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LA ZORRA Y LAS UVAS

Había una vez una zorra que estaba tomando un descanso bajo una bella viña.
De pronto le sonaron las tripas del hambre y le dio por elevar la mirada, para
descubrir un bello racimo de uvas que colgaba en una de las plantas más bellas.
Pensó que aquellas uvas serían un espléndido alimento.
Así la zorra se dispuso a tomar las uvas, pero había un pequeño problema. El
racimo que queria, y otros iguales de bellos, estaban demasiado alto como para que
pudiera alcanzarlos.
De ello se dio cuenta apenas dio tres saltos. Por mucho que intentaba, apenas se
acercaba.
Incluso cuando buscó algo para apoyarse y ganar un poco en altura, vio cómo
todo su esfuerzo era en vano. Siempre se quedaba unos centímetros por debajo, lo
suficiente como para que las uvas siguiesen embelleciendo la planta.
Tras mucho intentarlo la zorra desistió. Sin embargo, se percató que un pájaro
había contemplado toda la escena de su esfuerzo desde lejos. Esto no le gustó, pues no
toleraba el fracaso ni mucho menos ser burla de los demás, razón por la que se
inventó una excusa y le dijo al ave:
-Intenté con esfuerzo bajar esas uvas porque pensé que estaban maduras y serían un
plato delicioso para un paladar exclusivo y refinado como el mío. Sin embargo, a
medida que me fui acercando con mis saltos me di cuenta que no estaban maduras,
sino verdes, por lo que ya no encontré motivo para ello, pues no me interesa comer
uvas verdes. Sólo por eso dejé de saltar.
Y de esta forma, con su orgullo en alto, la zorra dio la espalda al ave y
emprendió camino, segura de que no probó las uvas no por su falta de esfuerzo, sino
porque dejaron de interesarle y ya.

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