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¿Sólo Biblia?

Las fuentes de la Revelación

1. ¿En qué consiste la revelación?


Dt 5:24 Manifestación de la grandeza de Dios
1 Ti 2:4 y su voluntad por salvarnos
Ver CIC 53:
CIC= Catecismo de la Iglesia católica

Es la manifestación de Dios y de su voluntad acerca de nuestra


salvación. Esta contiene dos elementos: verdades que hay que creer
y mandamientos que hay que observar. Además se realiza mediante
hechos y palabras, íntimamente ligados entre sí.

2. ¿De qué maneras se nos revela Dios?


Dios se revela de dos maneras:

1) La Revelación natural, o revelación mediante las cosas


creadas. Dice el apóstol Pablo: "Todo aquello que podemos conocer
de Dios El mismo se lo manifestó. Pues, si bien a El no lo podemos
ver, lo contemplamos, por lo menos, a través de sus obras, puesto
que El hizo el mundo, y por sus obras entendemos que El es eterno y
poderoso, y que es Dios" (Ro 1:19-20).

2) La Revelación sobrenatural o divina. Desde un principio Dios


empezó también a revelarse a través de un contacto más directo con
los hombres, mediante los antiguos profetas y de una manera
perfecta y definitiva en la persona de Cristo Jesús, el Hijo de Dios.
"En diversas ocasiones y bajo diferentes formas, Dios habló a
nuestros padres, por medio de los profetas, hasta que, en estos días
que son los últimos, nos habló a nosotros por medio de su Hijo"
(Heb.1:1-2). Jesús nos reveló a Dios mediante sus palabras y obras,
sus signos y milagros; sobre todo mediante su muerte y su gloriosa
resurrección y con el envío del Espíritu Santo sobre su Iglesia. Todo
lo que Jesús hizo y enseñó se llama "Evangelio", es decir, "Buena
noticia de la Salvación".

Para llevar el Evangelio por todo el mundo, Jesús encargó a los


apóstoles y a sus sucesores, como pastores de la Iglesia que El fundó
personalmente:

"Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.


Bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y
enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy
con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo" (Mt.
28:18-20).
Aquí notamos cómo Jesús ordenó «predicar» y "proclamar" su
Evangelio. Y de hecho los Apóstoles "predicaron" la Buena Nueva de
Cristo. Años después algunos de ellos pusieron por escrito esta
predicación. Es decir, al comienzo la Iglesia se preocupó de predicar
el Evangelio. Por supuesto el Evangelio que Jesús entregó a los
Apóstoles no estaba escrito. Jesús no escribió nunca una carta a sus
Apóstoles; su enseñanza era solamente oral. Así lo hicieron también
los Apóstoles.

3.¿Cuáles son las fuentes de la revelación


para los Católicos?
Sagrada escritura
Tradición
Magisterio

La Revelación está contenida en la Sagrada Escritura (Biblia) y en la


Tradición (de los Apóstoles). Una parte de las verdades reveladas fue
escrita, se llama SAGRADA ESCRITURA, otra parte no fue escrita sino
transmitida verbalmente, se llama TRADICION Y MAGISTERIO.

4. ¿Qué significa la palabra “Biblia”?


La Biblia es el conjunto de libros canónicos del judaísmo y el
cristianismo. ν (biblíon, 'papiro' o 'rollo', usado también para 'libro').
Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la
ciudad de Biblos (Βύβλος), importante mercado de papiros de la
antigüedad.

5. ¿Qué es un Canon Bíblico?


Un canon es el conjunto de libros que integran la Biblia según una
tradición religiosa concreta, que los considera así "divinamente
inspirados" y los distingue de otros textos que no se consideran
revelados.

6. ¿Hay Biblias Diferentes?


Hay diferentes versiones de la Biblia según la fuente de origen y la
religión.
Existen Biblias hebreas, Islámicas, mormonas, católicas, ortodoxas,
evangélicas.

7. ¿Por qué es importante para los


Católicos conocer el origen de la Biblia?
CIC 58
Importante es conocer la Palabra de Dios para ser VIVIDA, hacerla
carne en nosotros mismos, siempre bajo la luz de sus legítimos
intérpretes, esto es, de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia
Católica, la verdadera y única Iglesia de Cristo.

La Biblia es para los creyentes la palabra de Dios por ser indudable


para estos su inspiración divina. Es un libro eminentemente espiritual
y habla sobre la historia de la humanidad, su creación, su caída en el
pecado y su salvación, que expone cómo el Dios creador se ha
relacionado, se relaciona y se relacionará con el ser humano. De igual
forma, la Biblia expone los atributos y el carácter de Dios.

Para los creyentes, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en


Cristo. En el siglo XVI los diferentes movimientos de la Reforma
protestante definió el principio llamado "sola escritura", que significa
que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina
cristiana. Para la Iglesia Católica Romana, además de la Biblia,
también son fuente doctrinal la tradición, las enseñanzas de los
Padres de la Iglesia (discípulos de los apóstoles), y decisiones
emanadas de concilios.

8. ¿Qué Biblia Utilizar?


Entre las Biblias Católicas más conocidas, y más usadas hoy entre
nosotros, están las siguientes:

La Biblia de Jerusalén: Se llama así sencillamente por haber sido


preparada por un numeroso equipo internacional de biblistas, bajo la
dirección de la famosa "Escuela Bíblica de Jerusalén". Apareció
primeramente en francés (1956), de la que se sacó la primera edición
española en 1967. Luego ha seguido una segunda edición española
en 1975, revisada y mejorada

Es la mejor Biblia desde el punto de vista crítico, teológico y


académico, con notas explicativas. Su criterio ha influido
decididamente en todas las otras ediciones de la Biblia. Es
imprescindible para un estudio serio de la Biblia. Sin embargo el
precio de esta Biblia es generalmente muy elevado.

El gran valor de las ediciones modernas de la Biblia es, sobre todo,


que se basan en los textos originales (hebreo-griego), y no en la
Vulgata Latina (del 382 d.C.) como anteriormente se hacía. Además
en sus introducciones y comentarios recogen lo mejor de las
investigaciones bíblicas modernas.
Últimamente apareció la Biblia de Estudio de las Sociedades Bíblicas,
elaborada por biblistas católicos y evangélicos, y que cuenta con el
respaldo del CELAM para ser utilizada en América Latina. De este
mismo grupo es también la conocida “Dios habla Hoy”.

Existen tambien Biblias con traducción en lenguaje actual, con los


libros deuterocanónicos, en orden católico y letra grande.

9. ¿Qué significa la tradición?


CIC 78, 81

A menudo los hermanos evangélicos, discutiendo con nosotros los


católicos, nos dicen: "¿Dónde habla la Biblia del purgatorio? ¿Dónde
dice la Biblia que San Pedro fue a Roma? ¿De dónde sacan ustedes
los católicos eso de que María es la Inmaculada Concepción y que
subió al cielo en cuerpo y alma?".

Para los evangélicos, la Revelación Divina y la Biblia son lo mismo. Es


decir, para ellos solamente en la Biblia se encuentra toda la
Revelación de Dios.

Ahora bien: ¿Es correcta esta posición? ¿Es cierto que la Biblia
contiene todo el Evangelio de Cristo? ¿Qué dice la misma Biblia al
respecto? Además, ¿quién reunió todos los libros inspirados que
constituyen la Biblia? ¿Acaso no fue la Iglesia la que recibió el
encargo de predicar el Evangelio por todo el mundo, hasta el fin de
los tiempos? ¿Qué hubo primero: la Biblia o la Iglesia?

El mensaje escuchado por boca de Jesús, vivido, meditado y


transmitido oralmente por los Apóstoles, se llama "la Tradición
Apostólica".

Cuando aquí hablamos de la Tradición" (con mayúscula), nos


referimos siempre a la «Tradición Apostólica». No debemos confundir
"la Tradición Apostólica" con la "tradición" que en general se refiere a
costumbres, ideas, modos de vivir de un pueblo y que una generación
recibe de las anteriores. Una tradición de este tipo es puramente
humana y puede ser abandonada cuando se considera inútil. Así
Jesús mismo rechazó ciertas tradiciones del pueblo judío: "Ustedes
incluso dispensan del mandamiento de Dios para mantener la
tradición de los hombres" (Mc 7:8).

La Tradición Apostólica se refiere a la transmisión del Evangelio de


Jesús. Jesús, además de enseñar a sus apóstoles con discursos y
ejemplos, les enseñó una manera de orar, de actuar y de convivir.
Estas eran las tradiciones que los apóstoles guardaban en la Iglesia.
El apóstol Pablo en su carta a los Corintios se refiere a esta Tradición
Apostólica: "Yo mismo recibí esta tradición que, a su vez, les he
transmitido" (1 Co 11:23).

Mc 16:15 “Vayan por todos los paises del mundo y anuncien las
buenas noticias a todo el mundo”. Podemos decir que Jesús mandó
"predicar", no "escribir" su Evangelio. Jesús nunca repartió una Biblia.
El Señor fundó su Iglesia, asegurándole que permanecerá hasta el fin
del mundo. Y la Iglesia vivió muchos años de la Tradición Apostólica,
sin tener los libros sagrados del Nuevo Testamento.

Solamente una parte de la Palabra de Dios, proclamada oralmente,


fue puesta por escrito por los mismos apóstoles y otros evangelistas
de su generación.

Estos escritos, inspirados por el Espíritu Santo, dan origen al Nuevo


Testamento (NT), que es la parte más importante de toda la Biblia.
"Jesús hizo muchas otras cosas. Si se escribieran una por una, creo
que no habría lugar en el mundo para tantos libros", nos dice el
apóstol Juan (Jn. 21:25).

Está claro que al escribir el NT, no se puso por escrito "todo" el


Evangelio de Jesús.

Podemos decir que sólo la parte más importante y fundamental de la


Tradición Apostólica fue puesta por escrito. Por esta razón la Iglesia
siempre ha tenido una veneración muy especial por las Divinas
Escrituras.

Después de esto podemos decir que la revelación divina ha llegado


hasta nosotros por la Tradición Apostólica y por la Sagrada Escritura.
No debemos considerarlas como dos fuentes, sino como dos aspectos
de la Revelación de Dios. El Concilio Vaticano II lo describe muy bien:
"La Tradición Apostólica y la Sagrada Escritura manan de la misma
fuente, se unen en un mismo caudal y corren hacia el mismo fin". La
Tradición y la Escritura están unidas y ligadas, de modo que ninguna
puede subsistir sin la otra.

Además, la Sagrada Escritura presenta la Tradición como base de la


fe del creyente: "Todo lo que han aprendido, recibido y oído de mí,
todo lo que me han visto hacer, háganlo" (Flp 4:9). "Lo que
aprendiste de mí, confirmado por muchos testigos, confíalo a
hombres que merezcan confianza, capaces de instruir después a
otros" (2 Ti 2:2).

"Hermanos, manténganse firmes guardando fielmente las tradiciones


que les enseñamos de palabra y por carta" (2 Ts 2:15).

Está claro que el Apóstol Pablo, para confirmar la fe de los cristianos,


no usa solamente la Palabra de Dios escrita, sino que recuerda
también de una manera muy especial la Tradición o la predicación
oral. Para el Apóstol las formas de transmisión del Evangelio:
Sagrada Escritura y Tradición, tienen la misma importancia. En
realidad, una vez que se escribió el NT no se consideró acabada la
Tradición Apostólica, como si estuviera completa la Revelación Divina.
La Biblia no dice eso; en ninguna parte está escrito que el cristiano
debe someterse ¡sólo a la Biblia! Esta es una idea que surgió entre
los protestantes recién en los años 1550. En la Iglesia Católica hubo
siempre una conciencia clara sobre la importancia de la Tradición
Apostólica, sin quitar a la Biblia el valor que tiene.

Es un error creer que basta la Biblia para nuestra salvación. Esto


nunca lo ha dicho Jesús y tampoco está escrito en la Biblia. Jesús,
reitero, nunca escribió un libro sagrado, ni repartió ninguna Biblia. Lo
único que hizo Jesús fue fundar su Iglesia y entregarle su Evangelio
para que fuera anunciado a todos los hombres hasta el fin del mundo.
Fue dentro de la Tradición de la Iglesia donde se escribió y fue
aceptado el N.T., bajo su autoridad apostólica. Además la Iglesia vivió
muchos años sin el N.T., el que se terminó de escribir en el año 97
después de Cristo. Y también es la Iglesia la que, en los años 393-
397, estableció el Canon o lista de los libros que contienen el N.T.

Por tanto, si aceptamos solamente la Biblia, ¿cómo sabemos cuales


son los libros inspirados? La Biblia, en efecto, no contiene ninguna
lista de ellos. Fue la Tradición de la Iglesia la que nos transmitió la
lista de los libros inspirados. Supongamos que se perdiera la Biblia,
en ese caso la Iglesia seguiría poseyendo toda la verdad acerca de
Cristo, la cual hasta la fecha ha sido transmitida fielmente por la
Tradición, tal como lo hizo antes de escribir el NT.

Los evangélicos, al aceptar solamente la Biblia, están reduciendo


considerablemente el conocimiento auténtico de la Revelación Divina.
Guardemos esta ley de oro que nos dejó el apóstol Pablo:
"Manténganse firmes guardando fielmente la Tradiciones que les
enseñamos de palabra y por carta" (2 Ts 2:15).

10. ¿Qué es el magisterio de la iglesia?


CIC 77, 85, 86

La Revelación Divina abarca la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura. Este


depósito de la fe (1 Ti 6:20; 2 Ti 1:12-14, 2:2) fue confiado por los Apóstoles al
conjunto de la Iglesia. Ahora bien el oficio de interpretar correctamente la
Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de
la Iglesia. Ella lo ejercita en nombre de Jesucristo. Este Magisterio, según la
Tradición Apostólica, lo forman los obispos en comunión con el sucesor de
Pedro que es el obispo de Roma o el Papa (1 Tm 31:1, 3:8, 5:17).
El Magisterio no está por encima de la Revelación Divina, sino que está a su
servicio, para enseñar puramente lo transmitido. Por mandato divino y con la
asistencia del Espíritu Santo, el Magisterio de la Iglesia lo escucha
devotamente, lo guarda celosamente y lo explica fielmente.

Los fieles, recordando la Palabra de Cristo a sus apóstoles: "El que a ustedes
escucha, a mí me escucha» (Lc.10:16), reciben con docilidad las enseñanzas y
directrices que sus pastores les dan de diferentes formas. El Magisterio de la
Iglesia es un guía seguro en la lectura e interpretación de la Sagrada Escritura,
"ya que nadie puede interpretar por sí mismo la Escritura" (2 P 1:20-2:1).

El Magisterio de la Iglesia orienta también el crecimiento en la comprensión de


la fe. Gracias a la asistencia del Espíritu Santo, la comprensión de la fe puede
crecer en la vida de la Iglesia cuando los fieles meditan la fe cristiana y
comprenden internamente los misterios de la Iglesia. Es decir, el creyente vive
la palabra de Dios en las circunstancias concretas de la historia y hace cada
vez más explícito lo que estaba implícito en la Palabra de Dios.

En este sentido la Tradición divino-apostólica va creciendo, como sucede con


cualquier organismo vivo.

Este es precisamente el significado que hay que dar a las definiciones


dogmáticas, hechas por el Magisterio de la Iglesia.

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