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Teórico A.

Katz
11/06/2010

Yo les había explicado en clases anteriores cómo en el análisis del costo y la disposición de
los componentes del precio encontrábamos los procesos de edición del libro y los actores que
participan en la producción y circulación. Les había dicho cómo el costo está expresando todas
las inversiones que se realizan para tener un objeto y como el precio podía considerar un
sistema de remuneraciones, es decir el precio que paga el público por un libro es el modo en el
que un comprador de un libro esta pagando por él, sin saber por supuesto quién lo hace, pero
está reconociendo que para tener ese libro tiene que pagarle al traductor, tiene que pagarle al
librero, tiene que pagarle al autor. Tiene que pagar todo aquello que ha permitido que el libro
llegue a sus manos en ese momento y en ese lugar.
Esto es un modelo de análisis que nos permite por un lado entender como se construye un
costo. Ubicamos dos grupos diferentes: el grupo de las tareas artesanales cuyo costo no
depende de la cantidad de unidades fabricadas y el grupo de los procesos industriales que a
mayor cantidad de unidades fabricadas exige mayores inversiones pero a la vez permite
distribuir el costo por cada unidad fabricada. Esto es una lógica industrial clásica, es la lógica
del modelo de producción fordista que a mayor cantidad de unidades fabricadas, disminuye el
costo de cada unidad fabricada y por lo tanto mejora el ingreso marginal del fabricante.

La primer etapa, la de preproducción editorial, está integrada por procesos que son
básicamente artesanales (el traductor trabaja palabra por palabra, frase por frase) y por
trabajadores que intervienen sobre cada uno de los procesos de la industria editorial y se los
remunera por el trabajo hecho independientemente de la cantidad de ejemplares que se vayan
a fabricar. Todas las etapas de la preproducción son remuneradas de esta manera. Cada vez
que se termina esta etapa, la inversión realizada no tiene ninguna relación con la cantidad de
ejemplares que se fabrica.
En la siguiente etapa, los procesos que se realizan son industriales son procesos repetitivos a
partir de una matriz de fabricación (una imagen fotográfica de cada página que con
determinados procedimientos técnicos permite producir miles de páginas impresas exactamente
iguales). Esta etapa exige dos cuestiones básicas: insumos y equipos. Para hacer libros se
necesita (mucho) papel y este papel lo voy a imprimir en impresoras offset que son equipos
industriales muy costosos y por lo tanto el tiempo que utilizo de esos equipos lo tengo que
pagar por lo que ese tiempo vale.
Una parte del proceso exige más dinero a medida que hago más unidades (mayor inversión)
y la otra parte del proceso es indiferente a la cantidad de unidades que se van a fabricar. Para
fabricar un libro la inversión total será la suma de los recursos realizados en las dos etapas.
Cuantos mas ejemplares se hacen tengo por tanto una inversión mayor pero un costo menor

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porque la parte de la inversión que es invariable la voy a distribuir cada vez en mas ejemplares.
El costo en la preproducción crece casi lineal
Para traducir, corregir, diseñar, armar páginas, independientemente de la cantidad de
ejemplares que fabrico yo voy a invertir una cantidad de dinero. Para fabricar los libros a mayor
cantidad de libros mas dinero necesito (hay que comprar más papel, pagarle más dinero de
imprenta al impresor). En la segunda etapa más unidades implican más inversión, más recursos
aplicados a la edición.

Esto ocurre en el modelo tradicional. Hoy nos encontramos con que este modelo entra en
crisis porque la parte de la preproducción se seguirá haciendo pero no la parte industrial. Se va
a llegar a matrices de distribución digital y se van a hacer circular contenidos que no tienen un
soporte material provisto por el editor. Toda la lógica de la edición sufre una mutación terrible
en todos los órdenes, no solo en sus condiciones de fabricación. El mundo del editor,
anteriormente, estaba organizado en torno a la producción de mercancías, los sentidos eran
algo que manipulábamos para convertirlos en mercancías pero nuestra actividad era una
actividad en la que había almacenes, camiones, cajas, entregas y devoluciones, dañados y
devueltos, etc.
En los nuevos soportes de lectura se puede cambiar el tamaño de la letra, copiar un párrafo y
guardarlo para después citarlo, es posible buscar a lo largo de cada uno de los libros
almacenados, una palabra que se quiere buscar, es posible conectarse por Wi-Fi y leer el diario.
Es poco probable que eso no sea exitoso.

¿Cuáles son las funciones y los actores de la editorial que entran en crisis y por qué?
La logística física desaparece, habrá una logística digital. Si algo que está en un sitio y tiene
que llegar a otro lado hay que llevarlo de algún modo. No van a haber camiones que
distribuyan libros.

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En un mercado con una oferta inmensamente variada cada uno tendrá que hacer tareas de
comercialización para poner su oferta en manos de sus clientes y eso es una tarea de
marketing y comercialización. Por lo tanto esta etapa se conserva. En este modelo la imprenta
desaparece.
Uno de los rasgos que puede modificarse en el nuevo modelo de circulación textual es la
rigidez de la figura del autor. Posiblemente en los próximos años lo que se vea es la aparición
de lectores que empiezan a desdibujar los rasgos principales de la figura autoral.
Uno de los desafíos más interesantes de los últimos tiempos es la creación de nuevos géneros
textuales. El mayor interés de los medios digitales no es la reproducción textual. El lector tendrá
más disposición a intervenir en los discursos que circulan.
El mundo virtual limita en algunas cosas al mundo físico, las plataformas de distribución de
contenidos son los lugares que reúnen contenidos de origen muy diverso y los distribuye con
algún sentido racional desde el punto de vista del usuario. Esto es lo que hacen los sistemas de
comercialización.
En el medio digital va a tener que haber grandes distribuidores que permitan que pequeñas
librerías puedan tener un contacto que con los que desarrollan los contenidos digitales para que
el potencial lector sepa a que librería virtual acceder.
Hay una relación bastante estrecha entre la cultura del libro tradicional y la cultura del libro
digital en cada espacio idiomático, político o social. Cada cultura responde al avance digital de
acuerdo a sus propias claves de coexistencia, con sus propias reglas de competencia cos sus
propias ideas del futuro y del presente.

Hay libros, hay autores que escriben esos libros, hay editores que convierten esos libros en
contenidos digitales legibles. Hay una dimensión en la que el editor puede elegir un conjunto de
técnicas para hacer algo distinto de lo que uno sabía hacer. El paso de lo impreso a lo digital es
atractivo pero no cambia demasiado las cosas. Antes teníamos la edición en tapa blanca, la
edición en tapa dura, la edición de bolsillo.
El mejor valor que el editor puede agregar a partir de las tecnologías disponibles a los
contenidos existentes o a ser creados es inteligencia. Si aprovechamos la fragilidad que la figura
del autor tiene en la práctica e imaginar los contenidos como un conjunto que no tiene ya
marcas del autor.
Siempre los desarrollos técnicos lo que han hecho no es sustituir lo anterior sino dar
posibilidades nuevas y esas posibilidades nuevas coexisten con lo que había antes.

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