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¡Bip, bip! El incesante sonido del despertador anunciaba el arribo de una nueva
oportunidad, cinco horas con cincuenta minutos habían pasado de aquel día, el
general Cristopher Zack levantó ligeramente su parpado izquierdo, la luz aún era
demasiado tenue, tambaleándose entre un par de objetos avanzó un par de
pasos, llegó hasta aquel apagador que se encontraba a escasos 4 metros de su
cama, encendió la lámpara del techo y finalmente abrió sus ojos. ¡Bip, bip! El
despertador le recordaba que seguirían siendo las 5:40 de la mañana si no optaba
por apagarlo, Zack se dirigió lentamente hacia él, aun se preguntaba porque había
comprado el despertador que solo se apagaba al resolver un jaque mate, en esta
ocasión, debían ser 3 movimientos. ¿El caballo o tal vez era el alfil? Vaya
trigésimo sexto cumpleaños.
El viejo general se fue a dar una ligera ducha, enjabonando lo necesario y dejando
lo demás a la deriva del agua. Abrió el refrigerador, husmeó un poco antes de
encontrar el pastel de leche que le había regalado la teniente Sarah Lhyi.
-¿Seré el catador de vidas?- Una idea empezaba a surgir hasta que se vio
interrumpida por un grito pequeño de dolor, había una línea de sangre que
descendía desde su labio superior hasta su cuello.
La extensión número 3 fue la que marcó, 6 timbres sonaron hasta que inició la
contestadora, Lhyi no contestaba, pero aun así era mejor dejar un último mensaje
antes de partir de nuestro mundo.
Las 1050 horas, la general Sarah “Llama” Lhyi, una cautivante llamarada de fuego,
compuesta por un resaltante cabello pintado de rojo de raíces visiblemente rubias,
posiblemente un descuido o posiblemente parte de su estilo, acoplada a una figura
digna de la misma Atenea capaz de quemar la mayor parte de los sentidos en el
campo de batalla; se encontraba en ese momento preparando el almuerzo, abrió
la llave para que brotara el gas de la estufa mientras escuchaba la decena de
mensajes que habían quedado en la contestadora de la noche anterior, la mayoría
eran invitaciones de varios hombres buscando una oportunidad; la crueldad era
común que emanara en aquella dama y destinada para aquellos que fueron
cautivados por su belleza; acostumbraba a burlarse de toda clase de intento que
escuchaba en la contestadora. Como era costumbre, lanzó el encendedor al techo
de su departamento para intentar obtener una llama en el aire y alimentar el gas
que salía de aquella estufa, la voz grave y desesperada del general Zack emergió
de la contestadora.
Lhyi había salido de la cocina antes de que el encendedor acariciara el piso, sus
132 meses menos que Zack no influían en la atracción hacia el hombre que la
consideraba una hija. Eran 3 pisos hacia arriba, Lhyi usó las escaleras, no porque
el elevador fuera muy lento sino simplemente porque ella era más rápida.
La única persona que tenía llaves de ese departamento además del general Zack
era la teniente Lhyi, aunque en esta ocasión no las necesito, el arduo trabajo en el
gimnasio había forjado una llave maestra en su pierna, capaz de desbaratar
cualquier cerradura en su camino, para los 25 años de la teniente no existían
puertas las cuales no hubiese podido abrir, excepto esa gran mancha en su
brillante carrera militar, el incidente en la ciudad de Nox.
-Viejo inmaduro- Susurró la teniente Lhyi en el oído del general al mismo tiempo
que lo colocaba en su hombro para sacarlo del edificio. Aun no existía un método
valido para sacar a Zack de su estado denominado previamente por él mismo
como “éxtasis roja”, cada código rojo se trataba de manera diferente.
-Ahora resulta que es más fácil subir al tejado de la base que bajar al parque-
Respondió un general que poco a poco recuperaba el sentido.
Las personas que se encontraban en las zonas aledañas en donde ocurrieron las
explosiones se encontraban alarmadas, se alejaban de la zona por un posible
ataque terrorista hacia el edificio militar, en esos días no era algo raro ver eso,
pero estas explosiones ocurrieron a una distancia lejana, tal vez 300 o 400 metros.
Escondiéndose bajo la sombra de las nubes, la naturaleza intentaba resguardarse
del fuego y el pánico.
-¿General Zack, detecta algo? Esperando órdenes- Con gran formalidad, fueron
las palabras de la teniente, la amistad con el general era muy distinta a lo que el
general representaba en la organización y el respeto que infundía a los de menor
jerarquía.
El general cerró sus ojos y extendió su brazo con la mano abierta frente a él, como
si fuese una especie de radar –Negativo, no hay nada, ni heridos ni alguna señal
sospechosa, solo un poco de ruido… tal vez demasiado miedo- Abrió sus ojos y
bajo su mirada hacia aquella formación tortuga, uno de aquellos soldados no
colocaba de manera correcta su escudo, algo tan básico para soldados de elite,
solo protegía su cuerpo pero no protegía la formación, un punto de debilidad.
“Miedo” era lo que pensó el general Zack, era posible que por ello no podía
siquiera marchar correctamente, volvió a cerrar los ojos…- No vibra- Dijo el
general sorprendido a una teniente que se hallaba observando el futuro campo de
batalla. -No vibra- Esta vez susurró para él mismo
-¿Qué no vibra, señor?- Respondió la teniente si entender muy bien lo que
preguntaba.
-El tercer hombre de la primera fila de izquierda a derecha. ¿Acaso sabe quién es
ese hombre, teniente?
El cabo Rack Reloam, un hombre que no aceptaba las ordenes con facilidad pero
con capacidades de combate sobresalientes que hacían que a pesar de su actitud
permaneciera en la milicia; no solo destacaba en fuerza, sino también en el
manejo de las armas y en su capacidad mental en la toma de decisiones.
Las nubes dejaron de cubrir la calle y el general Zack volvió a cerrar sus ojos y
extender su mano, esta vez se enfocó en intentar localizar algún sentir, una
vibración o cualquier señal de emoción de aquel cabo; ocasionalmente el general
había encontrado personas que podían ocultar parcialmente esas vibraciones, en
ocasiones cuando la muerte los tomaba tan rápido no podía identificarlas, otras
veces en aquellos que estaban tan cerca de la muerte y la habían aceptado y
finalmente en aquellos con entrenamiento especial para permanecer mentalmente
estables. Pero está ocasión era diferente, nunca había encontrado a alguien que
pudiera ocultar por completo sus emociones, el general estaba completamente
concentrado en aquel cabo y aun así no había respuesta.
Era la primera vez que la llamaba así, si no fuera por las consecuencias de una
cadena de caos que se acercaba debido a nuevas explosiones, la teniente se
habría sentido tan cerca de su general como para que él entendiera sus
emociones sin usar su habilidad.
La originalidad de los automóviles explosivos era tan mala como las emociones de
aquel chico, pero tan efectiva en el campo de batalla como el mismo chico; el cabo
Rack Reloam había roto la formación y avanzaba velozmente hacia el origen de
las explosiones sin su escudo antidisturbios que ya había dejado varios metros
atrás, esquivando con gran rapidez los fragmentos que desprendía aquellos
campos de fuego, por otro lado, uno de aquellos fragmentos había impactado
contra el abdomen de hasta entonces un maravillado general.
-¿Qué parte de que me siento más vivo no entendiste?- Preguntó Zack –Deberías
bajar a ayudar.-
La teniente Lhyi golpeó con el codo la espalda superior del general dejándolo
inconsciente, ella entendía la falta pero tenía que evitar las consecuencias de una
“extasis roja”, la buena estrella del general lo mantendría con vida a pesar de un
impacto tan fuerte, un héroe nacional no muere así o por lo menos esa era lo que
esperaba la teniente.
El cabo Rack Reloam cada vez se acercaba más al origen de la primera explosión,
sus ojos enfocaban algo cerca a esa zona, una sombra sin dueño, era imposible
permanecer dentro de esa zona a esas temperaturas; el cabo Reloam desenfundó
su pistola con la mano derecha y apuntó hacia la sombra mientras la izquierda
ayudaba a estabilizar la puntería.
¡Bip, bip! Sonó el despertador, anunciaba que faltaban 5 horas y 20 minutos para
comenzar el examen de ingreso al posgrado, 18 años y el apenas titulado
ingeniero en física empezaba su día. Aún acostado y con los ojos cerrados,
arrastró la mano por toda la mesita que se encontraba al lado de su cama, palpó
sus lentes, los tomó y se los coloco en el rostro. ¡Bip, bip! El despertador todavía
le recordaba que seguían faltando 5 horas con 20 minutos, abrió un ojo y vio
rápidamente la pantalla de su despertador, tenía que hace un jaque en 3
movimientos esta ocasión, cerró el ojo, ya había memorizado el tablero, en menos
tiempo que cae un encendedor de la mesa al piso había analizado que existían
dos probabilidades de jaque mate una con el caballo y otra con el alfil.
Abrió los ojos, miró su celular, no tenía ningún mensaje, llamada o señal de
importancia de alguna persona o bot por él, lo peor es que faltaban 118 minutos
para el examen, se arrastró por toda la cama hasta llegar al armario, vaya suerte
que se volvió a dormir con lentes, ahora no tendría que perder esos preciosos
minutos en volverlos a buscar. Olfateó un poco la ropa y determinó por un método
de olor la ropa que aún era viable volverse a poner. Este día le tocaba brincarse el
baño con la excusa de que era otra vez tarde, se vistió y fue al refrigerador para
darse cuenta de que había muchas envolturas de lo que alguna vez comió en el
mes.
Agarró un par de estas envolturas y las puso en el cesto de basura junto con el
despertador, no fue lo que prometía el despertador, no era el reto que esperaba
para despertarse cada mañana, si su mente hubiese calentado un poco no se
hubiera vuelto a dormir según Élric, su mente culpaba al despertador por
despertarse tarde.
Élric habría corrido al metro si hubiera tenido buena condición, caminó lo más
rápido posible que le permitían sus piernas y aun con el tiempo encima se dio el
lujo de no tomar el primer tren, estaba demasiado lleno para su gusto.
Élric se subió al vagón, no había lugar para ir sentado así que se apoyó en lo que
tuviera cerca para revisar su correo desde su celular, un sujeto que cargaba con
un extraño maniquí en la espalda lo empujó y debido a la pésima condición física
del joven Élric el celular cayó.
Élric analizó rápidamente la situación, no tenía sentido intentar abrir las puertas y
en caso de lo que lograra la condición era pésima para intentar una persecución, a
pesar de que ya había elaborado las posibles salidas que podía tomar aquel
extraño, necesitaba un par de piernas y brazos extras.
Llegó a la universidad sin celular y con el estómago vacío. Tan pronto entró, se
dirigió a la primer área verde que logró ver y se sentó en una banca para mirar y
tocar su abdomen e intentar controlar el apetito incontrolable que lo empezaba a
aquejar.
-¿Quieres una emparedado?- Dijo una extraña voz, acompañado de una mano
con un emparedado envuelto en una servilleta.
El examen comenzaba a las 1100 horas, el hambre empezaba a mermar a Élric,
sin levantar la cabeza tomó el emparedado, retiró la servilleta y lo mordió, ni
siquiera se percató de lo que podía o no podía llevar. Aun con la cabeza baja y el
emparedado en la boca agradeció.
Aquel buen hombre que le dio el exquisito emparedado, no parecía nada fuera de
lo normal, con un aspecto delgado, quizás de unos 25 años, tez clara, un hombre
que cuidaba mucho su aspecto y con una característica muy marcada, un ojo azul
y uno café oscuro. Pero lo que nunca olvidaría Élric es el detalle que tenía en su
espalda, un maniquí.
-No sabía que era tuyo, lo encontré en el piso del vagón.- Respondió Josh seguro
de su respuesta. –Va, va, que malentendido, mira, podrías vender a mi amigo de
atrás, es posible que recuperes el precio del celular y un poco más, es de
excelente calidad, yo mismo los hago, muy humano ¿No te parece?-
Fuera del hecho de que Josh Setmon tuviera problemas con el respeto hacia
aquel chico, el maniquí era muy bueno, elaborado con materiales que asemejaban
a la piel humana, vestido de traje y con un parecido a su creador, la opción de
venderlo era viable, Élric no conocía el mercado de maniquís pero era posible
recuperar por lo menos el dinero de su celular con tal calidad de trabajo.
-Ya es tiempo del examen ¿También presentas no?- Preguntó Josh Setmon.
-Claro, solo pasaré antes al sanitario- Los nervios del examen era algo que Élric
ya había calculado, ir antes al sanitario podría eliminar una gran cantidad de
interferencias en el tiempo para responder el examen.
- Entonces ¿Nos vemos allá? No dejes que te él te vea en el baño, a veces creo
que está vivo.- Dijo Josh en forma burlona.
-Si Élric hubiese tenido aliento hubiese contestado algo, pero solo asintió con la
cabeza.
Sintió como el cubículo empezó a girar, era un signo obvio de que estaba
asfixiándose, Élric tomó un segundo para analizar las posibles salidas, e intentó
sentarse en el piso dentro del cubículo esperando que así la presión del maniquí
cediera. La respuesta a las acciones de Élric seguía siendo negativas, cuánto
tiempo más le quedaba a aquel chico, desesperado por la necesidad de oxigeno
empezó a arrojar el cuerpo hacia atrás para golpear al maniquí con la puerta, con
las pocas fuerzas que le quedaban y lo frágil que era la puerta del cubículo, logró
romper la puerta y ambos cayeron de espaldas sobre el piso del sanitario.
-¿Estás bien?- Fue la voz que escuchaba Élric mientras recuperaba el sentido,
todo daba vueltas y se desvaneció aquel chico.
-Es raro ver a alguien agitado con un maniquí dentro del baño, amigo creo que
esta ocasión se te fue de las manos.- Dijo el joven de la guitarra.
-No pensaba tocar eso, por lo menos no después que tú, tú necesitabas respirar
pero eso quedó dentro del baño, en serio amigo, eres muy extraño.-
Élric se puso de pie y se dirigió hacia el sanitario, el maniquí ya no se encontraba
dentro.
-¿Qué hora es?- Preguntó Élric, el problema de quien se había llevado al maniquí
era lo que menos importaba ahora que había recordado el examen.
Habían transcurrido 30 minutos después del examen, perdería el ingreso este año
si no podía convencer al aplicador de que lo dejará presentar. Sin tomarse el
tiempo para agradecer al músico, Élric se dirigió al salón donde se aplicaba el
examen a la máxima velocidad que podía ejercer.
-Soy Élric Crouck y vengo a presentar el examen de ingreso- Dijo un chico muy
agitado a uno de los aplicadores que se encontraba fuera del salón.
-Lo siento, pero simplemente eso no se va a poder, así que le pido que se retire
del área de evaluación.- Respondió el aplicador.
-Quien no lo entiende eres tú, estás llegando 30 minutos tarde al examen, además
según mi lista, Élric Crouck está adentro presentando, ¿Puedo ver tu identificación
y pase de ingreso?-
Élric revisó el bolsillo trasero de su pantalón, no había cartera, revisó en todos los
demás bolsillos sin éxito alguno, se encontraba en plena desventaja en su
situación, no tenía absolutamente nada que lo validara como él.
Élric estaba metido en un lio, había perdido un celular que guardaba secretos
oscuros propios de un chico de su edad, había perdido el maniquí con el que
solucionaría parcialmente ese problema, no podía identificarse y finalmente había
perdido el examen.
-No se tiene porque preocupar, solo es un amigo bromista que vino por mí, espero
que no me cueste puntos en el examen.- Dijo Josh Setmon, había terminado el
examen y sin alguna culpa acababa de salir del salón de aplicación.
-Lo siento amigo, tengo que hacer lo correcto- Dijo Josh Setmon a un Élric
esposado en el asiento trasero de una patrulla.
Cualquier otro día aquel chico se hubiese desquiciado por tener al lado el cadáver
del chofer, con el vehículo volteado, Élric intentaba salir por el pequeño orificio que
quedaba aún de la ventana. Había encontrado un final de ensueño para aquel
farsante, la patrulla que recibió la explosión por completo era aquella en donde iba
Josh Setmon. Élric había visto aquel infierno desde que hecho el primer vistazo,
pero no había ni la menor intención de responder a tal tragedia, seguía intentando
salir desesperadamente por esa abertura tan pequeña que apenas permitía que su
flácido cuerpo pasara, el tiempo corría y tenía presente que el fuego podía
demandar más combustible.
Miró hacia ambos lados, una mano de ayuda no estaría mal para ese momento, la
orquesta de gritos seguía siendo molesta y como en toda obra musical, siempre
surgía el sonido del solista que sobresale del grupo, el cual emanaba de aquel
hombre envuelto en llamas que caminaba intentando huir del origen del fuego Sea
quien fuere aquel hombre, Élric estaba con sus propios problemas para
preocuparse de alguien tentativamente muerto.
No era una gran distancia lo que existía entre la patrulla ardiente y la patrulla
volcada, pero aquel presunto Josh Setmon incendiado no dejaba de caminar hacia
donde se encontraba el encasillado chico ¿Acaso esta era la jugada final de aquel
desdichado? ¿Transportar el fuego? Porque ese chico estaba realmente
encendido y la dirección no parecía cambiar. La suerte parecía cambiar, la
velocidad del hombre antorcha comenzaba a disminuir así como la intensidad de
la combustión, lo poco que se apreciaba de él no era tan diferente a la capa
externa de un bombón quemado.
La esperanza se iba, atascado por completo, además de que el mismo peso del
vehículo reducía la salida y empezaba a presionar la espalda de un Élric con la
mitad de su cuerpo afuera del problema. ¿Moriría por el mismo peso que le brindó
la esperanza o por aquel que en su misma muerte se esmeraba por quitarsela?
Con sus brazos intentaba remar sobre el concreto, el peso era tan fuerte que ya
carcomía su columna, la fuerza no le daba ni para seguir viendo cómo se
acercaba el hombre antorcha, miró al piso y esta vez no fue ni el caballo ni el alfil,
pero era jaque mate.
Capítulo 3 “Tras camerinos”
Otra noche de ronda más, no había excusa y es que esta vez los músicos no
fueron tan malos, pero para Dant Noah la música necesitaba compenetración
entre sus creadores, una cosa no se podía negar, para el público no hubo magia o
algún tipo de emoción, cada artista quiso brillar ejecutando las técnicas más
complejas que sabía e intentando opacar al mismo tiempo a su compañero de
escenario, la noche fue pésima, los comensales nunca dejaron de darle prioridad a
la comida que por cierto no era mala, pero ante tal interpretación todo lo demás
era relativamente bueno.
Ser artista en estos días no brindaba una buena economía y el golpe emocional de
estas ocasiones hubieran hecho que interpretar la novena sinfonía terminara como
la canción del pueblo. Después de que cayó el telón, les habían dado de comer
gratis, por lo menos algo era real, la comida era buena, hubiese sido difícil ganarle
aun en una buena noche.
Los músicos se despidieron entre sí, un hasta nunca no habría sido mal visto por
ninguno de ellos, apenas eran las 3 de la mañana y la guitarra tenía que ser
guardada, un poco de compañía tampoco hubiese estado mal. Sí, también era
cierto que Dant Noah no había encontrado en esas noches de ronda una mujer
que no le provocara la idea de que la soledad era mejor, era posible que la
compañía no arreglara absolutamente nada pero podría eliminar un poco de
frustración.
La idea de regresar solo hasta su departamento realmente era mala, tenía que
obtener algo de la noche, se sentó afuera de una de esas tiendas que trabajan las
24 horas del día y comenzó a interpretar de una manera magnífica lo que fuera
que estuviese interpretando, aunque para Dant Noah ejecutar algo bien era solo el
principio de un interpretación buena, si no podía manipular las emociones de
cualquier ente vivo que lo escuchara entonces la música era vana; él sabía que no
era físicamente atractivo, la falta de dinero lo mantenía con el alimento suficiente
para mantener los pocos músculos que le quedaban, además de que sus
instrumentos necesitaban mantenimiento constante y el joven Dant no escatimaba
en este tipo gastos.
-También soy artista y cuando me frustro solo se hacer esto- Dijo el fan número
uno.
-Por supuesto que un mago y no cualquier mago, sino el increíble Nashirii Raa.-
Respondió el fan número uno que al parecer ya había ganado un fan, a la vez que
pasaba la flama de mano en mano sin notar siquiera el calor y mucho menos con
la posibilidad de quemarse.
-Pues quemar cosas- Respondió un dudoso Nashirii. -Pero algún día le encontrare
un buen uso.-
-De verdad que eres incompetente para tener ese don- Dijo un indiferente músico.
-¿Qué más sabes hacer?-
-Hasta ahora es lo único que me sale bien, pero mejoraré- Dijo con una gran
sonrisa Nashirii.
-Amigo, no te ofendas pero eres un pesimo mago, tal vez deberías dedicarte a otra
cosa, manipular fuego es algo tan común en la mayoría de los magos, un
consejo… retira el nombre de increíble.- Contestó un serio Dant
Un indigente de tal vez 15 años corría con poca ropa frente a ellos, seguido por un
grupo de policías 6 miembros unos cuantos metros atrás, aquel chico corredor
tenía el cabello tan largo que era cuestionable si era hombre o mujer pero su
pecho revelaba que era un chico, con una complexión tan delgada que parecía
que flotaba en el aire por la velocidad a la que se movía, los policías mucho más
voluminosos les costaba seguir el paso, con sus ingenuos pitidos o gritos para que
el chico se detuviera.
-No es tan rápido, lo que pasa es que los gorilas de atrás son demasiado lentos.-
Pronunció Dant Noah
-Hablaba del chico, además te aseguro que es por hambre.- Mencionó el mago
mientras apagaba el fuego en su mano y se ponía en pie.
-No traerá nada bueno, haz lo que quieras.- Terminó la conversación Dant
mientras comenzaba a ejecutar una melodía rítmica y rápida.
Nashirii Raa siguió a los policías ya que le era difícil visualizar al chico a la
distancia, con tanto escándalo solo era necesario escuchar lo gritos para saber la
ubicación del pelotón de persecución.
-¿Un hogar en ruinas? - Preguntó retóricamente Nashirii, no era raro encontrar a
indigentes en casas abandonadas y descuidadas, apenas y parecía que había luz
dentro del lugar en el que la ley y el chico habían entrado.
Nashirii solo empujó ligeramente un portón que estaba semiabierto, con tanto
óxido el tétanos también pudo haber encontrado su hogar en aquel lugar, entró en
la casa y la tenue luz que parecía emanar de alguna habitación se había apagado,
menos mal que era un mago.
El silencio rondaba por donde pasaba Nashirii, todo se veía tan sucio a pesar de
que la escasa fuente de luz que había sobre las manos de aquel intrépido joven,
tomó con la mano que le quedaba libre las cartas que traía en la bolsa del
pantalón y empezó a jugar un poco con ellas, revolver un poco los naipes, tirar
unos cuantos y por desgracia encender otros, realmente estaba nervioso, el
tiempo pasaba además que se adentraba más en el pequeño hogar, no había
señales de nada, solo un lugar lleno de una cantidad increíble de basura, las
pocas cartas que fueron prendidas las tuvo que apagar por temor a iniciar un
incendio con la cantidad de cosas que habían en el piso.
Había pasado por todo el piso de abajo, cocina, sala, comedor, baño y no había
visto alguna señal fuera de basura, solo quedaba la escalera hacia el primer piso,
pensó un poco antes de comenzar la subida ¿Por qué se encontraba ahí? ¿Era la
necesidad de sentirse especial? Para él era tan fácil como defender su título de
“increíble”, un mago necesita ser diferente.
Parecía que el primer piso solo constaba de la alcoba principal, pues si no estaban
ahí le acaban de hacer el mejor truco de desaparición al mago. En ese momento
lo más sensato era salir de ahí y cualquiera lo hubiese hecho pero él era el
increíble Nashirii Raa.
Había que empujar con cuidado la puerta, sea lo que hubiera del otro lado tenía
que evitar llamar la atención, si no hubiese estado con tanto miedo acerca de la
incertidumbre de lo que vería se habría dado cuenta de que no estaba de más
apagar la llama. Poco a poco fue deslizando la puerta con una mano, 10°, 15° y
20° pero nada, no se observaba nada en esa pequeña abertura, concluyó al abrirla
por completo que se habían escapado por alguna ventana, una puerta trasera
algún pasaje, no había absolutamente nada en ese cuarto excepto por la
sensación del que piso estaba pegajoso. Nashirii bajó la mirada, era un líquido en
el que la llama se reflejaba muy fácilmente, tardó un poco en entender lo que era y
tardó aún más en darse cuenta que las gotas seguían cayendo proviniendo del
techo.
Si tan solo no hubiese abierto la puerta, entrado a esa casa o por lo menos
hubiera apagado la llama, no habría terminado el techo prendido en fuego, es
decir el techo no era de madera si no de un material poco inflamable, el miedo de
haber resuelto el enigma del líquido presente en la alcoba principal había
aterrorizado a un mago que reflejaba sus emociones en el control de la llama, la
llamarada creció y alcanzó la materia orgánica que se encontraba unida al techo
por un par de varillas que brillaban cuando el fuego quemaba los cuerpos del
grupo policiaco.
En el momento que Nashirii dejó a Dant sentado fuera del autoservicio, dos
unidades del ejército llenas de aproximadamente 20 soldados fuertemente
armados y escoltados por un helicóptero se habían posicionado en toda la zona.
-Corriste muy rápido amigo, no te diste cuenta lo que ocurría detrás, vamos
tenemos muy poco tiempo antes de que vean este desastre.- Dijo un empático
Dant Noah.
-Tampoco lo logró, pero tú sí, salgamos increíble Nashirii Raa- El músico intentó
bromear para romper el sombrío ambiente. -Será mejor que no hagas más fuego
hasta que salgamos- Dijo en un tono muy serio Dant.
Ambos salieron del cuarto, mientras se dirigían a las escaleras Nashirii produjo
fuego para poder bajar.
El cuerpo del chico yacía con una varilla de metal atravesando su cráneo la lo
mantenía unido a la pared, aumentó la llama y Nashirri se pasmó.
-¡Solo baja Nashirii solo baja!- Dijo un desesperado Dant al mismo tiempo que
empujó a un paralizado mago que consecuentemente rodó por las escaleras,
desplomándose hasta llegar al piso.
El pantalón de tela había sido rasgado brutalmente junto a las piernas de Dant, era
difícil de explicar cómo es que se mantenía en pie y como lo tomaba con tanta
tranquilidad.
-Intentó atacarme con eso, para ser un chico era muy hábil- Dijo un triste Dant
Noah.
-Mientes, estaba muy oscuro para poder hacer algo.- Dijo un molesto Nashirii al
mismo tiempo que produjo llamas en su manos.
-No necesito luz para percibir el mundo, Soy músico Nashirii, si mi percepción de
este mundo fuera algo visual quizás sería mago.- Bromeó Dant – ¿Podemos salir
ahora?-
-Sólo no me mientas, es casi irreal que pudieras hacer esto sin ser un monstruo-
Respondió Nashirii
Era más alto que aquel chico muerto pero parecían tener el mismo aspecto, con la
cantidad de luces aún se podía ver que era un hombre delgado, con su largo
cabellera negra y lacia, la sensación de que cargaba una cantidad de ropa debajo
de la sabana abrigo que traía sobre él.
El sujeto 111312 no parecía atender las exigencias por parte de la milicia, para
tener dos docenas de armas apuntándolo se mantenía firme y desafiante.
-Esto está mal, nos roba el espectáculo.- Dijo un herido Dant Noah
-¿Nunca hay nada bueno para ti?- Preguntó Nashirii a su compañero de lado.
-No tengas ni la menor duda de eso, si le disparan nos muelen, estamos metidos
en un problema grave amigo- Respondió un Dant preocupado de cómo responder
a los eventos que habían pasado
-Goe por favor, tienes que regresar- Sonó la dulce voz de una mujer que se
mantenía delante de todo el ejército.
-Espera, esto ahora está bien- Dijo Nashirii mientras empezaba a brincar
sacudiendo los brazos y haciendo señas con sus manos de que quien había
llegado.
-Disculpe usted, supongo que esto es suyo- Dijo una voz femenina que emergía
sobre la mano extendida que portaba una carta.
-Oh, muchas gracias- Agradeció de la manera más amable que pudo Nashirii Raa.
-El as de picas joven, sin esta carta nunca podrá ganar- Respondió la señorita que
acaba de tomar asiento al lado del descuidado joven.
-¿Puedo preguntar por qué?- Preguntó mientras tomaba la carta que le ofrecían.
-Las picas siempre ganan- Interrumpió -Hola, mi nombre es Nashirii Raa- Dijo
apresuradamente para evitar que se notara la falta de educación que había tenido.
-Ismari…-
Con la sonrisa un poco forzada pero suficiente para que el descuidado joven la
comprara preguntó:
-Quiero suponer que es unos de sus mejores trucos- Respondió Ismari riendo
mientras tomaba el prendedor que decía “Guz” y lo quitaba de su blusa. –Usted
debería nombrarse por sus habilidades, quizá “el increíble Nashirii Raa”- Dijo la
joven con un ligero toque de sarcasmo.
-Y usted debería nombrarse “la bella Ismari Guz”- Dijo un Nashirii Raa un poco
apenado.
El increíble Nashirii Raa no parecía un mal sobrenombre, tal vez era el empujón
que le faltaba a su carrera artística la cual para su suerte no pasaba de funciones
dentro de su barrio, a pesar de todo él era diferente, Nashirii Raa sentía la magia y
podía discernir cuándo algo era real y cuando solo un truco.
Nashirii Raa no podía creer la suerte que tenía, una gran acompañante había
llegado a su lado para pasar el largo viaje que vivía. Era real, es decir a pesar de
la cantidad limitada de relaciones que había tenido el mago, podía sentir que ella
quería más que una simple platica, habían conectado, sus miradas se cruzaban lo
suficiente para que cualquiera en ese avión se percatara de esos dos bajarían
juntos del avión.
Nashirii miró fijamente el rostro de Ismari, esperaba que ella pudiera evitar irse, el
anuncio de que en unos minutos comenzaría el descenso aumentaba la
probabilidad de que esa fuera la primera y última vez que se verían.
-No se preocupe, si usted tiene que aterrizar este avión no tengo porque…-Fue
interrumpido Nashiri.
-Me gustaría poder mantenernos más tiempo en el aire, pero…- Dijo Ismari y
terminó su frase una gran sonrisa- Hasta luego señor mago.-
Aquella señorita caminaba hacia delante por ese angosto pasillo detrás de aquel
caballero de traje. El momento había sido tan placentero que Nashirii no se había
dado cuenta de que desabrocho su cinturón de seguridad y en cualquier momento
comenzaría el descenso.
-¡Nashirii, pensé que lo único que sabias hacer era balbusear con aquella mujer!-
Empezó a burlarse el hombre bomba.
-Hombre, solo piénsalo, te puedo ayudar.- Nashirii pensaba tanto en aquella mujer
que no podía permitir que acabara todo así.
-Señoritas hagan lo necesario para cumplir las exigencias del hombre- Ordenó
Nashirii mientras seguía firmemente con la mirada al agresor.
Nashirii se acercaba poco a poco a aquel hombre sin quitarle la mirada, si tendría
una oportunidad para detenerlo tendría que usar magia verdad.
Un muro de llamas apareció delante del hombre bomba, quizá fue demasiado
arriesgado; un puño emergió de las llamas pero no hubo contacto. El hombre
bomba había esquivado por muy poco ese golpe, hasta ese punto no había dejado
de abrazar la marioneta.
-¿Acaso estás loco? Te estoy diciendo que tengo una bomba como para que me
lances fuego.- Respondió un furioso hombre bomba, a un Nashirii que no se
encontraba a más de medio metro de él.
-Día de locos ¿No?- Dijo el hombre bomba mientras tiro del gatillo de la puerta de
emergencia.
-Sobrecargos con armas de fuego, pirománticos salvando el dia y el loco soy yo.-
Dijo el hombre bomba mientras iban en caída libre.
-Después reemplazaré los cascabeles que ya no son útiles, por ahora debemos
movernos - Murmuró el anciano.
El anciano acariciaba el rostro del joven cual mascota fiel, el más ligero
movimiento de aprecio hizo sonar la gran cantidad de cascabeles que rodeaban a
Jack.
-¿Qué opinas Jack, que sabor crees tiene un hombre de madera?- Preguntó
retóricamente.
-La maldad solo se transfiere Jack, no deberías elegir estas cosas, deja que
alguien más cargue con esta maldad.- Respondió un triste anciano –Deberían
estar rodeándonos en cualquier momento, sabes… era un pez gordo.-
El anciano no se arrepentía del proyecto JACK, chicos autistas con propósitos
militares. La búsqueda del soldado perfecto no era una historia nueva, desde
tiempos remotos se dedicaron hombres para la guerra, instruidos desde
pequeños, su trabajo era ser preparados como guerreros; sin embargo siempre
existió el mismo conflicto, la capacidad para poder adaptarse a una sociedad en
tiempos de paz.
El proyecto JACK era ambicioso, eliminaba la necesidad de los sujetos por querer
adaptarse a la sociedad