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George Herbert Mead

(1863-1931)

Uno de los principales postulados de éste autor es el hecho de considera el todo social
por encima de los individuos ya que, la sociedad tiene prelación en su análisis; explica
que la conducta organizada del sujeto se debe a la conducta organizada del grupo
social y no al contrario, ya que según Mead citado por Ritzer (1993) “la parte es
expresada en términos del todo, no el todo en términos de la parte o las partes”. En
este autor es tan importante el marco de referencia social que llega hasta el punto de
plantear que los procesos mentales que los sujetos poseen son imposibles de
considerar fuera de un grupo social.

(1863-1931) Con influencias de la teoría evolutiva y la naturaleza social de la


experiencia y de la conducta, recalcó la emersión del yo y de la mente dentro del orden
social y en el marco del simbolismo lingüístico que usan las personas para
comunicarse (interaccionismo simbólico). A partir de la crítica al conductismo de J.
B. Watson denominó su propia corriente como conductismo social. Pensaba que el yo
surge por un proceso social en el que el organismo se cohíbe. Esta timidez es el
resultado de la interacción del organismo con su ambiente, incluyendo la
comunicación con otros organismos.
El gesto verbal es el mecanismo a través del cual se verifica esta evolución. Pero para
él también la mente es un producto social. La mente, o la inteligencia, es un
instrumento desarrollado por el individuo para "hacer posible la solución racional de
los problemas". Mead hizo por ello hincapié en la aplicación del método científico en
la acción y reforma social. Durante su vida sólo publicó artículos. Sus libros fueron
editados póstumamente a partir de manuscritos y de los apuntes de sus alumnos. Sus
principales obras son La filosofía del presente (1932), Mente, yo y sociedad desde el
punto de vista de un conductista social (1934) y La filosofía del acto (1938).

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