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28/1/2018 ¿Debería pedir dinero prestado?

Testigos de Jehová

La Atalaya | diciembre de 2014

¿Debería pedir dinero prestado?

Pedir prestado es como ir a una boda; devolver el préstamo es como ir a un


funeral. (Refrán africano)

ESTE refrán de África oriental describe muy bien lo fácil que es pedir dinero prestado y lo difícil que
es devolverlo. ¿Opina usted lo mismo? Aunque en ocasiones pudiera parecer la mejor opción, ¿es
buena idea endeudarse? ¿Qué riesgos hay?

Uno de los principales riesgos se menciona en otro refrán africano: Pedir y prestar arruinan la
amistad. En efecto, las deudas podrían echar a perder las relaciones entre amigos y familiares. Y es
que, aunque tengamos las mejores intenciones y pensemos bien las cosas, a veces los planes
no salen como queremos. Por ejemplo, cuando el deudor no paga a tiempo, el que le prestó podría
enojarse, y es probable que surjan tensiones entre los dos e incluso entre sus familias. Por lo tanto,
deberíamos ver los préstamos como el último recurso, no como una manera fácil de conseguir
dinero.

Pedir prestado también podría poner en peligro nuestra amistad con Dios. ¿Por qué decimos eso?
Porque la Biblia llama malvadas a las personas que se niegan a pagar sus deudas (Salmo 37:21).
También advierte que quien “toma prestado es siervo [o esclavo] del hombre que hace el préstamo”
(Proverbios 22:7). El deudor debe entender que, hasta que termine de pagar, tiene un compromiso
con quien le prestó y no es libre de hacer lo que quiera. Como dice otro refrán africano: Quien toma
prestadas las piernas de un hombre tiene que ir adonde el hombre quiera.

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Por eso, lo mejor es devolver el dinero cuanto antes. Si no, tarde o temprano empezarán los
problemas. Dejar que las deudas se acumulen tiene graves consecuencias: angustia, noches sin
dormir, trabajo extra, discusiones de pareja y separaciones, por no mencionar posibles demandas e
incluso la cárcel. Sin duda, son muy sabias las palabras del apóstol Pablo: “No deban a nadie ni una
sola cosa, salvo el amarse unos a otros” (Romanos 13:8).

¿REALMENTE ES NECESARIO?
Como hemos visto, lo mejor es no apresurarse a pedir prestado. Lo más sensato es preguntarse:
“¿De verdad me hace falta el dinero? ¿Lo necesito para salvar mi negocio y así poder seguir
cuidando de mi familia? ¿O será que me estoy dejando llevar por la codicia y quiero vivir por encima
de mis posibilidades?”. En la mayoría de los casos, es mejor conformarse con menos que atarse
con deudas.

Claro, habrá ocasiones excepcionales en las que la única salida será pedir un préstamo, tal vez
para hacer frente a una emergencia. Si decide hacerlo, recuerde que siempre debe actuar con
honradez. ¿Qué queremos decir con eso?

Para empezar, no debemos creer que una persona está obligada a ayudarnos simplemente porque
tiene dinero. Tampoco debemos aprovecharnos de ella; no está bien creer que si nos hace un
préstamo, no hay necesidad de devolvérselo porque no le hace falta. Jamás envidiemos a los que
parecen tener una mejor condición económica que nosotros (Proverbios 28:22).

De nuevo, asegúrese de pagar el dinero cuanto antes. Si quien le prestó el dinero no fijó las fechas
de los pagos, fíjelas usted y cúmplalas. Es aconsejable poner por escrito el acuerdo; así se evitarán
malentendidos (Jeremías 32:9, 10). Si es posible, haga los pagos en persona para que pueda darle
las gracias a quien le hizo el préstamo. Pagar puntualmente le ayudará a mantener una buena
relación con él. Recuerde lo que dijo Jesús en el Sermón del Monte: “Cuando ustedes digan ‘sí’, que
sea realmente sí; y cuando digan ‘no’, que sea no” (Mateo 5:37, Nueva Versión Internacional).
Además, nunca olvide la Regla de Oro: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan,
también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12).

ÚTILES CONSEJOS DE LA BIBLIA


¿Qué puede hacer si siente el impulso de pedir prestado? La Biblia ofrece el remedio: estar
contentos con lo que tenemos y darle devoción a Dios (1 Timoteo 6:6). Las personas que están
contentas con lo que tienen se ahorran los muchos problemas que causan las deudas. Por
supuesto, el mundo de hoy lo hace muy difícil, pues nos empuja a satisfacer de inmediato todos
nuestros deseos. Es en esos momentos cuando necesitamos la devoción a Dios. Veamos un
ejemplo.

Un matrimonio de un país de Asia recuerda que cuando eran jóvenes envidiaban a quienes tenían
casa propia. Así que decidieron comprarse una; para ello, usaron sus ahorros y pidieron prestado a
un banco y a sus familiares. Sin embargo, no tardaron en sentir lo pesado que es pagar tanto dinero
todos los meses. Se pusieron a trabajar más y más, lo que les dejaba poco tiempo para estar con

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sus hijos. “El estrés, el sufrimiento y las pocas horas que dormíamos eran como llevar encima una
enorme piedra —reconoce el esposo—. Estábamos muy agobiados.”

Un buen día recordaron lo que dice 1 Timoteo 6:6


y decidieron que la única solución era vender la “Ver las cosas materiales como
casa. Tardaron dos años en liberarse de aquella
las ve Dios es una protección”
carga. ¿Qué aprendieron de esa amarga
experiencia? “Ver las cosas materiales como las
ve Dios —comentaron— es una protección.”

Muchas personas conocen refranes sobre los riesgos de endeudarse, pero eso no ha impedido que
sigan haciéndolo. Después de analizar estos consejos de la Biblia, ¿no sería bueno pensarlo dos
veces antes de pedir dinero prestado?

Copyright © 2018 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania.

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