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LEGISLACIÓN ECONÓMICA
Tomo I
Prof.
SANTIAGO
UNIVERSIDAD CENTRAL DE CHILE
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
2003
Edita:
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Dirección de Extensión, Investigación y Publicaciones – Comisión de Publicaciones
Universidad Central de Chile
Lord Cochrane 417
Santiago– Chile
389 51 55 – 57
Inscripción N° 125.586
©Manuel Astudillo Astudillo
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida,
almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico,
mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del autor.
Comisión de Publicaciones:
Nelly Cornejo Meneses
José Luis Sotomayor
Felipe Vicencio Eyzaguirre
Impresión:
Impreso en los sistemas de impresión digital Xerox, de la Facultad de Ciencias Jurídicas
y Sociales de la Universidad Central de Chile, Lord Cochrane 417, Santiago.
PRÓLOGO
Con la edición de publicaciones como la que Ud. tiene en sus manos la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Central de Chile pretende cumplir una de
sus funciones más importantes, cual es la de difundir y extender el trabajo docente de sus
académicos, al mismo tiempo que entregar a los alumnos la estructura básica de los con-
tenidos de las respectivas asignaturas.
En este sentido, fundamentalmente, tres clases de publicaciones permiten cubrir las
necesidades de la labor que se espera desarrollar: una, la Colección Guías de Clases,
referida a la edición de cuerpos de materias, correspondientes más o menos a la integridad
del curso que imparte un determinado catedrático; otra, la Colección Temas, relativa a
publicaciones de temas específicos o particulares de una asignatura o especialidad; y,
finalmente una última, que dice relación con materiales de estudio, apoyo o separatas,
complementarios de los respectivos estudios y recomendados por los señores profesores.
Lo anterior, sin perjuicio de otras publicaciones, de distinta naturaleza o finalidad,
como monografías, memorias de licenciados, tesis, cuadernos y boletines jurídicos, conte-
nidos de seminarios y, en general, obras de autores y catedráticos que puedan ser editadas
con el auspicio de la Facultad.
Esta iniciativa sin duda contará con la colaboración de los señores académicos y
con su expresa contribución, para hacer posible cada una de las ediciones que digan re-
lación con las materias de los cursos que impartan y los estudios jurídicos. Más aún si la
idea que se quiere materializar a futuro es la publicación de textos que, conteniendo los
conceptos fundamentales en torno a los cuales desarrollan sus cátedras, puedan ser siste-
matizados y ordenados en manuales o en otras obras mayores.
Las publicaciones de la Facultad no tienen por finalidad la preparación superficial
y el aprendizaje de memoria de las materias. Tampoco podrán servir para suplir la docen-
cia directa y la participación activa de los alumnos; más bien debieran contribuir a incen-
tivar esto último.
Generalmente ellas no cubrirán la totalidad de los contenidos y, por lo tanto, úni-
camente constituyen la base para el estudio completo de la asignatura. En consecuencia,
debe tenerse presente que su solo conocimiento no obsta al rigor académico que caracte-
riza a los estudios de la Carrera de Derecho de nuestra Universidad. Del mismo modo, de
manera alguna significa petrificar las materias, que deberán siempre desarrollarse con-
forme a la evolución de los requerimientos que impone el devenir y el acontecer constantes,
y siempre de acuerdo al principio universitario de libertad de cátedra que, por cierto,
impera plenamente en nuestra Facultad.
1 ¿Por qué dotar a los Consumidores de Derechos en cuanto tales y crear 125
además un Régimen Jurídico de Protección?
2 Ambito de Aplicación del Estatuto Jurídico 129
3 Los Derechos del Consumidor 132
4 Derecho a la Libre Elección del Bien o Servicio 133
5 Derecho a una Información Veraz y Oportuna 136
6 Derecho del Consumidor de no ser Discriminado Arbitrariamente 143
7 Derecho del Consumidor a la Reparación e Indemnización de Todos los 146
Daños Materiales y Morales
8 Derecho del Consumidor a la Seguridad en el Consumo de Bienes y Ser- 149
vicios
9 Derecho del Consumidor a la Educación para un Consumo Responsable 151
10 Normas de Equidad en los Contratos de Adhesión 152
11 Régimen Sancionatorio 153
12 Normas Especiales sobre Prestación de Servicios 155
13 Formas de Dirimir las Controversias 156
14 Organizaciones para la defensa de los Derechos de los Consumidores 158
15 El Servicio Nacional del Consumidor 159
ANEXOS
OBJETIVO GENERAL
HERRAMIENTAS
Clases expositivas de inducción
Lecturas complementarias
Controles de lecturas
Controles de comprensión
Elaboración de monografías
Debates grupales
Análisis coyunturales
Análisis especifico de la política económica nacional.
Evaluación de objetivos específicos
Ayudantías de reforzamiento
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individuos. Desde esta perspectiva el problema aparece como un problema univer-
sal; o sea, como un problema que afecta a todas las sociedades, aun cuando poda-
mos comprobar empíricamente que no todas las sociedades brindan los mismos ni-
veles de vidas a sus poblaciones, siendo unas abundantes en bienes materiales mien-
tras que en otras las personas viven en condiciones de indignidad, pobreza y caren-
cia de los más básicos bienes de subsistencia.
Las necesidades del individuo pueden ser naturales o bien sociales, entendidas éstas
últimas como aquellas que se tienen por vivir en sociedad.
Las necesidades de la sociedad, por su parte, pueden ser colectivas en los casos de
aquellas que, si bien tienen su origen en el individuo, pasan a ser parte de todo o
parte del colectivo social; y, públicas, cuando su origen ya no está en el individuo
propiamente tal sino que surge de la sociedad mismas, como es el caso del orden
público.
Las necesidades pueden ser examinadas también según su naturaleza. Así tenemos
las necesidades primarias, como aquellas que responden a la conservación de la
vida humana; y las secundarias o civilizadas, que en un segundo grado de exigibi-
lidad apuntan a elevar el bienestar de los individuos; su conformación está dada por
el desarrollo cultural, económico y social en que el individuo se desenvuelve.
Cuando las personas tratan de satisfacer sus necesidades, primeramente fijan sus
preferencias y luego utilizan los bienes que se encuentran en su disposición, enten-
diendo por ellos todo aquello que satisface, directa o indirectamente los deseos o
necesidades de los seres humanos.
Según su naturaleza, estaremos presente ante los bienes de consumo, o sea, aquellos
que se destinan directamente a satisfacer las necesidades humanas; y, de capital, al
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referirnos a aquellos conocidos también como bienes de inversión, referidos a los
que se utilizan para la producción de otros bienes.
Así tenemos que para satisfacer las necesidades humanas, es necesario producir
bienes y servicios, para lo cual se deben emplear recursos productivos y bienes ela-
borados. Estos recursos son conocidos como factores productivos que tradicional-
mente se clasifican en tierra (sentido amplio), trabajo y capital.
La amplitud del concepto tierra implica su utilización no solo para indicar la tierra
de cultivo y urbana, sino que también incluye los recursos naturales que la misma
contiene.
El factor trabajo está referido a la aplicación de las facultades físicas e intelectuales
de las personas que intervienen en el proceso productivo; y, por último, el capital
comprende las edificaciones, fábricas, maquinarias, equipos, medios elaborados y
otros utilizados en el proceso productivo.
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tivas sobre fenómenos observados a lo largo del tiempo, y por los modelos diseña-
dos para representar aspectos de la realidad. Junto a la teoría económica, se utilizan
los datos estadísticos y series históricas que describen los fenómenos que pretenden
explicar.
Cada una de las teorías sobre las distintas áreas de la actividad económica, está
compuesta por un conjunto de definiciones, supuestos e hipótesis de comporta-
miento.
JM. Keynes al referirse a la teoría económica seria la que es un método más bien
que una doctrina, un aparato (o disciplina) de la mente, una técnica de pensar, que
ayuda a las personas que tienen que sacar conclusiones concretas.
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Lo que se conoce como economía normativa, ofrece prescripciones para la acción
basada en juicios de valor; se ocupa de lo que debería ser.- En general, es fácil
comprobar en la ciencia económica una superposición de la económica positiva y
la normativa, cuyos alcances para comprender la interacción con la ciencia del de-
recho tiene gran importancia, especialmente en el aspecto metodológico del Dere-
cho Económico.
Por último, cabe señalar la doble óptica utilizada por la economía para el estudio
del problema económico como objeto de observación: la macroeconomía, que es
una visión integral del estudio del funcionamiento de la economía en su conjunto,
de manera que permita conocer y actuar sobre el nivel de actividad económica de
un país determinado o de un conjunto de países; y, la microeconomía, que persigue
el estudio del comportamiento de las unidades económicas, tales como lo consumi-
dores, empresas, industrias y sus relaciones. Ambas visiones se preocupan de las
mismas cuestiones aunque se fijan en distintos aspectos.
El principio de escasez, centro del problema económico históricamente ha sido re-
suelto en función de tres interrogantes:
¿Que producir? ¿Cómo producir?- ¿Para quién producir?-
La respuesta a esas interrogantes obedecen los sistemas económicos.
Conceptos
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En consecuencia, el término sistema económico abarca, a la vez, los cuadros jurí-
dicos (derecho público y derecho privado) de la actividad económica y su cuadro
geográfico, las formas de esta actividad, los procedimientos técnicos utilizados, sus
modos de organización y, por último, un factor psicológico, el móvil dominante que
anima a los agentes de la producción.
a) Las relaciones de los hombres con los bienes: el régimen de los bienes plantea
el problema de la propiedad.
b) Las relaciones de los hombres entre si: el régimen de las personas plantea el
problema de la libertad económica.
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El sistema económico, por su parte, es, según la expresión de André Marchal, un
conjunto, una combinación de estructuras diversas, ligadas por relaciones relativa-
mente estables; es “un complejo coherente de estructuras”.
De acuerdo con la respuesta que se decida dar en cada una de las premisas, la so-
ciedad contemporánea identifica tres sistemas económicos:
– Sistema capitalista liberal (o economías de mercado)
– Sistema colectivista socialista ( o economías centralmente planificadas.)
– Sistemas mixtos o duales (o economías formadas por sectores públicos y priva-
dos o descentralizados, estado social de derecho.)
El Sistema capitalista o liberal resuelve las tres interrogantes así: producir lo que el
mercado demande a través de empresas privadas destinadas a consumidores que
tengan poder de compra. En este sistema el Estado y el Derecho se limitan a prote-
ger el libre desenvolvimiento del orden económico privado, sus acciones son de
garantía, su técnica de actuación es de policía (estado gendarme) y su sub-sistema
jurídico es individualista y privado.
El Sistema mixto o dual responde a las interrogantes en forma opuesta a los sistemas
anteriores. Esto es, produce para el mercado y para la colectividad; acepta simultá-
neamente a las empresas estatales y privadas y sus destinatarios son, tanto los con-
sumidores reales como los sectores marginados con limitado poder de compra.- El
Estado participa en la vida económica, la ordena y la regula. Su acción es de pres-
tación y sus instrumentos son las empresas públicas y los planes indicativos. Por su
parte, el Derecho se bifurca en dos campos diferenciados. El derecho público y el
derecho privado coexisten reconociendo garantías individuales y sociales a los in-
tegrantes del cuerpo social.
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Evolución histórica modelo económico liberal siglo XIX
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i) La economía es una actividad natural autorregulada por el mercado que fija a
través de los precios, la retribución al capital y al trabajo.
j) La libertad económica es total, tanto a nivel interno como a nivel de los inter-
cambios entre países.
Estamos en presencia del “Estado Mínimo” de la teoría clásica, desde Adam Smith
hasta Wagner. ¿Que significa Estado Mínimo?
Los economistas clásicos sostenían que dichas funciones se realizaban por la acción
individual de los agentes económicos en el mercado:
No pueden haber recursos desempleados porque tendría que ocurrir que en el mer-
cado la oferta tendría que ser mayor que la demanda, lo cual seria imposible pues
de ser así se buscaría un nuevo precio que fuese de equilibrio.
Asimismo, la distribución se regula por el libre juego del mercado, cada individuo
tiene un volumen determinado de trabajo y ese volumen tiene un precio.
Bajo este contexto, sólo quedaría libre al Estado una acción para el supuesto que el
mercado no funcione; que su desenvolvimiento sea imposible:
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Que el producto sea de consumo rival, o sea que sólo lo pueda adquirir una persona
cada vez.
Este sistema tiene como fuente de inspiración la filosofía marxista- leninista que
rechaza la propiedad privada sobre los medios de producción y que la reemplaza
por la propiedad estatal y colectiva.
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f) Sistema político de partido único (no democrático)
g) Inexistencia de libertad económica (o de empresa)
El poder central al distribuir no sólo las tareas del plan, sino también los me-
dios de producción, presenta serios problemas. Las restricciones sobre la pro-
ducción que impone el poder central, provocan en las unidades productivas
comportamientos que generan ineficiencias.
Por otra parte, las unidades productivas no buscan su actuación en el cálculo eco-
nómico, o sea, en la maximización de los beneficios, o lo que es lo mismo, en la
minimización de sus costos, sino en la realización del plan concretado en directivas.
A esto se agregan los profundos cambios políticos sucedidos en los últimos años en
la ex Unión Soviética.
Este modelo económico surge en la década de los treinta como respuesta al colapso
de las economías puras de mercados, sustentado en las teorías de John Maynard
Keynes y en la experiencia del “Nuevo Trato” del presidente Roosevelt de Estados
Unidos de Norteamérica (1934).
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Se produce un profundo cambió de funciones del Estado, que abandona su papel
anterior de gendarme, provocando en los sistemas jurídicos cambios relevantes
como:
La primera guerra mundial dio lugar a una serie de medidas legales de emergencia
para controlar las actividades económicas y dirigirlas de manera acorde con el es-
fuerzo bélico y a algunas otras de finalidad social, para aliviar la situación de la
población y evitar acaparamientos y especulación.- Es así como en la mayoría de
los países combatientes y también por repercusión en el mundo neutral, vimos apa-
recer medidas de requisición de industrias, de racionamientos, de control de precios,
control de arrendamientos, etc.
Sin embargo, visto el fenómeno de un modo general, podemos decir que el mundo,
después de 1918, volvió al sistema liberal de economía que se expresa en el campo
jurídico, en la libre contratación y en la propiedad privada, como fundamento de la
regulación de las relaciones económicas de los particulares.
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provocados por la crisis a lo que seguía un proceso inflacionista de graves proyec-
ciones, con motivo del abandono casi general del régimen del padrón oro, y en el
caso de Alemania a un propósito bélico que exigía concentración de esfuerzos sobre
la base de una férrea disciplina impuesta por el Estado.
Cuando A. Smith y sus seguidores se referían al mercado, se entendía que este era
el de competencia perfecta y que daba por supuesto, a modo de ejemplo, que nadie
puede manipular los precios, que era fácil que las empresas pudieran entrar y salir
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del mercado y que los oferentes y consumidores tenían perfecta información sobre
el macado.
Para que un mercado de competencia fuese ideal, tanto los costos como los benefi-
cios en la sociedad deberían estar reflejados. Sin embargo se puede constatar que
sólo se reflejan los costos y beneficios del respectivo mercado.
Las externalidades, son los efectos producidos por un agente económico al consu-
mir o producir algo sobre el consumo o la producción de otro agente económico,
sin que estos efectos se reflejen en los precios.
Otra situación que originó la intervención del Estado, fue producto no ya del pro-
blema de que si el mercado funciona mal o incorrectamente, sino de la comproba-
ción de los resultados alcanzados no eran los deseados. O sea, en este caso se trata
de un juicio de valor.
La respuesta es que los resultados del mercado dependen del poder económico de
las personas cada peso es un voto. En la sociedad democrática cada persona es un
voto.
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a) En la distribución de los recursos.
b) En la distribución de las rentas, y / o
c) En los problemas de estabilización económica, del empleo y la inflación.
En esta etapa es donde el Estado pasa a ser de un mero observador, uno de los
principales agentes económicos.
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Sobre la manipulación de los objetivos del Sector Público: Hay ocasiones en que
los grupos de presión de la sociedad hacen de sus objetivos particulares los objeti-
vos del Estado, siendo los objetivos del Estado manipulados o manejados por di-
chos grupos de presión.
Por otra parte, también se discute hasta que punto el Estado actúa oportunamente.
Desde que el Estado se decide a actuar mediante el gasto, pueden pasar vanos me-
ses, retardo que en la vida económica puede hacer variar las soluciones que en un
momento se determinó actuar.
Sobre la teoría de las expectativas racionales: la idea básica es que los individuos
aprenden sus experiencias; el Estado nos puede sorprender una vez pero no más.
Los agentes económicos saben que cuando el desempleo aumenta los impuestos
bajan y las transacciones aumentan o el consumo disminuye. Si este efecto es co-
nocido, los agentes económicos pueden anular sus efectos. Por ejemplo, cuando no
hay inversión una actitud típica del Estado es la de rebajar los impuestos. Si yo se
que esto va a pasar la situación varía. Cuando va a empezar una recesión el empre-
sario paraliza la inversión e invertirá cuando ésta ya esté terminada, beneficiándose
de tal modo y anulando el efecto macroeconómico deseado.
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Si es posible hacer simultáneamente política de redistribución y a la vez estimular
la inversión privada, y en acerca si es posible hacer una distribución personal de la
renta y asegurar al mismo tiempo la eficacia del sistema económico. Si lo que que-
remos es redistribuir por la vía impositiva ponemos impuestos altos a las rentas
altas y bajas a las rentas menores y como consecuencia tendremos que las personas
no tendrán interés a trabajar más.
Todas estas críticas proceden de una visión liberal, basada en la defensa de la acción
individual frente a la acción colectiva, las que derivaron en la imposición de un
límite o limites a la labor del Estado.
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En el plano del derecho, se avizoran las siguientes nuevas características:
Los regímenes de propiedad surgen de las relaciones que el sistema económico de-
fine con respecto a los individuos con los bienes.
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La aplicación primaria y más importante de los bienes, satisfacción directa de ne-
cesidades. Es la más pacífica y sólo por excepción se plantea a su respecto el pro-
blema de la propiedad. Todos los sistemas reconocen y amparan la propiedad per-
sonal o privada de los bienes de consumo, aunque es corriente encontrar limitacio-
nes a su adquisición (racionamientos) o la imposición de cargas (impuestos o pres-
taciones obligatorias) a quienes lo detenten.
Para el sistema liberal, la propiedad de bienes de capital cumple dos objetivos cen-
trales:
La “mano invisible” que, según Adam Smith, orientaría la actividad del sujeto, de
modo que al buscar y obtener su propio interés, consiguiera consecuencial y nece-
sariamente el de la colectividad, en la forma más eficiente posible, no ha resistido
la prueba de la historia en forma airosa. La definición de la “función social” de la
propiedad se destaca, entonces, como una tarea de fundamental importancia. Ello
implica establecer, tácita o explícitamente, algún modelo o idea de sociedad hacia
la cual deben orientarse concientemente los esfuerzos de sus miembros. El reflejo
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de esos fines sobre las relaciones de propiedad estaría definiendo el concepto de
función social.
El más importante hito dentro de la evolución del concepto de derecho de propiedad
está constituido por el reconocimiento de su función social.
No hay definición más exacta y concisa que la que se contiene en las tres palabras:
“la propiedad obliga”. Con ellas se indica que la propiedad no es tenida únicamente
como un derecho, sino que envuelve al mismo tiempo un deber para el propietario.
Esto nos lleva a concluir que la función social es una fórmula que intenta concordar
los intereses del individuo con los de la sociedad toda, impidiendo que el ejercicio
del propietario pueda menoscabar o afectar en forma alguna el bien común. Se fun-
den en ella la libertad del individuo y las facultades que la propiedad concede, con
la obligación de hacer uso de ellas de manera conveniente al interés social, abste-
niéndose de lo que perjudica a este y cumpliendo las actividades que él reclama. En
consecuencia, la función social puede limitar a la propiedad, pero también puede
determinarla activamente.
Por su parte, los regímenes de actividad económica surgen de aquella relación que
los sistemas económicos definen para los hombres entre sí, para su participación en
la función económica.
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La autonomía privada tiene una segunda función: es un poder de reglamentación
del contenido de las relaciones jurídicas. Al mismo tiempo que crea las relaciones,
el individuo puede determinar su contenido, estableciendo el haz de deberes y de-
rechos que han de formar parte de ella. El acto de autonomía privada, además de
crear, modificar o de extinguir la relación, contiene el precepto, la regla donde se
formulan los deberes y derechos que han de ser observados por las partes en el
desarrollo de la misma.
Puede también la ley limitar el poder de determinación del contenido de las rela-
ciones que la autonomía crea:
a) Puede la ley prohibir que a las relaciones lícitas que la autonomía crea se les
de un determinado contenido.- Nos hallamos así en presencia de pactos, cláu-
sulas o condiciones prohibidas por la ley.
b) Pero además del contenido prohibido puede haber una segunda limitación –
un contenido impuesto por la ley–. Las relaciones se crean voluntariamente,
pero lo que la voluntad crea es un esquema determinado imperativamente por
la ley. En estos casos de determinación coactivas del contenido de una rela-
ción, la norma constituye la fuente directa de la reglamentación de la misma.
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El límite moral de la autonomía impide, en primer lugar, el negocio inmoral. La
inmoralidad del negocio afecta a la causa del mismo y/o hace ineficaz.
Del mismo modo se prohibe que puedan ser objeto del contrato los servicios con-
trarios a las buenas costumbres.
El orden público también constituye una limite, al cual se hará mención separada-
mente.
En este contexto, intervenir, supone un acto que interpone su conducta o acción con
otro y otros actores, o bien, en sus acciones o ámbitos. Se trata de una interposición
connotada de excepcionalidad, por lo menos en el sentido de que se toma parte en
algo que pertenece a otro actor.
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Se trata, en consecuencia, del Estado que es centro de poder utilizado o utilizable
en favor de quien lo controla o influye, el instrumento para intervenir en la econo-
mía, para desarrollar los intereses de los grupos o individuos influyentes.
Esta concepción supone una separación entre “lo económico” (objeto de la inter-
vención), y el Estado (objeto de la lucha política). Situación que desaparece cuando
el Estado es instrumentado para actuar (intervenir) en la economía.
Como afirma Arthur lewis, los defectos del sistema de libre competencia fueron los
siguientes:
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e) Los precios no retribuyen equitativamente el capital y a los salarios.
La política económica como teoría no constituye una ciencia abstracta, sino por el
contrato conforma un conjunto de conocimientos que se enfrentan a una realidad
viva y cambiante. Como praxis intenta transformar una realidad, por lo que está
sujeta a constantes conflictos, a permanente planificación, acción y control.
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en las de mercado, de manera que cual sea el gobierno debe planificar y determinar
explícitamente los objetivos que se propone alcanzar y los instrumentos y políticas
que se piensa emplear.
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Finalmente la intervención directa estatal requiere de diversos modos de gestión
pública que se clasifican en directos (ejecución por el propio Estado), e Indirectos
(ejecución por terceros bajo la dirección y fiscalización del Estado).
En el plano político, la facultad planificadora del Estado surge del tipo de sistema
económico establecido por la Constitución y por los límites impuestos en el llamado
orden público económico. Es decir, la convergencia y armonía de los intereses ge-
nerales de la sociedad y el ámbito de autonomía y libertades individuales reconoci-
das a nivel de garantías a los gobernados. De acuerdo con el sistema que rige dichas
órbitas de actuación, estaremos frente a planificaciones indicativas o persuasivas, o
bien, frente a planificaciones de tipo imperativas o autoritarias. Dicha dicotomía
también se refleja en el ámbito espacial o territorial, pues a sistemas políticos uni-
tarios corresponden planificaciones imperativas, mientras que a sistemas políticos-
administrativos federales o descentralizados corresponden técnicas planificadoras
de orden indicativo.
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caer en la ilegalidad o ilicitud, por parte de los encargados de llevar a cabo la tarea
planificadora.
Jorge Ahumada, por su parte, definió la planificación como una metodología para
escoger entre alternativas que se caracterizan porque permiten verificar la prioridad,
factibilidad y compatibilidad de los objetivos y seleccionar los instrumentos más
eficientes a través del tiempo.
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– DISCUSIÓN, que es la etapa de estudio deliberativo producto del intercam-
bio de ideas a diferentes niveles, en que se recogen las opiniones y pareceres
de los diversos actores involucrados.
– APROBACIÓN, que señala el punto de partida del plan sancionada por la
autoridad competente y que puede ser legislativa o administrativa.
– EJECUCIÓN.- Esta etapa se resume en el cumplimiento y aplicación del
plan, lo que corresponde a cada uno de los respectivos organismos. Desde este
punto de vista, deberá atenderse al campo de aplicación de la planificación,
según ella sea económica, social o financiera, o a su extensión, según sea glo-
bal, sectorial, regional o nacional.
– CONTROL.- Todo proceso de planificación está sujeto a un control que
puede ejercitarse durante el periodo de ejecución, coetáneamente a la adop-
ción de las medidas que se implementan o con posterioridad a dicho proceso,
y que también se efectúa fundamentalmente con ocasión del proceso presu-
puestario.
– EVALUACIÓN.- Comprende el resultado a que da origen el proceso de con-
trol y consiste en una comprobación de los resultados obtenidos en función
de las metas fijadas, lo que presupone la confrontación de opiniones y puntos
de vista de las diversas autoridades involucradas, y
– RECTIFICACIÓN.- El juicio de valor a que se llega en la etapa anterior trae
como consecuencia que se formule una nueva apreciación, la cual se basa en
la realidad del momento, lo que equivale, en el hecho, a un nuevo diagnóstico.
Este nuevo diagnóstico al significar materialmente la reiniciación de todo el
Mecanismo, es, como se decía al principio, lo que otorga a la planificación su
carácter continuativo.
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– SEGÚN SU CONTROL.- Uno de los aspectos más importantes de la plani-
ficación es el régimen de control al cual está sujeta, lo que lleva a una clasifi-
cación que distingue entre planificación central y descentralizada. Por otra
parte, para J. Witker los principios que perfilan todo proceso de planificación
económica serian:
– RACIONALIDAD. Este constituye el principio fundamental de la planifica-
ción del cual derivan los demás. Este es inherente en todas las etapas o fases
del proceso, lo que implica, en última instancia, una actitud, una acción y un
comportamiento racional. La selección de alternativas a seguir que hace el
Estado ante varias opciones requiere inexcusablemente de un análisis cientí-
fico acerca de las ventajas y costos de cada una de las alternativas, debiendo
escoger aquélla que posibilite al máximo el aprovechamiento de los recursos
empleados.
– PREVISIÓN. La planificación actúa temporalmente para el futuro. Seria una
incongruencia pensar en planificar para el pasado. Por tanto, la planificación
es el prever situaciones factibles en un futuro inmediato o mediato (planes a
corto y largo plazo), de lo cual se desprende que abarca la idea de previsión.
La previsión es adelantarse con suficiente antelación a los acontecimientos.
Este poder adelantarse a los acontecimientos, fruto de una actividad intelec-
tual previa, forma parte de una de las etapas del proceso de planificación, y es
el diagnostico. Es decir, la previsión nos dice, por ejemplo: dentro de cinco
años la economía deberá crear 50 mil nuevos empleos, pues de acuerdo con
la tasa de crecimiento demográfico, la población económicamente activa au-
mentará en proporción tal que exigirá la creación de empleos para evitar la
desocupación.
– UNIVERSALIDAD. Significa que la planificación llevada a cabo por el Es-
tado debe comprender a todos los sectores, las actividades propias de cada
uno, y del Estado mismo, para dotar de coherencia suficiente al plan. Los pla-
nes parciales y sectoriales, si bien ayudan a la solución a corto plazo, requie-
ren de globalidad, pues las interrelaciones de la economía exigen tratamiento
integral y universal.
– UNIDAD. Como resultado del principio anterior, surge el principio de uni-
dad. Significa que el plan es coherente, integrado, y constituye por lo tanto,
un todo orgánico y compatible. Para que el plan en su totalidad constituya un
cuerpo unitario, es menester la aplicación de una actividad coordinada a cargo
de un órgano especifico, de modo que sea compatible el cuerpo de proyectos
con sus respectivos programas, y éstos en consecuencia, con el Plan Nacional
y Regional.
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– CONTINUIDAD. La planificación es un proceso continuo y permanente, di-
vidido en etapas que van repitiéndose en el transcurso del tiempo. En efecto,
las etapas siguen un orden lógico y cronológico: diagnóstico, elaboración del
plan, discusión y decisión, ejecución, evaluación y revisión. Por tanto, desde
el punto de vista lógico e instrumental la planificación es el proceso que no
tiene fin o sea, al término del plan, se pone en ejecución el siguiente.
– INHERENCIA. Debe ser entendida en el sentido de que cualquier organiza-
ción sociopolítica y económica recurre de una y otra forma, a la técnica de la
planificación, pues el problema de la escasez de recursos como la aceleración
del proceso de crecimiento económico, exige la observancia de ciertas normas
de racionalidad. Cabe aclarar entonces, que la inherencia es de carácter téc-
nico, no de carácter ideológico-doctrinario, por lo que no es exclusiva de un
sistema político en particular. Sin embargo, cada sistema político tiene su
forma específica de planificar. Así pues, la planificación concentrada o indi-
cativa se aplica en los sistemas políticos pluralistas o democráticos, en cam-
bio, la planificación compulsiva o imperativa es utilizada en los sistemas no
pluralistas o colectivistas.
LA PLANIFICACIÓN EN CHILE
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de la República, denominada ODEPLAN (Oficina de Planificación Nacional), lla-
mada a concentrar las funciones de planificación que desarrollaban en forma dis-
persa diversas instituciones estatales. Mediante la dictación de la ley N° 18.989,
dicho organismo fue transformado en Secretaria de Estado (Ministerio de Planifi-
cación y Cooperación. MIDEPLAN).
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El presupuesto nacional en su formulación, contempla el desarrollo de las activida-
des y proyectos aprobados y evaluados de todos los organismos públicos, contem-
plando una centralización de las decisiones globales y sectoriales en la asignación
de recursos, compatible con una descentralización en la preparación y ejecución de
dichos programas o proyectos. El presupuesto nacional contempla los proyectos de
desarrollo regionales, los Cuales deben ser concordantes con los planes nacionales.
De esta forma el presupuesto nacional cumple con su función de Instrumentalizar
las decisiones relativas a las fuentes y usos de los recursos del Estado, obedeciendo
a planes sectoriales y regionales concordantes con los planes globales, elaborados,
evaluados y aprobados por diversas instancias y niveles de la organización del Es-
tado.
Por otra parte, podemos enunciar que el sistema jurídico, conforma aquel subsis-
tema de control social, que dimana del Estado en forma de normas jurídicas y dis-
ciplina al cuerpo social en base a una ideología de aceptación.
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planificación, surge el derecho económico que en su carácter instrumental y subor-
dinado al Estado planificador registra, sistematiza y evalúa este prolifero universo
de normas que por su propia naturaleza son creadas en forma empírica, coyuntural
y no codificada.
En otras palabras, los sistemas económicos en el seno de los cuales se definen los
Medios técnicos que determinan el qué cómo y para quién producir, con el objeto
de superar el problema económico ya conceptual izado, requieren para su implan-
tación la institucionalización de los mismos. Dicha institucionalización se produce
mediante la incorporación de las decisiones económicas al Estado de Derecho, de-
biendo requerir, al efecto, la norma jurídica que la ha de proveer los efectos coerci-
tivos y coactivos, propios de su naturaleza.
De esta forma, si bien la economía positiva puede prescindir del derecho, la econo-
mía normativa al formular proposiciones sobre lo que debería ser responde a crite-
rios éticos, ideológicos o políticos que no pueden llevarse a la práctica sin que las
mismas no se amparen o cubran del revestimiento jurídico.
44
La mano ejecutora es la política económica y el guante que la cubre es el derecho
económico.
El derecho económico conforma una realidad científica indiscutible, siempre que
se le examine con una metodología interdisciplinaria amplia y no formalista. Esto
es, considerando a las normas jurídicas especificas como instrumentos que cumplan
contenidos y finalidades económicas y sociales.
Se trata de una rama del derecho integrada por categorías jurídicas (elemento for-
mal) y económicas (elemento material), de manera que su objeto de estudio es bi-
céfalo. Ambos elementos tienen como eje central el fenómeno del intervencionismo
estatal en la Economías (mixta o socializadas) a fin de alcanzar metas definidas por
el sistema político global, recogidas en las constituciones nacionales. Este eje cen-
tral será distinto en uno u otro sistema económico.(mixto o socializado).
Claro está que esta no es la única interacción que se puede producir entre la ciencia
económica y el derecho, pero si es la que le da el objeto al Derecho Económico.
45
orden de materias; y, luego, para la medida y evaluación de eficiencia de la misma,
en relación a su objetivo. Esta interacción, indiscutiblemente, no es campo del de-
recho económico, sino del desarrollo de una “economía del derecho”.
Sin embargo, para los autores italianos, más que de derecho económico de direc-
ción, habría que hablar de derecho de la economía. Para otro autor el derecho de la
economía es el derecho aplicable exclusivamente a la intervención de las personas
públicas en la economía.( empresas públicas).
46
Nussbaum, formulaba un concepto colectivo de derecho económico, sin que llegara
a conformar una nueva disciplina jurídica. Expresaba que el Derecho Económico
podía significar –además del significado particular relativo a la legislación que re-
gula las actividades económicas– un verdadero sistema jurídico en el que todo el
Derecho se penetra del espíritu de la economía, sin llegar a constituir una nueva
rama de la ciencia jurídica. Con ello se estaba refiriendo a las transformaciones que
todo el derecho, pero especialmente el privado, experimenta en la época actual por
influjo de los cambios sociales y, sobre todo, económicos. Posteriormente la posi-
ción adoptada por Nussbaum ha sido denominada “Sammeltheorie”, es decir, teoría
que postula una visión y concepto colectivo del Derecho Económico, sin que por
ello llegue a formar una rama jurídica autónoma.
Se trata de un problema nada fácil de resolver, porque si bien salta a nuestra per-
cepción la formación y existencia de una vasta legislación económica, mediante la
cual el Estado aplica o pretende aplicar su política en materias económicas, esa
legislación se distingue por su carácter inestable, por abarcar materias muy disími-
les, en gran medida de un tipo más bien reglamentario, y porque eventualmente
muchos de estos ordenamientos legales pueden caber o ser asignados a las ramas
tradicionales del derecho, como lo son el derecho civil, el derecho comercial, el
derecho penal, el derecho del trabajo, el derecho financiero y el derecho adminis-
trativo, por ejemplo.
Otra corriente doctrinaria postula que el Derecho Económico no es derecho en
cuanto disciplina jurídica, sino simplemente constituye un conjunto de legislación
sobre materias económicas. Sin embargo, se acepta llamar “Derecho Económico”
y justifica su estudio separado, porque el conjunto normativo es susceptible de una
ordenación para fines de estudio y en todas ellas vemos el sello de un acto de inter-
vención del Estado en los asuntos económicos, para imponer decisiones a los par-
ticulares y dirigir la economía de la manera como lo estima más conveniente.
47
más variada gama, es garantía e instrumento público sine qua non de la programa-
ción del Desarrollo”.
El profesor Moore expresa que son dos las tendencias o categorías en que podemos
encuadrar las diversas concepciones elaboradas para explorar la naturaleza del
nuevo derecho.
Bajo la primera, se agruparían todas aquellas doctrinas que pretenden no tanto ubi-
car un criterio que permita fijar lo sustantivo del derecho económico, cuanto afirmar
la presencia de un nuevo tono o espíritu en la legislación e instituciones de conte-
nido económico, o la utilización de un nuevo método para el análisis de tal legisla-
ción.
48
Darío Munera Arango:
“Conjunto de principios y de normas jurídicas que regulan la cooperación humana
en las actividades de creación, distribución, cambio y consumo de la riqueza gene-
rada por un sistema económico”.
R. Goldschmidt.
“Derecho de la Economía organizada”.
E.R. Huber.
“Conjunto de estructuras y medidas jurídicas con las cuales utilizando facultades
administrativas, la Administración Pública, influye en el comportamiento de la eco-
nomía privada”.
Gustavo Radbruch.
“Derecho regulador de la economía mixta que tiene por finalidad conciliar los in-
tereses generales protegidos por el Estado por un lado, y los intereses privados por
otro”.
Jorge Witker.
“Conjunto de principios y de normas de diversas jerarquías sustancialmente de de-
recho publico que inscritas en un orden público económico plasmado en la Carta
Fundamental, facultan al Estado para planear indicativa o imperativamente el desa-
rrollo económico y social de un país”.
49
Cualquiera sea la definición que mejor satisfaga el concepto que tengamos de De-
recho Económico, en ellas encontramos un conjunto de elementos implícitos que le
son comunes:
Para Olivera, las fuentes son los sistemas de proposiciones (reglas o principios),
que informan el contenido concreto de un orden jurídico determinado.
Para otros juristas, son las formas de expresión de las normas jurídicas de contenido
económico, por ejemplo, la constitución, las leyes, los reglamentos, decretos y cir-
culares que permiten, prohiben o describen, comportamientos a ejecutar por los
agentes del proceso económico.
Las dos acepciones de fuentes son aplicables al derecho económico, por lo que po-
demos afirmar que las fuentes son los principios materiales y formales que discipli-
nas la actividad económica del Estado, ya sea de su faceta de dirección o rectoría
50
económica o su ámbito de intervención participativa o sustitutiva en el sistema eco-
nómico.
Las fuentes formales, que conforman el marco constitucional al cual deben respon-
der las leyes, reglamentos y demás expresiones jurídicas que facultan al Estado para
dirigir y planificar el desarrollo económico y que dan origen específicamente al
llamado orden público económico, no son neutras o imparciales, desde el punto de
vista de los grupos de interés o de presión que cercan al Estado en todo momento;
se habla de las fuentes reales que en determinadas circunstancias inclinan la aplica-
ción estatal hacia un sentido u otro. El Estado, al ser árbitro intencional en el manejo
de la política económica y en consecuencia del derecho económico, recibe la in-
fluencia y mediatización de variables no necesariamente jurídicas. Aquí el pro-
blema pasa de lo normativo a lo político, sociológico y económico, e incluso a la
presión o autonomía internacional de intereses ajenos al Estado y su comunidad.
Entre las nacionales tendríamos a los grupos de presión internos, tales como em-
presarios, sindicatos, consumidores, usuarios, etc.
Las fuentes reales extranjeras las constituyen los organismos financieros interna-
cionales, los inversionistas, banqueros extranjeros e incluso gobiernos extranjeros
con intereses en el país en cuestión.
Sobre estas fuentes reales del derecho económico, y en consecuencia de las trans-
formaciones experimentadas por la comunidad internacional que influye en los sis-
temas económicos latinoamericanos, se habla de fuentes tecnológicas, económicas
y sociológicas.
Esto es, la tecnología constituye una mercancía escasa concentrada en los países
industrializados, y su difusión y adquisición está limitada por monopolios de tipo
transnacional que imponen sus condiciones a los compradores. Sin tecnología no
hay desarrollo económico integral, por lo que los Estados se ven impelidos a obte-
nerla a cualquier precio.
51
que afecta a todo el derecho económico de un país, sin limitaciones, a menos que
se opte por cambiar integralmente el de su economía.
Finalmente, las fuentes sociológicas del derecho económico apuntan a evaluar los
efectos sociales de las medidas de política económica, medidas que se inclinarán a
favor del capital (estimular la inversión) o, en favor del trabajo (estimular los con-
sumos).
Las fuentes formales las trataremos en un próximo Capítulo, para referirlas especí-
ficamente al derecho chileno.
Técnicamente, los sujetos del derecho económico son el Estado, como rector del
proceso económico, junto a diversos agentes ejecutores de actividades económicas
que se registran en el circuito de un país. Se trata entonces, de agentes que están en
el sector de las empresas públicas y privadas y el sector de los consumidores, pero
insertos en el circuito general del sistema económico. Esto es, como oferentes o
como consumidores económicos reales.
La división clásica, que parte de Ulpiano, entre derecho público y derecho privado,
encuentra su discutible fundamento en los dos tipos de relaciones jurídicas que ope-
ran en las sociedades occidentales. El orden de las relaciones jurídicas orgánicas,
derecho público y el orden de las relaciones jurídicas inorgánicas reservadas al de-
recho privado.
52
En las relaciones jurídicas orgánicas se representa la bifurcación entre el poder y el
deber que materializa una relación entre la autoridad y súbdito. Es decir, se está en
una posición jerárquica, el Estado frente a los ciudadanos.
Esta distinción, sin embargo, ha ido cediendo terreno en favor de los derechos or-
gánicos en una tendencia creciente de socialización y penetración del poder público
en el mundo del individuo. En efecto, la autonomía de la voluntad, la libertad de
contratar y el derecho de propiedad, han ido disminuyendo gradualmente a favor de
los contratos de adhesión (contratos normativos, contratos coactivos, contratos ne-
cesarios, contratos tipos, etc.), la propiedad función social (teoría del dominio útil
y demás limitaciones sociales del propio mercado, centro estratégico de los inter-
cambios y base de la libertad de empresa.
Estos cambios responden a transformaciones cualitativas que tienen como eje las
presencias interventoras y participativas del Estado en la actividad económica.
Sin embargo, no todas las normas de derecho económico responden a esta vertiente
orgánica. Por ejemplo, el derecho opcional que tiene un empresario para integra su
actividad al plan indicativo, cae dentro del ámbito privado, sin que se impongan
relaciones orgánicas jerarquizadas. Por lo que algunos autores sostienen, no sin ra-
zón que el derecho económico es un derecho mixto, interdisciplinario y de síntesis
entre lo público y lo privado, pues contempla al empresario y a las actividades eco-
nómicas desde una perspectiva global, desde la cual supera la unilateralidad del
derecho administrativo por otro, en la medida que ambos ordenamientos coinciden
en un mismo campo.
53
En resumen, el derecho económico se adscribe al ámbito del derecho público en
general, conteniendo relaciones jurídicas privadas optativas, fronterizas a otras nor-
mas del derecho, especialmente de naturaleza mercantil.
Instrumental.- Sus normas disciplinan la conducta del Estado en el ámbito del sis-
tema económico. No posee vida autónoma, si no existe una política económica a
elaborar y ejecutar.
54
Humanista.- Al surgir del intervencionismo estatal arbitrando conductas económi-
cas con fines de equilibrio social entre los grupos humanos, su principal preocupa-
ción es el hombre mismo, merecedor de una vida digna y de que su búsqueda de
progreso individual y social se dé en condiciones sociales y políticas potencial-
mente iguales, ante los demás sujetos que integran esa sociedad ad.
Criterio de especialidad.- Como parte del derecho público, es decir, de las normas
orgánicas que estructuran al Estado, el derecho económico conforma su arsenal
normativo en relación a la política económica estatal. Es decir, el criterio de espe-
cialización no es estrictamente jurídico, sino económico, lo que hace complejo su
acercamiento metodológico.
Dicho criterio nos permite extraer al campo del derecho económico, los ordena-
mientos macro jurídicos rectores de los agentes públicos o privados, en cuanto afec-
ten la macroeconomía que va más allá de la relación inorgánica privada de costo
beneficio individual. Es decir, el régimen jurídico de la empresa, como sujeto pro-
ductor para un mercado determinado de artículos de consumo, es parte del derecho
económico, dejando fuera el tipo de sociedad y su carácter de comerciante, o de
áreas propias del derecho mercantil.
55
Es decir, el criterio de especialidad no está dado por el individuo en particular, sino
por la función productiva de tipo social que afecta al mercado y a los consumidores
en general, función que, lógicamente, cumple la empresa privada o pública.
La conducta como empresario que cumple tareas registradas en el circuito moneta-
rio, estás específicamente regulada por el derecho económico.
El Derecho económico actual, al decir del profesor Witker, se presenta como disci-
plina mínima de regulación que tiene como objeto normas jurídicas que enmarcan
los comportamientos económicos de agentes y operadores especialmente privados,
tutelando intereses generales con criterio de economicidad y simplificación.
El derecho económico interno seria el conjunto de normas que enmarcan los linea-
mentos de orden público económico que todo el Estado establece para el libre actuar
de los agentes económicos en su propio mercado.
56
Monetario Internacional, a la Organización Mundial de Comercio, a la Organiza-
ción de Cooperación Económica de Desarrollo y demás que emanan de tratados
bilaterales de libre comercio y de cooperación económica.
57
BIBLIOGRAFÍA PRIMERA PARTE
Alonso Pilar, Mochón Francisco, Mc Graw Hill Economía Básica, Chile: una reali-
dad. Santiago.
Lajugie J. Los sistemas económicos, Ed. Universitaria de Buenos Aires, Bs. Aires,
4ta. Edición 19ó5.
Witker Jorge V. Derecho Económico, Harla, Harper & Row latinoamericana, Mé-
xico, 1985.
58
SEGUNDA PARTE:
La doctrina recuerda que en el derecho romano, según una definición que se atri-
buye a Ulpiano, el derecho público es el que se refiere al modo de ser de la organi-
zación, gobierno y administración del Estado romano, mientras que, según el
mismo jurista, el derecho privado es el que atañe a la utilidad de los Particulares.
“La locución “ius publicum” es empleada también en las fuentes en otra acepción
distinta de la ya apuntada. En este otro sentido, mas restringido, se alude con tal
frase a una parte de las normas reguladoras de relaciones entre particulares, es decir,
a un grupo recogido dentro de las que, en la expuesta definición de Ulpiano, cons-
tituyen el derecho privado. Este grupo es el de aquellas disposiciones las cuales
aunque se refieren a relaciones entre particulares, no pueden Estos convenir en mo-
dificarlas, porque constituyen una zona sustraída a las determinaciones de su auto-
nomía y a la eficacia de los acuerdos con los demás hombres.
Es el sentido que la expresión “ius publicum” tiene en las fuentes cuando dicen, por
ejemplo, que los pactos de los particulares no pueden modificar disposiciones del
mismo: “jus publicum privatorum pactis mutari non potest”, las dos diferentes acep-
ciones del “jus publicum” responden al uso doble, ambiguo, que el adjetivo público
tiene incluso actualmente. Unas veces, “público” es igual a “estatal” (funcionario
público, hacienda pública), y otras veces significa” social” o “común” (bienestar
público)”.
61
El convencimiento de que existe un orden de la sociedad, que queda a salvo de
cualquiera alteración que provenga de pactos entre los particulares, no disminuye
con el paso del tiempo.
62
y, más generalmente, todas las reglas justificadas por el interés de los terceros, es
decir aquéllas que tienen por objeto impedir que los contratantes puedan, en virtud
de su contrato, perjudicar a otras personas. Junto con las leyes que tocan el interés
general, hay otra categoría de disposiciones que se refieren sobre todo al interés
privado y a las cuales, sin embargo, no se puede hacer excepción por medio de
convenciones particulares. Se trata de disposiciones de protección, dentro de las
que queremos incluir las que tienen por propósito proteger a las personas que por
su edad, sexo, su debilidad intelectual, no pueden defenderse ellas mismas en el
comercio jurídico. Asimismo, incluso en lo que se refiere a los contratos, que es el
dominio claramente reservado a la libre voluntad de la partes, aquellas disposicio-
nes en cuya virtud la ley desea impedir que uno de los contratantes abuse de su
superioridad económica a detrimento del otro para imponerle condiciones leoninas,
interesan también al orden público”.
En los materiales de trabajo de la Cátedra del Prof. Jorge Streeter Prieto (U. de
Chile), se señala asimismo que en el derecho anglosajón se reconoce, en términos
generales, que los Tribunales no deben dar aplicación a los contratos que contengan
estipulaciones contrarias al orden público. la categoría de normas de orden público
comprende, además de aquéllas en que la ilegalidad del contrato o de la obligación
esta establecida por la ley, las reglas que miran al gobierno del Estado o a las rela-
ciones exteriores, las que se refieren al buen funcionamiento de la administración
de justicia, las relacionadas con la familia y las que reprimen algunas conductas
económicas, tales cono los atentados contra la libertad de comercio.
63
“Definir el orden público es punto menos que imposible, pero el concepto funda-
mental que se señala en todas las definiciones es que las normas o reglas de orden
público miran a los intereses generales de mayor importancia para la sociedad”
(León).
“El orden público es la organización considerada como necesaria para el buen fun-
cionamiento de la sociedad”. (Corte de Apelaciones de Santiago, 11 de Julio de
1946.)
“Hay que considerar como orden público la situación o estado de legitimidad nor-
mal y de armonía dentro del conjunto social, que permite el respeto y garantía de
los derechos esenciales de los ciudadanos”. (Corte de Apelaciones de Santiago, 11
de Agosto de 1953.)
64
Así nuestra Corte Suprema ha asentado la siguiente jurisprudencia:
65
Al respecto el Prof. Cea visualiza dos polos: 1) aquéllos ordenamientos constitu-
cionales que otorgan categórica primicia a las potestades estatales, a las que supo-
nen siempre orientadas a proteger los intereses sociales y que lo hacen en lucha con
el egoísmo de los individuos; y 2) aquéllos ordenamientos constitucionales que, en
cambio, asumen la consumación del bienestar general como resultado de la suma
de las iniciativas individuales, libres de la intervención de las autoridades públicas.
Asimismo, reconoce que entre ambos polos han ido surgiendo posiciones interme-
dias que aspiran a conciliar la libertad de la persona y los grupos con el orden que
la autoridad debe preservar para el bien común. Este seria el caso, para el autor, de
la economía social de mercado, fundada en que la iniciativa y competencias libres
tienen su limite y motivo de restricción en la seguridad, justicia y progreso general.
Así tenemos, por ejemplo, aquellos atentados contra la libertad de tráfico, hoy Lla-
mados delitos contra la libre competencia, lo que tiene precedentes en el derecho
anglosajón que arrancan desde el Siglo XVI. En el derecho continental la tradición
fue distinta porque, como se recordará, el régimen de agrupación gremial o corpo-
rativo prescribía la libertad de iniciativa económica que, por el contrario, se desa-
rrolló poderosamente en el derecho inglés. Las convenciones que afectan la libertad
de tráfico son contrarias al orden público porque lesionan la libertad de iniciativa
económica que es un pilar fundamental del sistema jurídico-económico liberal.
Así tenemos también en los regímenes liberales como contrarias al orden público
económico y sancionado en consecuencia, las restricciones a la libre circulación de
los bienes.
Por tanto, puede concluirse esta breve descripción reafirmando que, si se concibe
una economía razonablemente establecida sobre un principio de mercado, se en-
contraré en su régimen económico un orden público que resguardaré principalmente
la libertad de empresa, la libertad de estipulación, el derecho de propiedad y el prin-
cipio de clausura o estricta legalidad de la actividad estatal.
66
De esta forma, podemos concluir que no es posible formular un concepto homogé-
neo de orden público económico, porque éste resulta dependiente de las caracterís-
ticas particulares de cada sistema económico y, muy en especial, de aquellas notas
jurídicas que forman el régimen económico en el que el concepto de orden público
tiene aplicación.
Concepto Funcional
El sistema económico chileno de economía mixta con fuerte ingerencia del Estado
a partir de la tercera década del presente siglo, no tuvo dificultades hasta la dicta-
ción de la Constitución de 1980 para acoger por parte de nuestra jurisprudencia el
concepto de Orden Público Económico formulado por el Prof. Raúl Varela hace ya
medió siglo y que definía al orden público como “el conjunto de medidas y reglas
legales que dirigen la economías, organizando la producción v distribución de las
riquezas en armonía con los intereses de la sociedad”.
Este concepto acomoda a los sistemas económicos en que queda entregada a la au-
toridad la determinación social de los valores y de los fines que debe proponerse la
comunidad, dejando principalmente a los particulares y organismos intermedios la
administración de los medios eficientes para alcanzar esos fines, dentro de marcos
fijados por la misma autoridad. El sentido de la marcha, aquello que es bueno lograr
y/o que se debe evitar, lo dice la autoridad social, pero la forma más eficiente de
alcanzar esas metas queda entregada en alguna medida importante a la actividad de
los particulares.
A nadie puede extrañar que en un régimen de este tipo coexistan principios liberales
y autoritarios. La planificación indicativa, por otra parte, determina las metas que
la comunidad debe lograr mediante la creación de un régimen de incentivos y cas-
tigos, cuyo objeto es procurar que los sujetos económicos se comporten de manera
tal que las finalidades perseguidas se logren afectivamente.
67
Las normas que se reconocerían como pertenecientes al orden público serían aque-
llas que tienen funciones determinadas, tales como la dirección económica, la pro-
tección del contratante más débil y el fomento de ciertas actividades económicas,
quedando fundamentalmente entregado a la autoridad administrativa el dar, de
tiempo en tiempo, a esas normas el contenido que, en un momento determinado, se
estima más adecuado para mantener la organización o lograr las finalidades conve-
nientes al interés general.
Refiriéndose a la sustancia que hay detrás de este concepto, y destacando las que a
su juicio son fundamentales diferencias entre el orden público civil y el orden pú-
blico económico, Farjat agrega:
“El orden público económico se opone al orden público clásico. El orden público
del derecho civil tradicional es una noción de excepción, que esta puesta frente a la
regla de la libertad contractual y que se define por su contenido: (ese orden público
clásico) está constituido por los principios fundamentales sobre los cuales descansa
la sociedad. El orden público económico es un instrumento técnico de una legisla-
ción diversificada. Es una noción funcional. Su función (la dirección o la protec-
ción) es la única nota de unidad del concepto. En la medida que las disposiciones
imperativas están al servicio de particulares corrientes cuyos intereses han sido es-
timados insuficientemente protegidos por el legislador, ya no es posible referirse a
principios fundamentales o a valores éticos para definir el orden público econó-
mico. Se tratas de una noción instrumentalista o funcional, que califica las medidas
de autoridad adoptadas por el Estado para organizar la economía y las relaciones
contractuales”.
68
Los autores que aceptan el concepto funcional de orden público económico, reco-
nocen la existencia de una inmensa cantidad de normas jurídicas que caben dentro
de lo que se denomina orden público, pero estiman que no es posible extraer de
ellas un conjunto de notas o características uniformes o comunes, por lo cual sólo
pueden describirlas científicamente haciendo referencia a la finalidad que la auto-
ridad pública quiere lograr cuando pone en vigencia normas de esta naturaleza.
Aceptan la existencia de disposiciones de orden público económico, aceptan la res-
tricción que imponen a la autonomía privadas y la drasticidad de su efecto inme-
diato en el tiempo, pero no encuentran como fundamento de esos efectos ninguna
nota sustantiva de importancia.
Concepto material.
“Entre las disposiciones más importantes que se han incorporado al proyecto deben
mencionarse, sin duda, las tendientes a establecer las bases esenciales del orden
público económico, a fin de lograr el desarrollo que tan afanosamente –y rara vez
con suerte, a lo largo de las últimas décadas– ha buscado el país”
Por su parte, la Comisión de Estudios de la Constitución Política, al referirse a este
tema cuidó de precisar que el orden público económico comprendería:
La misma Comisión señalé cuáles eran, a su juicio, las principales normas consti-
tucionales que conformaban el orden público económico, comprendiendo entre
Ellas las disposiciones fundamentales del régimen de las personas, del régimen de
los bienes y del estatuto del poder público.
69
Sin lugar a dudas, una de las más importantes contribuciones al efecto ha sido la
del Prof. J.L. Cea. Este ha manifestado al respecto:
Este ha sido el concepto que adopté las jurisprudencias de los Tribunales superiores
de Justicia ha partir de la década pasada, sustituyendo el concepto funcional por el
material que fija su contenido por referencias a los principios y valores fundamen-
tales sustanciales, del ordenamiento jurídico económico:
70
Por tanto, esta noción en su contenido material debe ser interpretada y aplicada con
sujeción a los valores que informan la institucionalidad política, social y económica
plasmada en la Constitución.
Los principios básicos destacados por el Prof. J.L. Cea son los siguientes:
Libertad
Subsidiaridad
71
Igualdad de derechos y Oportunidades
Bien Común
72
efectuarse con el mismo Estado, sus organismos y empresas, de conformidad a lo
establecido en el articulo 60°, Nº 9 del texto constitucional; y, d) el objeto dado al
Banco Central de Chile, de conformidad a la ley Orgánica constitucional que lo
rige, de velar por la estabilidad de la moneda y normal funcionamiento de los me-
dios de pagos internos y externos, como asimismo, de la prohibición que establece
la Constitución a este órgano de financiar gasto público, salvo en caso guerra o
peligro de guerra.
Planificación
De acuerdo a los demás principios rectores del orden público económico, se puede
concluir que según la Constitución, la planificación económica tiene un carácter
indicativo para el sector privado, de manera que no implica sanciones para quienes
optan libremente por marginarse de ella.
Legislación Presupuestaria
Este principio establece que todo gasto público debe ser autorizado por la ley. Ello
significa una limitación a la discrecionalidad de la administración, siendo la inten-
ción del constituyente exigir decisiones responsables, adoptadas con conocimiento
de los costos y beneficios que ellas implican.
Con el objeto de reconocer la materialidad del Orden Público chileno, el curso de-
berá relacionar el régimen económico con las siguientes disposiciones constitucio-
nales:
73
“Es deber del Estado, promover la integración armónica de todos los sectores de la
Nación y asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de oportuni-
dades en la vida nacional”.
“Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas
dictadas conforme a ella.
2.- La igualdad ante la ley. En Chile no hay persona ni grupo privilegiados. En Chile
no hay esclavos y el que pise su territorio queda libre.
74
PRINCIPIO DE EXCLUSIÓN DE LA PENA DE CONFISCACIÓN
“No podrá imponerse la pena de confiscación de bienes, sin perjuicio del comiso
en los casos establecidos por las leyes; pero dicha pena será procedente respecto de
las asociaciones ilícitas;”
“La ley en ningún caso podrá establecer monopolio estatal sobre los medios de co-
municación social”
75
Para gozar de personalidad jurídica, las asociaciones deberán constituirse en con-
formidad a la ley.
Toda persona tiene derecho a la libre contratación y a la libre elección del trabajo
con una justa retribución.
Ninguna clase de trabajo puede ser prohibida, salvo que se oponga a la moral, a la
seguridad o a la salubridad pública, o que lo exija el interés nacional y una ley lo
declare así. Ninguna ley o disposición de autoridad pública podrá exigir la afiliación
a organización o entidad alguna como requisito para desarrollar una determinada
actividad o trabajo, ni la desafiliación para mantenerse en estos.
76
PRINCIPIO DE IGUALDAD EN El ACCESO A LAS FUNCIONES Y
EMPLEOS PÚBLICOS
“La admisión a todas las funciones y empleos públicos, sin otros requisitos que los
que impongan la Constitución y las leyes”
Las leyes que regulen el ejercicio de este derecho serán de quórum calificado.
La acción del Estado estará dirigida a garantizar el acceso de todos los habitantes
al goce de prestaciones básicas uniformes, sea que se otorguen a través de institu-
ciones públicas o privadas. La ley podrá establecer cotizaciones obligatorias.
“El derecho de sindicarse en los casos y forma que señale la ley. La afiliación sin-
dical será siempre voluntaria”.
77
Los tributos que se recauden, cualquiera que sea su naturaleza, ingresarán al patri-
monio de la Nación y no podrán estar afectos a un destino determinado.
Sin embargo, la ley podrá autorizar que determinados tributos puedan estar afecta-
dos a fines propios de la defensa nacional o autorizar que los que gravan actividades
o bienes que tengan una clara identificación local puedan ser establecidos dentro de
los marcos que la misma ley señale, por las autoridades comunales y destinados a
obras de desarrollo comunal;”
“La no discriminación arbitraria en el trato que deben dar el Estado y sus organis-
mos en materia económica.
Sólo en virtud de una ley, y siempre que no signifique tal discriminación, se podrán
autorizar determinados beneficios directos o indirectos en favor de algún sector,
actividad o zona geográfica, o establecer gravámenes especiales que afecten a uno
y otras. En el caso de las franquicias o beneficios indirectos, la estimación del costo
de estos deberá incluirse anualmente en la ley de Presupuestos;”
78
Capítulo III. Art. 19°. Nº 23.
“La libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes, excepto aquellos que
la naturaleza ha hecho comunes a todos los hombres o que deban pertenecer a la
Nación toda y la ley lo declare así. Lo anterior es sin perjuicio de lo prescrito en
otros preceptos de esta Constitución. Una ley de quórum calificado y cuando así lo
exija el interés nacional puede establecer limitaciones o requisitos para la adquisi-
ción del dominio de algunos bienes;”
“El derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes cor-
porales o incorporales.
Sólo la ley puede establecer el modo de adquirir la propiedad, de usar, gozar y dis-
poner de ella y las limitaciones y obligaciones que deriven de su función social.
Esta comprende cuanto exijan los intereses generales de la Nación, la seguridad
nacional, la utilidad y la salubridad públicas y la conservación del patrimonio am-
biental.
Nadie puede, en caso alguno, ser privado de su propiedad, del bien sobre que recae
o de algunos de los atributos o facultades esenciales del dominio, sino en virtud de
ley general o especial que autorice la expropiación por causa de utilidad pública o
de interés nacional, calificada por el legislador.
Los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en con-
formidad a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos;”
79
“El Derecho del autor sobre sus creaciones intelectuales y artísticas de cualquier
especie por el tiempo que señale la ley y que no será inferior al de la vida del titular”
“Se garantiza, también, la propiedad industrial sobre las patentes de invención, mar-
cas comerciales, modelos, procesos tecnológicos u otras creaciones análogas, por
el tiempo que establezca la ley”.
“Cualquier persona que sea lesionada en sus derechos por la Administración del
Estado, de sus organismos o de las municipalidades, podrá reclamar ante los tribu-
nales que determine la ley, sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere afectar
al funcionario que hubiere causado el daño”.
PRINCIPIO DE LIMITACIÓN EXCEPCIONAL AL DERECHO DE
TRABAJO, DE ASOCIACIÓN, DE SINDICALIZACIÓN V Al DERECHO
DE PROPIEDAD.
80
PRINCIPIO INDEMNIZATORIO POR LOS DANOS QUE PRODUZCAN
LOS ACTOS DEL ESTADO QUE SIGNIFIQUEN PRIVACIÓN DE LOS
ATRIBUTOS ESENCIALES DEL DOMINIO.
Materias de ley.
“Las que autoricen al Estado, a sus organismos y a las municipalidades, para con-
tratar empréstitos, los que deberán estar destinados a financiar proyectos específi-
cos. La ley deberá indicar las fuentes de recursos con cargo a los cuales deba ha-
cerse el servicio de la deuda. Sin embargo, se requerirá de una ley de quórum cali-
ficado para autorizar la contratación de aquellos empréstitos cuyo vencimiento ex-
ceda del término del respectivo período presidencial.
81
Titulo V. artículo 60. Nº 9.-
“Las que fijen las normas con arreglo a las cuales las empresas del Estado y en
aquellas en que éste tenga participación puedan contratar empréstitos, los que en
ningún caso, podrán efectuarse con el Estado, sus organismos o empresas;”
“Las que fijen las normas sobre enajenación de bienes del Estado o de las munici-
palidades y sobre su arrendamiento o concesión”
Formación de la ley.
82
demás beneficios económicos o alterar las bases que sirvan para determinarlos;
todo ello sin perjuicio de lo dispuesto en los números siguientes;
5. Establecer las modalidades y procedimientos de la negociación colectiva y de-
terminar los casos en que no se podrá negociar, y
6. Establecer o modificar las normas sobre seguridad social o que incidan en ella,
tanto del sector público como del sector privado”.
No podrá el Congreso aprobar ningún nuevo gasto con cargo a los fondos de la
Nación sin que se indiquen, al mismo tiempo las fuentes de recursos necesarios para
atender dicho gasto”.
83
“Las Tesorerías del Estado no podrán efectuar ningún pago sino en virtud de un
decreto o resolución expedido por autoridad competente, en que se expresa la ley o
la parte del presupuesto que autorice aquél gasto”.
Banco Central.
“El Banco Central sólo podrá efectuar operaciones con instituciones financieras,
sean públicas o privadas. De manera alguna podrá otorgar a ellas su garantía, ni
adquirir documentos emitidos por el Estado, sus organismos o empresas. Ningún
gasto público o préstamo podrá financiarse con créditos directos o indirectos del
Banco Central.
Con todo, en caso de guerra exterior o de peligro de ella, que calificará el Consejo
de Seguridad Nacional, el Banco Central podrá obtener, otorgar o financiar créditos
al Estado y entidades públicas o privadas.
El Banco Central no podrá adoptar ningún acuerdo que signifique de una manera
directa o indirecta establecer normas o requisitos diferentes o discriminatorios en
relación a personas, instituciones o entidades que realicen operaciones de la misma
naturaleza”
84
“Corresponderá al Intendente formular la política de desarrollo de la región, ajus-
tándose a los planes nacionales, y ejercer la supervigilancia, coordinación y fisca-
lización de los servicios públicos, con excepción de la Contraloría General de la
República y de los Tribunales de Justicia”
“La doctrina distingue tres categorías en las cuales podemos agrupar el conjunto de
reglas de que se vale el orden público económico:
El orden público económico de dirección, que tiene por objeto llegar a una cierta
organización de la economía nacional, eliminando del ámbito de la contratación
privada todo lo que podría contrariar esa orientación. Se incluyen en esta categoría,
por ejemplo, las disposiciones obligatorias relativas a la moneda, al crédito, a la
ecología, a la regulación de los precios, a la organización de los transportes.
El orden público económico de protección. Este esta integrado por todas las medi-
das que tienden a la protección de uno de los contratantes y que modifican las rela-
ciones contractuales de las partes, otorgando a una de ellas un determinado derecho.
85
que podrá ser acogida o rechazada según más conviniere al destinatario, siempre
sujeto, por cierto, a que quien decida beneficiarse con las normas de fomento deba
dar estricto cumplimiento a los requisitos y condiciones que se exigen para obtener
y mantener los derechos de que se trate.
La doctrina también enseña que, para el cumplimiento de estas funciones, las nor-
mas de orden público emplean diversas técnicas de aplicación, que producen efec-
tos jurídicos de la más variada naturaleza.
Técnica de la prohibición.
La doctrina estima que no son normas prohibitivas aquellas que permiten hacer ex-
cepción al deber de abstenerse de la conducta de que se trate.
En relación con ello conviene distinguir entre normas imperativas y normas gene-
ralmente prohibitivas. Es posible sostener que unas y otras aplican una misma téc-
nica, en cuanto la conducta a que se refiere la norma sólo será conforme a derecho
86
si, en relación con ella, el súbdito de la disposición legal cumple determinados re-
quisitos.
Sin embargo, mientras la ley imperativa supone que la conducta regida por ella es
generalmente beneficiosa, y exige el cumplimiento de requisitos sólo por motivos
de ordenación y disciplina, la norma generalmente prohibitiva se fundamenta en
que la conducta a que ella se refiere es normalmente dañosa y debe ser evitada,
permitiéndose sólo por vía excepcional, y para evitar males mayores, que ella en
algunas oportunidades y con ciertos resguardos, pueda ser llevada a cabo.
En todo caso, sea que se trate de una norma imperativa o de una ley generalmente
prohibitiva, se puede hacer excepción al deber de abstenerse de la conducta por vía
“reglamentaria” o por vía de “control”.
87
tales como organizarse bajo una determinada forma social, o tener un determi-
nado titulo o grado, o disponer de un capital mínimo, etc., en forma tal que para
apreciar si el requisito o condición se cumplen o no bastará examinar los hechos,
sin que el arbitrio del poder público de la autoridad administrativa, tenga in-
fluencia en la materia.
Técnica de control.
El control ocasional es aquél que la administración ejerce con motivo de, con rela-
ción a, un acto jurídico determinado. Ese acto puede estar sujeto a una autorización
previa que debe prestar la autoridad, o puede exigir una aprobación posterior que
debe emanar del poder público, o bien supone que se exima al interesado de las
restricciones contenidas en una norma generalmente prohibitiva.
88
financieras, los intermediarios de títulos y valores, las administradora de fondos de
terceros para fines previsionales o de inversión, etc.
89
c) La situación contractual de origen legal, en cuyo caso se trata, sea de mantener
en vigencia situaciones contractuales más allá del plazo fijado por las partes,
sea de sustituir un contratante por otro, sin intervención de la otra parte en el
negocio jurídico. El caso del arrendatario de un bien, a quien la ley amplia el
plazo contractual para seguir gozando de la cosa, o a quien la ley le reconoce la
facultad irrenunciable de adquirir la cosa por un precio determinado por la au-
toridad, ilustra una situación de esta naturaleza.
Las reglas de orden público limitarán la autonomía privada con mayor o menor
intensidad dependiendo de la técnica de aplicación correspondiente.
Está claro que la forma en que las normas de orden público económico afectan la
autonomía privada depende de la construcción técnica del procedimiento de aplica-
ción o de intervención de que en cada caso se trate. Muy distinta es la situación de
una persona a quien se exige acreditar un grado académico para ejercer una labor
profesional, que en el caso de quien se ve puesto en el deber jurídico de enajenar
un bien que está en su patrimonio o de contratar con otro en condiciones que son
previamente determinadas por la autoridad.
90
(Fallos de la Exema. Corte Suprema de 23 de noviembre de 1949 y de 22 de Se-
tiembre de 1964)
El que una ley tenga efecto inmediato en el tiempo significa que, a partir de la fecha
de su vigencia, han de ajustarse a ella todos los actos y negocios jurídicos que se
encuentren dentro de la esfera de su aplicación; significa también, según los fallos
antes.
Acertadamente, el Prof. J.L. Cea, señala que se incurre en un error cuando se iden-
tifica el Orden Público Económico con la locución tradicionalmente usada en el
derecho privado.
91
c) ¿Se trata, en fin, de una especie dentro de la noción genérica de Orden Público
a que, con disímiles connotaciones, aluden la Constitución y las leyes chilenas?
Para dar respuesta a las interrogantes, el autor señala que conviene tener presente
que en el proceso económico de un país participan el Estado y los particulares,
siendo distinta la naturaleza de las reglas jurídicas que rigen las tres situaciones que
pueden presentarse:
i) Normas que establecen y rigen la acción del Estado y sus organismos en la eco-
nomía;
En este caso la situación engarzaría perfectamente con lo que, sin excepción se
reputa de la esencia del derecho público. Así tenemos, entre otros, la expropiación,
la indemnización, la concesión, la requisición, la tributación, la no discriminación
arbitraria, la contratación de empréstitos por parte del Estado, las normas sobre ena-
jenación y arrendamiento de los bienes del Estado o que señalen las características
de las monedas y el sistema de pesos y medidas.
ii) Normas que regulan las relaciones económicas entre el Estado y el sector pri-
vado;
En este caso tampoco asistirían dudas sobre su pertenencia al derecho público. Pre-
valece un ordenamiento fundado esencialmente en relaciones de poder, o sea, de
superioridad y subordinación, con sujeción a cuyas normas unos imparten órdenes
que otros han de obedecer. Se puede hacer mención en este caso, a las medidas que
aplica la autoridad para hacer eficaces las limitaciones y obligaciones del dominio
que deriven de su función social, a fin de regular el mercado y la competencia
cuando presentan deficiencias, actuando para ello sobre los precios, la calidad, can-
tidad y distribución de los productos ofrecidos, los impuestos, aranceles y subsidios.
iii) Normas aplicables exclusivamente a éste caso en el cual cabe dilucidar si son o
no comunes para los particulares y el Estado en cuanto empresario
El orden público rige en este caso en el sentido que los derechos, libertades y ga-
rantías reconocidos en la Constitución y las leyes no pueden ser renunciados por
los particulares, en sus estipulaciones recíprocas, cuando hacerlo transgrede un
principio o norma estimado de relevancia supraindivual por el derecho en el sentido
objetivo.
92
El profesor J.L. Cea sostiene que “la legislación económica común exigida por la
Constitución se opone a la discriminación arbitraria en favor o en contra del Estado
y de los particulares, pero que en su composición se podrán hallar principios y pre-
ceptos de derecho público, de derecho privado y de orden público, los que tendrán
que ser iguales para todos los sujetos involucrados”.
Para J.L. Cea, los objetivos del Orden Público Económico emanan de los principios
valóricos que sobre el hombre, la comunidad y el Estado se encuentran plasmados
en la carta fundamental, de manera que el Derecho debe regular el proceso econó-
mico según puntos de vista valorativos y finalisticos que fluyen del ideal de Dere-
cho en relación con la Constitución Económica, correspondiéndole a la ciencia eco-
nómica el establecimiento de los medios técnicos que deben aplicarse para alcanzar
tales fines.
De esta forma, el Orden Público Económico debe ser interpretado y aplicado con
sujeción a los valores que modelan la institucionalidad política, social y económica
proclamada en la Constitución.
93
BIBLIOGRAFÍA SEGUNDA PARTE
94
TERCERA PARTE:
La presente Guía de Clases, se agrega al material didáctico que la Cátedra del Pro-
fesor don Manuel Astudillo Astudillo pone a disposición de la misma, a través de
esta publicación de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad
Central de Chile.
Concepto
O sea, la precisión del concepto que nos preocupa, es justamente la libertad de los
sujetos económicos para establecer una oposición o rivalidad con otros que tienen
una aspiración común con él. Esas aspiraciones se manifiestan en el mercado, dónde
los participes deberían intervenir en él mediante decisiones autónomas e indepen-
dientes de los demás competidores, de forma de lograr una mayor eficacia de su
sistema productivo, pasando la competencia a constituir Aquélla fuerza rectora pro-
clamada por los economistas clásicos, que impulsa a una empresa individual a la
1
Diccionario de la Lengua española. Real Academia Española. 21º Edición, Tomo I, Madrid, 1992.
reducción del precio de sus productos con el objeto de aumentar su participación en
el respectivo mercado.
Entre estos extremos, podemos distinguir otras situaciones, tales como el monopo-
lio bilateral, monopolio parcial, monopolio parcial, oligopolio bilateral, oligopolio,
monopsonio y oligopolio, todo ello dependiendo de las situaciones del minero de
vendedores y numero de compradores que se presentan en un mercado (Uno sólo,
unos pocos, muchos).
La competencia perfecta
Así tendríamos que “un mercado es perfectamente competitivo cuando hay muchos
vendedores pequeños en relación con el mercado, el producto es homogéneo, los
compradores están bien informados, existe libre entrada y salida de empresas y de-
cisiones independientes, tanto de los oferentes como de los demandantes” 2.
Monopolio
Oligopolio
2
Larroulet y Mochón, “Economía”, Mac Graw Hill, Madrid, 1995
3
Alonso y Mochón, “Economía Básica: Chile, una realidad”. Ed. Mac Graw Hill, Santiago, 1994.
4
Larroulet y Mochón, ob. cit. Pág. 208.
El oligopolio de oferta, se presenta cuando la demanda en un determinado mercado
es atendida por unos pocos oferentes, cada uno de los cuales tiene la capacidad para
influir sobre las decisiones de sus competidores o bien de ser influenciado por las
decisiones de éstos. El caso extremo del oligopolio es aquél en que existen sólo dos
productores. (Duopolio).
Estas formas de colusión pueden ser muy variadas. Pueden existir acuerdos sólo
sobre precios, quedando las empresas libres para vender la cantidad que puedan
colocar; y, en otras, el acuerdo consiste sólo en respetar asignaciones de cuotas o
zonas de mercado con bastante libertad de acción.
Las colusiones tácitas, por su parte, se pueden observar con cierta frecuencia en los
mercados oligopólicos, toda vez que existe necesidad de superar la ilegalidad de la
colusión expresa.
Una de estas prácticas que se puede observar, es el reconocimiento de liderazgo de
precios que ejerce una de las empresas de la industria, que es en los hechos recono-
cidos por las demás, a las cuales las restantes se suman evitando toda guerra de
precios. Es común observar este fenómeno en aquellos mercados oligopolistas en
los cuales una de las empresas oligopólicas tiene además el carácter de dominante,
en relación a su importancia en el volumen de la producción total.
Existiendo una empresa dominante que controle parte importante del mercado, es
común observar que ésta se comporte como monopolista en el segmento de mer-
cado que controla, cediendo en los hechos el resto del mercado a las demás peque-
ñas empresas oferentes.
En los mercados cobra gran importancia el comprobar, generalmente, la coexisten-
cia de empresas oferentes de gran y pequeño tamaños, como asimismo, una clara
tendencia hacia la diferenciación de los productos. Estos elementos condicionan el
grado de concentración del mercado, que viene a ser la influencia en el mercado
que tienen los principales vendedores y corresponde a la proporción de ventas que
representan estos vendedores sobre el total de las ventas del mercado. Cuando ma-
yor sea el grado de concentración, el mercado tenderá más a parecer un monopolio5.
Entre los diferentes tipos de prácticas competitivas, entendidas éstas como las que
efectúa un agente económico con la finalidad de disminuir o eliminar los niveles de
competencia en determinado mercado, tenemos : prácticas colusorias; prácticas ex-
clusionarias; y, prácticas de explotación.
Todo acuerdo explícito o tácito entre competidores que actúan en un mismo nivel
del canal de distribución (acuerdos horizontales), que tengan la finalidad de causar
un beneficio en detrimento del resto de los competidores o de los consumidores,
mediante prácticas de cualquier naturaleza que limiten la competencia entre ellos,
constituyen prácticas colusorias y constituyen los denominados “ carteles”, que en
la práctica funcionan de manera equivalente a un monopolio.
Las prácticas colusorias también pueden encontrarse entre miembros de distintos
niveles de la cadena de distribución, constituyendo acuerdos verticales, como po-
dría ser acuerdos colusorios entre compradores y vendedores.
Acuerdos colusorios entre oferentes pueden tener como objeto, entre otros : fijar
precios u otras condiciones de comercialización; limitar la producción o la distri-
bución; repartir mercados, territorios o clientes, convenir posturas en los procesos
de licitación.
5
Larroulet y Mochón, ob.cit. p. 234
Acuerdos colusorios entre demandantes pueden tener por objeto, entre otros, fijar
precios de adquisición; limitar volúmenes de compra; dividirse territorios o provee-
dores, actuar de consuno en el marco de una licitación.
Las prácticas exclusionarias, por su parte, agrupan todas aquellas que tienen por
finalidad impedir el acceso al mercado de nuevos participantes o provocar la salida
forzada de algunos que operan en él, mediante la imposición de barreras de entrada
o acciones de competencia desleal, causando una importante limitación a la libre
competencia en determinado mercado.
Entre las distintas formas que pueden adoptar las prácticas exclusionarias, podemos
reconocer :
Los precios predatorios, que tienen por objeto forzar a los competidores a abando-
nar determinado mercado, en beneficio de un partícipe que tiene una posición do-
minante en el mismo, y que consiste en fijar los precios por bajo su costo por un
período transitorio que la competencia no podrá soportar, para luego una vez que
éstos últimos se retiren lograr una posición monopólica. Este tipo de práctica, ge-
neralmente es posible, cuando existen barreras de entrada en el respectivo mercado,
que se encuentre consolidada una posición de dominio en el mercado, que se cuente
con capacidad financiera para soportar las pérdidas que se generen durante la eje-
cución de la práctica y que los beneficios esperados una vez que se ha obtenido el
propósito predatorio compense los costos de la misma.
Las restricciones verticales, por su parte, también pueden constituir prácticas ex-
clusionarias. Así podemos tener acuerdos entre productores y distribuidores cuyo
objeto sea determinar exclusividad territorial para la distribución o venta; acuerdos
de negociación exclusiva, respecto a la distribución o compra y fijación de precio
de reventa.
Otra forma de prácticas exclusionarias que podemos observan consiste en impedir
el acceso a facilidades relevantes a los demás competidores, de parte de un compe-
tidor que tiene una posición de dominio en un determinado mercado o en mercados
de integración vertical, haciendo imposible la participación de sus competidores.
Por último, dentro de las prácticas exclusionarias debemos mencionar el boicot y la
competencia desleal. Estas prácticas consisten en incitar a terceros a impedir que
negocien con sus competidores, por ejemplo a través de desacreditarlos y otras que
pueden consistir en publicidad falsa o engañosa, sobornos, violación de secretos
industriales y comerciales, etc., todo ello con el fin de limitar la competencia.
Las denominadas prácticas de explotación, consisten en aquellas que puede ejercer
un partícipe en el mercado que obstenta una posición de dominio y que hace abuso
de la misma con el propósito de obtener un beneficio extraordinario. Aquí podemos
encontrar la fijación de precios excesivos con el propósito de apoderarse el exce-
dente del consumidor; la discriminación arbitraria en materia de precios sin que
exista justificación económica o comercial que la sustente; las ventas atadas o con-
dicionadas a la compra de otro producto y la negativa a negociar, cuando se niega
a prestar servicios u ofrecer sus productos a otros partícipes con las cuales compite
en algunos de los niveles del canal de distribución.
Es conveniente señalar que una posición de dominio no constituye en sí un ilícito
competencial. En efecto, una posición de dominio consiste en un partícipe del mer-
cado tiene la potencialidad de actuar en el mismo o tomar decisiones de forma in-
dependiente al resto de sus competidores, sin una capacidad de respuesta efectiva
por parte de estos últimos.
El abuso de dicha posición, sí que constituye un ilícito competencial a través de las
prácticas ya señaladas.
Concepto
7
ESTATUTO JURIDICO QUE FIJA LAS NORMAS PARA LA DEFENSA
DE LA LIBRE COMPETENCIA.
SÍNTESIS DESCRIPTIVA
ASPECTOS PRINCIPALES.
6
Principio de igualdad jurídica. Principio de libertad económica.
El Estatuto Jurídico chileno que fija las normas para la Defensa de la Libre Com-
petencia es el Decreto Ley N° 211 de 1973, publicado en el Diario Oficial de 22
de Diciembre de 1973, y sus posteriores modificaciones, entre las cuales se cuenta
la introducida por la Ley N° 19911 de 14 de noviembre de 2003 y la Ley N°
20.361 publicada en el D.O. del 13 de julio de 2009.
Este estatuto jurídico establece en lo principal:
10
VII FUNCIONAMIENTO DEL TRIBUNAL
El Tribunal tendrá el tratamiento de “Honorable”, y cada uno de sus
miembros, el de “Ministro”.
Además, los artículos 8° y siguientes al 12° inclusive,señalan :
“Artículo 8º.- El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia tendrá
su sede en Santiago
Artículo 9 º.- El Tribunal funcionará en forma permanente y fijará sus
días y horarios de sesión. En todo caso, deberá sesionar en sala legalmente
constituida para la resolución de las causas, como mínimo tres días a la se-
mana.
El quórum para sesionar será de a lo menos tres miembros, y los acuer-
dos se adoptarán por simple mayoría, dirimiendo el voto de quien presida en
caso de 1 Mención corresponde a inciso octavo. empate. En lo demás se estará a lo
dispuesto en el Párrafo 2 del Título V del Código Orgánico de Tribunales, en
cuanto fuere aplicable.
Artículo 9°bis.- Los integrantes titulares y suplentes del Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia deberán efectuar una declaración jurada de
patrimonio, en los mismos términos de los artículos 60 B, 60 C y 60 D de la ley
N° 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración
del Estado.
La declaración de patrimonio deberá efectuarse ante el Secretario del
Tribunal, quien la mantendrá para su consulta pública.
La no presentación oportuna de la declaración de patrimonio será san-
cionada con multa de diez a treinta unidades tributarias mensuales. Transcu-
rridos sesenta días desde que la declaración sea exigible, se presumirá incum-
plimiento del infractor.
El incumplimiento de la obligación de actualizar la declaración de patri-
monio se sancionará con multa de cinco a quince unidades tributarias men-
suales. Las sanciones a que se refieren los incisos anteriores serán aplicadas
por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
El procedimiento se podrá iniciar de oficio por el Tribunal o por denuncia
de uno de sus Ministros. La formulación de cargos dará al Ministro afectado el
derecho a contestarlos en el plazo de diez días hábiles. En caso de ser nece-
sario, el período probatorio será de ocho días. Podrán presentarse todos los
medios de prueba, los que se apreciarán en conciencia. El Tribunal deberá
dictar la resolución final dentro de los diez días siguientes a aquél en que se
evacuó la última diligencia.
No obstante lo señalado en los incisos anteriores, el infractor tendrá el
plazo fatal de diez días, contado desde la notificación de la resolución de multa,
para presentar la declaración omitida o corregirla. Si así lo hace, la multa se
rebajará a la mitad.
Artículo 10º.- La remuneración mensual de los integrantes titulares
del Tribunal será la suma equivalente a la remuneración bruta mensuali-
zada de carácter permanente del cargo de Fiscal Nacional Económico.
Los integrantes suplentes, en su caso, recibirán mensualmente la suma
de treinta unidades tributarias mensuales y, además, la suma de diez uni-
dades tributarias mensuales por cada sesión a la que asistan en la que
no concurra el titular correspondiente, con un máximo de sesenta unida-
des tributarias mensuales, cualquiera que sea el número de sesiones a
las que hayan asistido. En el caso de ausencia injustificada, calificada
por la mayoría de los demás miembros del Tribunal, al ministro titular se
le descontará un monto equivalente al 50% de lo que haya recibido el
suplente que lo hubiera reemplazado.
Artículo 11º.- Los miembros del Tribunal podrán perder su competen-
cia para conocer determinados negocios por implicancia o recusación decla-
radas, en virtud de las causales contempladas en los artículos 195 y 196 del
Código Orgánico de Tribunales.
En todo caso, se presume de derecho que el ministro titular o su-
plente, según corresponda, también estará inhabilitado cuando:
a) El interés en esa causa sea de su cónyuge o de sus parientes
hasta el tercer grado de consanguinidad o segundo de afinidad; o de per-
sonas que estén ligadas al mismo por vínculos de adopción, o de las em-
presas o sociedades en las cuales estas mismas personas sean sus re-
presentantes legales, mandatarios, directores, gerentes o desempeñen
otros cargos directivos, posean directamente o por intermedio de otras
personas naturales o jurídicas un porcentaje del capital de la sociedad
superior al 10%, o que les permita elegir o hacer elegir uno o más de sus
administradores, o ejerzan una influencia decisiva en la administración o
gestión de la sociedad según lo dispuesto por el artículo 99 de la ley Nº
18.045, de Mercado de Valores; y
b) Asesore o preste servicios profesionales a personas naturales
o jurídicas que tengan la calidad de parte en esa causa, o lo haya hecho
en los dos años anteriores a la fecha de ingreso de aquélla o durante la
investigación por parte de la Fiscalía Nacional Económica que la haya
originado.
Sin perjuicio de lo dispuesto en los incisos octavo, noveno y dé-
cimo del artículo 6°, será causal de recusación respecto de los integran-
tes titulares o suplentes, haber sido asesor o prestador de servicios de
alguna de las partes durante el año que preceda a la notificación de la
demanda o la publicación del decreto que ordena la iniciación del proce-
dimiento del artículo 31; la existencia de relaciones laborales, comercia-
les, societarias o en comunidades de carácter profesional, con los abo-
gados o asesores de alguna de las partes, o, el desempeño o ejercicio
profesional en las mismas dependencias, oficinas o inmuebles con estos
últimos, aun cuando ello no revista participación en ingresos o el desa-
rrollo de funciones comunes o coordinadas. Asimismo, será causal de
recusación que el ministro asesore o preste servicios profesionales a
personas naturales o jurídicas que tengan o hayan tenido en los dos años
anteriores a la fecha de ingreso de la causa en cuestión, la calidad de
contraparte de las personas a que se refiere la letra b) del inciso segundo
de este artículo, en algún proceso judicial o de negociación comercial,
que pueda afectar la imparcialidad del ministro.
La causal invocada podrá ser aceptada por el integrante afectado. En
caso contrario, será fallada de plano por el Tribunal, con exclusión de aquél,
aplicándose una multa a beneficio fiscal de hasta veinte unidades tributarias
mensuales al incidentista, si la implicancia o la recusación fuere desestimada
por unanimidad.
En ausencia o inhabilidad de alguno de los miembros titulares, será re-
emplazado por el suplente de su misma área profesional, salvo que esta
regla impida al Tribunal sesionar con el quórum mínimo establecido en
el artículo 9°.
Si por cualquier impedimento, el Tribunal careciere de integrantes titu-
lares o suplentes para formar quórum, se procederá a su subrogación por mi-
nistros de la Corte de Apelaciones de Santiago, de acuerdo a lo dispuesto en
el Código Orgánico de Tribunales.
A los miembros del Tribunal se les aplicarán los artículos 319 a 331 del
Código Orgánico de Tribunales, con excepción de lo dispuesto en el artículo
322.
Artículo 11 bis.- Sin perjuicio de las incompatibilidades estableci-
das en el artículo 6°, los integrantes titulares y suplentes del Tribunal no
podrán ser administradores, gerentes o trabajadores dependientes, ni
asesorar o prestar servicios profesionales, a personas naturales o jurídi-
cas que hayan tenido la calidad de parte en alguna causa que conoció el
respectivo ministro, por el plazo de un año contado desde que dicho mi-
nistro cesó en su cargo, salvo que la dictación de la sentencia sobre una
causa que hubiera conocido el ministro se encontrare pendiente, en cuyo
caso el término de un año se contará desde la notificación de la senten-
cia.
La infracción de esta prohibición será sancionada con inhabilita-
ción absoluta para desempeñar cargos públicos por el período de cinco
años y con una multa a beneficio fiscal equivalente al último año de re-
muneraciones percibidas en el cargo, sanciones que serán aplicadas por
la Corte Suprema a requerimiento de cualquier interesado. El requeri-
miento a que alude el inciso precedente señalará con claridad y precisión
los hechos que configuraren la infracción y a él se acompañarán o se
ofrecerán, si fuera el caso, los medios de prueba en que se fundaren. Si
el requerimiento no cumpliere estos requisitos, el pleno, convocado al
efecto, lo declarará inadmisible en cuenta, sin más trámite.
Admitido a tramitación el requerimiento, el Presidente de la Corte
Suprema dará traslado de éste al inculpado el que deberá ser evacuado
dentro de los ocho días hábiles siguientes a la fecha de recepción del
oficio respectivo, que le será remitido junto con sus antecedentes por la
vía que se estime más expedita.
Evacuado el traslado o transcurrido el plazo previsto en el inciso
precedente, el Presidente de la Corte citará a una audiencia en que se
recibirá la prueba que se hubiere ofrecido y designará el ministro ante el
cual deberá rendirse. Efectuadas las diligencias o vencidos los plazos
sin que se hubieren evacuado, ordenará traer los autos en relación ante
el pleno de la Corte Suprema, especialmente convocado al efecto. La
Corte Suprema sólo podrá decretar medidas para mejor resolver una vez
terminada la vista de la causa.
Cualquiera de las partes podrá comparecer ante la Corte Suprema
hasta antes de la vista de la causa.
La sentencia que acoja la sanción a que se refiere este artículo,
dará derecho a quien se estime afectado a interponer recurso de revisión
del fallo en que haya participado el sancionado, cuando considerare que
su actuación y decisión fue perjudicial a sus intereses.
Artículo 12º.- Los miembros del Tribunal de Defensa de la Libre Com-
petencia cesarán en sus funciones por las siguientes causas:
a) Término del período legal de su designación;
b) Renuncia voluntaria;
c) Destitución por notable abandono de deberes;
d) Incapacidad sobreviniente. Se entiende por tal, aquélla que impide al
integrante ejercer el cargo por un período de tres meses consecutivos o de
seis meses en un año;
e) Incurrir en cualquiera de los casos contemplados en los incisos
octavo y siguientes del artículo 6º.
Las medidas de las letras c), d) y e) precedentes se harán efectivas por
la Corte Suprema, a petición del Presidente del Tribunal o de dos de sus miem-
bros, sin perjuicio de las facultades disciplinarias de la Corte Suprema.
La resolución que haga efectiva la destitución deberá señalar los he-
chos en que se funda y los antecedentes tenidos a la vista para acreditarlos.
Producida la cesación en el cargo, si el tiempo que le restare fuere superior a ciento
ochenta días deberá procederse al nombramiento del reemplazante de conformidad a
las reglas establecidas en el artículo 6º de esta ley. En el caso de las letras b), c) y d)
precedentes, el reemplazante durará en el cargo el tiempo que restare del respectivo
período.””
11
VIII ATRIBUCIONES Y DEBERES DEL TRIBUNAL
FUNCIÓN CONTENCIOSA
FUNCIÓN PROPOSITIVA
“”4) Proponer al Presidente de la República, a través del Ministro de Estado que co-
rresponda, la modificación o derogación de los preceptos legales y reglamentarios
que estime contrarios a la libre competencia, como también la dictación de preceptos
legales o reglamentarios cuando sean necesarios para fomentar la competencia o re-
gular el ejercicio de determinadas actividades económicas que se presten en condicio-
nes no competitivas””
12
FUNCIÓN RESIDUAL
“”5)Las demás atribuciones y deberes que le señalen las leyes.””
DE LAS NOTIFICACIONES:
Artículo 21 º.- La notificación del requerimiento o de la demanda, con
su respectiva resolución, será practicada personalmente por un ministro de fe,
entregando copia íntegra de la resolución y de los antecedentes que la moti-
van. El Tribunal podrá disponer que se entregue sólo un extracto de estos do-
cumentos.
La resolución que reciba la causa a prueba deberá notificarse por
cédula. Transcurridos 30 días hábiles, contados desde la dictación de di-
cha resolución sin que ésta se hubiere notificado, el Tribunal procederá
a notificarla de conformidad con el inciso cuarto.
Las sentencias definitivas deberán notificarse personalmente o
por cédula.
Las demás resoluciones serán notificadas por cualquier medio se-
guro que las partes de común acuerdo fijen y en subsidio por el estado
diario. En el caso de que opten por medios electrónicos, la notificación
deberá suscribirse mediante firma electrónica avanzada.
Tendrán el carácter de ministro de fe para la práctica de las diligencias
previstas en este Título, además del Secretario Abogado del Tribunal,
DE LA CONCILIACION Y LA PRUEBA
Artículo 22º.- Vencido el plazo establecido en el artículo 20, sea que
se hubiere evacuado o no el traslado por los interesados, el Tribunal podrá
llamar a las partes a conciliación. De no considerarlo pertinente o habiendo
fracasado dicho trámite, recibirá la causa a prueba por un término fatal y co-
mún de veinte días hábiles. Acordada una conciliación, el Tribunal se pronun-
ciará sobre ella dándole su aprobación, siempre que no atente contra la libre
competencia. En contra de la resolución que apruebe una conciliación podrá
deducirse, por personas admitidas a litigar que no hubieren sido parte en ella,
el recurso de reclamación a que se refiere el artículo 27.
Serán admisibles los medios de prueba indicados en el artículo 341 del
Código de Procedimiento Civil y todo indicio o antecedente que, en concepto
del Tribunal, sea apto para establecer los hechos pertinentes. El Tribunal po-
drá decretar, en cualquier estado de la causa y aun después de su vista,
cuando resulte indispensable para aclarar aquellos hechos que aún parezcan
obscuros y dudosos la práctica de las diligencias probatorias que estime con-
venientes.
Las partes que deseen rendir prueba testimonial deberán presentar una
lista de testigos dentro del quinto día hábil contado desde que la resolución
que reciba la causa a prueba quede ejecutoriada. En todo caso, sólo se ad-
mitirán por punto de prueba, declaraciones de tres testigos por cada
parte, salvo que el tribunal, a petición fundada al presentarse la lista de
testigos, amplíe dicho número. No regirá respecto de los testigos lo es-
tablecido en los artículos 358, 360, número 2, 373, 374, 376, 377 y 378 del
Código de Procedimiento Civil.
Las diligencias a que dé lugar la inspección personal del Tribunal, la
absolución de posiciones o la recepción de la prueba testimonial, serán prac-
ticadas ante el miembro que el Tribunal designe en cada caso, el que podrá
efectuar las preguntas que estime convenientes, impedir que las decla-
raciones y las preguntas de las partes se desvíen hacia aspectos irrele-
vantes o inadmisibles y resolver de plano las objeciones que le fuesen
formuladas.
Las actuaciones probatorias que hayan de practicarse fuera del territo-
rio de la Región Metropolitana de Santiago, podrán ser conducidas a través
del correspondiente juez de letras, garantizando su fidelidad y rápida expedi-
ción por cualquier medio idóneo. Las demás actuaciones serán practicadas a
través del funcionario de planta del Tribunal que se designe al efecto.
El Tribunal dispondrá el registro de todas las audiencias a que hu-
biere lugar en forma íntegra, por cualquier medio que asegure su fideli-
dad.
La prueba instrumental podrá presentarse hasta diez días antes de
la fecha fijada para la vista de la causa. A solicitud de parte, el Tribunal
podrá decretar reserva respecto de terceros ajenos al proceso o confi-
dencialidad incluso respecto de las demás partes, de aquellos instrumen-
tos que contengan fórmulas, estrategias o secretos comerciales o cual-
quier otro elemento cuya revelación pueda afectar significativamente el
desenvolvimiento competitivo de su titular. Los instrumentos que tengan
carácter reservado o confidencial en virtud de lo dispuesto en el inciso
segundo de la letra a) del artículo 39, deberán presentarse siempre en tal
carácter por la Fiscalía Nacional Económica, y el Tribunal deberá mante-
ner la reserva o confidencialidad de los mismos.
Sin perjuicio de lo anterior, de oficio o a petición de parte, el Tribu-
nal podrá ordenar a la parte que corresponda, en cualquier etapa del pro-
ceso e incluso como medida para mejor resolver, que prepare una ver-
sión pública del instrumento para que las otras partes ejerzan su derecho
a objetarlo u observarlo.
Si la referida versión pública es insuficiente como antecedente vá-
lido para fallar la causa, el Tribunal podrá decretar de oficio y por resolu-
ción fundada, el término de la reserva o confidencialidad del instrumento,
y ordenará ponerlo en conocimiento de las demás partes.
El Tribunal apreciará la prueba de acuerdo a las reglas de la sana crí-
tica.
Artículo 23º.- Vencido el término probatorio, el Tribunal así lo declarará
y ordenará traer los autos en relación, fijando día y hora para la vista. El Tribu-
nal deberá oír alegatos de los abogados de las partes cuando alguna de éstas
lo solicite.
Artículo 24º.- Las cuestiones accesorias al asunto principal, salvo lo
dispuesto en el artículo siguiente, serán resueltas de plano, pudiendo el Tribu-
nal dejar su resolución para definitiva.
PROCEDIMIENTOS:
Artículo 31º.- El ejercicio de las atribuciones a que se refieren los nú-
meros 2) y 3) del artículo 18, así como la emisión de los informes que le sean
encomendados al Tribunal en virtud de disposiciones legales especiales, se
someterán al siguiente procedimiento:
1) El decreto que ordene la iniciación del procedimiento se publi-
cará en el Diario Oficial y en el sitio de Internet del Tribunal y se notificará,
por oficio, a la Fiscalía Nacional Económica, a las autoridades que estén
directamente concernidas y a los agentes económicos que, a juicio ex-
clusivo del Tribunal, estén relacionados con la materia para que, en un
plazo no inferior a quince días hábiles, éstos y quienes tengan interés
legítimo puedan aportar antecedentes.
Tratándose de materias que se relacionen especialmente con zo-
nas determinadas, podrá ordenar que la notificación también se practi-
que mediante la publicación de un aviso en los periódicos locales res-
pectivos.
El Tribunal arbitrará siempre las condiciones necesarias para que
todos los intervinientes puedan imponerse del expediente.
2) Vencido el plazo anterior, quienes hayan ejecutado o celebrado,
o se propongan ejecutar o celebrar los hechos, actos o contratos consul-
tados, podrán evaluar las recomendaciones que hubiere efectuado la Fis-
calía Nacional Económica en la etapa de aporte de antecedentes y comu-
nicar por escrito al Tribunal su concordancia con las mismas.
3) Vencido el plazo señalado en el número 1, el Tribunal deberá
citar a una audiencia pública, la cual se llevará a efecto dentro de un plazo
no inferior a quince días ni superior a treinta días contado desde la noti-
ficación, la que se practicará mediante un aviso publicado en el Diario
Oficial y en el sitio de Internet del Tribunal, para que quienes hubiesen
aportado antecedentes puedan manifestar su opinión.
En caso de efectuarse la comunicación a que se refiere el número
2, el Tribunal tendrá un plazo de quince días para citar a la audiencia pú-
blica, contados desde que haya sido recibida dicha comunicación, la que
deberá llevarse a efecto de conformidad con lo señalado en el párrafo
precedente.
4) Si las autoridades, organismos o personas referidos en los números
anteriores3 no informaren en los plazos que el Tribunal les fijare al efecto, éste
podrá prescindir del informe.
5) De oficio o a petición del interesado, el Tribunal podrá recabar y re-
cibir los antecedentes que estime pertinentes.
Las resoluciones o informes que dicte o emita el Tribunal en las mate-
rias a que se refiere este artículo, podrán ser objeto del recurso de reposición.
Las resoluciones de término, sea que fijen o no condiciones, sólo podrán
ser objeto del recurso de reclamación a que se refiere el artículo 27. Dicho
recurso deberá ser fundado y podrán interponerlo el o los consultantes,
el Fiscal Nacional Económico y cualquiera de los terceros que hubieren
aportado antecedentes de conformidad con lo dispuesto en el número1.
Artículo 32º.- Los actos o contratos ejecutados o celebrados de
acuerdo con las decisiones del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia,
no acarrearán responsabilidad alguna en esta materia, sino en el caso que,
posteriormente, y sobre la base de nuevos antecedentes, fueren calificados
como contrarios a la libre competencia por el mismo Tribunal, y ello desde que
se notifique o publique, en su caso, la resolución que haga tal calificación.
En todo caso, los Ministros que concurrieron a la decisión no se enten-
derán inhabilitados para el nuevo pronunciamiento.
X. LA FISCALIA NACIONAL ECONOMICA.
NATURALEZA JURIDICA
Artículo 33º.- La Fiscalía Nacional Económica será un servicio público
descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propio, independiente
de todo organismo o servicio, sometido a la supervigilancia del Presidente de
la República a través del Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción.
EL FISCAL NACIONAL ECONOMICO:
La Fiscalía Nacional Económica tendrá su sede en Santiago. Es-
tará a cargo de un funcionario denominado Fiscal Nacional Económico,
que será nombrado por el Presidente de la República mediante el proceso
de selección de altos directivos públicos previstos en el párrafo 3° del
Título VI de la ley Nº 19.882. Durará cuatro años en su cargo, pudiendo
renovarse su nombramiento una sola vez.
El Fiscal Nacional Económico cesará en sus funciones por las si-
guientes causales:
a) Término del período legal de su designación;
b) Renuncia voluntaria aceptada por el Presidente de la República;
c) Destitución por negligencia manifiesta en el ejercicio de sus fun-
ciones.
d) Incapacidad.
La remoción por las causales señaladas en las letras c) y d) será
dispuesta por el Presidente de la República, con el informe favorable de
la Corte Suprema, a requerimiento del Ministro de Economía, Fomento y
Reconstrucción. El informe favorable deberá ser emitido por el pleno de
la Corte, especialmente convocado al efecto, y deberá reunir el voto con-
forme de la mayoría de sus miembros en ejercicio.
Al Fiscal Nacional Económico le corresponderá ejercer tanto la je-
fatura superior como la representación judicial y extrajudicial del servi-
cio.
Sin perjuicio de los requisitos generales para ingresar a la Admi-
nistración Pública, el Fiscal deberá acreditar título de abogado y diez
años de ejercicio profesional o tres años de antigüedad en el servicio.
Artículo 34º.- El Fiscal Nacional Económico podrá designar Fiscales
Adjuntos para actuar en cualquier ámbito territorial cuando la especialidad y
complejidad o urgencia de una investigación así lo requiera.
Los Fiscales Adjuntos tendrán las atribuciones que el Fiscal Nacional
les delegue.
PRINCIPIO DE INDEPENDENCIA :
En su edición fueron eliminados los diálogos entre profesor y estudiantes y las in-
troducciones de enlace entre una sesión y otra. En la edición se introdujeron subtí-
tulos y notas de pie de página con el objeto de orientar de mejor forma al lector.
En esta oportunidad nos corresponde iniciar el estudio de los derechos de los con-
sumidores y su régimen jurídico de protección. Tal vez la primera interrogante que
puede surgir de la sala, es justamente preguntarse: ¿por qué los sistemas jurídicos
contemporáneos han tenido que disponer de regímenes jurídicos que reconocen un
importante número de derechos a los consumidores, en cuanto tales, que interviene
en las relaciones de consumidores y proveedores, que crea sistemas de protección
para los consumidores, que impone nuevos principios en la contratación y coloca
nuevos medios para solucionar los diferendos?
1
Las proyecciones que acompañaron la exposición del Prof. Astudillo, fueron publicadas separada-
mente para los cursos de los años 1997 y 1998.
132
Un sistema de libre mercado, como el nuestro, precisa para ser eficiente que los
mercados se desenvuelvan en condiciones de libre competencia entre los provee-
dores. Por otra parte, las relaciones de mercado deben ser transparentes y en situa-
ción de equilibrio.
Estos son los intereses que se encuentran en ese lugar concreto y abstracto, a la vez,
que es el mercado. ¿Y que podemos apreciar? En primer lugar, si observamos su
estructura podremos apreciar que los bienes y servicios obedecen a una producción
masiva, estimulada por economías de escalas, por la división del trabajo y los avan-
ces tecnológicos. Los oferentes, normalmente, presentan un alto grado de concen-
tración en la industria respectiva, la cual presenta un cierto grado de organización
que les permite relacionarse a través de acciones de competencia, pero también a
través de acciones de colusión, ya sean éstas expresas o tácitas.
133
concentraciones que le permitan abusos de posición dominante, resguardan infor-
mación sobre la tecnología o los componentes utilizados en sus productos, pueden
llegar a formar carteles, adoptar acuerdos de repartición de zonas de mercados, etc.
Por otra parte, los consumidores siendo muchísimos más que los productores, en-
frentan, sin embargo, de manera individual sus relaciones de mercado. En conse-
cuencia, se presenta una situación de desequilibrio una oferta organizada versus una
demanda atomizada y desperdigada.
134
Notables avances, muestra también nuestra Región: El Código del consumidor de
Brasil y las legislaciones de México y Argentina son un buen ejemplo.
Actualmente, el estatuto jurídico que rige las relaciones entre Consumidores y pro-
veedores es la Ley Nº 19.496, publicada en el Diario Oficial el 7 de marzo de 19973
Vino a reemplazar a la Ley Nº 18.223, que no era mas que un catalogo de seis faltas
y un delito menor que un proveedor podía cometer en sus relaciones de mercado
con los consumidores.
Ardua fue la tramitación del estatuto jurídico que será el centro de nuestra preocu-
pación en este curso, más de cinco años en el Congreso Nacional. Interesante tra-
bajo que se puede recomendar, para los que puedan tener algún interés, es el examen
de la historia fidedigna de la ley. Allí podrán apreciar como connotados libre mer-
caditas de este país no pueden entender que una eficiente legislación de protección
a los derechos del consumidor constituye una de las más importantes contribuciones
al sistema de libre mercado, pues refuerza la competencia y desenmascara la com-
petencia desleal.
Una eficiente legislación de protección a los derechos del consumidor es una ga-
rantía para los buenos, serios y eficientes oferentes de bienes y servicios.
Estamos pues en presencia de una joven legislación, que será el objeto de nuestro
siguiente estudio. Y aún cuando le encontremos deficiencias, como producto de
nuestro análisis, deberemos reconocer que sí estamos en presencia de un estatuto
jurídico acorde con el desarrollo de la disciplina en el derecho comparado.
3
Empezó a regir 90 días después de su publicación, de acuerdo a lo dispuesto por el Art. 10 transi-
torio.
135
2.- ÁMBITO DE APLICACIÓN DEL ESTATUTO JURÍDICO
El estatuto jurídico, la Ley Nº 19.496, señala que tiene por objeto normar las rela-
ciones entre proveedores y consumidores, establecer las infracciones en perjuicio
del consumidor y señalar el procedimiento aplicable en estas materias4.
El consumo está estrechamente ligado con las necesidades. Las personas consumen
bienes y servicios para satisfacer sus más variada gama de necesidades. El consumo
es un acto, en consecuencia, de carácter esencial en la vida del ser humano.
Sin embargo, el estatuto jurídico en estudio no regula todos los actos de consumo,
sino sólo alguno de ellos. En otras palabras, esto quiere decir que cuando estamos
en presencia de un acto de consumo, no necesariamente el mismo se ha de regir
jurídicamente por la ley de protección de los derechos del consumidor.
En primer lugar debemos observar el acto jurídico al cual ha dado origen el acto de
consumo que se trate. Este debe presentar dos características: 1) Debe ser oneroso
y 2) debe tener la característica de mercantil para el proveedor y de civil para el
consumidor.
136
jurídico oneroso. Distinta sería la situación si la tienda regala a una institución de
beneficencia una cantidad determinada de camisas. Allí también habría un acto de
consumo, pero no habría un acto jurídico oneroso, pues la donación no lo es.
En segundo término, el acto jurídico a que dio origen el acto de consumo, debe
tener el carácter de mercantil para el proveedor y civil para el consumidor, de con-
formidad a lo preceptuado por el Código de Comercio, fundamentalmente.
Pues puede significar que si yo compro un computador para mi negocio, ese acto
de consumo no tenga las características de civil para el consumidor y en consecuen-
cia no quede regido por la ley en estudio.
Ya observamos el acto jurídico: deben estar presente la onerosidad por una parte y
debe tener carácter de mercantil para el proveedor y civil para el comprador. Ahora,
deberemos observar los sujetos que intervienen en el acto de consumo, o sea, pro-
veedor y consumidor.
El consumidor5 , que puede ser persona natural o jurídica, debe adquirir, utilizar o
disfrutar del bien o servicio como destinatario final. ¿Que queremos decir? Si bien
la ley no ha definido el concepto de destinatario final, a nuestro juicio debemos de
entender que ello implica que el bien o servicio, de la forma adquirida, transformado
o incorporado a otro bien o servicio, no debe ser puesto nuevamente en un mercado.
En caso alguno ello significa que el consumidor debe directamente ser quien con-
suma, utilice o disfrute el bien o servicio, pues en tal caso estaríamos en el absurdo
que cuando compramos un regalo de bodas el comprador no sería consumidor final.
De esta forma, si el tendero de Sucupira6 en unos de sus viajes a Santiago, compra
un equipo de música en Almacenes París, que se encontraba en oferta, para luego
ponerlo a la venta en la vitrina de su negocito, está realizando un acto de consumo
de aquéllos que no rige la ley en estudio.
5
El concepto de consumidores se encuentra en el Art. 1.1 de la ley.
6
Pequeña localidad ficticia.
7
El concepto de proveedores se encuentra definido por el artículo 1.2. De la Ley.
137
Por lo tanto, si tomo la sección de avisos económicos de El Mercurio, y me dirijo a
comprar un refrigerador a una señora que ocasionalmente lo ha puesto en venta, ese
acto de consumo no está regido por las disposiciones de la Ley Nº 19.496. Razón:
la vendedora no tiene habitualidad en la venta de electrodomésticos.
Ahora sí, tenemos todos los elementos que han de identificar la aplicación de la
norma legal en estudio.
Sobre este punto, habría que agregar solamente que el legislador estableció dos ex-
cepciones9: Le serán aplicables las disposiciones de esta ley a los actos de comer-
cialización de sepulcros o sepulturas (la hemos denominado la excepción tétrica) y
aquéllos en el proveedor se obligue a suministrar al consumidor el uso o goce de un
inmueble por períodos determinados, continuos o discontinuos, no superiores a tres
meses siempre que lo sean amoblados y para fines de descanso y turismo. (La he-
mos denominado la excepción resort)
8
Art. 2, inc. primero de la ley.
9
Art. 2, inciso segundo, de la ley.
138
Pasemos ahora a reconocer los derechos que el legislador ha reconocido al consu-
midor en nuestro ordenamiento jurídico.
139
con información veraz y oportuna? - ¿Como elegir libremente si puedo ser discri-
minado en el mercado? - ¿Como elegir libremente sino cuento con el derecho a la
seguridad en el consumo? Como elegir libremente si no cuento con el derecho a ser
reparado e indemnizado en los casos que proceda? - ¿Cómo elegir libremente si no
cuento con el derecho a la educación para un consumo responsable?
¿Que quiere decir esto? Que no puedo renunciarlos al contratar, pero sí podría ha-
cerlo posteriormente, por ejemplo, en una instancia de conciliación.
Aquí se consagra el principio de libertad para elegir el bien o servicio, de entre los
bienes y servicios disponibles. Este principio de libertad está perfectamente enca-
denado con la conducta esperada a la demanda en los mercados competitivos. Este
concepto de libertad implica la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una
manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos15. En otras
de sus acepciones, el sujeto actúa con falta de sujeción y subordinación. Insisto, en
que esto sería imposible para el consumidor sin el reconocimiento de los demás
derechos.
El acto de consumo es un proceso que tiene por objeto satisfacer necesidades hu-
manas mediante la utilización de bienes y servicios16. Y ya decíamos anteriormente
que este era un proceso multidimensional. ¿Cómo elegimos los bienes y servicios?
El objeto de consumo va a ser observable por el consumidor y a la vez va a ser
valorable por distingas jerarquías de valor: valor de uso; valor de intercambio; valor
de signo.
13
Art. 4º de la ley.
14
Ver el Art. 3º de la ley.
15
Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, 21º edición, Tomo II, Madrid, 1992.
16
Infante y otros, “No se consuma en el Consumo”, CPEIP, Santiago, 1997.
140
Expliquemos: el bien que observamos lo vamos a valorar en atención a su uso, o
sea, vamos a apreciar su utilidad, el grado de satisfacción que llegará a proporcio-
nar, las necesidades que habrá de satisfacer directa e indirectamente, su comodidad;
en seguida, lo apreciaremos por su valor de intercambio, evaluaremos la relación
utilidad/precio y emitiremos un juicio; luego, apreciaremos su valor signo, lo que
quiere decir qué significa su posesión a los ojos propios y de los demás. Este último
elemento tiene gran importancia en las economías de consumo, éste último consti-
tuye un instrumento de jerarquía social y los bienes de visibilidad externa pasan a
ser elementos característicos de determinados estratos sociales, que lo hacen reco-
nocibles y le dan pertenencia.
Ahora, este proceso de valoración múltiple antes de consumir obedece tanto aun
proceso racional como a un proceso emotivo. El ideal de un consumo responsable
no puede ser sinónimo de un consumo racional. Eso a mi juicio, es imposible. Los
hombres somos razón y emoción, vivimos un momento histórico, somos también
cultura y conformamos sociedad. Ese es el sujeto que frente al escaparate debe ele-
gir libremente entre los bienes y servicios que éste ofrece. Tres elementos serán
fundamentales al efecto: priorización de necesidades, educación e información.
141
Los quiero invitar a un viaje imaginario de compras. Hemos priorizado como una
necesidad el contar con aceite para nuestros alimentos. Nos dirigimos al “Jumbo”,
tomamos el carro y nos detenemos ante la góndola de los aceites de cocina. ¿Ob-
servemos como se comporta nuestro Super Consumidor?
142
Ha elegido “aceite de oliva, chileno, del valle del Huasco, corriente” Su elección
no ha terminado, quedan sí menos alternativas. El problema es que en el valle del
Huasco hay varios productores de aceite de oliva corriente que muestran sus enva-
ses en el Supermercado. Nuestro consumidor deberá acercarse, verificar igualdad
en el contenido, (todos 500 CC), que tienen una acidez máxima de 0.75º, 100%
zumo de aceituna, que no contienen aditivos y que se encuentran lejanos a su fecha
de vencimiento.
Al fin tiene en sus manos tres productos homogéneos. Ahora debe elegir el que
tenga un menor precio.
No quise cansarlos con el proceso de consumo de nuestro Super-Consumidor. El
propósito ha sido despertar en ustedes una reflexión sobre la complejidad de este
proceso que pretende regular nuestra legislación. Ahora Uds. dirán ¿cómo será este
caballero cuando concurre al Supermercado? Y sin lugar a dudas soy tan mal con-
sumidor como la mayoría de mis compatriotas. Tenemos la percepción de ser muy
malos consumidores y con malos consumidores nada sacamos con tener la legisla-
ción más sabia. Con buenos consumidores no necesitaríamos, seamos extremistas,
ninguna legislación. Esta percepción negativa nace de aquél cuento realidad: pedi-
mos en una Fuente de Soda un Barros Luco y el mozo nos trae un Barros Jarpa.
Alguien se percata y nos dice que devolvamos el pedido, pero nosotros contesta-
mos: “No importa, el Barros Jarpa también me gusta”...
17
Art. 3º, letra b), de la ley.
18
Veraz que dice, usa o profesa siempre la verdad. Diccionario Lengua Española, ob.cit.
143
El contenido de la información con respecto al bien o servicio ofrecido y a las con-
diciones relevantes de los mismos, va a estar dada, sin lugar a dudas, por la natura-
leza, propiedades e idoneidad del bien o servicio de que se trate.
Para hacer posible este derecho al consumidor, el proveedor tiene algunos deberes
que vamos a reconocer:
1. Debe respetar los términos, condiciones, modalidades ofrecidos y convenidos
para el entrega del bien o la prestación del servicio19. O sea, la oferta obliga al
proveedor, aún antes de contratar. Si en un aviso publicitario se ofrece una marca y
modelo de computador con determinados software incorporado, no podría al mo-
mento de contratar desconocer los términos de la oferta.
Este deber del proveedor es importante, pues su cumplimiento lo libera, por otra
parte, de las obligaciones de garantía que se derivadas del derecho a opción por
parte del consumidor, a los cuales nos vamos a referir más adelante.
3. No puede como anunciante de su producto inducir a error o engaño respecto de21:
144
una polera de procedencia brasileña que contiene 99% algodón y 1% material sin-
tético, si en la realidad tiene una composición exactamente al revés.
b) La idoneidad del bien o servicio para los fines que se pretende satisfacer. En este
caso, podríamos imaginar que se faltaría a este deber si se publicitase una máquina
lavadora de ropa que además plancha las camisas de forma automática. Hasta dónde
sabemos, no existe bien en el mercado con tales propiedades.
c) Las características relevantes del bien o servicio. Sin lugar a dudas, la determi-
nación de que es no es relevante con respecto al bien o servicio va a ser una cuestión
a determinar caso a caso, dependiendo fundamentalmente de la naturaleza del
mismo. Si en un aviso publicitario se nos dice que un Tour a Cancún, todo incluido,
tiene un determinado precio y se omite decimos que el traslado de Santiago a Can-
cún es por vía terrestre, a mi juicio, se estaría induciendo a error o engaño con
respecto a las características relevantes del servicio.
d) El precio del bien o la tarifa del servicio y el costo del crédito. Buscando un
ejemplo al afecto, me imagino un aviso en el periódico que resalta el precio de un
televisor en $ 10.000.- y omite indicar que ese valor corresponde a una cuota, siendo
el precio total 24 cuotas de $ 10.000 c/u.- O bien, que indique una tasa de interés
para el crédito y omita señalar que esa tasa es sobre saldo insoluto reajustable.
Ya que estamos en este punto, que es la inducción al error o engaño a que puede
inducir el proveedor cuando actúa como anunciante de los bienes y servicios que
145
oferta, permítanme que los llame a la reflexión sobre el mensaje publicitario. Sí-
ganme con estas definiciones y luego la discutimos entre todos:
Inducir, significa instigar, persuadir, mover a uno; error, significa concepto equi-
vocado o juicio falso; engaño, significa dar a la mentira apariencia de verdad; men-
saje, es un conjunto de señales, signos o símbolos que son objeto de una comunica-
ción; y, publicidad es la divulgación de noticias o anuncios de carácter comercial
para atraer a posibles compradores, espectadores, usuarios, etc.22.
146
música de fondo sólo interrumpido por un bip que señala que no sólo el proceso de
lavado ha concluido, sino que por arte de magia surge la camisa perfectamente
planchada, no me cabe duda que todos lo que estamos en esta sala diremos que nos
están sometiendo a un engaño, pues sabemos realmente que hoy no existe en el
mercado ninguna máquina que presente tal idoneidad. Sin embargo, esta exhibición
no ha concluido, el segundo spot nos muestra ahora a un dueño de casa, de esos que
también existen sólo en T.V., fornido, buen mozo, de tez tostada, camisa italiana
de botones abiertos para mostrar el pecho velludo, que se acerca al refrigerados para
extraer una cerveza, cuya forma e isótopo es el objeto central del close up, y que en
un arranque varonil destapa con los dientes dando origen a una exuberante espuma
y luego a una neblina de hielo seco que al disiparse deja a descubierto a una hermosa
mujer con poca ropa. Todo ello acompañado de música ad-hoc. Estoy seguro que
los señores aquí presente, no se les ocurriría correr al mercado para adquirir la cer-
veza que en su interior contiene una mujer hermosa o al juez para denunciar que
han sido víctima de un engaño, pues dicha mujer no se encuentra en la botella ad-
quirida. ¿Díganme ustedes, que diferencias hay entre ambos spots de T.V. que aquí
he relatado? Así, pues, lo que quiero probar es que en definitiva, el elemento engaño
o la apariencia de verdad de una mentira, va a estar determinado por la lectura que
haga del mismo el receptor del mensaje publicitario. Este subjetivismo, nos trae
dificultades que en otra oportunidad trataremos de resolver: ¿El mensaje publicita-
rio admite tantas lecturas como receptores existen?
¿Cómo debe hacerse? El precio o tarifa debe indicarse de un modo claramente vi-
sible, de manera que haga posible al consumidor efectivamente su derecho de libre
elección antes de su adquisición. Si los bienes se exhiben en vitrinas, anaqueles, o
estanterías, allí se debe indicar sus respectivos precios. En aquellos casos en que el
23
Ver Art. 30º de la ley.
147
consumidor no pueda conocer por sí mismo el precio del bien o servicio, el provee-
dor debe mantener un listado de precios o tarifas de manera permanente y visible.
El precio debe contener el valor total del bien o servicio que se trate, o sea, debe
incluir los impuestos correspondientes, como es el caso del IVA.
148
que las habituales con excepción de aquellas que consistan en una simple rebaja del
precio” 27.
Las bases deberán estar conformadas por el conjunto de condiciones que habilitan
al consumidor para acceder a los beneficios concedidos en la oferta o promoción.
Cuándo el contenido de la promoción se trate de concursos o sorteos28, se deberá
informar al público sobre el monto o número de premios de aquéllos y el plazo en
que se podrán reclamar. Veamos un ejemplo. La empresa de helados que ofrece
palitos premiados con “vale otro”. ¿Qué nos debería decir? 1) Hasta que fecha va a
durar la promoción. 2) Hasta cuándo podemos reclamar el premio y dónde. 3) Nú-
mero de palitos que tendrán premio y, 4) en este caso, difundir los resultados de la
promoción. A mi juicio, la obligación de difundir adecuadamente los resultados de
concursos o sorteos no sólo procede para informar de los premios a los favorecidos,
sino también para dar transparencia sobre el cumplimiento de lo ofrecido en la co-
rrespondiente promoción.
27
Art., 1º, Nº 7 de la ley.
28
Ver Art. 35º de la ley.
149
9. Información adicional en las ventas al crédito29. El precio al contado y la tasa de
interés a aplicarse en los períodos normales y de mora constituyen información bá-
sica en esta materia que debe estar señalada en vitrina. Además, el proveedor tiene
la obligación de informar sobre los montos de pagos adicionales a que puede dar
origen el crédito, tales como los costos por apertura de línea de crédito; las alterna-
tivas de montos, número de pagos y periodicidad; y, forma de calcular los gastos
que vayan a corresponder a la cobranza de créditos impagos.
Una de las formas más clara en que esta situación se puede presentar es en la nega-
ción injustificada de venta o prestación de servicios, en las condiciones ofrecidas31.
Observemos la situación: Los proveedores no pueden negar injustificadamente la
venta de bienes o la prestación de servicios comprendidos en sus respectivos giros
en las condiciones ofrecidas. Fíjense ustedes que estamos en presencia de un límite
al derecho de propiedad. ¿De quién son los bienes que ofrece el proveedor? Son de
éste, sin lugar a duda, y por tanto podría hacer uso de los atributos del dominio y
enajenarlos a quién el libremente disponga. En este caso no. El hecho de ser un
proveedor de aquéllos que el estatuto jurídico define y de ofertarlos bajo ciertas
condiciones que ha impuesto, le impide negar su venta al consumidor que acepta
tales condiciones y que expresa su intención de adquirirlos.
150
señala que no queda en stock, podría ser frecuente. ¿Que podría alegar el provee-
dor? Que su negativa de venta no es injustificada, pues los elementos de vitrina no
están para la venta sino para una muestra de exhibición. En efecto, una vitrina co-
rresponde a un diseño de exhibición que comprende la distribución de diversos ele-
mentos que conforman un conjunto estético. Si se fueran extrayendo uno a uno los
elementos dicho conjunto perdería su objetivo. Por otra parte, muchos de los bienes
exhibidos pierden su idoneidad, debido a su exposición a la luz solar, la contami-
nación, etc. que no los hace comerciables.
Ahora, ustedes sospecharán que determinar cuándo estamos en presencia de un dis-
criminación arbitraria no siempre va a ser cosa fácil. Veamos al respecto:
Entendemos que si el Casino de Viña del Mar sólo admitiera en sus salas de juegos
a personas con ojos azules, ello constituiría una discriminación arbitraria. Pero en-
tendemos, en cambio, que si no presta los servicios a quienes no ingresen con saco
y corbata, no es una discriminación arbitraria en contra de los que usan sólo poleras,
sino que constituye una condición del servicio que pueden cumplir los que deseen
acceder al mismo. De igual forma, la condición que no se prestará servicio en un
Bar a ebrios, no constituye evidentemente una discriminación arbitraria en contra
de estos últimos. Pero, el letrero “El establecimiento se reserva el derecho de admi-
sión”, evidentemente transgrede el principio de no discriminación arbitraria. En otra
ocasión, podríamos hacer varios ejercicios para estudiar con mayor profundidad
esta situación compleja y tratar de descubrir algunos enunciados que deberían con-
ducir a coadyuvar la correcta apreciación de cada hecho en particular.
151
Aunque no tenga una directa relación con la discriminación arbitraria, quiero apro-
vechar este punto para referirme a la mención que ha hecho el legislador sobre los
sistemas de seguridad y vigilancia que pueden mantener los proveedores en sus
establecimientos. Al respecto ha establecido que éstos están especialmente obliga-
dos a respetar la dignidad y derechos de las personas32 .
Curioso es que en una sociedad que se define como democrática y por muchos como
postmoderna, el legislador tenga que llamar la atención especialmente a los provee-
dores para que sus sistemas de seguridad, especialmente respeten la dignidad y de-
rechos de las personas. Ello nos debe sonrojar, a lo menos. Por otra parte significa
que el legislador debió haber comprobado que no siempre los proveedores cumplen
en estos aspectos tan fundamentales.
152
El concepto de reparación está ligado a enmendar, corregir o remediar; arreglar una
cosa que esta rota o estropeada y a desagraviar o satisfacer al ofendido 33. Se pre-
tende hacer efectiva esta acción de reparación mediante la garantía que debe ofrecer
el proveedor al consumidor con respecto al bien proveído o al servicio prestado, la
cual puede tener como fuente la ley o el contrato.
Ahora bien, sin embargo esta acción de reparación puede ser insuficiente para re-
sarcir el daño o perjuicio ocasionado, para lo cual nacerá el derecho del consumidor
a indemnización de todos los daños, tanto materiales como morales.
153
3) Cuando cualquier producto, por deficiencias de fabricación, elaboración, mate-
riales, partes, piezas, elementos, sustancias, ingredientes, estructura, calidad o con-
diciones sanitarias, en su caso, no sea enteramente apto para el uso o consumo al
que está destinado o al que el proveedor hubiera señalado en su publicidad. O sea,
cuando se presente un defecto en el producto que no lo haga idóneo para el consumo
al cual está destinado. Es el caso del par de zapatos cuya suela se separa del cuero
en la primera postura.
5) Cuando la cosa objeto del contrato tenga defectos o vicios ocultos que imposibi-
liten el uso a que habitualmente se destine.
6) Cuando la ley de los metales en los artículos de orfebrería, joyería y otros sea
inferior a la que en ellos se indique. O sea, la compra del anillo de 18 quilates, que
en realidad tiene uno inferior; y, he dejado para el último...
154
el derecho a opción establecido en el artículo 20º. De otra forma el precepto estu-
diado no tendría razón de existir.
34
Ver ara 22º de la ley.
155
6) En el caso que se opte por la devolución de la cantidad pagada, el plazo para
ejercer la opción se contará desde la fecha de la correspondiente factura o boleta y
no se suspenderá en caso alguno. Si la devolución se acordare después de los plazos
que le permiten al vendedor recuperar el Impuesto al valor agregado ya pagado, el
consumidor sólo tendrá derecho a recuperar el precio neto del bien, excluido los
impuestos correspondientes.
El párrafo 5º del Título III de la ley se refiere sobre la materia que a continuación
examinaremos. En primer lugar hay que señalar que dichas normas sólo tendrán el
carácter de supletorias en lo no previsto por las normas especiales que regulen la
provisión de determinados bienes o servicios36. Este derecho a la seguridad en el
consumo, implica también la protección de la salud y el medio ambiente.
156
de sus bienes. Estamos, por ejemplo en presencia de productos altamente inflama-
bles o tóxicos, que pueden requerir prevenciones en su manipulación. En estos ca-
sos, el deber del proveedor es incorporar en los mismos, o en instructivos anexos,
las advertencias e indicaciones necesarias para que su empleo se efectúe con la ma-
yor seguridad posible.
2. Los servicios riesgosos38. Lo mismo que lo anterior es válido para los servicios
riesgosos. Sin embargo, aquí el deber del prestador del servicio no sólo consiste en
informar al consumidor las providencias preventivas que deban observarse, sino
también debe adoptar todas aquellas medidas que resulten necesarias para que el
servicio se realice en adecuadas condiciones de seguridad. Por ejemplo, podríamos
pensar en el servicio de fumigación domiciliaria.
38
Ver Art. 46 de la ley.
39
Ver inciso segundo del Art. 49 de la ley.
40
Art. 8, letra b) de la ley.
157
El derecho del consumidor a la educación para un consumo responsable, es un de-
recho que el consumidor no puede exigir del proveedor, sino que de manera difusa
es exigible a toda la sociedad, las cual debe orientar el proceso educacional formal
e informal y a través de todas sus instancias en materia de consumo, hacia un con-
sumo responsable.
“Así tenemos que las organizaciones para el defensa del consumidor podrán tener
entre sus funciones las de informar, orientar y educar a los consumidores para el
adecuado ejercicio de sus derechos y brindarles asesoría cuando la requieran”41.
Por otra parte, con respecto al Servicio Nacional del Consumido, se establece que
corresponderá especialmente a este servicio, entre otros “formular, realizar y fo-
mentar programas de información y educación al consumidor”42.
41
Art. 58º, segundo inciso, letra a) de la ley.
42
Ver Art. 16º de la ley.
158
10.- NORMAS DE EQUIDAD EN LOS CONTRATOS DE ADHESIÓN
3) Pongan de cargo del consumidor los efectos por deficiencias, omisiones o errores
administrativos, cuando ellos no le sean imputables.
159
sin necesidad de expresar causa y solicitar que se nombre otro por el juez letrado
competente.
Otras disposiciones relativas a los contratos de adhesión que podemos señalar por
su importancia, son44:
Sin embargo, el mismo legislador establece que los contratos que consten en idioma
extranjero tendrán validez, cuando el consumidor lo acepte expresamente, mediante
su firma en un documento escrito en idioma castellano anexo al contrato, y quede
en su poder un ejemplar del contrato en castellano, versión que se estimará como
auténtica en caso de dudas, para todos los efectos legales.
El estatuto jurídico estable un régimen sancionatorio que consiste en faltas penadas con
multa a beneficio fiscal que se expresan en unidades tributarias mensuales.
160
Los invito a revisar las principales figuras del catalogo de sanciones:
– No rotulación52.
– Reincidencias53
161
6.- Hasta 300 UTM.
57
Ver Art. 23º de la ley.
58
Ver Art. 40º de la ley.
59
Ver Art. 40º de la ley.
60
Art. 40º, inc. tercero de la ley.
61
Ver Art. 41º de la ley.
162
4) Garantía legal y convencional62. En cualquier documento, deberá constar el plazo
por el cual el proveedor se hace responsable del servicio o reparación. En todo caso
la garantía legal es de 10 días hábiles, contados desde la fecha en que hubiere ter-
minado la prestación del servicio o, en su caso, se hubiere entregado el bien repa-
rado. El juez si estimare procedente el reclamo, dispondrá se preste nuevamente el
servicio sin costo para el consumidor o, en su defecto, la devolución de lo pagado
por éste al proveedor. Sin perjuicio de lo anterior, quedará subsistente la acción del
consumidor para obtener la reparación de los perjuicios sufridos.
62
Ver Art. 42º de la ley.
63
Ver Art. 43º de la ley.
64
Ver inciso 2º. Art. 50 de la ley.
65
Ver inciso primero, Art. 50º de la ley.
163
2.- Sistema jurisdiccional.
f) Fallo71. Rendida la prueba o practicadas las medidas para mejor resolver que se
decreten, el juez deberá fallar la causa dentro de los cinco días siguientes a aquél
en que se haya notificado por el estado diario la resolución que cite a las partes a
oír sentencia. Sabemos que en los juzgados de policía local no existe el medio de
notificación por estado diario, en consecuencia tengo entendido que lo han reem-
plazado por la notificación mediante expedición de carta certificada.
164
sólo para los efectos de demandar la aplicación de las multas que correspondan. No
obstante, podrá denunciar las infracciones al tribunal competente y hacerse parte en
aquellas causas que comprometan los intereses generales de los consumidores.
h) Denuncias temeraria73. Declarada una denuncia judicial como temeraria por sen-
tencia firme, los responsables serán sancionados con multa de hasta cincuenta uni-
dades tributarias mensuales. En caso de reincidencia, la multa se impondrá doblada,
todo ello sin perjuicio de la responsabilidad civil solidaria de los autores por los
daños que se hubieren producido.
Sin embargo, en este caso, el legislador sólo ofreció como posibilidad el mecanismo
burocrático contemplado en el Título trigésimo tercero del libro I del Código Ci-
vil75. Habría que recurrir a la historia fidedigna de la ley, para apreciar las resisten-
cias que existieron para facilitar la organización de los consumidores en nuestro
país.
73
Ver Art. 56º de la ley.
74
Ver Art. 5º de la ley.
75
Ver Art. 8º de la ley
165
Para ser francos, nos queda la percepción que el legislador quiso presentar al dere-
cho comparado la institución, a sabiendas que su funcionamiento real iba a ser li-
mitado. Eso no sólo por los mecanismos de constitución, sino también por las fun-
ciones encomendadas a estas instituciones, muchísimo más limitadas en otros luga-
res del mundo, y por los medios de financiamiento establecidos.
La ley estableció que este tipo de organizaciones sólo podrán ejercer las siguientes
funciones76 1) difundir el conocimiento de las disposiciones de la ley sus regulacio-
nes complementarias; 2) Informar, orientar y educar a los consumidores para el
adecuado ejercicio de sus derechos y brindarles asesoría cuando la requieran; 3)
estudiar y proponer medidas encaminadas a la protección de los derechos de los
consumidores y efectuar o apoyar investigaciones en el área del consumo; y, 4)
representar a sus miembros y ejercer las acciones a que se refiere la ley en defensa
de aquellos consumidores que le otorguen el respectivo mandato.
Por otra parte, la ley les prohibe77 a) desarrollar actividades lucrativas; b) incluir
como asociado a personas jurídicas que se dediquen a actividades empresariales; c)
percibir ayudas o subvenciones de empresas o agrupaciones de empresas que sumi-
nistren bienes o servicios a los consumidores; d) realizar publicidad o difundir co-
municaciones no meramente informativa sobre bienes o servicios; y, e) dedicarse a
actividades distintas al objeto social dado por la ley.
Por último, en esta materia, la ley entrega prohibiciones con respecto a los miem-
bros de los consejos directivos de estas instituciones78.
El Servicio Nacional del Consumidor, conocido por las siglas SERNAC, es el ser-
vicio público que contempla la ley, funcionalmente descentralizado y desconcen-
trado territorialmente en todas las regiones del país, con personalidad jurídica y
patrimonio propio, sujeto a la supervigilancia del Presidente de la República a tra-
vés del Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción79.
166
con éste, difundir los derechos y deberes del consumidor y realizar acciones de in-
formación y educación del consumidor80.
Ustedes podrán apreciar que los recursos presupuestarios con los cuente el servicio,
van a ser fundamentales para el cumplimiento efectivo de sus funciones82
Bueno, creo que en gran medida hemos podido apreciar los aspectos más importan-
tes relacionados con los derechos de los consumidores en Chile, especialmente en
lo relativo al tratamiento de la Ley Nº 19.496, y podemos dar por concluido su
tratamiento.
80
Ver Art. 58º de la ley.
81
Ver Art. 59º de la ley.
82
Examínese el Art. 60º de la ley, que nos informa sobre la composición del patrimonio del
SERNAC
167
ANEXO Nº 1
* Trabajo presentado por el autor en el curso Monográfico 1804, dictado por el profesor Dr. Mon-
real, programa de Doctorado DC-18, Universidad de Leída, impartido en Santiago de Chile, en el
mes de abril de 1996. Edición: agosto de 1996
1.- PRESENTACIÓN
“Art. 20. El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra priva-
ción, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y garantías
establecidos en el artículo 19, números 1º,2º,3º’ inciso cuarto, 4º, 50, 60, 90 inciso
final, 110, 12º, 130, 15º, 16º en lo relativo a la libertad de trabajo y al derecho a su
libre elección y libre contratación, y a lo establecido en el inciso cuarto, 19º, 21º,
22º, 23º, 24º y 25º podrá ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre, a la Corte de
Apelaciones respectiva, la que adoptará de inmediato las providencias que juzgue
necesarias para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección
del afectado, sin perjuicio de los demás derechos que pueda hacer valer ante la au-
toridad o los tribunales correspondientes.
1
Soto Kloss Eduardo, “El Recurso de Protección, orígenes, doctrina y jurisprudencia”, Editorial
Jurídica de Chile, Santiago 1993.
2
El Acta Constitucional Nº 3 ( D.L. 1552 de 13.9.76, referente a “ Derechos y Deberes” de los
ciudadanos, consagró en su artículo 2, inc. 1º : “ El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o
ilegales sufra privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de las garantías establecidas
en el artículo 1º Nºs 1, 3 inciso cuarto, 7,9,11,12,14, 15 inciso primero, 16, 17, 19 inciso final, 20
inciso séptimo, 22 inciso primero, y en la libertad de trabajo y el derecho de su libre elección, podrá
ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre a la Corte de Apelaciones respectiva, la que adoptará las
providencias necesarias para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección del
afectado, sin perjuicio de los demás derechos que puedan hacer valer la autoridad o los tribunales
correspondientes. La Corte Suprema dictará un auto acordado que regule la tramitación de este re-
curso.”
3
Los derechos y garantías cauteladas por la acción de protección, comprende en consecuencia los
siguientes:
a) El Derecho a la vida. (Art. 19 Nº 1º);
b) La igualdad ante la ley (Art. 19, Nº 2);
169
Si bien sólo el habeas corpus acompañó a la Constitución de 1925, como acción
cautelar de derechos y garantías fundamentales, no es menos cierto que el actual
recurso de protección se entronca en toda la tradición jurídica chilena vigente du-
rante el siglo pasado. En consecuencia, el mismo pasa a constituir un verdadero
retomo a nuestras fuentes, que en opinión del Prof. Soto Kloss, “de cuyo aleja-
miento por no pocos juristas y jueces resultaron funestas consecuencias para el
desarrollo institucional chileno”4.
c) Derecho a ser juzgado por tribunales que establezca la ley y que se hallen establecidos con ante-
rioridad por ésta. (Art. 19, Nº 30 inciso cuarto.)
d) Respeto y protección a la vida privada y pública y a la honra de la persona y su familia. (Art. 19,
Nº 40)
e) Inviolabilidad del hogar y de toda forma de comunicación privada. (Art. 19, Nº 50)
f) La libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los
cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público.
(Art. 19, Nº 60).
g) Derecho a elegir el sistema de salud al que desee acogerse, sea éste estatal o privado. (Art. 19, Nº
90 inciso final)
h) La libertad de enseñanza. (Art. 19, Nº 110)
i) La libertad de emitir opinión y la de informar. (Art. 19, Nº 12º).
j) Derecho a reunirse pacíficamente sin permiso previo y sin armas. (Art. 19, Nº 130).
k) Derecho de asociarse sin permiso previo (Art. 19, Nº 150)
1) Libertad de trabajo en lo que se refiere a la libertad de trabajo y al derecho a su libre elección y
libre contratación; ninguna clase de trabajo puede ser prohibida, salvo que se oponga a la moral, a
la seguridad o a la salubridad pública, o que lo exija el interés nacional y una ley lo declare así. (Art.
19, Nº 160). m) El derecho de sindicarse en los casos y forma que señale la ley. (Art. 19, Nº 190)
a) El derecho a desarrollar cualquiera actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden
público o a la seguridad nacional, respetando las normas legales que la regulen.( Art. 19, Nº 210).
ñ) La no discriminación arbitraria en el trato que deben dar el Estado y sus organismos en materia
económica. (Art. 19, Nº 220)
o) Libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes, excepto las señaladas en la disposición
constitucional (Art. 19, Nº 230)
p) El derecho de propiedad. (Art. 19, Nº 240)
q) El derecho de propiedad autoral. (Art. 19, Nº 250)
r) El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. (Art. 19, Nº 80)
4
Soto Kloss, obr, citada. pp. 11 y 12.
5
“Art. 19. La Constitución asegura a todas las personas: Nº 21. El derecho a desarrollar cualquiera
actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional,
respetando las normas legales que la regulen. El Estado y sus organismos podrán desarrollar activi-
dades empresariales o participar en ellas sólo si una ley de quórum calificado los autoriza. En tal
caso, estas actividades estarán sometidas a la legislación común aplicable a los particulares, sin
perjuicio de las excepciones que por motivos justificados establezca la ley, la que deberá ser, asi-
mismo de quórum calificado”.
170
una acción jurisdiccional tendiente única y exclusivamente a cautelar la disposición
constitucional en comento. El informe técnico del Ejecutivo, que recaía sobre el
proyecto de ley que habría de dar origen a la Ley Nº 18.971, de fecha 10 de marzo
de 1990, prevenía sobre la ineptitud del recurso de inaplicabilidad, por infracción a
la Constitución, y a una ley que autorizar una incursión empresarial del Estado y
que el recurso de protección presentaría dificultades para la finalidad de evitar in-
fracciones al Art. 19, Nº 21 de la Constitución, así por ejemplo el reducido plazo
para interponerlo; el saneamiento de la infracción estatal si no se interpone en dicho
plazo; y, por último, la necesidad de que lo formalice únicamente quién sufra ac-
tualmente privación, perturbación o amenaza en el ejercicio del derecho de empren-
der, u otro en su nombre, pero siempre existiendo un interés actualmente compro-
metido6.
Cualquier persona podrá denunciar las infracciones al artículo 19, número 21, de la
Constitución Política de la República de Chile.
La acción podrá intentarse dentro de seis meses contados desde que se hubiere pro-
ducido la infracción, sin más formalidad ni procedimiento que el establecido para
el recurso de amparo, ante la Corte de Apelaciones respectiva, la que conocerá de
ella en primera instancia.
6
Plaza G. Paola y Faret Casas-Cordero Lorena. “Recurso de Amparo Económico”, Memoria de
prueba para optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Central,
Santiago de Chile, 1994, pp. 137 y 138
171
“Si la sentencia estableciere fundamentadamente que la denuncia carece de toda
base, el actor será responsable de los perjuicios que hubiere causado”.
El presente trabajo tendrá por objeto analizar los principales aspectos de esta acción
cautelar denominada Recurso de Amparo Económico, estableciendo un paralelo
con el recurso de protección ya mencionado.
Se estima necesario enmarcar la institución en estudio dentro del contexto del Or-
den Público Económico y de la Constitución Económica.
7
Bertelsen, Actas oficiales de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución, sesión 338, Pág.
2.906.
8
El autor, citando a Farjat, en “Guía de Clases, El Orden Público Económico”, Universidad La
República, 1991.
172
reglamentarias mediante las cuales el Estado preserva el bien económico de la Na-
ción”9.
Cabe señalar, sin embargo, que en nuestro país se pueden distinguir dos momentos
en el reconocimiento del concepto de Orden Público Económico, ampliamente re-
cogidos por la jurisprudencia de nuestros tribunales superiores de Justicia.
De lo visto hasta el momento, nos permite apreciar que bajo el concepto de Orden
Público Económico se contienen elementos de una política económica determinada,
la que sólo puede ser recogida por el Estado de Derecho en la medida que se funde
en los principios que obedecen a un sello ideológico concreto que se expresan en
las normas constitucionales que cristalizan los principios, derechos, garantías e ins-
tituciones que le son propia12.
9
Monografías de estudiantes de pregrado, Cátedra de Derecho Económico, Prof. M. Astudillo A.,
años 1994 a 1996, Universidades La República, Central e Internacional SEK.
10
El autor, Guía de Clases citado.
11
Cea José Luis, Tratado de la Constitución de 1980, p. 129.
12
Zúñiga Francisco, U., “Constitución y Amparo Económico”, original en biblioteca del autor p.2.
173
Por otra parte, se debe concordar con el Prof. J.L. Cea en el sentido que “se incurre
en un error cuando se identifica el Orden Público Económico con la locución tradi-
cionalmente usada en el derecho privado”13.
En efecto, el concepto clásico de orden público hunde sus raíces en una de las acep-
ciones que el derecho romano reconocía a la expresión” ius publicum”. La doctrina
recuerda que, según una definición que se hace remontar a Ulpiano, el derecho pú-
blico es el que se refiere al modo de ser, es decir, a la organización, gobierno y
administración del Estado romano, mientras que, según el mismo jurista, el derecho
privado es el que atañe a la utilidad de los particulares14.
Arias Ramos, señala que la locución “ius publicum” es empleada también en otra
acepción distinta a la señalada. En un sentido más restringido, se alude con tal con-
cepto a una parte de las normas reguladoras de relaciones entre particulares, es de-
cir, a un grupo recogido dentro de las que, en la expuesta definición de Ulpiano,
constituyen el derecho privado. Allí se encuentran las disposiciones, que refirién-
dose a relaciones entre particulares, éstos no pueden convenir en modificarlas,
siendo sustraídas a la determinación de su autonomía de la voluntad. Colin y Capi-
tant, señala que el orden público es el orden dentro del Estado, es decir una cierta
organización necesaria para el buen funcionamiento del Estado, pero además exis-
ten un gran número de disposiciones que tocan el orden público porque las reglas
que ellas contienen parecen indispensables para mantener la seguridad, la morali-
dad pública, las relaciones pacíficas de los ciudadanos y la comodidad de sus rela-
ciones económicas. Junto a ellos tendríamos, además, aquellas reglas de protección
como las referidas a la capacidad de las personas y aquellas que tienen como objeto
impedir que uno de los contratantes abuse de su superioridad económica en detri-
mento de otros para imponerles condiciones leoninas15.
En consecuencia, valen las interrogantes que se plantea el Prof. J.L. Cea: “¿Es tal
orden (el orden público económico) una categoría de derecho privado o de derecho
público?; ¿Es, tal vez, un concepto distinto de los nombrados, con naturaleza pecu-
liar, que impide encajarlo en ellos?; ¿Se trata, en fin, de una especie dentro de la
noción genérica de Orden Público a que, con disímiles connotaciones, aluden la
Constitución y las leyes chilenas?”.
13
Cea J.L., obr. Citada. p. 139
14
Streeter Jorge, P., “Apuntes de Clases, El Orden Público Económico”, Universidad de Chile.
15
Streter Jorge P., obr. Citada. Citando a Arias Ramos, “Derecho Romano”; y, Colin y Capitant,
Curso Elemental de Derecho Civil Francés”.
174
Para responder, el autor recuerda que en el proceso económico de un país participan
el Estado y los particulares, siendo distintas la naturaleza de las reglas jurídicas que
rigen las siguientes situaciones que pueden presentarse: 1) normas que establecen
y rigen la acción del Estado y sus organismos en la economía, dónde no habría duda
que estas engarzan con la esencia del derecho público; 2) normas que regulan las
relaciones económicas entre el Estado y los particulares, sobre las cuales no existi-
ría duda sobre su pertenencia al derecho público, con la prevención de la tendencia
señalada García Pelayo que este llama” difuminación de limites” entre lo público y
lo privado; y 3) normas aplicables en las cuales cabe dilucidar si son o no comunes
para los particulares y el Estado, en cuanto a empresario. En esta situación se pue-
den suscitar discusiones, porque el ámbito del derecho privado en la economía es
algo que depende de los valores plasmados en la Constitución. “Menester es tener
en cuenta que el orden público rige en el tercero de los ámbitos referidos en el
sentido de que los derechos, libertades y garantías reconocidos en la Constitución
y las leyes no pueden ser renunciados o los particulares, en sus estipulaciones recí-
procas, cuando hacerle transgrede un principio o norma estimado de relevancia su-
praindividual por el derecho en el sentido objetivo”16.
Hay que distinguir, por tanto, las funciones del Estado y sus organismos en el plano
económico: la directiva o rectora de la economía de un país y la participativa como
gestor y productor directo de bienes y servicios17.
Para J.L. Cea, el Orden Público Económico debe ser interpretado y aplicado con
sujeción a los valores que modelan la institucionalidad política, social y económica
proclamada en la Constitución. En consecuencia, los objetivos del Orden Público
Económico emanan de la axiología que sobre el hombre, la comunidad y el Estado
ha sido plasmada en la Constitución.
El Prof. J.T. Hurtado ha escrito que “el orden económico que se desea establecer en
nuestro país es una economía social de mercado. En la economía social de mercado
16
Cea J.L., Obr. cit. pp. 160 y 161.
17
El autor, Legislación Económica, Central de Apuntes, Ad Libitum, U. Central, 1995
175
el principio rector es la libertad económica que se manifiesta de distintas maneras.
En el régimen de bienes, por una preponderancia de la propiedad privada. En el
régimen de mercado, en cuanto a que se le atribuyen a éste un rol económico y un
rol cultural. El rol económico es el empleo o la utilización de la libre competencia
como el mecanismo dinamizador por excelencia de la economía; y en el orden cul-
tural se estima que esta libertad de mercado de la cual forma parte esta libre com-
petencias es una expresión económica de un principio más amplio de libertad”18.
De esta forma el contenido mismo del Orden Público Económico emanará de aque-
llos principios contenidos en la constitución económica, que se desprenden de las
normas constitucionales que definen y organizan la economía del país.
El profesor Cea, en la obra citada, reconoce como los principios básicos de la Cons-
titución Económica Chilena, la libertad; subsidiaridad; prohibición de la discrimi-
nación arbitraria; planificación; legislación presupuestaria; y, legalidad del gasto
público y discrecionalidad administrativa.
18
Hurtado J.T., C., “El Orden Público Económico” en” La Constitución de 1980, obr. Citada. p.101.
19
Art. 19º. Constitución Política chilena. “La Constitución asegura a todas las personas:
20
Zúñiga Francisco, U., obr. Citada
21
Cea J.L., obr. cit.
176
efectivo el derecho a desarrollar cualquier actividad económica, con la sola limita-
ción de que ella no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacio-
nal, respetando las normas legales que la regulen.
22
Cea J.L., obr. cit. Citado por Zúñiga Francisco, obr. cit.
23
Diccionario de la Lengua Española, Edit. Espasa-Calpe, 19º Ed. Madrid, 1970.
24
Zúñiga Francisco, U., obr. Citada, Pág. 5
25
El profesor Zúñiga, (obr, cit. p. 6), agrega que queda comprendida bajo denominación de Estado
y sus organismos los componentes de la Administración del Estado al tenor de lo prescrito en el Art.
1º de la Ley Nº 18.575 y citando a Jorge Precht Pizarro ( “El Estado Empresario: análisis de la
legislación complementaria constitucional”, en Gaceta Jurídica Nº 80, Santiago, 1987, Pág. 14) se-
ñala que “el posesivo indica muy claro que debe tratarse de organismos incluido dentro de, pertene-
cientes a la Administración del Estado. (Veáse Constitución de 1980 Art. 19 Nº 21; Art. 38 inciso
2º; 60 Nº 7; 60 Nº 8; 60 Nº 9)”.
177
2) una cierta permanencia o duración; 3) posibilidad de realizar un beneficio; 4)
actividad económica que implique producción, intercambio, circulación de bienes
o servicios; 5) concurrencia a un mercado; 6) sujeto de derecho, persona física o
moral; 7) dirección autónoma; y, 8) contabilidad separada o propia26.
El Prof. Zúñiga postula que la actividad empresarial del Estado debe ser analizada
desde la perspectiva del principio de subsidiaridad que condiciona el crecimiento
del sector público, lo que quedaría manifestado en la exigencia que ha impuesto el
constituyente con respecto a la autorización mediante ley de quórum calificado. Por
consiguiente, la subsidiaridad del Estado debe ser entendida “en el sentido que la
Administración no asume tareas de acción directa en materia económica, sino
cuando falte la iniciativa privada, y solo intervendrá (acción indirecta) cuando lo
exijan los intereses superiores de la nación reconocidos y autorizados por el legis-
lativo, así, pues, el principio tendrá como efecto en esta materia el hecho que la
iniciativa privada será el fundamento de la actividad económica, la que deberá ser
estimulada, encauzada y sólo excepcionalmente, y en su caso, suplida o intervenida
por la acción de la Administración”27.
26
Precht Jorge, Pizarro. “El Estado Empresario: Análisis de la Legislación Complementaria Consti-
tucional”. En Gaceta Jurídica Nº 80, Santiago, Chile, 1987. Págs. 15, 16.
27
Zúñiga Francisco, obr. cit., PP. 6 y 7; citando a Oelckerse Camus, Osvaldo: "Reflexiones en tomo
a la Actividad Interventora Económica de la Administración Pública”, en “Estudios en homenaje a
Alex Varela”, Edeval, 1984 p. 243.
28
Zúñiga Francisco, U., ob. cit p. 6: citando a Precht P., J. ob. cit, p. 17.
29
Zúñiga Francisco, U., ob. cit. p.6
178
legislación codificada y dispersa del derecho privado y público que rige la actividad
económica y empresarial de los particulares.
Si bien es cierto que la ley orgánica constitucional que lo estableció, emplea la lo-
cución” Recurso”, son válidos al efecto los mismos argumentos que postulan, para
el caso del Recurso de Protección, que se estaría en presencia de una acción y no
de un recurso, dado el carácter restrictivo y técnico de éstos como “todo medio que
concede la ley para invalidar o dejar sin efecto resoluciones judiciales”30.
En todo caso, el legislador orgánico identifica este recurso especial como una” ac-
ción”31. La institución en comento se trata de una acción popular, o sea, que puede
ser intentada por cualquier persona aún cuando esta no tenga un interés actual en
los hechos denunciados; ello ha quedado confirmado por la jurisprudencia32. En
este aspecto se diferencia del Recurso de Protección, toda vez que éste último debe
ser interpuesto por el propio afectado, que debe tener un interés directo.
En atención al bien jurídico protegido, entendiéndose éste como “aquél valor in-
trínsico a la vida de relación, al que el ordenamiento jurídico reconoce y otorga
protección”33, la jurisprudencia ha sido contradictoria. En efecto, una sentencia de
la Corte de Apelaciones de Santiago de 6 de mayo de 1992 ha manifestado que el
recurso sólo está relacionado con el derecho del Estado y sus organismos para desa-
rrollar actividades empresariales o participar en ella, sólo si una ley de quórum ca-
30
Lira Sergio, H., “El Recurso de Protección”, ed. Lira Sergio, Santiago de Chile, 1992, p. 65,
citando a Fernando Alessandri R, “Ley Orgánica de Tribunales”, p. 411, apuntes de A. Vodanovic,
Ed. Nacimiento, 1936.
31
Zúñiga Francisco, U., ob. cit. p. 7
32
Fallo de la Corte de Apelaciones de Santiago, de fecha 15 de junio de 1992.
33
Cury Enrique, “Orientación para el estudio de la teoría del delito”, Ed. Nueva Universidad Cató-
lica de Chile, Santiago, 1973, p. 49.
179
lificado lo autoriza, restringiendo el mismo a lo establecido en el inciso 2º del nu-
meral 21 del artículo 19 de la Constitución. Sin embargo, la doctrina correcta, está
dada por la propia Corte de Apelaciones de Santiago, en un fallo de 15 de junio de
1992, que en términos amplios reconoce que el bien jurídico protegido sería el de-
recho a desarrollar cualquier actividad económica que sea contraria en el orden mo-
ral, público o de seguridad nacional, (inciso 1º del Nº 21 del Art. 19 de la Constitu-
ción) comprendiendo, asimismo, el bien jurídico contenido en el inciso 2º de la
norma constitucional citada, referida al derecho del Estado y sus organismos para
desarrollar actividades económicas o participar en ella, debidamente autorizado por
una ley de quórum calificado.
Cabe hacer notar que en el caso de los fallos que recaigan sobre recursos de Amparo
Económico que no sean apelados, éstos son igualmente vistas por la Exma. Corte
34
Plaza y Faret, ob.cit. p. 148.
35
Recurso deducido por ASIMET A.G. en contra de CODELCO CHILE.
180
Suprema por la vía de la Consulta, situación no prevista para el Recurso de Protec-
ción.
Por último, cabe hacer notar en el Recurso de Amparo Económico, que si la sen-
tencia estableciere fundamentalmente que la denuncia crece de toda base, el actor
será responsable de los perjuicios que hubiere causado, situación no planteada en
el Recurso de Protección.
5.- CONCLUSIONES
36
Plaza y Faret, ob. cit. p. 151
37
Zúñiga Francisco, U., ob. cit. p.7
181
particulares, cómo es el caso de las referidas a la capacidad, y demás que sustraen
de la autonomía de la voluntad de las partes aquellos pactos que puedan atentar a
aquél orden que enmarca una cierta organización necesaria para el buen funciona-
miento del Estado.
182
5. La Constitución chilena establece una acción jurisdiccional, denominado por la
doctrina Recurso de Protección, de carácter cautelar frente a la privación, perturba-
ción o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y garantías constitucionales
que comprende, toda vez que tutela dieciocho de las veinticinco garantías constitu-
cionales consagradas en el artículo 19 de la Constitución Política, entre ellas las del
Nº 21 del artículo 19 ya referido.
6. Sin perjuicio de lo anterior, el legislador estimó necesario crear una acción juris-
diccional especial de carácter conservador, denominado por la doctrina Recurso de
Amparo Económico, que tiene por objeto restablecer el imperio del derecho. Su
especialidad radica en el hecho que el mismo ha sido establecido sólo para recurrir
de las infracciones al Art. 19, Nº 21 de la Constitución chilena, que consagra el
principio de libertad económica y que regula la actividad empresarial del Estado y
sus organismos.
183
Limitación del tipo infraccional. El Recurso de Amparo Económico procede tra-
tándose de hechos reales, efectivos, concretos y determinados, a diferencia del Re-
curso de Protección que puede ser interpuesto aún cuando un derecho se encuentre
amenazado.
Estatuto Procesal. Las normas procesales que han de regir la tramitación del Re-
curso de Amparo Económico, son las establecidas para el recurso de amparo en la
Constitución Política, el Código de Procedimiento Penal y el Auto Acordado de la
Exma. Corte Suprema de 19 de diciembre de 1932, a diferencia del Recurso de
Protección que en su trámite se rige por el Auto Acordado de la Exma. Corte Su-
prema de 24 de junio de 1992. Los fallos que recaigan sobre recursos de Amparo
Económico que no sean apelados, éstos son igualmente vistos por la Exma. Corte
Suprema por la vía de la Consulta, situación no prevista para el Recurso de Protec-
ción.
Paralelismo cautelar. El paralelismo existente entre ambos recursos, puede pre-
sentar la situación de interposición de dos acciones cautelares, lo que puede ocasio-
nar la dictación de sentencias contradictorias en cuanto a las pretensiones procesa-
les y sus fundamentos.
Responsabilidad por los perjuicios. Por último, cabe hacer notar en el Recurso de
Amparo Económico, que si la sentencia estableciere fundamentalmente que la de-
nuncia crece de toda base, el actor será responsable de los perjuicios que hubiere
causado, situación no planteada en el Recurso de Protección.
184
BIBLIOGRAFÍA ANEXO Nº 1
– Paola Plaza González y Lorena Faret Casas- Cordero “Recurso de Amparo Eco-
nómico”, Memoria de Grado Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales, Univer-
sidad Central, Facultad de Derecho, Santiago, 1994.
– Eduardo Soto Kloss “El Recurso de Protección”. Ed. Jurídico de Chile, Santiago
1992.
185
ANEXO Nº 2
Puede resultar un atrevimiento extrapolar los bienes jurídicos, desde el ámbito del
jus punendi o del derecho penal subjetivo para relacionarlo con un concepto propio
de otra rama del derecho público, como es el Orden Público Económico.
Si bien los bienes jurídicos han sido un tema de preocupación y de desarrollo per-
manente de la Ciencia Penal, a partir de Birnbaum y del justnaturalismo penal, en
la primera parte del siglo pasado, hasta las tendencias políticas-criminales actuales,
el concepto en una acepción amplia excede el jus punendi y lo podemos ubicar con
propiedad en el resto del sistema jurídico. Por ello que Mir Puig postula que debería
utilizarse la expresión “bien jurídico penal”1, cuando este se encuentre reducido al
ámbito del injusto como determinante de la pena.
Por su parte, el concepto Orden Público Económico no ha sido menos pacífico que
el concepto de Bienes Jurídicos, desde Farjat que lo entendía “como un conjunto de
medidas adoptadas por los poderes públicos con el objeto de organizar las relacio-
nes económicas”2, hasta las concepciones materiales que siguiendo a J.L. Cea3, pre-
valecen hoy en la doctrina chilena.
1
Mir Santiago, Puig “Derecho Penal, parte general”, Ed. PPU, Barcelona, 1990.
2
El autor, citando a Farjat, en “ Guía de Clases, El Orden público Económico’, Universidad La
República. 1991.
3
Cea José Luis, en” Tratado de la Constitución de 1980”.
4
Bustos Juan, Ramírez. “Introducción al Derecho Penal” Ed. Ediar-Conosur, Santiago, 1989., p. 20
5
Witker V., Jorge. “Derecho Económico”, Ed. Haría, México, 1985., p. 9, citando a Alfonso Insuela
Pereira.
188
de las necesidades que son base de su existencia. La historia conoce varios modos
de producción económica y a cada uno de ellos corresponde una diferente forma de
organización social. Esa organización supone un conjunto de ideas ordenadoras que
alcanzan a todos los ámbitos de la actividad social y que proveen a su mejor fun-
cionamiento. “En la realidad son las ideologías filosóficas, políticas, económicas y
sociales las que arman, explícita o implícitamente, el modelo de organización de
una sociedad y las que lo proponen como una meta social. En ese sentido, esos
modelos arquetipos de esa constituyen los organización”6.
El presente trabajo no tiene más pretensión que iniciar una primera exploración de
los bienes jurídicos en relación con una visión crítica del concepto de Orden Público
Económico, a partir de la reflexión que la ciencia penal ha efectuado con respecto
a los primeros y con las debidas licencias que ha de permitir su extrapolación desde
su ámbito específico en el jus punendi a un ámbito mayor en el ordenamiento jurí-
dico general y especialmente en el ordenamiento económico de una sociedad.
6
Novoa Eduardo, Monreal. “Obras Escogidas, Una Crítica al Derecho Tradicional”. Ediciones del
Centro de Estudios Políticos Latinoamericanos Simón Bolívar, Santiago 1993. pp. 27 y 28.
7
El autor, “Los bienes jurídicos en el Jus Puniendi”, inédito, 1996.
8
Mir Puig, en ob.cit. p. 138, señala que: “los bienes jurídicos descansan a veces en una realidad
material (así el bien “vida”) y otros en una realidad inmaterial (así el bien “honor”), pero en ningún
caso se identifican conceptualmente con su sustrato.... Aún cuando el bien descanse en una cosa
corporal, su concepto no se agotará en el de ésta, puesto que requiere ser algo más que su ser cosa.
“Citando a Frondizi, señala: “los bienes... son las cosas más el valor que se les ha incorporado”.
189
Este autor, en primer lugar rechaza que el delito constituya una lesión de un dere-
cho, pues el derecho no puede ser disminuido ni sustraído, ello puede suceder sólo
respecto a lo que es objeto de un derecho, es decir “ un bien que jurídicamente nos
pertenece”. Concluye manifestando: “según mi concepción creo que como delito
punible en el Estado, de acuerdo a la naturaleza de la cosa o conforme a la razón,
debe entenderse toda lesión o puesta en peligro, imputable a la voluntad humana,
de un bien que el poder del Estado ha garantizado a todos en forma igual”9
Sin embargo, es con Von Liszt que se completa un ciclo dentro del desarrollo del-
bien jurídico. Para él, no es el ordenamiento jurídico el que crea los bienes jurídicos,
sino la vida, en cuanto ésta es la que genera los intereses que se estiman dignos de
protección del derecho. Ubica el bien jurídico más allá de la lógica jurídica abstracta
–que es lo propio de la dogmática– es el centro de unión con otras ciencias a través
de la política criminal, en cuanto el derecho aparece en razón del hombre11.
Para este autor el bien jurídico “es el interés jurídicamente protegido”, entendiendo
por interés el valor de producción o no producción de una determinada transforma-
ción para el sujeto y por bien, aquello para lo cual tal transformación es de valor.
Señala que “todo el derecho está para favorecer al hombre, todo derecho protege
9
Juan, “Manual...” ob. citada, p. 45, citando a Birnbaum.
10
Ob. citada en nota anterior, p. 47, citando a Binding.
11
Bustos Juan, “Introducción ob, cit. pp. 27 y 28.
190
intereses vitales del hombre. El ser del hombre es pues el bien jurídico; de las dife-
rentes configuraciones de este ser resulta la división de los bienes jurídicos”; en
definitiva, “es el ser humano el bien jurídico, su protección sin excepciones es el
último y más elevado objetivo del ordenamiento jurídico. Pero el ser humano apa-
rece ya como ser del individuo considerado aisladamente o como ser único en el
conjunto de los ciudadanos”12.
De esta manera la posición de Von Liszt es antagónica a Bindig, pues para él los
bienes jurídicos giran en torno al hombre y no del Estado; los bienes jurídicos no
están en la norma, sino que ésta ha de protegerlos; los bienes jurídicos están más
allá de la norma; y, que frente a la insuficiencia del derecho penal para definir los
bienes jurídicos se deba recurrir a la política criminal.
Si bien es cierto que Von Liszt retoma de cierto modo los planteamientos de
Birnbaum, sin embargo, los despoja de todo jusnaturalismo y racionalismo, al pos-
tular que no es un problema de la naturaleza de las cosas ni de lo que señala la razón
pura, sino una cuestión de la vida y da la política.
Las principales tareas dejadas por Von Liszt fueron la oscuridad conceptual que no
permitía diferenciar “bien” e “interés”; la propia imprecisión o vaguedad del con-
cepto bien; y, al ubicar el bien jurídico en la lógica jurídica abstracta lo desposeyó
de toda concreción” y paradójicamente de toda realidad social, a pesar de surgía de
la vida (de la realidad social)...”13.
Para Bustos, una conceptualización del bien jurídico ha de partir desde el punto en
la que la dejara Von Liszt, como lo han hecho Anmelung y Hassemer; a pesar que
para el primero si bien los bienes jurídicos surgen de la vida social, son de carácter
funcional al sistema, llegando por esta vía a la posibilidad que cualquier cosa pueda
adquirir el carácter de bien jurídico con lo que pierde significación, pues ello no
puede implicar limite alguno; y, para el segundo, al postular que los bienes jurídicos
tienen que considerarse desde un punto de vista político criminal general, regre-
sando a los limites planteados en relación con el criterio de necesidad de la inter-
vención, perdiendo nuevamente el bien jurídico como tal su significación propia.
Por tanto, el autor destaca que el punto de partida desde Von Liszt debe considerar
un planteamiento concreto y de constante revisión crítica, con el fin de una mayor
garantía para el ciudadano. O sea, partir del hombre como ser social, pero evitando
determinar esa sociabilidad mediante abstracciones como las de ser igual y libre,
12
Bustos Juan, ob. cit. “Manual...”, p. 48, citando a Franz Von Liszt
13
Ob. cit. nota anterior, p. 48.
191
sino justamente destacando el aspecto relacional de la actividad del hombre. Bustos
ha definido el bien jurídico “como una fórmula normativa sintética concreta de una
relación social dinámica determinada”, lo que implica que el bien jurídico tiene
como base la posición que ocupan los individuos en una relación determinada, la
intermediación que se da entre ellos y la interacción social que opera entre estos
sujetos y entes14.
Con respecto a la naturaleza del bien jurídico se puede distinguir una de carácter
trascendental y otra inmanente.
El criterio de inmanencia de los bienes jurídicos (Binding), postula que éstos son
inmanentes a la norma, por lo cual cada norma tiene y determina totalmente su bien
jurídico, quedando éste reducido a un problema interpretativo, al criterio teleoló-
gico que quiso el legislador.
14
Nota 22, ob. cit. Pág. 29 y 30.
192
dentro de lo cual una norma prohibitiva o de mandato a su vez selecciona un deter-
minado ámbito de ella, especificando unas intercomunicaciones entre los sujetos y
los objetos.
Para el mismo autor, con respecto a la tipicidad, el bien jurídico permite determinar
materialmente a ésta. Por una parte, el tipo solo puede comprender comportamien-
tos desvalorativos, o sea, comportamientos desviados o fallidos en su significación
social, y que por tanto, necesariamente tiene que recogerlos el bien jurídico en el
tipo, en cuanto este es una síntesis de dicha relación social. El criterio de significa-
ción social y de rendimiento social serán los fundamentos para precisar los contor-
nos mismos del tipo, será el único criterio básico de interpretación teleológica. Por
otra parte, el comportamiento concreto va a ser atribuido a ese modelo de compor-
tamiento que representa el tipo, solo puede ser precisado a partir, también, del cri-
terio de la significación y rendimiento social. “Por tanto, la relación fundamental
que es necesario indagar es la relación de atribución del comportamiento dado al
tipo, y esa relación de atribución se determina a partir del bien jurídico, por el cri-
terio de significación social y rendimiento social...” 16.
Complementemos estas visiones de los bienes jurídicos con otras que han registrado
su paso en la ciencia penal.
La colocación del bien jurídico por parte de Von Liszt en la “lógica jurídica abs-
tracta”, agregada la influencia del neokantismo en la doctrina penal alemán, pro-
duce la espiritualización del bien jurídico. Para Honing17, el bien jurídico es “el fin
reconocido por el legislador en los preceptos penales individuales en su fórmula
más sucinta, o bien “como una síntesis categorial con la cual el pensamiento jurí-
dico se esfuerza en captar el sentido y el fin de las prescripciones penales particu-
lares”. De esta forma, se deja desprovisto el concepto de bien jurídico de todo con-
tenido real y concreto, transformándolo en simple ratio legis de los preceptos; o sea,
15
Nota anterior, ob. cit. pp. 18 y 19.
16
Bustos Juan, “Bases, ob. cit. p. 68
17
Nota anterior, ob. cit. p. 49, citando a Honig.
193
el concepto queda reducido a una categoría interpretativa, perdiendo todo su carác-
ter garantista y su carácter de fundamento material del injusto.
Con respecto a las primeras, en forma muy breve, sólo citaremos a Bustos 20, que
manifiesta: “En general, todas estas tendencias sociológicas o sociales, que partes
de alguna determinada base teórica, ya sea funcionalista o bien interaccionista sim-
18
Ob. cit. nota anterior, p. 49 y 50.
19
Id nota anterior.
20
Bustos Juan, ob.cit. “Manual...”, p. 53
194
bólica y se acercan también a posiciones críticas, tienden sólo a señalar determina-
das condiciones para la existencia de un bien jurídico, ya sea en general o en con-
creto, dentro de una sociedad democrática, o bien a intentar precisar su función
garantizadora general; pero al faltar una precisión concreta de su contenido y cone-
xión y ubicación con el sistema social, no aparece suficientemente delineada su
función o significación dogmática y por tanto su carácter garantista específico, es
decir, en relación a fijar los presupuestos normativos de la pena”.
“La Constitución, en suma, debe constituir el “contexto de todas y cada una de las
leyes y normas jurídicas” 21.
La búsqueda y elección de los bienes jurídicos que deben ser protegidos por la
norma penal y la importancia que adquiere la Constitución en dicho proceso, sirven
para remarcar y reforzar ciertas características de grupos humanos, cartas funda-
mentales y sistemas penales que se realizan en la sociedad. Aquí cobra importancia
el conflicto, la confrontación de intereses y la tensión que envuelve la creación de
una Constitución y la dirección valórica del Derecho Penal. García de Entena se
refiere a la tensión constitucional primaria cuando explica la disputa entre una con-
cepción constitucional que se refiere a la Constitución como una” forma vital de los
ciudadanos que participan de la vida del Estado”. Esta tensión es eminentemente
histórico-cultural y con una intensa carga ideológico valorativa. De esta forma, las
valoraciones penales serán informadas por los presupuestos ideológicos y filosófi-
cos que la determinan. Por eso que Hormazábal afirma que “el concepto de bien
jurídico ha de expresar... lo que real y concretamente se protege en cada norma
penal de una determinada sociedad en un determinado período histórico” 22.
En ese mismo sentido, Medina cree ver a Bustos, por cuando éste último señala que
la relación social en una sociedad democrática –punto de partida de su concepto de
bien jurídico– es una relación dialéctica con procesos de “tesis, antítesis y síntesis”
entre los intereses contrapuestos23.
21
Medina Rodrigo, Jara. “Constitución, Bien Jurídico y Derecho Penal”, en Revista Chilena de De-
recho, Facultad de Derecho, Pontificia Universidad Católica de Chile, Vol.20 Nºs 2 y 3, tomo I,
Santiago, Mayo-Diciembre de 1993, p. 305.,(Citando a García de Enterría, Eduardo: La Constitu-
ción como Norma Jurídica, en la Constitución Española de 1978, Ed. Civitas S.A., 1981, pp. 148,
citando a su vez a Zepellius.)
22
Hormazábal Hernán, Malarre. “Bien Jurídico y Estado Social y Democrático de Derecho, PPU.,
Barcelona 1991, p. 139, citado por Medina Jara, ob. cit. p. 304.
23
Bustos Juan, Manual de Derecho Penal, Parte General, Cuarta edición a cargo de Hernán Horma-
zábal M., PPU, 1994, p.11 3, citado por Medina Jara, ob. cit. p. 304
195
El propio Medina Jara24 desarrolla un interesante cuestionamiento a partir de la
afirmación de Hormazábal: “el bien jurídico tiene que partir necesariamente de la
consideración que éste es un producto social que surge históricamente dentro de la
relación social concreta”, por cuanto éste último también agrega que el Estado De-
mocrático es “condición necesaria para hacer efectiva una política penal de protec-
ción de bienes jurídicos”, constituyéndole esencialmente, y que todos los otros bie-
nes estarán “encubiertos” ideológicamente para proteger los intereses del grupo he-
gemónico. En este mismo sentido, Bustos al asentar su posición sobre el bien jurí-
dico en la relación social, señala que “el bien jurídico es un concepto propio a una
sociedad democrática y no a otro tipo de organización social25”
Si bien Medina Jara reconoce la coherencia del argumento, cree conveniente preci-
sar los siguientes aspectos: i) El Estado Social y Democrático de Derecho, junto
con ser una forma de relaciones en sociedad, constituye además una exitosa fórmula
ideológica, entendiendo ésto no sólo desde la perspectiva del encubrimiento de la
realidad, sino además como procesos colectivos que interpelan a los sujetos socia-
les, y que son complejos, relativos e indeterminados. (Concepto amplio de ideolo-
gía de Goran Therborn); ii) La conquista del Estado Social y Democrático de De-
recho, es reciente y circunscrita, en un proceso de perfeccionamiento, a una gran
variedad de matices, lo que hace inviable vincular tan indisolublemente este con-
cepto con el bien jurídico”. Las realidades actuales, tan distintas y parangonables a
la fórmula democrática, pueden concretar “bienes jurídicos” si responden a su reali-
dad social; iii) No parece existir diferencias entre la democracia del consensus ya
asumido, que permitiría que el único referente del Derecho Penal fuera este tipo de
Estado, y la democracia de conflicto, en la cual en esta realidad (el conflicto) la
dinámica es preferente al tipo de Estado.; y, iv) La argumentación de Hormázabal
y Bustos de que el bien jurídico surge de una relación democrática entre personas
concretas no pasaría a ser un argumento ideológico, ya que con ella olvidaría que
la realidad histórica no es efectivamente puramente democrática, siendo múltiples
los poderes públicos y privados que desnivelan la balanza social, económica, polí-
tica y cultural.
24
Ob. cit. p.308.
25
Bustos Juan, “Manual...”, p. 112
196
es el bien del Derecho sino un bien de los hombres reconocido y protegido por el
derecho26.
3. La relación política criminal con el injusto (en el ámbito penal) implica indagar
sobre el núcleo esencial del injusto, que no es otro que el bien jurídico y que esa
indagación tiene necesariamente abarcar la investigación de la relación social con-
creta, pues lo que se protege en definitiva es esa relación social, pasando el bien
jurídico a ser la concreción sintética de ello.
26
Medina Rodrigo, Jara. ob. cit. p. 308.
27
Bustos Juan, “Manual, ob. cit. pp. 51 y 52.
197
4. Para determinar los límites del injusto con respecto a su contenido y alcances se
debe asumir la contradicción que origina el disenso frente al consenso, las valora-
ciones del vencido ante el grupo triunfante y la ideología dominada frente a la ideo-
logía dominante o hegemónica. Por tanto, la norma no puede ser explicada por sí
misma en su contenido y con ello tampoco la antijuricidad, en cuanto ordenamiento
total, ni la tipicidad en cuanto conectada a una norma en particular, (prohibición o
mandato), sino que es necesario buscar el eje de referencia de la regla jurídica, que
es justamente el bien jurídico.
9. Si bien las tendencias inmanentistas convierten al bien jurídico en una pura cate-
goría valorativa, por su formalidad y abstracción, también en las tendencias tras-
cendentalistas se aprecia una orientación a una espiritualización o formalización del
bien jurídico.
10. Las orientaciones hacia la concreción del concepto de bien jurídico, apuntan no
tanto a precisar su contenido como en fijar las condiciones necesarias para su exis-
tencia en una sociedad democrática.
11. Las tendencias inmanentistas hacen girar los bienes jurídicos en torno al Estado
(bien jurídico superior); en cambio, las tendencias trascendentalistas hacen girar los
bienes jurídicos en torno a la persona humana como un individuo., o bien como un
ente social.
198
12. La Constitución no puede ser entendida únicamente desde el punto de vista for-
mal, olvidando la vinculación material –y no abstracta– que se da entre la Consti-
tución y el bien jurídico. Un bien jurídico no es el bien del Derecho sino un bien de
los hombres reconocido y protegido por el derecho. (Von Liszt)
14. Los derechos fundamentales y los bienes jurídicos no son lo mismo, m tienen
las mismas funciones. Su identificación conduce a una formalización de los bienes
jurídicos a nivel constitucional, en una línea doctrinaria inmanentista o espirituali-
zadora.
15. Siguiendo a Von Liszt, no es el ordenamiento jurídico el que crea los bienes
jurídicos, sino la vida, en cuanto ésta es la que genera los intereses que se estiman
dignos de protección del derecho. Ubica el bien jurídico más allá de la lógica jurí-
dica abstracta –que es lo propio de la dogmática– es el centro de unión con otras
ciencias
16. Los bienes jurídicos no están en la norma, sino que ésta ha de protegerlos; los
bienes jurídicos están más allá de la norma.
17. Bustos ha definido el bien jurídico “ como una fórmula normativa sintética con-
creta de una relación social dinámica determinada”, lo que implica que el bien ju-
rídico tiene como base la posición que ocupan los individuos en una relación deter-
minada, la intermediación que se da entre ellos y la interacción social que opera
entre estos sujetos y entes.
18. Si el bien jurídico surge como una síntesis normativa, fijada por el ordena-
miento, de una relación social determinada y dinámica, que implica la interacción
de varios sujetos en conexión con objetos, con un quehacer social y adoptando di-
versas formas y modos, al ordenamiento sólo le cabe fijar o seleccionar ciertas re-
laciones, dentro de lo cual una norma prohibitiva o de mandato a su vez selecciona
199
un determinado ámbito de ella, especificando unas intercomunicaciones entre los
sujetos y los objetos.
19. Si se entiende por bien jurídico, “todo estado social deseable que el derecho
quiere resguardar de lesiones”, se debe concluir que “la suma de los bienes jurídicos
no constituye un montón atomizado, sino el orden social, y, por eso, la significación
de un bien jurídico no ha de apreciarse aisladamente en relación a él mismo, sino
sólo en conexión con todo el orden social”, y
20. Una importante corriente doctrinaria estima que la relación social en una socie-
dad democrática, punto de partida de un concepto de bien jurídico, es una relación
dialéctica con procesos de tesis, antítesis y síntesis entre los intereses contrapuestos.
El bien jurídico parte necesariamente de la consideración que éste es un producto
social que surge históricamente dentro de la relación social concreta. El bien jurí-
dico es un concepto propio a una sociedad democrática y no a otro tipo de organi-
zación social. Un bien jurídico no es el bien del Derecho sino un bien de los hom-
bres reconocido y protegido por el derecho.
28
Alonso Pilar y Mechón Francisco, “Economía Básica, Chile: Una Realidad”, Mc.Graw Hill, San-
tiago, 1994, p. 2.
29
Ob. citada, nota anterior, pp. 3 a 23.
200
La organización que requiere la sociedad económica para enfrentar el problema
económico y tomar las decisiones del qué, cómo, y para quién producir, da origen
al Sistema Económico.
El Régimen Económico, en cambio, viene a ser sólo un elemento del Sistema Eco-
nómico, que se puede conceptualizar como “el conjunto de reglas legales que, en el
seno de un sistema económico dado, rigen las actividades económicas de los hom-
bres, es decir, sus hechos y acciones en materia de producción e intercambio.” Estas
reglas fijan por una parte las relaciones de los hombres con los bienes, lo que plan-
tea el problema de la propiedad; y, por otra, las relaciones de los hombres entre si,
lo que, a su vez, plantea el problema de la libertad económica32.
30
Lajugie J., “Los Sistemas Económicos”, Ed. Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, Cuarta
Edición, 1965, p. 5.
31
Ob. cit., nota anterior. p. 6
32
Id. Nota anterior.
201
de producción, proporción de las principales actividades, relaciones entre las canti-
dades producidas y las cantidades consumidas, entre consumo interno y exporta-
ción, entre sector público y sector privado, entre las diversas formas de empresas,
entre los precios de los diferentes sectores productivos, etc.33)
Todo Sistema Económico, procurará definir “el qué” (¿que vienes producir y en
que cantidad),” el cómo” (¿cómo producir tales bienes y servicios?), y “el para
quién producir” ¿para quién producir? o ¿quiénes consumirán los bienes y servicios
producidos?). La respuesta que dé el Sistema Económico a tales interrogantes, de-
terminará el tipo de Sistema que la sociedad económica instaurará. La adopción de
un tipo de sistema u otro, es producto de un proceso histórico34.
Se debe reconocer “el hecho de que las fluctuaciones ideológicas que se producen
en la vida de los pueblos, especialmente en lo político y en lo económico, tienen un
efecto directo y profundo en el contenido de las normas de Derecho”36.
4.- ORDEN PÚBLICO ECONÓMICO
33
Id. nota anterior, ob. cit. pp. 6 y 7.
34
Alonso y Mochón, ob. cit. p. 32.
35
Medina Rodrigo, ob. cit., p. 304, haciendo referencia a Octavio de Toledo.
36
Novoa Eduardo, Monreal, “Una Crítica al Derecho Tradicional”, Ed. Centro de Est. Pol. latin.
Simón Bolívar, Santiago, 1993, pp. 92 y 93.
37
El autor, “El Recurso de Amparo Económico en el Sistema Jurídico Chileno, inédito, 1996.
202
La historia fidedigna del establecimiento de la Constitución de 1980, señala que el
término Orden Público Económico hace referencia a las “disposiciones constitucio-
nales que inciden en la actividad económica, permitiendo que en ésta se, desarrolle
la libertad humana38.
Cabe señalar, sin embargo, que en nuestro país se pueden distinguir dos momentos
en el reconocimiento del concepto de Orden Público Económico, ampliamente re-
cogidos por la jurisprudencia de nuestros tribunales superiores de Justicia.
38
Bertelsen, Actas oficiales de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución, sesión 338, Pág.
2.906.
39
El autor, citando a Farjat, en “Guía de Clases, El Orden Público Económico”, Universidad La
República, 1991.Monografías de estudiantes de pregrado, Cátedra de Derecho Económico, Prof. M.
Astudillo A., años 1994 a 1996, Universidades La República, Central e Internacional SEK.
40
El autor, Guía de Clases citado.
203
Desde la entrada en vigencia de la constitución de 1925 y hasta la entrada en vigen-
cia de la constitución de 1980, dónde primó el concepto del profesor Raúl Varela:
“es el conjunto de medios y reglas legales que dirigen la economía, organizan la
producción y la distribución de los recursos, en armonía con los intereses de la so-
ciedad” 41.
De lo visto hasta el momento, nos permite apreciar que bajo el concepto de Orden
Público Económico se contienen elementos de una política económica determinada,
la que sólo puede ser recogida por el Estado de Derecho en la medida que se funde
en los principios que obedecen a un sello ideológico concreto que se expresan en
las normas constitucionales que cristalizan los principios, derechos, garantías e ins-
tituciones que le son propia43.
Por otra parte, se debe concordar con el Prof. J.L. Cea en el sentido que “se incurre
en un error cuando se identifica el Orden Público Económico con la locución tradi-
cionalmente usada en el derecho privado”44.
En efecto, el concepto clásico de orden público hunde sus raíces en una de las acep-
ciones que el derecho romano reconocía a la expresión “jus publicum”. La doctrina
recuerda que, según una definición que se hace remontar a Ulpiano, el derecho pú-
blico es el que se refiere al modo de ser, es decir, a la organización, gobierno y
administración del Estado romano, mientras que, según el mismo jurista, el derecho
privado es el que atañe a la utilidad de los particulares45.
41
Monografías de estudiantes de pre-grado, Cátedra de Derecho Económico, Prof. M. Astudillo A.,
años 1994 a 1996, Universidades La República, Central e Internacional SEK.
41
El autor, Guía de Clases citado. Cea José Luis, Tratado de la Constitución de 1980, p. 129.
42
Zúñiga Francisco, U., “Constitución y Amparo Económico”, original en biblioteca del autor. p.2.
43
Cea José Luis, Tratado de la Constitución de 1980, p. 129.
43
Zúñiga Francisco, U., “Constitución y Amparo Económico”, original en biblioteca del autor. p.2.
44
Cea J.L., obr. Citada. p. 139
45
Streeter Jorge, P., “Apuntes de Clases, El Orden Público Económico”, Universidad de Chile.
204
Arias Ramos, señala que la locución “jus publicum” es empleada también en otra
acepción distinta a la señalada. En un sentido más restringido, se alude con tal con-
cepto a una parte de las normas reguladoras de relaciones entre particulares, es de-
cir, a un grupo recogido dentro de las que, en la expuesta definición de Ulpiano,
constituyen el derecho privado. Allí se encuentran las disposiciones, que refirién-
dose a relaciones entre particulares, éstos no pueden convenir en modificarlas,
siendo sustraídas a la determinación de su autonomía de la voluntad. Colin y Capi-
tant, señala que el orden público es el orden dentro del Estado, es decir una cierta
organización necesaria para el buen funcionamiento del Estado, pero además exis-
ten un gran número de disposiciones que tocan el orden público porque las reglas
que ellas contienen parecen indispensables para mantener la seguridad, la morali-
dad pública, las relaciones pacíficas de los ciudadanos y la comodidad de sus rela-
ciones económicas. Junto a ellos tendríamos además, aquellas reglas de protección
como las referidas a la capacidad de las personas y aquellas que tienen como objeto
impedir que uno de los contratantes abuse de su superioridad económica en detri-
mento de otros para imponerles condiciones leoninas46.
En consecuencia, valen las interrogantes que se plantea el Prof. J.L. Cea: “¿Es tal
orden (el orden público económico) una categoría de derecho privado o de derecho
público?; ¿Es, tal vez, un concepto distinto de los nombrados, con naturaleza pecu-
liar, que impide encajarlo en ellos?; ¿Se trata, en fin, de una especie dentro de la
noción genérica de Orden Público a que, con disímiles connotaciones, aluden la
Constitución y las leyes chilenas?”.
46
Streter Jorge P., obr. Citada. Citando a Arias Ramos, “Derecho Romano”; y, Colin y Capitant,
Curso Elemental de Derecho Civil Francés”..
205
en cuenta que el orden público rige en el tercero de los ámbitos referidos en el
sentido de que los derechos, libertades y garantías reconocidos en la Constitución
y las leyes no pueden ser renunciados o los particulares, en sus estipulaciones recí-
procas, cuando hacerle transgrede un principio o norma estimado de relevancia su-
praindividual por el derecho en el sentido objetivo47.
Hay que distinguir, por tanto, las funciones del Estado y sus organismos en el plano
económico: la directiva o rectora de la economía de un país y la participativa como
gestor y productor directo de bienes y servicios48.
Para J.L. Cea, el Orden Público Económico debe ser interpretado y aplicado con
sujeción a los valores que modelan la institucionalidad política, social y económica
proclamada en la Constitución. En consecuencia, los objetivos del Orden Público
Económico emanan de la axiología que sobre el hombre, la comunidad y el Estado
ha sido plasmada en la Constitución.
El Prof. J.T. Hurtado ha escrito que “el orden económico que se desea establecer en
nuestro país es una economía social de mercado. En la economía social de mercado
el principio rector es la libertad económica que se manifiesta de distintas maneras.
En el régimen de bienes, por una preponderancia de la propiedad privada. En el
régimen de mercado, en cuanto a que se le atribuyen a éste un rol económico y un
rol cultural. El rol económico es el empleo o la utilización de la libre competencia
como el mecanismo dinamizador por excelencia de la economía; y en el orden cul-
tural se estima que esta libertad de mercado de la cual forma parte esta libre com-
petencias es una expresión económica de un principio más amplio de libertad” 49.
47
Cea J.L., Obr. cit. pp. 160 y 161
48
El autor, Legislación Económica, Central de Apuntes, Ad Libitum, U. Central, 1995.
49
Hurtado J.T., C., “El Orden Público Económico” en” La Constitución de 1980, obr. Citada. p.
101.
206
De esta forma el contenido mismo del Orden Público Económico emanará de aque-
llos principios contenidos en la constitución económica, que se desprenden de las
normas constitucionales que definen y organizan la economía del país.
El profesor Cea, en la obra citada, reconoce como los principios básicos de la Cons-
titución Económica Chilena, la libertad; subsidiaridad; prohibición de la discrimi-
nación arbitraria; planificación; legislación presupuestaria; y, legalidad del gasto
público y discrecionalidad administrativa.
207
3. En la Constitución chilena de 1925, las definiciones de la órbita de la economía
pública, privada y mixta no existían. En cambio, en la actual carta constitucional
dichas definiciones están claramente señaladas. Este antecedente puede ser impor-
tante para comprender la actual primacía del concepto material de Orden Público
Económico, por sobre el concepto funcional recogido por la doctrina y jurispruden-
cia con anterioridad.
5.- SÍNTESIS
2. Así como en la relación político criminal con el injusto implica, en materia penal,
implica indagar sobre el núcleo esencial del injusto, que no es otro que el bien jurí-
dico y que esa indagación tiene necesariamente abarcar la investigación de la rela-
ción concreta, pues lo que se protege en definitiva es esa relación social, pasando
el bien jurídico a ser la concreción sintética de ello, un concepto de Orden Público
Económico a partir de una noción de bien jurídico requeriría, asimismo, indagar
sobre los elementos definidos por el sistema económico y las relaciones concretas
que se dan a su interior.
50
Cea José Luis, “Tratado de la Constitución de 1980”. P 129
208
individuo y ente social, asumiendo la dificultad de precisar el concepto de bien ju-
rídico que trasciende el derecho.
8. Si se entiende por bien jurídico, “todo estado social deseable que el derecho
quiere resguardar de lesiones”, se debe concluir que “la suma de los bienes jurídicos
no constituye un montón atomizado, sino el orden social, y, por eso, la significación
de un bien jurídico no ha de apreciarse aisladamente en relación a él mismo, sino
sólo en conexión con todo el orden social”.
209
ción social concreta. El bien jurídico es un concepto propio a una sociedad demo-
crática y no a otro tipo de organización social. Un bien jurídico no es el bien del
Derecho sino un bien de los hombres reconocido y protegido por el derecho.
El Régimen Económico, en cambio, viene a ser sólo un elemento del Sistema Eco-
nómico, que se puede conceptualizar como “el conjunto de reglas legales que, en el
seno de un sistema económico dado, rigen las actividades económicas de los hom-
bres, es decir, sus hechos y acciones en materia de producción e intercambio.” Estas
reglas fijan por una parte las relaciones de los hombres con los bienes, lo que plan-
tea el problema de la propiedad; y, por otra, las relaciones de los hombres entre si,
lo que, a su vez, plantea el problema de la libertad económica
11. Todo Sistema Económico, procurará definir “el qué”, “el cómo”, y el para quién
producir. La respuesta que dé el Sistema Económico a tales interrogantes, determi-
nará el tipo de Sistema que la sociedad económica instaurará. La adopción de un
tipo de sistema u otro, es producto de un proceso histórico, que requerirá su legiti-
mación e incorporación al Estado de Derecho. Este proceso comprenderá conflic-
tos, confrontación de intereses y tensión que recorrerá todo el orden jurídico.
En cambio, el Orden Público económico está referido a aquél orden reconocido por
el sistema jurídico para la organización de las relaciones económicas de una socie-
dad.
210
13. El concepto funcional de Orden Público Económico no reconoce contenido de-
terminado a las normas que son pertenecientes al mismo. El reconocimiento está
dado por las funciones que cumplen las normas y no por su contenido. No es posible
identificar elementos que puedan caracterizar las normas que comprende la noción
en su sentido funcional, por lo que sólo pueden ser descritas en relación con la
finalidad que ha tenido la autoridad pública para poner en vigencia dichas normas.
Esa finalidad debe encontrarse en armonía con los intereses de la sociedad, siendo
la propia autoridad la encargada de definir éstos. Por ello es que esta noción tuvo
gran aceptación en los regímenes intervencionistas o dirigistas. Ahora bien, nos
parece ver que esos “intereses de la sociedad”, se encuentran fuera del sistema ju-
rídico, siendo la autoridad pública la llamada a reconocerlos. Al decir de Farjat, “se
trata de una noción instrumentalista o funcional, que califica las medidas de autori-
dad adoptadas por el Estado para organizar la economía y las relaciones contrac-
tuales”51
51
El autor, “Apuntes...”, ob. cit. p. 33.
211
6.- TESIS
212
BIBLIOGRAFÍA ANEXO Nº 2
Alonso Pilar y Mochon Francisco, Economía Básica. Chile: una realidad. Mc.
Graw Hill., 1994.
Cury Urzua Enrique, Derecho Penal, parte general. Tomo I Ed. Jurídica de Chile,
Santiago, 1992.
Orientación para el estudio de la Teoría del Delito Ed. Nueva Universidad,
Santiago 1973.
Medina Jara Rodrigo, Constitución, Bien Jurídico y Derecho Penal. En Revista Chi-
lena de Derecho, UC., Vol. 20, Nºs. 2 y 3, tomo I Mayo a Dic.1993
Mir Puig Santiago, Derecho Penal, parte general. PPU. Barcelona 1990.
Novoa Monreal Eduardo, Una Crítica al Derecho Tradicional. Ed. Centro de Est.
Pol. Latin. Simón Bolívar, Santiago, 1993.
Plaza G. Paola y Faret Casas Cordero L., Recurso de Amparo Económico, Memo-
ria de Grado Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales, U. Central, Facultad de
Derecho, Santiago, 1994.
213
Valle Muñoz José M., El Elemento Subjetivo de Justificación y la Graduación del
Injusto Penal PPU. Barcelona, 1994.
214
ANEXO Nº 3
Por otra parte, el Decreto en comento al entregar facultades a los Ministros Estados
y autoridades indicadas en los números I y II del mismo, contravendría el artículo
35 de la Constitución.
1
Los senadores requirentes fueron: Olga Feliú Segovia, Arturo Alessandri Besa, Alberto Cooper
Valencia, Sergio Fernández Fernández, Hernán Larraín Fernández, Miguel Otero Lathrop, Bruno
Siebert Held, Julio Lagos Cosgrove, Enrique Larre Asenjo, Sebastián Piñera Echeñique, Francisco
Prat Alemparte y Santiago Sinclair Oayaneder.
217
Asimismo, en lo respecta a los números VI y VII del decreto en comento, referidos
a los Presupuestos Municipales y de los Servicios Incorporados a la Gestión Muni-
cipal, se estaría contraviniendo el artículo 111 de la Constitución, de acuerdo con
el cual, las Municipalidades y los servicios incorporados a la gestión gozan de au-
tonomía constitucional en materia de administración financiera, al imponerle obli-
gaciones de comunicar determinados actos a las autoridades propias de la adminis-
tración central.
Por último, el número VIII del decreto mencionado, que determina el ámbito propio
de éste, al ser consecuencia o complemento de las disposiciones impugnadas sería
igualmente inconstitucional.
El artículo 60, Nº 14, señala que el presupuesto nacional es materia de ley, pues
expresa “Sólo son materia de ley 14) Las demás que la Constitución señale como
leyes de iniciativa exclusiva del Presidente de la República;...”. Esto concordado
con lo dispuesto en el artículo 64, que expresa: “El Proyecto de Ley de Presupuestos
deberá ser presentado por el Presidente de la República al Congreso Nacional,...”
y, con lo dispuesto en el artículo 42, que señala que ambas ramas del Congreso
2
Pronunciada por los señores Ministros Osvaldo Faúndez Vallejos ( Presidente), Marcos Aburto
Ochoa, Eugenio Valenzuela Somarriva, Servando Jordán López, Juan Colombo Campbell y Mario
Verdugo Masrinkovic. La ministra Luz Bulnes Aldunate no concurre al fallo por considerar inad-
misible el reclamo.
218
Nacional concurren a la formación de las leyes en conformidad a esta Constitu-
ción”.
4.-Artículo 64
En seguida, en los aspectos que en esta ocasión nos interesa, se refiere a las facul-
tades del Congreso con respecto a las indicaciones que puede introducir al proyecto,
limitándolas en el sentido que éste no podrá aumentar ni disminuir la estimación de
los ingresos, pudiendo sólo reducir los gastos contenidos en el proyecto, salvo los
219
que estén establecidos en leyes permanentes; y, la estimación de rendimientos de
los recursos que consulta el proyecto y los nuevos que establezca cualquiera otra
iniciativa de ley, queda entregada exclusivamente al Presidente de la República”
previo informe de los organismos técnicos respectivos”.
6.-Artículos 88 y 89.
Por su parte, el artículo 89 señala que: “Las Tesorerías del Estado no podrán efec-
tuar ningún pago sino en virtud de un decreto o resolución expedido por autoridad
competente, en que se exprese la ley o la parte del presupuesto que autorice aquel
gasto. Los pagos se efectuarán considerando, además, el orden cronológico estable-
cido en ella y previa refrendación presupuestaria del documento que ordene el
pago”.
220
7.-Artículo 82.
8.-Artículo 33.
9.-Artículo 35
10.-Artículo 111.
221
“Las municipalidades gozarán de autonomía para la administración de sus finanzas.
La Ley de Presupuestos de la Nación podrá asignarles recursos para atender sus
gastos, sin perjuicio de los ingresos que directamente se les confieran por la ley o
se les otorguen por los gobiernos regionales respectivos. Una ley orgánica consti-
tucional contemplará un mecanismo de redistribución solidaria de los ingresos pro-
pios entre las municipalidades del país con la denominación de fondo común mu-
nicipal. Las normas de distribución de este fondo serán materia de ley”.
11.-Artículos 6 y 7.
El articulo 6, expresa: “Los órganos del Estado deben someter su acción a la Cons-
titución y a las normas dictadas conforme a ella.
Por último, el artículo 7, expresa: “Los órganos del Estado actúan validamente pre-
via investidura regular de sus integrantes dentro de su competencia y en la forma
que prescriba la ley.
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas puede atribuirse, ni
aún a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los
que expresamente se les haya conferido en virtud de la Constitución o las leyes.
Todo acto en contravención a este articulo es nulo y originará las responsabilidades
y sanciones que la ley señale”.
222
El articulo 24 se refiere a la prohibición de formular indicaciones que afecte en
alguna forma materias cuya iniciativa corresponde exclusivamente al Presidente de
la República, ni siquiera para el mero efecto de ponerlas en su conocimiento.
La norma legal en comento, junto con reiterar el precepto constitucional que dis-
pone que el Presidente de la República ejerce el gobierno y la administración del
Estado, con la colaboración de los órganos que establezcan la Constitución y las
leyes, expresa en su artículo 30 que “La Administración estará al servicio de la
comunidad, atendiendo las necesidades públicas en forma continua y permanente.
La administración deberá desarrollar su acción garantizando la adecuada autonomía
de los grupos intermedios de la sociedad para cumplir sus propios fines específicos
y respetando el derecho de las personas para realizar cualquier actividad económica,
en conformidad con la Constitución Políticas y las leyes”.
En este texto legal se encuentra contenido las bases del sistema de administración
del presupuesto, su formación y su ejecución. Contempla las normas de flexibiliza-
ción presupuestaria, que en su artículo 26, inciso primero, autoriza al Presidente de
223
la República para que, por decreto, pueda dictar normas sobre traspasos, incremen-
tos o reducciones y demás modificaciones presupuestarias. La ley le impide autori-
zar traspasos de fondos entre diversos ministerios y el incremento de aportes a las
empresas del Estado que no sean sociedades anónimas. La limitación anterior es sin
perjuicio de las establecidas en el artículo 40 de la Ley de Presupuestos en vigencia,
Nº 19.486.
“No regirá lo dispuesto en el inciso precedente respecto de los mayores egresos que
se produzcan en los ítems de los referidos subtítulos que sean legalmente excedibles
de acuerdo al artículo 28 del Decreto Ley Nº 1.263, de 1975, y a la glosa 01, Pro-
grama Operaciones Complementarias de esta ley ni a los incrementos originados en
aplicación o devolución de fondos de terceros, en la incorporación de dichas devo-
luciones en el servicio receptor, en la asignación de mayores saldos iniciales de
caja, excepto el correspondiente a la Partido Tesoro Público, en venta de activos
financieros, en ingresos propios asociados a prestaciones o gastos, en recursos ob-
tenidos de fondos concursables de entres públicos o en virtud de lo dispuesto en el
artículo 21 del Decreto Ley Nº 1.263, de 1975. Los mayores gastos efectivos o
incrementos que se dispongan por tales conceptos, en la cantidad que excedan lo
224
presupuestado, incrementarán los montos máximos señalados en el inciso prece-
dente, según corresponda”.
“Igual autorización legal se requerirá para aumentar la suma de las cantidades, apro-
badas en el citado articulo 10, de los subtítulos de Inversión real, inversión sectorial
de asignación regional y Transferencia de capital a organismos o empresas no in-
cluidas en esta ley, en un monto superior al 10% de dicha suma, salvo que los in-
crementos se financien con reasignaciones presupuestarias provenientes del monto
máximo establecido en el inciso primero de este articulo o por incorporación de
mayores saldos iniciales de caja, excepto el correspondiente a la Partida Tesoro
Público, del producto de venta de activos, de aplicación de fondos de terceros, de
recursos obtenidos de fondos concursables de entes públicos o de recuperación de
anticipos”.
“Sólo por ley podrá autorizarse el traspaso a las diferentes partidas de la Ley de
Presupuestos de aquellos recursos que, previamente, hayan sido traspasados desde
ellas hacia el Tesoro Público, como también aportes a empresas del Estado, sean
estas públicas o sociedades anónimas, que no estén incluidas en esta ley. Los apor-
tes al conjunto de empresas incluidas en esta ley podrán elevarse hasta en 10%.”
“La Contraloría no tomará razón de ningún decrete que apruebe contratos o que
comprometa en cualquier forma las responsabilidad fiscal, si el gasto no está auto-
rizado por la Ley de Presupuestos o por leyes especiales.
En los artículos 173 a 182 de la Cámara de Diputados y artículos 28, 44,187 y 207
a 211 del Reglamento del Senado, se regula la tramitación del proyecto de Ley de
Presupuestos.
225
7.-Decreto Supremo Nº 1.256 de 28.dic.de 1990.
226
El texto del decreto mencionado, fundado en el artículo 26 del D.L. Nº 1.263, es
similar a los anteriores que han regido desde la fecha de la ley que lo sustenta.
1.-El Decreto Supremo Nº 1.679 al autorizar al Ministro de Hacienda para que, por
si o conjuntamente con otros Ministros, disponga de gastos no autorizados expre-
samente por la ley y lo faculte para ordenar modificaciones esenciales, estaría vul-
nerando las disposiciones constitucionales contenidas en los artículos 32, Nº 22; 64;
88 y 89 de la Carta Fundamental, en cuya virtud se dispone que los gastos públicos
deben ser aprobados por ley, consagrando el principio de legalidad del gasto pú-
blico. Que al efecto habría sido violentado por la norma requerida.
La norma impugnada, en la medida que dispone que un decreto firmado por orden
del Presidente de la República impondría a las autoridades comunales obligaciones
de comunicar determinados actos a las autoridades propias de la administración
central, estaría violando el artículo 111 de la Carta Fundamental que consagra el
principio de autonomía municipal en materia de administración financiera.
4.-Por último, el Nº VIII del Decreto Supremo en comento, que determina su ám-
bito, por ser complemento o consecuencia de las disposiciones impugnadas, queda-
ría igualmente viciado de inconstitucionalidad.
227
5.- DOCTRINA DE LA CONTRALORÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA
1.-Al plantearse que el artículo 26 del D.L. 1.263, de 1975, que sirve de fundamento
legal al Decreto impugnado, se le habría dado una interpretación tan amplia que
conduciría a que las disposiciones del Decreto que se dicta en conformidad con él
serían inconstitucionales, lo que se argumenta es que el acto administrativo adolece
de ilegalidad y no de inconstitucionalidad como afirman los recurrentes, materia
que es ajena a la competencia del Tribunal constitucional.
Las fluctuaciones cuantitativas dan lugar a las necesarias modificaciones que du-
rante el ejercicio deben practicarse al presupuesto originalmente aprobado, a cuyo
efecto, se utilizan mecanismos que el ordenamiento jurídico estable y que a este
caso responde, específicamente, el Decreto Ley Nº 1.263, de 1975, Ley Orgánica
de la Administración Financiera del Estado, mediante el establecimiento de un me-
canismo que permita la flexibilización presupuestaria.
228
administrativa. Así se tiene que la presupuestaria actualmente en vigencia, Nº
19.486, comprende diversas modificaciones presupuestarias a través de un decreto
supremo.
4.-Existe texto legal expreso que faculta al Ministro de Hacienda para dictar todas
las normas que regulan la flexibilidad presupuestaria, pues es el propio Decreto
Supremo objeto de la impugnación quien lo dispone. El Presidente de la República
cuenta con la potestad para delegar su firma en otros órganos del Estado de acuerdo
a lo dispuesto en los artículos 5º y 43 de la ley Nº 18.575, y 65 de la Ley Nº 16.840.
229
3.-La Ley de Presupuestos permite adecuaciones durante su ejecución, según lo
dispone actualmente el D.L. Nº 1.263 mediante dictación de decreto. El principio
de legalidad reconoce, a lo menos, los siguientes aspectos:
5.-El principio de legalidad financiera implica una sujeción del actuar de la admi-
nistración al ordenamiento jurídico y no sólo a una ley particular. Las inversiones
deben hacerse de conformidad a la ley, pero no por la ley.
La inversión de las rentas públicas está regulada en la Ley de Presupuestos y tam-
bién en el Decreto Ley Nº 1.263. Al decretar las inversiones, el Presidente de la
República debe ajustar su actuar a las disposiciones de ambos cuerpos legales y de
cualquier otro que establezca gastos. En este contexto se entienden las facultades
que se contiene en el artículo 26 del D.L. Nº 1.263.
230
6.-No es efectivo que el Decreto Supremo impugnado faculte a los Ministros de
Estado y otras autoridades para ordenar modificaciones presupuestarias, puesto que
una lectura detenida de los puntos 1 y II de dicho decreto pone en evidencia que
ambos se refieren al Ministro de Hacienda, y no a otras autoridades, ejecutando y
cumpliendo de esa forma el articulo 70 del mismo cuerpo legal.
7.-El artículo 70 del D.L. Nº 1.263, al regular la forma que deben aprobarse las
materias en que dicha ley exige un decreto, se refiere a simples decretos y, en con-
secuencia, son normas de particular aplicación que contienen disposiciones preci-
sas, que se agotan en su cumplimiento, dictándose por orden del Presidente de la
República. Al s simples decretos es posible su dictación por orden del Presidente
de la República, cumpliendo con el mandato del artículo 35 de la Constitución. 8.-
De acuerdo al artículo 111 de la Constitución, las Municipalidades gozan de auto-
nomía de administración financiera, pero la Ley de Presupuestos puede asignarles
recursos y con respecto a ellos debe entenderse que la información presupuestaria
que el decreto impugnado exige, se funda en la Ley Orgánica de Administración
Financiera del Estado aplicable a los Municipios por disposición de su propia Ley
Orgánica Constitucional.
1.3
“Corresponde al Presidente de la República la iniciativa exclusiva en materia de la
Ley de Presupuestos y al Congreso Nacional, discutiría y aprobarla”.
“Para dar eficacia al Presupuesto, se dicto el Decreto Ley Nº 1.263, de 1975 que,
en su artículo 26, inciso primero, autorizó al Presidente de la República para que,
por decreto, pueda dictar normas sobre traspasos, incrementos o reducciones y de-
más modificaciones presupuestarias”.
“Aprobada la Ley de Presupuestos, le corresponde, nuevamente al Presidente de la
República, su ejecución, para lo cual, la propia ley le otorga las atribuciones y he-
rramientas necesarias para que el Presupuesto cumpla su objetivo final”.
3
Extracto del considerando 2º del fallo.
231
“El poder administrador está facultado para usar las potestades indispensables, las
que deberán contar con la flexibilidad necesaria para que no pierdan el sentido que
la Constitución señala para tan importante materia en el desarrollo integral del Es-
tado”.
24.
“La norma constitucional distingue entre los reglamentos, por una parte, y los de-
cretos e instrucciones por la otra, disponiendo que sólo respecto de los primeros no
es admisible que ellos se dicten “ por orden del Presidente de la República”. No
acontece así, por el contrario, en cuanto a los decretos supremos y las instrucciones,
porque como expresamente lo prescribe el inciso segundo de la norma constitucio-
nal en análisis, ellos pueden ser dictados por orden del Presidente en conformidad
a las normas que al efecto establezca la ley”.
“El Decreto Supremo Nº 1.679 que regula la forma de aplicación de la Ley de Pre-
supuestos no reviste, desde luego, el carácter de generalidad que tipifica al regla-
mento, tanto porque por su contenido como por su destinatarios, contiene disposi-
ciones particulares. Y, al propio tiempo, se distinguen por su temporalidad, pues se
agota con el ejercicio presupuestario para el cual está destinado a regir. En conse-
cuencia, resulta evidente que se está en presencia de un decreto supremo y no de un
reglamento y, por ende, es posible que él se dicte por el Ministro de Hacienda por
orden del Presidente de la República”.
“El D.S. Nº 1.679 cuestionado, constituye un Decreto supremo y ha sido dictado en
conformidad a lo dispuesto en la ley. En consecuencia, al dictarse “por orden del
Presidente de la República”, de acuerdo a la ley no ha vulnerado el articulo 35 de
la Carta Fundamental”.
“Por otra parte, el decreto supremo cuestionado en sus números I, 1. y II,2, establece
“ Sólo por decreto del Ministerio de Hacienda se efectuaran...”; a su vez, el mismo
decreto en el numeral II, 3. Señala” Por decretos del Ministerio de Hacienda, que
deberá también suscribir el Ministro del ramo correspondiente, se efectuaran:...
4
Extracto de los considerandos 5º a 9º de la sentencia.
232
“Si se tiene presente lo relacionado en los considerandos precedentes y lo dispuesto
en el artículo 70 del D.L. 1.263 que como hemos visto, prescribe que las materias
que de acuerdo a las disposiciones de dicho cuerpo legal deben sancionarse por
decreto y” serán cumplidas por el Ministro de Hacienda, bajo la fórmula” Por Orden
del Presidente de la Repúblicas”, lógico resulta concluir que las normas objetadas
se ajustan al artículo 35 de la Constitución desde el momento que se trata de un
decreto y que lo obrado se hace, en conformidad a la ley”.
35.
“Debemos entender que el decreto contraría la ley no sólo cuando está en pugna
con su texto expreso sino, también, cuando su contenido desborda el marco de po-
sibilidades regulatorias que brinda la Constitución. En efecto, la ley hace una remi-
sión al decreto de ejecución para que complemente, bajo ciertas directrices, su con-
tenido básico; pero al propio tiempo lleva incita la obligación de que la regulación
por la vía del decreto no vulnere los preceptos de la Constitución ya que no resulta
razonable” aceptar que el legislados ha encomendado a los órganos gubernamenta-
les dictar normas que pugnen con la Carta Fundamental. Lo anterior corresponde a
lo que en doctrina se denomina” razonabilidad técnica” y que, en el caso que nos
5
Trascripción de los aspectos centrales de los considerandos 10º a 28º de la sentencia comentada.
233
ocupa, se traduce en una apropiada adecuación entre los fines postulados por la ley
y los medios que planifica el decreto para lograrlos. En otras palabras, debe existir
una correspondencia entre las obligaciones que la norma impone y los propósitos
que la ley quiere alcanzar”.
234
El principio constitucional de legalidad del gasto público debe ser concebido en térmi-
nos flexibles o relativos, o no rígidos o absolutos, porque es la propia Constitución la
que habilita al legislador para obrar así, en el artículo 32, Nº 22”.
“Que, de lo expuesto en esta sentencia se deriva que es un hecho que la Ley de Presu-
puestos disminuye las atribuciones legislativas del Congreso y amplia las facultades
colegisladoras del Presidente de la República, criterios que deben tenerse presente para
la interpretación decisoria litis”.
Que, la Ley de Presupuestos es una ley marco y, por tanto, corresponde al organismo
administrativo detallar su ejecución. En este orden de ideas resulta útil recordar la opi-
nión del profesor José Luis Cea Egaña que estima que “la ley de Presupuestos no es
más que un ejemplo particular de aquella configuración global del dominio máximo
legal, es decir, que a ella corresponde establecer las bases del régimen presupuestario
del sector público, entregando a la potestad reglamentaria la particularización y ejecu-
ción del presupuesto nacional. Dicho en otras palabras, la Ley de Presupuestos es una
normativa típicamente autorizatoria, en términos generales o básicos, de un marco que
contempla los lineamientos fundamentales de la política de ingresos y gastos del Estado
para el año calendario, cuya aplicación queda al Jefe de Estado” “Que, debe precisarse
que la normativa de la Ley de Presupuestos ha de interpretarse según los principios que
informan la hermenéutica constitucional, para que cumpla el Estado el objetivo básico
que le asigna la Constitución, o sea, como lo señala el artículo 1º, inciso tercero, estar
al servicio de la persona humana y promover el bien común, creando las condiciones
necesarias que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacio-
nal su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos
y garantías que la Constitución reconoce”.
“Que, la Constitución establece que, en ciertos casos, la regulación de algunas materias
por parte del legislador no debe tener la misma amplitud y profundidad que otras. Es
por ello que hay casos en que la fuerza de la reserva legal puede ser calificada de abso-
luta o relativa. En este último caso, incumbe un mayor campo de acción a la potestad
reglamentaria subordinada, siendo propio de la ley señalar sólo las bases, criterios o
parámetros generales que encuadran el ejercicio de aquella potestad. Ello ocurre cada
vez que la Constitución emplea expresiones como “ con arreglo a la ley”,” de acuerdo
con las leyes”, “con sujeción a la ley”, “de acuerdo a lo determine la ley” o “en confor-
midad a la ley...”
235
“Que, del análisis efectuado en esta sentencia y de las disposiciones invocadas, puede
concluirse que la legalidad del gasto público significa que ellos deben estar incluidos,
como gastos, en la Ley de Presupuestos; más, por la vía de la potestad reglamentaria
de ejecución, el Presidente de la República puede hacer uso de las facultades que ex-
presamente le confiere el Decreto Ley Nº 1.263, de 1975”.
“Que, con todo lo expuesto en los considerandos precedentes surge con claridad el
verdadero sentido y alcance del artículo 32, Nº 22 de la Carta Fundamental, que dis-
pone que es atribución especial del Presidente de la República “Cuidar de la recauda-
ción de las rentas públicas y decretar su inversión con arreglo a la ley”
“La expresión “con arreglo a la ley” tiene fundamental importancia porque ella denota
que el constituyente no ha reservado exclusivamente a la ley la materia respectiva, sino
que ha convocado a la potestad reglamentaria para regularía en los términos que fije la
ley”.
4.6
5.7
6
Considerando Nº 29 de la sentencia citada.
7
Considerando Nº 30 de la sentencia citada.
236
ha pormenorizado, el articulo 26 del Decreto Ley Nº 1.263, de 1975, en términos ex-
plícitos establece que las modificaciones presupuestarias constituyen facultad propia
del Ejecutivo, lo que, obviamente, hace innecesario recurrir al mecanismo de las facul-
tades delegadas”, y, por último.
6. 8.
8.- CONCLUSIONES9
2.-Los gastos del Estado no son ellos propiamente fijados en la Ley de Presupuestos,
sino autorizados por ella.
3.-La Ley de Presupuesto es una norma que la distingue de las leyes tradicionales, pues
el presupuesto es un instrumento de política fiscal que incluye estimaciones de ingreso
y gasto público, lo que explica elementos de periodicidad, discrecionalidad y condicio-
nalidad.
4.-El principio de legalidad en relación a la Ley de Presupuestos, exige una interpretación
flexible, racional y lógica, ya que la norma que constituye formalmente una ley reúne
características de herramienta con que el Estado satisface gran parte de las necesidades
públicas, constituyendo una categoría especial en el ordenamiento jurídico.
8
Considerandos 31 y 32 de la sentencia citada.
9
Este apartado contiene conclusiones del Informe Constitucional Nº 1.536. De 23 de junio de 1997.
del jurista Raúl Bertelsen Repetto.
237
6.-El principio constitucional de legalidad del gasto público sólo puede ser concebido en
términos flexibles o relativos, o no rígidos o absolutos. Así es la propia Constitución la
que habilita al legislador para obrar así (Art. 32 Nº 22 de la Carta Fundamental).
7.-La regulación de algunas materias por parte del legislador no debe tener la misma
amplitud y profundidad que otras. En por ello que hay casos en que la fuerza de la
reserva legal puede ser calificada de absoluta o relativa. Cada vez que la Constitución
emplea expresiones como “con arreglo a la ley”, “de acuerdo con las leyes”, “con su-
jeción a la ley”, “de acuerdo a lo que determine la ley” o “en conformidad a la ley”,
incumbe un mayor campo de acción a la potestad reglamentaria subordinada, siendo
propio de la ley señalar sólo las bases, criterios o parámetros generales que encuadran
el ejercicio de aquella potestad.
8.-La legalidad del gasto público significa que ellos deben estar incluidos, como gastos,
en la Ley de Presupuestos; por la vía de la potestad reglamentaria, el Presidente de la
República puede hacer uso de las facultades que expresamente le confiere el D.L. Nº
1.263, de 1975.
238
ANEXO Nº 4
Asimismo, en materia impositiva, a pesar que existe en los diversos sistemas tribu-
tarios la obligación de los contribuyentes de declarar los elementos que integran el
hecho tributario y la base imponible, y de las sanciones establecidas por la ley para
su inobservancia, puede suceder y frecuentemente sucede, que la declaración no sea
presentada, o bien, que ella sea incompleta o inexacta.
241
exista un interés público o general comprometido, calificado por la Superintenden-
cia de Bancos. Por otra parte, la Justicia ordinaria y la militar, en las causas que
estuvieren conociendo, podrán ordenar la remisión de aquellos antecedentes relati-
vos a operaciones especificas que tengan relación directa con el proceso, sobre los
depósitos y demás operaciones de cualquier naturaleza que hayan efectuado quie-
nes tengan carácter de parte o inculpado o procesado en esas causas u ordenar su
examen, si fuese necesario. Lo anterior ha sido ampliado a aquellos requerimiento
judiciales, con motivo de las investigaciones que se encuentre realizando el Consejo
de Defensa del Estado, en aquellas materias relativas a dineros provenientes de ope-
raciones ilícitas de tráfico de estupefacientes (“lavado de dinero”), de conformidad
a lo establecido en la Ley Nº 19.366
Fundado en esta nueva disposición legal, el señor Director Nacional del Servicio de
Impuestos Internos dictó la Resolución Exenta Nº 5.111, de 25 de octubre de 1995,
publicada en el Diario Oficial de 31 de octubre de 1995, intitulada obligación de
los Bancos e Instituciones Financieras de Informar al SII los Intereses Pagados o
Abonados en Cuenta a sus Clientes, por Depósitos de cualquier naturaleza no aco-
gidos al mecanismo de incentivo al ahorro de la Letra B) del articulo 57 Bis de la
Ley de Renta”. Esta Resolución obliga a los bancos e instituciones financieras a
informar los intereses devengados a partir del 1º de enero de 1995 y durante los
años siguientes. La información exigida debe proporcionarse, a lo menos en dos
ejemplares, en medios magnéticos separados según sea el domicilio o residencia
del inversionista, de acuerdo con formatos cuyos modelos se adjuntan como anexo
a dicha Resolución, que deben entregarse mediante una declaración jurada conte-
nida en un formulario ad-hoc, y debe comprender una serie de pormenores.
242
Con fecha 15 de noviembre de 1995, un grupo de bancos e instituciones financieras
presentaron ante la I. Corte de Apelaciones de Santiago un recurso de protección,
de conformidad al articulo 20 de la Constitución Política de la República, contra el
señor Director Nacional del Servicio de Impuestos Internos, “por el acto arbitrario
e ilegal en que incurrió al dictar la Resolución Nº 5.111...”; y, posteriormente, “un
recurso de inaplicabilidad (ante la Exma. Corte Suprema) por inconstitucionalidad,
de conformidad con el Articulo 80 de la Constitución Política de la República, para
que se declaren inaplicables los incisos 1º y 3º del articulo 101 de la Ley de la Renta,
éste último agregado por el articulo 30, letra d) de la ley Nº 19.398”.
De esta manera se trabó una importante contienda que, sin perjuicio de los demás
argumentos debatidos, tiene como objeto central el conflicto entre la preservación
de la institución del secreto bancario frente a las acciones posibles que el legislador
puede proveer para dotar a la administración fiscal de los recursos de información
necesarias para su función fiscalizadora de los tributos legalmente establecidos.
El presente trabajo tendrá por objeto analizar la situación presentada, sólo en lo que
corresponde al secreto bancario y al poder fiscalizador de la Administración Tribu-
taria, definiendo una hipótesis de trabajo que sostiene que los fundamentos históri-
cos, económicos y jurídicos de la institución del secreto bancario, no pueden llegar
a constituir un impedimento para que la Administración Tributaria limite la técnica
de fiscalización y control, herramienta insustituible para asegurar el resguardo de
los principios de Igualdad frente a los tributos y de equidad tributaria, consagrados
constitucionalmente, aún cuando ésta aparezca en una aparente colisión con otras
garantías y derechos constitucionales, tales como el derecho a la inviolabilidad de
toda forma de comunicación privada y de los documentos privados, consagrado en
el Número 5 del Artículo 19 de la Constitución Política.
Según el Diccionario de la Lengua Española, secreto (del lat. secretus, p.p. de se-
cernere, segregar) es lo “Oculto, ignorado, escondido y separado de la vista o del
conocimiento de los demás”.
243
Este concepto, siguiendo la interpretación que una reiterada jurisprudencia ha se-
ñalado para el artículo 20 del Código Civil, se puede considerar como su sentido
natural y obvio.
La doctrina ha ensayado también otros conceptos: para Juan Carlos Malarriga, “es
la obligación impuesta a los bancos de no revelar a terceros sin causa justificada los
datos referentes a sus clientes que lleguen a su conocimiento como consecuencia
de las relaciones jurídicas que los vinculan”. Jorge Labanca por su parte, señala que
el secreto bancario” es un deber de silencio a cargo de los bancos respecto de hechos
vinculados a las personas con quiénes se mantienen relaciones comerciales.
Evidentemente, toda precisión conceptual va a ser determinada por el ámbito legis-
lativo de dónde procede.
244
La primera consagración legislativa del secreto bancario, provino con motivo de la
promulgación de la Ley Nº 7.498 de 17 de agosto de 1943 que introdujo una dispo-
sición expresa en la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, mediante la
cual se estableció en forma absoluta la reserva sobre la cuenta corriente bancaria y
sus saldos, permitiendo a los Tribunales, en determinadas circunstancias, ordenar
la exhibición de determinadas partidas de una cuenta corriente.
Luis Morand sostiene que: “de lo antedicho se desprende que el principio de reserva
de las operaciones bancarias existe en Chile coetáneamente con la dictación de las
leyes bancarias, y que el reconocimiento expreso que la ley hizo de aquel que se
refiere a las cuentas corrientes y sus saldos es la aplicación particular de un princi-
pio más general”.
El Mensaje del Ejecutivo señalaba que el objeto de la iniciativa, entre otros, era
“consagrar legalmente la reserva de las operaciones bancarias y de las instituciones
financieras” y “determinar las limitaciones a que la referida reserva sería sometida”.
245
El informe técnico que acompañaba el proyecto resaltaba que la iniciativa tenía
como propósito esclarecer una situación planteada recientemente (el fallo mencio-
nado, desfavorable para el Servicio de Impuestos Internos) y resaltaba la importan-
cia del mismo para las atribuciones del órgano fiscalizador impositivo.
Una primera tesis considera el secreto bancario como un secreto profesional. Esta
está basada en la especial relación que se establece entre el banquero y su cliente,
en dónde se puede apreciar una necesaria confianza recíproca, similar a aquéllas
clásicas relaciones profesionales garantizadas por el secreto, y que debido a las nue-
vas exigencias de la sociedad no puede quedar constreñido al ejercicio de sólo éstas,
sino que debe ser extendida a otras nuevas relaciones de confianza, como sería el
caso de la actividad bancaria. La doctrina Europea, especialmente la francesa, ha
tenido una mayoritaria adhesión a esta tesis. En España, por ejemplo, ha sido sos-
tenido por algunos la necesidad de adoptar la noción más amplia del secreto profe-
sional, que permita considerar en la misma el secreto bancario, de manera que el
secreto profesional constituya “el significado más amplio o extenso, que comprende
la profesión en sentido estricto, el oficio o empleo, y el arte cuando la relación, en
la que se genera o se produce el secreto, se estime necesaria o cuasinecesaria”.
246
observado por la banca de mantener reserva sobre los negocios de sus clientes y de
las relaciones con el público, pasando a constituir una costumbre jurídica con fun-
damento positivo en el ex artículo 1374 del Codice Civile, según el cual “ el con-
trato obliga a las partes no sólo a cuanto en el mismo se expresa, sino también en
todas las consecuencias que se derivan según la ley”.
Otras posiciones han creído ver en el secreto bancario un carácter convencional,
que emana de una obligación accesoria de mantener secreto, por parte de la banca,
en sus relaciones contractuales con los clientes. Esta tesis ha tenido principalmente
aceptación en Alemania, dónde el silencio legislativo hace necesario fundar la ins-
titución en la elaboración doctrinaria y jurisprudencial. Asimismo, en Inglaterra,
por un antiguo precedente, se ha estimado el secreto bancario como una obligación
contenida en el contrato por una cláusula implícita. (Caso Tournierm vs. National
Provincial Bank).
Por último, existe una visión que configura el secreto bancario como una manifes-
tación del derecho a la intimidad, con sólidos argumentos basados en los derechos
fundamentales y su consagración constitucional. En el Recurso de Inaplicabilidad
al que hemos hecho mención (supra nota 7), los recurrentes a fojas 35 de su presen-
tación argumentan: “El fundamento del secreto bancario radica en el resguardo y
protección de la intimidad de los aspectos económicos de los clientes, derecho ga-
rantizado por artículo 19 Nº 5, de la Constitución Política, que asegura la inviola-
bilidad del hogar y de toda forma de comunicación privada” y que si bien es cierto
que esta garantía constitucional no es absoluta, sólo le corresponde al legislador la
facultad de determinar los casos y formas en que puede ella afectarse.
247
3.- LA POTESTAD IMPOSITIVA
Los tributos tienen como finalidad dar satisfacción a las necesidades colectivas.
248
De esta forma, también la posición en la cual se encuentre un sujeto en virtud de lo
dispuesto por la norma tributaria, sea ésta positiva o negativa, constituirá un deber
en sentido jurídico, aún cuando la misma no consista precisamente en la satisfac-
ción o pago de un tributo.
Para el nacimiento del tributo, son decisivas las relaciones económicas del contri-
buyente; es él, o su representante legal, quién, mejor que nadie, puede dar la infor-
mación del caso; en sus manos se encuentra, por regla general, la documentación
correspondiente. En consecuencia, la mayor parte de los medios de comprobación
sólo pueden ser proporcionados por el propio deudor. Por ello, el primer medio de
comprobación, en estos casos, está constituido por la” declaración”, efectuada por
el propio contribuyente.
Puede suceder, que el sujeto pasivo a pesar de la obligación que pesa sobre él de
cumplir con la obligación de declarar los elementos que integran el hecho tributario
y la base imponible, no lo haga dentro de los plazos establecidos por la ley; o bien,
que su contenido sea incompleto o inexacto.
Para corregir esta situación, que evidentemente atenta contra la igualdad de los su-
jetos ante los tributos y que pueden llegar a constituir un fraude, la ley atribuye a la
autoridad financiera determinados poderes de investigación, comprobación y con-
trol, cuyo ejercicio representa una penetración más o menos extensa en la esfera de
la libertad individual.
249
En Chile, de conformidad a lo establecido en el artículo 1º de la Ley Orgánica del
Servicio de Impuestos Internos, “corresponde al Servicio de Impuestos Internos la
aplicación y fiscalización de todos los impuestos internos actualmente establecidos
o que se establecieren, fiscales o de otro carácter en que tenga interés el Fisco y
cuyo control no esté especialmente encomendado por la ley a una autoridad dife-
rente”.
El inciso primero del artículo 87 del Código Tributario chileno establece que, fun-
cionarios fiscales, semifiscales, de instituciones fiscales y semifiscales, de adminis-
tración autónoma y municipales, y las autoridades en general, estarán obligados a
proporcionar al Servicio todos los datos y antecedentes que éste solicite para la
fiscalización de los impuestos”.
En consecuencia, estando dichos intereses gravados, asiste sin lugar a dudas interés
a la administración impositiva de contar con la información de las instituciones pa-
gadoras de los mismos sobre este hecho económico, de manera de fiscalizar que los
mismos se encuentren contenidas en las declaraciones impositivas de los contribu-
yentes.
250
El interés de la administración tributaria de contar con esta información para el
mejor desempeño de su función fiscalizadora, constituye sin lugar a dudas el ante-
cedente más inmediato de la introducción de un segundo inciso al artículo 101 de
la ley de renta, mediante la dictación al efecto del artículo 3º letra d) de la Ley Nº
19.398, y en cuya virtud, el Director del Servicio de Impuestos Internos procedió,
a su vez, a la dictación de la Resolución Nº 5.111, Exenta, publicada en el Diario
Oficial de 31 de Octubre de 1995.
4.- LA CONTROVERSIA
251
II) El respeto y protección a la vida privada y pública, y la inviolabilidad de la
comunicación privada.
IV). El derecho a no ser discriminado arbitrariamente en el trato que deben dar los
organismos del Estado en materia económica.
V) El derecho de propiedad.
252
sería la administración impositiva la que se aprovecharía de su autoría, al exigir la
información mediante la utilización de herramientas informáticas.
9º.- Que siendo la ley la que impone a los Bancos e Instituciones Financieras la
obligación de informar sobre los intereses pagados o abonados a sus clientes, no es
jurídicamente aceptable sostener, como lo hacen los recurrentes, que la vulneración
de los derechos y garantías constitucionales en los números 2º, 4º, 5º, 21º y 22º, de
ser tal lesión efectiva, tenga su origen la Resolución Nº 5.111 del Director del Ser-
vicio de Impuestos Internos; en este aspecto, el funcionario recurrido solamente se
limitó a cumplir las funciones propias de su cargo y en estricto cumplimiento de la
normativa contenida en el artículo 101 de la Ley sobre Impuesto a la Renta”.
El voto de minoría estuvo por considerar ilegal la instrucción del Servicio de Im-
puestos Internos por el exceso de información solicitada y por acoger el recurso de
protección, pues la Resolución mencionada infringiría la garantía constitucional en
los Nºs 21 y 24 del articulo 19 de la Constitución. Este voto de minoría se funda-
mentó en que al exigírsele a los bancos informar los intereses a partir del 1 de enero
de 1995, o sea sobre toda la anualidad del año anterior y no solamente las corres-
pondientes al período posterior a setiembre de 1995, no se estaría dando el adecuado
cumplimiento a la Ley Nº 19.398, en relación con lo dispuesto en el articulo 3º del
Código Tributario y en el artículo 20 de la Ley General de Bancos, referida al se-
creto bancario.
253
conformidad con el artículo 80 de la Constitución, para que se declarare” inaplica-
bles los incisos 1º y 3º del articulo 101 de la Ley de Renta, éste último agregado
por el artículo 3º, letra d) de la Ley Nº 19.398”.
Cabe mencionar el voto de minoría de los Ministros señores Aburto, Faúndez, Toro,
Araya, Valenzuela y Libedinsky, quienes estuvieron por declarar procedente el re-
curso de inaplicabilidad y, consecuentemente, emitir pronunciamiento sobre el
fondo del mismo. En lo principal, los disidentes expresaron: “...es evidente que al
deducirse la acción de protección a que se viene haciendo referencia no podían in-
vocarse posibles inconstitucionalidades legales - que la Corte de Apelaciones no
está facultada para declarar, sino simples ilegalidades o arbitrariedades, lo cual no
excluye la posibilidad de que el acto al cual se le atribuyen esas características se
base o apoye en una ley inconstitucional que sólo esta Corte Suprema podría cali-
ficar como tal”.
Al no haberse pronunciado la Exma Corte Suprema sobre el fondo, cabe hacer men-
ción, para los propósitos del presente trabajo, la alegación del Consejo de Defensa
254
del Estado, planteada en forma subsidiaria sobre el fondo de la cuestión debatida, y
que en lo principal expresaron:
i) Que los preceptos legales objetados tienen por finalidad impedir la evasión
tributaria, en especial respecto de los intereses devengados, para hacer efectivo el
deber constitucional de concurrir el mantenimiento del Estado, a través del cumpli-
miento de obligaciones tributarias” (sic).
ii) Que aunque se aceptara que el secreto bancario está amparado constitucio-
nalmente, ha de tenerse en cuenta que las instituciones financieras son entes de ca-
rácter privado, pero su función es esencialmente pública; de modo que en su caso
entran en juego dos clases de intereses: el público y el privado, de consiguiente
debe primar el público sobre el privado, más aun si en verdad el secreto bancario
sólo cuenta con reconocimiento legal –y no constitucional– en el articulo 20 de la
Ley General de Bancos.
iii) Que si bien la obligación que la disposición legal hace recaer en los bancos
puede perjudicar al particular que pretende amparar una actividad ilícita en desme-
dro del interés general, no es menos cierto que no afecta al secreto bancario en su
esencia, porque la información suministrada queda a su vez sometida al secreto
tributario (Art. 35 inc. 2º del Código Tributario).
255
vii) Que no se está en presencia de una lesión al derecho de propiedad de que
gozan los recurrentes, y de ser efectiva tal lesión, en ningún caso cercena el derecho
en su esencia, y
5.- CONCLUSIONES
1.- El secreto bancario es una institución que hunde sus raíces en la costumbre que
ha rodeado la relación de los banqueros y sus clientes, pasando a ser constitutiva de
la misma.
2.- El secreto bancario, presente en esa relación, no ha podido tener como otra causa
que la de imponer la obligación al banquero de no revelar a terceros aquellas con-
fidencias del cliente, sobre su estado patrimonial, negocios y proyectos que han
llegado necesariamente al conocimiento del banquero en razón de las operaciones
financieras realizadas por éste con su cliente, con el exclusivo propósito de que
dicho resguardo evite cualquier perjuicio a éste.
3.- El secreto bancario no es irrestricto, como podría ser el deber de secreto que
pesa sobre el sacerdote católico por los hechos que conociera en el sacramento de
la confesión. La ley, sin desvirtuar el propósito de la institución, puede considerar
imponer no sólo la liberación de la carga que pesa sobre el banquero, sino, más aún,
imponerle la obligación de revelarla, en aquellos casos que el interés público así lo
exija.
4.- El secreto bancario no puede ser un obstáculo que ampare el fraude, la conducta
ilícita o contraria al orden público, pues en tal caso socavaría el estado de derecho.
256
De otra forma, a modo de ejemplo, podríamos citar la situación del médico que, en
el ámbito del secreto profesional no le es licito revelar a terceros las enfermedades
de su paciente, pero que en caso de traumatismos producidos por acciones violentas
le asiste, en cambio, la obligación de denunciarías a las autoridades competentes.
9.- Los tributos tienen como finalidad dar satisfacción a las necesidades colectivas.
El Estado es llamado a satisfacerlas, pues su finalidad es promover el bien común
y al estar al servicio de la persona humana debe procurar contribuir a crear las con-
diciones sociales que permita a sus integrantes la mayor realización en el aspecto
espiritual y material. El cumplimiento de tal misión lleva implícito requerimientos
financieros que son proveídos por los tributos.
257
igual repartición de los tributos en proporción a las rentas o en progresión o forma
que fije la ley.
13.- La autodeterminación de los tributos, por parte del sujeto pasivo de la obliga-
ción tributaria, constituye una de las formas más usuales para la determinación del
mismo. Ello requiere, que la administración se encuentre con los medios idóneos
para ejercer su función fiscalizadora, con el objeto de detectar la no declaración o
que su contenido sea incompleto o inexacto. Para ello el legislador dota a la admi-
nistración impositiva de determinados poderes de investigación, comprobación y
control, que indudablemente significan una penetración consentida, más o menos
intensa, en la esfera de la intimidad económica del contribuyente.
258
que dichos depósitos devengan. Por tanto, asiste un legitimo interés a la adminis-
tración impositiva de contar con la información sobre tales hechos económicos, de
parte de las instituciones pagadoras de los mismos, para optimizar su función fis-
calizadora.
20.- En resumen, los preceptos objetados tienen por indudable finalidad el precaver
fraudes tributarios, o sea, conductas ilícitas que atentan contra bienes jurídicos con-
sagrados constitucionalmente. No podría el orden jurídico, bajo el pretexto de hacer
prevalecer el secreto bancario como una manifestación del derecho a la intimidad
de los ciudadanos en sus actuaciones económicas, impedir que la autoridad impo-
sitiva tenga acceso a una información tendiente a impedir la ocurrencia de tales
fraudes, que atentan al principio de igualdad de los ciudadanos ante los tributos que
el legislador imponga; aún más, cuando dicha información, queda a su vez ampa-
rada por el secreto tributario, produciéndose al efecto sólo un traslado del ámbito
de reserva de dicha información.
259
conocerlos para ejercer con mayor eficacia su función fiscalizadora, que debe ser
ejercida sobre todos los contribuyentes, sin excepción, para plasmar el principio de
igualdad frente a la ley.
22.- Por último, siempre le corresponderá al legislador determinar los intereses pú-
blicos comprometidos que ameriten la revelación del secreto bancario, observando
en todo caso que los propósitos de su establecimiento, de tan acentuada raigambre
en las relaciones banquero-cliente no se vean vulneradas, ni que su revelación pro-
duzca efectos que excedan el ámbito para el cual ésta se haya contemplado.
260
BIBLIOGRAFÍA ANEXO Nº 4
Código Tributario de la República de Chile, Ed. Jurídica de Chile, edición 13º, San-
tiago de Chile, 1993.
Ley de Renta. Decreto Ley Nº 824, Ediciones Siena, Santiago de Chile, 1994.
DOCUMENTOS ANEXO Nº 4
261
Sentencia sobre recurso de inaplicabilidad supra 2, Corte Suprema, de fecha 5 de
julio de 1996. (Fotocopia del original)
262
PUBLICACIONES DE LA FACULTAD
OBRAS EDITADAS COLECCIÓN GUÍAS DE CLASES
LOS CINCUENTA AÑOS DE LA TESIS CHILENA DE Nº 1 ÉTICA Y FILOSOFÍA DEL DERECHO
LAS DOSCIENTAS MILLAS MARINAS (1947-1997) Ismael Bustos Concha
Hugo Llanos Mansilla
ESTUDIO DEL RÉGIMEN JURÍDICO DEL Nº 2 EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA
ESTRECHO DE MAGALLANES Y Gabriel Álvarez Undurraga
EL DERECHO INTERNACIONAL Nº 3 INTRODUCCIÓN AL DERECHO
John Ranson García Pedro Ballacey Herz
DERECHO PROCESAL FUNCIONAL, 2 Tomos
Sergio Rodríguez Garcés Nº 4 CURSO DE DERECHO ECONÓMICO:
LEGISLACIÓN ECONÓMICA TOMO I
DISPOSICIONES DE PRINCIPIO CONSTITUCIONAL Y Manuel Astudillo Astudillo
ACTIVIDAD SOCIAL Y ECONÓMICA DEL ESTADO
José Antonio Ramírez Arrayas Nº 5 DERECHO DEL TRÁNSITO 2ª Ed.
LA ESCUELA CHILENA DE HISTORIADORES DEL DERECHO Leonardo Aravena Arredondo
Y LOS ESTUDIOS JURÍDICOS EN CHILE Nº 6 CURSO DE DERECHO ECONÓMICO:
Antonio Dougnac Rodríguez y Felipe Vicencio Eyzaguirre
LEGISLACIÓN ECONÓMICA TOMO II
ÉTICA, DERECHO Y SOCIEDAD Manuel Astudillo Astudillo
José Miguel Vera Lara
ÉTICA, POLÍTICA Y SOCIEDAD Nº 7 CURSO DE DERECHO ECONÓMICO:
José Miguel Vera Lara LEGISLACIÓN ECONÓMICA TOMO III
Manuel Astudillo Astudillo
ÉTICA, MERCADO Y SOCIEDAD
José Miguel Vera Lara Nº 8 MANUAL DE INTRODUCCIÓN AL DERECHO 2° Ed.
CURSO ELEMENTAL DE Pedro Ballacey Herz
FILOSOFÍA Y LÓGICA Nº 9 MANUAL DE TÉCNICAS DE ESTUDIOS E INVESTIGACIÓN
José Miguel Vera Lara Gabriel Álvarez Undurraga
ÉTICA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD
José Miguel Vera Lara Nº 10 DERECHO PENAL, PARTE ESPECIAL
Luis Ducos Kappes
ELEMENTOS DE JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL
Francisco Zúñiga Urbina Nº 11 LEY DE ALCOHOLES Y PROCEDIMIENTOS
Leonardo Aravena Arredondo
OBRAS AUSPICIADAS O PATROCINADAS Nº 12 HISTORIA DEL DERECHO I
MANUAL DE CONTABILIDAD Eric Palma González
Jaime Gallegos Aguilar. Ed. Jurídica La Ley Nº 13 HISTORIA DEL DERECHO CHILENO CONTEMPORÁNEO
DE LA REFORMA PROCESAL PENAL Eric Palma González
Carlos del Río Ferretti. Francisco Rojas Rubilar Ed. Conosur Nº 14 NUEVO PROCEDIMIENTO PENAL TOMO I
SEMINARIO: LOS DESAFÍOS EN LAS RELACIONES Germán Hermosilla Arriagada
POLICÍA-MINISTERIO PÚBLICO
Ministerio de Justicia; Universidad Central de Chile y otros Nº 15 NUEVO PROCEDIMIENTO PENAL TOMO II
Ed. Centro de Desarrollo Jurídico Judicial y Germán Hermosilla Arriagada
Corporación de Promoción Universitaria
Nº 16 EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA 3 TOMOS
HANS KELSEN: UNA VISIÓN MODERNA DE Jorge Cabello Terán
LA TEORÍA PURA DEL DERECHO
José Miguel Vera Lara. Ed. Jurídica La Ley Nº 17 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL DERECHO ECONÓMICO
INTRODUCCIÓN AL DERECHO INFORMÁTICO Bernardita Blasco Pauchard
Rodolfo Herrera Bravo, Alejandra Muñoz Romero. Nº 18 NUEVO PROCEDIMIENTO PENAL TOMO III
Ed. Jurídica La Ley Germán Hermosilla Arriagada
SEMINARIO COPROPIEDAD INMOBILIARIA
Patricio Figueroa Velasco y Otros. Ed. Conosur Nº 19 MANUAL DE METODOLOGÍA PARA LA INVESTIGACIÓN
SOCIOJURÍDICA
COLECCIÓN TEMAS Jorge Cabello Terán
Nº 20 NUEVO PROCEDIMIENTO PENAL TOMO IV
Nº 1 REGULACIÓN DEL COMERCIO INTERNACIONAL Germán Hermosilla Arriagada
EN EL DERECHO CHILENO
Francisco Pfeffer Urquiaga, Nº 21 DERECHO PENAL CHILENO PARTE ESPECIAL
Críspulo Marmolejo González Juan Carlos Cárcamo
Nº 2 CURSO ESPECIALIZADO DE RESPONSABILIDAD Nº 22 HISTORIA DEL DERECHO I TOMO I
EXTRACONTRACTUAL
Rubén Celis Rodríguez Eric Eduardo Palma González
Nº 4 SOCIEDAD, ARRENDAMIENTO Y LA FIANZA Nº 23 HISTORIA DEL DERECHO CHILENO CONTEMPORÁNEO II
Rubén Celis Rodríguez (1808-1830)
Nº 5 MODOS DE EXTINGUIR LAS OBLIGACIONES Eric Eduardo Palma González
Rubén Celis Rodríguez Nº 24 NUEVO PROCEDIMIENTO PENAL TOMO V
Nº 6 REGÍMENES MATRIMONIALES Germán Hermosilla Arriagada
Rubén Celis Rodríguez
Nº 25 CURSO DE DERECHO DE AGUAS
Nº 7 ESTUDIOS SOBRE GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN Luis Simón Figueroa del Río
Francisco Zúñiga Urbina
Nº 26 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA SOCIEDAD
Nº 8 INTRODUCCIÓN AL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Francisco Zúñiga Urbina Ismael Bustos Concha
Nº 27 HISTORIA DEL DERECHO CHILENO CONTEMPORÁNEO IV
CUADERNOS JURÍDICOS (1865-1924)
Eric Eduardo Palma González
Nº 1 LA SEGURIDAD JURÍDICA, EN SU PERSPECTIVA FILOSÓFICA,
HISTÓRICA Y DOGMÁTICA Nº 28 DERECHO SUCESORIO DERECHOS REALES OBLIGACIONES
Ángela Cattan Atala
Nº 2 PRIMERAS JORNADAS DE DERECHO MÉDICO
Nº 29 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DELDERECHO ECONÓMICO 2ª Parte
Bernardita Blasco Pauchard
Nº 30 DERECHO PROCESAL
Luis Correa Bulo