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MÁGNUM ASTRON

EL FUTURO
QUE NOS ESPERA
NUEVA EDICION INTERNACIONAL 2010
(Primer libro escrito por Mágnum Astron en el año 1977)

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Información: El presente libro ha sido escrito en el género literario de


FICCIÓN CIENTÍFICA, modalidad que le permite al autor desplegar toda
su mente creativa sin comprometerse con la ciencia.

Asimismo, el Lector también podrá desplegar toda su imaginación y


hacer con la lectura un viaje a otras dimensiones del pensamiento, al
tiempo que se enriquece con informaciones valiosas de asuntos
delicados, difíciles de expresar de otra forma.
NOTA EDITORIAL

Quién pensará que hace más de un siglo, que detrás de


los ojos soñadores de Julio Verne, su cerebro conectado
mentalmente al flujo de la Eterna Verdad Cósmica, daría al
mundo sus insólitos y proféticos designios, mirados en su
época como alegres pero irreales fantasías de un futuro
que los hombres creyeron erróneamente impredecible.

Nos permitiremos ahora en nuestros días, reflexionando en


aquella magistral enseñanza histórica, captar en el bello y
colorido fluir del sorprendente y fascinador Futuro que
nos Espera, un mensaje altamente visionario y de tajante
realismo profético, impregnado en cada una de las
amenas páginas de este prodigio de magia cosmo-
científica, cautivante, salido de las manos creadoras y
mente iluminada del impenetrable y, a su vez, dulce
maestro Mágnum Astron.

Querido hermano lector: no dejes que el mensaje


revelador del Futuro que nos espera, que ahora está entre
tus manos, listo a ser bebido como refrescante agua
cristalina del supremo manantial, se te escape entre las
páginas; nútrete de el y alimenta con sus vibraciones a
todos tus hermanos planetarios.

Nuestro mundo urge de un mensaje que purifique los


corazones con el elixir del Amor, la comprensión y la
esperanza.

LOS EDITORES (1977)


PROLOGO DEL AUTOR

DESDE LAS INSONDABLES ENTRAÑAS DEL COSMOS


EMERGE DESAFIANTE EL FUTURO QUE NOS ESPERA

Es posible que muchas de las personas, que en este momento empiezan a leer estas
líneas, estén ya elegidas por desconocidas fuerzas cosmo-biológicas, para participar
en acontecimientos sorprendentes y misteriosos como los que me propongo narrar.

En algunos, su escepticismo no les permitirá escapar de esta nave llamada “Tierra 1”


que, en su inexorable viaje por el espacio, se dirige a una meta determinada por los
actos de sus ocho mil millones de pasajeros. La mayoría de los cuales se mueven sin
saber hacia dónde van y no se preocupan por su inminente destino: Pocos son los que
en este mundo ven claro.

Mientras Tierra 1 se desplaza por el espacio a una increíble velocidad, sus tripulantes
derrochan todas las provisiones que llevan a bordo. Recogen diariamente 7 millones
más de pasajeros quienes, de inmediato, se suman al consumo de los elementos
vitales disponibles, arrasando, sin medida, todo lo que encuentran en sus agotadas
despensas.

Arrojan a los ríos y al mismo aire que respiran, millones de toneladas de objetos no
biodegradables, y gases tóxicos que degradan la vida.

Todos desean un cambio pero nadie quiere cambiar. Y así llegan juntos, mas no
unidos, a la hora cero de la esperada crisis.

¿Será la solución al problema, un sistema filosófico que nos regrese a un método de


vida simple y termo-económico?

O ¿entrarán en simbiosis las Matemáticas y la Electrónica, dando origen a una


supertécnica que nos cambie, de golpe, el curso que llevamos?

O, quizás, ¿descenderá sobre nosotros una delegación de la Confederación


Interestelar de Mundos Habitados que nos cambie para siempre el curso que
llevamos?

¡NO DEDICO ESTE LIBRO A LOS HOMBRES QUE DESEAN UN MUNDO MEJOR!

—SINO A AQUELLOS QUIENES LUCHAN POR UN MUNDO MEJOR

Mágnum Astron
La tajante y despiadada dedicación del autor obedece a que esta generación —la que
vivió y destruyó la ecología planetaria desde los años 1930 hasta el 2012—, fue la
única generación en la historia responsable de la muerte de 6000 millones de
personas, ejecución que se llevará a cabo en los próximos años y para la cual no hay
clemencia ni retroceso posible.

La gigantesca cuchilla de la guillotina humana ya fue soltada, y únicamente falta que


llegue hasta nuestras cabezas. Y no es de culpar a los “iluminatis”, ellos son los
verdugos; pero los verdaderos culpables son los que están viviendo y
contaminando cómodamente, esperando a que las cosas pasen… y a que otros
hagan algo.

CAPITULO I
EGOMUNDO MODERNO
(El autor se refiere a la época en donde los países poderosos inicien la
desesperada repartición de las últimas reservas del botín petrolero, gestión que
no harán por medios diplomáticos, y que en ningún momento van a tener en
cuenta a las ciudades que van a quedarse sin gasolina y materias primas
¡MUCHOS AÑOS ANTES DE QUE EL PETRÓLEO SE AGOTE… o sea dentro de
muy pocos años).

En aquella época el mundo experimentaba los más bruscos contrastes:

Los hombres, en general, se habían vuelto cada vez más egoístas y, en su loco afán
de poseerlo todo, lo único que compartían era la inmunda contaminación que
lentamente los asfixiaba.

Sin embargo, en el campo de la técnica los logros crecían en proporción geométrica:


La televisión tridimensional era ya una realidad. Las comunicaciones satelitales, el
sistema de posicionamiento global, el Internet y los juegos electrónicos violentos para
niños mantenían a todos hipnotizados a un paso del abismo.

Enormes pantallas de semiconductores en alta definición servían para ver noticias


violentas, atentados terroristas, secuestros y tomas guerrilleras las cuales disfrutaban
los morbosos sedientos de sangre… a eso lo llamaban información.

La medicina moderna por fin admitió que no tenía absolutamente ningún remedio para
las enfermedades auto-inmunes y degenerativas, y el cáncer y el sida se ensañaron en
la raza humana.
Los niños comenzaron a nacer con enfermedades crónicas. Los fabricantes de
vacunas hicieron de las suyas violentando el cuerpo de la gente con peligrosa pus de
animales enfermos y tóxicos metálicos que introducían a fuerza de ley, a los
desventurados descendientes de Caín.

Los cordones de miseria y tugurios comenzaron a envolver a las ciudades hasta


ahogarlas. La inseguridad en las calles se tornó insoportable.

Los vehículos formaban largas filas en embotellamientos en donde se perdía la mayor


parte del precioso tiempo; también se contaminaba en grande, estando parados,
quemando la gasolina inútilmente, aquella que pronto se agotaría para jamás volver.

Desplazaos, inmigrantes de los países pobres cruzaban el mar para llegar a cualquier
parte.

Las armas con cargas nucleares habían proliferado de tal manera que, a cada terrícola,
le correspondía un equivalente de cinco mil toneladas de dinamita para su segura
destrucción.

Lo que en la Edad de Piedra se solucionaba a garrotazos, aquí, en el egomundo, los


grandes poderosos derrochaban ostentosas sumas de dinero y utilizaban un fabuloso
despliegue de técnica, para hacer lo mismo que sus antecesores cavernícolas: ¡Matar!

Los enfermos por mandar llegaban fácil al poder caminando sobre cadáveres. Una vez
conquistado el trono, desataban una tempestad de frases vanas y esgrimían la sonrisa.
Sabían que un pueblo torpe es la seguridad del tirano; pero no sabían que donde no
hay caridad no puede haber justicia.

El terrorismo a gran escala puso en jaque a los altos gobiernos. Ríos de sangre corrían
por las ciudades en momentos menos pensados. La piratería en los mares comenzó a
frenar el trasporte de alimentos, materias primas y mercancías.

La crisis económica no fue frenada y el desempleo llegó a límites insospechados. El


capital se concentró en relativamente pocos rufianes que se refugiaron en paraísos
fiscales y desde allí comenzaron a controlar el mundo.

La pobreza y el hambre en las ciudades comenzaron a hacer estragos: los automóviles


se frenaban por la gran cantidad de personas que pedían ayuda; a falta de resultados
comenzaron a hacerlo por la fuerza.

ULTIMOS TIEMPOS
No se sabe de ningún momento en la historia en la cual, el hombre, haya sentido
tanto miedo del propio hombre.
Los políticos que pretendían conquistar el poder se rodeaban de centenas de
guardaespaldas fuertemente armados y pregonaban, a cuatro vientos, Paz y
Seguridad. Mientras mentían, sobre sus cabezas volaban aviones gigantes con
pesadas cargas atómicas.

En la selva del engaño no se veía la luz de la verdad: Los verdaderos valores humanos
se habían extinguido: llamaban habilidad a la falta de vergüenza. Las religiones
prosperaron vendiendo ayudas del cielo.

En los países supe desarrollados abundaban seres, tan supremamente pobres, que lo
único que tenían era dinero. Se mantenían tan ocupados, y en sus importantes
negocios, que les quedaba poco tiempo para vivir: millonarios en dinero, pobres en
sonrisas.

Al envidioso lo enflaquecía la gordura del vecino. Los valores humanos se redujeron a


poseer cuanto objeto pudiera producir el comercio.

Médicos astutos, incapaces de curar enfermedades, se dedicaron a complacer la


paranoia de la cirugía estética —máximo valor en la sociedad—, asegurándoles el
cáncer a mediano plazo a los narcisistas descendientes de Apolo y Afrodita.

Los que robaban por lo alto, iban a los banquetes. Los que robaban por lo bajo iban a
la cárcel. Lo que era vicio en un pobre se llamaba capricho en un rico. Todos estos
hechos señalaban, claramente, que aquella época no era normal. Se habían
plasmado una serie de profecías y la humanidad se encontraba al borde de un abismo
infernal.

TODOS PRESENTÍAN QUE ALGO TERRIBLE SUCEDERIA MUY PRONTO PERO


NADIE HACÍA NADA COHERENTE: En realidad, un acontecimiento ecuménico de
características trascendentales se aprestaba al encuentro de esta pesada nave Tierra
1, que venía con sobrecupo, sin combustible, sin control y con su tripulación
enloquecida.

SURGE SABIUM

En todas las épocas de la historia, y más concretamente cuando la humanidad ha


atravesado por etapas en las que ha reinado la ignorancia, el vicio y la violencia,
surgieron grandes hombres que, con su ejemplo, lograron romper las cadenas del mal.

Tal fue el caso del científico Sabium, considerado por sus extraordinarias obras que El
gran genio, sucesor de Einstein, cuya historia refiero a continuación:
No se supo con certeza el país de origen, ni la fecha de nacimiento de este genio de la
Edad Moderna. Tampoco se conoció ningún papel ni documento que le acreditase un
número o una frontera. Al habérsele insistido alguna vez sobre este tema, manifestó
enfáticamente: —Yo soy habitante del mundo.

Era un indocumentado; por ello, y por sus escasos recursos económicos, estuvo a
punto de quedarse en el anonimato rodeado de pobreza. Mas, el destino tenía
reservado para el un sitio glorioso en la historia de la humanidad.

Fue así como, descubierto su genio, una superpotencia lo acogió en su seno y le rodeo
de todas las comodidades para la investigación, proporcionándole una casa-laboratorio
situada en las afueras de la gran metrópolis.

El gobierno había dispuesto un personal compuesto de una señora, que atendía


aquella morada; y dos uniformados, que vigilaban el laboratorio donde el científico
permanecía la mayor parte del tiempo.

Sabium vivía allí con sus dos hijos: el mayorcito pronto alcanzaría doce años de vida, y
ya era un verdadero experto en astronomía; su nombre era Dylan.

Su hija menor, había cumplido seis años de edad y era la curiosidad personificada:
todo lo preguntaba porque todo lo quería saber. Se llamaba Matilda.

Sabium había asentado las teorías para hacer aflorar la anti-materia. Comprobó que
todo lo visible tiene su contraparte en lo invisible.

Con estas bases se estaba comenzando a experimentar con las primeras plantas o
super baterías de antimateria. Allí podrían obtener gran cantidad de energía al hacer
chocar las dos clases de masas antagónicas.

Esta energía se transportaría en cables supra-conductores, en forma de corriente


eléctrica, hasta los sitios de consumo*.

*La antimateria no existe en este mundo. Hay que hacerla brotar, por vías artificiales,
de la exótica dimensión en la cual habita.

Cuando una partícula de antimateria choca con una partícula de materia, ambas
desaparecen completamente dejando en el espacio que las circunda una poderosa
radiación. La antemateria y la antimateria son diferentes: la primera tiene Masa
contraria a la nuestra y la segunda tiene carga opuesta.

Las super-baterías tendrían la ventaja de no dejar ningún residuo radiactivo y el


rendimiento energético de una central antimateria, sería superior al producido por cien
centrales atómicas juntas. Estas últimas entrarían en desuso por peligrosas,
contaminadoras y poco rendidoras.

Sabium nunca colaboró en experimentos con fines bélicos: era un apóstol de la paz.
En varias ocasiones declinó honores personales, e hizo caso omiso a galardones con
los cuales, comúnmente, se señalaban a personas no dignas de ellos: Las estrellas no
necesitan que les digan grandes... ellas lo saben.

Sabium nunca cobró dinero por sus trabajos, así como la raíz escondida no pide
premio alguno por llenar de frutos las ramas.

Su contribución más destacada en el campo espacial consistió en proporcionar los


fundamentos para el desarrollo definitivo del motor iónico y plasmático, el cual
impulsaba los cosmo-remolcadores que lograban desplazarse a 500 mil kilómetros por
hora.

En estas condiciones los hombres podrían conquistar, con relativa comodidad, todo el
Sistema Solar, y los viajes interplanetarios serían más frecuentes.

LLEGAN LOS EXTRATERRESTRES

A pesar de la tecnología alcanzada en los comienzos del siglo 21, los científicos, y el
mismo Sabium, habían determinado que los viajes a las estrellas eran prácticamente
imposibles. Aún a las velocidades obtenidas con los propulsores iónicos y plasmáticos,
demorarán miles de años para alcanzar la estrella más cercana.

La idea de un viaje a la velocidad de la luz desentrañaba serios problemas: ¿cómo se


detendrían? ¿Cómo fijarían coordenadas? ¿Cómo detectarían un obstáculo y cómo lo
esquivarán? Además, la ciencia había demostrado que si un cuerpo en su
desplazamiento, se acerca a la velocidad de la luz, alteraría su masa original tendiente
a llegar al infinito.

En fin, todos los mejores proyectos resultaron inverosímiles y sólo encontraron


aplicación práctica en la pluma de los escritores de ficción científica.

Mientras esto ocurría aquí en la Tierra, una gran flota de naves extraterrestres
aparecía cerca de nuestro Sol.

Habían llegado en una gigantesca nave madre desde un lejano sistema de estrellas
situado hacia el centro de nuestra galaxia.

Estas naves estaban tripuladas por seres que poseían un grado evolutivo superior al
nuestro. Hacía un millón de años, ellos ya tenían nuestros actuales conocimientos y
habían superado una horrible crisis, semejante a la que hoy se enfrenta la humanidad.
Su increíble tecnología les permitía penetrar en el inter-espacio.

Los extraterrestres no era la primera vez que venían; pero, en esta ocasión,
entablarían un diálogo abierto con todos los habitantes de la Tierra.

Antes sólo lo habían hecho en una forma indirecta, como lo explicaron ellos mismos
más adelante. Esperaron por siglos el momento de entrar en acción pero eran los
hombres los que no estaban preparados para ser aceptados en su confederación.

En estos últimos tiempos estaban seleccionando a un hombre que, además de poseer


cierta influencia sobre sus congéneres, reuniera varias condiciones materiales e
intelectuales.

La elección les fue fácil y decidieron hacer primer contacto.

Una tarde Dylan y Matilda decidieron dar, un corto paseo por el campo. No lejos de su
casa, llegaron a un establo abandonado donde frecuentemente solían ir a jugar.
¡De pronto! Sintieron, en lo profundo de sus cerebros, una suave voz que les decía:

—“No tengan miedo, somos amigos.”

¿Tu me hablaste? preguntó Matilda.

—No, ¡yo también escuché algo!


Replicó Dylan.

La voz continuaba taladrándoles:

—“Queremos charlar con ustedes, no tengan miedo”,


Somos amigos.

La pequeña Matilda miró rápidamente hacia los lados y exclamó:

—! Rayos! pero aquí no hay nadie. ¡Oh, mira! detrás del establo hay una luz que está
sonando.

— ¡Tonta! las luces no suenan. ¡Vamos a mirar!

Dylan tomó a Matilda de la mano y, corriendo, se dirigieron hacia el otro lado del muro
que les impedía apreciar ese extraño y “sonoro” resplandor.

Al dar la vuelta se detuvieron bruscamente


Sus ojos se abrieron al máximo y un escalofrió recorrió sus cuerpos. Nunca habían
visto algo tan maravilloso:

Una hermosa nave en forma ovalada, que despedía destellantes visos metálicos.
Se encontraba frente a ellos.

Matilda y Dylan y se enfrentaban ante lo desconocido. No se les ocurrió correr ni gritar.


Sus cerebros estaban demasiado ocupados en el análisis de lo que sus ojos nunca
antes habían visto. Al mismo tiempo experimentaron una ola de tranquilidad que los
invadía.

Muy cerca de ellos se encontraba un hombre alto y esbelto, de rostro amable y mirada
penetrante; a su lado, una niña de radiante belleza los miraba sonriente: los dorados y
rizados cabellos y sus fulgurantes ojos, la hacían parecer como venida de otro mundo.

El silencio que reino en un momento lo interrumpió la melodiosa voz de la hermosa


criatura cuando, dirigiéndose a los niños, los llamó por sus nombres propios
diciéndoles:

— ¡Dylan!, ¡Matilda! No tengan miedo. Ustedes no me conocen pero yo si a


ustedes.
—Mi nombre es Galaxia, y él es mi padre Titanio. Deseamos ser sus amigos.
¿Ustedes también quieren, verdad?

Matilda, sin pensarlo, respondió inmediatamente:

— ¡Si!

— ¡Espera!, susurró Dylan.

Titanio sabía lo difícil que resultaba para los niños aceptar este encuentro inesperado y,
sin dejar enfriar ese caluroso sí de Matilda, concluyó:

Bien amiguitos; gracias por su aceptación:

—Yo soy el Guía de esta nave y creo que ustedes desean conocerla por dentro…
los invito.

Dylan, no habiendo salido aún de su asombro, exclamó:

— ¡Pero… si esto es un ovni!

Titanio aprovechó de inmediato la observación del jovencito para formularle una corta
pregunta que lo hiciera entrar en diálogo.
¿Has visto alguno?

¡No! Pero he oído hablar mucho de ellos.

— ¡Ah! entonces es hora de conocerlo agregó Titanio; y, señalando hacia la nave,


les dijo:

— ¡Vengan amigos!

Dylan en un principio había sentido desconfianza pero su sed de conocimientos venció


la duda y, tomando de la mano a Matilda, le dijo:

— ¡Vamos!

Galaxia subió adelante sugiriendo a los niños que, sin temor, la siguiesen. De último
entró Titanio quien, dirigiéndose a los visitantes, les preguntó:

— ¿Cómo les parece?

¡Maravilloso! exclamó Dylan.

— ¡Miren! —Prosiguió Galaxia— quiero regalarles algo.

La radiante criatura tomo en sus manos una especie de cámara que enfoco hacia los
niños, Con sólo mirar se escuchó una aguda oscilación y… ¡Sorpresa!: salieron, por la
parte posterior de del brillante artefacto, dos estatuillas réplica exacta de ellos. Eran
fotografías holográficas solidificadas.

—Es un recuerdo que deben conservar.

—Muc… Muchas gracias —titubeó Dylan al recibir ese fantástico e inesperado


obsequio.

— Señor Titanio, ¿nos puede dar una paseíllo? —propuso Matilda.

—Si ustedes lo desean, lo haré con mucho gusto.

—Que sea corto, no tenemos permiso para ir muy lejos —sugiero Dylan.

La nave cerró sus cortinas de energía, emitió un fuerte resplandor y comenzó a


alejarse de la Tierra.

—Observen las nubes por esta ventana— Dijo el Cosmonauta.


Dylan, aterrado, exclamó: ¡Se vienen contra nosotros!

—Tranquilo, ya quedaron abajo— respondió Titanio.

Matilda, que en ese momento se había distraído, preguntó:

— ¿Cuándo vamos a arrancar?

—Ya lo hicimos y vamos a una velocidad de 180.000 kilómetros por hora.


Estamos saliendo de la Tierra ¡Miren qué hermosa es!

— ¡Recórcholis! Lo veo y no lo creo —Exclamó Dylan— y agregó: — ¿por qué no


sentimos el arrancón?

—Te explicaré: La inercia es el componente que obliga a los cuerpos que


adquieren un movimiento relativo a continuar con el. Si este componente es
contrarrestado con la anti-inercia, el cuerpo se aquieta sin necesidad de frenar.

—Hace un momento, para cambiar de dirección, reducimos instantáneamente la


velocidad de veinte mil K. P. H. a cero. Ustedes no se dieron cuenta. Si un avión
lo hubiera hecho así, aunque fuere a una veinteava parte de esta velocidad,
habría equivalido a una colisión fatal.

— ¿Y las luces que produce el ovni son las farolas para ver de noche? preguntó
Matilda.

—No amiguita: son los efectos que en el aire producen los rapidísimos y
giratorios campos antigravedad y anti-inercia.

Titanio alzó un poco sus pobladas cejas y exclamó:

— ¡Ya es hora de regresar a casa! Si nos demoramos más, vuestro padre


empezará a preocuparse. ¡Prepárense! , los ubicaremos en el mismo sitio.

—Déjenos en la carretera.

No podremos Dylan: por allí pasan las líneas de alta tensión y, con sólo
acercarnos a ellas, ocurriría un tremendo apagón en toda la ciudad.

— ¿Por qué?
—Experiencias pasadas. Estamos llegando; prepárense para salir, háganlo
rápido y regresen a casa. Nosotros los protegeremos. ¡Volveremos a vernos
pronto!

En esta forma los niños traspasaron una cortina de energía y salieron presurosos. De
inmediato escucharon el extraño zumbido, al tiempo que una fuerte luz proyectaba sus
sombras adelante en el camino.

Habían recorrido 10 metros y, no pudiendo resistir el deseo de mirar, se detuvieron.

Ya era tarde: lo que anhelaban ver se encontraba a más de mil kilómetros de distancia.
Impresionados, llegaron en veloz carrera hasta la casa:
— ¡Papá! ¡Papá! —exclamaron con voz entrecortada. ¡Montamos en un ovni!,
¡Montamos en un ovni!

— ¡No me interrumpan en este instante y menos con esas tonterías! les increpó
Sabium y les explicó: estoy a punto de descubrir una poderosa y misteriosa
fuerza.

IMPORTANTE ACLARACIÓN Y ADVERTENCIA

El hecho de relatar la historia en género ficcionario o, para algunos, fantasioso,


obedece a que pocos tienen la capacidad de comprender la trascendencia de la gran
epopeya humana de los últimos tiempos, en caso de relatarse con los elementos
reales.

Los 12 personajes centrales de esta obra existen en realidad auque sus nombres son
apócrifos. Algunos se ya se encuentran entre nosotros esperando el momento para
entrar en escena… pero casi nadie los conoce.

En el momento de escribir la obra, Mágnum capturó en a lápiz y carboncillo los rostros


de los protagonistas. Infortunadamente los originales desaparecieron y debimos
escanearlos desde un viejo libro en regular estado; obviamente perdieron la vivacidad
de la expresión artística original.

Sin embargo, los situaremos al final de cada uno de los 12 capítulos de esta grandiosa
obra, la cual relata, paso a paso, el apoteósico y punzante desenvolvimiento de la
raza humana, en transición a grados inferiores: — para la inmensa mayoría—; y el
ascenso a grados superiores… para la eterna minoría.

OVI: Objeto volante identificado.


OVNI: Objeto volante no identificado.
VED: Vehículo extraterrestre dirigido.
BITGIROX: Nombre intergaláctico del ovni.
OMNI TERRA: automóvil terrestre del futuro

EL EXTRA GUÍA TITANIO

CAPITULO 2
DESCUBRIMIENTO DE SABIUM
Sabium, en su afán de aislar y almacenar la antimateria, había descubierto algo
sorprendente.

El mundo científico quedaría desconcertado ante tan


extraño fenómeno. Él mismo no advertía la magnitud de
aquel descubrimiento: Se había formado, por primera
vez en este mundo, un átomo sin núcleo.

Los amantes a la electrónica y a la astronomía bien saben


que los electrones se concentran alrededor de un núcleo.
También observamos cómo los planetas giran alrededor del
Sol, que constituye el núcleo del sistema. Sin embargo, esto
no ocurre siempre:

En nuestra galaxia existen innumerables conjuntos de estrellas que giran alrededor de


un centro gravitacional común. Este centro no lo constituye ningún sol o masa alguna;
simplemente es originado por las fuerzas de atracción de dichas estrellas, formando un
complejo gravitacional común.

Estos casos son comunes en el universo. También es corriente manejar en el


laboratorio núcleos atómicos desnudos, es decir, desprovistos de electrones.

Lo que no se conocía era el caso de partículas que giraran, en forma estable, alrededor
de un centro espacial “vacío”. Esto lo había logrado Sabium reuniendo seis mini
ciclotrones (aceleradores de componentes atómicos) y proyectando varias partículas
hacia un punto determinado y activándolas con fuertes cargas electrostáticas

El científico se llevó la gran sorpresa cuando vio salir, del punto de convergencia de los
mini ciclotrones, un humo o gas plateado que recorrió lentamente el laboratorio, y se
detuvo bruscamente, formando una media esfera en derredor de un imán que se
encontraba sobre la mesa.

Cautelosamente se acercó y, enfocando hacia aquel fenómeno un contador Geiger


(medidor de radioactividad), comprobó que no emitía ninguna radiación peligrosa.
En seguida, con la manguera de un compresor, le dirigió un chorro de aire a fuerte
presión, logrando disipar un poco dicha nube la cual regresó bruscamente al imán,
recobrando su forma medio esférica.

Sabium desbordaba de curiosidad y decidió tocar aquel elemento. Con dificultad


introdujo su mano en él, y tuvo la sensación de haberse puesto un estrecho guante
metálico.

— ¡Qué extraño! Pensó: un metal en estado gaseoso! no posee ningún olor.

Después de haber sometido esa cosa a toda clase de pruebas físicas, químicas y
electrónicas que disponía en su completísimo laboratorio, exclamó para si:

— ¡Dios mío!, esto no es materia ni antimateria, no es plasma ni forma de energía


alguna; no presenta reacción, ni se interacciona con ningún elemento conocido.
No conduce la corriente eléctrica ni se ioniza a ningún voltaje, no se evapora ni
se congela, pero es atraído por la fuerza magnética. ¿Qué será? — ¿Para qué
servirá?

Al no encontrar respuesta alguna se dirigió a ese raro elemento y, en voz baja, le


habló: *Sea lo que seas, te llamarás Magnetryón*.

(MAGNETRYÓN: elemento usado por supercivilizaciones extraterrestres como medio


básico para conseguir antigravedad.
Su forma representa el quinto estado de materia. Producido artificialmente, es común a
la materia y a la antimateria. No presenta reacción con ambas clases de masas por
estar compuesto de partículas y antipartículas neutralizadas. Se utiliza para la memoria
de computadoras pensantes, en viajes intergalácticos, medicina, y tetra-electrónica,
etc.

El citado elemento, descubierto por Sabium y enseñado a manejar por los


extraterrestres, causará una revolución técnica en la Tierra, mayor que la
experimentada cuando aparecieron los plásticos y materiales sintéticos, en la época
anterior.

El magnetryón, en su forma compacta, es más resistente que el acero; siendo, a la vez,


tan liviano comos el aire. Un gigantesco avión yumbo hecho de magnetryón pesa
menos que una motocicleta.

SE ACERCA EL MOMENTO

Sabium estaba tan abstraído observando el fenómeno de aquel gas misterioso, que
hizo caso a las acaloradas afirmaciones de sus hijos sobre el viaje en Ovi (Objeto
Volante Identificado). Él era científico pragmático y siempre negó públicamente la
existencia de dichos aparatos.

“Existe vida inteligente fuera de nuestro planeta mas no es posible un contacto debido
a las enormes distancias estelares”. Era el dictamen de la ciencia. Lo anterior estaba
aceptado por toda la autonombrada gente “culta y seria”. Eso de Ovnis eran fantasías
de escritores influidos por alucinaciones comunes en la masa.

No sabían los escépticos que se había acercado la fecha y ya estaba cumpliéndose el


plazo en el cual, una supe civilización extraterrestre haría público contacto con los
hombres, revelándoles profundos secretos de la vida y composición del Cosmos.

No advertían los incrédulos, aquellos que se creían únicos en el Universo, lo poco que
faltaba para tener que echar por Tierra todas aquellas absurdas creencias

Menos aún se imaginaba Sabium —querido por toda la humanidad—, que había sido
elegido para efectuar tan magno esclarecimiento del cual él siempre fue el primer
escéptico.

Aquella, noche del viaje en Ovi, Dylan y Matilda decidieron no insistirle a su padre pues
conocían lo rígido que él era en sus determinaciones.

Cansados de esperarlo, ya que por lo regular cenaban juntos, fueron a sus cuartos y
pronto los dominó el sueño.
Al día siguiente el Sol madrugó como siempre con una sonrisa acariciante. Sabium los
esperaba a la mesa.

—Niños— les dijo. Hoy es un gran día para mí y para la humanidad. Voy a
comunicarle al mundo mi máximo descubrimiento. Por ahora ustedes no lo
comprenderán.

Aprovecho sí la ocasión para darles un consejo: no se dejen influenciar por los cuentos
fantásticos de la televisión porque llenan sus mentes de cosas que no existen, como
los Ovnis, o eso con que ustedes me trataban de perturbar anoche.

—Padre, si fue verdad: unos habitantes de otros mundos vinieron y…

— ¡Silencio! —Interrumpió Sabium—. Hijos: de una vez por todas les explico: en
nuestro sistema solar ya hemos comprobado que no existe la vida, y, de otros
planetas estelares, si es que existen seres inteligentes, no podrían venir; porque
es físicamente imposible salvar distancias inimaginables para ustedes.

—Se gastarán miles de años viajando a velocidades fantásticas. Les repito: es


totalmente imposible. Nunca vuelvan a asegurar nada que no puedan
comprobarlo con hechos… y punto.

Matilda permanecía callada mientras Dylan sacaba aquella estatuilla que le había
regalado la niña extraterrestre. Dirigiéndose a su padre, con actitud vacilante, le dijo:

—Mira, padre, lo que nos dieron.

— ¡Ah! ¿Un muñeco de hierro brillante, es la prueba?, arrójalo de inmediato a la


basura.

Dylan de inmediato lanzó la estatuilla con dirección a la cesta de basura y, sorpresa: el


muñeco de “hierro” no adquirió velocidad y comenzó a desplazarse por el aire
lentamente hasta que fue atraído por la cerradura imantada de una nevera que había
cerca, quedándose ahí.

Sabium, desconcertado, y sin pronunciar palabra alguna, se acerco al muñeco, lo tomó


en sus manos, lo observó detenidamente y exclamó:

— ¡Vaya! ¡Pero si este muñeco tiene tu misma figura!

— ¡Mira papá el mío! exclamó Matilda.


Sabium, por un instante, miró sorprendido las estatuillas, replica exacta de sus hijos.
Luego continuó con su acostumbrada exclamación:

— ¡Dios mío¡: ni el más grande artista, ni la inyectora de plástico más perfecta


pueden dar semejante terminado. Nunca he visto nada igual.

Asombrado miró a sus hijos y, con pronunciado acento, preguntó:

— ¿Quién les dio esto? ¿Cómo lo consiguieron?

—Nos los dio Galaxia y dijo que era un regalo de amistad aseguró Matilda,

Sabium, en tono irritado, insistió:

—Dejen la charlatanería: Una galaxia es una conglomeración de estrellas; no


regalan nada, y es más: estoy hablando en serio:

— ¿Dónde consiguieron esto?

Los niños se miraron y callaron. No sabían qué decir. Sabium comprendió que estaba
irritado. Miró nuevamente las estatuillas, hizo una inspiración profunda, y
pausadamente dijo:

—Disculpen hijos; estoy cansado porque dormí poco anoche. Iré al laboratorio.
Tengo curiosidad de hacer un chequeo físico al material de estos objetos,
permiso.

—Y Tú desayuno papá

—Será más tarde, hijos.

LA GRAN SORPRESA

Por más esfuerzos que hacía Sabium, tratando de averiguar la naturaleza y


composición de aquellas estatuillas, más desconcertado se quedaba.

La única conclusión a que había llegado era que estaban compuestas por una finísima
laminilla de un material extra liviano y duro: se paró encima de ellas, les dio golpes con
un martillo y no logró hacerles el menor rasguño. En cambio el martillo presentó
abolladuras.

No advertía Sabium que el material de las estatuillas era el mismo material que él
estaba descubriendo pero ya no en forma gaseosa sino en estado sólido.
Lo que más le llamaba la atención de las estatuillas eran los detalles al extremo
perfectos. Quiso examinarlas en el microscopio y, ¡la sorpresa fue máxima al observar
el tejido de la ropa que llevaban los niños y, es más: los poros y los vellos de la piel de
sus hijos!

Sabium, en ese instante quiso llamar a la Unión de Científicos independientes de la


cual era el director, pero, ¿qué les explicaría? Con seguridad no le creerían o lo
ridiculizarían.

Mejor decidió controlarse y encontrar para sí una respuesta lógica.


Durante el día entrevisto a los niños; les hizo las mismas preguntas y obtuvo las
mismas respuestas.

Ese día, tan feliz que había empezado, se tornó complicado hasta hacerse largo y
tedioso. Por momentos olvidaba el poderoso descubrimiento del Magnetryón. Quería
ver llegar pronto la noche para descansar y olvidar aquella horrible pesadilla tan real
que estaba viviendo.

Inocente estaba el gran hombre de que, estos hechos, eran simplemente el comienzo
de la máxima epopeya humana de los últimos tiempos:

Las profecías estaban a punto de rasgar sus velos dejando al descubierto las
grandes verdades desconocidas, hasta ahora, por la mayoría de los hombres.

Sin que nadie lo advirtiera:


la mecha apocalíptica se encendería aquella misma Noche .

EL EXTRAGUÍA TITANIO

Mientras esto ocurría en la Tierra, en el espacio alguien tenía también otros problemas.
Era Titanio. Su pequeña hija se había quedado prendada de los niños terrestres que
reflejaban sinceridad y alegría.

Su padre estaba sensiblemente preocupado por ello. Galaxia era su única hija, su gran
amor.

Titanio, además de ser comandante de la nave, era, precisamente, el director General


de una flotilla de doce mil BitGirox (nombre intergaláctico del Ovi) que tenían a su
cargo una delicada misión que cumplir.
Se encontraban en continua observación esperando la hora, crucial y definitiva, ya
anunciada dos mil años atrás en los libros sagrados y por otras civilizaciones.

Ellos conocían la época en que debían venir y, por tal motivo, se encontraban
inspeccionando la Tierra desde el comienzo de esta generación. El momento exacto en
que debían ocurrir, ciertas cosas, nadie lo sabía.

Como por un acto providencial, Titanio,


motivado por el deseo de su hija, decidió
comunicarse con Sabium esa misma noche.

¡TREMENDO SUSTO!

Después de cenar, los hermanitos se


dedicaron a ver en la televisión un anunciado
programa de balompié. Sabium bajó al
laboratorio como era su costumbre y
nerviosamente se paseaba por el salón.

De repente, los niños se levantaron de sus


asientos y al un unísono gritaron:

— ¡Papá! ¡Papá! Mire a Titanio… ¡Él está


con Galaxia!

Sabium subió presuroso. — ¿Qué pasa? ...


¿en dónde?

— ¡Aquí en la televisión!— señaló Dylan. — ¡Nos hablaron!— confirmó Matilda.

— ¡Aja!, por fin descubrí ese tonto programa que los tiene trastornados— Fue la
respuesta de Sabium; y, tomando en su mano el integrador tridimensional de video, se
dispuso a cambiar de canal.

—Mejor vean otro programa.

Sabium cambiaba repetidamente todos los canales, apareciendo siempre la misma


imagen. Impaciente, con visible malestar, exclamó:

—Para colmo de males, ya se bloqueó este aparato.


No había terminado la frase cuando escuchó la voz del hombre que aparecía en la
pantalla:

—“Discúlpenos, apreciado señor Sabium, por haber interrumpido vuestra señal


de televisión y tener que usar este método para presentarnos:

—Soy el mensajero Titanio y esta es mi hija Galaxia. Al fondo puede observar el


interior de nuestra nave donde, por causas que explicaremos, estuvieron sus
hijos la tarde anterior.

—Queremos hacerle una invitación formal para que nos visite. Sería un gran
honor para nosotros contar con su presencia y, nuevamente, con la de sus
queridos hijos.

Aprovecho para felicitarlo por su maravilloso descubrimiento del magnetryón,


sabemos que cambiará los sistemas de producción actuales en la Tierra,
reemplazando las ya agotadas materias primas contaminantes de origen fósil.

Sabium se quedó petrificado frente al televisor. Aún no retiraba su mano del selector de
canales. Deseaba que sus ojos y oídos le engañaran.

El corto silencio, que siguió a la última palabra de Titanio, lo interrumpió Matilda. Con
gran algarabía comenzó a decir:

— ¡Hurra! ¡Papá, di que sí, ellos vendrán por nosotros!, y continuó con su
escándalo:

— ¡Buena esa! ¿Vio papá que si era verdad?

—Seguro padre— agregó Dylan —son buenos, dí que si.

La mente del científico por primera vez en la vida se había quedado en blanco. No
pensó nada. Quiso decir si pero su boca no le obedeció; y, como un autómata, bajó y
subió la cabeza lentamente en actitud afirmativa.

Sin dilatación de tiempo se oyó de nuevo la voz de Titanio:

—Muchas gracias por su aceptación. Estaremos recogiéndolos mañana a las


doce en punto de la noche. Para el efecto les recomendamos despejar el amplio
solar, no dejando animales domésticos cerca.

—Por favor, señor Sabium, cuide que el personal de servicio no se encuentre a


esa hora cerca del lugar.
—No somos hostiles y venimos en misión de paz y ayuda.

— ¡Hasta la hora convenida, amigos!

De repente se escuchó un bullicio en la televisión. Era un tremendo gol del equipo


local. La transmisión había vuelto a su estado normal.

UNA LARGA ESPERA

Quienes no habían regresado a la normalidad eran los habitantes de aquella morada.


Sabium, con expresión de asombro, miro a sus hijos. Dylan, desorbitado de alegría, y
con cierto aire de sarcasmo, exclamó:

— ¿Te quedó alguna duda Papi?

Esa noche no hubo sueño para el científico después de escuchar, ahora si con
detenimiento, la historia del viaje que con lujo de detalles le narraron sus hijos.

A la mañana siguiente la encargada despertó a los niños y, en voz baja, les preguntó:

— ¿Saben ustedes qué le pasó a vuestro padre? Está dormido en el sofá, vestido
con la misma ropa del día anterior.

—Debe estar muy cansado por un descubrimiento que hizo ayer. Dejémosle
dormir— propuso Dylan.

Esa madrugada, para poder conciliar el sueño, Sabium había tomado algunas pastas,
las que, sumadas a su cansancio, terminaron por dejarlo horizontal en aquel sitio.
Sólo a las tres de la tarde dio señales de vida consciente cuando llamó a Dylan,
insistiéndole:

—Hijo, ¿lo de anoche fue verdad?

—Claro papá, del todo cierto. Ya quitamos los patos y los conejos del patio para
que pueda aterrizar el Ovni. Ahora diles a los celadores que se retiren.

—Bien hijo, hazlos venir.

Al momento se acercaron los uniformados:

— ¿Nos llamaba señor?


— ¡Si!, el deber de ustedes es vigilar. No obstante quiero que vayan a sus casas
en la ciudad y descansen por hoy.

—Perdón señor: ¿Y, si algo ocurre?

—Tranquilos, hace varios años vivimos aquí y nunca ha pasado nada. Hoy quiero
que nadie me interrumpa, ¿entienden?, aquí no va a ocurrir nada malo. Terminó
diciendo Sabium.

—Sí señor, este sitio es tranquilo. Estamos seguros que, esta noche “no pasará
nada extraño”. Será hasta mañana, señor.

Cuando los celadores se retiraron, preguntó Matilda:

—Y la señora, qué hacemos con ella, ¿la mandamos para la China?

—No es necesario hija. Tú la conoces. Después de las nueve de la noche no la


despierta “ni un terremoto”. ¿De acuerdo?

—Si padre.

Desde ese instante empezó el conteo regresivo. Los niños daban el último toque al
amplio patio de juegos pata despejarlo completamente. La felicidad desbordaba en sus
pechos.

Sabium recurrió a una ducha de agua fría para suavizar sus tensados nervios. Salió al
jardín para contemplar el atardecer que era su espectáculo favorito.

Pronto el Sol cerró su función cubriendo el escenario celeste con su manto negro
tachonado de estrellas. Era una hermosa y traslúcida noche que traía presagios de
grandes acontecimientos.

En el ancho cielo, la Luna con su cuarto de menguante se asomaba


tímidamente… parecía asombrada: Tal vez presentía que algo terrible podría
sobrevenir muy pronto.

Eran las ocho horas de la noche cuando Sabium terminaba de cenar con sus hijos.
Luego se dedicó a escudriñar el firmamento con el telescopio. En silencio se
preguntaba:

¿Por qué los astrónomos no habrán informado sobre los Ovnis? ¿De dónde vendrán,
si las enormes distancias interestelares son insalvables por máquina alguna?
Once y media de la noche y la tensión aumentaba. Pero se hizo insoportable cuando
apenas faltaban siete minutos para la hora de la cita.

Sabium aún se atrevía a pensar si estaba haciendo el ridículo.

— ¡Padre!— lo llamó Dylan.

—Venga al patio a esperar el ovni que faltan sólo cinco minutos para llegar.

Aquel gran hombre se dejó dócilmente llevar de la mano de su hijo, como si fuese un
niño. Su recia personalidad, fruto de la gran confianza en el saber, se había ablandado
ante lo misterioso y desconocido.

Tres, dos, uno…LAS DOCE AL FIN.

— No se ve nada— Dijo Sabium con voz entrecortada.

— ¡Mira papá!, un lucero rojo. Gritó Matilda.

— Ese es Marte que siempre se ve así. Balbuceó Sabium.

— No es rojo, es naranja y ¡se hace grande! confirmó Dylan.

Efectivamente, todos vieron cómo ese puntito se iba haciendo rápidamente más
grande hasta alcanzar la forma de un enorme plato que se precipitaba sobre sus
cabezas.

Despedía una fuerte luz naranja con visos verdes. También emitía destellos azules. Su
contorno no era bien nítido. Parecía girar sobre si mismo a una velocidad increíble.
Se escuchaba un sonido compuesto por múltiples oscilaciones agudas que decrecían
en frecuencia.

En su vertiginoso descenso parecía que se fuera a estrellar contra el suelo. No


obstante se detuvo instantáneamente a unos quince metros de altura y desde allí
siguió bajando lentamente.

¡EL espectáculo era impresionante!

Sabium, con sus manos, que no podía tener más tensionadas, tomaba las de sus hijos.
Internamente le dirigió una orden a sus rodillas para que se estuviesen quietas, pero
estas no obedecieron.

En el pecho de Dylan latía el corazón de un elefante. La felicidad de Matilda la hacía


saltar de alegría.
De pronto, vieron como el OVI se detuvo completamente a unos dos metros del suelo
y de su base salieron tres rayos que interaccionaron con la tierra.

En ese instante la luz comenzó a hacerse más tenue, y el agudo sonido decreció en
intensidad y en frecuencias hasta desaparecer. Los contornos alcanzaron su máxima
nitidez, y los presentes pudieron apreciar TODO EL ESPLENDOR Y LA BELLEZA DE
AQUELLA NAVE VENIDA DE OTRO MUNDO.

Sin producir ningún sonido brotó una cortina o un campo energético a manera de
escotilla.

Matilda no resistió más y exclamó:

— ¡Por ahí es por donde se sube!— y, soltándose de la mano de su padre,


emprendió veloz carrera hacia la nave.

— ¡Hola capitán, voy para dentro!

— ¡Hola camarada, puedes seguir!— respondió el extraguía.

Al Llegar hasta el vehículo extraterrestre, se encontró con Titanio y Galaxia que


traspasaban la cortina fotónica.

Luego, con premura, Titanio se dirigió a Sabium diciéndole:

—En nombre de la Alianza Interestelar de Mundos Habitados, presentamos un


saludo de amistad y agradecimiento por haber aceptado la invitación. Nuestra
nave les espera.

Matilda ya había subido; también Galaxia. Dylan comenzó a hacer lo mismo llevando
de la mano a su aterrado padre. Por último entró Titanio.

Se cerró la cortina plasmática. Empezaron de nuevo la luz y el sonido. Los rayos


fotónicos que servían de soportes al BitGirox se desvanecieron. Su silueta se torno
borrosa,
y…

CAPITULO 3
VIAJE A LA LUNA
Súbitamente la nave se encumbró en dirección a occidente y, como estrella
fugaz, se convirtió en un puntito luminoso perdiéndose en el inmenso fondo de
la noche.

No habían transcurrido 12 segundos y ya sus tripulantes podían apreciar la


majestuosa curvatura terrestre.

Sabium y Titanio intercambiaron algunas palabras. Un momento más y los astronautas


estaban presenciando un exótico amanecer.

— ¡Fantástico! exclamó Sabium. Dígame comandante, ¿estamos entrando en


alguna órbita alrededor de la Tierra?

—No exactamente: daremos una vuelta alrededor del planeta para que aprecien
un hermoso espectáculo. Nuestro sistema de navegación no precisa de órbita
alguna, porque en él no intervienen la gravedad y la inercia, Podríamos
detenernos en cualquier punto y no caeríamos.

—Esto es maravilloso pero incomprensible para nosotros— dijo Sabium y agregó:

—Nuestra Física demuestra cómo la fuerza gravitacional penetra todos los


cuerpos, no pudiendo ser aislada por elemento alguno.

—Lo que usted dice es totalmente cierto— respondió Titanio y aclaró:


—La gravedad no puede ser suprimida ni aislada; pero es posible contenerla por
medio de una fuerza contraria.

— ¿Qué fuerza puede oponerse a la gravedad que emana la materia?— Preguntó


Sabium.

—La anti-gravedad que emana la antemateria respondió Titanio.

Sabium había estado muy cerca de descubrir la antigravedad; por tanto esta afirmación
le cayó corno un torrente de agua helada que congeló la inercia que llevaba su
interesante conversación.

El frío que el sintió fue emocional, pues allí existía una temperatura ideal y se percibía
un extraño y agradable olor desconocido por los hombres de la Tierra.
Era el saludable olor a Limpio aire sin contaminar.

MIL COLORES

Aquel suave desplazamiento que les ofrecía el ovi, sin ruidos, sin vibraciones y a una
fantástica velocidad, le daba al viaje un toque de encantamiento.
Matilda consideraba a Titanio como si fuese “el Mago de Oz” y no dejaba de comentar
en voz alta todo lo que veía:

— ¡Miren quien viene… allá!—

— Sí, hijita, es la Luna—

— Mira papá, también puedo ver el Sol y no me encandila—

— Acércate Matilda y te explico— habló Titanio:

— Poseemos un campo de fuerza que rechaza las radiaciones innecesarias y


aumenta la visón, fíjate bien y verás a simple vista las manchas solares.

Oh, sí, le estoy viendo las pecas al Sol—

Sabium sonrió levemente. No obstante la firmeza que reflejaba su rostro, consideraba


el buen humor como un factor importante aun en momentos difíciles: “un día sin
sonrisa es un día perdido”, decía.

El Extraguía también celebró el apunte de Matilda… cuidaba que el científico estuviese


de la mejor forma ya que DEBÍA HACERLE REVELACIONES NO MUY GRATAS, y
necesitaría de todas sus fuerza para poder soportarlas.

— Amigos terrestres—: anunció Titanio:

— Pongan atención al más bello atardecer que jamás hayan visto. ¡El Sol se
oculta de nuevo!

Efectivamente, no podía haber espectáculo más hermoso en aquel vasto y curvado


escenario: una gran sinfonía de colores, destellos azules y verdes en todas las gamas
se observaba cuando los rayos del Sol atravesaban las altas capas atmosféricas.

En un rutilante desvanecimiento de matices luminosos continuaron haciendo gala los


tonos amarillo, naranja y, por último, un gran final rojo oscuro.

Pronto la Luna declino pero no se observaron colores… nuestro satélite no tiene


atmósfera.

— ¡Qué raro!— dijo Dylan: —amaneció, anocheció, y son apenas las doce y
veinte minutos de la noche—.

— ¡Caracoles!, ¿qué son esos puntitos fosforescentes que se ven allá?


— Son las luces de las ciudades— respondió Galaxia, y continuó:

—Aprovecho para invitarlos al salón de espera para que descansen y tomen algo.

— ¡Hurra! Eso está muy bien— asintió Matilda.

Titanio, sonriendo, la asió de la mano conduciéndola al siguiente compartimiento. Al


lado de ellos los siguió Sabium.

De último “y algo retrazados” caminaron juntos Galaxia y Dylan. Éste, ante tan gentil
encano, se atrevió a preguntarle.

— Err… ¿Tu mami, Mm… es tan linda como Tú?

— ¡Oh! gracias… Ss... Sí, ella es una reina de verdad; ya la vas a conocer.

Galaxia quedó conturbada; le dirigió una dulce mirada y………. no pronunciaron más
palabras.

UN REFRIGERIO

Después de abandonar la plataforma de observación se situaron en un cómodo salón


triangular donde había varias semiesferas doradas.

—Allí pueden sentarse les sugirió Titanio. Las esferas se acomodarán a sus
cuerpos y a sus posiciones. Podemos brindarles el alimento que deseen… lo
mismo que acostumbran en la Tierra, si así lo prefieren.
Matilda de inmediato exclamó:

— ¡Algo dulce y grande para mí!, gracias.

Sabium, con una leve sonrisa trató de disculparla por su premura. Luego pidió un café.
El gusto de Dylan exigía algo dulce, pero él, queriendo aparentar un poco, dijo
seriamente:

— Me vendría bien un te, por favor.

Los Invitados no podían estar en mejor forma. El Bit-Girox era maravilloso. Una amplia
cúpula transparente les permitía observar, como nunca antes habían visto, enjambres
de millones y millones de estrellas.

Matilda hacia toda clase de movimientos ensayando la silla que se adaptaba


perfectamente a la forma que ella quería. Su inquietud quedó paralizada cuando vio
salir del piso unas torrecillas que contenían los alimentos que habían pedido.

— Pueden tomarlos— invitó Galaxia.

Dylan miró a Matilda con cierta envidiecita, al ver el tremendo edificio de cosas ricas
que le había llegado. Hubiera querido pedir lo mismo pero sintió pena y decidió
conformarse con el té.

Galaxia lo miró y sonrió.

Al instante apareció a su lado otra torrecilla con otro rascacielos de cosas exquisitas.
Sobresaltado exclamó:

— ¡Oh ¡Yo no lo pedí!

—Pero profundamente lo
deseaste— contestó Galaxia.

Los terrestres se miraban


asombrados, mientras la
pequeña le dejaba entrever a
su padre una picaresca
sonrisilla.

CELESTA

Amigos, quiero presentarles


a mi alma gemela y a los 9
cosmonautas que nos
acompañan.

Acto seguido apareció una


dama de irresistible belleza:
sus ojos centellantes como la
luz de las estrellas. Sus
movimientos eran música; sus
facciones poesía; y, por su
dulce y permanente sonrisa, la
catalogaban como el ser más
hermoso en mil mundos. Se
llamaba Celesta.
La consorte de Titanio venía acompañada por varios apuestos jóvenes que vestían
brillantes uniformes. Hubo un cruce múltiple de manos.

Lo que parecía una simple presentación, representaba el abrazo fraternal entre dos
mundos. Era el contacto de nuestra civilización con el resto del Universo.
La conversación adquirió un carácter jovial y amistoso.

Sabium se expresaba con la sencillez que caracteriza a los grandes hombres.


Su personalidad no tenía doble, y esto lo comprendían muy bien aquellos
evolucionados seres. Para ellos, una onza de sencillez valía más que una tonelada de
honores.

Los extraterrestres habían desarrollado otros sentidos de apreciación hasta ahora


latentes en los terrestres. Ellos podían penetrar la mente de los terrícolas y sabían lo
que estaban pensando.

Sólo empleaban las palabras para expresar sus ideas. Entre ellos el principal medio de
comunicación era la telepatía. Uno de los oficiales, dirigiéndose a Sabium, le dijo:

—Respetado señor: Los invito a un viaje a la Luna.

Dylan y Matilda saltaron de alegría. Esto les sonó como un trueno, una aventura más,
de fantasía.

— La propuesta es demasiado tentadora —dijo Sabium— lástima no poder


aceptarla. Demoraríamos días y nuestro regreso debe ser esta misma noche. Se
preocuparán por nosotros en la Tierra; nuestra casa está sola. ¡Podría ocurrir
algo esta noche!

— Si es por tiempo, despreocúpese señor: el viaje demora 36 minutos,


estaremos de regreso mucho antes del amanecer. Aseguró el cosmonauta.

Sabium, asombrado, le inquirió:

Ello implicaría viajar a casi un millón de kilómetros por hora.

—Es normal —respondió él extraterrestre, y agregó—: En dos minutos


alcanzaremos esa velocidad.

—Y, ¿la aceleración?— insistió Sabium.

No la sentirán. Ya sabemos que usted tiene curiosidad de alunizar en el satélite.


Permiso, nos retiramos brevemente.
—Amiguitos —dijo Titanio—: Miren y noten cómo la Luna comienza a hacerse
grande y la Tierra chica. Pronto presenciaremos un eclipse de “Tierra”, y
descenderemos en un cráter lunar.

Así fue: la nave, adquiriendo una increíble velocidad, tomó rumbo hacia la Luna.

UNA GRAN VERDAD

Mientras el Bit-Girox cubría la distancia entre los dos astros, el Extraguía dialogaba con
el científico:

—Debo comunicarle algo de capital importancia para usted y su mundo.

¿Podría acompañarme al otro extremo de la nave? Celesta se quedará con los


Niños.

— ¡Con gusto!

Los dos hombres se dirigieron al otro extremo de la nave. Al pasar por su centro,
Sabium observó algo que le llamó la atención. Era, algo así, como una escultura de
arte moderno.

Estaba compuesta por unas aletas de un material transparente que albergaba en su


centro una esfera de la cual brotaba un raro brillo. No tenía partes móviles ni parecido
a máquina terrestre alguna. Alrededor del conjunto se observaba una cierta ionización
o leve incandescencia debía ser un campo de fuerza. Sabium iba a preguntar algo
cuando Titanio se adelantó:

— Es nuestro sistema antigravedad. Su centro lo constituye un acumulador o


contrarrestador de inercia.

— Nuestros sistemas de control se encuentran situados en el plano superior de la nave


y, en la parte inferior del piso que estamos recorriendo, se almacenan los distintos
materiales energéticos que alimentan nuestros sistemas de desplazamiento y
protección.

Sabium, admirado, preguntó:


— Sus sistemas defensivos deben ser muy Poderosos ¿soportan ustedes
muchas guerras en el espacio?
— No. En el espacio interestelar o intergaláctico no existen las guerras.
Cuando los seres logran la conquista del tiempo y el espacio es porque ya han logrado,
primero, la conquista de si mismos.

— Lo anterior es una ley en el cosmos y obedece a un orden de prelación: Ningún ser


venido del espacio interestelar* es hostil.

— Los seres belicosos se limitan a desarrollar su egoísmo desatando guerras en sus


respectivos espacios interplanetarios, no pudiendo extender su fiereza a otras estrellas.

— Su mente se les cierra y solo creen posible el desplazamiento a otros mundos


utilizando las velocidades finitas de este espacio Tiempo.

—Como pierden sus vidas en diabólicas entretenciones no logran desarrollarse lo


suficiente para manejar y comprender el interespacio, que constituye una forma de
vencer las enormes separaciones existentes entre las estrellas o galaxias.

ORGAN IZACIÓN COSMOBIOLOGICA

Titanio continuó explicando:

— La organización del Universo es perfecta. Ha preparado los medios para confinar a


los seres belicosos y hostiles a sus respectivos espacios planetarios. Se encuentran
habitando mundos ubicados en las afueras o brazos externos de las galaxias donde las
separaciones entre estrellas son insalvables por máquina alguna.

— Hacia el centro de la Vía Láctea las civilizaciones van adquiriendo más desarrollo y
cultura.

—Allí la separación de las estrellas es reducida y las comunicaciones entre sus


pobladores planetarios es frecuente.

— En el centro galáctico la condensación estelar es fabulosa. (Menos de un año luz


entre estrellas) En el centro de la galaxia existen planetas que son verdaderos
paraísos. De ellos brotan potentísimas vibraciones espirituales. El núcleo galáctico es
un verdadero cielo.

— Sus habitantes son seres superiores a nosotros o sea el quinto y sexto grado, o
mundo evolutivo. Recuerda que nosotros, los Alborianos, somos del cuarto grado, y
ustedes, los terrestres, pertenecen al tercer mundo, en este orden cosmobiológico de
siete planos, mundos o esferas existenciales (libro Vida en siete mundos).

— En las afueras de las galaxias habitan los seres del segundo mundo. Poseen formas
corporales groseras y desagradables. Por último, en los confines de esta nuestra
galaxia, habitan, en perdidos mundos de ignorancia y sufrimiento, los seres
demoníacos. Es horrible hablar de ellos.

— Hermano Sabium: nosotros ya hemos descubierto quiénes somos, de dónde


venimos y hacia donde vamos. Los antiguos sabios de la Tierra también percibieron
todo ello espiritualmente. Lo explicaron, mas no los entendieron. Lo escribieron, y el
fanatismo se encargó de sumergir estos conocimientos en un mar de pompas,
ceremonias, ritos, adoración de imágenes y culto a personalidades.

— En la actualidad los grandes maestros de la humanidad se encuentran entre


nosotros. Algunos han alcanzado el quinto y el sexto grado encaminándose, sin
retroceso, a la perfección final.

—En cambio, quienes para predicar se vistieron de sedas, se hicieron coronar como
máximos representantes de la divinidad, utilizaron el oro, la plata y sagazmente
manejaron el dinero en nombre de Dios, se encuentran haciendo lo mismo... pero en
los planetas infernales.

— Sus palabras hacen estremecer mi cuerpo y a la vez me refrescan espiritualmente—


comentó Sabium. Luego preguntó:

—Comandante: si los seres pertenecientes al quinto y sexto grado viven en el centro


de la Galaxia, ¿dónde habitan los perfeccionadísimos seres del séptimo grado?

— Él o ellos son incorpóreos. No necesitan de un mundo manifestado o físico; de


hecho, son inmortales. Existen más allá de toda dimensión física. No viven en el tiempo
ni en el espacio. La eternidad es su morada.

— ¿Por qué dice El o Ellos?

— Porque Allí, en ese desconocido medio, es donde se funden los egos en uno solo,
formando el colosal Ser que habita la Inmensidad eterna.

EL GRAN SUSPENSO

Pasando a otro tema, Sabium puntualizó:

— La guerra es horrible porque hombre supera en ella la fiereza del felino.

Tranquilízate: El que sabe sufrir sufre poco. Respondió Titanio y continuó:


— Nada viene por casualidad, en todo existe un definido propósito. El Universo
siempre se encamina hacia la perfección. La justicia sufre tormentas pero no naufraga.

— Es cierto— contestó Sabium. Más algo me preocupa: los hombres que aman la
guerra son sagaces.

Titanio respondió: — La sagacidad tiene límites; en cambio la sabiduría es ilimitada. Lo


falso, por más que se eleve, nunca alcanzará la verdad. El que ama el mal el mal le
llega y nunca podrá triunfar.

— Bien amigo— Continuó Titanio. Llegó la hora de comunicarte algunas cosas muy
importantes:

—Usted ha sido elegido para ayudar a sus hermanos terrestres a soportar una
catástrofe de características ecuménicas que se avecina. Nos queda poco tiempo.

—UNA SERIE DE HECHOS CAMBIARÁN BRUSCAMENTE LA FAZ Y TODOS LOS


SISTEMAS QUE OPERAN EN LA TIERRA.

¿De qué se trata? preguntó Sabium.

CAPITULO 4

GRANDES VERDADES
En esta forma Titanio alertó a Sabium acerca de los últimos tiempos de esta
humanidad:

— Un gran cambio ocurrirá en la Tierra. Muchos de sus sabios lo han anunciado


pero no les han hecho caso. Una serie de profecías o señales se han dado cita en
esta época.

— Por ello estamos aquí: seres superiores a nosotros —del quinto mundo evolutivo—
nos ha enviado en misión de ayuda.

— Exactamente, ¿de qué se trata? —Preguntó Sabium—.


—La época de ignorancia está muriendo y una luminosa era se abre paso; ambas son
antagónicas. Esto generará un violento cambio —explicó Titanio y advirtió—:

— Quienes con tanto afán, egoísmo y maldad consiguieron lo que tienen, para luego
dedicarse al placer de los sentidos y contaminar el mundo, les será difícil desprenderse
de sus posesiones, habrá mucha tribulación y momentos de angustia. La humanidad
pronto recogerá el fruto de su irracional comportamiento.

— Los hombres han hecho sufrir a humanos y a animales. Han tratado de apagar la
violencia con más violencia creyendo poder limpiar el lodo con más lodo.

—Han fabricado dioses, a su gusto, para que toleren las atrocidades. Han seguido
religiones, de hombres, que se acomodan a gustos particulares y egoístas, haciendo lo
que no se debe y no efectuando lo que se debe.

Sabium, abrumado, agregó:

— ¡Oh! sí, es verdad: los hombres se han vuelto petulantes, egoístas, amadores de los
placeres y se han olvidado de su esencia espiritual. Todos aspiran a una vida dichosa
pero pocos saben en qué consiste.

— La soberbia y el egoísmo carcomen nuestro mundo. La sagacidad ha permitido


fabricar toda clase de artimañas para explotar el sudor de los demás y con el producto
complacer ambiciones viles.

— Si suprimiéramos el derroche, las excentricidades humanas y lo que se gasta


inoficiosamente, podríamos desterrar el hambre de la faz de la tierra. No obstante el
miedo y el egoísmo no dejan— concluyó Sabium.*

*En los países desarrollados, la gente sirve en sus mesas más de lo que pueden
comer. Se ha efectuado un cálculo: con los alimentos que botan a la basura o que
desperdician en una u otra forma, se podría alimentar al resto de personas que nada
tienen.

Datos confirmados recientemente nos informan que en el mundo se gasta en


armamentos y fines bélicos suficientes para acabar con la pobreza en el mundo. Los
franceses gastan tres veces más para el mejoramiento de la raza caballar que lo que
gastan para el desarrollo de los pueblos atrasados.

En los Estados Unidos la producción de alimentos para perros representa, por cabeza,
la renta de un padre de familia en un país atrasado.
Se sabe que muchas damas adineradas se bañan en tinas llenas de leche, tratando de
conservar su efímera belleza; mientras desesperados padres de familia venden su
sangre para poder llevar a sus hijos un solo trago de ese alimento.

Con lo que la gente –que mucho tiene— derrocha en lujos, extravagancias y vicios se
puede alimentar a todos los seres de la tierra, sobraría para que todos tuviésemos una
vida cómoda.

El gran Ser no hizo un planeta que no pudiera alimentarnos: La Tierra es bella, fértil y
produce alimentos en abundancia.

Sin embargo, en el solo momento que usted tomó en leer estas últimas líneas, la
Madre Tierra vio morir a miles de sus hijos vencidos por la desnutrición, las
enfermedades y la falta de atención.

—Tampoco alcanzo a explicarme continuó Sabium, cómo la más austera sociedad se


reúne en un coliseo “de herencia romana”, se lanzan en una orgía de sangre, muerte,
vino y clarines. Gozan con el dolor que siente un ser al propiciársele una muerte lenta
y cruel, ejecutada por un hábil, experto y abominable verdugo.

— Mientras la sangre brota y el acero se hunde en la carne, aparecen las risotadas y


los aplausos. ¡Hasta dónde llega la crasa ignorancia y bajeza que llaman a esto arte!

— Es más: involucran en esta sangrienta orgía a sus divinidades para que sean
cómplices de tan execrable crimen. Pobres hombres, no saben que pronto llenarán un
mar con sus lágrimas.

— Se creen superiores por burlarse y hacer sufrir a un ser inferior. ¡Oh ironía! Aún en
mi pequeñez los veo como monstruos gigantes y testarudos—. Sabium cambió el tono
de su voz y exclamó:

— ¡Esto es desesperante señor Titanio!

Quiso agregar algo sobre contaminación, deterioro social y guerras, pero su boca se
llenó de amargura y las palabras se ahogaron; la pena mordió sus entrañas y el
invierno de los ojos le inundó el alma. Las penumbras inquietantes de un futuro caótico
le agobiaban.

—No te aflijas amigo —dijo Titanio—: Las preocupaciones del presente solo servirán
para menguar la fuerza que necesitaremos en un futuro próximo.

IDENTIDAD DE LOS EXTRATERRESTRES


—Dígame comandante, ¿de dónde vienen ustedes y qué más conocen de nuestra
civilización?

— Venimos del planeta Alborada, hemos alcanzado del cuarto mundo o grado
evolutivo. Pertenecemos a la Confederación Interestelar Electra, conformada por cien
millones de planetas habitados.

— Vigilamos estrechamente el comportamiento de las civilizaciones del primero,


segundo y tercer plano evolutivo; a este último pertenecen ustedes.

— No intervenimos directamente sino en ocasiones extremas y por órdenes superiores.


No somos conquistadores ni seres hostiles;
no obstante, podemos frenar cualquier intento de involución: esto ya lo hecho varias
veces acá en la Tierra.

Sabium, impresionado, comprendió como, en pretéritas edades, los extraterrestres


habían intervenido en una serie de castigos o ayudas a la humanidad: Hechos que
hasta ahora no tenían clara explicación científica. Lo anterior le indujo a preguntar:

— ¿Por qué la humanidad ha tenido que soportar tantos castigos?

— Le explicaré brevemente: no existen castigos sino consecuencias: la evolución de


los seres, cuando actúan en masa, debe mantener siempre un ritmo evolutivo
ascendente. Pero, cuando una raza o pueblo degenera comienza la involución y sus
almas se precipitan a los abismos infernales, teniendo que soportar las más bajas y
espeluznantes formas de existencia.

— Por tanto deben ser aniquilados como tratándose de una plaga maligna; logrando,
de este modo, frenar ese retrógrado y degenerado impulso. Si no fuera por esos
“castigos” ustedes habitarían un mundo de formas demoníacas, bien imaginadas por
Dante Alighieri.

— ¡Ah! —Exclamó Sabium— ¿entonces ese “jalón de orejas” que recibió la


humanidad en Sodoma y Gomorra fueron dos bombas atómicas lanzadas por ustedes?

— No utilizamos armas nucleares —confirmó Titanio—. “Ese jalón de Orejas” se llevó a


cabo con un rayo plasmático que acabó con esa corrupta sociedad en una millonésima
de segundo.

— El Diluvio —continuó explicando— fue un proceso más lento que llevamos a cabo al
descompensar temporalmente los ciclos climáticos en las diferentes capas de la
atmósfera. En la época actual, si no es frenada la contaminación, podrá ocurrir algo
semejante por ustedes mismos originado.
— Habrá veranos muy prolongados e inviernos muy crudos, difíciles de soportar:
lloverá donde nunca ha llovido, caerá nieve donde nunca se esperaba. El agua dulce
comenzará a escasear y se hará insoportable el racionamiento en las ciudades.

— Se precipitará el deshielo de grades masas polares, que harán subir el nivel de los
océanos, sumergiendo todas las ciudades costeras. Las presiones por el efecto
causadas harán ceder las platinas que soportan los continentes, originado terremotos y
cataclismos que cambiarán la faz de la Tierra.

— Las fuertes nevadas y las exageradas olas de calor que han soportado en estas
últimas décadas, fueron causadas por la contaminación.

— Más no te aflijas ilustre huésped: el dolor afina más el temple de las almas y nunca
viene en vano: después del diluvio, “el Verbo Solar” —el magnifico Ser del sexto mundo
que es la luz y la vida—, prometió que una destrucción total, por parte del cielo, no
volverá a ocurrir.

—Venimos en misión de ayuda y no de castigo. Estamos aquí, nuevamente, desde


1960. Nos fue fácil determinar la época en que ocurrirán “aquellas cosas” anunciadas
en uno de sus libros sagrados. Los síntomas que la humanidad presenta ahora son
claros.

El libro de los profetas les advierte con claridad acerca de los últimos tiempos. En
Mateo 24:3-45 dice:

-“Estando sentado en el monte de los olivos se acercaron a El los discípulos diciendo:


Dinos ¿Cuál será la señal de tu presencia y la conclusión del sistema de cosas?”.

El gran maestro Cósmico, en varios apartes, dijo:

—“Se levantará nación contra nación y reino contra reino”. Este no será el fin; sólo el
principio de dolores y afiliación.

“El Cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

(Los interesados en comprobar estas profecías, deben leer en la Biblia Cristiana:


Mateo 24 de 1 en adelante hasta 42 .Además:

Timoteo 3:1-5

Sabe esto, que en los últimos días presentarán tiempos críticos, difíciles de
manejar .Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero,
presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres desgraciados, desleales,
sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin gobierno
de si mismos, feroces, sin amor de la bondad, traicioneros, testarudos hinchados de
orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma
de devoción piadosa mas resultando falsos a su poder; y de éstos apártate”.

2 Pedro 3:3,4

-En los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios
deseos y diciendo: “¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en
que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan
exactamente como desde el principio de la creación”

Mateo 24: 42,44

-Manténgase alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor. Por este
motivo, ustedes demuestren también estar listos, porque a una hora que no piensan
que es, viene el Hijo del hombre”.

1 Tesalonicenses 5: 3

“Cuando sea que ellos estén diciendo: Paz y seguridad entonces destrucción repentina
ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y
no escaparán de ninguna manera”.

Mateo 24: 7

“Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino”.

Mateo 24: 34

-En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan
todas estas cosas”.

Mateo 24:37-39

“Así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. Porque así
como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres
casándose y las mujeres dándose en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el
arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos; así será la
presencia del Hijo del hombre”.

Mateo 24: 24

Estas buenas nuevas del reino se predicaron en toda la tierra habitada para testimonio
a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”.

Marcos 13: 32
Finalmente puntualizó Titanio: —En cuanto al momento exacto nadie lo conoce, Así
como se arroja un felino sobre un cabrito que pasta tranquilamente, así fue anunciado
aquel fatídico instante.

Cuando estén pregonando una falsa paz y seguridad, las consecuencias sorprenderán
a los hombres antes de haber culminado sus desenfrenadas ambiciones.

SUPLICIO DE SABIUM

Sabium, clamó interpelando:

—Todo esto es cierto, por favor, Comandante, ayúdenos; regresemos a la Tierra y


anunciemos a la gente que algo terrible va a ocurrir; todos deben cambiar, allí donde se
encuentre un hombre hay ocasión de hacer el bien. —A esto respondió Titanio
pausadamente:

— En la postrera hora no hay nada que hacer. La gente ha tenido estos anuncios a
raudales. Profetas y enviados, de diversas religiones, han predicado en todas las
formas y no les han hecho caso.

— Si usted fuera a advertirlos lo tildarían de loco, se burlarían, lo encarcelarían y hasta


lo matarían. Ríjase por las experiencias.

— Pero ¡Señor Titanio!, a ustedes les harían caso; además, tienen la facilidad de frenar
cualquier rebelión con sus equipadas y poderosas naves.

— No hermano Sabium: La razón no quiere la fuerza, ni la fuerza la razón. Cuando el


corazón está embarrado por los vicios, los oídos se hacen sordos al consejo.

— La evolución es natural y libre en el ser que se encuentra recorriendo la senda. No


puede ser obligada o interferida a no ser, en casos extremos de involución y por
órdenes superiores, como anteriormente le expliqué.

—Profetas y enviados ejemplarizaron –no obligaron—. Recuerda: el maestro es quien


guía los pasos, pero es el alumno quien tiene que darlos.

— Ahora la humanidad se encuentra sola frente al destino que ella misma forjó: El que
siembra errores recoge catástrofes.

Más no te inquietes por nada, gran amigo: ni por aquello que es imposible cambiar, ni
por aquello que necesariamente tiene que llegar.

DIVAGACIONES DE SABIUM
Sabium se quedó sensiblemente preocupado mas no extrañado. Recordó frases que
oyera de sus maestros:

—Pobres hermanos míos: han perdido el tiempo preparando un pesado equipaje para
un corto viaje. Han creado toda clase de necesidades innecesarias. No se dan cuenta
que aquí necesitamos poco y por poco tiempo.

—No vale la pena perder la salud buscando dinero, para luego perder el dinero
buscando salud. Oh, “romeros”, no saben de la vida las verdaderas finanzas.

—El camino de la mente ha estado sucio de ignorancia. Una de las glorias de esta
civilización hubiera sido mejorar la suerte de hombres y animales… han hecho lo
contrario.

— He resistido a los soberbios… ahora les tengo compasión. Cuanto tiempo han
perdido en banquetes, y como se ufanan en sus ostentosas fiestas cuando, al menor
movimiento de la mano, acuden sus sirvientes a limpiar los esputos de sus borrachos.

— Algunos duermen el sueño ajeno y caminan los pasos del otro. Y, en ese inútil
ajetreo social, por alcanzar un puesto “honroso”, el uno interrumpe el descanso del
otro, haciéndose desgraciados mutuamente.

— No les ha quedado tiempo de vivir ni pensar en lo eterno. Ahora tendrán que


soportar pacientemente lo que no quisieron evitar debidamente.

— Oh potentados sin alma, si un achaque les amonesta se mueren de susto; y, cuando


la muerte les ronda, se arrodillan a los pies de los médicos poniendo a disposición todo
el dinero que fue el causante de su inevitable desgracia”.

— Oh amados hermanos: cuán inpreparados habéis llegado a esta mala hora. Yo sabía
que esto no podía continuar así. Mas no debo irritarme… por más que me ofusque, las
circunstancias permanecerán sordas ante mi cólera. La desesperación nada remedia.

EL FABULOSO MUNDO DE LOS NIÑOS

Mientras los dos hombres analizaban la crítica situación, en el salón opuesto se trataba
temas no menos interesantes.

—Mi padre —decía Galaxia— nos ha llevado a conocer mundos de fabulosa fantasía.
El planeta más exótico del sistema solar es Saturno. Es muy bonito. Su inmenso anillo
lo circunda completamente.

—El más hermoso de todos, según duda alguna, es la Tierra. Lástima que la hayan
tratado mal. El aire está muy sucio y tiene olor fastidioso.
Al oír esto, Matilda respondió:

— ¡No en todas partes!, nosotros tenemos un jardín muy bonito y las flores huelen
muy bien.

GENTE BUENA Y MALA

Dylan agregó: —también existe gente muy


buena. Sólo algunos hombres que,
apegados a sus posesiones y apoyados
por su dinero, se hacen coronar como
reyes. Cuando ven que no pueden cumplir
lo que prometieron, siembran el odio entre
los pueblos.

En esta forma es como, estos malos


políticos declaran la guerra; son los
jóvenes los que tienen que pelear, y
somos los niños los que pagamos las
consecuencias.

Esos gobernantes no son valientes:


sentados cómodamente en sus protegidos
refugios, llenos de comodidades, ven las
matanzas en películas que ellos les
obligan a filmar a los pobres soldaditos
que se juegan la vida por nada.

— Cuando estos tiranos se han saciado de muerte y destrucción, hacen fiestas y


algarabías para firmar tratados de paz. Llenan sus gordotes pechos de todo tipo de
medallas, y salen a sus balcones, obligando a los mutilados ejércitos a que les rindan
honores militares.

— Te aseguro, Galaxia, que los soldaditos que pelean y las madres y ancianos que
sufren no son malos. Hay mucha gente en nuestro planeta que desean el bien y no
están de acuerdo con estas cosas.

— Nosotros no podemos hacer nada, nos consideran chiquilluelos irresponsables y nos


ocultan la verdad. Sólo nos entretienen con toda clase de juguetes y juegos digitales:
tanques que despiden luces mortales, pistolas, aviones bombarderos y acorazados
buques de guerra, hechos a escala de los verdaderos.

— Para eso sí emplean toda la técnica; mientras en los hospitales para niños pobres,
los médicos tienen que trabajar con pinzas rotas.
— Desde pequeños nos enseñan a manejar la pólvora detonante, para que nos
acostumbremos a los ruidos y horrores de la guerra, pero nuestro padre nos ha
enseñando que el ruido no hace bien… y el bien no hace ruido.

— Mira Galaxia: no me vas a creer. Yo tengo un amiguito que le falta un ojo y, a un


compañerito de Matilda, le faltan tres dedos. Esto debido a la pólvora que le regalaron
sus padres para que se quemaran; ellos, como mayores, sí sabían el peligro.

EL PLANETA ALBORADA

— Al contrario —explico Galaxia—, en nuestro mundo los ancianos son muy


respetados por todos. Ellos renuncian a toda actividad y se dedican a la meditación y
contemplación de La Naturaleza, disfrutando de la sabiduría obtenida en su larga vida.
Gozan de todas las comodidades y son objeto del máximo cuidado y veneración.

-¿Cómo es tu planeta? –preguntó Matilda.

— ¡De fantasía! para ustedes sería como llegar al país de las hadas. En Alborada no
hay ladrones ni nadie que haga mal a los niños. Podemos dar la vuelta completa
alrededor del planeta, sin compañía de nuestros padres, porque todos nos quieren y
nos cuidan. Nos transportamos en “Vilox”.

— ¿Qué es eso? —Preguntó Dylan—.

— Lo que equivale a los automóviles –respondió Galaxia—.

—Ustedes deben ser muy ricos. ¿Cuántos Vilox de esos tienen? Preguntó Matilda.

—Nosotros no somos ricos ni pobres: Allí no existe el dinero.

—Todos tenemos lo que necesitamos y podemos usar el vilox cada vez que sea
necesario —explicó Galaxia—. Y agregó: el dinero sólo es útil para la explotación del
hombre por el hombre.

— ¿Son muy difíciles de manejar los vilox? –Preguntó Dylan—.

— Se manejan solos; nunca se chocan ni ocurren accidentes. No atropellan a nadie, no


se varan ni echan humo, y se desplazan a una gran velocidad —explicó Galaxia—.

— ¡Caramelos! —Exclamó Matilda— si estuviera allá montaría todo el día en vilox.

— ¡Los invito a nuestro planeta Alborada!

—Pero… ¿y tu padre qué diría? —pregunto David.


— Sé lo qué él esta pensando y él sabe lo que yo estoy diciendo. Creo que no está
lejos el día en que montarán en vilox y podremos desplazarnos por todo nuestro
planeta Alborada, sin compañía de una persona mayor —terminó diciendo Galaxia.

LLEGADA A LA LUNA

Sabium y Titanio se reunieron nuevamente con los niños.

—Amigos —dijo el comandante—: Estamos llegando a la Luna. Sigamos a la


plataforma de observación. Pronto estaremos detrás del satélite que, mostrándonos su
cara oculta, nos eclipsará la Tierra.

—Padre, ¿por qué la Luna nos muestra siempre la misma cara? —Preguntó David,
Sabium le explicó:

—Cada vez que la Luna da una vuelta alrededor de la Tierra, gira una vez sobre su
propio eje; así muestra siempre la misma cara. Observen el mar de la tranquilidad, allí
alunizaron nuestros astronautas por vez primera.

—Nos encontramos a trescientos ochenta mil kilómetros de la Tierra —explicó el


comandante— miren los circos o cráteres. Antes de alunizar en uno de ellos daremos
una vuelta completa alrededor del satélite.

Todos miraban aquellos astros de trillones de toneladas, suspendidos en el vacío,


colgados del infinito. Rápidamente comenzaron a penetrar en la parte oscura de la
Luna. El Sol se ocultó bruscamente. No hubo el atardecer multicolor que habían
apreciado cuando daban la vuelta alrededor de la Tierra.

La Luna no tenía atmósfera. Esta última es la encargada de suavizar el brusco


contraste que ocurre cuando la puerta del horizonte se cierra rápidamente ocultando el
Sol.

En ese entorno, el astro rey desapareció completamente. Sin embargo, una lumbre
azulada se perfilaba en ese ocaso maravilloso.

Era la Tierra que todavía los miraba, mostrándoles su gigantesco y luminoso cuarto de
menguante; pero, como vagaba desprevenida, también se la tragó el horizonte lunar.

Los viajeros se encontraban en la más tremenda oscuridad. En la Luna no se veía las


motitas fosforescentes que habían divisado cuando recorrían la parte oscura de la
Tierra. Allí no había ciudades.

UN EXTRAÑO PRESENTIMIENTO

Al mirar hacia el lado opuesto del satélite, se observaba miríadas de estrellas, con sus
ingentes abismos de millones y millones de años luz de profundidad.

En los inmensos desiertos galácticos se levantaban polvaredas de mundos que


vagaban en un Cosmos Eterno e incomprensible para el humano entendimiento.
Sabium, en silencio se preguntaba:

— ¿Somos, los seres humanos, parte de lo más pequeño que existe en el


Universo? o, por el contrario, ¿nuestra mente nos permitirá llegar hasta los más
recónditos abismos del Infinito espacio, por ser nuestra existencia parte de un
inmenso Ser, infinito y eterno?*

Por otra parte, los niños estaban aterrados al sentir el imponente espectáculo
extraterreno. El silente espacio los estremecía. La inmensidad absoluta de los abismos
espaciales los sobrecogía.

Hubo un momento de expectación.

Fue interrumpido por el grito de Matilda que detectó algo anormal.

— ¡Miren!, ¡una fuerte luz!

—Son muchas luces —repuso Dylan— debe ser, allá, en la Luna. ¡Y están
formando una gigantesca cruz!

Titanio en ese instante estaba dirigiendo al parecer unas órdenes mentales a los
controles del Bit-Girox.
La nave fue rodeada, en apariencia, por un gas traslúcido que apenas se percibía por
sus leves reflejos. Era una poderosa coraza magnética que los protegía contra todo
tipo de radiaciones o ataques peligrosos.

Sabium, luego de haber observado el fenómeno, y sin dejar de ocultar su asombro, le


preguntó a Titanio:

— Comandante: por favor, infórmenos acerca de esas extrañas luces que


rápidamente se dirigen hacia nosotros.

*Dios no interviene directamente, en los actos humanos: El dolor no es un


castigo de Dios sino una consecuencia directa del error. Pecado no existe. Existe
la ignorancia que trae consigo el sufrimiento, y existe la sabiduría que trae
felicidad.
Manejamos la energía Divina y con ella nosotros mismos nos elevamos o nos
castigamos.

Dios no es un señor de barbas blancas que juzga, prefiere o castiga, según le


venga a bien. Diminutas son las mentes que conciben un dios tan pequeño. (Si
los toros concibieran un dios lo harían con cachos).

Los actos humanos son controlados directamente por seres del cuarto mundo.
Estos, a su vez, son regidos por seres del quinto y sexto mundo. (Planos,
grados, esferas existenciales, o mundos evolutivos, es lo mismo).

Las religiones cristianas llaman a los citados seres, superiores en evolución:


ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones.

Los orientales, en general, los llaman: semidioses o Devas. Los cosmobiólogos


los llaman: nuestros hermanos mayores del cosmos. De otra parte son llamados,
simplemente, extraterrestres.

No obstante, todos los anteriores seres, citados en los diferentes estados, no


son Dios. Aún van en su busca y, a la vez, ayudando intervienen en actos de los
seres que están en grados anteriores a su evolución.

Los hombres (del tercer plano) estamos obligados a ayudar a los animales.
No debemos asesinarlos cruelmente para llenar nuestros estómagos con sus
cadáveres. Ello constituye un barbarismo que irá desapareciendo a medida que
se disipe la nube de la ignorancia.

Debe recordarse que Dios no vino a salvar al mundo; envió a “Su”


representante:
Cristo, su hijo —un ser del sexto grade evolutivo-.

Nosotros también somos hijos del Gran Todo. Sólo que estamos atravesando la
tercera esfera, aspiramos a la cuarta, y llegaremos a los grados superiores.
Lo anterior demuestra que Dios no interviene directamente en los actos
humanos. Sin embargo, como dijo el apóstol Pablo:

En Dios vivimos, nos movemos y “somos”.

CAPITULO 5

LA GRAN SORPRESA
La familia Sabium se encontraba en el lado oscuro de la Luna.

Ebrios de Galaxias, eclipses, luces y velocidades, sintieron el vértigo de las


profundidades espaciales.

Desde los ingentes abismos del cosmos, un extraño soplo de grandiosidad


penetraba sus cuerpos y les refrescaba el alma.

En forma intempestiva Matilda había dado la voz de alarma. Un inexplicable


enjambre de luces brotaba de la oscuridad lunar. Parecían legiones de terribles
fantasmas de otros mundos que se acercaban.

El comandante daba órdenes mentales al centro de control del Bit-Girox, al tiempo que
Sabium solicitaba información al respecto. Los nervios se relajaron cuando Titanio,
sonriendo, le respondió:

— ¿No las conoces? ¿No te es familiar esa forma de cruz?

Sabium, emocionado, exclamó:

— ¡Las bases lunares “Alfa” y “Centauro”!

— Son nuestras: yo participé, desde la Tierra en su construcción. Jamás imaginé que


pudiera verlas tan cerca. Estaba desprevenido. Esto para mí es como un sueño.
BASES ALFA Y CENTAURO

Efectivamente, las más potentes naciones habían iniciado la


construcción de sus propias y gigantescas bases lunares.

Los “dueños del Mundo”, unidos por una gran farsa y


egoísmo hacia sus congéneres, habían iniciado la
construcción de las bases, con dineros de los pueblos pero
para el servicio de unos pocos. Querían autoprotegerse en
forma independiente —ellos solamente— en caso de una
extrema contingencia global.

Los científicos, algunos engañados y otros cómplices,


lograron crear las dos gigantescas bases, Alfa y Centauro. Se
dividían ambas por el centro formando una gigantesca y luminosa cruz.

Sabium fue engañado cuando le presentaron el proyecto como un logro científico para
beneficio de la humanidad. Él, desde la Tierra, había diseñado las superbaterías que
suministraban la energía necesaria en las bases. Los poderosos faros de plasma
alumbraban una extensa zona lunar, apreciándose a gran distancia.

Titanio había dado la orden de cubrir la nave con un


campo magnético que absorbía todas las ondas
emitidas por los radares de las bases. En esta forma el
Bit-Girox no podría ser detectado por los astronautas
terrestres que se encontraban en la Luna.

A petición de Sabium sobrevolaron las bases para


apreciarlas en detalles.

El científico no quería perder ningún detalle de las primeras construcciones hechas por
el hombre en otro mundo. Con gran sorpresa pudo divisar la descomunal rueda
trasportadora, que él, fundamentándose en la tecnología Kirova, había diseñado para
que pudiera salvar obstáculos y rodar soberana por superficies llanas.

Él conocía detalles en fotografías de su obra, pero nunca le dieron información


detallada. Asombrado, comenzó a preguntarse:

— ¿Qué van a decir mis compañeros, en la Tierra, y los colegas que se encuentran
aquí en la Luna, cuando les cuente que estuve cerca? No me van a creer. No podré
decirles nada.

— Ya sé por qué algunos astrónomos no ven los ovnis: cuando se encuentran en el


espacio no emiten luz. Además el radar y los radiotelescopios no los detectan porque
poseen un escudo que cancela y absorbe las ondas electromagnéticas sin reflejarlas.
— Ya creo que la gente sí los ha visto. ¡Obvio! Cuando penetran en la atmósfera, el
sistema de navegación gira a una velocidad cinético-lumínica que ioniza el aire y emite
luz.

— ¡Todo está correcto! ya entiendo. A pesar de todo, voy a tener que quedarme
callado; ¡me creerán loco o iluso! Qué pena; así he llamado a los que insistían antes
sobre los ovnis. Debí haber investigado antes.

— Cuando el río suena piedras lleva y este río ya ha sonado lo suficiente durante
mucho tiempo. No le habíamos prestado la debida atención. Al fin y al cabo nadie tenía
pruebas contundentes. Muchas veces los científicos necesitamos ver, oler y tocar para
creer. Nadie nos había traído un ovni hasta nuestro laboratorio para convencernos.
Ahora tampoco me van a creer, a no ser que…

PERFECTO ALUNIZAJE

Un brusco amanecer hizo suspender el pensamiento del científico. El horizonte Lunar


no tenía atmósfera que suavizara el repentino contraste de luz y sombra. Nada de color
azulado, ni arreboles; la Luna estaba “muerta”. La vida como la conocemos allí debía
reposar en condiciones artificiales.

El Bit-Girox adquiría una fantástica velocidad al contornear la superficie selenita. El Sol


se erguía rápidamente. Sin vibración, sin ruido, el aparato comenzó el descenso en la
Luna. Los Sabium’s percibían aquel alunizaje como si estuviesen estáticos en un salón
de cine con pantallas colosales que mostraban mundos enteros y reales.

Sin producir ningún sonido, la nave se posó en la Luna.

— Podemos salir —invitó Titanio—, un campo de fuerza nos protege individualmente.


Aprecien un maravilloso y extraño panorama.

Como en un país de maravillas, nuestros personajes se encontraban al borde de una


inmensa roca. No tenían trajes espaciales. Una gran burbuja magnética saturada de
oxígeno los cobijaba y protegía de las mortíferas condiciones de ese mundo artificial.
En la Luna, el peso de sus cuerpos era muy inferior y se sentían ligeros.

Matilda agarró a su padre a la altura de las piernas, lo levantó y dijo: — soy


superman.

Todo transcurría alegremente. Apreciaron el inmenso circo o cráter lunar. Al fondo de


éste se divisan otros cráteres más pequeños. La Tierra se asomaba aparentando ser
una gigantesca luna azul.
— El padre de los planetas arrojaba brillantes y amarillentos rayos sobre las bruscas
protuberancias del satélite formando marcados contrastes de luz y sombra.

REGRESO A LA MAJESTUOSA MADRE TIERRA

Titanio los invitó a entrar en la nave para emprender el regreso a casa. Les había
prometido no demorarlos y ya era las dos de la madrugada. En ese corto lapso habían
vivido una completa odisea jamás soñada.

Abandonaron la Luna. Sus miradas sensitivas se posaban en aquella superficie “sin


vida”. A pesar de ser el astro de los poetas y enamorados, desde allí inspiraba frío y
desolación. Las mortíferas radiaciones solares y los terribles proyectiles meteóricos la
azotaban implacables. La valiosa atmósfera la había abandonado no pudiendo albergar
naturalmente vida en la forma conocida.

La hermosa Luna, con su nocturno plata, era cómplice de grandes romances. Más, no
sólo conocía amores: desde su altura también presenciaba odios gigantes.

— Qué lástima —comentó Celesta—, siento tristeza cuando veo un astro sin
atmósfera. El sutil elemento gaseoso es fuente de vida. En cambio, miren la Tierra, ¡es
el planeta más hermoso del sistema solar!

— Sí, ¡sí! —Comentó Sabium, emocionado— ¡Esa es nuestra hermosa morada, ¡miren
la atmósfera que bella la hace lucir!, allí están nuestros hermanos, los quiero a todos,
lástima que estén tan equivocados. Cuando regrese diré lo que he visto y les predicaré
que debemos cuidar esa joya porque es un milagro de la Vida toda.

— Somos el resultado de miles de años de evolución y no echaremos a perder todo


ese trabajo por egoísmo. Desventurado el que no tiene quién lo amoneste cuando lo
necesita. Ahora aconsejaré a mis hermanos. ¡Es la hora!

— A mí me invade un huracán de alegría. No existe hombre, por malo que parezca,


que no tenga cualidades. Aún es tiempo de cambiar. Todos valen la pena.

— En el cosmos existe un orden maravilloso y todo tiene un definido propósito: los


seres se encaminan al bien y la perfección.

— Tenemos a nuestra disposición el conocimiento divino. No más preocupaciones por


las cosas pequeñas: es nuestra la inconmensurable grandeza del Universo.

RELAJACIÓN

Titanio comprendió que Sabium estaba excitado y los invitó al salón de descanso en
donde se acomodaron de nuevo en las deslumbrantes sillas. Sabium preguntó:
— Comandante, estos sillones son de una sola pieza. Están hechos de un
extraordinario material que nosotros no conocemos.

— Tú ya lo conoces —afirmó Titanio—: están hechos de Magnetryón.

Sabium sorprendido exclamó:

— ¡Cómo puede ser!

Sí —afirmó el comandante—, su uso es ilimitado. No te alteres amigo; ya tendremos


tiempo de profundizar sobre tu maravilloso descubrimiento el cual no debes enséñalo a
los hombres actuales porque lo utilizarían para la guerra.

Por ahora les vendría a ustedes un buen descanso; han recibido muchas emociones
seguidas y es prudente un poco de relajación.

Todos aceptaron la sugerencia de Titanio y comenzaron a relajarse sobre los cómodos


asientos. Se escuchó un murmullo melodioso que refrescaba la mente.
Era el susurro de los astros en sus rítmicos movimientos. La armonía de las esferas
celestes estaba siendo traducida a una música que aún no conocemos pero
llegaremos a conocer (música óptica).

La nave se deslizaba silenciosa con dirección a la Tierra. Dylan no veía la hora de


llegar para contarles la gran odisea a sus amigos de la metrópoli.

UNA TERRORIFICA VISIÓN

Un aire de paz y tranquilidad se respiraba en aquel ambiente. Una sinfonía de sonidos


cristalinos contrastaba con armónicas dermistrónicas que invitaban a la distensión
hipnótica. Matilda se había dormido completamente y una tenue luz púrpura daba al
ambiente un toque de evocación paradisíaca.

¡De repente!, Sabium emitió un fuerte grito de terror. Sus ojos desorbitados se le
querían salir. Extendió los brazos y estiró sus dedos en actitud de espanto.

Matilda dio un salto, y al ver la expresión de su padre reventó en llanto. Titanio y


Celesta corrieron a auxiliarlo.

Sabium llevó las manos a su cara y se retorció. Sintió hervir la sangre y sus venas se
hincharon; una sombra velaba su semblante.

— ¡Papá¡, papá despierta: tienes una horrible pesadilla —gritó Dylan—.


Esta escena fue muy dura para los niños. En ninguna ocasión habían visto llorar a su
padre, y en esta oportunidad lo hacía como si fuese un niño. Difícilmente comenzó a
hablar:

— Ac… acabo de ver algo espantoso: a millones de seres se les iba la vida.
Los vi pidiendo ayuda. Vi cómo clamaban al cielo rogando el perdón, hombres,
mujeres, madres y niños.

Celesta tomó las manos de Sabium y, con su dulce voz, le dijo:

— Tranquilícese, cálmese por favor… fue una horrible pesadilla.

En ese instante comenzaron a sonar las alarmas del Bit Girox y se escuchó un
llamado.

Sin pérdida de tiempo Titanio subió al compartimiento de mando y allí comprendió lo


que ocurría. Acto seguido, se dirigió a los 144 mil extraterrestres que conformaban su
formidable flota:

—Atención a todos los Bit Girox:


alarmas al rojo, máxima velocidad.

— Rodeen la Tierra de inmediato y


tomen sus posiciones de auxilio.

Ocurrió lo que esperábamos… y


temíamos:

— Se desató en la Tierra, con infernal


furia, ¡la temible guerra atómica!

ADVERTENCIA: No obstante este libro haber sido escrito en el género literario de


ficción científica, dado las fuentes extraordinarias de donde se extrajeron sus datos, el
autor advierte que todos los sucesos ocurrirán punto por punto y detalle por detalle.
Infortunadamente nada se puede hacer para que esto no ocurra… ya se llegó al tiempo
de no regreso.

Por razones tan evidentes, los invitamos para que examinen con atención los
próximos capítulos que informarán, detalle por detalle, los senderos por los
cuales indefectiblemente tendremos que atravesar, y los momentos que
tendremos que vivir en los próximos años.
CAPITULO 6

EL GRAN CRUJIDO
Los gobernantes del “egomundo” se empeñaban en mantener una falsa paz con
el llamado equilibrio del terror. Se habían saturado de terroríficas armas y ya no
podían controlarlas. Los países, “de menos”, poseían cohetes transcontinentales
con cabezas múltiples de cargas atómicas.

Estos eran simplemente los restos que dejaban las superpotencias. Cierto país
súper avanzado se había “civilizado” más, al haber logrado ubicar en el espacio
—sin que otros lo supieran— un satélite-bomba que, orbitando la Tierra, estaba
listo para descender implacable con su incontenible energía destructora sobre
cualquier lugar de la Tierra.

En verdad, y hasta cierto punto, la estrategia funcionaba muy bien: todos se temían y
ninguno declaraba la guerra. Sabían que era tan fácil como peligroso un
enfrentamiento de ese tipo. Con tan tremendos adelantos técnicos no necesitaban
ejércitos, tanques ni barcos.

Todo era electrónico. Bastaba con apretar unos cuantos botones y… todo quedaría
consumado. Gracias a Dios nadie tuvo la desgracia de haber manipulado esos
botones. Hubo una ridícula falla técnica y…

¡Se apretaron solos!

EL QUE JUEGA CON CANDELA

Fue así como, en la madrugada de un fatídico día, los habitantes de una gran metrópoli
“no volvieron a ver la luz de nuestro Sol”.

“Otro Sol”, de enfurecidos núcleos atómicos, los visitó primero y, tan cerca, que los
calcinó a todos. Fue una potente bomba atómica mega destructora:
Solo un tremendo crujido escucharon las almas que pasaron a otra dimensión de
existencia.

Dicha bomba había sido colocada en un satélite y controlada por una computadora que
no la dejaba bajar sin previa orden del alto mando.
—“Es imposible que falle y es garantía la paz:” —afirmaban sus amos. Sin
embargo, como ladrón en la noche, tomó desprevenidos a los hombres.
No por error humano directo, sino por una absurda falta, aquella bomba se cansó en el
espacio y se decidió bajar al punto exacto que le habían asignado, adelantándose a la
orden del alto mando.

Quiso, calentar un poco a los quince millones de habitantes de la gran metrópoli, con
tan mala suerte que se sobró en calor y… ¡los mató a todos!
Carne y huesos no resistieron los 25 millones de grados centígrados. ¡Fue una brusca
caricia del infierno! Toda la ciudad vomitó fuego como un Volcán en cólera.

¡QUE DESGRACIA! ALGO FALLO

Un insignificante aerolito rozó la bomba que se encontraba en órbita y las


computadoras en Tierra interpretaron la novedad como señal de agresión: Sin
conciencia, sin sentimiento y sin vacilación, dirigieron esa arma terrorífica sobre la
principal ciudad del mundo.

Lo que fríamente habían programado, calurosamente dio sus frutos.


El famoso teléfono de línea directa, existente entre varias potencias, estaba bueno;
lástima que no hubo tiempo para llamar.

Todo ocurrió en forma intempestiva. La Tierra gozaba, en esa época, de una relativa
paz y seguridad comercial. La poderosa bomba se lanzó incontenible, a una fantástica
velocidad y con una precisión increíble guiada por rayo láser, sin dar tiempo a la
defensa. 15 millones de muertos en una fracción de segundo. Todo funcionó a la
perfección: “un gran orgullo de la técnica moderna”.

De las 10 mil guerras que se había contabilizado en la historia de la humanidad, ésta,


la última, no ocurrió como las anteriores: Antiguamente el hombre se llenaba de un
terco valor, superaba en fiereza a los animales salvajes y luego resultaban héroes,
vencedores y vencidos.

Aquí nadie ganó. ¡Todos perdieron! Aun los poderosos perecieron indefensos como
débiles mariposas en un incendio forestal.

ALARMANTE NOTICIA

Escasos minutos después de haber ocurrido la lamentable tragedia, las ondas


encargadas de la radiocomunicación mundial vibraron como nunca, En 10 escasos
minutos los supervivientes en todo el mundo estaban en pie con un nudo en la
garganta que difícilmente los dejaba hablar.

Se preguntaban: ¿Qué fue? Pero… ¡Si no estamos en guerra! ¡Murieron 15 millones


de personas! Nadie daba respuesta alguna.

El asunto no terminó aquí. Apenas era el comienzo de dolores y aflicciones. El nudo


que tenían en la garganta se cambió por una soga al cuello que les hizo brotar los ojos
y abrir al máximo la boca, cuando escucharon —¡urgente!,
¡Urgente!, ¡fue destruida la segunda ciudad mundial: Se calcula en 25 millones
los muertos: se desató, con toda su fuerza, la gran guerra atómica.
LOS HECHOS

La humanidad comenzaba a vivir los momentos apocalípticos en forma aún más


espantosa que lo revelado al apóstol Pablo en la isla de Patmos y superó el terrorífico
infierno de Dante Alighieri.

En estos instantes los hombres ¡gustosos! se enfrentarían más bien a los dragones y
bestias salvajes, que luchar contra la atronadora furia desatada por los núcleos
atómicos enloquecidos fustigados por la rabia ciega de las máquinas humanas.

En esta tecnológica época era todo autocontrolado, autodirigido y autoprogramado por


los servomecanismos electrónicos, “muy seguros por cierto”… muy sensibles por
desgracia.

Los sistemas estaban encadenados y ese primer error originó una contestación
inmediata por parte de la potencia atacada. Esto, como antes se dijo, ya estaba
fríamente calculado con mucha anterioridad.

Así, la segunda ciudad del mundo fue totalmente destruida, 15 minutos después de la
primera explosión, en forma automática; es decir, sin la orden de algún jefe militar.
Los principales dirigentes y políticos, de esta última, murieron en el preciso instante
que comenzaban a preguntarse qué había pasado y qué debían hacer.

GUERRA ATOMICA SIN DIRIGENTES

Un grave acorde, de infinitas voces lastimeras, se elevaba al cielo en pos de


clemencia.

Los mandatarios de las dos grandes potencias no existían. Sus cuerpos se habían
convertido en un plasma gaseoso más sutil que el aire. Asimismo, los seguros palacios
de gobierno habían sido borrados completamente, no quedando de ellos ceniza sobre
ceniza.

Después de ocurrido la conflagración, en diferentes puntos de la Tierra se corrió la


vegetación y brotaron como hormigueros complejas bases militares ocultas en el
follaje:

Gigantescos cohetes intercontinentales asomaron sus narices, infectadas por la


horripilante gripe atómica dispuestos a sonarse en cualquier lugar de la Tierra.
…así lo hicieron.
Ciertamente hubo guerra tecnológica entre las bases militares que se intercambiaban,
mano a mano, los mejores y aerodinámicos modelos infernales. “Gracias a la técnica
moderna de esta supercivilización todo funcionó a las mil “maravillas”.
Afortunadamente, por decirlo así, la detestable estrategia militar estaba orientada más
a la destrucción de objetivos militares que de ciudades.

UN RELATOTERRORIFICO Y ESCALOFRIANTE

En bases de guerra y puntos estratégicos, se levantaban rabiosas trombas de


elementos radiactivos de miles de millones de grados de temperatura.
Retumbando incontenibles, se lanzaron sobre la cabellera asustada de las selvas
devastando enormes áreas vivientes. Cedros milenarios se abatían sobre el monte.

Espesos bosques, que habían costado a La Naturaleza miles de laboriosos años,


fueron villanamente asesinados quedando zonas abruptas y sin vegetación.
La tierra se abrió en grietas y pesadas rocas se desplomaron hacia un temible foso sin
fondo. A muchos hombres se los tragó ese abismo. Menos mal que esto no les causó
dolor ni espanto: ¡Ya estaban muertos!

Sonidos de cataclismos y vibraciones estrepitosas estremecieron las rocas y


ensordecieron a los conscientes. Los ríos, henchidos de ceniza humana, sorprendieron
a la mar haciéndole erizar sus olas plañideras.

Una colosal bola de fuego cayó al océano y sacudió violentamente su apacible


inmensidad: Un rugiente maremoto se irradió en todos los sentidos., Nubes galopantes
semejaban centauros de otros mundos. Por vez primera apacibles cumbres de nieves
eternas sudaron frío.

Fue tan espantosa la tragedia que los vivos envidiaban a los muertos. El mundo estaba
sordo de rugidos infernales y de colosales estampidas atómicas, producto de las
bombas que penetraban hasta el adolorido centro ígneo de la Madre Tierra.

La Naturaleza había sido herida de muerte. Este fue el remate que los hombres le
dieron, después de haberla maltratado por mucho tiempo. De este modo, la brutal
tecnología, dirigida por soberbios locos, ganó su examen final.
Por último se oyó un terrible crujido en el abismo…

Fue el eructo inmundo y asfixiante del demonio que se retiraba hastiado de ver tanta
carne quemada. Se cumplió la profecía bíblica que habla acerca de los últimos
tiempos;

“Habrá entonces tribulación grande como la cual no ha sucedido una desde el


principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder. Mateo 24: 21.

“Los hombres desmayaron por el temor y la expectativa de las cosas que vienen
sobre la tierra habitada”. Luc 21:26
-Angustia de naciones- “no conociendo la salida a causa del bramido del mar y
de su agitación”. Lucas 21:25

ACLARACIÓN IMPORTANTE: El autor advierte que el gran crujido puede


sobrevenir por dos razones diferentes, o por ambas desatando una a la otra. La
primera sería un conflicto nuclear como el que relatamos como accidente, mas
no tiene necesariamente que ocurrir así… Se estima que va a ocurrir
deliberadamente.

La segunda causa que desatará indefectiblemente el gran crujido o bomba


humana es, simplemente, un fuerte aumento inusitado en el precio del petróleo
del cual se sabe —sin que exista la menor duda por parte de los expertos
mundiales— que tiene que ocurrir.

En contados años comienza la repartición de las últimas reservas petroleras por


parte de los “dueños del mundo”. Querrán arrebatarle la hegemonía al dólar
como cotización global del barril de crudo, y EEUU no puede permitir esa
humillación con el consecuente descalabro económico de magnitud catastrófica.

EEUU, aparte que es el país más endeudado de la Tierra y, como auto-policía del
mundo, tiene mil problemas costosos e insolubles, no sabrá que hacer
diplomáticamente al respecto: pero si sabe que cuenta con las mejores armas…
Señores optimistas infundados: esto es una palpitante realidad, no un acto de
pesimismo.

La gasolina en las ciudades será escasa y la gente se matará por conseguirla.


¿Cómo hacerle entender a mis hermanos que ahora podemos hacer algo pero
dentro de contados años: nada que hacer?, ¿Cómo hacerles entender que
debemos cavar un pozo antes de tener sed?

ESTALLA LA GRAN BOMBA HUMANA: EL GRAN CRUJIDO

Sabios y sociólogos, quienes profundamente han conocido el comportamiento humano,


temen más a una desorbitada reacción de la masa, que a las mismas armas
creadas por el hombre.

La muchedumbre, conformada por muchos cuerpos pero con una sola cabeza sorda y
bruta, sube reyes, fabrica héroes, baja tiranos, perdona o condena, y, en su última
modalidad conocida, estalla. Sus detonantes son la confusión, el hambre, el miedo y la
desesperación por sobrevivir. Su mecha es la ocasión.
Remontando el curso de la historia, todos recordamos aquel día en que la gente
caminaba rutinariamente por la ciudad de New York —metrópoli orgullosa de su
cultura, comercio y técnica—, cuando en la noche los electrones dejaron de circular
por las líneas de alta tensión.

Se produjo un dramático efecto: De la oscuridad brotaron atracos, robos, violaciones,


asesinatos, incendios, saqueos, destrucciones y mucho más relatado en dos gruesos
libros que fueron publicados. Todo fue originado por la explosión de la masa en un
momento oportuno.

Si esto ocurrió en una ciudad “civilizada”, y por un simple apagón, no se extrañen ni se


llenen de espanto al leer la descripción de lo que pasó en el mundo inmediatamente
después del primer desastre atómico.

Debido a las agencias noticiosas —que no se les escapaba nada y exageraban todo—,
los boletines extraoficiales cubrieron los cuatro puntos cardinales anunciando la
aniquilación total de la capital principal:

¡Atención! ¡Atención!

—Todos los habitantes calcinados y existe amenaza para el resto de la población


mundial... ¡aquí puede ocurrir lo mismo!

Estas noticias duraron poco. Se fueron desvaneciendo, no porque gobierno alguno


hubiese silenciado a los locutores. Simplemente ellos sintieron pánico y abandonaron
sus micrófonos en busca de protección.

ABANDONO DE LAS CIUDADES

Fue tanto el terror que cundió por todas partes, que la gente, histérica, bramaba en las
calles. La situación era inenarrable. Los gobernantes y políticos no dispusieron del
ejército para controlar la situación. El instinto de conservación los mantenía ubicados,
con sus familias, en los flamantes refugios subterráneos construidos únicamente para
ellos con el dinero de todos.

Además, ¿qué podría hacer un ejército contra una bomba atómica? Los soldaditos
huían despavoridos de sus cuarteles dejando a un lado el pesado fusil de rayos láser
que les impedía correr.

Estas mismas circunstancias ocurrían en todas las congestionadas urbes del planeta.
Y, de este modo, comenzó el triste éxodo hacia los campos. El primer pensamiento,
que recorrió la mente de la masa, fue abandonar las ciudades

Lo más rápido para ir al campo era el automóvil: el gran contaminador del siglo veinte y
comienzos del veintiuno los sacaría del apuro. Todos querían arrancar al mismo
tiempo, con tan mala suerte que la congestión fue total: cada uno quería salvar primero
su pellejo y el de los suyos.

En un principio resonaron pitos y sirenas. El bullicio ensordecedor contribuyó a


aumentar más la tensión y el desespero. En una hora hubo más choques y accidentes
que en los últimos 10 años. Calles y carreteras adyacentes se convirtieron en largas
culebras de chatarra que despedían humo… y sangre.

Como consecuencia surgieron las peleas de vecino contra vecino y amigo contra
amigo. Los saqueos fueron totales: los ambiciosos, en brutal desenfreno, arrasaron los
bancos que habían quedado abiertos y abandonados. Sacaron el dinero y, como locos,
se cubrían con él en un último intento de complacer sus anhelos frustrados.

Las armas relucían y las balas se agotaban tratando de solucionar los millares de
conflictos que se sucedían. A la voz de la guerra, las fábricas fueron desocupadas,
dejando motores y calderas a la deriva. Más tarde explotaron causando tremendos
incendios.

¡El colapso fue total!

Después de la congestión los vehículos quedaron inutilizados y amontonados en las


vías. Los hombres en desbandada huían a pie formando espantosos ríos humanos de
desesperación. Cada 10 pasos se encontraba un histérico, un herido o un muerto. Lo
más triste del caso, era ver madres llamando a gritos a sus desaparecidos hijos…nadie
respondía.

Sus lamentos los ahogaba el bullicio tumultuoso de la masa que, en ese momento,
hacía la más terrible detonación de la historia: ¡La bomba humana había explotado!

RESULTADOS DEL EGOISMO

El egoísmo dio sus diabólicos frutos: desorden, confusión y muerte. Los poderosos de
las ciudades, los altos jefes de sólidos emporios financieros —dedicados a negociar el
sudor ajeno—, explotadores y los explotados se confundían en la triste retirada hacia
los campos para implorar la protección del humilde campesino, al cual siempre le
habían negado todos los derechos, menos el de elegir el mandatario que los seguirían
explotando más.

Ahora sí se darían cuenta aquellos hombres que se vestían de petulancia y se


adornaban con soberbia, lo débiles que eran. Quienes por tanto encumbrarse les daba
vértigo mirar hacia el humilde, ahora se arrastraban para besar la tierra que pisaba el
campesino.
La verdadera riqueza en esta ocasión la tenían los sencillos hombres de campo,
amantes de la Naturaleza que producía frutos. En cambio, en las ciudades se
maltrataba la tierra y se producía smog.

Los rudos campesinos al verse atacados por la muchedumbre hambrienta y


desesperada, utilizaron sus machetes para cortar cabezas con la misma destreza y
fuerza con que cortaban las raíces.

Uno de los efectos más curiosos de este peregrinar, fue ver cómo el dinero comenzó a
perder su mágico efecto. Nadie vendía a ningún precio lo poco que tenía. Las gruesas
chequeras y las flamantes tarjetas de crédito perdieron su encantamiento artificial.

Rico era quien tuviese cobija, algo de comida, y una buena arma para defenderse. Lo
anterior ocurrió en todas las congestionadas urbes del planeta. En esta forma
transcurrió ese eterno y dramático día.

Un silencio de muerte y desolación se dilataba sobre la agrietada esfera terráquea.

El Sol se tornó rojo y comenzó a ocultarse.

¡Se sonrojaba de la vergüenza que sentía al ver estas cosas!

Los primeros 6 capítulos del presente libro, lejos de ser negativos, alertan de una
realidad inminente, imposible de que no ocurra, porque obedece a una causa que
ya se consumó y está produciendo un efecto imparable que ya se inició.*

*Concretamente la superpoblación, el final del petróleo, la escasez de energía,


agua y alimentos, la contaminación, las pandemias, el sida , el cáncer y el
aumento incontrolado en las enfermedades degenerativas y auto inmunes, el
terrorismo y la piratería, la tecnología como única visión y valor de la vida, el
desespero en pos del dinero a toda costa…

Sin embargo, los 6 capítulos restantes de este libro toman un giro inusitado, los
ilumina una visión positivista tramada en una deliciosa historia extraterrena,
narrada en el género literario de ficción científica. Adelante:
CAPITULO 7

EL BIT-GIROX
Los pálidos reflejos del ocaso se extinguían lentamente.

El Sol besó el horizonte herido y, para no sentirse cómplice, se lanzó al abismo.

El mar estaba embravecido. En su inmensidad violenta chocaban las olas en


pugna. Una atmósfera aplastante y rojiza cubrió la eterna noche.

Mientras estos tristes hechos ocurrían en la Tierra, el ovni y sus tripulantes se


encontraban de regreso del viaje lunar.

Sabium, en lo profundo de su ser, había sentido el clamor de sus congéneres. Se


despertó en él, en forma extraordinaria, el sexto sentido que aún dormita en el interior
de los hombres: ¡La clarividencia!

Sabium fue llevado con urgencia a la sección de enfermería del Bit-Girox. Allí fue
encapsulado en un campo de fuerza Magnetryónica y con vibraciones biorritmicas lo
hicieron penetrar en un profundo sueño.

Pronto necesitaría todas sus energías y cualidades. Por el momento no podía hacer
nada. Celesta y Galaxia se encargaron de tranquilizar a los niños infundiéndoles valor
para afrontar los hechos. Debían ayudar a su padre.

Titanio asumió el mando y puso en marcha un efectivo plan de ayuda, ya previsto.


Tenía órdenes de no intervenir en el desenvolvimiento natural o inherente en los actos
humanos, pudiendo, sí, ayudar de una manera secundaria.

Por tanto, dio la siguiente orden:

—“Atención todos los BIT-Girox: sitúense en los puntos contaminados por las
bombas y, utilizando haces aspertriónicos, absorban las nubes radioactivas que
amenazan con exterminar por completo a la humanidad.

Efectivamente, todo el veneno y los gases letales, depositados en el aire por las
explosiones atómicas, fueron succionados sometiéndolos a un tratamiento
regenerador, para luego devolverlos a la atmósfera en forma de oxígeno y gases
inertes.

De no haber sido así, los vapores energéticos plagados de rayos gama habrían
repercutido de un modo catastrófico sobre la masa genética de los vivientes.

Recordemos que a cada terrícola le correspondían cinco mil toneladas de dinamita


para su segura destrucción.

Los extraterrestres salvaron de una muerte lenta y cruel a todas las criaturas existentes
en la Tierra. De esta ayuda los hombres no se percatarían hasta pasados varios días.

Sabium no fue despertado del tratamiento a que era sometido hasta el día siguiente.
Titanio sabía que, en esos momentos la mejor ayuda que podía brindar a los hombres
era mantener al gran sabio vivo y con todas sus energías físicas e intelectuales
acumuladas.

Durante el día los niños fueron sometidos a tratamientos similares. Ellos debían apoyar
a su padre, alentándolo en las decisiones que debía tomar, para salvar a su mundo de
la hecatombe final. En esta forma la familia Sabium se encontraba en un profundo
sueño tranquilizante y reparador. Realmente era lo mejor.

Regresar a la Tierra en esas circunstancias significaría un peligro inminente para sus


vidas, serían presos de la confusión y el miedo que allí reinaban.

Cualquier gobernante o caudillo que tratara de aplacar con su voz a las turbas que
aullaban de pánico y terror, equivaldría a tratar de calmar el furor de una tempestad
interponiéndole un pañuelo.

Sabium, a la hora propicia, sería despertado y orientado para poder dirigir a sus
hermanos.

BREVE COMENTARIO

La desintegración atómica constituye una reacción en cadena. Igualmente los sistemas


electrónicos y servomecanismos, que gobernaban el material bélico destinado por los
hombres para su autodestrucción, se activaron en cadena.

Las bombas que destruyeron a Hiroshima y Nagasaki, en la segunda guerra mundial,


eran armas de juguete comparadas con las bombas mega-asesinas de las primeras
décadas del tercer milenio. Su poder de destrucción se había multiplicado por mil.

11 bombas atómicas hicieron blanco. La mayoría en zonas militares y no en ciudades.


Sus efectos terroríficos dieron origen a la confusión de indefensos seres. Enloquecidos
e incontrolados que huyeron hacia los campos.
Las muertes producidas directamente por las bombas, por decirlo así, solo fueron 49
millones de calcinados. En cambio, la bomba humana, creada por el pánico, originando
el apiñamiento, la violencia, el desorden, accidentes, incendios y asesinatos, había
quintuplicado esa cantidad de muertes, convirtiéndose, por este hecho, la bomba
humana como la más terrorífica de las armas que hacen explosión.

El saldo total de desaparecidos fue colosal: 250 millones de personas cerraron, con
broche de sangre, la guerra número diez mil de esta triste era de ignorancia.

No seria en vano: El dolor es un bálsamo benéfico que une a los hombres, y éstos, con
ojos desorbitados, habían visto escenas sin nombre que congelaron la sangre al más
valiente y destrozaron los nervios del más osado:

Rasgados tímpanos habían escuchado el grito profundo de la Tierra que se lamentaba


desde sus entrañas; habían percibido el desesperado aullido del viento que gemía
entre las ramas; y lograron oír el bramido de la mar que lloraba agitando con
desespero sus olas plañideras.

Comprendieron que la Tierra era un ser vivo, y fue ahí cuando se escuchó el lamento
de Dios entre las almas.

¡Hubo una llovizna refrescante!, eran las lágrimas que vertía La Naturaleza herida.
Desahogaba así su inmenso dolor.

Esta era la ocasión que se esperaba. Estas eran “aquellas cosas” que habían
profetizado dos mil años atrás: como se lanza la pantera asesina sobre un cabrito que
pasta desprevenido, así se sorprenderían los hombres en el momento en que
estuviesen pregonando una falsa paz y seguridad.

Este fue el fin de la edad sombría y, a la vez, el comienzo de una nueva era llena de
luz, paz y amor donde los justos se encargaron de administrar la Tierra.

Los que estudiaban libros de civilizaciones desaparecidas bien sabían que un cambio
repentino tenía que ocurrir. Otras personas inteligentes, de mente despierta, sin recurrir
a los libros proféticos intuían lo mismo y comentaban:

—“Esto no puede continuar de esta manera, algo va a reventar algún día” Así pasó. Se
cumplió la promesa anunciada después del diluvio: “Ya no vendría del cielo un castigo”.
Al contrario,” de lo alto vinieron” a ayudarnos.

A pesar de todo, en la época anterior al gran golpe, pocos aceptaron la ayuda. Durante
varios años extrañas luces se observaban en el firmamento. Quienes confiaron,
tuvieron contacto con “ellos”, fueron instruidos y separados a tiempo. (Ver libro
“Revelaciones de un Extraterrestre”).
En cambio, la turba fanática y perniciosa terriblemente diezmó su masa…
Ellos mismos se castigaron.*

*(EXPERTOS CONCEPTUAN QUE, SI EL COLAPSO SE PRESENTA EN FORMA


GLOBAL —COMO SE TEME, YA QUE LA ECONOMÍA ESTA UNIDA Y TODOS LOS
RECURSOS SON INTERDEPENDIENTES— NO PARARÁ LA HECATOMBE HASTA
NO HABERSE ANIQUILADO MUTUAMENTE 6 MIL MILLONES DE PERSONAS.)

Piense, la persona más optimista y recursiva, qué ocurrirá en una ciudad a la


cual le sea suprimida la gasolina durante más de tres días… pues el petróleo
pronto se irá sin falta para jamás volver. En tanto las ciudades continúan
creciendo a un ritmo incontenible.

ANÁLISIS DE LO OCURRIDO

Los venenosos vapores del odio hicieron fatal efecto. La humanidad navegaba en el
océano del conformismo y su barca, hecha de egotismo, naufragó.
El mundo estaba sin gobernantes. Los presidentes de las dos grandes naciones habían
quedado pulverizados junto con sus ciudades capitales.

Los refugios, para ellos construidos con toda la seguridad posible, en caso de un
anuncio de guerra nuclear, funcionaron perfectamente, no quedaron destruidos.
Lástima que no hubieran estado ocupados por sus amos para haberles brindado la
protección debida.

En este caso ninguna nación declaró la guerra. Los humanos dormían cobijados por
las armas y su tranquilidad consistía en el perfecto balance o equilibrio entre ellas.
Habían confiado a computadoras, casi humanas, la dirección de aquellas bombas: “El
hombre construyó una máquina que luego lo traicionó”.

Los dirigentes y políticos de las otras naciones se confundían en desespero mezclados


con la muchedumbre. Los más importantes se encontraban en los refugios sin saber
qué hacer.

La gente corría en desbandada hacia los campos en busca de protección. Fue idea de
algunos y aprobada inmediatamente por el resto, dando cumplimiento al antiguo dicho:
“¿A dónde va Vicente?, ¿a donde va toda la gente?

El anterior es el principal defecto que no deja despegar a las personas del “común y
corriente”. Los que aprueban el sentir de la masa no logran salir de la ignorancia.
Quien sigue al vulgo es un vulgar y no se da cuenta que está siguiendo al gran maestro
del error.
La turba es fanática y supersticiosa, siendo sus ideas perniciosas. Y, dentro de la turba,
van todos los conformistas. La muchedumbre aprueba la maldad con tal que otras
personas la aprueben. Y dentro de la muchedumbre, van todos los “común y corriente”.

HIRIENTES SARCASMOS

Las almas encarnadas invadían los campos y el Sol no quiso acompañarlos más. Se
enfrentaron a una noche espesa llena de incertidumbre. En las ciudades continuaba el
saqueo. Allí, infortunados que no temían encontrar la muerte, se divertían a manos
llenas con lo que siempre habían soñado tener: dinero, joyas y lujos.
Presos, vagabundos, asesinos y drogadictos eran dueños de elegantes mansiones
abandonadas.

En almacenes y supermercados abandonados encontraban en abundancia todo lo que


la sociedad siempre les negó.

En cambio los potentados se encontraban en el campo, sin provisiones, sufriendo


terriblemente las amarguras de una absurda guerra. El miedo los tenía sin techo, sin
protección, sin agua, sin ley y en medio de un desconcierto total.

Nadie se atrevería a volver a la ciudad. Masas humanas estaban pendientes de la


radio, en espera de alguna noticia oficial que les informase un plan a seguir.

Algunas emisoras aún funcionaban. Habían quedado con una programación grabada
para mucho tiempo y, en mala hora, herían de muerte el alma de aquellos que las
escuchaban:

—“En esta hermosa noche baile al son de nuestra música candelosa; ritmo y
alegría en este sabroso fin de semana”.

La sociedad de consumo, con sus grandes inversiones en propaganda radial


programada, torturaba a los atribulados seres con el filo del sarcasmo: —“Aprecie la
suavidad de nuestro colchón marca XX. Esta noche disfrute del banquete en su
elegante hotel -ambiente refinado-“.

Los ambiciosos se movían como dantescas sombras humanas, fustigados por los
truenos que retumbaban continuamente en una atmósfera alterada. En estas
condiciones los hombres permanecieron inermes, vencidos por esa espesa noche que
los manchaba con su negrura y quería tragárselos.

LA ESPERANZA NO SE PIERDE

Los atormentados humanos seguían escuchando la radio a la espera de alguna voz de


aliento. ¿Quién podría emitirla?
Nadie lo sabía. Ni los mismos dirigentes creadores de las bombas que, refugiados bajo
tierra como gusanos miserables no sabían exactamente lo que había pasado.
Temblaban como hojas secas y no escuchaban el aullido de la marea humana.

Miembros de las principales agencias noticiosas se encontraban muertos o, quizás, en


los campos, también a la caza de alguna
noticia redentora para ellos mismos.

UN REFRESCANTE ALIVIO

Los primeros rayos matutinos rompían las


tinieblas. Era las cuatro de la mañana.
¿Vendría otro eterno día lleno de
incertidumbre? ¡No! La humanidad no
resistiría más.

El despertar del alba traía un refrescante


alivio! Inesperadamente, en todos los
receptores se escuchó una voz de alerta.
Una voz femenina, clara y decidida,
había llamado la atención:

—“Urgente: Atención habitantes del


planeta Tierra”.

—Todos los seres que escuchen este


llamado por caridad informen a
quienes tengan radios, teléfonos o
televisores de pulsera, para que los
pongan en funcionamiento.

CELESTA

Por favor, agrúpense alrededor de quienes posean cualquier tipo de


radiorreceptor.

—En doce minutos escucharán noticias que interesan a toda la humanidad. ¡Es
urgente!

Esta llamada de atención se escuchó en cuanto receptor hubiere, no importando la


frecuencia del dial, o canal de televisión o teléfono móvil en el cual estuviera
sintonizado. Fue un hecho curioso.

Parecía que todas las emisoras del mundo hubieran estado en perfecto sincronismo
para transmitir en cadena el mismo mensaje. Esto era totalmente imposible. Se
necesitaría un enorme grupo de técnicos y varios días de preparación.
Además era imposible reunir, en estas circunstancias, a todos los operadores que
controlaban las emisoras y cadenas. La mayoría de radiodifusoras estaban dañadas, o
la corriente eléctrica no fluía. Sus dueños, como sabemos, las habían dejado a la
deriva.

¡El hecho era inexplicable! Sin embargo, aquella dulce voz de alerta se dejaba
escuchar en todas las frecuencias… ¡Y en todos los idiomas!

Esto sólo podría lograrse con un centenar de satélites transmisores, diseñados


especialmente para este caso. Y no existían.

LA GRAN SORPRESA

No hubo tiempo para aclarar la incógnita de esta transmisión. La voz de alerta se


expandió velozmente, y la gente se apiñaba alrededor de quien tuviera un receptor.

En contados minutos se escucharía una noticia que podría significar vida o muerte. El
optimismo y el pesimismo; el valor y la cobardía; el dolor y la esperanza, se dieron cita
para sortear, en un segundo, el desenlace final de la humanidad.

La voz continuaba anunciando:

—Faltan tres minutos para que todo ser interesado en su vida y en su mundo
esté al tanto de esta noticia.

Ninguno se había hecho rogar. Todos estaban impacientes congregados para recibir la
noticia más importante en su vida. Algo así como el anuncio de muerte o perdón para
un condenado a la pena capital.

Súbitamente se inundó el éter con una potente


modulación de infinitas frecuencias que, atravesando
desiertos, continentes y océanos, envolvió el globo
terráqueo con una clara manifestación audible.

De todos los radiorreceptores brotó una voz paternal,


limpia y segura, que se escuchó hasta en los confines
de la Tierra:

— ¡Atención todos los habitantes del mundo!

— ¡Queridos hermanos!

— ¡Les habla Sabium!


CAPITULO VIII

GOBIERNO MUNDIAL
(RECUENTO)
Bajo el manto de la noche se desataba una tempestad doliente.

La Tierra se humedecía con las lágrimas que derramaban sus desventurados


hijos, victimas de sus propios inventos.

La Naturaleza, inocente, había sido salvajemente castigada por los ambiciosos.

Envueltas en un espantoso remolino se esfumaron las dos principales ciudades del


mundo, y de sus cimientes brotaron dos enormes y horripilantes hongos que reflejaban
la cara satisfecha del demonio.

Desde las tecnificadas bases militares se levantaron terribles vapores atómicos que
infestaron los cielos con mortífera radiación.

La gente en su mayoría había abandonado las ciudades y se encontraba en los


campos y montañas esperando un desenlace fatal.

Era las cuatro y media de esa interminable noche, 24 horas después de haber ocurrido
la primera conflagración. La humanidad se encontraba al borde de un abismo infernal.

Los gobernantes, con sus ejércitos disgregados, no podían actuar. Los optimistas
esperaban que la voz de su gobierno les informase lo ocurrido dirigiéndolos luego a un
regreso a la normalidad. Los pesimistas temían ser llevados a campos de
concentración por parte de los desconocidos vencedores.

Ahora un hombre, que desafiando fronteras se había ganado el cariño de todas las
razas, en una forma misteriosa les había hablado. El bálsamo de su voz calmó los
nervios y abrió nuevas esperanzas. “El alma de Sabium era grande como el Sol. El eco
de sus hazañas científicas lo habían escuchado todos los pueblos.

Sus entrañables palabras retumbaban a largo y ancho de continentes. Lo más extraño


del caso era que gente de distinta lengua entendía sus mensajes. Nadie sabia como lo
había logrado. Esto no importaba; en angustiosos momentos
se había dirigido a sus atribulados semejantes.
ASI HABLO SABIUM:

—Habitantes del mundo. Queridos hermanos:

—La enemistad de nación contra nación; el odio de reino contra reino; la envidia, la
ambición desmedida y el egoísmo, dieron sus maléficos frutos.

—Nos encontramos al final de una gran tragedia y, a la vez, en el umbral de una


luminosa era de paz.

—No hubo guerra como se creyó. No hubo vencedores. Sin embargo todos fuimos
vencidos por las violentas máquinas que nosotros mismos creamos. Ahora debemos
mostrar nuestra superioridad siendo magnánimos con nosotros mismos.

—Sin ser provocado por ninguna nación, hubo el desencadenamiento atómico que
anteriormente sí estaba diseñado y admitido por todos.

—Debido a una sencilla falla en los sistemas, estalló la primera bomba, hubo confusión
y, la verdad es que, 250 millones de hermanos nuestros que ayer eran, hoy no se
encuentran físicamente con nosotros.

—Más no se inquieten. Tengan en cuenta que, es tan segura la muerte para el que
nace como segura es una nueva existencia para el que muere.

—Nada puede dejar de existir. Simplemente las cosas se transforman y los seres
evolucionan. Aún una hermosa sonrisa se trueca en otra cosa igualmente bella. Este
mundo es, sencillamente un aula de la gran universidad del Cosmos donde se aprende
a conocer el Infinito.

—Los seres queridos, desaparecidos, ¡aún existen!, sólo cambiaron de puesto en esta
larga carrera hacia la verdad. La prueba es que existe el hombre y con él el amor
verdadero. Y sobre el verdadero amor cimentaremos una nueva y sola raza de
superhombres.

REGRESO A LAS CIUDADES

Ante las palabras de Sabium ninguno se atrevió a hablar. Una vibración trascendental
penetraba los corazones. Los humanos comprendieron, en escasos minutos, lo que no
habían entendido en milenios.

Un tercer ojo se desarrollaba en sus mentes. ¡Habían cambiado! Esta última


experiencia, este último holocausto no sería en vano. Quien no ha sufrido en carne
propia no entiende el sufrimiento de los demás.

Ahora todos experimentaron el miedo, el hambre y la necesidad. Jamás volverían a


permitir que, en el mundo, un solo niño muriera de hambre.
Sabium continuaba hablando, convenciendo a los hombres que lo debían seguir.
Sus dimensiones morales e intelectuales actuaban con fuerza sobre las mentes
acongojadas.

— ¡Compañeros de existencia!, ya no más llanto ni sufrimientos. Hemos sido creados


para vivir en comunidad necesitándonos unos a otros. Que el fuego del valor encienda
los corazones fundiéndolos en héroes.

—Construiremos una nueva Tierra y aparecerá un nuevo firmamento. Llegaremos a un


final feliz.

Por primera vez los hombres se movían bajo una sola voz y por una misma causa. El
eco de la historia no resonaba un caso igual. Finalmente siguieron las instrucciones
que los conducirían a sus hogares.

De una voz grave y clara brotaban sabios consejos, modulados en etéricas ondas que
traspasaban agrestes montañas, recorrían vastos océanos y eran percibidas por todo
humano entendimiento, era la voz de Sabium:

—Cuando el Sol alumbra es para todos: observen el astro Rey quien les regala un
esplendoroso amanecer. No obstante tener que alumbrar vastos horizontes no se
olvida de la más humilde hierba del camino.

Sabium, sereno y lúcido, no descansaba de orientar:

–Supriman lo superfluo y pongan énfasis en lo que es importante para la vida. No


actúen en base al dinero, ni al interés de recompensas. Recuerden las enseñanzas
genuinas que nos dejó Jesús de Nazareth. Basta ya de predicarlas y conseguir dinero
con ellas: ahora es preciso cumplirlas.

LLAMAMIENTO A LOS ALTOS JEFES

Después de iniciada la ardua faena de enterrar muertos, curar heridos, buscar


alimentos y medicamentos, Sabium hizo un severo llamamiento a los jefes de gobierno.
El peligro no había pasado y se necesitaba un acuerdo inmediato entre las naciones.

— ¡Señores gobernantes del mundo! —habló Sabium con voz severa.

—Antes de llegar a una investigación detallada de lo ocurrido nos debemos preparar.


Podría estallar nuevamente el caos. Se culparan unas naciones a otras y aparecería
una supe guerra, de la cual ya no habría salvación.

—Señores presidentes: es preciso una reunión cumbre. Como ustedes han sido
elegidos por sus pueblos, entonces, las decisiones que se lleven a cabo, unidos,
significarán la aprobación del mundo entero.
—Esta reunión no da más espera. La Naturaleza está herida y los pueblos no resisten
más. Es urgente la gran junta que definirá el futuro de la vida en la Tierra.
¡Todos los presidentes de las naciones deben asistir!

La cita es mañana a las 11.11 de la noche. Para el efecto deben tomar sus aviones:
en pleno vuelo se les informará las coordenadas a seguir, y recibirán instrucciones
sobre dónde deben aterrizar.

—El sitio exacto del encuentro es secreto; esto no impedirá a los televidentes del
mundo entero apreciar, en todo detalle, esta ecuménica reunión.

Ante tan impetuoso, llamamiento, la invitación fue acatada por los países, que
dispusieron de sus aviones más veloces y cumplieron las instrucciones dadas por
Sabium. No hubo formulismos ni indecisiones. Una extraña y convincente fuerza se
apoderaba de ellos. Sabium, en sus últimas palabras, no hablaba:

¡Rugía!

Y, como mansas palomas, obedecieron a un hombre, antes sólo un científico, ahora un


formidable e impelente guía.

EL ENIGMA DE LA TRANSMISION

La imagen de Sabium era la única que se veía en todos los televisores, y su voz se
escuchaba en cualesquiera de los radio- receptores.

Algunas emisoras, en vano habían tratado de reanudar sus programas. Una


potentísima onda electromagnética opacaba la de sus antenas. Ningún aparato
radiotransmisor, en el mundo, lograba funcionar.

Los técnicos comentaban que, el fenómeno se debía a una trasmisora de 18 millones


de vatios de potencia en antena, algo insólito para esta tecnología, de otra manera
sería imposible.

Sin embargo existía algo equivalente y estaba en poder del científico. Por este motivo,
y por la confianza que se había ganado al llevarlos nuevamente a sus hogares, lo más
prudente era hacerle caso al hombre que, sin nacionalidad conocida, se había ganado,
desde tiempo atrás, el cariño de los pueblos.

Era genio, inventor, pacifista y científico por excelencia. Ahora se esperaban cosas más
grandes de él. Citó a los presidentes de los países para comunicarles algo que sería de
mucha importancia para los pueblos.

¿Qué sería? ¿Qué iba a revelar a los dirigentes de esa humanidad que hervía de
ansiedad? El carrusel del cambio definitivo comenzó a moverse.
Hombres de 500 naciones, en veloces aviones, se dirigían hacia un lugar secreto para
descender en un punto desconocido.

Allí decidirían, ante la vista aterrada de nueve mil millones de almas, el rumbo que
debía seguir esta pesada nave “Tierra 1”, que con vértigos de inconciencia, se perfilaba
en el horizonte de la incertidumbre.

La clave de todo esto la tenía un solo hombre que paulatinamente se convertía en un


héroe enigmático y colosal.

UNA CIUDAD DE OTRO MUNDO

La hora de la cita lentamente se acercaba para los espectadores. Los aviones


presidenciales, de todas las naciones, se encaminaban hacia las coordenadas
oceánicas anunciadas por Sabium.

Los primeros en acercarse al sitio esperaban una señal clave que les informase el
punto exacto de aterrizaje. Los pilotos empezaron a sentir preocupación.

Se encontraban en mar abierto, a miles de kilómetros de cualquier lugar habitado. Esto


podría ser un engaño o una trampa fatal. Los radares de los aviones no detectaban
islas donde pudiera aterrizar.

Hubo expectación, silencio y duda. Además era de noche en esas coordenadas.

¡Oh! ¡Qué alivio!

La tensión fue breve y la información llegó a tiempo. Los pilotos captaron en sus
audífonos una varonil voz desconocida:

—Amables capitanes de vuelo: se encuentran en la zona señalada. Muy amables por


haber venido; no sientan desconfianza.

—Verán, sobre el océano, una pista firme y segura. Coloquen el avión con el “mando
automático”. Nosotros nos encargaremos de hacer descender la nave, sin peligro
alguno.

Estupefactos, los ocupantes de las naves vieron cómo se iluminaba una enorme pista
en medio del océano. No se trataba de un porta-aviones, en razón de que tenía un
área mil veces más grande que el mayor conocido más bien se asemejaba a una
ciudadela flotante.

La iluminación no provenía de reflectores. Parecía como si el Sol estuviese alumbrando


únicamente esa parte del océano.
El primer avión presidencial, describiendo una gran curva, inició “solo” el descenso.
Esto no era lógico. Parecía como si un fantasma invisible impulsara los mandos.

Los capitanes de vuelo, y las personalidades que los acompañaban, apreciaban


maravillados aquella base. A juzgar por su construcción, no se asemejaba a ninguna
obra de este mundo. Parecía haber brotado de las profundidades marinas para aquel
encuentro inesperado.

Uno a uno los aviones restantes fueron llegando y, en idéntica forma, se posaron en la
deslumbrante pista. Sus ocupantes abandonaron las naves.

Guiados por avisos que aparecían en sus respectivos idiomas, se encaminaron hacia
un cómodo salón, de formas espaciales, donde encontraron sus correspondientes
aposentos.

En forma intempestiva en la televisión del mundo apareció la imagen de dicho salón, y


los habitantes de todas las naciones vieron reunidos, por vez primera, a todos los
presidentes. Transcurrieron varios segundos. El nerviosismo aumentaba.

De súbito, un aplauso cerrado rompió el silencio. La emoción sacudió los corazones.


Los ojos brillaron hasta derramar lágrimas en abundancia.

Había aparecido, en el sitio principal del salón, un hombre sencillo: su edad viril y
grave. De rostro amable y mirada penetrante. Lo acompañaban sus dos hijos:
Dylan y Matilda.

De la influencia de sus palabras dependía la vida de millones de seres y la gloria


milenaria de un futuro glorioso. Necesitaba la elocuencia de los dioses para enfrentarse
a ese breve pero fulminante instante, clímax en la historia de la humanidad.

EL MENSAJE DE SABIUM

Una luz indescriptible iluminó la mente del científico. En cada palabra ponía su alma y
en cada mirada su corazón. Los gobernantes temblaron al mirarlo, y por sus frentes se
deslizaba un sudor frío. Así habló Sabium:

—Señores presidentes, hermanas y hermanos de todas las naciones, razas y


religiones:

—Si somos habitantes de un mismo mundo, ¿por qué tantas fronteras de odio?

—Si somos hijos de un mismo Dios ¿por qué tantas murallas de fanatismo?

—He visto, desde el espacio, la Tierra sin fronteras; verdaderamente así es. Sin
embargo en los mapas se representa suciamente rayada con líneas que indican
fronteras de odio.
—Estas líneas dan origen a burdas formas sin sentido que ustedes han llamado mapas
de países.

—Por estas formas, que no tiene existencia real, mueren ancianos, madres y niños,
que sí tienen vida, sienten dolor y deseo de vivir.

—Al llegar a un sitio limítrofe, siempre hay hermanos armados y letreros que dicen:
aquí termina el país de los hombres de esta nación y empieza el país de los hombres
de otra nacionalidad.

—No obstante, a lado y lado de esa línea, La Naturaleza hace brotar –sin distinción
alguna—, árboles, plantas y hierbas de igual especie.

—Cuando el Sol alumbra, el viento sopla y la lluvia cae, no se detienen los elementos
en esas absurdas demarcaciones para entablar diferencia alguna.

—La Naturaleza nos prueba que esas líneas sólo están grabadas en las mentes
morbosas y egoístas de algunos hombres. Esto ha originado, en la historia que
conocemos, miles de guerras, con millones y millones de muertos. ¡Qué infamia!

—Si el animal ponzoñoso encuentra comida en su hábitat sombrío, ¿por qué los
llamados a ser dioses no encuentran ni pan, ni techo, ni abrigo?

—¡ por favor, respondan!, señores presidentes.

Un silencio de remordimiento y angustia cubrió las almas.

—Díganme, por favor, hombres y mujeres, ¿quieren seguir viviendo en un mundo así?

Un aplauso de adhesión a Sabium ensordeció el recinto y fue seguido por los que,
frente a las pantallas en todo el Orbe lo escuchaban con el corazón. Mujeres y
hombres sentían ímpetus de abrazarlo.

Jóvenes y ancianos lloraban; la mayoría gritaba: ¡No más guerras! ¡Queremos paz
definitiva!

Después de larga ovación, “el caudillo del mundo” finalizó:

—Cuando las lecciones no se aprovechan, la historia se repite. Mi petición no admite


promesas vanas, porque no hay una segunda oportunidad.

Es unión definitiva lo que busco. Seamos como las aves del cielo que, aún teniendo su
vista aguda, no conocen fronteras… nunca las han visto.

LLEGAR AUN ACUERDO


Sabium, después del corto pero elocuente discurso, había logrado conseguir su
cometido. Los gobernantes allí reunidos, comprendieron el juego sucio a que se habían
dedicado en los últimos tiempos:

Mientras firmaban un tratado de paz ante las cámaras y agencias noticiosas —para
que todo el mundo los alabase—, en la encrucijada de una junta secreta tejían planes
criminales para contradecirlo.

En los tiempos del “egomundo” la desmoralización era incontenible.


La demagogia constituía la hipocresía del progreso. Los aduladores daban brillo a los
zapatos de los poderosos con sus besos serviles y traicioneros.
Era odioso gobernar a gente ruin, siendo, la mayoría de gobernantes, más ruines que
los gobernados.

A estos gusanos del poder los envolvían telarañas de flaqueza y terminaban en un


desierto de resecas esperanzas.

Los presidentes de ese entonces disfrutaban de honores por fuera y amarguras por
dentro. Porque esas risas de poder y gloria no eran más que un barniz reluciente
debajo del cual gemían grandes llagas vivas. ¿Para qué ser jefe de gobierno en un
país asfixiado por fronteras malditas?

Pensamientos similares recorrían la mente colectiva. Alguien, presente en el


enigmático salón, reciamente exclamó:

— ¡No queremos más tratados! Demoramos más en firmarlos que en contradecirlos.

Otro agregó: — ¡Desarme total es la solución! ¿Quién lo garantiza? —Concluyó un


tercero. Un importante estadista sugirió: ¡Gobierno mundial es la única solución!

Esto sonó con buen timbre entre los asistentes y su opinión prevaleció.

—Nunca se ha probado, ¿por qué no formarlo? ¿Por que adelantarnos a decir que no
funciona, antes de haber ensayado? Eran lo comentarios que se escuchaban en el
salón espacial.

—Toda noble empresa parece imposible al principio. Esta es la hora y la oportunidad,


opinaron muchos.

Siempre existieron personas bajas, ignorantes y de escasa imaginación o con intereses


creados, que afirmaban, antes de haber ensayado, que un gobierno mundial no sería
inmune.

En cambio, ahora, la idea se propagó rápidamente entre los asistentes como solución
definitiva para formar un mundo ideal.
Los presidentes prefirieron, mejor, ser corregidos por un sabio, que seguir siendo
adulados por los tontos. Esta era la oportunidad de elegir a un solo presidente mundial.

Allí se encontraban los mandatarios de todas naciones. Habían sido elegidos por sus
pueblos y, a su vez, tenían derecho a elegir a un solo hombre que, con plenos
poderes, lo gobernase a todos. Esto era completamente legal, y posible. ¡Dicho y
hecho!

La condición propuesta fue así: “Cualquier hombre, que por mayoría de votos
presidenciales saliese elegido, sería presidente mundial. Testigo, en esta ocasión, todo
el mundo.

PRESIDENTE MUNDIAL

Se organizó una votación de emergencia pero decisiva. Los votantes, a la vez,


renunciaban a su mando en favor del elegido.

La elección fue rápida. Los allí presentes firmaron sus votos. Estos datos fueron
entregados a una computadora que, sin preferencias, daría el veredicto final.

Sabium estaba feliz con la decisión a que habían llegado los gobernantes, de elegir,
entre los hombres, un solo presidente que los gobernase a todos.

Se dispuso a ceder el puesto principal que ocupaba, en favor de quien resultase


elegido.

Lástima que no estuviese preparado para recibir el más recio cañonazo emocional en
su vida: la metálica y cibernética voz de la computadora anunció al orbe el fulminante
veredicto:

—“El… primer presidente… mundial… elegido… por… unanimidad y por


merecimiento… es… ¡Sabium! : Su… voz… es… ley… y… sus deseos…
órdenes”.

Así era la autoridad que los estatutos concedían a quien debía enfrentarse a gobernar
este enorme globo inflado de problemas.

Con plenos poderes podría salvar, o enterrar, a esta agobiada humanidad que ahora se
sacudía en oleadas de optimismo. La euforia del momento era ardiente, ya que todo
acaeció en forma inesperada.

Los hombres vociferaron al unísono, las manifestaciones de aprobación, y los aplausos


no cesaban. Sabium no pudo levantarse de su asiento. Indecibles emociones se dieron
cita en su pecho. Sintió dolor, ansiedad, angustia y alegría.
No obstante, su voluntad era como el acero: entre más fuego recibía, más se templaba.

Pensó que no podía defraudar a sus congéneres; inspiró profundamente, se puso de


pie y, dirigiéndose al mundo, con arrojo le habló:

—Soy hijo natural de la madre Tierra. Por ella he luchado, y no moriré tranquilo hasta
ver borradas todas las fronteras que el odio, la ignorancia y el fanatismo trazaron con la
sangre de inocentes mártires que murieron sin saber por qué lucharon.

—El poder que en mis manos pesa, es de todos. Yo sólo ando de paso, como el río,
como el viento; los hombres pasan, las instituciones permanecen,.

Estas palabras fueron nuevamente ahogadas por expresiones de júbilo y alegría.


Sabium resultó poseedor de una formidable y natural elocuencia.

Durante su letargo en el espacio había bebido con avidez en el manantial de la eterna


sabiduría. Ahora, en la Tierra del desatino, siglos de tinieblas se desvanecieron con sus
palabras.

Como por acto de magia se organizaron, en ciudades y pueblos, improvisados desfiles


con banderas blancas y pancartas que decían:

Pertenecemos al país más poderoso del mundo, se acabaron las guerras, Sabium
presidente mundial vitalicio. Su nombramiento fue acogido con beneplácito.

Un febril dramatismo se vivía en el lugar de la reunión cumbre. Los “expresidentes” de


las naciones, por primera vez, se daban abrazos sinceros. Habían renunciado a sus
fronteras no necesitando, de esta forma, quién les guardara la espalda.
El sucio juego de la guerra ya no sería más. Sabium había ampliado el amor patrio
hasta englobarlo.

A todos los niños les quedaba fácil dibujar el mapa de su gran país Tierra: les bastaba
con hacer un círculo.

LA GRAN NOTICIA

De repente, una señal sonora llamó la atención.

Sabium debía revelar a los hombres algo muy importante. Su alma se estremecía
violentamente mientras el cuerpo permanecía quieto. Algunos pensaron que
comunicaría su primer mandato de gobierno. No fue así.

Se trataba de la noticia más esperada en los últimos tiempos.


Pocos habían dado crédito a ciertos fenómenos “no identificados”, y los testigos no
podían convencer a los escépticos que necesitaban, para creer, oler y tocar:

Los ignorantes convierten en ridículas las cosas que no pueden comprender.


Ahora la realidad los hizo estremecer y sus huesos crujieron.
Por fin, el primer presidente del mundo tenía pruebas contundentes sobre la vida fuera
de este mundo.

—Amados compañeros de existencia:

—No se perturben por lo que les voy a confirmar; es buena noticia:


—No estamos solos en el Universo: se encuentran, con nosotros, los extraterrestres.
Son nuestros amigos.

—Ellos nos ayudaron en situaciones críticas y, a ellos debemos la facilidad de la


comunicación en esta ocasión. Ellos limpiaron la atmósfera extrayendo los venenosos
vapores radiactivos que dejaron las bombas. De no haber sido así, estuviésemos todos
muriendo lentamente.

Como prueba de lo anterior, les acabo de dar permiso oficial de aterrizar en nuestro
planeta. Dentro de una hora, exactamente, verán descender, con deslumbrante brillo,
12 mil “ovis*. En las 12 mil ciudades más pobladas del planeta.

*(Objetos Volantes” identificados)

—Aunque ellos tienen plenos poderes no son belicosos, son nuestros amigos.

—Estén pendientes mirando el firmamento. Verán potentes luces que se precipitaran


sobre las ciudades. No se asusten. Son naves venidas de un lejano mundo, para
presentar un fraternal saludo.

—Vienen en son de paz y amor. Nos unirán con lazos de amistad al resto del Universo.

Mientras ello ocurre, tengo el honor de presentarle al director de esa poderosa flota.
Acto seguido, ante la vista aterrada de los desconcertados invitados, se abrió una
cortina metálica y aparecieron, al fondo, varias naves extrasolares, de hermosas
formas, inimaginables por el hombre.

De una de estas relucientes naves bajaba un hombre esbelto, de mirada penetrante.


Lo acompañaba una mujer de rutilante belleza, y una angelical criatura de
cabellos dorados.

—Con ustedes —anunció Sabium, —el comandante de la misión extraterrestre que en


contados minutos iniciará el descenso a la Tierra.
—Son 12 mil naves y en cada una de ellas, vienen 12 tripulantes. En total suman 144
mil seres que nos ayudarán a hacer de la Tierra un verdadero paraíso.

—Habitantes del gran País Tierra: —concluyó el mandatario ecuménico:

Tengo el agrado de presentarles a nuestros hermanos del Cosmos, venidos del planeta
Alborada.

Son ellos:

—El Guía Titanio,

—Su compañera Celesta,

—Y su hija Galaxia.

CAPITULO 9

LOS EXTRATERRESTRES

Desde los misteriosos ámbitos del espacio, una vivificante energía llegaba a la
Tierra.

Se rasgó el velo del silencio, y las puertas de la justicia cósmica se abrieron al


paso de nuestros hermanos mayores.

Quienes antes habían preparado el terreno, ahora LOS bañaba un sobre humano
gozo.

Intoxicada de emociones estaba la mente colectiva y, por vez primera, vibraba al


unísono. Todo parecía un sueño:

Guerra, gobierno mundial, seres de otro mundo, imágenes misteriosas… parecía


como si estuviesen entretenidos en el carnaval de lo inadmisible.

¡No!, de este sueño no podían despertar. La nítida realidad amparaba los hechos.
Gobernantes, amigos o enemigos, se encontraban en un desconocido sitio que había
emergido misteriosamente de las profundidades marinas.

Un hombre hablaba por medio de sofisticados sistemas compu-plasmáticos, a la vez se


escuchaba en todos los idiomas.

¡Había sido elegido primer presidente mundial!

La abigarrada multitud se volcó a las calles, ya no a celebrar carnavales de


voluptuosidad, desorden, y vicios —con los cuales los gobiernos engañaban a los
pueblos para que así olvidaran el hambre y la miseria—.

Ahora los hombres tenían cabeza erguida y vista elevada al infinito, a la espera del
contacto Cósmico. En contados minutos les serían revelados misterios del más allá,
conocerían su verdadero origen y orientarían su futuro.

Los escépticos, duros y obstinados, que siempre se creyeron únicos en el Universo, en


vano trataban de despertar. Tendrían que echar por tierra las ideas conservadoras y, su
ignorante seriedad, se derrumbaría ante lo incontenible.

Efectivamente, a la hora señalada por Sabium, el cielo se iluminó con una legión de
deslumbrantes objetos volantes, “antes” no identificados.

Miles de relucientes naves se acercaban a la superficie terrestre, haciendo gala de


extraños movimientos, ante la vista aterrada de la multitud.

Un escalofrío recorrió la columna vertebral del mundo. La curiosidad se materializó


formando oleadas humanas en los sitios donde, lentamente, fueron descendiendo, con
la aprobación de los hombres, miles de Bit-Girox provenientes del centro galáctico.

Cada nave se observó como un astro refulgente entre la sombra.


Una música celeste, de un timbre insospechado, conmovió la atmósfera: con
melodiosos sonidos, de armónicas frecuencias, saludaban los extraterrestres a sus
hermanos del tercer planeta.

Lluvias de seres, con manojos de rosas fragantes, daban la bienvenida a los habitantes
del centro de la Vía Láctea. Al fin la Tierra se vio coronada por una extraña raza de
hombres de un grado diferente.

COMUNICACION TELEPATICA

Sabium había ordenado formar comisiones de personas prominentes que debían


acercarse a las naves para presentar el saludo de bienvenida a sus ocupantes.
Nuestros hermanos del cuarto mundo, al tener plenamente desarrollado el sentido
telepático, entendían cualquier idioma que reflejara la mente de quien lo hablase.
En la telepatía no existen las palabras. Es la comunicación directa, vía mental, de
pensamiento a pensamiento. El idioma telepático es universal. No contiene puntos,
comas, ni engorrosa y torpe ortografía propia de idiomas imperfectos, es puro y
preciso. En este idioma mental no existe sitio donde pueda esconderse el engaño ni la
traición.

El mensaje telepático es transmitido por corrugaciones espaciales fijas, no por ondas


radioeléctricas vibrantes como, hasta ahora, algunos han tratado en vano de
demostrar. El cerebro no posee sensores para ondas radio electrónicas de frecuencia
alguna

A falta de esto, la mente tiene la propiedad de presionar gravitacionalmente el espacio,


entablando comunicación directa con otras mentes; sin límite de distancia, tiempo,
velocidad, y sin los problemas de interferencia que encuentran las ondas hertzianas.

Los efectos parasicológicos se producen en un medio no afectado por distancias o


condiciones adversas. Esto ha sido comprobado en todos los casos. Lo que no se ha
sabido explicar es el cómo y el por qué. Ello no quiere decir que no existan. Por el
contrario, demuestra la incapacidad de los científicos materialistas de nuestro tiempo
que no logran detectar en sus diminutos tubos de ensayo lo que antiguos sabios y
maestros descubrieron con sus inconmensurables mentes.

Los investigadores más adelantados han intuido que, estos fenómenos, se transmiten
por los elementos que constituyen la cuarta dimensión, Sin embargo, es en esta misma
dimensión en la que ocurre el fenómeno bajo la intervención de la mente.

La mente habita la materia que ella misma ha generado. Por tanto, el porvenir del
hombre no está en el espacio celeste sino en el espacio mental.

UN HISTORICO REGALO

Actos llenos de emociones seguían sucediéndose. Titanio pronunció un fraternal


saludo… del más allá. Con electrizantes palabras despertó a los humanos a la
realidad.

Aquel enigmático sitio donde se encontraban era precisamente un obsequio que traían
desde su planeta. La enorme base flotante no era de este mundo, pero ya pertenecía a
él. Se trataba de una ecociudadela para 144 mil habitantes.
Poseía todas las comodidades: seguridad, abundante energía, y métodos altamente
refinados para la radiocomunicación global e interplanetaria. Era algo maravilloso que
rebasaba la más osada imaginación.

Esta sería la nueva residencia de Sabium. Recordemos que su anterior casa


laboratorio había quedado destruida, al estar situada muy cerca de la gran metrópoli, y,
aquella fatídica noche, por un acto providencial, la familia Sabium’s había sido recogida
horas antes de la catástrofe.

Titanio ofreció situar la ciudadela en cualquier continente, donde el presidente del


mundo considerase necesario. Sabium manifestó su deseo de quedarse allí. Con las
siguientes palabras lo anunció:

—El mismo océano que nos circunda besa las orillas de todos los continentes con el
mismo amor; sus aguas representan la sangre de la Tierra y todas convergen a este
punto que, desde hoy, será el corazón del mundo.

DISCURSO DEL GUÍA ECUMÉNICO

Las primeras lumbres matutinas traían aromas de renovación. La humanidad disfrutaba


de un agradable insomnio.

Sabium poseía conocimientos innatos que aflorarían en su primera alocución,


esparciendo así la simiente del buen vivir. Fue llevando a los hombres con consejos
sabios. En un principio fueron aceptados como normas de vida y más tarde como
derechos inamovibles.

Oh, cuán distinto su discurso al de los anteriores “manda más” del egomundo. En ese
entonces, la crasa ignorancia inspiraba el tono dogmático para ventilar promesas
inocuas que formaban un huracán de mentiras.

Las palabras de Sabium fueron extraídas del diccionario de los siglos, para sembrarlas
eternamente en el corazón de los hombres.

Así habló:

—El mundo es joven como lo son sus hijos porque la juventud no es un momento en la
vida sino un estado del alma. Nos creíamos inconformes porque ignorábamos lo que
teníamos: una regia mansión, el gran planeta azul y verde…nuestra Madre Tierra.

—Sufrimos la guerra atómica, es verdad. Pero los golpes de la adversidad son


amargos más nunca estériles. La tristeza y la desgracia son, a veces, amigos
disfrazados. La felicidad simplemente reúne personas, en cambio el dolor une
corazones.

—Ninguna guerra logró derrotar al hambre y toda victoria inoficiosa fue un crimen. Ya
no serán más.

—Hoy existe el deber; el deber engendra el derecho; el derecho la justicia, y donde hay
justicia, no puede haber hambre.
—No desfallezcan, porque el fracaso comienza donde cesa el esfuerzo… parar es
retroceder. Iniciaremos la construcción de un nuevo mundo desde este mismo
momento porque por los caminos del después se llega a la casa del nunca.

Sabium hizo una pausa —no hubo aplausos—. El hechizo de sus consejos conge1ó
cuerpos e incendió almas. El noble guía prosiguió:

—Por la codicia de una manzana no vale la pena perder un paraíso. La posesión sin
límite fue la causa de todas las guerras al estar basada en una falacia. ¿Para qué
placer sin felicidad? ¿Para qué ciencia sin sabiduría?

—Más vale perder que lograr una ganancia vergonzosa. Más vale hombre sin dinero
que dinero sin hombre. Porque la fortuna pocas veces se reúne con los buenos, ni
hace buenos a aquellos con quienes se reúne.

—El dinero del mundo está en manos de los que no tienen caridad, y el solo hecho de
no hacer el bien es un gran mal.

El hombre que sólo vive para si, es un monstruo de egoísmo. Tenemos que aprender a
gastar en las necesidades de los demás con la misma naturalidad que lo hacemos en
las nuestras. Ayudemos hoy a los necesitados; mañana no podremos por dos razones.

1) Ellos ya habrán muerto, 2) Nosotros también.

—Las personas que quieren más de lo que necesitan se convierten en avaros. Estas
son quienes impiden que otros tengan lo esencial. El avaro no posee las riquezas
porque tiene todas las preocupaciones del rico y los tormentos del pobre.

—Con turbios negocios llenan sus voraces cajas y su ambición nunca queda
satisfecha, su vivir será siempre sombrío y el reflejo del poderoso oro no iluminará la
noche de su ocaso.

—El que se acostumbra al lujo, la privación de lo superfluo le es tan dolorosa como la


falta de lo necesario. Lo que no es necesario es caro aunque cueste poco.
Ricos recuerden:

—Quien muere en la opulencia renace en la miseria.

—Pobres consideren que: pasar de la pobreza a la opulencia, sólo es un cambio de


miseria. Todo extremo es vicioso y la razón huye de todo exceso. Por tanto, la
perfección está en el correcto equilibrio de estos dos extremos.

—El que comete un error y no lo corrige, está cometiendo otro. Las almas débiles se
arrepienten de los errores; las fuertes los reparan. Los débiles esperan la ocasión; los
fuertes la provocan.
—Quien malgasta el tiempo será malgastado por el tiempo, siendo pasto fresco del
desliz. La tentación se alimenta de los ociosos. No dejemos escapar el caudal del
tiempo a través de las grietas del ajetreo inútil: tenemos mucho que hacer por los
indefensos.

—Lo fácil parecerá difícil si se hace de mala gana. En cambio, la persona que
emprende con amor una obra, la mitad tiene hecha. Lo que se hace con gusto, con
satisfacción se contempla. La felicidad de la vida es el trabajo libremente aceptado
como un derecho. Los que desprecian el trabajo se muestran ingratos con su mejor
amigo, así, el que no aprende a trabajar, aprende a pedir.

—No te asustes de la caída estrepitosa de los poderosos, ellos se hinchan de soberbia


y, el que está hinchado, está enfermo, revienta…y cae. Resistan a los ricos sin alma —
ladrones sin escrúpulos—, y concedan su don a los humildes —grandes por
excelencia—.

—Los villanos no sonríen; sólo esgrimen carcajadas. En cambio, quien le sonríe al alba
ya ha ganado el día. Si quieren tener sueños agradables acuéstense con la conciencia
tranquila.

Sabium continuó emitiendo sus consejos en transmisión directa a los corazones


receptores:

—No digas ni hagas nada torpe o deshonesto ante la vista de los niños, puedes
ensuciar sus almas diáfanas que, como espejos, reflejan La Naturaleza.
Lo que un niño mal hizo —sin malicia—, lo hizo sin culpa. Reprenderlo con ira, es
tomar venganza contra su debilidad.

En el niño hay algo de hombre y en el hombre hay algo de niño. Siendo así, no rían
nunca de las lágrimas de un niño, porque en todos los seres el dolor muerde con igual
fiereza.

Descendiendo hasta el fondo del dolor esculpan en sus pechos estas palabras dichas
por “el más grande entre los grandes”:

Todos quieren la vida,

Todos se asustan de la muerte.

Pensando que todos sienten como tú, no mates. . . no hagas matar.


(Buda)

—Una de las glorias de la civilización hubiera sido mejorar la suerte de los animales no
humanos, maltratarlos es demostrar cobardía e ignorancia.
¿Acaso en el corazón de los animales no palpita el mismo deseo de vida que
sentimos? Miren que ellos respiran el mismo aire que respiramos, y por sus venas
corre sangre roja igual a la nuestra.

“Hay suceso resultante con respecto a los hijos de la humanidad y un suceso


resultante con respecto a los hijos de la bestia, y ellos tienen el mismo suceso
resultante. Como muere el uno, así muere la otra; y todos ellos tienen un solo espíritu,
de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia, por que todo es vanidad.
Todos están yendo a un solo lugar. Todos proceden del polvo, han llegado a ser, y
todos están volviendo al polvo”.

— ¿Conciben, acaso un dios traicionero que quiera a unos y odie a otros? ¡No, ¡ese
dios no existe!, solo está en mentes abortadas que habitan cerebros sanguinarios. ¡El
hombre perfecto no puede ser un vulgar depredador! Para terminar Sabium dijo:

—El oro se prueba con el fuego; la mujer con el oro; el hombre con la mujer, y una
civilización con sus hechos.

—Por ello procuremos corregir, primero en nosotros lo que queramos que corrijan los
demás. No hagamos a nuestros hermanos lo que no deseamos que nos hagan a
nosotros. Si pagamos las injurias con beneficios, seremos almas grandes entre las
grandes.

—No quiero extenderme más: palabras sobran donde las obras son necesarias:
poco piensa el que mucho habla. Basta con lo anterior. Como no estamos seguros de
vivir una hora, no perdamos ni un minuto.

—Los muros de piedra no hacen una prisión ni los palacios un paraíso. La mente, por
sí misma, convierte un infierno en cielo y un cielo en infierno.
Por tanto, removamos los escombros que dejó el error, y hagamos de la Tierra un
paraíso.

EL MUNDO CAMBIO

El tiempo comenzó a saltar alegremente de día en día. Época feliz y renovadora. Se


respiraba un nuevo aliento de vida. Las tormentas de dolor, con sus amargas lágrimas,
se tornaron en una apacible brisa de amor.

Niños y adultos querían viajar en 0vi. Gustosos los extraterrestres dispusieron sus
naves para que nadie se quedara sin esa grata experiencia.

Las noches se llenaban de luminosas naves: humildes campesinos, a los cuales la


anterior civilización les había negado un viaje en avión, ahora pudieron conocer la
Tierra desde el espacio, y comenzaron a disfrutar de esa avanzada tecnología.
Los científicos de todas las vertientes de la ciencia estaban felices. Los “alboréanos”
les ofrecían a diario suculentos banquetes de conocimientos.

Los medios de difusión. Tomaron nuevo giro. En la televisión ya no más programas


fastidiosos, donde mujeres hermosas, con falsas y compradas sonrisas, enseñaban a
pavonar los pulmones con la mortal nicotina.

En la época anterior, filosas propagandas, preparadas por los sagaces hijos de las
tinieblas, enseñaban las “delicias” del alcohol y el “placer” del cigarrillo.

En la televisión anterior, cándidos jóvenes aparecían alegres libando el etílico veneno,


mas no dejaban entrever los destrozos que causaba en sus delicados organismos.

En cambio en la Nueva Era, la televisión de pantalla holográfica 3d, se engalanaba con


imágenes de majestuosas galaxias y planetas maravillosos.
Los periódicos, que antes malgastaban kilómetros de papel en vanas politiquerías,
noticias sensacionalistas y fotografías de su director, ahora enseñaban lo que era útil
para la vida.

En el pasado inmediato, pululaban revistas que enseñaban la violencia, presentándolos


reportajes de rufianes y mafiosos, haciéndolos aparecer como héroes por sus violentas
hazañas.

Importantes publicaciones adornaban sus portadas con la tosca cara ensangrentada de


un boxeador, que había “triunfado” sobre su hermano, habiéndolo dejado moribundo en
el suelo ante los aplausos de los equivocados seres que, llenos de alegría,
patrocinaban tan execrable crimen. Pagaban por ver la muerte de un semejante a
manos de un hermano.

Lo anterior traía oro y gloria a un país. El mismo presidente felicitaba a estos


monstruos de los golpes y aprobaba la brutalidad. Sabía que un pueblo idiota es la
seguridad del tirano. En esta forma rebajaban la noble naturaleza humana. Y no
hablemos del arte del toreo porque la sola palabra ensucia la noble naturaleza
humana.

Al contrario, en la Nueva Era, estos hombres despertaron y las revistas adornaban sus
portadas con la imagen de grandes valores que servían de ejemplo para la nueva
generación de superhombres.

Los extraterrestres comenzaban a enseñar el secreto de la longevidad. Explicaban


cómo el hombre, por su degradación de milenios, sólo llegaba enfermo y abatido a
unos 60 u 80 años. No obstante la Naturaleza haberlo diseñado para vivir 900 o más
años testimonios antediluvianos lo confirmaban.
Titanio no negaba sus 432 años de edad, pues se encontraba en plena juventud.
Celesta contaba con 360 años y el fulgor de su belleza deslumbraba al intrépido que se
atreviere a mirar sus ojos grandes y quemadores.

En el planeta Alborada era normal llegar a los 900 años en completo dominio de las
facultades físicas y mentales.

Los terrestres se mostraban muy interesados en aprender el secreto de la longevidad,


y se dedicaron a emplear el tiempo en busca de conocer los secretos de la salud y la
longevidad, en vez de perder el tiempo en conseguir dinero, explotación y problemas.

En la medicina, con la llamada operación cambio de piel, mujeres de 60 años volvían a


la belleza esplendorosa de los 25 años. Su vida empezaba de nuevo.

Los extraterrestres sólo se alimentaban de frutas, nueces y néctares especiales. El


naturismo y vegetarianismo fueron sistemas de vida sana.

La carne, pútrido alimento, causante de enfermedades físicas y mentales, madre de la


vejez prematura, la ira y la violencia, fue reemplazada por frutas frescas semillas
oleaginosas y vegetales sabiamente preparados.

La mente humana comprendió que, comer carne, era comer cadáver putrefacto
destinado sólo era para las hienas, buitres, perros, moscas y, en general, para seres de
baja calaña que involucionaron hasta comer sangre y carroña.

El vicio, la violencia, la terquedad, la maldad y el egoísmo, ya sólo eran débiles ecos de


un infausto pasado.

Por fin, los animales —nuestros hermanos menores—, fueron respetados, y los
hombres aprendieron a vivir en simbiosis con ellos: el biocidio o asesinato de animales
y selvas ya no fue más.

La Nueva Era Dorada de la sabiduría comenzó a brillar. La ignorancia, en su agonía, se


debatía en alaridos, de muerte. La selva del engaño empezó a arder: El velo sombrío
que nublaba el tercer ojo de los hombres comenzaba a desaparecer.
Rayos de ciencia se cernían sobre la Tierra, y la verdad incubaba una nueva raza de
superhombres.

APARECE MALIGNUS

Todo iba muy bien; por doquier se respiraba paz. El viento del amor acariciaba a los
seres y, en fraternal unión disfrutaban la vida en una perfecta sociedad. Los hombres
comenzaron a construir ecociudadelas orientadas por los alboréanos, y las ciudades
actuales fueron siendo reemplazadas paulatinamente hasta desaparecer. Únicamente
quedaron monumentos, obras de arte y algunas edificaciones históricas patrimonio de
la humanidad.
Pero, de un momento a otro el rumbo del mundo cambió literalmente. Tanta felicidad no
podía existir en un planeta. No todo goce es bendición del cielo ni toda pena es
maldición de Dios.

La “suerte”, esa diosa de dos caras, había tejido una obra maléfica a la luz de un
pensamiento criminal. Desarrolló un plan macabro para acabar con la sagrada paz que
los hombres guardaban con gran celo.

Un astrónomo había detectado un colosal bólido que se precipitaba a una pasmosa


velocidad contra la Tierra. ¡La destruiría completamente! *

*Actualmente, los que están al corriente de asuntos cosmobiológicos, saben de ese


planeta. Su nombre es “Hercóbulos” y está habitado por seres tenebrosos
pertenecientes al primer mundo. De hecho son demonios.

Su ambición no cabía en su mundo, y por eso buscan un planeta donde descender


para ensanchar su imperio ignominioso. Esclavizarán a los hombres lanzándolos a
oscuros abismos de inconciencia y dolor.

La maldad existente en el actual egomundo, por ley de afinidad, está atrayendo a


ese horripilante planeta y no sabemos qué va a pasar.

Existe otro planetoide, de importancia, que amenaza encontrarse con la tierra. Su


nombre es Helin descubierto en 1976, en el observatorio de Monte Palomar, por la
astrónomo Eleanor Helin. Su órbita es similar a la terrestre, y terminará chocando con
nuestro mundo.

La voz de alarma se propagó rápidamente. El resto de observatorios astronómicos, y


los mismos extraterrestres, comprobaron lo antes dicho.

Realmente se trataba de un gigantesco planetoide de billones de toneladas de peso. Al


determinar su velocidad se confirmó que haría tremenda colisión con la Tierra en días:
Cataclismos y maremotos borrarían de la superficie habitada todo vestigio de vida.

Los hombres, empequeñecidos, no tenían cómo enfrentarse a ese descomunal


enemigo. Los extraterrestres no habían traído naves con explosivos especiales para
hacer cambiar el curso de ese bólido infernal. Habían venido en misión de paz.

Le dieron a terrible planetoide el nombre de Malignus.

Se programó una reunión de emergencia. No obstante, las soluciones presentadas


fueron consideradas inefectivas. Los remolcadores espaciales y las naves
extraterrestres no servirían para nada —sería como tratar de espantar a un dinosaurio
a golpes de pañuelo—.
Juntas de científicos y extraterrestres agotaron todas las posibilidades, sin contemplar
una solución al problema. Sabium, como presidente del mundo, debía tener solución
para enfrentarse a tan horrible asesino.

La gente, consciente de los hechos, no le quedaba más remedio que rezar y olvidar
este mundo. Milenios de sufrimientos había costado la felicidad que disfrutaban y,
ahora, la furia satánica en poco tiempo los destruiría.

Mientras los científicos, sin encontrar soluciones se acercaban al borde del desespero,
un hombre, con seño pensativo, concentraba toda su inteligencia en un solo punto.
Malignus era su enemigo y debía destruirlo.

BRILLANTE IDEA

Alguien había dicho que, con la sabiduría de Salomón y el poder del diablo, reunidos,
lograrían destruirlo.

Sabium poseía sabiduría suficiente pero le faltaba el poder del diabl…¡Eso es!
La mente del científico se había iluminado con una brillante idea.

Recordemos que, en el tiempo de la loca carrera armamentista, el poder de la maldad


indujo a los hombres a producir miles de poderosas bombas atómicas mega
destructoras, que aún permanecían escondidas en bases secretas.

Habían sido calculadas para destruir la Tierra cinco veces. Si el hombre podía destruir
la Tierra, también podría destruir un planeta que viniese al encuentro.
Sabium pensó que, si lograba dispararlas todas contra Malignus, lo convertiría en polvo
cósmico.

Sin pérdida de tiempo ordenó el desmantelamiento de todas las bases y escondites


atómicos. Ante la sorpresa de los habitantes, centenares de miles de cargas nucleares
encontraron en las madrigueras infernales que, la maldad, había hecho construir a los
humanos para su propia destrucción.

Sabium, con sabiduría, utilizó el poder del “diablo” contra Malignus y, por buen motivo,
llegó la hora de un verdadero desarme. La humanidad dormía sobre un polvorín. Esta
era la oportunidad de salir de él.

El desarme de la Tierra fue total. Malignus sería severamente castigado.


Titanio dispuso sus naves y fue colocando, en un punto del espacio, una a una las
mortíferas armas, hasta formar con ellas una monstruosa falange destructora.
Sus mecanismos detonantes fueron programados, y un Bit-Girox, por medio de un flujo
magnético, las comenzó a empujar hacia el negro cuerpo espacial que venía con ideas
pavorosas.

La lucha era a muerte: o destruir o ser destruidos.


Las bombas se fueron para hacer impacto. Los hombres se quedaron haciendo.
¡Fuerza!

¡Qué lastima!

Desgraciadamente, por una absurda falla, o quizás por el descuido de algún técnico,
¡todos los sistemas fallaron!

Llegada la hora, los humanos tuvieron que conformarse con su “suerte”, y no pudieron
apreciar este apoteósico triunfo…En la televisión.

En cambio, en el espacio todo funcionó debidamente, y al fin, unidos, ¡ganaron los


hombres! ¡Dieron en el blanco!

En una clara noche de verano, una brillante luz en el espacio anunciaba que Malignus
había sido destruido. Sabium obró en defensa propia. Actuó con el mismo derecho con
el cual una madre defiende a sus hijos.

A su vez, liberó las almas que estaban encarceladas en cuerpos demoníacos,


teniendo, de esta manera, la oportunidad de renacer en planetas más avanzados.

EXPLICACION ASTRONOMICA

El astro ¡Hercóbulos”, después del colosal impacto atómico, se desmoronó. Las partes
se contrajeron hacia su mismo centro, por efecto de la fuerza de gravedad. Los
ingentes cataclismos borraron todo vestigio de vida.

La ruta de “Malignus” cambió ligeramente y su ígneo cadáver pasó a prudente


distancia de la Tierra, con dirección al centro planetario.

Su masa tenebrosa —untada de demonios—, fue capturada por la atracción solar y


entró en una órbita submercuriana. Allí la masa aumentó el doble, al capturar trillones
de rocas y el polvo carbonoso, que había dejado un antiguo astro desaparecido:

EL PLANETA VULCANO

Con este nombre siguió llamándose el nuevo planeta del sistema solar.
A causa de la perturbación gravitacional del citado cuerpo y, debido a éste y a un
fenómeno celeste posterior, la Tierra, gradualmente, aumentó su marcha alejándose un
poco del Sol.

Por lo anterior, nuestra madre Tierra ocupó el cuarto puesto en el orden planetario, a
saber: 1) Vulcano; 2) Mercurio; 3) Venus; 4) La Tierra.
EN PAZ CON LA NATURALEZA

Torrentes de júbilo cayeron a la Tierra, después del apoteósico triunfo que aumentó la
confianza en los hombres. El mundo estaba completamente limpio de armamentos.

Sabium había demostrado, una vez más, sus capacidades como genio y gobernante.
Derrotó al gran monstruo del espacio y ahora todos seguían gratamente sus
decisiones.

No sólo era el presidente mundial; también lo consideraban como héroe, como maestro
y como padre. No dictaba mandatos inflexibles. Sus sabios consejos eran acatados
como derechos y estrictamente cumplidos.

—Ninguna ley es buena si no está basada en los ejemplos que nos da a diario la
Naturaleza —decía.

La gente aprendió a no ambicionar más de lo que necesitaba, dando así la oportunidad


de tener algo a los desposeídos. Suprimió el lujo y las excentricidades; por tanto, no
hubo la necesidad de hacer trabajar hasta el agotamiento a muchos, para complacer
ambiciones viles de pocos.

La técnica sólo prestó manos para fabricar lo útil y dejó a un lado lo superfluo. La
Madre Tierra, que antes había estado desilusionada con los hombres por lo mal que la
habían tratado, ahora se encontraba muy agradecida con sus hijos.

La habían librado de Malignus, ese monstruo que amenazaba destruirla. Ella sola,
amarrada a su órbita, no hubiera podido defenderse. De esta manera la verdadera
civilización canceló la deuda con la Tierra, y los hombres siguieron viviendo en perfecta
simbiosis con la Naturaleza.

VIAJE POR INTER-ESPACIO

Transcurrían los años apaciblemente Los hombres se sentían felices de pertenecer a


una verdadera civilización, y celosamente guardaban la paz que disfrutaban. Niños
prodigios abundaban. Los poderes psíquicos comenzaron a manifestarse con mayor
intensidad.

Cierto día, Sabium comunicó una noticia que no fue muy bien recibida por sus amados
hermanos. El con su familia debía viajar por la galaxia: visitarían el planeta Alborada.

Los extraterrestres no podían estar más aquí, y se disponían a regresar. Ya habían


cumplido su misión en la Tierra. Invitaron a la familia Sabium´s a conocer su planeta,
distante a miles de años luz de nuestro mundo.
Este viaje se consideraba beneficioso, Sabium vendría con conocimientos valiosos
para hacer una renovación definitiva y traer los conocimientos finales de la “Ciudad de
Ecumenópolis” que debían construir aquí.

Llegó el día de la partida. Con lágrimas y sollozos, la gente melancólica, despedía a su


amado maestro, padre y hermano, en el viaje más largo y osado jamás imaginado por
mente alguna.

Se trataba de un viaje a través del tiempo. Una junta de notables Druidesas y varones
había quedado encargada del gobierno mundial.

A la hora señalada, la enorme flota comandada por Titanio se alejaría de la Tierra a una
pasmosa velocidad. Se llevaría el corazón del mundo.

La gente pensaba en lo que le pudiera suceder; pero el contacto con el Universo exigía
un riesgo. Llegó el angustioso momento. La Tierra siguió su acostumbrado camino
orbital, mientras los 12 mil BitGirox salían presurosos en busca de la nave madre en
que habían venido.

Los esperaba más allá de la órbita de Plutón. En tres semanas terrestres recorrieron 8
horas luz y, al final, penetraron al interior de la monumental nave que los conduciría a
la Cisura del interespacio.

Allí penetrarían en el túnel del espacio, que los situaría a miles de años luz de la Tierra,
sin necesidad de viajar a ninguna velocidad.

La gigantesca nave que albergaba los ovis tenía forma esférica. Era una completa
ciudad con pistas, laboratorios y hermosos jardines con plantas exóticas de indecible
Belleza.

En esa ciudad espacial, de dimensiones colosales, los “Sabium´s” fueron huéspedes


de honor. El interespacio estaba situado en el punto medio entre nuestro Sol y su
antisol correspondiente, compuesto de materia negativa o antimateria.

Las fuerzas contrarias, de estos dos astros, se neutralizaban en dicho punto, haciendo
distorsionar el espacio-tiempo, a un grado tal que, las cosas materiales que entraban
en ese remolino intergaláctico, les ocurrían fenómenos muy extraños.

LLEGADA AL INTERESPACIO

Titanio prevenía a la familia terrestre explicándoles sobre cosas maravillosas que allí
sucederían:
—Nuestros censores indican que estamos próximos a penetrar en el interespacio
—anunció y continuó: —Vamos a vivir una odisea jamás experimentada por hombres
del tercer plano.
Aquí solo han podido llegar desde allí seres muy evolucionados que han venido a este
punto, sólo por fuerza espiritual; sin recurrir a medios físicos, como ahora lo estamos
haciendo.

—Cuando nos mezclemos con el tiempo negativo, no sentirán miedo ni molestia


alguna. Estas cosas son inherentes al cuerpo físico y, allí, nuestros cuerpos se
desmaterializarán.

—La presión gravitacional —continuó advirtiendo Titanio— permite la manifestación de


la materia, pero en el punto hacia donde nos encaminamos, la fuerza gravitatoria está
en completo reposo.

—En ese estado de quietud espacial no es posible la existencia de átomo alguno. Sin
vibración el mundo físico se desmaterializa quedando traducido al mundo mental.

—Nos acercamos ya al sitio donde converge el tiempo positivo de nuestro Sol que
fluye hacia el futuro, y el tiempo negativo del ante-sol que fluye hacia el pasado (por así
explicarlo ya que no contamos con elementos idiomáticos para expresarlo de la
manera que en realidad es)

Se acercó la borrosa hora y el espacio se fue desvaneciendo. Una orden mental


advirtió que se preparan para atravesar la barrera del tiempo.

Todos los tripulantes se situaron en el salón principal y se sentaron cómodamente en


unas sillas hechas de magnetryón. Los instrumentos de la nave fueron apagados y
todas las funciones cibernéticas cesaron. La nave simplemente flotaba en aquel
aparente vacío absoluto.

—Prepárense: la cisura cósmica nos absorbe por completo. Estas eran las órdenes
mentales que penetraban en lo profundo de sus cerebros: —No se agiten, descansen,
inspiren profundamente, no piensen, relajen los músculos.

Todos percibieron cómo se hacían cada vez más sutiles, hasta el punto de volverse
transparentes. Solo iba quedando una ligera aura que delimitaba el contorno de sus
cuerpos. Sintieron cómo flotaban en la “nada”.

Sus cuerpos, los Bit-Girox y la enorme nave habían desaparecido por completo, soles,
estrellas y planetas habían sido borrados del Universo. Para ellos, el mundo físico
entró en inexistencia.

Experimentaron una paz infinita y la dicha sin nombre que sienten las almas después
de abandonar el cuerpo. Todo había regresado a su elemento primigenio y nada se
manifestaba.
Ni siquiera el tiempo ni el espacio, ya que estos elementos pertenecen a la materia y,
allí, la materia no vibraba. Nuestros personajes se identificaron con el silente y
misterioso espacio etérico.

En ese maravilloso estado que se escapa a nuestro intelecto, se hicieron presentes el


pasado y el futuro, traduciéndose todo a una eternidad real incomprensible para las
criaturas del ilusorio mundo dual.

Sin embargo, ellos existían, no habían dejado de ser lo que antes eran. Solo cambiaron
de estado. Egos y conciencias eran las mismas. La realidad era que...

El presidente del mundo, sus hijos y los extraterrestres, se encontraban


sumergidos en una inentendible e inenarrable dimensión espacial… la misma de
donde todos provinimos —la misma hacia donde sin falta hemos de llegar.

(Recordemos que este libro no es apto para las personas que han perdido el sublime
privilegio de soñar: quienes supieron soñar nos llevaron a la Luna, quienes no han
sabido soñar nos han llevado a la guerra.)

CAPITULO 10

LA NUEVA ERA
Todos los ocupantes de la colosal nave llegaron al final de una ruta proyectada
hacia lo inmaterial.

Penetraron en la región del enigma, más allá del espacio y el tiempo.


Se encontraban en la cisura interespacial y, como gota que cae al mar, se
diluyeron en el infinito.

No por esto habían muerto ni desaparecido de Cosmos porque: “Todo lo que existe
nunca dejará de ser. Lo que no existe nunca llegará a ser”. (B. G) 2:
16

Simplemente, pasaron a un estado de existencia, desconocido para la mayoría, donde


el cuerpo físico no estorba. Sus mónadas espirituales flotaban tranquilas en el mundo
mental. Allí descubrieron los emporios de belleza y las maravillas invisibles que
siempre anuncian los que, por vía de la sabiduría y la meditación, llegan al éxtasis.

Escucharon voces angelicales, acordes seráficos, y las almas reconocieron su


verdadera morada.
En ese maravilloso mundo —que todos podemos conocer—, no existen las distancias
ni el tiempo. El mundo físico pierde todas sus ficciones que engañan y capturan
nuestro pensamiento.

Al llegar allí, las estrellas son borradas como el polvo al paso del huracán. No por esto
la existencia deja de permanecer sujeta a las leyes eternas e incomprensibles para el
humano entendimiento:

En el Universo todo cambia; menos la ley que produce el cambio.

Mientras nuestros sutiles hermanos vagaban por el cosmos, aquí, en la tercera


dimensión, en el mundo de los terrícolas, el manantial del tiempo fluía acelerado. La
civilización caminaba a pasos de gigante en cuanto adquirir consciencia.

Todos comenzaron a hablar un solo idioma, armonioso y fácil, que agilizó la


comunicación: surgió el esperanto.

El buen entendimiento entre los pueblos y la ausencia de fronteras y armamentos


bajaron la tensión de los hombres. Ahora sí gozaban de verdadera paz y seguridad.
Realidades que, antes, sólo existían como palabras en el diccionario o en la mentirosa
boca de los políticos.

Con la ausencia absoluta del dinero desapareció también la ambición desmedida, el


deseo de posesión sin límite, el derroche, las excentricidades humanas y la explotación
del hombre por el hombre.

Las prisiones se convirtieron en escuelas y los valores humanos recobraron su


verdadero puesto: Los hombres ya valían por lo que eran, no por lo que poseían.

Lo anterior trajo otros beneficios: no robos, no asesinatos y no llantos. La miseria cerró


sus puertas y el hambre fue derrotada para siempre. Ya ningún niño en el mundo moría
de desnutrición —verdadera gloria de una civilización—.
Una fuerza preponderante hacia el bien se cernía con fuerza avasallante sobre las
almas.

La ecuménica campaña que realizaron para acabar con la contaminación atmosférica,


y la limpieza de todos los desperdicios dejados por los habitantes del egomundo,
transformaron el aire en un gas cristalino. Al respirarse con agrado brindaba salud.

Los ríos volvieron a adquirir su verdadero color azulado y la fauna adquirió nuevas
fuerzas. El mundo se convirtió en un planeta de maravillas. Las condiciones
ambientales fueron paradisíacas.

La técnica no se anuló: se humanizó, y el retorno del hombre a la Naturaleza hizo que


la vida se manifestara con más pujanza.
CAMBIO ESPIRITUAL

Faltaba una cosa muy importante: se había realizado un gran cambio en lo material y
en el comportamiento humano en general. En estas circunstancias el sendero espiritual
pedía una renovación —algo tendría que cambiar—.

Esto no quiere decir que lo anteriormente predicado fuera falso. Por el contrario: los
antiguos enviados y maestros anunciaron lo correcto. La verdad fue, es y será siempre
una sola. Nunca cambia.

La renovación consistía en que los hombres tomarían buena conciencia de las


escrituras, que tan mal administradas habían estado por las religiones mercantilistas.

En los últimos tiempos del egomundo existían más de 20.000 sectas o religiones
distintas —brotaban como hongos—, pero, lo único que tenían en común eran los altos
muros de egoísmo que levantaban entre sí.

Trataban de resaltar utilizando la crítica y el hundimiento de las otras. No sabían que,


quien rebaja a los demás para sobresalir, consciente es de su bajeza.

Las religiones de muchos seguidores tenían cismas, divisiones y contradicciones entre


sus ministros. Esto lo veían muy mal sus afiliados que caían en la tibieza espiritual.

Muchos sabían predicar la verdad pero no la cumplían; no habiendo nada más


perjudicial que un buen consejo acompañado de un mal ejemplo: La eterna
contradicción del hombre era siempre la misma: “distingo lo bueno, apoyo lo bueno,
predico lo bueno, pero hago lo malo.”

Cumplían la palabra de la ley mas no su espíritu. En fin, en el egomundo todos


deseaban un cambio pero nadie quería cambiar.

No obstante los humanos habían sido guiados por seres super-evolucionados, este
impulso no lo disfrutarían por mucho tiempo. La humanidad debería encumbrarse, por
sus propios medios, hasta su feliz destino. Los hombres continuaban siendo libres,
tanto para el bien como para el mal.

Si no aprovechaban bien esos años, que tantos siglos de sufrimiento habían costado,
podrían echar a perder todo y regresar a la barbarie. El libre albedrío —elemento
básico con el cual el hombre puede fabricar su propio destino—, era difícil y peligroso
de moldear, sin la ayuda de un artífice celeste que les enseñara su buen manejo.

APARECE UN NUEVO ASTRO

Muchas profecías se daban cita en este final de tiempos. La armonía de la paz


contrastaba con la ansiedad por lo venidero. Todo transcurría normalmente, hasta que,
cierto día, a eso de las 8 de la noche, el cielo repentinamente se luminó.
Los habitantes de la Tierra se sorprendieron al ver un descomunal cometa que
apareció en el oriente. Una fuerte luz blanca, en su núcleo, se desvanecía en colores
hacia sus siete relucientes colas que medían millones de kilómetros.

Lo más extraño del caso fue cómo los astrónomos, con sus potentes telescopios, no lo
habían detectado antes. Esto produjo gran asombro entre los científicos. Parecía que
ese gigantesco cometa hubiese brotado de la nada, y esto era un absurdo. Sin
embargo, en lo alto estaba. ¡Todos lo veían! *(Explicación astronómica al final)

PAVOROSO PRESENTIMIENTO

Sin pérdida de tiempo, todos los centros astronómicos apuntaron hacia él sus cañones
radio-ópticos. Las computadoras se llenaron con datos e informaciones para calcular
órbita y movimientos exactos.

¡El desconcierto fue total!

Un pavoroso presentimiento comenzó levantarse entre los hombres de ciencia quienes,


reunidos en un centro astronómico comenzaron a evaluar los resultados.
Empequeñecidos se miraron y callaron: Los datos salientes de los ordenadores fueron
desalentadores. Surgieron tres hipótesis:

1) O la programación y los datos suministrados fueron erróneos.

2) O las computadoras fallaron.

3) O, ese enorme monstruo celeste se precipitaba exactamente sobre el mundo.

Después de revisar nuevamente los datos y comprobar que las computadoras


trabajaban a la perfección, con ansiedad, los científicos volvieron a programar el
ordenador, con el fin de dar el veredicto a los habitantes del mundo quienes, felices,
observaban aquel fascinante espectáculo extraterreno.

Al recoger de nuevo los datos de la computadora se miraron asombrados: las


coordenadas y velocidad suministradas eran correctas. El ordenador había funcionado
a la perfección; quedaba, entonces, la tercera hipótesis como verdadera. El dictamen
de la computadora fue el siguiente:

--El... Cometa... X... (Aún no tenía nombre) hará… Colisión…con... La

…Tierra... a... las...3… en punto... de…la... madrugada.

Fríamente, las máquinas habían vaticinado la verdad.

Los científicos que comprobaron estos hechos callaron. Empequeñecidos ante la


potencia atronadora de aquel luminoso enemigo, de millones de kilómetros de tamaño,
que se dirigía una pasmosa velocidad y con una fuerza aplastante contra nuestro
hermoso planeta azul.

SIN ESCAPATORIA

Recordemos que Malignus, el anterior astro, sólo medía varios miles de kilómetros de
diámetro, y había necesitado la potencia destructora de todas las bombas atómicas.
Además había aparecido con tiempo suficiente para preparar la destrucción.

Ahora, este nuevo cuerpo celeste era más grande que la Tierra, y estaba a escasas
cinco horas de hacer colisión con ella. Los hombres habían agotado sus armas y no
poseían ni una aguja para defenderse. No les daba tiempo para pensar y menos para
obrar.

Sabium y los extraterrestres se dirigían hacia el centro de la galaxia. Buscando el


camino más corto habían penetrado en el interespacio. Vagando por el tiempo
estaban desmaterializados. De salir de allí con vida, serían los únicos terrestres
sobrevivientes; pero ¡No volverían a ver la Tierra!

Únicamente los científicos, reunidos en el principal centro astronómico, se dieron


cuenta del inminente impacto que haría el cometa. Pasadas unas cuantas horas, en
nuestro sistema solar, habría un planeta ¡menos!

Y nueve mil millones de muertos ¡más!

A uno de los astrónomos se le ocurrió una brillante idea:

¡Rezar!

Era lo único que podían hacer.

En tanto la gente, sin darse cuenta del peligro, se encontraba en las calles celebrando
una sana fiesta costumbrista. Estaban a la expectativa de las noticias sobre aquel
“gracioso” fenómeno celeste. Sólo aquellos astrónomos, que a puerta cerrada se
encontraban reunidos, temblaban de espanto. No sabían el modo de comunicar la
aterradora noticia.

El director del grupo exclamó:

— ¡Gran Dios! ¿Por qué tendremos que recibir otro horrible castigo? ¿Cómo diremos a
nuestros hermanos que dentro de tres horas ocurrirá el fin del mundo? ¡Pobres! En su
alegría no saben que vamos a ser blanco de ese inmenso proyectil:
El mundo, inconsciente, en una popular fiesta, celebra sus bodas con la muerte —
terminó diciendo el astrónomo.
DOS NOTICIAS IMPORTANTES

Esa noche, llena de presagios, los terrígenos se disponían a celebrar, en completa paz
y dicha la llegada de un nuevo año. Pronto serían las 12 de la noche. Faltaba una hora
escasa para terminar el ciclo anual y esos últimos minutos se hacían E t e r n o s.

Los corazones vibraban emocionados en fraternal unión. Hermosos juegos de luces


electrostáticas téslicas no contaminantes se lanzaban por los aires, destellando como
flores vivas en la atmósfera (ya no usaban pólvora.) En los hogares se daba gracias al
Cosmos Infinito por haberles permitido llegar a esa fecha “lejos de todo peligro”.

Olas de júbilo y alegría bañaban a todos los hombres, exceptuando a los científicos
que temblaban horrorizados en el centro de control del mayor telescopio del mundo.

Habían cerrado las puertas del salón principal. Decidieron, en esta ocasión, no dar
explicaciones sobre el fenómeno a los periodistas de las agencias de información que,
afanosos, esperaban datos técnicos sobre aquel fascinante astro.

Niños, adultos y ancianos miraban atentamente a sus receptores tridimensionales de


televisión. Estaban pendientes de dos noticias muy importantes:
La primera, era conocer el nombre y datos sobre el cometa que, a cada instante,
iluminaba más y más la tibia noche.

La segunda, era conocer la madre y el lugar donde naciera el primer niño de la nueva
era. Esta costumbre se había propagado en los últimos años. Existía un premio para
los padres del primer bebé que naciera al comienzo de cada año.

Reporteros, con sus cámaras transmisoras, habían invadido hospitales y centros de


salud. Cualquier sitio en donde hubiese una madre, próxima a dar a luz, se encontraba
un informador que se disputaría el honor de comunicar al mundo esa tremenda primicia
informativa.

Miles de madres esperaban entregar el preciado fruto de sus entrañas, a esa hora.

¡Faltaba un minuto para las doce de la noche!

El “gracioso” cometa, que pocas horas antes se veía como una raya luminosa en el
espacio, ahora abrigaba todo el horizonte, alumbrando la parte oscura de la Tierra, con
destellantes ondas de luz y color.

Todos los ciudadanos del mundo estaban pendientes del reloj. 12 en punto: Campanas,
sirenas, gritos, abrazos, oraciones y llantos, saturaron la atmósfera en un
ensordecedor rugido.
EL COMETA SIGUE AVANZANDO

Después de ese breve pero incendiario estado de júbilo y alegría, los ánimos se fueron
apagando y la gente quedó a la expectativa de las noticias que esperaban.

Sobre el anuncio del primer niño, aún no se había registrado alumbramiento alguno en
ningún punto terrestre. Este acontecimiento extraño causó gran alborozo.
La tensión nerviosa comenzaba a aumentar entre los reporteros que esperaban
ansiosos información, en las puertas del centro astronómico, sobre el majestuoso astro
que se acercaba más y más hacia la Tierra.

Los sabios que analizaban el problema, no habían perdido la calma y se disponían a


efectuar nuevas investigaciones, formular nuevas hipótesis y revisar los datos.

Lo más desconcertante era la aparición repentina del fenómeno. Según su tamaño,


debía haberse visto con un año de anticipación. Lo anterior parecía un absurdo sueño.

La cruda realidad era que el astro cubría a esa hora más de la mitad del firmamento.
También lo confirmaron las computadoras y éstas no estaban programadas para soñar.

Hay momentos en la vida en los cuales, cualquiera que sea la posición del cuerpo, el
alma está de rodillas.

Uno de los hombres de ciencia, que había estado todo el tiempo frente a las video
pantallas, y en silencio había analizado los datos suministrados por el radiotelescopio,
bruscamente se levantó de su asiento y, nervioso, exclamó:

—Este no es exactamente un cometa. No tiene cabeza sólida definida: es una pacífica


nube, o algo que se está convirtiendo en energía pura y tiende a desaparecer.

—Su masa total sólo debe pesar unas decenas de de toneladas; sin embargo, como
están dispersas en varios millones de kilómetros, representan un gas supremamente
tenue. Sólo, parte de ese gas, envolverá al mundo, sin causarle daño alguno.

—Contiene sí, unos pequeñísimos gránulos de metal que se precipitarán hacia la


Tierra; pero, al contacto con la atmósfera, se desintegrarán antes de llegar a la
superficie.

El astrónomo tenía razón.

El director de grupo, después de comprobar los hechos, abrió la puerta del recinto y las
cámaras de televisión mundial lo enfocaron.

Con lágrimas en los ojos, y sin poder ocultar la emoción, así se expresó:
—Habitantes de la poderosa nación Tierra: no es motivo de preocupación aquel
fenómeno que contemplan en el firmamento.

Se trata de una nube energética, de origen desconocido, que no presenta peligro


alguno para la vida ni para el planeta. Así como un avión traspasa la nube, así la Tierra
pasará a través de la cola del aparente cometa, compuesto de polvo cósmico, sin sufrir
el menor efecto.

—Es posible que a las tres de la madrugada se presente una lluvia meteórica que no
ofrece, como lo he dicho, peligro para ningún ser viviente; en razón de que no
alcanzará a llegar hasta nosotros.

— ¡De eso estamos seguros!

—Nuestros antípodas, como es natural, se encuentran en pleno día y no están


apreciando este hermoso fenómeno. No se quedarán sin verlo.

—A medida que les llegue la noche notarán que no se oscurece por completo debido a
que la nube cósmica estará envolviendo nuestro planeta durante unas doce horas, sin
perjudicarlo en lo más mínimo.

—Queridos habitantes de Ecumenópolis: gocen del espectáculo celeste y den gracias


a Dios. Deseo que este acontecimiento sea augurio de buenas nuevas para todos.
Hemos bautizado el fenómeno con el nombre de Benignus.

UN CASO INSOLITO

La noticia fue recibida con beneplácito y, nuevamente, la emoción entró en ebullición.

En las calles se agitaban remolinos de seres. Querían disfrutar del imponente


espectáculo que venía, como un regalo ofrecido por el Cosmos, para el advenimiento
glorioso del nuevo año que comenzaba.

Excedentes de luz y color marcaban la pauta para el comienzo del año nuevo. Por
esta parte, las personas quedaron contentas y satisfechas.

En cambio, comenzó a causar extrañeza un insólito caso: En todo el mundo no nacía el


primer niño.

Habían pasado dos horas y los médicos sintieron temor de sus “candidatas”, que ya
debían haber llegado a un feliz alumbramiento. Los niños no querían nacer.

Algo se interponía entre la energía creadora y las madres. Una fuerza avasallante y
extraña se apoderaba de ellas y les impedía dar a luz. Lo más raro del caso era que,
este fenómeno, ocurría en todo el orbe; no podía ser una simple coincidencia.
En torno a la medicina circularon los más variados comentarios y se postularon las más
sobresalientes hipótesis que pudieran aclarar el misterio.

Al no encontrar causa aparente, lo más sensato era creer que, la influencia del cometa
Benignus estaba alterando bruscamente, en alguna forma, las funciones fisiológicas en
las madres. Así lo afirmaron muchos médicos.

Las drogas de aceleramiento, suministradas en estos casos, no daban resultado. No se


debía precipitar en forma quirúrgica el alumbramiento por temor a causar problemas en
de la criatura. Lo más prudente era esperar.

NACIMIENTO DE UN “GUÍA AVATAR”

Faltaba cinco minutos para las tres de la madrugada. El ambiente de fiesta continuaba.
En las emisoras de sonido octofónico -8 canales-, estrenaban conciertos preparados
especialmente para la fecha.

La gran coral del mundo, integrada por cinco mil voces femeninas y masculinas,
acompañada por la súper-sinfónica de mil profesores de música, entonaba un
imponente himno de alabanza dedicado a la gran fraternidad humana.

Mientras esto ocurría, una joven mujer, de


angélicas facciones, se presentó a un centro de
salud.

— ¡Creo que voy a dar a luz! —le dijo a la


directora del establecimiento.

—Puede seguir, la acompañaré a un salón donde


varias madres “esperan”.
— ¿Se ha enterado usted del problema?: ninguna
señora, en el mundo, ha podido dar a luz —le
afirmó la directora, y continuó explicándole:

—El astro que rodea la Tierra es el causante del


problema.

— ¡Por favor!, mi caso es urgente —le suplicó,


con su dulce pero entrecortada voz, la hermosa
mujer de origen desconocido.

Con urgencia fue llevada a un salón especial y


varios médicos se ocuparon de su estado.
Hasta el interior de la sala de maternidad
penetraba el bullicio de los ríos vivientes que
recorrían las calles de la ciudad. Alegres contemplaban el maravilloso espectáculo
extraterreno.

La luminosa nube, que había aparecido Cinco horas antes como una estela luminosa,
en ese momento cubría toda le inmensa cúpula del firmamento.

¡De pronto?

Como en un cuento de remota fantasía, las estrellas del Universo entero se


precipitaron sobre la Tierra, haciendo gala de su magnífico esplendor.

Era exactamente las tres de la madrugada.

Ante ese inigualable despliegue luminoso, todos, absolutamente todos, quedaron


enmudecidos.

Se escuchó en la atmósfera radiante un coro de trillones de voces angelicales,


dirigidas por un genio celeste.

Ingentes galaxias y diáfanas constelaciones súper vibraron en su eterno peregrinar


para dar loor un enviado del Universo.

Los átomos temblaron al presenciar la arrolladora magnificencia un ser del sexto


mundo —Un Sol encarnado en ser humano—. Ante tan excelsa gloria…

Se hizo silencio por un breve pero fulgurante instante, y solo fue interrumpido por la
débil vocecita de un niño que, llorando, acababa de nacer.

EXPLICACIÓNDEL FENOMENO ASTRONÓMICO

(Nacimiento de un nuevo Sol)

Una fría e indetectable masa de antimateria perforó el manto “positivo-magnético” que


envuelve el sistema solar. Traía una espantosa velocidad y una fuerza avasallante. Al
pasar entre les órbitas de Marte y Júpiter, tropezó con una cadena de asteroides
volatizándolos por completo.

En esta forma se desató la energía más terrible del Universo.

La unión de materia y antimateria generó 100 mil trillones de grados centígrados en


cada milímetro cúbico.

Una estela plasmática, de energía pura, se perfiló en el sitio del impacto, y fue
observada por los hombres como una brillante raya luminosa, dando así la impresión
de ser un cometa.
Los pequeños pedazos de rocas cercanas, que hicieron contacto con la antimateria, se
convirtieron en una nube radiante, aunque a velocidad sublumínica, suficiente para
llegar a la Tierra en pocas horas.

El bólido de antimateria tenía el tamaño aproximado de nuestra Luna. El roce con los
asteroides no menguó ni su tuerza ni su masa, continuando, indiferente, su recorrido
con destino final Júpiter.

Efectivamente, Júpiter, el padre de los planetas, 800 veces más grande que la Tierra,
sería perforado hasta sus entrañas por una Luna de carga eléctrica contraria.
Los átomos de ese espantoso intruso estaban compuestos por deuterones, en sus
núcleos, y positrones en sus órbitas.

De esta manera ocurrió la explosión más colosal e inenarrable de la historia planetaria.


La masa de antimateria aniquiló por completo el equivalente de masa jupiteriana,
convirtiéndose en energía pura, equivaliendo a cientos de miles de trillones de bombas
atómicas, suficientes para convertir aquel astro en un poderoso Sol.

En su interior se engendraron reacciones atómicas que continuarían despidiendo


energía por millones de años.

El fuego atómico se había encendido en el interior de Júpiter, y éste se esponjó más


allí de la órbita de su más alejada Luna, tragándosela por completo, junto con las
restantes. Todo quedó convertido en una gigantesca bola de plasma y, en nuestro
firmamento, brilló un nuevo Sol.

Se cumplieron las profecías dadas 6000 años atrás en el Baga Batan:

“Aquí brillará un nuevo sol”.

Y en la Biblia:

“Habrá un nuevo cielo y las tinieblas de la noche no serán más”.

“Avatar” Refórmador de Naturaleza Divina y Humana….

Se cumplieron las palabras de los profetas que anunciaron:

“Se vio en el cielo una gran señal” Revelaciones 12: 1.

“Respecto a aquel día o la hora, nadie lo sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo,
sino el Padre. Sigan mirando, manténganse despiertos, porque no saben cuándo es el
día señalado”: Marcos 13: 32, 33
bíblica. No conocemos el día ni la hora. De lo que sí estamos seguros es que nos
encontramos en los últimos tiempos (leer Mateo 24: 3 a 45) a esta generación —la que
recibió este anuncio—, le tocará ver grandes señales en el cielo.

CAPITULO 11

REVELACIONES DE UN PATRIARCA
Allí donde subyace el infinito misterio de la vida.

De “allí“donde emanan fragantes las aguas cantarinas de la paz. Desde “allí”


emergieron los majestuosos acontecimientos que situaron a la humanidad en un
océano de emociones.

A medida que la radiante nube iba desapareciendo, potentes rayos lumínicos se abrían
paso alejando bruscamente las tinieblas:

O, el Sol había madrugado dos horas antes…sería un absurdo.

O en el espacio interplanetario brillaba otro Sol…era imposible.

Sin embargo, ante la evidencia, la confirmación fue unánime. Allí estaba en el


occidente un “imposible Sol” que perfilaba el primer ocaso de su millonaria vida.
El rumor de la historia resonaba un caso semejante, cuando, en el año 500 de la
pasada era, los hombres observaron una fuerte luz en el cielo. En el citado caso fue la
explosión de una supernova cuyo esplendor duró varios días.

Mentes intoxicadas con fantasmas interplanetarios, épocas misteriosas y hechos


incomprensibles, necesitaban un bálsamo etérico que los calmase.

El primer niñito del año había nacido, no en forma normal: tres horas antes y tres horas
después no se presentaron otros alumbramientos en el mundo. Por ello, y por el
fenómeno estelar ocurrido precisamente a la hora de su nacimiento, cosas grandiosas
se esperaban de “El”.

Religiosos y cosmobiólogos se concentraban para revisar cuidadosamente las


profecías y los movimientos astrales. Algo que se revestía de majestuosidad estaba
sucediendo. Muchos asuntos estaban sin aclarar.

Una lluvia de autoridades, periodistas y dirigentes religiosos cayó sobre el citado centro
asistencial. Sus preguntas tronaron.
Debían hacer eco en un mundo sediento de respuestas. ¿Quién era el padre del niño?
¿A qué familia pertenecía? ¿De dónde provenía?

Las cámaras sólo lograron mostrar a una dulce mujer, de rostro inmaculado, blanco
como el alba; su tez emanaba el frescor de la aurora y sus brillantes ojos reflejaban
todo el esplendor de los atardeceres.

Sostenía en sus brazos, un radiante niñito. Dijo llamarse Divina, y que su hijo se
llamaría Angelino.

EL NUEVO SOL

Por otra parte, sabios y astrónomos, desconcertados, trataban de averiguar cómo


había aparecido repentinamente la nueva y gigantesca luminaria, que ya se ocultaba
dando paso al “antiguo Sol”.

Para quienes al lado opuesto de la Tierra esperaban la noche, el espectáculo redobló


su imponencia:

Al occidente, una estela de candentes arreboles preparaba el acostumbrado atardecer.


En el oriente, el despertar repentino del alba anunciaba la entrada triunfal del nuevo
Sol, que pronto se entronizaría en el Ecuador para mirar, por vez primera, el nuevo
mundo.

Los científicos rápidamente desenvolvieron el misterio, anunciando que se trataba de


Júpiter.

Al comprobar la presencia de antimateria en el sistema solar, dedujeron el porqué se


iniciado el fuego nuclear allí. La ardua investigación científica había encontrado la
verdad.
En un principio existió el temor de una repercusión fatal para la evolución de la vida en
la Tierra.

Si la hubo.

¡Más fue benigna! Recordemos que nuestro planeta se había alejado un “poco” del
gran Sol central en el momento que el nuevo planeta Vulcano se había formado. De
hecho ya no calentaba tan bruscamente en el día. Nuestro mundo había entrado a
ocupar el cuarto puesto en la escala planetaria.

A ser bañada en forma equitativa por el calor de dos soles situados a una distancia
ideal, las condiciones meteorológicas cambiaron radicalmente:
En los desiertos comenzó a llover y sus tierras se hicieron cultivables. Los
devastadores inviernos y las fuertes nevadas, que afectaban importantes zonas,
desaparecieron. Esos territorios adquirieron un agradable ambiente tropical donde
surgían flores multicolores y perfumadas.

Los veranos, huracanes y tifones, anteriormente originados por la intermitente


distribución del calor solar, no volvieron a dañar las siembras.
Las plagas y microorganismos, que aprovechaban los bruscos contrastes de clima,
debilitaron sus ciclos biológicos y desaparecieron.

Fangosas ciénagas y pútridos pantanos se secaron, no sirviendo más de hábitat a las


larvas y parásitos que castigaban al hombre.

Los dos soles se turnaban para evaporar lentamente las aguas estancadas,
vertiéndolas luego en terrenos antes áridos y quebrajosos.

En esta forma,”nuestras” dos luminarias celestes desterraron las tinieblas y avivaron,


con sus refulgentes rayos, la llama eterna del verdadero amor.

EXPLICAC IÓN

Hacia el centro galáctico la condensación estelar aumenta. Allí, innumerables sistemas


de dos, tres o más estrellas, giran alrededor en un centro gravitacional común. En ese
centro, existen planetas vivientes a privilegiada y prudente distancia de dichas
luminarias celestes.

Al ser bañados equitativamente por varios soles, poseen temperaturas ideales,


constantes, o saludables y, de hecho, superviables para la evolución de formas
esplendorosas de vida.

En los brazos externos de la Vía Láctea —donde habitamos—, la familia estelar está
dispersa, encontrándose los soles incomunicados por las inconcebibles distancias de
decenas o cientos de años luz.

Los planetas, como en nuestro caso, sufren la mala distribución de temperatura, y los
hombres son castigados por el inclemente tiempo, teniendo que compartir su medio
con larvas, hongos y microorganismos malignos, originarios de pestilentes planetas
tenebrosos donde habitan seres del segundo y primer grado evolutivo.

Estos últimos mundos se encuentran en los extremos o confines de las galaxias.*


(Libro “Vida en 7 mundos”).
CONDICIONES PARADISÍACAS

Con el correr del tiempo muchas especies de aves migratorias evolucionaron hacia
formas esplendorosas. La Tierra adquirió ambiente y condiciones paradisíacas y logró
su equilibrio ambiental:

Por doquier abundaban campos floridos y frondosos árboles frutales. El reloj de las
estaciones se detuvo en la primavera –eternizándola—.

La dieta vegetariana y el regreso al naturismo mantenía a los hombres libres de


pasiones morbosas y sanguinarias, directamente derivadas del cruel alimento
“cadavérico”: ¡La carne!

Los hombres comprendieron que los pasos de Dios se escuchan en el andar de todas
las criaturas y Su voz brama en las bestias y canta en las aves.

LA DIMENSIÓN INTERESPACIAL

Por fin los humanos bebían las aguas cantarinas de la paz y estrenaban su nuevo
planeta. Sin embargo les preocupaba la ausencia de su amado mandatario, por una
parte; y por otra, trataban de resolver la misteriosa llegada de Angelino.

En tanto, en el espacio exterior, tripulantes y máquinas habían desaparecido sin dejar


huella. De ellos no se manifestaba ni un electrón. Habían regresado al elemento
primigenio, origen de toda sustancia física.

No obstante, la esencia de lo que eran permanecía intacta. Flotaban en la eternidad, y


sentían la dicha indecible de las almas que no están encarceladas en un cuerpo.

Querían permanecer en ese éxtasis, en ese samadi, en ese nirvana, pero una
poderosa mente los arrastraba hacia una nueva materialización. En realidad, sus
etéricas auras sintiéronse cada vez más densas; comenzaron de nuevo a aferrarse al
peso de la gravitación universal y, con sus borrosos sentidos, comenzaron de nuevo a
ver el mundo material.

Sintieron la angustia y el pavor que se siente al nacer.

La respiración comenzó a fluir y, por fin, notaron que un corazón palpitaba de nuevo en
sus pechos. De nuevo las almas se encontraban encerradas en esta estrecha cárcel
llamada cuerpo.

El invierno de sus ojos delataba un sufrimiento, que no fue en vano.


Los Sabium´s comprendieron que después de la muerte del cuerpo continúa la vida. En
esta ocasión, el cuerpo de ellos no murió; simplemente se había desmaterializado y
organizado cuánticamente.

Por esa causa sus almas pudieron vestir de nuevo los mismos físicos, conservando
idéntica la personalidad, y pudiendo recordar la experiencia.

LLEGADA AL PLANETA ALBORADA

En la nave madre todo había vuelto a la normalidad. Sabium, Dylan y Matilda se


levantaban para ver un nuevo y esplendoroso mundo. Se encontraban cerca al centro
de la Vía Láctea, a 27 mil años luz de la Tierra. Vieron un espacio diferente:

Miríadas de estrellas gigantes se apiñaban formando remolinos de inconmensurable


belleza. 7 estrellas prominentes, girando en un mismo eje gravitatorio, actuaban como
soles, dando vida a una de las más afortunadas esferas de la creación: El planeta
Alborada.

Los extraterrestres regresaban a casa. Allí preparaban un especial recibimiento para el


presidente del cuarto planeta del Sistema solar quien arribaba con su familia.
Conocerían la más fantástica civilización inimaginada por el más lúcido terrícola.
Recibirían los conocimientos para construir en su planeta una nueva sociedad
altamente evolucionada.

Sabium fue recibido y considerado huésped de honor. En su permanencia en el


portentoso mundo conoció sistemas ideales de vida. En Alborada sólo había una
ciudad que envolvía al planeta.

Así como los átomos se agrupan para formar moléculas, así se disponían, en simetría
radial, las rutilantes construcciones que albergaban a los alboréanos. (La ciudad del
futuro en el libro “Revelaciones de un Extraterrestre”).

Sus 72 mil millones de seres vivían embriagados con el bálsamo del amor, y en
completa paz y unidad con la Naturaleza que les prodigaba abundantes frutos.

De exóticas flores que crecían silvestres preparaban el néctar de la eterna juventud. Se


mantenían rebosantes de salud, belleza y alegría.

Allí, naturalmente, no existía el dinero sino los derechos; y todos, al nacer, los traían en
abundancia. En ese planeta no conocían ningún tipo de microorganismos infecciosos,
ni plagas de insectos ni animales feroces.

Por tantas ventajas, la vida humana se prolongaba allí hasta los 900 y 1000 años.

En verdad el hombre se hizo para vivir. No para morir triste y abatido a los 50 ú 80
años, cansado de soportar el peso de sus propios errores.
REVELACIONES DE UN PATRIARCA

Un venerable patriarca alboriano conocía la verdadera historia del hombre terrestre. La


reveló a Sabium en esta forma:

—Adán —explicó—, no fue un hombre sino una raza:

—La raza “Adánica” floreció por vez primera, en el sistema solar, en el privilegiado
“planeta Amarillo”.

—Este se desplazaba majestuoso entre las órbitas de Marte y Júpiter. En ese


entonces, Júpiter aún brillaba, puesto que era un Sol secundario. La luz y el calor del
Sol central no quemaban puesto que la orbita era superior a la terrestre, y entre los dos
soles distribuían la energía equitativamente y exacta.

—En el planeta amarillo no existían las tinieblas; era un verdadero paraíso. El metal
que predominaba era el oro, y de ahí su nombre y el color que reflejaba.

—Los adánicos se encaminaban a pertenecer al cuarto grado evolutivo, hasta que, el


microbio del poder —la más astuta creación del demonio—, perforó sus mentes,
haciéndolos dividir en dos naciones.

—Su avanzada tecnología la emplearon para el mal, fabricando terribles bombas de


antimateria.

—Cierto día, el envidioso gobernante “Caín” resolvió utilizarlas contra sus hermanos
que seguían a “Abel”, con tan mala suerte que, no sólo los destruyeron, sino que
acabaron con el planeta:

—Al ser debilitada su corteza con el impacto atómico, la presión interna lo hizo estallar
en millones de pedazos.

Sabium, que escuchaba atento, no pudo contener un estremecimiento.

No te asustes hermano; son cosas pasadas —le dijo el patriarca.

No todos murieron. Algunos habitantes, antes de la catástrofe, abandonaron el planeta


y llegaron a la Tierra, como arrojados de ese paraíso.

Allí, en ese mundo inhóspito, encontraron la raza negra, oriunda del planeta. Se
mezclaron con ella, la esclavizaron y tuvieron que enfrentarse a una naturaleza
desafiante para ellos.

—De ahí en adelante la historia fue siempre triste hasta hace poco. Tú conoces buena
parte hermano Sabium —terminó diciendo el venerable anciano.
—Es cierto –asintió el Guía terrestre y agregó:

—En el espacio aún se agita la turbulencia que dejó el error: —Entre las órbitas de
Marte y Júpiter deambulan rocas y asteroides, patética huella de un pasado violento
que confirman este lamentable acontecimiento.

—Ya sé —repuso. Sabium, —porqué los terrestres, a lo largo de toda su historia, han
sentido sed de oro. ¡Obvio!... venían de un planeta dorado por excelencia.

En cambio, en la Tierra, sólo consiguieron ese metal a costa de sangre y muerte, para
luego lucirlo con arrogancia y miedo. Afortunadamente la historia terminó.

MATRIMONIO A LA VISTA.

Mientras los mayores conversaban sobre pretéritas edades, en el mundo de los niños,
oh, no… no tan niños:

Han pasado 11 años y Dylan tiene 23, Galaxia 19 y Matilda 17. Los perfuma la edad
florida.

Devolvamos unas páginas en la historia y transportémonos, por allí a la época del


egomundo, cuando Dylan y Galaxia se conocieron.

Recordemos la tremenda ansiedad de la niña por ver nuevamente a sus amiguitos. Tal
actuación había acelerado a Titanio a recoger a los Sabium´s esa misma noche. Un
acto providencial que los salvó de un encuentro con la muerte.

Bien. Lo importante aquí, es saber que Galaxia sintió algo más que una simple
ansiedad. Más adelante, en el viaje a la Luna, el primer piropo que Dylan lanzara
filosamente a una mujer (¿Tu Mami es tan bonita como Tu?), brotaba de los más
intrincados laberintos de su corazón.

Cupido, sin respetar edades, había utilizado su arma certera para despertar en ellos un
fuego intenso de ternura y cariño: ¡Fue un amor a primera vista!

Nunca expresaron nada, pero sus miradas lo decían todo. Sabium y Titanio bien lo
sabían. Celesta también lo consentía. En esta oportunidad se llegó la hora de arreglar
ese problema.

¡Y sí hubo un problema! Tal vez insalvable. Una barrera impenetrable se interponía


entre sus cuerpos:

Seres del cuarto estado evolutivo no podían tener contacto íntimo con seres del tercer
mundo. Ello significaba degradación y castigo.
Bien lo expresaba la historia antigua cuando, habitantes del cosmos llegaron a la
Tierra. Por su tecnología fueron considerados dioses. No importando su grado, tuvieron
contacto con hembras terrestres; por ello degradaron y fueron severamente castigados.

Ahora, en el caso de Galaxia y Dylan ocurriría lo mismo. Sólo quedaba algo por hacer:
Un improbable intento de pedir dispensas a los sabios y patriarcas espirituales de la
confederación alboriana.

Así lo hicieron y la respuesta de los respetables fue dura: —Imposible la excepción: un


ser del cuarto grado evolutivo no puede unirse a un ser del tercer grado.

Estas palabras fueron catastróficas para los corazones de Galaxia y Dylan que
sintieron volar en mil pedazos el sagrado templo del amor que desde niños habían
levantado.

Desde los 8 años Galaxia fundó su amorosa esperanza en Dylan, y él siempre la


llevaba como parte integral de su ser. No dejaron de quererse un solo instante.

A la ansiada hora, el destino, odioso e incomprensible, los separaría para siempre,


quemándoles el incienso de su amor ante el altar del sacrificio.

Humildes, cabizbajos, en ahogados sollozos se disponían a salir del santuario


patriarcal hacia un mundo frío de soledad. En sus manos llevaban un manojo de
ilusiones deshechas y marchitas.

¡De súbito!

El sabio que presidía los patriarcas, los llamó y les dijo, con su voz plena de autoridad:
—Realmente no es posibles relaciones de ese tipo bajo ninguna excepción. Mas, los
hombres de la Tierra, por su unidad, ya pertenecen a nuestra confederaron:

¡Han conquistado ya el cuarto mundo evolutivo!

—La Unión de estos seres es completamente válida, y goza de nuestra aprobación.

Galaxia se refugió en los brazos de Dylan que con fuerza la apretaron. El cáliz de su
boca se abrió en flor para recibir el primer beso de amor; ambos, en un éxtasis
glorioso, confirmaron lo mucho que se amaban.

Minutos antes los separaba el umbral de la pena y ahora estaban unidos para siempre.

En su luna de miel, Galaxia cumplió la invitación que, cuando niña, le hiciera a su


amado: ahora se desplazarían en “vilox” por todo el planeta y... sin compañía de
personas mayores.
La noticia se propagó en una sola presión mental que envolvió el planeta: “La hija del
primer Guía de Alborada se había unido para siempre con el primogénito del primer
Guía terrestre”. La unión había sido aprobada por el máximo patriarca.

Los alboréanos no acostumbraban las fiestas, mas, en esta ocasión se contagiaron con
la alegría de los terrestres.

Millones de seres festejaron con júbilo la unión de dos mundos. Seguirían siendo como
uno solo. Tenían mucho en común: ¡Los terrestres ya pertenecían a la cuarta esfera de
la evolución consciente.

REGRESO A LA TIERRA

Después de un tiempo de permanencia en Alborada, plenos de nuevos conocimientos,


llegó la hora del feliz regreso a la Tierra.

En un espacio cercano al centro de la galaxia, una imponente flota de 12 mil Bit-Girox


rendía honores de despedida al presidente del mundo, a su hijo Dylan con su esposa
Galaxia, la princesa más hermosa que abandonaría su planeta de origen para vivir en
la Tierra.

Matilda se quedaba. Continuaría sus estudios en Alborada. Quería ser una cosmonauta
para visitar lejanos y extraños mundos. Había hecho buenos amigos que querían
enseñarle, ya que su inteligencia e imaginación rebasaban cualquier grado.

De los 12 mil Bit-Girox que acompañaron a los viajeros hasta la nave madre, sólo
penetraron en ella, la nave de Titanio y 3 mil más.

La colosal nave inició su viaje hacia el interespacio para sumergirse en la exótica


dimensión espacial que los haría aparecer, después de un tiempo sin tiempo, en un
extremo de la galaxia.

Todo ocurrió debidamente y los personajes se materializaron de nuevo cerca de


nuestro sistema solar. La nave madre apareció “cerca” de plutón, a escasos 7 mil
millones de kilómetros del Sol. De inmediato, a una pasmosa velocidad, inició el
recorrido.

Penetraron en los dominios de Plutón, y pasaron rozando a Neptuno y a Urano.

¡El exótico y gigantesco anillo de Saturno les velaba una extraña luz!
Se llevaron la gran sorpresa al ver una nueva estrella —Júpiter el padre de los
planetas—que brillaba en este espacio planetario. Hubieran creído haber visto un
sistema diferente, si no fuera por nuestro hermoso planeta azul que ya brillaba en
lontananza.
La nueva familia de sabium estaba feliz de estar tan cerca de casa; sólo faltaba unos
mil millones de kilómetros para llegar.

La nave madre se detuvo. De ella brotaron los 3 mil Bit-Girox que salvaron esta
distancia en varias semanas terrestres.

Una clara noche, la ciudad de Ecumenópolis se vio nuevamente engalanado el


firmamento con 3 mil puntos luminosos que se hacían cada vez más grandes. En uno
de ellos venía su Guía ecuménico trayendo valiosos conocimientos, y algo más: dos
gratas noticias:

El mundo también lo sorprendería con otras dos importantes noticias.

Al cruce multicolor de esas cuatro emociones, el globo explotaría despidiendo


fulminantes ráfagas de felicidad.

¡Qué lástima!

No ocurrió así…

El inflexible “destino” con su tosca mano izquierda, pronto tocaría las


desafinadas cuerdas del dolor humano, entonando una negra nota de angustia.

CAPITULO 12

EL MAESTRE
Por los misteriosos ámbitos siderales, ráfagas de formidables naves se
desplazaban formando una estela matutina.

Habían traspasado el umbral del misterio dejando el terreno abierto a la


conquista de la inteligencia.

Finalmente, el globo terráqueo entró en ebullición al intercambiar las 4 noticias


trascendentales. Con un apoteósico recibimiento que rebasaba la imaginación más
lúcida, se anunció que Galaxia, la hermosa princesa del centro estelar, sería para
siempre hija adoptiva de la Madre Tierra. Era la primera noticia que traía Sabium.

La segunda, además de los planos y conocimientos que portaba, era que, “los hombres
ya no eran corrientes”. Por la perfecta unión conquistaron el cuarto mundo,
convirtiéndose, cosmo-biológicamente, en superhombres u hombres máximos.
La Tierra, por su parte, airosa les presentaría el nuevo Sol. Los hombres explicarían a
sabium lo ocurrido planetariamente, invitándolos a disfrutar de la salud que por ello
habían alcanzado. Esta era la tercera noticia; y, la cuarta.

¡Un hecho alucinante que rozaba con la existencia!

El nacimiento de Angelino. Un velo enigmático cubría su aparición. Guías religiosos,


sicólogos y humanistas se disputaban su orientación. Cada uno quería influirle sus
enseñanzas y lo cuidaban con esmero.

Unos pensaron que Angelino llegaría a ser el segundo Guía del mundo; otros, de visión
más aguda, opinaban que la misión del esplendoroso niño era diferente.

Sabium daría la última palabra al respecto.

Por breve espacio, dejemos el orbe flotando en un festival de luces y colores, y


mientras el dolor en la antesala acecha, conozcamos la historia de un hombre
misterioso.

EL MAESTRE

(Maestro de maestros)

Era un renunciante: un yogui que vivía en medio de una abrupta cadena


montañosa. Lo acompañaban los riscos de las más empinadas cumbres y los
ríos de silencio que corrían por los profundos cañones.

No había caminos para llegar allí. Sólo temibles precipicios y desfiladeros sin fondo
donde crecían larvas enervantes.

Desde temprana edad sintió no pertenecer a este mundo. No se conformaba con las
cosas. Las veía vacías y, no pudiendo vivir en medio de esa sociedad incomprensible y
fastidiosa, se retiró lejos del mundanal ruido a una soledad llena de verdad.

Nacido de noble y adinerada familia, había renunciado a la comodidad por considerarla


una cárcel de seda que lo sujetaba a este mundo salvaje.

Dormía cobijado por las estrellas.

Las inclemencias del tiempo no le asustaban: El cuerpo es nada cuando el alma es


fuerte. El vendaval de los años no había menguado su octogenaria vida.

60 años de meditación continúa le bastaron para conectar su intelecto a la más elevada


fuente generadora de todo conocimiento:

La mente de La Naturaleza o conciencia Cósmica… ¡Se había iluminado!


Despreció la naturaleza humana y encontró la divina.

Desgranó uno a uno todos los misterios y tuvo la dicha de conocer el gran universo de
los soles interiores. Se zambulló en el océano de la sabiduría y allí encontró
sumergidos los tesoros de la inmortalidad.

Ahora, una fuerza impelente lo obligaba a regresar al hervidero humano donde las
almas, en busca de la vida placentera, caen en la mortal trampa del dolor.

Su mente estaba inquieta: Una mujer y un niño insistentemente lo llamaban.

LO INESPERADO

La histórica fecha, cuando Sabium iniciaba su arribo a la Tierra, mientras en las calles
el ambiente festivo adquiría más y más temperatura, llegó, hasta el convento donde
habitaba Angelino, un venerable anciano.

El octogenario se dirigió hasta el aposento donde se encontraba la madre Divina. Ella,


al verlo, sobresaltada exclamó:

—¡Oh!, Usted es el mismo hombre que he visto desde tiempo atrás en mis sueños. Lo
vi aquel día en que, sin haber tenido contacto con hombre alguno, sentí que mis
entrañas se llenaban. Usted me consoló y…no sé cómo evitó que fuera deshonrada.

No hubo contestación.

El Maestre, con su vista percibía de las cosas imágenes borrosas; pero, con su ojo
interno, todo lo traspasaba. Había comprendido su misión.

Divina, sorprendida, preguntó:

—¿Qué quiere usted de mí?

—No hay tiempo que perder —dijo el Maestre. —Debemos partir de inmediato.

—¿A dónde ir? Y el sustento del niño, ¿cómo lo conseguiremos?

—No lo sé —respondió el yogui, y agregó

— ¿Crees, acaso, que un regente del Universo no pueda conseguir un poco de


alimento para el mismo?

Divina no pronunció más palabras. No recogió ninguna pertenencia, excepto el manto


con que cubría al niño. Una lágrima vacilante temblaba en sus pestañas.
Partieron como flotando en la brisa, en medio de una atronadora gritería. Pasaron
desapercibidos por la multitud que, en ese instante, se disponía a escuchar el discurso
de llegada de Sabium.

El radiante niño, la divina madre y el venerable anciano, se dirigieron hacia el ultramar


lejano. Desaparecieron, como pompas de jabón al aire seco, sin dejar rastro.

TREMENDO SUSTO

Indescriptible el susto de los encargados de velar por la seguridad de Angelino al no


encontrarlo. Habían salido a la calle para contagiarse de la efervescente alegría que
allí reinaba.

Era la primera vez que lo habían abandonado; además, en el nuevo mundo ya no


había secuestros. Ellos simplemente estaban para mantener el orden en los miles de
visitantes que a diario venían.

La madre Divina no tenía por qué fugarse. En ese sitio se sentía muy feliz. El convento,
que fuera santuario de bienaventuranzas, repentinamente se transformó en un tétrico y
silencioso claustro de desolación. Las palabras de Divina y el suave llanto del niño no
se volverían a escuchar.

La Tierra, que antes parecía un luminoso globo de fuego, se apagó como débil llama a
la ventisca inesperada.

La búsqueda fue tan tenaz como infructuosa. Ciudad por ciudad, casa por casa, metro
a metro fue buscado el niño, sin resultados alentadores.

Las campanas resonaban plañideras mientras empalidecían los colores de la bandera


del mundo que, a media asta, reflejaba su tristeza.

HUIDA HACIA EL SILENCIO

El Maestre se encaminó con la madre y el niño hacia la lejana y perdida montaña


donde vivía. Debía pasar ciénagas, abismos sin luz y desfiladeros espantosos para
llegar allí.

El sitio era inaccesible para los mejores alpinistas; imposible que un anciano y una
débil madre, que sostenía un niño, pudieran llegar a ese lugar.

No disponían de elementos para salvar la enorme distancia ni los peligros que


acechaban.

Pocas horas de camino y, naturalmente, la madre no resistió más. El niño se hacía


cada vez más pesado, y el anciano, jadeante, no podía brindarle ayuda.
Angelino despertó y elevó su mirada diamantina hacia el Cosmos.

Ellos se detuvieron, pero… ¡El mundo no lo hizo!

Sus cuerpos flotaron. Una nube purpúrea los envolvió, mientras el orbe siguió
avanzando en su inexorable marcha.

Sintieron bajo sus pies el paso silencioso de montañas violáceas, valles poblados y
campos floridos. Desde lo alto contemplaron la eterna procesión de seres vivos y sus
almas diáfanas experimentaron una inmensa sensación de paz.

De súbito, el Maestre señaló diciendo:

—Aquí es!

Un “milagro” se había consumado: sin cansancio, sin polvo del camino, llegaron al
refugio del yogui.

Allí un manantial de gran pureza se deslizaba por una escarpada roca. Árboles frutales,
alimentados con amor y una pequeña huerta, formaban un pequeño paraíso, ahora
convertido en inexpugnable fortaleza espiritual del mundo.

Allí se prepararía la gran batalla final contra la ignorancia. Los hombres no volverían a
beber la hiel del egoísmo. En el sitio elegido no había pobreza. Al contrario; era el más
opulento emporio de sabiduría y felicidad.

*Todos los seres, para su iniciación espiritual, requieren un maestro viviente. Aún las
encarnaciones divinas, debido a su doble naturaleza (divina y humana) precisan de un
maestro que les muestre el mundo.

Lo anterior, en lo que toca a su aspecto humano; pues, en lo referente a su origen


divino, los enviados son Uno con el gran Ser que vitaliza el Universo... y todo lo sabe.

Cristo tuvo su maestro: permaneció con El, lejos del mundo, desde los 12 hasta los 3O
años.

La unidad grande que penetra todo, una vez más había vestido un cuerpo de niño, que
debía crecer para recordar a los hombres su eterna verdad.

Terminó el año y Angelino cumplió –“nuevamente” su primer año de vida. El cristal de


sus ojos reflejaba querubines, tronos y genios celestes, que esperaban ansiosos sus
primeras palabras.

Corrieron los días, los meses y comenzó a sentirse el movimiento de los años.
Acariciado por las brisas y las auras, Angelino recorría las primeras gradas de su
“nueva vida”.
Y, así, como la flor adora el Sol con el profundo silencio de su pureza, así la madre
Divina cuidaba de su hijo.

11 AÑOS DESPUES

El manantial del tiempo fluía lentamente para los hombres. Largos años habían pasado
después de la misteriosa desaparición de Angelino. Mas, en los corazones permanecía
vivo, junto con la esperanza y el deseo de algún día volverlo a ver.

Con soberbio empuje una verdadera civilización se abría paso sobre la antigua
desorganización.

Las ruedas, por centurias asesinas número uno de la humanidad, fueron reempleadas
por ovniterras de diferentes diseños que hacían deslizar suavemente sobre vías
elevadas para ellos. No por el mismo plano peatonal de los humanos.

Brutalidad cometida en el egomundo cuando, cuerpos vivientes de 60 kilos promedio, y


frágiles por naturaleza, compartían el mismo plano de desplazamientos con monstruos
metálicos que, pesando toneladas, se movían velozmente sobre aplastantes ruedas.
En sus locas carreras cobraban cada año millones de inocentes vidas de niños,
madres y ancianos.

Los sistemas Kirovianos reemplazaron los ruidosos, pesados y contaminadores


aviones del pasado siglo. Ahora se viajaba en amplias y silenciosas salas en forma de
cúpula, que se desplazaban majestuosas por el aire.

Nadie tenía vehículo particular, pudiendo sí, todos, trasladarse gratuitamente al sitio
deseado en aerodinámicos vilox.

Los hombres estaban complacidos del gran país Tierra con su esplendorosa ciudad
Ecumenópolis y, vigilantes, guardaban esa paz que vivían.

Una sola lengua facilitó la comunicación y el entendimiento. Los libros se editaban en


un solo idioma práctico que todos entendían: El Esperanto.

Universidades y academias científicas, centros de experimentación, centros de arte en


todas sus modalidades, desplazaron casinos de juego, fábricas de vicio y de objetos
superfluos e inoficiosos.

Plazas de toros, cuadriláteros de boxeo, y todo lo que significara ignorancia crasa y


maldad, fueron destruidos. Sólo quedaron registrados en los libros como testimonio de
la antigua y lastimera época de ignominia y brutalidad.

APARECE ANGELINO
(Angelino es real… está más cerca de ti que tus mismos ojos, Tú eres Angelino)

Así como un capullo espera el Sol, que lo convierte en rosa, así esperaban los
hombres a Angelino, quien los convertiría en dioses.

La ciencia había avanzado muchísimo pero faltaba una reforma espiritual. Sabían que
la verdad era una sola y debía ser explicada de acuerdo a la época y a la conciencia,
ya expandida, de los hombres.

Sin dejar apagar la llama de la esperanza, añoraban la desaparición de Angelino.


Confiaban que algún día Él se hiciera presente. Esa fecha no se hizo esperar más:

Un histórico día el “viejo Sol” menguaba hacia el ocaso su brillante fulgor. La nueva
luminaria ría jupiteriana se había entronizada en el firmamento y serena recorría su
orbital ruta.

En la próspera ciudad donde Angelino despertó de nuevo a la luz de los astros, se


celebraba un importante congreso científico. La televisión del mundo estaba presente.
Sabios de las distintas vertientes de la ciencia discutían importantes temas sobre la
vida y composición del Universo.

Recién comenzada la reunión, el director del simposio fue informado sobre un jovencito
que, con mucha urgencia, deseaba hablarle.

—Dice llamarse Angelino. —Le comentó el encargado de la entrada. A esto respondió


el “importante director”:

—Dígale que es imposible atenderlo ahora. Es probable que mañana le dé una cit…

—¿Angelino? ¡No puede ser! —exclamó asombrado el ilustre dirigente y por poco cae
desfallecido.

Un extraño presentimiento se apoderó del guía y, sin pedir excusas al auditorio, salió
apresuradamente hacia la puerta. Al llegar a la entrada, inclinó la cabeza:

No resistió el fulgor de los ojos que lo miraban. Lleno de estupor se atrevió a mirar de
nuevo, pero sus palabras no fluyeron.

Las de Angelino sí:

—Sí, Dylan, yo soy Angelino, el que tú presientes.

—Quiero ser llevado ante el auditorio que presides: le hablaré al mundo.

Dylan, el importante director, sin salir de su asombro, sólo pudo decir con voz
estrangulada:
—Sss siga.

Al llegar al amplio salón, sin previo aviso, cedió al “Radiante” su sitio principal.

Al notar el hecho, los allí reunidos detuvieron el aliento; pues, un fluido etérico más
importante que el aire penetraba sus cuerpos.

Un presentimiento de hechos grandiosos se extendió a los televidentes del mundo*


que, como Sabium, veían la transmisión.

Mateo 25: 31,32

“Cuando el hijo del hombre llegue en su gloria, y todas las naciones serán
juntadas delante de él.

Ante los destellantes visos de la celeste mirada, “todos, absolutamente todos,


quedaron enmudecidos”.

“Se hizo el silencio por un momento, y solo fue interrumpido, ya no por la débil vocecita
de un niño que acaba de nacer”, sino por la verdad hecha palabra en boca de un joven
de 12 años, de porte celestial, que se enfrentaba ante los grandes sabios en el templo
de la ciencia moderna.

Su tez reflejaba la poesía de los espectáculos celestes, y sus ojos, límpidos y


cristalinos, eran como ventanas que daban al cielo.

Su portentosa aura etérica resplandecía en las tenebrosas mentes de los materialistas


que nunca habían percibido luz espiritual.

Angelino habló y, ahora, nadie dudó de su autenticidad como Hombre de celeste


origen. Genios celestes desde lo invisible escuchaban reverentes sus palabras.

Angelino vino a dar el formidable golpe final a las potencias de las tinieblas:

Al susurro de su voz, espectros trashumantes y fantasmas lunares se precipitaron a


sus guaridas abismales, emitiendo espantosos alaridos metálicos de desesperación.

Con el cristal de su mirada intoxicó a los demonios, haciéndolos vomitar fuego. Las
horribles larvas infernales sudaron fétidos vahos de odio, desesperación y muerte.

ESTADIA DEL AVATAR

Angelino no mal había llegado al simposio de la ciencia: La Madre Naturaleza le donó


sus físicos secretos, y, del Cosmos Infinito, heredó el conocimiento natural llamado
sabiduría.
Su permanencia fue corta: Solo tres días le bastaron para edificar el templo del
verdadero amor entre las almas.

Así lo había prometido. No vino a cambiar la verdad: —La verdad no cambia—. Vino a
afirmarla.

No visitó lugar alguno ni recibió alimento; sólo agua. Después de cada plática se
retiraba a un pequeño compartimiento y entraba en profundo éxtasis hasta el otro día,
a las tres de la tarde, cuando iniciaba la dulce sinfonía de amor para sus siempre
amados.

Una lluvia de fertilizante sabiduría se desató sobre las mentes sedientas de verdad, y
en el aire se levantó un rumor de magnificencia.

PRIMER DÍA

Así se presentó:

—Seres gloriosos que bajo el firmamento existen:

—Yo soy el que siempre es. Soy el que antes vino como Rama, como Krisna, como
Zoroastro, como Buda y como Cristo.

—Yo soy el que habló por boca de los profetas. Vengo de edad en edad. Cada vez que
en el mundo declina la virtud y domina la injusticia, me hago presente para la salvación
del justo y la destrucción de la maldad.

—Se ha librado “la gran guerra” y las potencias de las tinieblas fueron encadenadas
durante mil años. Al cabo de los cuales se desencadenará, con furia, para tentarlos de
nuevo. Así esta escrito.

—Solo tendrán el verdadero amor para defenderse:

—Devuelvan el bien por el mal, así como el árbol sándalo perfuma el hacha de quien le
ha herido. Soporten a los que injurian así como la Madre Tierra soporta a quienes la
pisotean.

—Como el océano está en la gota y la gota está en el océano; como el árbol está en la
semilla y la semilla está en el árbol, de la misma manera Dios está en el mundo y el
mundo está en Dios.

Quien cava dentro de sí mismo y, pasando por los intrincados laberintos del ego llega
hasta los recónditos santuarios de su alma, se encontrará asimismo, y sabrá que “Yo”
soy “El”.
—Se librará del dolor, del renacimiento y de la muerte, porque supo beber en el
manantial de la inmortalidad.

—Todos los seres son parte inmortal del Cosmos. “El reino de Dios está dentro de
vosotros mismos”.

—Existe otro mundo, inaccesible a los que viven la esclavitud de los sentidos. El
hombre corriente mira el mundo y ve la materia; el ser espiritual mira la materia y ve a
Dios.

—No sea que, por ganar la Tierra pierdas el cielo: renunciando a la naturaleza humana
se obtiene la divina. No teman a la muerte que sólo es una parada en el largo camino.

—“Yo” y ustedes siempre hemos existido y jamás dejaremos de ser en el futuro.

—De igual forma que el hombre experimenta el cuerpo del niño, del joven y del viejo,
en esta vida, también vestirá muchos cuerpos y sufrirá en otras formas.

—En verdad les digo que, sin un hombre no nace de nuevo, no puede ver el reino de
Dios. Oh almas: estáis para bajar y para subir el camino de los siete mundos y de los
siete cielos. Dichosos son los que comprenden estas cosas.

—Mas deben hacerlo, así como brillan refulgentes los siete colores del arco iris, y
como resuenan armoniosas las siete notas de la escala musical”.

—Cada Sol es un pensamiento de Dios y cada planeta es un modo de ese


pensamiento. Por tanto estoy confirmando estas cosas para quienes no creen en el
alma, ni en Dios en cualquier forma que lo conciban… YO soy el Universo, el Infinito, el
Sol y las estrellas… ustedes también lo son.

—Para quienes la vida es un breve sueño, y por ello hacen sufrir, esclavizando a otros,
para luego conquistar logros infames. A ellos les hago saber que:

—Todos los seres vuelven a comenzar la idéntica aventura, siendo triturados


despiadadamente por el dolor y la muerte. Los primeros serán los últimos y los últimos
serán los primeros: quienes mueren en la opulencia renacen en la miseria. El rey será
mendigo y el mendigo rey.

—Después de la partida de la vida tanto el rey el peón vuelven a la misma caja.

—Quienes, para vivir tienen que matar, tendrán que vivir, tantas veces como quitaron la
vida, para que los puedan matar.

—Innumerables períodos del mundo se deslizan en miríadas de años: tierras, cielos y


lugares de tortura nacen y desaparecen, así como surgieron. Luego, son barridos por
el viento eterno, sin dejar rastro”.
SEGUNDO DIA

Angelino desató una cascada refrescante de pensamientos sobre este astro sediento
de consciencia. Sus palabras formaban un salmo de amor:

—Los rayos del espíritu iluminan el camino de la inmortalidad. Busquen la sabiduría


que es la ciencia de lo eterno; su comienzo es el silencio y su vía la silente meditación.
El ruido del mundo sofoca la voz de la naturaleza.

—Quien no aplica la sabiduría es porque no la tiene. El rico no es siempre sabio pero


el sabio siempre es rico.

—No sean cruel con los animales creyéndose, por sus inventos, superior a ellos:
recuerden que el pájaro voló primero que el hombre.

Mas no sean pesimistas. Ante un rosal no se duelan porque las rosas tienen espinas.
Alégrense porque las espinas tienen rosas. Amen el día porque les muestra luz,
quieran la noche porque les muestra estrellas.

—Quien no es caritativo es injusto, y, el solo hecho de no hacer el bien, es ya un gran


mal.

—Cuando vean a alguien morir, piensen que pasarán por la misma experiencia; y, en
esa postrera hora, se alegrará más aquel que hizo algo por el mundo que aquel que lo
quiso para el.

—Se reformará uno a sí mismo y, después, tratará de reformar a los demás. Porque
causa mucho mal dar un buen consejo acompañado de un mal ejemplo.

—Los letrados se ufanan de ser tenidos como tales. Ciertamente en el día del juicio no
se tendrá en cuenta qué leyeron, sino qué hicieron; no qué bien hablaron, sino qué tan
honestamente vivieron.

—Se alegrarán más de haber compartido el bocado que haber comido regaladamente.
Recuerden que, entre más gordo el cuerpo más flaca el alma; porque, a medida que
las carnes aumentan, la sabiduría disminuye.

—Se alegrarán más de haber guardado silencio que de haber conversado mucho.

—Les aprovecharán más las obras buenas que las palabras floridas. Todas las cosas
desaparecen: la personalidad y ego también con ellas.

Breve y vana es la gloria que se recibe de los hombres. ¿De qué les valdrá ser
potentados y aplaudidos por los hombres si tienen deudas con el Infinito? ¿Y qué es un
aplauso sino un ruido que afortunadamente desaparece?
Sin embargo los esclavos del elogio se entretienen con eso. No obstante, mientras
lleven un cuerpo mortal, sentirán tedio e inquietud en el corazón.

—Los días de este mundo son pocos y pocas sus alegrías cuando se derivan de los
placeres. En cambio se encuentran dolores y angustias allí donde el hombre se ve
manchado con muchos pecados, enredado en muchas pasiones, angustiado de
muchos temores, ocupado en muchos errores, quebrantado con muchos trabajos; las
tentaciones le acosan, los placeres le afeminan, la pobreza le atormenta.

—El mal siempre atrae; la conciencia siempre advierte. En medio de esto estáis
vosotros, quienes deciden. Pueden evolucionar hacia las formas esplendorosas, o
involucionar hasta terribles condiciones de vida. Escojan ahora.

—Si no se hacen fuertes no dominarán los vicios: no existe fuerza en el universo que
pueda ayudarles, que no esté dentro de ustedes mismos.

TERCER DIA

Con su voz clara, como el cristal de los arroyos, Angelino continuó:

—Huyan de la tristeza… es el cáncer del alma, y frecuenten la sonrisa: es una fugaz


encarnación divina. Que la fortuna no les eleve tanto que pueda faltarles el aire. Cada
día que pasa es una vida entera en miniatura. ¡Aprovéchenla! —Piensen en los años
pasados y les parecerán segundos.

——No sabe hablar quien no sabe callar, porque la lengua, una vez calentada, se des-
boca. Mientras el sabio calla el ignorante habla; en esta forma el hombre es dueño de
las palabras que calla y esclavo de las que pronuncia.

—La murmuración se parece al humo: desaparece pronto pero ennegrece todo lo que
toca. Cuantos habladores se han perjudicado creyendo que sólo dañan al adversario.
Por lo anterior, presta oídos a todos pero a nadie tu voz.

—Quien busca la felicidad del alma obtiene la misma dicha de los dioses, mas quien
sólo busca placer del cuerpo obtiene la misma sensación de los animales.
Los placeres mundanos son como las matrices de los dolores que están por
venir. De hecho, quien aspira al placer está próximo al dolor.

—Mi padre ha puesto el dolor tan cerca del placer que a veces se llora de alegría. Y
cuantas veces al reír se llora; por ello, ¡que tus vicios mueran antes que tu cuerpo!

—Por tanto, atiende lo que inspiré a los sabios, porque la verdad no se alcanza a base
de experimentos y las canas, solas, no traen sabiduría.
—Quien no aprende a trabajar aprende a pedir; en consecuencia es mejor gastarse
trabajando que podrirse vegetando.

—Vanidad es todo lo que no sirve para la eternidad. Por ello es mejor consumir
vanidades en la vida que consumir la vida en vanidades. También es vanidad desear
larga vida y no cuidar que sea buena.

—Todo lo que al mundo agrada es breve sueño y cuantos más seas del mundo menos
conocerás de la necesidad de aparte de él. Nada bueno puede esperarse de un
corazón mundano. Quien tiene muchos vicios tiene muchos amos.

—El cuerpo se conoce en el espejo y el alma en las obras; por eso, lo que sabes no lo
pregonen las palabras sino tus obras. Eres la sal de la Tierra; pero, un huerto si no se
cultiva sólo produce malezas.

—Ama a tu hermano como te he amado y que el Sol no se ponga antes que tu enojo.
Escriban las injurias en la arena y los beneficios los grabarán en el mármol.

—Guarden con celo las anteriores enseñanzas, llevándolas individualmente


encerradas en el corazón. Porque cuando una idea sublime cae en las manos de la
multitud, la degrada y la aplebeya.

—Entre la respiración y la mente existe una gran conexión; y entre la mente y Yo,
media un paso. Por ello, no contaminen el aire que enturbia la mente y borra mi
recuerdo.

Estos fueron los últimos consejos que “El joven”, antiguo y futuro Maestro, ratificó a los
conscientes.

DESAPARECE ANGELINO

No sólo los hombres escucharon a Angelino. En cada milímetro cúbico, del


inconmensurable y majestuoso cielo, se agruparon quintillones de seres gloriosos, que
entonaron un canto de alabanza a tan excelente majestad.

El hijo de Divina vertió en todos su armonía y las pesadas penas levantaron vuelo. El
portador de la gracia universal se dispuso a salir.

No utilizó ceremonias ni protocolo ni guardaespaldas ni cruces ni los mantos de


falsedad con que los negociadores religiosos del egomundo encubrían la mentira.

La verdad viene limpia sin ataviadas vestiduras.

Angelino salió del recinto, seguido por la multitud, y caminó en dicción al refugio de la
lejana montaña. Caminantes de todas las edades lo siguieron hasta llegar a un ancho
lago que les detuvo el paso a todos, menos al sublime Maestro que, caminando sobre
las aguas, llegó hasta el centro.

Allí dio media vuelta, abrió los brazos, y dijo:

—Oh seres radiantes e inmortales, paz y alegría para vosotros. Háganse Uno así como
mi Padre y YO somos UNO.

—Os dejo en unidad con el diáfano espíritu interior. El reino de los cielos está dentro de
vosotros mismos. Allí permaneceré hasta la consumación de los siglos.

—No importa que yo habite en vuestro olvido; siempre habitarán en mi recuerdo


porque el Sol de mi amor no tiene ocaso.

Luego siguió imperturbable, no siendo, para El, obstáculo los temibles abismos ni las
espesas selvas que debía recorrer

Los hombres, no queriendo perderlo de vista, dispusieron de sus mejores máquinas


terrestres y extraterrestres que se movían con la velocidad del rayo.

Lo vieron caminar por la brisa, hasta llegar a un monte misterioso. Las naves no
pudieron descender allí: una ráfaga energética, de extrañas auras magnéticas, las
detenía.

Impacientes por aclarar el misterio, sus tripulantes dejaron las naves en una rivera, y
continuaron caminando sobre los rígidos músculos graníticos de la sagrada montaña.

El espíritu agreste de las cumbres indómitas lanzaba un desafío a los más osados: A
medida que se acercaban, los zapatos comenzaron a quemarles. La tierra que pisaban
era santa, estaba incólume. No podían profanarla con sus calzados.

Más, un dulce murmullo de amor los acariciaba impulsándolos a seguir.

Descalzos continuaron hasta conquistar la cima. Allí encontraron la tumba de una


mujer que conocieron y, a un lado, la de un anciano desconocido.

¡Angelino había desaparecido misteriosamente! No encontraron su cuerpo.

Viajó, camino del alba, hacia la regia mansión de la luz eterna.

Sólo hallaron las huellas frescas de sus pies, que llegaban hasta la tumba de la madre
Divina. Allí se observaban otras señales: las de sus rodillas y su frente.

Esta última huella se encontraba humedecida, al parecer, por las lágrimas del joven.*
*Los Dioses no lloran ni sufren: es cierto. Sin embargo Cristo lloró, sufrió… y
era UNO con DIOS.

Esta aparente contradicción sólo la entienden quienes conocen la naturaleza


binaria de un avatar: “Dios y Hombre”.

Por su condición divina es imperturbable al ataque del demonio. Por su aspecto


humano es sensible al dolor, al cansancio y a las lágrimas.

Por su origen celeste es omnipotente y no falla. Por su naturaleza humana es


vulnerable a los elementos.

El avatar celeste, por su unión con Dios, siempre es el mismo y habita la


eternidad. Más, su vestido corpóreo, viene de tiempo en tiempo y recibe
diferentes nombres según la época.

Finalmente, de ese punto brotó una higuera. Por tiempo indefinido emitió destellantes
ráfagas que se irradiaron en todos los sentidos.

La corriente de la devoción tomó un rumbo fijo:

Rayos de luz y amor se cernían sobre la Tierra. En ese glorioso tiempo, incubaba una
poderosa y espiritualizada raza de hombres perfectos.

INVADEN LA TIERRA
La humanidad vivía un ambiente de paz inigualable. La energía espiritual la impulsaba
hacia su verdadera meta. Las antiguas ciudades habían sido reemplazadas por las
funcionales Ecociudadelas de diseño alboriano.

El respeto hacia la vida, al fin, fue la primera norma del comportamiento. Todo Su niño
al nacer traía el derecho a todos los cuidados, alimentación completa, medicinas,
techo, hogar y, lo más necesario: permanente amor.

Esto era más importante que las anteriores fiestas navideñas, polvorientas y ruidosas,
banquetes con derroches y extravagancias sin límite. Donde el niño dios de las
idólatras religiones del egomundo, traía regalos en exageración para los niños ricos y
abundante hambre para los pobres. En el nuevo mundo se vivía una epifanía durante
todo el año.

La mujer, cuando iba a dar a luz, se le consideraba reina de la vida. Y adquiría


atributos especiales. Tener un hijo era el más alto honor concedido a un ser. Las
damas en cinta no sólo eran respetadas sino veneradas.

Oh… qué pena. Lo bueno poco dura.


El pérfido y cruel destino no permitió tantos años de felicidad. Se ensañó en los
hombres, quizás en respuesta a su oscuro pasado. Esta vez lanzó un furioso y
fulminante ataque contra los humanos.

¡Ya no fallaría!

En pocos segundos acabaría con esa indecible paz. Fue así, como un día —muy
recordado por cierto—. Los astrónomos dieron la voz de alerta y el asombro de los
habitantes fue máximo.

Una desconcertante flota de naves se acercaba hacia nuestro hermoso planeta azul y
verde.

Por sus formas y movimientos no eran del planeta Alborada. Enormes y blindadas,
parecía ser de guerra.

Su número aproximado rebasaba las quinientas mil, suficientes para someter al mundo
en cuestión de minutos.

Los radioemisores interplanetarios pidieron explicación pero…de los invasores no hubo


respuesta alguna. Un suspenso fatal aguijoneaba las almas.

Sabium, sensiblemente preocupado, pidió que lo comunicasen con el espacio. Acto


seguido habló:

—Soy el guía del mundo y exijo una clara explicación por esta invasión a nuestro
espacio, sin previo aviso. Deben informar inmediatamente quiénes son, de dónde
vienen y cómo se llama el director de esa flota.

— ¡Contesten de inmediato! Terminó diciendo con severa voz.

Los eternos segundos, que transcurrían sin respuesta, se dilataron en un suspenso


aterrador.

Un presentimiento de algo muy malo se tejió en el pensamiento de quienes observaban


esa poderosa flota. Habían rasgado el manto atmosférico y pronto alcanzaría la
superficie. Seríamos esclavos de seres diabólicos.

¡La velocidad aumentó y las naves rodearon el mundo en posición de ataque!

¡Ya no había escapatoria!

El tiempo pareció detenerse en aquel lapso mortal.


Recordemos que las naves alborianas que aquí quedaban al mando de Dylan y
Galaxia, sólo eran 12 mil pacíficas naves, contra 720.000 amenazantes, que
alcanzaban a sombrear la tierra, y se disponían a cobrar cierta deuda…

¡Qué horrible!

¡Sí la cobraron!

La respuesta no se hizo esperar más:

El pasmo de Sabium fue infinito cuando escuchó una formidable voz proveniente de la
flota “atacante”:

La Guía de de esta invasión es…

La Cosmonauta Matilda, hija de Sabium, hermana de Dylan y de todos los hombres y


mujeres que pueblan el mundo.

— ¡Tengo una deuda de amor con mi querida Tierra!

Efectivamente.

Recordemos, que en
su adolescencia
Matilda había
comenzado su
carrera de
cosmonauta en el
planeta Alborada.

Rápidamente
prosperó: En una
arriesgada misión al
planeta Trytón, a ella
encomendada,
demostró su valor en
la defensa, de ese
mundo, contra una
lluvia meteórica… fue
ascendida a guía de
flota de rescates
planetarios.

Los gobernantes del planeta Trytón agradecidos, la invitaron a quedarse allí por un
tiempo. Durante su estadía se sintió atraída por el varonil influjo de un joven que la
galanteaba.
Ahora, Matilda, diva en el espacio, venía a celebrar su boda con kurik aquí en su
Tierra natal. La acompañaba un fabuloso y esplendoroso cortejo.

El temor de Sabium se convirtió en ansiedad. 18 años sin ver a su hija; ese día cumplía
36 años. Se fundirían en un solo abrazo.

DOS NUEVOS SABIUM´S

El día estaba reluciente como una sonrisa y el viento pasaba silbando una
canción ligera. El noble Guía ecuménico autorizó el descenso. En cada sección
habitada aterrizó una nave trayendo novedosos presentes amistosos para todos los
hombres. Juntos intercambiaron más conocimientos.

Sabium, en su amplia Ecociudadela marina, recibió al primer Guía de Trytón. Ambos


exaltaron la unión de sus hijos Matilda y Kurik.

Dylan y Galaxia festejaron a los recién unidos por el amor.

Sabium, emocionado, les dijo: —Nuestra familia ha crecido. Ya somos cinco, a saber,
Dylan-Galaxia, Kurik, Matilda y Yo.

Dylan, sonriendo, le interpeló:

—Padre, bien diriges el mundo, pero no sabes contar hasta seis; debe ser porque ya
eres abuelo.

— ¡Galaxia va a tener un hijo! Se llamará SABIUM.

La hija de Celesta miró a sabium con sus ojos grandes y destellantes. Sus cabellos
querían irse con el viento. El gran hombre vio en ella un capullo entreabierto que
suspiraba.

Pero.

No nos de tengamos a comentar las emociones vividas allí. En diferentes puntos del
planeta otros matrimonios se efectuaron.

Margarita María, una hermosa canta-autora, viajaría al espacio en compañía de su


esposo, un cosmonauta del planeta Trytón.

Aída, otra deslumbrante damita terrestre, viajaría al planeta Alborada para formar su
hogar, acompañada de su esposo, un alboriano que cayó en sus redes.

Numerosos casos como éstos sucedieron. En esta forma se unieron las razas
buscando un perfeccionamiento cósmico definitivo.
En el atardecer de su vida, Sabium se retiró hacia una vida de meditación, mientras su
hijo Dylan, con gran tino, dirigía el mundo.

Matilda y Kurik regresaron al espacio. Formaron una nueva generación viajera


dedicada a la ayuda de civilizaciones en peligro, como lo fuera nuestro mundo años
atrás.

La Tierra penetró en la Era Dorada, donde la ciencia y la religión eran una, donde el
espíritu dominaba la materia, donde La Naturaleza quería a los hombres y los hombres
a la Naturaleza, y todos, absolutamente todos, disfrutaban de paz, gloria y amor.

Las relaciones con los extraterrestres fueron cada vez más estrechas. Aquí se
construyeron naves hiperespaciales que viajaron por el cosmos, entablando nuevas
relaciones.

En estas galaxias súper habitadas, se comprobó lo antes dicho por Hermes


Trismegisto “Como es arriba, es abajo”.

La vida ruge en las miríadas de mundos diseminados en el Cosmos. El Universo hierve


en vidas. Cristo lo explicó claramente a sus discípulos (Juan 14-2) cuando dijo:

“En la casa de mi Padre existen muchas moradas”.

EPI LOGO

Después de conocer el feliz desenlace de esta grandiosa epopeya humana. Después


de haber vivido felices momentos de tristeza, alegría, gloria, aventura y romance.

Después de ver el feliz desenvolvimiento de la humanidad, tras haberse enfrentado a la


crisis más violenta de su historia, regresemos, nerviosamente, a esta época real y
lastimera: Mi pluma tiembla al escribir egomundo; sin embargo en él estamos ¡y
apenas a punto de comenzar a vivir en forma real la historia que relatamos!

Pocos miran a lo alto buscando el paraíso perdido que un día por descuido el egoísmo
carcomió. Este mundo sin amor es como una noche sin estrellas.
Esas luces desconcertantes que en el cielo se divisan, no son frutos de imaginaciones
idealistas:

Inteligencias superiores y almas avanzadas esperan el momento, decisivo y cercano


para entrar en acción. Ellos saben que estamos en los últimos tiempos.

Ellos mismos borraron de Sodoma y Gomorra la maldad que, en un intento de


degradación masiva, amenazaba al mundo.
Ellos mismos enseñaron a Noé construir su inmensa barca. Ellos mismos, apareciendo
como una estrella refulgente que “caminaba”, guiaron a los reyes magos hacia el punto
donde debían llegar.

Profetas conocieron sus naves y, con lujo de detalles, las describieron. Ellos mismos,
los extraterrestres, merodean la Tierra esperando aquel momento tan anunciado.

Los personajes de esta historia no son ficticios. La mayoría pronto estarán con
nosotros. Los nombres son supuestos.

En cuanto al momento exacto en que ocurrirán estas cosas, nadie lo sabe; Los
expertos en movimientos humanos y las profecías lo vaticinan dentro de las primeras
tres décadas del tercer milenio… sobrevendrá como ladrón en la noche: sin previo
aviso. Lo que sabemos con seguridad es que los síntomas del Gran Crujido han
comenzado.

Cada vez que el Sol se asoma al borde del mundo, se engendra un nuevo amanecer
que lanza un reto a nuestra existencia.

Angelino, además de estar en el corazón de todo niño que nace, pronto vendrá
identificado.

¡Sabium se encuentra entre nosotros! Confío que nos guíe con impelente poderío al
empuje de esta lucha gigantesca; hasta la unión mundial, promovida por los Hermanos
del Mundo Unido quienes esperamos que termine en un final feliz, como ocurrió en
esta clara visión profética que, sin saber por qué, se situó en mi mente.

Mas, vi cómo:

—Bajo el imperio de dos soles se desplazaba, majestuoso, nuestro exuberante planeta


azul.

Sólo tenía una raza de hombres: La raza humana.

Sólo tenía una religión: Dios.

Sólo tenía una ley: el verdadero Amor.

FIN

Mágnum Astron

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