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Maite de Cea
Doctor © UMR PACTE (CNRS)
Institut d'Études Politiques de Grenoble
BP 48 F-38040 Grenoble Cedex 9, France
email : maite.decea@gmail.com
Abstract:
Durante los últimos casi 20 años, Chile ha vivido una situación particular puesto
que, al mismo tiempo que se acababa la dictadura militar, se empezaba a percibir la
llegada de un proceso de globalización del cual era difícil escapar. Existía pues en Chile
una fuerte co-determinación de estos dos procesos: por un lado la globalización que se
instalaba y por otro, la situación local de transición democrática. El mundo cultural se
encontraba, obviamente, atrapado entre estas dos fuerzas manifiestamente opuestas y no
estuvo exento de transformaciones. (De Cea, 2006)
1
Preguntarse sobre el análisis de una política cultural en el contexto de un proceso
de transición democrática, tal como Chile lo vivió durante los años noventa, significa
traducir en el campo cultural el ethos democrático que se manifestó en el momento del
triunfo del Sr. Patricio Aylwin en 1989 (Bravo, 1990). Para eso, era necesario crear una
forma de organización del ámbito cultural que fuera capaz de afrontar los cambios que
estaban ocurriendo dentro y fuera de la sociedad chilena. Es en este análisis del espacio
cultural chileno que pensamos que el intelectual/experto tiene mucho que decir.
1
Entendemos el concepto de campo desde la perspectiva bourdeana, es decir, como un espacio social con
una estructura y una legalidad (reglas y normas) específica, caracterizado por diversas tensiones entre los
actores que conforman este espacio. (Bourdieu y Wacquant, 1992 citado en Pecourt, 2002)
2
política. (Joignant, 2004)2
2
En el texto original, el autor utiliza el término “enjeux” para referirse a lo que está en juego en la lucha
política.
3
Aparece una clase educada y profesional en la escena política y de las políticas
públicas.3 Como veremos más adelante, la relación entre los intelectuales4 y la política en
Chile ha sido bastante estrecha: “…intellectuals and politicians in Chile have a
remarkably close, and often metamorphic relationship.” (Puryear, 1994)
Como dijimos anteriormente, existe en Chile una combinación poco común entre
entrenamiento o educación y status, lo que hacía que los intelectuales chilenos tuvieran
más influencia en los asuntos políticos que sus pares en América Latina. Se puede decir
que poder e intelecto han tenido una estrecha relación en Chile, siendo la política no sólo
un juego de intereses sino también un juego de ideas.
Se dan variadas razones para explicar este rol tan fuerte que tienen los
intelectuales en el espacio político en Chile. José Joaquín Brunner, uno de los
intelectuales más destacados de las ciencias sociales en Chile, plantea que al no ser la
chilena una sociedad muy diferenciada, la cultura, el arte y la política se solapan
causando que los intelectuales tengan un rol en la política. La siguiente cita refleja la idea
de Brunner: “…in contrast with wealthier societies in Europe or North America which
have developed more specialized social roles, Chilean elites are more likely to be called
upon to stretch themselves across a variety of social roles. Thus academics are
particularly likely to hold political positions at some point in their careers, and
politicians to have come from the academy.” (Puryear, 1994) Por otra parte, se dice que
como en los años 60 había una gran polarización de la política y se le daba mucho énfasis
a la ideología, se creó una demanda poco habitual por parte del sistema político de
servicios que sólo los intelectuales podían ofrecer.
Aunque los intelectuales siempre estuvieron muy cerca del espacio político en
Chile, el golpe de Estado tuvo como consecuencia que los cientistas sociales
3
Ejemplos de esta clase educada y profesional que ejerció algún cargo en el campo político existen
muchísimos en Chile. Sólo por nombrar alguno podemos mencionar a German Correa, Dr. en sociología de
la Universidad de Berkley. O a Alejandro Foxley, Dr. en economía de la Universidad de Wisconsin. Ambos
fueron ministros de los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia, el primero ministro de
Transportes y del Interior; el segundo fue ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores.
4
Dejando de lado la discusión académica de larga data de lo que incluye y lo que no incluye la definición
de intelectual, para efectos de nuestro trabajo entenderemos al intelectual como al experto de las ciencias
sociales y las humanidades, que generalmente hace carrera académica, bien entrenado y que sabe aplicar su
conocimiento en algún área específica de la política o de las políticas públicas. Pueden ser sociólogos,
economistas, filósofos, abogados, cientistas políticos, etc. Esta idea de intelectual experto surge a partir de
las definiciones de tecnócratas que hace, por una parte Collier en The New Authoritarianism in Latin
America (1979) y por otra, del complemento de Patricio Silva, donde a demás de referirse a individuos
con un alto nivel de especialización académica en los ámbitos tradicionalmente considerados técnicos
(como son la agronomía, las finanzas, la economía, entre otros), incluye a cientistas sociales como
sociólogos y cientistas políticos.
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desaparecieran de las universidades y debieran reunirse en distintos centros privados de
investigación.5 Desde ahí pudieron trabajar académicos con interés de influir en el ámbito
político y políticos con una fuerte tendencia académica. Es así como la política en Chile,
en palabras de Jeffrey Puryear, se intelectualizó, haciendo de estos centros de
investigación y la academia el principal camino para la oposición política.
O’Donnell y Schmitter son de los pocos autores en escribir acerca del rol que
tienen los intelectuales en los procesos democráticos. Específicamente, hablan de la
capacidad expresiva de intelectuales y artistas en la resurrección de la sociedad civil
durante la dictadura y cómo ellos ayudan a que se produzca finalmente el proceso de
transición democrática: “ Trade unions, grass-roots movements, religious groups,
intellectuals, artists, clergymen, defenders of human rights, and professional associations
all support each other’s efforts toward democratization and coalesce into a greater
whole which identifies itself as “the people.” (O'Donnell and Schmitter, 1989) Se
conocen un sin número de obras de artistas que, durante la dictadura militar, trabajaron
clandestinamente, surgiendo así un movimiento contestatario de gran envergadura. Por
nombrar sólo algunas, está toda la obra de Nemesio Antúnez y sus famosas telas que
evocaban el Estadio Nacional como lugar de detención y tortura. O las obras de teatro de
la compañía ICTUS, donde el acontecer político nunca dejó de estar presente. Un último
ejemplo, en el sector musical podemos mencionar la obra de la banda “Los Prisioneros”,
cuyos temas eran netamente críticos al poder de la época. En todos estos casos, la obra
era la forma en que los artistas podían expresar su descontento con el régimen imperante
y una bandera de lucha para recuperar la democracia.6
En otro registro, Jeffrey Puryear habla del impacto que los intelectuales y
expertos pueden generar en la cultura política de un país. El autor refuerza la idea de que
en Chile existe un área gris que marca el límite entre los intelectuales y los políticos, que
no existe una diferencia neta entre estos dos roles. Podemos apreciar profesionales que
abarcan gran parte del espectro político fomentando la toma de decisions competentes, y
la consolidación de comunidades epistémicas estables que influyen sobre la construcción
de consenso en torno a la agenda de políticas. (Lardone, 2007)
5
El golpe de Estado causó una severa crisis intelectual y política. Hubo abolición de instituciones
tradicionalmente democráticas, como lo son la intervención de las Universidades públicas, el Congreso, la
libre expresión y las elecciones. Los partidos políticos se tornaron ilegales y prohibidos, al igual que las
reuniones y manifestaciones. Los políticos ya no podían ejercer cargos públicos y muchos líderes políticos
fueron perseguidos, expulsados del país, encarcelados, si no asesinados.
6
También hubo muchos artistas que, desde el exilio, instalaron la preocupación por Chile en el debate
internacional. Algunos casos son Patricio Guzmán y su serie de documentales acerca de los detenidos
desaparecidos, el caso Pinochet y en general el clima que vivía Chile en dictadura. En el ámbito de la
música, está el ejemplo del conjunto Quilapayún, que residiendo en Francia siguieron tocando por varias
partes, siempre con su canción crítica. Y por último, Volodia Teltelboim, un literato que no dejó de plasmar
con su pluma los diversos acontecimientos de nuestro país.
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oposición en una estrategia de transición. Lo que comenzó como una reacción de los
sindicatos al desastre económico se convirtió en un llamado a la democracia por los
partidos políticos (Garreton, 1991ª, Puryear, 1994, Godoy, 1999). Es aquí donde los
intelectuales chilenos sobrepasaron su mero rol de académicos productores de
conocimiento y se convierten en articuladores entre el mundo de las ideas y la sociedad
civil: “Throughout the new, democratically elected government, large number of
intellectuals, many of them foreign trained and with considerable research and teaching
experience, were assuming key positions.” (Puryear, 1994) Nombraremos sólo dos
ejemplos que ilustran lo que acabamos de explicar: Eugenio Tironi y René Cortázar. El
primero es doctor en Sociología de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de
París. Director de empresas y Profesor del Instituto de Sociología de la Pontificia
Universidad Católica de Chile, así como miembro del Consejo Superior de la
Universidad Alberto Hurtado. Es investigador y actual presidente de Cieplan
(Corporación de Estudios para Latinoamérica). Fue director de contenidos de la “Franja
del NO” para el plebiscito de 19887, director de la Secretaría de Comunicación y Cultura
durante la administración del Presidente Patricio Aylwin (1990-1994), y jefe de
comunicaciones de la campaña presidencial de Ricardo Lagos en la segunda vuelta
electoral (1999). Cortázar, por su parte, es doctor en economía del MIT, en Boston. Fue
ministro del Trabajo en la administración de Patricio Aylwin, director ejecutivo de
Televisión Nacional de Chile y actualmente es Ministro de Transportes y
Telecomunicaciones.8
Es así como podemos apreciar que este intelectual chileno forma parte del campo
especializado de la actividad política, lo que implica que haya adquirido un conocimiento
específico en ciertas áreas de la política y las políticas, prácticas, técnicas, estrategias y
competencias particulares (Garraud, 1989), que hacen que termine siendo un profesional
de la política en todo el sentido weberiano del término. El intelectual/experto ha ido
adquiriendo cada vez más destreza para utilizar, en el terreno de la política, diversos
instrumentos de medición (encuestas, focus groups, etc.), que son sujetos a tratamientos,
análisis, formas de evaluación de resultados y comentarios especializados, complejizando
aún más el ámbito de lo público.
7
La “franja del No” fue la campaña electoral de la oposición al regimen de Pinochet que pasaba todos los
días en televisión.
8
La lista de intelectuales bien entrenados que se involucraron en el proceso democrático y en el mundo
político es muy larga. Sólo algunos nombres: Juan Gabriel Valdés, Manuel Antonio Garretón, Genaro
Arriagada, José Joaquín Brunner, Tomás Moulian, entre otros.
6
et al., 1993) pero también los efectos de la globalización a través de ciertos saberes
expertos. En particular, a diferencia del tipo dominante de organización burocrática en
Chile -el ministerio-, el Consejo se presenta como un organismo donde el conocimiento
demandado es cada vez menos aquel del burócrata en beneficio del elaborado por el
experto en cultura, al mismo tiempo que el creador también tiene algún tipo de incidencia
en esta nueva figura.
Estos consejos están compuestos por diversos actores sociales, tales como
políticos, artistas, intelectuales, investigadores, asociaciones locales y empresas privadas
que trabajan en campos relacionados. El objetivo principal de este tipo de concertación es
promover la aparición de las nuevas propuestas para la acción pública y la organización
del Estado en relación al campo cultural. (De Cea, 2006)
7
debate y contradicciones. Se aprecia un claro aumento del consumo de bienes culturales,
facilitado por el mayor intercambio cultural a escala mundial. Por otra parte, se observa
que el campo de la cultura se profesionaliza, en cuanto a las herramientas que se utilizan
para responder las demandas del sector. El rol que adquiere la técnica en cultura es
fundamental, reflejándose en la aplicación y posterior análisis de la encuesta de consumo
cultural, la cuenta satélite, y otras fuentes de datos, que son útiles al sector.9
Son varias las dimensiones que según nosotros determinarían la evolución del
campo cultural. Aspectos socioculturales y políticos como son la redemocratización del
país, la intensificación de la globalización cultural y económica a nivel mundial y la
consiguiente reflexión y elaboración de la nueva institucionalidad cultural terminarían
dejando paso a la creciente expansión del mercado cultural.
9
Dentro del organigrama del CNCA hay un Departamento de Planificación y Estudios, que se encarga -
entre otras cosas- del análisis e interpretación de las distintas estadísticas culturales.
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Los 4 gobiernos chilenos desde el retorno a la democracia son los siguientes: Patricio Aylwin (1990-
1994), Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2000-
2010), todos de la Concertación de Partidos por la Democracia.
8
cultural para Chile (Garreton, 1991b).
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La Comisión Garretón (1991) estaba integrada por José Balmes (pintor), Enrique Barros (profesor de
derecho), Eduardo Carrasco (músico y Dr. en filosofía), Claudio Di Girólamo (pintor), Agata Gligo
(escritora), Delfina Guzmán (actriz), Eugenio Tironi (Dr. en sociología), Lucía Santa Cruz (historiadora),
Bernardo Subercasseaux (Dr. en literatura), María de la Luz Hurtado (socióloga), Cristián Kaulen, Ernesto
Livacic (escritor), Mimi Marinovic (artista plástica), Luis Merino (profesor de musicología), Fernando
Rosas (director de orquesta), Fidel Sepúlveda (Dr. en filología), Sol Serrano (historiadora) y Manuel
Antonio Garretón (Dr. en sociología). La Comisión Ivelic (1997) estaba formada por Luis Advis (músico),
José Balmes (pintor), Carlos Cerda (dr. en literatura), Roberto de Andraca (ingeniero comercial), Luis
Valentín Ferrada (abogado y diputado), David Gallagher (master en literatura), Tatiana Gaviola (actriz),
Ramón Griffero (dramaturgo y director teatral), Mauricio Larraín, Arturo Navarro (sociólogo y periodista),
Guillermo Rifo (músico, compositor y director de orquesta), María Antonieta Saa (diputada), José Manuel
Salcedo (acor), Gabriel Valdés (abogado y senador), José Antonio Viera-Gallo (abogado), Ignacio Walker
(Abogado y Doctor en Ciencias Políticas) y Milan Ivelic como coordinador (Magíster en Arqueología e
Historia del Arte).
9
relacionado con temas culturales desde siempre. Empezó en la industria editorial, luego
fue director de varios suplementos de literatura, llegando a ser asesor del ministro de
educación en el gobierno de Patricio Aylwin en asuntos del libro y finalmente director
ejecutivo del Centro Cultural Estación Mapocho. Otro integrante del directorio del
CNCA es Lautaro Núñez, director del Museo San Pedro de Atacama y profesor de la
Universidad Católica del Norte, Titulado en Historia y Geografía en la Universidad de
Chile. Núñez ha dedicado su vida a la arqueología y se ha hecho merecedor de un
importante reconocimiento internacional por sus trabajos desarrollados, especialmente en
el norte del país. Es Doctor en Antropología y Premio Nacional de Historia 2002. Otro
integrante que viene del mundo artístico propiamente tal es Justo Pastor Mellado, curador
de arte contemporáneo, crítico de arte. Es profesor de la Pontificia Universidad Católica y
Director de la carrera de arte en la Universidad UNIACC. Finalmente, podemos nombrar
a Emilio Lamarca, quien representa al Ministro de Relaciones Exteriores en el directorio
del CNCA. Es director de la Dirección de Asuntos culturales del Ministerio de
Relaciones Exteriores e integrante del Servicio Exterior con rango de Ministro Consejero.
Estos son algunos ejemplos de las personas que han integrado estos consejos,
vislumbrándose cómo políticos, intelectuales y artistas trabajan en el campo político,
específicamente en el de las políticas culturales.
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Queremos dejar claro que aquí no existe pretensión alguna de comparar estos dos procesos de la vida
política chilena en todas sus dimensiones. Simplemente nos interesa exhibir cómo en ambos fenómenos el
saber consagrado, encarnado en la figura del intelectual y experto, adquiere una relevancia teórica y
práctica sin precedente.
10
país13. El caso del campo cultural es similar, puesto que luego de mucho debate acerca
del tipo de institucionalidad cultural que debía adoptarse en Chile (13 años de reflexión,
comisiones asesoras en materias culturales, cabildos culturales, encuentros en el
parlamento, etc.), se llega a un acuerdo en que la figura que debe existir es la de un
Consejo Nacional, donde el Estado está presente con mucha fuerza, pero que no tiene el
peso institucional de un ministerio.14 El resultado es un modelo híbrido en donde se
mezclan aspectos de un consejo de tipo británico y aspectos de un ministerio tradicional.
Además se incluye esta figura novedosa de consejos y comités consultivos que
explicamos anteriormente, donde representantes del mundo académico, político y
artístico deliberan acerca de las políticas culturales del país.
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Entre estos aspectos “no democráticos” de la democracia pactada se encontraban los hasta hace muy
poco senadores designados, el sistema electoral binominal que sigue rigiendo en la actualidad, la
composisión del Consejo de Seguridad Nacional, la inamovilidad de los comandantes en jefe de las Fuerzas
Armdas, los senadores vitalicios –aplicable a los ex presidentes de la república, entre otros. Todos aspectos
que demostraban una alta participación de las Fuerzas Armadas en el proceso político.
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Existía, entre muchos de los integrantes de estos grupos de discusión, reticencia a la idea de tener un
“mounstro burocrático” encargado de la planificación y ejecución de las políticas culturales.
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Entre sus publicaciones relacionadas con el ámbito cultural encontramos “Chile: transformaciones
culturales y conflictos de la modernidad”, FLACSO, Santiago de Chile: 1989 (en conjunto con C. Catalán y
A. Barrios); “Un espejo trizado. Ensayos sobre culturas y políticas culturales”, FLACSO, Santiago de
Chile, 1988; “los intelectuales y las instituciones de la cultura”. FLACSO, Santiago de Chile, 1983.
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El más conocido “1990-1994, La Cultura Chilena en Transición”, número especial de Cultura, Santiago:
SECC, pp. 25-35.
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Conclusión
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Referencias Bibliográficas:
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lo social y la economía”. Santiago, GRESCH (in press), 2007.
Ministerio De Educación, Division De Cultura., Política cultural del gobierno de Ricardo
Lagos Escobar. Santiago, Ministerio de Educación, 2000.
O'donnell, Guillermo & Schmitter, Philippe C. , Transitions from Authoritarian Rule.
Tentative Conclusions about Uncertain Democracies, Maryland, The John
Hopkins University Press, 1989, 81 p.
Offerlé, Michel, (Dir.), La profession politique. XIXe-XXe siècles, Paris, Belin, 1999, 364
p.
Puryear, Jeffrey M., Thinking Politics: Intellectuals and Democracy in Chile, 1973-1983,
Baltimore, John Hopkins University Press, 1994, p.
Squella, Agustín, Nuestra Institucionalidad cultural. Santiago, Ministerio de Educación.
División de Cultura, 2002.
Uriarte, Edurne, "La política como vocación y como profesión: análisis de lsd
motivacionrs y de la carrera de los diputados españoles", Revista Española de
Ciencia Política, nº 3, 2000, p.97-124.
Vizcarra, Fernando, "Premisas y conceptos básicos en la sociología de Pierre Bourdieu",
Estudios sobre las culturas contemporáneas, Vol.VIII, nº 16, 2002, p.55-68.
Weber, Max, el político y el científico, Madrid, Alianza Editorial, 2004, 235 p.
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