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HENRY CORBIN AVICENA Y EL RELATO VISIONARIO - (f ta ly : Cie : Re 6 S Ny Titulo original: Avicenne et Je récit visionnaire Publicado en francés por Berg International, Editeurs, Paris Traduccién de Agustin Lopez Tobajes Cubierta de Julio Vivas 4? edicién, 1995 Qvedan ngursamente prides sn la autres exe deo tlnes dl Copyright as daneionesesaldecidas en a ey in reprduccbie tal o parcial de ex obs yor conker metado © ‘rocedmicm, comprencidos ia rprogaiay el Watamienta irre. a domain de Sapiens dee vedas cig o resto plane © 1979 by Berg International. Editeurs, Paris © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, S.A. Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona, y Editorial Paides, SAICF. Defensa, 599 - Buenos Aires ISBN: 84-493-0151-3 Depésito legal: B-27.049-1995 Impreso en Novagrafik, 5. L. Puigcerda, 197 - 08019 Barcelona Impreso en Espafa - Printed in Spain I Cosmos aviceniano y relato visionario 1._Avicenismo y situacion filosdfica . . 1.) se 2. La Cripta césmica: el ExtranjeroyelGuia . . . . . 1 - 3__ El cTa'wil como exégesis del alma... . oe 4. EI Ciclo de fos relatos o el Viaje a Oriente. Slelsls a Avicenismo y angelologia El Angel, Espiritu e Inteligencia. . . . . Los Arcangeles Querubines o Inteligencias . Los Angeles o Almas celestes Pedagogia angélica e individualizacion 10._Avicenismo latino y avicenismo iranio_. . . sD |] ryEn i Material protegido por derechos de autor 8 AVICENA Y EL RELATO VISIONARIO I El Relato de Hayy ibn Yaqzan i. Composicisn y autenticidad del relato; los comentarios y los manus- 12._Traduccién del Relato de Five it ibn Yaga wee 13._+Orientacion» ee Ww El Relato del pajaro 14. La Ascension celestial (Mi'raj-Nameh) . . 2... . . . OM 15._El pajaro como simbolo . . .- eB 16. El relato aviceniano y sus versiones persas coe eee ee 188 17._Traduccién del Relato del pajaro . . we 19 18 _Del relato de Avicena a la epopeya mistica de “Attar . 196 v EI Relato de Salaman y Absal 19__Las dos versiones del relato . . . . . . . . . . . . . 207 20._La version hermética de Salamany Absal . . ss... . 22 21.__La version aviceniana de Salman y Absal . . . ss . . . 226 Simbolismoy Presencia . 2... ee ee ee 260 Prefacio a la segunda edicion francesa La elaboracion de esta obra fue consecuencia directa de una amable invi- tacion de la “Sociedad de monumentos nacionales de Irén», que tiene su sede en Teherén. Con motivo de !a celebracién de! milenario de Avicena, de cuya preparacion se habia hecho cargo, la Sociedad habia planteado todo un pro- grama de publicaciones y se me invité a colaborar con mis colegas iranies en Ja elaboracién de las mismas. Lamentablemente, numerosas vicisitudes altera- ron el calendario previsto para la celebracion del milenario. Dicha celebracién tuvo lugar, finalmente, en la primavera de 1954 y en a misma fecha aparecié Ia primera edicién de la presente obra. Una primera impresién apareci6 en la Coleccion de! Milenario, publicada por la «Sociedad de monumentos nacionales de Iréns. La segunda edicién aparecio el mismo afio (1954), igualmente en dos voltimenes, en Ia Biblio- théque Iraniennes, coleccion de textos cuya publicacién, como director del Departamento de Iranologia del Instituto franco-iranio de Teheran. yo mismo dirigia. Mientras tanto (1952) una edicién aparte del texto que integraba el tomo II habia sido publicada por la UNESCO en su «Collection des ceuvres re- présentativess. Todas estas ediciones se agotaron pasado un tiempo. Ciertamente, ef autor habria preferido, en aquel momento, haber dejado madurar un tema que, en su pensamiento, se situaba dentro de todo un con- junto global de investigaciones, pero habia urgencia a causa del milenario. Una amistosa insistencia vencié mis escripulos, tanto mas cuanto que Ia do- ble edicién de Ja obra venia a poner de relieve la comunidad y la convergen- cia de nuestros respectivos esfuerzos. Nuestra comtin preocupacion era salva- guardar y revalorizar Ja cultura espiritual del Irén. Excepcion hecha de algunos grandes nombres bien conocidos, debiamos convenir que Ia originalidad de esa cultura habia permanecido oculta, y que todavia serdén necesarios muchos 10 AVICENA Y EL RELATO VISIONARIO trabajos para que encuentre su expresién auténtica en a conciencia filosofica de nuestros dias y para que asuma no solamente el rango al que le destina su pasado, sino también la funcién mediadora que fue y sigue siendo la suya y cuya ausencia ha empobrecido gravemente las perspectivas de nuestras histo- rias generales de Ia filosofia. Veinte anos han pasado desde entonces. Nuestros colegas iranies han mul- tiplicado las publicaciones. La «Bibliotheque Iraniennes, cuyos tomos IV y V re- coge la presente obra, cuenta ya con veintidés volimenes. Las propias investi- gaciones del autor, su ensefanza en la Seccién de Ciencias Religiosas de la Ecole pratique des Hautes-Etudes y las estancias regulares y sucesivas en Irén, han ampliado las perspectivas y han enriquecido notablemente Ia materia de estudio. EI problema que ahora se planteaba, pues, era el siguiente: chabia que re- flejar el resultado de esos veinte afios de estudios en Ja nueva edicién de ‘Avicena y el relato visionario»? Hubiera sido necesario proceder entonces @ adiciones considerables: pero éstas no habrian sido, en definitiva, sino la trans- posicién de un material que puede encontrarse en otras obras que hemos ido publicando desde entonces, en particular en lo que concierne a la relacién en tre Avicena y Sohravardi, Shaykh al-Ishraq, La profundizacion de las cuestio- nes que han preocupado y caracterizado a Ia filosofia irano-iskémica a lo largo de los siglos, ha confirmado las impresiones que el autor habia ya intuido en- tonces al estudiar el ciclo de los relatos avicenianos. Por otra parte, en el cur- so de estos veinte afios Ja obra se ha labrado un camino. Ha sido traducida al inglés” y pertenece ya en lo sucesivo a Ia historia de los estudios avicenianos. En consecuencia, o bien habia que escribir un nuevo libro, o bien habia que volver a publicarlo como originalmente fue concebido. Hemos optado por la segunda solucién. Por otra parte, el estudio del ciclo de los relatos avicenianos no se ha plan- teado aqui segtin los usos habituales del método histérico en el sentido ordi- nario de Ia palabra. Nos hemos explicado sobre este punto en varias ocasiones en otros lugares, y creemos que todo estudioso familiarizado con el camino se- guido por Ia fenomenologia y la hermenéutica que ella implica. comprenderé el sentido de nuestro esfuerzo. Por eso, en el curso de estos veinte anos hemos rechazado toda polémica sobre el tema. Sabemos perfectamente que nuestro Avicena iranio no es el Avicena que la historia de la filosofia escolstica tenia por costumbre contem- plar. Anadamos que toda comprension plena de un autor debe dar cuenta de * Avicenna and the Visionary Recital, raducida del francés por Willard R, Trask (Bellingen Series LXV1), Nueva York, Pantheon Books, 1960. PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION FRANCESA u a forma en que su pensamiento y su obra han sido vivides, de hecho, en los medios espirituales en los que fue reconocido. Pretender sexplicar ese pensa- miento y esa obra uinicamente por los textos «historicamentes anteriores (y que quizd éf mismo ni siquiera conocié) es un artificio. una falsa eexplicacion» his- toricista que mutila la dimensién global del pensamiento y de Ia obra. Una vez més, ponemos igualmente en guardia al lector en relacion al término «esotéri- cos, con el que se incurre en tantos contrasentidos derivados de su uso trivial y abusivo. Conforme a su etimologia, «esotérico» designa lo que es interior, lo que esta oculto bajo /a apariencia exterior © literal: nada mds. El sentido «eso- téricos de los relatos avicenianos es el sentido oculto bajo Ia trama del relato. Estos relatos forman una trilogia: es imposible aislarlos uno de otro sin muti- lar su sentido interior, Es un axioma, ciertamente, que lo semejante no es co- nocido mas que por lo semejante: todo modo de comprender corresponde al modo de ser del intérprete. La parabola evangélica del festin conserva su sen- tido incluso en los comportamientos de la vida cientifica; pero no se entabla una polémica con quienes rechazan el festin, del mismo modo que no se refu- tan fos simbolos. HC. agosto de 1972 Nota preliminar Henry Corbin escribio este prefacio el mismo afio en que se plantes reim- primir en las «Publications orientalistes de Frances su libro Avicenne et le Récit visionnaire: Etude sur le cycle des récits avicenniens [Avicena y el relato visio- nario: Estudio sobre el ciclo de los relatos avicenianos]. En relacién a la edicién de 1954, esta nueva edicién presenta algunas va- riantes. La mayor parte de las palabras y pasajes en drabe o en persa han sido suprimidos. Los hemos suplido en ocasiones indicando las lineas correspon- dientes al texto suprimido (véanse por ejemplo las notas 31 y 32, cap. I), o bien dando Ia transcripcion de las letras suprimidas (véanse las notas 3 y 4, cap. Ill). En cuanto al texto mismo de la obra, hemos modificado algunas transcripcio- nes (por ejemplo, Jozjani en lugar de Jdzjani) y algunos términos claves (por ejemplo, hiero-historia en lugar de mito-historia, o también imaginal en lugar de imaginable) de acuerdo con los ultimos trabajos de Henry Corbin. Ademas, la mayor parte de los titulos en arabe y persa van seguidos, en fas notas o en el indice, de su correspondiente traduccién, y ésta se facilita también en otras publicaciones de Henry Corbin. Por tiltimo, algunas referencias bibliograficas se han anadido entre corchetes en las notas (por ejemplo, las notas 18. cap. ly 65, cap. IV).* EI lector encontrar en més de una ocasi6n, sea en el texto, sea en [as no- tas, alusiones y referencias al tomo II de la edicién publicada en 1954 (vol. 5 de la Bibliothéque Iranienne, Teheran-Paris, Adrien-Maisonneuve). Se hablaré de tel otro tomo de Ia presente obra (nota 15, cap. I), o bien de las «Notes et * Igualmente entre corchetes y sin diferenciarlas de las anteriores, incluimos las referencias actualizadas de textes publicados o reeditados posteriormente a la ultima edicién francesa o de Jas obras traducidas al castellano. (N. de Jos t) Nota de los traductores Para las transcripciones de los términos arabes y persas se sigue. basica- mente, el mismo criterio que la edicién francesa. Conservamos en la traduccién Ia Q de los términos «Qoran», eqordnico», etc., respetando Ja costumbre del autor. tan ajena al uso habitual en francés como pueda serlo en castellano. Se han tratado de conservar ciertas peculiari- dades lingitisticas que tal vez sorprendan al lector no familiarizado con el éxi- co corbiniano: «simbolizar cons, eunituda, «dualituda, ete. Consideramos importante llamar la atencion del lector sobre un problema concreto de traduccién que estimamos importante para la correcta comprensién del texto: una misma palabra, céleste, sirve en francés para designar los concep- tos que en castellano se expresan por los términos celeste (es decir, lo referente al cielo como realidad material) y celestial (es decir, lo referido al Cielo como plano ontoldgico o estado del ser). Hay veces en que, logicamente, estos térmi- nos deben entenderse en su sentido estricto, pero, en ocasiones, ambos se su- perponen y ha sido preciso elegir, de forma mas o menos arbitraria, entre uno u otro: el lector decidira la necesidad de su discernimiento. Las referencias coranicas se dan tal como las da el autor, que sigue, por su parte, la edicién Fliigel; debera tenerse en cuenta que en ocasiones hay varia- ciones en la numeracién de los versiculos respecto a algunas ediciones publi- cadas en castellano. Las fechas se dan, en ocasiones, en referencias dobles, correspondiendo la primera a la Hegira y la segunda a la era cristiana. Capitulo I Cosmos aviceniano y relato visionario 1. Avicenismo y situacion filoséfica* Tal vez pueda parecer ambicioso el titulo que proponemos como encabe- zamiento para el presente trabajo de investigacién, trabajo necesariamente |i- mitado. No obstante, no se nos habria ocurrido afrontar esta tarea si no tuvié- semos la esperanza de poder contribuir a un planteamiento més correcto de los problemas que se ponen de manifiesto en una primera aproximacién al tema que asi se formula. Esta formulacion puede entenderse en un doble sen- tido. Tenemos, por una parte, la situacion filosdfica del hombre, tal como la de- finio el sistema aviceniano, y, por otra. la situacion de la propia obra avicenia- na en el pleroma de los sistemas filoséficos, tal como se le presenta al fildsofo que, en nuestros dias, centra en ella su meditacion. En lo que hace al primer punto, habran de considerarse los problemas tal como se le plantearon al propio Avicena. En lo referente al segundo, habra que teflexionar sobre los problemas que, por su parte, plantea el avicenismo como sistema constituido. En el primer caso. ha de entenderse el pensamiento avi- ceniano como situative: sus premisas y su desarrollo definen propiamente un * Habiendose renunciado para la presente edicion al uso de signos diacriticos, se han supli- do con la utilizacién de caracteres en cursiva (o en redonda, segin los casos). El acento circun- flejo marca las vocales largas © toda scriptio plene. Para todas las palabras de raiz arabe. Ia vo- calizacién es conforme a la transcripcién cldsica: para las palabras de raiz irania, es mas bien el resultado de un compromiso. El izdfat es expresado por la vocal e correspondiente a su valor real (5 no por la vocal i), Naturelmente todos los nombres de origen (nisba) formados sobre una pa- labra persa son expresados sin el articulo drabe. Todas las referencias qoranicas corresponden a la edicion del Qoran coriente en Iran: la numeracion de los versiculos corresponde a los de la edicion Fligel. 18 AVICENA ¥ EL RELATO VISIONARIO determinado cosmos y una determinada situacion de Ia existencia humana en telacién a ese cosmos. En el segundo caso, es el cosmos aviceniano el que ha de tomarse como magnitud que debe ser situada; la meditacion debera tratar de comprenderlo y definir su situacién en relacin a todos los universos espiri- tuales que el ser humano ha Ilevado en si mismo, expresados y desarrollados en forma de mitos, simbolos o dogmas. Ahora bien, en el caso del avicenismo, como en el de cualquier otro siste- ma, es el modo de presencia asumido por el filésofo en funcién del sistema que profesa el que aparece, a fin de cuentas, como el auténtico elemento situativo de dicho sistema en si mismo considerado. Este modo de presencia queda fre- cuentemente disimulado bajo un entramado de demostraciones didacticas y desarrollos impersonales. Es eso, no obstante, lo que es necesario sacar a la luz, pues es lo que decide, si no siempre sobre la autenticidad material de los mo- tivos incorporados a la obra del filésofo, si al menos sobre la autenticidad per- sonal de sus motivaciones, estas ultimas dan razén finalmente de los emotivos» que el fildsofo acepté o rechaz6, comprendié o ignor6, llevé a la culminacién de su sentido o. por el contrario, degradé hasta la insignificancia. Pero no sue- Te ser frecuente que el fildsofo tome conciencia de su esfuerzo hasta el punto de que las construcciones racionales en las que se proyecté su pensamiento le revelen finalmente su relacién con el fondo més intimo de si mismo, de ma- nera que entonces aparezcan como al trasluz las motivaciones secretas de las que no habia sido consciente cuando proyectaba su sistema. Esta transparen- cia marca una ruptura de nivel en el curso de la vida interior y las meditacio- nes. Las doctrinas elaboradas cientificamente se revelan como una puesta en escena de una aventura mas personal. Las elevadas construcciones del pensa- miento consciente se desvanecen ante las [uces no de un crepiisculo, sino mas bien de una aurora, de la que surgen las figuras desde siempre presentidas, es- peradas y amadas. El «Ciclo de fos relatos visionarios» de Avicena tiene precisamente ese sen- tido y ese alcance. Sitian al hombre Avicena en el cosmos que el fildsofo ela- boré en un monumento tan imponente como es el «Kitab al-Shifa’s, asi como en diversos tratados mas, mayores o menores. Estos relatos, que sustituyen la cosmologia por una dramaturgia. nos garantizan la autenticidad de ese uni- ‘verso: son ciertamente el lugar de una aventura personalmente vivida. Al mis- mo tiempo, dichos relatos parecen ofrecer una respuesta a la pregunta sobre donde situar el avicenismo en el pleroma de los sistemas filosdficos. En este sentido, hacen imposible relegarlo a un pasado definitivamente muerto y su- perado. Encierran una leccion imperiosa, la que tenemos que recoger cuando conjuntamente nos interrogamos, fildsofos de Oriente y filésofos de Occidente, sobre el significado del avicenismo respecto a nuestro destino de filosofos, es

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