3 marcas del discipulado

La gran comisión tiene como centro el mandato de “hacer discípulos”. Jesús no nos llama
solamente a predicar, servir y testificar, sino a tomar como discípulo a todo aquel que se entrega a
Él como consecuencia de la predicación, el servicio y el testimonio, para que guarde todas las
cosas que Él ha mandado.

Hacer discípulos es básicamente entablar una relación con un creyente en Cristo para ayudarle a
crecer en su madurez, enseñándole lo que uno ya ha vivido, y equipándole para que él también
llegue a convertirse en un discipulador. Aunque parezca una tarea muy complicada, hacer
discípulos es talvez la tarea más sencilla de todas. Tengamos en cuenta las siguientes marcas del
discipulado que nos ayudarán en el cumplimiento de nuestra comisión:

Es una relación intencional. Jesús dio una comisión, un mandato: “Haced discípulos”. Esto significa
que nos corresponde buscar discípulos, invertir en relaciones en donde podamos ayudar a otros a
crecer en Cristo. Este es un mandato para todos, no solo para algunos más capacitados.

Es una relación natural. Si bien hay muchos materiales que se han escrito con el rótulo de
“discipulado” y que pueden ser muy útiles en la tarea, el verdadero discipulado es algo natural,
una relación que nace de un interés y amor sincero y que se desarrolla en el contexto de una
amistad espiritual. Jesús dijo “enséñenles a guardar todas las cosas que os he mandado”, en otras
palabras “hagan lo que Yo hice con ustedes”. La relación de Jesús con discípulos fue una relación
natural de compañerismo, amor y amistad.

Es una relación puntual. El discipulado tiene un propósito claro: que el discípulo se convierta
también en discipulador. Este es el punto central del discipulado, sin este objetivo en mente, la
relación puede convertirse en una relación de dependencia no sana e infructífera.

Tomemos hoy este desafío que es responsabilidad de todos, sabiendo que al hacerlo, el Señor
estará con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Pr. Fede