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MANEJO DE RESÍDUOS SÓLIDOS.

El manejo de los desechos que produce la gente ha aumentado gracias a la expansión de las nuevas
tecnologías. Esto, a decir verdad, ha creado una mayor proliferación de los residuos sólidos. Sin
embargo, como lo señala la Dra. Samantha Eugenia Cruz Sotelo, de la Facultad de Ingeniería, (UABC),
que las prácticas de reducción y reciclaje, en el mundo, deben tener una doble función: recolectar
y concientizar:

“Las prácticas de reducción y reciclaje de residuos son elementos importantes de las


estrategias de la gestión de residuos alrededor del mundo. Pero también deben ir
acompañadas de concientización a los ciudadanos y servicios otorgados por las instituciones
gubernamentales para fomentar la reducción y el reciclaje; por lo que es necesario
promover el consumo responsable por parte de la población para disminuir la tasa de
generación de residuos sólidos, pero sobre todo generar una política de estado para el
fomento de la educación y la cultura ambiental que se refleje en planes permanentes de
disminución de los residuos sólidos (Revista Internacional de Contaminación Ambiental,
2013).

Cruz Sotelo señala que la reducción de los residuos sólidos son un costo del mal funcionamiento de
la sociedad. El cómo controlarlo es la cuestión fundamental.
La autora plantea pasos o conceptos metodológicos sobre la reducción de los residuos:
“Un tema que es necesario para la gestión de residuos es su caracterización, y lo es porque
aporta elementos para entender las dimensiones de la producción, el manejo y su
disposición final; así como a sustentar cómo contribuye a la degradación ambiental. Por ello,
se deben tener claros los volúmenes de residuos que se generan en una zona, los diversos
materiales que los componen, los puntos de generación y su variabilidad, debidos, entre
otros, al carácter estacional, el estilo de vida de los ciudadanos, composición de la familia y
la forma como se manejan. De esta manera se puede entender mejor el riesgo de impacto
negativo para el ambiente tanto a nivel regional como global (Revista Internacional de
Contaminación Ambiental, 2013)

También propone que los métodos de control de residuos sólidos han evolucionado en menor
medida que la creación de basura, pero que han sido de ayuda para que los ciudadanos cumplan su
función de conciencia. Al respecto, Cruz Sotelo señala:
“Las prácticas de gestión en el ámbito de los residuos han evolucionado en las últimas
décadas, pero todavía queda mucho por hacer, principalmente en la percepción pública, porque los
ciudadanos aun no alcanzan a visualizar los riesgos ambientales que están asociados al manejo de
los residuos. Prácticas comunes y aisladas, entre los ciudadanos, son a menudo consideradas por
ellos, como estrategias que pueden detener los posibles efectos negativos que los residuos pueden
causar al ambiente. Sin embargo, una gestión sostenible de residuos va más allá de prácticas
parciales, debe enfocarse a buscar estrategias que rindan beneficios de las interrelaciones y las
sinergias potenciales entre los diferentes actores, así como de la implementación de opciones
técnicas disponibles y de los vínculos con otros sectores (Revista Internacional de Contaminación
Ambiental, 2013).
Muchas de las concepciones sobre la protección del sistema ambiental nacieron de las
preocupaciones sobre el manejo y control de los residuos sólidos. Este tema, como señalan autores,
es tal importancia que fueron odas en conferencias internacionales; a tal punto que se
implementaron sistemas de control de residuos sólidos.
Entonces, bajo está misma visión, Clemencia Camacho, señala que las universidades públicas, deben
desarrollar ideas y emprendimientos para controlar la creación de basura: Según Camacho:
“el concepto de “sostenibilidad” en las universidades implica que “todas sus actividades
deben ser ambientalmente favorables, socialmente justas y económicamente viables. Estos
conceptos deben englobar el currículum, la investigación y la formación de profesionales,
para que ellos contribuyan a un ambiente perdurable y a una sociedad justa” (Camaho,
2004).

Vista desde esta óptica, el medio ambiente es un capital importante para el ser humano. Más aún
en las épocas anteriores que lo sustentaron, y no hay otra razón para conservarla. La autora señala
lo siguiente al respecto:
(…) “el conjunto de disposiciones y actuaciones necesarias que permitan lograr el
mantenimiento de un capital medioambiental suficiente para que la calidad de vida de las
personas y el patrimonio natural sean lo más elevados posible, todo ello dentro del complejo
sistema de relaciones económicas y sociales que condicionan ese objetivo (Camaho, 2004).

Bajo estos acápites, el texto propone crear un sistema de regulación de residuos sólidos bajo normas
que establezcan su legalidad y su sanción. Empero, estas normas no surgen espontáneamente, sino
cuentan con planes que fueron ejecutados con anterioridad que son aceptadas por cualquier tipo
de organización: pequeña, media o gran empresa. Al respecto, la autora señala:
“El carácter genérico de la norma hace que ésta pueda ser adoptada por cualquier tiempo
de organización, de cualquier tamaño en cualquier parte del mundo; obedeciendo con esto
a las demandas de una población global cada vez más sensible a los cambios del medio
ambiente y deseosa de organizaciones cuyos productos y servicios ofrezcan garantías con
respecto a su compromiso con la preservación del bienestar ambiental global (Camaho,
2004).”

Asimismo, la implementación de un sistema de control de residuos sólidos no es una acción que se


debe tomar a la ligera; más al contrario, es una medida que permitirá generar una mejor gestión de
control ambiental. En particular un sistema de gestión ambiental contiene cuatro partes
fundamentales: la política y la planificación, la operación, el seguimiento y el mejoramiento del
desempeño ambiental. Para iniciar el proceso de implementación del sistema de gestión, la
dirección de la organización debe identificar y asignar los recursos adecuados y crear una estructura
de personal para planificar y dirigir el proceso de implementación. Para esta implementación de
normas, se deben establecer los siguientes criterios:
1. Definir la política ambiental apropiada a la naturaleza del negocio, que sirve como referente para
la definición de los objetivos y metas ambientales de la organización disponible al público.
2. Planificar estableciendo y manteniendo procedimientos para la identificación de aspectos
ambientales de las actividades, productos y servicios de la organización que puedan ser controlados
o causar un impacto importante al medio ambiente.
3. Definir los objetivos y metas ambientales documentadas en cada nivel de la organización,
objetivos consistentes con la política de calidad y los compromisos de minimización de la
contaminación.
4. Establecer los programas de gestión ambiental para garantizar el cumplimiento de los objetivos y
metas ambientales de la organización, designando funciones, responsabilidades específicas para
cada nivel de la organización, y definir un tiempo y recursos necesarios para la consecución de cada
objetivo (Camaho, 2004)

CAMPUS UNIVERSITARIOS COMO AGENTES DE LA EDUCACIÓN PARA LA SOSTENIBILIDAD


AMBIENTAL

Al momento de darse algunos puntos de inflexión, como en los demás párrafos, la autora Claudia
Zuñiga Vega, propone a las universidades de un determinado sistema estatal, ser impulsadores,
creadores; e interpeladores para el sostenimiento de los sistemas ambientales a través de los
sistemas reguladores. Al respecto, Zúñiga plantea:

“En este sentido, las universidades tienen un papel primordial al servicio de la sociedad,
como instituciones formadoras de futuros profesionales que inciden en la toma de
decisiones y en el desarrollo del país. Es por medio de la docencia, investigación y extensión
que dan respuesta a las necesidades, buscando el mejoramiento de la calidad de vida de la
población en el marco de una visión de desarrollo hacia la sostenibilidad (Zúñiga, 2014)

Pues, las instituciones universitarias deben ser, por condición necesaria, un modelo de mantención
de recursos. Es decir, tienen que ser, sí o sí, un referente para la sociedad, un modelo de
administración de los recursos con una ligazón para la conservación del ambiente. Zúñiga señala:
“De ahí que los campus tienen que convertirse en modelos de sostenibilidad, para que las
universidades desempeñen ese papel de liderazgo que les corresponde, ante los desafíos
planetarios actuales. Estas instituciones deben realizar una administración eficiente y
racional de sus bienes y servicios. Asimismo, dirigir sus aportes no sólo a la formación de
profesionales que contribuyan con la prevención, diagnóstico y mitigación de los problemas
del entorno, sino también a contribuir con la investigación para la puesta en marcha de
soluciones innovadoras para los problemas ambientales. (Camaho, 2004).

Sin embargo, esta propuesta de estabilización del sistema ambiental juntamente con el control de
los residuos sólidos, nació en la Cumbre de Universidades de 1993. Cuando, alrededor de 22
Universidades del Mundo, tomaron las iniciativas de ser impulsoras de este plan de contingencia.
Este plan pretendía impulsar a las sociedades, a sus ciudadanos para que tomen conciencia de
protección del su entorno ambiental, de su ecología. Pretendía crear ciudadanos más
comprometidos con la conservación de un medio ambiente más saludable y estable. La costariqueña
afirma:
“Desde esa década se enfatiza que las acciones se deben dirigir hacia la formación de un
ciudadano responsable de la problemática de su entorno y a la necesidad de involucrar a
las universidades para que asuman un papel de liderazgo en esta tarea, no sólo por ser las
responsables de la formación de los profesionales del futuro, sino también por tener
personal altamente capacitado en la búsqueda de soluciones para los problemas que se
presentan (Camaho, 2004)
Esta propuesta fue implementada en las universidades de España, Estados Unidos, Nicaragua,
Costa Rica –el texto no señala los nombres de las universidades– desde el año 2007.

La propuesta de un campus sostenible en gestión ambiental, cuentan con indicadores para su


sostenibilidad:
“Un indicador de sostenibilidad es un instrumento que se diseña para medir si los cambios
que se están poniendo en práctica, realmente contribuyen con el desarrollo sostenible.
También permite determinar el grado de avance y hacer ajustes, para lograr la mejora
continua de los diferentes procesos que involucran esta temática. Es recomendable que
estos indicadores además valoren las mejoras introducidas en la calidad de vida de las
comunidades, incluyendo aspectos socioculturales y mejoras en los ecosistemas (Camaho,
2004)”.

Los indicadores del estudio realizado por Zúñiga, tuvieron las siguientes conclusiones:
• Las universidades realizan, a nivel institucional, grandes esfuerzos con miras a una gestión
ambiental sostenible en sus campus.
• Se han generado una serie de indicadores para evaluar el grado de avance de la sostenibilidad en
los campus.
• Se evidencia una necesidad de construir indicadores educativos que permitan determinar el
impacto de las acciones que se realizan para el fortalecimiento de una cultura ambiental,
vinculado con los cambios conductuales en los estudiantes, profesores, administrativos y
autoridades de estas entidades de educación superior.

BIBLIOGRAFÍA

Revista Internacional de Contaminación ambiental. (2013). Gestión sostenible de residuos sólidos.


México. REDISA.
Camacho, C. (2004). Propuesta de una gestión ambiental. Madrid. POLIANTEA.
Zúñiga, C. (2014). Campus Universitario. BIOCENOSIS, P. 24.

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