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t svpnune| erpesery f BOTAT TOT ISaNily OGuynaa Introduccién 1, Politica, conflicto y pensamiento trégico {Osmo pensar la politica? ;Con qué instrumentos, con que categorlas, con qué racionalidad? Aqut queria proponer y examinar una cierta conjetura la de que el mundo de la tragedia (de la forma artistica que reconocemos con ese ‘nombre, del ‘pensamiento trégico” asociado ~aunque no necesariamente limi tado~ ala reflexi6n sobre esa forma) contiene un conjunto de claves de com- . prensiGn de las cosas que pueden resultar de mucha ayuda para un pensamien- to que se proponga pensar la polirca. ;Por qué? Pues porque la tragedia es un made de rraar con el conflicts, con la dimensién de contradiccidn y de antago- rnismo que presentan siempre las vidas de los hombres y las relaciones entre ellos, y esa cuestién del conflicto es también uno de los grandes problemas, tuno de los nicleos fundamentales de la politica. Aunque ponerlo as lo hace sonar todavia un poco ingenuo, o por lo menos un poco débil: deberiamos decir, mejor, que ¢l conflicto es un elemento “constitutivo de la politica’ (Lefort, {Permanece..2, p. 37, subt. mio), y que lo es en el sentido més radical de que _corstinaye su mina materia. Eso que sugeri, por ejemplo, Max Weber, cuando ‘aracterizaba al mundo de la politica como el espacio de esa “guerra entre los dioses” con la que ran vigorosamentealudia aa lucha entre valores enfrentados, ylo que, recogiendo los ecos de una vasta tradicién, puede afirmar hoy un autor como el filésofo italiano Roberto Espésito, cuando sostiene que “el conflicto, en toda su vasta gama de expresiones, no es otra cosa que la realidad de la politica, su factum, sa faticidad” (Espésito, p. 21). El conflcto, entonces, aparece en ‘estas caracterizaciones como la materia, el corazén y el nticleo irreductible de la politica (0 de “lo” politico: ya diremos algo sobre esta distincién), y éa es la razin que nos anima a sugerir nuestra hipétesis sobre la capacidad de la agedia y del pensamiento rdgico para pensar los fendmencs politicos. Porque, como decfamos, esta centralidad del conflicto es también la que define al mundo de la tragedia. En efecto: como observa Arnoldo Siperman, la ‘agedia -el sazro trdgico, de Séfoctes a Shakespeare: de Antigana a Hames constituye una forma de presentacién del conflicto que, partiendo de recono- cer tanto su inevitabilidad como it cardcterrefractario 2 cualquier forma de i 8 2 *nogociacion” (l conflito trigico, efetivamente, no et “tramitable”, ya que vn Goetfere a diferencias sostenidas sobre la aceptacin de un plso comin de slores compartidos, sino a litigios que se expresan en imperativos main veincompatibles), opta por exhibiro, por ‘poner en escenae® toda su des- weds crciera, en toda su insoportableieresolubilidad (cf Siperman, PP_ 9. 4p) La postlacisn de esa inevitablida e ireslubilidad del conficro © lo que dau fuerza alas grandes obras rigcas que han marcado singularmente la Sibjetividady el pensamiento occidenales. Lo que da su fuerza 2 Antigona, por ejemplo, cuyo nervoradica~como se ha dicho ants veces < ifcircuns- encia de que el enfrentamiento que sostiene Antigona con Creonve puede vunloese, elo simplemente porque no exit ning terreno comin que Tas prevnsone: maraes dea yo puedan encontrar. lo Aue da su fuerza ceatbign a la pieaa dela que aqui vamos 2 ocupainos: a Elamleh qué es la dane de alguien sometido a dos mandatos morales que tampoco puedes” contra ningin principio de resolucitn, supentcién o snttn porgue SO” radical- oes inreconciiabes. En efecto: Aunque nos ocuparemos de esto con maYO° wnidado, podemos decir desde ahora que si Hamlet “es alguien guts CORE Saat eno sabe lo que quiere” (Lacan, p- 93) porque no sabe a qué sjenema de valores, a qué cédigo moral, de los dos que se dispuran st alma, Gquere sr fil. Porque seme que clegir (yen este “renee ue legit”, veremos, ain el ncleo de la experiencia trgica) ence dos pautas de accién opuese “bas perfcramente “mores, pero corespondiene morals ddisrincasy mi- sezmenc incompatibls. La proverbial rresoluci6n de nuestro prinsipe © cet como algo més que un rasgo personal, més o menos parl6gie>, desu cer esl expresion en el corazn de su subjeividad atormentads, del principio dela contradiccin radical alrededor del cul se organiza la experien- cia de lo trdgico. Paro na experiencia de lo eign, deciamos, se manifiesta no so en Ut conjunto de piers etrale como Eas qué acibamas de mencionin 0 00> tide en un to espectic de pensamient, al que costesponderi mas Por lo tanto, “pensamienta trégico", y que podsla definirse como on pensamiento Gque (como el del propio Weber, pero también como les de Sigmund Freud © Siti: Benjamin) “acepaceflxionar sobre el mundo reconociendo en ¢l de tino de conflicto ireductble” (Siperman, p. 36). Un pensamiento qus iene de ory corte Eduardo Gries refréndose al dialécica negativs’ de Hee Teo Wr Adorno, sn duda una delas formas més sugerentes que este “Pen samicnvo trigica” adopta en [a losofia dl siglo xx~"el movimiento Pees sremonflicto agnio sin superacion posible, sin Aufhebung” (Grines, “La “ experiencia". 6). hor bien: ya que de aude alo qu eiaoe ei ln exstencia de esos mbites de conflict exacament lo que define l a ere Sa naentecena tesa Eran es named gun vient capaz de convivccon el confictoy de tatar de pensar en a parts dey so apo deni macho mens cone ena medi capa aperas de oto modo “end ave os sees humans dominados por la rtradiccién, por cores desdoblamienos, por las exgencias encontrar de tsimienorincompales(Siperman, 20), es un ipo de aes especialmente apt pars el estudio de lo ferémenos potions Esse sitar ra que presentarla del modo més general posi is pring fe gu prs del modo md ge al posible, la tesis principal que me 2, Filosofia politica y tragedia *.-ponerencuein I axioms impentada dea flo ss del plc mde ceo de se comin mn orden oun soni ome hovonte ecco vite de la pois eb table optimism |e pol espns opin de pn ue lo cofios dele Francisco Patatven De tor alos necro puna deo conens un ren vio, quees la muy antigua antpata quelatradici fosfcaocidentl, desde ti n flosdfica occidental, des su grades exo findadoes ha manfesado hac undo cheapelny dele trgio. De Plat en adelance en efecto, las ness mayores de xs rad Cin shan empetado, nosso en desaifear de modo muy jane ala ee th sin inca en fandar a posed mina den poarion Hesse ee ma de un pensamientofilossfico pee -samiento propio de ese mundo. Sifuéramos a hace tl ator de a Repablen,dbecaos pcs» ben enuniers Rec ee, imac mst mirada al eonunto de imdgenes~imdgrne sisal, es de: pine roi del wie da pr sgn senna spincon aver tations nett pnsamieno cn cul de fl Neon de acini del ge a tia emai ~ to, no le pareca en absoluco gravosz. En ese derlumbrane libro de 1870, Nicaiche sbrayaba la ndialcontaposcié eae Sean scot ee, 15 viejo Séerates)y la forma superior y verdadera del conocimienso que A Spinign proponia entre los griegos el arte trigico, Pero esta contraposict) que Nictsche localiza en un momento muy particular de [a issorle dela aN Truceibn de los grandes modos de pensar en Occident, y cuyo desenlace Se aniquilacin dela tragedia (Forma superior del arce “entre los griegos de la Gpoca mejor, mis fuerte, més valiente” [Niewsche, p. 26) bajo! peso del crrsnalisme cient y filosfico, nos reduce, sin embargo 2 es paticlat saesnto histico: “Sila tagedia antigua fue sacada de sus rile pore ins Tinto dialéctico orientado al saber y al optimismo de la ciencia” -sosriene Nicesche-,*habria queinferir de este hecho una lucha eterna entre la conside- actin tebricay la consideracién rica del mundo” (p. 140), ‘Una “luchy eterna”, entonces, entre la consideracin tebricay a considers cin eigen dels coss. Ente I losofay la tragedia. Extatemos obligador a tomar partido en esa antigua quetll? Me gustaria antcipar desde ahors -y justficar en el curso de esta misma “Incroduccia"— una respueste negie2 4 seta pregunta, aunque por supueso no debemosapresuraznos a despreciat d problema que el entusiasmo ant-daléctico, antclosico, and-reSrice de Riesche nos plantea. ¥ que resulta especialmente pertinente cuando se erate como aq ze tata~no ya de contraponet una “consideracién tebric”’ y una cConsideraci6n trégiea” del mundo en general, sino una consideracion tebrica Y crerconsideracién trigica del mundo politica en particular. Porque, en efecto, tren relacién con el mundo politico, repitamos, que queremos preguntarnos pot as posbilidades rearivas de a losfla y del pensamienco egico, 6&2 preocupacién la que nos levs hace ut momento a destacr [a especial perti- ermia de exe iltimo para enfrentar lo que, dijimos, consttuye uno de los aranentsconsttutivas dela politica: el conflict. En cuanto ala flosofia po- Hides (ale filosofla politica insistamos,racionalist, “socrstica”, “dialectics ot eta aque zo nos ferns), su relacion con eta cuestiin fundamental del 2soflicte es muy distinea. En realidad, opuesta. Porque si el pensamiento eé- ico es.un tipo de pensamiento que parte de aceprar el carcter irreductible det Be fits en Ta vida de los hornbresy en las relaciones ente ellos, la flosofia politica que hereda el rechazo socrticoy platnicoal universe del gic

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