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A diferencia de los instrumentos típicos, los atípicos se encuentran en constante desarrollo y su

número aumenta con el transcurrir del tiempo y el avance científico. Ello trae como consecuencia
también que las pruebas utilizadas dentro de este rubro sean tomadas en cuenta porque ofrecen
un mayor rigor y que poseen escaso grado de error, casi son considerados infalibles. Vg. La prueba
de ADN.

Una característica muy importante es que el legislador observa la constancia de un medio atípico,
su mayor utilización en los procesos y lo absorbe para convertirlo en prueba típica, especialmente
inmersa dentro de lo que son documentos[7], así tenemos que los documentos como pruebas, no
sólo se refieren a escritos sino a: todo escrito u objeto que sirve para acreditar un hecho[8]. Y la
misma ley enumera taxativamente cuáles medios son considerados instrumentos:

Son documentos los escritos públicos o privados, los impresos, fotocopias, facsímil o fax, planos,
cuadros, dibujos, fotografías, radiografías, cintas cinematográficas, microformas tanto en la
modalidad de microfilm como en la modalidad de soportes informáticos, y otras reproducciones
de audio o video, la telemática en general y demás objetos que recojan, contengan o representen
algún hecho, o una actividad humana o su resultado[9].

De este modo, podemos afirmar que en un futuro no muy lejano, sean considerados una serie de
instrumentos que hoy en día son tratados como atípicos, como nuevos documentos, enumerados
en el ordenamiento legal. Así que cuando hablamos de documentos y de pruebas atípicas,
estamos refiriéndonos a dos nociones completamente distintas. No podemos caer en la
ambigüedad como lo ha hecho Barreto Burga y con lo que discrepamos, pues dicho autor refiere:

«Entre estos medios probatorios (atípicos) tenemos: las fotocopias, cintas cinematográficas, video-
tape, grabaciones, prueba del ADN, etc. etc.» (Barreto Muga 2000, 355)
Eduardo José Fiestas, por otra parte, confunde los documentos con los medios probatorios
atípicos. De acuerdo con la lectura de Fiestas Jaramillo, quien cita a Carrión Lugo para ponderar
sus criterios, dice lo siguiente, con respecto a nuestro trabajo:

Es Carrión Lugo[10], quien refiere, partiendo del texto impreciso y ambiguo del

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