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Jean-Louis Déotte

¿Qué es un aparfato estético?


Benjamin, Lyotard, Ranciére

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Jean-Louis Déotte

¿Qué es un aparato
Registro de la Propiedad Inrelectual N" 215304
ISBN : 97 8-9 56-84]' 5-47 - |
Imagen de portada: Fotografia realizada por Rodrigo Maulen al montaje de Claudio
estético?
Correa titulado uPerdidos: Ties crónicas de una ¡ehabilitación conducual masculiru»,
Trienal de Chile, Santiago, 2009
Diagramación y corrección de estilo: Antonio Leiva
Benjarhin, Lyotard, Ranciére
Diseño de portada: Carola Undurraga
taducción: Francisca Salas Aguayo
Relectores de traducción: Adolfo Vera y Nata.li¿ Calderón

Tiaducción: Francisca Salas Ag-uayo


Impreso por Salesianos Impresores S. A.

O LHarmattan, 2007
@ ediciones / metales pesados
ediciones@metalespesados.cl
www.metalespesados.cl
José Miguel de la Barra 460
Teléfono: (56-2) 632 89 26

Santiago de Chile, abril2012

Estc libro, publicado en el marco del Programa de A¡.rda a la Publicación (PAP) Pablo
Neruda, ha recibido el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, de la
llmbajada de Francia en Chile y del Instituto Francés de Chile.

Sc ,rgr.rdccc cl patrocinio de h Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Andrés


llrllo, en cqrccia! .r h gcsrión cle la doctora Cecilia Aguayo, y a Macarena Sales en su
:r¡x,y,, crr l:r ¡rr inrcr:r trrnccciór. Gd¡G¡onGs / mGt0lGs [Gsolos
índice

1. ¿Existe lo «sensible puro»?, 7

2. El déjávu........ 35

3. Walter Benjamin, la cuestión de la técnica y el cine................

4. De la diferencia entre un desacuerdo y un diferendo


(Ranciére-Lyotard)

5. El fundamento de la política y el arte: la cosmética................ 117

6. Breve glosario a modo de epílogo.. 135


<Luego de la publicación de un manifiesto, la revista en
línea nParis-art.com,, dirigida por Andrés Rouillé, planteó cier-
tas preguntas a J.L.D. La primera examinaba la tendencia más
reciente en la pintura: el regreso a lo nsensible puror.>

J.L.D.r Lo nsensible puro» es una realidad que no se puede


concebir más que poniendo entre paréntesis todas las relaciones
del arte con la técnica; ya sea la técnica de una obra específica,
la del artista, la técnica de reproducción ¡ cómo no, de todo el
conjunto de los aparatos'de las artes. Pero consideremos ahora
la problemática del arte. Es sólo a partir de fines del siglo X\4II,
siguiendo el Romanticismo de Iena, de los hermanos Schlegel, de
Schleiermacher (al que sólo recientemente se Ie tradtio st Estética
en Francia), y de Novalis, entre otros, que la pregunta por el arte
se hará efectiva en cuanto tal. Pero ya incluso antes, en Kant, por
ejemplo, el .juicio estético no trataba sobre el arte, sino más bien
sobre un objeto de naturaleza coleccionable. La parte estética de
la, Crítica de la facultad de juzgar
termina con una reconsideración
relativamente académica sobre el sistema de las bellas artes jerar-
quizadas según la oposición tradicional Forma/Materia.

' (N.T.) http://revues.mshparisnord.org/appareil/index.phpiid= 1372 (revista

dirigida por l.L.D.).


1 (N.-1.) Appare;lkge. fn el texto se ha traducido intencionalmcnte por uapara-
t,r,, .r pesar de quc cn el francés corrcsponda a un adjctivo y en el español a un susttn-
rivo. Iil .rutor ha prcfcrido una rLaducción más asequible al icnguaje corrientc, antes t1e
invtrrrrrl rrrr edlcrivo cxtrriro r nrresrla lcngue.

()
Lessing, tan sólo poco tiempo antes, introduce e¡ st Lao- fuerte, teleológica o pollticamente hablando; nivel de análisis en
coonte la noción de «estética» en el sentido que lo entendemos el que se queda M. Heidegger6 (El origen del k obra dz artd).
actualmente, es deci¡ emancipando a las artes del espacio (esen- Cuando nos interrogamos, como lo hace Greenberg y mu-
cialmente pintura y escultura) de su dependencia tradicional a chos otros, sobre la esencia de la pintura, de la escultura, de la
la poesía, deviniendo ella misma el paradigma de las artes del música, etc., no debiéramos jamás olvidar aislar una suerte de
tiempo. Lessing marca asl el 6n de las antiguas «cosméticasrr, en «trascendental impuro, (Adorno), necesariamente técnico e ins-
la medida que introduce la distinción enúe una obra destinada titucional, el cual abre la puerta a la pregunta Por el arte que está
al culto y otra librada al juicio estético, por el solo hecho de su en el corazón del urégimen estético del arte» en el sentido de Ran-
exposición museal. Toda la estética alemana después de la mitad ciére. Podrlamos caracterizar dicho aparato diciendo que éste no
del siglo XWII es, de hecho, una estética del museo, desde -ü7inc- inventó el arte, lo que seria una insensatez constantemente des-
kelmann hasta el Lecciones sobre la estétic¿ de Hegel, pasando por mentida por la experiencia (el arte no depende del consenso de los
Hólderlin, etc. Lo mismo ocurre en Francia para la crítica de arte expertos), sino que aísla la nmateria» del arte, si queremos conser-
de Diderot o para la escritura histórica de Michelet. var este término tan marcado por el hilemorfismo aristotélico.
En nuestro hbro El museo, el origen de la e*hica5 (1990), 'Iomemos un ejemplo externo a las artes plásticas, en la mú-
intentamos dar cuenta del hecho que la pregunta por el arte no sica contemporánea: si el usonido, es el elemento minimo de la
es posible más que por la institución de ese aparato espacial quc música y ya no [a nnota,, después de la omúsica concreta» de la
llamamos museo, ya que éste suspende, y pone entre paréntesis la posguerra, podemos comprender por qué el estudio de la músi-
destinación cultual de las obras, es deci¡ su capacidad cosmética ca es indisociable de la invención reciente del magnetófono, asl
de hacer-comunidad y de hacer-mundo. A partir de él las obras como de los dispositivos técnicos de grabación, la producción
son suspendidas (con la uiolencia de la epochi)y pteden ser por pri- electroacústica del estudio, el disco, el CD, etc.
mera vez contempladas por ellas mismas, a condición, como bien Además del museo y las artes plásticas, el nrégimen estético»
lo señala Benjamin, que uno se mantenga a tres metros de ellas. no habría sido posible sin la invención del patrimonio por Qua'
De ahi podemos desprender la idea kantiana de un juicio estético tremlre de Quincl, sin una relación diferente con las ruinas, sin
necesariamente contemplativo y desinteresado, porque ya no está la idea romántica de u,na, Symlixerar r que supone la noción de
en juego mi existencia en la obra (así, el arte ya no es para el hom- biblioteca, de la que Flaubert hará la demostración magistral con
bre), pues mi existencia no depende de la obra, lo que habrla sido la Tentacións y sobre todo con Bouuard 1 PécucheP.
el caso si ella hubiera sido obra de culto, «cosmética,, en senrido 6
qu un objet de musée? Heidegger er la déportation des oeuvres d'art
"QLiest-ce
(l'cxposition de la madone Sixtine de Raphaél)". Et Anthropologie, art contemporain et
-' lNJ-¡ C^**rqza Tal concepto retoma dos connotaciones: orden y belleza, zzrlc R. Somé (ouvr Coll.), IiHarmattan, París, 2007.
subyacentes en el primigenio signiÉcado de áastnos: armo¡ía. / Heidegget, M., Arte poesía FCE, \958.
a 1
Hegel, G.\MF., Zerda nes sobre estética, Madrid, Akal, 1989. 3
5
Flaubert, G., La tentación d¿ S¿n An¡onio, Madrid, Cáted¡a,2004.
l)éottc, Jean,Louis, Lc Musée, lbrigine de la esthétique,LHarmattan,1990. 'r lilrr¡lrerr, (]., I]ouuarl
lt Péruchet. Barcelona, Backlist,2008.

lo
Antes que ser una relación entre lo decible y lo visible, como hay que representar según los cánones del aparato perspectivo. Su
lo escribe Ranciére (Malestar en la estética\o), el nrégimen esté- programa ha sido establecido, básicamente, ya en Della Pictura de
tico del arte, supone una revolución de la sensibilidad común, Alberti, donde se señalaba que el aparato perspectivo establece las
de la participación en lo sensible: un reconocimiento implíciro reglas de construcción legítima de toda escena de representación.
que admite la igualdad en nues¡ra facultad de juzga¡ lo que su- El aparato es ontológica y técnicamente primero, no es I'istoriaqtse
pone una misma facultad de juzgar para todos. Todos pueden hace posible su surgimiento. Por lo tanto, es a este nivel que nos
juzgar con independencia de su pertenencia social, ya se rrare de distanciaremos de Rar.rciére: no debemos poner la ucarreta delante
obras artísticas (exposición del Salón Carré del Louvre a mitad de los bueyesr, hipostasiando I'istoria sin tener en cuenta el aparato
del siglo XVIII), o fenómenos políticos pasados y actuales (Re- técnico, que la hace posible como representación. Hay por eso una
volución Francesa). Nuestros aparatos modernos no inventaron negación de la técnica en Ranciére, como la había en Deleuze y
la igualdad, sino que, de manera paradojal, ésta fue encontrada/ en Lyotard y de una manera general en todos los fenomenólogos
inventada por ellos. Los aparatos modernos configuraron la sensi- del arte. Ahora bien, si I'istoria respeta las reglas de la poética aris-
bilidad común. En ese sentido, sólo si seguimos esa aproximación totélica, es decir aquellas de la mimesis e¡ un sentido fuerte, si la
podremos descubrir un hacer-mundo y un hacer-época. encontramosr según Ranciére, como el ob.jetivo de la tragedia de
Sófocles, como motivo en el arte del Renacimiento, pero al mismo
<Se dice frecuentemente que no hemos esperado el fin del tienrpo en el corazón de k Fábula cinematográfcalt en Hitchcock,
siglo XVIII para hablar de arte, que éste existía ya en el siglo I'istoria, y más ampliamente la f,íbula, no es un concepto discrimi-
XWI, quizás anres en ltalia, en las academias llamadas de bellas na¡ivo y no puede por 1o mismo hacer época. Lo que hace época
artes. En el caso de Francia esto puede verificarse con la querella son los aparatos que la ponen en escena y, de manera general, los
del ucolorismo» (J. Lichtenstein: El eolor elocuente, l9g9).> aparatos que respetan el principio de la rampa tan esdmado por S.
Daney. La rampa instaura la división entre representantes en esce-
Pero estos debates sobre las técnicas, sobre las relaciones di- na (actores) y los representados (público) dentro de [a sala.
bujo/color, sobre los contenidos, etc., sólo son posibles porque los Los artesanos que devinieron artistas a partir del siglo XV
académicos comparten las mismas certezas (que hacen época), la pudieron sostener tales debates (es lo que cuentan las Vidal2 de
de la representación en un sentido amplio; es deci¡ que las artes Vasari), pues compartian la misma creencia en la destinación
deben convencer y persuadir a los hombres, que es necesario entre- de su a¡te, ya q\e utilizaron apdratol3 de manera semejante.
tener a los otros. Además, esta necesidad social y política, que ana-
liza Ranciére en nombre del «régimen representariyo de las artesr, rr R¡nciére, 1., La cinématographitlue, Paris, Seuil, 2001. (Tiad. esp. Za
litbk
admite que estos académicos comparten las mismas exigencias: .filtnla t'irtn*ngráfta. Refexiones sobre la fcción en el tine, Ba¡celona, P¿idós, 2005).
lr Vasrri, (i., Vid¡ de los mtis exrelentes pintores, escabores 1 arquiectos, Ba.rcelona.,
Ocrr,rno.2(X)0.
Lr)
I{anciérc, J.. Mnkic dan: I'estbétique, parís, Caltlée,2004.
" (N ; 1.),4 ¡ p,r,ei tt,, i e, t.

t.) IJ
En este sentido, compartían la misma cosméticata (en el senti- aunque después del Renacimiento, esta norma legítima será la
do fuerte del término, en ranto orden según los principios del de la representación, la cual se encuentra separada de 1o que la
cosmos); es deci¡ participaban de la misma convicción, según la hace posible o visible como objeto. Por consiguiente, entre estas
cual una misma técnica del aparecer debla estar en el corazón normas no pueden existir más que diferentes cosméticas en el
de su saber-hacer para crear una comunidad que pudiera co- sentido de El diferendotT (1983) de Lyotard: ningún tribunal las
nocer sus expectativas. Sin embargo, no podían tener debates puede zanjar, de donde surgen frecuentes luchas a muerte. Esto
relevantes, sobre aquello que nosotros llamamos estética, ya que no guarda relación con las querellas estéticas provocadas por las
en el momento en que el arre enta en la época de la estética, el vanguardias. En efecto, las cuestiones efectivas de la presencia
público destinatario es desconocido. Cada nueva obra es (ale- de Dios dentro de la imagen, o de Dios como imagen, como
góricamente) dejada a los pies de un público que no existe, al representación, de su ausencia, o de su retiro de lo sensible, etc.,
cual deberá sensibilizar para que la reconozca como obra de arte. con evan divisiones radicales en el seno de dichas comunidades.
Existe en tal hecho un círculo. En este contexto, la pregunta por Estas divisiones ponen en juego, a su vez, una serie de aparatos
el arte conlleva la del público, de donde nace una crisis perma- teóricos y prácticos, y de instituciones, porque en cada caso es la
nente de adecuación entre arte y público. A riesgo de ser mal definición del ser-comúnr8 que está en juego; la de la sensibilidad
interpretados, podríamos decir que los debates entre los artisras común, y en consecuencia, del ser cualquiera (la singularidad)'
nclásicos, eran fundamentalmente ncosméticos», porque estos En el caso de la norma de la encarnación (para los géneros del
debates, idealmente, podían ser zanjados por un tribunal. De discurso, la revelación), no puede concebirse el ser-común mas
ahl la necesidad de las academias para zanjar los litigios entre los que como un cuerpo, en el caso de [a representación (para los
artistas. Por lo tanto, las diferentes nquerellas sobre la imagen, géneros del discurso: lo deliberativo) como un objeto idealmen-
(querellas en Bizancio entre iconoclastas e iconódulosr5, que- te racional (la política deliberativa). El error de algunos iconóf hs
rellas entre Reforma protestante y Contrarreforma católica)16, actuales sería poner la encarnación por sobre la representación,
no conciernen a la estética en nuestro sentido, sino más bien a o criticar [a representación en nombre de la encarnación (es el
la onto-teo-cosmética, qu.e es un modo de la técnica en un sen- caso de una parte del pensamiento de Levinas), querer en térmi-
tido amplio. Por lo tanto, todas tienen en común el suponer nos politicos que las sociedades que llevan a cabo legítimamente
una norma para la imagen: la encarnación o la incorporación; el ejercicio de la división (en nombre de la democracia) se encar-
nen dentro de un cuerpo (totalitarismo).

'a 1N.T.¡ E i.,. r.," palabra en español para rraducir este término, pero no se
acerca al senrido del autor Para resguardar el sentido original debemos recordar su l7 (N.T.¡ P^r, r.rg"".dar el sentido jurídico hemos preferido, por consejo del
¡elación con el hosmos. autor, traducir odiferendo,, aunque en Ia edición de Gedisa ha sido uaducido como
15
Mondazain, M.J., Zirz age, ic6ne, économie: les sources blzantines de limaginaires .diferencia,. Lyoard, J.F., Le d.ffirezl, París, Editions de Minuit, 1984. (Trad. esp. Ia
tontrmporain, París, Setil, 1998. tl{trenci a, Barcelom, Cedisa, 2008).
Lr' (i)r¡sin;¿, F., Lt |
" {N.-f .) Ítre - cn¡"- b 1".
¡eintre Chretien. París, LHarmartan, 2001.

t4 l5
<¿Desviar la mirada de las condiciones técnicas de las artes diseminación y su polisemia nos muesrra que el dibujo no estuvo
no será una manera de hacerlas desaparecer?> solamente sujeto a la geometría, como lo escribiera Lyotard. En

Son los aparatos que otorgan propiedad a las artes y les impo- efecto, el disegno en los autores de Tiatados de la época, a partir
nen su temporalidad, su definición de la sensibilidad común, así de Alberti, pasando por Vasari, hasta Leonardo, abrirá un campo
como de la singularidad cualquiera. Son ellos los que hacen época semán¡ico irreductible al concepto. El campo del disegno es aqtel
y no las artes. Esto implica acabar con la pretensión de establecer del esbozo, de la huella sobre el papel, del trazado que configu-
un conocimienro sobre la imagen, una semiología general de la ra una figura, del contorno que puede devenir sombra, casi un
imagen; como si pudiésemos, en efecto, comparar las pinturas de colot una figura acabada, un archivo, pasando por el signo de
Lascaux y los dibujos de Magritte. Lo que importa, en este senri- designación, casi-lingüístico23, hasta el des(e)ii1; es decir., desde
do, es el estudio de la imagen y del soporre, o bien de [a superficie el proyecto hasta la idea a priori intúda por el genio del artista,
de inscripción (Lyotard: Discurso en una perspectiva casi platónica. Vemos entonces que no se trata
1fgurate,197l). Un ícono bi-
zantino, por ejemplo, obedece a un programa onto-teo-cosmético, de un ma¡erial gráfico, opuesto al colo¡ que invade brutalmente
que es necesariamente técnico, no se produce un ícono como se todo el campo de lo pictórico. Inversamente, el aparato perspec-
pinta una ciudad ideal de Italia del siglo XV De esta manera no tivo no puede ser puesto en obra, expuesto, dispuesto, teorizado
reducimos el arte a sus materiales (línea, colo¡ etc.) que tomarán para entregar el máximo de su porencia consrrucriva) con roda
forma gracias a los aparatos que han hecho época. Debemos hacer legitimidad, sino que gracias a la perspectiva que es trazada so-
la crítica al hilemorfismo aristotélico (es deci¡, a la metaflsica tra- bre un muro para un fresco y especialmenre en un papel que
dicional que, oponiendo materia y forma, no concibe la materia contiene todo lo inacabado. Ésta trabajará especialmente para la
más que en vía de formación), crítica que desar¡olla Simondon2o. memoria cultural y la t¡asmisión dentro del taller. Por lo tanto,
Debemos ser particularmente sensibles cuando afirmamos que las no podemos distinguir el dibujo del aparato más que poi razones

artes siempre aparecen configuradas por los aparatos2r. Sin duda, de análisis. El disegno fue incluso la condición de demostración
el arte del dibujo fue esuucturado por aparatos, por la imposición del aparato como también de la exposición de todo problema
destinal de la perspectiva a partir del siglo X{ en este punto el di- geométrico (lo que supone una pregunra más fundamental, como
bujo devino indisociable de este aparato. tnemos prueba de esto bien recuerda Stiegler2s, y que refiere al soporre del pensamien-
en Italia, con el nacimiento de la noción de disegnd2, que por su to. ¿Pudieron los griegos inyentar la geomcrría si no la hubiesen
D Lyotard,
J.F., Discours, Figure. París, Klincksieck, 2002. (lrid. csp. Disrur:o 1 2r
Mari,,, L., De l'en teticn, Patls, Minuir, 1997.
y'grrra, Barcelona, G. (lili, 1979). (Tésis doctoral dirigida poL Mikel Dufrenne). r4
20
1N.'t¡ et autor jucga con la palabra dibujo (/rurlz) e inrención o propósiro
Bárrhólémy, J.H., Penser I'indiui¿Juation: Simondon et la phibsophie d¿ la na (r/ardz). I'or cjcmplo, cn el siglo XV el /ór3z¿ en ftali¿ alude a un dibujo, pero ram-
rzre, París, LHarmattan, 2005. biór a rrn objc«r.
21 rr Sricglcr, B., La
¡N.T.) Appareill;s. *tlnique et le temps. Vol. l: faure d'Epiméthóc,, Vol. Il:
22
Ciarauino, .J., I-ln art paradrxtl: la tntion rle disegno en ltalie (at XV
"La
et XVti), .l.rr tlésoricnrurion,, Vrl. III: .l.e remps du cincm:r er Ia quesrion du mrl étrc,, París,
1)r¡rís, I- H¡rmrrtan. 2004. ( ixlil(i.. l r)¡)8-200 l.

l(,
t7
trazado en el suelo, como Io supone el Menói6 dePlatón? El pen- crítica, cs la de dispositivo, en particular en la descripción de
samiento, para devenir un conocimiento, necesita de un soporte, las instalaciones, para definir nuevos regímenes de visualidad
de una inscripción exterior, que, en un segundo tiempo, será inter- del arte.>
nalizada. No existe conocimiento sin soporte, ya que éste permite
la con6guración del pensamiento, que, sin é1, es inaprehensibie, Ciertamente, el udispositivo, debe su fama a Foucault, en par-
como bien lo mostraba Fiedler). Tiatándose del aparato perspec-
tivo, el disegno es entonces actualización del aparato y producción una concepción bastante paranoica de la sociedad. En Foucault,
necesaria de este acto, que recurre a un soporte indispensable: el el dispositivo une dos series heterogéneas: el sabery el podrr Esto
papel. No podemos imaginar el disegno sin el papel; sin embargo, es un tanto insuficiente para fundar una estética. Sin embargo,
su condición escapa a la simple condición de material. El papel, en hay que tener en cuenta una deuda a su trabajo: es sólo luego de
este sentido, obtiene su supremacía gracias al aparato perspectivo y Historia ¿le la locurzls que se puede establecer la relación entre una
no a la imprenta. El disegno se encttentra entre el aparato y la obra: institución y un sabe4 es decir, una definición ontológica de la sin-
su temporalidad no puede ser más que compleja. Los aparatos que gularidad, solo por medio de ella podemos elaborar las relaciones
hemos analizado (perspectiva, cámara oscura, museo, fotografía, entre museo y estética. Conservemos por el momento la idea de
cura analítica, cine, video, etc.) tienen en común el ser iD
rolyectiuos, una relación entre las artes y los saberes (la estética teórica y la
y es en este sentido que podemos concebirlos como plenamente historiografia del arre para el museo). Los saberes y las artes están
nmodernosr. Asimismo se diferencian de los aparatos sometidos siempre configurados por los aparatos2e, por medio de dispositivos
a la norma de la encarnación y de los aparatos más arcaicos, ya técnicos epocales. En principio, la noción de aparato conlleva Ia
que éstos se encuentran sometidos a la norma de la marca sobre función de ohacer seme.janter, de uemparejarr: de comparar lo que
e[ cuerpo y sobre la Tierra (y para los géneros del discurso, de la hasta ahora no era más que heterogéneo. Es así que para los nmo-
narración o del relato). Estos aparatos omodernos, son posible- dernosr, desde el Renacimiento, los fenómenos no son conocibles
mente los aparatos por excelencia porque podemos analizarlos en sino en tanto que objetivables (representables) por medio del apa-
su representación) ya que conseguimos ponerlos concretamente rato perspectivo que introduce un espacio de recepción cuanti6-
delante de nosotros. Poseen entonces una dimensión de prótesis cable, homogéneo, isotópico: racional. De donde surgirá la nueva
que no tendrán aquellos que les sucederán, y que ineruan perfecta- fisica, a partir de Galileo y los principios de la razón de Leibniz.
mente el cuerpo, deviniendo asimismo invisibles.
27
Foucault, M., Surueiller et punir, París, Gallima¡d, t975. (-Iirad,. esp. Vigikry
castigar: el nacimiento de h pnsión, México, Siglo XXI, 2009).
<Otra noción que pareciera tener más importancia dentro 28
Forcault,M., Histoire de lafolie á l'fue clasiqae, Paris,
Gallimard, 1976. (Trad.
del campo de la producción contemporánea como en el de la esp. Historia de h kcu¡¿, México D.F., FCE,2006-2008).
2e
(N.T.) El aucor juega con la noción de app areilhs, ya qt¡e ésta gtanla por una
16
Platón, Diálogos. Obra completa en nueve volúmenes. Volumen II: oGo¡gias. parte trna relación con su resis centralsobre el appareil (apararo), como por oúa con su
Menéxeno. Eutidemo. Menón. Crárilo,, Madrid, Gredos, 2003. signilicado común que es uemparejado,, oigualado,.

l8 t9
De la misma forma, Ios artistas (pintor, esculto¡ arquitecto, de construcción que serán pensados según el Reino de ks ldeas, asi-
etc.) no podrán representar el mundo e inventar nuevas figuras milando Ia Idea con la Forma, y por consecuencia el componente
más que sobre esta base. Desde ahí, como 1o hemos señalado an- a una ma¡eria a Ia cual se le da fo¡ma. El hilemorfismo moderno

teriotmente, el privilegio del dess(e)idu como proyecto, esbozo, se reconstiruye claramente desde alll. Lo que habría que restituir
razaáo y delineación acabada de una figura, y la subordinación ahora sería la noción de uaparato, anrerior a este pasaie.
del color, sobre todo en Florencia (en menor grado en el caso de Lo que sabemos de los constructores medievales es que el
Venecia). Sabemos que el aparato tiene también como sentido la proyecto no se disociaba del acto; yendo a su ritrno, fase por fase,
solemnidad, el adorno, etc. Es ridículo criticar la «estetización» adaptándose a las dificultades encontradas y a los nuevos destinos,
de nuestro mundo. Cada época configurall el fenómeno gracias Io que implicaba una flexibilidad impresionante. No estamos en
a un aparato, transformándolo en digno de aparecer. Cada socie- el mundo de las ldeas, de las Formas, del Concepto ni del dibujo
dad posee valores estéticos diferentes, dado que las singularida- previo (en efecto, los dibujos pudieron servir para explicar el pro-
des dan lo mejor de ellas mismas al aparecer unas frente a otras ceso a los compañeros). De una cierta manera, a excepción de los

dentro de la esfera pública. La moda siempre estuvo a la moda' tratados del Renacimiento (traxadistica),la práctica debió mante-
Podríamos continuar en Ia perspectiva de la ética platónica, ya nerse igual, lo que supone una interiorización de procesos cogniti-
que si ser bello es ser bueno (bello y bueno), visión que respeta vos muy complejos: mentalmente, el arquitecto jefe de obra es ca-
el principio de empare.jamiento3z, estos sentidos no los posee a paz de proyectar (proyección, elevación, rotación) una 6gura bidi-
su vez el udispositivor, e[ que sólo puede uponer a disposición' o mensional en las tres dimensiones del espacio, lo que implica que
udar poder sobrer. es cap¿rz consrantemente de invertir (trocar), y por lo mismo de

Por otra parte, el té¡mino <(aparato» pertenece a la práctica establecer sob¡e el suelo una suerte de patrón de piedras, ya, corra-
de la arquitectura, erudita o popular. Por un lado, los nmateriales' das, en función de su localización ideal. En ese sentido, la práctica
son vueltos semejantes para ser realmente unidos, por lo tanto el de la construcción es siempre proyectiva, como lo demuestran los
tallado de la piedra será objeto de tratados de arquitectura (este- dibujos de la arquitectura egipcia. El aparato perspectivo llegará
reométrica), las piedras serán preconcebidas antes de ser talladas a partir de Brunelleschi (concretamente) y Alberti (teóricamente)

en perspectiva; es más, como en épocas precedentes, el edificio a fijar (este término es muy enérgico, ya que se trata de sujetar la
construido deberá ser bello y los comPonentes de un muro dis- proyección al punto de fuga, que en Desargues no es otro que el
puestos en orden. En el seno del disegno (de los siglos XV-X!T) punto de vista del sujeto) este primer proceso constructivo indi-
asistiremos, como consecuencia del neoplatonismo, al que se le solublemente práctico y cognitivo, el cual no nos parece depender
suma el aristotelismo medieval, a una dependencia de los procesos de un hilemorfismo cualquiera. Podemos suponer que en el fon-
do de toda puesta-en-obra de aparatos proyectivos o perspectivos
30 (N.T.) l)ibujo-inrención.
tt (N.\.) nmodernosr, siempre encontraremos tal anclaje; momento en que
,4p?,tt"ilk.
| (N;1.) At't¿fti/k!?. no sc clistingue la F'orma de la Materia.

.10 2t
Pero por sobre todo, lo que distingue al dispositivo del apa- de yacaciones por el azul penetranre y gélido del cielo, este afec-
rato es que solamente el segundo inyenta/encuentra una tempo- to quedó infigurable, ya que no tenía los medios técnicos, lin-
ralidad; por lo tanto, el análisis de la temporalidad será él mismo güísticos, para simbolizarlo. Le será necesario, de cierta manera,
sometido a la condición de los aparatos. Si uno no se interesa más devenir ciego para, habiendo aprendido la pintura, ser capaz de
que a la temporalidad del dibujo como arte, en cierta manera llevar ese azul sobre una tela. Entonces, el azul será algo más que
como lo hace Derrida en Memorias de cie§3 (1991), entonces cualquier azul de paleta. ¿Cómo no ver aqul que la estética de
se insistirá en la no-inmediatez del dibujo y del motivo, ya que Lyotard con6gura3T la pintura según los principios y la tempora-
dibujando, el dibujante no puede más que mirar su mano ac- Iidad (po*erioridad, nachtriiglichkeir) descritos por Freud para el
tuando y no el motivo externo. Para dibujar, e[ dibujante debe aparato psíquico?
cegarse: no mira¡ el motivo. El dibujo estará siempre atrasado Si, por el contrario, me intereso únicamente a la tempora-
con respecto a la actualidad del motivo: entre el acontecimiento lidad del aparato perspectivo, siguiendo la descripción que hace
del motivo y la inscripción de la huella hay una demora: la tem- Albe¡ti del dispositivo geométrico -donde lo textil tiene un lugar
poralidad del dibujo, en resumen, es aquella de la posterioridad preeminente, ya que todo dentro de la pirámide visual es hilo, es-
(nachtaglichkeit) freudiana. Es aquella, por lo tanro, que encon- bozo, corte, etc.-, entonces yo reduciría la temporalidad a aquella
tramos cuando queremos describir e[ tiempo: queriendo describir que inventa Albe¡ti: un cuadro no es otra cosa que un corte en
T,, no puedo hacerlo más que disociándome, condenándome a la pirámide visual, dicho corte no puede ser más que instantá-
Tr. Tiatándose del dibujo, la estética de Benjamin irá más en el neo. Resumiendo: e[ aparato perspecrivo inventa una tempofa-
sentido de un retorno sobre sí de Ia (misma) mano, que en un lidad inaudita, que corresponde a la, del instante, muy diferente
primer tiempo flechó al animal y en un segundo lo esbozó en la al inñnito corte del continuam del movimiento, bien conocido
pared de Ia gruta. Esta duplicación reflexiva podemos nombrarla de los antiguos griegos; algo completamente distinto, ya que la
mímesis originaria. Es para é[ [a condición del gasre;.r artístico, gra- espacialización del tiempo supone una racionalización (articulada
fijar el fujo infinito
cias al cual una forma artística, estable, puede en e[ centro de Ia Metafisica de Descartes y de la nueva física de
de la percepción como lo mostraba Fliedler (el maestro de Klee) Galileo), la única que permite concebir una temporalidad lineal
y Origen de la actiaidad artísticdt.
en los Ensays sobre dt"t¿4 disociada de la cuestión del movimiento. En consecuencia: la filo-
La temporalidad del pintor es [a misma según el Lyotard de sofla de Descartes expondrá los axiomas del aparato perspectivo,
¿Qul pintar?6. Cuando el nií.o (l'infan) fue tocado una mañana instalando en el centro de su concepción del conocimiento y de
la verdad, el co§to, que no se aprehende más
q te en el instante, de
3r Derriú,J., Mémoires d'aueugle, París, Rewión des Musées Nationaux, 1991. la misma manera que Dios crea el mundo instante tras instante,
la Fiedle¡ K., E¡s¿¡i ¡¿¡ /lz¡¿ Paris, Rue d'Ulm, 2008.
en una discontinuidad radical. Esta filosoÍia del instante será mw
It F;.dl.., K., Origine de tattiuité atistiqae, Parr, Editions de l'imprimeu¡
)002.
r(' \7 (N.T) lpparcittt.
Iyor,rrrl, J.lr., ()ut ¡eindrc? Adami, Arah¿wa, Buren, París, Hermann, 2008.

2.\
influyente, en todas la filosofías de la subjetividad, ya que ella En efecto, como base del aparato perspecrivo, de sus proyec-
constituirá el límite desde el cual se comenzará a pensar la inter- ciones y de su subjetivación, existe un aparato más arcaico, sin ori-
subjetividad: la tarea de Levinas, lector de la utesis complemen- gen, que los árabes practicaron durante muchos añ.os, la cámara
taria, de Jean lWahl sobre la noción de oinstante, en Descartes, oscura. Su filosofía es aquel[a de la inmanencia (más bergsoniana
trizará este cierre temporal para pensar al «otro». que leibniziana), y su temporalidad la de una duración continua
sin principio, sin 6n: las imágenes inversas del mundo fenome-
limitado al de
<¿El horizonte de esta investigación no está nal proyectadas sobre la pared contraria, frente al agujeroar. La
la perspectiva, o al museo, en tanto que los aparatos dominan- singularidad del espectado¡ emplazada en el corazón de la sala,
tes son indisociables del movimiento: cine y video? (Deleuze: indeterminada, pre-subjetiva, adherida al flujo de imágenes fatal-
La imagen+iempd8, Stiegler: El tiempo del cinée , etc.).> mente oscu¡ecidas. Los dos aparatos se oponen de principio a fin,
como el instante a la duración ininterrumpida. Didi-Huberman
Si es un lugar común de la estética después de Lessing com- ha podido demostrar recientemente que la concepción de una
parar las artes desde el punto de vista de la temporalidad (cf duración inmanente y continua había sido elaborada por Bergson
Adorno comparando pintura y música), no ocurre lo mismo con no tanto en oposición al cine, que conocla poco, sino más bien
por condición los aparatos.
Ias artes en la medida que ellas tienen en contra de la cronofotografía de E.J. Mareya2. Alora bien, la
En este punto distinguimos algunos aparatos que, teniendo en cronofotografía recoge, de manera más cercana, la concepción de
común el ser proyectivos, porque su suelo común es la perspec- una creación discontinua de un mundo siempre fiel a las normas
tiva, pueden ser señalados como umode¡nos,. Esta cualificación de [a flsica, tan queridas por Descartes. Posiblemente es del lado
permitirá entrever, a partir de otro suelo común, de otra superfi- de un cierto tipo de cine que encontramos esta temporalidad de
cie de inscripción, lo digital y los nlnmateriales»4o; otra ere tem- cámara oscuraindisociable de una óptica «romántica», al estilo de
poral, que la noción lyotardiana de uposmodernidad, sólo califica Friedrich: Madre e bijo de Soktrovaj o Tiopical Mahfu de Apí-
aproximativamente. Estos diversos aparatos pueden ser dispuestos chatpong \Weerasethakul. Y en fotografía contemporánea, donde
en pare.jas según un principio de contemporaneidad: perspectiva encontramos a Felten y Massinger.
con punto de fuga único/cámara oscura, museo/fotografía, cura El museo y la fotografía forman la pareja ulterior. Ellos
analirica/cine, exposició n/ v ideo. son cuasi-contemporáneos (fin del siglo X\{III y principios del
siglo XIX), por lo demás también proyectivos; aunque marcan
38
Deleur., G., Cinéma 2: L'image-temps, París, Edition de Minuir, 1985. (Trad.
esp. La imagen-iempo, Barcelona, Paidós, 2010).
39 at (N.T.1 sténopé.
Sti.gler, B., La technique et le tzmps: Le temps da cinlma et la que*iox dx mal'
a2
á¿¡¿ (Vol. III), Paris, Galilée,2001. Marc¡ E.J.,.Lhage est le mouvant,. F.n Reuae Intetmédialirlr, N" 3, Mon-
a0 (N.T.)Tíulo d. l".xposición organizada porJ.Él Lyotard en el Centro Geor- ¡e.rl,2008.
¡ \ A¡¡:L¡á, D..
ges Pompidorr de Paris en 1985, y en la quc se exhiben por prirnera vez en Francia obras L¿ Cinlma tlc Sobounu: fgoe d'znfermement,Parls,l{armma¡an,
de ane digiral. _) fx)5

),4 25
una inflexión con respecto a los aparatos precedentes, como si la capacidad del salvar el pasado. Extraña retroactividad donde
la dimensión del proyecto y de la idea dieran lugar al duelo, o lo más reciente descubre lo que ya estaba allí dentro de las rese¡-
a la melancolía. La paradoja es la siguiente, y está en el corazón vas declarándolo su causa material. De hecho, el ciclo temporal
de la Revolución Francesa: entre más se expande el clrculo de la museal está en el centro de toda escrirura sobre la historia. De
igualdad, más los sin-parte rancierianos áe El dtsacuerdoaa suben una cierta forma, lo que está en juego es el establecimiento de
a la escena política e imponen nuevas reivindicaciones; en con- la uverdad histórica, (Freud: Moisés y el monotelsmoa5 , 1948) que
secuencia, aparece una nueva concepción de lo sensible: menos no se puede demostrar objetivamente, incluso teniendo todos los
hombres quedan al margen de [a humanidad por el hecho de tal documentos para establecerla (,verdad marerial»). El museo es
o tal minusvalía (ceguera, sordera, mudez, debilidad e incluso lo que separando una obra de su antiguo destino la entrega a la
locura). Por otro lado, entre más la integración e igualdad de con- estética, sabiendo que un doble perturba como un fantasma la
diciones se afirmen (cf. Tocqueville), se expone de manera más contemplación: la huella de la uverdad histórica,. Tál es el tema
patente e[ sin fondo de la legitimidad ¡evolucionaria. Desde lue- de El arca rusd d,e Sokúro.v, donde la deambulación estética del
go, la esencia del poder está en el centro, en un lugar idealmente visitante noccidental, es constantemente interrumpida por anri-
vacío, según el análisis de Claude Lefort. Sin embargo, después guas adhesiones factuales o destinales.
de la decapitación del rey francés y la des-incorporación del cuer- Lo mismo ocurre con la fotografía, aunque aqui la verdad
po político que le siguió, la búsqueda del archd del archivo (en histórica es certificable gracias a la naturaleza de índice que posee
el sentido de origen, de comienzo, de fundamento, de lo que la imagen. Es la temporalidad de lo nque ha sidoo, que Barthes
cimienta la autoridad, etc.) conlleva una disociación del proyecto retoma de los aportes de Benjamin. Hay en esto algo de irrefu-
y de su temporalidad: por un lado, la ideología revolucionaria, y table: para que esta imagen exista fue necesario que en el pasado
por otro, la arqueología refundadora. un objeto reflejara un rayo luminoso; es deci¡ que este último
El Museo del Louvre será pensado como lo que, por un lado, «impresionara» una película fotosensible, esto a pesar de rodas las
emancipa las obras del pasado, reducidas hasta ese entonces a la censuras posibles, así como de los posibles códigos que describen
oscuridad de las colecciones principescas o monásticas, entrega- los semiólogos de la imagen. Pero más aún, cuando una fotografia
das finalmente a la plena visibilidad de la comunidad sin limi- ha sido tomada el fotógrafo, por una parte, y sobre todo el objeto
tes; por otro, como lo que atestigua la permanencia ideal de la aprehendido, por otro, usablan, que traba.jaban para el futuro.
unidad política de los franceses, necesidad que retomarán todos Ellos no ignoraban que se dirigían a un desconocido del futuro,
V República. Ahora
los presidentes post Charles de Gaulle de la al que le piden una cosa simple pero imperiosa, que pertenece al
bien, la temporalidad de los aparatos museales es paradojal: las orden del deber y por lo mismo de la,ley: nombrarles. Aquel que le
obras más «nuevas» serán absorbidas en la medida en que tienen a5
Freud, S., Moiie et le monoth¿isme, Paris, Callimard, §fJ. lTrad. esp. Obras
{4 Ranciérc, tttr4tloas: Moné:1 k reli§ón h?onoteíst,1, Esquema dal psicoanálisis, y otra: obras (19j7-
J., L¿ Mésentente, Parls, Galilée, 1995. (Trad. esp. El desacuerulo:
y Aires, Nueva VisióD, 1996). I 9.19), Vol. 2i, Il¡crros Aircs-Matlricl, Amorrortu, 1980).
2o/iriu lilwtfia,llucnos

.l() )7
mira en una fotografia, necesariamente del pasado, no espera sino Debemos volver a Ben.jamin, que fue el primero en plantear
una cosa: que usted lo vuelva a nombrar. Cada fotografía será para el asunto, de una forma tal que respeta el lugar de la técnica.
Benjamin una utopía, no del pasado, sino que sepultada en el pa- Podriamos demostrar que si Benjamin describe heterocronías
sado, nos espera. El autor irá incluso más lejos intentando analizar (crítica del presente, dando lugar al uculto de lo nuevor, rescate
de una forma diferente, a como lo hace comúnmente el psicoa- del archivo que debe ser diferenciado explícitamente de las falsas
nálisis, el usentimiento de extraña familiaridadra6: el sentimiento conciliaciones entre Naturaleza y Técnica en la uhramodernidad,
que se puede tener al encontrarse en una calle donde se cree ya contemporaneidad de momentos insurreccionales del pasado y
haber estado, el sentimiento del drjá-uu (en Infancia en Berl/na7). del presente, promesa de salvación de todas las almas en el apoca-
Para Benjamin, no es un efecto inconsciente, sino más bien el sen- tástasis, etc.), es porque encuentra el modelo en el psicoanálisis de
timiento de cuando pasando por un lugar se siente que se volverá, su tiempo. Si bien Benjamin es prioritariamente un pensador de
como si en ese momento preciso hubiésemos sido fotografiados, la fotografia antes que del cine, no es menos cierro que poniendo
sin nuestro conocimiento, y que esta huella fotosensible espera el acento sobre la escritura del montaje cinematográfico, resalta
ser desarrollada. Lo que el psicoaniílisis tnalizará como (pseudo) las características de este súper aparato que es el cine: aquel que
regreso, a partir del hecho de la repetición de un fantasma ori- sintetiza todos los otros.
ginario como el de la castración, Benjamin lo proclamará como Solo la frase-imagen cinematográfica (a distingui¡ de un
prueba fotográfica en potencia. En Benjamin, el aparato pslquico simple plano-secuencia) puede ser considerada como de usínte-
es claramente tecnológico, según el modelo del- Blocb mágico de sisr.4e Lo que implica que todos los antiguos apararos, proyecri-
Freud, el cual desarrolló una descripción del aparato psíqúco (psy- vos o no, van a poder ser absorbidos con su propia temporalidad
ch ischer Apparat) inmensamente compleja, incluso contradictoria en el fujo cinematográfico. La narración (la f,íbula) no será más
(los diferentes tópicos, los conflictos de las instancias psíquicas, la que un aparato (no proyectivo) entre otros: su circularidad deberá
heterocronla fundamental del psicoanálisisa8). recrearse con cada instantaneidad de fotograma (Chris Marker,
La Jaée, 1963), por lo cual ella volverá significativos los archivos
<Si la sensibilidad común es siempre la cuestión central de
perspectiyos, incluso los más objetivos (P Greenawa¡ Asesinato
un aparato, ¿qué sensibilidad, necesariamente impura, seria hoy
en un Jardin fngles, 1984), confirmando que podemos captar un
el obieto de la pintura?>
evento sin por ello conferirle un sentido. La iíbula será puesta a

1N.T.1 Siguiendo las indicaciones del autor, hemos tredl.cido Sentiment prueba como en [a cura psicoanalítica la investigación retorcida
d'étange familiatité po¡ nSentimiento de ext¡aña familiaridad,, a tal sentencia corres-
ponde la traducción clásica de «lo siniestro» en los textos hispanos. El autor nos ha
del trauma original (Resnais, Yo te amo, lo te amo, 1968) frente
pedido mantener la noción de oextraña familiaridad,, pues ayuda a comprender mejor a un imaginario de cámara oscura (Sokúrov) o a una filiación
su tesis. asi como también considera la traducción f¡ancesa a cabalidad.
museal improbable (Godard. Historia(s) d¡l cine, 1989-1.998) o
a7
Be.rja-i.r, Y' Sans unique, précede dixe enfance berlinoi¡e, Paris, Edició¡
10/ 18,2000. ('lrad. esp. Infancia en Berlin, Mzdrid, Nfaguaru, 1982). ae
iN.T.) "De synthése,, en francés este término designa las imágenes de tipo
48
Green, A., Le temps échté, París, Edirion Minuit, 2000. pclspecrivista que no pucdcn realizarse sin Ia ayuda del lenguaje informático.

28
a secuencias de video que enquistaron un afecto que perdurará al reducir la frase a un enunciado proferido, rehúsa la idea de
según la temporalidad del ahora, tal como lo describe Lyotard un soporte escritural de la huella que seria como una alienación
en Emmaso (el cine de Atom Egoyan). Volviendo a la pregunta de la aparición53 (donde él ve el riesgo de la industria cultural),
inicial, la temporalidad de la pintura tendrá que ponerse a prueba entonces solamente la consecución podrá resolver la aporía: sólo
frente a estas temporalidades: e[ cine constituye, por su parte, la otra frase-imagen, en encadenamiento con la primera, expondrá
textura poética de nuestra época. ¿Cuál será entonces su «mate- el universo que Ia primera comporta. De esta manera, la segunda
rial,, sensible? ignorará su propio uniyerso: ella impondrá a su vez el encadena-
Si el aparato cinematográfico sintetiza a los otros aparatos, miento a una tercera frase-imagen, etc. La teoría del encadena-
en la unión se entrega totalmente a la heterogeneidad, y entonces miento da cuenta perfectamente de la sucesión que poco a poco
al acontecimiento. Si aceptamos nombrar la unidad base de una se vuelve film. Una película, en sí misma, es lo opuesto a una
pelicula, frase-imagen (término retomado de Ranciére, aunque fiibula (y uno comprende, a contrario,la insistencia de Ranciére).
transformado: El fustino de las imágene§l, 2003), entonces cada Un 6lm es la experiencia siempre renovada del acontecimiento,
frase-imagen será como un mundo cerrado que conserva su pro- por lo mismo, de las temporalidades más inauditas; además, si el
pia espacialidad y su propia temporalidad, ya que tanto el sonido encadenamiento es necesario, éste será totalmente improbable,
como [a imagen tienen importancia en el permanente conficto como en el caso de Bv,í,rcl (El perro arudaluz, 1929). El film lyo-
que existe entre ellos. La analogía que propone Lyotard en su tex- tardiano siempre se está iniciando y nunca tendrá fin: no habrá
to El diferendá2, donde no se interesa más que en la frase pura, tribunal de la historia, ni imagen-movimiento que devenga 6ja
es una otécnica de espectáculo», la pirotecnia: se lanza un cohete, como en el caso de Sbiningde Kubrick, donde la última imagen,
se eleva, sedivide, explota e irradia por medio del color todo un una imagen de los años treinta, da la clave del enigma.
mundo a su alrededo¡. En este sentido podemos interpretar la Lo que reduce, después de todo, la improbabilidad cre-
escena de la playa Nausicaa en el Ulises de Joyce, repetida por la ciente, de frase-imagen en frase-imagen, es que ella cae bajo la
erección-eyaculación sin resto. Esta escena se basta a sí misma, atracción, no de pseudo géneros cinematográficos, sino de figu-
como toda obra de arte. Ella no corresponde a ningún fragmento ras de encadenamiento como es el caso de la desaparición (en
de totalidad perdida o próxima, no pertenece a la problemática La auentura de A¡tonioni, 1960), del encierro (Lynch), de la
romántica del fragmento. Salvo que, como toda aparición, como metempsicosis (Tiopid malady, 2004), del ritual de iniciación
toda obra, ella no dispone de su sentido, por lo que no constituye (KJotz El desgarramiento), etc. La investigación sobre las figuras
una imagen. La huella debe estar inscrita. Ahora bien, Lyotard de encadenamiento está abierta. Estas figuras son transgéneros
cinematográficos.
'a
Lyotard,I.F., Misére de k philo:ophie, París, Galilée, 2000. El cine y el psicoanálisis son dos aparatos contemporáneos
tr Ranciére, J. Le dexin dts images,Paris, La Fabrique éditions, 2003.
t2 que confieren un lugar esencial a la heterocronía' Si Freud ha
Lyotard, J.F. Le dffirnd, París, Edition Minuit, 1984. (Trad,. esp. La &feren-
rra, Barcclon:r, Gcdisa, 1988). inventado/encontrado [a forma de temporalidad que está en el

.'|0 3l
corazón de la inscripción de la huella,la posterioridad (nachntigli- videos, aparatos fotográficos, etc.): no necesariam€nte la cuenta
chheit),la elaboración del segundo tópico nos deja frente al enig- de la revolución de los astros, sino simples conradores capaces de
ma de una temporalidad mortífera, aquella de la compulsión de contabilizar en un sentido u en otro, con indiferencia a la flecha
repetición. Podríamos señalar que el inconsciente ignorando el del tiempo.
tiempo (y por lo mismo, la contradicción, la negación) está fuera En resumen, incluso si la pintura, volviendo a ser ella mis-
del tiempo: nuestros deseos nos acompañarán hasta la muerre sin ma, no quisiera relacionarse más que con lo sensible upuror, nin-
saber nada de la usura del cuerpo, del cerebro, de la sexualidad... mediato», nbrutor, ella deberá tener en cuenta todas estas tem-
Amaremos siempre lo que hemos amado y odiaremos otras. El poralidades que son también determinaciones de la sensibilidad,
sistema Conscienrr del primer tópico, como el Yo del segundo, aunque sólo sea para ponerlas entre paréntesis.
son ambos similares a los aparatos descritos anteriormente en lo
que refiere al contratiempo, a la suspensión, al retraso, a la media-
ción. Queda el enigma al que Freud se enfrenta a parút de Má:
allá d.el principio de placefí, enigma presentido ya antes, aquel
de una pulsión que reivindica el retorno de lo Mismo. Emerge la
6gura del anti-tiempo55. De una pulsión asesina del tiempo, de la
negación, de la alteridad.
Podemos decir que las tentativas actuales de renoyación de
la cura56 analítica (psicoanálisis) se agotan en los «casos-límires»,
como sería el texto alucinante de Blanqui La eternidad por los as-
tra.f7, según el cual todo lo que tuvo lugar en un planeta ocurrirá
en los demás, ineluctablemente; estás tentativas deben tomar en
consideración que el tiempo de los relo.jes podría aparecer como
emancipador en comparación a una ntemporalidad, que es la
de nuestros aparatos digitales contemporáneos (computadoras,

54
Frcu.l, S., Oeuures complites:
"Au deli du principe de plaisir,, París, PUF,
2002. (Trad. esp. Obras completas,Yol. 24, Buenos Ai¡es, Amorrortu, 1976).
tt Green, A., op. cit., p. 161.

'6
(N.I) El concepto francés de ncure, refiere inmediatamente a la cura prac-
dcada por el psicoanálisis; sin embargo, como en el caso espaiiol tal relación no es

evidente, hemos decidido traducir ocure, por octra analirica,, siguiendo los conselos
de Adolfo Vera.
5t Bll:ngui, A., L'éternit¿ par les dnres, París, Les lmpression nouvelles, 2002.

.r2 l3
Los textos de Baudelaire sobre la fotografla y el arte de su
tiempo insisten en la rápida y gran difusión de la fotograÍia en la
población; según é1, esta difusión responde a una suerte de necesi-
dad de realismo, inherente a esta clase, y a esa edad de la humani-
dad en especial (Salón de 1859).Pierre-Damien Huyghe, en textos
recientes5s, se apoya en Baudelaire para afirmar que es la intersub-
jetividad, al límite de lo natural, digamos nhumana,, a parrir de los
griegos al menos, la que fue socavada por la «industrialización, de
la mirada (puesto que Baudelaire opone uarte, e uindustria,). Esta
ruptura sería epocal, y la primera en posibilitar el advenimiento de
un mundo sin intercambios de miradas. La tarea más «auténtica»
del fotógrafo consistiria entonces en tomar en cuenta esta ruptura,
disponiendo del aparato fotográfico no como un dispositivo de
captura o de caza (Flusser), sino dejándolo trabajar por sí solo, en
el sentido de una objetivación del mundo de las imágenes, como
en el caso de August Sande¡. Las condiciones del aparato serian
en Sander respetadas, ya que la fotografía no testimoniaría más de
la mirada subjetiva o de la intencionalidad (lo que no impide al
fotógrafo tomar en cuenta su experiencia, su cultura, en particular
en la elección del usujeto, y del encuadre, etc.). Sander formaria
parte de esta cohorte de artistas con mrís legitimidad que orros,
por el hecho de respetar los requisitos de tales aparatos, a diferen-
cia, por ejemplo, del fotógrafo al que Baudelaire quería enviar a
53
Huyghe, PD. (ed.), Lat aa temps des appareils, París,lHarmett^n, 2OO5t L¿
Jtuirptinru'e, P¿ris. I Harm¡rr¿n. lqr<.

37
su madre para hacerle un retrato, puesto que podla esperar de él según nuestro parece¡ sin que él mismo establezca correlaciones
un cierto arte de lo difuso, como en el caso del dibujo (Lettre á explícitas en su texto: todo ocurre como si las fotografias de mo-
Mme Aupich, 23lxlll1865), mientras que los otros practicantes, numentos de su amigo Maxime du Camp le hubiesen permitido
según Baudelaire, se las ingeniaban para poner en relieve, en aras escapar de la coacción a la que debe obedecer todo viajero: limita¡-
del realismo, todos los rasgos, incluso los menos agradables del se sólo a dar cuenta y describir los monumentos célebres. A partir
rostro, haciendo posible asl un culto de la udurezar. de ese momento, el interés de Flaubert se centrará, por ejemplo,
No deseamos refutar esta ruptura, cuyas consecuencias para en una mancha de color que constituye un muro en el paisaje:
las artes plásticas fueron considerables (aún no terminamos de este interés por lo que no tiene significación en sí, por lo prosaico,
evaluar sus efectos); ya que para nosotros los aparatos definen, que supone oÍo estatuto de las pequeñas percepciones, de las que
época tras época, las propiedades de las artes, inevitablemente encontraremos la sustancia, aunque en otro grado, en Madame
este cambio de tono en la sensibilidad común, es decir del me- Bouary, sin que por ello tenga que intervenir una nueva articuia-
dio transindividual, como consecuencia de la difusión y de la ción entre lo inteligible y lo sensible cualquiera (Ranciére).
popularidad de la foto, implica una redefinición del arte. Esta Convendremos que el comercio, en el sentido de intercam-
redefinición se inscribe en el movimiento epocal abierto por la bio entre los hombres, ha podido ser radicalmente modificado
suspensión museal (siglo XVIII) y, en consecuencia, por la au- a causa de la fotografía, de la misma manera que otros factores
tonomización del arte. El término «autonomización, pertenece (que dicen más relación con la historia de la humanidad que con
más bien a Adorno, define lo que adviene con el museo y pos- el modo de historicidad de los aparatos) han podido intervenir a
teriormente con la fotografia: una suerte de emancipación de las título (genérico) de la estética del shock la masa, la ciudad mo-
artes, por ejemplo la pintura, que se libera de las obligaciones derna, la gran prensa (K. Kraus6r comentado por Benjamin), la
sociales y cuasi-industriales de las solicirudes de retratos, para de- publicidad, etc. Por lo tanto, el testimonio de Hegel (citado por
venir, como lo escribe Bataille a propósito de Manet, ella misma- Benjamin en stt Baudelairé'1) sobre las masas de Londres es parti-
Movimiento que fue iniciado por el museo, que separa a la obra cularmente interesante en la medida que Hegel, confrontado a la
de su destinación teológica, política, para hberarla suspendida al ciudad moderna, al venir de una ciudad de provincia de Alema-
juicio estético que se inventa en el mismo momento (Kant: Cri- nia, vivió la experiencia traumatizante (para un Doctor-Profesor
tica de la facuhad de juzgar5'). de su rango y de su notoriedad) del anonimatoi cosa cercana,
Encontramos, por ejemplo en los Cuaderno{o de viaje de en el fondo, al desasosiego, al abandono sufrido por los mismos
Flaubert a Oriente Próximo, un punto que debiera ser meditado, docto¡es asilados en Nueva York en los años 30-40 que H. Arendt

1' Kant, I., Crítnn dr la de juzgax ('lrad. Pablo C)yarzun, Venezuela,


61
Krn,', K., Cate grantle époque: prhédz d'un essai de Benjanin Paris, tuvagc,
lácuttad
Monte Ávila Edirores, 1992). 2000. (liad. esp. En esta gran época, Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2010).
60
Fl"ub..t, G., Volage en Orient: 1819-1951, l,aris, Gallimard, 2006. (1iad. esp. "': Benjamin, '{t., Cbart¡s Baudelaíre, Pa¡ís, P^yot,2OO2. (Traó,. esp. Ilumina-
Líbano-P¿le¡in¿. Viaje a Oricnte, Barcelona, Cab¿ret Voltaire, 2012). tiotrs . I'0,:sia 1 rupitalls¡z¿ Madrid, Táurus, 1999).

.t ¡t 39
describe en Nosotros, hs rqfugiadof3. A partir de [o anterior quisié- aparecen bellas singularidades que actúan en la entre-exposición,
ramos sugerir que esos hombres y mujeres, voluntariamente o no, una ciudad de ciudadanos seguros de sí mismos. Por otro lado,
como todo inmigrante hoy en día, tuvieron una experiencia de una Arendt que no olvida que lue refugiada y que debe hablar por
mundos en los que ellos no eran nada, no Porque ellos pertene- los sin-derechos. Comenzar hoy dla una demostración filosófica
cieran a la naturaleza y hubiesen sido violentamente proyectados apoyándose más bien en la primera Arendt que en la segunda
dentro de la cultura (siempre artificial), sino porque provenlan consdtuye una elección política: es inevitable entonces que nos
de mundos sociales tradicionales donde eran reconocidos (como encontremos dentro de los parajes de Heidegger66, de Leo Strauss
el Homo academicus Hegel), donde les bastaba mirar al otro para o de C. Schmitt.
que este último fuese tocado y levantara espontáneamente la mi- La tesis citada de una ruptura dentro del campo de la in-
rada, lo que supone, entre otras cosas, relaciones codi6cadas entre tersubjetividad nativa (que es un concepto filosófico y no antro-
los distintos órdenes, grupos y clases, así como lazos artificiales, pológico) no se sostiene si uno la entiende como una suerte de
que imponen, por ejemplo, bajar la mirada ante la autoridad, así intercambio-donación natiyo entre los hombres, ya sea de mira-
como levantarla en ciertas condiciones que la etnología y la so- das o de bienes. La humanidad ha conocido una serie de rupturas
ciología describen muy bien. Sabemos que en nuestras ciudades, antropológicas que determinaron, cada. vez,los modos de inter-
desde Belleville a Nueva York, cruzando tal o tal grupo, tal o cual cambio. Hay ciertámente un antes y un después de la fotografía,
individuo, hombre o muje¡ es mejor evitar las miradas o gestos pero este «antes» no remite a una naturaleza, sino a otro modo de
que podrían tomarse como signos de agresiones sexuales. intercambio y de definición del arte. A partir del siglo XV, el apa-
Hay que recordar con Pierre-Damian Huyghe que existen al rato perspectivo se impone por doquier en Europa, no conlleva
menos dos Arendt: aquella que, de una manera muy heideggeria- solamente una nueva definición del medio entre los hombres, a
na, describe la acción política y la ciudad griega (La condición hu- partir del disegnd:7, sino que implicará además otro modo de in-
manéa), como si -lugar común de la fenomenología de Husserl a tercambio: el contrato. Contrato económico, luego politico (Loc-
Patocka- se originara en ella la historicidad (haciendo caso omiso ke, Rousseau, etc.), pero también sexual. Así, Peter Greenaway
de la nprehistoria,, entendiendo por tal a los salvajes y a otros pri- lo muestra explícitamente en El contrato del dibujante (Asesinato
mitivos, considerados como fuera de lugar, fuera de la uproblemá- en un jardin inglés). Podemos incluso decir que la cuestión de la
tica del sentido,, como lo escribe Patocka65). Una ciudad donde intersubjetividad no se presenta más que a partir de esta época, y
a consecuencia de este aparato, ya que antes no existla el sujeto en
6r A'e,'d¡, H., La tradition cachée, París, Christian Bourgois, I993. (Trad. esp
el sentido moderno del término, y en consecuencia no era posible
La tradiión onb¿, B.trcelona, Paidós, 2004).
6a
A..ndt, H., Condition I'hommt uoderne, Paris, N¡thatt,2002. (Trad. esp.
de
66
La corul.iciin htn¿nn, Barcelon¿, Paidós, 2007). En Heidegg.., .l hogar como lugar propio, de lo intimo, de la familia y del
6' Patocka, l'histoire, Paris, Fditio¡Yer' secrero, debe ser entendido como uguarida», como unido,..-
1.. Essai hérétiques. Sur la philosophie de
{'7 lo colectivo, aparecido
dier, 1981. (Trad. esp. Ensayos hetéticos: sobre la fhsofa de la hisnria, Barcelona, Eli- el d.isegno dentro de
Cf. Nt est¡o artículo sob¡e en

cio¡es 62, I988). 20O7: Appareils et internédialité. Semi¡a¡io de Montreal, IjHarmatran, Pa¡ls, 2007.

40 41
considerar al otro como objeto. No podemos imaginar El seducción-alienación que ejercen los dominadores hasta la estric-
ser 1 la
nadé8 tntes de los dispositivos de Brunelleschi... ta separación de clases sociales, pasando por la indiferencia que
El intercambio de miradas, tal como lo describe ampliamente precede al divorcio. Existe una suerte de toma de conciencia (y
Benjamin en una nota preparatoria a La obra dr arte...6e, es la po- una referencia en Benjamin, que supone una lectura de Brecht):
sibilidad para el ego de levantar la mirada del otro (de una muje¡ de la seducción, pasando por la desilusión, el cada uno en su casa
de una estatua, o de otra cosa; ejemplos del mismo Benjamin), (una suerte de guetización auant l/z lette), para llegar, luego del
¡
desde ese momento, como respuesta, la potencia de seducción de morrlento del atrincieramiento, a la guerra fría. Paradojalmente,
la mirada desvelada y levantada, aunque soñadora, en la medida si los udominados, pueden emanciparse de la alienación, que en
que arrastra al lo lejano, hacia, el áber ego; en síntesis, la
ego hacia Benjamin se define necesariamente como fantasmagoría, este éxi-
fantasmagorla amorosa en la que el ego enua, no pertenece a un to dejará a los udominados, en el desasosiego. ¿Cómo, en efecto,
mundo de la intersubjetividad que habría existido siempre, sino a seguir observando, y por lo tanto controlando, a los que ya no
un mundo novelesco donde los dominados (los proletarios) miran se seduce, y que se convierten por tal razón en nclase peligrosar?

a quienes los dominan (amos), que les hacen soñar. En resumen, La solución a este problema político será técnica: de ahi viene
por médio de este intercambio, que jamás fue uno, según una e[ recurrir a la cámara de cine (hoy en dia diríamos la video-
expresión conocidaTo, no existen relaciones sexuales, los domina- vigilancia): «Los que sacan provecho del trabajo del proletariado
dos entran dentro del mundo de los valores dominantes, un poco no se exponen más a las miradas de los proletarios. Miradas que
como en el teatro de Marivarx y de BeaumarchaisTl, donde la se- amenazan ser cada vez más feroces, en estas condiciones, es de
ducción vivida por los sirvientes se transforma en indiferencia, se suma importancia tener la posibilidad de estudiar tranquilamen-
transmuta en hostilidad o en juego de máscaras, antes que en una te a los miembros de las clases inferiores sin ser a su yez obieto de
ruptura revolucionaria de otra dimensión completamente distin- estudio de contraparte. Una técnica que hace esto posible Posee
ta. Así, cuando en este rexto Benjamin habla de la relación entre algo de inmensamente tranquilizado¡ incluso si ella es empleada
miradas, que ya no es una, y que quizás no es más que una ficción con otros finesr72.
melancólica donde existe el riesgo amoroso de perderse en la mi- Debemos concluir que para Beniamin es necesario otorgar
rada del otro, que el mismo rga ha despertado, percibimos que su a los aparatos nindustriales, como la foto y el cine, una capaci-
modelo es esencialmente social e histórico y no técnico: desde la dad política, sobre todo en un mundo desheredado y sin relación
de uintersubjetividad,, porque lo que queda de aurático no es
68
Sartre, J.P, LEtre et l¿ NAnt, París, Gallimard, t953. (-ftad,. esp. El ser I la (la buena puesto que amorosa) seducción, sino la fantasmagorla,
zal2, Bnenos Aires, Losada,1974).
6e
E,' T".k.lr, B., ¿;ruure dhrt á l'époque de W! Benjamin, histoire d'aurd, Parls, en particular aquella generada por las ocasas del sueño colectivo»
LHarmatran, 2000, p. 149. (estaciones, pasajes, etc.) de donde surge un nuevo tipo humano:
70 (N.T.)
De ¡acques Lac"rr.
7r Brossar, A., Le seruiteur et son maitre. Essai sur b sentiment phbéien,Itarís, Léo
72
scheer,2003. En Tackels, op. cit., p. 150.

42 43
el fláneur. Alrora bien, el .fláneur tiene como medio la fantasma- ninguna marca, ni huella, ni archivo. De donde surge el tema
goría, ya que es el hombre de las masas y de los pasajes que caerá benjaminiano de los nvencidos de la historia» ( Zrzs).
ba.jo el encanto de la mercancia expuesta (nuevas formas de co- lJ otro gran desastre para el siglo )O(, con la exterminación de
mercio, prostitución, etc). A partir de nuestro texto El Museo, el los judlos de Europa, los aparatos n.industrialesr, de oreproducciónr,

origen dr la e*bicl3 (1993) hemos sugerido considerar otra serie como la fotografía y el cine, tuvieron que encarar la exigencia de la
de aparatos urbanos, a partir de los estudios benjaminianos de los historia (cf toda la polémica en torno a la irrepresentabilidad de la
pasajes y de las ncasas del sueño colectivor, serie que tendria como Shoah).Lo que implica que habría que distinguir entre un sublime
razón última la inclusión. Esta serie, que incluye la decoración de historia propio a los nsignos de la historia, como la Revolución
burguesa, la exposición universal y de una cierta forma el museo, Francesa, p^rrir de la Aru1líti.ca de lo sublimr y de los escritos upo-
^
etc., seía independiente de la serie de los aparatos proyectivos. líticos, de Kant (cf los trabajos de Frangoise Proust), y un usublime
Lo que permitirla aseverar que ciertos aparatos de espectáculo invertido, como (anti)estética de los acontecimientos de desmo-
o de exposición de huellas, analizados por Benjamin, como el ronamiento de sentido (cf la tesis de Laurence Manesse sobre los
panorama, se sitúan en el entrecruzamiento de estas dos series, ya escritos de Lyotard), de un sublime de los aparatos, ya que cada
que el panorama constituye un dispositivo urbano de espectáculo aparato configura el acontecimiento a su manera, a su umodor,
6jo, que mezcla los efectos de proyección (grandes pinturas de uformateándolor, aunque no puede registrarlo todo, por 1o que di-
historia) y de inmanencia radical de un mundo sin alteridad (base remos que posee una Parte mdl¿ita, un doble que lo acosaT¿.
interna del alumbrado a gas, ausencia de apertura, entrada por Podriamos entonces describir la sucesión de los aparatos, des-
deba.fo de la torre central como en el panóptico de Bentham des- de lo narrativo, estableciendo una serie de elementos que quedarían
crito por Foucault, etc.). finalmente en la sombra y que sólo podrían ser trabajados desde e[
Por otra parte, estas dos series de aparatos se enfrentan a la exterior: la irrupción de la historicidad y del acontecimiento en los
exigencia de la historia de la humanidad, la que es irreductible relatos nsalvajesr, la persistencia de las antiguas divinidades «paga-
a la historia de Ios aparatos. Dos ejemplos: el fláneur baudelai- nas, en la encarnación-incorporación cristiana, la presencia-au-
riano vaga a lo largo de las calles que han podido ser en otro sencia del doble en la racionalidad discursiva remitidas a las cien-
tiempo teatro de eventos sanguinarios militares y policiales (los cias ocultas o a los retoños del inconsciente (Fretd, La inquietante
diferentes disturbios de la post Revolución de 1830, su represión extañeza)75 . El tema del doble concentrará diversas dificultades,
por la armada, descrita por Victor Hugo en Los Miserables, o la 74
La muy lenta y absoluramente silenciosa banda de video de Fiorenza Menini
masacre de junio de 1848). Él puede, en un callejón, ser presa (Francia, 2001, 28'50) rodada en Nueva York el 11/lX, co-extensiva a los ciempos
de una angustia cuyo origen no puede circunscribirse: es ahí que inrercalados entre el derrumbamiento de la primera torre y el de Ia segunda, a solo 10
segundos, expone bien la relación enue lo usublime invertido, y la visión de apararo del
seres humanos fueron masacrados, y de dichos eventos no quedó
video. Acá, la pane maldita está del lado del ¡umor urbano de la ciudad herida...
7'Frerd,5., L'inquiétante ¿t nget¿ et autes essa¡¡ Paris, Gallimard, 1988. (Tiad.
7r sinie*ro,Buenos Aires, Homo Sapiens, l!87).
Déottc, J.l,., Le Musée, l'origine de I'esthótique, Paris, [iHarmattan, ]990. esp. Lo

44 45
en particular para la fotografia del siglo XIX, la cual se ubica en el En su pupila, cielo lívido donde germina el huracán,
cruce entre una espectralidad histórica (presencia-ausencia de los La dulzura que fascina y el placer que mata.
vencidos o de los desaparecidos de la historia, como en Atget) y
Un rayo... ¡luego la noche! - Fugitiva beldad
una espectralidad de los aparatos (si el rga sabe que delante de una
Cuya mirada me ha hecho súbitamente renacer,
fotografía, el referente ha debido tener una existencia flsica nrealr,
éste permanece como huella, que ha sido largamente interpretada ¿No te veré más que en la eternidad?

como espectral a lo largo de todo el siglo XIX, de donde nace el Desde ya, [ejos de aquíl ¡Demasiado tardel Jamás, quizás!
extraordinario desarrollo del espiritismo). La paradoja será, en el Porque ignoro dónde tú huyes, tú no sabes dónde vo¡
caso de la fotografia, que ésta se constituye como la única prueba
¡Oh, tú!, a la que yo hubiera amado, ¡oh, tú que lo sablaslTT
de una existencia de la cual ya no se sabe nada más (razón por la
Benjamin volverá sin cesar sobre este poema en su intento
cual cada vez que una catástrofe politica, como aquella de los aten-
por determinar el aura, como si no lograse fijar el acontecimiento
tados del 11-IX, no deja ninguna huella flsica de las/los millares de
del origen de la embriaguez amorosa. El aura para Benjamin es la
vlctimas, asistimos a la exposición de fotografías en los lugares de
determinación de la relación que el ¿8', mantiene con un ser y con
su desaparición), asimismo existe una extraordinaria floración del
la naturaleza en general: el aura no es una propiedad de las cosas o
tema del espectro, en particular dentro de la literatura sudamerica-
na, incluso antes de las dictaduras de los años setentaT6.
de los seres, es una relación que supone un medio o tn médium: el
color. Hay que tomar este estado, este medio, muy seriamente en
Es a partir de esta problemittict y de este contexto histó-
Benjamin: cuando habla del color, en particular enlos Fragmentos
rico que deberemos interpretar el poema de Baudelaire uA una
d¡ eswicds, estamos muy cerca de lo que Heidegger llama Ser. En
transeúnte, (en Cuadros parisinos), y no como mero testimonio
A una insufa de una ilusión-artista ahí donde
transeúnte, el rga se
de una relación a-histórica entre los «sujetos», donde la mirada
no hubo ni intercambios, ni promesa (solamente una mirada, que
femenina sólo izaría ia masculina.
el aura esquiva, un breve instante). Lo que mantendrá a Benja-
La calle ensordecedora alrededor mío aullaba. min comentando este poema, en las notas preparatorias citadas
AIta, delgada, enlutada, dolor majestuoso, de La obra de nrte. . .7e, es el distanciamiento hacia lo lejano y la
Una mujer pasó, con mano fastuosa embriaguez de aquel que se pierde en la mirada del otro: Benja-
Levantando, balanceando el ruedo y el festón; min habría encontrado en Baudelaire cómo pensar las relaciones

Agil y noble, con su pierna de estatua. 77


Vilar, G., nDesarrización. Paradojas del arte sin 6n,, Salama¡ca, Ed. Unive¡si-
Yo bebi, crispado como un extravagante, dad de Salama¡ca, 2010. Er Baudehire t h poéica de h razón insatisfecha, p. lO3.
78
Déotte, I .L., L'époqxe des apparcils, Paft, Léo Schee¡, 2004.
76
Brossat, A., y Déotte,l.L. @D, L'É?orye de h dispaitiox, Patls,lirlarnattao, 7e
Benjamin,\Y, L'oeuure d.'art á I'Eoque de sa reproduaibilité technique, nltirr,a
7999, y La Mort dissoz¡¿ París, LHarmartan, 2002. (Thd. esp. tuchard, N. [dir], versióo, 1939, En Oeuures III. Paris. Gailima¡d, 2000. ('ftad. esp. La obra de ate en Ia
?ollticas y e*éticas de la memoria, Santiago de Chile, Cuarto Propio, 2000). época dt sr reprotluctibilidad técnica, México, Ítaca, 2003).

46 47
de dominación en términos de alienación en y por medio de la después, ya no tendrá valor. Las historias que provenían de /a
fantasmagoría y del sueño colectivo. Aquí vemos lo que lo separa lejano y q.ue por este hecho tenlan espeso¡ fueron confiadas por
de Marx y por lo mismo de Brecht (de donde nace el desprecio de la gran prensa a Ia dominación de la proxirnidad más inmedia-
este último, expuesto en una de sus notas de su D iario de trabajo), ta, transformándose en hechos diversos sin espesot noticias quc
pues las relaciones de dominación provienen de la historia de los no pertenecen a nadie, informaciones que no informan ni dejan
hombres y no de la de los aparatos. huellas sobre las cuales podamos meditar. La clave en Benjamin,
Así, para Benjamin, el aura no es puramente fantasmagórica, no es la mercancla, la referencia no es la del va.lor en el sentido
ella ha podido suponer una relación legltima con las apariciones de Marx; es la temporalidad. Hubo una degradación d,el in illo
(con los fenómenos, que llamamos acontecimientos en nuestro E/ tempore en la novedad; esta última conservando de la primera una
hombre de uidrio, Estaicas benjaminianas, 199880), en una época suerte de a-temporalidad, donde la info¡mación de la actualidad
del mundo que no daba lugar ni a la seducción ni a la fantasma- no guarda ninguna huella de la precedente, y no promete nada
goria, por ejemplo en el mundo preindustrial, artesanal, cam- para el futuro. Es la razón por la que los medios de comunicación
pesino y maritimo del narrador (El nanador)8t . En ese mundo de gran difusión (prensa, radio) son sospechosos: debido a su ac-
en el que aquellos que saben narrar obtienen su autoridad de la cesibilidad inmediata, ellos mantienen la ilusión de un mundo
distancia desde donde provienen estas historias (las lejanias),lt constantemente a la mano, mienuas que los aparatos (forograÍia,
temporalidad es aquella del uin illo tem?ore,. Es grse estas lejanías cine) dan acceso a lo lejano, ya sea ndinamitando, el espacio como
no son geográ6cas: Benjamin utiliza este vocablo para manifestar lo hace el cine (La obra de arte...), ya sea rindiendo homenaje a
que esos relatos no son obra de nadie, no hay inventores de his- lo latente, como lo inaugura la fotografia (Pequeña historia dt la
torias, o autores, solamente transmisores, porque los hombres no fonsrnfé).
ocupan el puesto de remitente, no son más que destinatarios de Entonces, lo que cambia en la relación «aurática», donde lo
historias que le constituyen, y no a la inversa. lejano el sentido esencial del vector, es la intromisión del tiempo
es

Cuando, al contrario, en el mundo de los pasajes, Ia tem- en la concepción de lo que deviene, desde lo cercano hacia lo le-
poralidad de la mercancia se impone, es el triunfo de la proximi- jano, o a la inversa, de lo inaccesible a lo asible. Pero debemos ser
dad, del valor de la novedad y de su seducción fantasmagórica. más precisos: esta relación pone en yínculo al aga con la cosas, en-
El aura es entonces aquella de la prostituta. Para Benjamin, no es tendidas como: «epariciones de una lejania, por cercano que pue-
la aparición de la mercancia [a que degradó al aura, sino la nove- da ser lo que se que evoca, (Nota del Libro de los Pasajef3). No
dad como temporalidad. la temporalidad de lo que, un instante se trata de un lejano en general, sino de un modo de aparición de
80
Déotte,J,L., L'bomme dz uer,r: Estbhiques benjaminiennes,París,lHarmaftar,
32
1998. Benjamin, \ü nPetite histoire de la photographie,, EnOeutres ,Yol.2, Parls,
8r
Benjamin, IM narrateur. Réflexions i propos de l'oeuvre de Nicolas Lesk- Callima¡d,2000.
"Le 3r Benjamin, W, Liure des
ov,.Ln Passaga, París, Cerf, f997. (-ftad. esp. Libto rle los
Ecrits fanqais, Parls, Gallimard,2006. (Trad. esp. El nanador, Santiago, Mre-
ralcs Pes¡dos, 2008). pa:ajts, Madrid, |*.a.1, 2005) .

4t1 49
csc lcjano r:n rclación con la proximidad: nueva relación o vector Puede parecer extraño que la huella sea considerada como
tluc concierne tanto a las relaciones remitente/destinatario, como un vector y no únicamente como una cierta relación entre signos
lcctura/esc¡itu¡a. El aura es entonces una relación de relacioncs y un soporre, pero es que para Benjamin la huella ideal implica la
o una relación a un yector. Este yector que es el aura permire unión de la inmovilidad de los trazos y el paso de un moyimienro,
comprender dos situaciones: cómo la aparición puede levantarse como en la caligrafia china, donde algo como el gestus d.el callgra_
como proximidad (escritura) o surgir del hecho del ale.jamien- fo debe perdurar siempre en la inscripción: uEs de la esencia de
to hacia lo lejano (lectura), como también lo contrario: cómo lo la imagen contener en sí algo de eterno. Esta eternidad se expresa
lejano puede acercarse a tal punto de la proximidad que llega a por la frjeza y la estabilidad del trazo, pero puede también enun-
pasar a través de ella (en el caso, negatiao, de los medios de comu- ciarse, de manera más suril, gracias a la integración, dentro de la
nicación y de la gran prensa, o ?ositiza, de la miniaturización, por imagen misma, de aquello que es fuido y cambiante. Es en esta
medio de una carta-postal de una escultura que permite a la masa integración que la caligrafía adquiere todo su sentido. Ella parte
el acceso a la obra de arte, y de una manera general, por la repro- en búsqueda de la imagen-pensada. "En China' ,,el
-dice Salles-
ducción fotográfica). Entonces podemos decir que el valor de lo arte de pintaf es ante todo el arte de pensar". y para el pintor
lejano se deposita en la proximidad, en su dejar huella, a riesgo, chino, pensar quiere decir precisamente pensar por semejanza. y
en el peor de los casos, de lastrarla y contaminarla fantasmagori- como la semejanza no aparece sino es como un relámpago y nada
zándola, y en el mejor de los casos, de arrastrada en una dirección es más fugaz que ella en su aspecto, el carácter fugaz y sin duda
opuesta hacia una profundidad casi arqueológica. Así, la huella es marcado por el cambio de estas pinturas se confunde con su pe_
también un vectot pero es enronces la proximidad que es puesta netración de lo real. Lo que ellas 6jan no tiene otra fijeza que la
en evidencia (la escritura), y lo lejano deviene un simple recuerdo frjeza propia de las nubesr85.
de su oedgs¡r. Ocurre lo mismo para la temporalidad: habrá una Hay entonces, en primer luga¡ un aparecer y en segundo,
temporalidad para la huella más inmediata, una fantasmagoda los modos del aparecer: el aura y la huella. Cada modo de apare-
de la huellasi, y una temporalidad para la huella más sutil, más cer conserva el recuerdo del otro: no hay aura sin huella, no hay
latente, o radicalmente no inscrita (la escritura de la historia de huella sin aura. Estos dos modos de aparecer deberán, al inicio
los vencidos, por ejemplo). Debemos en este punto configurar del análisis, ser considerados como legítimos, incluso si por otro
un cuadro topológico, tomando en cuenta tanto los vectores, las lado el oaura, y la uhuella, pueden devenir fantasmagorías por
temporalidades, como los polos de la comunicación, si quere- su sumisión a la temporalidad de la novedad. Entonces, cuando
mos efecdvamente considerar y comprender la condición de un
personaje-conceptual como el fláneur. 85
§(,
Benjamin, nPintures chi¡oises i la Bibliothéque narionale,. E n Érr;ts ¡ao-
gazr,inrroducción y noticias Jean,Marie Monnoyer, Adrienne Monnie¡ Giséle Freund
3a
1N.T.; Hemos conside¡ado que la palabra nt¡ace, debe se¡ traducida como y Jean Selz, París, Gallimard, Bibliothéque des idées, 1991 / .Folio
essais,, 2003. (Trad.
huella. Porque la noción de huella guarda una ¡elación m:ís iusta, a modo de entender esp. Obras, hbto lV Vol. 1:
"Reporrajes. Pintu¡as chinas en la Biblioteca Nacional».
del auto¡ con una dimensión que no denota algo puramente figurarivo. 1iad. J. Navarro. Madrid, Abada, pp. 562-566.)

50
$l

en la modernidad, el uaura, sea condenada a desaparecer o a no Benjamin es un pensador de los aparatos y de la historia, en el
subsistir más que de modo fantasmagórico, será necesariamen- marco de una topología de la aparición. Es la aparición que Lyo-
te en beneficio del otlo modo del aparecer, lo que dará pie a tard llamará fiase en El dfi:rendr,. Esta topología que moviliza las
una temporalidad legítima y a otra ilegítima. Podríamos decir nociones de proximidad y de lejanía está en el co¡azón de su aná-
que una vez cumplido el tien.rpo del aura (ya no hay narradores lisis de los aparatos, en parricular del apar¿lto cinematográfico. Por
verdaderos en la época de la novela burguesa que nace, según ejemplo, cuando compara el modo de operar del cirujano-cineasta
Benjamin, con Don Quijote) se abre al reino de la huella, que con el de un mago, modelo del pintor: a dilerencia del segundo,
se ¡evelará igualmente doble que el aura. Y entonces, cuando que se contenta con poner sus manos sobre los enfermos, porque
los aparatos oindustriales, (foto, luego cine) se impondrán a 1a su palabra es autoridad (es como si leyéramos la definición de
percepción común, en tanto registro de huellas, ello será consi- eficacia simbólica de Lévi-Strauss), el cirujano, por el contrario,
derado como una ventaja, ya que ula vida en Ia sociedad humana no puede movilizar tal eficacia, penetrando así en el cuerpo del
se ha trasformado en algo peligroso. Sin el film, resentiríamos paciente con sus apararos tal como lo hace el cineasta. De donde
Ia pérdida del aura a un grado que no sería soportable'E6. Es la surge la proporción: «La pintura es al operador de cine lo que el
razón por la cual Benjamin arcliza'rá el cine teniendo en cuenta, mago es al cirujanorss. Así podemos comprender que el cineasta
de cerca, el riesgo de su re-auratización (debido a la proximidad, ya no trabaja en la dimensión de lo simbólico, que supone distan,
entre otras cosas, con el teatro). El cine, en tanto aparato, tlo cia y autoridad, sino en la penetración de los tejidos de lo real y
debc caer en las setlucciones del amaravillamie¡to ubramoderno de la imaginación c¡eadora. Cineast¿ y cirujano se encuenrnn en
(el término, por ahora, ha tenido mucho éxito sobre todo en el Ia dimensión de la inclusión, opuesta a la trascendencia; es deci¡
subcontincnte norteamericano. Un eiemplo del caso, donde su en la dimensión de los aparatos y de las prótesis opuesta a la de la
em¡rleo es totalmente correcto por lo demás: la caracterización lectura de los astros y a la de la absorción del pintor por su telasr.
del frlrn Romeo+Julietade BazLthrmann, con DiCaprio y Claire El mundo de los aparatos se opone al mundo de la relación sim-
Danes en la revista Studio, l)96). bólica, tanto más cuando estos aparatos no aparccen en cuanto
Lo que lleva a ciertos comentadores a volverse nostálgicos tales. l-o que sería el caso en la realidad e historia propia de estas
del uaura,, es el hecho que todo el peso de los textos mayores tJe técnicas, al menos tendencialmente, con Ia síntesis de los aparatos
Benjamin sobre los aparatos, denominados Por él de reproduc- proyectivos por medio de la digitalización y la miniaturización; es

ción, recae sobre el aura. Sin embargo, esos expettos olvidan los decir, por medio de su perfecta inervación con el cuerpo humano.
textos sobre la historia, o sobre su imposibilidad como conceptosT. Pero también como necesidad estética, podríamos decir: cuando
* 4err1"-,r, W., .Loeuvre d'¡r¡ I l'époque de sa resproclucrion r¡éc¡niséc,. En
36'lackels, B., op. cil, p. 150. Ilimard, 1991, p. 1(r0.
Ecri: .l).an¡ais, P.arís, Ct
8i Bcnjanrin, \V., Sto le rcuttpt d.'hitttire, l'aris, PUF, 2001. (Trad. esp. La lia' 3"
1"";"r';n, V., .La commerelle,. l),n Enfance berlinolst, p. 71, Ilaris, Mauricc
líttita u :rr¡rrto, .futgnutos sobre la hi¡tori¿.-ftad. l']a61o Oy.rrzun, Sanciago cle Chile, N,r<Ic,ru,2007. (lrrd. esp. Oúrar, l;bro IY Vol. l: «lnllnci¡ e¡r BcrLir h¡ci¡ el ¡nil
Á¡. is/l.o¡r. 2(X)2). rrrivccicntos,.'liatl. J. N;rvr¡rr, Mldricl, Ab¡da. 20I0).

5l
t
una obra está tan Perfecta mente constitaidll por un d?ardto, stt Volviendo al rga en relación con la cosa, ia aparición, según
condición técnica desaparece. Lo que, a decir verdad, es también los dos puntos de partida posibles: mirando la cosa que está ahí,
un criterio kantianoe". Benjamin: uE[ pintor conserva, en su tra- a proximidad, ba.jo su mirada, le hace a uno elevar la visra: mo-
bajo, una distancia normal en ¡elación a la realidad de su tema; vimiento de alejamiento hacia las lejanías (del sueño): uHacer la
por el contrario, el camarógrafo penetra ProfiJndamente los te- experiencia del aura de una aparición o de un ser, es darse cuenta
jidos de la realidad dada. Las imágenes obtenidas tanto Por uno de la propia capacidad de levantar los ojos, o de responder por
como por otro resultan de procesos absolutamente distintos' La medio de una mirada. Esta capacidad esrá llena de poesía; ahí
imagen del pintor es total, aquella del camarógrafo es fragmen- donde un hombre, un animal, o un ser inanimado, bajo nuestra
tada, múltiple, coordinada según una nueva ley. Es así que, de mirada abre su propia mirada, nos arrastra hacia lo lejano. Su mi-
estos modos de realización de la realidad Ia pintura y el cine-, rada sueña, nos impulsa al sueño. El aura es la aparición de r-rna
el último es para el hombre actual incomparablemente más sig- lejanía, por cerca que esté»'2.
ni6ca¡ivo, porque obtiene de la realidad un aspecto desprovisto O, a partir de aquello que esrá a proximidad, descubrir la
de todo aparato -aspecto que el hombre está en derecho de es- huellr de :una lejanía que pudo dejar el otro vecror: este movi-
perar de la obra de arte- precisamente gracias a una penetración miento es el opuesto de aquel por el cual podemos decir que
intensiva de lo real por medio de los aparatos,e'. Aquí podemos hubo aura. En efecto, la huella (Sprlr) se opone al aura, según una
ver que la definición que supone Ben)amin de los aparatos es articulación en quiasma: ul-a huella es la aparición de una proxi-
restrictiua (a Ios aparatos ProyectiYos); por el contrario, nosotros midad, tan lejana que pueda estar aquello que la clcjó, y el aura es
intentamos inicialmente una definición más extensa qte permin' la aparición de una lejanía tan próxima que puede estar aquello
no separar el aparato y [a relación simbólica' incluyendo una- que la evoca, (Nota del Libro dt los pasaje)')). uHuella, y uaura,
rración, y uencarnación-incorporaciónr. Si no hay razones para son dos modos de aparición en relación con el ego.

excluir a los usalvajes,, «primitivos, y otros nprehistóricos», es Alora bien, como Io di jimos, cuando introduce la dimen-
se
porque sus culturas han sido, igual que las nuestras, configuradas sión de la temporalidad, se complejiza el cuadro de Ia situación del
por los aparatos, con ciertas diferencias, por cierto; aunque no fláneur ctando el rga hace que los ojos de una cosa se levanten, la
hay razón para oponer la magia (o la religión) a la técnica, como temporalidad que se abre es aquella de un udesde siempre». Es una
lo hace todavía Simondon. Podemos decir que lo simbólico tiene temporalidad justa. Cuando, por e[ contrario, las historias vienen
necesariamente una «aura» legítima, así como la penetración de en tanto proximidad radical, su aura se degrada como en el caso
lo real por medio de un aparato que no aparece da lugar a una de la comunicación de masas que describe Kraus. Esto debido a
hueila legítima. que la temporalidad de la novedad se impuso en el mundo de ios
pasajes. La novedad posee un aura: se rrara de una temporalidad
to Ka.nt,l., Critiqrc dt kftdttté dejuger 145.
'r' lSenjarnin, V., d'arr ir l'épor¡ue de sa rcproducrion ¡nécanisée' Fn ')2'lickels, B., not" p.. ptratorta t L'ocuue d'ot, p. 149.
"L<mvre
ri t l ( -1 61.
lia 4t í s, I']¿tris, Illimrrrl, 91) 1, l,P. ')rl3cnjrrnrin, \(/, Lh¡n tlrs Pnss¿,ry¡,1,¡rís, (lcrf, 1997.
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( 1

'¡4
ilegitima para Benjamin, una temporalidad que hay que quebrar contra del test objetivante, como se muestra en La época de los
abriéndola. aparato?5). Los aparatos relanzan el tiempo, porque la ¡elación
Cuando, por el contrario, el ego flanea en u mundo de hue- con los aparatos, como con el pasado, se mantiene como una re-
llas, puede ser víctima de la temporalidad de la novedad y él confía lación donde el rgo extiende su órbita. Recordemos la muy bella y
constantemente en las odiosas sín tesis ultramodernas delt técnica esencial segunda t esis Sobre el concepto de historia: uUna de las pe-
más reciente y los contenidos más arcaicos (por eiemplo, el cine culiaridades más notables propias del temple humano», dice Lot-
expresionista, en ese sentido, era eminentemenrc ubramoderno, ze, «junto a tanto egoísmo en lo individual, es la general falta de
pues estuvo en el co¡azón de una contradicción cultural, especí- envidia de todo presente respecro a su futuror. Tal reflexión nos
ficamente alemana: una gran tecnicidad y contenidos narrativos lleva a que la imagen de la felicidad que cultivamos esré reñida
arcaicos. Siendo el colmo de esta tendencia el film Menópolis de enteramente por el tiempo al que el decurso de nuestra existencia
F. Lang, pues el nmensaje, de la película quedará totalmente des- nos ha asignado de una vez por todas. Felicidad que pudiera des-
dibujado: como si por medio del retorno al mito, el contenido pertar en nosotros envidia sólo la hay en el aire que hemos respi-
expresara en el fondo su rechazo a la técnica), es lo que Ilaria rado, con hombres con los que hubiéramos podido conversar, con
Brocchiniea llama, siguiendo a Rochlitz, nhuella de slntesis», o ya mujeres que hubieran podido entregársenos. En otras palabras,
sea a partir de lo que para él se presenta como la proximidad más en la idea de felicidad resuena inevitablemente la de la redención.
inmediata (es decir, lo que no seduce: el mundo de los desechos Ycon esa idea del pasado que la historia hace suya sucede lo mis-
de la historia), él reconstituye, haciendo [a tarea de un verdadero mo. El pasado comporta un índice secreto por el cual se remite a
histo¡iado¡ las lejanías (las revoluciones) que pasaron por ahí sin la redención. ¿No nos roza, puesJ a nosorros mismos un soplo del
dejar huella (nLos vencidos de la historiar). aire que envolvió a los antecesores? ¿No tienen las mujeres a las
El reproche que haremos a la lectura de Pierre-Damien Huy- que cortejamos unas hermanas que ellas no han conocido ya? Si
ghe, será el de oponer un mundo donde existió el devenir (el in- es así, hay entonces una cita secreta entre las generaciones pasadas
tercambio de miradas), a un mundo devenido inmóvil y estático y la nuestra. Y sin duda, entonces, hemos sido los esperados de
(el de las fotografías producidas por un aparato que desactiva, en la tie¡ra. A nosotros entonces, como a cualquier otra generación
efecto, la mirada de aquel que la fotogralía «toma», pues el apa- anterio¡ se nos habrá dotado de ttna debil fuerza mesiánica de la
rato es considerado capaz de no inervar la mirada del fotógrafo y que el pasado posee un derecho. Ese derecho no cabe despachado
dejar pasmado a[ referente). a un bajo precio. nEl materialista histórico lo sabee6r.

Conviene mostrar, al contrario, que Para Benjamin los apa- Si ser uhistoriador materialista» riene un sentido, que no
ratos vuelven a poner en movimiento aquello que fue fijado por puede ser marxiano, ya que hemos visto el desplazamiento del
una situación socioeconómica alienante (es el caso del cine en e5
Op. cir. Déoúe, J.t-., 2004.
ea ')r'Benjamin, \M, Oú¡¿¡, libro I, Vol. II: "Sobre el concepto
Brocchini,l., Trace et dipatiion: it partir de I'oeuue de lVaber Benjamin, Parls, de his¡oria,. Trad. A.
LHarmartan,2006. Iioto¡s, Matlrid, Abad¡, 2008.

5(r 57
análisis del valor (mercantil) de la temporalidad, esto conduce a
¿Cómo trata el psicoanálisis este doble, y el sentimiento del
concebir la relación con el pasado c omo confgarada técnicamentdT
d{á-uu, aproximadamente en la misma época? Freud publica La
por un aparatoes, lo que comprendió muy bien Kracauer en La his-
inquietant€ extrañeza1a3 (Das Unbeimlicb¿) en 1919,
toria: dt Lr penúbimas cosaPe,ya que la rellexión post benjaminia- presenrándo-
la como un rexro exploratorio en el plano estético.
na sobre la historiografia se desarrolla en sus trabajos a partir de la Su pregunta
será la siguienre:
¿en qué condiciones lo familiar puede dJvenir
fotografía. En este sentido, ¿qué signi6ca ser esperado en el pasado
extrañamente espantoso, inquietanter0a? De entrada,
él señala <1ue
pan el ego? ¿De qué poder mesiánico se trata? ¿En qué consiste su
se trata de superar la ecuación: extrañamiento inquietante
nuestro) deber? ¿Qué es ese doble que escuchamos como
(es decir, = no_
familiar. En resumenr se trata de una reacción al acontecimien_
una nsobreimpresión, en la palabra amiga, o que vemos como una
to'05. El análisis lexicológico muestra que «este
sombra en la belleza de las mujeres que nos rodean? Entonces, se
término heimtich
no es unlvoco, sino que pertenece a dos conjuntos
desarrolla un régimen del doble que no habría sido posible sin la de representa_
ción que sin ser opuestos, no son del todo extranjeros,
existencia de la fotografia y del fonógrafo, dos aparatos de registro. aquel de
familiar, de confortable, y aquel de escondido y disimulado.
Es evidente entoncesr pero esto no nos impresionará del autor de Así,
Unbeimlich no sería usado más que como antónimo
de la primera
Sobre el lenguaje en general I el lenguaje humano en panicukloo, significación, pero no de la segundarr06. Seria
que la tarea consista en renombrar las cosas y los seres que uya han
Unheimhch todo
lo que debería manrenerse en secreto! en la sombra, y
sidor. Puesto que lo que exige una fotogralia, en relación a un que habría
emergido (Schelling). Freud, en la conclusión de
su investigación,
retrato pintado, que ha tenido el mismo referente, es que ésta sea
nota que Heimlich es una palabra cuya significación
renombrada (Pequeña historia de la fotografia)to, , En este conrexto, eyoluciona
en dirección a une ambivalencia, hasta que termina
podemos observar que no se trata de un intercambio de miradas,
por coincidir
con su contrafio Unbeimlich. En cie¡ta medida, Unheimlich
y que la descripción no convendrá a la atmósfera barthiana de una es
una suerre de HeimlichtoT .
nostalgia particul ar (I-a cámara lúcida)try2 .
Freud se refiere en este texto
a los escritos de E.
e7
Jentsch, quien
(N.'f .\ Ap?are;tt¿. describe la impresión que producen los personajes
eB
{N.T.¡ appa,";/k.
d....", lu,
e' K.".",r.r 5., L'hitoire: muñecas artificiales y los autómatas. Sabemos
des atant-dernires choses, paris, Stock, 2006. (Tiad. que tanto el análi_
llitoia. La: úhimas sis del relato El hombre d¿ aren¿r08 como los
esp. cosas ¿ntes de Lz: úhimar, Buenos Aires, Editorial Las Cuaren- otros cuentos noctur_
ta,20l0). nos de Hoff¡nan esrán en el corazón del texto freudiano.
r00 ñ
'"" Benjamin, !L .Sur
A partir
le langage en général et le langage humain en particulier,.
de ellos, Freud se da como objetivo interpretar ulos
En Oeuures I, París, Callimard, 2000. (Tiad. esp. el lenguaje en general y sobre motivos más
"Sobre
el lenguaje de los homhres,. En Angelas Norus, Barcelona, Edhasa, l97l ). r^' frer¡d.
S. I inquiéranre irangcré
et aütr?, ¿,at,.l,ari,, Crllim¡rd. 1988
'"' -Benjamin, YJ. Petite hiroire de k photogaphie, Paris, Société franqaise de
t0r u¡tbid.. p.
2 t5.
phorographie, 2005. r05
lbid., p.216.
102
Barrhes, R, La Chambre claire: Note sur la pbotographlc, Gallimard/Seuil/ to6
rbí¿., p.222.
Cahiers du cinéma, Pa¡ís, 1980. (Trad. esp. La cámara hicida. Nota :obre h 107
rbíd., p.223.
fotogtafa,
Barcelona, Paidós, 2009). r08
Hoffm¡nn, T.A., L'l¡omtne aa sabl,:, p¡rís, Fl¡mm¡rio¡. 2009

58
5()
reyestía de un sentido más amable. EI doble devino una imagcn
prominentes, entre los productores de la "inquietante extrañeza '
terrorí6ca de la misma manera quc los dioses devienen demonios
a fin de examinar si ambién existe para ellos una derivación po-
después que su religión se ha derrumbado (cf. Heine, H.,
sible a partir de fuentes infantiles. Se trata del motivo del doble Zos
dioses en exiliot\1)
en todas sus gradaciones y especificaciones; es decir, de la puesta "

en escena de ciertos personajes que, por apariencia semejante' son ¿El factor de repetición de lo mismo puede ser acaso la fuen-

toma<los forzosamente como idénticos; se trata de la intensifica-


te de la uinquietante exrrañeza», como por ejemplo en el senti-
miento de défu-uu? Fretd moviliza diferentes recuerclos persona,
ción de esta relación por medio de la trasmisión inmediata del
les: paseándose por una vieja ciudad italiana desolada, retornará
proceso psíquico de un personaje a otro -que llamaremos "telepa-
de suerte que se participa del saber' de los sentimientos' de
de una manera no intencional, una y otr.a vez, al mismo lugar.,
tía'-,
descubriendo la función de este lugar, la prostituciónr rr. Recorda-
las experiencias del otro y de la identificación con otra persona'
¡á, también, un paseo por la montaña, en riempos de bruma con
de manera que no sabemos qué pensar sobre el propio yo' cuan-
regresos regulares a un mismo secto¡ o la travesía por una pieza
do ponemos el yo extraniero en lugar del yo propio; entonces'
oscura: «Es solamente el factor de repetición no intencional que
rlesdoblamiento del yo, división del yo, permutación del yo; en
imprime el sello de "inquietante exrrañeza' a algo, que sin esto
fin, del retorno permanente de lo mismo, de la repetición de los
seria anodino, así se nos irnpone la idea d e vna fatalidad inelucta-
mismos rasgos de la cara, caracteres, destinos, actos criminales'
ble ahi clonde no habríamos hablado sino que de "azar"r, r1. Orro
incluso del nombre a través de varias genetaciones'r0e '
ejemplo conducente, por el hecho de su repetición, al scntimien-
En su origen, el doble pudo haber sido concebido como la
to de predestinación es la repetición de un mismo número, en cl
preservación de lo que iba a morir (el alma inmortal para el cuer-
caso c{e Freud, el o62r, de donde él cleducirá su muerte a los 62
po: O. Rank), de donde surge [a multiplicación de los simbolos
añosll5.
fálicos para oponerse a la angustia de la castraciór.r, luego devino
Por primera vez, Freud se refiere a la hipótesis de una ucom-
autónomo y por eso inquietanteri". Con Ia irrupción de la con-
ciencia moral, el recuerdo del narcisismo primario es reducido
al pulsión de repetición» en la que trabala (Más alLi *l principio
del pl"ttcel16, publicado en 1920): nEn el inconsciente psíquico
estado de doble.
alcanzamos a discernir la dominación de una compulsión de re-
Por lo tanto, el doble sería el receptáculo de todo lo que no
petición emanada de las mociones pulsionales, que dependen sin
fue realizaclo, cle aquello clue fue reprimido!rr' El carácter de ir¡-
quietante extrañeza no puede venir, en efecto, más que del hecho r12
Heinc, H., Les tlí*x ¿n uil, P¡ris, La Pléiade. i926.
que el doble es un¿ L-rrmacicin que perlene(e a riempos origi- 1rI Frcrrd, op. cit., p. 239.
rra
narios ya superados de la vida psiquica, que en ese entonces se rr5
{)p. cit., p. 204.
op. cir., p. 241.
lLr'lir:u.i, S.. Au rhli rttt
roe
F,c,rd, ibíd., p.236. tríruípt dr ¡trti:ir,I'arís, PUIi, 2010. (ti.acl. esp. "Más
rro xll,i (l( I t,, i,rcipio (lrl l,l.rccr. I,sicoL,eír dc l,rs nrrsrs y.rnálisis clel vo. v otlas obras ( 1920-
{)p. cir., p. 2.}7.
rr t)p. t ir., 1')).)), l:)\ oLn6 ta,tt,l.r¿i. V,l. XVIll, lirr¡¡x ¡\irrs-M,rdritl. Anmr¡r¡u.2001).
¡.23It.

(l) t,t
duda de la naturaleza más lntima de tales pulsiones, que además sido llevada por otro afector,2o. Es un afecto que vuelve
es lo suficientemente fuerte para situarse m:ís allá del principio y que es angustioso solamente en tanto que vuelve.
del place¡ que conñere a ciertos aspectos de la vida pslquica un 2) Si ahl se encuentra realmente la naturaleza secreta (ge-
carácter demoníaco, que se manifiesta netamente dentro de la heim) de la «inquietante extraíteza», comprendemos por
tendencia del niño pequeño y domina una parte del desarrollo qué el uso lingüístico traslada lo Heimlich a st contrario,
del psicoanálisis del neurótico,"7. Unheimlich, ya que este Unheimlicb no es en realidad
Pero el problema central de la filogénesis es recordado aquí, nada nuevo o extraño, sino algo que es para la vida psí-
aquella de una infancia de la humanidad, clave de la ontogénesis: quica familiar de todos los tiempos, y que devino extraño
son las experiencias de los deseos realizados en la neurosis obsesi- mediante el proceso de represiónr2l. De ahl, ciertas ex-
va, los deseos inconscientes; por ejemplo, de los decesos que pa- presiones populares recobran todo su sentido: nEl amor
recen realizarse de forma automáticarLs surge el miedo al umal de es la "nostalgia por el país" (Heimtueb), es una expresión

ojo, (ciertas posesiones atraen a los ladrones)"e. De donde surge agradable, o cuando el soñador piensa hasta en el sueño
la importancia de la tesis antropológica: la humanidad ha sido a propósito de un lugar o de un paisaje -«esro me es
animista en sus inicios, como el niño lo es naturalmente, lo que bastante conocido, ya estuye aqul unayez»t-,la interpre-
explica por qué arribuimos fuerza a nuestros pensamienros. tación está autorizada a sustituir el sexo o el seno de la
En este sentido, las pistas que el trabajo de Freud abre son madre. La «inquietante extrañeza, es entonces también
las siguientes: en este caso un hoga¡ lo anriguamente familiar de otra
época. Pero el prefijo Unpor el cual comienza la palabra
1) .Si la teoría psicoanalítica tiene ¡azón cuando afirma que tratada es signo de la represión122.
todo afecto que se vincula a un movimiento emocional,
de cualquier naturaleza sea éste, es trasformado, a causa En consecuencia, para Freud, la «inquietante extrañeza» es
de la represión, en angustia, entonces es necesario que se causada por estadios psíquicos superados de la humanidad (creen-

desprenda de estos casos de "lo angustioso" un grupo del cia en la omnipotencia del pensamiento), entendiendo por tal un
que podamos demostrar que esto angustioso es algo re- retorno de lo superado: oDesde el momenro en que sucede algo
primido que regresa [...] Esta especie de lo "angustioso" en nuestras vidas que parece confirmar una de éstas antiguas con-
sería justamente la"inquietante extrañeza", que en este vicciones puestas al margen, tenemos un sentimiento de "inquie-
caso debe ser tomada indife¡entemente a que haya sido tante extrañeza"»r23, poesto que hay una historia del psiquismo.
en sí misma algo angustioso, en su origen, o que haya
120
op. cic., p.246.
121
111
op. cit., p.242. op. cit., p.246.
rr3 122
op. cit., p.243. Op. cit., p.252.
rre r'zr
Op. cit., p. 245. Op. cit., p. 236.

62 ().1
Es decir, Ia «inquietante extrañeza, es provocada por compleios no aduce ninguna dificultad, pues la represión no ha sido intro-
infantiles replimidos: es el retotno de lo reprimido. ducida. Por otro lado, estos modelos de aparatos son descritos por
No solamente el psicoanálisis es un aparato técnico com- Freud como «provisorios,. No nos preguntaremos acá si ellos hu-
pleto (una cierta configuración del evento, un cierto sublime del bieran podido integrar la represión sin una remodelación general,
aparato que P Bayard aborda en sus últimas obras't', una cierta que supondría [a introducción de la relación a la ley (la prohibi-
determinación del esquema cle la comunicación, de tal lorma que ción del incesto). Limitémonos a Ia idea de que el psicoanálisis,
podcmos concebir la palabra de quien analiza como opuesta al como todo aparato proyectivo, fue conducido a enfrentar aquello
régirnen de narración, una relerencia a la ley entendida como que refiere a lo sublime del archi-aparato proyectivo (lo irracional:
simbólica, reglas técnicas para la cura analítica, un tratamiento aquí bajo la forma del inconsciente y de los procesos primarios, y
del espacio, una concepción del tiempo [posterioridad freudiana, por lo tanto del doble). El doble, lo hemos visto, ¿no riene para el
Nachtraglichkeit), una teoría muy elaborada y compleja de la cura psicoanálisis la consistencia de un quod, de un acontecimiento? Si
analítica, del aparato psíquico, etc.), siuo que además e[ psicoa- hay un doble es porque el rg4 como la humanidad, ha sido niño.
nálisis desarrolló una teoría del psiquismo en base a tres modelos Esto, por lo demás, es una respuesrá que el aparato psicoanalíti-
de aparato'tt. I-o que lo vuelve aún más preciado a nuestros ojos, co expande a toda producción artística, lo que vuelve incomodo
ya que los otros ¿rparatos proycctivos no fuerot.l axiomatizados todo posible estudio del «psicoanálisis aplicado,.
sino mucho tietnpo después de su advcnimiento y al interior de Este no es el caso de Ios estudios de Bcnjamin, una prueba
la filosofía: el psicoanálisis fue ese aparato que se habría desarro- ejemplar de esto es la Segunda r¿ri-r. En sus escritos de juventud
llado práctica y tcóricamente dcsde sí mismo. Los tres modelos de (Sentido único, Infantia en Berlín) L7, Benjamin fue evado a desa-
aparato utilizados para describir el psiquismo, clI Particular aqtrel rrollar prácticamente el mismo examen de los temas ufamiliares,
áe In interpretación ¡lr los sueíiost)(, después del Blo& Migito, e uinquietantes, que Freud. Pero no existe en él un programa de
no salen de la problernática del rcgistro, debierrdo hacer frente lectura, salvo que las relerencias a los aparatos son numerosas.
al misn'ro problcma: ¿cómo hacemos para poder percibir todo, Con El pequeño jorobadotls, Benjamin quiere dar cuenra de
conservando siempre las huellas? Se trata, entonces, de articular la la importancia que tuvo en su infancia el ¡exto Lectur¿s alem¿n¿s
pcrcepción y la memoria más allá c{el problelna cle la concienci r' para niños de G. Scherer. El pequeño jorobado es culpado por
En este rnarco, Ia ninquietantc extrañeza» (la cuestiór.r del doblc) todas las pequeñas travesuras cometidas por el niíro responsable,
un estrago reenvía a una mirada directa del jorobado sobre el rga,
1r1
li,.y",rl, ll, tlüt'on n?lliq ü l¿ litlr¡rure i la ¡svtlunaisel. l']arís' 20{)4' y
en el mismo momento del d¡ama: uPorque cuando te mira este
Bttyttrd,P., t)onaí¡t c¡t arj¿ I'¡ris,2005.
tt CL n.,"",.., "Julieta Hanono: rctourncL srtr lcs lieux dc la clisparirion' Ln
r27
t.lrrir I txtrinr. l.t littlrature t l'art.ftt attx t'¡ imcs ¡J¿ n¿¡sq Revuc Eu rope, junio-julio l3errjamin, W' Sen: uniqae, Enfance berllnoie, ?ayages urbairu, trad.letir
2006. l.acoste, l)arís, Mauricc Nadexu, 1991. (Trad. esp. Oáras, libro lV Vol. 1: "lnfancia en
lrr'Frcu.1, S., l in*rprritrttirn rh rh't" Prrrís' l'LJIi 2010 ('lirrrl csp l'a ínttr¡tL'' Itcrlin h¡cia cl mil novecienros,, rrad. J. Navar ro, Madrid, Abada, 2010).
r)N ()p.
t¡¡t,jn lL h¡: :urio¡. \.4,rdticl, Ali¡n¿,r, )00I ). cir., pp. 143-ll,l.

(,'l
.i
hombrecillo no hay modo de que prestes atención, ni a ti ni al tengo de mí mismo («imágenes mentalesr) no son los productos
pequeño jorobado. Es que estás aturdido ante algo que se ha roto de mi conciencia (que además no riene ninguna consistencia en
en mil pedazosrr2e. Es que, por una Parte, el rgo actúa bajo su Benjamin)r32, ya que fueron, necesariamente, tomadas por otro
mirada, y por 1o tanto pierde toda conciencia de estar actuando, (es probablemente, por lo demás, la mejor prueba existencial: el

estando así desapropiado de sl mismo, lo que permite explicar las ego tiene imágenes de sí mismo que no son de su autorla, ergo
pequeñas catástrofes; pero por otro lado, el ego esti, y siempre ha otro existe), son imágenes de aparato, pero internalizadas. Es en
estado bajo su mirada: Permanentemente grabado: uAsí encontré relación a esas imago que existirá la posibilidad de un uso eman-
al hombrecillo muchas veces. Sin embargo, jamás lo vi. En cam- cipado del cine: no en el sentido de estar siempre grabando, sino
bio, él me veía, y tanto más claro cuanto menos me veía yo de de dar a los otros imágenes de sí, que el egoha elegido dar. Acabar
mí mismo. Pienso que eso de "toda la vida' que dicen que pasa con el pequeño jorobado. Benjamin permite sumar este matiz a la
ante los ojos del moribundo se compone de las imágenes que definición de imagen en general: ella siempre posee un referente,
el hombrecillo tiene de todos nosotros. Pasan corriendo como y ella hr sido siempre producida por un aparato sujetado por la
esas hojas de los.libritos de encuadernación prieta que fue¡on los mano de otro.
precursores de nuestros cinematógrafos. Con una ligera presión, Podemos precisar ahora la justeza del análisis de Baudelaire.
el pulgar pasaba por el canto; entonces aparecían por segundos Nuestra hipótesis respecto al aparato fotográfico es que habrla he-
unas imágenes que apenas se diferenciaban las unas de las otras. cho época redefiníendo la dorsal dtl medio de k sensibilidad común.
En su fugaz decurso se podían reconocer al boxeador en su faena Lo que podemos precisar retomando la cuestión del doble, que él
y al nadador luchando con las olas. El hombrecillo tiene también consideró como cualquier otro aparato, a partir del sentimiento
imágenes de mírr3o. de dljá-au o de repetición. El texto más importante para nosorros
Si existe una prehistoria del aparato cinematográfico para trata.sobre una noticia ora|, Noticia dt un fallecimientot33: uSe ha
Benjamin, pues todo aparato y todo género literario poseen una descrito muchas veces lo "déji-vu". No sé si el término está bien

Prey una Posthistoria, es el libro quien la prepara, el libro que escogido. ¿No habría que hablar mejor de sucesos que nos afecran
sa-

bemos llega a su fin'3r, a[ menos en tanto realidad bidimensional, como el eco, cuya resonancia, que lo provoca, parece haber surgi-
en beneficio de una tercera dimensión de la cual la 6cha y la serie do, en algún momento, de la sombra de la vida pasada? Resulta,
son los modelos. La idea central es la de una filmación automá- además, que el choque con el que un inst¿nre entra en nuesrre
tica, continua e interiorizada, que priva de sí: las imágenes que conciencia como algo ya vivido, nos asalta en forma de sonido.

12' r32(N.T.) Consistencia: se dice de la noción de conciencia o del rabajo en gene-


Ber'¡"min,'Wl (Trad. esp. Oúras, libro [V, Vol. 1: nlnfancia en Berlín hacia el
mil novecienros». Trad. J. Navarro, Madrid, Abada,2070' pp. 177-247)' ral de Benjamin, donde la conciencia no tiene fuerza. (Discusión con el autor).
r33
r30
Benjamin, \M (Tnd. esp. Infancia en Berlin, Madrid, Nfag'tara, 1982' pp' Op. cir-, pp. 56-57. *Lannonce d'une mort,. En Enfance berlinoise, Paris,
138,139). Maurice Nadeau, 2007. (Tiad. esp. nNoticia de un fallecimiento". En Infancia en Ber-
lrr Be,rf"min, \V. Sens uniqr.e,París, M.ruricc N¡deau' 20(J7. //2, Madrid, Alfaguara, 1982, p. 45).

(,(, 67
Es una palabra, un susurro, una llamada que tiene el poder de que pasamos, y que repasaremos necesa¡iamente de cie¡ta manera
atrae¡nos desprevenidos a la fría tumba del pasado, cuya bóveda porque hemos olvidado algo (¿a sí-mismo?), o bien que no todo
parece devolver el presente tan sólo como un eco. Es curioso que ha sido dicho aún. La repetición no es entonces un regreso, sino
no se haya tratado todavía de descubrir la contrafigura de esta que es más bien una promesa de retorno: saber que un día retor-
abstracción; es decir, del choque con el que una palabra nos deja naremos aquí, que en este lugar alguien nos espera. Thl como si
confusos, como una prenda olvidada en nuestra habitación. De la en ciertos momentos tuviésemos la impresión de ser fotografiados
misma manera que ésta nos impulsa a sacar conclusiones respecto o grabados para elfuturo. Lo que abre la necesidad de un revelado
a la desconocida, hay palabras o pausas que nos hacen sacar con- y no de la actualización de una virtualidad (como ocurre con la
clusiones respecto a la persona invisible: me refiero a1 futuro que imagen digital). Como si la experiencia de la ciudad vivida por el
se dejó olvidado er iuestra casa»134.
fláneur consístiera en practica! en ciertos lugares, la experiencia
Podríamos sacar dos lecciones de este texto bastante prous- de una repetición para el futuro, como si se supiera fotografiado,
tiano: no hay sólo dejá-uu (,ya visto,), sino además déjá-entendu acá o allá, sin saber por quién, como si el espectáculo de las calles
("ya escuchado,). y de las fachadas hubiera adquirido el poder d,e la cámara oscura,
Cuando hay déjá-entendu es porque recibiendo un sonido inmovilizando regularmente al fláneur en tal o cual posición; é1,
hay una inmediata comprensión de aquello que ocurrió alll (ya que mira la calle incluyente y cree fijar una imagen, es de hecho
sea yisto o escuchado), de manera parcial y sesgada, así deberemos fotografiado para el futuro por la calle misma.
regresar a ese momento porque todo no ha sido desarrollado Simétricamente, pues, como ya lo hemos visto, para Benja-
-en
lo que sigue el texto trata de la intrusión del padre en su pieza, min existen ciertos momentos específicos en los que a la defini-
quien le anuncia la muerte de un primo, por una crisis cardlaca-. ción del doble, posibilitada por el aparato, corresponde un doble
Como si una parre de la imagen no hubiera sido revelada, y hu- histórico, en cierto modo un doble del doble, al sentimienro de
biera que esperar el futuro para que lo fuera. Lo que motiva esta dejá-uu o drjd-entendu puede corresponder la certeza de que so-
interpretación Benjamin comprende que su padre no le ha
es que mos esperados, porque somos los únicos que podemos revelar
dicho toda la verdad, el primo estaba ciertamente muerto a causa una película fotohistórica, que no ha sido nunca reyelada: en esre
de su corazón, pero también porque padecla de sífilis, hecho que lugar, sólo basta desaprender todo lo que sabíamos de la ciudad y
no conocerá hasta mucho más tarde. Todo sucede para Benjamin de su historia para liberar la tercera orcja, aquella del historiador-
como si en ciertos momentos fuésemos golpeados por un senti- profeta, y escuchar lo que se murmura como queja por los ven-
miento de futura reperición, no porque no hayamos transitado cidos de la historia. Acá,
el fláneur-analista se conjuga con el: yo-
por ahí o porque no hayamos escuchado ese sonido o esa frase, era-esperado y volveré. En ambos casos, algo ha sido dicho que
sino porque en ese lugar, recibiendo ese sonido, se comprende no ha sido ni escuchado o comprendido, algo que necesita por lo
mismo quedarse y regresar. Se trata de una concepción bastante
t)a
1N.Í.¡ che. ,o^. psicoanalítica de la palabra.

6ti
69
Al mismo tiempo, el uyo-era-esperado y volveré' puede de- sea como fuere, para cada uno hay ciertas cosas que despliegan
costumbres más duraderas que ninguna otra. AIí se forman las
venir en un ucuando yo-vuelva tendré el sentimiento de ya ha-
capacidades que determinan luego su existencia. Y como esas co-
ber estado (dejá-aenu)r,llegaré entonces muy tarde. La Nutria135
culmina esta extraña temporalidad, que ignora el presente de la sas, en mi caso, fueron la lectura y la escritura, de todo cuanto me
ocupó en la infancia nada despierta en mi mayor nostalgia de lo
efectuación (Deleuzel36 habría escrito qte el Ai:on áe los estoicos,
que hace mi juego de lecturarr38.
temporalidad de efectos superficiales, rodea o evita Chronos, e\
presente de las causas profundas). Benjamin describe, por su par-
No hace falta decir que tal experiencia no es posible más que
si lo sensible no se distingue del artificio, y que no será viable más
te, algunos lugares abandonados del zoológico, poniendo especial
atención al estanque de la nut¡ia: u[...] aquel rincón del jardín que una vez que las imágenes analógicas o argénticas devengan
actualizaciones ñctuales de un programa que subsiste en estado
zoológico ya mostraba los rasgos del futuro, constituyendo un rin-
cón profttico. Pues asi como hay plantas de las que se dice que
vi¡tual. No es el referente que desaparece en la imagen llamada
poseen el poder de hacernos ver el futuro, también existen lugares
de nsíntesisr, ya que no hay imagen sin referente. Seria mejo¡
entonces, atendiendo a su propósito, no hablar de desaparición,
que poseen igual capacidad. Suelen ser lugares olvidados, copas de
como si este tipo de imagen fuera responsable de la política de
árboles apoyadas en paredes, o también callejones o jardines en los
desaparición, sino señalarla como el hecho mismo de una plasti-
que nunca nadie se detiene. En lugares como éstos, lo que aún nos
cidad sin trabas, como el triunfo de la imaginería neosurrealista,
ha de suceder es como si ya perteneciera al pasado"37. A esto se
que no deja tras de sí huellas de dtjá-uu desde el punto de vista
opone una temporalidad de los hábitos profundos y delas técnicas
del futuro, sino más bien un cierto drjn-uu de la obsolescencia.
corporales en el sentido de Mauss, que determinaría la existencia
Si finalmente Sander tiene tanta relevancia para desvelar los
en tanto causa: nNunca nos es posible recobrar por completo lo
misterios del aparato fotográfico, es porque en el fondo aflora en
que hemos olvidado. Y quizás que eso sea bueno. Ptes el shoch su'
algunas de sus fotografías esta temporalidad compleja. La novela
frido al recobrarlo sería tan destructivo que al instante dejarlamos
de fuchard Powes Ties granjeros se uan al bailet3e puede ser con-
de comprender nuestra fuerte nostalgia. Así la comprendemos, al
siderada como un largo viaje dentro de esta temporalidad de la
contrario, y eso tanto mejor cuanto más sumergido lo olvidado
yace aún en nosotros [...]' Tal vez, eso que hace a lo olvidado tan
fotografla epónima de Sander.
Desde el siglo XIX, lo sensible nos es industrialmente di-
pesado y tan grávido no ha de ser otra cosa que la huella de algu-
nas costumbres olvidadas a las que ya no nos adaptamos. [..'] Mas, rigido, porque somos esperados en el pasado por los productos
industriales, lo que implica que la categoría de pasividad no basta
rrt Op. cit., ula loutre,,Et Enfance herlinoie.
r38
136 Minuit, 1969 (Trad' esp l'@ra Op. cir., ula boite delectwe,.E¡ Enfance berlinoise, p.82. (Trad. esp. Obras,
Delerr e,G., Logiqae du sens,Patis'Edltiorts
libro lV Vol. 1: .lnfancia en Berlín hacia el mil novecientos,, trad. J. Navarro, Madrid,
del smtido, Barcrlona, Paidós, 1989).
r37 IY,Yol. Abada, 2010, pp. 209-210).
Benjami.r, \L, op. cit. (Trad. esp. Obras,ltbto "lnfancia en Berlín
1:
ir')P,rr".,.,R.,-lroisferuiersienuontaubal,París,lechercltemidi,2004.
hacia cl mil novecientos,, trad.J. Navarro, Madrid, Abada,2010, pp 177-247\'

7ll 7l
para describir lo sensible. Por lo pronto, no Podríamos confundir
este llamado con un texto depositado como testamento, que es-
peraría al hermeneuta. Es lo que quería poner de relieve Lyotard
con el té¡mino upasividadr, como si la ley y 1o sensible no fueran
en el fbndo más que uno. Ahí mismo tendriamos la solución a la
aporía señalada por Ranciére en la última parrc de Mabstar en la
estéticd: Lyoard reclama a su favor lo sub[ime kantiano, entendi-
do como la revelación de que la ley sobrevive a la catástrofe de 1o
sensible; sin embargo, lo sensible es en Lyotard lo intratable, lo
indomesticable. La solución a la aporla por lo pronto es técnica:
del orden de Ia articulación.
Un aparato es lo que articula 1o sensible y la ley bajo la forma
de un llamado a la singularidad y al ser en común.
En El rEarto de lo sensible (2000)141, Ranciére cuestiona
una vez más a Benjamin, su objetivo preferido, junto a Lyotard.
A la pregunta siguiente, a saber: si «las artes ¡nss{¡is¿5, (foto y
cine) crearon un nuevo régimen de visibilidad para las masas, y
en consecuencia un nuevo modo de identificación para las ar-
tes, él responde: oExiste posiblemente de antemano un equívoco
al que debemos hacer frente, concerniente a la noción de "artes
mecánicas". Por mi parte he relacionado un paradigma científico
y otro estético. La tesis benjaminiana supone otra cosa, que me
parece peligrosa: la deducción de las propiedades estéticas y po-
líticas de un arte a partir de sus propiedades técnicas. Las artes
mecánicas inducirían, en tanto artes mecánicas, un cambio en
el paradigma artístico, además de una nueva relación entre las
artes y sus temas. Esta proposición remite a una de las tesis prin-
cipales del modernismo: aquella que articula la diferencia de las
artes con la diferencia de sus condiciones técnicas o de su soporte
o medio específico. [...] El éxito constante de las tesis benjami-
nianas en lo que respecta al arte en la época de la reproducción
mecánica, funda sin duda en el pasaje que ellas aseguran entre
se
las categorías de explicación materialista-marxista y aquellas de la
ontologla heideggeriana, que asignan el tiempo de la moderni-
dad al despliegue de la esencia de la técnica [...] Debemos, desde
nuesúo punto de vista, tomar las cosas a la inversa. Para que las
rar Ranciére,
J., Le paruge du sensiblc, Parls, La Fabrique, 2000. (Tiad. esp. ,8/
reparto de lo sensible. ütéica l politica, Sanriago, Atcis-lom, 2009).

75
artes mecánicas puedan dar visibilidad a las masas, o más bien al Ranciére, que [a reivindicación de Greenberg sólo tiene sentido
individuo anónimo, deben ser antes reconocidas como artes"42. en la perspectiva en que la pintura pueda ser considerada como
La tesis modernista a Ia que se Ranciére se opone, que con- uautónoma,, mostrándose desde ella misma, en cierto momento
siste en la reducción de un a¡te a su soporte, tiene por nombre de la historia acabada, su esencia. La modernidad será ese mo-
(ireenberg. Ranciére muestra la contradicción inherente en esta mento iluso¡io del fin de la historia, en que las artes no harán
tesis: para Greenberg, uel 6n propio de la pintura es inicialmente más que repetir que son mero médium. Y como empíricamente

poner pigmento coloreado sobre una superficie plana, en vez de las artes devienen hoy visiblemente otra cosa, no queda más que

poblarla de figuras representativas, referidas a existencias exterio- proclamar que ya no son idénticas a su esencia, y que por lo mis-
res situadas dentro de un espacio de tres dimensiones'rar. Ulte- mo degeneran (es la crítica que desarrolla Lyotard al prefr)o post,
riormente, Ranciére desar¡ollará una c¡ítica ejemplar en torno al como en el caso de pasrvanguardia, o n€o etl neo-geo, etc). Ran-
médium, bien podríamos extendet a toda pretensión medio-
qu.e ciére se fundamentará en esta contradicción interna del médiurn

lógica como aquella de Debray: u"Utilizar sólo el medio propio en el pensamiento de Greenberg, concebido como una técnica
del arte" quiere decir dos cosas. Por un lado, es hacer una pura sin finalidad, lo que sería contrario a la esencia misrna de la téc-

operación técnica: el gesto de aplastar una materia pictural sobre nica, para poner el acento en lo que identifica el arte por el arte;

una superficie apropiada. Sólo queda saber qué es lo "propio" de en consecuencia, en los diferentes regímenes del arte que son
esta apropiación lo que la permite. En consecuencia,
y qué es regímenes de identificación del arte. Ahora bien, esta tentativa

qué permite designar esta operación como arte pictural. Dehe tiene como consecuencia olvidar que el ars siempre se identificó

comprenderse, para tal efecto, que con la palabta médium desig- con Ia técnica. Ranciére quiere reducir los regímenes del arte a
namos otra cosa distinta a la materia y el soporte. Debe designar la retórica para no tener que pensar su sustrato técnico. Sean los

el espacio ideal de su apropiación. La noción debe entonces des- tres regímenes que él distingue y que tienen siempre una obra

doblarse discretamente. Por un lado, el médium es un conjunto literaria o 6losófica como matriz: República de Platón para el
«régimen ético de las imágenes,, la Poética de Aristóteles para
de medios materiales disponibles para una actividad técnica' Así,
"conquistar" el médium significa consecuentemente limitarse al el urégimen representativo de las artesr, Madame Bouaryt para el
nrégimen estético del arte».
eiercicio de estos medios materiales. Por otro lado, la insisten-
cia es puesta sobre una relación entre fin y medio. Conquistar Partiremos entonces de la identidad contradictoria del zz1-

el médium quiere decir entonces lo contrario: apropiarse de ese dium: :una técnica que es su propia finalidad según épocas dife-
medio para hacer un fin en sí, negar esa relación de medio y fin rentes. Se t¡ata de una técnica que no podemos reducir a su uso,

que es la esencia de la técnicarrla. Diremos entonces, siguiendo a como lo hacemos cotidianamente con los objetos técnicos. Una
técuica que sería algo diferente al mero uso para un fin, como la fi-
ra'¡ /17-48
op. cit., pp. nalidad sin fin en Kant, es ésta precisamente la paradoja que Ben-
r1r {.a lrabrique 2(x)3'p ll2.
R,rnciirc. 1.,t.rl«thbsinags,
Lti irlc,r, jarrrirr señala en l-a obra de arte en la época de su rEroductibilidad
¡p. ll l-l'14.

i(, 77
técnica. En apariencia, como el título lo indica, se trata de téc- barroco'47 porqte la ruinificación, como la disolución, libera una
nicas de reproducción de obras ya existentes, Benjamin efectúa aparición, este término cuya importancia pxaIa. Teorla estéticala8
una rápida historia de es¡as técnicas, desde el grabado hasta la de Adorno conocemos.
fotografía- Pero rápidamente el lector descubre que el corazón Podemos enuncia¡ a partir de esto, dos tesis:
del que podemos considerar como e1 texto más relevante del
siglo )O( en estética, trata sobre el cine. Ahora bien, la finalidad 1) La cultura ¡ por lo mismo, la industria cultural serán
del cine no es más que ocasionalmente la de la reproducción de abordadas afirmativamente por Benjamin confra la a l-
obras de arte. Hay entonces aquí un enigma: ¿por qué este gran gd.ta adorno-hetdeggeriana que hoy por hoy genera con-
texto sobre el cine pretende interesarse por la reproducción de senso. Para ir más rápido diremos que, para Beniamin, la
las obras de arte? Es que el cine, primera uindustria cultural,', cultura (la colección, por ejemplo) es la condición de las
no distingue producción y reproducción, tal como la imagen artes.
llamada de síntesis hoy en dia. De una manera general, para 2) El problema de la técnica, de los objetos técnicos, para
Benjamin, la reproducción bajo las formas más variadas, es la los que no hay realmente conceptos, que bien poddamos
condición de posibilidad de la producción artística. De donde se L\amar médium o soportes y a los que yo preferiría, en
admite la igualdad entre reproducción = producción. O para de- cambio, llamar aparatos; esta pregunta no es abordada a
cirlo ¡etomando los términos de los Fragmentost4s (1915-1921) partir del hilemorfismo. Este término está en el corazón
de estética: la imaginación artlstica no consiste en una Puesta de la crltica a A¡istóteles hecha por Simondonlae, quien
en forma de una materia informe, según el esquema clásico, hi- interpreta la universalidad de este esquema que trasfor-
lemorfista, heredado de Aristóteles, sino en una deformación, ma todo artefacto en dos realidades separadas, llamadas
disolvente, de una forma ya -ahí (déját-k). El autor utiliza, justa- materia y forma, a partir de la relación interindiuidual del
mente, el término de Entstabungpara describir este proceso que trabajo, en el fondo a partir de la dominación del maestro
no es de destrucción. Lo que implica que habría que entender dador de orden y en consecuencia de forma, al esclavo,
de otra forma, por ejemplo, el término ruinif.cación, el tema de reducido él mismo a una suerte de materia. Benjamin,
la ruina, ya sea a propósito de la critica en su estudio, Las afni' ra7
Benjamin, \W1, Origine du drame baroque allem¿nd, préf Irving lVohlfarth,
dades electiuas de Goethela', o en particular en Origen del drama trad. Sibylle Mulles Pa¡fs, Flammarion, nla Philosophie en effet,, 1985 / "Champs,,
2000. (Trad. esp. oEl origen del drama bar¡oco alemán,. En Obr* compbtas, ibro l,
'" U*;"-i., Vr. , kagmen* phihsophiques, politiqaes, ctitiqaes, lixérairet, Rolf Vol. I, Madrid, Abada Edito¡es, 2006).
Tiedemann (ed.), Hermann Schweppenháuser (trad.), Christophe Jouanlanne, Jean- r48
Adorno, T.§ll, Thiorie esthétique, Paris, Klincksieck, 201 l. ('frad.esp. Tioia
Frangois Poirier, París, PUF, Collége international de philosophie, 2001 [écrits de ieu- es té ica, Madid, l&a1, 20 \0).
rae
nesse]. Barthélém¡ 1.H., Penser I'indi¡ti¿luation. Simondon a la philosophie de ta
146
Ben;a-irr, \[ «ks affinités électives de Goethe». En Oeuures I mlthe et nanre (t Pense¡ la annais¡ance et la technique a pris Simondon, Paris, LHarmattan,
aiolonc¿, París, DenoéI, 1971, pp. 16l-260. (tad. esp. *Las afinidades electivas de 2005; y Barthélémy J.H., P enser la connaissance et h technique apris Simon¿lon, Pa¡is,
Goe¡he,. En Obr* compbtas,libro l, Vol. l, Madrid, Abada Edirores, 2006). UHarmarran, 2005. Especi6camente la segunda parte, capftulo II, p. 4.

78 79
por medio de análisis que pertenecen a la estética, pone de color imponiéndole una forma. En Ben.jamin, es el nombre el

en marcha una teoría del medio de los aparatos que no que da la forma, encerrándolo en un color. Ahora bien, el nombre

eshilemórfica y que abre perspectivas inmensas' quc van es siempre algo distinto de la Idea, del éidos, es más bien un acto
posiblemente más Iejos que aquellas de Simondon' creador dentro de una estética que se relaciona más bien con la
Génesi¡.

Entonces, ¿qué sucede con este medio transindiuidual al q.ue El análisis


funda entonces más allá de una estética tra-
se

pertenecen la lotografía y el cine? dicional, como lo hará, en otro sentido, su contemporáneo Pa-
Este medio no es estrictamente aquel de las artes' La ori- nofsky buscando dar esrarus a Ia perspectiva (La perspectiua como
ginalidad de Benjamin, como la de Ranciére, aunque evidente- forma simbólica)150, antes de caer en una iconología que reduce Ias

mente en otro sentido, consiste en despejar un orden de realidad obras a un escenario imagir.rado.

distinto al de las artes: este orden, transindividual, más allá de la En la "Tesis III» de La obra de arte... en su versión francesa.
disociación en singularidad cualquiera, Por una parte, y en co- Ber.rjamin escribe: uA grandes intervalos en la histolia, el modo

munidad, por otra, no es directamente cognoscible como lo sería de percepción dc las sociedades humanas se trasforma al mismo

un objeto por un suieto. Estas son, por lo dernás, categorías que tiempo que su modo de existencia. La manera como el modo c{e
Benjamin ignora completamente. Por otra parte, este medio es percepción se elabora (el médium donde ella se lleva a cabo) no

irreductible a la oposición moclerna entre su.ieto y objeto, lo que está solamente dete¡minado por la naturaleza humana, sino ¡ror
las circunstancias histó¡icas,. Esta tesis se apoya en los trabljos tle
no impide a Ranciére hacerla suya. Por otro lado, es este medio
el que permite, por su anterioridad, la cor.rstitr¡ción del objeto en fuegl en torno ¿l :lrre dcl bajo Imperio lomano.
general, así como del suicto, tomado ulteriormente como singu- Por lo tanto, tratamos aquí de un cierto objeto técnico: dei

laridad individual y como comunidad. Incluso si podemos sacar medio o médium en tanro que determina el nroclo de percepción

de cllo consecuencias psicoanalizantes (ula estética del shock') y de las sociedades humanas, como lo haría un molde. Vemos que

sociologizantes (el surgimiento de la unorma' colectiva), ahí no Benjamin no se hacc la pregunta por cl uso de este objeto técnico
está [o esencial. que es el médium. ¿Es que acaso el terna del uso dc este objeto
En consecuencia, si Benlamin se interesa en las artes, en par- técnico sería aquí pertinente? ¿'fiene senticlo preguntarse por la
ticular rlesde los Frdgmffitos sobre la estética, es para establecer intencionalidad, supongamos colcctiva, que habría sido puesta
una estética que podemos llamar minimalista, como si el acento en obra en la invención de un tal medio, como por ejemplo la
debiera ser puesto en otro lado, en las otécnicas de reproducción', fotografía, y en vista de qué fin? Pues, por otra parte, deberíamos

por ejemplo, hacia la imagen reproducida y no hacia la pintura preguntarnos, de forma regresiva, cuál era el médium anterior qrse

et stricto sensu (cor,:ro aparición), pintura que es reducida en su sostenía esta intencionalidad colectiva, etc.

anhlisis a tres comPonentcs: la li.rea gráfica (e[ dibujo), el color ri(r I';rnr,[sky,
E., Ld ?üV¿ttit)( co tmt Jitrru synbol;Erc, i,rris, I]di¡ion MinLrir.
(cntcndiclo como manchr) y el noml,rc que configura la mancha I | ')76. ( Ii,rLl. csp. I t Trytt tira umo lirun sinbi/i.¿. B¡rcclona, 'lirsrlLrcrs, I ()73).
I

ll0 J l.i I
Como [o remarca más tarde Simondon en su texto D¿l modo aparatos, tal como G. Freund lo hizo con la fbtografia, asisdmos

de existencia de los objetos técnicos\5r (1939), la cuestión del uso no


a un proceso de conoetización de t¡ansducción: esros aparatos,

permite caracterizar la tecnicidad de un objeto técnico a fortiori, para retomar los términos hegelianos, pasan de lo abstracto a lo

podemos añadir, del médium o de los aparatos como la fotografí' concreto y esta concreción se asemeja a Ia del ser viviente sin que

o el cine, que hicieron época y mundo dando lugar a la sensibili- podamos deducir por ello que podrán devenir vivientes, como no
se¿ a tírulo de fantasmas, de mito, como autómatas, totalmenre
dad común. La empresa benjaminiana no es antropológica, como
en el caso de Leroi-Gourhan, donde la herramienta es considerada
cerrados en sí mismos. Esros aparatos parten de un estado de

como prolongamiento de una función humana. Como [a empresa imperlección (piénsese en los múltiples dispositivos que prece-
beniaminiana no es antropológica, ella tampoco es economicista, dcn al cine y que describe Th. Giraud en Cine tecnología.51,
1,
incluso si estos aparatos de reproducción van a conmocionar la 2001), así como de un cicrro est¿do de contradicción interna y
economía de las imágenes, del sonido, o la economía lisa y lla- de una heterogeneidad de sus componentes, para ir tendencial-
namente (la digitatización). Es en este nivel que Adorno, con su mente hacia lo que, en última instar.rcia, podría ser radicalmenre

crítica de la industria cultural, antropologiza la difícil cuestión del autónomo. Es la ¡azón por la cual, cuando Benjamin distingue
médium, como del medio de los aparatos culturales.
así
diferentes estados hisróricos de la técnica, caracteriza al segundo
Si queremos pensar estos aparatos Por ellos mismos, no hay estado de dicha técnica, desprrés del primero estructurado por el

que reducirlos a su uso, ya que, finalmente, aparatos muy dis- culto mágico, corno si deviniendo naturaleza, la técnica pudiese
tintos pueden servir para las mismas tareas (de donde surge la imponer a la humar.ridad su propia necesidad (de donde el mito
extraordinaria confusión que reina en el campo de la mediología del autómata-máquina que hará irrupción de una mane¡a urer¡o-

inaugurada por Debra¡ ya que en el fondo todo puede servir a la rista, durante la guerra mundial), cuando el funcionamiento de
comunicación). Debemos preguntarnos por su luncionamiento los objetos técnicos debiera ace¡ca¡se al de los seres vivientes. y es

y no por su uso; es decir, estudiar la lógica propia de los aparatos por lo cual, 6nalmente, se encamina hasta la hipótesis que admite

culturales en tanto objetos técnicos. Es a este tipo de análisis que una reconciliación entre la técnica y la naturaleza.
Benjamin, tanto en su Pequeíia historia dt k fongrafa
se consagra Como vamos a verlo, es el cine que, por el sirnple hecho de
como en La obra ¡le arte en la época dt su reproductibilidad técnica' su funcionamiento, tendrá por consecuencia aclimatar la técnica
ualienante», que habría podido ir hasta su autonomización mítica.
La problemática del funcionamiento abre otra serie de preguntas'
No solamente: la fotografía y el cine útiles a las artes? Y con Benjamin, parriendo de una inrerpretación mítica de la alineación
¿son
esto: ¿ambas son artes en pleno derecho? Pero: ¿cuál es su géne- maquínica (Chaplin: Los tiempos modernos) confunde, a título de
la segunda técnica, un perfeccionamie nto que va en el sentido de la
sis? ¿Cuál es su línea filogenética? ¿Cómo explicar el devenir de
estos aparatos? Al leer a Benjamin, retomando la historia de estos autonomiz-ación y de una antropologización de las máquinas. pero

|'r (;i,"u.l,
rtr Sinronclon, (1., 1l¡r uode rl *itat,'r d« objc* *tltn iquts, Ptrís' l\fttier, 2001 I'1,., Oirirna o ttlntlo,qit,l,¡, i, l,UIr200t.

11.). llt
si queremos comprender e[ devenir del cine, debemos pensar el propio rol, dando la apariencia que él mismo ha elegido dar.
¿pero
perfeccionamiento de los obietos técnicos fuera del mito del autó- la intrusión masiva del juego no puede tener consecuencias polí-
mata devorador de la humanidad. Debido a ellos mismos, siguien- ticas? Hay que ser antitécnico como Ranciére para no ver que el
do la ley del perfeccionamiento, los objetos técnicos en general se régimen del arte llamado represenrativo, que suponía la narración
dirigen hacia una integración y una cohesión recíproca de todos ordenada de la vida de algunos héroes (drama épico), no puede
sus componentes, que los acercan a la autonomía estricta de lo vi- más que sucumbir frente a la irrupción de la testabilidad, que no
viente. Por lo tanto, dejan de ser dependientes de su propio medio conoce más que un valor: el juego. Entonces hay todo un mundo

asociado anterior, para generar su propio medio asociado' Benja- enÍe esras dos temporaliclades: aquella del sacrificio del teatro de
.;llundo
min, en inici:Llmente, describe tn fordiaza de productores la representación, donde en un sólo rnomento todo se juega, y por
sumisos a la dictadura del test escola¡ deportivo y universitario' otro lado la temporalidad del cine donde una escena puede ser
Pero el funcionamiento de la cámara acoplada al micrófono hace siempre reactuada, refilmada, las yeces que sea necesario, donde
surgir un reino de apariencias absolutamente nuevo: los produc- una vez no es nada, donde nada úrnico subsiste: lo único ya no
tores aprenden a dar de ellos mismos apariencias que son capta- tiene valor, rampoco evidentemente el aquí-ahora del aura.
das automáticamente. Y Ia lógica de fincionamiento del aparato Benjamin resume su tesis en estas líneas cenr¡ales: uTransfor-
deviene reflexiva: es a su vez la testabilidad de aquel que no era mar el gigante aparataje técr.rico de nuestra época en materia de
testeado más que en relación a su máquina, que deviene ahora un inervación humana, tal es la rarea histórica al servicip de la que el
objeto en sí: la testabilidad de cada uno se autonomiza como con- cine obtiene su sentido auténtico».
secuencia de [a autonomización técnica del aparato audiovisual' El cine será entonces la ve¡dad de la inervación. por lo tan-
El modelo beniaminiano es indudablemente aquel de El bombre to, el mejor medio para pensar la inervaci(n, será el cine. por
de la cámar¿ (1929) de Vér'tov, incluso si Benjamin no cita este una partei el cine como cualquier otro objeto técnico, tenderá
film. Esta producción de testabilidad tendrá consecuencias rema¡- hacia el sentido de la individuación y de la concretización (qué
cables: conllevará una des-identificación social y política de a<¡uel rnagni6ca prótesis es la minúscula cámara digital que ha inerva-
que pasa por delante de la cámara, se tratará, por lo tanto, de un do actualmente toda vista, toda memoria), pero por orra parte
verdadero reino de [o anónirno y de lo cualquiera, el actor de cine consistirá en la resolución técnica en apariencia únicamente eco-
no teniendo ya ninguna relación con el actor de teatro' Así [a testa- nómica y política: la alienación «maquínica,. por el simple hecho
bilidad del test emancipará al productor del reino de la máquina, y de su perfeccionamie nto, la alienación causada por la segunda
por consiguiente ya no será registrado obrando sino jugando'53 su técnica se reducirá tendencialmente. uEl film sirve a[ hombre para
cjercitarse frente a estas nuevas apercepciones y reacciones, que
.jouer', sc rraducc comúnmente Por «¿ctlrar» cuando hace
't-r (N. tl) El velbo exigen una relación con el aparatol5a cuyo impacto en su vida se
refilcncia a LLn¡ rePrcscotación ¡ctoral; sin embargo, hcmos prcferido orntencr srt
cercanit con cloriginal francis, pLres en cl páLrafb siguicntc el'rutor hacc Lrnr reflcxi¡irr
\1
sn,rc cl jucgo. lN. t.) A/,/,,ü"; /trr".

8.r si
incrementa cotidianamente». Ahora bien, la clave de este ejercr- llegará incluso a admitir que si la mano no obrara constituyendo
cio no consiste en un trabajo, cuyo modelo sigue siendo inevita- una cosa visible, no habría nada ver para la vista misma, para la
a

blemente la relación amo-esclavo, sino más bien otro modo de cual todo pasa. Es entonces la mano la que posibilita lo visible,
aprehensión, no formalizado en un sentido hilemórfico, no fo- agregará Klee, disclpulo en este punro de Fiedler, es el arte el que
calizado la distracción. Precisamente, la inervación de los nuevos permite aer- Esta conexión entre la mano y la vista, no es posible
objetos técnicos no impone una disciplina, sino una percepción con otro órgano de los sentidos: la mano no puede inervar al gus-
casi-háptica, donde lo lúdico de [a distracción es más relevante to, pues ella no puede hacer obrar al gusto, ella no puede hacer
que la negatividad del trabaio, así como del aprendizaje institu- degustar al gusto por medio de una obra arrancada de sl, mientras
cionalizado. La distracción se opone al conocimiento obietivante, que ella puede permitir ver lo visible estando éste desligado de
necesariamente atento. la vista misma. Lo que uno degusta o toca, no se puede separar
Ya que el cine no es un trabaio, no forma parte de las re- del tacto o del gusto mismo. Es la mano la que arranca la cosa
laciones interindividuales. Se despliega en un nivel diferente, del aqul y el ahora, asl como de la inmediatez de la apropiación
en el nivel de un medio transindividual. Es la razón por la cual de lo sensible. Es en Fiedler que Benjaminl55 encontrará el tema
nos movemos en un medio que podemos llamar peyorativamen- de la inervación, que implica harto más que una simple amplifi-
te «espectacular», como 1o hacen los situacionistas, no solamen- cación romántica de un órgano de los sentidos. Entre la mano y
te porque ejercemos constantemente nuesro derecho político la vista hay un salto cualitativo: una, reflexiaidad (la obra es una
a conferirnos apariencias a nosotros mismos, sino Porque tanto cosa vista donde lo visible aparece en segundo grado), conueta
las colectividades como las individualidades, se configuran cine- (la obra tangible deviene archivo abierto) y una aatonomizllción
matográficamente. El tltulo del libro de Frodon: La proyección de aquello que se desprende de su origen, y funcionará para siy
nacional mrestra este estado de hecho, salvo que éste se limita a tendrá efectos sobre un medio diferente: el público. Un público
estudiar el cine hollylvoodense en sus relaciones con la constitu- que ella instaura, ya que no existía antes de ella. La obra devendrá
ción de [a sociedad norteamericana. el verdadero archivo del sentido. Lo que llamamos cultura.
Ya que, como piensa Benjamin siguiendo a Fiedler, la mano Los objetos técnicos, la técnica en general, fueron tempra-
que produce un objeto visible que se desprende de ella (un tra- namente concebidos por Benjamin en términos de inervación,
ba.jo, luego una obra) inerva la vista. La vista misma, asl como la prolongando la vida integrándola: nl-a humanidad puede integrar
conciencia interna o el sueño, no denen la capacidad de dar for- gracias a la técnica, además de la totalidad de lo viviente, una
ma, porque tanto la una como la otra son arrastradas por el flujo parte de la naturaleza: lo inanimado, las plantas y los animales,
ininterrumpido e incesante en el seno del cual no pueden apre-
155
hender nada; por más que el flujo continuo de la conciencia ínti-
Conocemos las páginas de Benjamin consagradas al teatro proletario para los
niños, donde el rema de la inervación es esen cia1. En A. Lacis, Pro/isión reuolucionaria
ma como el flujo exterior de las sensaciones posean todas las cua- (Profession tétolutionnalra). Tema a Ia base de las notas de la sexta resis de La obra de

lidades posibles de lo sensible, no quedará nada de ellas' Fiedler trte... E¡ Lo¡ ¿¡citotrtanceset (Les Ecrits fanqab, ed. cit.).

86 87
donde se constituye la unidad de su vida' (Fragmentos' p' 87)'
Asi, Ias obras poseen esta cualidad extra resPecto a los simples
objetos técnicos. En la reflexividad, lo que está en juego es el salto
de la técnica a la poesía. Es lo que Benjamin llama propiamente
mímesis, qte para no conlundir con una representación que sería
aprehendida a partir de un ya-ahí, llamaremos mímesis originaria'
F.n efecto es la misma mano, señala Beniamin, la que flecha un
animal, que lleva el boceto a Ia pared, el mismo cuerpo es e[ que
camina, y danza; la danza es así mimesis de la marcha' Esta recu-
peración de sí no es representación en un sentido banal, es más
bien un salto cualitativo.
Diremos para te rmina¡ tratándose del medio transindiuidudl
(Simondon), que el cine, inervando las técnicas, integrándolas
a la humanidad, las expone Poetizándolas, y de este modo las
vuelve pensables, aunque no sean necesariamentc ob.jetivables'
En efecto, las técnicas, que son finalmente la condición del cono-
cimiento obietivante, no pueden ser verdaderamentc conocidas'
F.l r¡edio transindividual está condenado a una suerte de estado
cuasi-noumenal. La tarea histórica del cine, podría escribil Ber.r-
frente
!amin, consiste entonces en sensibilizarnos poéticamente
a un medio creciente que necesariamente tienc su propia línea
de fuga, la que no es ni humana ni inhumana Es nuevamente el
¿sunto dc l¿ mimesit originaria.
El texto de Ranciére (El desacuerdo, 1995) que pretende
arreglar cuentas tanto con la filosofía polltica uclásica, (Platón,
Aristóteles) como con la umoderna, (Hobbes, Rousseau, Marx,
etc.), en nombre de la política como ltacer, en nombre de los sin-
parte, y de aquellos que se encuentran aún en una invisibilidad
pública provisoria, se inscribe desde el inicio contra El diferendo
de Lyotard.
Lyotard (1924-1998), pertenecía a la generación anterior a
la de Ranciére (1940), ambos enseñaron filosofía en el cenrro
experimental de Vincennes fundado a comienzos del año uni-
versitario de 1968, luego de los oacontecimientos, ocurridos ese
mismo año. Ulteriormente, ambos ejercieron en el departamento
de filosofía de la Universidad de París 8. Como para todos los
filósofos que eligieron ir a enseñar y militar en Vincennesr5T el
reclutamiento era, según el deseo de F. Chatelet, polltico-filosó-
fico. Cada corriente marxista no-comunista envió a sus represen-
tantes, los althusserianos-maoístas venidos de la Escuela Normal
Superior (rue d'Ulm): Badiou, Ranciére; los trotskistas: Bensaid,
\7ebe¡ Brossat; y los libertarios que se reunieron alrededor de
Schérer y Hocquenghem. A esta vanguardia se sumaron Deleuze
y Lyotard. Lyotard, que había pertenecido ai grupo Socialismo y
Barbarie, fundado por Lefort y Castoriadis, fue acogido un poco
más tarde con cierta aprensión. Como lo recordará Ranciére en
r57 (N.T.) Comuna de la periferia de París en donde se instaló por primera vez lo
que sería la Universidad de París B, hoy en día instalada en Saint-Denis.

9l
su discurso fúnebre, usabíamos que con é[ las cosas no serían flí- ciencia de las obras de arte, sino como aisthesis, a parrir de dos
cilesr. Esto porque las costumbres no er¿n necesariamente ac¿dé- perspectivas metodológicas: por medio del lenguaje y ciertos con-
micas en este centro universitario experimental, instituido por el flictos intralinguísticos que le desbordan, así como también la
poder gaullista, a fin de c¡ear un absceso de fijación única de todo caracterización de nuestra época.
lo que la universidad francesa tenía de radical. No era raro que En su texto El desacuerdo Ranciére pretende distinguir explí-
comandos reivindicando la revolución cultural maoísta quisieran citamente entre una situación de desacuerdo y una situación de
combatir ¡ acto seguido, los argumentos filosóficos terminaran diferendo. El desacuerdo, según é1, no puede relacionarse con la
por manchar la chaqueta de Lyotard, sobre todo a partir del mo- problemática lyotardiana del dilerendo entre géneros de discursos
mento en que éste, «traicionando la dictadura del proletariador, y del diferendo entre universos de frase. Una situación dc desa-
empezara a desarrollar los análisis d.e La economy'a libidinal. cuerdo supone, en efecto, dos interlocutores que, ya sea urilizan
Estos uvirulentos, intercambios no impidieron que más tar- las mismas palabras, pero con diferentes sentidos, o bien urilizan
de, durante la preparación del libro El diferendo de Lyotard, una la misma palabra sin designar la misma cosa, el referente. Sin
importante discusión epistolar se desarrollara entre él y Badiou, embargo, el desacuerdo más radical es aquel que diviclc a dos in-
correspondencia de la que esperamos algún día la publicación (¿es terlocutores: cuando el primero no puede comprender al segundo
la matemática [a clave de [a ontología?) porque, para é1, sus palabras no pertenecen al Lenguaje articulado,
Por otro lado, Ranciére y Lyotard combatían en un mismo a Ia palabra (hgos), slno más bien a la voz (phón{, esta voz que
terreno: aquel de la articulación de la estética y de Io político. los homb¡es tienen en común con los animales, según Aristóteles
Ranciére desarrollando un verdadero trabaio de archivista en tor- (Política), esta voz inarticulada que no puede expresar más que
no a[ imaginario Iiterario obrero del siglo XIX (La noche de los sentimientos, placer, penas, bajo forma de un grito de alegría o
proletariosl58, 1981, El flósofo y sus pobres"'), 1983, etc.), ¡ por de rabia, como en el caso de una asamblea, por medio de aplau-
su parte, Lyotard (Discurso, Figura; Deriuas a partir dr Marx 1t de sos o de abucheos. Si los unos no pueden considerar a los otros
Freul6tt, etc.) poniendo en exergo 1o figural, verdadero acceso al como interlocutores válidos, es simplemente porque no les ven,
inconsciente histórico (aquello que alimenta las ñguras subver- porque no comparten la misma sensibilidad. La situación de la
sivas del carnaval y des-inscribe toda época de la superficie de interlocución política entre pares (y sus requisitos), descrita por
inscripción estético-política). Habermas, es senci amente excepcional. Para que un debate sea
Nos proponemos en este apartado analizar sus dos modos viable es necesa¡io que exista la posibilidad que interlocutores se
de aproximación a la estética, la que debe entenderse no como enfrenten a una alteridad, aunque ésta sea relativa: si los esclavos,
los pobres, los excluidos, etc., son ininteligibles, es porque lo que
rt8 Ranciére, du
J., La nait des prolhaires: nrthirs ,¿ la)rler, P¿ris, Hacherte, profieren se parece más a un grito que a una palabra argumenta-
2005. (Tr.rd. esp. La noche fu lot pruktari¿¡ Buenos Aircs, Tinra Linón, 201 0).
l5') tiv¿r. Así las cosas estarán casi siempre z-anjadas de antemano. Es
Ranciire, J., La¡hilotophe et:c pnu¡rr¿s. I'rrís, FavaLcl, 2002.
rr'(r
I¡ot.rrd, f.Fi, Dirit,r's i partírfuMatt Ii¿ul.l'ttris, (i;rlilóc, I99I. clccir, no habría debate mris clue entre acluellos cuya posici<in cs

(
).t ,) l
conocida de entrada en una distribución social que ha dispuesto de Aristóteles, de 1o írtil (lo social) no se puede inferir
lo justo
aquellos que cuentan y los que no. (lo político). Téniendo en cuenta ejemplos como la elevación de
Es lo que Platón, en República, desc¡ibe idealmente: cada Ios romanos hacia Ia luz pública (la secesión de los plebeyos y
uno ha de tener su lugar, en función de su ocupación, en espe- su retirada en la batalla Auentin descrita por Ballanche en el si-
cial del ocio (Schol\ d,el que dispone para intervenir libremente glo XIX), la acción ufeminista, de Jeanne Deroin, también en el
en [a plaza pública. De donde nace el mito de los metales y sus siglo XIX, o la utoma de Ia palabra, de Blanqui al proclamarse
aleaciones, que constituyen la naturaleza de cada uno en función uproletario, lrente a un procurador que buscaba suscribirlo a un
de su actividad. Así el orden ideal será fundado en la Naturaleza. estado social o a una profesión, Ranciére contribuye eficazmente
Entre los iguales, que están dispensados de los deberes del trabajo a circunscribir un género de discurso el político- que no riene
y de la maternidad, cuya vida entera adquiere sentido a partir de un lugar específico et El diferendo de Lyotard. EI libro de Ran-
la uita actiua de la que habla H. Arendt en La condición humana, ciére es uno de los grandes lib¡os sobre la política, permitiéndo-
qu€ ocupan espacios que les permiten exponerse en la plaza pú- nos comprendcr, por ejemplo, el movimicnto de los trabajadores
blica, por lo tanto, la acción politica es evidente. Es finalmente inrnigrarrtes.in papele. en Fr.¡n. ir.
a ellos, y a sus equivalentes modernos, a los que se dirige la Ética Sin embargo, cs a partir de un desafío comunicacional que
de la comunicacióz de J. Habermas, pues ella permite mejorar aparece para Ranciére la especificidad cle Io político. Ya que aquel
la performatividad de un debate, en la medida que el dispositiuo o aquellos que toman la palabra upolíticamente, no existen po-
sociopolítico ha claramente determinado y nombrado las partes líticamente antes del acto mismo de la palabra. Como en el caso
(las palabras) que cuentan. Pero Habermas no nos permite com- de Lyotard, es la frase -que acá pertenece al género del discurso
prender cómo los que no cuentan podrían subir a la escena don- político- ia quc literalmente instiruyc ul universo, que sin ella
de se argumenta, cómo otra cosa distinta que los litigios tipicos jamás habría venido al mundo. Un universo de frase, es decir,
podrían aparecer; cómo se daría lo improbable, es deci¡ cómo se un emisor, un destinatario, rrna significación, un referente, emer-
presentaría un aparecer que haría acontecimiento. Si existen, para gicndo en el hecho mismo de la frase.
Ranciére, los invisibles, los no-vistos, los sin-parte, los sin-nom- El orden político, instituido por tales fiases, es una cllestión
bre, es que ellos no parricipan de la existencia pública, política, de Íreramentc de artificio y por lo mismo contingente, producto
la ciudad (el dispositivo de distibución de las partes Iegítimas, la del aparato y de la industria de Io simbólico, que no descansa
policíat6t), es que teniendo un lugar efectivo y útil en la sociedad sobre ningún arkhé, ni encucntra lundamento en Ia Naturaleza
e identificados como tales por la socio[ogía, han sido excluidos de (Platón, Aristótclcs) o en la Razón (en la representación: Hob-
la utoma de palabrar'62 legítima. Contrariamente a la afirmación bes). Es el acto político, es aquella frase que toma la forma de
clcnrostración de un daiior6:J (blabcron), de una argumentación a
'6' (N.Ii) El auror;uega con una doble interpretación: policia, por una parte, es

la fLerza del orden público; por orra, tiene una relación con ¡olh 'u' (N.'ll) til ru«rr hr prcfirido rndLrci, ro;r por cl¡ño, dicho lexema en ei usri
16)
1N.T.1 Prise de parole. ,,,¡, i,,¡rc.rluJc,rsinrisnr(, rl cn(,r.

94
partir dc principios fundamentales tales como la Declaración de su amo); sin embargo, esta igualdad no cs reconocida como inhe-
los Derechos Humanos, es entonces este acto el que hace aparecer rente a la escritura, esta igualdad no implica el derecho dc quien
a los no-vistos como verdaderos actores políticos. Esto significa quiera que sea este a áparecer en la escena pública y a exponer su
que antes no existían como sujetos ya consrituidos y sus actos lectura de la ley. En última instancia, esta igualdad puede ser infe-
llamados de usubjetivación, no consisten en una toma de con- rida de toda relación de dominación, concebida como la igualdad
ciencia, un en-sí que devendría para-sí. No se trata de un acto de de todos frente al lenguaje: el dominado debe poder comprender
autorreflexión de una er.rtidad ya exisrente para sí misma, de una a su amo para obedecerle. Hay por lo mismo un reparto común
toma de conciencia como lo suponía la ideología leninista, sino de lenguaje (de la lectura de la ley), pero de este ucomúrn, no se
de la inscripción de una argumentación en el order.r clel /agas ar, podría deducir, para los antiguos, una igualdad en la capacidad
ticulado de la voz, es decir de la phóné, del senrimienro que nace de escribir, de donde la distinción aristotélica entre la pb6né (la
de los afectos. Ranciére presupone cntonces, contr¿riamenre a voz, el grito) y la palabra articulada (logo). Entonces, siguiendo a
Lyotard'ó4, que toda voz es potencialmente árticulable ¡ por lo Ranciére, ampliaremos su propósito lundando, a partir de la dife-
mismo, el daño que surge del hecho de la diferencia entre voz y rencia entre lectura y escritura, lo que instaula la diferencia entre
palabra puede ser transformado en litigio, al mcnos idealmente, el todo (la sociedad idealmente constituida según una repartición
en un horizonte kantiano de la Razón. En esto I{anciére es pro- proporcionada, justa, geométlica de las partes, como en el caso
fundamente moderno, a pesar de que llegará a vaciar completa- de Platór.r: la polis; la policía) y lo múltiple, la improbabilidad del
mente este término de toda sustancia. Es rnoderno en el sentido aparecer, y esto no únicamente en relación a la Antigüedad, sino
que, según é1, Descartes y Kant participan, cada uno a su rnanera, para todo orden político.
en una nueva determinación de las relaciones entre lo sensible y El optimismo de Ranciére (que no orro que la remporali-
es
lo inteligible: el primero porque concibe al sujeto como el nuevo dad específica al género del discurso político) le lleva a clescribi¡
modo de aparecer de lo cualquiera, el otro porque abre, ante la los movimientos políticos como csos triunlos que se acumulan,
acción, el horizonte de la exigencia de la universalidad. No sola- y que constituyen derecho, institución y sociedad, en el sentido
mente la subjetivación y Ia exigencia de universalidad no pertene- de una reducción tendencial de la diferencia ontológica entre ro-
cen al lenguaje de los antiguos, sino que, incluso más, no forman talidad y multiplicidad sin que ésta pueda ser colmada completa-
parte del reparto de lo sensil¡le que caracteriza a Ia Antigüedad. mente. Así, siempre existirá un daño, y por lo tanto lo improba,
Ciertamente, la igualdad está en el corazón del razonamienro ble, porque siempre hay desengaño en el corazón de toda socie-
platónico, aunque sólo sea como igualdad de todos ante la lectu- dad, aur.rque nada esté destinado a subsistir en los bajos londos
ra de las ñguras geométricas (En Menon, el joven esclavo puede de lo público como una deuda inmemorial. Si la sociedad está
comprender las propiedades de un cuadrado, como bien lo haría sicmpre dividida, perpetuamente en [etraso respecto de sí misma,
nr¡ existe algo así como un no-visro irreductiblc, irrcemplazable,
tia Cf. M;slre de k ¡h;bsaphie,l,aris, Galilée. 20r')t). ir¡lnicrrlat¡lc. Para Illrnciir-c, ¡ro exisren los vcnciclos c{c la historiil

,)(,
,) /
en el sentido de Benjamin, aquellos que no dejaron huellas, ni dispositivo no es totalirario, la diferencia entre lo múltiple y el
tampoco aréhivos, los vencidos de las revoluciones proletarias del todo (la diGrencia entre escribir y leer) sigue siendo operable:
siglo XIli, por ejemplo, que dependen primordialmente de un desde el momento en que la política es trasladada del lado del
inconsciente de lo político y de lo historiográfico, por lo mismo aparecer en tanto acontecimiento. Ranciére analizará en qué con-
de una suerte de «psicoanálisis de la historiar, mientras que los siste el artiñcio de la configuración por los aparatos de lo políti-
sin-parte rancierianos terminarán indefectiblemente por obtener co, que hace entre orras cosas posible la acción como dispositivo
un lugar. Este rasgo optimista está en el fundamento de su re- identitario (la policla). Ya que el aparataje político que da lugar a
chazo al tema upesimista, de lo sublime en Lyotard, lo sublime lo improbable y el dispositivo de distribución legltima de partes
como «presentación de lo impresentabler. Ineluctablemente, los y de lugares visibles, están ligados y atados. La acción supone
movimientos pollticos surgidos desde fuera de la jerarquía, lejos siempre un aparataje anudado a un dispositivo. Para que un daio
de la representación social legítima, consolidarán el orden de la pueda presentarse en la plaza pública, para que haya conflicto,
ciudad, la polis, y con esto la buena distribución de las partes. para que al mismo tiempo aparezcan: ese daño, los sujetos que
Inevitablemente, el programa del socius se realizará integrando se constituyen al exhibirlo, el lugar de la exposición pública de
lo improbable, inexorablemente nuevos inscriptores ampliarán esta problemática, la opinión pública llamada a dar su asenti-
el texto de la ley. Sin embargo, ¿existen bordes en lo político? miento a lo que nunca había sido proclamado; en resumen, todo
¿El género del discurso político puede subsumir todos los daños? lo que hará acontecimiento, no puede dsvenir visible, aparecer
¿El movimiento de la modernidad se resume a la emancipación realmente, más que en contraste con lo que en todos los tiempos,
de los obreros, de las mujeres, de los radicales del año 68? ¿No por naturaleza, ya estaba ahí, dispuesto sin controversia; visible
habrán quedado algunos otros nolvidados, al borde del camino para todos. Es, por lo mismo, otro nsensible, el que encarnará
polltico? ¿Aquellos que por la manifestación del daño no habrlan una nueve nidea, -necesariamente universalizal:Ie-, y entonces,
sido constituidos finalmente como sujetos en el horizonte de la otro «reparto de lo sensible, el que debe emerger de un «reparto
universalidad, justo en el momento en el que padeclan tal daño? de 1o sensible, que parecía estar ahí por naturaleza. Ya que se
¿Aquellos que no arricularían, según Ias mismas normas, lo sensi- trata de hacer aparece¡ de hacer visible lo no-visto, de articular lo
ble y lo inteligible, la lectura de la ley y la escritura? inarticulable, de circunscribir lo que no tiene forma. Se encuen-
Pero mantengámonos dentro del marco político, aquel que tra precisamente ahí la necesidad de una producción, es decir
constituye los límites del borde sobre el cual volveremos. de una industria, si queremos hacer honor a las raíces latinas de
Si la sociedad no es nada más que un dispositivo, es de- la palabra industria: indu udentro, y struere «[ispo¡er, arreglarr,
cir, una repartición visible de partes, ella despliega sobre todo es deci¡ poner orden en el desorden. La industrius es un activo,
acontecimiento un marco de Jectura, un encierro identitario, por dedicada, aplicada, hábil, que construye y que estructural65. En la
ejemplo, en las categorías modernas socioprofesionales, los roles 161
Sigrrienclo los escriros de Huyghe, PD., lrt et industrie, Patk, Circé, 1999: y
sexuales o las pertenencias étnicas. Pero al mismo tiempo este I)u (,i»nnln, Pr¡ ls, (lircé, 2002.

9¡t ()9
Edad Media, tanto en Italia como en Francia, en occitanor66, en la mímesis aristotélica retrocede, todas las situaciones, todos los
francés, la industria era ingeniosa, inventiva, incluso astuta: en las sujetos, todos los géneros, todos los materiales, todos los efec-
novelas picarescas españolas sus ucaballeros, ejercen sus talentos tos serán posibles y legítimos, porque ya no están jerarquizados.
en det¡imento de los ingenuos. De donde nace la conexión, en De donde emerge el escándalo de Almuerzo sobre l¿ hierba de
la época de las Luces, entre lo polltico y el teatro: los astutos del Manet, de la conjunción entre la vestimentar negra, masculina,
teatro de Beaumarchais, por eiemplo, están al servicio de otro de noche y la completa desnudez de la odalisca. Es el mismo
nreparto de lo sensible, distinto de aquel por el cual cad¿ uno drbe movimiento que permite que cualquier sujeto pueda argumen-
csrur def nitiuamente en su lugar tar políticamente sobre un daño que debería haber permanecido
El género del discurso político no es un tipo más de discur- privado y escondido, y que los museos de la revolución acogerán
so: subviene un orden social fundado en la mímesis aristorélica y expondrán, aquello que para el papa o los príncipes ostentaba
que fue la clave de un arte -académico- donde el autor sabía a un valor de ícono sagrado. En resumen, los materiales del arte,
quién dirigirse (a qué categoría social), cómo debía dirigirse, qué asi como de la política, devendrán tendencialmente lo prosaico,
historias debia narrar, con qué personajes, en qué situaciones, lo fragmentario, los restos, lo insignificante, etc.
para producir qué efectos. Esa repartición de lo sensible, este Si las artes se constituyen gracias a los aparatos, ocurrirá
dispositivo, codificaba tanto el aparecer como el hacer, el hacer- lo mismo con el daño que no puede aparecer tel cual, desnudo
hacer o el hacer+aber. Fue necesario que se agrietase, en el siglo (¿cómo exhibir la diferencia entre leer y escribir?).
XVIII, lo que Ranciérer67 llama nel régimen representatiyo de Es por esta razón que el conflicto politico se construyeJ se
las artesr, para que el género del discurso politico tomara toda produce, que el daño se elabora, que las tablas del escenario se
su amplitud. Podemos observar que, tratándose de unir de otro levantan, porque todo ello no existía con anterioridad, todo ha
modo lo sensible y lo inteligible, las artes serán movilizadas, o de ser inventado, todo queda por conquistar en un mundo que
mejor dicho, los aparatos que determinan tal o cual régimen del posee para sí la cualidad de ser tangible, de estar a disposición,
arte. Ya que, en el fondo, las musas son siempre las mismas (la de estar ya siempre normado. Por lo mismo, se deberá mostrar y
lo que cambia y hace época
danza.,la epopeya, la tragedia, etc.), demostrar, proceder poéticamente y argumentar para conyencer.
para lo sensible son los aparatos que inervan el arte, como la Difícil es acá distinguir lo sensible y lo inteligible. La idea política
perspectiye pudo hacerlo masivamente a partir del Quat*ocento debe devenir sensible, debe plegar de oúa manera la aisthesis. Es
en Florencia con la arquitectura, la pintura, la escultura, el tea- en este lugar que deberían intervenir masivamente otros apararos,
tro (AJberti), etc. A partir del momento en que el aparataje de más de lo que lo hace Ranciére con la noción de nuevo régimen
«estético» de le lireratura. Deberá intervenir de manera decisiva
ló6
1N.T.¡ L"t g". q". hablaba en la Occicania, antigua región que comprende
"e aquello que se asigna habitualmente a los aparato de la política:
territorios de Italia, España (Cataluña) y del sur de Francia.
167
Cf Déorre, J.L., "Ranciére un post classiq rc,. En Acte: du Colloque d.e Cairy, desfiles, máscaras, rituales (cuya matriz que se encuentra en el
2005: J. Rarciire et la philosopbie au présenr. carnaval y sus carros). Ya que sin cllo no comprcnderíamos por

t(x) l0I
qué tantos hombres de teatro, cineastas y teóricos de estas artes y La consecuencia última de esro es que para Lyotard no exis-
aparatos han otorgado, por ejemplo entre los años veinte y trein- tirá, esencialmente, historia de la pintura después de Lascauxr68y
ta, tanta importancia política a acluello que hasta entonces no era que el divorcio enrre el afecto inarticulado (lo sensible) o su tra-
considerado más que diversión o espectáculo de feria. No es por zo coloreado y el logos será tal, que lo político no podrá emerger
azar como hemos visto tantas veces en 1935-1936, en sus análisis más que de la frase, que sólo podrá consriruir.un acontecimiento
acerca del cine en La obra dr arte..., Beniamin reclama un nuevo articulable. Cuando la ruptura errtre sensible e inteligible sea com-
derecho para las masas: dar de ellas mismas sus propias aparien- pletada, el hgos devend,rá usistcrna técnico científico, condenado
cias, gracias al cine. Sin embargo, este derecho es para él eminen- al agotamiento entrópico, puesto que el deseo que hubiese podi-
temente político, lo que difícilme nte comprende mos hoy e n día. do alimentarlo estará de6nitivamente desligado y enquistado en
Pero entonces habría que volver sobre el sentido no capitalista una temporalidad inaccesible. Entonces, es claramente inevitable
de la industria, pues el cine fue el primer aparato en la época en lyorard que e¡ sobreviviente-restigo de la Sho¿h ftese reducido
de la industrialización, como también deberíamos insistir en la al mutismo radical (en El diJirendo Ia figura del testigo en gene-
noción de «masa» antes del giro reactivo impuesto por Adorno y ral condensa todas las dificultades de la articulación imposible
la Escuela de Francfort (los revolucionarios en Marx y Benjamin; entre lo sensible y lo intelieible, phónéy logos, figural y superficie
para su discípulo Adorno, por el contrario, las masas devendrán de insclipción, color y cultura, etc.,r,')). Podríamos decir que en
alienadas y consumidoras de Ia uindustria cultural,). lyotard, lo ligural clesnudo (la figura-matriz) será la condición
Si Lyotard exploró en los años setenta [a fuerza política del del dispositivo, del Sistema, a condición de ser absorbido, urecu-
arte, es porque para é[ e[ arte seguía siendo eminentemente cor- perado,. Mientras que en Ranciére será a la invc¡sa, el Sistema (la
poral, artesanal, no-industrial, insubordinado a la cultura. Final- policía, la cultura) scrá la condición del aparccer.
mente, de una manera clásica, fenomenológica y adorniana, los lnterroguemos ahora la relación singular con la ley clue hace
aparatos pasaron, en Lyotard, del lado de la alienación del gesto posible político, según Ranciére. Sobre el fondo de una dispo-
1o

artistico, pictural en primera instancia. Para convencerse basta sición sensiblc, aparenremenre fundada en la naturaleza (la po-
con releer las bellas páginas consagradas al aparato persPectivoJ licía y su reparto de Io sensible), el aparecer político consiste en
en Discurso, Figura Lyotard, siguiendo los pasos de Panofsk¡ fue una deslocalización, un desplazamiento, una des-identificación,
el primero en mostrar cómo este aparato hizo época, pero habría casi un dcs-raizamiento, sólo por medio de los cuales el daño
que comprender por esto una cierta servidumbre de la pintura puede scr expucsto. Fue lo que ocurrió con las feministas como
J.
(del color, en efecto), todavía más elaborada que cualquier otro L)eroin, que cn tanro mLl.ieres cstaban circunscritas y reconocidas
aparato, por ejemplo el gótico. De todas fo¡mas llama la atención como «compairera socialr, en tanto madrcs, esposas, educadoras
que haya llegado a tales conclusiones tratándose dc un aparato clc los niiros e incluso clc su marido obrero, pero que no tenían
que supuso la creación de una cantidad astronómica de ol¡r¿rs, al rr's
lyorrr(1, I Ii, .^nirrlrrr(isr (lLr t,tltc,,. tt.¡ ttnilr ¡/r ltt ¡ltitort¡tltit, ttt. ci.
mcnos durantc cinco siglos, cligat.t.tos entrc Mrtsacc-io y Oézanrrc. r''' 11,,".r, l{., ti:ttttirt r/,ntilnt, t,.u¡. Iltf.,,,¡,, rir,¡. -t(x)}

I 0.) lr)i
ninguna visibilidad política, pues no tenian derecho a voto y no emerger el rol de las mujeres del clrculo de la invisibilidad fa-
eran consecuentemente elegibles. Con ellas, la declaración de miliar, en el que estaban a la vez encerradas y legitimadas por el
igualdad inscrita en eI corazón de la Constitución aparecía como orden social, siendo que ellas participan supuestamente de la ciu-
un falso universalismo. dadanía francesa como todos. Sin embargo, es evidente que para
Los actores pollticos constituirán como tales por la «toma
se ello, los sin-parte'72 no acceden a una escena pública ya existente:
de palabrar, pero a la vez por lo que está en iuego, su propia causa, el sitio sobre el cual van a aparecer deben ellos mismos hacerlo
el objeto del daño. Ellos, inventándolo, alteran la división entre surgir. No son los mass media quc se apropian de un nueva tema;
lo aceptable y lo inaceptable, lo visible y lo invisible; es decir, ellos por el contrario, conflicto el que se expone creando la escena
es el

inventan al mismo tiempo un nuevo mundo, nuevos territorios de esta exposición, un nueyo médium. El daño debe asl, estricta-
y por lo mismo una nueva sensibilidad (¿isthesis); en definitiva, mente hablando, confgurarse bajo un aparatdT3, pues si no per-
una noción distinta de lo sensible, una poética diferente. El arte manecerá sólo como un grito, como un afecto. En la medida que
y 1a polltica están intrínsecamente ligados, en el sentido de lo que el objeto del daño no había sido nunca considerado, él debe po-
a partir de Schiller y de sus Cartas sobre la educación estética del der crear su propia forma de comunicación, su propio médium,
hombré7\ podemos llamar cultura. La cultura es el medio del arte como debe hacerlo toda nueva obra de arte que, por definición,
y de la política, lo que les preexiste, y no aquello que las aliena no era esperada, y que debe entonces suscitar un público que a
en una supuesta «sociedad del espectáculor. Ranciére se opone cambio de esto la legitimará. Podrlamos aquí desarrollar un pa-
lógicamente a toda concepción adorniana, que busca hacer autó- ralelo entre la obra inaudita y la acción politica improbable: ellas
noma a la obra de arte (la que no depende más que de su propia tienen, tanto la una como la otra, contra sí la opinión establecida
legalidad). y las estadisticas.
Los actores políticos'7' se inventarán trayendo ala plaza pi' Ocurre lo mismo con el destinatario, o más bien dicho con
blica un objeto de litigio inédito, por ejemplo el hecho de que los dos destinatarios de la intervención política: los uellosr. Estos
las relaciones de trabajo no son privadas, poniendo en relación uellos, son, por una parte, los representantes del orden instituido
a un propietario y a un arrendatario de su fuerza de trabajo; sin de la distribución de las partes, los dueños de la comunicación,
embargo, son relaciones públicas y por lo mismo legales: de ahí de la policía en el sentido más amplio de esta institución, el Esta-
se desprenderá, por ejemplo, el reconocimiento del derecho a la do moderno que desea el nbien de los ciudadanosr. Esos nellos,
huelga. La acción feminista, por otro lado, consistirá en hacer deben ser identificados para ser combatidos, pero la victoria del
combate consistirá en su integración en la esfera lingüistica, social
S.hillet, F., Lettres sur l'édacation esthétique de I'humanité, París, Attbier Mo¡'
t70
\72
taigne, 1992. ('frad, esp. Caras sobre la educación e¡téica del hombre, Barcelona, An- 1N."f¡ Sin-pate, traducción de « tnt-ptlrt», concepto que alude a aquellos
thropos, 1990). que no participan de la reparrición de lo sensible, puesto que permanecen en un régi-
171 nrcn de invisit¡lidad.
1N.T.¡ Agittanx, raducción ofrecida y discutida para el modelo prcscnta,lo
t1\
por Ranciére, por Adolfo Vera, Jean-Louis Déotte y la traductora 1N:f.¡ A¡¡are;llt.

l\t4 I05
y política de los vencedores. Los sin-parte, desde entonces, se in- fundamental del principio de igualdad en su expresión moderna.
tegrarán completamente a la distribución legítima de las partes. La irrupción del género del discurso polltico supone, entonces,
Por ot¡o lado, otra ctracterización de los ne osr: la escena una revolución estética, un nuevo modo de aparece¡ una cultura,
pública no podría existir sin resrigos, los actores políticos'74 serán una comunidad virtual más allá de las divisiones sociales, más
llevados a constiuir un tercer polo: aquel de la opinión pública. allá de la policía. La comunidad virtual está constituida por su-
Justamente, el rol de la opinión pública es verificar la validez de jetos desJocalizados, cualesquiera, irreductibles a una identidad
la argumentación puesta a su disposición, como el rol del público social o cultural (en las antlpodas del dispositivo de reproducción
del arte es literalmente realzar la obra, reconociendo que se trata descrito por Bourdieu). Políticamente, se trata de singularidades
de ane. Todo esto no podrla existir si no existiera una sensibili- que hacen aparecer una nueva circunscripción del daño, transfor-
zación al respecto. Esta sensibilización debe ser entendida en un mándolo en una nueva universalidad singular al dirigirse a una
sentido fuerte. La opinión debe devenir sensible a un daño qu€ comunidad que jamás existió emplricamente. El modelo de actor
antes no había sido percibido, a ciertos sin-parte particulares, a político rancieriano es entonces el del sujeto kantiano de la estéti-
ciertas obras aún oscuras. Ya que para que una opinión tal se ca, el que no existe antes del encuentro con una cosa cualquiera,
constituya, como ya lo hemos señalado, es necesaria una ruptura particulat tal sujeto que experimentará un placer, un sentimiento
en el urégimen de las artesr, en el modo de aparecer; es decir, en totalmente subjetivo, y sin embargo universalizable, ya que surge
el o¡den de la cultura entendida como formación por medio de de la certeza de una comunicación universal. El sujeto político no
la imaginación. Fue necesario que la estética en el siglo X\4II preexiste a la acción, así como el sujeto estético no precede a la
deviniera un modo específico del pensamiento y que adquirie- obra de arte, el cual surge como consecuencia de la conciencia de
se entonces una legitimidad interna, por ejemplo por medio del la comunicabilidad de su senrimiento.
museo. Las revoluciones son culturales, ya que pertenecen al or- La efectividad de una comunidad virtual precedió histórica-
den de la 6cción. ¿Pero cómo percibir este cambio radical en el mente a su conceptualización por la filosofía kantiana y a su for-
siglo XVIII? En el texto de un filósofo. La nueya legitimidad es mulación por la Decla¡ación de los Derechos del Hombre (1789-
indisociable de la formulación kantiana de juicio estético, como 1793), y entonces a su realización por medio de la Revolución
juicio desinteresado; por esta razón, teniendo validez universal y Francesa. Lo que aquí importa, y permite precisar la noción de
debiendo además ser ampliado a una comunidad que no existe de virtualidad, es la dependencia a una misma le¡ la del aparecer,
facto, según un requerimiento de la ley. Lo que uyo, juzgo bello, que condiciona la modernidad. Sin esta norma, la regulación de
cualquiera debe poder encontrarlo bello. Es el reconocimiento la'invisibilidad de los sin-parte no podía tomar la vía de la acción
politica.
114
(N.T.¡ Agitsantt.I- clecisión de traducir agrisaztr por actor político y no por
A pesar de su diferendo con Lyotard, Ranciére contribuiría
militante o simplemente por accor, responde a un interés específico del autor que clesea
referirse al sujeto de la acción en los espacios públicos, que no necesariamentc poscc un
cntonces a enriquecer la teoria de los diferendos entre géneros
compromiso partidista. de discursos y entre universos de f¡ases. El género del disculso

l0(, tn7
político encuentra potencialmente un lugar de Iegitimación en virtuallTt. Estas normas que imponen a todos y a cada uno, so-
El diferendo, al igual que otros géneros de discurso sometidos a bre todo en el seno de un t¡ibunal, exponer sus justilicaciones,
la misma norma rnode¡na: Ia cleliberación. Así como los géneros explicándose racionalmente. l-o que le pide inicialmente el rribu-
modernos de los discursos ético, estético, pedagógico o cognitivo nal es aceptar una norfira de discurso ¡ por lo tanto, una lorma
en general, el discurso político alticula a su manera el cmisor, el de respeto de lo sensible, que no son las de la cornunidad <¡uc la
receptor', el referente y el sentido. No hay diferencia entre la arri- formó y que le ha daclo su identidad. La madre no puede -pero
culación de un daño según Ranciére, con todo lo que eso conlleva probablemcnte tarde o temprano podrá- abandonar Ia norma que
como producción de un mundo que no había sido visto inicial- legitima su género de discurso específico: la tradición, el relato (el
mente, y la definición lyotardiana de un universo de frase. mito, cuya temporalidad es aquella áel in illo tempor). La frase,
Sin embargo, esta operación de integración (y de enriqueci- modelo de este género de discurso -lo narrativo- es un verda-
miento) es problemática, ya que Ranciére no deja de afirmar que dero leitmotiu indignante para el jurado: nYo lo hice porque mis
él busca un conflicto contra Lyotard. ¿Cuál es el pur.rto ciego de ancestros siempre lo hicieron,. Para cl moderno, se trata de un
El desacuerdo? ¿Q:é es lo que no puede tomar en cuenta, ya que oscurantismo incorregible. La inculpada será entonces reducida
como todo género de discurso, lo político posee reglas, como al silencio, será totalmente deslegitin.rada a los ojos de los suyos y
un juego? Puede ser que al no querer considcrarlas, Ranciére sufrirá una pena.judicial, que ella no podrá evidentemente rrans-
no estuviera a la alt¡:ra de El dfirendo. Por un lado, como ya formar en daño universal singular. La comunidad Soninké no ¡ie-
lo hemos dicho, él circunscribe un nuevo género de discurso ne ninguna pretensión de imponer esta costumbre de marcación
la opinión pírblica, la política-, pero al mismo tiempo, como de la ley a la socicdad universal. Ella se sabe particular ligada a un
su punto de partida es hnic¿rmente filosófico (griego, cartesia- territorio y a relatos propios. El conflicto no es en absoluto poli,
no, kantiano, etc.), eurocéntrico, de cie¡ta forma sc mantiene tico en e[ sentido moderno del ténnino. Y sin embargo, el hecho
insensible a ciertos casos de dife¡endos interculturales, para los que esta sociedad nsalvaje,, esta sociedad de la escritura de la ley
cuales no habrá nurrca una escena común de interlocución. Acá, sobre el cuerpo (MaussLT(', Clastres'77, etc.), niegue la diferenci¿
un recurso lyotaldiano a la etnografía es necesario para poder biológica y natulal de los sexos como inhumana, que al contrario
comprender que en [a época post colonia/, el «mestizaje» inter- ella imponga otra firarca de la difcrencia sexual, cultural esta vez,
cultural no es más que un eslogan de la tX/or/¿l Muslc. La madrc remarcándola (circuncisión, escisión), codifi cándola, cosmerizán-
maliense responsable de la escisiór.r de su hija, inculpada hoy por dola, sometiéndola a la le¡ ello no es ni absurdo, ni ininteligible.
un tribunal francés por golpes y heridas a un niño, es decir por
'-5 L"fo.,rr. Dóotrc, M., L'excision en procis: an tlilJir*td rutturel?, Paris, UHar-
mutilación sexual -[o que es considerado un crimen scgún la Iey m¡tr¡¡.2000
176
francesa-, será condenada en este proceso a una cierta ¿nimali- M., fslal rz r lc tlon: l:orme tt ni¡on de l'lcharye dans les sotiltls archni
Miruss,
2007. (Tiad. ery. üuyo rtbr i lot Bucnos Airts. Katz, 2009).
,7rir.r. Prr ís. PUF.
dad, al ruiclo y a[ grito, rh phóné, ya que ella r.runca podlii justi-
'7'(ll"rr'.', ll, t.¡ ytt.ilt/ tonn t liut,l'¡rís, Illirion Minuir, 1974. I{ciclit¡tl¡r e¡,
ficarse segÍrn las normas univcrsalcs c¡uc son las cle la comunitlld 2l)11.(li,rtl.csp. lt ¡o¡ iul¡l nt¡ut ¿l l\rrrá, Sanri,rr1,,, Ilr((lt.r\, -l()l{)).

Ios l0i)
Esto significa dar a cada uno según su sexo, su edad y su grado de lo que refiere a la definición del círculo de los iguales. Pero esta
parentesco, r:n lugar ex¡remadamente preciso y definitivo dentro emancipación esconde la imposible traducción del diferendo en
del orden social comunitario tradicional. Lo vemos claramenrc a desacuerdo: esto es lo que está a la base de las declaraciones eman-
partir de este ejemplo, el diferendo es insalvable entre aquellos quc cipatorias a propósito de la comunidad judía-francesa del abad
están en la tierra dcstinados por relatos y rlnosotros» que, pertene- Gregorio en la Revolución Francesa o en el caso deMarx(La cuer
ciendo a una comunidad virtuai, sabemos que debemos deliberar tión judía\7{). El ideal para la emancipación sería que todo daño,
ante todo. ,,Ellos, y «nosotros» no tenemos relaciones semejantes en el sentido de Lyotard, pudiese devenir un daño en el sentido
con la ley. El conflicto refiere aquí a diferenres tipos de relación de Ranciére. Pero como el género del discurso político es subsu-
ante la ley (la narración/la deliberación). mido por una norma superior de legitimación, lo deliberativo, y
A}rora bien, la política supone que entre los interlocutores que entre éste y la norma de la narración (ocurriría lo mismo con
cn conllicto exista una misma relación a la le¡ De hecho, Ia plebe una tercera norma, la revelación) existe un verdadero diferendo,
romana, los proletarios del siglo XIX y Ias mujeres rerminarán como existe un diferendo entre la temporal tdad del in illo tempore
por entrar visiblemente dentro del mismo orden de le¡ ya que y la del progreso por la politización, entonces toda emancipación
presuponen esta ley para demostrar que ellos sufren un daño. Lo acarreará necesariamente una destrucción de la antigua norma,
que no será nunca el caso de la madre maliense, que no será jamás que sobrevivirá en algún luga¡ quizás espectralmente. La mo-
una occidental, como los antes nombradosr como no sea abarr- dernidad política, aquella del desacuerdo, debe poder suspender
donando su propia relación a la ley (marcación del cuerpo, relato la pertenencia comunitaria, las viejas identidades, las antiguas
de legitimación). El des¿cuer¿lo nos lo recuerda constanrefirente: marcaciones. Debe por lo mismo producir un residuo inmemo-
los actores del conf icto político tienen la misma rclación a Ia ley rial. ¿Hay una sepultura general para Ias antiguas normas? Estas
(a la nonna) por el hecho de que poseen una relación igualitalia refexiones conducen a pensar que hay grados de invisibilidad: el
con el lenguaje. Los sin-partc terminarán por crear a la vez_ una proletario europeo del siglo XIX era ciertamente menos invisib[e
escena dc interlocución -la escena política-, una opinión pública que la experta en escritura sobre los cuerpos que es la nforjadora,
qlle testimonie la existencia de un conflicto, un objeto de litigio de la escisión en el siglo XX. En última instancia, el juez del tri-
y una subjetividad colectiva (el unosotros, de los proletarios) ar- bunal hará un esfuerzo por hacer inteligibles los propósitos de la
gumentando: inventando un nueyo sector de la ¡acionalidad (la madre maliense, utilizando su bagaje etnográfico, pero será para
cuestión social,la igualdad, etc.), un nuevo reparto de lo sensible. culparla por su sumisión arcaica a las normas de un grupo tradi-
El desacuerdo político supone enronces cl diferendo cultural y cional. En resumen, [a condenará por heteronomia, por una suer-
legal ya resuelto. No hay desacuerdo más que entre aqucllos que te de alienación volunta¡ia y responsable, cercana a la del loco,
están al borde del acuerdo, entre aquellos quc son llevados por el pero que no concierne a Ia psiquiatría, incluso si de fonna regular
mismo sentido de la historia. Se llanará uemancipación, al paso
'73 M".*, K.. Sw la qutxion juitr, 1,ús, l.l Frbriqrrc, 200(r. (lild. rsp. 1.2
clcl difirendo en Io que conciernc a la le¡ a trn dcsrcuerclo cn ut:rnh jtií,t. Il,rrccloIa. Anrh«rpos, 2{){)()).

It0 llt
que el profésor no tiene ranto el deber de transmitir un saber aca-
los expertos psiquiatras son llamados en favor de la def'ensa F'l
bado como de insuflar en el nestudiante, un cierto compromiso
problema será el mismo que en el caso de los Testigos de Jehová,
con su propia búsqueda, por medio de la exposición de esta írl-
que se oPonen tanto a la transfusión sanguínea como a las vacu-
nas, y de una maneta general con todos aquellos que conciben la
tima. L)ebe haber en esra anti-educación material necesario para
instalar otra escena, paradojalmenre más sensible a los diferendos
Iey baio la forma de [a revelación teológico-política. Es el caso del
culturales, puesto que ella desplaza el lugar del conflicto, dando la
sin-parte, Ia invisibilidad cs relativa, porque él está comPromer;-
apariencia de desconocerlos. Una neducación» que no encerraría
do con una cierta autonomía (es necesariamente kantiano); en el
a cada uno en sus normas injustificable por de6nición-, sino
caso del nalienado voluntario», ella es absoluta, porque la hete-
que las suspendería.
ronomía no puede dar razones de su heterouomía' Llamaremos
Ranciére está obligado a distinguir algo en tanto normas.
posmoderna [a sensibilidad, a esta invisibilidad producida por la
heteronomía, asi como al diferendo entre autonomía y heterono- ¿No distingue acaso, como lo sabemos, «regímenes de lo sensible,
(régimen nético» platónico, de las imágenes, régimen «representa-
mía. No elegiremos para eiemplificarla el tema lyotardiano del
ñr.r de los Grandes Relatos, que es problen.rático por ser factual' tivo,, aristotélico de la mímesis, régimen nestéticor, flaubertismo
Otro reparto de lo sensible hoy día: ser sensible al
se hace presente del principio de indiferencia)? Estos regímenes, donde se arri,
culan diferentemente lo sensible y lo inteligible, ¿no son acaso
hecho quc hay ciertos repartos de lo sensible que a la vez son co-
presentes y que sin embargo no pueden superponerse Habermas,
normas uprácticas,, na-xiológicas,, «cognitivas», uformativasr,
«cosméticas», etc.? Finalmente se r¡ata de diversas relaciones po-
por ejemplo, tratándose de cuestiones genéticas y bioéticas, exige
sibles a la ley (ciertamente, en Ranciére, siempre en un Occidente
que hoy nse, dialoguc con los ureligiosos'. Lo contrario de esta
sensibilidad es la dominación imperial, así como una justicia in-
que, como el mar Mediterráneo y su historia, se enraíza, en la
finita, inmutable, sin límites. Si la norma delibcrativa (que nada literatura, enla Odisea,libula que dibu.ja su circunscripción: 1-ar
palabras de la historialso). ¿Pero ptsamos así de una relación frente
puede fundar en tanto norma) legitima el género del discurso po-
a la lcy a otra dif'erente? ¿Pasamos de un régimen sensible a otro?
lítico, y en consecuencia la existencia de una plaza púb[ica, nunca
establecida definitivamente, ¿cómo llamaríamos a la escena del ¿Existen confictos entre ellos, a nivel de una obra, de un arte, de
un aparáto, o de urr discurso? Cuando hemos fijado los límites de
diferendo entre los géneros de discurso legitimados por normas
heterogéneas (la narración, la revelación)? Esta escena ticne un
un régimen, como el régimen estético, ¿podemos hacerlo surgir
del precedente? ¿Se pueden deducir de la gran tragedia griega los
lugar crítico hoy día: las institttciones educativas en donde la re-
lación no solamente técnica- entre lectura y escritura debe ser principios flaubertianos de la indiferencia de los sujetos (donde es
tan importante narrar Ias avenruras de la hija de un molinero de
renovada. Es Ranciére quien recuerda en El maestro ignorantelT')
rso
r7'llanci¿rc, l9it7. (llrd' csp lll uat:rrt liancii,r:, J., Z,r rc u¡ dr I Litoir,:. Esai dc paltique du snt¿¡¡ P¿rís, Lc Scuil,
1.. Le rutitn lgnor,tut.l'.rris, Fey.rLcl,
I 9() 2. ('li'a(I. csl). Los tton¡br¡¡ ¡h /¿ l¡i¡torit. t hn pottiu ltl vber,I\ucnos Aircs, Nucve
igrtotLttrt. Oíttto hrtionct ¡ara ltt uttrtuti¡atii» ittlnt¡nl l\rc¡'¡s Aircs l'ibrrs 'ltt
Visirin, l()r).i).
/.or¡.¡l.21)l)7).

I t.) t
Normandia18l, como los amores de una princesa cartaginesa [cf. aparatos totalmente diferentes (fábula, ícono, perspectiva, mu-
Sakmb6]), del montaje paratáxico y precinematográfico de las seo, anamnesis analítica, fotografía, etc.). El aparato cinemato-
pequeñas sensaciones visuales, de la novela que obtiene desde y gráfico monta tantas sensibilidades como aparatos proyecrivos
por sí misma su estilo y su propia norma, etc.? ¿Es que las armas anteriores o futuros que han o que habrán existido. ¿Podemos
de la dialéctica hegeliana, aplicadas a la historia de la literatura pensar la estética y la polltica eliminando desde el comienzo la
francesa desde fines del siglo XVIIr8'?, podrán borrar las diferen- técnica, la tecnicidad de los aparatos?
cias entre los regímenes de lo sensible? Ya que estas diferencias
son sobre todo inteligibles en los tratados críticos o en la corres-
pondencia entre autores respecto de su técnica, ¿la axiomática
buscada no se elabora en estos escritos teóricos, en la medida que
establecen verdaderos procedimientos de verdad y efectuación?

¿Pero es posible transitar desde un mismo movimiento por me-


dio de qué motor?, ¿por medio de qué sustancia-su.ieto?, ¿transi-
tamos de una de esas normas a la siguiente? Es como si se buscara

pasar desde la legitimidad de un género de discurso a otro. Si el


mismo aparato *el cine, tal como es mostrado en Lafábula cine'
matogrulfcal\3 - se desprende a la vez del nrégimen representativo
de las artes, -según el modelo de la fábula- y de su suspensión o
de su interrupción, por medio de algo que no es é1, la televisión
por ejemplo; y entonces pertenece también al nrégimen estético
de las artesr, ¿no es entonces el cine, que moviliza sensibilidades
epocales heterogéneas, el aparato posmoderno por excelencia?
Pues el cine es este aparato caracterizado por «un cierto modo de
escritura»: el monta.je (Eisenstein, Vértov, etc.), pero por sobre
todo por el hecho de que monta temporalidades heterogéneas de

r8r (N.T.)
Región de Francia
r82
Ranciére, ]., La parol.e muette, París, Hachette, 2005. (Trad. esp. La pahbra
muda. En:a1to sobre lt* contradictiones d¿ la literatura, Brenos Nres, Eterna Cadencia,
2009).
r33
fabb cinématographique, París, Seuil, 2001. (Tiad. esp. Za
Rar'"ié.e, J., La
fábak únemaugáf.ca. Refexknes sobre hfcción en el dne, Ba¡celo¡a, Paidós, 2005).

tt4 ll5
1) Podemos aisla¡ siguiendo al Lyotard de El diferendo, tres
normas de legitimidad inderivables una de la otra.

A) Cuando la ley (salvaje) es totalmenre l¡eterónoma al. ser-


común y a la singularidad, la norma de la legitimidad
es la narración, su aparato el relato y la superficie de
inscripción privilegiada el cuerpo; es deci¡ el cuerpo de
los humanos (en particular, a la hora de los rituáles de
pasaje a la adolescencia) o la superficie de los artefactos
(utensilios, chozas). Para C. Lefortlsa, «heterónomo»
sig_
nifica que en esra era de la ley, la sociedad no tiene nin-
guna posibilidad de acción sobre la ley misma, que está
siempre por delante y ha sido entregada por los ngrandes
ancestros» mlticos. El relato en general y el
mito en par-
ticular provienen de esta forma de narración que expone
las condiciones en que fue dada la ley. El ritual es su
aplicación literal, la ley no ha de ser comentada, sino
aplicada en su literalidad estricta- por lo tanto, podemos
caracterizar la sociedad nsalvaje, diciendo que ella está
contrala autogestión y la democraciarsi.

t84
Lefort, C' Formes de l,l¡istoire, parís, Callimard,2o00.
185
Ciamo" nuest¡o artículo npierre Clastres: J,anarchic s:ruvl¡¡c co¡lrre l,rr¡ro_
gestion,, putrlicado en la Retisa Lignes,N" 16: Anathic¡.

9
B) Cuando la ley es reuelada (religiones monoteístas) o indi- su retorno, de donde emerge el lugar privilegiado que
sociable de la trayectoria existencial de un sabio (Buda), posee la escena teatral, por ejemplo en el teatro zá y sus
entonces ella está destinada a ser comentada indefinida- fantasmasr86.
mente err los márgenes del texto sagrado. En las religiones
monoteístas, la donación de sentido pasa por la inscrip- C) Cuando la ley se díce autrjnoma, la sociedad se da a sí mis-
ción de la ley in6nita en un libro finito, que por esta ma su le¡ entonces el lugar de enunciación es idealmen-
razón deviene sagrado, lo que implica la necesidad de un te situado uen medio de los hombres, (M. Detienne, Zas
mediador gracias al cual lo infinito se inscribe en 1o finito. mllestros de la uerdad en
la Grecia dra1ical\7 , 1967). Es la
Esta figura del mediador puede entonces ser aquella del condición de una deliberación inde6nida sobre las leyes
.hijo de Dios,, de Dios hecho hombre. Esta figura recibe que conviene adoptar. En las condiciones modernas y no
en el cristianismo una determinación especial, aquella de antiguas de deliberación, la representación se imponers8.
Ia encarnación y, por ende, de la ir.rcorporación. La in- Todo sucede como si la separación operada por la rampa
corporación de la Iey fue concebida por San Pablo como del teatro italiana, deviniera la condición de la polí-
na la
ucircuncisión del co¡azónr. No hay entonces una esfera tica: una transferencia de poder parece tener lugar desde
autónoma de lo político, la comunidad debe incorpo- los representados a los representantes, los representados
rarse a[ cuerpo c¡ístico, el que a su vez debe penetrar en estando en la sala y los representanres sobre la escena.
cada creyente según e[ esquema teológico-político de luna En este marco, Ios representanres (nlos políticos,) tienen
doble inclusión. En las religiones monoteístas, [a nece- como rol esencial enunciar nuevas leyes ¡ por lo pron-
sidad de un mediador trae consigo la de los testigos del to, reconfigurar constanremente el ser-común. La 6gura
mediador, quienes relatarán sus dichos y sus grandes he- de la representación que se impone lleva a la presencia
chos. Son religiones del testimonio (Los Evangelios, etc.) aquello que antes no erul, o que era solamente de uma-
y por lo mismo de la interpretación, que en el caso de la nera indirecta», aquello que antes no tenía sustancia o
religión budista se centrará más bien en los lugares de en- identidad en si mismo: el ser-común. Por eso señalamos
señanza de la ley. De ahí la importancia, para la cosmé- que la ciudad-estado de Florencia en el siglo XV-XVI no
tica extremo-oriental, de los jardines en cuanto «lugares tiene ot¡a consistencia que aquella que le confirieron a
de memoria, y de manera más general del osentimiento priorilas pintwas en perspectiva de la ciudad y la cúpula
de la naturalezar, desconocido por las religiones mono-
'86 Hl"dik, M., Tracr et Jlagments dans lbxhétiqae .japanaíse, Lc Havre, I.tdirion
teístas. Como la ley budista se declina inmediatamen- Manlaga,200lt.
r37
te de manera especulativa, además de que su enseñanza l)"ti.,,,r.. M., I.ts maitres de uéritl ¿n Grice arthaiQut.l,arís, Lc Livre de
l1¡chc,2005.
esencial es Ia de la impermanencia de los seres y tlc las rn" l.'i""n
p«,c.s,,, Sobn, Hoblu, ti Pt. C.rignon. Ve r r,rnrhiln: Ilobhcs,.tt, /.¿.
cos,rs, cl lugar dc su dcsaparición será también aclucl clc tit oyttt, l'trís. lihr¡,r¡r:rrion, 20 l 0. (ll,r(l. l)hiliptx ( lrign('n).

Ll0 t.,l
de Santa Marí¿ de ks Fktres cle Brunelleschi. No debe- Brunelleschi en Florencia, la primera estructura arquitectónica en
mos ver la representación como aquello que será poste- perspectiva, por medio de la cual se anunciaban los tiempos mo-
rior a la presencia desnuda (la urealidadr), por ejemplo dernos, y no por medio de la imprenta, como se tiende a creer.
aquella de un pueblo que ha estado siempre ahí y que se
representará con posterioridad ideológicamente y en las 2) Las normas distinguidas: narración, revelación, delibera-
artesJ sino,
por el contrario, debemos entenderla como ción y sus respectivas superficies de inscripción; la piel del cuerpo
aquello que la permite, la configura y por lo mismo la de Ios hombres, la enca¡nación o incorporación, la objetivación
separa de sí-misma. La estructura de la upresencia, s5 pa- científica del cuerpo, son interpretadas por aparatos que se tras-
radojalmente representativa. Es la representación la que lorman en medios para el ser-común, medios transindividuales
hace posible la presencia y no a la inversa. Se r¡ata cada (Simondon), antes de la diferenciación individualizante de la sin-
vez de una acción política: los represcntantes modelan gularidad por un lado, y de la colectividad por el otro. Es en este
al ser-común, los representantes suplantan el defecto de sentido que los aParat|s están al medio del mundo y por esta razón
origen del ser-común por medio de la representación. sor.r imperceptibles o poco o nada remarcables. La norma de reve-
Por representantes debemos entender todos aquellos quc lación ha sido interpretada por dilerentes aparatos heterogéneos:
toman la palabra en nombre de..., todos aquellos quc para el cristianismo, el ícono bizantino es un ejemplo, la letra
firman una declaración, y no solamente a los diputados capital gótica a la cual se puede resumir la pintura medieval''"
de un pa rla men ro curlquiera. es otro. En el Islam sunita, la prohibición de la representación
privilegia la caligralia y una geometr ía aplicada a la decoración
Lo que distingue la escena pública moderna de la escena an- arquitectural. En el Islam chiíta, la figulación pinta cuerpos su-
tigua, por el hecho de esta esencial retroproyección, es el abando- frientes, etc. La norma de la deliberación, que objetiva todo ser
no ya iniciado por el Imperio Romano de todo mito político de sobre el cual se delibera, ha sido interpretada por los aparatos de
autoctonía, como en Atenas. El ciudadano moderno no es el hijo proyección. Son estas traducciones las qr.re hacen época y crean
de Ia Madre Tierra (Atenea), asi como tampoco integra el cuer, para la singularidad y el ser-común una destinación.
po de Cristo. Después del Renacimiento italiano y sobre todo Precisemos queun tal aparato no es reductible a un dispo-
en Florencia, la norma de la deliberación fue interpretada por el sitivo, incluso si no existe un aparato sin dispositivo técnico; es
aparato proyectivo, más precisamente perspectivo. Maquiavelo, el decir, sin una cierta configuración concreta exterior e interior,
teórico de la nueva con6guración política que deberemos llama¡ cerrada, finita, poniendo en obra, grabando, las huellas, en el
Repúbhca, porque es un modo de legitimidad y no democracia, sentido más genelal, y un soporte. El ejemplo más simple de
que es más bien un modo de pode¡ es esencialmente un perspec- un dispositivo de aparato es la conexión cuerpo/sílex/ley arcaica,
¡ivista. La existencia de Maquiavelo no habría sido posible sin la
construcción de la doble cúpula de S¿nta Marí¿ de las Flor« de Lr') (il,rsrrcs. Il, o¡r. cir.

t)¿ l.)l
conexión que llamaremos «salvaje» a parrir de Clastres, cuando como aquella que describió Maussreo. En resumen, una socie-
nla sociedad escribe la ley sobre el cuerpo de los adolescentes, en dad del intercambio simbólico y no del intercambio mercantil,
los ritos de iniciación. En general, se da al dispositiu¿ un sentido donde las siglas de las marcas capitalistas se vuelven por lo mis-
foucaultiano, serie de series heterogéneas y, más precisamente, mo una posibilidad de desafios, donde los cuerpos son nuevos
en Vigilar 1 Mstigar, pot ejemplo: la conexión entre la serie del sopor¡es de huellas, donde la escena pública no es aquella de la
saber y del poder. Sin ir más allá, la noción de dispositivo es in- argumentación, sino la de la apariencia que se da de sí mismo a
suficiente ya que es anti-estética: [a estética no hace buena mezcla los otros, escena pública que se vuelve esencialmente mediática,
con e[ poder, le falta una dimensión legal, en el sentido general constatada por [a presencia de todas las televisiones del mundo;
de ley, dimensión i¡reductible a aquella del pode¡ dimensión que el honor más grande consistió en aparecer tanto frente a los ojos
introduce al contrario la noción de aparato: el aparato es lo que de los suyos como a los de sus rivales de otros barrios y a Ios
pone en relación la singularidad y el ser-común con la ley bajo la del mundo, como actores políticos; lo que pudo parecer como
condición de las normas de legitimidad. in potlatch. Sin embargo, los oamotinadores urbanos» no serán
condenados a ese modo del aparecer, prepolítico. Se ha visto,
3) Es evidente que asistimos actualmente a una crisis de por el contrario, que el aprobación de una ley "de la memoria,
la representación política, los jóvenes que participaron en las reconociendo el urol positivo de la colonización», propuesta por
protestas en las ciudades francesas en noviembre del 2005 no la derecha parlamentaria francesa, ha permitido resituar el en-
accederán a la política y la clase política europea fue incapaz f¡entamiento urbano en el terreno político.
de configurar un nuevo ser-común europeo. Los mejores teó- Por otro lado, al mismo tiempo, los aparatos dejan de tener
ricos de lo político, corno Ranciére, que identificaban la escena una infraestructura técnica proyectiva para dar lugar a otra proto-
pública con una deliberación polémica, no tendrán las her¡a- geometría: lo digital. Con el paso de la foto analógica a la foto
mientas suficientes para caracte¡izar estos acontecimientos. Para digital ¡ en consecuencia, a[ cine digital, cambiamos de mundo.
Ranciére, los n5i¡-p¿¡¡s,,, los no-coutados dentro del recuento Las imágenes son en apariencia las mismas, salvo que la tempora-
que hace necesariamente la sociedad (poli),los nsin-parte, hasta lidad específica de cada aparato es trastocada. Aquella de la foto
entonces invisibles, deberían haber hecho emerger racionalmen- ya no será más la del oeso ha sidorrer barthiano, sino aquella del
te, por medio del lenguaje, una nueva reivindicación de carácter reloj interno del aparato, reloj que deja de tener relación con el
universalizante de nuevos derechos. ellos deberían haber inarr- tiempo astronómico. La exposición y la comunicación de esas
gurado un nuevo espacio público donde convencer a la opinión, imágenes ya no tienen relación con el mundo del libro y del mu-
ellos debe¡ían haber inventado una nueva estética, etc. Ahora seo. En los contratos que los actores 6rman actualmente en Ho-
bien, ellos no exigieron más que respero y excusas frente a la ll),rvood existe una cláusula de nclonaciónr: los actores aceptarán
humillación; es decir, se posicionaron más bien en el marco de reo
M"u"", M., Essai st le don,I'aris, I']UIr, 2007.
una sociedad del honor, una socieclad del don y del contra,clr¡r r')r (N.
tl1 1z a lrá
i

I.t4 l.)5
que sus clones actúen en las películas que, volviendo a la primacía deJuana de Arco Lt Ordet, no nos incorpora al cuerpo crístico.
de la animación según Méliés, dejarán de tener en cuenta sus pre- Somos contemporáneos, pertenecemos a la misma época, por-
sencias real. El porvenir es una cinematografía de la desaparición, que compartimos los mismos aparatos, no los mismos rnedios de
ya que los fantasmas, indefinidamente repetidos y modificados, comunicación. Por el contrario, los medios nos imponen la
tele

tomarán el lugar de los vivientes. misma simultaneidad. Nosotros opondremos entonces contem-
En resumen, la norma de la deliberación y de la representa- poraneidad y simultaneidad.
ción entra en crisis por razones técnicas y politicas, permitiendo Es por esta razón que la invención de Ia imprenta a fines del
la subida de otras normas a la superficie, no habían sido
qr-re siglo XV no nos parece hacer época, salvo si se pone en relación la
jamás destruidas, solamente marginalizadas en la época de la lai- vocaliz-ación (l-eroi-Gourhan) de Ia escritura alfabética que la am-
cización y de la colonización impuesta por Jules Ferry y la Tér- plifica, y la proyección perspectiva, el soporte papel deviniendo
cera República a la metrópolisre' como a una parte del mundo así el equivalente del cuadro entendido como ventana. Derrida,
colonizado. en Ld uoz 1 el fenómenot':t, mostrará que Husserl habría sido el
filósolo de esta vocalización de la escritura o del grafema, donde
4) El aparato no es un meclio de comunicación, por razones el significante es reducido al significado, al sentido aprehendido
que tienen relación con la temporalidad. Cada aparato inventa idealmente cn la intuición noemática. El libro impreso cambia
una temporalidad csencialmente no repetitiva; por el contrario, muchos aspectos en la política de la igualdad y en la transrnisión
la temporalidad de un medio de comunicación (Mcl-uhan) es del poder, elimina en particular los numerosos errores de los co-
aquella de la economía, del capital, de la ganancia de tiempo, del pistas, fuente de innumerables confusiones, permitiendo a la lar-
tiempo a crédito. Incluso si los medios de comunicación cambian ga una revolución económica en el sentido de una desterritoriali-
las relaciones entre las singularidades, ya que las áreas de difusión zación, la lectura se modificará (cf. los estudios de Chartier, etc.),
comprometen la definición, no del ser-común, sino de la esfera pero él no abre como tal los tiempos modernos, por retomar la
común, del reparto, del intercambio, del don, de la moneda, etc., expresión de Chaplin-Heidegger.
no con evan una ruptura con la definición de udestinación epo-
calr. La nebulosa uAl Quaida, es capaz de utilizar los nmedios más 5) Esta cuestión de la contemporaneidad es esencial para
modernos de comunicación, (teléfonos celulares, satelitales, com- comprender la diferencia entre desacuerdo (Rznciére) y diferendo
putadores, Internet, dinero electrónico, aviones, etc.), siguiendo (Lyotard). El desacuerdo, que está en el corazón de Ia política
al mismo tiempo sumisos a la norma de la reuelacián, por lo tanto según Ranciére, supone que los actores comparten la misma
alo teológico-político islámico. ,4 contrdrio, no se puede imaginar destinación proyectiva umoderna, (la igualdad, porque son to-
un cine islamista. O un cine cristiano: Dreyer filmando La pasión dos seres hablantes), entoncesr grosso modo, el mismo aparato:
ttz (N.T.¡ Mclopol". Término legal quc se utiliza cn Francia r'r l)errida, uix phénonéne: Introduction au problimz du
prra designrr cl J., Ld er le si.gne dans Lt
tcllitorio lrencós quc no corresponde a las colonias. ¡hbronnbnlogi' de Ilus¿¡l, l)arís, I']UIi 2003.

Lt, l.t/
el geometralrea de la perspectiva. El diferendo, según Lyotard, sensible»1'5 (Ranciére) que no tiene como horizonte sino la esfe¡a
comparte las normas de legitimación de los discursos ¡ por lo occidental de la deliberación política. Lo hemos visto en el caso
tanto, las proto-geometrias que sirven de sustrato a los aparatos. del upañuelore6 islámicor. La pregunta por la laicidad debe ser
La bulosa «Al Quai:da;' puede decapitar ritualmente el cuerpo
ne hoy día totalmente reconsiderada desde este punto de vista.
del enemigo: es un cierto respeto de la norma de la revelación
coránica (no es mi intención entrar aquí en la discusión de si el 6) Recapitulando, la norma de legitimidad dominante des-
Corán es un «mensaje de paz, o no). El acto puede ser mediati- de el Renacimiento es la deliberación, la superficie de inscripción
zado por los canales de televisión, adquiriendo una importancia es en esencia proyectiya y más precisamente representativa, el
considerable, ya que el sacrificio es ofrecido al mundo, mundia- aparato que hace época actualmente es el cine. El cine es el apa-
lizado; sin embargo, este punto no cambia el sentido del ritual. rato donde e[ montaje es esencial, no únicamente como escritlua
El diferendo esencial es aquí entre un mundo cultual del uuna (montaje de planos-secuencia), sino como integrador de otros
vez por todas, (Benjamin: el don, el sacrificio) y un mundo del aparatos proyectivos y de sus temporalidades respectivas.
«una vez no es nada, (la industria, la serie, el juego). ¿El cine tuvo un lazo esencial con la política? ¿En qué senti-
Los media esrán igualmente al servicio de la guerra; los apa- do su digitalización compromete una ruptura con lo político?
ratos, no. Una proporción considerable de peliculas fueron pues- En efecto, el cine tuvo un lazo esencial con la política, si la
tas al servicio de la movilización política o bélica; sin embargo, política es concebida, como lo hizo Arendt, como aquello que
esos films, para ser eficaces, debieron respetar las leyes de la retó- está entre los hombres, en medio de ellos, y no como propiedad
rica, volviéndose leyes de la comunicación; al hacerlo, dejaron de del hombre entendido como «animal político, (Aristóteles). Sí,
ser obras del aparato cinematográfico (la temporalidad no podia si entendemos la ucomunidad, como lo hace Nzncy (Ser singa-
esta¡ más en juego). lar, pluraleT), como espacio de aparición de las singularidades en
Si cada norma de legitimación está indisolublemente ligada Ia entre-exposición de unos a otros. Pero lo que ambos autores
a una estétical razón por [a que hablaremos de cosmética, en- no perciben es que la escena públicá está siempre configurada
tonces existen necesa¡iamente diferendos cosméticos. Dilerendos por los aparatos, incluso por la arquitectura (el ágora griega no es
cosméticos por el hecho de que un soporte es privilegiado por la el firum romano, el cual tampoco es la escena de representación
ley: el cuerpo. Diferenc{os entre el cuerpo escrito, el cuerpo de la inaugurada por Ia Revolución F-rancesa, etc.). Por otra parte! no
encarnación, el cuerpo representado. Estos diferendos cosméticos es sólo que el aparecer politico esté configurado por los aparatos:
tienen una amplitud aún más considerable que el «reparto de lo
\t5 (N.T.) Partage du sensible.

'ea
(N.T.) Co-¡"-."te, géométal corrcsponde en fi¿ncés tanto a un susranrivo 'et'
(N.T.) Fln ..,. .""o, el auror utiliza la palabra frlz tlc manera difereitea Loil¿,
como a un adjetivo; en el caso tlcl susranrivo, corresponde a un plan o dibujo:r una la primera hace rcferencir ¿l velo rradicional europeo, la segunda comprendc además el
escala determinada; en el caso dcl adjetivo, a la cualidad dc rcpresenrar la di¡rensirí¡, l¡ bnrya. Laley gtLe iryidió el uso delfrlz en los espacios públicos data de 2004
1')7
fonra y h posici<nr dcl objero. Nrn.¡ J."r-Lr", Énr sinplier pluriel, Paris, Galiléc, I996.

l .I.l t.t()
no se puede disociar técnica y aparecer. Las singularidades no
a la situación: defensa o ataque, seducción, pavoneo amoroso,
se exponen jamás simplemente, desnudas, las unas frente
a las mimetismo de camufaje, etc. Esta cosmética no es secundaria
otras.
para el viviente, ella estructura su aparecer.
Incluso, en Francia, se dice de alguien drsnudo, gue es un
¿Por qué para aparecer es necesario estar de la rnejor manera?
nsimple aparato». Pero
¿no es este punto contradictorio con la
¿Dar lo mejor, yo no digo de si, porque esto supondrla un sl-
tesis que quiere que el aparecer esté siempre confrgurado
por un mismo, sino más bien darse aver vestido? Como sienel aparecer
a1taratol98?
e1 parecer al fente fixtz lo esencial, es lo que yo entiendo por la
Ser un simple apararo es, habiéndose quitado los adornos,
noción de comparecencia en Nanry. Si aparecer es comparecet en-
habiéndose desvestidd, aparecer sobre un fondo de sustracción
tonces ¿acaso esto no concierne a todos los niveles de ofganización
de vestimentas. Entonces, los viyos no están jamás desnudos. La
de la vida? ¿Todos los medios sociales? ¿Y, por sobre todo, a la po-
desnudez es rodavía un modo del aparecer que supone un código
litica? Comprendemos, mirando retrospectivamente, que en los
social o un casrigo divino. Es siempre un modo secundario
del campos de concentración de los totalitarismos, los «amos» hayan
aparecer. Pero es por sobre todo una invención del cristianisnro:
querido, ya sea por medio de retazos de traje o por medio de su
la. marca de la falta concomitante a la condenación al trabajo,
aspecto cómico, transforma¡ a los detenidos en sub-hombres: en
al dolor de los partos, a la mueme. Japón no tiene una palabra
desechos, a sus propios ojos. En hombres osuperfluos, (Arendt)
para decir desnudez (cf las fotografias de
Jean Rault de jóvenes destinados a desaparecer. Aquí, un estudio sobre la incorporación
japonesas en yrrkata: 4
Thtamis r/2, al igual que el estudio de las
milita¡ la prisión, el hospital psiquiátrico, debiera ser retomado a
estampas eróticas chinas hechas por F.
Jullienree). partir de Goffman: Asilolot .
El aparecer no es lo que la fenomenologla alsla a título de
Por consiguiente, el enunciado: nel aparecer emerge baio la
fenómeno. El retorno a las cosas mismas que preconiza la feno-
forma de un apárato» (l'apparai*e est appareillé) tiene dos sen-
menología por épokhé (suspensión) consiste esencialmente eri
tidos.
apartar todo aparato: es un gesto teórico. para la antropología
Por un lado, aquel de nrecepción,, ya que los órganos de
que estudia la cosmética, lo viviente no está más desnudo que
los sentidos ¡ por ende, los del conocimiento (las facultades en
lo que parece en tal o cual momento. Es que lo viviente siempre
Kant, los soportes de la memoria artiEcial) están configurados
aparece vestido2oo. Los viyos (plantas, animales, hombres,
etc.) no por aparatos para inspeccionar las cosas, como lo hará la ciencia
están jam:is desnudos. l-a desnudez no es originaria: todo lo
que moderna.
vive, vive vestido. El animal se atavía de la manera más apropiada
Por otro lado, comprende lo que se manifiesta, donde el
re9 aparato es el elemento de comparecencia, el sentido de una
1N.T.¡ Appare;llé.
ree
Jullien, F., y Gibson , R., De lbs¡ence ou ¿lunz, paris, Seuil, 2000. (Tiad. esp. 10t Goffman, E., Asile¡: étades sur l¡ condition sociale des malades mmtau¡c et aa-
D¿ k e¡caria o del dcsnaá. Barcefona, AJpha Dec¿y. 2O0a).
tres redas, Pa¡is, Edition Minuit, 1968. (TrÁ. esp. Internados: ensayo sobrc la situación
'oo
(N.r) P,,".
social de lot enfermos m¿z¡¿l¿¡ Buenos Aires, Arnorrortu, l96l).

r30
l3l
producción. Las cosas y los seres (se)202 u¿¡¡sgl¿¡on» siempre para y activa (productiva y creadora) que se despliega según estas dos
aparecer como debían; es deci¡ según tal o cual ley de su medio.
dimensiones. Es evidente, entonces, que este hacer-mundo cons-
Llamaremos a esta ley una cosméticá. Este «como debe ser, pre_
tituye la base del ser-común. Por otro lado, es [a constatación a
cede a cualquier utú debes», el imperativo categórico kantiano no
la cual llega Ranciére en El ¡/estino de las imrigenes, en particula¡
será más que un caso del ucómo debe serr, un caso especial, por
en el capítulo ul-a superficie del diseñor, donde con las nociones
cierto, porque trara de la universalización del motivo de la acción de usuperficie común» y «superficie de comunicación, entre las
ética.
artes y las formas de la producción, puede estudiar finalmente
Vemos entonces que nel aparecer emerge bajo la forma de las conjunciones entre la poética de Mallarmé, las coreografías
un aparato» (l'apparaitre est appareillé) (por el adorno, por ejem- de Loie Fuller y el diseño del ingeniero funcionalista Behrens.
plo':or), puede presentarse desde la perspecriva de aquello que sur_ Ranciére, a pesar de su hostilidad hacia las tesis benjaminianas,
ge, como desde aquello que aprehende lo que surge. El aparecer nunca estuvo tan cerca de reconocer la necesidad de un doble
así entendido esrá en el sustrato de la ética. Diríamos que es un
aparataje o de las dos ca¡as de una cosmética. ¿Pero por qué razón
asunto que expone un saber-vivir. La noción de cosmética permi_
permaneceríamos en una sr-rperficie unidimensional, cuya con6-
te enronces sintetizar: aparecer (ser), saber (verdad), ética (bien)
guración permitiría asentar una comunidad? Es porque para él
y estética (bello).
la articulación fundamental es aquella de la idea y de lo sensible.
Nuestra investigación debiera apuntar hacia los momentos Podríamos dialectizar tanro como quera.mos ambos términos, y
de conjunción regular entre comparecer y aprehensión: cuando
desde Platón hasta Mallarmé existen claramente variantes, pero
es difícil hacer la separación entre ambos, por ejemplo cuando los jamás haremos salir de este sombre¡o metafísico algo como un
arteñctos están hechos en función del aparato que los acoge. Las pensamiento de la técnica.
técnicas del cuerpo descritas por Mauss en sus cursos de etnogra_
La temporalidad de la sociedad política (Arendt) o de la
fía son indisociables de una ¡elación a lá ley de «heteronomía», el
comunidad (Nancy) es aquella de Ia simultaneidad. Incluso si el
encanto que padecía Uccello gracias a la perspectiva le condu-
P. acento fue puesto en el espacio que esrá ¿,,?/r€ Ios hombres y <1ue
jeron a dibujar sombreros que eran magníficos objetos geométri-
por esta razón es llamado político, espacio que en teoría prohí-
cos (el mazaocchia), conocemos las vestimentas o la caligraffa del
be toda identidad sustancial, es decir toda fusión como en una
Suprematismo, etc. Cuando estas conjunciones tienen lugar de
masa amotinada (Caneni), no es menos cierto que esta rempo-
manera evidente, entonces podemos decir que un aparato hizo
ralidad reinstaura algo así como una presencia de la comunidad
época porque ha hecho mundo: es la sensibilidad común, pasiva
a sí-misma, incluso si esta comunidad está separada, es el Uno
siendo Dos, según Nancy. Lo que se da al espacio se lo quitamos
'02 1N.T.¡ Ért. (se) corresponde a una idea clel autor que rcfuerza la idea tlc
reflexividad. Por un lado, las cosas y los seres siempre se presentan arreglatlos; al tiempo. Lo que damos al upresente real, de los medios de la
¡cro por
otro, siempre esrán er el proceso de autoalreglarsc. comunicación rrás recientes con el culto a lo en directo, se lo sus-
z0rSimmel,
C., L¿ pdnoc et autrcs es\da pxrís, MSH, 1998. traemos al tiempo que sólo introduce lo tlif'ericlo, cl rctraso y por

l.l.l
l\t
lo tanto el proyecto. Sin embargo, esta mínima división da todo
su sentido al espectáculo ofrecido por los media,- sin los media no
sería posible la comparecencia, no habría ser-común.
Fundamentalmente, como ya hemos dicho, la representación
se relaciona con la proyección, esta proyección que ha sido siem-
pre, desde Babilonia y de Egipto, la condición de la construcción
arquitectural'04. Si salimos de la proto-geometría proyectiva, ¿po-
demos tener todavía un porvenir? Si los aparatos que nacen con la
perspectiva son siempre reescritos y reinterpretados por la escritu-
ra digital, entonces sus temporalidades respectivas se encuentran
en vías de extinción, incluso aquella del museo (y entonces de la
historiografia). No podremos nunca más pertenecer a la misma
época -o a muchos tiempos-, no seremos más contemporáneos
por el hecho de tal o cual aparato. La sincronía arremeterá con-
tra la diacronia, quizás la simultaneidad a escala mundial, como
ocurrió el dia 1 1 de septiembre. Si ya no somos más contempo-
ráneos, es inevitable sostener el mito de una co-pertenencia en
el espacio y en el tiempo, y por lo tanto de un intercambio-don
de apariencias, según una lógica de intercambio simbólico, de
desafío/contra-desafio, de venganza/contra-venganza, lo que G.
Bush llama desde entonces njusticia infinita,), una venganza que
no te¡minará jamás, que se presenta desde un primer momento
sin límites en el tiempo y en el derecho. De ahí el increible retro-
ceso en nuestras ndemocraciasr, la protección del secreto sobre
los sospechosos islamistas encerrados en prisiones que no pueden
ser localizadas; preludio de una nueva politica de la desaparición,
justo en el momento en que se conmemora el treintavo aniversa-
rio de la instauración de la dictadura en Argentina.

2tt1
L, ,onstrartiot, ,, pr:rr (( Jollectifr), Paris, Edirion Flrrance, 1999.

I .\4
Aprato (appareil)

En francés, uappareil, refiere, por una parre, al objeto técni-


co; por otra, al adorno, a lo que aparece desde ya lleno de elemen-
tos ajenos a una desnudez total (no obstante, en francés existe la
expresión uétre en simple appareil,,, que significa nestar desnudor,
expresión que el propio Déotte utiliza para postular que la des-
nudez absoluta no existe, pues ella siempre está en relación con
códigos culturales). En español podríamos pensar en la relación
entfe «aparato» y «aparataje» o «aparatoso» (cuando decimos que
alguien nadorna, mucho un discurso o se complica demasiado en
una actitud). La relación es de entrada puesta enrre lo que napa-
rece, y la «técnica» que permite dicho aparecer (relación que se
encuentra igualmente en el término «cosmética,, cf. inJia).
En nuestro medio, el término «aparato, ha cobrado su for-
tuna en relación al uso a él asignado por Louis Althusse¡ en el
sentido de los «aparatos ideológicos de Estador. Nada más aleja-
do del uso queJ.L. Déotte realiza de dicho concepto. La filiación
es más bien benjaminiana: en su conocido texro sobre la repro-
ductibilidad técnica, Benjamin utiliza el término «appararus»
para designar cómo la sensibilidad moderna ha sido conñgurada
técnicamente por los naparatos, fotográfico y cinematográfico. Se
abriría, de tal suerte, un nuevo modo de la sensibilidad, una nue-
ya constitución de la experiencia (la cuestión del shock o clc la
clis¡ninución dc la experienciar consecuencia clc la tra nsfi¡ rnraci<'r n

I t/
radical de su transmisión) que, desde entonces, perderá progre- Jean-Louis Déotte postula, en su libro más extenso sobre el
sivamente su carácter aurático (su unicidad y su relación con lo telaa (L'époque des appareiLs, París, Lignes, 2004), que existe una
sagrado. con el -ralor cultual"). uépoca de Ios aparatos,; esta época sería aquella abierta por el
Jean-Louis Déotte redefirrirá sistemáticamente la teoría ben- «aparato perspectivo», consecuencia del cual nociones rales como
jaminiana. La idea fundamental será la de la existencia de uépocas usujetor, uespacio» o «institución» existen. Esto no irnplica que an-
de Ia sensibilidad, (no percibimos el mundo de [a misma mane¡a tes del siglo XV no existieran aparatos, aunque después de la pers-
en la Edad Mcdia y en el Renacimiento, por ejemplo). Lo innova- pectiva -justamen¡e, entre otras cosas, pues como consecuencia de
dor frente a esta aserción que puede, a estas alturas, parecer banal, ella existe el concepto de uhistoria, la cuestión de Ios aparatos es
es el hecho que para Déotte, frente a la mayoría de las corrientes la esencial a resolver para comprender las sociedades occidentales.
sociológicas o históricas derivadas del marxismo o del post mar-xis- En las sociedades primitivas, lo que hay son dilerentes «cosméti-
mo (Althusser, Foucault), cada una de estas épocas no es singular casr, determinadas igualmente por ciertos aparatos, como el de la
cn relación a cómo se organizan en ellas Ias ¡elaciones entre la ideo- escritura sobre el cuerpo (tatuajes, circuncisión, etc.). Ahora bien,
logía y los medios de producción, 1o que presupondría que cier- Déotte distingue y estudia a lo menos cinco aparatos funclamenta-
tos conceptos o discursos están descle ya instalados, sino que ellas Ies para una comprensión de la modernidad: l) el aparato perspec-
cncuentran dicha singularidad gracias a que son configuradas por rzza, que impone una sensibilidad definida por las nociones de su,
ciertos aparatos quc son tales justamente pucs permiten una rcde- jeto (que aparece en la teoría de Ia perspectiva, en Desargues, por
finición de la sensibilidad y por lo mismo ohacen época,. A1lí don- ejemplo, y la noción punto dr sujeto antes que en la filosofía de
d.e

de Foucault ve el juego de ciertos enunciados que se constituyen Descartes), cuestión temarizada en el texto L'époque de I'appareil
en instancias de pode¡ Déotte observa la dependencia que dichos Pers?ectif Brunelleschi, Mathiaue l, Descartes (París, LHarmattan,
enunciados tienen respecto a una cierta configuración técnica ge- 2001). Los «aparatos modernos, se¡án enronces fundamental-
neral que, puesto que ha hecho época, puede scr considerada como mente «perspectivosr; 2) el mus€o, que impone por vez primera
«aparato»; allí donde A]thusser define un uaparato ideológico de la idea de una usensibilidad común, educada en la exposición de
Estado, en relación a ciertas instituciones (escuela, familia, sindi- las obras de arte cuya destinación cultual (sagrada) es de tal suerte
cato, etc.), Déotte piensa que lo que se .instiruye". antes que toda ususpendide, y por tan¡o subyr-rgada a lo público. Antes que una
institución, 1o que uhace acontecimiento, político de un modo institución, o que un dispositivo, el museo es un «apararo» puesto
más esencial pues es lo que constituye la posibilidad misma de una que transforma, a partir de un ent¡amado eminentemente técnico
comunidad (cuya definición se determina entonces epocalmente), (arquitectura, museografia, etc.) la sensibilidad de la comunidad,
es el aparato en tauto con6guración técnica de la sensibilidad. Es liberándola del imperio de lo religioso e introduciéndola, más
evidente entonces que, según Déotte, filósofos como Foucault y bien, al culto de lo público (es consecuencia del museo que apa-
Althusser han menospreciado la importancia absolutamente fun- recerá, justamente, la idea de la socieclad en ranro upúblico», en
damental de la técnica para un pensamiento de 1o político. tanto conjunto de espcctadores cle la historia univcrsal suspcrrrlitla

I ttt I t')
en la libre exposición). (Cf Le musée, l'origine de l'esthétique, París, Cosméticas (cosmétiques)
LHarmattan, 1993, y Oubliez! Les ruines, I'Europe, le Musée, París,
IjHarmattan, 1994; Catásnofe y oluido, Santiago de Chile, Cuarto Lo que aparece está siempre en una relación determinada con
Propio, 1997). 3) La fotografia, que habría impuesto a la sensibi- la ley. En tanto «configuraciones técnicas de lo que aparecer, los
lidad una transformación en la relación con la temporalidad, la aparatos determinan un modo particular de legalidad. Por ncos-
que no estaría nunca más determinada por una continuidad o una méticasr, entonces, es necesario entender las distintas ovisiones de
progresión, sino que más bien por una aprehensión de la historia mundo, (Kosmos) que, en épocas y geografías específicas, poseen
en la que ésta, espacializándose, se abre a lo fragmentario y a lo las comunidades, siempre en relación con umodos de esc¡itu¡a,
mínimo, a los su.jetos precarios y previamente invisibles (Atget, o usuperficies de inscripción, parriculares. Déotte no hablará de
Sanders), a los nvencidos de la historia, (razón por la cual Déotte *ideologia,, pues este concepro implica una separación entre lo
postula en reiteradas ocasiones [a importancia de leer las uTesis técnico (modos de producción, infraestructura) y lo discursivo
sobre la filosofia de la historia, de Benjamin a la luz de sus textos (superestructura); Benjamin mismo había abandonado la ¡eferen-
sobre la fotografía; ver en este punto igualmente la discusión con cia a un tal término, reemplazándolo por el de nfantasmagoría,
Ranciére, para quien esta concentración en Io fragmentario y lo (que, como se sabe, refiere a la máquina de producción de espec-
minimo obedece más bien al Romanticismo alemán y a [a litera- tros, antecedente del cine, que Etienne-Gaspard Robertson había
tura de Flaubert). 4) El cine, el gran aparato de nuestra época, que inventado en París a fines del siglo XVIII). Existen igualmente lo
habría transformado de un modo esencial la percepción social, al que Déotte llama udiferendos cosméticos,, que podemos definir
mismo tiempo que la comunidad, integrando los aparatos prece- como conflictos i¡resolubles entre dos modos de escritura y de
dentes (cada fotograma es no sólo una fotog¡afía sino que además definición de la aparición (por ejemplo, en el sentido de la discu-
un tipo de perspectiva, digamos, en miniatura, la sala de cine y el sión reciente en Francia en torno al uvelo, que portan las mujeres
modo de distribución de una película se relacionan con el museo, musulmanas, cuyo uso en los lugares públicos ha sido prohibido
estando justamente el cine dirigido a un upúblico,), en la época como reivindicación del espíritu orepublicano, de Francia).
de las masas y de las grandes crisis y violencias del siglo )O(, de las Por otra parte, y si la politica es un asunto de aparición, y
cuales el cine es e[ testigo privilegiado. 5) Finalmente -y la lista no por lo tanto de uarreglor, de udecoración,, de uadorno, (términos
pretende, para el propio Déotte, ser exhaustiva (¿qué ocurre, por todos que se expresan en el significado de uparure, en francés, y
ejemplo, con el video o con las tecnologías definidas por Lyotard que se relacionan íntimamente con uappareil,r), y por lo tanto de
como «inmaterialesr?)-, la cura psicoanalítica, al redefinir, por ucosmética», el problema esencial a plantearse en nuestra época es
medio de una tecnología del habla y de la escucha, la temporali- el de la redefinición de la política en la uépoca de la desaparición,,
dad en su relación con el acontecimiento, a partir de la noción de consecuencia de la práctica sistemática, en Chile y en muchos
nretardamienro, (NachnAglbhkeit, aprércoup),se constituyc como otros lugares, de la desaparición forzacla de personas por Ils clic-
un verdadero aparato que uhace épocar. taduras, pero al misrrrc¡ ticrrpo en la ó¡roc¡ cn lu qrrq sc irrr¡xrrrc

tlo l.rl
un nuevo tipo de aparatos, los de la «escritura digitalr, que se- la arquitectura que a la exigida por la pintura-, en el sentido de
gún Déotte definirían una nueva nproto-geometria, en la que el posibilitar una acción emancipadora del cuerpo de las masas.
uacontecimiento, se difumina y pierde la inscripción umaterial, En J.L. Déone, la teoría benjaminiana es adaptada a una
que posibilitaba la película fotográfica o cinematográfica. teoría general del naparecer, (que, como lo hemos visto, no es
posible sino debido a la existencia de los «apararos»). De tal suer-
te, esta teoría encuentra su vertiente política esencial: como nada
Inervación (i nn eru ati o n) aparece si no es configurado por los aparatos (appareill$, y como
gracias a Benjamin podemos observar que en la época de la use-
uEl concepto de inervación -escribe Bruno Táckels'05-, que gunda técnica, (en la que el cine juega un rol esencial) nuestra
Benjamin pide prestado a [a fisiología del siglo XIX, es esencial- percepción es necesariamente uinervada, por aparatos que ponen
mente un modo de acción, una reapropiación del cuerpo por si en juego nuestro cuerpo, la identificación del funcionamiento de
mismo, un redescubrimiento de la materia gracias al universo dicha ine¡vación -por ejemplo, hoy en día, en lo que respecta a
técnico». El concepto fue utilizado, desde un punto de vista es- la época digital- conlleva a la identificación de modos de acción
tético, por primera vez por e[ gran teórico del arte alemán Kon- política emancipadora. En Déotte, como en Benjamin, las res-
rad Fiedler, quien describió, en lo que respecta a la pintura, el puestas politicas a las interrogantes de nuestra época deben ne-
proceso de inervación del ojo por la mano, en el sentido que es cesariamente pasar por una comprensión positiva de los aparatos
ésta la que permite que el ojo del artista pueda «ver» a partir de (de ahí la crítica realizada por Déotte a algunos de los más impor-
los materiales propiamente pictóricos. En Be n.jamin, el concepto tantes filósofos de las últimas décadas, como Deleuze, Foucault,
adquiere un sentido eminentemente político: por una parte, en Ranciére y Lyotard).
su texto programático acerca de un «teatro proletario, -texto es-
crito para Ia revolucionaria rusa Asja Lacis, quien solicitó a Ben-
jamin una teorización de su trabajo teatral con niños huérfanos Medio (milieu)
en el Moscú de los años 1920-, la inervación es definida como el
proceso por medio del cual la npura imaginación, del niño pue- «Lo que aparece -dice Déotte-, aparece necesaria mente con-
de transformarse en acción política ya que corporal; por otra, en fgurado por un a?arato' ("Ce qui apparait, apparait nécessaire-
el texto sobre la reproductibilidad técnica, el concepto aparece ment appareillo'). Esto quiere decir que son los objetos técnicos
en relación al particular modo de percepción exigido por la obra (Simondon), como la perspectiva o la fotografla, los que, al hacer
filmica -percepción en la distracción, más próxima a la propia a época y transformarse entonces en «aparatos», configuran la sen-
sibilidad y la comunidad (el nser-común,). Contra la fenomeno-
2at it: l'tris, logía, Déotte piensa la uaparición, como el producto de un obje-
Tackels. B - , L'oeut,re d'art á I'lpoque dc \Yabtr Btnjarn h istofu d'ttu rd,
LHaLmartan, 2000, p. 75. to técnico, el que permite igualmente que lo que:rparecería com<r

t4) 14.\
totalmente heterogéneo y por lo tanto impensable (de acuerdo a Superficie de inscripción (surface d'inscription)
Kant), sea unificado y aprehensible. Esto no implica que no exista
un usublime de aparato», puesto que siempre queda un momento Término esencial en el pensamiento deJ.L. Déotte, que rein-
de heterogeneidad que el aparato no es capaz de asumir. Ahora terpreta la noción de .bloque de escrirura, de Lyotard (Disrurso,
bien, en una relectura de la teoría de Gilbert Simondon, Déotte Figura). Para Déotte, una superñcie de inscripción es necesari¿-
postula que cada aparato, en tanto objeto técnico, no existe sino mente técnica y ella acoge al acontecimiento, el que no puede exis-
en relación a su nmedio asociador; es decit a su contexto transin- tir sin tal superficie. Un aparato puede ser entendido como una
dividual. Bajo este último término debemos entender el hecho de superlicie de inscripción particularmente poderosa. El conjunto
que cada ente, al existir y por lo tanto al uindividuarse», tansfor- de las superficies de inscripción es lo que llamamos nculturar, y
ma su contexto inmediato (medio asociado), el que -a diferencia ésta varía de una época a otra o de una geograffa a otra justamenre
de lo que piensa la sociología positivista, por ejemplo- no otorga pues estas superficies de inscripción son diversas. De tal suerte,
realidad al individuo como su causa, sino que ambos se reconfi- dichas superficies de inscripción implican la constitución de di-
guran en un proceso continuo de perfeccionamiento que va de lo versas «cosméticas, en el sentido de diferentes modos de ordena¡
abstracto lo concreto. Si Déotte, siguiendo en esto a Simondon,
a por medio de los aparatos, la áparición de los entes. Al mismo
insiste en criticar el hilemorfismo clásico y moderno (la idea de tiempo, [o que llamamos umemoria cultu¡al,, depende fundamen-
que hay una separación entre forma y materia) es porque, para é1, talmente de una superficie de inscripción en particular (que, dado
los aparatos t¡anslorman su contexto (social, natural) no según la que uhace épocar, se constituye en un aparato): el museo. Sin el
Iógica causal, sino transformándose al mismo tiempo consecuen- museo no existiría la noción de upatrimonio, (teorizada por pri-
cia de ello (razón por la cual, no obstante, podamos afirmar que mera vez por Quatremére de Quincy). Sir.r embargo, la relación
la lotografía existe gracias a los componentes quimicos, natu¡ales, entre «acontecimiento» y «superficie de inscripción,, es paradójica:
que la posibilitan, no es menos cierto que ella ha translormado la el acontecimiento translormado¡ aquel que revolucionará las coll-
naturaleza misma en general: si tomamos como ejemplo la ocro- diciones de recepción establecidas, en su advenimiento, no puede
nofotografía, de Mare¡ a partir de la cual Benjamin ha elaborado ser acogido por la superficie de inscripción ya instalada, pues ella,
su concepto de uinconsciente óptico,, veremos que la fotografía por definición, no puede acoger al acontecimiento revolucionario,
es capaz de hacer aparecer una realidad que, antes de el[a, no lo que implica que existirá igualmente un usublime de la superfi,
existía, al no aparecer). La individuaciónr entonces, no produce cie de inscripciónu, tn inmemorial. Ahora bien, esta noción cobra
únicamente al individuo, sino que a sr medio asociado sin el cral una vigencia política esencial en nuestra época consecuencia de
el individuo no puede existir (el museo aparece inventándose al los totalitarismos y dictaduras que han intentado borrar sistemá-
mismo tiempo su público, la perspectiva inventa al espacio que ticamente las huellas de sus crímenes eliminando toda superficie
pretende represcntar, c[ cine a las masas qLLe debería manipular o de inscripción posib[e, lo que genera un uinme¡rorial, que corroc,
emancipa¡ etc.). hoy en clía, cada supcr'ficie de inscri¡rción clc hucllas.

144 | ,i',
Un aparato es una configuración técnica del
aparecer.De tal suerte, lo que aparece está,
desde ya, configurado técnicamente por un
aparato (appareill). La perspectiva, el museo,
la fotografia, el cine y la cura analítica podrán
ser pensados como "aparatos", pues configuran
el aparecer del acontecimiento, por un lado
creando nuevas condiciones de la temporalidad
y por otro determinando nuevas estructuras del
espacio, es decir, transformando, cada vez, [a
sensibilidad. Un apararo Funciona como un
objeto técnico según Gilbert Simondon, o sea,
produciendo individuación y sociablidad.
-Walter
Benjamin fire el primero en atisbar una
teoría de los "aparatos", al considerar que la
fotografla y el cine no implicaban únicamente
un cambio en los procedimientos de la repre-
sentación sino que, además y por sobre todo,
una revolución en las condiciones de la percep-
ción. Jean-Frangois Lyotard, por su parte, en su
Discurso, Figura elabora [a noción de "bloque
de escritu¡a": la "superficie de inscripción", es
decir, el coniunto de configuraciones técnicas
que permiten que eJ aconrecimiento tenga
lugar. Es a partir de estos y otros autores que
Jean-Louis Déotte ha desarrollado una teoría
que pretende repensar la política, la estética y el
mundo contemporáneo desde el punto de vista
de la técnica.

Adolfo Vera

tilx[ilJ[fiffilil

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