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Arte Del Paleolítico Al Mundo Romano.
Arte Del Paleolítico Al Mundo Romano.
y antigüedad
Del paleolítico al mundo romano
Joan Campàs Montaner
P05/74176/01334
© FUOC • P05/74176/01334 Prehistoria y antigüedad
Índice
Introducción .............................................................................................. 5
Objetivos ..................................................................................................... 6
4. Mesopotamia ........................................................................................ 26
4.1. Sumerios y acadios ............................................................................ 28
4.2. El periodo babilonio ......................................................................... 29
4.3. Asiria. El arte del poder ..................................................................... 30
4.4. Los hititas ......................................................................................... 30
5. Egipto ..................................................................................................... 32
5.1. Un modelo de civilización ................................................................ 33
5.2. El arte egipcio ................................................................................... 35
5.2.1. Características generales ........................................................ 35
5.2.2. La arquitectura ...................................................................... 36
5.2.3. La escultura ........................................................................... 43
5.2.4. Pintura y relieve .................................................................... 44
5.2.5. El reinado de Akhenaton (1375-1354 a. C.) .......................... 45
7. Grecia ..................................................................................................... 51
7.1. La polis griega ................................................................................... 51
© FUOC • P05/74176/01334 Prehistoria y antigüedad
8. Roma ...................................................................................................... 74
8.1. La ciudad de Roma ........................................................................... 74
8.2. El arte etrusco ................................................................................... 79
8.2.1. La necrópolis etrusca ............................................................. 80
8.2.2. El templo etrusco .................................................................. 81
8.2.3. La pintura mural ................................................................... 81
8.2.4. La escultura etrusca ............................................................... 82
8.2.5. La cerámica............................................................................. 83
8.3. El arte romano .................................................................................. 83
8.3.1. La arquitectura y el urbanismo ............................................. 85
8.3.2. La escultura romana ............................................................... 89
8.3.3. La pintura romana ................................................................ 92
Solucionario ............................................................................................... 97
Glosario ....................................................................................................... 99
Introducción
El arte, desde sus comienzos, ha estado relacionado con una forma de trabajo
(el trabajo como interfaz entre el ser humano y la naturaleza), con la transfor-
mación de la realidad (los objetos naturales pueden ser transformados en he-
rramientas capaces de alterar la realidad, el arte es una forma de actuar sobre
la naturaleza), con el trabajo manual (en el cual se puede manifestar una con-
ciencia creadora), con la mimesis (la imitación) de la naturaleza (la imitación
da poder sobre los objetos), con el lenguaje y la necesidad de expresión y co-
municación (el lenguaje como imagen y como signo de la realidad: el ser hu-
mano creó el lenguaje porque era un ser que trabajaba colectivamente; el
lenguaje como herramienta que aumenta el control sobre la realidad).
También se relaciona con la interactividad social: la función del arte era ejer-
cer poder (sobre la naturaleza, sobre el compañero sexual, sobre el enemigo,
sobre la realidad) para fortalecer al colectivo humano; con la atracción sexual,
como estímulo para la aparición del arte y con la idea de que el arte no es un
producto individual sino colectivo, aunque lo ejecute una sola persona
Nos damos cuenta de que, en un principio, el arte tenía muy poco que ver con
la “belleza”, con el deseo estético, con la expresión de emociones y sentimien-
tos. Era un arma de los humanos en su lucha por la supervivencia y por com-
prender la realidad.
Objetivos
El diseño y los contenidos de este módulo están pensados para que el alumno,
al final de su aprendizaje, haya adquirido las siguientes competencias:
7. Definir con precisión los conceptos y tecnicismos del arte de este periodo.
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1. El arte de la prehistoria
Figura 1
Una de las características del arte prehistórico es que tiene unas localizaciones
geográficas muy concretas, con grandes áreas donde no hay ningún vestigio y
otras donde se concentran las producciones.
Lectura recomendada
1.1. El arte del paleolítico R. González (1989). Las cla-
ves del arte prehistórico, 80
pág. Barcelona: Editorial Ari-
El arte empieza con el homo sapiens sapiens, y por eso podemos fechar las el (“Las claves del arte.
Estilo”, 1).
primeras manifestaciones artísticas al inicio del paleolítico superior, hace
© FUOC • P05/74176/01334 8 Prehistoria y antigüedad
unos 40.000 años, periodo que se extiende hasta el primer gran cambio eco-
nómico y cultural que conocemos con el nombre de neolítico (alrededor del
año 10000 a. C.), y por ello la gran variedad y evolución temática y estilística
de su arte.
• el arte parietal o rupestre (de rupes, que quiere decir roca), conjunto de re-
lieves, grabados y, sobre todo, pinturas sobre las rocas de las paredes y de
los techos de las cuevas, o en fragmentos de roca al aire libre.
Figura 2
Figura 3
Figura 4
Figura 5
De izquierda a derecha: cerámica neolítica de la cueva de Zuheros, cerámica neolítica con decoración cardial de la cueva del Or
(Beniarrés)
La manifestación artística más importante del primer periodo son los monumentos me-
galíticos (dólmenes, menhires, cestos artificiales), con las peculiares culturas talaióticas
de Menorca y nurágicas de Cerdeña. A partir del tercer milenio, los sepulcros de corredor,
que son sepulturas individuales decoradas con elementos simbólicos (báculos, hachas,
zigzag) dan paso a las galerías cubiertas, que son sepulturas colectivas donde encontra-
mos a menudo a la diosa madre con hacha o báculo, representando el principio femeni-
no/masculino. En el Lenguadoc, sin embargo, hallamos las estatuas-menhir masculinas
y femeninas que se irán transformando en estelas.
Figura 6
Ya en la edad del bronce, las diosas madre son sustituidas por figuras masculi-
nas con armas, y en las estelas aparecen las primeras manifestaciones de una
mitología del culto al sol, convertido en una rueda de fuego que va de Oriente
a Occidente y que se representa como un carro tirado por caballos.
Es un fenómeno que abarca todo el litoral del arco mediterráneo, desde el Len- Lectura recomendada
guadoc hasta Andalucía, en donde, heredera del mundo tartésico, la cultura
J. Eslava Galán (2004).
ibérica desarrolla formas de un gran refinamiento. Parece que tuvo en tierras Los íberos: los españoles tal
como fuimos, 224 pág.
valencianas el centro principal porque allí confluyeron el impacto de griegos Madrid: Ediciones Martínez
y fenicios, de un lado, y la influencia de los tartesios de Andalucía, del otro. Roca.
El legado artístico de los íberos, revalorizado a partir del hallazgo de la Dama Figura 8
Figura 7
La Dama de Elche
© FUOC • P05/74176/01334 13 Prehistoria y antigüedad
El ser humano pertenece a la categoría de los mamíferos que pasa una parte de
su existencia en un abrigo artificial. En eso se diferencia de los simios, incluso
de los más evolucionados, que sólo arreglan someramente el lugar donde pa-
san la noche. La organización del espacio habitado –que es más que la cons-
trucción de un nido– es un comportamiento típicamente humano.
Tienen, sin embargo, dos problemas básicos. Deben mantener el control sobre
el crecimiento de la población; para vivir en equilibrio ecológico tienen que
controlar la natalidad (prolongando la lactancia hasta los cuatro años, abste-
niéndose de relaciones sexuales, utilizando preservativos y abortivos). Sobre la
mujer recae la responsabilidad más dura de este control. En segundo lugar, ne-
cesitan grandes espacios para subsistir: se calcula que una persona, en función
del clima y de los recursos, puede necesitar entre 2.000 y 150.000 hectáreas
para obtener los alimentos.
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Figura 9
La cabaña, simple refugio que se abandona cuando el grupo emigra, se construye con ramas
de algún árbol próximo y una buena cantidad de hierba y fibras vegetales. Las mujeres clavan
las ramas en el suelo y las disponen formando un arco, que servirá de estructura de apoyo, la
cual es cubierta con hierba. Suelen atar una cuerda alrededor con el fin de asegurar su rigidez.
El conjunto de cabañas suele disponerse bajo las ramas de un gran árbol, en un lugar donde
abunde la comida, pero un poco lejos de los pozos de agua, para no entrar en conflicto con
los animales. No existe ninguna estructura regular, ni en la disposición ni en la orientación;
sólo cuando se realizan ritos de iniciación, forman un círculo.
Son las construidas por grupos nómadas de cazadores (o recolectores) que viven
en entornos bastantes ricos en recursos, cosa que les permite quedarse en el mis-
mo sitio algunas semanas. Viven, también, en equilibrio ecológico con el entor-
no, pero ya poseen un cierto control sobre las plantas y los animales, tienen más
cantidad de objetos personales (ropa, utensilios, armas) y utilizan, en su trabajo,
algunos ingenios, como los trineos, o bien animales de tiro (perros). Dado que sus
utensilios están formados de diferentes materiales (piedra, madera, etcétera), sig-
nifica que conocen las propiedades y las combinan de la manera más eficaz.
Es, por lo tanto, un sistema de vida que varía un poco de lo que hemos visto
en el apartado anterior. ¿Cómo estas diferencias inciden en la vivienda?
© FUOC • P05/74176/01334 16 Prehistoria y antigüedad
Dado que tienen un cierto control sobre el entorno (como lo muestra su ropa
y el hecho de tener un tipo de construcción para el invierno y otra para el ve-
rano), les permite adaptarse a condiciones climáticas adversas. Las viviendas
suelen ser mayores, tanto en planta como en altura interna. Su interior sólo
está dividido en una zona para dormir y una para comer; también el hogar de
fuego tiene un sitio asignado. Algunos componentes de la vivienda se trans-
portan y se reutilizan cuando cambian de campamento. Existe una gran varie-
dad de formas y materiales de soporte: circular pero con cubierta en forma de
cúpula o cono; las circulares usan la madera o bloques de hielo para los sopor- ¿Dónde se localiza este
tipo de vivienda?
tes, las cónicas tienen una estructura en forma de trípode que soporta un en-
tramado de palos. La cubierta puede ser de piel o de ramas de abedul. En las regiones árticas y estepa-
rias, donde hace un frío inten-
so con fuertes vientos
en invierno y una temperatura
El iglú de los esquimales del norte de Canadá moderadamente cálida duran-
te el día en verano. Por eso
La falta de vegetación conlleva un sistema de vida basado en la caza. La carne de foca es los elementos de soporte sue-
la dieta básica de los meses de invierno; con su piel se hacen vestidos, forran el interior len estar protegidos y los mate-
del iglú o cubren la tienda en verano; la grasa la utilizan como combustible para cocinar, riales que se utilizan absorben
calentar e iluminarse durante el largo invierno ártico; con los intestinos y otras partes del poco calor, con lo que el interi-
cuerpo alimentan los perros; de los huesos se hacen utensilios. or se puede calentar rápida-
mente.
En invierno, y en un lugar protegido, construyen el iglú. Necesitan nieve no compactada por
el viento, ni demasiado blanda ni demasiado helada; con un cuchillo de hueso se cortan blo-
ques de 90 x 50 x 20, un poco biselados para poder colocarlos en forma de espiral. Primero
se hace la base circular y después, desde el interior, se van colocando los bloques de manera Figura 10
que se vaya cerrando la cúpula; cuando falta la última pieza, se hace un agujero cerca de tierra
y, desde fuera, se pone en forma de cuña (las dimensiones pueden ser de unos 5 m de diáme-
tro por 3 m de altura y el tiempo de construcción aproximado de una hora). La forma en es-
piral impide que los bloques caigan hacia el interior y la forma hemisférica presenta una
mínima superficie y ofrece una máxima resistencia a los vientos. A menudo el iglú principal
se comunica, con pequeños túneles, con otras dependencias que tienen la misma forma
y estructura, y que sirven para almacenar carne, como despensa, como armario ropero. La
puerta de acceso (protegida con una cortina durante el día y con un bloque de nieve por
la noche) es muy pequeña y se tiene que entrar a cuatro grapas. Encima de la puerta se
suele poner una lámina de hielo (o una membrana de intestino de foca) que hace de ven-
tana y que permite iluminar el interior; encima de todo de la cúpula, un pequeño agujero
permite la ventilación: para notar al mínimo la corriente de aire que se produce en el interior,
el suelo está casi medio metro hundido respecto de la base del iglú principal. Las lámparas de
aceite que se encienden en el interior, a la vez que lo calientan, derriten un poco el muro,
con el que quedan taponadas todas las posibles fisuras o grietas cuando se vuelve a helar; Iglú de los esquimales
la forma de cúpula hace que las gotas no caigan al suelo sino que vayan chorreando pared
abajo. La nieve acumulada en torno al iglú y la cámara de aire que hay entre las pieles y las
paredes de hielo aíslan el interior de las bajas temperaturas del exterior. El espacio interior
está organizado en función de las diferentes necesidades: en el fondo, y en una plataforma
un poco más elevada cubierta de musgo y pieles, se duerme; al lado de la entrada, y tam- Figura 11
bién sobre dos pequeñas plataformas (como dos mesillas de hielo) se ponen las luces de
aceite y los utensilios de cocina. Este tipo de construcción es la mejor respuesta a la dureza
del invierno ártico.
La estructura la forman tres o cuatro palos clavados en el suelo, a los que se añadían una
veintena de palos más. Encima de este soporte, se colocan las pieles de búfalo cosidas
(unas veinte), y se fija la base con grandes piedras. El extremo superior, donde se cruzan
los palos, permanece abierto para permitir la salida de humos: si nos fijamos bien, obser-
varemos que las tiendas están un poco descentradas (el agujero de ventilación no cae per-
pendicularmente en el medio de la tienda) para evitar que los días de lluvia el agua
penetrara en su interior. Sus dimensiones suelen ser de unos 4 m de diámetro por 3,5 m
de altura. A menudo, el suelo estaba recubierto por pieles, las cuales también forraban el
interior hasta una altura de 1,5 m: con eso, se aislaba totalmente el interior y se creaba
una cámara de aire que protegía del frío del invierno. Todo el trabajo de la piel (curtido, Tipis de los indios
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corte y cosido) lo hacían las mujeres, que a menudo decoraban las tiendas con pinturas
bastante elaboradas; también ellas eran las encargadas de montar (en una hora) y des-
montar la tienda. Los palos de los soportes, enganchados a los caballos, se utilizaban para
transportar sus pertenencias durante las migraciones.
Figura 12
Una peculiar vivienda transitoria la encontramos en las selvas tropicales donde viven socie-
dades que tienen pocos problemas para satisfacer sus necesidades y, por lo tanto, no tienen
que emigrar. Estas condiciones estimulan la formación de comunidades mayores y el desa-
rrollo de una tecnología agrícola colectiva. Además de la pesca, la caza y la recolección, prac-
tican una agricultura itinerante por el fuego: se limpia un trozo de bosque, se quema la
vegetación, se plantan pequeñas raíces y, después de pocos años, cuando el suelo se convierte
en improductivo, se abandona este lugar y se limpia uno nuevo. El equilibrio ecológico se
mantiene cuando se da la proporción de una persona por 30 hectáreas. ¿Qué requiere la agri-
cultura itinerante por el fuego? Pues un gran esfuerzo colectivo por la falta de arado y de ani-
males de tiro, un territorio muy grande que permita el desplazamiento y el cambio de zonas
de cultivo y un territorio adecuado para la pesca y la caza.
¿Cómo repercute este sistema de vida en el tipo de vivienda? La facilidad de obtener recursos
permite la estabilidad de los asentamientos; la agricultura facilita alimentar a más gente y,
por lo tanto, crece el número de habitantes y el grupo se convierte en más numeroso; las po-
sesiones personales también se incrementan (un cierto sedentarismo permite acumular más
objetos); la economía de tipo colectivo hace surgir unas viviendas de grandes estructuras co-
munales con planta circular o rectangular, diseñadas para mantener poco el calor, proporcio-
nar mucha sombra y permitir una fácil ventilación (debido a los días calurosos y las noches
cálidas de la húmeda selva tropical). El ejemplo más conocido es la vivienda comunitaria de
los ianomami, habitantes del Orinoco en el sur de Venezuela.
Los ianomami son un ejemplo de sociedad igualitaria, basada en la reciprocidad, con una
mínima división del trabajo (las mujeres realizan los trabajos domésticos ayudadas por
sus hijas, además de recolectar frutos, pequeños animales y tubérculos; los hombres tam-
bién se dedican a la recolección y, sobre todo, a la caza con arco). No hay artesanos, ni
especialistas: cada uno, al llegar a la mayoría de edad (hacia los 15 años) está capacitado
para desarrollar su tecnología y conoce todo lo necesario para sobrevivir en la selva.
Cada núcleo familiar está formado por los padres y los hijos (familia nuclear) y ocupan
dentro del “chapono” (vivienda comunal) un espacio triangular delimitado por hamacas
puestas en diagonal; en medio de este triángulo se enciende el fuego: cada triángulo tiene
uno y es el símbolo de cada familia. El ritual del matrimonio consiste, simplemente, en
que la joven desata la hamaca del hogar paterno y la liga a la conyugal; el joven, durante
una temporada, realizará trabajos para la familia de la esposa.
El poblado ianomami consiste, casi siempre, en una sola casa comunal (el chapono) que
no es más que un gran cobertizo circular que rodea una plaza central. Existe una clara
relación entre la forma circular y las diferentes partes de esta vivienda y la concepción
del universo. La plaza central, donde se incinera a los muertos, representa el ámbito ce-
leste ocupado por el trueno y los espíritus. El techo del gran cobertizo colectivo desciende
hacia el suelo tal como el cielo se inclina hacia el horizonte. Los palos que soportan el
techo permiten ascender subiendo de la tierra al cielo, donde está el trueno que hace sur-
gir los frutos. Cada chapono constituye una unidad política y económica independiente;
tiene un nombre que lo distingue de los otros y puede acoger entre 40 y 250 habitantes.
una organización social jerárquica nacida para resolver los conflictos entre
grupos vecinos, coordinar el uso de los pastos y mantener el equilibrio ecoló-
gico. La existencia de una cierta organización política y la centralización del
poder en un jefe –que nos permite hablar ya de tribus– diferencia este sistema
de todos los anteriores.
¿Cómo repercute este estilo de vida en la vivienda? Suele consistir en una tienda
portátil, hecha con un trozo de tela o piel, cuyo soporte es una estructura de ma-
dera; los materiales pesan poco para facilitar su transporte, cosa que condiciona
el tamaño de la estructura del habitáculo. Lo encontramos, sobre todo, en las
estepas continentales y en los desiertos.
Figura 13
Tienda tuareg
La tienda tuareg
Los tuaregs son grupos de pastores nómadas que viven en las llanuras áridas en los
límites del desierto del Sahara. Tienen muy pocas pertenencias y subsisten gracias a
la leche de cabra a la que añaden trigo y mijo (cosa que les hace depender, en parte,
de los sedentarios bereberes para el aprovisionamiento de los productos agrarios). Ele-
mento distintivo de su indumentaria es el velo que llevan los hombres y no las mu-
jeres.
Se trata de una tienda hecha con una docena de palos y un entramado de ramas de
acacia o tallos de hoja de palmera, sobre el cual se teje una cobertura hecha de hojas
de palmera; las paredes también están hechas de paja y hierbas tejidas formando fran-
jas decorativas. La tienda típica está formada por tres arcos de delgadas ramas unidas
entre sí. Todo queda ligado con cuerdas para asegurar la estabilidad. El único mobi-
liario es una especie de plataforma, que con cuatro patas está situada a unos 40 cm
del suelo: aquí comen y duermen. Las mujeres son las encargadas de montarlas y des-
montarlas.
© FUOC • P05/74176/01334 19 Prehistoria y antigüedad
Figura 14
Los beduinos (beduino quiere decir hombre de la tienda) son pastores que habitan el Asia
occidental y el norte de África, crían camellos y recorren los grandes desiertos del Sahara
y de Arabia. En verano, cuando hay falta de pastos, establecen los campamentos cerca de
los campos de cultivo y aprovechan los rastrojos; también dependen de otros pueblos
para proveerse de utensilios, ropa, etcétera.
La tienda beduina está hecha de palos verticales sobre la que se extiende una cobertura
negra hecha de pelo de cabra tejido. Las mujeres escogen el lugar, lo limpian, estiran la
cubierta y, empezando por un extremo, van colocando los palos y levantando la estruc-
tura; una vez puesto el techo, se añade la pared trasera y se divide el interior con una
cortina. La operación suele durar una hora. La novedad constructiva es que los soportes
–que trabajan a compresión– no tienen ninguna estabilidad sin la cobertura, que trabaja
a tensión. El perfil superior de la tienda es muy plano para reducir la resistencia al viento
y a las tormentas de arena. La parte delantera está orientada hacia La Meca o hacia el sur.
El interior distingue claramente el área de la mujer, que es mayor y es el sitio donde se
trabaja y se hace la vida familiar, y el área del hombre, cubierta con alfombras y lugar de
recepción. Utensilios de cocina, recipientes con trigo, cantimploras de piel, algunos co-
jines, forman el mobiliario. Las dimensiones medias son de 8 m de longitud por 3 m de
fondo y unos 2 m de altura. Este tipo de tienda proporciona sombra, es una perfecta
adaptación a zonas donde no hay madera, y no serviría para zonas con lluvias abundan-
tes, dado que la cubierta no es impermeable. El área de difusión de la tienda beduina
coincide con la del camello.
Utilizan diferentes tipos de vivienda: para el periodo sedentario tienen una más
elaborada, cuyo tamaño y complejidad dependen del número de componentes
de la familia; suelen rodear las diferentes viviendas del grupo con una especie
de valla, constituyéndose así en poblados. Para el periodo migratorio tienen una
de estructura temporal, de tamaño pequeño y distribuido en forma dispersa. La
dedicación al cultivo obliga a construir algún tipo de almacén o granero.
días con frías y cortas noches en verano, exigen paredes y techos que absorban
mucho calor; en invierno suelen construirse semisubterráneos, cubiertos con
tierra; en verano, suelen utilizar simples parasoles. En cambio, las viviendas de
la sabana subtropical, con un clima caracterizado por pocos cambios estacio-
nales, días calurosos, noches frías y bajo índice de humedad, exigen una es-
tructura con paredes y techo con gran capacidad calórica: el calor absorbido
durante el día calienta la vivienda por la noche, y la pared enfriada durante la
noche refrescará la vivienda durante parte del día.
Figura 15
Hogan navajo
Es un típico ejemplo de vivienda unifamiliar temporal. El medio donde viven los navajo
está caracterizado por grandes mesetas, llanuras de arena y grava, profundos desfiladeros
y montañas rocosas. Llueve mucho, pero el agua excava torrenteras y el conjunto perma-
nece árido. En verano, los navajo se van a las tierras altas donde practican la agricultura;
durante el otoño y el invierno, viven en las tierras bajas con el ganado. La vivienda de
invierno consiste en una habitación cubierta de barro y con la puerta mirando al este (de
donde vienen los buenos espíritus, posible reminiscencia de un culto solar). Cada familia
ocupa una. Se empieza por hacer un agujero circular de medio metro de profundidad; se
plantan cuatro palos enforcados, separados por unos 3 m.; encima de la enforcadura de
cada dos palos, se pone un travesaño que hará de viga; encima de las vigas, se colocan
ramas; para las paredes se utilizan ramas de arbustos entretejidas, clavadas en el suelo en
torno al agujero, y que llegan hasta el techo, donde quedan ligadas; se deja una obertura
por la que se tiene que pasar arrastrándose. Toda la estructura se recubre con tierra hú-
meda recogida después de la lluvia, que una vez secada tiene la consistencia del mortero.
Las tareas de construcción son comunitarias.
Figura 16
Poblado nuer
“Los nuer se ven obligados a vivir en poblados para protegerse de los mosquitos, de las
inundaciones, y poder practicar la horticultura; por otra parte, se ven también obligados
a salir de sus poblados y vivir en campamentos por causa del seco, falta de vegetación y
para dedicarse a la pesca.
Durante la estación seca, los hombres del campamento duermen protegidos únicamente
por parasoles y barreras contra el viento, y las mujeres duermen dentro de cabañas, o am-
bos sexos en este último tipo de refugio. Estos frágiles habitáculos se construyen cerca del
agua, a menudo en semicírculo o alineados según el viento dominante y con materiales
muy sencillos, raíces de arbustos o, a veces, con tallos de mijo fuertemente unidos en una
delgada trinchera para hacer pantallas contra el viento.”
3. La revolución urbana
Hace unos diez mil años, cuando los glaciares se retiraron y se entró en un pe-
Lectura recomendada
riodo interglacial –en el que aún nos encontramos–, los seres humanos se ha-
A. E. J. Morris (2004). Histo-
bían adaptado culturalmente a todos los lugares del planeta. ria de la forma urbana: desde
sus orígenes hasta la Revolución
Industrial, 480 pág.
Nuestros antepasados del paleolítico nos han dejado unos restos, unos utensilios, Barcelona: Editorial Gustavo
Gili.
unos indicios de hábitat, que pueden parecer sencillos, pero que no quiere decir
en absoluto que tuvieran una mente sencilla o una capacidad intelectual inferior
a la nuestra. Los cazadores-recolectores tuvieron que aprender a aprender: su sa-
biduría consistía “en vivir con la naturaleza”; y llegaron a saber tanto de los ani-
males y las plantas que hace unos quince mil años domesticaron al perro y, poco
tiempo después, la recolección selectiva de plantas desembocó en la agricultura.
Si durante unos dos millones de años el grupo de primates del género “homo”
habían practicado, con éxito, el sistema de caza-recolección, ¿por qué tuvie-
ron necesidad de adoptar, hace unos doce mil años, un sistema basado en la
agricultura?
¿Qué hay en la base de todas las civilizaciones agrícolas? Está el cultivo de ce-
reales. Los granos de trigo, arroz, y maíz, se pueden almacenar (no se pudren
© FUOC • P05/74176/01334 23 Prehistoria y antigüedad
Figura 17
Jericó
riqueza de la agricultura: sin embargo, sólo una mínima parte de sus habitantes
vivían en la ciudad.
¿Y qué hace falta para que se dé una revolución urbana? Que un sector de la
población (los campesinos) produzca un excedente de alimentos que se pueda
almacenar y que permita alimentar a los individuos que se han especializado
en tareas no agrarias (artesanos, comerciantes, constructores), que exista algu-
na forma de escritura, gracias a la cual se pueden llevar cuentas de la producción,
se pueden registrar los acontecimientos, se pueden desarrollar las matemáticas y
la astronomía, llevar a cabo una serie de obras públicas de carácter y uso comu-
nitario, y organizar la sociedad de manera que los no campesinos tengan garan-
tizada la continuidad en el abastecimientos de alimentos y materias primas.
Todo eso se dio en torno al año 3000 a. C.
4. Mesopotamia
Mesopotamia (‘país entre ríos’) abarca una extensa región situada en una zona
de paso de pueblos y culturas, y caracterizada por la diversidad étnica y cultu-
ral. A diferencia de Egipto (una sola etnia, una historia continuada y un arte
unitario), aquí tenemos que hablar de culturas mesopotámicas (sumeria, aca-
dia, babilonia, asiria).
Figura 18
Ciudad de Ur
a) La ciudad amurallada
Tiene forma ovalada (1.200 m de longitud por 800 de anchura); el Éufrates le pasaba por
el oeste y un canal navegable la rodeaba por el norte y por el este, con dos puertos que le
proporcionaban anclajes protegidos.
Figura 19
Restos de la muralla de Ur
La ciudad estaba densamente edificada. El tamaño y la planta de las casas era variable; en-
contramos dos pisos, de ladrillo cocido en la planta baja y adobe en la parte superior, y con
yeso y cal se escondía el cambio de material. La vivienda típica era, sin embargo, la edifica-
ción en torno a un patio, respuesta a la necesidad de intimidad doméstica en condiciones
urbanas de gran densidad de edificación, de aislamiento del ruido y de ventilación.
Contiene los únicos espacios abiertos significativos de la ciudad. Su uso está reservado a
los sacerdotes y miembros de la corte.
Figura 20
c) La ciudad exterior
La revolución urbana en las tierras del Oriente Próximo culmina entre el cuarto y
el tercer milenio antes de Cristo; el arte será la expresión de las necesidades reli-
giosas y políticas, como muestra la proliferación de templos, palacios, obras de
fortificación, tumbas, relieves ornamentales e históricos.
Desde un punto de vista constructivo los templos se caracterizan por el uso del
adobe y el ladrillo hechos de arcilla secada al sol (consecuencia de la falta de
madera y piedra), muros gruesos para dar consistencia y aislar del calor y el frío
extremos de la zona, construcción sobre terrazas con el fin de aislar los edifi-
cios de la humedad provocada por las crecidas del Tigris y el Éufrates, revesti-
miento externo de mosaico para proteger el edificio de la lluvia y el viento y
dotarlo de magnificencia, uso de la bóveda, en lugar del arquitrabe, conse-
© FUOC • P05/74176/01334 29 Prehistoria y antigüedad
Figura 21
La región situada en el valle medio del Tigris, con capital en Assur, tiene
una larga y compleja historia, que se suele dividir en tres periodos: el im-
perio antiguo (1800-1375 a. C.), el medio (1375-1047 a. C.) y el nuevo
(883-612 a. C.).
Son también bastantes conocidos los Lamasu, figuras monstruosas que flan-
quean las puertas del palacio, que combinan rasgos de animales (bueyes, leo-
nes) con cabezas humanas o de dioses y alas de águila.
5. Egipto
“Nada más diferente del mosaico de ciudades-estado que se repartían el valle del Tigris
y del Éufrates, que el reino unificado de Egipto, donde la ciudad realmente no existía”
(J. Hawkes y L. Wooley).
¿Por qué en Egipto las ciudades son diferentes de Mesopotamia? ¿Por qué hay
tantos restos de edificios religiosos y tan pocos restos urbanos? He ahí algunas
de las razones que se suelen dar: el aislamiento y la falta de grandes conflictos
bélicos hacían innecesarias las murallas y, por lo tanto, no existe tan clara-
mente la delimitación del territorio: la estructura de la ciudad no era compacta
y los diferentes barrios no estaban fijados por un terreno delimitado. No se te-
nía que ocupar continuamente el mismo lugar con el fin de aprovechar la gran
inversión de capital que representaba la muralla defensiva. La movilidad urba-
na hacía que los faraones pudieran preparar la tumba en un lugar diferente al
de sus predecesores. La práctica totalidad de los recursos de la construcción y de
los materiales duraderos se pusieron a disposición de la edificación de templos
y tumbas.
Por todo ello, se sabe muy poco de las ciudades egipcias. Su arquitectura gran-
diosa y monumental nos hace pensar que habían de tener la tecnología ade-
cuada para construir grandes ciudades, pero dedicaron más esfuerzos a la
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construcción de tumbas para los muertos que refugios para los vivos. Quizás
los grandes edificios, simbolizando la idea de permanencia, expresaban la nue-
va condición de vida sedentaria: fijémonos en que la forma de pirámide impi-
de que ésta se convierta en unos escombros. Ya lo dice un proverbio árabe:
“Todo el mundo le teme al tiempo, pero el tiempo le teme a las pirámides.”
La construcción de ciudades bajo los faraones debió de ser un proceso rápido con el fin
de no paralizar las obras de sus tumbas. Tomemos el caso de Tel el-Amarna, ciudad nueva
fundada por Akhenaton para deshacerse de la tutela de los sacerdotes de Tebas. Está si-
tuada a mitad de camino entre El Cairo y Luxor, en la orilla derecha del río, donde los
acantilados dejan una explanada de 11 x 4 km. Estuvo ocupada durante un periodo de
sólo cuarenta años; dos años después de la muerte del faraón, en el 1356 a. C., el-Amarna
fue abandonada y nunca más volvió a estar ocupada. Tiene un trazado urbanístico lineal,
con las tres calles principales paralelas al río. Con respecto a los barrios y viviendas, hay
que decir que no había manzanas ni una estructura planificada. Parece que los ricos ele-
gían el terreno y construían sus viviendas cerca de las calles principales. Los menos po-
derosos edificaban en los espacios vacantes, detrás de las casas de los ricos; las de los pobres
se amontonaban donde quedaba algún agujero. En el este de la ciudad, se encuentra el po-
blado de los obreros que fue trazado según un plan preconcebido: se trata de barracones
destinados por los contratistas para alojar a los obreros cualificados que construían la nue-
va ciudad y la tumba del faraón. Es un recinto cerrado, de planta cuadrada, lleno de peque-
ñas casas dispuestas en hileras y separadas por estrechas calles. Todas, menos la del
encargado, eran monótonamente iguales, con su cocina, recibidor, dormitorios y almacén,
verdadero precedente de las viviendas industriales.
¿Por qué la ciudad de los obreros sí que está planificada y, en cambio, los otros
barrios de la ciudad dependían de un crecimiento orgánico? Sabemos que en
este caso se trataba de proporcionar alojamiento a los obreros cualificados de
la manera más rápida posible, ya que los obreros no cualificados tenían que
contentarse con cobijos rudimentarios. Planificar una ciudad implica un con-
trol político para asegurar que los habitantes se adapten a aquello que tiene
pensado para ellos el planificador; las murallas, por ejemplo, de los recintos
obreros tenían como finalidad que éstos no se escaparan.
lo bastante amplio como para utilizarla como paradigma para nuestro estudio.
Como toda civilización, Egipto posee unos sistemas de obtención y distribución
de los excedentes, un sistema de poder político, un sistema religioso y unos sa-
cerdotes con dedicación plena. Las preguntas que Egipto nos sugiere son infinitas:
¿cuándo, cómo y por qué surge un poder político centralizado y equiparable a la
divinidad? ¿Cómo aparece el Estado? ¿En qué se fundamenta el poder de un fa-
raón? ¿Cómo y por qué alguien se convirtió en faraón? ¿Cómo nacen los sistemas
religiosos? ¿Cómo aparece una casta sacerdotal? ¿Qué reflejan los dioses? ¿Y los
mitos? ¿En qué creían los egipcios y cómo creían? ¿Cómo queda modificado el
estatus de la mujer? ¿Cómo se mantiene la paz y el orden? ¿Cómo se controla la
natalidad? ¿Cómo se incrementa la producción?
“Sin el Nilo, que lo atraviesa de sur a norte desde las tierras altas de Etiopía y el África
central hasta el Mediterráneo, Egipto, donde apenas llueve, habría sido un país práctica-
mente desértico e inhabitable. Gracias al río fue el Estado mayor y más próspero del Me-
diterráneo oriental desde el 3000 a. C. hasta la conquista romana, el 30 a. C. [...].
Figura 22
Durante la Antigüedad, la prosperidad del país dependía de la riqueza de su agricultura,
y por lo tanto del Nilo: sin embargo, esta agricultura no nació de una manera espontánea,
sino que fue apareciendo en el transcurso de la prehistoria. De todos modos, el Nilo, y en
un sentido más general la geografía de Egipto, no ha tenido sólo una influencia econó-
mica, sino también política e incluso ideológica.
Hace unos doce mil años, hacia el final del pleistoceno, Egipto todavía formaba parte del
Sahara occidental, que en aquellos tiempos era habitado por cazadores-recolectores nó-
madas. El clima era más agradable que hoy, y algunas regiones que actualmente son ári-
das y desérticas entonces estaban habitadas. El valle y el delta del Nilo no eran sino un
inmenso pantanal que atraía a la gente y al ganado como excelente fuente de agua y que
era muy apreciado por sus plantas y peces. En la misma época, los habitantes de la región
también empezaron a coger plantas salvajes, seguramente cereales, que requerían más
trabajo que los otros alimentos que consumían. Se puede deducir que la presión sobre los
Imagen satélite de Egipto
recursos naturales iba aumentando.
A partir de aquí empezó un lento proceso de desertización del Sáhara, que hacia el 2000
a. C. ya era tan árido como en nuestros días. Del 10000 al 5000 a. C., los últimos repre-
sentantes de la edad de piedra se concentraron en los lugares donde había agua y explo-
raron con más intensidad todavía los recursos disponibles, tanto en el desierto como
cerca del Nilo. [...] La transición a la agricultura sedentaria se produjo, o en las zonas hú-
medas del desierto, o en el valle y en el delta del Nilo, en fechas que se sitúan entre el
7000 y el 5000 a. C., mucho más tarde que en el Asia occidental [...].
El valle del Nilo empezó a poblarse con el desarrollo de la agricultura. Hacia el 4000 a. C., en
Egipto sólo había dos grandes civilizaciones, la vieja cultura Merimdeh en la región del Delta,
y la cultura badariana, centrada en Assiut, en el Alto Egipto. Antes del 3100 a. C., quedó for-
mado el Estado egipcio unificado, el primer gran Estado nación de la historia.
[...] Las siembras se llevaban a cabo después de la crecida anual que cubría el valle y el
delta del Nilo desde el final de julio hasta septiembre: hacía apenas falta regar, y la cose-
cha se hacía de marzo a mayo. Se podía incrementar el rendimiento con la canalización
de las aguas de la crecida con el fin de retenerlas, mientras que el drenaje de las aguas y
el limo que se deposita lentamente permitía ampliar las superficies cultivables. En cam-
bio, las tierras dedicadas a las hortalizas se tenían que regar todo el año, una actividad
que fue manual hasta que hacia el 1500 a. C. aparecieron las primeras norias [...].
[...] La práctica de la irrigación con balsas, que trataba como una sola unidad importantes
secciones de la llanura inundable, ya era muy común durante el Imperio medio (hacia el
2040-1640 a. C.) [...].
Los dos cultivos principales eran cereales: el trigo para el pan y la cebada para la cer-
veza. Estos productos, fáciles de conservar, eran la base de la alimentación. También
se cultivaba el lino, que se utilizaba tanto para fabricar cuerdas como los más finos
tejidos para la exportación; y el papiro (planta de pantanales que podía ser cultivada
o silvestre) [...]. Además, se cultivaban diferentes frutas y hortalizas. Los antiguos
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Además de hacer posible la agricultura, el Nilo también era el principal medio de comunica-
ción. En la escritura egipcia, las palabras que designan los viajes se representan con signos de
barcos [...] contribuyó a fortalecer la unidad del país, a la vez que el laberinto de los canales
del Delta presentaba fuertes obstáculos para cualquier invasión [...]. Pero el río también podía
separar a los hombres. Un pobre era ‘aquel que no tiene barca’, cosa que lo obligaba a recurrir
a los más afortunados para poder atravesar el Nilo. La muerte era ‘llegar a tierra’ o ‘a la otra
orilla’ y el paso al otro mundo se consideraba como una ‘travesía’.
El carácter compacto del país, centrado en torno al Nilo, favoreció la unificación de Egip-
to, y permitió al mismo tiempo la explotación intensiva de sus recursos y la concentra-
ción del poder. Los faraones, propietarios de la tierra, controlaban los recursos agrícolas
mediante la propiedad de la tierra, los impuestos sobre la producción, las medidas admi-
nistrativas para conseguir que se cultivara y el trabajo forzado. En contrapartida, se ocu-
paban de crear reservas en previsión de las malas cosechas, y así asumían muchas de las
funciones de un sistema cooperativo en sociedades más pequeñas [...].
Es sorprendente que el Nilo, que era tan importante para la economía del país, tuviera
un papel de tan poco relieve en la religión. Para los egipcios, su país era el centro del
mundo, y el Nilo era simplemente el río. Ni siquiera es seguro que la palabra Nilo sea de
origen egipcio. Por otra parte, quien aportaba el agua y la fertilidad no era el río plácido
sino la crecida de sus aguas, llamada Hapy, que se convirtió en dios. [...]
[...] a diferencia de la mayoría de pueblos, los egipcios se orientaban hacia el sur, es decir,
hacia las fuentes del Nilo, de manera que el oeste les quedaba a la derecha –con el resul-
tado de que éste era el ‘buen’ lado para pasar al otro mundo– [...].
El gran dios egipcio más estrechamente relacionado con el Nilo era Osiris, faraón mítico ase-
sinado cerca del río por su hermano Seth, que metió su cuerpo descuartizado dentro del
ataúd. Su hermana y viuda, Isis, pudo reconstruir su cuerpo y reanimarlo para concebir al
hijo póstumo, Horus. Osiris no volvió a vivir, pero se convirtió en rey de los infiernos. El ciclo
de su muerte y resurrección simboliza la fertilidad de la tierra de Egipto. Durante una cere-
monia celebrada en el periodo de la crecida, se plantaban dentro de unas estatuillas de Osiris,
hechas de arcilla húmeda, granos de cebada, cuya germinación simbolizaba el despertar de
la tierra fecundada por el agua del Nilo; así, Osiris, el río y la tierra se entrecruzaban en un
complejo sistema de ideas sobre la fertilidad y el nacimiento.”
John Baines (1988, octubre). “El río del tiempo”. El Correo de la Unesco (año XI, núm.125,
pág. 4-7).
Dos son quizá los aspectos más llamativos del arte egipcio, que se desarrolló a
lo largo de 3.000 años. Por una parte el anonimato de sus creadores y por otra
el estilo dependiente. El artista egipcio no está reconocido, es la figura del rey
la que ha llegado hasta nosotros y quien encargaba los trabajos, mientras que
el ejecutor de las obras permanece casi siempre en el anonimato. Por otra parte
el arte egipcio, con 3.000 años de expresiones artísticas, nunca se vio influen-
ciado ni por los acontecimientos históricos ni por tendencias extranjeras, más
bien todo lo contrario, fueron los invasores quienes se vieron influenciados
por las expresiones egipcias.
das de una vez por todas, igual que lo estaban las otras ceremonias rituales.
Uno tenía que atenerse escrupulosamente a su tradición.
Arte de ultratumba
Con una concepción de la vida centrada en el más allá (dominan a las castas
sacerdotales), es lógico que los edificios representativos sean el templo y la
tumba, puesto que existe una religión con sacerdotes que son terratenientes,
de los cuales ni el faraón puede escapar: también es sacerdote. Se vincula a un
santuario y sigue el proceso de divinización personal para poder estar por en-
cima de los sacerdotes.
La figura es el doble que asegura una verdadera presencia. Eso es básico para
un arte que quiere garantizar una vida más allá de la muerte; sin embargo, para
que el efecto mágico sea posible y tenga toda su fuerza, hace falta que la repre-
sentación sea total y que mantenga la integridad, si no, el difunto sufriría la
misma mutilación que el doble. Para ello se adoptó una serie de convenciona-
lismos, como la estatua bloque, que evitaba cualquier saliente que pudiera
romperse con facilidad.
5.2.2. La arquitectura
Egipto tiene buenas pedreras, pero le falta madera. Eso permitió la construc-
Lectura recomendada
ción de grandes monumentos, a la vez que la dificultad de encontrar madera
L. Manniche (1997). El arte
para las vigas del techo obligaba, al no utilizar la bóveda –cuya técnica les era egipcio, 584 pág. Madrid:
Alianza Editorial (“Alianza
conocida–, a multiplicar los soportes, básicamente la columna. Forma”, 141).
El templo
El templo consiste en una larga avenida flanqueada por animales sagrados que
conducía a la entrada, formada por dos grandes pilonos dispuestos en talud y
precedidos por obeliscos. Se accedía a la parte pública del templo, un patio
abierto porticado (sala hípetra) desde donde una puerta secreta comunicaba
con la parte privada (sala hipóstila y santuario) a la que sólo los sacerdotes te-
nían acceso. Entre los templos funerarios, hay que mencionar el templo de
Menhuotep II y el de Hatsepsut a Deir el-Bahari, el Ramesseum, de Ramsés II,
y el de Medinet-Habu, obra de Ramsés III. A los templos consagrados a una divi-
nidad pertenecen los de Karnak y Luxor de Amenhotep III y el de Tel el-Amarna,
construido por Akhenaton. Otra variante del templo religioso es el speos o
templo excavado en la roca (Abu Simbel).
¿Para qué servían los templos egipcios? A menudo, en las paredes de los templos
encontramos un conjunto de escenas que describen la concepción y el nacimien-
to real. Son los dioses quienes fecundan a las esposas del faraón, es el dios Sol
quien interviene en la procreación de su descendiente y de su representante en la
tierra. Parece, pues, que una de las funciones del templo consistía en recordar que
el poder del faraón era de origen divino y que su poder era legítimo porque había
sido concebido con intervención divina. Así nos lo recuerda un relato:
Para poder mezclarse con los humanos sin ser reconocida, las diosas se transformaron en
músicas-bailarinas, y así se presentaron delante del inquieto marido, y le propusieron
ayudar a dar a luz a su esposa, argumentando su competencia como matronas. Con su
consentimiento, entraron en la habitación de la esposa que estaba de parto y se encerra-
ron para mayor tranquilidad. A medida que nacía cada niño, Isis le ponía un nombre, y
aunque eran natos de mujer mortal, sus huesos eran ya sólidos, sus miembros tenían in-
© FUOC • P05/74176/01334 38 Prehistoria y antigüedad
crustaciones de oro y su pelo era de auténtico lapislázuli. Después de que las diosas los
lavaran y les cortaran el cordón umbilical, Meshkent les dijo uno a uno: ‘Serás un rey que
ejercerá la realeza en todo el país’, y mientras, Jnum llenaba de salud sus cuerpos.”
A partir de D. Meeks; C. Favard-Meeks (1994). La vida cotidiana de los dioses egipcios (pág.
176 y siguientes). Madrid: Ediciones Temas de Hoy.
La estatua del rey, en actitud de adoración delante de los dioses, es decir, in-
tercediendo a fin de que renueven el ciclo de la creación (el paso de las esta-
ciones, las inundaciones periódicas, el crecimiento de los cereales, etcétera) se
convierte, pues, en objeto de culto en el templo (hay que vestirla, llevarla en
procesión, etcétera), y ésta será la función de los sacerdotes.
El templo es, también, el palacio del dios. Por eso, simboliza la colina primiti-
Lectura recomendada
va desde donde se realiza la acción creadora del dios, el horizonte por donde
F. de Olaguer-Feliú (1994).
sale el sol, un mundo en miniatura: el techo plano imita el cielo, las plantas Historia del arte del Próximo
Oriente, 120 pág. Barcelona:
de papiro en la base de los muros evocan la tierra y su vegetación.
Editorial Planeta (“Las claves
del arte”, 7).
En un primer momento, a lo largo del Imperio antiguo (2700-2060 a. C.), los más
característicos serían los “Templos Solares”, integrados por un gran obelisco le-
vantado sobre una estructura en forma de pirámide truncada (todo simbolizando
un dedo gigante que señala el astro rey), y una gran barca de piedra que representa
el barco en el que Ra navega diariamente por el cielo. El más conocido es el Tem-
plo Solar de Abusyr, hecho construir por el faraón Niuserre de la V dinastía.
© FUOC • P05/74176/01334 39 Prehistoria y antigüedad
Figura 23
• una avenida de las esfinges: es un largo paseo (dromos) que tiene a cada
lado esculturas de cuerpo felino y cabeza humana (representación del fa-
raón), o cabeza de cordero (símbolo de Amón), o de halcón coronado (alu-
sión a Horus). Simboliza la protección que los dioses dispensan en el
templo, al cual impedirán entrar cualquier principio maléfico.
© FUOC • P05/74176/01334 40 Prehistoria y antigüedad
• la sala hipóstila (con techo plano soportado por columnas): era el lugar de
los iniciados durante la celebración de los grandes rituales, y sólo recibía la
luz que entraba por la puerta que daba al patio y por unas celosías abiertas
en la parte superior de las paredes.
su naturaleza divina podía estar en contacto con todos los misterios que sólo … de que si reconstruimos
él conocía. la vida y las costumbres de los
egipcios a base de las pinturas
y de los bajorrelieves de las
tumbas, estamos haciendo
Los templos de Luxor y Karnak reproducen perfectamente estas características. unas generalizaciones inacep-
tables desde el punto de vista
científico. La razón es la sigui-
La tumba ente: se conocen unas 600
tumbas de notables egipcios.
Las más antiguas pertenecen a
la VI dinastía, pero la mayoría
Las pirámides nos hablan de un país tan perfectamente organizado, que fue pertenecen al Imperio nuevo.
posible amontonar estas gigantescas montañas de piedra en el transcurso de Es decir, a las XVIII y XIX dinas-
tías. Dos milenios separan estas
la vida de un solo rey, y nos hablan de reyes tan ricos y poderosos que pudie- 600 tumbas; es decir, una me-
dia de 60 tumbas por siglo de
ron obligar a miles y miles de obreros y esclavos a trabajar para ellos año tras notables inhumados según el
ritual de Osiris.
año y a extraer bloques de las canteras.
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La Antigüedad nos ha legado muchas leyendas sobre las pirámides, terreno particu-
larmente fértil entre los autores árabes. Según un manuscrito de la primera mitad del
siglo X, estas imponentes construcciones serían obra del legendario rey Surid. Cuando
los astrólogos le comunicaron que se acercaba el diluvio, ordenó construir estos tres
“gigantes” para conservar documentos que reflejaran una imagen completa de la
ciencia y del arte de aquel lejano periodo. En ellos, según la citada fuente, se amon-
tonaron obras sobre aritmética, geometría, astrología y medicina y también instru-
mentos de medida.
Pero las pirámides no siempre se han relacionado con un cataclismo natural como el
diluvio. En la Edad Media, los peregrinos que iban a Tierra Santa las consideraban
como los graneros de José (así se puede ver en un mosaico del siglo XIII en San Marcos
de Venecia).
Figura 24
Figura 25
Figura 26
Algunas cifras de la pirámide de Keops: altura, 146,59 m, longitud de cada lado, 230,35 m, la
masa de piedras utilizada para su construcción es de 2.590.000 m3, acumuladas sobre una su-
perficie de unos 54.000 m2; peso de cada bloque, 2,5 toneladas, cantidad de bloques de pie-
dra, 2.300.000. El ángulo de inclinación de las paredes es de 51º 52’. Las proporciones de la
pirámide se basan en cálculos matemáticos perfectos, al igual que sus pasadizos interiores y
la cámara funeraria del rey. Sabemos que de esta habitación sale hacia el exterior un túnel
oblicuo –boca de aireación– con espacios vacíos para reducir la enorme presión de esta masa
de piedras. La pirámide está situada en la paralela 30. Su base está orientada según los cuatro
puntos cardinales.
ria, que provocó, con el fin de no paralizar las obras, un alargamiento del pasadizo
más lejos de lo que estaba previsto). Estos cambios en el proyecto inicial pueden
ser corroborados por el hecho de que el canal de ventilación desemboca al final
del gran pasadizo y parece que tendría que ir a la cámara real, y porque la llamada
habitación de la reina sí que está en el eje. Para que el techo plano de granito de
la cámara funeraria no cediera a causa de las fuerzas de presión de la piedra, cons-
truyeron encima cinco espacios de descarga; sin embargo, a pesar de ello, el techo
se resquebrajó: quizás por esta circunstancia no pusieron los restos del faraón en
esta cámara. Por eso no se ha encontrado nunca la cubierta del sarcófago real.
5.2.3. La escultura
Tiene un papel funerario. Constituye el doble en que se tenía que encarnar el di-
funto; por eso utilizaban piedras duras, formas compactas, la idealización del in-
dividuo en su plenitud y una actitud repuesta. Pensemos que una denominación
egipcia del escultor era precisamente “el-que-mantiene-vida”.
Figura 27
Sus temas son variados, dado que representaban todas las actividades y objetos
destinados a satisfacer las necesidades del difunto en la otra vida. Nos propor-
cionan un reflejo extraordinariamente animado de cómo se vivía en el anti-
guo Egipto.
Son obras que no servían para “gustar” o decorar: sólo eran “contempladas” por
el difunto. También lo pretendían “mantener vivo”. Es posible que estas pinturas
fueran los sustitutos de los servidores y esclavos que, en otras épocas, eran ente-
rrados con los poderosos a fin de que éstos llegaran al más allá bien acompañados.
Los retratos y modelos encontrados en las tumbas egipcias se relacionan con la
idea de proporcionar compañeros a las almas en el otro mundo.
A primera vista, nos parecen extraños: ellos representan la vida real de una mane-
Lectura recomendada
ra totalmente diferente de la nuestra. La belleza no era lo más importante, sino la
R. H. Wilkinson (2003). Ma-
perfección. La misión del artista era representarlo todo tan claramente y perma- gia y símbolo en el arte egipcio,
256 pág. Madrid: Alianza Edi-
nente como le fuera posible. Dibujaban de memoria y según unas reglas estrictas torial (“Alianza Forma”, 148).
que aseguraban la perfecta claridad de todos los elementos de la obra. Cada cosa
era representada en su aspecto más característico.
Así nos muestran el cuerpo humano: la cabeza de perfil, los ojos frontales, los
hombros y el tórax frontales, el vientre de perfil al igual que los brazos y las pier-
nas, los pies perfilados con el dedo grande en primer término (parece como si tu-
viera dos pies izquierdos). Los artistas se limitaban a seguir este canon que
permitía insertar en la forma humana todo aquello que consideraban importante.
Figura 28
El modelo de la figura
de pie…
de toda la pared como una composición única sin el recurso habitual en las ban-
das horizontales sobrepuestas. Restablecido el culto a Ra por Tutankamon, el es-
tilo de el-Amarna desapareció y resurgieron las fórmulas artísticas tradicionales.
Figura 29
El arte egipcio, pues, no está basado en lo que el artista podía ver en un mo-
mento determinado, sino en lo que él sabía que pertenecía a una persona o
escena. No hay nada en estas pinturas que dé la impresión de haber surgido
por azar. El sentido egipcio del orden en cada detalle es tan fuerte que cual-
quier pequeña variación lo trastorna totalmente. El artista egipcio empezaba
su obra dibujando una retícula de líneas rectas y distribuía con mucho cuida-
do las figuras. Sin embargo, este sentido geométrico del orden no le privó de
observar los detalles de la naturaleza con sorprendente exactitud: cada pájaro,
pez o mariposa está dibujado con tanta fidelidad que los zoólogos pueden in-
cluso reconocer la especie.
El arte egipcio fue un conjunto de leyes estrictas que cada artista tuvo que
aprender. Las estatuas sedentes, con las manos apoyadas en las rodillas; los
hombres más oscuros que las mujeres, cada dios con su animal, etcétera. El ar-
tista tenía que aprender también el arte de escribir bellamente. Una vez en po-
sesión de estas reglas, su aprendizaje había acabado. Nadie le pedía una cosa
diferente, nadie le pedía que fuera “original”. Por eso el arte egipcio varió tan
poco.
© FUOC • P05/74176/01334 47 Prehistoria y antigüedad
6. Creta y Micenas
Minos, hijo de Zeus y de Europa, era el rey de Creta. Poseidón le envió un toro proveni-
ente del mar en respuesta a sus plegarias y Pasifae, su esposa, se enamoró del toro que
tenía que ser sacrificado. El ingeniero Dédalo le hizo una vaca artificial dentro de la cual
ella sació su pasión, y concibió el Minotauro. Dédalo, por orden del rey, construyó el la-
berinto donde se guardaba el Minotauro, y donde Minos también encerró a Dédalo; pero
éste y su hijo Ícaro se escaparon por medio de unas alas. Ícaro se acercó demasiado al sol
y la cera de las alas se deshizo y se precipitó al mar. Dédalo, en cambio, llegó a Sicilia,
donde difundió sus técnicas.
Nos situamos en la isla de Creta, una isla montañosa de 5.120 km2, famosa en
la Antigüedad por sus prados, olivos y viñas, pero pobre en recursos minerales.
Entre el año 2000 a. C. y el 1600 a. C. desarrolló su peculiar “revolución urba-
na”: se construyeron complejos palacios decorados con pinturas al fresco; sus
vasijas, tinajas y joyas, de una ligereza y de un delicado sentido del movimi-
ento, alcanzaron un alto nivel técnico. Apareció un sistema propio de escritu-
ra: primero, uno pictográfico; hacia el 2000 a. C., el lineal A, todavía no
descifrado; una derivación de éste dio el lineal B (la lengua de la escritura en
lineal A era la que hablaba el pueblo creador de la cultura minoica; el lineal B
es el tipo de escritura, derivada del lineal A, utilizada por los primeros habitan-
tes de habla griega para escribir griego).
Nos han llegado unas cuatro mil tablillas de arcilla –que se cocieron durante
el incendio que destruyó el palacio de Cnossos– que hacen referencia a listas
e inventarios ¿Qué se puede deducir de la información suministrada por estas
tablillas? Que la escritura nació por las necesidades de una administración
centralizada, que la sociedad estaba dirigida desde el palacio, que el palacio ad-
ministraba la economía interna, distribuyendo recursos materiales y huma-
nos, materias primas y productos acabados, y que todo se hacía sin el uso de
© FUOC • P05/74176/01334 48 Prehistoria y antigüedad
la moneda, que Cnossos obtenía el cobre, oro, marfil y otros productos inter-
cambiándolos por lana (el censo anual de ganado ovino según las tablillas era
de unas cien mil cabezas de ganado).
Figura 30
Hacia el año 1450 a. C., diferentes asentamientos cretenses (Faistos, Hagia Esco-
gida, Mlia, Palaikastro) fueron destruidos o abandonados. Cnossos, en cambio,
tuvo un periodo de prosperidad hasta el 1380 a. C., fecha en la que un incendio
arruinó definitivamente el palacio. La desaparición de la cultura minoica, de he-
cho, no está clara: unos dicen que Creta fue invadida por los micénicos hacia el
1450 a. C., y otros hablan de catástrofes, como la erupción del volcán de Thera.
Figura 31
Hacia el año 1600 a. C., algo ocurrió en el área del mundo griego que cambió su
desarrollo posterior. Lo que pasó todavía no se sabe con exactitud, pero sí que
tenemos claras algunas de las consecuencias. Micenas se convirtió en un centro
de riqueza y poder, en una civilización guerrera. Se puede observar en el hábitat
© FUOC • P05/74176/01334 49 Prehistoria y antigüedad
Figura 32
Figura 33
De hecho, lo que desapareció fue la elite de la sociedad micénica, los que es-
taban situados en lo alto de la pirámide social (el término ánax desaparecerá
del lenguaje político y, en lo sucesivo, ya no volveremos a encontrar ningún
control organizado por ningún rey, ni ninguna clase de escribas). Los que so-
brevivieron, continuaron cultivando la tierra y paciendo el ganado, haciendo
cerámica y fabricando utensilios –ahora ya de hierro–, adorando a los dioses y
celebrando los rituales de siempre. Este periodo histórico, del que se saben po-
cas cosas, se llama en la historia de Grecia la época oscura.
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7. Grecia
Clásico, hoy en día, quiere decir acabado, perfecto, modélico, y no sólo se re-
fiere a la Antigüedad. Hace referencia, pues, a aquellas aportaciones culturales
que constituyen un paradigma a seguir, un referente ideal o bien representan
el acierto de haber planteado preguntas y problemas sobre la naturaleza hu-
mana de manera profunda y perenne.
El término clásico deriva del adjetivo latín classicus, que significa “de la clase
más alta” según la clasificación de los ciudadanos romanos, a partir de su for-
tuna hecha por Servio Tulio. Cicerón sustrajo la palabra de la esfera política y
la aplicó a una clase de filósofos. Los humanistas del Renacimiento, que escri-
bían en latín, adoptaron el adjetivo para designar a los autores griegos y lati-
nos, un hábito que, en general, ha perdurado hasta la actualidad.
El tópico más extendido hacía de los griegos artistas y poetas y de los romanos
ingenieros e imitadores; se consideraba la escultura como centro neurálgico de
la cultura artística griega y se otorgaba a la obra de Fidias, Policleto y Praxíteles
el estatuto de culminación de un proceso que tenía su arcaísmo y su decaden-
cia, y se menospreciaban las aportaciones genuinamente romanas a la cultura
occidental. Estas concepciones han sido superadas, y los análisis actuales nos
acercan a la cultura grecorromana con una actitud más abierta y crítica, menos
deformada y nostálgica.
la polis impone al ciudadano algunas obligaciones, como son los servicios ne-
cesarios para la defensa de su independencia exterior. La polis es una repúbli-
ca: no hay, pues, un rey como jefe de Estado (los griegos consideraban la
monarquía como una señal de babarie). El basileus (término que se suele tra-
ducir por rey) sólo tiene una función religiosa y judicial de poca importancia;
a partir de un cierto momento, será designado por sorteo.
• la asamblea: la mejor manera de evitar los excesos de poder personal (la ti-
ranía) es poniendo el Gobierno bajo la dependencia de órganos colectivos,
el más importante de los cuales es la asamblea de ciudadanos. Consistía en
una reunión, al aire libre, de todos los ciudadanos varones mayores de die-
ciocho años (unos cuarenta mil en la época de Pericles); estaban excluidos
las mujeres, los esclavos y los no ciudadanos. Los que de hecho participa-
ban eran, sobre todo, los habitantes del núcleo urbano y, de éstos, los más
viejos y adinerados. Se convocaba una vez cada diez días. Era soberana, y
todos los asistentes poseían derechos iguales, especialmente el “derecho de
habla”. La existencia de la asamblea implicaba que el derecho a participar
en la vida política de la ciudad era un derecho personal que no se delegaba:
la Grecia clásica ignoraba el sistema representativo, y sólo concebía el de-
recho directo de la soberanía (es, pues, una democracia directa, no delega-
da). Cada reunión era irrepetible en su composición y era completa, es
decir, se exponía una propuesta, se debatía y se aprobaba o rehusaba en
una única y continuada sesión. Todo el mundo sabía que antes de oscure-
cer tendría que haberse votado alguna cosa, y cada uno votaba libremente.
El consejo (la boule) hacía la tarea preparatoria (la convocatoria y el orden
del día se tenían que proclamar con cuatro días de anticipación), y el deba-
te estaba dirigido a ganar votos a favor o en contra de la propuesta (por eso
se llamaba oradores a los políticos). Si se aprobaba la moción que uno pre-
sentaba, se le encomendaba su realización: votar implicaba, pues, un com-
promiso personal de actuación. La libertad de expresión era considerada
básica, pero se obligaba al individuo a aceptar los riesgos de su libre expre-
sión; así, la asamblea podía juzgar y multar a un individuo por el hecho de
haber formulado una “propuesta ilegal”.
¿Cómo se traduce esta organización de forma espacial? ¿Cuáles son los espa-
Lectura recomendada
cios necesarios para el funcionamiento de la polis?
I. Jenkins (1997). La vida co-
tidiana en Grecia y Roma,
72 pág. Tres Cantos: Edicio-
• el pritaneo: lugar simbólico próximo al edificio donde residen los primeros nes Akal (“La herencia
dignatarios de la ciudad, donde se conserva el fuego sagrado de Hestia y del pasado”, 2).
• el ágora: plaza del mercado donde se reúne la asamblea de ciudadanos para es-
cuchar las decisiones o para discutir las propuestas. Todo se discute: el poder
se pone en común; la cultura se pone al alcance de los ciudadanos: ya no es el
privilegio de un grupo. Todo el mundo puede participar, mediante las fiestas
y el teatro, en las más bellas producciones del arte y la literatura.
“Frente a Mileto [....] se inició, en el 350 a. C., la construcción de Priene, en una estribación
del Monte Mycale [....]. La ciudad se emplazaba sobre cuatro amplias terrazas que permitían
escalonar el desnivel de casi 100 metros existente entre la acrópolis y el estadio y gimnasio
sitos en su extremo sur. El templo de Atenea, el teatro, un segundo gimnasio y el ágora se
encuentran situados en dos terrazas intermedias. El plano se basa en una retícula formada
por siete calles dispuestas de este a oeste que siguen las curvas de nivel, y un total de quince
caminos escalonados de dirección norte-sur que establecen el acceso entre ellas, adaptán-
dose a la pendiente de la ladera. Las calles principales tienen una anchura de 7 metros y las
demás de 4 metros. Las calles y caminos tienen orientación este/oeste y norte/sur, respec-
tivamente; las manzanas que determinan son de tamaño regular, de 46 por 35 metros y
contienen una media de cuatro viviendas. Se ha estimado que existieron en Priene unas
400 casas, lo que da una población total inferior a 4.000 habitantes.
El ágora está en el centro de la ciudad, ocupa una superficie de dos manzanas enteras y
parte de otra a ambos lados de la calle principal que conduce a la puerta occidental. Esta
calle se ensancha frente al ágora, alcanzando una anchura de 9 metros. A lo largo del lado
norte una escalinata continua [....] da acceso a la Stoa Sagrada (115 metros de longitud)
[....]. Detrás de este pórtico se emplaza la hilera de oficinas de los magistrados. El Bouleu-
terion (lugar de reunión del consejo que representa la asamblea de ciudadanos) y el Pryta-
neion (residencia de los primeras dignatarios de la ciudad) se encuentran en el extremo
este de la stoa. En el otro extremo (oeste), una escalinata de acceso conduce al pórtico
occidental de la parte meridional al aire libre del ágora, un espacio de unos 75 por 45 me-
tros de superficie [....]. Justo al oeste del pórtico occidental se encuentra el mercado cen-
tral de alimentos. El pórtico se prolonga a lo largo de los lados sur y este del espacio, y
luego gira hacia el este dando frente a la Stoa Sagrada, situada al otro lado de lo que en
realidad es una calle porticada de 42 metros de longitud. El Templo de Zeus se halla
emplazado en su propio recinto religioso inmediatamente al este.”
El arte que se desarrolla en Grecia asimila, en sus orígenes, las corrientes artís-
Lectura recomendada
ticas que confluyen en él, como la egipcia, la del Oriente Próximo y el Egeo;
A. Blanco Freijeiro (1997).
se caracteriza por un exquisito sentido del equilibrio, producto de una nueva Arte griego, 404 pág. Madrid:
Consejo Superior de Investi-
concepción estética (la de la sofrosyne o armonía), que en la arquitectura se ma- gaciones Científicas (“Textos
nifiesta en la euritmia o armonía de las proporciones, y en la escultura en la universitarios”, 2).
Entre las corrientes que integran su evolución hay que mencionar el dórico,
austero, sobrio, robusto, que tiende a una rígida ordenación de proporciones;
el jónico, más delicado, amante de la riqueza y de la esbeltez de las proporcio-
nes; y el ático, que hará la síntesis.
A partir del siglo VIII a. C., la historia de Grecia vive una serie de procesos que
irán configurando su realidad geográfica, económica, social y cultural. Nos re-
ferimos al proceso de formación de la polis, a los conflictos sociales que pro-
tagonizan sobre todo los campesinos sin tierra y que desembocarán en la
constitución de las primeras tiranías, el fenómeno de las colonizaciones, tanto
hacia el Mediterráneo occidental (Magna Grecia) como oriental (islas del Egeo
y costa de Anatolia), y la aparición de los primeros poemas épicos, la Ilíada y
la Odisea, auténticos manuales de los ideales aristocráticos y de su concepción
de la historia, de la vida y de los dioses.
Figura 34
Figura 35
Los primeros templos parecen derivar del megaron micénico: eran la casa de
la divinidad; las celebraciones se realizaban en el exterior. De planta rectangu-
lar, con zócalo de piedra, muros de ladrillo crudo y cubierta de madera, pronto
dieron paso a la construcción en piedra que recordará, sin embargo, algunos
elementos de la antigua construcción en madera. El uso de la columnata que
rodea el núcleo del edificio, los frontones esculpidos y los frisos decorados son
algunos de sus componentes peculiares.
El arcaísmo corresponde a la etapa de lucha por el poder, en el que la vida del gru-
Periodo arcaico
po humano tiene ante sí un modelo ideal situado en el futuro. El modelo de vida
no está en la realidad ambiental sino en la imagen de la sociedad futura, pensada En la cronología del período ar-
caico, suelen distinguirse tres
y deseada. Este ideal lo condiciona todo, y exige una lucha, dado que la violencia, momentos:
en una forma u otra, es indispensable para transformar el ideal en realidad, y se • de ruptura con la cultura
creto-micénica (hacia
identifica con la juventud, que vive también de proyectos. Su realidad artística no el 1100-700 a. C.)
• de aprendizaje (hacia
es la del mundo físico ambiental, sino una realidad ideal situada en el futuro. Esta
el 700-525 a. C.)
realidad ideal es siempre como una corrección de la realidad física. Procura hacer • de transición al periodo clá-
sico (hacia el 525-461 a. C.)
las cosas más impresionantes, más ricas, más perfectas. Sus personajes, sus objetos
no están en ningún sitio. Se encuentran fuera del tiempo y del espacio, en la re-
gión de las ideas, sobre unos fondos abstractos hechos de color o de arabesco. No
les afecta ni la claridad ni la sombra. Son visiones puras, sin peso, sin distancia,
sin edad. Las figuras están quietas, parecen no tocar de pies en el suelo, son per-
sonalidades más que personas y, como los animales, las plantas o los objetos, son
más símbolos que cosas. Las formas son disciplinadas, geometrizadas, están so-
metidas a ritmos. Son atléticas, rígidas, juveniles, viriles incluso cuando son
imágenes femeninas, que aparecen poco sexuadas, tal como corresponde a una
humanidad en lucha. El arte arcaico es esencialmente constructivo.
Cerámica y escultura
Está constituida, básicamente, por las vasijas “Dipylianas” (provenientes del ce-
menterio de Dipylón, en Atenas), utilizadas para guardar las cenizas del muerto,
según la costumbre de los dorios. Presentan una decoración geométrica y una
estilización esquemática de las figuras, con tendencia a convertirlas en formas
geométricas. Las figuras aparecen en negro, macizas, sin rayado en blanco, sobre
un fondo amarillento del barro cocido.
• Los xoana
Son estatuillas de un dios hechas con madera o piedra (“xeo” = tallar). Están cor-
tadas en madera dura de olivo o encina, y representan generalmente a diosas
© FUOC • P05/74176/01334 59 Prehistoria y antigüedad
Representan jóvenes atletas ganadores en los juegos. Antes se les había consi-
derado Apolos. Se nos presentan totalmente desnudos, con los puños cerrados
apretándolos contra el muslo, y la pierna izquierda como si quisiera avanzar,
los labios arqueados y los ojos engrosados, con expresión beatífica de “sonrisa
arcaica”, el pelo largo encima de la espalda (recordemos su importancia: Aqui-
les ofrece su rubia cabellera al cuerpo de Patroclo para que se queme con él).
Son verdaderos retratos sólo en el caso de vencer tres veces; entonces se con-
vierten en estatuas icónicas y pueden recibir culto.
Es fácil establecer similitudes con la escultura egipcia, pero la griega es más abs-
tracta, cosa que alcanzaban mediante la simetría, la repetición exacta de las for-
mas y el uso de estas formas en diferentes escalas. Se evita cualquier pose con
torsiones, giros o inclinaciones, porque irían contra la simetría; aplican al cuerpo
humano una especie de simetría horizontal: un eje recorre el cuerpo a la altura del
ombligo y dibuja un rombo que abarca todo el vientre, otro eje, a la altura de la
clavícula y los músculos pectorales, y equilibran la W poco pronunciada de los
pectorales con la W invertida de la clavícula. La repetición de formas la encontra-
mos en la línea de la ceja que sigue la línea del párpado superior, o en las formas
del pelo. Sacrifican el naturalismo uniforme de su modelo egipcio con el fin de
crear una obra más satisfactoria desde el punto de visto estético, buscando un
equilibrio entre la belleza del diseño y la apariencia de naturalidad. Algunos ejem-
plos: elkouros de Ática, el de Malos, el de Tenea, el de Anabyssos.
© FUOC • P05/74176/01334 60 Prehistoria y antigüedad
• Varia
• Cerámica ática
• Varia
Entre las esculturas destacan el Efebo, atribuido a Critias, que inicia el “estilo se-
vero” (se abandona la sonrisa arcaica), el Apolo o atleta de Pioabino, el Auriga
de Delfos (siglo V a. C.), Poseidón (bronce del siglo V a. C.), el Trono Ludovisi,
descubierto en Roma al derribar la Villa Ludovisi, con el “nacimiento de Venus”
en el centro (o es el “baño de Hera” por el que recupera cada año su virginidad?)
y el “amor profano” y el “amor sagrado” en los lados.
Arquitectura
Para cualquiera de las artes se supone que existen unas reglas objetivas, simi-
Lectura recomendada
lares a las leyes de la naturaleza, y que el valor de cada experiencia particular
D. S. Robertson (1988). Ar-
consiste en adecuarse a ellas. En arquitectura, estas reglas se han llamado ór- quitectura griega y romana,
384 págs. (4.ª ed.). Madrid:
denes: orden dórico, orden jónico, orden corintio. Ediciones Cátedra (“Arte.
Grandes temas”, 3).
Los órdenes no son, sin embargo, una forma sensible, no son reglas materiales,
es decir, modelos totalmente determinantes, sino reglas ideales; son una for-
ma intelectual, visible sólo con los ojos de la mente; entre la forma intelectual
y la ejecución práctica existe un margen que llenará la libertad del diseñador.
© FUOC • P05/74176/01334 61 Prehistoria y antigüedad
En el templo dórico, por ejemplo, hay una serie de problemas típicos, como
son la relación geométrica entre las diferentes partes del orden –columna y ar-
quitrabe–, la conexión entre el ritmo de las columnas y el de los triglifos, que
plantea un delicado problema en los ángulos del friso, la conexión entre la
cornisa y el tímpano, las relaciones planimétricas entre la columnata perime-
tral y los muros de la cella.
Por la preeminencia que la filosofía griega da a las formas sensibles, cada ob-
Lectura recomendada
jeto tiene que ser representado de la manera más directa, y su comprensión ha
J. Lomba Fuentes (1987).
de reducirse a las percepciones sensibles inmediatas. Pero, ¿cuál es el límite de Principios de filosofía del arte
griego, 366 págs. Barcelona:
estas percepciones? Está, en primer lugar, la superficie. Por eso, la consistencia
Anthropos, Editorial del
de cada cosa se encuentra, sobre todo, relacionada con la conformación Hombre (“Pensamiento críti-
co/pensamiento
geométrica que involucra, la cual tiene que ser representada con la máxima utópico”, 28).
claridad y precisión. Las superficies aíslan y distinguen entre sí los objetos, y
cada objeto tiene que ser reconocido en su individualidad antes de formar par-
te de un conjunto. Esto ayuda a comprender las relaciones entre el orden y el
edificio (por esta razón resulta interesante conocer el nombre de todos los ele-
mentos que intervienen en la configuración de un orden).
Las columnas rodean la cella en intervalos regulares; detrás, la pared hace de pantalla de A. Blanco Freijeiro (1997).
fondo que recibe las sombras producidas y da el máximo relieve a los elementos del pri- Arte griego, 404 págs. Madrid:
mer plano. Las estrías muy iguales confirman que el tratamiento del fuste es uniforme en Consejo Superior de Investi-
gaciones Científicas (“Textos
todo el contorno, incluso en la zona no visible. El modelado del capitel y del arquitrabe
universitarios”, 2).
es tan fino que obliga al espectador a mirarlo de cerca.
© FUOC • P05/74176/01334 62 Prehistoria y antigüedad
Contemplando, pues, el templo desde un lado, se ve con una sola mirada todo lo que hay
que apreciar. Además, por tratarse de una planta rectangular, se puede comparar fácil-
mente la longitud con la anchura y, mediante las relaciones del orden, con la altura, El
orden es, pues, un medio para obtener una evaluación inmediata de las proporciones de
todo el edificio.
A todo ello, hay que añadir un nuevo razonamiento: el de las deformaciones o correccio-
nes ópticas. Las líneas rectas se someten a ligeras curvaturas según los ejes de simetría
principales; los interejes próximos a los ángulos son más breves, y las columnas progre-
sivamente más gruesas; los ejes de las columnas, más que verticales, están ligeramente
inclinados hacia el interior del edificio; las columnas de los lados cortos son más gruesas
que las de los lados largos; la columna del ángulo es, pues, de sección elíptica; los pisos
son levemente convexos. Todas estas correcciones son soluciones para compensar las di-
ferencias de las condiciones visuales de los diferentes elementos. Debilitan la autonomía
concedida a cada elemento y refuerzan la unidad de conjunto.
“El templo griego se caracteriza por un defecto muy importante y por una valoración primor-
dial indiscutible a través de toda la Historia. El defecto consiste en la ignorancia del espacio
interno; la gloria, en la escala humana. […] Quien investigue arquitectónicamente el tem-
plo griego, buscando en primer lugar una concepción espacial, tendrá que huir horroriza-
do, señalándolo amenazadoramente como un típico ejemplar de la no arquitectura. Pero
quien se acerque al Partenón y lo contemple como una gran escultura quedará admirado
como ante pocas obras del genio humano. [...] El templo griego no estaba concebido como
casa de los fieles, sino como el hogar impenetrable del dios. Los ritos se desarrollaban en el
exterior, en torno al templo, y toda la atención y amor de los escultores y arquitectos estaban
dedicados a transformar las columnas en sublimes obras maestras de la plástica y en cubrir la
salida de las vigas con bajorrelieves lineales y figurativos, así como los frontones y los muros.
Bruno Zevi (1951). Saber ver la arquitectura (pág. 54-57). Buenos Aires: Poseidón.
El templo griego empieza, de hecho, en el siglo VIII a. C.; se caracteriza por una
cámara rectangular (naos o celda) que contenía la imagen del dios, dos pórti-
cos en los extremos (pronaos y opistodomo), formados por las prolongaciones
de las paredes laterales de la celda, y con columnas interiores para soportar la
cubierta, una columnata perimetral, una plataforma de tres gradas, un altar si-
tuado al frente y un gran espacio circundante con locales anexos. El conjunto
constituía el recinto sagrado. Por el hecho de estar destinado exclusivamente
a alojar a la representación antropomórfica de la divinidad, no es un lugar des-
tinado a los fieles y, por lo tanto, es de reducidas proporciones.
Figura 36
Figura 37
Según el número de columnas de la fachada es tetrástilo
(4), exástilo (6), octástilo (8) y decástilo (10) [estilo = co-
lumna). Según el número de pórticos, in antis (sin pórti-
co), próstilo (con un pórtico enfrente), anfipróstilo (con
dos pórticos), períptero (pórticos en los cuatro frentes),
díptero (períptero con doble fila de columnas), pseudo-
díptero (con columnas adosadas), monóptero (circular
con columnas), áptero (sin columnas) e hípetro (sin cu-
bierta).
• Orden dórico
Figura 38
• Orden jónico
Es más esbelto, pero menos riguroso; las diferencias más notables respecto del
dórico consisten en el tratamiento de la columna. Las columnas tienen base
(elemento intermedio entre el fuste y el estilóbato), el fuste es más delgado y
monolítico, y estriado sin arista viva, con estrías semicirculares en lugar de
elípticas, y no unidas entre sí, sino separadas por una estrecha franja lisa. El
© FUOC • P05/74176/01334 65 Prehistoria y antigüedad
capitel se hace más complicado; las caras no son todas iguales: las paralelas a
la fachada del templo (las destinadas a verse) tienen dos volutas, que descan-
san sobre un collarín muy decorado. Al tener un lado diferente del otro, creaba
inevitables problemas cuando se utilizaba en templos perípteros (rodeados de
columnas). Por lo tanto, es frecuente que los templos jónicos sólo tengan co-
lumnas en la fachada. El arquitrabe tiene tres bandas lisas sobresalientes y el
friso está decorado con relieve continuo. La base de la cornisa es denticulada.
Existe una variante decorativa: la sustitución de la columna por una estatua,
llamada Cariátide.
• Orden corintio
Es sólo una variante del jónico, con un capitel nuevo, de dos tipos: con ocho
hojas de acanto y hojas acuáticas, coronadas por un ábaco cuadrado delgado,
o con dos franjas de hojas de acanto superpuestas y volutas a cada ángulo. El
orden compuesto, creado en el siglo I a. C., es una mezcla de elementos jónicos
y corintios.
La irrupción de los persas en el Asia Menor, a finales del siglo VI a. C., conllevó
Periodo clásico
una emigración general y condicionó la evolución artística. La unión de las
ciudades griegas bajo el liderazgo de Atenas las lleva a la victoria y abre el pe- En el periodo clásico, se distin-
guen dos momentos:
riodo “preclásico” o “severo” (480-450 a. C.). Se quiere mantener intactos los • el “siglo de Pericles”,
segunda mitad del siglo V
signos de la barbarie, pero hoy sabemos que se reconstruyó y construyó de a. C.
nuevo en muchos lugares. La convicción de disfrutar del favor divino genera • el “clásico tardío” o “pre-he-
lenístico” (siglo IV-323 a. C.)
optimismo y, en el arte, una ebullición de experimentaciones y propuestas.
La escultura
Hay que recordar que muchas de las estatuas que encontramos en los museos eran
ídolos a los que se rendía culto, porque eran dioses, y con el triunfo de la cristian-
dad, fueron destruidas. Por eso, la mayoría de las esculturas de la época griega sólo
son copias, a menudo de la época romana, hechas para coleccionistas y turistas
como souvenir. Estas copias son las que han dado la idea de que el arte griego es
frío e insípido, que está falto de vida y vacío de expresión. La admiración por el
arte griego es, en parte, consecuencia del equilibrio entre una adhesión a las nor-
mas y el hecho de moverse con libertad dentro de ellas. Este despertar a la libertad
tuvo lugar, aproximadamente, entre los años 520 y 420 a. C.
Es el máximo exponente de la escultura ática del siglo V a. C., el ápice del clasi-
cismo griego y la representación más pura de sus características: belleza serena,
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El Doríforo todavía mantiene algún regusto de arcaísmo: está tallado con hos-
Otras obras
quedad, los pectorales son planos, y las líneas de la cintura y de la cadera están
fuertemente marcadas. Introduce la técnica de la gravitación sobre una pierna. El Diadumeno, el Discóforo,
el Heracles y la Amazona heri-
Es la encarnación más pura del prototipo del cuerpo viril perfecto, de elegan- da (en concurso con Fidias,
Crésiles y Fradmon, ganó
cia austera, sin formas hercúleas ni amaneramientos. Sosegado, avanza seguro la de Policleto).
de sí mismo. Parece que la unidad de medida era el dedo. La cabeza es la sép-
tima parte del cuerpo; el rostro está dividido en tres partes iguales: la frente, la
nariz y la distancia de ésta al mentón; el pie es tres veces la palma de la mano;
del pie a la rodilla, hay seis palmos; de la rodilla al centro del abdomen, hay
seis palmos; el arco torácico y el pliegue de la ingle son arcos de un mismo
círculo. La belleza se convierte en medida y proporción.
Contrariamente a Fidias, Praxíteles realizó la mayor parte de las obras por en-
cargos de particulares griegos, principalmente provenientes del Asia Menor y
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Praxíteles supo dar a sus obras un ritmo contenido y delicado, evitando las lí-
Obras
neas duras: formas redondeadas, postura indolente, sensual abandono, opti-
mista melancolía, etcétera, su arte posee a veces tal fuerza de sentimiento que La Afrodita de Cnidos, Artemis
Brauronia, el Fauno y Eros, De-
impregna sus obras de nostalgia y de quietismo contemplativo. méter de Cnidos, cabeza
de Eubuleus, el flautista Mar-
sias rodeado de las Musas.
5) Lisipo (Sición, Argólide, año 370 a. C.)
De más de mil quinientas estatuas, sólo conocemos con seguridad una sola: el
Apoxiomenos. Un atleta, no en actitud heroica, sino en la más natural de ras-
carse con el estrígilo el polvo y el aceite. Su composición varía a medida que
giramos a su alrededor. Su rostro es de formas bellas; el cuerpo, flexible y ner-
vioso, la cabeza más pequeña y expresiva; tiene una arruga muy marcada en
la frente y una sombra en los ojos, que son como un recuerdo del pathos de
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El arte etrusco tuvo, entre el siglo VI a. C. y los primeros años del V a. C., el
periodo de desarrollo más amplio y rico. El carácter orientalizante de un pri-
mer momento dio paso a la influencia griega, que se constata en la presencia
de obras y de artesanos griegos que provienen, sobre todo, del área del mar
Jónico y de la Magna Grecia. En su producción artística se mezclan, a veces de
una manera confusa y no siempre armoniosa, elementos itálicos y asiáticos.
todo el mundo, pero la vivencia individual tiene que imponerse con artificio.
Por eso, el arte helenístico tiene que gritar, tiene que hacerse esencialmente ex-
presivo, hasta los límites de la teatralidad, y tiene que cargar las tintas de las
significaciones haciéndose monumental, cómico, sublime, apasionado, tene-
broso hasta el miedo o brillante hasta el deslumbramiento. Al salir de las cosas
universales y mirar las particulares, se hace a sí mismo un arte complejo. Es
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Arquitectura helenística
Una mayor variedad de los tipos de construcción y el deseo de extender los cri-
terios de la composición por simetría a conjuntos más complejos, exigirán que
las relaciones entre el orden y el edificio no sean demasiado rígidas. Por eso,
se abandona el dórico. El abandono de las limitaciones de escala por la com-
posición geométrica regular es quizás la innovación más importante que dis-
tingue la arquitectura helenística de la griega clásica. Ésta sería la justificación
© FUOC • P05/74176/01334 72 Prehistoria y antigüedad
Entre los ejemplos más conocidos, hay que destacar: el Templo de Zeus Olímpico,
al pie de la Acrópolis, del siglo II a. C., la torre de los Vientos, de Atenas, la Biblio-
teca de Éfeso, la Biblioteca de Pérgamo, el Altar de Zeus en Pérgamo, de estilo
jónico, el Faro de Alejandría, y el teatro de Epidauro, hacia el año 350 a. C.
La escultura helenística
Interés por crear figuras que fueran “bellas” desde todos los puntos de vista,
cosa que provocaba que el espectador se sintiera atraído por todas sus partes.
Las exigencias del nuevo naturalismo insistían en que la pose final tenía que
tener una motivación racional y no podía ser sólo una distorsión arbitraria.
Entre la nueva temática destacan las Afroditas o Venus: al principio, con dig-
nidad (caso de la Venus de Milo), deriva de la Venus de Arlés o la de Capua.
Grandiosidad majestuosa y expresión serena. Después pierden el tono majes-
tuoso; se presentan surgiendo de las aguas o lavándose en cuclillas, o con ac-
titudes eróticas (la Venus Calipigia). También la representación del Amor:
desde el puro e inocente (Eros y Psiquis), hasta el morboso y sexual (Herma-
frodita luchando con el sátiro). De los sátiros cabe remarcar el Fauno Barberi-
ni, admirable interpretación del cuerpo en reposo durmiendo la borrachera.
Aparecen temas humildes de género: paralelamente a la creación de la come-
dia de costumbres por Menandro, aparecen estatuas de niños (El Espinario, El
niño de la oca), y de personajes grotescos y deformes. Finalmente, cabe citar
las Tanagres o estatuillas de barro cocido (descubiertas en Tanagra, Beocia),
que representan generalmente personajes femeninos en su vida cotidiana.
Escuelas helenísticas
• Escuela de Pérgamo: los grupos de la época del rey Atalo I, representando la lucha con-
tra los galos invasores, preocupación para interpretar las características étnicas. Sobre-
© FUOC • P05/74176/01334 73 Prehistoria y antigüedad
• Escuela de Rodas: afán por lo gigantesco y por la expresión del dolor y el movimiento
contorsionado. El Coloso de Rodas, obra del siglo III a. C., perdida, la Victoria de Samo-
tracia, Laocoonte y sus hijos, el grupo del Toro Farnesio.
• Escuela de Alejandría: la Alegoría del Nilo, con dieciséis niños que juegan a su alrede-
dor, símbolo de los dieciséis codos de crecida anual del río.
© FUOC • P05/74176/01334 74 Prehistoria y antigüedad
8. Roma
Roma –tantas veces destruida, como decía Bertolt Brecht– la podemos utilizar
Lectura recomendada
como contrapunto de Grecia. El método comparativo es uno de los más válidos e
S. Woodford (1995). Grecia
interesantes de las ciencias sociales. Y así, además de reivindicar la identidad y y Roma, 144 págs. Barcelona:
Editorial Gustavo Gili.
aportación de la cultura etrusca, subrayaremos uno de los aspectos clave del arte
romano: la utilización de los propios elementos constructivos como elementos
decorativos. Y lo veremos en el puente de Gard, y en el Coliseo. Y también nos
fijaremos en la gran importancia del espacio interior, cuyo paradigma es el Pan-
teón. Para mostrarlo, recurriremos a elementos formales, como el uso del ladrillo
y el cemento, el predominio de la línea curva, la utilización sistemática de la
bóveda y la cúpula, el eje de simetría vertical, etcétera.
Unos doscientos años después de la llegada de Eneas a Italia, dos de sus des-
cendientes, Numitor y Amulio, todavía gobernaban el Lacio. Pero Amulio
expulsó a su hermano y mató a todos sus hijos menos a Rea Silvia, a quien
obligó a hacerse sacerdotisa de Vesta porque así nunca podría tener un hijo
que quisiera vengar a su abuelo. Un día, Rea se quedó dormida cerca del
río. El dios Marte pasaba por aquel lugar y, sin despertarla, la embarazó.
Amulio, enfurecido cuando Rea dio a luz dos gemelos, Rómulo y Remo, or-
denó que los pusieran en una pequeña balsa de juncos y los abandonaran
© FUOC • P05/74176/01334 75 Prehistoria y antigüedad
“El gran dictador era consciente de que en los empinados y estrechos callejones, de trá-
fico tan denso como eran los vici de Roma, la circulación diurna de vehículos para satis-
facer las necesidades de una población de cientos de miles de habitantes causaba una
congestión inmediata y constituían un peligro permanente. En consecuencia, adoptó la
medida radical y decisiva, promulgada en su decreto-ley.
Desde el amanecer hasta casi el anochecer ningún vehículo podría en adelante entrar en
los recintos de la urbe. Aquellos vehículos que habían entrado durante la noche y se
veían sorprendidos por el alba tenían obligación de detenerse y permanecer vacíos. Sólo
se permitieron cuatro excepciones en esta norma inflexible: en días de ceremonia solem-
ne, los carruajes de las Vestales, del Rex Sacrorum y de los Falminios; en días de triunfo,
el carruaje necesario para la procesión triunfal; en días de juegos públicos, aquellos que
requiriera la celebración oficial. Finalmente se hacía excepción perpetúa para los carros
© FUOC • P05/74176/01334 76 Prehistoria y antigüedad
Jerome Carcopino (1949). Las etapas del imperialismo romano. Buenos Aires: Paidós.
Figura 39
Figura 40
comprar una finca en provincias). A mediados del siglo IV, Roma tenía 1.797
domus y 46.602 insulae de cinco viviendas por término medio, ocupadas por
cinco o seis personas cada una. En Roma predominaban, pues, los inquilinos
de pisos. La altura de las insulae oscilaba de los tres pisos que ya tenían en el
siglo III a. C. hasta los veinte metros de la normativa de César o los dieciocho
de la de Trajano.
Figura 41
Al igual que en las ciudades orientales, ricos y pobres, patricios y plebeyos, vi-
ven mezclados y no en barrios diferenciados. Para el suministro de comida,
Roma tenía que importarlo todo: de aquí la importancia de los puertos, como
Ostia, Portus y, ya en la ciudad, el puerto del Tíber, dividido en muelles espe-
cializados (mármol, vino, aceite, etcétera) llenos de almacenes (horrea). Los
mercados al por mayor distribuían diariamente los alimentos necesarios para
el consumo, y una infinidad de pequeños tenderos los hacían llegar al cliente.
Entre los siglos VIII y VI a. C., en la antigua Etruria, rica en minerales y de tierras
fértiles, y colocada en el centro de importantes vías de comunicación y de co-
mercio, los etruscos dieron vida a una civilización típicamente urbana y mo-
numental que consiguió dejar un rastro sólido en el arte y en las técnicas de
los tiempos futuros. Cultivaron esmeradamente las tierras, construyeron acue-
ductos y canales de irrigación. Fueron artesanos hábiles y refinados, trabaja-
ban con cuidado y buen gusto los objetos de bronce, hierro y plata. También
fueron marineros y mercaderes por el mar Tirreno, a lo largo de la ruta del ám-
bar. Su organización política tenía por base las ciudades. Cada una, con un te-
rritorio limitado a su alrededor, constituía un pequeño Estado gobernado por
un rey electivo, llamado lucumone.
Sus orígenes son todavía una incógnita ya que, a diferencia de los otros pue-
blos de la península, dieron vida a una civilización urbana, se piensa que fue-
© FUOC • P05/74176/01334 80 Prehistoria y antigüedad
ran los que llegaron por vía marítima desde las regiones del Asia Menor,
concretamente de Lidia. A partir del siglo IV a. C., la potencia política y comer-
cial de los etruscos desaparece; expulsados del Lacio por los romanos en el 509
a. C., serían absorbidos por los latinos, bajo cuyo dominio se produjo la unión
de Italia a finales del siglo III a. C.
Del periodo más antiguo nos quedan los restos de murallas, tumbas, monumen-
tos. En su producción artística se mezclan, a veces de una manera confusa y no
siempre armoniosa, elementos itálicos y asiáticos. Los comerciantes marítimos fa-
vorecieron el conocimiento de las técnicas griegas y, en general, de todo el Orien-
te mediterráneo. A diferencia de los griegos, los etruscos no conocieron el
mármol. En cambio, hicieron uso del hierro, que era (y es) abundante en las tie-
rras toscanas. Incluso la piedra fue poco utilizada en la arquitectura etrusca; los
materiales modestos y fácilmente deteriorables, como la madera, la tierra cruda y
cocida, eran usados en las casas particulares y en los templos. Eso explica por qué
la reconstrucción de la civilización etrusca descansa sobre las necrópolis.
Las casas civiles y los templos han sobrevivido de manera muy fragmentaria,
a causa de la fragilidad de los materiales utilizados. Las tumbas, sin embargo,
fueron hechas de piedra. Son de calidad y riqueza variada (las diferencias so-
ciales, incluso después de la muerte, marcan la vida de los hombres).
Figura 42
Necrópolis etrusca
Las tres máximas divinidades etruscas eran Júpiter, Juno y Minerva. A ellas es-
tán dedicados los templos. Su reconstrucción es posible gracias a la descrip-
ción que hace el arquitecto romano Vitruvio y a los pequeños modelos de
templos dejados por los etruscos. Estos modelos eran construidos con finali-
dad votiva, de la misma manera que las urnas cinerarias tomaban la forma de
casa para dar continuidad entre la vida y la muerte.
Figura 43
El edificio religioso etrusco se levantaba sobre planta rectangular, encima de
un alto basamento llamado también podio; la celda interna estaba flanqueada
por dos habitaciones más pequeñas y precedida por un pronaos tetrástilo. El
templo tenía una sola fachada, ya que la parte posterior era cerrada. La anchu-
ra era igual a 5/6 de la longitud. La columna tenía el fuste liso (columna tos-
cana). Característica muy sugestiva era la decoración de terracota, vivamente Reconstrucción de un templo etrusco
Figura 44
Los frescos más antiguos de las tumbas se remontan al siglo VII a. C., y el grupo
más notable se encuentra en la necrópolis de Tarquinia. Los temas se basan en
la vida cotidiana; las competiciones atléticas reflejan aficiones de aquel pue-
blo: están presentes la carrera, el pugilato, la lucha; o bien comensales de un
© FUOC • P05/74176/01334 82 Prehistoria y antigüedad
Figura 45
Entre las terracotas más conocidas, mencionamos la del sarcófago de los espo-
sos de Cerveteri; entre las esculturas de bronce, cabe citar la Loba Capitolina y
la Quimera de Arezzo.
Figura 46
Loba Capitolina
8.2.5. La cerámica
El arte romano surge de una doble corriente: por una parte, de un fermento autóc-
Lectura recomendada
tono y de la asimilación del helenismo por la tradición etrusca y centro-itálica, y,
A. García y Bellido (1990).
por la otra, de la influencia de los focos artísticos de Asia Menor, el neoclasi- Arte romano, 838 págs.
(4.ª ed.). Madrid: Consejo
cismo de los talleres atenienses y la experiencia directa de las obras maestras
Superior de Investigaciones
del arte griego llevadas a Roma como botín. Científicas (“Textos universi-
tarios”, 1).
La magnitud del fenómeno coleccionista fue tal, que pronto el saqueo siste-
mático de las ciudades griegas fue insuficiente para la demanda romana y, para
satisfacerla, surgió una industria de copias y falsificaciones de las obras griegas
más famosas, desarrollándose la moda del pasticcio (combinar en una sola es-
cultura elementos procedentes de diferentes estilos).
La ciudad
Se dan dos tipos de ciudades romanas: las coloniae de nueva planta y los muni-
cipia construidos sobre un núcleo ya existente. Su modelo es la ciudad helenís-
tica alejandrina: recinto de planta rectangular, puertas situadas a cada lado,
dos arterias principales y el foro en su intersección. Son importantes en His-
pania los recintos amurallados de Lugo, Tarragona y Barcelona, y las calles
porticadas de Itálica (Sevilla) y Empurias.
Órdenes arquitectónicos
Utilizan los órdenes griegos (dórico, jónico y corintio) con plena libertad, alar-
gando sus proporciones; la superposición de órdenes se generaliza. El orden
toscano es una simplificación del dórico: la columna tiene base, y el fuste es
liso. La aportación romana fue el orden compuesto, combinación de las volu-
tas jónicas y las hojas del capitel corintio.
© FUOC • P05/74176/01334 86 Prehistoria y antigüedad
El templo
Todo el templo se levanta sobre un podio con una única escalera de acceso
que está en la fachada: se pierde, pues, el universalismo del templo griego
–se podía subir por cualquier sitio–, pero gana majestuosidad escenográfi-
ca. Desde la época republicana, dos son las características distintivas del
templo romano: el pórtico anterior, con columnas, que forma la fachada,
y la celda, maciza y completamente cerrada por intercolumnios ciegos, es
decir, se le da importancia a la frontalidad para definir una orientación pre-
cisa del espacio. La colocación del edificio sobre un elevado basamento, a
veces escalonado, acentúa esta frontalidad que, por otra parte, responde
también a una exigencia funcional: indicar la única vía de acceso. Podemos
citar el templo de la Fortuna Viril (siglo I a. C.) en Roma y la Maison Carrée
(año 16 a. C.) en Nimes.
Del thólos helenístico derivará el interés de los romanos por los templos circu-
lares. A menudo, de pequeñas dimensiones y sin problemas técnicos, con el
techo de madera. Suavizarán los espacios exteriores gracias a las líneas curvas,
donde predominan los planos ortogonales. Se utilizan cúpulas aunque sólo se
aprecian desde el interior.
La basílica
Los problemas técnicos que plantean las fuerzas oblicuas de las naves con
bóveda se resuelven engrosando los muros exteriores o, como en la basílica
de Majencio, poniendo bóvedas de arista en la nave central y de medio ca-
ñón en las laterales para contrarrestar el impulso de la central. En el frigi-
darium de las termas Stabianas de Pompeya, encontramos trompas para
soportar cúpulas semiesféricas. En las termas de Caracalla, en Roma, los im-
pulsos de las bóvedas de arista de la nave central del tepidarium son contra-
rrestados por contrafuertes bajo los cuales se hallan las naves laterales,
precedentes del arbotante gótico.
Del primitivo opus incertum (muros de bloques irregulares) se pasa al opus reti-
culatum, es decir, a un tipo de construcción de bloques cuadrados con el uso
del hormigón.
El teatro
Parten del modelo griego, pero no aprovechan la pendiente de las colinas, sino
que lo construyen exento; el espacio de detrás de las gradas son galerías y pa-
sadizos que agilizan la velocidad de salida.
Las superficies planas alternan con las curvas, dando a los espacios exteriores
una movilidad que no volveremos a encontrar hasta el Barroco.
El anfiteatro
El circo
Acueductos y puentes
El arco de triunfo
Las termas
Otra construcción civil, típicamente romana, son las termas. Servían no sólo
como baños públicos, sino también como lugares de reunión. Tenían unas
© FUOC • P05/74176/01334 89 Prehistoria y antigüedad
La columna triunfal
Las escenas se suceden unas tras otras, sin marco de separación para cada com-
bate o cada momento de la acción, aunque las figuras están hábilmente agru-
padas y fácilmente se comprende el sentido de cada cuadro. En algunos
momentos, las ilustraciones son de un realismo extraordinario, pero se advier-
te que el espíritu romano está en contacto con el elemento nórdico, románti-
co, de los pueblos bárbaros, que tenían que infundir su espíritu en los tiempos
medievales; hay grupos de bárbaros, con gesto dolorido, que discuten la mar-
cha de los acontecimientos en los bosques de Germanía, las mujeres partici-
pan en las luchas y cuando el jefe de la resistencia, Decébalo, muere en la
batalla, la Luna se le aparece como una valkiria germánica. Se pueden ver,
también, bellas escenas de paz, cuando los jefes bárbaros prestan acatamiento
al emperador; las escenas del campamento, en general los cuadros de la vida
militar romana, están llenas de realidad y naturalismo.
Las obras expuestas actualmente en los museos nos dan una visión muy par-
cial de lo que era la plástica romana. Se conservan principalmente estatuas de
mármol y de piedra. Sin embargo, existían también esculturas de madera, ye-
so, terracota, bronce, oro, plata y marfil. En las esculturas, generalmente, se
pintaban el cabello, barba, labios, cejas, pestañas, iris de los ojos y también, el
vestido. El desarrollo de la plástica estaba sujeta a modas y cambios, según se
© FUOC • P05/74176/01334 90 Prehistoria y antigüedad
El relieve
En los relieves del arco de Tito (donde podemos ver el saqueo del templo de
Jerusalén), existe ya la representación de un espacio continuo y profundo. La
sensación espacial se alcanza mediante dos recursos: las figuras no ocupan
toda la superficie del relieve y no se disponen sobre un plano horizontal para-
lelo al espectador, sino sobre un plano curvado.
Los sarcófagos
Hasta el siglo I se incineraba a los muertos, pero con el triunfo del estoicismo
la inhumación se generalizó con la consiguiente necesidad de sarcófagos (los
cuales, procedentes del Asia Menor, hacen su aparición en Roma a partir de
Adriano). Se pueden agrupar en dos grandes categorías, según cual sea su pro-
cedencia: los construidos en Grecia y Asia Menor, donde el entierro tenía lugar
en el centro de la cámara y, por tanto, están decorados por los cuatro lados, o
los construidos en Roma, donde el sarcófago iba siempre adosado a la pared,
y sólo tienen decoración en el frontal y lateral.
A finales del siglo II, desaparece la influencia del naturalismo helenista y el arte
romano, ante el desarrollo de actitudes místicas y espirituales, pasa de la repre-
sentación naturalista del cuerpo humano a la de sus potencias anímicas. Los
Tetrarcas o la cabeza colosal de Constantino son dos buenos exponentes del
abandono de las proporciones del canon clásico y la importancia de la cabeza
y los ojos.
El retrato
Es el tema más apasionante que nos ofrece la estatuaria romana. Realista y popu-
lar, la fidelidad al modelo traduce no sólo la semblanza física, sino la sicológica.
El retrato realista, fisonómico e individualizado es una de las manifestaciones
más características del arte romano.
El derecho a los antepasados era uno de los principales títulos de nobleza del
patricio romano, cuya posesión se reguló mediante una ley, el ius imaginum;
por lo tanto, el mayor desarrollo del arte del retrato coincidió con el periodo
de reacción aristocrática de la dictadura de Sila. Las familias de la aristocracia
poseían un auténtico árbol genealógico formado por los retratos de sus ante-
© FUOC • P05/74176/01334 92 Prehistoria y antigüedad
pasados, y cuando uno de sus miembros dejaba la casa familiar tenía el dere-
cho de llevarse una serie completa. Por eso, los retratos antiguos se seguían
copiando continuamente. La estatua Barberi es un ejemplo de la fusión en una
sola obra de tres retratos pertenecientes a épocas diferentes.
Con Augusto, y cuando las clases ilustradas tienen su paradigma en Grecia, los
retratos oficiales tienden al helenismo. El neoaticismo es un fenómeno estáti-
co surgido en los talleres atenienses del siglo I a. C., con un carácter nostálgico
de recuperación del pasado artístico nacional que lo mantenía vivo. El neoa-
ticismo de Augusto es, ante todo, arte oficial y fenómeno cultural de elite, y
sus productos alcanzan altas cotas de calidad. Una gran parte de los retratos de
Augusto muestran claramente el idealismo ático y el tono heroico helenístico,
pero una cierta acentuación de los rasgos fisonómicos mantiene el recuerdo
de las tradiciones realistas.
Al igual que el relieve, la pintura está sometida a una doble influencia: el mo-
delo helenístico y la tradición autóctona de un arte narrativo. El arte narrativo
guía el desarrollo de una pintura conmemorativa de temas históricos, preocu-
pada más por la narración que por la creación espacial. Constituyó un género
importante la pintura triunfal, que narraba los acontecimientos principales de
las campañas militares.
Ejercicios de autoevaluación
Realizar los comentarios de las obras siguientes:
Prehistoria
4. Bisonte destripado embistiendo a un hombre con cabeza de ave. Antes del 20000 a. C.
Cueva de Lascaux, Montignac.
Egipto
2. El príncipe Rahotep y su esposa Nofret. 2500 a. C. Altura hombre, 120 cm. Museo Egipcio,
El Cairo.
Mesopotamia
8. Friso de los arqueros. Siglo V a. C. Altura arquero, 1,46 m. Musée du Louvre, París.
Creta
Grecia
1. El tesoro de Atreo. 1350 a. C. Micenas.
4. El kouros de Anabissos. 525 a. C. Altura, 194 cm. Museo Arqueológico Nacional, Atenas.
5. Aristodicos. Hacia el 500 a. C. Altura, 195 cm. Museo Arqueológico Nacional, Atenas.
8. Fidias: friso de las Panateneas. 447-432 a. C. Altura, 102 cm. Musée du Louvre, París.
10. Policleto: el Doríforo. 450-440 a. C. Altura, 199 cm. Museo Nacional de Nápoles.
13. Praxíteles: Hermes de Olimpia. Segunda mitad del siglo IV a. C. Altura, 213 cm. Museo de
Olimpia.
14. Lisipo: el Apoxiomenos. 320 a. C. Altura, 205 cm. Museo Pio Clementino, Ciudad del Va-
ticano.
Roma
2. Luci Junus Brutus. Primer cuarto del siglo III a. C. Capitolio, Palazzo dei Conservatori, Roma.
Bizancio
1. Artemio de Trales e Isidoro de Mileto: Santa Sofía de Constantinopla. Años 532-537. Es-
tambul.
© FUOC • P05/74176/01334 97 Prehistoria y antigüedad
Solucionario
Comparad vuestro comentario con el que se encuentra, on line, en:
Prehistoria
4. Bisonte destripado embistiendo a un hombre con cabeza de ave. Antes del 20000 a. C.
Cueva de Lascaux, Montignac.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc1a.html
Egipto
2. El príncipe Rahotep y su esposa Nofret. 2500 a. C. Altura hombre, 120 cm. Museo Egipcio,
El Cairo.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc3.html
Mesopotamia
8. Friso de los arqueros. Siglo V a. C. Altura arquero, 1,46 m. Musée du Louvre, París.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc6d.html
Creta
Grecia
4. El kouros de Anabissos. 525 a. C. Altura, 194 cm. Museo Arqueológico Nacional, Atenas.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc11.html
5. Aristodicos. Hacia el 500 a. C. Altura, 195 cm. Museo Arqueológico Nacional, Atenas.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc11b.html
8. Fidias: friso de las Panateneas. 447-432 a. C. Altura, 102 cm. Musée du Louvre, París.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc13.html
10. Policleto: el Doríforo. 450-440 a. C. Altura, 199 cm. Museo Nacional de Nápoles.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc15.html
13. Praxíteles: Hermes de Olimpia. Segunda mitad del siglo IV a. C. Altura, 213 cm. Museo de
Olimpia.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc16.html
14. Lisipo: el Apoxiomenos. 320 a. C. Altura, 205 cm. Museo Pio Clementino, Ciudad del
Vaticano.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc17.html
Roma
2. Luci Junus Brutus. Primer cuarto del siglo III a. C. Capitolio, Palazzo dei Conservatori, Roma.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc19b.html
Bizancio
1. Artemio de Trales e Isidoro de Mileto: Santa Sofía de Constantinopla. Años 532-537. Estambul.
http://cv.uoc.es/~991_04_005_01_web/fitxer/perc24.html
Glosario
alto relieve m Relieve que sobresale del plano del fondo del que forma parte más de la mi-
tad; si sobresale menos de la mitad, se llama bajo relieve.
escorzo m Forma de representar las figuras como si se encontrasen en una posición perpen-
dicular u oblicua al plano en el que están situadas, presentando una serie de reducciones en
concordancia con la perspectiva.
estela f Losa de piedra de dimensión variable con inscripciones de tema histórico o religioso,
ligada también al culto de los muertos (estelas funerarias).
frontalidad f Ley definida en 1892 por el arqueólogo Julios Langue que concibe las figuras
divididas por un eje de simetría que pasa por el entrecejo, la nariz y el ombligo en dos partes
iguales. Esta característica es propia del arte egipcio, del de Mesopotamia y del griego de épo-
ca arcaica.
mastaba f Tumba del Imperio antiguo en forma troncopiramidal, en la que se abría un pozo
en cuyo fondo se encontraba la cámara con el sarcófago. El nombre deriva de un término
árabe que significa banco.
modelado m Técnica (en pintura) para representar la ilusión del volumen mediante el som-
breado sobre una superficie de dos dimensiones.
orden m Norma que regula la distinta colocación y proporción de los elementos sustentates
y sustentados de un edificio.
pathos m Expresión externa que manifiesta los estados afectivos de gran intensidad como
el dolor, la angustia, la ira, la alegría, etcétera.
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