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FÁBULA DE LA ARAÑA OLVIDADIZA

En el amanecer una pequeña araña descendió mediante su hilo arácnido de una alta rama
de un árbol. Al llegar a pocos metros de la tierra se propuso tejer allí la mejor telaraña
que se hubiera hecho. Tejió y tejió incesantemente, tanto de día como de noche, hasta
finalizar su obra. Al contemplarla, vio que era una verdadera obra de arte, toda una
maravilla. Pasando los días, su telaraña le proporcionaba deliciosas moscas e jugosos
insectos como banquete, teniendo así una vida en tranquilidad y abundancia. Una tarde,
decidió hacer unos arreglos a su telaraña para aumentar la cantidad de comida; fue dando
vueltas y entretejiendo los hilos deteriorados hasta llegar al borde superior de su tela
donde, para sorpresa suya, encontró un hilo aislado del resto que ascendía hasta una alta
rama de un árbol. “Pero ¿por qué este hilo está solo? –se preguntó– ¿de dónde vendrá?
De todos modos, ¡qué necesidad de subir a averiguarlo si acá abajo tengo ya mi vida en
abundancia! Además ¿para qué me sirve un hilo solo, aislado del resto?”. Y discurriendo
de esta manera cortó con firmeza aquel hilo aislado a su parecer inútil, y fue en ese mismo
instante cuando toda la hermosura de su telaraña se derrumbó por tierra envolviendo en
ruinas a su misma hacedora.
MORALEJA. Lo que dice el refrán: “Quien su origen no conoce, su destino desconoce”.
Y el gran teólogo San Agustín: “Cáete de Dios y te caerás de ti mismo. Pues si te apartas
de la ayuda del Altísimo, no pudiendo valerte por ti mismo, caerás”.
“Diste al olvido a Dios que te dio el ser” (Deuteronomio 32,18)

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