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Cada vez que alguien nos derrota en algo, ya sea el fútbol, las elecciones, un exa

men o hasta un simple rebase en la calle manejando, nos llena de un rencor enceg
uecedor que sólo nos permite pensar en una cosa: la venganza.
Vivimos en tal estado de neurosis que en esos momentos todo lo demás carece de imp
ortancia excepto "hacer sufrir" al otro de la misma forma como "sufrimos" nosotr
os.
¿De dónde vendrá esta situación? Me lo he preguntado muchas veces sin tener realmente un
a respuesta en concreto, aunque en todos los casos siempre llego a la misma conc
lusión.
La idea sobrealimentada del "indio conquistado" está tan arraigada en nuestra form
a de pensar que es la justificación - interna - más frecuente. Pobrecitos de nosotro
s que vinieron los europeos y nos conquistaron.
Como bien dijo alguien por ahí: "Si Hidalgo no hubiera empezado la independencia,
ahorita estaríamos celebrando nuestra primera llegada a la final del mundial."
Si camina como pato, grazna como pato y nada como pato, seguro es un pato.
Si todo el tiempo nos sentimos como los "indios conquistados" continuaremos exac
tamente por el mismo camino, con los mismos fracasos. Albert Einstein definió la L
ocura como "Hacer lo mismo una y otra vez y esperar un resultado diferente."
Es una locura esperar que si sigo comiendo hamburguesas y pizzas, simplemente co
n "desear" que se borre mi gordura esto va a suceder. Es una locura esperar que
la situación política del país cambie si seguimos cometiendo el error de no involucrar
nos y tomar decisiones.
El pueblo mexicano está acostumbrado a que la responsabilidad - y por supuesto la
culpa - la tiene el gobierno. Vivimos todos los días esperando que el Secretario d
e Hacienda "haga su chamba" y que nos resuelva los problemas económicos.
El verdadero cambio comienza de forma individual.
Esto por supuesto no quiere decir que si cambio yo, automáticamente cambiará todo el
país. Esto también es una locura, sin embargo sí puedo cambiar mi mundo.
Nunca he creído en la predestinación. Creo que yo soy capaz de moldear mi futuro con
base en las decisiones que tome a lo largo de mi vida, por lo tanto puedo apren
der de mis errores, puedo hacer que las cosas cambien sin necesidad de tener que
adivinarlas pero lo que me detiene es el miedo al fracaso.
¿Por qué razón no voy a un casino a apostar? Además de que no soy adicto al juego... tod
avía, la razón es que existe un riesgo extremadamente alto de perder el dinero y no
obtener nada más que un rato de diversión. En pocas palabras, me da miedo perder el
dinero.
El miedo es paralizante, es inhabilitante. El miedo también es una emoción irraciona
l. Yo no puedo "pensar" tener miedo o "no pensar" tener miedo. Al contrario de l
o que mucha gente piensa, lo contrario de tener miedo no es tener valor. Lo cont
rario del miedo es la temeridad. La temeridad también es una emoción irracional. El
temerario se juega la vida, el dinero, su integridad física sin razonar.
La valentía y la cobardía son las situaciones correspondientes, sin embargo, la vale
ntía y la cobardía son resultados razonados. Un valiente no es la figura de la lotería
con cuchillo y pecho descubierto. Un valiente es alguien que conoce su miedo y
lo domina. Un cobarde por el contrario, es alguien que conoce su miedo y se deja
dominar por él.
Ambas son elecciones. Una persona no elije tener miedo, pero sí elije ser valiente
o cobarde.
¿Qué es más valeroso? ¿Enfrentarse a los miedos y resultar vencidos una vez por ellos pe
ro volver a levantarse o evitarlos para no ser derrotados?
En la historia de la guerra, muchas situaciones se han salvado evitando algunos
enfrentamientos, pero tarde o temprano las espadas deberán cruzarse.
El Bushido, el Camino del Guerrero, establece que en una batalla, ganará el guerre
ro que entra en ella sin miedo a la muerte.
Coloquialmente usamos mucho esa frase: "sin miedo a la muerte". Esta es la delga
da línea que separa la valentía de la temeridad. "Aventarse a la Viva México" es ser t
emerario y generalmente tiene consecuencias fatales.
Entrar en batalla sin miedo a la muerte significa dominar la emoción y actuar de f
orma racional. Comandar un cuerpo que obedece lo que la razón indica que haga.
Vivir la vida sin miedo a la muerte significa disfrutar cada instante sabiendo q
ue hemos hecho lo que elegimos hacer sin temor a equivocarnos. Esto tampoco sign
ifica ser infalible. Somos humanos.
¡Qué bello sería por ejemplo un partido de fútbol en el cual ambos equipos se entregaran
en cuerpo y alma en la cancha sin faltas, sin corajes, sin agresiones y reconoc
iendo el perdedor, que el ganador fue simple y llanamente superior!
¿Por qué deseamos que al que nos venció en algo le vaya mal?

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