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SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PERIODÍSTICA

XVII CONGRESO INTERNACIONAL

“PERIODISMO POLÍTICO:
NUEVOS RETOS, NUEVAS PRÁCTICAS”

Actas de las comunicaciones presentadas en el


XVII Congreso Internacional de la SEP
5 y 6 de mayo de 2011
Universidad de Valladolid
Edita: Sociedad Española de Periodística
Universidad de Valladolid

ISBN: 978-84-694-9397-7
XVII CONGRESO INTERNACIONAL DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PERIODÍSTICA

Valladolid, 5 y 6 de mayo de 2011


Universidad de Valladolid

Comité organizador:

Dirección del Congreso:


Dra. Dña. Salomé Berrocal Gonzalo
Profª Titular de Periodismo. Universidad de Valladolid

Dirección Académica:
Dra. Dña. Carmen Herrero
Profª Titular de Periodismo. Universidad de Valladolid

Dirección Comité Técnico-Científico:


Dra. Dña. Eva Campos Domínguez
Profesora de Periodismo. Universidad de Valladolid

Coordinación del Congreso:


Dña. María Monjas Eleta
Profª de Periodismo. Universidad de Valladolid
Profª. Dña. Marta Redondo
Profª de Periodismo. Universidad de Valladolid

Secretaría Técnica:
Dra. Dña. Virginia Martín
Profª de Periodismo. Universidad de Valladolid
Dña. Patricia Durántez
Investigadora del área de Periodismo, Universidad de Valladolid
Dña. Raquel Martínez
Investigadora del área de Periodismo, Universidad de Valladolid

Comité Científico:
Prof. Dr. D. Manuel Martín Algarra. Catedrático de Periodismo. Universidad de Navarra
Profª Dra. Dña. Dra. Salomé Berrocal. Profesora Titular de Periodismo. Universidad de Valladolid
Profª Dra. Dña. Ofa Bezurnatea. Catedrática de Periodismo. Universidad de Sevilla
Prof. Dr. D. Josep Mª Casasús. Catedrático de Periodismo. Universidad Pompeu Fabra de Barcelona
Profª Dra. Dña. Mª Pilar Diezhandino. Catedrática de Periodismo. Universidad Carlos III de Madrid
Profª Dra. Dña. Concha Edo. Profesora Titular de Periodismo. Universidad Complutense de Madrid
Prof. Dr. D. Fermín Galindo. Profesor Titular de Periodismo. Universidad de Santiago
Profª Dra. Dña. Teresa Gema Martín. Profesora de Publicidad y Relaciones Públicas. Universidad de
Valladolid
Profª Dra. Dña. Llanos Gómez. Profesora de Periodismo. Universidad de Valladolid
Profª Dra. Dña. Carmen Herrero. Profesora Titular de Periodismo. Universidad de Valladolid
Profª Dra. Dña. Nereida López. Profesora de Comunicación Audiovisual y Publicidad. Universidad de
Valladolid
Profª Dra. Dña. Mercedes de Miguel. Profesora de Comunicación Audiovisual y Publicidad.
Universidad de Valladolid
Prof. Dr. D. Miguel Vicente Mariño. Profesor Contratado Doctor. Universidad de Valladolid
Prof. Dr. D. Luis Núñez Ladevéze. Catedrático de Periodismo. Universidad San Pablo-CEU
¿Democracia digital?
Usos sociales para la tecnopolítica

Digital Democracy?
Social uses for the techo-political

José Manuel Sánchez Duarte


Universidad Rey Juan Carlos
maguduarte@gmail.com
Bruno Carriço Reis
Universidade de Cabo Verde
bruno.reis@docente.unicv.edu.cv

Palabras clave |Ecosistema comunicativo, sistema mediático, públicos, sociedad


en red

Keywords | Communicative ecosystem; the media system; public; network society.

Resumen | El ecosistema clásico de información, unidireccional y dirigido por las


elites (políticas, económicas, mediáticas), fue siempre previsible. La participación
de la sociedad civil en el debate público se produjo de manera escasa y atendiendo
a un modelo caracterizado por la simplificación y el sensacionalismo de la
información política. Ante este panorama, la irrupción de las tecnologías de la
información y la comunicación (TIC) provocaron el destierro de las audiencias y el
surgimiento de los públicos. Públicos en creciente proceso de autonomía que
cuestionan la propia pasividad que le atribuyen los medios de comunicación y
pueden activarse de manera crítica ante el ejercicio del poder.

Abstract | The ecosystem of classical information, unidirectional and directed by

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elites (political, economic, media), it was always predictable. The participation of
civil society in public debate has produced is so scarce and given a model that
excels in simplifying and carnivalization of political information. Given this scenario,
the outbreak of information technology and communication (ICT) led to the
banishment of the audience and the emergence of the public. Public process of
increasing autonomy, which question the very passivity that give it the media
critically and are activated before the exercise of power.

1. ¿Estructuras comunicativas en decadencia?

La definición de ecosistema se centra en identificar un conjunto formado por


comunidades que interactúan entre sí y cuyos procesos derivados de esa actividad
producen efectos en su propio funcionamiento. Los complejos procesos de
comunicación en red (Castells: 2001) son el último upgrade en un sistema que
postula sociabilidades por descubrir (tanto desde el punto de vista de su
potencialidad, como desde la medición de sus posibles efectos). Más que en red,
parece que estemos enredados en la perplejidad de una mudanza. Cambios
generados por los procesos comunicativos cibernéticos abordados desde múltiples
lecturas sociopolíticas.

Por ello atendemos a las posibilidades del uso de la tecnología en los procesos
discursivos de la opinión pública. Derivadas del trayecto de un modelo elitista e
institucionalizado por las sinergias entre medios de comunicación y poder(es),
hasta procesos comunicativos más plurales y abiertos (Sampedro: 2000). Este
recorrido cuestiona el cierre del debate público y en última instancia convoca y
moviliza a la ciudadanía ante abusos de la actividad política.

De igual modo esta dinámica desafía los modelos clásicos del periodismo
convencional más idealista erigido como “vigilante del poder”. La imagen del
periodista que fiscaliza el funcionamiento de las elites políticas forma parte de un
contexto comunicativo en declive y muy cuestionado por los sectores más activos

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de la sociedad civil. Debido en parte a la conversión de los profesionales que
fiscalizaban el ejercicio del poder en personal amordazado por la precariedad
laboral, así como por las alianzas político-partidistas de los grupos mediáticos
(Sampedro: 2009). La búsqueda continua de maximizar beneficios, ha derivado en
una pauperización de la información y en la proliferación de contenidos triviales y
sensacionalistas.

La lógica económica ha deslocalizado a la informativa. Sin atender siquiera a


lecturas marcadamente ideológicas, es visible que las múltiples crisis han
aumentado la dependencia económica de las instituciones comunicativas. La
solución a esta situación pasó por multiplicar canales y plataformas mediáticas en
busca de nuevas áreas de negocio. Esta abundancia de soportes y contenidos ha
degenerado en una saturación mediática pobre de contenidos y con la única meta
de maximizar audiencias. Pues como concluye la politóloga Alison Dagnes (2010),
en una interesante investigación acerca del sistema mediático norte americano; la
proliferación de más medios de comunicación no han diversificado los contenidos
informativos.

Los bloques noticiosos, en particular los televisivos, cristalizaron en una progresiva


tabloidización informativa. Como indica Peter Dahlgren, se presta una menor
atención a noticias importantes en el contexto de confusión mediática
generalizada. Lo “importante” no se corresponde necesariamente con lo que es
considerado “interesante”. Y en buena medida lo que se presenta como interesante
puede no ser de importancia para la democracia (2010, 32). La información,
atendiendo a esta lógica, reproduce cada vez más un modelo descontextualizado
de noticias por la utilización recurrente de discursos fragmentados, primando lo
anecdótico sobre la complejidad informativa (Carriço Reis: 2009). Un lenguaje
calcado del entretenimiento, formatos donde la fidelización de los públicos es
mayor.
La actualidad política se entremezcla con la crónica social reproduciendo un
modelo de infoentrenimiento. Jonh Tulloch (1990, 31-57) propone reinterpretar las

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noticias y la ficción superando la dicotomía de sus respectivas funciones de
información y entretenimiento. La expansión de los géneros y subgéneros de ficción
acabaron por constituir espacios “informativos” propios fundiéndose con los
informativos convencionales en los irrumpen las denominadas “noticias blandas”
(soft news). Los estudios que analizan el impacto de este modelo simbiótico de
información y entretenimiento, muestran que estos formatos producen contenidos:
cínicos, negativos, críticos, parciales (Berrocal et al: 2003; Valhondo: 2011) y que la
información vehiculada lleva a “un desconocimiento generalizado de los actuales
asuntos políticos y genera desconfianza” (Dagnes: 2010, 126).

Ante este panorama, los periodistas han perdido parte de su potencial de acción
social, al depender de las empresas mediáticas y sus lógicas de maximización de
beneficios. El periodismo está fuertemente condicionado por factores de orden
neoinstitucional para la elaboración de su discurso. En primer lugar por la relación
que los grupos mediáticos establecen con el mercado y el sistema político. Y en
segundo lugar por la cultura política de la audiencia, condicionada por las
tradiciones y convenciones sobre los formatos de los programas y el rol de los
profesionales de los medios (Sampedro: 2000).

En este contexto, dominado por discursos tecnocráticos y especializados, apenas


sobra un espacio residual para la ciudadanía. El modelo comunicativo se convierte
en un constante monólogo donde se suceden portavoces que se presentan, en
nombre de la opinión pública, pero que sólo se representan, delante de sus propios
intereses.

Sin embargo, en muchas ocasiones las instituciones mediáticas proyectan este


modus operandi, como un proceso de democratización plena. Frente al bien escaso
del tiempo/espacio comunicativo, el debate y la participación quedan
institucionalizados según los parámetros del orden social establecido (Curran:
2005). La información asimétrica, donde la sociedad civil está infrarepresentada en

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relación al peso que tiene el poder político (Sampedro, Carriço Reis e Reis, 2008)
denota una cobertura mediática oficialista y parcial.

Además, el registro de espectacularización ya descrito (que privilegia lo emocional)


impide que la esfera pública sea concebida como arena política. Los discursos de
los medios trivializan lo cotidiano, apropiándose de las historias de la ciudadanía.
Su acceso a la información depende, en muchas ocasiones, de su participación en
algún suceso extraordinario o violento que acaba por interpretarse de acuerdo a las
“necesidades” de la audiencia (Sánchez Duarte: 2008). Esta personalización de la
información (Dayan and Katz 1992; Zelizer 1992), a la hora de dar portavocía al
“pueblo”, limita y condiciona el debate público. En particular por unas narrativas
mediáticas descafeinadas, que no nutren las audiencias de herramientas
explicativas para la interpretación y decodificación de la complejidad social (Allan:
2004).

El tratamiento informativo convencional, empático con un gran público, suele


vender una ilusión reflexiva (Thompson, 1998), de que las decisiones de todo lo
que ocurre tras la cobertura mediática dependen de la propia audiencia. Las
informaciones en directo, la expulsión de los concursantes de un reality show, los
estudios de opinión, los foros de discusión (que no de deliberación) son los
ejemplos más sintomáticos. Como destaca James Curran (2005, 124) “los medios
de comunicación influyen en las percepciones y los puntos de vista del público,
estructurando la comprensión de los asuntos públicos, aunque parezcan libres e
independientes”.

La supervivencia del ecosistema clásico de comunicación juega a legitimar las


acciones participativas como si estas obedeciesen a principios de soberanía
popular y no a pautas de consumo (share, sms etc.) (Sampedro: 2007). Sin
embargo, cada vez más se refuerza la idea de que la ciudadanía no debe ser
representa solo en términos de cuotas de mercado, sino que tiene que concebirse
como públicos con valores sociales diferenciados. Los recientes estudios de

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consumo y recepción retoman el concepto de audiencias asociado a usos
masificados para refutarla de manera crítica, a la luz de las tendencias de
segmentación. Véase, en especial, los trabajos del Daniel Dayan (1992, 1998,
2001, 2005, 2006) que postulan sistemáticamente la diferencia entre audiencia y
públicos, (respondiendo a lógicas de segmentación, especialización y diferenciación
en la recepción de los consumos culturales e informativos (particularmente en
televisión).

Como señala García Canclini (2007, 23) los estudios sobre los medios de
comunicación “abandonaron las generalizaciones apocalípticas sobre la
homogeneización del mundo”. Esta pauta desemboca en la necesidad de
resignificar los papeles atribuidos a los actores sociales por el ecosistema clásico
en lo relacionado a la socialización mediática. Ya que las nuevas generaciones
comenzaron a ser socializadas en un contexto sin precedentes (sociabilidades
virtuales) y las generaciones de antes, están siendo resocializadas para combatir el
anafabetismo funcional digital. Lo que tenemos ahora que desenredar es el
sentido y los usos sociales dados a las TIC en la construcción de la discusión
política. Un recorrido más allá de los mecanismos tradicionales de comunicación y
con públicos socializados en otros modelos.

2. Potencialidades de la ciudadanía en una democracia enredada

El monopolio de la información que bloquea la esfera pública como espacio de


discusión política es un modelo cada vez más criticado en las democracias y
contestado en las sociedades con regimenes autoritarios. La ciudadanía se conecta
a través de redes sociales, desarrollando tareas no sólo de consumo de
información de modo instantáneo, sino también como de producción y difusión de
nuevos contenidos.
La utilización de las tecnologías de información ha permitido, en muchas
ocasiones, superar la censura gubernamental y favorecer la participación activa de

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la ciudadanía1. Ante una socialización mediática/política fuertemente
institucionalizada, característica del ecosistema tradicional y que controlaba el
timing y los contenidos de la información, asistimos a una era de transición
informativa que desemboca en públicos activos (Sartori, 2000). La interpretación
simbólica de los contenidos mediáticos que hacen los públicos es producto de un
contexto social determinado (superando la pertenencia a una determinada clase
social). Por eso, “la idea de que los medios de comunicación socializan a su
audiencia aceptando esta de forma pasiva su posición subordinada en la sociedad,
quedó definitivamente desacreditada con el redescubrimiento de la audiencia
activa (Curran: 2005, 134).

La descentralización de la información y la construcción de la sociedad en red


generaron un sentido de movilización con otras posibilidades comunicativas2. Un
número creciente de la ciudadanía dispone de espacios autónomos para compilar,
publicar y difundir la información. Frente a las lógicas institucionales, aumenta el
espacio para poder introducir nuevos temas y protagonistas en la agenda pública3.
El público activo cuestiona el carácter unidireccional de la comunicación de manera
crítica y superando su atomización clásica al ser concebidos como masa. El filósofo
Daniel Innerarity (2004) para indicar la pérdida del monopolio de la vigilancia por
parte de los gobernantes, indica la derivación del panópticum al synópticum. Esto
es: “el Gran Hermano se enfrenta hoy a una pluralidad de pequeños grandes
hermanos, en los que no sólo unos pocos observan a muchos, sino que son
muchos lo que observan a unos pocos”.

El creciente número de usuarios y el aumento de la velocidad de la estructura red,


parece estar produciendo una cierta inversión en los mecanismos de control. La
idea de que el poder ejercido por los expertos de los sistemas técnicos tiene su

1 Para profundizar en los usos de las TIC en la movilización de la ciudadanía ver: Sampedro, Víctor (2005) 13-
M. Multitudes online. Madrid: Los libros de la Catarata.
2 Si bien no podemos obviar que más de la mitad del planeta no está conectada a Internet, la mitad restante
puede ver condicionada sus vidas de forma determinante.
3 En particular por parte de los públicos más politizados; Pippa Norris e John Curtice (2008) “Getting the
Message Out: A two-step model of the role of the Internet in campaign communication flows during the 2005
British General Election”. The Journal of Information Technology and Politics, 4 (4), pp. 3-13.

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correlato en el contrapoder operando desde otras geografías de lo social por los
legos y las redes sociales (Sádaba y Gordo: 2008: 11). Las TIC proporcionan
racionalización en la opinión pública para poder cuestionar activamente las zonas
de opacidad creadas por las alianzas político-mediáticas. Lo que en cierta medida
es una alerta para los procesos de gestión política basados en imposiciones
verticales y que realizan una comunicación política sin tener en cuenta “la voz de la
ciudadanía”.

Wikileaks vino a cuestionar de forma activa el ejercicio del poder. El torrente de


documentos publicados desveló lo que los sectores más críticos denunciaban como
juego de favores entre medios de comunicación y política. Pero la revelación de
informaciones parecer haber producido efectos contrarios al propósito inicial:
incrementar el debate en torno a la transparencia de los gobiernos. El sector
político obvió las críticas e interpretó como acoso tal procedimiento, accionando de
manera rápida los mecanismos de autodefensa. Gobiernos como el de EEUU
manifestaron la necesidad de endurecer las leyes de libertad de prensa. Aunque
“no estaba en juego la seguridad de los estados (nada de lo revelado pone en
peligro la paz mundial ni era ignorado en los círculos del poder), lo que se debate
es el derecho de la ciudadanía a saber lo que hacen y piensan sus gobernantes”
(Castells: 2010)

Lo que se evidenció es que diseminar la información secreta acerca de escándalos


políticos no consigue, por sí solo, crear fisuras que obliguen a la propia
regeneración de la organización política. Estés eventos mediáticos solamente
asumen un sentido “transformativo” (Dayan y Katz, 1992) si son capaces de
generar una “intensa reflexividad” colectiva, que construya un problema social
capaz de cuestionar el status quo (Ryfe: 2001). Convirtiendo la audiencia en
público, esto es, una ciudadanía activa posteriormente movilizada, que discuta los
procedimientos del gobierno. Este hecho levanta una interesente paradoja en
relación a las TIC y la participación política y que suelen concentrarse en lecturas (a
veces excesivamente simples) ciberoptimistas y ciberpesimistas. Las primeras

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destacan que las TIC se configuran como un instrumento de socialización capaz de
activar políticamente a los públicos (participando de comunidades críticas,
vigilantes y participativas). Sin embargo, las investigaciones acerca del uso
tecnopolítico de Internet (en particular durante las campañas electorales) matizan
esta aproximación acercándose más a posturas entre el realismo y el pesimismo.

Al estudiar los perfiles de los cibernautas en relación a su implicación y


motivaciones para realizar prácticas políticas en red, la gran mayoría apenas
realizaba reenvíos de correos electrónicos. Solamente un porcentaje mínimo
realizaba prácticas políticas intensivas4 (Sampedro: 2011). Esta investigación
confirma en parte que la ciberpolítica sigue “la regla 90-9-1 enunciada por Jacob
Nielsen (…) que se cumple en todas las comunidades creadas: 90% son audiencia
pero no generan contenidos: 9% son editores o modificadores y opinan sobre lo que
los otros generan y solamente un 1% son creadores (Mozoncillo: 2010)

Superando idealizaciones y fatalismos interpretativos acerca de las TIC, debemos


indagar qué mecanismos de implicación política desencadenan flujos continuos en
la correa de transmisión de las redes. Hasta ahora, y como indica Pippa Norris
(2000) la exposición a los medios y la participación política forman un “círculo
virtuoso”. Aquellos ciudadanos con mayor interés en cuestiones públicas y más
compromiso cívico son los que consumen más información reafirmando su interés
e implicación política. La clave para la existencia de verdaderos públicos
autónomos, críticos y activos residirá en la implicación de los desafectos (no sólo
en relación a la política, sino también a la información). Mucho falta por desenredar
en los actuales ecosistemas comunicativos.

4 Para más información sobre esta investigación consultad: www. ciberdemocracia.es

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