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“Isla simbólica”
Anteriormente nos preguntamos ¿Qué es lo que la aísla? ¿Qué es lo que está
alrededor? ¿Qué hace que esta isla no sea un territorio? Por lo que ahora comenzaremos
a profundizar en estos planteamientos. Inciando con una serie de planteamientos teóricos
que nos permitan pensar que es lo que se encuentra dándole contenido a lo que se
encuentra fuera de la isla, ya antes hemos hablado sobre un sistema de género, sin
embargo, nos parece pertinente retomarlo para este fin. Para pensarlos de forma general,
es decir en cómo se gestan las exclusiones, utilizamos la figura del extraño de Olga Sabido
(que construye retomando a diversos autores como Simmel, Max Weber, Becker, Schütz,
Goffman, Elias y Bauman). Cabe aclarar que la autora no habla de esto pensando en la
comunidad trans, sin embargo, consideramos importante retomarlo, ya que la sociedad ha
colocado a lo trans como lo extraño.
Posteriormente nos centramos en analizar cómo se genera este aislamiento
específicamente en relación con la sexualidad utilizando como herramienta los conceptos
de sexualidad buena y mala de Gayle Rubin, además de incluir los planteamientos de Paul
Beatriz Preciado para abordar el mercado y los medios de comunicación, agregando un
factor más a esta problematización.
Para comenzar cabe aclarar que Sabido (2012) al hablar de la figura del extraño
va más allá de las categorías clásicas que remiten simplemente a la exclusión, pues hace
referencia a criterios más fundamentales de la diferencia, explicando ésta en términos de
una relación de sentido y específicamente como un problema de comprensión
interpretativa, considerando que, cuando se expresan costumbres o hábitos distintos a los
conocidos, al no contar con marcos interpretativos que den sentido a las acciones del otro,
se les desprecia o enaltece. Cabe señalar que el sentido no tiene que ver sólo con la
situación actual sino que hay una serie de experiencias, cultura, educación previas que
van a hacer que le demos diferentes cargas de sentido a un hecho o una situación en
específico.
Expone además que un extraño puede ser percibido como un enemigo, una
amenaza, puede ser el lejano que está próximo, las personas en los límites, aquel a quien
no entendemos, quien señala la alteridad en el seno de lo mismo, quien no termina de
sernos del todo conocido y nos resulta ajeno. Es quien al delatar su extrañeza denuncia
cierta extrañeza en nosotros.
Así es como podríamos pensar a lo trans como una figura de lo extraño para la
sociedad puesto que se sale de los parámetros de la normalidad, de lo que nos es cercano,
construidos a través de discursos heteronormativos, que dictan normas, mandatos a
seguir, lugares en la sociedad, comportamientos y vestimentas, delimitando así qué vida
es válida y vivible. Dichos parámetros ayudan a que se construya una carga de sentido o
de significado negativo o lejano en torno a lo que se sale de estas normas lo cual puede
alentar a que se produzca discriminación, exclusión y violencia.
Pensamos entonces, que quienes los consideran extraños ven en riesgo los
“privilegios” que se tenían adquiridos, ¿Cuáles son estos? El privilegio de ser
heterosexual, de tener la orientación sexual “correcta”, de ser considerados “normales”.
Eso que les da garantías y seguridades como el reconocimiento de salud mental,
respetabilidad, legalidad, movilidad física y social, apoyos institucionales y beneficios
materiales. Cuando aparecen otras formas de vida, aparece la incertidumbre sobre lo que
somos y mucha gente reacciona rechazando, violentado, discriminando, segregando.
Cabría preguntarnos aquí ¿Para qué puede servir la figura del extraño?
Consideramos que ésta pone en evidencia elementos culturales diferentes, que nos sirven
no solo para diferenciarnos sino también para reconocernos en esa diferencia, lo cual nos
ayuda a construir nuestra identidad. Cuando alguien es capaz de señalar la extrañeza del
otro, con el mismo movimiento está señalando elementos que lo hacen común a
determinado grupo de personas, es un doble proceso; el del reconocimiento y el
desconocimiento. Es así como las identidades, ya sean en este caso, trans o cisgénero, se
construyen en la capacidad de diferenciarse de su entorno, de definir sus propios límites,
de situarse en el interior de un campo y de mantener en el tiempo el sentido de tal
diferencia (Gilberto, 2012).
Ya anteriormente habíamos hablado sobre los mandatos, normatividades, los
lugares otorgados socialmente, pero es preciso profundizar en como estos elementos
permiten o posibilitan una serie de pensamientos, creencias y representaciones que se han
ido construyendo en torno a la sexualidad válida en este contexto. Para ello utilizaremos
los planteamientos de Gayle Rubin (1989). La autora nos habla de una jerarquía sexual,
construida desde un pensamiento que clasifica entre el sexo bueno y sexo malo
colocándolos de la siguiente manera.
Nos dice que todas estas ideas son construidas, por una parte, por ciertos rasgos
persistentes del pensamiento sexual que están profundamente enraizados en la cultura
occidental y que raramente son cuestionados; como el esencialismo sexual, el cual se
refiere a la idea de que el sexo es una fuerza natural que existe con anterioridad a la vida
social y que da forma a instituciones, y que fue sustentado durante más de un siglo por la
medicina, la psiquiatría y la psicología (sin aun cerrar dicha discusión). Todas estas
disciplinas clasificanban al sexo como una propiedad de los individuos, algo que reside
en sus hormonas o en su psique.
Este esencialismo está presente en el común de la población, que considera al sexo
biológico ( entendiendo esto como los genitales de una persona) como determinante en la
identidad de género, como si esta fuera una esencia permanente en cada sujeto,
inamovible e incuestionable. Por otro lado, también hace mención de que la mayor parte
de la tradición cristiana mantiene que el sexo (coito) es pecaminoso, peligroso,
destructivo, como una fuerza negativa; y que puede redimirse si las causas son el
matrimonio, la reproducción y el amor. Prácticamente toda la conducta erótica se
considera mala a menos que exista una razón especifica que la salve. Es así como
construyen un sexo bueno, normal, natural, que es heterosexual, monógamo, reproductivo
y no comercial mientras que todo lo que se salga de esto es considerado malo, antinatural
y anormal.
De esto también nos habla Beatriz Preciado (2013) quien dice que la gestión
biopolítica que dominaba al siglo XIX concebía al cuerpo como una máquina
reproductiva viva ya que cada cuerpo era considerado potencial productor de espermas o
útero generador. Había una organización y una distribución de los cuerpos en el espacio
con respecto a la reproducción, únicamente en relación con sus fluidos reproductivos y
sus órganos reproductores. Todo esto tenía una lógica de fondo que tenía que ver con la
producción económica (mano de obra).
Por otro lado, Gayle Rubin (1989) menciona que hay un “nuevo” pensamiento
(considerando la época en la que fue escrito el texto y los posteriores desarrollos que se
dieron sobre las problematicas de relacionadas con la sexualidad y el género) sobre la
conducta sexual que le ha dado al sexo una historia y creado una alternativa
constructivista al esencialismo sexual, donde se habla de la sexualidad como una
producción histórica, una construcción social, sin negar lo biológico, pero haciendo
hincapié que esto solo es la base sobre la cual se construye la sexualidad de un sujeto.
Son diversos autores que trabajan desde este enfoque y que hemos tratado de
esboar, el cual, nos habla de un juego combinado de fuerzas sociales tales como la
ideología, el temor, la agitación política, las reformas legales y la práctica médica.
Factores que pueden modificar la estructura de la conducta sexual y alterar sus
consecuencias.
Asi mismo cabe agregar que la patologización y la medicalización de las personas
trans ha contribuido al estigma y los prejuicios que se ejercen sobre éstas. “La
transexualidad es clasificada por primera vez en el DSM de la APA en el año 1980 bajo
la etiqueta de trastorno de transexualidad. Una década más tarde, entró en la International
Classification of Diseases (ICD), la clasificación internacional de enfermedades de la
Organización Mundial de la Salud” (Missé, 2013: 36) El hecho que las personas trans
estuvieran en los manuales mentales los ubicaba en el lugar de enfermos y pacientes, es
decir les condena a leerse desde ahí
Hay que mencionar además, que uno de los intereses de los médicos tiene que ver
más con mantener el orden tradicional del género que con las necesidades de la población
trans, ya que cuando aparecen las primeras intervenciones (para que una persona pudiera
modificar su cuerpo) estaban fuertemente permeadas por posturas conservadoras. En este
sentido los médicos dejaban de ser médicos y pasaban a convertirse en “guardianes” del
sistema binario hombre-mujer (Missé, 2013).
“como dice Krine Espineira (2010:4), investigadora y activista trans
francesa, lo único que pedimos a los médicos es que vuelvan a ser médicos, que
sí se preocupan por nosotros que sea por nuestros niveles hormonales o la
evolución de nuestras cicatrices, pero que no sea por sí somos lo suficientemente
hombres o mujeres, o por lo que pueda pasar si decidimos no ser cualquiera de
las dos cosas” (citado en Missé, 2013).
Se encuentra aisla puesto que estos pensamientos se encuentran en gran parte de
la población hacen que no se acerquen a estos lugares, dentro de los 23 eventos a los que
fuimos notamos poca o nula asistencia de personas heterosexuales y cisgenero, a pesar de
que muchos de estos eventos estaban abiertos para el público en general.
Es así como las personas que dirigen las organizaciones o que presentaban las
ponencias, enfatizaban este panorama, donde no tienen cabida en lo social más que siendo
señalados desde diversos lugares, existiendo bajo la tutoría de alguien o algo más, o
existiendo únicamente como objeto para la medicina, o para la ciencia en general. Es con
estos discursos sobre ellos con los cuales han estado debatiendo en la CDMX desde el
inicio del siglo actual. Valiéndose de diferentes herramientas legales, o en materia de
derechos para, poco a poco, deteriorar la estructura hegemonica sobre la sexualidad y
arrebatar de sentido todos aquellos mandatos que les ha marcado un camino a seguir, un
camino fuera de lugar.
Aun por nacer, ya estás muerto
Duermes con una pistola a tu lado en la cama.
Usted sigue hasta el final obvio:
Mira tus venas abiertas de par en par,
Usted sangra.
Hay que mencionar también que en nuestra propia experiencia nos encontramos
con diversos comentarios cuando platicabamos nuestro tema con la familia o amigos
donde se nos cuestionaba el porqué de nuestra elección, qué nos había llamado la atención
del tema, que sí este no era resultado no estar seguro de nuestra sexualidad, sí éramos gay
o trans. Era como si nos dijeran que de estos lugares hay que estar lejos a menos que
pertenezcas a ellos, estableciendo barreras entre ambos espacios.
las diferencias, ¿Qué puede impedir que se vuelvan amargas y divisorias, y que
rompan la base de la acción política conjunta? En una sociedad que estructura y mantiene
antagonismos entre grupos, ¿Qué modelo tenemos para reconocer las diferencias y
trabajar juntos?” (Vance, 1989: 34)
Que a pesar que cuestionan el sistema de género terminan replicando,
reproducción la exclusión o inclusión que se vive fuera de las comunidades, al final
formamos parte de una misma cultura, la educación, la construcción como sujeto,
Nombrar donde lo vimos, (eventos, momentos)
Estaba claro que no era como estar en una iglesia o una escuela donde te dan una
serie de conductas a seguir o reglas que no tienes que romper, consideramos que ese
discurso apela justo a lo contrario, a cuestionar, a vivir, disfrutar, en él caben las
diferencias y de hecho eran esperadas, anheladas, disfrutables.
Nos fue deseable tener una vida asi, un amor libre, una apariencia a elección, una
vida sin discriminación, pero nos preguntamos cómo es que lo viven. ¿su discurso apela
a otro tipo de diferencias, apela a vivir con libertad y respetar las diferencias? nos miraban
raro o era nuestra paranoia, éramos diferentes al resto y eso ¿les importaba? hay cambios
o solo crean nuevos cajones, nuevas formas de vida, nuevas barreras quien pertenece a
esos lugares, ¿por qué son tan exclusivos
El sociólogo y activista Missé (2013) habla de una transexualidad normativa
como una crítica a el modelo de patologización de las experiencias trans ya que hace
referencia a que la medicina a presentado una manera “correcta” de serlo, puesto que para
obtener el diagnóstico de trastorno de la identidad de género hacía falta presentar unas
características muy particulares fijadas en los manuales internacionales de enfermedades;
como haber expresado vivir en el otro género desde la infancia, sentir rechazo hacia las
características sexuales secundarias del propio cuerpo (el pecho, el pelo), hacia los
genitales e, incluso rechazo a tener relaciones sexuales. Lo cual ha llevado a construir una
forma de ser trans aceptable y legítima.
sin embargo, hay que tomar en consideración lo que nosotros experimentamos en
estos espacios, pues al leer nuestros diarios de campo en reiteradas ocasiones escribiremos
nuestra incomodidad al sentirnos rechazados por ser diferentes, por ser heterosexuales y
cisgenero. Esto se vivió en ocasiones como estas:
Por momentos su discurso presentaba contradicciones diciendo cosas como que:
“hay mujeres cisgénero que se comportan como hombres, ¿qué mujeres pueden ser ellas?”
parecería ser que “ser mujer” te lo da el comportamiento o la vestimenta, ¿que es lo que
para ella representa ser mujer? ¿cómo se construye una? ¿por qué cuestionar a las demás
mujeres sobre su ser?
El sociólogo y activista Missé (2013) habla de una transexualidad normativa
como una crítica a el modelo de patologización de las experiencias trans ya que hace
referencia a que la medicina a presentado una manera “correcta” de serlo, puesto que para
obtener el diagnóstico de trastorno de la identidad de género hacía falta presentar unas
características muy particulares fijadas en los manuales internacionales de enfermedades;
como haber expresado vivir en el otro género desde la infancia, sentir rechazo hacia las
características sexuales secundarias del propio cuerpo (el pecho, el pelo), hacia los
genitales e, incluso rechazo a tener relaciones sexuales. Lo cual ha llevado a construir una
forma de ser trans aceptable y legítima.
sin embargo hay que tomar en consideración lo que nosotros experimentamos en
estos espacios, pues al leer nuestros diarios de campo en reiteradas ocasiones escribiremos
nuestra incomodidad al sentirnos rechazados por ser diferentes, por ser heterosexuales y
cisgenero. Esto se vivió en ocasiones como estas: