( 1 ) E d i c t o de 1 7 2 4 , y los a n t e r i o r e s .
(2) Cap. i3.
268 COMENTARIO S O B R E E L LIBRO
» y que llegue á suceder lo que ha predicho... DE LOS DELITOS V DE LAS PENAS. 269
» y que os diga : adoremos los Dioses extran- les de la demencia. He aquí lo que he leido en
» geros; . .. y si vuestro hermano , vuestro un manuscrito muy curioso, y que lo trae en
» hijo , ó vuestra querida esposa , ó el amigo de parle J a c o b Spon. Antonio era natural de Brieu,
» vuestra afección os dice: "V-amos, sirvamos los en la L o r r e n a ; sus padres eran católicos, y él
» Dioscscxtrangeros.. . . matadlos inmediata- y habia hecho sus estudios con los jesuitas dePont-
» mente, pegad el p r i m e r o , y que todo el pue- á-Mousson. E l predicante F e r r i ( i ) le hizo e n -
« hlo pegue despues. » Pero ni el J e s u i t a , ni el trar en M e t z , en la religión protestante. A su
Calvinista os han dicho « adoremos los dioses vuelta á N a n c y , le formaron su causa , como he-
» extrangeros. » r e g e , y si un amigo no le hubiese ayudado á
escaparse , hubiera muerto ahorcado. H a b i é n -
E l consejero Dubourg , el canonigo J c h a n
dose refugiado en Sedan , tuvieron sospechas de
Chauvin, llamado Calvino , el médico Servet,
que era Papista , y le quisieron asesinar.
español, y el calabres Gentilis, adoraban todos
al mismo D i o s ; á pesar de e l l o , el presidente Viendo que por una rara fatalidad, su vida no
Minard hizo ahorcar al consejero Dubourg , y estaba segura, ni entre los católicos , ni entre los
les amigos de este hicieron asesinar á Minard: protestantes, se fué á hacerse judío en Venecia.
J e h a n Calvin , hizo quemar al médico S e r v e t , Allí se persuadió sinceramente , y sostuvo hasta
á fuego lento , y tuvo laconsolacion de contri- el último instante de su vida, de que la religión
buir en mucho, á que fuese decapitado el Cala- judaica era la sola verdadera , y que pues que lo
brés Gentilis; y los sucesores -de Calvino , habia sido en otros tiempos ,debia de serlo siem-
hicieron quemar á Antonio. ¿ S o n acaso la pie-
dad , la razón y la justicia , las que han hecho
(1) Ferri (Pablo) ministro protestante de Metz , nació
cometer todos estos asesinatos ?
en 1591 , y murió.en 1669, y, no en 1699 como dice
La historia de Antonio , es una de las mas M r . Renouard. — En algunas ediciones de Voltaire -se
singulares, que luya sido conservada en los ana- lee , que por el presidente Ferri, se lia de leer el pre-
dicante Ferri. (18a).
pre. L o s judíos no le circuncidaron, de miedo dad convocó á los predicantes, para decidir
de meterse en asuntos con el Magistrado ; pero lo que se habia de hacer con este desgraciado. E l
no por eso fué menos judío interiormente. E s menor número de estos curas opinó , que se de-
verdad que no hizo profesion de ello abiertamen- bía de tener piedad de é l ; que se debia tratar
te ; y que habiendo ido á Ginebra en calidad de mas bien de curar la enfermedad de su c é r e b r o ,
predicante, le hicieron primer regente del c o - que de castigarla : pero la mayoría decidió , que
legio , y en fin llegó á ser lo que llaman Mi- debia de ser quemado , y así lo fué. . _
nistro. E s t a aventura acaeció en I 6 3 2 ( i > Cien anos
La guerra interior que h a r í a n , en é l , " la de razón y de virtud, son necesarios para expiar
secta de C a l v i n o , que se veia en la forzosa n e - semejante sentencia.
cesidad de predicar, y el judaismo , que él tenia
por la sola verdadera, le tubieron malo mucho
tiempo. Gayó en una melancolía y una e n f e r - C A P I T U L O V I I I .
medad cruel. Turbado con sus dolores , esclamó
que era judío. Algunos ministros le vinieron á Historia de Simón Morin.
visitar, y trataron de hacerle volver en sí mismo.
E l les respondió, que no adoraba mas que al L a fin trágica que tuvo S i m ó n M o r i n , no es
D i o s de I s r a e l , y que era imposible el que D i o s ménos espantosa que la de Antonio. F u é en me-
cambiase. Q u e D i o s no había podido dar y gra- dio de las fiestas de una corte brillante, en medio
var con su misma mano una l e y , para supri- del amor y los placeres, y aun en tiempo que
mirla despues. H a b l ó contra el cristianismo, y des- reinaba la mayor licencia , cuando este desgra-
pues se desdijo. E s c r i b i ó una profesion de fé para ciado fué quemado en P a r i s en , 6 6 3 . E s t e tal
escapar del suplicio ; pero despues de haberla
escrito, la desgraciada persuacion en que estaba,
no le permitió el firmarla. E l consejo de la ciu- ( , ) Jaeob. Spon , Pag. 5 o o ; y Gui Vanees.
272 COMENTARIO S O B R E EL LIBRO
(1) E n 1 7 5 0 , s e g ú n el D i c . fdos. a r t . B e t k e r .
seno derecho , la señal que tiene por costumbre duce pruebas infaliblemente. E n efecto , esta des-
de aplicar á todas las personas que reconoce por graciada cediendo á la violencia de los tormentos,
sus favoritas.Esle sello del diablo, es un pequeño confesó todo cuanto quisieron. L o s médicos bus-
signo , que hace el cutis insensible , á lo menos caron aun la señal satánica : la encontraron en un
así lo afirman todos los jurisconsultos demono- pequeño lunar negro que tenia en un muslo, y
metieron en él la aguja. L o s tormentos habian
grafos de aquel tiempo.
sido tan terribl.es, que esta pobre infeliz, á me-
E l diablo mandó á Micaela Chaudron, que
dio expirar, se percibió apenas de la iutroduc-
hechizase á dos mozas ; y ella obedeció puntual-
cion de la aguja, y 110 gritó. D e este modo el
mente á su señor. L o s parientes de las dos jóve-
crimen fué averado : pero como las costumbres
nes , la acusaron jurídicamente de tener p a c t o ,
empezaban á humanizarse, 110 fué quemada sino
con el diablo. Las jóvenes fueron interrogadas,
despaes de haber sido ahorcada.
confrontadas con la culpable , y atestaron que
Todos los tribunales de la Europa cristiana,
sentían continuamente un hormigueo en ciertas
resonaban entonces con semejantes sentencias.
partes de sus cuerpos , y que estaban poseidas. S e
Las hogueras estaban encendidas en todas partes
llamó d los médicos, ó á lo menos á aquellos
para los hechiceros, y los hereges. L o que mas
que entonces pasaban por tales , y visitaron las
se hechaba en cara á los T u r c o s , era el que no
jóvenes. Buscaron sobre el cuerpo de Micaela el
tenian ni hechiceros ni energúmenos; lo que
sello del diablo , que el proceso verbal denomina
parecia una prueba infalible de la falsedad de una
señales satánicas. Metieron en ellas un aguja muy
religión.
l a r g a , lo que ya era un tormento doloroso. Al
U n hombre zeloso del bien público , de la
sacar la aguja salió sangre , y Micaela dió á en-
humanidad, y de la verdadera religión, ha pu-
tender con sus gritos , que las señales satánicas
blicado en uno de sus escritos en favor de la
no hacen insensible. L o s jueces viendo que no
inocencia , el que los tribunales cristianos han
habia pruebas completas de que Micaela fuese
condenado á muerte mas de cien mil hechiceros
una hechicera , la dieron el tormento , que pro
t
\
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS. 281
tida ante el emperador Enrique v i ( i ) , que juzgó lelmo 1 1 , r e y de Sicilia, se puso á la cabeza de un pode-
roso e j e r c i t o , pasó á Italia , y se q u e d ó algún tiempo en
Bolonia , en donde siguiendo el e j e m p l o de su padre ,
manifestó el mayor zelo e n favor d e la administración de
( i ) E n la edición de Y o l t a i r e , publicada por B e r n a r d ,
la justicia.
se lee el emperador E n r i q u e v . E n la edición de K e l i l ,
La obra de Bodin , nos hubiera d e j a d o en la misma
y en la de m a d a m a P e r r o n n e a u , se halla E n r i q u e Y i n .
i n c e r t i d u m b r e en que estabamos a n t e s de t e n e r recurso
La edición original del C o m e n t a r i o de Voltaire , j
á e l l a , sino hubiésemos discutido las f e c h a s , pues que de
M . D u fay en su traducion del libro de los Delitos y de
. seis ediciones que h e m o s c o n s u l t a d o , la latina en 8°
las P e n a s ; ponen E n r i q u e v n . Ninguna de estas c i t a -
( F r a n c f o r t , i 5 8 a , pag. 4&8 ) dice E n r i q u e v : y las cinco
ciones es exacta; pues que si consultamos la obra de
ediciones francesas en folio, qüe se hallan en la biblioteca
M . J . Bodin , v e m o s , que esta cuestión, que fué agitada
del B e y , dicen E n r i q u e vi 1 . — D e lodos los E m p e r a d o r e s
a n t e un emperador A l e m á n , l o fué por Azon ( Azo P a r -
de A l e m a n i a . E n r i q u e vi es el solo contemporáneo de
tius) jurisconsulto famoso de B o l o n i a , que floreció á fines
Azon , luego es preciso que sea E n r i q u e vi.
del siglo l a . Q u e la opinión de A'zon, fué combatida por
H e aquí como dice el pasage de B o d i n :
Lotario , otro jurisconsulto , á quien el E m p e r a d o r dio el
« Quíesitum est ab jurisconsultis et a d h ú c sub judice
premio. Ahora bien , el emperador E n r i q u e v murió e n
12*
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS. 2 8 3
derecho ( i ) . Hay algunas acciones criminales, 6 hay algún caso , en que la ley permita el senten-
tan imprevistas, tan complicadas, ó acompañadas ciar á muerte á un acusado , que no ha conde-
de circunstancias tan r a r a s , que la misma ley nado ella m i s m a , se hallarán m i l , en que la
se ha visto en la necesidad, en muchos paises , humanidad , mas fuerte que la l e y , debe de con-
de dejar estos casos extraordinarios, á la pru- servar la vida de aquellos m i s m o s , que la ley
dencia de los jueces ( i ) . Pero si efectivamente misma ha condenado á muerte.
L a espada de la justicia está en nuestras m a -
nos , pero debemos mas á menudo quitarla el
lis est ; an gladii potestas quam ipsi merum imperium
filo , que afilarla. S e lleva envaynada delante de
apellant, principi propria sit, executio i eró magis-
los R e y e s , para darnos á entender , que debemos
tratuxim quoque , sii il/a potestas cotrímunis? Qua; qui-
d e m queestio disputata est ab A z o n e et L o t a r i o juvis p e r i - de sacarla rara vez.
tissimis; t j u s q u e , arbitium d e l a t u m est ad i m p e r a t o r e « ! S e han visto jueces, que no gustaban mas que
H e n r i v i v i ) qui t u n e B o n o n i a m v e n e r a i , equi s p o n s i o n e de hacer derramar sangre; tales han sido J e f -
facta.Lotariussponsione vicit, arbitrii recepii s e n t e n t i a ; s e d freys , en Inglaterra ; tal era en F r a n c i a un hom-
j u r i s c o n s u l t o r u m p e n è o m n i u m suffragiisLotarius q u i d e m
bre , á quien dieron el sobrenombre de corta
equum A i o v e r ò eequum tulisse dicitur , p l e r i q u e t a m e n
cabezas ( i ) . Semejantes hombres, no habían 11a-
L o t a r i i s e n t e n t i a m secuti sunt.» ( J . B o d i n i , de r e p ú b l i c a ,
L i b . i n , cap. 5 , p. 4 6 8 , édit. F r a n c f . i 5 8 a . ) BHIÈRE.
( I ) B o d i n de rcpublicá , Lib. m , cap. 5.
( a ) S i e m p r e será m e j o r el d e j a r un c r i m e n sin castigo, ¿ c o m o nos h e m o s de poder i m a g i n a r , el q u e un c r i m e n
q u e el c o n d e n a r á la p e n a capital, sin s e r autorizado para grave , sea de tal m o d o dañoso para la sociedad , que la
e l l o , por una ley expresa. S e ha quitado al castigo e l solo existencia del culpable sea peligrosa , y que n o obstante
distintivo que pueda h a c e r l e l e g í t i m o , que es el de ser este c r i m e n puede escapar á un legislador a t e n t o , y que
%
DE LOS DELITOS
ijy • Mj .X DE LAS
• PENAS. 285
cido para ser magistrados ; la naturaleza les había
que no han visto; sobre todo cuando los enten-
eslinado á ser verdugos.
dimientos están recalentados , cuando el entu-
siasmo de una facción, ó de la religión fascina los
ojos
C A P I T U L O X I .
I3
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS. 291
3 GO COMENTARIO SOBRE EL LIBRO
poco diré, que en R o m a no se daba mas que á todo lo que ha dicho sobre é l , el autor de los
Delitos y de las Penas. T o d o lo que debo de h a -
los esclavos , y que no obstante , Quinliliano ,
cer es , encargar que se lea á menudo la obra de
acordándose de que eran hombres , reprueba esta
este defensor de la humanidad.
barbàrie.
Aun cuando no hubiese mas que una nación
sobre la tierra , que haya suprimido el uso de los
tormentos, con tal que no se vean mas críme-
C A P I T U L O X I V .
nes en ella , que en las demás ; si es mas sabia y
floreciente desde que ha hecho esta supresión, su De algunos Tribunales de sangre.
ejemplo basta para el mundo entero. Oue la sola
Inglaterra instruya á todas las demás naciones ;
¿ Ouien creerá que ha habido en otros tiem-
pero no es la sola ; los tormentos han sido pros-
pos un tribunal supremo mas horrible que el de
critos de otras muchas con buen éxito. Luego
la Inquisición? y que este tribunal haya sido esta-
todo está decidido. U n o s pueblos que se precian
blecido por Cario magno ? Este era el tribunal
de ser ilustrados, ¿no se preciarán también de ser
de la W e s f a l i a , de otro modo llamado Corte
humanos? ¿ s e obstinarán en una práctica inhu-
Vétnica. La severidad, ó por mejor decir la
mana , bajo el solo pretexto de que está en uso ? crueldad de este tribunal, llegaba hasta castigar
Reservad á lo menos esta crueldad para ios mal- con la muerte todo S a j ó n que quebrantase el
vados empedernidos que hayan asesinado á un ayuno durante la cuaresma. L a misma ley fué
i ) 3 dre de familia , ó de la patria : buscad sus cóm- establecida en Flandes y en la Franche-Comté, á
plices: pero no es de una barbàrie inútil, el que principios del siglo décimo séptimo.
una joven que haya cometido algunas faltas , que L o s archivos de un pequeño territorio llamado
no dejan n i n g u n a traza tras de e l l a s , sea casti- Saint Ciaude , situado en medio de los mas hor-
gada como un parricida? Vergüenza tengo de rorosos peñascos del condado de B o r g o ñ a , c o n -
haber hablado sobre este particular, después de
•2$2 COMENTARIO S O B R E E!. L I B R O
« N o s , habiendo visto todas las piezas del solución se hubiera debido hacer en la sangre de
» proceso , y oído el parecer de los legistas, de los jueces E l tribunal de los diez, en Venecia ,
comparado con éste, era un tribunal de miseri-
» claramos el llamado Claudio G u i l l o n , debi -
cordia.
» damente acusado y convencido , de haberse
» llevado un pedazo de la carne de un caballo
¿ Q p é podemos pensar de estos errores , y de
>• matado en una pradera de esta ciudad\ de haber otros muchos ? ¿ Nos contentarémos solamente
» hecho cocer la dicha carne el 3 i de m a r z o , que con gemir sobre la naturaleza humana ? Casos
» era sabado, y de haberla comido , etc. » hubo en que fué preciso vengarla.
¡ Que legistas eran estos que dieron este c o n -
sejo ! ¿ E s entre los Topinanbus ó los H o t e n t o -
(1) V é a s e el e x c e l e n t e Compendio de Cronología, de
íes dunde se pasan estas aventuras P La Corle Vc-
la Historia de Alemania y del Derecho público (por
PfefTel) año. 6o3.
Cuando se teme á una nueva s e c t a , que cu-
briéndose en público bajo el velo de su obe-
C A P I T U L O X V . diencia al S o b e r a n o , conspira en secreto para
eximirse de ella ; que publica que todos los hom -
í)e la diferencia que hay entre las Leyes políticas bres son iguales , con el fin de someterlos igual-
y las Natura/es. mente á sus nuevos r i t o s : en fin que b a j o pretexto
que vale m a s obedecer á D i o s que á los h o m b r e s ,
Yo entiendo por leyes -naturales, las que la y que la secla dominante está llena de supersti-
naturaleza indica en todos los tiempos , y á todos ciones y de ceremonias ridiculas, quiere destruir
los h o m b r e s ; para el sustento de esta justicia que lo que el estado ha c o n s a g r a d o ; entonces digo ,
la naturaleza á pesar de todo cuanto d i g a n , h a se pronuncia la pena de muerte contra aquellos ,
gravado en nuestros corazones. E n todas parles que dogmatizando públicamente en favor de esta
t i robo , la violencia, el homicidio , la ingratitud secta , pueden inducir el pueblo á la sedición.
contra nuestros parientes b i e n h e c h o r e s , el p e r -
S i dos ambiciosos se disputan un t r o n o , el
jurio cometido para dañar y no para socorrer un
mas poderoso obtiene la v i c t o r i a , y sentencia á
i n o c e n t e , y la conspiración contra su patria , son
muerte á todos los partidarios del mas débil. L o s
tocios delitos evidentes, reprimidos con m a y o r
jueces se hacen los instrumentos de la venganza
ó m e n o r severidad, pero siempre con justicia.
del nuevo s o b e r a n o , y los apoyos de su auto-
L l a m o leyes políticas, las que han sido hechas ridad. E n tiempo de Hugo C a p e l o , cualquiera
según las necesidades presentes, ya sea para dar que tenia alguna relación con Carlos de Lorena ,
m a y e r firmeza al p o d e r , ó ya para precaver é estaba expuesto á ser condenado á muerte , a me-
m p e d i r las desgracias. nos de que fuese muy poderoso.
Cuando se recela que el enemigo puede r e c i - Cuando Ricardo I I I , asesino de sus dos s o -
bir noticias de una ciudad , se cierran las piler- brinos , fué reconocido por R e y de Inglaterra ,
a s ; y se manda b a j o pena de m u e r t e , que nadie
alte por las murallas.
296 COMENTARIO SOBRE EL LIBRO
veynó despues, bajo el nombre de Iler.rique V I I : Todas estas leyes de una política sanguinaria
habiendo hallado dos líneas escritas de su mano , no tienen mas que una época ; y es claro que no
aunque con la mas grosera ridiculez , fueron son verdaderas, pues que son pasageras. Estoy
suficientes para hacer que esle caballero fuese en que son muy parecidas á la necesidad en que
condenado al mas horrible suplicio. Todas las algunas veces se han hallado , en medio de gran-
des h a m b r e s , de comerse á los hombres. Pero
historias rebozan con semejantes ejemplos de
cesan de comerse en el momento en que se
justicia.
tiene pan.
E l derecho de represalia es otra iey recibida
per las naciones. Vuestro enemigo ha hecho
ahorcar uno de vuestros valientes capitanes, que
se ha defendido algún tiempo, en un castillo C A P I T U L O X V I .
horror que el crimen de alta traición ó de lesa para asesinar al rey Carlos I I , y que habian
magestad dehe de inspirar. visto los nombramientos del P . Oliva, 'ge-
No dehe de haber nada de arbitrario en la idea neral de los J e s u i t a s , para los oficiales que de-
que se forme de los grandes crímenes. Si colo- bían mandar un ejército de rebeldes. Estos dos
cáis el robo hecho á un padre por su hijo , una testigos , fueron suficientes para hacer arrancar el
imprecación de un hijo contra su padre, en el corazon de varios acusados, y para que se les
rango de los parricidios , romperéis los lazos del azotasen los carrillos con él. P e r o hablemos con
amor filial. E l hijo no considerará á su padre verdad, ¿ s o n dos testigos suficientes para hacer
mas que como un amo terrible. T o d o lo que es perecer los que tratan de perder:' A lo menos
violento en las leyes las destruye. sería preciso , el que estos dos delatores, no fue-
sen unos picaros averados ; como también el que
E n los crímenes ordinarios, la ley de Ingla-
no depusiesen cosas improbables.
terra , es favorable al acusado ; pero en el de
alta traición le es contraria. Habiendo el ex-jesuita E s muy evidente, que si los dos mas íntegros
T i tus O a t e s , sido jurídicamente interrogado en magistrados del r e y n o , acusaban un hombre de
la cámara de comunes, y habiendo jurado que no haber conspirado con el M u f l i , para circuncidar
le quedaba mas que decir , acusó no obstante todo el consejo de estado , el parlamento , el tri-
despues al secretario del duque de Y o r c ( q u e bunal de cuentas , el arzobispo y la sorbona, en
fué luego Santiago I I ) y varias otras personas, v a n o , ambos magistrados jurarian haber visto las
de alta traición ^ y su delación fué admitida : al cartas del M u f l i , todos creerian mas bien que se
principio juró delante del consejo, que no habia habian vuelto locos , que el que fuese verdad lo
visto á este secretario, y en seguida que sí lo ha- que decian. T a n extravagante era el que el ge-
bia visto. A pesar de estas ilegalidades y contra- neral de Jesuítas levantase un ejércilo en Ingla-
dicciones, el secretario fué ejecutado. terra. , como el que el Mufli hiciese circuncidar la
Este mismo Oates y otro testigo , declararon corle de Francia. No obstante para que no se
que cincuenta jesuitas habian urdido una trama, p udiese decir que habia habido un sol<* género de
DE LOS DELITOS V DE LAS P E S A S . 3OI
3oo COMENTARIO SOBRE E L LIBRO
• La conspiración babia sido tramada mas con-
locura atroz que no tubiese entrada en la cabeza tra el cardenal de Richelieu que contra Luis x m .
de los hombres, se creyó á Titus Oates. D e ningún modo se trataba de entregar la F r a n -
Las leyes de Inglaterra no consideran como cia á sus enemigos; pues que el hermano del
culpables de traición , aquellas personas que s a - ' R e y , principal autor de esta intriga, no podia
biéndola no la revelan. P o r que han considerado tener por objeto el vender un reyno del que se
que un delator es tan infame como un conspira- creia aun el heredero , no viendo enfre el trono
dor es culpable. E n F r a n c i a todo aquel que sabe y él mas que un hermano mayor á l a s puertas de
una conspiración y que no da parte de ella, tiene la muerte , y dos niííos en la cuna.
la pena de muerte. Luis xi , contra quien se diri-
D e T b o u no era culpable ni ante Dios ni ante
gieron varias conspiraciones , dió esta ley ter-
los hombres. U n o de los agentes de Monsieur ,
rible. N i Luis X i l , ni Enrique I V , la hubieran
único hermano del r e y , del duque deBouillon,
jamas podido imaginar.
príncipe soberano de S é d a n , y del grande e s -
Esta ley no solo obliga á un hombre de bien cudero Effiat Cinq-IVI ars, había comunicado ver •
á ser delator de un crimen que podría tal vez balmente el plan de la conjuración al consejero
impedir con sus sabios consejos y su firmeza , de estado. Este fué á buscar a'l escudero Ginq -
sino que le expone también á ser castigado como Mars , é hizo todo cuanto pudo para disuadirle
calumniador, porque es muy fácil el que los de esta empresa ; y le hizo ver todas las dificul-
conjurados tomen de tal modo sus medidas, que tades que presentaba. S i entonces hubiese dela-
no pueda de modo alguno convencerles. tado á los conspiradores, ¿ que prueba hubiera
E s t e fué precisamente el caso del respetable podido alegar contra ellos? hubiera sido contra-
Francisco Augusto de T b o u , consejero de es- dicho p o r la denegación del heredero presuntivo
tado , é hijo del único buen historiador que la de la c o r o n a , por la de un príncipe soberano ,
Francia tenia entonces, igual á Guichardjn por por la del favorito del Rey y.y en fin por la ex-
sus luces, y superior tal vez á este por su impar cracion pública. Todo lo que hubiera becho
cialidad. •
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS. 3O3
habría sido'eí exponerse á ser castigado como jante sentencia , es que no fué dada por la jus-
un vil calumniador.
ticia, sino por los comisarios (1). La ley sangui-
E l mismo cancillerSeguin confesó esto, cuando naria era precisa y formal. N o solo a l'os juris-
hubo confrontado á D e T h o u con el grande es- consultos, sino también á todos los hombres ,
cudero E n esta confrontacion fué donde D e T h o u toca el decir si esta fué ó no pervertida. E s una
dijo á Cinq-Mars las palabras siguientes que se contradicción uiuy triste , el que un corto número
hallan en el proceso-verbal: « Acordaos, señor, de hombres haga perecer, como criminal 1 , aquel
» que no se ha pasado un solo dia en que no os que toda una nación ha juzgado inocente y digno
» haya hablado de este tratado , haciendo todos de aprecio.
» mis esfuerzos para disuadiros de él. » C i n q -
Mars reconoció esta verdad. D e T h o u merecia
pues, del tribunal humano , una recompensa y
no la muerte. A lo menos merecia el que el c a r - C A P I T U L O X \ I I
denal de Richelieu le tratase con miramiento ;
pero es bien sabido que este ministro 110 se p i - - De la Revelación hechu en la confesion.
caba de ser humano. Seguramente se podria de-
cir aquí mas que summum jus, summa injuria. La
Jaurigni y lialíazar G é r a r d , asesinos del prín-
sentencia de muerte de este hombre de bien
cipe de Orange j Guillelmo 1 : el frayle domi-
dice : « P o r haber sabido y participado en las
n i c o , Santiago Clémente , Chátel, Rávaillac,
» dichas conspiraciones. » Y 110 dice por 110
y todos los'demas parricidas de aquellos tiempos,
haberlas revelado. Según esto parecí; q>:e el
se confesaron antes de ejecutar sus crímenes. E n
crimen consiste en saber que existe, y que es
estos siglos deplorables , el fanatismo habia lie—
uno digno de muerte por que tiene ojos y
orejas.
( 1 ; Vt'áse sobre el particular el s u p l e m e n t o del capi-
Todo cuanto se puede decir acaso , de s e m e - tulo x i v , pag. 54. .BR.
3 o 4 COMENTARIO SOBRE EL U t R O DE LOS DELITOS V DE LAS PENAS. 3o5
gado á tal punto, que la confesion 110 era mas la descripción del hombre que le habia descu-
que un motivo de mas para consumar su ini-
bierto estas intenciones, el mejor de todos los
quidad : y por que la confesion es un sacramento,
R e y e s 110 hubiera sido asesinado.
el crimen también se hacia sagrado.
E l 20 de agosto del año de 1 6 1 0 , tres meses
E l mismo Estrada d i c e , que .Jaurigni non- despues de la muerte de Enrique iv , cuyas heri-
ante facinus aggredi sustinuk, quúm exptatam necis das estaban gravadas en los corazones de todos
animam apud dominicunum sacerdotem ccclesti pane, sus vasallos, el abogado general Servin , cuva
fmnaverit. « Jaurigni no se atrevió á emprender memoria es aun ilustre, pidió que se hiciese
» esta acción , antes de haber fortificado su alma firmar á los Jesuítas los cuatro artículos si-
» purgada en la confesion que habia hecho de guientes :
» ella, á los pies de un D o m i n i c o , ' c o n el pan Que el Concilio es superior al Papa.
» celeste. >> 20 O u e el Papa no tiene poder alguno para'
E n el interrogatorio de Ravaillac se ve , que privar al R e y de ninguno de sus derechos por
este miserable , al salir de los Fu'.enses , y que- medio d é l a excomunión.
riendo entrar en el convento de Jesuítas , se 3 o Oue los eclesiásticos están , como todos ios
había dirigido al jesuíta de Aubigíii; que despues demás , sometidos al Rey.
de haberle hablado de muchas, apariciones que • 4-° Que un sacerdote que llega á saber , por la
decía haber tenido, le enseño un cuchillo, que confesion, una conspiración contra el R e y ó el
tenia gravados sobre la oía un coraron y una estado, debe revelarla inmediatamente á los
cruz dicíendole : « E s t e corazon indica oüe el magistrados."
» de! .Rey ha de tener que hacer la guerra á los E l 2 2 , el Parlamento dió un decreto p o r el
» calvinistas. » cual mandaba , que los Jtsuitas no'pudiesen en-
T a l vez si De Aubigni hubiese tenido b a s - señar, á la juventud, antes de que hubiesen fir-
tante zelo y prudencia para hacer saber- al sobe- mado estos cuatro artículos : pero en aquellos
rano estas palabras, acaso si le hubiera hecko tiempos la Corte de R o m a era tan poderosa, y
i3* „
3o6 COMENTARIO SOBRE EL LIBliO
DE LOS DELITOS V DE LAS PENAS. 3o;
ia de Francia tan débil; que esta ordenanza no carmelita, de haber sido seducida por un fran-
uvo efeclo. ciscano ; el carmelita debe de acusar al francis-
U n hecho digno de notarse, e s , que aunque cano. U n asesino fanático, creyendo servir á
la Corte de R o m a , no quería que se revelase la D i o s matando á su P r í n c i p e , se presenta á un
confesion cuando se trataba de un alentado c o n - confesor para consultar con él este caso de con-
tra la vida de los soberanos, obligaba no obs- ciencia : el confesor se hace sacrilego si salva la
tante á los confesores á que declarasen á los in- vida d su soberano.
quisidores aquellos que sus penitentas acusaban E s t a contradicción absurda, es una conse-
de haberlas seducido, y de haberlas abusado. cuencia desgraciada de la oposicion continua que
Pablo iv , Pió IV , Clemente v n i , y Gregorio x v , reyna , hace ya tantos siglos, entre las leyes ecle-
mandaron que se hiciesen estas revelaciones. Esta síásticas y las civiles. E l ciudadano se halla com-
era una trampa bastante difícil de evitar por los prometido en cien ocasiones entre el sacrilegio y
confesores y las penitentas. E r a el hacer de un el crimen de lesa-magestad ; y las reglas del bien
sacramento una escribanía de delaciones y aun y del mal han sido de esle modo confundidas en
de sacrilegios. Pues , por los antiguos cánones, un cahos de donde hasta ahora no han sido aun
y sobre todo por el concilio de Latran , convo- sacadas.
cado bajo Inocente m , todo sacerdote que reve-
L a confesion de nuestras faltas ha sido autori-
lase una confesion de cualquiera especie que
zada en todos tiempos , y en cuasi todas las na-
fuese, incurriría la censura eclesiástica y seria
ciones. Muchos se confesaban en los misterios
condenado á una prisión perpetua.
de O r f é o , de I s i s , de C e r e s , y de Samoslracia.
H e aquí cuatro Papas del siglo décimo sexto,
L o s Indios confesaban sus pecados el dia déla
y décimo séptimo , que mandan l a revelación de
expiación s o l e m n e , y conservan fodavia esta
un pecado de impureza, y no permiten la de un
costumbre. U n penitente escoge un confesor,
parricida : pero no es eso lo peor : una muger se
que se vuelve luego su penitente, y cada c u a l , á
acusa , - ó supone en la confesion que hace á un
su vez, recibe de su compañero treinta y nueve
3O8 COMENTARLO SOBRE EL LIBRO
conocido un jurisconsulto que queria que se con- dronicio. Siendo la misma pena para un pequeño
denase á semejante culpable , como "un hombre robo como para uno considerable, es evidente
hábil y útil, á trabajar en la fábrica de moneda que un hombre que quiera robar tratará de
robar mucho. También podrán hacerse asesinos,
del R e y , con grillos en los pies.
con tal que crean que esto puede evitar el que
sean descubiertos.
conocido un jurisconsulto que queria que se con- dronicio. Siendo la misma pena para un pequeño
denase á semejante culpable , como "un hombre robo como para uno considerable, es evidente
hábil y útil, á trabajar en la fábrica de moneda que un hombre que quiera robar tratará de
robar mucho. También podrán hacerse asesinos,
del R e y , con grillos en los pies.
con tal que crean que esto puede evitar el que
sean descubiertos.
vida sin haber precisamente bien consultado sin contravenir á ella , hay circimstánrias q u e dan al
h o m b r e el d e r e c h o y el poder de m a t a r á su próximo.
nuestra razón.
1 .liego podrán también o c u r r i r c i r c u n s t a n c i a s en que ,
La autoridad pública, que ocupa el lagar de sin "contravenir á este m a n d a m i e n t o ' , el h o m b r e pueda
D i o s , puede disponer de nuestra vida. L a razón matarse á si m i s m o L u e g o no es ni de nuestro ¿noto
del hombre puede también ocupar la de Dios , p r o p i o , ni por nuestra propia autoridad q u e obramos
pues que es una emanación de la luz divina (a). c o n t r a nosotros mismos; y pues que esto d e b e de h a c e r s e
con uua acción de v i r t u d , cuando lo hagamos será con
el pleno conocimiento de nuestra razón. Y del mismo
modo q u e la autoridad pública ocupa el lugar de Dios
( 1 ) E s t e tratado , fué i m p r e s o en i a ° en P a r i s , en casa cuando dispone de nuestra v i d a , lo m i s m o la r a z o a del
de Tüussaint D u b r a y , e n 1 6 0 9 , con'privilegio del Ki-y ; h o m b r e ocupará en este caso el lugar de Dios : y c o m o
debe de hallarse en la Biblioteca de. S . M . el s e r del h o m b r e no e m a n a mas q u e del de Dios , ten-
( 2 ) H e aquí el texto del abate de S a i n t - C y r a r i : drá el d e r e c h o de o b r a r p o r el q u e D i o s le h a dado : y
« E n el m a n d a m i e n t o q u é Dios ha dado de no matar D i o s se lo ha dado por el mismo motivo por que le dio
á n a d i e , e n t r a también e! de no m a t a r s e á sí m i s m o . .Lisie una emanación de la luz divina, para que juzgase del
es el motivo por que nos lia" sido dado e n estos t é r m i n o s estado de sus acciones. » Pag». 8 , 9 , 16 y 1 7 , del lomo
generales , sin ninguna otra modificación , á fin de q u e intitulado : Cuestión real y su decisión, Paris, Tous-
saint D u b r a y , 1 6 0 9 , en í a (gn privilegio del R e y .
«4
3l4. COMENTARIO SOBRE EL LIBRO
DE LOS DELITOS y DE LAS P E N A S . 3,5
derle. Cada cual dice, puede matarse por el bien
nos es permitido el hacerpor nosotros mismos, lo
de su Príncipe , por el de su patria , y el de sus
que con tanta gloria hacemos por los otros. T o d o
parientes ( i , .
el mundo sabe lo que Plutarco, Séneca , M o n -
Efectivamente sería muy difícil el poder con- taigne, y otros muchos filósofos han alegado en
d e n a r á los Codros y á los Curcios ; no hay un favor del suicidio. Todos han tratado esta materia
soberano que se atreva á castigar la familia de un basta el ultimo punto. E s t o no es decir que yo
hombre que se haya inmolado por é l ; ¿ que digo ? quiera hacer aquí una apología de una acción que
no hay uno que se atreviese á no recompensarla. •as leyes condenan : pero lo cierto es que ni el
Santo T h o m a s habia dicho lo mismo antes que antiguo ni el nuevo Teslamento prohiben al
Saint-Cyran. Pero no necesitamos de Santo hombre el salir de esta vida cuando no puede ya
T h o m a s , de Bonavenlura, ni de Hauranne para soportarla mas largo tiempo. Ninguna ley R o -
saber que un hombre que muere por su patria mana ha condenado el suicidio. T o d o al contra-
merece nuestros elogios. r i o , he aquí la ley dada por M a r c o - A n t o n i o ,
E l abate Saint-Cyran concluye diciendo que que no fué nunca revocada.
« D i g o q u e el h o m b r e se verá obligado á ello por el >' sea por huir de dolores, por estar cansado^ de
b i e n de su p r i n c i p e y la felicidad p ú b l i c a , para i m p e d i r " l a V l d a ' P ° r desesperación , ó por demencia
c o n su m u e r t e los m a l e s q u e p r e v é e sin n i n g ú n g é n e r o - que su testamento sea válido, ó bien en caso de
d e duda, d e b e r a c a h e c e r si c o n t i n u a v i v i e n d o . . . . Pero
p a r a o b r a r a u n a d e m a s de todo lo q u e h e d i c h o , la o b l i - " ™ h a b e r l e h e c h ° > que sus herederos sean due-
- nos por inlestut ( i ) . «
gación q u e los p a d r e s c o n t r a c l a n con sus h i j o s , como
t a m b i é n la de estos con sus p a d r e s , m e p a r e c e q u e b a j o
los e m p e r a d o r e s N e r ó n y T i b e r i o , estaban obligados de
m a t a r s e , p a r a el bien de sus familias y de sus h i j o s , etc. »
(1) Leg. Cod. lib. i.x, til. 5o. De bonis eorum quis/bt
I d . pag s . 18 , 1 9 , 2 9 et 3 o ^ B. mortem, etc.
5i6 comentario SOBRE EE LIBRO
redactores han sido demasiado severos. Las or- E n t r e los Romanos se oian los testigos en
denanzas criminales parecen, en muchos puntos, público, y en presencia del acusarlo , que podia
no haber sido dirijidas mas que ácia la pérdida responderles , interrogarles él mismo , ú oponer-
de los acusados. Esta es la sola ley que sea uni- les un abogado. Este procedimiento era n o b l e ,
forme en todo el R e y n o ; ¿ pero no debería ser f r a n c o , y respiraba la magnanimidad Romana.
esta tan favorable para los inocentes como terri- E n t r e nosotros tcjdo se hace en secreto. U n
ble para los culpables ? E n Inglaterra un'simple solo juez, con el escribano , oye los testigos uno
encierro hecho sin m o t i v o , tiene que ser repa- después de otro. Este u s o , establecido por Fran-
rado por el ministro que lo ha decretado ; pero cisco I , fué autorizado por los comisarios que
en Francia el inocente que ha sido sumergido en recopiláronla ordenanza que Luis xiv dio en 1670.
un calabozo , que ha sufrido el tormento, no U n a equivocación fué la única causa de ello.
tiene que esperar ningún consuelo, ni puede re- S e imaginaron al leer el código de Testibus,
petir contra nadie, y queda deshonrado para que estas palabras ( 1 ) , testes mtrqre judidi secre-
siempre en la sociedad. ¡ E l inocente deshonrado! tan/ , significaban que los testigos eran interro-
¿ Y porque P ¡ porque ha sido dislocado ! esto gados en secreto. .Pero aquí secretum íignifica el
debería inspirar la compasion y el respeto. Las gabinete del juez. E s decir intrare secretum , por
indagaciones de los crímenes requieren algunos expresar hablar secretamente, eso no sería latin.
rigores: esta es una guerra que la justicia humana D e modo que fué un solecismo el que hizo esta
sostener un falso testimonio , solo por miedo de E n la primera , que tiene por objeto los proce-
ser tratado como testigo falso. dimientos civiles, es prohibido á los jueces el
condenar por contumacia, en materias civiles,
Huyendo, se expone á ser condenado, que el cuando la demanda no ha sido aprobada : pero
crimen haya sido averado ó no. A la verdad ,
110 se dice en la segunda , que es sobre las causas
algunos jurisconsultos han asegurado, que ios
criminales , el que el acusado sea puesto en liber-
contumaces no debian de ser condenados , á me-
tad por falta de pruebas. ¡ Cosa extraña ! 1.a ley
nos que el crimen hubiese sido probado con la
dice que á un hombre á quien se le pide algún
mayor claridad : pero otros legislas, menos ilus*?
dinero, no debe ser condenado por contumacia,
trados y tal vez mas imitados, han tenido una
hasta que la deuda sea averada; pero si se trata
opinion contraria : se han atrevido á decir, que
de la vida , es una controversia en los tribunales
la huida de un acusado era una prueba de su c r i -
de justicia / el saber si se debe de condenar el con
D E LOS DELITOS Y DE LAS PENAS. 32g
328 COMENTARIO S O B R E EL LIBRO
• ,S> Sjjr* . -. tura de las deposiciones. S i llega [á hacer ver á
tuina/., cuando el crimen no ha sido prohado ; y los testigos, ó que han exagerado los hechos, 6
la ley no resuelve la dificultad.
que han omitido o t r o s , ó que se han engañado
Cuando el acusado se ha escapado , empezáis
en los detalles, el temor del suplicio les hará
por apoderaros y anotar todos sus bienes; y para
perseverar en su perjurio. S i las circunstancias
esto no esperáis tan solamente á que el procedi-
que el acusado ha explicado en el interrogatorio
miento esté acabado. p>Aun no tenéis ninguna
lo son de un modo distinto por los testigos , esto
prueba, aun no sabéis si es inocente ó culpable,
bastará para que unos jueces ignorantes, ó llenos
y ya empezáis haciéndote gastos inmensos !
de preocupaciones , condenen á un inocente.
E s t a es una p e n a , decis , con que castigais su
desobediencia al decreto de arresto. ¿ P e r o no ¿ Cual es el hombre á quien este procedi-
puede ser el rigor extremo de vuestro procedi- miento no asuste ?¿ Donde hallar un hombre tan
miento criminal quien le obligue á esta d e s o b e - justo que pueda estar seguro de no abatirse ?! O h
diencia ? Jueces ! ¿ Ouereis que el inocente acusado no se
S i un hombre está acusado de un crimen, em- escape ? pues facilitadle los medios de defenderse.
pezáis por encerrarle en un calabozo horrible"; ni L a ley parece obligar al magistrado á condu-
permitís el que tenga comunicación con nadie : cirse con el acusado mas como enemigo que como
le cargais de h i e r r o s , como si ya le hubieseis juz- amigo. Este juez es dueño de mandar la c o n -
gado culpable. L o s testigos que deponen, contra frontacion del acusado con el testigo, ó de
él son oidos secretamente. Solo los ve un m o - omitirla ( i ) . ¿ Como es posible que una cosa
mento en la confrontacion : antes de oir sus d e - tan interesante como la confrontacion sea arbi-
posiciones , debe de alegar las razones que tiene traria ?
para reprobarlos : tiene que circunstanciarlas :
tiene que nombraren el mismo instante todas las
personas que puedan apoyar estas razones : sus ( i ) Y si preciso fuese, confrontad, dice la ordenanza
reproduciones no son admitidas despues de la lec- de 1670, titulo i5, articulo primero.
S o b r e este particular Ja costumbre parece con-
macia aunque el crimen no haya sido aun p r o -
traria á la ley que es equívoca ; siempre hay con-
bado. ¡ C o m o ! ¡ la ley habria hecho mas caso
frontación, pero el juez no siempre confronta
del dinero que de la vida ! ¡ O h jueces! consul-
todos los testigos; muchas veces omite los que
tad el piadoso Anlonino y el buen Trajano ;
le parece no ser de bastante importancia : no
ambos prohiben el que un ausente pueda ser
obstante aquel testigo que nada ha dicho contra
condenado ( i ) .
el acusado en la información , puede deponer en
; C o m o ! vuestra ley permite el que un cohe-
su favor en la confrontacion. E l testigo puede
chador, un bancarrotero fraudulento, tenga el
haber olvidado algunas circunstancias favorables
recurso de un abogado ; y muchas veces un hom-
al acusado, el mismo juez puede no haber bien
bre de honor se ve privado de este socorro! S i
conocido al principio el precio de las circuns-
puede hallarse una sola ocasion en que un inocente
tancias , y no haberlas anotado, ü s pues muy
sea justificado por el ministerio de un abogado ,
importante el confrontar todos los testigos con
no es evidente que la ley que le priva de este
el acusado , y que en este caso la confrontacion
auxilio es injusta i'
no debe de ser arbitraria.
E l primer presidente de Lamoignon decia con-
S i se trata de un crimen, el acusado no puede tra esta ley , que « el abogado ó consejo que era
tener un abogado , por consiguiente no tiene mas » la costumbre el dar á los acusados, no es un
recurso que el de la huida : esto es lo que todas » privilegio dado por las ordenanzas, ni por las
las máximas de la justicia le aconsejan ; pero si » leyes , es una libertad adquirida por el derecho.
se escapa, se expone á ser condenado, sea que >. natural, que es mas antiguo que todas las leyes
el crimen haya sido p r o b a d o , ó no. D e modo » humanas. L a naturaleza enseña al hombre á te-
que un hombre á quien se le pide algún dinero,
no puede ser condenado por contumacia, á me-
nos que la deuda sea averada : pero cuando se
(i) Digest. L. i , lib. 49, tit. i- de requirendis vel
trata de la vida, se puede condenar por contu-
absenlibus damnandis; y L . V , lib. 4 8 , tit. 19 de Pañis.
33?. COMENTARIO S O B R E E l , LIBRO
*
¿ S e juzgará siempre de un modo diferente la
la autoridad civil y los usos eclesiásticos , ¡ que
misma causa en Ja provincia que en l a c a p i i a l ?
disputas interminables se elevan ! ¿ y donde están
¿ E s posible que un mismo hombre tenga razón
estos límites ? ¿ Ouien conciliará las contradicio-
en Bretaña y sea condenado en el Languedoc?
nes eternas del fisco y de la jurisprudencia ? E n
i Pero que digo ! hay tantas j u r i s p r u d e n c i a s
fin, ¿ porqué en algunos países los arrestos no
como ciudades ; y aun en el mismo parlamento
son nunca motivados ? ¿ Hay acaso vergüenza
las máximas de una sala no son las mismas que
en la oirá ( i ) . en dar el motivo de un juicio ? ¿ porque los que
juzgan en nombre del S o b e r a n o , no le presentan
¡ Que contrariedad tan prodigiosa entre las - sus sentencias de muerte antes de que sean eje-
leyes del mismo r e y n o ! E n París , un hombre
cutadas ?
que ha estado domiciliado por el espacio de un
P o r cualquiera parte que extendamos nues-
ano y un d i a , es considerado como vecino de
la villa. E n la Franche-Comlé, un hombre libre tra vista , vemos la contrariedad, la dureza , la
que ha vivido un año y un dia en una casa de incertidunibre , y la arbitrariedad. E n este siglo
servidumbre , se hace esclavo ; sus colaterales no queremos perfeccionarlo lodo ; tratemos pues,
heredarán de lo que haya adquirido en otras par- de perfeccionar las leyes , de que dependen nues-
íes ; y sus mismos hijos se ven reducidos á la tras vidas y fortunas.
mendicidad, solo con que hayan vivido un año
entero fuera de la casa donde su padre ha muerto.
E s t a provincia se llama franca , ¡ pero que fran-
queza!
FIN DEL COMENTARIO.
D E U N F R A Y L E . D O M I N I C O , (I)
S O B R E EL L I B R O
D E L O S D E L I T O S Y D E L A S P E N A S .
F a e c h i n c ) de C o r f r i .
R e p r e s e n t a m i libro c o m o una o b r a h o r r i b l e , e n v e n e -
nada , de u n a licencia d a ñ o s a , i n f a m e , é impía. H a l l a en a1 « S e g ú n el autor del l i b r o de los Delitos y de las
ella blasfemias desvergonzadas, ironías i n s o l e n t e s , b u f o -
Penas , la escritura sagrada rio coDtiene mas que i m -
nadas i n d e c e n t e s , sutilidades peligrosas , burlas e s c a n -
posturas. »
dalosas y calumnias g r o s e r a s .
E n todo el curso de la o b r a de los Delitosy de las Pe-
L a religión, y el respeto debido á los s o b e r a n o s , sir-
nas , n o se habla de la sagrada E s c r i t u r a mas que una
v e n de pretexto á dos de las m a s g r a v e s acusaciones q u e
sola v e z , y esta es cuando hablando de los e r r o r e s r e l i -
se e n c u e n t r a n en estas Notas y Observaciones. Estas
giosos en e l capítulo x n i , he dicho que no hablada ue
s e r á n las solas á que m e c r e o obligado á r e s p o n d e r . E m -
este P u e b l o elegido de D i o s , q u e se sirvió de milagros
p e l e m o s por la p r i m e r a .
e x t r a o r d i n a r i o s y gracias s e í a l a d a s en vez de política hu-
m a n a . ( V é a s e pag. 198).
31» « T o d a s las gentes sensatas h a n hallado en el autor
del libro de los Delitos y de las Penas , un e n e m i g o del
C A P I T U L O P R I M E R O . c r i s t i a n i s m o , un mal h o m b r e y un m a l filósofo. »
' •»
M e i m p o r t a poquísimo el que m i censor m e t e n g a por
Acusación de impiedad. buen ó mal filósofo; los q u e m e conocen dicen que no
soy m a l h o m b r e .
P « E l A u t o r d e l l i b r o de los Delitos y de las Penas ¿ S o y a c a s o el e n e m i g o del c r i s t i a n i s m o , p o r que insisto
no c o n o c e aquella justicia c u y o o r i g e n d i m a n a del legisla- en que la tranquilidad de los templos sea asegurada b a j o
d o r e t e r n o q u e lo v é e y p r e v e todo. » la protección del g o b i e r n o ; y cuando h a b l a n d o de las
H e aquí s o b r e poco m a s <5 m e n o s el silogismo del a u t o r g r a n d e s verdades digo , que la r e v e l a c i ó n es la sola q u e
de las notas. h a y a conservado toda su p u r e z a , aun en medio de la
« E l autor del libro de los Delitos, no a p r u e b a el q u e obscuridad t e n e b r o s a que durante tantos siglos ha <-n-
la i n t e r p r e t a c i ó n deft) l e y d e p e n d a de la v o l u n t a d y del vuelto el i n u n d o ? A
capricho de un j u e z . - P e r o , el q u e no quiere confiar 4 " « E l autor de los Delitos y de las Penas habla de
la interpretación de la l e y á la voluntad y á los c a p r i c h o s la religión, como si fuese una simple m á x i m a de política.»
d e un juez , no c r e e en una justicia e m a n a d a d e D i o s « E l autor de los Delitos y de las Penas llama á la
— L u e g o el autor no admite una justicia puramente • religión un don sagrado del C i e l o . » ¿ E s posible que t r a t e
divina
de simple m á x i m a de p o l í t i c a , lo q u e le parece un don
sagrado del cielo ?
R e p r e s e n t a m i libro c o m o una o b r a h o r r i b l e , e n v e n e -
nada , de u n a licencia d a ñ o s a , i n f a m e , é impía. H a l l a en 21 « S e g ú n el autor del l i b r o de los Delitos y de las
ella blasfemias desvergonzadas, ironías i n s o l e n t e s , b u f o -
Penas , la escritura sagrada rio contiene mas que i m -
nadas i n d e c e n t e s , sutilidades peligrosas , burlas e s c a n -
posturas. »
dalosas y calumnias g r o s e r a s .
E n todo el curso de la o b r a de los Delitosy de las Pe-
L a religión, y el respeto debido á los s o b e r a n o s , sir-
nas , n o se habla de la sagrada E s c r i t u r a mas que una
v e n de pretexto á dos de las m a s g r a v e s acusaciones q u e
sola v e z , y esta es cuando hablando de los e r r o r e s r e l i -
se e n c u e n t r a n en estas Notas y Observaciones. Estas
giosos en e l capítulo x n i , he dicho que no hablada ue
s e r á n las solas á que m e c r e o obligado á r e s p o n d e r . E r a -
este P u e b l o elegido de D i o s , q u e se sirvió de milagros
pezemos por la p r i m e r a .
e x t r a o r d i n a r i o s y gracias s c í a l a d a s en vez de política hu-
m a n a . ( V é a s e pag. 198).
31» « T o d a s las gentes sensatas h a n hallado en el autor
del libro de los Delitos y de las Penas , un e n e m i g o del
C A P I T U L O P R I M E R O . c r i s t i a n i s m o , un mal h o m b r e y un m a l filósofo. »
' •»
M e i m p o r t a poquísimo el que m i censor m e t e n g a por
Acusación de impiedad. b u e n ó m a l filósofo; los q u e m e conocen dicen que no
soy m a l h o m b r e .
P « E l A u t o r d e l l i b r o de los Delitos y de las Penas ¿ S o y a c a s o el e n e m i g o del c r i s t i a n i s m o , p o r que insisto
no c o n o c e aquella justicia c u y o o r i g e n d i m a n a del legisla- en que la tranquilidad de los templos sea asegurada b a j o
d o r e t e r n o q u e lo ve'e y p r e v e todo. » la protección del g o b i e r n o ; y cuando h a b l a n d o de las
H e aquí s o b r e poco m a s ó m e n o s el silogismo del a u t o r g r a n d e s verdades digo , que la r e v e l a c i ó n es la sola q u e
de las notas. h a v a conservado toda su p u r e z a , aun en medio de la
« E l autor del libro de los Delitos, no a p r u e b a el q u e obscuridad t e n e b r o s a que durante tantos siglos ha e n -
la i n t e r p r e t a c i ó n deft) l e y d e p e n d a de la v o l u n t a d y del vuelto el m u n d o ? A
capricho de un j u e z . - P e r o , el q u e no quiere confiar 4 " « E l autor de los Delitos y de las Penas habla de
la interpretación de la l e y á la voluntad y á los c a p r i c h o s la religión, como si fuese una simple m á x i m a de política.»
d e un juez , no c r e e en una justicia e m a n a d a d e D i o s « E l autor de los Delitos y de las Penas llama á la
— L u e g o el autor no admite una justicia puramente • religión un don sagrado del C i e l o . » ¿ E s posible que t r a t e
divina
de simple m á x i m a de p o l í t i c a , lo q u e le parece un don
sagrado del cielo ?
DE LOS DELITOS V DE LAS PENAS. 343
citar una sola frase en toda m i obra que diga , que los
aUÍ0 '' " Un enen,¡8 ° « Ser-
prelados han inventado suplicios-
Yo. ruego de todo mi corazon á e s t e S e r - s u p r e m o , q u e qo L a heregia n o puede llamarse c r i m e n de lesa-
- digne p e r d o n a r á todos los que me ofenden ' magestad divina, según el autor del libro de los De,„os
I " , ' cr,s * ' a n ' s m o l ' a causado algunas desgracias y de las Penas. »
V
No hay una sola palabra en toda mi o b r a , que de lugar
J algunos homicidios, las exagera , mientras que P asa en
« ene,o los Licites y las ventajas qu e .a luz del E v a n g e a s e m e j a n t e imputación. E n ella no m e he propuesto el
8 ' •< Los prelados de la Iglesia católica, tan r e c o m e n - d e \ r c a d i o , le hará v e r que los A n e d e r o s falsos eran
d a b a s por su dulzura y humanidad , pasan en el libro también considerados como criminales de lesa-magestad.
de Delitos y de las Penas, por autores de unos suplicios S e necesitaba también un decreto del senado para d e s -
tan barbaros como inútiles. » "cargar del delito de l c s a - m a g e s t a d , á aquellos que h a b , , n
refundido las estatuas de los e m p e r a d o r e s , aunque e s t u -
L a culpa no es mía si m e veo en la necesidad de repe-
biesen viejas v mutiladas. Solo se dejó de acusar de delito
t í , mas de una vez , la misma cosa. I ' e r o nadie m e puede
344 RESPUESTA A LA CRITICA DEL L I B R O
de l e s a estad > - aquel|os q u e v e n d ¡ a n ígs
que el crimen de lesa-magestad era el delito de los que
' o s e m p e r a d o r e s , despues de un edicto de S e v e r o y de
no habian cometido-ninguno. S i he d i c h o q u e la igno-
A n . o n m o y estos pwncipes hicieron un decreto , " ue
r a n c i a y la tiranía han dado este n o m b r e á delitos de una
naturaleza m u y distinta, y hecho los h o m b r e s victimas de
oor I r : í PerSÍgU¡eSe P 0 r e s l e ™ á los que
s ,::t ;dad • ,,ub:esen arroiad°una — ¿ una palabra, lo h e dicho segun.la historia lo demuestra.
1 7 ~ 'esa-magestad h u m a n a : y
prisiones y castigos, será una p r u e b a dc la poca eficacia
csta pa al r d e lesa-magestad^ ú i o m u c h a s veces u, dc las verdades mas sublimes.
P - t o a Ja t i r a n , a , s o b r e todo e n tiempo de los e n " 12" .< E l autor del libro de los Delitos y de las Penas,
pecadores Romanos. T o d a acción que les desagradad escribe imposturas sacrilegas c o n t r a la inquisición. »
era reputada c r i m e n de lesa-magestad. S u e t ó n T d t [
D E I.GS DELITOS Y D E LAS PENAS. 3^7
q u e ni a u n r e s p e t a n la magostad de su c r i a d o r , c o n t r a el
q u e v o m i t a n las b l a s f e m as m a s a t r o c e s . »
le p a r e c e W n T e r o P r e g u n t o á mi a c u s a d o r , s ¡
Acusaciones de sedición.
sobre todo l\,t °SPlta',dad " L °S Papase-
mayor bond d ' T T T T dÍ0 ' h » í
!. « E l a u t o r del libro de los Delitos y de las Penas,
Husos q u e se le 1 ^ ' >
c o n s i d e r a todos los s o b e r a n o s del s i g l o , c o m o unos c r u e l e s
t« y Z i l i r PrCsentad°: estos Pueb,os sec-
tiranos. » .
l ^ r j ; T e S ' t Í e n C D CU * * la
U n a sola vez , h e h a b l a d o e n el discurso de m . o b r a ,
seg.u-o de ! ' 7 " m C , ° r '<" C e,los P ^ e estar
de los s o b e r a n o s y de los p r í n c i p e s q u e r e y n a n en el d.a
en E u r o p a ; y h e aquí lo q u e h e dicho : - ¡ Dichosa
s e r í a i a h u m a n i d a d si r e c i b i e s e l e y e s , p o r la p r i m e r a
todo Jos írayles. » d '°S°S ' IaS ° r d e n e s " l . g i o s a s y sobre vez • si estas l e y e s f u e s e n dictadas, p o r los s o b e r a n o s q u e
gobiernan hoy dia en E u r o p a . . . . etc. ( Véase fin del
p o d e r citar u . cap. x x v n i . )
2o « N o p u e d e u n o m e n o s de asustarse , al v e r la con-
prete arbitrariamente L , T ^ " fianza y la l i b e r t a d , c o n q u e el a l t o r del libro de los
oaosidad. ¿ ' Cap "U,°' Cn flue H«Wo de la Delitos y de las Penas, se desata furioso, c o n t r a les s o -
b e r a n o s y los eclesiásticos. » i-
L a confianza y la libertad , n o son un mal. Qui ang-
-ticos n : " r C r l t T ;mpí0s' P a r a 1 u ' e n ' o s e<"lc- bulat sinipliciter, ambulalcon,Hdentcr ; qw a,den, dr-
praval cias suas , manifestus erit (x\
n a t i c o s , ia r e l i g i ó n u n a i m p o s t u r a , y
PUBLICADAS EN 1767 ,
S O B R E E L L I B R O
de l o s delitos
Y
é
D E L A S P E N A S .
»5*
' S'lllli
- \
e x t r a c t o
DE LAS OBSERVACIONES
S O B R E E L L I B R O
N o t a , l i s p r e c i s o distinguir , estas o b s e r v a c i o n e s j u i -
D E L O S D E L I T O S Y D E L A S P E N A S (I:.
ciosas de las Notas j Observaciones del f r a y l e , de
q u i e n a c a b a m o s de r e c o r r e r algunas paginas. L a s q u e s i -
g u e n , m e r e c e n el s e r colocadas al lado del l i b r o de B e c -
caria. Las cosas de poca i m p o r t a n c i a se han s u p r i m i d o . Si el o b j e t o de esta o b r a , fuese el de e x a m i n a r las
leyes políticas y el o r i g e n de los tratados q u e se h a c e n
dé nación á n a c i ó n , s e n a n o h a y duda m c e s a n o el sacar
sus principios , del m o m e n t o de la r e d a c c i ó n de estas
m i s m a s l e y e s ,-en el m o m e n t o e n q u e los h o m b r e s , ca-
sados de u n estado de g u e r r a q u e les p r i v a b a de la liber-
t a d q u e q u e r i a n d e f e n d e r , d i c t a r o n las c o n d i c i o n o , que
unieron diversas sociedades. P e r o la n e c e s i d a d había
u n i d o los h o m b r e s , a n t e s de u n i r las n a c i o n e s .
llauleforl.
P a r a hallar el origen del d e r e c h o de c a s t i g a r , es-
asesinato público, precedió la sentencia. Estos , sin duda
preciso considerar p r i m e r o la formación de las p r i m e r a s
a l g u n a , son los primeros sentimientos del corazon del
sociedades; entonces subiremos hasta el p r i m e r c r i m e n ,
h o m b r e , cuando ha sido ofendido f u e r t e m e n t e .
ocasion infalible de la p r i m e r a ley c r i m i n a l ; y veremos,
V e a m o s a h o r a , si el castigo del culpable, fué l e g i -
que estas p r i m e r a s l e y e s , no debieron s e r , mas <|ue el
grito de la naturaleza y del deseo de la c o n s e r v a c i ó n , y timo , aunque ne hubiese dado á nadie el derecho de
« U n a vez obtenidas las pruebas del delito , y d e t e r - L o s malvados son los enemigos de la sociedad , p e r o
minada la c e r t i d u m b r e , es necesario el otorgar al c u l - t a m b i é n son sus m i e m b r o s ; b a j o el p r i m e r titulo , se les
pable el tiempo y los medios de justificarse , si lo puede debe de d e s t r u i r , y b a j o el segundo, conservar. E l legis-
hacer. » lador debe pues , e m p l e a r todos los medios , que puedan
16
t o s , que oso llamar el alma de la sociedad , h e conocido la e s p e r a n z a , de que algunos e j e m p l o s de una severidad
las ventajas que resultarían de la ley que concede la i m - (injusta en el d e r e c h o ) , r e p r i m i e n d o con fuerza á los
punidad al d e l a t o r , veo , que serian las de disminuir e! h o m b r e s , s e r i a n útiles ( e n el h e c h o ) pues que p r o d u c i -
c r i m e n y conservar los h o m b r e s . N u n c a podré c o n c e b i r , rían con mas b r e v e d a d , el m a y o r bien. E s t e motivo es
el que haya mas bajeza e n declarar a' unos m o n s t r u o s , el s o l o , que haya podido h a c e r , que el legislador se
que e n unirse con ellos ; ni t a m p o c o puedo concebir aparte de la p r o p o r c i o n necesaria que debe de subsistir,
cuales podrían s e r los peligros de s e m e j a n t e traición. e n t r e la pena y el delito ; lüego h a y una ley , superior
A d e m a s , que sería de desear que hubiese tantos t r a i - al legislador m i s m o . E s t a l e y , la p r i m e r a de todas , le
d o r e s , como conjuraciones se formaran de esta especie: obliga á c a m b i a r , ó á anular la ley que no produce el
el peligro de estas asociaciones, no tardaria e n e x t i n - bien que s e habia propuesto.
guirlas. 'i al vez hay monstruos que u o necesitan ningún s o -
E s t a l e y es sin duda alguna , el m e d i o mas eficaz de corro , para c o m e t e r los m a y o r e s c r í m e n e s ; pero en
i m p e d i r el que se c o m e t a n g r a n d e s delitos : estos son g e n e r a l , los h o m b r e s , no se c o r r o m p e n sino g r a d u a l -
siempre la obra de m u c h o s ; y c o m o los m a l v a d o s , no m e n t e . H i j o s de la s o c i e d a d , la m e m o r i a del estado en
son los solos autores de un c r i m e n , por que los débiles que han temido por ellos mismos se b o r r a l e n t a m e n t e de
que componen s i e m p r e el m a y o r n ú m e r o , son también su i m a g i n a c i ó n ; aquel que t e m e á los ladrones , no está
los instrumentos de é l , los remordimientos de que los dispuesto á serlo , y aquel cuyo t e m p e r a m e n t o sea débil,
primeros son susceptibles podrán servir d e provecho i los t e m e r á siempre.
la sociedad, s i e m p r e que valgan para impedir el c r i m e n . L u e g o solo en la fuga de las pasiones que se d e s e n -
P e r o el t e m o r de estos r e m o r d i m i e n t o s , hará que los vuelven según la buena constitución fisica , es donde en-
mas que á otros malvados como ellos : desde entonces h o m b r e e n t r e g a d o á unas necesidades que la desolucion
las asociaciones serán menos numerosas y mas r a r a s , multiplica, solo halla e n el c r i m e n el m e d i o de satisfa-
dejando n o obstante á la sociedad la esperanza de que la cerlas , y no titubea m a s que por miedo de los suplicios:
traición hará entonces por ella , l o que no podrá h a c e r pero de este t e m o r f s del que tiene v e r g ü e n z a , y no de
n u i r á , y el h o m b r e que sea m e j o r constituido sera el sinato , los ladrones con f r a c t u r a , etc. S e r i a n puestos á
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EXTRACTO
D E L ' J U I C I O
D E UN P R O F E S O R ITALIANO,
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S O B R E E L L I R R O
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D E L A S P E N A S .
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E X T R A C T O
D E L J U I C I O
D E U N P R O F E S O R I T A L I A N O ,
S O B R E E L L I B R O
D E L O S D E L I T O S Y D E L A S P E N A S .
b r e de bien en e l estado de naturaleza de H o b b e s , p o r - ellas con tanto respeto y elogio , como detesta todos bs
que no había prometido nada , ni á la desgraciada c r i a - vicios , que las son contrarios.
'.•Jiíd'ií: - N O T A
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B R I S S O T D E W A R V I L L E ,
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S O B R E E L L I B R O
de los delitos
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D E L A S P E N A S .
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S O B R E EL L I B R O
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4 & ÍÍ .
¡ .
( 1 ) El abate Morellet.
/
N o obstante , no ha dejado de t e n e r , muchas crítica»
m o c h o t i e m p o de materias criminales , tomó también la
amargas. T a l es el destino de toda b u e n a obra ; p e r o ,
pluma para r e f u t a r á este filósofo italiano. E l combate
la crítica se olvida en breve, y las armas de la
debia de s e r m u y desigual. E l criminalista no se presea-
envidia quedan sin ninguna fuerza , cuando se oponen
taba , m a s que acompañado del séquito mas fastidioso
á los sufragios universales. E s t o fué lo que le sucedió á
que n o b l e , d e F a r i n a c i u s , d e C l a r u s , y de las ¡numerables
Beccaria. U n frayle publicó contra é l un volumen de
ordenanzas q n e se l e e n pero que nadie sigue. S u adver-
injurias ", de locuras, de máximas perniciosas para los
s a r i o , d e j a n d o aparte toda citación , n o se valia mas que
estados, y ultrajantes para la divinidad , si un miserable
de la razón y de la humanidad ; pero estos eran dos
i n s e c t o , puede efectivamente ofender al S e r s u p r e m o .
anxiliarios bien poderosos , e n un siglo filosófico. Ya
E s t e frayle s e decia r e g u l a r m e n t e , el campeón de la
hacia algún t i e m p o , que el publico habia empezado á
religión y de los r e y e s ; y á la sombra de este, abriga
escucharlas , y a no q u e r e r escuchar mas que ellas. B e c -
respetable , tenia el atrevimiento de i m p r i m i r « que un
caria les d e j ó el cuidado de su venganza : vió p a r e c e r y
código de leyespublirado, y conocido de todo el m u n d o ,
extinguirse , sin que causase m u c h o r u i d o , la critica del
autorizaba á mal obrar , y hacia los delitos mas f r e c u e n -
jurisconsulto francés. H e t e n i d o la paciencia de l e e r l a ,
tes ; que e í t e m o r era el que sostenia las monarquía? :
habiendo el autor tenido la de r e i m p r i m i r l a . E n ella he
que el h o m b r e , perverso p o r su n a t u r a l e z a , s e h a c e
visto á B e c c a r i a , tratado de iluminado de escritor peli-
m u c h o peor cuando es l i b r e , y p o r consiguiente se l e
groso, y sin principios-, en ella h e visto nuestras leyes
debe de encadenar. D e c i a que las delaciones eran m u y
p e n a l e s , tratadas de obras maestras de legislación; El
útiles para la legislación , y que un tribunal encargado
buen criminalista f r a n c é s , arrastrado por su entusiasmo
de r e c i b i r l a s , y que condena un i n o c e n t e m e r a m e n t e
por su ídolo, h a c e la apología de los t o r m e n t o s , de los
por una simple d e l a c i ó n , e r a un golpe maestro de la
indicios , y de los suplicios mas horribles ; y p a r e c e aun
política. » No puede uno m e n o s de horrorizarse al leer
dispuesto, á quejarse de que la justicia , n o es aun b a s -
y copiar s e m e j a n t e s atrocidades. E l lector las podrá h a -
tante c r u e l ; f o r m a los ruegos m a s sinceros para que se
llar en la disertación satírica de este f r a y l e , que t i e n e
destruya la filosofía , y se apague la llama de la h u m a -
po» titulo : Ñolas y Observaciones sobre el Tratado de
nidad ; anunciando á lodo el universo , que será c o r r o m -
los Delitos y délas Penas. B e c c a r i a quiso temarse el
pido y desgraciado, m i e n t r a s que escuche su voz e n c a n -
trabajo de p a c h u r r a r éste reptil : y lo hizo. Y a hact
tadora ; que la legislación, n o puede peí A c c i o n a r s e , ni
m u c h o tiempo , que se h a olvidado esta critica.
s i m p l i f i c a r s e , sino r e c o p i l a n d o , leyendo y meditando
Un jurisconsulto f r a n c é s , que se ocupaba ya hacia
los millares de t o m o s , publicados por los R o m a n o s , los
G r i e g o s , y s o b r e t o d o , p o r los J u r i s c o n s u l t o s f r a n c e s e s ,
s i e n d o él m i s m o u n o d e ellos.
« V u e s t r o r e y n o , ha c e s a d o de s e r de este mundo,
p o d r i a y o decir al i n t r é p i d o d e f e n s o r de la c u e s t i ó n ; y a
veis q u e el i m p e r i o del e r r o r , de a q u e l e r r o r útil solo
p a r a algunos p a r t i c u l a r e s , y tan f u n e s t o p a r a el p ú b l i c o ,
h a sido d e s t r u i d o ; la ilusión se d e s v a n e c e , p a r a d a r e n - EXTRACTO
t r a d a á la v e r d a d ; e s t o os e c h a e n el m a y o r f u r o r , y el
d o l o r q u e os c a u s a , os h a c e b l a s f e m a r 8 e los apóstoles del
D E L A C O R R E S P O N D E N C I A
b i e n p ú b l i c o ; esta es la ú n i c a a r m a q u e os q u e d a , y esta
a r m a demasiado débil n o retardará yo os lo p r e d i g o ,
DE
e l p r o g r e s o de las l u c e s .
FXH D E LA K O T A .
»7
G r i e g o s , y s o b r e t o d o , p o r los J u r i s c o n s u l t o s f r a n c e s e s ,
s i e n d o él m i s m o u n o d e ellos.
« V u e s t r o r e y n o , ha c e s a d o de s e r de este mundo,
p o d r i a y o decir al i n t r é p i d o d e f e n s o r de la c u e s t i ó n ; y a
veis q u e el i m p e r i o del e r r o r , de a q u e l e r r o r útil solo
p a r a algunos p a r t i c u l a r e s , y tan f u n e s t o p a r a el p ú b l i c o ,
h a sido d e s t r u i d o ; la ilusión se d e s v a n e c e , p a r a d a r e n - EXTRACTO
t r a d a á la v e r d a d ; e s t o os e c h a e n el m a y o r f u r o r , y el
d o l o r q u e os c a u s a , os h a c e b l a s f e m a r 8 e los apóstoles del
D E L A C O R R E S P O N D E N C I A
b i e n p ú b l i c o ; esta es la ú n i c a a r m a q u e os q u e d a , y esta
a r m a demasiado débil n o retardará yo os lo p r e d i g o ,
DE
e l p r o g r e s o de las l u c e s .
FXH D E LA K O T A .
»7
e x t r a c t o
D E L A C O R R E S P O N D E N C I A
B E C C A R I A Y D E M O R E L L E T ,
S O B R E EL L I B R O
D E L O S D E L I T O S Y D E L A S P E N A S
A M. B E C C A R I A
P u r i » y l'ebrei o 1 7 6 6 ,
S i n t e n e r el h o n o r de s e r o s c o n o c i d o , creo tener el
d e r e c h o de e n v i a r o s u n e j e m p l a r de la t r a d u c i o n < J U C h e
h e c h o de v u e s t r a o b r a dei DelÜti e dclle Pene. Los e r u -
ditos son c o s m o p o l i t a s , y de todas las n a c i o n e s : los lazos
q u e los u n e n , s o n m a s f u e r t e s , q u e aquellos q u e u n e n
los ciudadanos de un m i s m o p a í s , los h a b i t a n t e s de la
388 CARTA SOBRE EL LIBRO plimientos de M . Diderot, de H e l v c t i u s y de M . de
m i s m a c i u d a d , y los m i e m b r o s de Ja m i s m a f a m i l i a . C r e o Buffon. Hemos h a b l a d o m u c h o de v u e s t r a o b r a , con
pues p o d e r e n t a b l a r c o n v o s , u n c o m e r c i o de i d e a s , y M . D i d e r o t , cuya i m a g i n a c i ó n f o g o s a , es m u y apta á
de s e n t i m i e n t o s q u e m e s e r á m u y a g r a d a b l e , c o n tal t o m a r f u e g o , c o n s e m e j a n t e o b r a . T e n g o algunas o b s e r -
q u e n o os r e h u s é i s al d e s e o de u n h o m b r e q u e os ama v a c i o n e s q u e c o m u n i c a r o s , que s o n el resultado de nues-
sin i o q o c e r o s p e r s o n a l m e n t e , p e r o al q u e la l e c t u r a de t r a s c o n v e r s a c i o n e s . M . de B u f f o n , se ha servido de las
vuestra e x c e l e n t e o b r a , lia inspirado e s t o s s e n t i m i e n t o s . e x p r e s i o n e s m a s f u e r t e s , para m a n i f e s t a r el p l a c e r que
M . de M a l e s h e r b e s , c u y a a m i s t a d t e n g o el h o n o r de v u e s t r a o b r a le ha causado , y os r u e g a , q u e r e c i b á i s sus
p o s e e r es el que m e ha a c o n s e j a d o q u e os h a g a el e n v i ó complimientos. También he-llevado vuestro libro á
de v u e s t r a o b r a en n u e s t r a l e n g u a . P a r a h a c e r esto n o M . R o u s s e a u , q u e ha pasado p o r P a r i s , retirándose á
tenia y o n e c e s i d a d de s e r e s t i m u l a d o , l í a sido p a r a m i , I n g l a t e r r a d o n d e v a á e s t a b l e c e r s e . , y p a r a la q u e saldrá
la o c u p a c i o n m a s dulce , la de h a c e r m e , t a n t o p a r a . m i u n o de estos dias. N o puedo aun d e c i r o s su p a r e c e r , p o r
n a c i ó n , c o m o p a r a aquellas á q u e n u e s t r a l e n g u a s e ha q u e n o h e le v u e l t o á v e r . E s p r o b a b l e , q u e lo sepa b o y ,
e x t e n d i d o , el i n t é r p r e t e y el ó r g a n o de las i d e a s f u e r t e s p o r M . H u m e , c o n q u i e n voy á c o m e r ; p e r o p u e d o de
y g r a n d e s , y de los s e n t i m i e n t o s de b e n e f i c e n c i a de q u e a n t e m a n o e s t a r s e g u r o , d é l a i m p r e s i ó n q u e le c a u s a r á .
v u e s t r a o b r a esta llena. M e parecía que da este modo, R I . H u m e q u e vive t a m b i é n con n o s o t r o s de algún t i e m p o
m e asociarla al b i e n q u e h a c é i s á los h o m b r e s , y que á esta p a r l e , m e e n c a r g a t a m b i é n q u e os diga mil cosas
esto m e d a r i a t a m b i é n a l g ú n d e r e c h o al agradecimiento de su p a r t e .
de los c o r a z o n e s s e n s i b l e s , q u e d e s e a n el b u e n resul- A estos n o m b r e s q u e c o n o c é i s de r e p u t a c i ó n , a ñ a d i r é ,
tado d e los i n t e r e s e s de la h u m a n i d a d . el del b a r ó n de H o l b a c h q u e los j u n t a a m e n u d o en su
H a c e h o y o c h o dias q u e se ha p u b l i c a d o m i t r a d u c i o n ; c a s a , a u t o r de v a r i a s e x c e l e n t e s o b r a s y a i m p r e s a s , s o -
lio h e q u e r i d o e s c r i b i r o s a n t e s , por que pensé deber b r e la q u í m i c a , la historia n a t u r a l , y v a r i a s otras q u e n o
e s p e r a r hasta q u e pudiese d a r o s n o t i c i a , de la i m p r e s i ó n son públicas : p r o f u n d o filósofo, excelente juez de todo
q u e v u e s t r a o b r a ha h e c h o . P u e d o a h o r a a s e g u r a r o s , que c o n o c i m i e n t o c i e n t í f i c o , su a l m a n o es m e n o r s e n s i b l e ,
su b u e n s u c e s o h a sido u n i v e r s a l , y q u e a d e m a s de la y p r o n t a á r e c i b i r la amistad. No p u e d o d a r o s u n a idea ,
e s t i m a c i ó n e n q u e se t i e n e la o b r a , t o d o el m u n d o ha de la i m p r e s i ó n , q u e v u e s t r a o b r a b a p r o d u c i d o s o b r e
c o n c e b i d o p o r su a u t o r , unos s e n t i m i e n t o s q u e deben é l , y c u a n t o a m a y estima ya á su a u t o r . ( l o m o n u e s t r a
de l i s o n g e a r o s a u n m a s , es d e c i r de e s t i m a , de a g r a - v i d a , se pasa r e g u l a r m e n t e en su c a s a , es m u y justo q u e
d e c i m i e n t o , de i n t e r é s y de a f e c c i ó n . H e sido particu- e m p e z á i s desde a h o r a á c o n o c e r l e , pues si l l e g a m o s á
l a r m e n t e e n c a r g a d o , de p r e s e n t á r o s l a s g r a c i a s y com-
poder atraeros á P a r í s , p o r algún t i e m p o , su casa será
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS. 3GI
la vuestra. T o m o pues esta ocasion , de testificaros sus
seriáis la última persona á quien se pudiese adelantar tan
sinceras gracias. No os hablaré de M . d ' A l e m b e r t eme
extravagante paradoxa. P e r o si no se debe de sacrificar
ha debido e s c r i b i r o s , y que m e ha dicho que q u e r i a a ñ a -
el fuego al orden , tampoco m e p a r e c e que se deba de sa-
d ° S P a 3 b r a S < I e s u m a n ° > á m ' carta. Y a debeis s a b e r
J
crificar el o r d e n al fuego ; y todo irá m e j o r si se pueden
su modo de sentir sobre vuestra obra. A él queda el d e -
aliar ambas cosas. A h o r a queda que e x a m i n a r si he salido
c i r o s , si está contento con mi traducion
bien con esta empresa.
N o os quiero ocultar la razón mas p o d e r o s a , que m e
S i mi traducion tiene m e n o s fuego que el original,
ha determinado á t r a t a r de daros u n a b u e n a opinion de
debe d e atribuirse este defecto á muchas otras causas ,
m i ; y es la e s p e r a n z a , de que m e perdonareis con m a y o r
y no á la diferencia del o r d e n . E s t o podria consistir ó en
facilidad, la libertad, que he tomado de e f e c t u a r algunas
!a debilidad del estilo del t r a d u c t o r , ó e n la naturaleza
mudanzas en la disposición de algunas partes de vuestra
misma de toda traducion que debe s i e m p r e s e r inferior
obra. E n mi prefacio he d a d o , las razones g e n e r a l e s , que
al o r i g i n a l , sobre todo en los tratados de sentimientos.
m e justifican; p e r o , debo de d e t e n e r m e algo mas , sobre
e s t e particular con vos. E n c u a n t o , al espíritu filosófico T a m p o c o debo de ocultaros o t r a o b j e c i ó n que se m e
<|»e se hace d u e ñ o de la materia , no hay cosa m a s fácil, ha hecho. M e han dicho que un autor podria resentirse
que la de c o m p r e n d e r el todo de vuestro tratado , cuyas de que se hubiesen h e c h o mudanzas en sus o b r a s , por
partes, se siguen todas unas á otras, y dimanan del m i s m o útiles que fuesen. E s t o puede s e r asi en g e n e r a l , pero no
principio. P e r o para los lectores ordinarios m e n o s i n s - puede s e r el caso con vos. A lo m e n o s asi lo creo. U n
truidos , y sobre todo , para los l e c t o r e s franceses, c r e o , h o m b r e de talento que ha compuesto una obra a d m i -
mas c o n f o r m e al genio de m i nación , y al estilo de núes- fondo , debe poder escuchar con frialdad , que su libro
p o l í t i c a , que pone todo su a n h e l o e n q u e u n libro se públicas para aprovecharlas. B i e n seguro que traduciré
venda un poco m a s tarde de lo r e g u l a r ?..... vuestra nueva edición , y que esta ocupacion será para
¿ P o d r é i s c r e e r q u e en e l m o m e n t o e n q u e os es- mí, dulce y agradable. T e n e i s demasiada bondad en
c r i b o , se han h e c h o ya siete ediciones de m i t r a d u c i o n ? tenerme ningún r e c o n o c i m i e n t o por ello. E l placer
E s t o m e autoriza á e s p e r a r mas h u m a n i d a d ; pues he que he tenido en traduciros, es una recompensa
aquí mi r a z o n a m i e n t o : puesque hay s i e t e ediciones , mas que suficiente : y puedo a s e g u r a r o s , que me
debe de h a b e r á l ó m e n o s siete m i l personas q u e lean este habéis pagado con u s u r a , la pena que m e he to-
l i b r o , y podéis estar seguro , de que á la m a y o r parte de mado
los que le leen les a g r a d a , y adoptan sus p r i n c i p i o s , Quedo, etc.
porque c o m o lo habéis dicho vos m i s m o , h a b l a n d o en morelj.et.
,7*
# V
I N D E X
Pag.
Aviso del Editor . . . ' . . j
Noticia sobre Bcccária y
Prologo del Autor xv
Introducción i
CAPITULO PRIMERO. Origen de l s Penas. . 7
. )
CAP. XIII. De los testigos . . . . . . . 46
CAP. XXX. Procesos y prescripciones. . . I5I
CAP. XIY. Indicios y formas de juicios. . . 5o
CAP. XXXI. Delitos de prueba difícil . • • j
SÜP. AL CAP. XIV. De las Comisiones. . . 55
CAP. XXXII. Suicidio 161
CAP. XV. Acusaciones secretas 5Y
CAP. XXXIIL Contrabandos ,B7
CAP. XVI. Del tormento 6o
CAP. XXXIV. De los deudores »7°
SÜP. AL CAP. XVI. Del secreto, etc. . . . 71
CAP. XXXV. Asilos »7*
CAP. XVII. Del espíritu de fsco 76
CAP. XXXVI. De la talla *7B
CAP. XVIII. De los j u r a m e n t o s . . . . . . 80
CAP. XXXVII. Atentados, cómplices, impu- ^
CAP. XIX. Prontitud de la pena 82
nidad ''
CAP. XX. Violencias 85
CAP. X X X V I I I . Interrogaciones sugestwas
CAP. XXI. Penas de los nobles 87 181
y deposiciones
CAP. XXII. Hurtos . 89
SUP. AL C A P . X X X V I I I . El acusado de-
S ü P . AL CAP. X X I I g t T . . . *8|
¡unte de sus Jueces
CAP. XXIII. Infamia
CAP. X X X I X . De un género particular de
CAP. X X I V . Ociosos . . . io4 . . 1 0 0
delitos
CAP. XXV. Destierros y Confiscaciones . .106
CAP. XL. Falsas ¡deas de utilidad *9°
CAP XXVI. Del espíritu de familia 108
CAP. XLI. Como se evitan los delitos. • • »9^
CAP. XXVII. Dulzura délas penas . . . 115
CAP. XLII. De las ciencias *9
CAP. XXVIII. De la pena de muerte. . . 117
CAP. XLI1I. Magistrados ^
Sup. AL CAP XXVIII. Consideraciones sobre
CAP. XLIV. Recompensas 20
la pena de muerte por el señor conde Rtz-
CAP. XLV. Educación
&rer. >3i
CAP. XLVI. Del Perdón. 20
CAP. XXIX. De la prisión 1^.6
INDEX. 407
Pag.
Pag.
CAP. XLVII. Conclusión 2Q CAP. X V I . Del crimen de alta traición. De
NOTAS ' °7 Tito Oates, y de la muerte de Augusto de
F OQ
COMENTARIO sobre el libro de los Delitos y de Thou
las Penas, por Voliaire.. . . „/ CAP. X V I I . De la Revelación hecha en la
p n i
_ Motivo de este Comentario 0^3 confesion 3o3
CAP. III. De las penas contra los IJereges. . 2^8 CAP. XIX. Del Robo doméstico 3io
_AP. IV. De la extirpación de las Heregias. :53 CAP. XX. Del Suicidio 3II
CAP. v. De las Profanaciones. . . . . . 257
CAP. X X I . De cierta especie de mutilación . 317
CAP. \ I. Indulgencia de los romanos sobre CAP. XJFTL. De la confiscación que llevan con-
este ptirticular. . . a63
sigo los delitos de que acabamos de hablar.. 318
C AP. X X I I I . De los procedimientos criminales,
VI,< Dcl crimen de la predicación y de
Antonio. y de algunas otras formas.. • .«• • • .32 3
CAP. X X I V . C AIdea
P. para alguna reforma.. • 333
CU>" X-
un fray/e Dominico, sobre el libro de los
1« Pena de muerte
Dc
Pag.
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