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La asertividad

Es una habilidad social y comunicativa que consiste en conocer los propios


derechos y defenderlos, respetando a los demás; tiene como premisa
fundamental que toda persona posee derechos básicos o derechos asertivos.
Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se sitúa en un punto
intermedio entre otras dos conductas polares: la pasividad, que consiste en
permitir que terceros decidan por nosotros, o pasen por alto nuestros derechos;
y por otro lado tenemos la agresividad, que se presenta cuando no somos
capaces de ser objetivos y respetar las ideas de los demás.1

El concepto de asertividad suele definirse como un comportamiento


comunicacional en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de
otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos.
Es también una forma de expresión congruente, directa y equilibrada, cuya
finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros
legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un
estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica
de la ansiedad, la culpa o la rabia. Contar con un criterio propio dentro de la
sociedad es indispensable para comunicarnos de una mejor manera.

En la década de 1940 Andrew Salter definió la asertividad como un rasgo de


personalidad y pensó que algunas personas la poseían y otras no. La
definieron como “la expresión de los derechos y sentimientos personales”, y
hallaron que casi todo el mundo podía ser asertivo en algunas situaciones y
absolutamente ineficaz en otras. También se descubrió que la Asertividad tiene
que ver con el grado de madurez de cada individuo; así como de los factores
emocionales e intrínsecos de la personalidad, las personas cuya autoestima es
elevada tienden a desarrollar un mayor grado de asertividad. Las diferencias
entre las personas asertivas y las que no desarrollan esta habilidad radica en la
falta de carácter, así como de ideologías, falta de confianza en sus habilidades
o bien, que carezca de objetivos claros al comunicarse.
Por lo tanto la conducta asertiva se puede entrenar y de esta manera aumentar
el número de situaciones en las que vamos a tener una respuesta asertiva

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