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Elsa S. Guevara R. La Masculinidad Como Posición Social PDF
Elsa S. Guevara R. La Masculinidad Como Posición Social PDF
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Psicóloga, con estudios de Doctorado en Sociología. Profesora en el área de Psicología Social de la
Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Elsa S. Guevara Ruiseñor
L
os estudios sobre la masculinidad son recientes
en México, apenas en la década de los noventa fuera de los círculos académicos, surge de la ciencia
aparece la reflexión teórica y política acerca del social positivista y comprende desde la visión más ope-
papel de los varones en la sociedad. Esta reflexión, que rativa de los inventarios psicosociales de masculi-
en otros países tiene al menos dos década, es parte de un nidad/feminidad, hasta la concepción parsoniana de los
debate público en el ámbito mundial sobre lo que sig- roles instrumentales y expresivos en hombres y mujeres.
nifica ser hombre en la actualidad. El origen de estas Desde esta perspectiva, se concibe la masculinidad
preocupaciones se encuentra en las transformaciones como un conjunto de atributos personales que com-
que la modernidad ha impuesto en el orden genérico y parten todos los hombres en todos los sectores culturales
que cambió sustancialmente la posición de las mujeres y sociales, y se basa en el supuesto de todos los varones
al modificar las relaciones hombre/mujer en los espa- como heterosexuales, independientes y físicamente
cios público y privado. Además, los diferentes capacitados.
movimientos sociales, en especial los movimientos Dos de las mayores dificultades de esta corriente se
feministas y de hombres y mujeres homosexuales, encuentran en su debilidad teórica y en su refuerzo se-
socavaron la legitimidad del poder patriarcal, xista de los roles tradicionales. En el primer caso, es evi-
replantearon las relaciones de poder en todos los espa- dente la falta de rigor conceptual en la medida en que
cios sociales y contribuyeron significativamente a la mezcla definiciones normativas con definiciones esen-
constitución de nuevas identidades genéricas. Ello ge- cialistas, presupone una correspondencia insostenible
neró un impacto ambivalente en los hombres que se ha entre rol e identidad y propone una concepción
expresado tanto en propuestas marcadamente conservado- restringida de acción social.1 En cuanto al carácter se-
ras, como la corriente mitopoética de Bly (1990), hasta xista, es notable que los inventarios psicológicos de la
movimientos profundamente solidarios como los señala- masculinidad/feminidad refuercen la tendencia a definir
dos por Kauffman (1995). Todo ello se tradujo en una cre- los rasgos socialmente valiosos como masculinos y las
ciente preocupación intelectual por los estudios de los características menos valiosas como femeninas, además
hombres y la masculinidad. de las implicaciones políticas que supone justificar la
Las ciencias sociales han sido un campo fértil para desigualdad con base en una concepción esencialista de
generar un espectro muy amplio de explicaciones sobre la diferencia sexual. Asimismo, el supuesto de comple-
esta dimensión del orden genérico. Entre las corrientes mentariedad, presente en las teorías del rol, oculta las
más influyentes se encuentran las teorías del rol que asimetrías de poder y hace aparecer como inevitable la
consideran la masculinidad como un atributo individual, desigualdad de género.
producto de las diferencias de socialización de los roles Por otro lado, una buena parte de la investigación
sexuales entre hombres y mujeres. Esta propuesta que antropológica y sociológica ha definido la masculinidad
La masculinidad como posición social: un análisis desde la perspectiva de género
como una construcción cultural. acción social e incluso para vic- la masculinidad, se encuentra un
Esta formulación sugiere dos niveles timizar a los hombres, al señalar el esencialismo abierto o soterrado que
de cultura: una forma generalizada carácter coercitivo de la sociedad deposita en los individuos una
de cultura que comparten los hom- que, se dice, también oprime a los “naturaleza masculina” de la que a
bres en distintas sociedades y grupos hombres. Si bien algunas de estas veces no pueden escapar. También
humanos, y que es por tanto transcul- corrientes se adhieren políticamente a es habitual su limitada capacidad
tural; y una forma específica de cul- la postura feminista, teóricamente para articular los niveles macro y
tura que reconoce la existencia de dejan de lado las aportaciones más micro (los conceptos de aprendizaje
diferentes significados de ser hom- importantes del feminismo. cultural o socialización, sencilla-
bre dentro y entre las culturas, y que Para Hearn (1996), las dificul- mente no explican los márgenes de
supone muchas formas de masculi- tades en el uso del concepto de mas- acción individual ni las formas de
nidad. Es decir, no existe una mas- culinidad son muchas y se pueden articulación de las estructuras
culinidad en singular, sino que resumir en los siguientes rubros: una sociales con las identidades subjeti-
existen diversas masculinidades variedad de empleos del concepto, vas). Además, en la mayoría de las
construidas en forma distinta en una imprecisión en su uso, versiones corrientes, las relaciones de poder se
diferentes clases sociales, culturas y taquigráficas de un amplio espectro abordan como si fueran posesiones
grupos etéreos, además, las distintas de fenómenos sociales y circuns- individuales a las que se puede
masculinidades tienen diferente cribir la masculinidad a característi- renunciar en un acto de decisión per-
jerarquía social. cas o rasgos de los individuos, es sonal. Hay muchas deficiencias e
Esta perspectiva resulta muy decir, atribuirle un poder causal incertidumbres teóricas que necesi-
valiosa para rebatir las posturas cuando es el resultado de otros pro- tan resolverse. Pero lo más impor-
naturalistas, pero presenta serias cesos sociales. A esto se agrega que tante es que muchos de estos estu-
limitaciones cuando se entiende la al enfocar a los hombres, con fre- dios no han proanalizado en la dis-
masculinidad como el efecto mecá- cuencia se desvía la atención de las cusión teórica y el debate sobre
nico de la coerción múltiple que la mujeres, las vuelve invisibles y las género que está detrás de la teoría
sociedad ejerce sobre el individuo, excluye como participantes. Por feminista actual y no se ha entendi-
puesto que los individuos no son ello, señala, cualquier análisis de la do que lo que une a las diversas mas-
pasivos en los procesos de construc- masculinidad debe entenderse en el culinidades es una estructura de
ción social y, con márgenes más o marco de la relación hombre/mujer género que construye la posición
menos amplios, existe un proceso y se debe colocar el poder en el cen- social de los hombres.2
activo de apropiación cultural vincu- tro del análisis. Si bien, dice, repre- El pensamiento sociológico con-
lado con diferentes prácticas senta un avance hablar de las mas- temporáneo tiene un enorme poten-
sociales. Asimismo, la idea de culinidades (en plural), es impor- cial teórico para entender la mas-
masculinizadas múltiples, se en- tante destacar que no se trata culinidad como una categoría
tiende, en muchos casos, como los de posesiones individuales, sino de analítica que permite profundizar en
distintos significados de ser hombre prácticas institucionalizadas que una dimensión del orden genérico
o como las diversas prácticas se localizan en estructuras de poder. donde “el cuerpo está en el mundo
sociales consideradas masculinas. Ante ello, Hearn propone omitir el social, pero el mundo social está en
Así se borra el carácter relacional, se concepto de masculinidad y simple- el cuerpo” (Bourdieu, 1999: 199). El
pierde la noción de poder y difícil- mente abocarnos al estudio de lo que trabajo de Norbert Elías (1996)
mente es posible comprender las hacen los hombres. Esta propuesta, sobre las estructuras de poder en las
contradicciones entre prácticas y lejos de resolver la confusión con- sociedades cortesanas, la tesis posi-
discursos entre las que se mueven ceptual que él señala, privilegia los cional de Alcoff (1989) en la teoría
cotidianamente los hombres. recursos descriptivos cuando real- feminista actual y las nociones
Además, en algunos casos, se mente se requiere de una categoría de habitus y de campo social de
recurre al concepto de construcción analítica. Bourdieu (1999), aportan mucho
social como una forma de eludir En síntesis, se puede decir que en para pensar la masculinidad con
la responsabilidad individual de la la mayoría de las teorizaciones sobre otros ejes de reflexión teórica.
Elsa S. Guevara Ruiseñor
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ara Elías (1996), las sociedades se constituyen en configuración social específica, hace especialmente útil
virtud de un conjunto de lazos de interdependen- su propuesta para el análisis de las relaciones de género
cia que define configuraciones sociales específi- como posiciones sociales, así como para comprender la
cas para cada momento y contexto histórico. Las masculinidad como una posición de poder sostenida por
sociedades no son más que configuraciones de hombres una red de relaciones sociales y atravesada por distintos
interdependientes que no existen fuera de los indivi- campos de poder.
duos, de la misma manera que los individuos no existen La tesis posicional desarrollada por Linda Alcoff
fuera de las sociedades que integran. Estas relaciones de (1989) en la teoría feminista de la identidad, amplía
interdependencia explican la distribución social del estas concepciones y aporta valiosos elementos en el
poder, tanto al interior de los grupos dominantes, como análisis de género. El concepto de mujer, dice Alcoff, se
en su relación con los grupos dominados. Es decir, Elías define no sólo por un conjunto particular de atributos,
se pregunta no sólo por qué cientos de miles de hombres sino por el contexto externo en que se la sitúa, puesto
pueden obedecer a un sólo hombre (en el caso de los que ser mujer no es un dato biológico, sino una posición
estados monárquicos), sino también cómo es que los en un contexto histórico. La situación externa determina
grupos privilegiados pueden conservar una posición de la posición relativa de la persona, así como la posición
poder durante largos periodos de tiempo sin menoscabo de un peón en un tablero de ajedrez se considera segura
de sus privilegios. Para ello, dice, no debemos pregun- o peligrosa, poderosa o débil, según sea su relación con
tarnos tanto por los atributos personales, como por el otras piezas. La definición posicional, dice Alcoff, hace
tipo de configuración social que hace posible ciertas que la identidad sea siempre relativa pues depende de un
posiciones de poder. contexto cambiante. Si es posible definir a las mujeres
Con la ayuda de una investigación sistemática de las (y nosotros diríamos que también a los hombres) por su
configuraciones, señala, es posible analizar las rela- posición dentro de esta red de relaciones, entonces son
ciones de poder en el marco de una sociedad determina- posibles las reivindicaciones políticas, no sobre la idea
da. Por ejemplo, se puede demostrar que un hombre en de que sus capacidades innatas han sido obturadas, sino
la posición de rey no reinaba de manera absoluta: el porque su posición dentro de la red carece de poder y
campo de acción, aun del rey más poderoso, tiene movilidad, y requiere de un cambio radical. El concep-
límites fijos puesto que indica una red de interdepen- to de mujer es un término relacional identificable sólo
dencias cuya estructura le permite ciertos márgenes den- dentro de un contexto, un sitio desde el cual se interpre-
tro de los cuales se puede mover. Sin embargo, ciertas tan y construyen valores.
posiciones sociales ofrecen un campo de acción más En el mismo sentido, podemos decir que la mas-
amplio que otras. culinidad es un término relacional. Es una dimensión
El análisis de la relación entre las estructuras sociales del orden genérico que remite a esa posición social de
y de dominio con las estructuras valorativas, muestra el poder y prestigio que ocupan ciertos individuos con
fuerte carácter de coacción de las normas como recurso base en la diferencia sexual y que amplía su campo de
para mantener las posiciones de poder en que se encuen- acción, su ámbito de decisión individual y sus oportu-
tran los grupos privilegiados. Por ello, los individuos nidades de poder. La masculinidad no se refiere a una
que pertenecen a estos sectores tienden a dirigir sus posición fija en una estructura social, sino a las posi-
esfuerzos y objetivos personales con base en estas valo- ciones de privilegio en distintos campos y que permite
raciones y normas sociales que refuerzan dicha posición la acumulación conjunta de distintos tipos de capital
social. Tales actitudes forman parte de sí mismo, en la simbólico. El poder, dice Bourdieu (1999), se distribuye
medida en que de ello depende su posibilidad de presti- en campos relativamente autónomos (religiosos, políti-
gio, reconocimientos, amor y admiración. La amenaza a cos, legales, científicos) y quienes ocupan posiciones
los privilegios se vive como un peligro global hacia todo dominantes en los diferentes campos están unidos por
aquello que da sentido y valor a su vida y quien no una solidaridad objetiva basada en la homología entre
La masculinidad como posición social: un análisis desde la perspectiva de género
esas posiciones, pero también están enfrentados en el Los habitus son esquemas de percepción, apre-
campo de poder por relaciones de competencia y con- ciación y acción que permiten llevar a cabo actos de
flicto, así como por el tipo de “intercambio” que es posi- conocimiento práctico; es un sistema de disposiciones y
ble establecer entre las diferentes especies de poder.3 capacidades moldeado por las condiciones de existencia
La estructura de género hace posible la reproducción y se encuentra incorporado a los cuerpos a través de las
y mantenimiento de esta posición mediante las institu- experiencias acumuladas: es desde el cuerpo que se
ciones sociales, los sistemas simbólicos y las estructuras construyen los significados. Las conminaciones sociales
normativas, pero los agentes también desarrollan grados más serias, dice Bourdieu, no van dirigidas al intelecto
diversos de compromiso con la posición que ocupan y sino al cuerpo, por ello, lo esencial de la masculini-
asumen posturas políticas en las que optan qué hacer dad/feminidad se inscribe en los cuerpos mediante la
desde esa posición. Para Bourdieu (1999), el principio acción pedagógica diaria y los ritos institucionales. Esto
de la acción no es el del sujeto que se enfrenta al mundo, es, el agente comprende el mundo desde el lugar donde
ni tampoco de la presión del campo sobre el agente, sino se encuentra inmerso, al mismo tiempo que el mundo
de la complicidad de dos estados de lo social: entre la está, a su vez, dentro de él en forma de habitus. Quien
historia objetivada en las cosas en forma de estructuras ha asumido las estructuras del mundo orienta su prácti-
sociales y la historia encarnada en los cuerpos en forma de ca haciendo exactamente lo que es debido, en tanto que
habitus. es fruto de la incorporación a un orden social. El habi-
tus engendra prácticas ajustadas a este orden y, por
tanto, percibidas y valoradas por quien las lleva a cabo,
y también por los demás, como justas, correctas y ade-
cuadas sin ser en modo alguno consecuencia de la obe-
diencia.
Toda posición social genera disposiciones similares
en los actores que ocupan dicha posición y es no sólo
por medio de la coerción, sino por la armonización de
los habitus que, por ser fruto de unas mismas condi-
ciones de existencia, producen comportamientos adap-
tados a las condiciones objetivas para satisfacer los
intereses individuales compartidos. Así, cada cual
encuentra en el comportamiento de sus iguales la rati-
ficación y legitimación de su propio comportamiento
que, a cambio, ratifica y rectifica el comportamiento de
los demás. El acuerdo en las maneras de juzgar y actuar
se fundamenta en una misma forma de entender el
mundo y de “estar” en él. Son habitus sintonizados entre
sí conforme a los intereses de los agentes implicados.
Pero esto no significa que la correspondencia entre
posición y disposición sea absoluta. Debido, en particu-
lar, a transformaciones estructurales que suprimen o
modifican determinadas posiciones y, asimismo, por la
movilidad inter o intrageneracional, la correspondencia
entre las posiciones y las disposiciones nunca es perfec-
ta y siempre existen agentes en falso, desplazados, a
disgusto en su lugar. De la discordancia puede surgir
una disposición a la lucidez y a la crítica que puede
llevar a cambiar el puesto de acuerdo con las exigen-
“El rapto” cias del habitus, en vez de ajustar el habitus a las exi-
gencias del puesto.
Elsa S. Guevara Ruiseñor