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Atb 0452 2
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2 REYES
Continuamos nuestro estudio del capítulo 23 del Segundo Libro de Reyes, considerando
la muerte de Josías. Y llegamos ahora a una parte triste en la historia de Josías. El gran
reavivamiento tuvo lugar al fin de su reinado. Pronto su pueblo entrará en el cautiverio.
En los últimos días del reinado de Josías, Dios obró de una manera poderosa para revelar
el hecho de que El puede mandar un gran avivamiento, aun en los días más difíciles y
oscuros. Leamos los versículos 26 al 28:
Ahora, Faraón Necao subió para ayudar al rey de Asiria a luchar contra Nabopolasar,
rey de Babilonia. Josías y sus fuerzas entraron en esa lucha, lo cual no les correspondía
hacer. Y esto resultó en un desastre. Avancemos, leyendo ahora los versículos 29 y 30:
Ahora, Josías debió haberse quedado en casa. Usted recordará que hubo un tiempo
cuando David no debió haberse quedado en casa. Debió haber salido a la batalla. El no
fue, y se encontró en apuros. En cambio aquí, tenemos un caso en que esta lucha no le
concernía a Josías, pero él salió de todos modos, y ¿qué le pasó? Murió en Meguido. Josías
era un gran hombre de Dios, pero aquí actuó de una manera insensata. Entró en una
Es de esperarse que Joacaz siguiera los pasos justos de su padre, pero no fue así.
Joacaz fue un rey malvado. El hecho es que no permaneció en el trono sino por un espacio
de solamente tres meses. Continuemos, entonces, con los versículos 34 al 37:
2 Reyes 23:34-37 “. . . a todas las cosas que sus padres habían hecho.”
Es decir que, Faraón Necao destronó al hijo de Josías y puso en su lugar a Joacim, otro
de los hijos de Josías. Joacim reinó por once años, pero también fue un rey malo. Joacaz
fue malvado, pero Joacim fue aún peor.
Ahora veremos el ascenso de otra potencia mundial. El gran poder de Babilonia se está
presentando en el oriente, en el río Eufrates. Babilonia le está quitando el puesto a Asiria.
El hecho es que Babilonia había vencido a Asiria. Babilonia también vencerá a Egipto y se
constituirá así en la primera gran potencia mundial. El libro de Daniel nos dará más
información en cuanto a este tema. Y es aquí donde debemos leer también el libro de
Jeremías. Jeremías fue el profeta que vivió durante esta época. Y fue él quien llamó a los
habitantes de Judá de nuevo a Dios, y les amonestó que si no se volvían a Dios, serían
llevados cautivos a Babilonia. Pero, las palabras de Jeremías les parecieron increíbles a los
habitantes de Judá, porque en aquellos tiempos Nabucodonosor, rey de Babilonia, todavía
no era tan formidable como muy pronto lo sería. Por otra parte, los falsos profetas le
dijeron a la nación que Dios los necesitaba tanto, que nunca los destruiría como nación.
Pero la verdad era que el templo, la ciudad de Dios, y el pueblo de Dios estaban en peligro.
2 Reyes 24:1-2 “. . . Jehová que había hablado por sus siervos los profetas.”
Ya dijimos que Manasés había sido un pícaro. Si la gloria del Señor no se apartó
durante su reinado, nada de lo que pasó después pudo haber causado que se apartara.
Debido a que los hijos de Israel no se apartaron de los pecados de Manasés, ahora tienen
que entrar en el cautiverio.
Joacim murió y Joaquín llegó entonces a ser el nuevo rey. Y vemos aquí que el rey de
Egipto, no salió más de su tierra. Dice aquí que el rey de Babilonia tomó toda la tierra,
desde el río de Egipto hasta el río Eufrates. Esa es la misma tierra que Dios había
prometido en pacto eterno a Abraham y aquellos que le seguían. ¿Por qué gobernaba
entonces esta tierra el rey de Babilonia en lugar del pueblo de Israel? Bueno, porque Israel
había pecado contra Dios. Los israelitas se habían apartado de El. No podían ocupar la
tierra en esa condición pecaminosa. Avancemos algo más, leyendo los versículos 10 hasta el
12:
El rey y todos los nobles son entonces llevados en el primer grupo que fue al cautiverio.
Esto ocurrió alrededor del año 605 A.C. Sigamos adelante, leyendo los versículos 13 al 16:
Como usted ve, amigo oyente, esta es una historia triste y sórdida. Tenemos luego, otro
Sedequías era tío de Joaquín. Ahora, él no mejoró la línea de los reyes de ninguna
manera. Es de esperarse que el cautiverio le hiciera volverse cuerdo, pero, no fue así. Las
dificultades, amigo oyente, harán una de estas dos cosas por el individuo: O bien, le
enternecerán; o bien, le endurecerán. O le acercarán a Dios, o le ahuyentarán de El.
Nunca le es posible a uno ser el mismo, después de conocer la aflicción y el sufrimiento. El
mismo sol que derrite el hielo endurece la arcilla. Leamos ahora, el versículo 20 de este
capítulo 24 del Segundo Libro de Reyes:
Una vez más, los falsos profetas dijeron: “Mirad, Dios está con nosotros.” Pero Dios no
estaba con Israel en este tiempo. Amigo oyente, debemos tener sumo cuidado en cuanto a
esto. Hay quienes dicen que hacen ciertas cosas, porque saben que es la voluntad de Dios
que las hagan; y que Dios les ha revelado a ellos en alguna forma especial, que tal o cual
cosa que están haciendo, es según Su voluntad. Y siguen adelante haciendo lo que ellos
mismos quieren hacer, y no la voluntad de Dios.
Algunos misioneros, por ejemplo, han ido al campo misionero y han regresado
admitiendo que su primera equivocación había sido la de salir. Creían que era la voluntad
de Dios que fueran, pero se habían equivocado. Los falsos profetas en Israel dijeron: “Dios
está con nosotros.” Pero Dios no estaba con ellos.
No quiero asegurarme de que Dios esté conmigo, tanto como de que yo esté con El. La
voluntad mía no es siempre la voluntad de Dios. No sé cuál sea la voluntad de Dios en
Y llegamos así, al último capítulo de este Segundo Libro de Reyes, el capítulo 25. En
este capítulo, Nabucodonosor ataca a Jerusalén, la destruye y lleva cautivo al pueblo. Le
sacan los ojos a Sedequías después que él ve degollados a sus propios hijos. También
Nabucodonosor quema el Templo y transporta todo lo que tiene valor, a Babilonia,
incluyendo todos los utensilios del Templo. Jerusalén es entonces totalmente destruida.
Nabucodonosor pone por gobernador a Gedalías, quien llega a ser el súbdito servil del rey
Nabucodonosor. Y antes de mucho, es muerto y los que quedan huyen a Egipto. También
en este capítulo, Joaquín es liberado de la cárcel en Babilonia y allí recibe un puesto de
prominencia. Comencemos, pues, considerando el sitio de Jerusalén por Nabucodonosor y
la captura de Sedequías. Nabucodonosor atacó tres veces a Jerusalén. La primera vez no
destruyó la ciudad. Luego Sedequías se rebeló. Leamos los primeros 6 versículos de este
capítulo 25 del Segundo Libro de Reyes:
Los falsos profetas engañaron a Sedequías, pero él había rehusado escuchar al profeta
Y hay hombres hoy en día, amigo oyente, que están dando un falso mensaje. Dicen que
Dios está con nosotros y que no nos abandonará. Amigo oyente, Dios no necesita de
nosotros. ¿De dónde surgió esa noción? Dios envió a la cautividad a Judá. Fue una hora
triste para ellos. Y esto debe servir de lección para nosotros, en estos tiempos.
Continuemos ahora, leyendo los versículos 10 hasta el 14:
El pueblo fue llevado a la cautividad y Gedalías fue hecho gobernador de esa tierra.
Gedalías fue luego asesinado y una gran compañía de gente huyó a Egipto, donde llegaron
a ser colonos. Ahora, si sólo hubieran escuchado a Jeremías, no se habrían encontrado en
esa condición tan triste. Cuando este grupo huyó a Egipto, se llevó consigo a Jeremías,
aunque él no se fue de buena gana. Y tenemos por último en este capítulo, la liberación de
Joaquín, rey de Judá, de la cárcel. Leamos los versículos 27 hasta el 30:
Así como Gedalías fue un gobernador que sirvió como instrumento a otro, Joaquín
también fue un rey súbdito en una corte extranjera. Sin embargo, fue una buena señal que
Evil-merodac libertara de la cárcel al rey de Judá; pusiera su trono más alto que los tronos
de los otros reyes; comiera con él, y le diera una pensión para el resto de su vida. Ahora,
siendo que Joaquín fue tratado de esta manera, hubo un vislumbre de esperanza para la
restauración de la nación a su tierra prometida. Y así, amigo oyente, concluimos nuestro
estudio de este capítulo 25, y con él, concluye también nuestro estudio del Segundo Libro de
los Reyes.