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EL OSO PEREZOSO

Érase una vez un castor muy trabajador; este cada día se levantaba a primera hora a trabajar
con los leños y ayudar a los animales en el bosque. No muy lejos del castor, en un árbol
cercano a un rio, se encontraba el oso perezoso. Él era de un pelaje gris, flojo, muy ocioso y
sobre todo no le gustaba hacer ningún esfuerzo por buscar comida ya que esperaba siempre
que alguien le ayude a conseguirlo .
Un día como cualquier otro el castor salió a trabajar en su nuevo dique, y por primera vez en
su vida el oso perezoso había despertado temprano. Él veía cómo iba caminando el castor,
recogiendo ramas y un par de leños hasta que el oso le habló.
Le preguntó – Porque trabajas tanto … el castor muy paciente le dijo – Para tapar el paso del
rio y se acumule peces. El oso perezoso le contestó – yo no trabajo porque mi árbol de
Eucalipto es frondoso y jamás se acabará mi comida y no tengo que trabajar. Pasaron los días,
semanas y meses. Cotidianamente el perezoso desde su árbol veía como trabajaba el Castor.
Al llegar el invierno el castor ya tenía mucha comida acumulada y una guarida para pasar el
invierno en cambio el oso perezoso se quedó en el árbol congelado y sin comida, temblando y
arrepentido de no haber trabajado. El castor sintió mucha pena e invito a su guarida al Oso
Perezoso que aprendió que el que no trabaja no come.
No siempre las personas que te rodean te podrán ayudar, por eso trabaja por ti mismo y no
pienses que otro estará al pendiente de ti

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