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ABIGAIL, ROMPIENDO SUBALTERNIDADES A TRAVÉS DE LA RESISTENCIA

IDENTITARIA

RESUMEN: El estudio de los sujetos subalternos cobra vital importancia en las obras escritas
por mujeres, en sus líneas encontramos la voz de aquellas personas que pudieron hablar a
través de la pluma. El sujeto subalterno se caracteriza por su falta de oportunidad de ejercer
el poder de la palabra y representarse a sí mismo, es mudo, sin embargo, la manera en que
transgrede el espacio de su subalternidad tiene posibilidad en el acto de la resistencia a través
de la reafirmación de su identidad. En un contexto meramente católico, ser judío (a) se vuelve
o bien un foco de subalternidad, o bien una transgresión que busca legitimar su posición.

PALABRAS CLAVE: Poscolonialismo, subalternidad, mujer, judía, transgresión,

catolicismo, poder.

La popularidad de los estudios poscoloniales tiene sus máximos exponentes en Spivak, Homi

Bhabha y Edward Said; es a partir del texto del palestino que podemos hablar Orientalismo

y Occidentalismo como la dualidad más significativa de los estudios poscoloniales, no

obstante, es necesario adecuar la significación de un término para hablar de América Latina,

por lo tanto podemos definir al Orientalismo como “un estilo de pensamiento que se basa en

la distinción ontológica y epistemológica que se establece entre Oriente y Occidente”1 (Said,

22) y “una crítica al eurocentrismo, entendido como todo aquello que es ajeno a Europa y

que se considera exótico, primitivo, mágico o pre-racional” (24). El Occidentalismo es “el

más antiguo imaginario geopolítico del sistema-mundo moderno/colonial”2 (Mignolo, 54)

que parte de la tradición cristiana y designa a Europa como la tierra de Jafet (55), haciendo

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Citado en Castro-Gómez, 1998
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Citado en Castro-Gómez, 1998

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entonces de Europa el centro de todas las cosas. Al estar contrapuestos Orientalismo y

Occidentalismo surge el Extremo Oriente, que son las Indias Occidentales y Norteamérica

comprendidas como una extensión de Occidente, más no su alteridad (56). En este sentido

“la categoría «colonialidad» hace referencia a ese ámbito simbólico y cognitivo donde se

configura la identidad étnica de los actores” (57).

Latinoamérica ha pasado como un lugar ajeno a todo aquello que nace y se desarrolla

en Europa, Castro-Gómez retoma las consideraciones de Hegel y Marx sobre Latinoamérica,

en las que, aparentemente, el camino hacia la Modernidad se encuentra sesgado y es

imposible acceder al corte Occidente/Oriente. En dichas consideraciones, según Castro-

Gómez, Hegel afirmaba que “America Latina se encontraba todavía fuera de la historia por

no haber desarrollado unas instituciones políticas y un pensamiento filosófico que le

permitieran insertarse en el movimiento progresivo hacia la libertad, característico de la

Historia Universal” (15) y Marx decía que “América Latina era un conjunto de sociedad

semi-feudales gobernadas por latifundistas que ejercían su poder despótico sobre unas masas

carentes de organización” (16) y que “el colonialismo, un efecto colateral de la expansión

europea por el mundo, es el pasado de la modernidad, que no lo constituye, y que

desaparecería antes de la crisis mundial que diera paso al comunismo” (19-20). Esto nos

plantea a Latinoamérica en un estado primitivo en el que la Modernidad pinta todavía lejana

y difícil de alcanzar.

La definición de la mujer judía parte de sus características religiosas-sociales, muy

estrechas, pues el judaísmo está definido como “una unidad en el conjunto de civilizaciones

nacionales” (14, Vogt), ya que no se trata de una comunidad religiosa que esté delimitada

por historias nacionalistas, parte de la idea de que los judíos pueden integrarse a distintas

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sociedades de manera más homogénea, pues la práctica judaica se desarrolla en espacios

privados que nada tienen que ver son su vida en sociedad.

Soledad Manero de Ferrer3, autora oaxaqueña que residió la mayor parte de su vida

en Orizaba, desarrolló la escritura de la poesía, la prosa y el teatro, publicó en El

Renacimiento, revista importante de su época, dirigió la revista Las Violetas en Orizaba y fue

publicada en numerosas antologías, tanto nacionales como extranjeras. Su novela Abigail


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(1868) no ha sido trabajada hasta ahora, su rescate representa una mirada alternativa a la

producción literaria de la época.

La novela Abigail de Soledad Manero nos presenta la historia de Abigail, una joven

judía que vive en Nápoles con su padre, un judío converso, y que posee las habilidades de la

hechicería, específicamente predecir el futuro. La historia se sitúa en medio de la tempestad

causada por el Vesubio y la emoción que causan los acontecimientos de la Revolución

Francesa y cómo se ha vuelto un símbolo de liberación para las naciones aledañas. Un grupo

de hombres reunidos aguarda noticias del movimiento que encabeza ya Napoleón, dichas

novedades vienen de la mano del Conde Sarrastri, quien se encuentra a favor de la causa,

pero le resulta de vital importancia conocer lo que le depara el porvenir, conocimiento que

será posible gracias a Abigail.

A pesar de que ella cuenta con el cobijo de su padre, que tiene cierta aprobación

dentro de la sociedad napolitana, ella carga con la subalternidad de ser una hechicera, además

de la duda sobra la veracidad de sus predicciones.

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A partir de este momento, Soledad Manero
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La consulta de la obra es posible gracias al departamento Rare Books and Manuscripts Library de la
Universidad de Columbia

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Cesó de hablar Abigail, y todos los concurrentes, burlándose de la

adivina, decían murmurando:

–Es una farsa; pero no merece ella la pena, sino nosotros que

fácilmente nos dejamos alucinar por el judío.5

Esto pone al personaje femenino en una situación de subalternidad que se encuentra

fuertemente marcada por la religión, su género y su desempeño como hechicera. Es

importante señalar que Spivak define al subalterno como un sujeto oprimido que se encuentra

en la periferia y no tiene canal alguno para manifestar su malestar (5), lo cual lo coloca como

un sujeto en situación de vulnerabilidad que no tiene acceso a la palabra y estará representado

por alguien que hable y piense por él. El subalterno es un sujeto que nunca puede hablar, es

una figura muda.

A lo largo de la novela podemos ver que este rasgo que define al subalterno está

fuertemente transgredido por Abigail, ella en diversas ocasiones ha manifestado sus ideas y

sentimientos respecto a su posición, así como su inicial negativa a los elogios y amor que le

profesaba el conde Sarrastri.

–Abigail, qué feliz fuera yo si una misma muerte nos juntara para

siempre, ya que vuestros labios no me dan siquiera una esperanza.

Callad, murmuró la adivina, queréis traicionar a la condesa

Eleonora, a ese ángel que sólo vive con el recuerdo de vuestro amor?

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Las citas textuales de la obra han sido copiadas fielmente del ejemplar de 1868

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Es en esta cita donde podemos ver un rechazo directo al amor del conde, pues saberlo

comprometido la imposibilita para entregarse a aquello que el conde le pide, no obstante, la

situación habrá de cambiar tras días de convivencia en el castillo de Eleazar, su padre.

–Abigail, contestó el conde entristecido, creedme; yo no podré vivir

sin ti; mas no sé por qué siento en lo profundo de mi alma un vago

presentimiento que me desgarra! Tu religión no es la mia, y yo no podría

traicionar a mi Dios por una muger, aun cuando esa muger adorada tuviese

en sus manos mi existencia….

–Y yo, repuso la judía, levantando su altiva frente…… Y yo?....

¡Ah!.... pero vos no sois capaz de conocer hasta dónde puede conducirme

una pasión ardiente… No sois capaz de conocerlo porque…. No me amais,

concluyó, enjugándose una lágrima que empañaba sus lucientes ojos.

La judía se encuentra completamente consciente de su posición de subalternidad por su

religión, sin embargo, ella le da la misma importancia al judaísmo que el conde al

catolicismo, pues se niega a arriesgar más que el conde en pro del amor que él le profesa.

¿Por qué es importante que Abigail hable? Porque estaría transgrediendo el espacio que se le

impone como subalterna, es ella quien defiende su derecho a ser amada aún cuando la religión

pese, es ella quien no permite que se tomen decisiones en su lugar porque sabe que su poder

reside en el conocimiento que le otorga la hechicería. ¿Por qué la idea de transgredir la

subalternidad a través de la resistencia identitaria?

–¡ Dios de Israel ¡ esclamó Abigail con emoción profunda y llena de

terror […]

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Abigail se reconoce como judía, reconoce su fe en el dios de Israel y exclama su nombre en

un momento de necesidad religiosa y de cobijo, pues es lo único que puede socorrerla cuando

la libertad del conde y su padre peligran.

Frantz Fanon plantea que la búsqueda del blanqueamiento por parte de una figura subalterna

será por el deseo de escapar de su sabana en la medida en que haga suyos los valores

culturales de la metrópoli, esto supone rechazar su negrura, pero Abigail es capaz de

conservar su negrura a través de la reafirmación de su identidad como judía, cosa totalmente

distinta en su padre.

Uno de los actos más importantes es el del amor auténtico, pues este “continuará siendo un

imposible en tanto no sean expulsados ese sentimiento de inferioridad o esa exaltación

adleriana” (65), y quien reafirma su posición de poder es el conde Sarrastri, dificultando la

posibilidad de ese amor auténtico que tanto he de reclamar Abigail.

La aplicación de la teoría poscolonial en textos Latinoamericanos atiende a las necesidades

de naciones que no encajan en los conceptos de Orientalismo u Occidentalismo puesto que

el resultado es la unión de dos cosmovisiones distintas que se fundieron de manera que

intentaron difuminar sus líneas de diferencias, asumiéndose como una extensión de

Occidente que puede tener vida propia.

La importancia de una obra como Abigail reside en su discurso de resistencia subalterna a

través de la palabra, pues el subalterno que ha sido capaz de ejercerla ha transgredido el

espacio que se le ha asignado y, en este caso, sin tener que renunciar a aquello que le otorga

identidad.

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Bibliografía

Castro-Gómez, Santiago; Mendieta Eduardo. Teorías sin disciplina (latinoamericanismo,

poscolonialidad y globalización de debate). México: Miguel Ángel Porrúa, 1998

----------------------. La poscolonialidad explicada a los niños. Colombia: Editorial

Universidad del Cauca, 2005. PDF

Fanon, Frantz. Piel negra, máscaras blancas. Madrid: Ediciones Akal, 2009

Foucault, Michel. “Diálogo sobre el poder”. Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales

Volumen III. Barcelona: Paidós Básica, 1999. 59-72

Manero, Soledad. Abigail. Veracruz: La Protegida, 1868

Spivak, Gayatri C. “¿Puede hablar el sujeto subalterno?”. Orbis Tertius. 6, año III, 1998:

175-235. PDF

Vogt, Wolfgang; Vázquez, Celina. El judaísmo y la literatura occidental. Guadalajara:

Editorial Universitaria: Universidad de Guadalajara: Ediciones Culturales Paidós,

2013

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