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El sistema vascular es formado por los vasos sanguíneos, que pueden dividirse
en dos grandes grupos: arterias y venas. El grupo de las arterias llevan sangre
arterial, es decir, la sangre que regresó a los pulmones, ricos en oxígeno y que será
distribuido por el corazón a través del organismo. Ya las venas, hacen el inverso.
Transportan la sangre venosa, es decir, desoxigenada, con gas carbónico y
metabólicos desechos del cuerpo al corazón, donde será enviado a los pulmones
para volver a ser oxigenada.
La arteria aorta es la mayor de todas las arterias y nace en el corazón. Las arterias
normalmente son los vasos mayores, más musculares y más elásticos. Las arterias
llevan la sangre por las arterias más pequeñas (arteriolas), que llevan la sangre a
los capilares donde ocurren intercambios entre la sangre y los tejidos. Los capilares
son pequeños vasos con la pared con espesura de una célula.
Después del proceso de cambios entre los capilares y las células y los tejidos, la
sangre hace el camino inverso. La sangre abandona a los capilares y penetra en las
vénulas, después él pasa para vasos mayores, las llamadas venas que completan
el circuito y llevan la sangre al corazón a fin de ser enviada a los pulmones y reiniciar
todo el proceso. Las venas más grandes del cuerpo son: vena cava superior y vena
cava inferior
Sangre
Una definición muy simple y completa sobre la sangre es la siguiente: "es el medio
líquido que circula en el sistema vascular". Se sigue afirmando que "la sangre puede
ser dividida en componentes celulares y no celulares". Alrededor de 45% del
volumen sanguíneo total es compuesto de las células y puede llamar hematocrito.
El hematocrito es mayor en hombres que en mujeres y es variable de acuerdo con
el modelo de hidratación de la persona. Las células de la sangre son: leucocitos
(glóbulos blancos), eritrocitos (glóbulos rojos) y las plaquetas (trombocitos). Los
glóbulos rojos o eritrocitos son responsables por aproximadamente un 99% del
volumen total de hematocrito, y el resto, o sea, aproximadamente 1% es constituido
de glóbulos blancos y plaquetas.
La sangre tiene muchas funciones, además del transporte de gases que es algo
fundamental a la vida, podemos asignar la sangre todavía algunas funciones
inmunológicas, funciones de intercambios de agua y de control de temperatura.
Podemos definir las adaptaciones agudas al ejercicio físico como siendo las
adaptaciones que ocurren cuando el individuo está practicando el ejercicio, o
inmediatamente a su finalización. Son adaptaciones orgánicas con el objetivo de
equilibrar las funciones vitales durante la práctica de ejercicio físico, así evitando
daños fisiológicos y metabólicos. A seguir, hagamos una descripción de las
adaptaciones agudas del sistema cardiovascular.
Como nos describe "… la presión excesiva provoca un trabajo más duro para el
corazón, produciendo presiones mayores para dirigir el flujo de sangre a través del
cuerpo. La exposición crónica al aumento de la presión arterial puede dañar el
corazón, los vasos sanguíneos del corazón y hasta mismo algunos órganos del
cuerpo”.
Brevemente, podemos definir la adaptación aguda cardíaca como el aumento de
la presión arterial y de la pulsación cardíaca. Durante el ejercicio físico, la demanda
de oxígeno y energía aumenta considerablemente, así como el aumento de
desechos metabólicos y toxinas producidas por las células. Y, como la sangre es
responsable por el transporte de los mismos, y, siendo el corazón el responsable
por bombear sangre al cuerpo, él debe golpear más fuerte y más rápido que el resto
para cubrir esta demanda, causando el aumento de frecuencia de las pulsaciones
y, en consecuencia, el aumento de la presión realizada.
Como efecto agudo del ejercicio en la sangre ocurre una liberación del líquido en
el compartimento vascular, lo que reduce automáticamente el volumen de plasma y
sangre. Esta pérdida líquida de plasma provoca un aumento de hematocrito (células
de la sangre) y concentraciones de metabolitos en el plasma. La transferencia de
agua desde el plasma a los músculos produce hemoconcentración.
Neder, J.; Nery, L. Fisiologia clínica do exercício: teoria e práctica. São Paulo:
Artes Médicas, 2003.