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Hombre de celuloide

Corrupción política y la muerte de un asesino

Narconovelas, narcoseries, narcoarte. Las industria de las drogas trasciende el fenómeno de la


compraventa y ocupa su lugar como género propio, con sus lugares comunes y sus escenas
prefabricadas. Escobar: La traición es una narcopelícula de Fernando León de Aranoa, director
que se dio a conocer en México en las antaño exclusivas Muestras de la Cineteca. En torno al
2002 se presentó Los lunes al sol que contaba la historia de unos trabajadores despedidos
injustificadamente en Vigo y que luego de varios años de fracasos habían decidido tomarse las
cosas con calma y echarse (los lunes) al sol. Esta obra marcó el inicio de la relación entre León
de Aranoa y Javier Bardem a quien ahora vemos en Escobar: La traición. Antes de valorar el
trabajo de Bardem recordemos Un día perfecto del 2015. En ella las aspiraciones de Aranoa
crecieron notablemente. De la crítica social en Vigo sus intereses se movieron a la Guerra de los
Balcanes. El cine de Fernando León de Aranoa creció de la realidad local hasta el conflicto
global. Con Escobar: La traición el director sigue interesado en geopolítica pero ha querido
meterse ahora en la difícil relación entre Estados Unidos y América Latina. Y no es que por ser
español no pueda entender el odio macerado de ciertas clases sociales y políticas que, en un
momento dado, pensaron que si lo que los gringos querían era droga había que dárselas. El
problema está en que resulta muy incorrecto políticamente filmar algo que pudiese parecer
apologético de un hombre como Escobar. Pero es claro que al autor le hubiese gustado, de
modo que la película da tumbos entre lo que tiene que decir (después de todo la película fue
filmada en inglés para acceder al mercado estadounidense) y lo que realmente quisiera decir.
¿Qué creo que piensa León de Aranoa? Que Estados Unidos está tan lleno de corrupción como
Colombia, que a los gobernantes en ambos países les importa un bledo lo que suceda con sus
clases más necesitadas y que la DEA es un grupo de choque, empoderado con la intención de
intervenir en los asuntos políticos y sociales de toda la cultura latinoamericana. La misma que los
sajones han querido infructuosamente dominar. Después de todo durante una secuencia la
traidora periodista que interpreta Penélope Cruz afirma que Estados Unidos tiene que pagar las
cuentas que debe en esta guerra. Y es cierto. Afirma luego que lo que realmente está
preocupando a los gringos es que el dinero de la mafia latina se está yendo fuera de sus
fronteras: “¿por qué no persiguen a la mafia italiana? Porque el dinero italiano se queda en
Estados Unidos mientras que el dinero de la cocaína se va para Colombia” dice la misma
periodista en otra ocasión. Y esto también es cierto, como es cierto que la guerra de Estados
Unidos contra el narco colombiano tiene un amargo tufo a colonialismo y que lo que está
pasando en México es todavía peor. Pero justamente porque esta intervención en Colombia es el
preludio de una intervención que a gritos de “construyamos el muro” está teniendo lugar, vale la
pena ver una película que se parece tanto a Traffic del 2000 que trata de hacer héroes con
personajes tan despreciables como cierto agente de la DEA que grita un hipócrita ¡viva
Colombia! Llegado el sabido final. Con todo y lo tendencioso que ha tenido que ser el director
hay que decir que su película ha sido actuada en forma impecable. Javier Bardem realmente es
Pablo Escobar.

Escobar: La traición (Loving Pablo). Dirección, Fernando León de Aranoa. España, 2017.

Fernando Zamora

@fernandovzamora

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