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Según el análisis de Mario Vargas Llosa, desde un punto de

vista formal esta novela es la más imperfecta de las que


escribió Arguedas. Hace notar que en lo que respecta a la
anécdota, hay demasiados cabos sueltos, episodios como la
disputa entre los apristas y comunistas por el incidente del
Pianista, que carecen de poder de persuasión, o que no
armonizan con el contexto como el discurso a la muerte de
Cámac, o momentos que debieron ser de gran dramatismo
pero que no lo son por estar mal resueltos, como la muerte
de Puñalada a manos del negro que exhibe su miembro viril.
Agrega también que muchos de los personajes son borrosos
y que la historia transcurre sin soltura, pues el tiempo
narrativo no está bien estructurado.

Empero, Vargas Llosa señala también sus aciertos. Según su


criterio, lo mejor sería «la parte estática del libro, el
ambiente de rutina embrutecedora, envilecimiento y
podredumbre que sirve de marco a la acción.» Otro de los
aciertos serían los «personajes colectivos», «entidades
gregarias en las que el individuo es absorbido y borrado por el conjunto, que funciona como el sincronismo de un ballet.» Entre esas
tropas humanas la más vívidamente representada sería la de los vagos, en quienes, pese a su repulsión, Arguedas consigue preservar
un relente de humanidad, y sus apariciones provocan, además de disgusto y pavor, compasión y hasta ternura.

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