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LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

“En torno a los oríígenes de la Revolucioí n Industrial”, HOBSBAWN, s. XXI

“La Revolucioí n Industrial”, MARK BALDOÓ , Ed. Sííntesis

“El mundo contemporaí neo: historia y problemas”, AROÓ STEGUI, J., Críítica. Paí ginas 87-89,
Francia; paí ginas 99-104, Alemania y USA.

“El mundo contemporaí neo. Siglos XIX-XX”, VILLARES y BAHAMONDE. Paí ginas 27-40.

¿QUÉ SE ENTIENDE POR REVOLUCIÓN INDUSTRIAL?

La sociedad industrial se define por su elemento tecnoloí gico; fabrica los bienes
utilizando la energíía que proporcionan las maí quinas.

Asíí, la Revolucioí n Industrial en un primer nivel tecnoloí gico, supondríía cambios


tecnoloí gicos muy significativos y la sustitucioí n de las fuentes de energíía (animal,
humana/vapor). El vapor primero se obtiene de la madera; despueí s es generado por el
carboí n. Por tanto se opera un cambio tecnoloí gico en la RI, lo que permite definir una
segunda RI cuando las fuentes de energíía comienzan a ser el petroí leo y la electricidad.

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Pero el cambio tecnoloí gico es insuficiente para definir la RI. De hecho, algunos
historiadores consideran que la R.I. es el mayor cambio de la humanidad desde la
Revolucioí n Neolíítica. Entranñ a avances sociales fundamentales en dos aí mbitos distintos: el
mundo agrario y el mundo fabril (faí bricas rurales/faí bricas urbanas)

Su origen puede situarse en las uí ltimas deí cadas del s. XVIII (1764: instalacioí n de la
primera maí quina hiladora en un taller ingleí s), y su fin en 1834. Pero los principales
cambios tienen lugar entre 1780-1800, en el aí mbito ingles. Para el resto del mundo es
preferible hablar de industrializacioí n.

El teí rmino RI comienza a usarse anñ os despueí s de la Revolucioí n Francesa, siendo el


primero en emplearlo el socialista utoí pico L. Blanqui (Francia) al comparar los cambios
que han tenido lugar en Francia con los que han tenido lugar en Inglaterra. Desde 1840 el
teí rmino comienza a ser frecuente entre los economistas de la eí poca, estando ya presente
en la obra de Karl Marx.

Pero el concepto es rodeado de cierta poleí mica: algunos historiadores consideran


no apropiado hablar de revolucioí n porque es un teí rmino perfilado polííticamente (cambios
muy raí pidos en corto espacio de tiempo; la RI fue un proceso maí s extenso en el tiempo); y
para otros es tambieí n inapropiado hablar de industrial (no afectoí soí lo a la industria, sino
tambieí n al campo, a las relaciones de mercado...). Hoy díía la poleí mica sigue presente,
aunque se continuí a empleando el concepto RI.

Otros como Hobsbawn lo reivindican, apelando a que fue un cambio raí pido en
Inglaterra; admite que la RI fue algo maí s que la transformacioí n industrial, pero que la
industria fue el motor.

En cualquier caso y al margen de la poleí mica, vemos tras este teí rmino:

 Que la RI fue el paso de un modo de produccioí n feudal a otro capitalista. Esta


transformacioí n es lo que se podríía definir como RI. Se produce en Inglaterra y se
extiende a occidente.

 Implica una nueva organizacioí n social de la produccioí n, es decir, generalizacioí n del


trabajo asalariado, de la mecaí nica en la produccioí n, uso de nuevas fuentes de
energíía, mano de obra industrial superior a la agraria

 Crecimiento vertiginoso de la propia produccioí n, hecha ahora en funcioí n del


MERCADO, tanto interno como externo. Se supera el autoconsumo.

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 La organizacioí n social varíía, de manera que se desarrolla la burguesíía y se
configura el proletariado. La propiedad de los medios de produccioí n separa a
burguesíía y proletariado.

Cambios que se producen en otros aí mbitos son:

 Aumento sostenido de la poblacioí n.

 Proceso de urbanizacioí n: grandes ciudades con maí s poblacioí n que en el medio


rural.

 Extensioí n de la alfabetizacioí n.

 Nuevas formas culturales y de vida cotidiana.

Todo esto deriva de la RI, que es el origen del CAPITALISMO INDUSTRIAL. El Modo
de Produccioí n es un concepto abstracto: es una forma de realizarse socialmente, es una
cultura determinada, es una superestructura ideoloí gica... Seríía en definitiva una forma de
entender el trabajo, la ideologíía...

En conclusioí n, la RI es un cambio tan radical que se puede hablar de un cambio


ideoloí gico, de produccioí n... y es el soporte del sistema actual. Tambieí n es el origen del
Capitalismo. Representa una nueva organizacioí n social de la produccioí n, el crecimiento de
la misma, una nueva organizacioí n de la sociedad (auge demograí fico, alfabeí tico...)

¿POR QUÉ LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL? SE PRODUCE EN INGLATERRA?

Para comprenderlo es necesario conocer la situacioí n inglesa en s. XVIII a partir de


una serie de rasgos distintivos:

a.- DEMOGRAFICOS: hasta la mitad del s. XVIII el crecimiento demograí fico es muy
lento, pero ahora se produce un crecimiento importante hasta la deí cada de 1780, en la que
se da una recesioí n. Desde 1780 se invierte la tendencia, manteniendo un crecimiento
sostenido hasta s. XIX, que se estabiliza por dos factores:

 se controloí la mortalidad;

 aumentoí la natalidad.

En principio parece haber un mayor control sobre la tasa de mortalidad, que


disminuye, pero tambieí n hay una incidencia de los ciclos de epidemias. Pero lo

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significativo parece estar en el aumento de la tasa de natalidad, lo que se explica en
funcioí n de la disminucioí n de la edad nupcial y de la aparicioí n de segundas nupcias.

b.- SISTEMA URBANO: Inglaterra contaba con mayor nuí mero de ciudades que el
resto de Europa. La cuestioí n no es soí lo la importancia de Londres, sino que tambieí n
existen otra serie de nuí cleos urbanos (al contrario que en Francia, donde soí lo destaca
Paríís).

c.- DIFERENCIAS IMPORTANTES EN LA PRODUCCIOÓ N: Inglaterra era conocida por


emplear maquinaria en las minas, fundamentalmente; ademaí s en la fabricacioí n existe ya
cierto grado de especializacioí n regional; tambieí n los salarios de los trabajadores, en
general, eran mayores que en Europa; se debe contar tambieí n con la extensioí n de las
manufacturas rurales, es decir, existen eí l en mundo rural talleres de manufacturas.

d.- ACTIVIDAD COMERCIAL: muy desarrollada en Inglaterra (“Ciudad de los


tenderos”). Es clave en su economíía, tanto nacional como internacional.

e.- ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD DE LA TIERRA: era radicalmente diferente en


Inglaterra, pudiendo calificarse ya como capitalista, mientras que en Europa es auí n feudal.
Es decir, existe una propiedad privada trabajada a traveí s de arrendamientos y sin
mentalidad feudal, buscando el incremento de los beneficios.

f.- POLIÓTICA: hay diferencias entre Inglaterra y el resto de Europa. En 1688 la


revolucioí n (“La Gloriosa”) da paso a un sistema parlamentario que permitioí una mayor
sintoníía entre la clase políítica y los productores.

En definitiva, en Inglaterra se da un alejamiento del modelo econoí mico-social vigente en


el resto del continente, originando que sea aquíí donde aparezca la RI.

¿POR QUÉ SE PRODUCE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL?¿CUÁL ES SU MOTOR?

Hay que rechazar que el factor tecnoloí gico fuera el desencadenante en solitario,
aunque sea un factor importante; o que fuera el factor demograí fico; etc.

En suma se rechazan los factores monocasuales, es decir, en la RI confluyeron una


serie de causas en las que cada factor fue determinante.

AÓ mbitos para comprender el proceso de la RI:

1.- Transformaciones agrarias.

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2.- Transformaciones en las manufacturas.

3.- Expansioí n comercial.

4.- Avances tecnoloí gicos.

Ademaí s, para comprender la RI hay que destacar dos sectores clave en sus
primeros momentos:

1.- Industria textil, y en concreto la produccioí n de tejidos de


algodoí n.

2.- Ferrocarril, que tuvo efectos directos e indirectos.

REVOLUCIOÓ N AGRIÓCOLA

Factor Tierra Factor Produccioí n

Estructura propiedad tierra incremento produccioí n

Algunos autores hablan de una auteí ntica Revolucioí n Agríícola que permitioí
aumentar la produccioí n y pudo alimentar a una poblacioí n en aumento. Otros lo rechazan y
hablan de cambios lentos en la produccioí n agraria.

Pero hay cierto consenso: en el s. XVIII la agricultura inglesa era capitalista y lo


suficientemente desarrollada como para mantener a una poblacioí n creciente. Para ello hay
que tener en cuenta dos factores:

1.- FACTOR TIERRA: en Inglaterra se ha pasado de un tipo de tierra vinculada a la


propiedad privada; se abandona la servidumbre y domina el trabajo asalariado; quienes
detentan la propiedad no tienen mentalidad rentista, sino que buscan los beneficios. A su
vez, en la estructura de la propiedad se da un fenoí meno de concentracioí n de la tierra en
unas cuantas manos, originando la configuracioí n de una burguesíía agraria o rural.

En suma hablamos de una transformacioí n que origina el fin de los rasgos feudales
y el comienzo de ciertos rasgos de produccioí n capitalista.

2.- FACTOR PRODUCCIOÓ N: la produccioí n se incrementa. Hay cambios en los


sistemas de cultivos; cambios en la utilizacioí n de herramientas; y una mayor integracioí n
entre agricultura y ganaderíía, lo que permite no soí lo incrementar la produccioí n, sino que
tambieí n la productividad (se saca maí s rendimiento a la misma cantidad de tierra).

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Estos cambios no habríían tenido sentido sin una burguesíía agraria interesada en buscar
beneficios; lo cual tiene un coste social.

El Proceso de Cercamientos (enclosures) sustituye en Inglaterra al campo abierto


(openfields). Se cerca la propiedad de la tierra, proceso que empieza en s. XVI y que se da
de forma lentíísima. Conlleva una explotacioí n de la tierra cercada con una nueva
mentalidad. Dicha tierra procede de dos aí mbitos:

 Tierra procedente de la desamortizacioí n eclesiaí stica;

 Tierra que la Corona vende para obtener recursos extraordinarios.

Poco a poco estas tierras dejan de estar sujetas a las normas feudales, y se
convierten en propiedad privada: si alguien paga por ella intentaraí extraer la mayor
cantidad posible de beneficios.

Este es el origen del proceso (s. XVI), y de esta manera empezaron a cercarse maí s
tierras. Pero en s. XVIII este procese se acelera enormemente afectando no solo al tipo
anterior de tierras, sino tambieí n a tierras de uso comunitario, es decir, tierras comunales
explotadas por todos los vecinos (commond lands); eí stas fueron adquiridas, cercadas y
explotadas de forma diferente por la burguesíía agraria. Este fenoí meno se produce sobre
todo en la segunda mitad s. XVIII, debido a que el Parlamento ingleí s impulsoí los
cercamientos para favorecer el enriquecimiento de dichos burgueses.

Las commond lands eran explotadas por campesinos vinculados a esas tierras por
lazos de tipo feudal (el llamado dominio uí til); pero cuando esa tierra deja de estar
vinculada y pasa a ser privada, su nuevo duenñ o no mantendraí el sistema de
arrendamientos, y los campesinos optaraí n por abandonar dicha tierra, o por convertirse
en trabajadores asalariados (“salto” fundamental). Por tanto se deshacen los lazos feudales
que uníían a los campesinos con la tierra y los senñ ores feudales. Y lo mismo sucede en las
tierras de uso comunal.

En definitiva, a partir de un proceso lento iniciado en s. XVI, pero impulsado en s.


XVIII, en Inglaterra cambian las relaciones sociales de produccioí n que caracterizan la
economíía campesina: paso de una economíía campesina de rasgos feudales a una economíía
campesina de rasgos capitalistas.

Y como estos cambios se aceleran en un momento de crecimiento demograí fico, se


posibilita una situacioí n de incremento de beneficios: a maí s poblacioí n, maí s produccioí n y

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maí s beneficios. Esto se consigue mejorando las teí cnicas de explotacioí n, que se pueden
resumir en:

1.- Se cambia el Sistema de Cultivo: se elimina el barbecho y se implanta una


explotacioí n continua de la tierra. Si se elimina el barbecho la regeneracioí n de la tierra se
obtiene cultivando plantas que permitan dicha regeneracioí n (nabos, plantas forrajeras). Al
cultivar forrajes se consiguen alimentos para los ganados y en consecuencia abonos, por lo
que se extraen beneficios de esa tierra. Este factor es el que permite la integracioí n entre
agricultura y ganaderíía.

2.- Cambios en las Herramientas: perfeccionamiento del arado, se generaliza la


guadanñ a y las herraduras; se difunde la siembra en surcos, no “a boleo”; y aumenta el uso
del caballo como animal de tiro. Maí s tarde se incorpora la maquinaria para sembrar o
segar (maí quinas primitivas de vapor).

3.- Explotacioí n Agríícola: seleccioí n de plantas, semillas y animales. Experimentan


nuevas razas, fomentan la estabulacioí n y mejora la alimentacioí n del ganado.

Estos cambios en la explotacioí n agraria tienen un efecto de retroalimentacioí n con


el fenoí meno de la concentracioí n de la tierra: las pequenñ as parcelas no podíían competir
con las maí s tecnificadas en los nuevos mercados.

El resultado es que en s. XVIII la estructura de la propiedad representa que la


mejor tierra estaí en manos de unos cuantos burgueses agrarios. A finales s. XVIII la
agricultura inglesa es capaz de mantener a la poblacioí n en crecimiento, e igualmente
genera enormes beneficios.

La agricultura cumple cuatro funciones:

 Alimentar a una poblacioí n en crecimiento.

 Generar mercados nuevos (internos y externos).

 Suministrar beneficios (liberar capital).

 La agricultura inglesa en s. XVIII estaí liberando mano de obra, porque antiguos


campesinos que cultivaban la tierra fueron expulsados de ella, y porque las nuevas
teí cnicas requieren menos mano de obra.

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Capital, Mercado y Mano de Obra son la conexioí n entre produccioí n agraria y
produccioí n manufacturera.

Pero todo este proceso no tuvo un coste cero, sino un coste social ante el cual se
disenñ oí una doble respuesta hacia los afectos sociales del mundo agrario; pero los
campesinos tambieí n articularon su respuesta.

EFECTOS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

El proceso de cercamientos provoca la proletarizacioí n del campesinado, que


perdieron bien sus propiedades, o bien su uso comunal. En respuesta a esto el Estado
articuloí las Leyes de Pobres (Poor Laws), ya que los desahucios provocaron la conversioí n
en pobres de esos campesinos. Las primeras leyes se remontan a la primera mitad s. XVI,
cuando Enrique VIII obliga a las parroquias a ayudar a los pobres; pero seraí con Isabel I
cuando se configure una legislacioí n al respecto.

Estas leyes tienen dos objetivos:

1. Regular el trabajo obligatorio

2. Garantizar una ayuda míínima cuando no hubiera trabajo.

Detraí s de ello estaba la pretensioí n de que el nuí mero de pobres en Inglaterra no


aumentara, generando un caldo de cultivo propicio para los desordenes sociales. Asíí se
empieza a contemplar en la legislacioí n la prohibicioí n, por ejemplo, de la holgazaneríía, que
se convierte en delito y se puede castigar. Se les ofrece trabajo a los pobres y se obliga a las
parroquias a recaudar fondos para ayudarles. De esta manera se crean instituciones como
las Casas de Pobres o Casas de Trabajo (PoorHouses/WorkHouses), que fueron
obligatorias en todas las parroquias (entendiendo parroquia como comunidad de vecinos)
y que suministraban a los pobres tanto comida, como techo, obligaí ndoles a trabajar a
cambio de esa asistencia en talleres artesanales que podíían existir en las propias
instituciones beneí ficas.

Pero la filosofíía de estas workhouses no era soí lo asistencial, sino que tambieí n
econoí mica: se genera un volumen de trabajadores casi gratuitos, y severamente
controlados.

Con el tiempo las workhouses se extendieron por todo el paíís, llegando un


momento en que fueron insuficientes para superar la creciente pobreza del campo ingleí s.

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En el uí ltimo cuarto s. XVIII y principios s. XIX crecioí el nuí mero de pobres
espectacularmente en Inglaterra, pues la eí poca de maí xima expresioí n de la políítica de
cercamientos coincide con este perííodo. Asíí las casas de pobres no tienen recursos
suficientes para todos, por lo que los cercamientos empiezan a convertirse en una
amenaza para la estabilidad social.

Por todo ello se celebra una reunioí n de diferentes jueces ingleses para pensar una
nueva solucioí n al problema de la pobreza; de esta manera, en 1795, en Speenhamland, se
organiza un sistema asistencial alternativo, que consiste en crear subsidios que debíían ser
proporcionados a los pobres y debíía estar vinculado al precio del pan (si subíía el precio
del pan, el subsidio tambieí n); esto no supone la desaparicioí n de las casas de pobres. Pero
este sistema falla por:

 La cuantíía de los subsidios era diferente en los condados ingleses, lo que provocoí
movimientos migratorios.

 Los empresarios britaí nicos rebajaron los salarios de sus trabajadores para
compensar el pago de dicho impuesto especial.

Asíí, un sistema que nacioí para resolver un problema social en aumento, acaboí
provocando mayores problemas en relacioí n al nuí mero de pobres y a la existencia de
posibles conflictos sociales.

En 1834 se aproboí una nueva ley de pobres, que limitoí definitivamente los
subsidios, que desde ahora soí lo se daríían a ancianos e incapacitados, pero no a quien
estuviera en edad y tuviera buen estado fíísico para trabajar (eí stos tendríían que ingresar
en las casas de trabajo o seríían expulsados de la parroquia).

El efecto de esta nueva ley fue incrementar el movimiento migratorio de los


campos a las ciudades, de manera que las faí bricas de las ciudades tuvieron abundante
mano de obra a bajo precio.

Pero a pesar del desolador panorama dibujado, no se puede decir que el


campesinado britaí nico no hiciera nada ante la destruccioí n de su mundo: podemos hablar
de la existencia de una conflictividad campesina, manifestada en motines en los que,
aparte de campesinos, tambieí n participan mineros y artesanos que pierden sus talleres
artesanales (asaltos a almacenes de trigo: Motines de Subsistencia).

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Estos motines fueron constantes a finales s. XVIII y principios s. XIX, coincidiendo
con eí pocas de malas cosechas (inviernos de 1766-67 y 1800-01). Aparece con ellos la
figura del acaparador, que compra grano a bajo precio en eí pocas de abundancia y lo vende
muy caro en anñ os de hambre. Pero estos motines son reprimidos con dureza.

En general son movimientos espontaí neos, sin organizacioí n previa, sin lííderes, y no
estaban conectados entre síí.

En 1830 si se dio una revuelta especialmente conflictiva: “La Revuelta del Capitaí n
Swing”, que afectoí al sureste ingleí s, siendo el primer movimiento campesino que generoí
terror entre los terratenientes. Se conoce por ese nombre porque empezaron a aparecer
fascines que amenazaban a los terratenientes, y estaban firmados por dicho Capitaí n,
aunque se cree que no existioí . En estos folletos se articula una especie de cataí logo de
exigencias:

 Subida de los salarios.

 Destruccioí n de las maí quinas incorporadas a las explotaciones agríícolas, al ser


consideradas las causantes de todos sus males.

Se les amenaza con violencia fíísica y con la destruccioí n de las cosechas. Los
seguidores de este movimiento son los campesinos joí venes de edad media, jornaleros,
pero tambieí n trabajadores de las minas, que luchan por la mejora de sus condiciones de
vida y porque ahora, al sobrar gente en el campo, tienen maí s competencia laboral. Un
elemento participativo es la participacioí n de las mujeres que queda documentada en
algunas de las acciones violentas, aunque de forma minoritaria.

EJEMPLO: en el verano de 1830-31 se producen maí s de mil acciones violentas


(destruccioí n de maí quinas y cosechas; agresiones fíísicas a terratenientes); maí s de dos mil
detenciones, veinte ejecuciones y quinientas deportaciones (Australia).

Esta revuelta significa la explosioí n de la resistencia popular. Las transformaciones


econoí mico sociales tuvieron un coste social que pagaron los campesinos. Pero auí n no se
puede hablar de una organizacioí n ni de que exista un programa predisenñ ado, sino que se
reclaman objetivos primarios

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TRANSFORMACIONES EN LAS MANUFACTURAS

El punto de partida sigue siendo el sistema feudal, que se rige por la produccioí n
mercantil simple:

 Los productores son los duenñ os de los modos de produccioí n: poseen los talleres,
herramientas y el dinero.

 Los productores emplean su propia fuerza de trabajo o la de sus familiares.


Ocasionalmente podríían tener oficiales y aprendices.

Una cuestioí n baí sica es que cualquiera no podíía ser artesano: seraí un privilegio
que soí lo aquellos que determinaran los gremios podríían ejercer. Los gremios son
corporaciones locales integradas por artesanos del mismo oficio, y que regulaban todos los
aspectos relativos a ese oficio: precios, quieí nes accederíían al oficio, ascenso laboral,
salarios... Geograí ficamente los gremios se localizaban en un determinado barrio o zona
urbana. Tambieí n evitaban la libre competencia, algo que frenaba el capitalismo.

En definitiva, en la produccioí n mercantil simple no hay libertad de industria y se


produce para mercados locales o ferias, no para un gran mercado, caracteríística
fundamental del mundo contemporaí neo.

A pesar de todo esto, desde mediados s. XVI, en Inglaterra se producen


modificaciones con respecto a la produccioí n manufacturera. En 1563 se promulga el
Estatuto de los Artesanos que introduce medidas liberalizadoras de la produccioí n, que
abriraí n una víía para el progresivo advenimiento del capitalismo:

 Los trabajos no especializados podíían efectuarse sin aprendices; ej.: tejidos


textiles.

 Los pobres podíían ser obligados a trabajar: tanto los que pertenecen a las poor
houses como los vagabundos.

Ambas medidas representan la ruptura del mercado laboral, en sectores textiles y


del algodoí n, seguí n las directrices gremiales. Por ello el sector textil es el motor de la RI.
Dos factores de este proceso, desde s. XVI hasta s. XVIII, son:

1.- Desintegracioí n de las relaciones sociales de produccioí n: creacioí n de nuevas


reglas en el mercado laboral; todo el proceso estaí en gran medida vinculado a la mano de
obra.

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Las transformaciones agríícolas generan mano de obra desocupada que puede ser
empleada en las manufacturas; y aprovechando esta bolsa de capital humano, en
Inglaterra se extiende el PUTTING OUT SYSTEM (industria domeí stica): un empresario
compraba materia prima que llevaba a ciudades con mano de obra, la repartíía, y al cabo de
un tiempo recogíía las piezas elaboradas. Este sistema crece de manera importante de
forma casi paralela a la forma de la extensioí n de los cercamientos.

Estas manufacturas colmaron el mercado de productos, convirtieí ndose en un serio


problema para la artesaníía tradicional porque escapaban a la regulacioí n gremial: no
regulan precios, no condicionan la apertura de talleres, no debíía comprometerse el jefe
con sus trabajadores, etc. La produccioí n manufacturera se monetariza y se disuelven las
relaciones sociales entre maestro, oficiales, gremios y aprendices.

Hay que insistir en maí s caracteríísticas:

- Quienes trabajan en este sistema podíían ser en muchas ocasiones


trabajadores mixtos: se dedicaban a otras actividades, generalmente
agríícolas, que compatibilizaban porque las transformaciones tecnoloí gicas
hicieron que hubiera maí s tiempo libre. Pero eí stos desaparecen con el
tiempo: abandonan este trabajo inicial y se dedican exclusivamente al
trabajo domeí stico, pasando de la vinculacioí n del sector primario al sector
secundario.

- El Putting Out System se desarrollaba en talleres familiares, pero algunas


poor houses se transformaron en verdaderos talleres.

Se puede decir que eí ste es en gran medida el origen del capitalismo en Inglaterra,
porque ya se produce estableciendo libremente los talleres, contratando los trabajadores
requeridos, fijando precios libremente, y porque se trabaja para un mercado establecido.

2.- Transformacioí n del mercado: incremento de la demanda: el proceso no se


entiende soí lo desde la perspectiva anterior, ya que no habríía sido posible sin un
incremento importante de la demanda, la cual crece constantemente por:

- Crecimiento demograí fico.

- La sociedad campesina es cada vez maí s monetarizada, siendo posible


adquirir cada vez maí s objetos (incremento demanda).

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Por supuesto que este no es un proceso inmediato, sino maí s bien lento. En
Inglaterra no hay mercado interior articulado hasta principios s. XIX. El mercado
articulado significa que las mercancíías circulan libremente en un espacio maí s amplio,
regulando las diferencias de precios entre las distintas zonas; ya no se produce soí lo para el
espacio geograí fico en que se encuentra el taller.

La clave para el desarrollo de las manufacturas inglesas tambieí n estaí en el


mercado exterior: la expansioí n colonial fue un proceso fundamental; fue apoyada
polííticamente y permitioí generar nuevos mercados para sus productos, asíí como generar
zonas de abastecimiento de materias primas. Todo esto apoyado por una flota naval muy
poderosa que garantizaba la seguridad de las rutas comerciales.

Hay que destacar tambieí n al mercado contrabandista, que de la misma forma


genera riquezas.

CONCLUSIOÓ N: entre mediados s. XVI y finales s. XVIII se produce un salto fundamental


desde el sistema gremial mercantil simple hasta la produccioí n mercantil capitalizada. La
extensioí n y desarrollo del Putting Out System generoí grandes bolsas de riqueza destinadas
a la inversioí n en el ferrocarril y en la siderurgia. Ademaí s el Putting Out System no
desaparece con la extensioí n de las grandes faí bricas, sino que convive con ellas durante un
largo espacio de tiempo. Este sistema da origen a la Economíía Sumergida.

TRANSFORMACIONES TECNOLÓGICAS

¿Todo ese conjunto de inventos tecnoloí gicos fue realmente la causa de la RI? ¿O
viceversa?

La visioí n tradicional tiende a hablar de que la difusioí n de progresos permite pasar


de una economíía artesanal a una economíía fabril. Pero esta visioí n es incorrecta porque, en
realidad, los progresos tecnoloí gicos no son azarosos sino que los inventos o
transformaciones tecnoloí gicas dan respuesta, ofrecen una solucioí n a una demanda que se
estaí generando. Es decir, se inventan mejores telares porque existe la necesidad de fabricar
maí s, maí s deprisa y maí s barato. Por ello se empieza a emplear el carboí n como combustible
y el vapor como energíía para mover las maí quinas.

Las nuevas maí quinas cambian la propia fabricacioí n. La incorporacioí n de la


maquinaria incrementa la productividad, amplíía la oferta de productos, amplíía el mercado
de materias primas y requiere de fuertes inversiones de capital.

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En definitiva, las novedades tecnoloí gicas son respuesta a las transformaciones
econoí micas, a las que dinamizan.

Los principales cambios tecnoloí gicos son:

1.- Sustitucioí n del combustible tradicional por otro: el CARBOÓ N. Inglaterra sufrioí
una importante deforestacioí n por el crecimiento demograí fico, que provocoí la demanda de
combustible. Por tanto, la carencia cada vez mayor del combustible tradicional (madera),
provocoí su sustitucioí n por el carboí n, que ofrece algunas ventajas importantes:

- Aflora en superficie y se puede obtener a bajo coste.

- Su uso no supone un freno al sector agrario, ya que no hace falta reforestar


perdiendo terrenos cultivables.

- Su uso determinaraí la instalacioí n primitiva de las primeras industrias para


abaratar su transporte.

La utilizacioí n del carboí n como fuente de energíía permitiraí el desarrollo del vapor,
que luego se aplicaraí progresivamente a la industria y maí s tarde al ferrocarril. Ademaí s en
torno a su obtencioí n se genera una importante industria extractiva.

A finales del s. XIX, el carboí n se sustituiraí por el petroí leo y la electricidad.

2.- La PRODUCCIOÓ N TEXTIL (ALGODOÓ N) fue el sector maí s dinaí mico hasta los anñ os
treinta del s. XIX. Fue un sector palanca, idea que procede de un economista llamado W.W.
Rostow, que en los anñ os sesenta escribe una obra que explica el desarrollo, presentando un
modelo que seríía aplicable a los distintos paííses, y que se centra en la Revolucioí n
Industrial en Inglaterra. Dicho modelo consta de cinco fases y se denomina TAKE OFF:

a) Sociedades tradicionales: preindustrializacioí n donde la dinaí mica econoí mica se


caracteriza por el estancamiento econoí mico, ausencia de flexibilidad de los sectores
econoí micos y tasa de crecimiento relativamente baja.

b) Se dan unas condiciones previas para lo que luego seraí el despegue econoí mico, de las
cuaí les se senñ alan tres: aumento en la tasa de inversioí n; el existir un aparato políítico
que propicie el despegue econoí mico; y la existencia de un sector palanca o de
arrastre.

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c) Etapa crucial del despegue o take off: relativamente breve (Rostow habla de tres
deí cadas). Se recupera definitivamente el estancamiento de partida de la primera fase.

d) Desarrollo, marcha hacia la madurez econoí mica: el primitivo sector palanca


empezaraí a ser sustituido por otro sector de arranque, al quedar el primero obsoleto
(algodoí n/siderurgia).

e) Desarrollo en masa.

Este modelo podríía ser vaí lido para el caso de Inglaterra, pero es maí s cuestionable
para el resto de paííses, como por ejemplo los paííses subdesarrollados, ya que no han
llegado al consumo masivo ni a la madurez econoí mica. Empieza a perder consistencia
cuando se aplica a casos extra-europeos, y maí s bien, cuando se hace fuera de Inglaterra.

Ya se ha mencionado que el sector palanca es el ALGODOÓ N, a pesar de que habíía


otros tejidos como la seda o el lino cuyas manufacturas estaban maí s desarrolladas, en
comparacioí n con las del algodoí n; por tanto su eí xito se explica por:

- Las transformaciones de la agricultura consiguieron que el algodoí n se


convirtiera en una materia prima abundante y barata.

- Tiene propiedades que hacen maí s faí cil su mecanizacioí n; en sentido


teí cnico, es maí s resistente.

- Si inicialmente los tejidos de algodoí n eran malos y toscos, luego mejoroí su


calidad.

Ademaí s hay que tener en cuenta que:

- El aprovisionamiento de materia prima estaba garantizado a nivel interior,


y, sobre todo, gracias al sistema colonial, que lo garantizaba (mercado).

- Fue el primer sector en el que se dieron libertad de instalacioí n de faí bricas


y nuevas manufacturas. Ademaí s fue donde primero se empezaron a quitar
las trabas gremiales (sociales).

- Fue el primer sector que aprovechoí la mano de obra liberada por el campo.

Por tanto razones teí cnicas, sociales y de mercado explican el eí xito del algodoí n. En
el resto de los sectores textiles tambieí n se dio un desarrollo manufacturero, pero los
gremios pusieron sus trabas y se quedaron para un mercado minoritario, de lujo.

TEMA 1. La Revolución Industrial 15


El sistema colonial ingleí s le garantizaba la materia prima abundante: primero con
las 13 Colonias (Norteameí rica), y despueí s, cuando el abastecimiento allíí no fue suficiente,
se lo aseguroí en la India. Asíí, hasta la I Guerra Mundial tuvo la hegemoníía en el mercado
del algodoí n. Esto se puede seguir por la ruta que seguíían sus barcos: salíían de Inglaterra
cargados hacia las costas africanas, intercambiando tejidos por esclavos, a los que llevaban
a Norteameí rica para venderlos por la materia prima. Por tanto, durante la segunda mitad
s. XVIII el mercado estaba formado por un circuito comercial de algodoí n y esclavos.

Se hicieron inversiones, se mejoroí la tecnologíía y se permitioí que el algodoí n se


convirtiera en el sector palanca de la RI.

3.- El papel del FERROCARRIL: para entender su papel hay que partir del uso
masivo del carboí n, cuya extraccioí n se convirtioí en una gigantesca industria en Inglaterra
(en 1800 manteníía el 90% de la produccioí n mundial). Esta expansioí n del carboí n es la que
estimula la invencioí n del ferrocarril porque la mineríía requeríía un medio de transporte
potente y barato.

Primero fue utilizado dentro de las propias minas, y despueí s para transportar el
material hasta los puertos de embarque. Para ello la carga fue movida, en principio, por la
fuerza animal (caballos); pero la necesidad de maí s potencia estimuloí la aplicacioí n del
vapor. Su invencioí n es una prueba de la relacioí n entre progreso econoí mico y demanda
social.

En 1825 se inaugura la primera líínea moderna de ferrocarril en Inglaterra: desde


una mina hasta la costa. Desde entonces se expande vertiginosamente por toda Inglaterra,
configuraí ndose una basta red ferroviaria, convirtieí ndose tambieí n en una industria:
Inglaterra exporta productos ferroviarios a Europa y Ameí rica.

Asíí se dan una serie de consecuencias:

 El desarrollo del tendido ferroviario por Inglaterra, Ameí rica y Europa fue un
excelente campo de inversiones. Hobsbawn dice que si no se hubiera inventado el
ferrocarril, se tendríía que haber inventado cualquier otra cosa para absorber todo
el capital generado.

En 1847 se produjo la primera crisis financiera del sistema capitalista, pues los
beneficios no llegaron.

 Absorbioí los excedentes de mano de obra.

TEMA 1. La Revolución Industrial 16


 Su construccioí n se convirtioí en síí en un sector de arrastre: gran demanda de otras
industrias que tuvieron que extenderse (hierro para raííles, vagones...), de manera
que se propicioí el desarrollo de la industria sideruí rgica y de la construccioí n viaria,
hasta convertirse en el sector maí s dinaí mico de la economíía inglesa.

 Tardoí en agotar sus posibilidades de expansioí n.

 Fomentoí el desarrollo de sectores paralelos como la Ingenieríía Industrial.

 Como uí ltima consecuencia, la extensioí n de la red ferroviaria permitioí establecer


una red de mercado nacional: transporte maí s raí pido y maí s barato.

De todo esto se deriva que no hubiese sido posible sin la inversioí n de capital: la
economíía inglesa desarrollada con la RI. es capitalista. Antes de la RI. Tambieí n habíía
capital, beneficios... pero ahora se multiplican exageradamente. Lo significativo es que
tambieí n se invierten esos beneficios de una forma distinta a la anterior:

 Se invierte en capital fijo: inversioí n aplicada en edificios (talleres), maquinaria...


Requiere un volumen importante de dinero, se hace de una sola vez. Esta
necesidad de potentes inversiones estimuloí la aparicioí n de instituciones nuevas:
Sociedades Econoí micas, origen de las actuales Sociedades Anoí nimas.

 Tambieí n en capital variable: adquisicioí n de materia prima, pago de salarios.

La movilidad de ambos tipos de inversioí n tambieí n estimuloí el desarrollo bancario;


hasta entonces los bancos eran de caraí cter familiar y estaban destinados a financiar las
polííticas beí licas de los monarcas. Desde la RI. empiezan a prestar dinero a las nuevas
industrias. Ahora tambieí n los nuevos bancos se convertiraí n en nuevos negocios que
necesitan tener maí s capital para prestar maí s, por lo que se hacen Sociedades Anoí nimas.

TRANSFORMACIONES SOCIALES

El primer efecto social es la configuracioí n de dos nuevas clases sociales: Burguesíía


industrial y Proletariado fabril, que son el anverso y el reverso de un mismo cambio: la RI.
Es evidente que la nueva forma de producir, los talleres... introdujeron tambieí n una nueva
divisioí n social del trabajo, que gira en torno a la posesioí n de los medios de produccioí n
(quieí nes los poseen y guardan las ganancias...; y quieí nes soí lo aportan su trabajo a cambio
de un salario).

TEMA 1. La Revolución Industrial 17


LA BURGUESIÓA: posee los medios de produccioí n. Su origen es muí ltiple, pero
fundamentalmente se vincula a:

 El mundo agríícola. Son los yeomen: labradores enriquecidos por el desarrollo


agríícola y que en un momento dan el salto a la industria.

 Sectores que desde el artesanado tradicional se han adaptado a los nuevos


tiempos, han invertido en la modernizacioí n de sus talleres y tambieí n han dado el
salto de la produccioí n artesana a la capitalista.

Pero el proceso no fue raí pido ni sencillo: en el camino se desatoí una brutal
competencia y soí lo los maí s haí biles dieron dicho salto; el resto se convirtieron en
proletarios.

Esta burguesíía sustituye progresivamente a los terratenientes y a la nobleza. Maí s


tarde se convertiraí n en la clase políítica dirigente de Inglaterra, y asíí se establecen en la
cuí spide social.

La formacioí n del PROLETARIADO: son los individuos que viven a condicioí n de un


jornal, con un salario. Tambieí n hay un proceso de proletarizacioí n en el campo. Por tanto
toda la clase obrera rural e industrial tiene la condicioí n de asalariado.

 Respecto a la clase fabril, su origen estaí fundamentalmente en el sector campesino


(desalojado de sus tierras) y en el sector de los trabajadores domeí sticos y
artesanos del mundo rural. Su proceso de formacioí n fue lento y gradual (en la
primera mitad s. XIX la mayoríía de la poblacioí n no era industrial), y pasoí por
varias víías (pobres desalojados de sus tierras y que fueron recluidos en las Casas
de Trabajo, convirtieí ndose en asalariados forzosos; o por configuracioí n mixta:
compatibilidad entre las faenas agríícolas y el taller de las industrias textiles).

 Respecto a los artesanos, algunos resistieron como artesanos independientes el


tiempo que pudieron ante las faí bricas artesanales. Pero otros muchos se
convertiraí n en artesanos dependientes, es decir, que estaí n trabajando para una
industria mayor. Es la industria domeí stica, a domicilio.

Por tanto se relaciona con las transformaciones agrarias y manufactureras. El


motor de la formacioí n de la clase obrera es de tipo social, no son las maí quinas, aunque es
cierto que la mecanizacioí n influyoí en dichas transformaciones. Su introduccioí n y

TEMA 1. La Revolución Industrial 18


extensioí n provocoí cambios respecto a los obreros (lo importante era saber manejar una
maí quina y no la habilidad social). Asíí se aceleroí el proceso de industrializacioí n.

Todo ello coincidioí con una abundante mano de obra: se regulan los mecanismos
de contratacioí n y se rebajan los salarios medios.

Un proceso paralelo es la aparicioí n de la conciencia de CLASE SOCIAL: comparten


los mismos problemas, inquietudes, reí gimen laboral, etc. Lo que nace en una faí brica se
extiende por todas las ciudades y aparece por ello esta conciencia de clase obrera. Pero
eí sta no es oficial hasta que no se reconoce, cuando se comienza a formalizar
culturalmente.

Desde el punto de vista teoí rico plantea algunos problemas. El concepto de clase
social se ha debatido seguí n la historiografíía marxista: para Marx se define por la posesioí n
de los medios de produccioí n (burguesíía/proletariado); el elemento definitorio de una
clase social es de tipo econoí mico. Sin embargo, otros historiadores marxistas han
matizado el punto de vista de Marx, como E. P. Thompson (“La formacioí n de la clase obrera
en Inglaterra”), para quien tiene que existir una cultura propia de una clase social concreta
(formalizacioí n de una manera de pensar y percibir el mundo); pero esa cultura es un
elemento inmaterial y no econoí mico.

La primera forma en que se manifiesta la conciencia de clase obrera seraí en las


Asociaciones de Oficios: aparecen como efecto de la R.I., y vertebran la necesidad de
condiciones de vida y de trabajo.

Una de ellas seraí la Trade Union, que procedíía de los sindicatos y reclamaban
salarios maí s justos y reduccioí n del horario laboral.

Existíían en principio solamente por oficios y en una localidad determinada. Pero


conforme el capitalismo crece se da una transformacioí n importante en estas asociaciones:
contactan con partidos polííticos de caraí cter radical, no democraí tico, pero representativos.
Hay asíí una reivindicacioí n conjunta.

Las Trade Union se multiplican principalmente entre 1780 y 1840. En 1799 fueron
ilegalizadas por el Gobierno, prueba evidente de esta vertebracioí n del movimiento social.

A partir de ahíí, las asociaciones se refuerzan tambieí n con los partidos polííticos, y
su lucha por la legalizacioí n se convertiraí en un objetivo prioritario. En la deí cada de 1830
tienen su maduracioí n y se crean asociaciones a nivel nacional, a partir de las locales:

TEMA 1. La Revolución Industrial 19


 Unioí n de Obreros Hiladores, en 1829.

 Unioí n Nacional de Oficios, en 1834. Representa el crecimiento de las asociaciones y


ademaí s es una de los primeros intentos de unir las asociaciones de distintos
oficios. Seríía el primer movimiento obrero asociativo, pero acaboí disolvieí ndose en
la deí cada de 1840.

Todo el proceso es lento: paso de una sociedad agraria a una sociedad industrial.
Esto se puede comprobar en los censos:

 En 1811 la poblacioí n agríícola representaba el 33% de la poblacioí n activa;


artesanos, mineros y trabajadores industriales, el 30%.

 En 1851 el sector agrario teníía el 21% de la poblacioí n activa; el sector industrial el


43%. Podríía ser ya una poblacioí n industrial.

 En 1861 el sector agrario engloba el 13% de la poblacioí n activa.

Pero en el resto de Europa sucede que en Alemania es un proceso tardíío, pero


raí pido e intenso, coincidiendo con el proceso de unificacioí n italiana; en Francia tambieí n
fue maí s tardíío, con avance en eí poca de Napoleoí n III (hacia 1850), pero en lííneas generales
fue menos raí pido que en Alemania.

Otros efectos sociales fueron la modificacioí n del modo de vida de la poblacioí n, ya


que la R.I. modificoí la forma de trabajar, las condiciones de trabajo y de vida de la clase
obrera de una forma radical. Entre estos cambios nuevos que se generan estaí n:

1.- La existencia de un horario de trabajo, penalizaciones a los trabajadores que no


rindan al ritmo del calendario tan ríígido implantado en las faí bricas. Esta disciplina fabril
crea un impacto psicoloí gico reforzado por la extensioí n de la jornada laboral auí n no
regulada.

2.- Las nuevas condiciones salariales descienden notablemente, lo que incide en el


empobrecimiento de la clase obrera, que no la permitíía llegar a cubrir los gastos
principales (alimentacioí n de pan y patatas, baí sicamente, hasta mediados s. XIX, cuando
mejoran ligeramente los niveles salariales).

3.- Crecioí el nuí mero de pobres censados, como prueba del deterioro de las
condiciones de vida.

TEMA 1. La Revolución Industrial 20


4.- Se da la introduccioí n de cambios en la alimentacioí n, como la patata, el pescado
salado y carnes en salazoí n (maí s baratos que los alimentos frescos, aunque menos ricos en
caloríías).

5.- Un problema nuevo seraí la importancia que cobroí el trabajo infantil, porque se
les pagaba menos, teníían las mismas jornadas que los adultos, y eran contratados para
trabajos que requeríían habilidad y destreza con los dedos, por ejemplo (en 1871 el 26% de
la mano de obra industrial eran infantil; en 1911, el 14%). Junto a esto, tambieí n el trabajo
femenino, antes en el campo, pero ahora se incorpora masivamente al proceso industrial
(doble jornada laboral: faí brica y hogar); al igual que los ninñ os cobraban menos, y por tanto
eran una mano de obra codiciada.

6.- El XIX es un siglo de crecimiento urbano: la poblacioí n se desplaza a las urbes y


se forman ciudades tentaculares. La aglomeracioí n estaí provocada por la convergencia de
varios fenoí menos:

 Las faí bricas exigen una mano de obra abundante. Alrededor de ellas proliferan las
viviendas y los barrios obreros.

 La red ferroviaria localiza en las ciudades las estaciones y los servicios de


distribucioí n. En paííses nuevos, como EEUU y Rusia, el ferrocarril hace nacer las
ciudades. De la misma forma crecen los puertos, que son el centro del traí fico
maríítimo: Hong Kong, Singapur, Shanghai, Buenos Aires, replican a Londres,
Rotterdam o Marsella.

 En la ciudad encuentran su sede los banqueros. Los capitales estimulan el


desarrollo de la ciudad y su regioí n.

 La afluencia de campesinos en busca de trabajo a las ciudades provoca un efecto


multiplicador, el crecimiento de la poblacioí n terciaria de comerciantes y
empleados.

La faí brica y la gran ciudad constituyen el síímbolo de la R.I. En estas metroí polis los
problemas son difííciles de resolver: de iluminacioí n (gas, maí s tarde electricidad),
abastecimiento, comunicaciones. En contraste con los barrios distinguidos de la
administracioí n y la banca, los barrios obreros presentan masas humanas hacinadas, sin las
debidas condiciones de salubridad y servicios. Aparece ademaí s el problema de la
contaminacioí n, algo totalmente nuevo en la eí poca.

TEMA 1. La Revolución Industrial 21


La industria es el motor del crecimiento urbano. Leeds, el viejo centro lanero
ingleí s, era mayor que Manchester, pero en 1775, a los pocos anñ os de iniciarse la
industrializacioí n, Manchester, con 30.000 habitantes, la duplicaba. Londres alcanza los
cuatro millones en 1880. Paríís, con medio milloí n de habitantes en 1800 tiene dos millones
en 1879. Estas dimensiones hubieran sido inimaginables antes de la industrializacioí n.

EL CONFLICTO SOCIAL: EL LUDISMO O MOVIMIENTO LUDITA (LUDD)

Es una de las primeras respuestas fabriles a la industrializacioí n. Es una expresioí n


de la lucha contra la mecanizacioí n. Se llama tambieí n Movimiento Anti-Maquinista. Asíí es,
uno de sus objetivos es la destruccioí n de las maí quinas, porque entienden que son el origen
de sus problemas. Ahora bien, aunque esto es cierto, este movimiento remite a algo maí s
complejo: es una expresioí n de la resistencia a las nuevas relaciones sociales que se estaí n
imponiendo (salarios muy bajos, exceso de horas laborales...).

Pero es un movimiento que no estaí bien organizado, estructurado, no tiene lííderes


ni objetivos previos. No obstante, es importante al ser la primera expresioí n del conflicto
social.

Recibe su nombre de un personaje ficticio, Ludd, que no existioí , pero en cuyo


nombre se desatan las acciones violentas: asaltos a faí bricas y destruccioí n de sus
maí quinas, y ataques a sus propietarios.

Respecto a la cronologíía, hubo unos anñ os de mayor intensidad, especialmente entre


1799-1802. De 1811-1812 se reproduce o incrementa, igual que en 1814-1817. A partir de
aquíí, y hacia 1825, casi ha desaparecido este movimiento. Podemos decir que los puntos
aí lgidos de este movimiento coinciden con los momentos de las revueltas del Capitaí n
Swing, al igual que los momentos de malas cosechas. Por tanto se forma un clima de
conflicto social general.

Geograí ficamente hay tres grandes escenarios:

 Nottingham: acciones en torno a las faí bricas de calcetas.

 Distrito de West Riding: especializado en la produccioí n lanera.

 Lancashire: principal centro productor de algodoí n.

En los dos primeros casos la problemaí tica es parecida: se trata del desplazamiento
de los obreros manuales cualificados por las maí quinas, siendo por ello por lo que

TEMA 1. La Revolución Industrial 22


reaccionan. Sin embargo en el tercero la cuestioí n es maí s compleja: el algodoí n fue el sector
palanca, y a la mecanizacioí n se le une algo maí s amplio, como una serie de demandas
(rebajas de las horas laborales e incremento de salarios, que se corresponde con el mayor
desarrollo de la industria del algodoí n).

LA INDUSTRIALIZACIÓN EN EL CONTINENTE

El proceso de industrializacioí n en el continente europeo sigue pautas diferentes


del caso britaí nico. Es un poco maí s tardíío, presenta modalidades nacionales y regionales
muy diversas y, ademaí s, debe enfrentarse a la posicioí n privilegiada que habíía conseguido
Gran Bretanñ a.

La explicacioí n del crecimiento econoí mico de Europa en el s. XIX estaríía, para A.


Gershenkron, en la existencia de factores de sustitucioí n de los britaí nicos, sean el Estado, la
banca o la políítica econoí mica; mientras que para Landes, habríía sido fundamental la
capacidad de emulacioí n de la experiencia inglesa por parte del continente, lo que le habríía
permitido incorporarse con maí s fuerza a una segunda fase de la economíía industrial y asíí
“acortar distancias”.

La Europa continental dispuso de la tecnologíía britaí nica, pero tuvo que afrontar
tambieí n grandes transformaciones internas para lograr una madurez que no es alcanzada
hasta el uí ltimo tercio s. XIX, porque sus condiciones de partida eran maí s difííciles que las
insulares. El peso de la sociedad agraria era maí s fuerte y ademaí s presentaba enormes
diferencias entre la Europa occidental y la oriental, con una tardíía emancipacioí n del
campesinado; la estructura social era menos igualitaria, especialmente en Europa central,
con una distribucioí n de la riqueza en la que la alta nobleza (los junkers de Prusia)
disfrutaban de enormes extensiones de tierra; las barreras polííticas e institucionales, que
la influencia napoleoí nica amortiguoí pero no consiguioí eliminar, asíí como la ausencia de
una políítica aduanera y comercial comuí n eran obstaí culos para el desarrollo de una
economíía diversificada y de produccioí n destinada al mercado. A pesar de ser un proceso
esencialmente diverso, seguí n eí pocas y paííses, hay algunas pautas comunes en la dinaí mica
industrial europea que conviene senñ alar, sobre todo como aspectos diferenciadores del
modelo britaí nico:

1.- El “sector lííder” ya no es la industria de bienes de consumo, cuyo mejor ejemplo


es la produccioí n textil algodonera, sino la industria de bienes de equipo. Es un tipo de
industria que se halla vinculado al carboí n y el hierro, y en conexioí n muy estrecha con la

TEMA 1. La Revolución Industrial 23


revolucioí n que se efectuí a en el aí mbito de los transportes desde 1850, tanto en el
ferrocarril como en la navegacioí n maríítima, que sustituye la vela por el barco de vapor.

Aunque hubo regiones europeas de gran desarrollo textil, como Alsacia o Catalunñ a,
el papel fundamental ha sido desempenñ ado por el gran conglomerado regional de Beí lgica,
norte de Francia y la Renania alemana, donde la explotacioí n de los recursos mineros y la
constitucioí n de la gran industria sideruí rgica son el eje de su industrializacioí n.

2.- La financiacioí n del proceso industrializador es maí s exoí geno que en el caso
britaí nico. En el continente es mucho maí s fuerte la integracioí n entre la banca y la industria
frente a la víía inglesa donde el ahorro producido en la propia industria era el nuí cleo de la
capacidad inversora. En el continente, especialmente en Alemania, la banca tiene un papel
central en la aportacioí n de recursos con destino a la industria pesada. Ejemplos de bancos
de inversioí n so el Creí dit Mobilier franceí s (1852) de los hermanos Pereire, o el
Diskontogesellschaft alemaí n (1851), al que luego seguiríían otros tres grandes bancos. Este
modelo de asociacioí n entre banca e industria a menor escala se dio tambieí n en la Europa
mediterraí nea.

3.- El papel del Estado es quizaí la pauta maí s distintiva de la industrializacioí n


continental. Frente al protagonismo de la iniciativa privada britaí nica, la transformacioí n
econoí mica en el continente so seríía posible sin la participacioí n activa de los gobiernos en
la dotacioí n de recursos, captacioí n de inversiones exteriores o en el establecimiento de
polííticas proteccionistas.

El ejemplo maí s evidente es el de la Rusia zarista, cuya industrializacioí n fue un


“asunto de Estado”. Pero tambieí n influyeron los poderes puí blicos en la industria francesa,
la belga y la alemana, no soí lo a partir de la constitucioí n del Imperio alemaí n, bajo
Bismarck, sino antes en los diferentes reinos de la Confederacioí n Germaí nica,
notablemente en Prusia. En la Europa mediterraí nea (Italia, Espanñ a, Portugal), la
construccioí n de los tendidos ferroviarios, asíí como la instalacioí n de los principales nuí cleos
de la industria pesada, fue obra asimismo de una conjuncioí n de inversiones exteriores y
apoyo del Estado que, entre otras cosas, servíía de garante para los capitalistas extranjeros.

4.- La industrializacioí n europea es sobre todo un fenoí meno regional, aspecto sobre
el que ha insistido mucho S. Pollard. La existencia de desequilibrios territoriales en el
aí mbito europeo y la diferenciacioí n en el interior de los propios estados nacionales, aunque
podíía existir previamente, es tambieí n una consecuencia de la propia expansioí n del
capitalismo, que genera la existencia de regiones maí s adelantadas a costa de regiones

TEMA 1. La Revolución Industrial 24


atrasadas, que por lo general suministran materias primas y mano de obra a las zonas
industrializadas.

La regioí n del bajo Rin, el norte franceí s, Catalunñ a, la Italia del norte, Sajonia o
Moravia son ejemplos de desarrollo industrial intenso y permanente, pues la geografíía
industrial europea actual no es muy diferente de la de hace un siglo. Por el contrario, el
Mezzogiorno italiano, la Extremadura espanñ ola o el Alentejo portugueí s son ejemplos del
numeroso pelotoí n de regiones cuyo atraso, acentuado en s. XIX, se mantiene hasta la
actualidad.

Las Revoluciones Agrícolas: la modificacioí n de las estructuras agrarias propias


de una sociedad feudal fue una tarea lenta, pero decisiva, para poder afrontar el proceso de
diversificacioí n econoí mica que supone la industrializacioí n europea. Aunque no hay
acuerdo sobre la influencia de la agricultura en el despegue industrial, es evidente que, al
menos, la renovacioí n de la agricultura europea acompanñ oí el proceso de industrializacioí n,
bien aportando mano de obra para la industria, bien constituyendo un mercado en
expansioí n para los productos manufacturados.

La dimensioí n de las mudanzas agrarias estaí en estrecha relacioí n con el entorno


social e institucional en el que se producen y, sobre todo, con la organizacioí n previa de la
sociedad tardofeudal, en la que existíían grandes diferencias, entre las cuales la maí s
decisiva era la que separaba a Europa occidental de la oriental. Al este del ríío Elba
predominaba un tipo de senñ oríío, denominado Gutherrschaft, que comportaba la existencia
de la servidumbre agraria y una gran prevalencia por parte de los senñ ores. Al oeste del
Elba, incluso en los paííses alemanes, el tipo de senñ oríío predominante era el
Grundherrschaft, bajo el cual pudieron desarrollarse amplias capas de campesinos libres y
grandes arrendatarios agrarios que acabaron por ejercer un papel central en la transicioí n
del feudalismo al capitalismo en el seno de las economíías agrarias. Las transformaciones
que tienen lugar durante el s. XIX afectan baí sicamente al aí mbito de la propiedad de la
tierra y su uso maí s que a las mejoras en su organizacioí n productiva y su integracioí n en la
economíía capitalista. Soí lo a fines de siglo, con la eclosioí n de la crisis agraria finisecular, la
agricultura europea afrontaraí medidas decisivas para su transformacioí n, al convertirse en
asunto prioritario de las polííticas estatales. Se crean entonces ministerios, se fomenta el
creí dito agrario, se fundan “granjas-modelo” y aparecen grandes ligas agrarias que, como
en Alemania, alcanzaraí n incluso un gran protagonismo políítico.

La abolicioí n del feudalismo fue tarea prioritaria de todas las reformas liberales
agrarias europeas, a partir del ejemplo franceí s. La emancipacioí n del campesinado en la

TEMA 1. La Revolución Industrial 25


Europa central y oriental fue un proceso que duroí medio siglo, desde las primeras medidas
tomadas en Prusia (1807) y otros estados alemanes, hasta la oleada revolucionaria de
1848 (que afectoí especialmente al Imperio austrííaco) y al caso de Rusia en 1861. Aunque
los senñ ores fueron despojados de sus derechos “polííticos” (impartir justicia, cobrar
algunos impuestos o “banalidades”) pudieron convertirse, en muchos casos, en grandes
propietarios agrarios, como sucede con los junkers prusianos o buena parte de la nobleza
mediterraí nea.

El progreso del individualismo agrario, se pone de relieve en la consolidacioí n de la


propiedad privada de la tierra tras la abolicioí n de los derechos feudales sobre la misma y
la consagracioí n de la figura del propietario como titular uí nico en el Code de Napoleoí n
(1804) y demaí s coí digos civiles de inspiracioí n francesa. Se manifiesta tambieí n en el
denominado “ataque a los comunales”, con los cercamientos de bienes y la eliminacioí n de
praí cticas consuetudinarias (trabajos colectivos, derrotas de mieses, campos abiertos...).
Decrece, por tanto, el papel de la pequenñ a comunidad campesina, donde teníía lugar la
parte fundamental de la produccioí n agraria europea (incluida Europa oriental) y emergen
las figuras del propietario cultivador directo y el gran arrendatario.

Paul Bairoch ha individualizado dos revoluciones agríícolas que habríían tenido


lugar, con diferencias cronoloí gicas y espaciales notables, desde fines del XVIII hasta
principios del s. XIX:

1.- La primera revolucioí n, iniciada en Inglaterra, comienza a manifestarse en los


paííses continentales a partir de 1810, gracias a la realizacioí n de algunos avances decisivos:

 supresioí n gradual del barbecho y mejora en la rotacioí n de cultivos, con


introduccioí n de las plantas forrajeras y generalizacioí n de productos de primavera,
como la patata;

 mejora del utillaje agríícola, todavíía no motorizado, e introduccioí n de nuevos


fertilizantes, como el “guano” peruano y el nitrato chileno, que sirven de eslaboí n
entre el tradicional abono orgaí nico y la utilizacioí n de fertilizantes quíímicos propia
de la agricultura del s. XX.

2.- La segunda revolucioí n agríícola comenzoí en el continente hacia la deí cada de


1870 y constituye la respuesta que la agricultura europea ofrecioí a la invasioí n de
productos agrarios procedentes de las “nuevas Europas” (Norteameí rica, Argentina,
Oceaníía) que amenazaron con colapsar la produccioí n agraria europea. Los cambios

TEMA 1. La Revolución Industrial 26


ensayados durante el periodo que va desde 1870 hasta la eí poca de entreguerras suponen
una profundizacioí n de las tendencias observadas en la primera revolucioí n, anñ adieí ndose
ahora la difusioí n de maquinaria agríícola que permite la mecanizacioí n de parte de los
trabajos agrarios (especialmente, la recoleccioí n) y la fuerte integracioí n entre agricultura e
investigacioí n cientíífica.

Los resultados de estas dos revoluciones agríícolas no tuvieron ideí ntica intensidad
en el espacio europeo continental. Mientras en algunos paííses, como Suiza o Dinamarca, la
agricultura pudo servir de base para su incorporacioí n al grupo de economíías
desarrolladas, en otros lugares, como la Europa mediterraí nea u oriental, las permanencias
propias de una agricultura tradicional (cultivo extensivo, bajos rendimientos, elevada
proporcioí n de poblacioí n activa agraria) mantendraí n su vigor hasta maí s allaí de la II Guerra
Mundial.

De todas formas, la productividad agríícola experimentoí incrementos sustanciales


en algunos paííses durante s. XIX.

La expansión de los transportes: el mejor indicador de la industrializacioí n del


continente es la expansioí n de los medios de transporte. La razoí n estaí no soí lo en su
influencia sobre otros sectores, sino en su capacidad para integrar amplios mercados,
nacionales en primer lugar, y, luego, internacionales. Desde mediados s. XIX, a los
anteriores medios de transporte terrestre, como las carreteras y los canales, se agrega el
tendido masivo de una red ferroviaria que une Europa desde los Pirineos al mar Negro
(dado que en la Peníínsula Ibeí rica y Rusia, el ancho de víía era diferente): de menos de
30.000 km. De ferrocarril existentes en 1850 se pasa a una red diez veces superior en
víísperas de la I Guerra Mundial. El ferrocarril fue, ademaí s, uno de los grandes agentes de la
era industria por su influencia en la formacioí n de mercados nacionales y en la delimitacioí n
de espacios econoí micos integrados, asíí como en el fortalecimiento de los propios estados
nacionales.

Pero la navegacioí n experimenta a su vez un gran impulso. Por una parte, la


navegacioí n fluvial: cursos fluviales como el Danubio, Rin, Elba, Volga o Sena, con sus
derivaciones a traveí s de canales, constituyen potentes rutas de transporte. La cuarta parte
del comercio de Alemania en 1905 se efectuaba por esta víía.

Por otra parte, la navegacioí n maríítima fue el sector que experimentoí mayores
transformaciones durante la segunda mitad s. XIX. Los viejos clipper de vela, aunque
mantienen su vigencia todavíía hasta 1890, son progresivamente sustituidos por el barco

TEMA 1. La Revolución Industrial 27


de vapor, primero con ruedas de paleta y luego con heí lice, a la vez que se construyen
barcos de mayor tonelaje. Son los famosos steamers o paquebotes, protagonistas del
enorme trasiego de mercancíías y de pasajeros entre Europa y el resto del mundo, el cual
no hubiera sido posible sin el concurso de las grandes companñ íías de navegacioí n, como la
alemana Hamburg-America (170 navííos en 1910) o la inglesa Cunard. La apertura del
canal de Suez, en 1869, allanoí tambieí n muchas dificultades en las relaciones entre Europa
y el Extremo Oriente, al reducir a la mitad la duracioí n de la ruta.

Adelantados y rezagados: los ritmos de “emulacioí n” o seguimiento del ejemplo


britaí nico por parte de los paííses europeos no fueron uniformes en el tiempo.

Algunos de ellos, como Beí lgica, Francia o Alemania, forman el pequenñ o nuí cleo de la
“Europa interior”, como la denomina S. Pollard o de los first comers que, de forma maí s
precoz, podríían hacer frente al reto britaí nico y ser considerados por eso como “los
primeros en llegar”. Un segundo grupo de paííses, entre los que estaí n Rusia, Austria-
Hungríía o Escandinavia, constituyen los llamados late comers, que soí lo muy avanzado el s.
XIX se incorporaron al proceso de industrializacioí n. A estos dos grupos se podríía agregar
un tercer bloque de paííses que constituyen la “periferia” de Europa, entre los que se hallan
baí sicamente los Balcanes y el Mediterraí neo, aunque regiones de Italia o Espanñ a (norte de
Italia, Catalunñ a, Paíís Vasco) no respondan exactamente a esta tipologíía.

Del grupo de paííses continentales de industrializacioí n maí s precoz.

BEÓ LGICA es el paíís que, gracias a sus recursos energeí ticos y a su privilegiada
posicioí n geograí fica, en el centro de una gran regioí n industrial franco-alemana, logra un
nivel maí s raí pido de industrializacioí n. A esta feliz situacioí n geograí fica hay que anñ adir que
Beí lgica se separoí de Holanda en 1830 para constituirse como estado independiente. En el
balance global de la industrializacioí n belga se combinan su estrecha vinculacioí n con la
economíía francesa, que realizoí grandes inversiones en el sector carboníífero (del que
Francia era deficitaria), y el papel activo que el gobierno desempenñ oí en el apoyo a la
industria y en la construccioí n de los ferrocarriles.

FRANCIA: la industrializacioí n francesa fue una industrializacioí n sin “revolucioí n


industrial”, o al menos sin una etapa de despegue claramente identificable. Constituyoí un
proceso gradual y sin un ritmo uniforme, que se inicioí en las uí ltimas deí cadas del s. XVIII,
en el que se alternaron perííodos de aceleracioí n y desaceleracioí n del crecimiento.

TEMA 1. La Revolución Industrial 28


En teí rminos generales puede hablarse de dos grandes oleadas de industrializacioí n en s.
XIX, que coinciden con las etapas de mayor expansioí n de la economíía a lo largo de la
centuria. La primera oleada se ubica entre 1815-1860, con una aceleracioí n entre 1840-
1860. Durante esta primera etapa el desarrollo de la industria tuvo lugar, en gran medida,
dentro de las formas de produccioí n tradicionales, con una mecanizacioí n reducida y un alto
empleo de mano de obra. Entre 1860-1885 el ritmo de crecimiento de la economíía fue maí s
lento, y el de la industria tambieí n, en parte como consecuencia del agotamiento de los
recursos de la primera industrializacioí n.

Una nueva etapa de expansioí n tuvo lugar desde mediados de la deí cada de 1885
hasta las víísperas de la I Guerra Mundial, acompanñ ada por una segunda industrializacioí n
de caraí cter maí s intensivo que la primera, con una amplia difusioí n de las innovaciones
caracteríísticas de la industria moderna. A lo largo de todo el s. XIX la transformacioí n de la
estructura econoí mica de Francia fue lenta, y la agricultura siguioí teniendo una alta
participacioí n en el producto total del paíís. Asimismo, la tasa de urbanizacioí n fue baja y, a
diferencia de Gran Bretanñ a y Alemania, siguioí siendo un paíís rural. En 1846 la poblacioí n
urbana representaba soí lo el 25% del total, contra un 75% de la poblacioí n rural. En 1901
todavíía el 59% de la poblacioí n vivíía en el campo.

La expresioí n “dualismo industrial” es utilizada para caracterizar el desarrollo


industrial de Francia en s. XIX, y refleja la complejidad propia de la evolucioí n de la
industria, que no fue ni unilineal ni uníívoca. El teí rmino hace referencia a la coexistencia,
muchas veces complementaria, de formas tradicionales y formas innovadoras de
produccioí n industrial, de la industria manual y la industria mecanizada. Las estructuras
protoindustriales se prolongaron y desarrollaron hasta muy avanzado el siglo y
acompanñ aron, ayudaron y facilitaron el surgimiento de la gran industria.

Las formas modernas de produccioí n industrial continuaron siendo excepcionales,


localizadas en algunas regiones y algunas ramas de actividad como el carboí n, la siderurgia,
y en menor medida, la industria metaluí rgica, la quíímica y la del vidrio. Estos sectores eran
a su vez los que teníían las tasas de crecimiento maí s elevadas. A partir de la deí cada de
1880 la industria se modernizoí : se aceleroí la inversioí n en equipos, se difundioí
masivamente el uso de la maí quina a vapor y en general las industrias tradicionales se
mecanizaron. Al mismo tiempo se desarrollaron la industria metaluí rgica y la quíímica, y
aparecieron industrias nuevas, como la produccioí n de hidroelectricidad, la construccioí n
de automoí viles y la industria de material fotograí fico. En esta etapa se incrementoí la
financiacioí n bancaria de las inversiones industriales y crecioí el nuí mero de sociedades

TEMA 1. La Revolución Industrial 29


anoí nimas. De este perííodo datan tambieí n las asociaciones entre grandes empresas, en
primer lugar en la siderurgia y la quíímica, que dieron nacimiento a grandes grupos
econoí micos.

Diversos historiadores han atribuido la lenta difusioí n de la industria moderna en


Francia tanto a las caracteríísticas de la sociedad francesa como a una presunta falta de
espííritu innovador por parte de los empresarios.

Los cuestionadores del “modelo franceí s” enfatizan que los empresarios franceses
adoptaron las innovaciones caracteríísticas de la industria moderna a un ritmo mucho maí s
lento que los de otros paííses europeos. Los muestran como empresarios “arcaicos”, que
seguíían utilizando los meí todos de produccioí n tradicionales, como la industria a domicilio,
y cuyas empresas eran en su mayoríía de dimensiones reducidas.

Pero en la industria francesa de la primera mitad del siglo, y aun en las deí cadas
sucesivas, no siempre la opcioí n maí s racional era la modernizacioí n tecnoloí gica. Los
meí todos de produccioí n tradicionales presentaban una serie de ventajas, y el sistema
industrial funcionaba con míínimos costos y menores riesgos. Desde esta perspectiva los
empresarios pueden ser percibidos como empresarios racionales que se adoptaron a las
condiciones del mercado y obtuvieron ventajas de la combinacioí n de lo viejo y lo nuevo.

En realidad, el debate sobre el empresariado franceí s forma parte del debate maí s
amplio acerca de ese presunto retraso franceí s con respecto a otros paííses industriales.
Como senñ ala Crouzet, el producto nacional aumentoí maí s lentamente que el de otros paííses
occidentales, pero su poblacioí n tambieí n crecioí a una tasa menor. En consecuencia, el
producto per caí pita se expandioí a un ritmo que no fue inferior al de los paííses de
industrializacioí n maí s exitosa. Ello no debe hacer olvidar, por otra parte, que en s. XIX el
ingreso per caí pita de los ingleses era un tercio maí s elevado que el de los franceses, pero
eí sta era una distancia ya existente en s. XVIII.

ALEMANIA: comenzoí su revolucioí n industrial en la deí cada de 1840. Fue por lo


tanto el maí s rezagado de los paííses de la primera oleada de industrializacioí n en el
continente, pero en víísperas de la I Guerra Mundial habíía logrado superar a Gran Bretanñ a y
se habíía transformado en la principal potencia industrial europea.

A principios s. XIX los mayores obstaí culos a la industrializacioí n alemana eran de


orden institucional: la fragmentacioí n políítica del territorio en una gran cantidad de
unidades polííticas independientes representaba fuertes trabas para la formacioí n de un

TEMA 1. La Revolución Industrial 30


mercado interno unificado, debido a la existencia de innumerables barreras aduaneras,
diferentes monedas y monopolios comerciales. Aunque la unificacioí n políítica se completoí
recieí n en 1871, ya en 1834 se llevoí a cabo una unioí n aduanera (llamada Zollverein) que
permitioí conformar un mercado uí nico.

Hasta las guerras napoleoí nicas subsistieron rasgos feudales en la sociedad y lazos
de servidumbre en las aí reas rurales (sobre todo en las regiones orientales), que limitaban
la movilidad geograí fica y social y desalentaban la iniciativa individual y las innovaciones.
Tambieí n redundaban en una capacidad de demanda interna restringida y en un escaso
desarrollo de una economíía de mercado.

Como contrapartida, Alemania contaba con una serie de condiciones ventajosas


que, una vez superados los obstaí culos institucionales, sirvieron para motorizar el proceso
de industrializacioí n maí s exitoso del continente. Entre ellas podemos destacar la
disponibilidad de recursos naturales (principalmente hierro y carboí n), una fuerte
tradicioí n en la industria domeí stica y artesanal y un sistema educativo avanzado, con tasas
de analfabetismo inferiores a las del resto de Europa, con excepcioí n de Suiza.

Al igual que en casi todas las naciones que se industrializaron a partir del s. XVIII,
en Alemania fueron muy marcadas las diferencias regionales. En teí rminos globales, la
regioí n occidental del territorio fue la maí s industrializada, sobre todo Sajonia y Renania,
mientras que la zona oriental, en cambio, siguioí siendo en gran medida un aí rea agríícola.
Con el avance de la industrializacioí n ambas zonas tendieron a complementarse: el este
proveíía al oeste de materias primas y alimentos, y el oeste vendíía al este productos
manufacturados. El este fue tambieí n un aí rea de emigracioí n de mano de obra, que se
dirigíía a los centros industriales de la zona occidental. Ademaí s, su produccioí n agraria
tambieí n se destinaba al mercado externo (sobre todo a Gran Bretanñ a), contribuyendo a
equilibrar la balanza comercial.

El caso alemaí n es un ejemplo de “industrializacioí n derivada”, pues en eí l ejercioí


una profunda influencia el modelo ingleí s. El proceso de modernizacioí n de la industria fue
en gran medida, en sus oríígenes, una respuesta al desafíío que significoí la competencia de
los productos britaí nicos, sobre todo despueí s del fin de las guerras napoleoí nicas. Como en
el caso ingleí s, la industrializacioí n recibioí su mayor impulso en un perííodo relativamente
breve, y se basoí en los mismos sectores: carboí n, hierro, industria mecaí nica y textil. Pero, a
diferencia del modelo original, en Alemania la importancia de la industria textil fue
limitada y los sectores de punta fueron la industria sideruí rgica, la quíímica y la de bienes
de capital.

TEMA 1. La Revolución Industrial 31


Durante la primera mitad del s. XIX Alemania pudo aprovechar las ventajas del
atraso imitando a otros paííses industriales, recibiendo capitales extranjeros e importando
insumos industriales y bienes de capital. Maí s tarde, la industria local sustituyoí
paulatinamente las importaciones, y la inversioí n contoí con fuentes de financiacioí n interna.

Entre las causas a las que suele atribuirse el eí xito de la industrializacioí n alemana,
su sistema educativo ocupa uno de los lugares privilegiados. Se desarrolloí precozmente la
ensenñ anza profesional, teí cnica y cientíífica, y su repercusioí n sobre el desarrollo industrial
fue muy directa. La formacioí n en escuelas reemplazoí el sistema de aprendizaje en los
puestos de trabajo, y la complejidad creciente de la tecnologíía requirioí un mayor
adiestramiento del personal. En las primeras deí cadas del s. XX las universidades alemanas
fueron reformadas, promoviendo el desarrollo de las carreras teí cnicas y de la investigacioí n
cientíífica.

En la industrializacioí n alemana hay que destacar tambieí n el papel del Estado, que
se manifestoí en variadas formas. En una primera etapa fue decisivo el proceso de
liberalizacioí n de la estructura econoí mica y social heredada del Antiguo Reí gimen, asíí como
la conformacioí n del Zollverein. La intervencioí n estatal fue asimismo muy relevante en la
modernizacioí n del sistema de comunicaciones. Hasta mediados de la deí cada de 1870, la
mayor parte de las lííneas ferroviarias fueron construidas por empresas privadas con
participacioí n ocasional del gobierno, pero a partir de entonces los Estados alemanes
adquirieron las companñ íías ferroviarias y las nuevas lííneas fueron tendidas, en general, por
cuenta del gobierno. El Estado fijoí las tarifas ferroviarias de modo de favorecer el
intercambio entre las diversas regiones y la promocioí n de las actividades industriales y las
exportaciones.

La proteccioí n arancelaria fue inicialmente moderada, aunque para el caso de los


ferrocarriles las tarifas favorecieron la sustitucioí n de importaciones, pues facilitaban la
importacioí n de metales en bruto y gravaban la de productos elaborados. A finales de los
70, con la unificacioí n ya concretada viroí hacia un proteccionismo maí s marcado tanto para
la industria como para la agricultura, como reaccioí n frente a los efectos negativos de la
crisis econoí mica que se inicioí a comienzos de la deí cada. Las tarifas proteccionistas
favorecieron la expansioí n de las exportaciones industriales, dado que las empresas
pudieron vender a precios elevados en el mercado interno y a precios bajos en el externo,
practicando polííticas de duí mping. El estado, a su vez, contribuyoí en forma directa a la
promocioí n de las exportaciones industriales, facilitando a los empresarios el acceso a la
informacioí n y promoviendo su penetracioí n en los mercados externos.

TEMA 1. La Revolución Industrial 32


Un actor decisivo en el proceso de industrializacioí n alemana fue el sistema
bancario, siendo el paíís de Europa en el que existioí la relacioí n maí s estrecha entre creí dito
bancario y desarrollo industrial, sobre todo en las uí ltimas deí cadas del s. XIX. Desde los
anñ os 50 los bancos financiaron actividades industriales, hasta convertirse en accionistas
de las grandes empresas industriales al comenzar a participar en su direccioí n.

A destacar tambieí n el rol desempenñ ado por las grandes empresas, que dominaron
la actividad industrial. Esta circunstancia se vincula con las peculiaridades de los sectores
de punta (industria del carboí n, de hierro y acero, quíímica, eleí ctrica). Asimismo, las
grandes empresas alemanas se caracterizaron por la tendencia a la expansioí n y a la
integracioí n vertical, con el fin de controlar las diversas fases de la produccioí n, Desde la
deí cada de 1870 se generalizaron los acuerdos de cooperacioí n entre empresas, que
llevaron a la formacioí n de caí rteles que teníían como objeto el control del mercado, para
contrarrestar las caíídas de precios y la sobreproduccioí n en la eí poca de la Gran Depresioí n.
El desarrollo de los mismos, como se ha comentado, se vio favorecido por la ausencia de
leyes que limitaran su formacioí n, y su legitimidad fue confirmada por las maí ximas
autoridades judiciales.

¿QUÉ PASA EN EL RESTO DE EUROPA?

Hasta 1870, la mayor parte de los paííses europeos no conocioí una auteí ntica
industrializacioí n, salvo en aí mbitos restringidos de dimensioí n regional. Esto es lo que
sucede en la Europa mediterraí nea, con la eclosioí n de experiencias industriales muy
dinaí micas, como las de Catalunñ a o el Piamonte, regiones teí cnicamente muy adelantadas a
la altura de 1840-1850. En el Imperio Austrííaco, los paííses checos (Moravia y Bohemia)
experimentaron un importante desarrollo industrial, al igual que Hungríía con su potente
industria harinera, pero debíían convivir con regiones muy atrasadas como Galitzia y la
Bukovina. Y lo mismo se puede afirmar de Escandinavia, donde Dinamarca y Suecia
ejerceraí n un papel de paííses punteros a partir de 1870 gracias a su especializacioí n en la
agricultura y en la explotacioí n de recursos naturales, como el hierro sueco.

En el Imperio Ruso, a pesar de los cambios acometidos tras la derrota de la guerra


de Crimea (1855) y la emancipacioí n campesina (1861), el empuje industrializador no
tendraí lugar hasta fines de siglo, que se consolida despueí s de las reformas propiciadas por
la crisis de 1905. El principal inspirador de la políítica zarista de apoyo a la industria fue
Serguei Witte, que cimentoí sus propuestas en cuatro grandes puntos:

a) Políítica monetaria basada en el patroí n oro;

TEMA 1. La Revolución Industrial 33


b) Proteccionismo arancelario;

c) Inversioí n estatal prioritaria en el sector ferroviario y de la industria pesada;

d) Recurso sistemaí tico a las inversiones extranjeras, que llegaron a dominar el sector
de las industrias baí sicas (mecaí nicas, metalurgia y mineríía).

La industrializacioí n rusa es el mejor ejemplo de la teoríía elaborada por


Gerschenckron para explicar por la víía de la sustitucioí n el despegue industrial en un paíís
determinado. En este caso, los agentes sustitutivos fueron el Estado y el capital exterior.

En conjunto, el desarrollo econoí mico de Europa en s. XIX muestra la existencia de


unas tendencias constantes. Por una parte, la precocidad del oeste frente a los paííses de la
Mittelleuropa y de la Europa oriental. Por otra parte, un descenso de latitud, desde el norte
maí s evolucionado hacia el Mediterraí neo, que se incorpora maí s tardííamente. Sin embargo,
las diferencias no derivan de la ubicacioí n espacial, sino de razones culturales y
organizativas, que van desde la instruccioí n teí cnica o la libertad civil hasta la existencia de
una cultura individualista que privilegia los cambios y las innovaciones. Aferrarse a lo
existente es la tentacioí n maí s coí moda e inmediata. Aceptar novedades supone tener una
cierta cultura del riesgo y, sobre todo, de libertad personal. Este panorama de cultura y
valores es el que en uí ltima instancia, explica el proceso de industrializacioí n europeo (y, en
parte, tambieí n el de fuera del aí mbito europeo).

LA INDUSTRIALIZACIÓN DE EEUU Y JAPÓN

Entre la deí cada de 1780, momento en que finalizoí la guerra de la independencia, y


1914, Estados Unidos pasoí de ser un paíís con una poblacioí n reducida distribuida en un
extenso territorio a ser la nacioí n industrial lííder, superando a Gran Bretanñ a desde fines s.
XIX.

El proceso de industrializacioí n se vio favorecido por la disponibilidad de recursos


naturales y por la existencia de un inmenso mercado interno, con un extraordinario
crecimiento de la poblacioí n, que se elevoí de menos de cuatro millones de habitantes en
1790 a noventa millones en 1910, gracias a la inmigracioí n masiva y a las tasas de
crecimiento demograí fico. Pero estos factores se combinaron con un proceso constante de
innovacioí n tecnoloí gica y organizativa, que le otorgoí a EEUU fuertes ventajas frente a sus
coí mplices europeos.

TEMA 1. La Revolución Industrial 34


En la etapa colonial la economíía norteamericana era fundamentalmente agraria. La
produccioí n industrial era limitada y se llevaba a cabo en unidades domeí sticas o en talleres
artesanales. La situacioí n comenzoí a cambiar con la revolucioí n de la independencia, que
liberoí el territorio del mercantilismo britaí nica y le dio la estabilidad políítica necesaria
para la expansioí n comercial.

Entre fines de la deí cada de 1780 y 1820 la produccioí n industrial crecioí , a pesar de
los obstaí culos que generaban la exiguü idad y dispersioí n del mercado interno, lo dificultoso
de las comunicaciones, la escasez de mano de obra y el alto costo del trabajo. El desarrollo
de la industria manufacturera se aceleroí entre 1820-1860, con el liderazgo de la industria
textil, y fue estimulado por la construccioí n de los ferrocarriles, que comenzoí en 1830. En
el perííodo 1840-1860 la industrializacioí n se basoí sobre todo en la produccioí n de bienes
de consumo, en primer lugar de textiles de algodoí n, seguidos por la industria del calzado y
del cuero, la del hierro y la de maquinarias.

El perííodo que va de 1860-1914 fue la etapa de afirmacioí n de EEUU como nacioí n


industrial, profundizaí ndose las transformaciones estructurales que se habíían iniciado en
las deí cadas anteriores. La industria incrementoí su participacioí n en el producto nacional, a
expensas de la agricultura, y el proceso de urbanizacioí n se aceleroí . El mercado interno se
amplioí considerablemente gracias al crecimiento de la poblacioí n y se convirtioí en un
mercado de masas como consecuencia de la extensioí n de la red ferroviaria y de la difusioí n
del uso del teleí grafo.

En esta etapa hubo cambios considerables en la estructura de la industria, y el


liderazgo pasoí de los sectores productores de bienes de consumo a los productores de
bienes de capital. Al igual que Alemania, en las uí ltimas deí cadas del s. XIX EEUU fue uno de
los escenarios de la segunda revolucioí n industrial.

A diferencia de los paííses europeos, la industrializacioí n de EEUU en s. XIX se basoí


casi exclusivamente en el mercado interno. La fuerza de este mercado no radicaba soí lo en
el nuí mero de habitantes sino tambieí n en su capacidad de demanda y en la integracioí n de
la poblacioí n a la economíía mercantil. En este sentido, el proceso de urbanizacioí n y la
políítica de distribucioí n de tierras (que favorecioí la conformacioí n de un amplio estrato de
propietarios rurales) crearon una fuerte demanda que pudo ser cubierta a medida que el
desarrollo de los transportes fue unificando el territorio. El caraí cter masivo del mercado
fue un requisito para el desarrollo de la produccioí n y la distribucioí n en gran escala, que

TEMA 1. La Revolución Industrial 35


fueron una de las caracteríísticas sobresalientes de la industrializacioí n norteamericana. El
papel del mercado interno fue reforzado por la accioí n del Estado, promotor de una políítica
de aranceles a la importacioí n que contribuyoí a desarrollar las tendencias aislacionistas
caracteríísticas de su políítica comercial.

El constante proceso de innovacioí n tecnoloí gica y organizativa es otro de los


factores que explican los altos ííndices de crecimiento de la economíía norteamericana y la
expansioí n de su industria a lo largo del s. XIX. Uno de los rasgos que diferencioí a EEUU de
las naciones europeas fue el alto costo de la mano de obra. A principios de siglo ello se
debioí sobre todo a la escasez de poblacioí n, y maí s tarde a la existencia de una frontera
moí vil hacia el oeste y un vasto territorio a colonizar. En los comienzos de la
industrializacioí n hubo importantes influencias externas, principalmente la difusioí n de las
innovaciones que se habíían desarrollado en Gran Bretanñ a, pero ya desde las deí cadas de
1820-1830 comenzaron a desarrollarse localmente nuevas teí cnicas. En algunos casos la
productividad se incrementaba con una combinacioí n original de teí cnicas existentes.

Hasta fines s. XIX los principales aportes de EEUU se dieron en el campo de la


tecnologíía, mientras que el avance cientíífico continuoí generaí ndose en los paííses europeos,
sobre todo en Alemania. A partir de principios del s. XX esta situacioí n comenzoí a
modificarse. La competitividad de la industria norteamericana no fue producto soí lo de la
innovacioí n tecnoloí gica sino tambieí n de la innovacioí n organizativa, que a partir del
desarrollo de los nuevos meí todos de gestioí n de las empresas y de organizacioí n del trabajo
contribuyoí al incremento de la eficiencia y a la reduccioí n de los costos de produccioí n.

El proceso de industrializacioí n en EEUU no puede ser comprendido sin hacer


referencia a las diferentes regiones que integraban su territorio (el Nordeste, el Sur y el
Oeste) y a la complementacioí n econoí mica que se dio entre ellas. El desarrollo industrial se
concentroí en la regioí n del nordeste, que mantuvo su primacíía a lo largo de todo s. XIX. La
primera zona industrial fue la de Nueva Inglaterra, que fue el principal centro de
desarrollo de la industria textil y mecaí nica hasta la deí cada de 1860. A partir de entonces el
eje se desplazoí hacia la regioí n de los Grandes Lagos, donde se desarrollaron las nuevas
actividades industriales, fundamentalmente la siderurgia y todos las ramas vinculadas a
ella, incluyendo a la industria automotriz desde fines del s. XIX. Las otras dos grandes
regiones del territorio, el Sur y el Oeste, fueron esencialmente productoras agríícolas.
Ambas abastecieron a las industrias y a las poblaciones del Nordeste, y fueron mercados
de consumo para la produccioí n industrial del Norte.

TEMA 1. La Revolución Industrial 36


El Sur fue hasta el fin de la Guerra de Secesioí n una zona de plantaciones
esclavistas. Desde fines s. XVIII su principal produccioí n fue el algodoí n, que contribuyoí
decisivamente al proceso de industrializacioí n, dinamizando el comercio exterior y
abasteciendo a la industria textil. Despueí s de la guerra y la abolicioí n de la esclavitud, la
agricultura del Sur entroí en decadencia y la regioí n se transformoí en la zona maí s
deprimida del paíís.

El Oeste fue poblado a lo largo del s. XIX, en un proceso de permanente expansioí n


de la frontera, constituyendo una fuente de abastecimiento del Este, al que enviaba pieles,
cueros, oro, minerales y productos alimenticios a cambio de manufacturas y de servicios.
Fue tambieí n una zona de atraccioí n para los capitales provenientes de la regioí n maí s
desarrollada.

El caso de Japoí n es muy distinto, pero altamente ilustrativo de la capacidad de una


sociedad para incorporarse a la modernidad de forma raí pida, aunque sea llegando tarde.
La civilizacioí n japonesa habíía permanecido durante siglos cerrada sobre síí misma; aunque
por razones culturales y religiosas (vigencia del confucianismo chino con adaptaciones
insulares), estaba en mejor situacioí n que China para poder afrontar una mutacioí n de sus
estructuras feudales, sobre todo porque estaba mejor dispuesta para acoger o imitar las
ideas procedentes del exterior. Desde mediados de siglo, varios actos de presioí n de las
potencias occidentales (apertura en 1853 de varios puertos y firma de “tratados
desiguales”) aceleraron el final de la era “feudal” de los Tokugawa. El emperador Mitsu
Hito acaba con el shogunato en 1867-1868 y comienza una nueva etapa histoí rica, de
caraí cter “ilustrado”, que se conoce como era Meiji (de las luces). El hecho es definido por
los occidentales como una “revolucioí n”, mientras que para los japoneses fue una
“restauracioí n”, esto es, una vuelta a la normalidad. Diversidad en la terminologíía que pone
en cuestioí n la importancia de Occidente en el comienzo de la era Meiji.

A parir de 1868 y hasta principios del s. XX tiene lugar un proceso de


industrializacioí n de Japoí n que combina la permanencia de buena parte de sus tradiciones
con la incorporacioí n de influencias y tecnologíía occidental, transferida mediante la
formacioí n teí cnica en universidades extranjeras y una probada capacidad de los japoneses
para la imitacioí n. Los fundamentos del despegue industrial japoneí s descansan en gran
medida en el apoyo que el Estado presta a las iniciativas industriales, en la sobre-
explotacioí n del campesinado por víía fiscal (medida necesario para financiar las
inversiones estatales en el sector industrial) y en la constitucioí n de importantes grupos
industriales (zaibatsus), que ejercen el liderazgo sobre varios sectores de la economíía. El

TEMA 1. La Revolución Industrial 37


desarrollo de la industria de bienes de consumo (textil) se basa en su capacidad de
exportacioí n, mientras que el nacimiento de la industria pesada estaí vinculada a las
necesidades de expansioí n militar, puestas ya de manifiesto antes del final del XIX en la
guerra con China.

Las razones que explican este raí pido eí xito del Japoí n moderno son muy variadas:

 La disciplina laboral y la capacidad de sacrificio de la poblacioí n japonesa, que


soportoí unos costes sociales superiores a los occidentales.

 Las razones de tipo religioso y cultural. Para M. Morishima, el triunfo del


capitalismo japoneí s se explicaríía en teí rminos casi weberianos, aunque aplicados al
mundo oriental. Fue el confucianismo el creador de unos valores y
comportamientos sociales que influyeron decisivamente en el desarrollo de la
economíía capitalista: jerarquíía familiar y social, lealtad a la comunidad y, sobre
todo, al Estado.

Sin embargo, en contra de lo que sugeríía la tesis de Max Weber para el nacimiento
del capitalismo occidental, basado en el apogeo del individualismo, en el caso japoneí s
fueron los valores comunitarios los que se reforzaron con la expansioí n de la eí poca Meiji.
Lo cual demuestra que la víía japonesa al capitalismo, ademaí s de tardíía, fue diferente de la
seguida en Occidente. A todo ello habríía que anñ adir otros factores no menos relevantes. El
primero de ellos, el propio factor nacionalista, que logroí una adhesioí n incondicional de la
poblacioí n a los proyectos reformistas de los gobiernos. Y, finalmente, tampoco fue una
desventaja haber llegado tarde al proceso industrializador, habiendo preservado el
mercado interior de las influencias occidentales, lo que permitioí a Japoí n fundir aspectos
de la primera y de la segunda revolucioí n industrial, como pone de relieve el uso raí pido y
masivo que hizo de la electricidad.

TEMA 1. La Revolución Industrial 38

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