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El Protocolo de Minnesota: una herramienta para la identificación de las

víctimas de asesinato político o desaparición forzada

Por: Laura xxxx Torrez Alvira

Como consecuencia de los de regímenes militares en América Latina vigentes hasta


los años ochenta, así como por razones del conflicto armado en diferentes países,
entre ellos Colombia, se presentaron innumerables casos de desapariciones de
personas, por lo que sus familiares y amigos se dedican por bastante tiempo a su
búsqueda. Es así que muy frecuentemente, durante el transcurso de la búsqueda,
se logran encontrar indicios de su probable fallecimiento. Son reiterados los casos
en que se han localizado cementerios en los que yacen personas que han sido
víctimas de desapariciones. Es en este marco situacional que resulta interesante
conocer sobre el Protocolo de Minnesota, para lo cual se estructura el texto teniendo
en cuenta sus antecedentes, las características del protocolo, el rango normativo y
los modelos de autopsia y de exhumación, tratando de validar la tesis en el sentido
que se trata de una valiosa herramienta para la identificación de las víctimas de
asesinato político o desaparición forzada.

Inicialmente hay que decir que el Protocolo de Minnesota, está antecedido por el
hecho que las ejecuciones de las que se tenía alguna sospecha que habían sido
extralegales, arbitrarias o sumarias, se podían investigar de acuerdo a las normas
nacionales o locales vigentes y podían terminar en procedimientos de carácter
penal. A pesar de ello, existen algunos casos en que los respectivos procedimientos
investigativos suelen resultar inapropiados, como consecuencia de la carencia de
recursos y de conocimientos, de tal manera que el ente encargado de llevar a cabo
la investigación puede actuar de manera parcializada. Ello, sin duda, llegó a
constituirse en una de las razones por las que resulta que sea improbable que
prosperen dichos procedimientos de tipo penal.

Para superar esas falencias de tipo procedimental, surge el Protocolo de Minnesota,


el cual se caracteriza por funcionar como un manual sobre la prevención y la
investigación de ejecuciones sumarias, extrajudiciales y arbitrarias. El documento
como tal, fue elaborado por Human Rights, con la asesoría legal de abogados y
luego adoptado por el Consejo Económico y Social de la ONU, a través de la
Resolución No. 1989/65 de fecha 24 de mayo del año 1989 y que en término
generales es un modelo aceptado a nivel internacional para los procedimientos de
exhumación de fosas comunes (ONU, 1991). Quiere decir que dicho protocolo
establece determinados estándares para que los entes investigativos, como en el
caso de Medicina Legal y el CTI en Colombia, puedan implementar buenas prácticas
técnicas a la hora de practicarse las autopsias tendientes a determinar si una
persona fallecida fue o no ejecutada.

En cuanto al rango normativo del protocolo, hay que precisar que este se adoptó
por parte de la Organización de Naciones Unidas, y junto con el Protocolo de
Estambul (1999), se constituyen en una valiosa guía que comprende un conjunto de
estándares sobre las prácticas que se realizan durante el proceso para establecer
si una determinada víctima ha sido objeto de ejecución extralegal, arbitraria, sumaria
o si ha padecido golpes, colgamientos, descargas con energía eléctricas o algún
otro tipo de métodos de tortura. Sin embargo, es importante tener presente que este
protocolo no se constituye en un documento jurídicamente vinculante, pero es una
costumbre internacional.

De igual manera, dicho protocolo no se aplica en todas los casos de autopsias, pues
solo es para cuando se investigan aquellos crímenes de Lesa Humanidad, es decir,
en los que existan indicios o se presume de la participación del Estado en tal
ejecución, con el propósito de evitar que funcionarios declarados como
sospechosos, logren influir durante la respectiva investigación.

Vale la pena resaltar que el Protocolo de Minnesota incluye un modelo de autopsia


y otro de exhumación. Incluye un modelo de autopsia y otro modelo de exhumación
y análisis de restos óseos. Una delas ventajas de estos modelos están diseñados
para pueda ser seguido tanto por el personal profesional de los entes forenses,
como también por partes de los involucrados, el periodismo, cualquier ciudadano y
en términos generales, por quienes asuman el rol de observadores, de tal manera
que se garantice el mayor nivel de transparencia durante el proceso. En el caso del
protocolo de autopsia, se estipula una amplia lista de pasos a seguir durante el
respectivo examen forense, de acuerdo con los recursos disponibles posibles.

Como se puede evidenciar durante lo anteriormente expuesto, se puede decir que


el Protocolo de Minnesota se constituye en una valiosa herramienta para la
identificación de las víctimas de asesinato político o desaparición forzada, toda vez
que permite a los entes forenses orientar la resolución ágil y definitiva de aquellos
casos considerados como potencialmente controvertidos, haciendo que se ponga
fin a las especulaciones y a las insinuaciones que se suscitan como efecto de las
preguntas que no logran ser respondidas en forma oportuna, o que suelen ser
respondidas de manera parcial erróneamente dentro de una investigación sobre una
muerte de apariencia sospechosa.

Finalmente, se puede concluir que el Protocolo de Minnesota adquiere gran


importancia, no sólo para el personal forense, sino para para los familiares de
personas desaparecidas, ya que mediante su aplicación se puede poner fin a
aquella inseguridad que les ronda durante su esfuerzo por encontrar a sus seres
queridos que han sido víctimas violación de derechos humanos tal como ocurre en
los casos de asesinato político o desaparición forzada. Al identificarse la víctima
anónima de una fosa común, se abre el camino para asignar un nombre y una
historia y ello contribuye a rehabilitarles como seres humanos. Pero además de ello,
tal identificación de la víctima, les ofrece a sus familiares la posibilidad de que se le
rinda el último honor a sus víctimas, darles sepultura y guardarle luto, así como
iniciar posteriormente las gestiones para iniciar el proceso de enjuiciamiento de los
presuntos culpables.
Referencias bibliográficas

ONU: Protocolo de Minnesota (1991) http://www.franciscosantana.net/2017/05/onu-


protocolo-de-minnesota-1991.html

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