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Entrevista A Cronwell Jara
Entrevista A Cronwell Jara
Manifiesto del ocio afortunado. ¿Quién puede describir su miembro erecto y loarlo? ¿Quién
logra componer versos a un clítoris perfecto? ¿Quién imagina a Blanca Nieve con caries, celulitis,
várices, pastrula y ruca? ¿Quién crea una academia para depresivos y suicidas? ¿Quién sueña que
una hormiguita quiera ser escritora? ¿Quién se entrega en cada historia? ¿Quién ama tanto un
verso? Innegablemente, el profesor Cronwell Jara, un autor que se inició como cuentista pero que,
por su habilidad, dominio y calidad de sus poemas, ya no puede ser encasillado en ningún género
específico. Por estas razones se ha ganado un único y preciso título: el de escritor… Entonces me
corrijo: Innegablemente el escritor Cronwell Jara Jiménez.
Viajando desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde, cuando llegué a Trujillo, con el
temor de siempre, y es que cuando es día de mi santo todo me sale torcido, gris y triste. Todo me
resulta mal. No sé por qué. Para empezar, al llegar a Trujillo los precios del hotel estaban súper
elevados, 120 soles por un cuartucho; fui a otro, de regular apariencia, 100 soles; pagué uno de 40,
pero me encontré con los geniales poetas Walter Curonisi y Elvira Roca Rey, dueños del lujoso hotel
“Caballito de totora” lo mejor de Huanchaco y me dijo: quédate en mi hotel, no pagas nada... así que
pagué por gusto aquellos 40 soles pues no dormí ahí.
¿Recuerda cuál fue el mejor regalo que recibió cuando era niño?
Unas sandalia de cuero, para mis cuatro años, compradas por mi abuela Ruperta, viendo que mi
padre les compraba cosas a mis hermanos mayor y menor y a mí no.
De niño quise ser 'charro mejicano', luego aviador; a los trece decidí ser escritor. Mi padre me apoyó
siempre. Le gustó la idea.
El viaje que hicimos a Lima, la llegada en la estación de la empresa Sudamericana. Las lágrimas de
mi madre al llegar a Lima, su miedo a Lima, a los tranvías, y su temor al ver que mi padre no
aparecía él nos esperaría, pero llegó. Y de ahí el recuerdo: la abuela Ruperta, la tía Eyda, los tíos
Alejandro y Floro, y, especialmente, a mi perro Junio; y con ellos a mi madrina Obdulia y sus hijas.
A todos ellos los recordé con mucho cariño. También al 'Cholo Agustín', quien nos cuidaba de las
peleas de los mayores.
Usted vivió en el Rímac muchos años, ¿Ese hecho lo inspiró para ser escritor?
Claro que sí, definitivamente. De ahí, de mi barrio Mariscal Ramón Castilla, apareció Montacerdos,
Patíbulo para un caballo, Cosa de Comadres, entre otros.
Porque soy un niño, y no puedo evitarlo. Hay en mí un niño con quien me entiendo bien, y no lo
quiero perder: sobre todo porque es travieso y juguetón, para revisando libros, revistas; y porque a
veces no se toma las cosas tan en serio, como por ejemplo vestir bien, comer con las manos y no con
los cubiertos, dormir desde eso de las 5 de la tarde o las siete cuando puede; y por no respetar
moldes o modales hipócritas; reírse de todo lo serio, y, sobre todo, porque me gusta su timidez, sus
ganas de andar solo, estar solo y tramando alguna historia o poema.
¿Cuál sería el principal punto dentro de un manual para la escritura de cuentos para niños?
El uso equilibrado de un indispensable sentimiento: nostalgia, tristeza, imprescindibles para hallar
un 'tono poético' en toda la historia, así esta sea juguetona, llena de aventuras. En dar con el 'tono
poético' está la clave del poema, novela o cuento.
Cuéntenos, ¿Cómo nació la idea de escribir “La fuga de Agamenón Castro, invención
que le hizo ganar el Premio COPÉ de cuento?
El Quijote de la Mancha, que es una novela de novelas, relatos y cuentos. Posee poesía, historia,
drama, locura, pasión, agudeza de ingenio, gran inteligencia. Me gustan las obras así, locas pero
sabias, apasionadas pero equilibradas, rudas pero llenas de amor.
La vida, sus patadas de mula y sus desgracias acumuladas, en mí o en otros. La tragedia y el dolor de
alguien siempre me motivan.
A los seis años, Blanca Nieve y los siete enanitos. Y como libro mayor: Las mil y una noches, a mis
doce o trece años.
Celebrar el haber concluido un buen cuento o un buen poema. Lo malo es que no hay con quién.
¿Y su mayor temor?
Ser consciente de las consecuencias del calentamiento global. Vendrán grandes catástrofes,
hambrunas, falta de agua descontaminada. La destrucción del la vida humana en el planetas. Y ante
ello, la desidia, la irresponsabilidad absoluta de los gobiernos de cada país generalmente grandes
empresarios: ambiciosos, inhumanos, ciegos por la codicia, comprometidos con los fríos intereses
de las transnacionales.
A Fracois Villón..., pero también a Francisco de Quevedo, Cervantes, Rubén Dario, Vallejo y José
María Arguedas.
Estoy acabando Travesuras de la niña mala; pero, a la vez, libros de poemas y cuentos de mis
amigos.
Creo en la muerte después de la muerte. Si estiras la pata estás frito. ¿Y si muero? Me gustaría morir
sobre una mujer... Ojalá no sea en un accidente de tránsito.
Julio, 2008.