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NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN APARECIDA

Nuestra Señora Aparecida o Nuestra Señora de la Concepción Aparecida es la


advocación mariana patrona de Brasil. Su santuario se localiza en Aparecida, en el
Estado de São Paulo y su fiesta se conmemora el 12 de octubre.

HISTORIA:

Su historia tiene su inicio a mediados de 1717, cuando llegó a Guaratinguetá la


noticia de que el conde de Assumar, D. Pedro de Almeida y Portugal, gobernador
de la entonces Capitanía de São Paulo y Minas de Oro, iría a pasar por la
población de caminguajfoaso a Villa Rica (actual ciudad de Ouro Preto) en Minas
Gerais. Deseosos de obsequiarle con la mejor pesca que obtuviesen, tres
pescadores arrojaron sus redes al río Paraíba del Sur; después de muchas
tentativas infructuosas descendiendo por el curso del río llegaron el 12 de octubre
a Porto Itaguaçu, donde atraparon en las redes el cuerpo de una imagen de
Nuestra Señora de la Concepción sin cabeza. Tras una nueva tentativa atraparon
la cabeza de la imagen. Animados por lo acontecido lanzaron de nuevo las redes
con tanto éxito que obtuvieron una copiosa pesca.

La historia cuenta que en el año 1717, El gobernador de Sao Paulo y Minas


Gerais, don Pedro de Almeida y Portugal, Conde de Assumar, pasó por la villa de
Guaratinguetá camino a villa Rica. Por tal motivo, los pobladores del lugar,
queriendo agasajar al invitado, solicitaron a tres pescadores, Domingo Garcia,
Felipe Pedroso e João Alves, una provisión de peces.

Estos hombres se encontraban en el río Paraiba, arrojando sus redes en el agua,


cuando de repente al levantar una de ellas, encontraron una figura rota de
terracota de la Virgen de la Concepción, de tan solo 36 cm. Primero hallaron el
cuerpo y al arrojar otra vez la red lograron ubicar la cabeza. Luego del suceso, la
pesca, que hasta ese momento había sido escasa, fue tan abundante, que
tuvieron que volver a la costa por el peso que tenían sus pequeñas
embarcaciones.

Uno de los pescadores llevó la imagen a su casa y le realizó un pequeño altar,


unos años después crearon un oratorio, lugar que era visitado por todos los
lugareños. El 5 de mayo de 1743, se comenzó a construir un templo, que se
inauguró el 26 de julio de 1745, venerando a la Virgen bajo la invocación de
Nuestra Señora Aparecida.

El pueblo de Nuestra Señora Aparecida se encuentra a unos cuantos kilómetros


de Guaratinguetá, villa del Estado de Sao Paulo.

Se ignora completamente como es que la imagen fue a parar al río, pero si se


conoce su autor, un monje de Sao Paulo, llamado Frei Agostino de Jesús quien la
moldeo en el año 1650.
La Virgen es de color moreno y está vestida con un manto grueso bordado, sus
manos se ubican en el pecho en posición de oración, fue coronada solemnemente
en 1904, por don José de Camargo Barros, obispo de Sao Paulo.

El 16 de julio de 1930, Pío XI la declaró a Nuestra Señora Aparecida patrona de


Brasil. El 4 de julio de 1980, el Papa Juan Pablo II visitó el santuario y le dio el
título de Basílica.

EL CRECIMIENTO DE LA DEVOCIÓN:

Durante quince años la imagen permaneció en la residencia del pescador Felipe


Pedroso, donde los pescadores se reunían para rezar. La devoción fue creciendo
entre el pueblo pues se decía que muchos favores fueron alcanzados por aquellas
gentes que rezaban delante de la imagen. La fama de los poderes extraordinarios
de Nuestra Señora llegó hasta otras regiones de Brasil. Se construyó una capilla,
que pronto se quedó pequeña. Debido al aumento de fieles, en 1834 se inició la
construcción de una gran iglesia, la actual Basílica de Nuestra Señora Aparecida.

En 1904 la imagen fue coronada con la presencia del Nuncio Apostólico y del
presidente de la República.

En 1929, Nuestra Señora fue proclamada Patrona Oficial del Brasil por
determinación del papa Pío XI. El papa Juan Pablo II, en su visita a Brasil en 1980,
consagró la Basílica que alberga la imagen y concedió más tarde indulgencias a
los devotos de Nuestra Señora Aparecida.
PRIMEROS MILAGROS

Estando la noche serena, repentinamente las dos velas que iluminaban la Virgen
se apagaron. Hubo espanto entre los devotos.

Una tal Silvana da Rocha, queriendo encenderlas nuevamente, no llegó, pues


ellas se encendieron por sí mismas. Este fue el primer milagro de Nuestra Señora.

A mediados de 1850, un esclavo llamado Zacarías, preso por gruesas cadenas, al


pasar por el Santuario, pide al amo permiso para rezar a Nuestra Señora
Aparecida.

Recibiendo la autorización, el esclavo se arrodilla y reza contrito. Las cadenas,


milagrosamente, se sueltan de sus manos dejando a Zacarías libre.

Madre e hija caminaban a las orillas del río Paraíba cuando sorprendentemente la
hija ciega de nacimiento comenta asombrada a su madre: “Mamá, qué linda es
esta iglesia” (Basílica Vieja).

Un caballero de Cuiabá, pasando por Aparecida, al dirigirse para Minas Gerais, vio
la fe de los peregrinos y comenzó a burlarse de ellos diciendo que aquella fe era
una estupidez.

Quiso probar lo que decía entrando a caballo en la iglesia. No lo consiguió.

La pata de su caballo quedó aprisionada en la piedra de la escalera de la iglesia


(Basílica Vieja) y el caballero, arrepentido, entró en la iglesia como devoto.

Un cazador estaba volviendo de su cacería ya sin municiones cuando de repente


se encontró con un enorme jaguar.

Él se vio acorralado y el jaguar pronto para atacar, entonces el cazador pide


desesperado a Nuestra Señora Aparecida por su vida y de pronto el jaguar da
vuelta y se retira.

DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN:.

La imagen sacada del río era de terracota y medía 36 cm de altura. Los monjes
benedictinos que la describen en aquella época, acreditan que originalmente
estaba policromada, como era costumbre en la época. El color canela que
presenta en la actualidad probablemente se debe a la exposición al humo de las
velas de los devotos.
En 1978, tras sufrir un atentado que la redujo a casi doscientos fragmentos, fue
puesta para su reconstrucción en manos de la artista Maria Helena Chartuni, que
la restauró totalmente.

Basílica y Santuario Nacional de Nuestra


Señora Aparecida

La Basílica de Nuestra Señora Aparecida es una basílica menor dedicada a la


advocación de Nuestra Señora Aparecida, la patrona de Brasil. Se halla en la
ciudad de Aparecida, en el estado de São Paulo, al suroeste de Brasil. Es parte
central del conjunto del Santuario Nacional de Aparecida es la segunda iglesia
más grande del mundo siendo un poco más pequeña que la Basílica de San Pedro
de la Ciudad del Vaticano.
La basílica tiene forma de cruz griega, las naves tienen 40 metros de altura y la
cúpula, 70 m de altura y 78 de diámetro. Tiene una torre de 100 m de altura y una
superficie cubierta de 18.000 metros cuadrados que dan cabida a 45.000
personas. El área total construida es de 23.000 metros cuadrados y la capacidad
total del complejo es de 75.000 personas, lo que lo convierte en el templo más
grande de América.

La basílica está atendida pastoralmente por los misioneros de la Congregación del


Santísimo Redentor.

HISTORIA:

La historia de la ciudad empieza en 1717, cuando el gobernador de la capitanía de


São Paulo, don Pedro de Almeida, de viaje hacia Minas Gerais por el Valle del
Paraíba, pidió a los pescadores del lugar que obtuviera la mayor cantidad de
peces posible, para alimento de dicha comitiva.

Los pescadores, entre los que estaban Domingo Martins, Juan Alves y Felipe
Pedroso, comenzaron a trabajar en el río Paraíba do Sul pero no consiguieron
nada. Poco a poco, fueron navegando río arriba, hasta que, a unos seis
kilómetros, cerca de Itaguassú, sacaron de las aguas una figura de cerámica,
cubierta de barro y sin cabeza. Al lanzar las redes de nuevo sacaron la cabeza y
descubrieron que se trataba de la imagen de Nuestra Señora de la Concepción.
Después de esto, obtuvieron gran cantidad de peces.

Felipe Pedroso guardó esta imagen en su casa. Quince años después se fue a
vivir a Itaguassú, donde había encontrado la imagen. En 1733, regaló la imagen a
su hijo Atanasio Pedroso. Éste hizo construir un oratorio y colocó la imagen de la
Virgen sobre un altar, en torno al cual se reunía con su familia y un grupo de
vecinos cada sábado.

No tardó en correrse la voz de los milagros que sucedían en ese lugar a quienes
acudían a pedirle favores a la Virgen y muy pronto la capillita de Itaguassú resultó
insuficiente, por lo cual, José Alves, vicario de la parroquia de Guaratinguetá,
mandó construir una capilla más grande en el Morro de los Coqueiros. El templo
se inauguró el 26 de julio de 1745 bajo la invocación de Nuestra Señora Aparecida
y poco después surgió en torno a él un pequeño poblado.

Pero el número de los fieles continuó aumentando y la construcción tuvo que


hacerse cada vez más grande. Se amplió en 1852 y en 1888. En 1908 el templo
fue elevado a la categoría de Basílica. En 1930 el Papa Pío XI declaró a Nuestra
Señora Aparecida Patrona de Brasil. En 1946 se empezó a construir la actual
Basílica y en 1980 fue consagrada por el papa Juan Pablo II.

El 13 de mayo de 2007 fue sede de la V Conferencia General del Episcopado


Latinoamericano y del Caribe, inaugurada por el Papa Benedicto XVI con una gran
misa en la explanada del Santuario.
El 24 de julio de 2013, la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud de Río de
Janeiro, el Papa Francisco celebró una misa en esta Basílica, siendo la primera
misa pública que celebraba en el continente americano desde su elección como
Sumo Pontífice, en marzo de ese mismo año.

La devoción popular o también dicha religiosidad popular está presente en el culto


litúrgico y en los sacramentales de la Iglesia donde se fusionan fe cristiana,
valores humanos, cultura antropología e historia de los pueblos, además del
sentido espiritual personal de cada creyente. Es bueno recordar brevemente que a
Dios se le rende culto de latría o adoración, a la Virgen se le rinde culto de
hiperdulía o veneración, a San José de protodulía y a los santos de dulía.
Esquemáticamente los elementos del culto a María se pueden definir de:
Veneración porque se reconoce la excelencia de la madre de Dios, amor amar a
Cristo es amar a María y amar a María es amar la Iglesia de Cristo, invocación se
invoca como intercesora, imitación de las virtudes.

La importancia de la devoción mariana siempre ha sido clara en la vida de la


Iglesia: “No olviden nuestros sacerdotes y fieles que en el Santo Sacrificio de la
Misa, en la Comunión frecuente y diaria, como en la devoción a María Santísima,
Madre y Reina del continente americano, encontrarán el secreto de la fecundidad
para la labor apostólica”.

Por esto el tema de las advocaciones marianas concentra de manera interesante


todo el estudio de la mariología con la práctica pastoral, porque es una realidad
dentro de la historia de la salvación que no se puede ocultar y testimonia la fe
cristiana de los pueblos del mundo. Los agentes de pastoral deben profundizar en
esta realidad antropológica religiosa para poder evangelizar desde allí de manera
más excelente y llevar al pueblo creyente hacia una fe cristiana cada vez más
profunda y bien formada. Respecto a la realidad latinoamericana y venezolana es
evidente la presencia de diversas devociones marianas a lo ancho de la geografía
y relacionadas a diferentes advocaciones de la Virgen María.

La palabra “advocación” provine del latín advocare, y hace referencia a la


invocación y al mismo tiempo al hecho de dirigirse hacia un objeto específico que
en la práctica histórica, varía de forma pero en el fondo es la misma esencia. Esto
ocurre con la imagen de la Virgen María, quien es diferente en cada región pero
que es la misma Virgen María, la Madre de Jesucristo y de la Iglesia, y cuando el
fiel se dirige con amor a esa imagen específica, se está dirigiendo en realidad a la
Virgen María que vive en el reino de Dios. El amor que experimenta es el mismo
amor a María y todos los creyentes, aunque amen a diversas advocaciones viven
un único amor a Dios y a María, y están unidos en ese amor.

Si logramos profundizar esta realidad podremos trabajar en la evangelización


logrando un efecto similar en cada lugar y al mismo tiempo respetando la
idiosincrasia y el sentimiento popular religioso de cada lugar.
BASES DE ANTROPOLOGÍA CRISTIANA

La figura de María en el mundo, y en Latinoamérica en especial, mantiene una


vitalidad antropológica, espiritual y eclesial que ya es parte de la cultura y de la
historia de los pueblos y que ayuda a mantener la cotidianeidad de la identidad
cristiana y la práctica de la fe. El documento del C.E.L.A.M. de Puebla recuerda la
importancia de la devoción mariana frente a los procesos de secularización que a
la larga desvirtúan la dignidad de la persona humana: “Por medio de María Dios se
hizo carne, entró a formar parte de un pueblo, constituyó el centro de la historia.
Ella es el punto de enlace del cielo con la tierra. Sin María, el Evangelio se
desencarna, se desfigura y se transforma en ideología, en racionalismo
espiritualista.”.

Con María se recupera la plenitud del ser humano, que ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios (cfr. Gn 1,26-27) por lo cual desea todo bien para identificarse
con Dios el Bien Absoluto: "Éste es el alegre anuncio de la fe: sólo hay una fuente
buena, el Creador. Y por esto vivir es un bien, es una cosa buena ser un hombre,
una mujer, es buena la vida".

Pero a causa de la experiencia por la desobediencia del pecado, el ser humano


descubre una tendencia a concentrar todo en sí mismo; es un homo sapiens, que
tiene conciencia y desea hacer que todas las cosas formen parte de su conciencia.
“Ante esto, está el misterio del mal, pero la fe afirma que éste "no viene de la
fuente del mismo ser, no es igualmente originario", sino que procede "de una
libertad creada, de una libertad abusada”.

La Biblia nos narra en el Génesis el trabajo de la creación de parte de Dios, donde


percibimos el despertar humano a la sabiduría, ligado con el deseo de poseerla
completamente, cuando come de la fruta prohibida por Dios que le va a permitir
conocer el bien y el mal (cfr. Gn 2,17. 3,5) y más adelante Dios decide cerrarle el
árbol de la vida para que no llegue a ser como nosotros, (cfr. Gn 3,22) es decir,
inmortal.

Queda en el ser humano esa tendencia a apropiarse de las cosas, del


conocimiento, de las personas, con el íntimo deseo en el fondo de asegurarse la
vida para siempre. Podríamos hablar del homo concentrador, es decir, el ser
humano no solamente es un ser consciente, poseedor de un alma racional, como
diría Santo Tomás, sino que es un ser que tiende a asegurarse la vida por medio
de la posesión primero del Padre Javier Alson SMC

Por otra parte el ser humano se ve dramáticamente sometido a la tendencia


contraria, está condenado a morir, y lo peor es que lo sabe, y no puede evitarlo,
solamente posponerlo. El libro del Génesis plantea este drama cuando impide al
hombre entrar de nuevo en el jardín del Edén donde está el árbol de la vida (cfr.
Gn 3,24) y además cuando queda sometido al duro esfuerzo para conseguir el pan
(cfr. Gn 3,19).
Este castigo que recibe la primera pareja humana y se transmite como herencia a
toda la humanidad es para asegurarle al hombre que no es Dios, por más que
tenga conocimiento del bien y el mal, no puede ser inmortal, por lo tanto no es
Dios. La tentación del demonio serán como dioses, (cfr. Gn 3,5) queda
desenmascarada y el ser humano recibe la primera promesa de salvación, el
Protoevangelio, en Génesis 3,15: “enemistad pondré entre ti y la mujer entre tu
descendencia y la suya, ella te aplastará la cabeza mientras tú le asechas el talón”
(cfr. Gn 3,15). “Al no ser original, el mal puede ser superado. Por eso la criatura, el
hombre, es curable. Las visiones dualistas, también el monismo del
evolucionismo, no pueden decir que el hombre sea curable; pero si el mal procede
solo de una fuente subordinada, es cierto que el hombre puede curarse".

Así Dios ayudó al ser humano a no caer definitivamente en las manos del demonio
y perderse para siempre. El castigo de la muerte no es en sí un castigo sino una
pedagogía, una enseñanza profunda, un discernimiento desde el Espíritu de Dios
que le iba a ayudar al ser humano a saber de verdad que no era Dios, por lo tanto
a liberarse de la trampa mortal del demonio, y al mismo tiempo que le iba a ayudar
al ser humano a buscar la salvación fuera de sí mismo y no en sí mismo, lo cual
sería el error más grave para el ser humano a nivel espiritual: “El segundo gran
misterio de luz del cristianismo es que el hombre no sólo se puede curar, está
curado de hecho. Dios ha introducido la curación. Ha entrado personalmente en la
historia. A la permanente fuente del mal ha opuesto una fuente de puro bien.
Cristo crucificado y resucitado, nuevo Adán, opone al río sucio del mal un río de
luz".

Cuando el Génesis habla del futuro Salvador, Mesías, aquel descendiente de la


mujer que iba a pisar la cabeza de la serpiente, está enseñando a Adán y Eva que
Dios mismo va a realizar la salvación, por medio de Alguien especial, profetizado
desde el comienzo, alguien capaz de vencer las insidias del demonio en las cuales
cayeron nuestros primeros padres y que nos marcó a todos para siempre.

Desde ese momento se plantea para el ser humano y para los pueblos que surgen
de estos primeros pobladores de la tierra, un contraste espiritual inacabado, que lo
va a someter a una tensión constante a lo largo de la historia y que va a significar
un poderoso estímulo para buscar la verdad, la salvación, la estabilidad, la
seguridad, pero que aun así, nunca logra superar, por más que avance en sus
conocimientos científicos, técnicos, humanos, antropológicos, sociales, etc. La
cuestión queda planteada en los términos siguientes: el ser humano se siente
inseguro y necesita salvarse a nivel espiritual, pero descubre que no puede
hacerlo por sí mismo y por lo tanto debe confiar
ALUMNAS: PITTANA GIULIANA, KOTH
STEPHANY, ROSTAN SOFIA,
CABRERA MIRTA.
PROFESORA: NANCY CASSINI.
TEMA: VIRGEN APARECIDA
CURSO: 4° sec.
CICLO LECTIVO: 2016
INTRODUCCIÓN:

En este trabajo se hablará inicialmente de Nuestra Señora Aparecida o Nuestra


Señora de la Concepción Aparecida es la advocación mariana patrona de Brasil.
Su santuario se localiza en Aparecida, en el Estado de São Paulo y su fiesta se
conmemora el 12 de octubre.

Luego se contará su historia y como fue surgiendo su devoción a través del


tiempo, sus milagros y la relación que existe entre la Iglesia católica, el hombre y
la sociedad.

Finalizando con la base de la antropología cristiana, hasta nuestros días.


CONCLUSIÓN:

La conclusión general de este trabajo es que queda en el ser humano esa


tendencia a apropiarse de las cosas, del conocimiento, de las personas, con el
íntimo deseo en el fondo de asegurarse la vida para siempre y decidir si sostener
o no las creencias católicas que existen en la actualidad.

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